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LUCES DE BOHEMIA, DE
VALLE-INCLÁN
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Ejemplos de preguntas en los exámenes de la PAU

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2º de Bachillerato Curso 2018/2019
-

1. Evolución de la obra de Valle-Inclán. Justifica la inclusión de

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Luces de bohemia en la etapa que le corresponda.

2. Luces de bohemia en el contexto histórico y literario de su


época.

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3. Características del esperpento y su reflejo en Luces de
bohemia.

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4. Luces de bohemia y la realidad política y social.

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5. Modernismo y 98 en Luces de bohemia.

6. Los personajes de Max Estrella y don Latino en Luces de


bohemia.

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7. Luces de bohemia: estética y temas. (Esta pregunta no figura
en el listado oficial).

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8. La estructura, el tiempo y el espacio en Luces de bohemia.
(Esta pregunta no figura en el listado oficial).

hjklzxcvbnm 9. Los personajes de Luces de bohemia. (Esta pregunta no figura


en el listado oficial).

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1
EVOLUCIÓN DE LA OBRA DE VALLE-INCLÁN.
JUSTIFICA LA INCLUSIÓN DE LUCES DE BOHEMIA
EN LA ETAPA QUE LE CORRESPONDA
2
Ramón María del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, 1866 - Santiago de Compostela,
1936) es uno de los autores más controvertidos, rigurosos, extravagantes y geniales que ha
dado nuestra literatura. Valle, cuya vida excéntrica y aventurera se desarrolla entre Galicia,
Madrid e Hispanoamérica, inicia los estudios de derecho pero no los termina. Es famoso por su
vida bohemia y por su apariencia estrafalaria (poseía una barba muy larga y utilizaba
quevedos). Ideológicamente, evolucionó desde una postura tradicionalista (carlismo) a
posturas mucho más críticas y comprometidas con su tiempo, tal como se aprecia en su
primer esperpento.

Su obra recorre con acierto poesía (La pipa de Kif), novela (Tirano Banderas) y sobre
todo teatro, género en el que alcanza sus mayores logros: La marquesa Rosalinda, Comedias
Bárbaras, Martes de carnaval, Luces de bohemia... Es en sus piezas teatrales donde hallamos a
un escritor vanguardista que se caracteriza por su afán de renovar la dramaturgia española,
tanto en su concepción de lo escénico como en la incorporación de elementos narrativos e
incluso cinematográficos.1

Valle-Inclán inició su trayectoria literaria en el Modernismo. De hecho, sus cuatro


Sonatas (1902-1905), en las que se recogen las memorias del marqués de Bradomín, están
consideradas como la mejor manifestación de la prosa modernista. Estructuradas como una
composición musical en cuatro tiempos, en ellas conviven la elegancia más exquisita y la
provocación más amoral. A esta etapa también pertenecen sus primeras producciones
teatrales: Tragedia de ensueño y El yermo de las almas.

Su segunda etapa, la del primitivismo (1907-1909), comienza con las Comedias


bárbaras, obras míticas donde aparecen extraños personajes tiránicos, violentos o tarados. Se
trata de un "canto" a un mundo (el de la Galicia feudal) en descomposición. Esta trilogía,
formada por Águila de blasón, Romance de Lobos y Cara de plata, es difícilmente
representable debido a su gran longitud, a los cambios rapidísimos de escenario y a las
extensas acotaciones escénicas. Es más: para algunos críticos, las Comedias bárbaras
constituyen novelas dialogadas que mantienen un escaso vínculo con el género teatral.

Durante su tercera etapa, la del distanciamiento artificioso (1910-1920), Valle escribe


obras teatrales, en su mayor parte en verso. Sin embargo, son totalmente diferentes del teatro
poético modernista de la época. Se trata de experimentos dramáticos donde el autor crea un
mundo artificioso, muy literario y estilizado. La marquesa Rosalinda o La cabeza del dragón
son algunas de las piezas que compuso durante estos años.

Su última etapa, la más lograda, es la de los esperpentos. En ella sobresalen Luces de


bohemia (1920) y la trilogía Martes de carnaval, integrada por Los cuernos de don Friolera
(1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927).

Valle acuña el término esperpento para referirse a unas obras creadas con una estética
personal y renovadora. Mediante esta técnica, el autor muestra con óptica deformante la

1
Convendría demostrarlo con ejemplos de acotaciones (la referencia al ratón que asoma el hocico, la lágrima sobre
el rostro o el brillo del clavo) o aludiendo a la multiplicidad espacial y a la simultaneidad de escenas.
realidad para censurar y parodiar la decadente situación nacional. Su intención es llegar a una
“superación del dolor y de la risa” y mostrar lo absurdo, el “sentido trágico” y su
disconformidad con la vida española de su tiempo, lo que lo aproxima a las preocupaciones de
los noventayochistas.
3
Luces de bohemia, efectivamente, se basa en la distorsión de la realidad y en la parodia
de los modelos clásicos, así como en la creación de un lenguaje donde lo sublime y lo vulgar
conviven en partes iguales. Max Estrella, ciego como Homero, emprende una particular odisea
que no se desarrolla en los míticos escenarios clásicos, sino en los espacios más sórdidos de
una nación sumida en la miseria física y moral. Y es que, como afirma el propio Max, "España
es una deformación grotesca de la civilización europea".

La presencia insistente de la muerte, el empleo de animalizaciones, cosificaciones o


muñequizaciones, los frecuentes contrastes y reducciones al absurdo, los intencionados
claroscuros o los reiterados anacronismos que impiden situar la acción en un momento
histórico concreto serían, igualmente, otros rasgos que aproximarían esta obra capital al
mundo del esperpento. Por todos estos motivos, el teatro de Valle-Inclán tuvo una difusión
difícil en los circuitos comerciales. En realidad, Luces de Bohemia, sátira nacional de la política,
sociedad y religión, no pudo estrenarse en España hasta el año 1970.

LUCES DE BOHEMIA EN EL CONTEXTO


HISTÓRICO Y LITERARIO DE SU ÉPOCA
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) inicia su carrera literaria tras el denominado
desastre del 98, fecha de la pérdida de las últimas colonias españolas (Cuba, Filipinas y Puerto
Rico). España era en aquel tiempo un país rural, con una industrialización creciente en focos
alejados del poder político (Cataluña y Euskadi), unos salarios terriblemente bajos, unos altos
niveles de analfabetismo y una gran conflictividad social a los que el régimen político de la
Restauración ya no sabía dar respuesta.

