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“NO HAY TERRENO NEUTRAL EN EL UNIVERSO.


C.S. LEWIS, ESCRITOR
“TODO LO QUE SE NECESITA PARA QUE EL MAL PREVALEZCA
ES QUE LOS HOMBRES BUENOS NO HAGAN NADA”
EDMUN BURKE, ESCRITOR
¡SALGAMOS DE LA BURBUJA!

La premiación de Juan Luis Guerra en los Grammy Latinos


2005 nos dejó un sabor muy dulce, especialmente en aquellos
que nos sentimos comprometidos con la música que busca
glorificar a Dios. Todos quedamos con una vigorosa sensación
de victoria.
¡No había ninguna clase de dudas!. Estábamos asistiendo de
algún modo a uno de los momentos más memorables para la
música cristiana contemporánea. Quizás fue como un fogonazo
de gloria, como un adelanto inadvertido en menor escala de las
coronas celestiales que recibirán los santos por sus obras. Algo
así como un breve vistazo hacia el estante del reconocimiento
de las cosas que tienen valor perdurable.

¿Por qué no también mirarlo así? . Fue como un sacudón a la


modorra temporal que nos seduce a transcurrir sin atrevernos a
más en esta tierra, olvidándonos tal vez que somos embajado-
res de algo más significativo que nuestros tímidos intentos por
conservar nuestra fe sin osadía. Definitivamente si nos miramos
a través de la sangre de los mártires, nuestra fe resulta patética,
insípida, infecunda, una suerte de convicción atrincherada de-
trás de la comodidad de un círculo religioso incapaz de trascen-
der más allá de sus cuatro paredes.

Al parecer hemos quedado convencidos de que el secularismo


reinante y su “línea infranqueable” es todo lo que debemos
esperar pasivamente de aquí al retorno de Cristo.
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Sin embargo, cuando vemos que un simple mortal con gracia
divina cautiva la atención de la cultura trayendo un pedacito
de conciencia eterna en clave tropical, entre tanta vanidad
temporal, nos ilusionamos redescubriendo que la doctrina de la
soberanía de Dios está aún vigente en el mundo real y no sólo
en el de nuestros congresos.

Las Escrituras afirman: “Aunque no se escuchen palabras, ni se


oye voz alguna, su mensaje llega a toda la tierra, hasta el último
rincón del mundo.” (1). Dios no necesita de nuestra fama como
muchos mal suponen, mucho menos de nuestra exageración.
Dios no necesita publicistas sensacionalistas pero sí necesi-
ta testigos valientes. Aunque El sea autosuficiente en todos
los términos y propósitos, por designio divino nos ha hecho
colaboradores en la extensión de su Reino glorioso aquí en la
tierra. Es en tal sentido que nos llama con términos tales como
portadores de luz, embajadores, agentes de reconciliación. Todas
estas nominaciones tienen relación directa con nuestra misión y
nuestra exposición en su favor.

¡Salgamos de la burbuja!.
Algo sucedió en el mundo de la música esa noche de los
Grammy Latinos 2005 que disparó un mensaje poderoso para
todos, tanto para creyentes como para incrédulos, y es inelu-
dible e inevitable como cristianos examinarlo hasta la médu-
la. Por aquello tan simple que nos dice el Libro de Job: “sin
¡SALGAMOS DE LA BURBUJA!

embargo, en una o en dos maneras habló Dios; pero el hombre


no entiende”. (2)

¡Convengamos que todos lo vimos!, pero la pregunta es, ¿qué


tanto entendimos los que somos de su Reino?.
Me pregunto, ¿llegamos realmente a leer el mensaje de esa
noche de parte de Dios para su pueblo?. Me temo que no. Creo
que la gran mayoría de los cristianos hispano parlantes vieron
ese hecho notable a través de su propia lupa y rejilla. Es decir,
me refiero a la cosmovisión doble y de subcultura que está
infectada por un pensamiento más pagano que bíblico. (Tema
que desarrollaré más ampliamente en el siguiente capítulo)

