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AYUDANDO A MADURAR A NUESTROS HIJOS ADOLESCENTES

El principio de una paternidad responsable es entender nuestro papel como


formadores del carácter y la personalidad de nuestros hijos. Aceptando nuestro
actual tiempo de crianza:

Muchas de las estrategias disciplinarias de los padres han dado como resultado una:
• Generación infantilizada que se niega a la responsabilidad y a crecer.
• Una ausencia o déficit en la capacidad madurativa emocional de los hijos.
• «Eternos adolescentes» que viven en «burbujas» bajo la sobreprotección de los
padres.
• No se otorgan las responsabilidades a los hijos en función de su capacidad y edad.
• Se evita a cualquier precio, que los hijos vivan frustración y rechazo.
• Se considera que permitir y dar libertad a toda expresión, deseo o estrategia para
lograr algo es lo correcto, bajo el argumento que no se desea reprimir su
personalidad o carácter.
• La gran mayoría de los intereses o necesidades de los hijos se cubren con
prontitud y en demasía, sin desarrollar el deseo o la necesidad de ello.

Analicemos entonces un poco como fuimos educados y que no deseamos repetir y que si
debemos retomar como estrategias formativas con nuestros hijos:

No deseamos Repetir: la distancia emocional que había entre padres e hijos, la escasa
comunicación o libre expresión del sentir e incluso de ideas, la castración al criterio o los
intereses, el ejercicio de la fuerza física como medida disciplinaria, el autoritarismo en sí.

Que si deberíamos retomar: la figura clara de autoridad, la firmeza en el ejercicio de la


disciplina, los criterios claros y sistemáticos con que se aplicaban las reglas o
consecuencias (antes castigos) la claridad con que se asumían el rol de padres
(anteponiendo otros intereses ajenos a la crianza o la familia), la fuerza con que se
aplicaban los principios y valores en la familia y el entorno social, la validación hacia todo
adulto como figura de autoridad, la clara jerarquía dentro del entorno familiar, generando
con ello un organigrama saludable de la familia, en sí nuestros padres tenían claro que
eran los adultos de esta familia y de esa.

Pero la paternidad moderna que hoy se observa genera confusión formativa e


inestabilidad emocional, encontramos entonces estilos paternos poco efectivos como:

o Permisiva (inconstante o proyectada)


o Sentimientos de culpa (compensatoria)
o Alianzas (estrategia)
o Roles Confusos (padre-amigo/adolescente)
o Desenfocada (más proveedora)

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Resulta entonces necesario recordar que inteligencia no es lo mismo que madurez. Hoy los
niños y adolescentes muestran expresiones y actitudes que nos hacen suponer que son
muy capaces de razonar o entender su entorno e incluso de elegir lo que les conviene
para su desarrollo, cuando dichas funciones aún competen a los padres de familia por ser
los formadores y adultos de esta relación, esto es, por ser el padre quién posee mayor
madurez y capacidad de reflexión. De los 0 a los 10 años establezcamos reglas y normas
formativas un tanto rígidas y directivas, para que a partir de la adolescencia y con las
normas bien establecidas se pueda negociar y otorgar mayores privilegios junto a más
responsabilidades. Por lo tanto avanzamos de un sistema disciplinario de la OBEDIENCIA
(el nuestro) al entrenamiento de la RESPONSABILIDAD en nuestros hijos.

Entendamos entonces el actuar y el proceso evolutivo que vive el adolescente, ellos:


§ Eligen conductas de riesgo a corta edad, con mayor frecuencia y gravedad, e
incluso de forma reiterada, pese a la experiencia negativa obtenida, con ineficiente
o nula consecuencia aplicada por los padres.
§ Tienen ahora un mayor índice de deserción y apatía escolar, así como bajo
desempeño académico, asociado a un pobre proyecto de vida.
§ Son más expuestos a la violencia real o ficticia, generando cierta “inmunidad” a
ella, y se acepta como medio para resolver problemas, mermando sus habilidades
sociales y verbales.
§ Los modelos negativos son sobrevalorados e incluso se identifican con ellos (como
víctimas o victimarios) y en muchos casos, las conductas ventajosas o poco
negociadores, son promovidas desde casa.
§ 85% jóvenes de clase media tienen un IPOD, Celular o computador, lo utilizan en
promedio tres a cuatro horas diarias. Reduciendo la interacción física con sus
familiares, centrando la socialización en las diversas redes sociales, disminuyendo
su capacidad de afrontamiento.

Aunado a lo anterior el adolescente debe de lidiar y resolver la presión social en la que se


ve inmerso y que ejerce gran presión sobre él, incluso siendo la responsable de muchas
decisiones negativa que llega a tomar, acciones que lleva a cabo para desarrollar un
sentido de pertenencia al grupo, cubrir un estereotipo, portar objetos o artículos que dan
“estatus”, correr riesgos como expresión de madurez, y todo con el fin de responder a las
expectativas que el grupo social (sus amigos) pretenden cubra. Así mismo el adolescente
se encuentra en busca de su identidad, con el desgaste en la relación paterna y la
incomprensión que ello genera, como lo hace a través de cuestionar o negar lo
APRENDIDO de sus PADRES, LUCHA entre la DEPENDENCIA y la INDEPENDENCIA familiar
y desea DEJAR la SEGURIDAD PATERNA, ¿Cómo lo hace? exagera los defectos de los
padres, se enoja fácilmente y pone distancia.

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El adolescente en su transición de niño a adulto vive tres duelos importantes que son:
• DUELO por el Cuerpo Infantil: percepción de un cuerpo ajeno y desconfianza
corporal.
• DUELO por los Padres de la Infancia: renunciar a su protección y a las figuras
idealizadas, así como reconocer sus debilidades y el envejecimiento de éstos.
• DUELO por el Rol y la Identidad Infantil: involucra renunciar a la dependencia
y aceptar la responsabilidad de crecer y los retos que se avecinan.

Educar es entrenar para la vida a través de desarrollar en primer instancia la CAPACIDAD


DE RESOLVER que el hijo aprenda que en todo existe una relación de dar y recibir, donde
su interacción con los otros es de colaboración, negociación, solidaridad, integración, etc.
Desarrollando además la tolerancia a la frustración, espera de turno, manejo de la
ansiedad o respuesta reactiva, generando la habilidad de reflexionar antes de actuar y
finalmente en la suma de todo ello se formarán y consolidarán criterios morales, principios
y valores que regirán su vida y la forma de interactuar con el entorno. Es por ello que se
dice que pequeñas dosis de frustración crecen el carácter.

Si deseamos formar la personalidad de nuestros hijos entonces: Prepárelos para sufrir


(genere adaptación), Pida esfuerzos suplementarios (dar más), Enséñeles a carecer (sentir
falta de…) y Eduque para servir (cooperar).

El inicio de la paternidad es un acto de confianza en nuestra capacidad innata y en el


propio nivel de madurez alcanzado. Es asumir que nosotros somos el adulto en esta
relación por lo tanto como padre: * Sé mi objetivo, *Establezco metas, *Realizo acciones y
*Soy el primer y más importante modelo formativo para mi hijo.

Educar es un acto de:

* Amor y Desprendimiento * Dulzura y Firmeza * Paciencia y Decisión

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