Luces de bohemia, primer esperpento valleinclanesco, retrata el estado de degradación


de este sistema político nacido en 1875 con la Restauración, un sistema que duró más de
cincuenta años y que se caracterizaba por la alternancia pacífica en el poder de los dos
partidos mayoritarios, el liberal y el conservador. Se trataba de un régimen que acabó
produciendo un sistema corrupto y caciquil donde el incipiente movimiento obrero no va a
tener fácil la entrada y donde el fraude electoral era lo más recurrente. Ante un estado
incapaz de actuar, la Monarquía promueve el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923. Sin
embargo, el cambio no sirve para regenerar el panorama político y social, y el fin de la
dictadura arrastra a la monarquía, proclamándose en 1931 la II República.

Luces de bohemia apareció publicada por entregas en la revista España en 1920, aunque
la obra no se completará hasta el año 1924. Será entonces cuando Valle la edite en un
volumen especial en el que se realizaron numerosos cambios, supresiones y adiciones que
dotaron a esta pieza teatral de mayor intensidad, sobre todo en los aspectos de denuncia
social y política.

En esta obra, Valle-Inclán nos aproxima a la vida bohemia, tema de muchas


producciones literarias y de otras artes. La bohemia había sido para muchos artistas de fin de
siglo más que un simple modo de vivir: fue una forma de entender el arte y la vida; fue una
época heroica, donde con orgullo aristocrático se confinaba el Arte al mundo de la Belleza. Ese
es el mundo de Max, pero este mundo en 1920 ya no tiene sentido. Luces de bohemia es, pues,
una particular elegía de este universo ya consumado.

Desde el punto de vista literario, Valle-Inclán es una mezcla de modernismo, de


vanguardismo y de preocupación noventayochista. En este sentido, Luces de bohemia es una
4
obra excepcional de un ser excepcional que escapa a toda clasificación. El texto está plagado
de referencias al modernismo, al mundo del arte y a los poetas de la bohemia, cuyas luces iban
ya apagándose en el segundo decenio del siglo. Los rasgos propios del 98, por su parte,
aparecen nítidamente en la obra, como son la crítica social y política, el tema de España o la
reflexión sobre la muerte.

En cuanto al contexto histórico, este determina fuertemente el sentido político de


Luces de bohenmia, que recoge referencias indirectas a acontecimientos recientes, como la
Semana Trágica de Barcelona, representada por el personaje del preso catalán y la lucha
obrera que sirve de fondo a la acción dramática. Se aprecia también en la obra una denuncia
clara de la miseria social y política de España, con alusiones directas a la corrupción política y
al papel de los gobernantes, burócratas y periodistas como responsables de la situación.

El esperpento de Valle convive con otras muchas fórmulas de hacer teatro: la comedia
burguesa, el drama poético en verso, el teatro cómico o las producciones del 98.

 El principal representante de la comedia burguesa es el Nobel de literatura Jacinto


Benavente, cuyas obras principales son Los intereses creados (1907) o La malquerida
(1913). Benavente, que supo acabar con el teatro grandilocuente del
tardorromanticismo, introduce nuevos decorados en sus obras y dosifica la intriga con
maestría, aunque se le ha reprochado su escaso sentido crítico.

 Por otra parte, también destaca el teatro escrito en verso, mezcla de Romanticismo y
Modernismo. Se trata de una fórmula ideológicamente conservadora donde se cantan
las glorias y pérdidas de la España Imperial. Sus autores más aplaudidos fueron Eduardo
Marquina, con En Flandes se ha puesto el sol (1910), y Francisco Villaespesa, con El
alcázar de las perlas (1911).

 En tercer lugar, encontramos un teatro cómico pensado exclusivamente para entretener


al público mediante un humor facilón y burlesco, lleno de sinsentidos y de juegos de
palabras. Carlos Arniches (La señorita de Trevélez, 1916), los hermanos Quintero (Las de
Caín, 1908) y Pedro Muñoz Seca, inventor de un nuevo género: el astracán (La venganza
de don Mendo, 1918), son sus representantes más significativos.

 Finalmente, durante esta época surgen diferentes intentos de renovación teatral. Los
autores del 98 y del 27 (Unamuno, Azorín, García Lorca...) probarán suerte con un
teatro no siempre comprendido y apoyado por el público.

En conclusión, la obra de Valle-Inclán se insertaría, en parte, dentro de esta última


corriente, pero el genial autor la supera y va muchísimo más allá en originalidad, deformación
y sátira.
CARACTERÍSTICAS DEL ESPERPENTO Y
SU REFLEJO EN LUCES DE BOHEMIA
Luces de bohemia, publicada en 1920 en la revista España, es la primera obra que el
5
propio autor califica como esperpento, un género creado por Valle-Inclán que consiste en
distorsionar sistemáticamente nuestro entorno para poner de relieve lo trágico, lo grotesco y
lo absurdo de la vida española. Se trata de una técnica que no es exclusiva del teatro
valleinclanesco, ya que existe una importante tradición artística que degrada la realidad. Así se
aprecia en los cuadros de Goya o El Bosco, en algunos poemas de Quevedo o en el cine
expresionista alemán de los años veinte.

El esperpento de Valle no es solo un género literario, sino una estética y, en


consecuencia, una visión del mundo a la que llega el escritor desde unas concretas
circunstancias históricas españolas. Dicha estética supone una deformación o
descoyuntamiento de la realidad, única manera de reflejar críticamente el entorno.

Valle-Inclán teoriza sobre el esperpento en la escena XII de Luces de bohemia. En ella


asegura que "los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento" y que
"el sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente
deformada".

Para conseguir dicho objetivo, Valle emplea múltiples procedimientos, entre los que
destacamos la ridiculización de la realidad, el juego de contrastes entre situaciones trágicas y
reacciones absurdas2 de quienes las viven. Si la naturaleza del esperpento es crear una
antitragedia, Luces de bohemia es un ejemplo paradigmático. Los personajes se enfrentan,
ciertamente, a un destino trágico, pero el distanciamiento del autor nos lo muestra como algo
grotesco. En este esperpento asistimos a un enorme drama a nivel colectivo (la situación social
española) y a nivel individual (la muerte de Max y el suicidio de su mujer y su hija), pero estos
hechos aparecen como ridículos debido a los personajes que les dan vida. Es más: la muerte de
Max es grotesca. No hay nada solemne en su fallecimiento, y mucho menos en su velatorio.
Max agoniza en la calle, sus últimos momentos son una parodia y su velatorio, una burla risible
y cruel. Además, no es su muerte la que cierra la obra, como en la tragedia clásica, sino que,
para mayor escarnio, esta concluye con las palabras de un borracho ("Cráneo previlegiado").

