Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
LA N O V ELA
13 E sto no significa, evidentem ente, que una obra deba ser considerada
de baja calidad estética por el simple hecho de publicarse en folletines, en
un periódico o en una revista. Baste mencionar los Viagen s na minha terra,
publicados en folletines en la Revista universal lisbonense, y m uchas novelas
de D ostoïevski, prim itivamente aparecidas en páginas de periódicos.
14 Baudelaire pone de relieve esta característica de la novela en el estudio
que publicó en L 'a r t romantique sobre Th éoph ile G a u tie r: " L a novela y la
novela corta tienen un maravilloso privilegio de maleabilidad. S e adaptan a
todas las naturalezas, abarcan todos los asuntos y apuntan, a su manera, a
diferentes objetivos. Y a es el seguimiento de la pasión, ya la búsqueda de la
ve rd a d ; una novela habla a la multitud, otra, a los iniciados; ésta narra la
vida de épocas desaparecidas, y la de más allá, dramas silenciosos que se d es
arrollan en un solo cerebro. L a novela, que ocupa un lugar tan importante
junto al poema y a la historia, es un género bastardo cuyo dominio es verd a
deramente ilimitado. Com o muchos otros bastardos, es una criatura mimada
por el destino, a la que todo le sale bien. N o sufre más inconvenientes
ni conoce más peligros que su infinita libertad” (O eu vre s completes, Paris,
Gallim ard, Bibliothèque de la Pléiade, 19 58 , p. 1.036).
2o 6 Teoría de la literatura
figura de Joâo da Ega, "agrullada y seca, con los pelos del bigote revi
rados bajo la nariz adunca y un cuadrado de vidrio sujeto ante el
ojo derecho” . Como tampoco se olvidan los ojos verdes de [oaninha,
el viejo Goriot empobrecido y decadente, las carcajadas y la pipa de
Quilp, ese enano diabólico creado por Dickens...
La novela psicológica moderna condenó al personaje así conce
bido, en provecho del estudio del elemento psicológico en sí mismo.
Se disuelve el personaje para que pueda captarse mejor el estado psi
cológico. Y a en Dostoïevski se verifica cierta desvalorización del per
sonaje concebido según los moldes tradicionales: después de leer
sus obras, se imponen obsesivamente las ideas, las dudas, las rabias,
las desesperaciones de Stravroguín, Raskolnikov, Kirilov, pero difí
cilmente se recuerdan sus rostros, el color de sus ojos, sus gestos, et
cétera. La novela posterior a Dostoïevski agravó esta desvalorización
del personaje, y el novelista moderno, como escribe Nathalie Sa-
rraute, “ sólo de mala gana [ ...] concede [al personaje] lo que puede
hacer que sea reconocido demasiado fácilmente : aspecto físico, gestos,
acciones, sensaciones, sentimientos corrientes, hace ya mucho tiempo
estudiados y conocidos, que contribuyen a darle, de modo tan fá
cil, la apariencia de vida, y ofrecen al lector un recuerdo tan cómo
do” 24. El nombre constituye uno de los factores primarios para la
caracterización de los personajes en la novela tradicional — tal como
acontece en la vida— ; por eso, en algunas novelas modernas, el autor
se niega a conceder un nombre explícito a sus personajes: James
Joyce designa sólo con las iniciales H. C. E. al protagonista de Finne
gans wake, y Kafka designa igualmente a su protagonista con la ini
cial K. Los personajes míticos y parabólicos de Kafka, como los de
Beckett, representan la disolución total del esquema balzaquiano del
personaje novelesco.
27 Ibid., p. 2 10 .
28 E . M . Forster, op. cit., p. 44.
La novela 215
cruel sultan que, fascinado por las historias que Scherezade le cuenta
durante la noche y que, astutamente, quedan incompletas al romper
el alba, perdona la vida a su fascinante narradora.
Pero, a medida que la novela se fue desarrollando y enrique
ciendo, la exigencia primaria de toda narración, es decir, la existen
cia de una historia que se cuenta, se transformó en problema de arte,
íntimamente vinculado a la forma de composición de la novela, al
modo de concebir los personajes, a la visión del mundo’ peculiar del
novelista, etc.
una última página con las excavaciones que m andamos hacer en los pantanos
de esta historia.
Se descubrió, a través de fétidos albañales, que los tres amigos y herederos
de Hermenegildo Fialho de Barrosas todavía respiran y m edran.
Atanásio José da Silva es barón da Silva.
Pantaleâo M endes Guimarâes es barón de M endes Guim arâes” , etc.
31 H en ry James, ‘ ‘T h e art of fiction” , L iterary criticism. P op e to Croce,
La novela 217
El fin de Las viñas de ira, de Steinbeck, es característico de una n o
vela abierta: la obra termina con la escena conmovedora y simbólica
en que Rosa de Sharon (¡nombre de extraños aromas bíblicos!), des
pués de su desgraciado parto, amamanta a un viejo, pobre y enfermo ;
pero el lector de curiosidad primariamente voraz queda sin saber si
los Joad consiguen trabajo, si Torn logra escapar de la policía, etc.
ed. G a y W ilson Allen & H a rry H ayd en C lark, D etroit, W ayn e State U n iv .
