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LUCES DE BOHEMIA, DE
VALLE-INCLÁN
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Ejemplos de preguntas en los exámenes de la PAU
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2º de Bachillerato Curso 2018/2019
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Luces de bohemia en la etapa que le corresponda.
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3. Características del esperpento y su reflejo en Luces de
bohemia.
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4. Luces de bohemia y la realidad política y social.
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5. Modernismo y 98 en Luces de bohemia.
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7. Luces de bohemia: estética y temas. (Esta pregunta no figura
en el listado oficial).
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8. La estructura, el tiempo y el espacio en Luces de bohemia.
(Esta pregunta no figura en el listado oficial).
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EVOLUCIÓN DE LA OBRA DE VALLE-INCLÁN.
JUSTIFICA LA INCLUSIÓN DE LUCES DE BOHEMIA
EN LA ETAPA QUE LE CORRESPONDA
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Ramón María del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, 1866 - Santiago de Compostela,
1936) es uno de los autores más controvertidos, rigurosos, extravagantes y geniales que ha
dado nuestra literatura. Valle, cuya vida excéntrica y aventurera se desarrolla entre Galicia,
Madrid e Hispanoamérica, inicia los estudios de derecho pero no los termina. Es famoso por su
vida bohemia y por su apariencia estrafalaria (poseía una barba muy larga y utilizaba
quevedos). Ideológicamente, evolucionó desde una postura tradicionalista (carlismo) a
posturas mucho más críticas y comprometidas con su tiempo, tal como se aprecia en su
primer esperpento.
Su obra recorre con acierto poesía (La pipa de Kif), novela (Tirano Banderas) y sobre
todo teatro, género en el que alcanza sus mayores logros: La marquesa Rosalinda, Comedias
Bárbaras, Martes de carnaval, Luces de bohemia... Es en sus piezas teatrales donde hallamos a
un escritor vanguardista que se caracteriza por su afán de renovar la dramaturgia española,
tanto en su concepción de lo escénico como en la incorporación de elementos narrativos e
incluso cinematográficos.1
Valle acuña el término esperpento para referirse a unas obras creadas con una estética
personal y renovadora. Mediante esta técnica, el autor muestra con óptica deformante la
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Convendría demostrarlo con ejemplos de acotaciones (la referencia al ratón que asoma el hocico, la lágrima sobre
el rostro o el brillo del clavo) o aludiendo a la multiplicidad espacial y a la simultaneidad de escenas.
realidad para censurar y parodiar la decadente situación nacional. Su intención es llegar a una
“superación del dolor y de la risa” y mostrar lo absurdo, el “sentido trágico” y su
disconformidad con la vida española de su tiempo, lo que lo aproxima a las preocupaciones de
los noventayochistas.
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Luces de bohemia, efectivamente, se basa en la distorsión de la realidad y en la parodia
de los modelos clásicos, así como en la creación de un lenguaje donde lo sublime y lo vulgar
conviven en partes iguales. Max Estrella, ciego como Homero, emprende una particular odisea
que no se desarrolla en los míticos escenarios clásicos, sino en los espacios más sórdidos de
una nación sumida en la miseria física y moral. Y es que, como afirma el propio Max, "España
es una deformación grotesca de la civilización europea".
Luces de bohemia apareció publicada por entregas en la revista España en 1920, aunque
la obra no se completará hasta el año 1924. Será entonces cuando Valle la edite en un
volumen especial en el que se realizaron numerosos cambios, supresiones y adiciones que
dotaron a esta pieza teatral de mayor intensidad, sobre todo en los aspectos de denuncia
social y política.
El esperpento de Valle convive con otras muchas fórmulas de hacer teatro: la comedia
burguesa, el drama poético en verso, el teatro cómico o las producciones del 98.
Por otra parte, también destaca el teatro escrito en verso, mezcla de Romanticismo y
Modernismo. Se trata de una fórmula ideológicamente conservadora donde se cantan
las glorias y pérdidas de la España Imperial. Sus autores más aplaudidos fueron Eduardo
Marquina, con En Flandes se ha puesto el sol (1910), y Francisco Villaespesa, con El
alcázar de las perlas (1911).