La estética del esperpento también se alcanza por medio de la degradación3 de los


personajes, que son presentados como seres caricaturescos o como "enanos que juegan una
tragedia", reproduciendo las palabras del propio autor. Esta degradación se manifiesta,
fundamentalmente, a través de tres recursos estilísticos: la animalización ("La Pisa Bien se
apresura a echarle la zarpa"), la cosificación ("se mueve el bulto de un hombre") y la
muñequización (sirva como ejemplo la escena segunda, en la que don Latino y Zaratustra
engañan a Max con la venta de los libros, transformando de este modo al propio protagonista
en un fantoche). Es frecuente, pues, que los personajes de Luces de Bohemia sean descritos
con rasgos animales, que sean caracterizados por los objetos que portan o que, directamente,
se les califique de peleles.

2
Ejemplos de ello serían la reacción insensible de los comerciantes que asisten a la muerte del niño en brazos de su
madre en la escena XI o la reacción de don Latino tras la muerte de Max, robándole el décimo de lotería y
disfrutando de sus beneficios sin ayudar a la viuda e hija del poeta.
3
Valle desmonta a sus personajes y los imposibilita para ser héroes. Para conseguir que reflejen esta situación de
degradación colectiva, realiza varias operaciones esperpentizadoras: desclasar, deshumanizar e idiotizar a sus
personajes. Tenéis esto explicado en las fotocopias que os dejé en conserjería.
Por otra parte, la literaturización —consistente en la inclusión de gran cantidad de citas
y referencias literarias— se utiliza como un recurso más de deformación. Así, el género épico
se nos presenta desfigurado: Max es ciego como Homero y su peregrinación por el Madrid
bohemio y nocturno nos evoca la odisea que realiza Ulises desde Troya a Ítaca. También es a la
luz de la literaturización como entendemos la escena del cementerio (XIV): se trata de una
6
parodia del entierro de Ofelia en Hamlet, de Shakespeare. Además, en la obra de Valle-Inclán
encontramos:

 Referencias a la Divina comedia: Max, que es guiado por don Latino como Dante por
Virgilio, siente que ese mundo en el que vive es un círculo más del Infierno de Dante.
 Reminiscencias al Lazarillo de Tormes y al Quijote en las figuras de los dos
protagonistas de Luces de bohemia.

Otro importante recurso esperpentizador es la asombrosa variedad de registros


empleados en los diálogos; una variedad que no solo sirve para caracterizar a los personajes,
sino también para parodiarlos o criticarlos. Subrayamos, por un lado, el uso de un lenguaje
pedante y cursi propio de los modernistas, y por otro, la jerga vulgar de las bajas clases
sociales, quienes emplean términos como "cuála" o "previlegiado". Incluso se aprecia en Luces
de bohemia la combinación de cultismos y gitanismos en una misma intervención, lo que
evidencia ese empleo de contrastes tan peculiar de la estética valleinclanesca ("Yo también
chanelo el 'sermo vulgaris'").

Este contraste o paradoja ya se percibe desde el mismo título, cuidadosamente


escogido por el autor. Por un lado, Valle juega con la luz, con el brillo de una época modernista
en decadencia; pero por otro lado, la peregrinación bohemia de los protagonistas transcurre
por un Madrid nocturno alumbrado artificialmente con velas, candiles y lámparas. Se trata, en
efecto, de un intencionado claroscuro4 con el que aspira a degradar la realidad.

El esperpento, asimismo, se caracteriza por fusionar novela y teatro. Esta indefinición


de géneros se hace patente en la función de las acotaciones, que son muy extensas, tienen un
excepcional valor literario y están escritas imitando las intervenciones de un narrador
omnisciente. Con ellas se describen —gracias a una pirotecnia verbal sin parangón—
personajes y ambientes diversos, dibujando escenarios sórdidos, desordenados y burdos.

Finalmente, en Luces de bohemia se acumulan de manera intencionada hechos y


referencias históricas en un confuso anacronismo. Es decir, aunque la obra nos sitúa alrededor
de 1920, su trama temporal se teje con personajes y acontecimientos que no pudieron
coincidir en el tiempo. De esta forma, la alusión a las últimas colonias españolas (1898), la
mención a la Semana Trágica de Barcelona (1909), los comentarios sobre la Revolución rusa
(1917), la coexistencia de modernistas y ultraístas o las referencias a la Ley de fugas (1921)
serían sucesos temporalmente anacrónicos que servirían a Valle-Inclán para producir el efecto
deformador que pretende. Esta condensación del tiempo no es casual, sino que constituye un
caso más de distanciamiento y permite explicar todo un periodo, desvelar la esencia de una
sociedad.

En conclusión, mediante la técnica del esperpento, Ramón María del Valle-Inclán


muestra con óptica deformante la realidad para censurar y parodiar la decadente situación
nacional. Nos hallamos, pues, ante la vertiente más crítica de la Generación del 98.

4
Los claroscuros también están presentes en la esperpentización de los espacios y ambientes por los que transitan
los personajes, por lo que convendría aludir a este aspecto, que tenéis explicado en los apuntes de conserjería.
LUCES DE BOHEMIA Y LA REALIDAD POLÍTICA Y SOCIAL
Luces de bohemia, primer esperpento valleinclanesco, fue una obra publicada por
entregas en 1920 en la revista España y editada en su versión definitiva en 1924. Es, por lo
7
tanto, un texto nacido en el corazón de ese periodo histórico que ha sido definido como la
Edad de Plata de las letras españolas, que abarcaría aproximadamente el primer tercio del
siglo XX y en el cual nuestra cultura conoció un gran auge. Esta efervescencia cultural convivió
con una situación política y social cada vez más convulsa, que se refleja con detalle en la obra
de Ramón María del Valle-Inclán.

Luces de bohemia retrata el estado de degradación del sistema político nacido en 1875
con la Restauración, un sistema que duró más de cincuenta años y que se caracterizaba por la
alternancia pacífica en el poder de los dos partidos mayoritarios, el liberal y el conservador.
Se trataba de un régimen que acabó produciendo un sistema corrupto y caciquil donde el
incipiente movimiento obrero no va a tener fácil la entrada y donde el fraude electoral era lo
más recurrente. Las continuas crisis ministeriales, acontecimientos como la Semana Trágica
de Barcelona (1909) y la desastrosa intervención militar en Marruecos llevarán al sistema a su
colapso y facilitarán el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923.

