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INTRODUCCIÓN
El desánimo, es una de las herramientas que más resultado le ha dado a Satanás, grandes
hombres de fe, no han escapado a este ataque, cayendo en un estado de desánimo, que los llevó a
desear la muerte. Moisés le pidió a Dios que le quitara la vida, Elías deseaba la muerte al sentirse
amenazado por Jezabel, Jonás quería morirse cuando Dios no hizo nada para destruir a Nínive.
El desaliento en cualquier momento puede hacernos una visita, tal como se la hizo a Jeremías,
¿Cómo vamos a reaccionar?, ¿Qué aprendemos de la experiencia de Jeremías?
DESARROLLO
I. QUE ES EL DESANIMO
En hebreo significa: Estar sin fuerzas para seguir adelante, falta de ilusión o ánimo para hacer
algo.
El desánimo es un sentimiento que nos paraliza por completo, es la perdida de todas nuestras
facultades emocionales, espirituales y físicas. La mente sufre un bloqueo que impide que
actuemos según los principios que dios ha establecido para un cristiano.
Por su parte el desaliento es una de las estrategias más peligrosas del diablo.
Cuando nos desanimamos tendemos a aislarnos, y ser negativos frente a la
familia o amigos.
1. EL CANSANCIO
Trabajar hasta el punto del agotamiento. Vivir exhaustos física, mental y
emocionalmente. A veces cometemos el error de pensar que el desánimo es un problema
estrictamente espiritual, cuando el único problema es que estamos quemados.
Necesitamos descanso y renovación. De hecho, a veces lo más espiritual que deberíamos
hacer es relajarnos, descansar o tomar un tiempo libre.
¿Sabes cuándo somos más propensos a desanimarnos? ¡Cuando estamos a mitad del
proyecto! Todo el mundo trabaja duro al principio. La Biblia dice que “…el pueblo
trabajó con entusiasmo” (Nehemías 4:6). Cuando pasa la novedad el trabajo se hace
aburrido. La vida entra en una monotonía, luego en una rutina y después en una
costumbre. Ten cuidado: cuando el cansancio entra en tu vida, la fe sale de ella. Por eso
dijo el salmista: “En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de
reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor
de su nombre.” (Salmos 23:2-3).
El cansancio es una de las causas mayores del desánimo y a veces se manifiesta a mitad
del camino. Por eso dejamos tantos proyectos inacabados. Por lo tanto, si llegamos a
necesitarlo, debemos tomar un tiempo libre para nosotros.
2. LA FRUSTRACION
Los escombros de la vida son esas cosas que se interponen, esas interrupciones que te
impiden alcanzar las metas. Es urgente tratar con esas cosas. En otras palabras,
debemos “sacar la basura”.
Nadie lo va a hacer por nosotros. Dios no lo hará. Dios colocó a Adán y a Eva en el
Huerto del Edén y les ordenó: ‘Cuidadlo’.
Al mantener las bendiciones que Dios nos ha dado aprendemos a
diferenciar entre lo que es importante en la vida y lo que no lo es.
Y esa es una lección que siempre debemos estar aprendiendo.
3. EL FRACASO
Cuando no somos capaces de alcanzar una meta o un propósito tan pronto como lo
habíamos pensado, suele suceder algo extraño pero peligroso. La confianza tiende a
desvanecerse y se presenta formalmente nuestro enemigo el desánimo.
¿Cómo manejas enfrentamos un fracaso? ¿Nos sentamos a lamentarnos y nos recostamos
suavemente en nuestra propia lástima? ¿Decimos ‘¡Pobre de mí! no puedo acabar esto’?
¿Empezamos a quejarnos diciendo: ‘Es imposible, no se puede hacer, ni siquiera debí
intentarlo’? ¿Le echamos la culpa a otros: ‘Todos me han decepcionado, no hicieron bien
la parte que les correspondía’?
La diferencia entre los ganadores y los perdedores es que los primeros ven
el fracaso como un contratiempo pasajero. Han aprendido a sobreponerse,
mientras que los perdedores lo consideran como un estado permanente.
Cada vez que un ganador se cae, “…vuelve a levantarse…” (Proverbios 24:16 LBLA).
Hay un antiguo adagio que dice: “Cuando se enfrentan la corriente y la roca, la
corriente siempre gana; no por su fuerza sino por su perseverancia”.
4. EL TEMOR A LO QUE NOS DICEN
¿Tenemos algún temor ahora mismo que nos está desanimando e impidiendo
desarrollarnos y crecer? ¿Tememos a las críticas o a hacer el ridículo?
A lo mejor nos asusta un poco el pensar, que no lleguemos a dar la talla.
Quizás nos preocupa no saber aguantar la presión.
Tal vez sea el temor de creer que tenemos que no hay derecho a equivocarnos.
Una cosa es segura: ¡el temor siempre nos va a querer desanimar!
¿En quién estamos confiando? En nosotros mismos, en personas.
Hay una preciosa promesa: “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo;
nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes” (Deuteronomio 31:8
NVI).
1. La palabra que mora en nosotros, nos ayudará a descubrir el fuego del Espíritu Santo
2. Desanimado y sin fuerzas para seguir adelante, Dios esta de su lado (Salmos 27:3)
CONCLUSIÓN
Humanamente, Jeremías tuvo razones para sentirse desanimado v.2; los propósitos de Dios eran
diferentes para Jeremías, (Jeremías 29:11) Las circunstancias no deben dictar sus emociones,
para vencer el desaliento, es necesario dejarnos vencer de Dios “Me sedujiste, y fui seducido;
mas fuerte fuiste que yo y me venciste”v.20:7