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Español en el Sureste de EE. UU.

: el papel de las actitudes lingüísticas en el mantenimiento


o pérdida de la lengua
Author(s): Cecilia Montes-Alcalá and Lindsey Sweetnich
Source: Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana, Vol. 12, No. 1 (23), Nuevos
estudios sobre actitudes lingüísticas (2014), pp. 77-92
Published by: Iberoamericana Editorial Vervuert
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/24364798
Accessed: 20-02-2018 19:59 UTC

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Cecilia Montes-AlcaláVLindsey Sweetnich"

Z) Español en el Sureste de EE. UU.: el papel de las actitudes


lingüísticas en el mantenimiento o pérdida de la lengua

Resumen: El propósito de esta investigación es explorar la situación del español en Atlanta


y su área metropolitana prestando especial atención a las actitudes de los hispanohablantes
hacia la lengua y cómo estas influyen en las probabilidades de mantenimiento o pérdida
del español. Debido a que pocos estudios han analizado esta relación hasta el momento,
nos proponemos examinar las perspectivas de la retención del español por los hispano
hablantes que viven en un estado de "nuevo crecimiento". Por medio de un cuestionario
online y análisis estadísticos, determinamos las relaciones significativas que revelan los
factores críticos en el mantenimiento o la pérdida de la lengua. Además, tratamos de
refutar la inevitabilidad de la teoría "shift happens" proponiendo que es posible conservar
la lengua materna después de la segunda generación. Nuestra hipótesis es que a mayor
contacto con la lengua española, más positivas serán las actitudes hacia la misma y, en
consecuencia, mayores serán las oportunidades de usarla y de mantenerla.

Palabras clave: Mantenimiento/pérdida de lengua, actitudes lingüísticas, bilingüismo,


español en el sureste de EE. UU.

Abstract: The purpose of this study is to explore the situation of Spanish in Atlanta, paying
particular attention to language attitudes among Spanish speakers and how they influence
the prospective maintenance/loss of the language. Because few studies have examined this
relationship, we intend to fill a gap in the literature by providing insight into the language
retention of Spanish speakers living in a "new growth" state. Using an online survey and
statistical analysis, we determine statistically significant relationships that reveal the critical
factors in Spanish maintenance/loss. Furthermore, we try to refute the inevitability of the
"shift happens" theory suggesting that it is possible to preserve the native language after
the second generation. Our hypothesis is that the greater the contact with Spanish, the more
positive attitudes toward the language will be and, consequently, the greater the opportunity
to use and maintain the language.

Keywords: Language maintenance/loss, linguistic attitudes, bilingualism, Spanish in the


Southwest.

Cecilia Montes-Alcalá recibió su doctorado en Lingüística Hispánica de la Universidad de California, ~


Santa Bárbara y es profesora titular de Español y Lingüística en la Facultad de Lenguas Modernas de ^
Georgia Tech. Su especialidad es la sociolingüística, el bilingüismo y las lenguas en contacto. Ha presen- gí
tado sus trabajos sobre estos temas en múltiples congresos nacionales e internacionales y cuenta con ~
numerosas publicaciones en libros y revistas científicas. En la actualidad imparte cursos sobre bilin
giiismo, sociolingüística, lingüística aplicada y cultura española. S
Lindsey Sweetnich se licenció en Relaciones Internacionales y Lenguas Modernas e
participando en el Plan Internacional en México D.E, Madrid y Bilbao. Posee un Mást
Empresas Europeas e Internacionales de la Universidad de Deusto (Bilbao). Sus inter
ción incluyen la cultura, historia y lengua española, la adquisición de segundas lenguas y e

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78 Cecilia Montes-Alcalá/Lindsey Sweetnich

