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Ciencias teóricas:
Metafísica o Teología. Física. Matemática. Biología. Psicología.
Ciencias prácticas:
Ética: ciencia del carácter. Economía: ciencia de la administración familiar. Ciencia Política:
ciencia de gobernar la ciudad, Sin embargo, es necesario ir un poco más allá en nuestra
argumentación, ya que la aplicabilidad de la Ética como filosofía práctica es un poco más
compleja. Así, como dijimos que la Ética es normativa sólo de un modo indirecto, ya que ella
no determina las normas, sino que se pregunta por su fundamentación, del mismo modo la
Ética “no se ocupa de aplicar las normas sino de determinar cómo y cuándo esa aplicación es
válida”. En definitiva, la Ética es práctica no porque indique lo que hay que hacer en una
situación concreta sino porque ayuda al hombre a orientar racionalmente su acción.
1) Aclarar qué es el ethos, indagando acerca de su estructura general, es decir, aquello que es
común a los distintos tipos de ethos.
3) Aplicar “a los distintos ámbitos de la vida social los resultados de las dos primeras”.
En su intento por aclarar qué es el ethos, identifica ciertas dicotomías que están siempre
presentes, más allá de la variabilidad espacial y temporal del ethos y que revelan su estructura
peculiar. Particularmente, el autor identifica dos dicotomías intraéticas: la “dicotomía
deontoaxiológica (horizontal)” y la “dicotomía axiológica (vertical)”; y una extraética, la
“dicotomía ontodeóntica”
Es por ello que el status lógico de ambos tipos de proposiciones es también diferente, ya
que sólo podré predicar la verdad o falsedad de una proposición descriptiva en función
de esa correspondencia que exista o no con el mundo exterior; mientras que las
proposiciones prescriptivas sólo podrán ser correctas o incorrectas.
“Resulta muy improbable que nosotros, que podemos saber, determinar, definir las
esencias naturales de todas las cosas que nos rodean, seamos capaces de hacer lo mismo
con nosotros mismos, ya que eso supondría saltar fuera de nuestra propia sombra.”
En el punto anterior, hemos definido a la Ética como aquel esfuerzo consciente del hombre
por autoobservarse y fundamentar sus normas y valores. En este sentido, la Ética es el
esfuerzo por pasar del nivel pre reflexivo del ethos al nivel reflexivo. Veamos, entonces, el
sentido de sus niveles. La reflexión ética. El sentido de sus niveles
Nivel 3 encontramos la Metaética que responde a preguntas del tipo “¿Está bien
planteada la pregunta anterior? (y ¿por qué sí o por qué no?)”, o bien: “¿Qué carácter
tiene una expresión lingüística como ´debo hacer X´?”. Aquí encontramos algunas
diferencias entre los dos textos básicos que hemos citado hasta ahora, ya que, por un
lado, mientras para Maliandi la Metaética es uno de los niveles de la reflexión ética, para
Guariglia y Vidiella la Ética (contemporánea) se reduce principalmente al estudio del
lenguaje moral.
Es importante destacar que el sentido de los niveles no tiene que ver con una relación
jerárquica entre ellos, (Maleandi), sino más bien que sus diferencias están relacionadas
con el grado de normatividad presente en cada uno de ellos. Tampoco debemos
pensarlos como compartimentos estancos, sino más bien como círculos concéntricos.
En el primer nivel, nos encontramos con la normatividad pura, aún no cuestionada por la
razón. Es lo que Maliandi llama el “ethos pre reflexivo”, el cual trata sobre el conjunto aún
no tematizado de creencias, normas o valores morales. Ahora bien, desde este piso se
pasa, casi espontáneamente, al primer nivel de reflexión, por ejemplo, cuando juzgamos si
una determinada conducta se ajusta o no a lo que prescriben las normas establecidas.
Pensemos en el contexto de una institución educativa, ¿es moralmente correcto dictarle las
respuestas a un compañero durante un examen?, ¿es más valioso respetar el código de
conducta de la institución o la solidaridad con mi compañero? Aunque sea de un modo
intuitivo y asistemático, responder estas preguntas requerirá pasar del ethos prereflexivo a
la reflexión moral.
La reflexión moral, nos dice Maliandi, es propia del moralista, es decir, de aquel que
pretende persuadirnos acerca de lo que debemos hacer o dejar de hacer. Si pensamos en
nuestros diálogos cotidianos o en los titulares que suelen inundar los medios de
comunicación masiva, encontraremos muchas expresiones de este tipo. Sin embargo,
según dicho autor no debemos confundir “moralina” con reflexión moral, ya que esta
última supone un esfuerzo, aunque espontáneo y asistemático, por reflexionar sobre el
ethos. Otros casos en que suele aparecer este primer nivel de reflexión es cuando pedimos
un consejo o tenemos dudas sobre si aplicar o no una norma moral a una determinada
situación. Por ejemplo, ¿debería un sacerdote revelar quién es el responsable de un
crimen, si este dato lo obtuvo del propio criminal bajo secreto de confesión?, ¿bajo qué
circunstancias (si es que las hubiere) podría el sacerdote quedar exento de cumplir con el
secreto confesional?