Finalmente, durante esta época surgen diferentes intentos de renovación teatral. Los
autores del 98 y del 27 (Unamuno, Azorín, García Lorca...) probarán suerte con un
teatro no siempre comprendido y apoyado por el público.
Para conseguir dicho objetivo, Valle emplea múltiples procedimientos, entre los que
destacamos la ridiculización de la realidad, el juego de contrastes entre situaciones trágicas y
reacciones absurdas2 de quienes las viven. Si la naturaleza del esperpento es crear una
antitragedia, Luces de bohemia es un ejemplo paradigmático. Los personajes se enfrentan,
ciertamente, a un destino trágico, pero el distanciamiento del autor nos lo muestra como algo
grotesco. En este esperpento asistimos a un enorme drama a nivel colectivo (la situación social
española) y a nivel individual (la muerte de Max y el suicidio de su mujer y su hija), pero estos
hechos aparecen como ridículos debido a los personajes que les dan vida. Es más: la muerte de
Max es grotesca. No hay nada solemne en su fallecimiento, y mucho menos en su velatorio.
Max agoniza en la calle, sus últimos momentos son una parodia y su velatorio, una burla risible
y cruel. Además, no es su muerte la que cierra la obra, como en la tragedia clásica, sino que,
para mayor escarnio, esta concluye con las palabras de un borracho ("Cráneo previlegiado").
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Ejemplos de ello serían la reacción insensible de los comerciantes que asisten a la muerte del niño en brazos de su
madre en la escena XI o la reacción de don Latino tras la muerte de Max, robándole el décimo de lotería y
disfrutando de sus beneficios sin ayudar a la viuda e hija del poeta.
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Valle desmonta a sus personajes y los imposibilita para ser héroes. Para conseguir que reflejen esta situación de
degradación colectiva, realiza varias operaciones esperpentizadoras: desclasar, deshumanizar e idiotizar a sus
personajes. Tenéis esto explicado en las fotocopias que os dejé en conserjería.
Por otra parte, la literaturización —consistente en la inclusión de gran cantidad de citas
y referencias literarias— se utiliza como un recurso más de deformación. Así, el género épico
se nos presenta desfigurado: Max es ciego como Homero y su peregrinación por el Madrid
bohemio y nocturno nos evoca la odisea que realiza Ulises desde Troya a Ítaca. También es a la
luz de la literaturización como entendemos la escena del cementerio (XIV): se trata de una
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parodia del entierro de Ofelia en Hamlet, de Shakespeare. Además, en la obra de Valle-Inclán
encontramos:
Referencias a la Divina comedia: Max, que es guiado por don Latino como Dante por
Virgilio, siente que ese mundo en el que vive es un círculo más del Infierno de Dante.
Reminiscencias al Lazarillo de Tormes y al Quijote en las figuras de los dos
protagonistas de Luces de bohemia.
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Los claroscuros también están presentes en la esperpentización de los espacios y ambientes por los que transitan
los personajes, por lo que convendría aludir a este aspecto, que tenéis explicado en los apuntes de conserjería.
LUCES DE BOHEMIA Y LA REALIDAD POLÍTICA Y SOCIAL
Luces de bohemia, primer esperpento valleinclanesco, fue una obra publicada por
entregas en 1920 en la revista España y editada en su versión definitiva en 1924. Es, por lo
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tanto, un texto nacido en el corazón de ese periodo histórico que ha sido definido como la
Edad de Plata de las letras españolas, que abarcaría aproximadamente el primer tercio del
siglo XX y en el cual nuestra cultura conoció un gran auge. Esta efervescencia cultural convivió
con una situación política y social cada vez más convulsa, que se refleja con detalle en la obra
de Ramón María del Valle-Inclán.