La pregunta es: ¿qué hizo esa noche Juan Luis Guerra que lo
diferencia en esencia de la mayoría de los demás artistas del
mercado cristiano?. La respuesta es simple: él fue capaz de
mostrarse tal cual es, de una sóla pieza y actuar por sobre los
mercados religiosos o seculares. Rompió sin darse cuenta la
línea divisoria e imaginaria. Mostró a un Jesús integral consus-
tanciado con la vida cotidiana no sólo con los aspectos religio-
sos, capaz de ser parte de las artes y decir algo significativo. El
mostró a un cristiano capaz de bailar y sonreír, capaz de cantar
una canción de amor como “Me sube la bilirrubina”, capaz de
manifestar un deseo de justicia social como “Ojalá que llueva
café”, y finalmente de afirmar Su Soberanía en un tono con-
temporáneo con “Las avispas”. (Ese fue su repertorio musical
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en los especiales de los Grammy 2005). En síntesis, sucedió
algo con Juan Luis Guerra esa noche que logró unir por un
momento dos realidades que jamás debieron estar separadas
para la mente cristiana.
Nuestra controversia
El recibió un Grammy a mejor álbum categoría música cristia-
na (álbum “Para Ti”) compitiendo aquí entre otros con Marcos
Witt, pero recibió a su vez otro Grammy a mejor tema musical
en categoría género tropical (tema “Las Avispas”), compitiendo
aquí a la par de Marc Anthony. Ahora bien, desde nuestra lec-
tura cristiana evangélica, ésto se lee así: - Juan ganó un premio
a nivel cristiano y otro a nivel secular -, ¿no es cierto?. Este
lenguaje nos resulta digerible y familiar. No hallamos mayor di-
ficultad de procesar esos datos con “coherencia teológica”, pues
hemos desarrollado por años estos códigos que son procesos de
pensamientos propios de nuestros ambientes sacros.

Pero cuando de manera objetiva consideramos el hecho de que


el tema musical “Las Avispas”, galardonado “secularmente”
según nosotros, pertenecía al mismo álbum “Para Ti”, a la vez
galardonado “cristianamente”, empezamos a tener una seria
controversia. Nuestros procesos mentales tienen una severa
falla. Hay algo que no cierra en nuestros compartimentos
adoctrinados, pues existe una clara línea divisoria que nos han
marcado por años, la cual no podemos franquear, como si se
¡SALGAMOS DE LA BURBUJA!

tratase de un paralelo entre el bien y el mal.

La supuesta controversia de nuestra lectura se puede resumir en


esta pregunta : ¿cómo un tema cristiano llegó a ser reconocido
como secular? . Si bien este lenguaje nos es familiar, el hecho
es sí nos deja perplejos. La respuesta es simple: esa división es
básicamente una distorsión nuestra de la realidad.
Para Dios no hay tal división de lo sagrado y lo secular.

Los profesores en filoso-


fía cristiana B.J.Walsh y
HAY ALGO QUE NO CIERRA
Jr.Meddleton nos con- EN NUESTROS COMPARTI-
frontan así: MENTOS ADOCTRINADOS,
“La pregunta realmente PUES EXISTE UNA CLARA
es si nuestra cosmovisión
es consistente con la rea- LÍNEA DIVISORIA QUE NOS
lidad. Si no lo es, enton- HAN MARCADO POR AÑOS
ces la realidad luchará en
contra de nuestra mal construída visión, instándonos a cambiar
nuestra perspectiva y forma de vida…Para los cristianos, el
último criterio por el cual juzgamos nuestra cosmovisión del
mundo es la Biblia” (3)

Si escrito está: “Los cielos de los cielos no le pueden contener”


(4)
, ¿por qué los cristianos queremos contenerle con un tenue
vallado mental denominado música cristiana?. La fe es parte
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esencial de la vida humana, de manera natural permea e in-
fluencia todos los quehaceres de la humanidad. Fue el secularis-
mo humanista quien ha querido desplazar la idea de Dios de la
vida. Es realmente triste ver a los hombres de fe aceptando esta
mentira. La Biblia en inglés de lenguaje sencillo es muy precisa
en el libro de Job al decirnos: “¿Hay algún lugar donde la luz
de Dios no brille?”. (5)

El cristiano promedio casi inconscientemente le concede a su


vida cotidiana, una esfera cristiana y otra secular; una separa-
ción que tiene efectos devastadores. La fe occidental adquiere
una visión de la realidad parcializada y dividida. El ejemplo
más claro podríamos narrarlo así: un cristiano supone que el
domingo está realizando en su iglesia tareas para Dios, pero de
lunes a sábado, entre tanto, cree estar haciendo tareas seculares
en su trabajo. Eso no es lo que nos enseña la Biblia, pues nos
dice: “Y todo lo que hagan o digan, háganlo en el nombre del
Señor Jesús.” (6); no existen áreas fuera de Dios como nosotros
suponemos, “Porque en él vivimos, y nos movemos, y so-
mos…”. (7).

