cultoparaserlibre@hotmail.com Todo indica que el concepto de alfabetización requiere ser pensado y discutido en las actuales condiciones, en estos tiempos de la Modernidad a casi dos siglos de los acontecimientos que dieron comienzo a la constitución de los Estados nacionales; más aún, cuando abundantes acontecimientos políticos y sociales han modificado los supuestos teóricos y prácticos de la educación pública. Conviene comenzar con una proposición formal sobre los términos alusivos. La alfabetización en sentido estricto refiere al proceso de adquisición del alfabeto (conjunto de grafías-/fonemas/) al uso correcto de un lenguaje escrito formalizado, que se utiliza de acuerdo con un conjunto de reglas sintácticas para la comunicación de ideas. En términos menos rigurosos, la alfabetización se erige como sustento para la participación en las tramas culturales que incluyen una versión propia de la divulgación de la ciencia y la tecnología, que suele dar cierta seguridad en las relaciones sociales. Vale decir, no obstante que el término alfabetización y las prácticas culturales que suele implicar tienen una larga historia. Una revisión somera muestra que, en la larga historia de la colonización, la alfabetización se utilizó como una estrategia de dominación, pues su instrumentación se realizó sobre la base de la negación de las lenguas y las culturas de los pueblos originarios, conquistados. Posteriormente, según se ha documentado, en la historia del nacimiento y la formación de los Estados Modernos, se hace referencia a la alfabetización como una estrategia que jugó un papel importante en la imposición y legitimación de las instituciones. Se puede aseverar que la alfabetización y la formación de los Estados modernos constituyen y expresan una misma historia. Desde entonces la alfabetización se ha erigido en un soporte importante para la legitimación de los Estados y sustento de su hegemonía en las complejas relaciones de los grupos sociales que se involucran en los conflictos sociales. Como mero ejemplo las leyes y las instituciones se expresan en la lengua del Estado instituido, lo que implica dominación o, en su caso, exclusión cultural. En el caso de los países de Latinoamérica y a lo largo del siglo XX, la alfabetización se propuso como base de las políticas educativas nacionales, como una acción civilizadora y condición decisiva para participar de las acciones nacionales en la economía, política y cultura. La versión histórica expresada, aunque sumamente resumida, es importante porque, como indican algunas investigaciones recientes, cuando se decide una política de Estado, es necesario considerar que los grupos sociales destinatarios viven distintas temporalidades. Es probable que las instituciones del Estado agoten sus perspectivas de análisis e insistan en abordar los problemas sociales en la lógica de la globalización y según una concepción del capitalismo centrado en la acumulación de capital financiero internacional (son casos plausibles el analfabetismo, la marginación y la pobreza). Por su parte hay grupos sociales, los que han padecido los efectos perversos de la modernidad (hacinamiento urbano, prácticas aceleradas por la tecnología, vaciamiento de sentido y perspectivas de vida basadas en la rapidez y la fren-ética) que sin remedio asumen posiciones conservadoras, casi nostálgicas frente a propuestas de alfabetización. Y lo que se puede considerar como crucial, en el caso de las políticas de alfabetización, aún están vigentes las cosmovisiones, las prácticas (de orígenes ancestrales y con emergencia de neo técnicas para la reproducción de la vida) y las lenguas de los pueblos originarios, que necesariamente han de asumir los programas del Estado de alfabetización, desde sus particulares historias y temporalidades. La necesidad teórica de hacer uso de distintas temporalidades no obedece a criterios de carácter conceptual, ni siquiera a cuestiones propias de la heurística, sino que refiere a una concepción consistente: la diversidad de temporalidades que aluden a la vida y a la historia de pueblos y comunidades para concebir y entender los proyectos propios (usos y costumbres) en relación con las políticas estatales y nacionales de alfabetización. Por lo dicho antes, la alfabetización puede ser propuesta como una política de desarrollo, en su caso, como una estrategia de inclusión social, como una condición para estar actualizado con los nuevos lenguajes y participar en los procesos de inserción en el mundo del trabajo; también como un recurso importante en la defensa del patrimonio de los pueblos y en las luchas reivindicativas. Se puede proponer que una política de Estado para la alfabetización de la población requiere considerar la diversidad de los grupos sociales, sus historias y temporalidades, cuando ésos son considerados los destinatarios de esa política. Por la complejidad delineada antes, se considera necesario orientar la elaboración de los programas de alfabetización en la perspectiva de la investigación educativa y social; sobre todo, evitar las generalizaciones; pensar cuáles han de ser las respuestas más consistentes de acuerdo con las condiciones de los grupos sociales destinatarios y de manera destacad, asumir la perspectiva de investigación de las diferentes temporalidades. Por lo pronto conviene una perspectiva de análisis abierta y proponer varias concepciones sobre la alfabetización, para iniciar procesos de construcción social con la participación decisiva de los grupos sociales destinatarios. Por ejemplo, se puede pensar la alfabetización para que grupos sociales que hablan una lengua de los pueblos originarios, planteen demandas y reivindicaciones propias; también para que hagan uso de su condición de alfabetizados y participar del desarrollo de su lengua, esto es darle escritura según las particularidades fonéticas. Es probable que haya demandas de alfabetización para la mejoría económica y social de grupos sociales o personas; también para incluirse en el uso de las denominadas TIC´s. En fin tiene cabida una perspectiva sobre la alfabetización para incorporarse al grupo de usuarios de las nuevas tecnologías o para desarrollar tecnologías propias.