La obra de Valle-Inclán es fruto de este tiempo y tal situación social y política determina
el sentido de Luces de bohemia. Así, el texto recoge referencias indirectas a acontecimientos
recientes, como la mencionada Semana Trágica de Barcelona (en la que participa Mateo, el
preso catalán), y el ambiente retratado es el de una ciudad envuelta en el alboroto de la lucha
obrera. La obra, así pues, presenta una denuncia clara de la miseria social y política de España,
con alusiones directas a la corrupción política y al papel de los gobernantes, burócratas y
periodistas como responsables de la situación.

Además de algunas menciones al pasado imperial (Felipe II, El Escorial, la Inquisición…)


y a personajes y acontecimientos del siglo XIX español (el Dos de Mayo, la reina Isabel y las
guerras carlistas), es la propia historia contemporánea la que sirve de marco cronológico a la
trama. De este modo, Valle ofrece una visión de los conflictos que urden la vida de España. Tal
visión incluye referencias a políticos de diversa ideología: Castelar, Romanones y,
especialmente, el conservador Maura (de quien Max dice que es el “gran fariseo”) y el liberal
García Prieto (del que Dorio de Gádex asegura que es “un yerno más”, en alusión al
nepotismo). Tampoco el rey Alfonso XIII se libra de la ironía, dado que se le llama el “primer
humorista” de España.

Se arremete, asimismo, contra el mal gobierno (se menciona el Ministerio de


“Desgobernación”) y la represión policial (aparecen explícitamente torturas, detenciones
ilegales y la aplicación de la Ley de fugas). De especial fuerza es el reproche del autor por dicha
represalia policial. En la obra se ridiculiza, por ejemplo, a los policías, a los que Valle identifica
con "soldados romanos", y se impreca a sus “colaboradores” derechistas (Acción Ciudadana).
Esta protesta se hace grito furioso en esos momentos de intensidad máxima que son la escena
VI (Max ante el obrero catalán, condenado a morir en aplicación de la Ley de fugas aprobada
en 1921) y la escena XI (la muerte de un niño a consecuencia de una carga policial).

De igual manera, en Luces de bohemia se fustiga el capitalismo y el conformismo


burgués, y se presenta, en contraste, la pobreza y miseria del pueblo español, pero sin
idealizarlo con enfoques populistas, sino mostrando también su embrutecimiento, su
ignorancia y su degradación moral. Así, la visión crítica de Valle se cierne tanto sobre la
burguesía (clase representada por el librero Zaratustra o el tabernero Pica Lagartos) como
sobre los personajes más populares (la Pisa Bien, la Lunares o los sepultureros).

Todo este ambiente de corrupción e ineficacia política y de conflictividad social


constituye el trasfondo sociopolítico de la obra, pero estas no son las únicas referencias a la
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realidad. También se pueden rastrear en el esperpento valleinclanesco observaciones sobre
temática religiosa: Max clama por una “religión nueva” que regenere España y en el diálogo
entre el poeta ciego y don Gay en la librería de Zaratustra se critica la religiosidad tradicional y
vacía del pueblo español. El listado de estamentos criticados por Valle se cerraría con el
mundo de la cultura y la literatura. Aquí entran las burlas a la Real Academia Española y al
modernismo tardío y vacuo o las pullas contra escritores concretos: Benito Pérez Galdós (“don
Benito el Garbancero”), Villaespesa (fundador de revistas literarias de muy corta vida) o
Cavestany (poeta y dramaturgo que también se dedicó a la política).

Sin embargo, pese a todo lo explicado es difícil situar el año en que transcurre la trama
de Luces de bohemia. Y es que la obra acumula de manera intencionada hechos y referencias
históricas en un confuso anacronismo, lo cual nos impide ubicar la acción de esta pieza teatral
en un tiempo histórico concreto. De esta forma, la alusión a las últimas colonias españolas
(1898), la mención a la Semana Trágica de Barcelona (1909), los comentarios sobre la
Revolución rusa (1917), la coexistencia de modernistas y ultraístas o las referencias a la Ley de
fugas (1921) serían sucesos temporalmente anacrónicos que servirían a Valle-Inclán para
producir el efecto deformador que pretende. Esta confusión cronológica no es casual, sino que
constituye un caso más de distanciamiento y permite explicar todo un periodo, desvelar la
esencia de una sociedad.

En síntesis, Luces de bohemia manifiesta una honda disconformidad con la España de la


época y contiene un duro ataque a la realidad española. Nadie se libra de la crítica: gobierno,
empresarios, fuerzas del orden e incluso obreros (exceptuando, quizá, el preso catalán y la
madre del niño muerto) son retratados como una masa brutal, inculta e incapaz, en
consecuencia, de producir la anhelada regeneración de la sociedad española. No en vano,
todo ello parece remitirnos a la proclama de Max Estrella al enunciar su teoría sobre el
esperpento: "España es una deformación grotesca de la civilización europea".

MODERNISMO Y 98 EN LUCES DE BOHEMIA

Luces de bohemia, primer esperpento valleinclanesco, fue una obra publicada por
entregas en 1920 en la revista España y editada en su versión definitiva en 1924. Es, por lo
tanto, un texto nacido en el corazón de ese periodo histórico que ha sido definido como la
Edad de Plata de las letras españolas, que abarcaría aproximadamente el primer tercio del
siglo XX y en el cual nuestra cultura conoció un gran auge. Esta efervescencia cultural convivió
con una situación política y social cada vez más convulsa, que acabaría desembocando en el
estallido de la Guerra Civil en 1936.

Si la Edad de Plata terminó de manera traumática, no fue menos traumático su punto de