Nosotros mismos hemos separado el arte que busca glorificar


a Dios bajo la etiqueta de “música cristiana”, como si se tratase
de un mero artículo de consumo sólo apto para círculos religio-
sos. Sencillamente hemos restringido la fe ante los oídos de la
sociedad en su conjunto. Las Escrituras dicen: “Pero si nuestro
¡SALGAMOS DE LA BURBUJA!

evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está


encubierto.” (8)

Un concepto integral
La verdad sencillamente hablando es que no existe tal cosa como
música cristiana. Lo que sí existe son cristianos haciendo música.
Existe un contenido cristiano filosóficamente hablando, pero no
existe un género cristiano musicalmente hablando.
Rick Warren, el célebre escritor del best seller “Una vida con pro-
pósito” nos lo dice claramente: “La música cristiana no existe como
tal: Sólo hay música con letras cristianas.” (9)

El musicólogo Donald Hustad, un referente en la materia entre fi-


las protestantes nos dice: “Es una verdad reconocida que la música
no es intrínsecamente sagrada ni secular, en nuestros días; el único
criterio por el cual pueden ser clasificadas son por su poesía lírica
y su propósito declarado.” (10). Donald sostiene que teológicamente
la música cristiana debe ser funcional, es decir cumplir o funcio-
nar para los cinco propósitos principales de la iglesia: la adoración
(leitourgia), la proclamación (kerigma), la educación cristiana (di-
daché), el pastoreo (diakonía), y el compañerismo (koinonía). Sin
embargo infiere claramente que el sentido de funcionalidad debe
ser ampliado más allá de nuestro concepto religioso diciendo: “Se
puede decir que toda la música es funcional en que glorifica a Dios
y beneficia a la humanidad, o porque da placer, expresa emoción, y
da sentido a la vida humana.” (11)
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Digamos que nuestro principal problema es de visión no de
clasificación. Está claro que la música cristiana busca glorificar
a Dios con un fuerte sentido de pertenencia en la Iglesia y para
sus propósitos. Pero nuestra falla consiste en que limitamos
los asuntos musicales de Dios a las esferas litúrgicas; nuestra
perspectiva de la vida no es integral, es sólo eclesiástica.
Rick Warren habla de este concepto diciendo: “La adoración
no es parte de tu vida; es tu vida. La adoración no es sólo para
el servicio religioso”. (12) También las palabras del reformador
Martín Lutero nos recuerda una visión completa del Señorío
de Jesús: “Una muchacha puede ordeñar vacas para la gloria de
Dios”. Finalmente nos pregunta: “¿cómo es posible hacer todo
para la gloria de Dios?. Simple: lo es si actuamos como si lo
estuviéramos haciéndolo para Jesús”.

El concepto de la soberanía divina no es pleno en nuestros


contenidos musicales cristianos, pues escrito está: “El Dios que
hizo el mundo y todas las cosas que hay en él, es Señor del cielo
y de la tierra.” (13). ¿Que hay del “Señor de la tierra”?; nuestros
tópicos son casi todos celestiales.

El haber etiquetado de “música cristiana” nuestros discos en


el mercado general, ha sido una interpretación errónea de la
realidad de parte de nuestras filas. Ésto ha alimentado por años
el espíritu del ghetto, el de la propiedad privada de la fe, dise-
minando el falso concepto de “santidad es igual a aislamiento
¡SALGAMOS DE LA BURBUJA!

social”. Reconocer ésto nada tiene que ver con avergonzarse del
Evangelio. El término “música cristiana” es incorrecto desde su
definición como género musical. Nuestra industria fonográfica
se auto-etiquetó no por fines de alarde sino por simple clasifi-
cación de mercadeo. Sencillamente especificó sus compradores,
pero sin darse cuenta lanzó un claro mensaje discriminatorio
a la sociedad en su conjunto. Entre líneas su mensaje dice:
“Nuestra música es un asunto privado y restringido para los
fieles fanáticos”.

Este pensamiento dualista (sacro-secular) no está alineado con


la Biblia. Es exactamente el que esgrime la cosmovisión secular
que ha moldeado las instituciones dominantes del mundo de
occidente desde el Renaci-
miento, despreciando toda EL TÉRMINO “MÚSICA
expresión de fe, confinándola CRISTIANA” ES
a la sola esfera privada, mania-
tando su influencia a la par de
INCORRECTO DESDE
SU DEFINICIÓN COMO
la superstición y las fábulas. La
industria fonográfica cristia- GÉNERO MUSICAL.
na persiste en una omisión:
limitarse sólo al nicho de mercadeo cristiano. En palabras no
técnicas, sólo nos promociona en ambientes sacros, y ésto ha
sido sólo a influjo de su propia voluntad, digamos que jamás ha
querido salir de su “Jerusalén”.

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Esa es la razón por la que Juan Luis Guerra marcó una diferen-
cia histórica. No sólo ganó un premio en la categoría música
cristiana, sino que con el mismo disco ganó un premio en una
categoría normal por género (Categoría Tropical) en la que
cualquiera puede escuchar sin prejuicios y ser influenciado,
en la que todos deberíamos estar insertos como artistas trans-
mitiendo valores, deseos, anhelos, y fe como algo legítimo y
natural.