Luces de bohemia retrata el estado de degradación del sistema político nacido en 1875
con la Restauración, un sistema que duró más de cincuenta años y que se caracterizaba por la
alternancia pacífica en el poder de los dos partidos mayoritarios, el liberal y el conservador.
Se trataba de un régimen que acabó produciendo un sistema corrupto y caciquil donde el
incipiente movimiento obrero no va a tener fácil la entrada y donde el fraude electoral era lo
más recurrente. Las continuas crisis ministeriales, acontecimientos como la Semana Trágica
de Barcelona (1909) y la desastrosa intervención militar en Marruecos llevarán al sistema a su
colapso y facilitarán el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923.
La obra de Valle-Inclán es fruto de este tiempo y tal situación social y política determina
el sentido de Luces de bohemia. Así, el texto recoge referencias indirectas a acontecimientos
recientes, como la mencionada Semana Trágica de Barcelona (en la que participa Mateo, el
preso catalán), y el ambiente retratado es el de una ciudad envuelta en el alboroto de la lucha
obrera. La obra, así pues, presenta una denuncia clara de la miseria social y política de España,
con alusiones directas a la corrupción política y al papel de los gobernantes, burócratas y
periodistas como responsables de la situación.
Sin embargo, pese a todo lo explicado es difícil situar el año en que transcurre la trama
de Luces de bohemia. Y es que la obra acumula de manera intencionada hechos y referencias
históricas en un confuso anacronismo, lo cual nos impide ubicar la acción de esta pieza teatral
en un tiempo histórico concreto. De esta forma, la alusión a las últimas colonias españolas
(1898), la mención a la Semana Trágica de Barcelona (1909), los comentarios sobre la
Revolución rusa (1917), la coexistencia de modernistas y ultraístas o las referencias a la Ley de
fugas (1921) serían sucesos temporalmente anacrónicos que servirían a Valle-Inclán para
producir el efecto deformador que pretende. Esta confusión cronológica no es casual, sino que
constituye un caso más de distanciamiento y permite explicar todo un periodo, desvelar la
esencia de una sociedad.
Luces de bohemia, primer esperpento valleinclanesco, fue una obra publicada por
entregas en 1920 en la revista España y editada en su versión definitiva en 1924. Es, por lo
tanto, un texto nacido en el corazón de ese periodo histórico que ha sido definido como la
Edad de Plata de las letras españolas, que abarcaría aproximadamente el primer tercio del
siglo XX y en el cual nuestra cultura conoció un gran auge. Esta efervescencia cultural convivió
con una situación política y social cada vez más convulsa, que acabaría desembocando en el
estallido de la Guerra Civil en 1936.
Max Estrella podría haber llegado a ser un personaje trágico, pero la sociedad que lo
rodea es tan cruel y grotesca que convierte su vida heroica en una existencia patética y
absurda. Su degradación se refleja en la muñequización a la que lo somete el propio autor. En
este sentido, Max, como si fuese un fantoche o un pelele, es estafado por Zaratustra,
engañado por don Latino y encarcelado como un vil delincuente. Incluso su muerte es ridícula,
pues será confundida primero con una borrachera y finalmente con una catalepsia.
El habla de Max Estrella merece especial atención, ya que reproduce los rasgos más
marcados de su personalidad: su orgullo se muestra en el constante empleo de sentencias; y
su sentimiento de superioridad se manifiesta en el uso de imperativos y de ironía culta con
intención provocadora. Asimismo, en él predomina la violencia verbal: se sirve del lenguaje
para liberarse de la frustración que le producen su miseria y su ceguera.
En cuando a don Latino de Híspalis, se ha discutido mucho sobre qué personaje real
puede esconderse tras el asiduo acompañante de Mala Estrella. Podría ser cualquiera de los
modernistas con los que convivía Alejandro Sawa. De hecho, Sawa solía ir acompañado de un
can y, curiosamente, Valle echa mano de los recursos del esperpento para caracterizar a don
Latino como un perro.