partida. El llamado desastre de 1898 sirvió como detonante para la reflexión de toda una
generación de escritores e intelectuales que pedían una urgente modernización de la
sociedad, la cultura y la política. Paralelamente, el final del siglo XIX había visto nacer una
nueva corriente estética, el modernismo, centrada en la recuperación de la belleza y la
evasión tras el agotamiento del realismo. Modernismo y 98 son, esencialmente, dos aspectos
de una misma respuesta finisecular contra el orden establecido en la política y en la sociedad,
por un lado, y en la poética y el arte, por otro. Y ambos aspectos están muy presentes en Luces
de bohemia, que supone, en cierta medida, un compendio intelectual y estético de los
primeros años del siglo.
El siglo XIX español puede darse por finalizado con la catastrófica fecha de 1898, cuando
9
a la corrupción del sistema social y político español se unió el desastre militar de la guerra
hispano-estadounidense, que concluyó con la pérdida de las últimas colonias, Cuba, Puerto
Rico y Filipinas. Este fue el caldo de cultivo de una nueva sensibilidad intelectual que llevaría a
un conjunto de autores a trazar un diagnóstico sobre los males del país, que requería de una
urgente modernización de la sociedad, la cultura y la política. Unos años después el grupo
quedaría consagrado en nuestra tradición como Generación del 98. Mientras tanto, el
modernismo se imponía como estética dominante en la literatura española, en una revolución
poética que abarcó aproximadamente desde 1880 hasta 1910 y que, a partir del simbolismo y
el parnasianismo, buscaba ante todo el exotismo y la evasión. El modernismo y el 98 pueden
entenderse como dos caras de una misma moneda: la reacción poética de evasión, por un
lado, y la honda reflexión regeneracionista, por otro, dos respuestas diferentes ante la realidad
de la España de la época. Valle-Inclán recorre ambas vías, iniciándose en el epicentro poético,
temático y estilístico del modernismo para acabar derivando hacia una reflexión ideológica
cercana al 98.
Modernismo y 98 confluyen apoteósicamente en Luces de bohemia, donde Valle hace
una crítica de la sociedad de la época, en la que los modernistas ocupan un lugar esencial. Los
modernistas se identifican en la obra con los bohemios, esos poetas muertos de hambre
(artistas de la poetambre) que viven en el mundo idealizado del arte por el arte en una época
que ya los ha dejado de lado. Son poetas idealistas pero que no se comprometen con la
realidad política de su tiempo, sino exclusivamente con su visión elitista del arte. Dicho de otro
modo: mientras los obreros morían en las barricadas y en las calles se gestaba la revolución,
los bohemios se refugiaban en la noche, las drogas y el alcohol. Es aquí donde Valle fija el
punto de mira de su sátira poética.
Por otro lado, el lenguaje del modernismo, rico y exótico, está presente en toda la obra,
por la que se pasean personalidades del movimiento como el mismísimo Rubén Darío, que
comparte tertulia con los protagonistas en una célebre escena. En cuanto a las preocupaciones
del 98, estas se manifiestan explícitamente en la ideología subyacente en Luces de bohemia. El
atraso de España que los regeneracionistas denunciaban se consolida de manera dramática a
partir de 1910, cuando tienen lugar acontecimientos como la Semana Trágica de Barcelona. En
este contexto, Luces de bohemia es un amargo retrato crítico de toda una sociedad en
descomposición, impregnada de corrupción en todas las esferas. Del análisis de Valle no se
libra ningún estrato social: de los políticos a los poetas, de los funcionarios a los periodistas, de
las prostitutas a las fuerzas del orden.
Serían igualmente propios de los autores de la Generación del 98 el uso predominante
de la prosa, la primacía del diálogo sobre la acción y la recuperación de coloquialismos,
localismos, arcaísmos o gitanismos ("gachó", "chanelo", "beatas", "apoquinar"...). En cambio,
la función poética de las acotaciones —en las que encontramos una prosa repleta de
sinestesias, personificaciones o ingeniosas metáforas—, la presencia de cultismos o
neologismos ("¡Eironeia!") o el cosmopolitismo (manifiesto en las alusiones a París y a
Inglaterra, así como en la presencia de personajes extranjeros: madama Collet o Basilio
Soulinake) que traslucen las páginas de Luces de bohemia nos permitirían relacionar esta
antitragedia con la estética modernista. Este contraste intencionado aproxima aún más si cabe
la obra a la esencia del esperpento.
En resumen, debemos entender a Valle-Inclán, una de las grandes figuras de la
literatura española de todos los tiempos, como un autor de síntesis. Si en sus comienzos
compartió con Rubén Darío el caudillaje del modernismo, la muy deplorable realidad de la
España de su tiempo provoca que Valle se aproxime a los presupuestos ideológicos
reformadores de la Generación del 98.
10
LOS PERSONAJES DE MAX ESTRELLA Y
DON LATINO EN LUCES DE BOHEMIA
Luces de bohemia, primer esperpento valleinclanesco publicado en 1920 en la revista
España, es una obra por la que transitan más de cincuenta personajes a los que el propio
autor calificó de "enanos o patizambos que juegan una tragedia". Procedentes de diversas
clases sociales —poderosos, marginados, bohemios...—, de todos ellos sobresalen los dos
principales: Max Estrella y don Latino de Híspalis.

Valle-Inclán elabora los rasgos básicos y biográficos del protagonista de Luces de


bohemia a partir de la figura de Alejandro Sawa, periodista andaluz amigo personal del autor
que murió en 1909 y que ha sido considerado como la personificación de la bohemia por parte
del vanguardista Ramón Gómez de la Serna. Sus similitudes con Max Estrella son numerosas:
ambos eran escritores, estaban casados con mujeres francesas y murieron ciegos, locos y en
la más absoluta miseria tras recibir una carta donde se prescindía de sus servicios en el mundo
del periodismo.

En la primera acotación de la obra se presenta a Max como un hombre ciego,


“hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales”. Su descripción física se detalla en la
tercera: “su cabeza rizada y ciega, de un gran carácter clásico-arcaico, recuerda los Hermes”.
Nuestro protagonista, descrito en ocasiones como un héroe clásico con inteligencia, ingenio y
talento, es un artista frustrado cuya obra no ha obtenido éxito, por lo que no gana lo
necesario para poder subsistir. Vive en una sociedad insensible a la obra literaria y se siente
superior, tanto intelectual como moralmente, al mundo burgués. Max Estrella se puede
entender como un alter ego de Valle-Inclán, dado que sus discursos reflejan muchas de las
opiniones, valoraciones y críticas que el autor sostenía sobre la sociedad española.

Max es un personaje extremadamente complejo y lleno de contradicciones. Su ceguera,


que nos recuerda a la de Homero, no le impide ver el sufrimiento del pueblo (se compadece
del preso catalán y de la madre del niño muerto) y las injusticias proferidas por los
gobernantes, por lo que se siente profundamente impotente ante la miseria intelectual y
moral de España. Sin embargo, su carácter no está exento de incongruencias. Como hemos
afirmado, es crítico y denuncia la tiranía, pero también sucumbe al poder aceptando una paga
del ministro que gastará en champán, mientras su familia sufre penalidades. Es decir, censura
la corrupción política, pero acepta una pensión vitalicia.

Max Estrella podría haber llegado a ser un personaje trágico, pero la sociedad que lo
rodea es tan cruel y grotesca que convierte su vida heroica en una existencia patética y
absurda. Su degradación se refleja en la muñequización a la que lo somete el propio autor. En
este sentido, Max, como si fuese un fantoche o un pelele, es estafado por Zaratustra,
engañado por don Latino y encarcelado como un vil delincuente. Incluso su muerte es ridícula,
pues será confundida primero con una borrachera y finalmente con una catalepsia.