En el segundo nivel nos encontramos con el discurso ético normativo, en su sentido lato,
es decir, incluyendo aquí en la expresión normativo tanto a las normas como a los
valores. En este segundo nivel, abandonamos el ethos pre reflexivo y pasamos de la
reflexión moral al esfuerzo sistemático y metódico por fundamentar o criticar las normas
y valores morales. Ya hemos visto que fundamentación y crítica son dos tareas
inseparables de la Ética normativa; por lo tanto, en este segundo nivel nos movemos en el
conocimiento estrictamente filosófico y ya no en el saber moral espontáneo, aunque éste
sea su base y su sustento. En tanto reconstrucción normativa del ethos, la Ética normativa
supone un esfuerzo por convertir en tema (tematizar) el ethos. Y esta tarea puede llevarse
a cabo, según Maliandi, mediante explicitaciones, problematizaciones, investigaciones,
teorizaciones, ordenaciones o sistematizaciones, meditaciones y discusiones. Bajo esta
última forma es cuando aparece la naturaleza propiamente dialógica y discursiva de la
Ética, ya que es mediante el intercambio argumentativo con otros (discurso) y la
contraposición de argumentos que podemos pasar de la reflexión natural y espontánea del
saber moral a la reflexión voluntaria, sistemática, intelectualmente deliberada de la Ética;
en definitiva, a la “reflexión raciocinante”, en la expresión de Maliandi.
Sin embargo, Ética normativa y reflexión moral no sólo se diferencian entre sí, sino que
también comparten algunas características. Como, por ejemplo, el hecho de que ambas
sean reflexiones normativas, es decir que reflexionan acerca de normas y valores, que se
expresan en un lenguaje normativo o prescriptivo. Recordemos que llamamos
proposiciones prescriptivas a aquellas que “imponen que se realice o que se deje de
realizar la acción que se enuncia” Como, por ejemplo, cuando decimos ´está prohibido
matar´. Este tipo de proposiciones, a diferencia de las proposiciones descriptivas, preceden
al estado de cosas en el mundo. Partimos del supuesto de que, siendo la norma conocida,
las conductas deberán ajustarse a lo que prescribe la norma, y su incumplimiento no
demuestra su falta de validez, sino sólo su falta de vigencia. A su vez, si partimos del
hecho de que se cometen numerosos asesinatos diariamente, no podemos deducir que la
norma ´está prohibido matar´ es inválida, sólo demuestra que no está vigente o que su
cumplimiento es sólo parcial. Es a raíz de esta ontología particular de las proposiciones
prescriptivas que no podemos afirmar su verdad o falsedad, sino sólo si son correctas o
incorrectas. Por eso decimos que la Ética normativa en tanto búsqueda por fundamentar
las normas y valores morales reconstruye desde adentro el ethos.
Nivel 3: Metaética
Si bien hasta ahora nos hemos referido al ethos en su dimensión fáctica -lo que hemos
llamado su facticidad normativa-, lo cierto es que el ethos posee también una dimensión
semiótica o lingüística (semiosis del ethos) y de ella se ocupa la Metaética. Cuando
hablamos de la semiosis del ethos estamos haciendo referencia al lenguaje específico en el
cual se expresan las normas y los valores. Es por ello que para reflexionar sobre ese
lenguaje debemos utilizar un metalenguaje.
De acuerdo con Brandt, las funciones de la Metaética son dos: “establecer el método
correcto para fundamentar los enunciados ético-normativos” y “establecer el significado de
los términos y enunciados éticos” (citado por Maliandi).
Por lo tanto, la Metaética guarda una íntima relación con los otros dos niveles de reflexión,
en tanto intenta establecer los criterios para juzgar la validez de los enunciados morales y
de los ético-normativos. Pero también se diferencia o se distancia de ambos en la medida
en que se trata de un tipo de saber exógeno al ethos y que pretende una neutralidad
valorativa de la cual los otros dos niveles carecen.