Una mente bíblica


No estamos proponiendo una secularización de nuestro arte,
todo lo contrario. Estamos proponiendo el Señorío de Cristo
sobre un arte secularizado. Es la acción de avanzada que la Igle-
sia jamás debió abandonar. Es esa clase de fe que influenciaba
todo a su paso, de la cual decían en el mundo antiguo: “! Estos
hombres que han trastornado el mundo entero, también han
venido acá.” (14). Como cristianos protestantes muchas veces ol-
vidamos el espíritu, y el motor de la Reforma, que básicamente
consistió en traer al corazón del individuo y de la sociedad, la
voz de Dios, sacándola del exclusivismo del círculo religioso.

Para una mente judía en tiempos bíblicos no existía tal separa-


ción de áreas seculares y sagradas. Las ceremonias del templo,
las artes, la economía, la milicia, la jurisprudencia, la agricultu-
ra, y todos los aspectos de su cultura estaban regulados por una
conciencia divina. Un dato relevante de ésto es que la palabra
¡SALGAMOS DE LA BURBUJA!

cultura en la voz hebrea es Kol Torá, que significa “toda depen-


de de la Torá” (15), o sea, Dios regula todas las cosas. Ésto difiere
sustancialmente del significado humanista que el término cul-
tura ha adoptado del latín “colere” (cultivar), a quien la cultura
greco romana lo aplicó bajo la idea de “cultivo del espíritu”.
En las artes por ejemplo, en el Israel bíblico vemos no sólo can-
tos de amor a Dios, los había también de amor humano, cantos
de reivindicaciones sociales, cantos a los héroes militares, etc.
Dios estaba presente explícita o implícitamente en el conteni-
do de todas las canciones. La razón era muy sencilla: para una
mente judía no existía división. Dios era un concepto integral
en toda su cultura, a diferencia de nosotros que hemos adop-
tado una mente griega, fracturando la voz de Dios en algunas
áreas de la cultura.

Conclusión
Como bien comenta el pastor y periodista Salvador Dellutri:
“La iglesia primitiva no tuvo una actitud de marginalidad, no
sucumbió ante la “tentación de la burbuja”, sino que, por el
contrario, el centro de reunión era el pórtico de Salomón…
nudo neurálgico religioso, en el mismo centro social y guber-
nativo de la nación. Allí convergían todas las corrientes de la
sociedad y la iglesia podía interactuar con la sociedad.” (16)

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¡Salgamos de la burbuja!. Algo sucedió en el mundo de la
música esa noche de los Grammy Latinos 2005 que disparó un
mensaje poderoso para todos. Juan Luis Guerra no sólo reco-
noció en público que Jesús es Señor. ¡Lo hizo!, pero no desde
“la Sinagoga”, sino desde “el Areópago”. Pero para realizarlo
desde allí debió mostrarse humano, no desde un género aparte
ni desde una subcultura. Ésto nos devuelve la analogía perfecta
de que Cristo se hizo en todo igual a nosotros, excepto en el
pecado.

Este diálogo entre la fe y la cultura debe de inspirarse en la


encarnación del Verbo, como bien se ha dicho: “La encarnación
consta de un doble movimiento, de descenso, y ascenso: El
Hijo de Dios se hace hombre (descenso), pero no para que haya
un hombre más, sino para que los hombres lleguen a ser hijos
de Dios (ascenso); este doble movimiento es lo que llamamos
diálogo entre la fe y cultura.” (17)

A menos que vivamos una fe vívidamente abierta y no privada,


plenamente capaz de ser real en todas las esferas de la vida, no
sólo en las teológicas y litúrgicas, entonces, y sólo entonces,
comprenderemos la plenitud mental que Jesús esgrimió como
un revolucionario ante sus contemporáneos siendo una misma
cosa tanto en la sinagoga como en la casa de los pecadores.
¡SALGAMOS DE LA BURBUJA!

El erudito escritor, y novelista cristiano C.S. Lewis, a quien la


pantalla grande le ha destacado en su clásico “El León, la bruja
y el ropero”, en “Las crónicas de Narnia” nos recuerda: “No hay
terreno neutral en el universo: cada metro cuadrado, cada milé-
sima de segundo, Dios los declara suyos, mientras que Satanás
le da la contra.” (18)

La pregunta final de este capítulo es muy simple. Si decimos


que Cristo es Señor Absoluto de nuestras vidas, ¿acaso no nos
es pecado tan sólo considerar áreas autónomas de él (secula-
res)?.

La frase de Edmund Burke debería ser clave en la respuesta de


un creyente: “Todo lo que se necesita para que el mal prevalez-
ca es que los hombres buenos no hagan nada”.

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