1. Introducción

Según el último censo de EE. UU., de los 60,6 millones de personas que usan un
lengua diferente al inglés en casa, casi dos tercios (más de 37,5 millones)1 hablan español
un 13 % de la población total. Las proyecciones indican que podrían alcanzarse los 4
millones de hispanohablantes para el año 20202. Estas cifras sitúan a EE. UU. com
la quinta nación del mundo con más hispanohablantes por detrás de México, Españ
Colombia y Argentina aunque se prevé que para el 2050 podría ser la primera3.
Si hablamos de la población hispana total (no de hispanohablantes en particular), en
2012 ésta comprendía un 17 % de la población de EE. UU. con 53 millones y el Cens
Bureau estima que llegará al 31 % con 130 millones de hispanos en 2060. Los hispan
son la minoría más grande del país y se calcula que aproximadamente un 40 % son inm
grantes recientes mientras que el 60 % restante ha vivido en el país a lo largo de varia
generaciones. Como es de esperar, se trata de un grupo que presenta gran diversidad e
términos de nivel educativo, estatus socio-económico, orígenes, cultura y mantenimient
de la lengua nativa.
El desplazamiento lingüístico (el paso gradual de una lengua a otra) es un fenómeno
que ha sido estudiado extensivamente y que parece irremediable en situaciones en
que se va perdiendo el contacto directo con la lengua materna, lo cual hace cada v
más difícil transmitirla entre generaciones. El típico patrón de asimilación lingüística
propuesto por Fishman (2001) y comúnmente aceptado por los sociolingüistas consiste
en una primera generación que aprende el suficiente inglés para sobrevivir, una segun
generación bilingüe que habla la lengua materna en casa e inglés en los dominios públi
y un desplazamiento al inglés prácticamente completo en la tercera y subsecuentes gen
raciones (Portes/Schauffler 1994: 643).
Este modelo, jocosamente llamado shift happens en inglés (Hurtado/Vega 2004, ent
otros) se repite en todas las lenguas minoritarias en EE. UU. y, a primera vista, se presen
como inevitable. Sin embargo, dada la fuerte presencia del español en el país, las conti
nuas oleadas de inmigración hispana, el apoyo institucional y la expansión de la lengua
en los medios de comunicación, podemos conjeturar que el español está en condiciones
no sólo de sobrevivir sino de florecer y permanecer más allá de las segundas generacion
de hispanos. Para ello conviene considerar variables independientes tales como el nivel
educativo, la edad, el estatus socioeconómico, el tiempo vivido en EE. UU. y las actitud
hacia la lengua española, entre otros factores que pueden influir en el mantenimiento d
español.
La gran mayoría de los estudios realizados sobre el mantenimiento y pérdida del
español en EE. UU. se ha enfocado en los tradicionales estados fronterizos considerados
puntos de acceso para la inmigración hispana (los llamados "gateway states") y/o en
estados con gran población hispana como California, Nuevo México, Texas, Florida o
Nueva York. Sin embargo, los estados de "nuevo crecimiento" hispano, como es el caso
de Georgia, no han recibido tanta atención (Ishizawa 2009: 724).

1 <http://www.census.gov/prod/2013pubs/acs-22.pdt>.
2 <http://www.census.gov/hhes/socdemo/language/data/acs/Ortman_Shin_ASA201l_paper.pdf>.
3 <http://www.elpais.com/articulo/cultura/speak/Español/Espana/elpepucul/20081006elpepicul_l /Tes>.

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El estado de Georgia contaba con sólo un 0,7 % de población extranjera en 1970


mientras que en 2010 era de un 9,4 %. Casi la mitad de este incremento (41 %) ocurrió a
partir de 20004. De todos los grupos de inmigrantes, el más numeroso y el que ha expe
rimentado un crecimiento más llamativo ha sido, con diferencia, el hispano. De los poco
más de 60.000 hispanos (1 % de la población) que había en Georgia en 1980 se ha pasado
a casi un millón (909.000 en 2012), lo cual supone un 9,2 % de la población. Esta explo
sión demográfica, especialmente desde el año 2000 hasta la fecha con un crecimiento del
103 %, ha sido más acusada en algunos condados como Henry (con un incremento del
339 %) o Gwinnett (153 %) y ha tenido importantes repercusiones políticas, económicas,
sociales y culturales. Como se aprecia en las tablas 1 y 2, Georgia se sitúa en el puesto
número diez entre los estados con mayor crecimiento hispano del país. Además, tres de
los diez condados con el crecimiento hispano más rápido de EE. UU. están en Georgia5.