Press, 19 62, p. 546.
32 E n A . Chassang y C h . Senninger, L e s textes littéraires généraux, Paris,
H achette, 19 58 , p. 429.
2i 8 Teoría de la literatura
38 Por las mismas razones, los simbolistas concibieron una literatura dra
mática ajena a las implicaciones de la cotidianidad y de la historicidad. A lbert
Mockel soñó con un teatro abstracto, identificable con la pantomima : " L a
realización completa podría ser una grave pantomima representada en el si
lencio más sutil — el ritmo de los gestos trazaría el diseño de esa música nece
saria, de la que el propio silencio sería el color y la armonía [ . . . ] . Y yo sueño,
en cuanto a la decoración, sueño con escenas m uy a lo lejos, donde, entre las
canciones de un coro popular, personajes ingenuos inmovilizarían un gesto sobre
un fondo de oro” (Albert M ockel, E sthétique d u sym bolism e, Bruxelles, Palais
des Académ ies, 1962, p. 29). M allarm é ansia un teatro despojado de persona
jes, de actores y de acción dramática, reducido, en su esencia, a un rito sim bó
lico comparable a la misa (cfr. Jacques Scherer, L e " L i v r e " de Mallarm é, Paris,
Gallimard, 19 67, pp. 25-45).
39 Paul V aléry, "H om m age à M arcel Proust” , O euvres, ed. cit., t. I, pá
ginas 770 -772. Cuando V aléry confiesa que nunca sería capaz de escribir una
frase como “ La marquise sortit à cinq heures” , m anifesta bien su antipatía por
la novela. Claude Mauriac, en un desafío irónico, publicó una novela titulada
precisamente L a marquise sortit à cinq heures.
4(1 E n un discurso sobre Descartes, Paul V a lé ry afirm ó : “ Sin embargo,
señores, me acontece concebir, de tiempo en tiempo, según el modelo de la
Comedia humana, si no según el de la D ivin a com edia, lo que un gran escri
tor podría realizar como análogo a estas grandes obras en el orden de la vida
puramente intelectual. La sed de comprender, y la de crear; la de superar
lo que otros hicieron y tornarse igual a los más ilustres ; por el contrario, la
abnegación que se da en algunos, y la renuncia a la gloria. Y , después, el
detalle mismo de los instantes de acción m ental; la expectativa del don de una
forma o de una idea ; de la simple palabra que m udará lo imposible en cosa
realizada; los deseos y los sacrificios, las victorias y los desastres; y las sor
presas, lo infinito de la paciencia y la aurora de una “ verdad” ; [ . . . ] . L a sen
sibilidad creadora, en sus formas más elevadas y en sus más raras produc-
La novela 221
ques éléments baroques dans le roman de M ichel B uto r", en Cahiers de l'as
sociation internationale des études françaises, X I V , 19 62, pp. 17 9 -19 4 .
A p u d V icto r Brombert, Stendhal et la voie oblique, N e w H av en , Yale
U n iv . Press, 19 54, p. 5.
La novela 229
convencional, falso, de à peu p rès, que domina el m undo de la Com edia h u '
mana. S i se me pregunta por qué m otivo la obra de Balzac me parece inacep
table [ . . . ] , responderé: "Porque el cuadro que me ofrece es sólo un ch afa
rrinón” (O bras completas, M adrid, R evista de Occidente, 19 47, t. III, p. 390).
61 C fr. A . Chassang y C h . Senninger, L e s textes littéraires généraux,
Paris, H ach ette, 19 58 , p. 104.
62 Jean Rousset, en su obra ya citada, Form e et signification, dedica un
penetrante estudio a la técnica novelesca de M adame B ovary. A propósito del
punto de vista en la novela, escribe : “ T o d o s estos sueños de Em m a, estas
inmersiones en su intim idad, que son los momentos en que Flaubert funde más
estrechamente su punto de Vista con el de su protagonista, abundan, m uy
lógicamente, en las fases de inercia y de tedio, que son también los adagios
de la novela, en que el tempo se vacía, se repite, parece inmovilizarse
E n contrapartida, cuando la acción debe avanzar, cuando hay hechos nuevos
que aducir, el autor recupera sus derechos soberanos y su punto de vista pano
rámico, vuelve a tomar sus distancias, puede presentar de nuevo aspectos e x
teriores de su protagonista [ . . . ] . L a importancia adquirida en la novela de
Flaubert por el punto de vista del personaje y por su visión subjetiva, en
236 Teoría de la literatura
punto: lo que había visto ¿era una batalla y, en segundo lugar, era
la batalla de Waterloo?” .