El protagonista de Luces de bohemia también ha sido identificado con Ulises —su


peregrinación por el Madrid bohemio y nocturno nos evoca la odisea que realiza este desde
Troya a Ítaca— y con Cristo —en la obra hay una especie de via crucis grotesco, con sus
"estaciones" y pasión incluidas—. Se le ha comparado, asimismo, con don Quijote, pues
ambos emprendieron un viaje por la realidad española (el de Max marcado por la pobreza, el
hambre y la degeneración) y ambos percibieron, antes de morir, la sinrazón de su vida
anterior. Además, en ambos casos hay una despedida de una forma de vida (la caballería
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andante y la bohemia) y un rechazo hacia una estética de carácter evasivo (los libros de
caballerías y el idealismo modernista).

El habla de Max Estrella merece especial atención, ya que reproduce los rasgos más
marcados de su personalidad: su orgullo se muestra en el constante empleo de sentencias; y
su sentimiento de superioridad se manifiesta en el uso de imperativos y de ironía culta con
intención provocadora. Asimismo, en él predomina la violencia verbal: se sirve del lenguaje
para liberarse de la frustración que le producen su miseria y su ceguera.

En cuando a don Latino de Híspalis, se ha discutido mucho sobre qué personaje real
puede esconderse tras el asiduo acompañante de Mala Estrella. Podría ser cualquiera de los
modernistas con los que convivía Alejandro Sawa. De hecho, Sawa solía ir acompañado de un
can y, curiosamente, Valle echa mano de los recursos del esperpento para caracterizar a don
Latino como un perro.

Este personaje fundamental, vejete asmático y cómico, debe entenderse como un


desdoblamiento del protagonista. Si Max simboliza la bohemia heroica, modernista y rebelde,
don Latino es reflejo de la degradación de esta bohemia que ha perdido la pureza de sus
ideales y se ha corrompido, contagiándose de las vilezas del sistema. Frente a la complejidad y
grandeza de Max, don Latino aparece como un fantoche, una caricatura que sirve de
contrapunto al protagonista.

Se le puede definir como una persona inmoral, un parásito, un ser ruin y mezquino. No
olvidemos que don Latino estafa a Max —en connivencia con Zaratustra— el dinero de los
libros, lo abandona moribundo en el portal de su casa y le roba la cartera y el décimo de
lotería premiado, causando sin el menor escrúpulo el suicidio de la mujer y la hija del poeta
ciego.

En don Latino llegan al extremo varios de los rasgos más típicamente esperpénticos:
animalización, cosificación, deformación... Se trataría, más que de un héroe, de un personaje
de novela picaresca, de un modelo de lucha por la supervivencia.

Según la crítica, este personaje reúne varias personalidades simbólico-míticas: la de


Virgilio guiando a Dante-Max por los infiernos madrileños, la de un Sancho Panza que
acompaña a su dueño o la de un Lazarillo engañando a su ciego amo. Incluso es equiparable,
en algunos momentos, a la figura del criado "gracioso" típica de la comedia española de los
Siglos de Oro.

Resumiendo: en Luces de bohemia encontramos gran cantidad de personajes de


procedencia diversa (inspirados en la vida real, como Max Estrella; de origen literario, como el
Marqués de Bradomín; de existencia real, como Rubén Darío; o de ficción, como Pica Lagartos
o Enriqueta la Pisa Bien). La estética del esperpento provoca que dichos personajes sean
deformados de diversos modos, hasta convertirlos en muchos casos en auténticos fantoches y
peleles.
LUCES DE BOHEMIA: ESTÉTICA Y TEMAS

Luces de bohemia, publicada en 1920 en la revista España, es la primera obra que el


propio autor califica como esperpento, un género creado por Valle-Inclán que consiste en
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distorsionar sistemáticamente nuestro entorno para poder expresar lo trágico, lo grotesco y lo
absurdo de la vida española. Se trata de una técnica que no es exclusiva del teatro
valleinclanesco, ya que existe una importante tradición artística que degrada la realidad. Así se
aprecia en los cuadros de Goya o El Bosco, en algunos poemas de Quevedo o en el cine
expresionista alemán de los años veinte.

En esta obra, Valle-Inclán nos aproxima a la vida bohemia, tema de muchas


producciones literarias y de otras artes. La bohemia había sido para muchos artistas de fin de
siglo más que un simple modo de vivir: fue una forma de entender el arte y la vida; fue una
época heroica, donde con orgullo aristocrático se confinaba el Arte al mundo de la Belleza. Ese
es el mundo de Max, pero este mundo en 1920 ya no tiene sentido. Luces de bohemia es, pues,
una particular elegía de este universo ya consumado.

La obra, dividida en quince escenas yuxtapuestas relativamente independientes, es una


parábola trágica y grotesca en la que se resalta la imposibilidad de vivir en una España
deforme, injusta, opresiva y absurda; una España donde no encuentran sitio la pureza, la
honestidad o el arte noble, lo cual lleva a Valle a denunciar la situación histórico-social: el
hambre, la corrupción política, el fraude electoral, la represión policial... Baste como ejemplo
un fragmento de la penúltima escena que demuestra la actualidad del texto valleinclanesco:
"En España el mérito no se premia; se premia el robo y el ser sinvergüenza. En España se
premia todo lo malo".

Pero la conflictividad social no es la única referencia a la realidad en Luces de bohemia.


También podemos hallar menciones religiosas. Es cierto que apenas hay críticas directas a la
jerarquía y su papel de cómplice de la clase política, pero Max clama por una “religión nueva”
que debe regenerar España. Tal vez por eso bautiza al preso catalán —que se llama Mateo (por
Mateo Morral, el anarquista que atentó contra Alfonso XIII)— como Saulo (el apóstol San
Pablo, piedra fundamental en la expansión de la Iglesia primitiva).

Otro asunto trascendental es la muerte. Se trata de un tema que se refleja, sobre todo,
en las llamadas al suicidio de la escena inicial, en las conversaciones que mantiene Max con el
preso catalán y Rubén Darío o en el misterioso fallecimiento de Madama Collet y Claudinita al
final de la tragedia. Y no hay que olvidar al niño que agoniza en los brazos de esa madre
desconsolada o el fusilamiento del obrero anarquista, dos acontecimientos relatados en la
escena undécima, añadida por el autor en 1924.