Se le puede definir como una persona inmoral, un parásito, un ser ruin y mezquino. No
olvidemos que don Latino estafa a Max —en connivencia con Zaratustra— el dinero de los
libros, lo abandona moribundo en el portal de su casa y le roba la cartera y el décimo de
lotería premiado, causando sin el menor escrúpulo el suicidio de la mujer y la hija del poeta
ciego.
En don Latino llegan al extremo varios de los rasgos más típicamente esperpénticos:
animalización, cosificación, deformación... Se trataría, más que de un héroe, de un personaje
de novela picaresca, de un modelo de lucha por la supervivencia.
Otro asunto trascendental es la muerte. Se trata de un tema que se refleja, sobre todo,
en las llamadas al suicidio de la escena inicial, en las conversaciones que mantiene Max con el
preso catalán y Rubén Darío o en el misterioso fallecimiento de Madama Collet y Claudinita al
final de la tragedia. Y no hay que olvidar al niño que agoniza en los brazos de esa madre
desconsolada o el fusilamiento del obrero anarquista, dos acontecimientos relatados en la
escena undécima, añadida por el autor en 1924.
Para concluir, diremos que Luces de bohemia presenta una clara simetría. Las escenas se
pueden dividir en dos grupos y ambos se desarrollan en el mismo lapso temporal: doce horas.
En las doce primeras escenas tiene lugar el recorrido madrileño del poeta; en las tres últimas,
se relata el anticlímax que se forma tras la muerte de Max. La simetría de la obra también se
encuentra marcada por las intervenciones del preso catalán, por las referencias a la capa
empeñada del protagonista, por las continuas alusiones a la muerte y por la aparición del
décimo de lotería, todo lo cual contribuye a dotar el texto de armonía y cohesión.
Como todo texto dramático que persiga mantener la atención del espectador, Luces de
bohemia también se basa en un juego de tensiones y distensiones. La obra se inicia con un
momento bajo de tensión dramática: la conversación de Max y su mujer en la buhardilla en la
que viven, e irá subiendo gradualmente hasta tener un momento muy intenso en la escena del
calabozo con el preso (escena VI). A continuación, desciende la tensión dramática con el
diálogo entre Max y el ministro, en la cena con Rubén Darío y en la conversación con las dos
prostitutas. Sin embargo, en la escena XI habrá una subida brusca de la tensión dramática con
los gritos de la madre que sujeta a su hijito muerto en los brazos, y acto seguido el clímax de la
obra se alcanzará en la escena XII con la muerte del protagonista. Una nueva distensión será el
estrafalario velatorio y el entierro de Max, para alcanzar un nuevo momento álgido en la
última escena al conocerse el posible suicidio de la mujer e hija del poeta.
En definitiva, Luces de bohemia se presenta ante el lector con una estructura circular y
simétrica, cuya acción se desarrolla por espacio de 24 horas divididas en dos lapsos de 12,
coincidentes con la noche y el día. El espacio de la obra es variado y lleva al lector desde la
humilde casa de Max hasta las calles y parques madrileños, las redacciones de los periódicos,
las tabernas y cafés, las librerías de viejo, los calabozos, las dependencias ministeriales e
incluso el cementerio de la ciudad. Tal diversidad escénica era en su época imposible de
representar con los medios del teatro tradicional, y ese fue uno de los motivos por los que la
obra quedó fuera de los circuitos teatrales hasta muchas décadas después. Valle-Inclán
presentaba así su particular tapiz de la sociedad madrileña, mostrando hasta el último
recoveco de la ciudad habitada por una cincuentena de personajes que constituyen un
minucioso retrato sociológico de la misma. Así, la obra se revela, con su complejidad de
espacios y su estructura matemáticamente perfecta, como una ventana al Madrid de
principios del siglo XX, a través de la cual podemos asomarnos hoy como espectadores
privilegiados.