Por lo tanto, a diferencia de la reflexión moral, la Ética descriptiva describe las creencias de
un individuo o grupo social sin participar en ella, es decir, desde afuera, posicionándose
como un observador neutral. Su intención no es dirigir la acción ni resolver dilemas
morales situacionales, sino simplemente ofrece una descripción científica lo más certera
posible acerca de las creencias de ese individuo o grupo social. En relación con la Ética
normativa, la Ética descriptiva se interesa por la vigencia de las normas y valoraciones
morales, a diferencia de la primera, que se interesa por la validez de tales normas y
valores. Por lo tanto, mientras la Ética descriptiva analiza la moral positiva, es decir, las
creencias, normas y valoraciones de un colectivo social como su objeto de estudio, la Ética
normativa se ocupa de fundamentar y criticar esas normas y valoraciones. En relación con
la Metaética, al igual que ésta, la Ética descriptiva es exógena al ethos. No encontramos
aquí una reconstrucción normativa del ethos como en el nivel de la Ética normativa, sino
sólo su descripción en los términos más objetivos posibles. Sin embargo, ambas guardan
entre sí algunas diferencias. Así, por ejemplo, mientras que la Ética descriptiva se ocupa
del factum del ethos (es decir, tematiza acerca de la facticidad normativa), la Metaética, en
cambio, se ocupa del dictum del ethos (es decir, lo dicho del ethos y cómo se dice). De allí
que la Metaética se exprese en un meta-lenguaje a diferencia de la Ética descriptiva que se
expresa en un lenguaje-objeto. En síntesis, la Ética descriptiva convierte a la facticidad
normativa en su objeto de estudio, la examina desde afuera, utilizando para ello la
metodología y el instrumental propio de las ciencias sociales. De allí que sea un tipo de
reflexión científica antes que filosófica. La autonomía como un problema de reflexión ética
Para Kant, la persona humana en tanto ser racional no está sometida a la ley de la
causalidad que rige al mundo de los fenómenos, “sino que puede determinarse a actuar
según una ley que emana de su propia razón, dicho, en otros términos, la persona posee
una voluntad autónoma. La autonomía de la voluntad constituye, según Kant, el principio
supremo de la moralidad” (Guariglia y Vidiella).
De acuerdo con el autor, la razón no sólo quiere saber qué son las cosas, sino cómo
deberíamos comportarnos. Si todos nos dejaramos guiar por la razón no haría falta ningún
principio exterior a nosotros mismos que nos dijera cuál debería ser nuestra pauta de
acción (ni Dios, ni la autoridad paterna, ni la autoridad política). De allí que Kant nos invite
a salir de la minoría de edad y atrevernos a pensar por nosotros mismos.
Para Kant, la razón ordena nuestras inclinaciones y motivaciones según un ´a priori´ que
es el deber. La ley moral es la ley del deber por el deber mismo. El deber es
incondicionado (imperativo categórico) y formal, porque prescribe la forma, pero no el
contenido particular de la acción. En otros términos, el valor moral de una acción no
depende de sus resultados, sino que deriva de un principio incondicionado, oriundo de la
razón que se impone a la voluntad con fuerza de ley. “En virtud de esta imposición- en
realidad una auto imposición- la voluntad se sustrae del influjo de las inclinaciones
naturales y actúa conforme a su naturaleza racional” (Guariglia y Vidiella).
¿Qué puedo saber y qué no? A esta pregunta trata de contestar la Epistemología, que
es la disciplina encargada del estudio de las condiciones de posibilidad del conocimiento y
de su proceso en sí;
¿Qué me es permitido hacer y qué no? A esta pregunta pretende contestar la Ética
como reflexión acerca del actuar humano.
¿qué diferencia al hombre de los demás seres? ¿qué relación existe entre su ser humano y
su hacer? ¿cómo puedo estar seguro que conozco lo que es ser humano cuando yo
también soy humano? ¿es ese conocimiento objetivo? ¿cómo es posible alcanzar ese
conocimiento? Estas son algunas de las preguntas que intentaremos responder en el
presente apartado.
En el caso del conocimiento moral, podemos identificar también dos grandes grupos
de teorías, que vamos a denominar, siguiendo a Guariglia y Vidiella , el cognitivismo moral
y el no cognitivismo.
“Por esta razón pretende sustituir con los protocolos -registros lingüísticos de los hechos
observados- a los desarrollos conceptuales de la teoría, para así orientar empíricamente la
investigación científica” (Pinto). Según estos autores, los únicos términos del lenguaje con
sentido son los términos descriptivos, propios del lenguaje de la ciencia, ya que sólo
de ellos podemos afirmar su verdad o falsedad, en tanto términos referidos a hechos
empíricamente comprobables en el mundo. Como los términos morales no son
descriptivos sino prescriptivos, es decir, no pertenecen a la esfera del ser sino del deber
ser, para estos autores carecen de sentido y tienen el mismo status que los términos
metafísicos, teológicos o poéticos. “Hablar de que algo es bueno o malo, correcto o
incorrecto, es lo mismo que hablar del sexo de los ángeles o expresar una metáfora
poética” (Carnap, citado por Guariglia y Vidiella). Un árbol´. El significado emotivo, en
cambio, provoca en el oyente o lector un estado de ánimo que lo induce a realizar
o dejar de realizar una determinada acción. Por ejemplo, cuando se afirma ´fumar es
malo´.