Luces de bohemia, por otra parte, constituye el adiós definitivo de Valle-Inclán a la


estética modernista y a la bohemia heroica. A través de la identificación entre Max y el
escritor romántico francés Víctor Hugo se da por finiquitada la bohemia antiburguesa. El
mismo significado de despedida tienen dos acontecimientos más: la presencia de la figura de
Rubén Darío, con el que Max evoca el París de Verlaine, y sobre todo, el hecho de ver al
marqués de Bradomín (protagonista de las Sonatas) degradado, casi mendicante, aceptando
su derrota del brazo de Darío en el entierro de Max.

Pero este esperpento también posee rasgos noventayochistas, como el uso


predominante de la prosa, la primacía del diálogo sobre la acción y la recuperación de
localismos, arcaísmos o gitanismos ("gachó", "chanelo", "beatas", "apoquinar"...). En cambio,
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la función poética de las acotaciones —en las que encontramos sinestesias, personificaciones
o ingeniosas metáforas—, la presencia de cultismos o neologismos ("¡Eironeia!") o el
cosmopolitismo que traslucen las páginas de Luces de bohemia nos permitirían relacionar esta
antitragedia con la estética modernista. Este contraste intencionado aproxima aún más si cabe
la obra a la esencia del esperpento.

Para concluir, diremos que Luces de bohemia presenta una clara simetría. Las escenas se
pueden dividir en dos grupos y ambos se desarrollan en el mismo lapso temporal: doce horas.
En las doce primeras escenas tiene lugar el recorrido madrileño del poeta; en las tres últimas,
se relata el anticlímax que se forma tras la muerte de Max. La simetría de la obra también se
encuentra marcada por las intervenciones del preso catalán, por las referencias a la capa
empeñada del protagonista, por las continuas alusiones a la muerte y por la aparición del
décimo de lotería, todo lo cual contribuye a dotar el texto de armonía y cohesión.

En resumen, debemos entender a Valle-Inclán, una de las grandes figuras de la literatura


española de todos los tiempos, como un autor de síntesis. Si en sus comienzos compartió con
Rubén Darío el caudillaje del Modernismo, la muy deplorable realidad de la España de su
tiempo provoca que Valle se aproxime a los presupuestos ideológicos reformadores de la
Generación del 98.

LA ESTRUCTURA, EL TIEMPO Y EL ESPACIO EN LUCES DE BOHEMIA


Luces de Bohemia relata la última noche en la vida de Max Estrella, célebre poeta ciego
que recorrerá la ciudad en compañía de su amigo, don Latino de Híspalis. El texto presenta un
itinerario por el Madrid de la época que sirve al autor para retratar de manera crítica a la
totalidad de la sociedad, en una sátira desgarradora de la que no se libran poetas, bohemios,
libreros, periodistas, políticos ni funcionarios. Valle estructura la obra de manera circular y
simétrica, condicionando los espacios y el tiempo de la acción. En las siguientes líneas
profundizaremos en la estructura formal y en las peculiaridades del tiempo y el espacio en
Luces de bohemia.

Luces de bohemia se estructura mediante la unión de quince escenas yuxtapuestas (la


mayoría sucesivas, algunas simultáneas), cada una de las cuales constituye una unidad
dramática que se desarrolla en un escenario determinado. A pesar de ello, la obra presenta
una fuerte cohesión que le dan la unidad temporal y la presencia de nexos temáticos así como
estructurales. Esto es, existe una serie de motivos recurrentes que enlazan las escenas entre
sí, constituyendo un todo perfectamente trabado: la presencia casi constante de la pareja
protagonista; el décimo de lotería (escena III, IV y XV); las alucinaciones del poeta ciego (I y
XII, que sirven de presentación y despedida); las muertes anunciadas y cumplidas de Max
(escenas I, XI y XII), de Madame Collet y Claudinita (I y XV, inicio y cierre de la acción) y del
anarquista catalán (VI y XI). La obra se divide en dos partes claramente diferenciadas, que
coinciden aproximadamente con las porciones de noche y día de un periodo de 24 horas. Así,
tendríamos una primera parte que abarcaría las escenas I a XII, que recogen el recorrido
nocturno de Max y don Latino, y una segunda parte (escenas XIII a XV) que, a modo de
epílogo, relata los acontecimientos del día siguiente, entre el amanecer y el anochecer, con el
protagonista ya muerto.

La primera parte puede subdividirse a su vez según una estructura clásica de


planteamiento, nudo y desenlace. Así, tendríamos el planteamiento en la escena I, con la
exposición del contexto humano, económico y social del protagonista. A continuación, el nudo
de la acción lo constituiría la peregrinación de los dos personajes principales, cuyo núcleo
temático es el despertar de la conciencia social de Max Estrella mientras a su alrededor
desfilan distintos representantes de grupos humanos que son puestos en cuestión por sus
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actitudes. El desenlace lo constituiría la escena XII, con el final del peregrinaje al regresar los
protagonistas a casa, exhaustos y borrachos. Es entonces cuando Max sintetiza la nueva
estética construida por Valle en su teoría del esperpento, para morir a continuación con las
primeras luces del alba.

La segunda parte de la obra supone un epílogo que redondea su estructura circular,


puesto que la acción se desarrolla a lo largo de las siguientes 12 horas y termina en la noche
siguiente, 24 horas después de que Max y Latino iniciasen su odisea nocturna. Luces de
bohemia termina con la noticia del suicidio de Collette y Claudinita, al que se había hecho
referencia en la primera escena, rematándose así una estructura que podemos calificar de
simétrica, al empezar y terminar con el mismo motivo (el suicidio de la familia de Max) y
haberse desarrollado a lo largo de dos bloques de la misma duración: las 12 horas del
recorrido nocturno frente a las 12 horas del día siguiente.

Como todo texto dramático que persiga mantener la atención del espectador, Luces de
bohemia también se basa en un juego de tensiones y distensiones. La obra se inicia con un
momento bajo de tensión dramática: la conversación de Max y su mujer en la buhardilla en la
que viven, e irá subiendo gradualmente hasta tener un momento muy intenso en la escena del
calabozo con el preso (escena VI). A continuación, desciende la tensión dramática con el
diálogo entre Max y el ministro, en la cena con Rubén Darío y en la conversación con las dos
prostitutas. Sin embargo, en la escena XI habrá una subida brusca de la tensión dramática con
los gritos de la madre que sujeta a su hijito muerto en los brazos, y acto seguido el clímax de la
obra se alcanzará en la escena XII con la muerte del protagonista. Una nueva distensión será el
estrafalario velatorio y el entierro de Max, para alcanzar un nuevo momento álgido en la
última escena al conocerse el posible suicidio de la mujer e hija del poeta.