TABLA 1
Los 10 estados de EE. UU. con mayor población hispana (en millones, 2011) según
el Pew Research Center

9.8
Georgia

Nuevo México ,2.1

Colorado 5.1

B.8
Nueva Jersey

Arizona 6.5

1 Población total
Illinois 12.9

1 Población hispana
Nueva York 19.5

Florida 19.1

Texas 25.7

California 37 .3

0 5 10 15 20 25 30 35 40

4 <http://www.census.gov/compendia/statab/2012
5 <http://www.pewhispanic.org/2013/08/29/iii-ran

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TABLA 2
Crecimiento de la población hispana en los 10 estados de EE. UU. con incremento
hispano más rápido (2000-2011) según el Pew Research Center6

Estado Población en Población en % de cambio

2000 2011 2000-2011

Alabama 72.152 186.209 158

Carolina del Sur 94.652 240.884 154

Tennessee 116.692 296.266 154

Kentucky 56.922 132.267 132

Dakota del Sur 10.101 23.158 129

Arkansas 85.303 190.192 123

Carolina del Norte 377.084 828.210 120

Mississippi 37.301 81.088 117

Maryland 230.992 488.943 112

Georgia 434.375 879.858 103

La presencia hispana en Georgia tiene sus raíces en la diáspora cubana a principios de


los sesenta pero realmente no fue hasta mediados de los ochenta que esta región se convirtió
en un destino para los inmigrantes latinos en parte debido al boom de la economía en el
sureste de los EE. UU. ("Hay trabajo en Georgia" era el rumor que corría)7. Así, Atlanta
pasó a atraer un gran número de hispanos que se establecieron tanto dentro como en las
afueras de la ciudad, tendencia que se vio acentuada con la celebración de los Juegos
Olímpicos de 1996, los cuales proveyeron multitud de puestos de trabajo.
A partir de 2000, la creciente oleada de hispanos en Atlanta y la emergencia de barrios
hispanohablantes en el área metropolitana se han traducido en un aumento tanto en la
frecuencia de uso del español como en las oportunidades para mantener la lengua. De
hecho, el Pew Research Hispanic Center indica que solamente un 18 % de la población
hispana habla exclusivamente inglés en casa8. El área metropolitana de Atlanta está entre
las veinte más grandes del país y contaba con 546.000 hispanos en 2011 (casi 11 % de la
población), principalmente originarios de México (57 %), Puerto Rico (8 %) y Guatemala
(7 %).
A la vista de estos datos, el propósito de esta investigación es explorar la situación del
español en Atlanta y cómo se mantiene (o no) entre los hispanohablantes, prestando espe
cial atención a sus actitudes hacia la lengua y cómo éstas influyen en su mantenimiento o
pérdida. Además, trataremos de refutar la inevitabilidad del "shift happens" proponiendo que
es posible conservar la lengua materna después de la segunda generación. Nuestra hipótesis

6 La tabla muestra los 10 estados con mayor crecimiento porcentual de hispanos de 2000 a 2011. La pobla
ción hispana general en todo EE. UU. aumentó 47,5 % en el mismo periodo
7 <http://www.georgiaencyclopedia.org/articles/history-archaeology/latino-immigration>.
8 <http://w w w. pe wh i spanic. org/states/state/ga/>.

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es que a mayor contacto con la lengua española, más positivas serán las actitudes hacia la
misma y, en consecuencia, mayores serán las oportunidades de usarla y de mantenerla.

