Cada día es posible evidenciar y descubrir cosas nuevas, vivir experiencias
distintas, ser testigos de descubrimientos asombrosos, ver cómo gracias a la globalización se marcan tendencias, modas y se actualizan conceptos; pero también se es testigos de cómo esta ola de nuevas vivencias y tendencias a afectado de manera negativa las relaciones sociales, pues hoy en día las personas no saben convivir en sociedad, les hace falta tacto social y por ende no se establece una cortesía civilizada a la hora de relacionarse con las demás personas. La locura desmedida por las nuevas tendencias no es la característica más preocupante de la época actual, sino, la descomposición social, la pérdida de valores y reglas básicas de convivencia, la violencia intrafamiliar, el irrespeto por la vida; todos estos comportamientos han sido movidos por los afanes de un mundo que ha entendido la libertad, la evolución y el crecimiento personal de una manera inequívoca, pues en el proceso de evolución y de libre desarrollo de la personalidad no solo se debe tener en cuenta lo que cada uno quiere, sino también, cómo esto afecta a las demás personas. Los niños y jóvenes han sido quienes más se han dejado influenciar por esta ola de libertad y modernidad mal entendida y esto se ve reflejado en su falta de civismo y urbanidad, en la ausencia de cultura y buenas costumbres y en la forma de dejarse influenciar por el consumismo, estas son las causas de la desarmonía social y familiar; es por ello que se cae en el facilismo, la desfachatez e indiferencia y se llega muy cerca de los antivalores. Es importante mencionar que hoy por hoy la mayoría de niños y jóvenes conocen sus derechos, pero es muy cierto, también, que desconocen sus deberes y mucho menos tienen idea de las básicas reglas de cortesía y de consideración con las demás personas, no saben que sus derechos terminan en donde empiezan los de los demás y es importante preguntar si las raíces del problema están en las aulas o por el contrario se encuentran en el seno de las familias. Hay que volver al pasado para recuperar, con carácter generalizado, la urbanidad y el civismo, una buena forma de hacerlo es ilustrando a los niños y jóvenes las buenas prácticas de convivencia dentro de las aulas de clases, pero también es importante examinar si la crisis de valores en verdad es tan latente o si por el contrario lo que hay es una gran diversidad de valores, valores que para algunos clasifican como valores y para otros como antivalores.