En cuanto al uso del espacio, cabe destacar la multiplicidad de escenarios precisamente


detallados en acotaciones expresionistas que recogen hasta el mínimo detalle la atmósfera
urbana del momento. A pesar de que con cada escena cambia el marco espacial en el que se
suceden los acontecimientos, en la estructura de Luces de bohemia no se dan cambios de
situación bruscos, ya que la acción es continuamente vehiculada por la presencia de Max y don
Latino en su primera parte y por el concepto y las consecuencias de la muerte de Max en la
segunda.

En definitiva, Luces de bohemia se presenta ante el lector con una estructura circular y
simétrica, cuya acción se desarrolla por espacio de 24 horas divididas en dos lapsos de 12,
coincidentes con la noche y el día. El espacio de la obra es variado y lleva al lector desde la
humilde casa de Max hasta las calles y parques madrileños, las redacciones de los periódicos,
las tabernas y cafés, las librerías de viejo, los calabozos, las dependencias ministeriales e
incluso el cementerio de la ciudad. Tal diversidad escénica era en su época imposible de
representar con los medios del teatro tradicional, y ese fue uno de los motivos por los que la
obra quedó fuera de los circuitos teatrales hasta muchas décadas después. Valle-Inclán
presentaba así su particular tapiz de la sociedad madrileña, mostrando hasta el último
recoveco de la ciudad habitada por una cincuentena de personajes que constituyen un
minucioso retrato sociológico de la misma. Así, la obra se revela, con su complejidad de
espacios y su estructura matemáticamente perfecta, como una ventana al Madrid de
principios del siglo XX, a través de la cual podemos asomarnos hoy como espectadores
privilegiados.
LOS PERSONAJES DE LUCES DE BOHEMIA
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Luces de Bohemia relata la última noche en la vida de Max Estrella, célebre poeta ciego
que recorrerá la ciudad en compañía de su amigo, don Latino de Híspalis. El texto presenta un
itinerario por el Madrid de la época, que sirve al autor para retratar a la totalidad de los grupos
sociales que pueblan la urbe, en una sátira desgarradora de la que no se libran poetas,
bohemios, libreros, periodistas, políticos ni funcionarios. Valle se vale de un elenco que supera
los 50 personajes y que le sirve para extender un amplio tapiz social ante el lector y el
espectador, pero dos serán los personajes protagonistas: el poeta fracasado Max Estrella y su
compañero de correrías y lazarillo don Latino de Híspalis. En las siguientes líneas
profundizaremos en las características esenciales del amplio elenco de la obra, que podemos
clasificar por su estrato social en distintos grupos: personajes del mundo oficial, personajes
populares, personajes de la bohemia literaria y comerciantes.

En primer lugar, destaca la amplia representación de personajes de lo que podríamos


llamar el mundo oficial, que incluye a los representantes de la sociedad burguesa y de la
política en la obra. Esta España oficial está representada en su grado más alto por el Ministro
de la Gobernación, un hombre que participó en la bohemia juvenil pero que se ha integrado en
el engranaje social y es ya ajeno al mundo de los artistas. También es destacable, en este
sentido, el papel de don Filiberto, el redactor jefe de “El Popular” portavoz de los valores
oficiales al que Valle retrata como un personaje engreído. Los guardias, serenos, el capitán
Pitito, Serafín el Bonito y Dieguito representan a los órganos represores. Juegan a ser dioses
con sus inferiores, pero no son más que meros instrumentos, se les llama como mozos y
acuden a cumplir saliendo, de tabernas para perderse en la oscuridad de las calles o en las
sombras del ministerio de la “desgobernación”.

Frente a esta España oficial, representante del poder burgués, tenemos la España
popular identificada con el mundo marginal de la noche madrileña, clase baja integrada por
personajes como el Rey de Portugal, Enriqueta la Pisa Bien, el Pollo del Pay Pay, la prostituta
Lunares y su compañera, la Vieja Pintada, etc. Se trata de personajes canallas, que malviven en
el margen de la sociedad burguesa, tratando siempre de sacar tajada de cualquier situación. El
retrato que de ellos hace Valle se centra en su carácter grotesco y esperpéntico, acentuando
su condición de desechos de la sociedad. También forman parte del mundo popular dos
personajes destacados de la obra, por ser los únicos que se libran de la caracterización
esperpéntica en todo el elenco. Se trata del preso anarquista y de la madre del niño asesinado
por la policía. Para ambos Valle reserva la dignidad de ser retratados de manera realista y no
bajo el modelo esperpéntico. El preso catalán es el único que lleva su rebeldía a la práctica
(“conozco la suerte que me espera: cuatro tiros por intento de fuga”) y asumiendo todas sus
consecuencias. Su posicionamiento político es sincero y no una impostura. En cuanto a la
madre del niño muerto, el suyo es un papel de tragedia, que pone en escena las consecuencias
palpables de la situación política y social de España, con los más inocentes como víctimas del
sistema.

Los comerciantes se retratan como asimilados por el poder establecido. Son insensibles
ante el dolor ajeno (los tenderos de distinto tipo que rodean a la mujer con el niño muerto en
brazos, más preocupados por los perjuicios que las revueltas obreras les puedan ocasionar que
por el drama humano que tiene lugar ante sus narices) o no dudan en estafar a los demás a la
menor ocasión (el librero Zaratustra).

Por último, el mundo de la bohemia literaria queda representado en primer lugar por
ese grupo de alborotados jóvenes modernistas que acompañan a Max y don Latino al principio
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de la noche. Se definen a sí mismos con elitismo (“los poetas somos aristocracia”, dice Dorio
de Gádex) y atacan al poder en sus encendidas proclamas, pero no se trata más que de la
impostura típica del artista iconoclasta. Junto a los jóvenes bohemios, el verdadero homenaje
al modernismo lo lleva a cabo Valle-Inclán presentando en escena al mismísimo Rubén Darío
como compañero de tertulia de los protagonistas. Max Estrella y don Latino, los personajes
principales de la obra, se incluyen en este mundo de la bohemia literaria. La pareja representa,
en última instancia, las dos caras de la bohemia en vías de extinción en una sociedad miserable
y degradada, donde al poeta sólo le queda el fracaso vital que representa Max o la falsedad
que representa don Latino.

En síntesis, Luces de Bohemia ofrece un rico panorama que pone en escena a la práctica
totalidad de los estratos sociales de la España de su tiempo, haciendo especial hincapié en las
relaciones entre el mundo de los opresores y el de los oprimidos, por un lado, y en el papel de
los artistas en la sociedad, por otro. Así, la obra funciona como un interesante tratado sobre la
sociedad urbana de los años 20 del pasado siglo.

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