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Ian H. Gotlib
James C. Coyne
Uno de los últimos planteamientos psicológicos sobre los trastornos depresivos ha sido el
enfoque interpersonal. Este enfatiza la importancia de los factores interpersonales, tanto
sociales como familiares, en la etiología, mantenimiento y tratamiento de la depresión. Sus
bases conceptuales comunes se encuentran en la escuela interpersonal de psiquiatría de Harry
Sullivan, en las investigaciones del grupo de Palo Alto sobre los patrones de comunicación
interpersonal en familias con miembros esquizofrénicos y en la aplicación a las ciencias
sociales de la teoría general de los sistemas, con si énfasis en la interrelación de todos los
elementos que componen un sistema.
Sin embargo, existen diferencias muy importantes en otro tipo de influencias teóricas que
subyacen a cada teoría interpersonal de la depresión en particular. Por ejemplo, la teoría de
Klerman, Weissman, Rounsaville y Chevron (1984) proviene de la tradición psicoanalítica,
mientras que las de Coyne (1976), Coates y Wortman (1980) y Gotlib (Gotlib y Colby, 1987;
Gotlib y Hammen, 1992) parten de enfoques conductuales – cognitivos.
Sin embargo, al contrario que estas otras teorías, Gotlib recalcan que la adquisición de esos
factores de vulnerabilidad es fruto de experiencias familiares adversas durante la infancia.
Siguiendo la línea marcada por Bowlby (1980), un psicoanalista que como hemos visto
defiende tesis muy cercanas a las posiciones cognitivas, Gotlib y Hammen (1992) señalan que
la exposición durante la infancia a experiencias interpersonales adversas y a estilos
desadaptativos de crianza (pérdida o separación de los padres, rechazo, abuso, negligencia
emocional) conducen al desarrollo de esquemas cognitivos negativos acerca de uno mismo y
del mundo, de características de personalidad que implican una exagerada necesidad de
dependencia, y de repertorios inadecuados de habilidades para la solución de problemas y
para conseguir y mantener relaciones sociales gratificantes.
Si el individuo es incapaz de afrontar con eficacia el estresor, a medida que el estrés aumenta,
se incrementa también la expresión de sintomatología depresiva y de los patrones
interpersonales desadaptativos del sujeto. La capacidad del sujeto para resolver la situación de
estrés depende tanto de la naturaleza de ésta como de las habilidades de afrontamiento, tanto
conductuales como cognitivas, del individuo. Asimismo, siguiendo la teoría de la
Autofocalización de Lewinsohn (1985), Gotlib sugieren que uno de los primeros síntomas
depresivos es la utofocalización o autoconciencia, y que una excesica autofocalización puede
exacerbar la depresión tanto al interferir con las habilidades de resolución de problemas del
sujeto como al incrementar sus rumiaciones cognitivas acerca de la persistencia del estresor.
Una vez que la depresión se ha iniciado, dos factores más convergen en mantener o exacerbar
la depresión. El primero es un factor interpersonal, e implica tanto la expresión parte del
individuo deprimido de habilidades sociales y esquemas interpersonales desadaptativos, como
la respuesta de las personas significativas del entorno a su conducta sintomática. Este último
elemento incluye, pues, los procesos descritos por Coyne (1976). El segundo factor de
mantenimiento o exacerbación de la depresión, que interactúa con los anteriores procesos
interpersonales, es el sesgo cognitivo negativo de los depresivos que se traduce en un
aumento de la sensibilidad y de la atención prestada a los aspectos negativos (reales o
distorsionados) de su ambiente. Este sesgo cognitivo conduce a una interpretación negativa de
la situación y a que la persona depresiva manifieste así más síntomas, lo que, a su vez, revierte
en una interpretación más negativa de la situación y, por ende, en un posterior incremento de
los síntomas y de los patrones interpersonales desadaptativos. Estos llevarán a una respuesta
más negativa por parte de su entorno social y, puesto que el individuo deprimido fácilmente
percibe y atiende a esas respuesta negativas, se cerraría así un círculo vicioso que exacerbaría
la depresión y la mantendría en el tiempo
VI. TEORIAS PSICOLOGICAS DE LOS TRASTORNOS BIPOLARES