2. Mantenimiento/desplazamiento de lenguas y actitudes: estudios previos

2.1. Actitudes lingüísticas

Las actitudes lingüísticas son evaluaciones que asocian una lengua con ciertos valores
(Achugar/Pessoa 2009: 200). Beaudrie (2009: 95) descubrió que sus participantes valo
raban de manera positiva el mantenimiento del español y el bilingüismo y que la compe
tencia en español era un componente crucial de su identidad hispana. Esto significa que
las actitudes positivas pueden servir de indicador de mantenimiento de la lengua. Por otro
lado, Galindo (1995: 96) notó que algunos hispanohablantes pueden tener actitudes nega
tivas hacia el español y sus hablantes y por ello deciden hablar sólo inglés (especialmente
un inglés sin acento español) con la esperanza de distinguirse así de los inmigrantes más
recientes pero aún conservan un sentido de lealtad hacia su lengua y expresan la nece
sidad de preservarla en futuras generaciones. Sin embargo, Martínez (2009: 82) sugiere
que las "actitudes positivas hacia el español por parte de los padres no siempre conducen
a un compromiso por parte de los mismos en la transmisión del idioma a sus hijos" y
Velázquez (2009: 132) apunta que dichas actitudes tampoco "translate into the invest
ment of time and resources to foster Spanish development". Ante estas contradicciones,
nos interesa ver cómo se relacionan las actitudes de nuestros participantes con su posible
mantenimiento del español.

2.2. Nivel socioeconómico y educativo

Se ha demostrado que tanto el estatus socioeconómico como el nivel de educación


afectan el mantenimiento de la lengua materna y las actitudes hacia la misma. Jenkins
(2009) indica que los hispanos en condados con mayores ingresos per cápita tienden a
usar menos español, algo que Portes/Schauffler (1994: 644) justifican así: "educated and
wealthier parents have more opportunities to ensure and promote assimilation of their
children into the American 'cultural mainstream'—therefore the Spanish language is not
always transmitted." El caso que aquí presentamos es singular ya que la mayoría de la
población hispanohablante de Atlanta reside en la zona metropolitana, donde la media de
ingresos per cápita es ligeramente más alta que en el centro de la ciudad ($39.713 frente a
$35.884 respectivamente, según el censo de 2011 )9.
Mejías et al. (2003: 139) descubrieron en su estudio que los hispanohablantes profe
sionales tendían al bilingüismo mientras la parte más baja del espectro socioeconómico,
la clase trabajadora, era monolingüe en español y usaba el inglés mínimamente. En
contraste, Linton (2004: 299) afirma que los hispanohablantes nacidos fuera de EE. UU.
con un nivel educativo inferior a la secundaria tienden a ser bilingües.

El área metropolitana de Atlanta se compone de 31 condados en el norte del estado de Georgia.

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2.3. Edad y sexo

Tanto la edad como el sexo se consideran variables independientes en los estudios de


mantenimiento de lenguas y actitudes lingüísticas. En el estudio longitudinal realizado
por Bahrick el al. (1994), aquellos participantes que eran menores de 13 años cuando
inmigraron a los EE. UU. tendían a ser dominantes en inglés mientras que quienes habían
inmigrado después de esa edad tendían a mantener su lengua materna. Algo parecido se
encontró en el estudio de Linton (2004) ya mencionado.
Merece la pena destacar el fenómeno llamado "emergencia étnica" que Krashen
(2000) define como un interés que se despierta durante y después de la adolescencia por la
cultura y la lengua en los bilingües y los motiva a aprender y/o mantener su lengua nativa
(de la cual muchos reniegan en su infancia, lo que Krashen llama "evasión étnica"). Sin
embargo, este fenómeno no es universal y Galindo (1995: 90) observó en su estudio de
actitudes que 60 % de los adolescentes chícanos pensaban que hablar inglés era vital para
ser aceptados en la escuela.
Al examinar ambos fenómenos (evasión y emergencia étnica) se debe tomar en cuenta
también el papel que juega el sexo. Varios estudios apuntan a que las mujeres tienen un
apego mayor a la lengua materna, muestran un sentido de lealtad lingüística mayor que
los hombres y, por tanto, una tendencia a retener el español (Lutz 2006: 1427, Galindo
1995: 95). La explicación que se suele ofrecer es que históricamente las mujeres han sido
las encargadas de educar y cuidar a los hijos y por ello asumen, consciente o inconsciente
mente, el papel de transmisoras de la lengua. Además, las mujeres parecen tener actitudes
más positivas hacia la lengua materna que los hombres. En el estudio de Galindo (1995:
95), los hombres no mostraron una disposición positiva hacia el español y los hispanoha
blantes y, en particular, aquéllos dominantes en inglés mostraron las actitudes más nega
tivas, lo cual parece un indicador de desplazamiento lingüístico.