LOS PERSONAJES DE LUCES DE BOHEMIA
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Luces de Bohemia relata la última noche en la vida de Max Estrella, célebre poeta ciego
que recorrerá la ciudad en compañía de su amigo, don Latino de Híspalis. El texto presenta un
itinerario por el Madrid de la época, que sirve al autor para retratar a la totalidad de los grupos
sociales que pueblan la urbe, en una sátira desgarradora de la que no se libran poetas,
bohemios, libreros, periodistas, políticos ni funcionarios. Valle se vale de un elenco que supera
los 50 personajes y que le sirve para extender un amplio tapiz social ante el lector y el
espectador, pero dos serán los personajes protagonistas: el poeta fracasado Max Estrella y su
compañero de correrías y lazarillo don Latino de Híspalis. En las siguientes líneas
profundizaremos en las características esenciales del amplio elenco de la obra, que podemos
clasificar por su estrato social en distintos grupos: personajes del mundo oficial, personajes
populares, personajes de la bohemia literaria y comerciantes.
Frente a esta España oficial, representante del poder burgués, tenemos la España
popular identificada con el mundo marginal de la noche madrileña, clase baja integrada por
personajes como el Rey de Portugal, Enriqueta la Pisa Bien, el Pollo del Pay Pay, la prostituta
Lunares y su compañera, la Vieja Pintada, etc. Se trata de personajes canallas, que malviven en
el margen de la sociedad burguesa, tratando siempre de sacar tajada de cualquier situación. El
retrato que de ellos hace Valle se centra en su carácter grotesco y esperpéntico, acentuando
su condición de desechos de la sociedad. También forman parte del mundo popular dos
personajes destacados de la obra, por ser los únicos que se libran de la caracterización
esperpéntica en todo el elenco. Se trata del preso anarquista y de la madre del niño asesinado
por la policía. Para ambos Valle reserva la dignidad de ser retratados de manera realista y no
bajo el modelo esperpéntico. El preso catalán es el único que lleva su rebeldía a la práctica
(“conozco la suerte que me espera: cuatro tiros por intento de fuga”) y asumiendo todas sus
consecuencias. Su posicionamiento político es sincero y no una impostura. En cuanto a la
madre del niño muerto, el suyo es un papel de tragedia, que pone en escena las consecuencias
palpables de la situación política y social de España, con los más inocentes como víctimas del
sistema.
Los comerciantes se retratan como asimilados por el poder establecido. Son insensibles
ante el dolor ajeno (los tenderos de distinto tipo que rodean a la mujer con el niño muerto en
brazos, más preocupados por los perjuicios que las revueltas obreras les puedan ocasionar que
por el drama humano que tiene lugar ante sus narices) o no dudan en estafar a los demás a la
menor ocasión (el librero Zaratustra).
Por último, el mundo de la bohemia literaria queda representado en primer lugar por
ese grupo de alborotados jóvenes modernistas que acompañan a Max y don Latino al principio
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de la noche. Se definen a sí mismos con elitismo (“los poetas somos aristocracia”, dice Dorio
de Gádex) y atacan al poder en sus encendidas proclamas, pero no se trata más que de la
impostura típica del artista iconoclasta. Junto a los jóvenes bohemios, el verdadero homenaje
al modernismo lo lleva a cabo Valle-Inclán presentando en escena al mismísimo Rubén Darío
como compañero de tertulia de los protagonistas. Max Estrella y don Latino, los personajes
principales de la obra, se incluyen en este mundo de la bohemia literaria. La pareja representa,
en última instancia, las dos caras de la bohemia en vías de extinción en una sociedad miserable
y degradada, donde al poeta sólo le queda el fracaso vital que representa Max o la falsedad
que representa don Latino.
En síntesis, Luces de Bohemia ofrece un rico panorama que pone en escena a la práctica
totalidad de los estratos sociales de la España de su tiempo, haciendo especial hincapié en las
relaciones entre el mundo de los opresores y el de los oprimidos, por un lado, y en el papel de
los artistas en la sociedad, por otro. Así, la obra funciona como un interesante tratado sobre la
sociedad urbana de los años 20 del pasado siglo.