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ISBN: 84-288-1448-1
Águilas heridas
I
EMAÚS
EL EVANGELIO
DE LOS POBRES
LA DESILUSIÓN ENTUSIASTA
ESPERANZA
ENTRE EL ABSURDO
Y EL MISTERIO
DE LA FE RECIBIDA A LA FE
PERSONAL
1
Le Sarment-Fayard
que estaba apagando los cirios. Despistado,
pidió ver al maestro de novicios, al que le habló
de nuestra amistad. El maestro de novicios
aceptó que nos viéramos. Cuando entró en el
pequeño locutorio en el que me esperaba Tho
Morel, presenció una escena extraordinaria.
Aquel que más tarde iba a convertirse en el
creador del heroico maquis de Glières, aquel
que iba a morir en una emboscada despreciable,
entregando su vida por el honor de Francia,
explotó de cólera, diciéndome: «Pero Henri —
éste es mi nombre de pila—, no eres tú. Te han
tonsurado y te han rapado, como si acabases de
salir de la cárcel. Estás descalzo, vas a enfermar.
¿No ves que tienes mala salud? ¿Y qué es ese
hábito con el que te han disfrazado? Ve a
vestirte, porque te vuelves conmigo
inmediatamente».
Dejé que pasase su acceso de ira y que se
tranquilizase. Durante un hora le fui
explicando, poco a poco, mis motivaciones y el
camino que había ido recorriendo hasta dar este
paso. No lo entendía, pero lo aceptó. Y se volvió
tranquilo, llevando consigo el recuerdo de un
misterio que le superaba.
Pasaron los años de noviciado, los de
Filosofía y los de Teología (seis años y medio en
total) en las mismas condiciones: descalzo,
durmiendo en una plancha de madera y
levantándome a medianoche para recitar los
salmos durante una hora y rezar durante otra
hora en la oscuridad.
Hoy puedo asegurar que todo lo que mi
vida tuvo después de positivo fue el fruto de
estos años pasados en el convento. Estoy
absolutamente convencido de que si la
Providencia no me hubiese conducido a
consagrar estos años a la adoración, mi vida
habría discurrido por otros derroteros.
Tras ser ordenado sacerdote, me desligué
durante unos meses del convento, para poder
seguir los cursos del Instituto Católico de Lyon.
Uno de mis profesores fue el admirable padre
de Lubac. Él fue el sacerdote que pronunció la
homilía de mi primera misa y, hasta la hora de
su muerte, poco tiempo después de haber sido
nombrado cardenal, fue mi padre espiritual. Un
año después de mi ordenación volví a caer
enfermo y los médicos insistieron en que tenía
que ir a la montaña. El padre de Lubac y otros
compañeros me dijeron: «Pida a Roma que le
desvincule de la orden de los capuchinos y
solicite a un obispo de una diócesis de montaña
que le acoja entre su clero». Obtuve el permiso
de Roma y el obispo de Grenoble me aceptó en
su presbiterio. Así fue como me convertí en
cura diocesano. Mi superior desde entonces —y
hace ya sesenta años de esto— es el obispo de
Grenoble. Aunque la verdad es que siempre fui
un pato salvaje que paró poco en su diócesis.
Cuando se desencadenó la guerra, estaba
hospitalizado por una pleuresía y, por eso, no
participé en la desbandada, a veces heroica, de
1939-40.
Cuando aún estaba convaleciente, el obispo
me nombró vicario de la catedral de Grenoble.
Otra página de mi vida y de mi fe iba a abrirse
con la entrada en la resistencia; donde, para ser
sincero, tengo que decir que entré no tanto por
motivaciones políticas cuanto para oponerme a
las persecuciones raciales, como ya conté al
principio de este libro. Con la Liberación fui
elegido diputado y entonces nació, como
también he explicado ya, el movimiento Emaús.
De esta forma, pasando por distintas
etapas, mi fe ingenua de niño se fue
transformando en una fe personal, raíz y
fundamento de las opciones más importantes
de mi vida
Cuando echo la vista atrás y contemplo este
largo recorrido, puedo decir que mi vida ha
sido sobre todo una vida de fe. Una fe siempre
unida al amor, como me gustaría poder explicar
a continuación.
II
¿QUÉ ES LA FE?
TRES CERTEZAS
EL RESCATE
LAS CARICATURAS DE LA FE
GRANDEZA Y MISERIA DE LA
IGLESIA
Hacia el Encuentro
Hemos visto en la primera parte de este
libro cómo, viviendo entre los heridos de la
vida, fui conducido a elegir el misterio antes
que el absurdo, la esperanza antes que la
desesperación. En la segunda parte, quise
compartir algunas de las certezas de mi fe en el
Dios Amor e incognoscible. Para el creyente,
por el privilegio de haber conocido a Jesús y su
Evangelio, la vida humana es ese viaje, esa larga
y difícil travesía hacia el Encuentro tan
esperado con el Eterno que es Amor. Pero el
peregrinaje terrestre no tiene nada de espera
pasiva.
Esto es lo que nos queda aún por meditar.
Ese camino de la fe, que se verifica en la lucha
espiritual, conduce a la liberación interior. Se
trata de un compromiso en favor de la justicia y
de la lucha contra todas las opresiones. Es un
camino que tiene que alimentarse en las fuentes
de la adoración y de la oración. Es crecimiento y
transformación en el sufrimiento. Nos prepara
sin cesar para el misterio de la muerte, que será
el gran momento de nuestra vida. Y a mi juicio,
la muerte sólo puede ser aprehendida y vivida a
la luz del perdón divino que siempre se nos
ofrece.
De este camino de fe y de amor llevado de
la mano de la esperanza, es de lo que me
gustaría hablar en esta tercera y última parte del
libro.
I
TÚ QUE LIBERAS
HERMANOS HUMANOS
ENCUENTRO AL ALBA
AMOR Y SUFRIMIENTO
TÚ QUE PERDONAS
PRÓLOGO
PRIMERA PARTE ÁGUILAS HERIDAS
I
II
III
IV
V
VI
SEGUNDA PARTE CERTEZAS DEL INCOGNOSCIBLE
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
TERCERA PARTE HACIA EL ENCUENTRO
I
II
III
IV
V
VI
ÍNDICE