2.4. Geografía y residencia en EE. UU.

El lugar y el tiempo de residencia en EE. UU. son dos componentes fundamentales


a considerar en el mantenimiento del español. Vivir cerca de México, en un barrio
con gran afluencia de inmigrantes hispanohablantes o en aislamiento geográfico de
los angloparlantes son factores que tienden a promover la preservación de la lengua
minoritaria. En contraste, en regiones o estados (como Arizona) donde los sentimientos
anti-inmigratorios prevalecen y donde la ideología dominante va contra el bilingüismo,
el español es excluido y sus hablantes "marginalize[d] and disenfranchise[d]" (Cashman
2009: 45). Por tanto, para que la lengua minoritaria sobreviva después de la primera
generación, además de una población hispanohablante es necesario el apoyo político e
institucional. Como arguye Ishizawa (2009: 741), el aumento de hablantes en el barrio
(especialmente de profesionales bilingües) significa que hay más oportunidades para
establecer instituciones.
En cuanto al tiempo de residencia en los EE. UU., la mayoría de los estudios afirma
que cuanto más tiempo se reside en EE. UU., más probabilidades hay de convertirse
en dominante en inglés. Portes/Schauffler (1994) concluyeron que éste era el factor que
más influía en la competencia en inglés y Bahrick et al. (1994) también notaron que el

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porcentaje de participantes dominantes en inglés aumentaba con el tiempo vivido en EE.


UU. Sin embargo, estos resultados no siempre indican un desplazamiento completo al
monolingüismo. De hecho, Mejías et al. (2003) constataron mantenimiento del español en
la quinta generación y Villa/Rivera-Mills (2009) más allá de la séptima.

2.5. Grupo étnico

Varios estudios han observado que ciertos grupos étnicos conservan ei español mejor
que otros. Portes/Schauffer (1994: 654) notaron que los participantes de origen nicara
güense preservaban el español mejor que los de origen cubano, por ejemplo. También
se ha demostrado que, en general, los niños hispanos mantienen el español más que los
niños de otros grupos étnicos (Mora et al. 2009: 247). En particular, Alba et al. (2002:
475) señalan que los mexicanos son el grupo que mayor retención de español y frecuencia
de bilingüismo presenta en EE. UU. debido a la gran población que reside en el país. En
contraste, Linton (2004: 299) descubrió que los cubanos y los puertorriqueños tenían
más probabilidades de ser bilingües que los mexicanos, especialmente los cubanos por la
dimensión añadida de una élite profesional y de negocios.
Al comparar inmigrantes con residentes en EE. UU., Hurtado/Vega (2004: 139)
señalan que los inmigrantes latinos suelen ser más dominantes en español, lo cual contri
buye a la vitalidad de la lengua mientras Lutz (2006: 1424) descubrió una competencia
en español superior en los estudiantes latinos que se autoclasificaban como "blancos" que
quienes se clasificaban como latinos negros. Además, Beaudrie (2009: 100) encontró que
quienes están conectados con su raza, su cultura y sus raíces tienden a sentirse también
conectados con su lengua materna.
Como mencionamos antes, en 2011 los hispanos componían cerca del 5,2 % de la
población total de la ciudad de Atlanta y 11 % de la población del área metropolitana,
donde más de la mitad son originarios de México (57 %). Nos proponemos averiguar si
la teoría de Alba et al. (2002) según la cual los mexicanos son el grupo étnico que mejor
retiene la lengua se puede aplicar a la zona de Atlanta.

2.6. La familia

La familia juega típicamente un papel fundamental en la preservación de la lengua.


Estudios como el de Alba et al. (2002) prueban que el contexto familiar, especialmente
el apoyo de los padres, es esencial para determinar si un individuo llegará a ser bilingüe
o no (479). El uso del español por los adultos en casa y, particularmente, la presencia
de parientes que no hablan inglés (como abuelos/as, tíos/as, primos/as, etc.) influyen en
la lengua que se transmite a los niños. Además, estos autores notaron que la presencia
de niños en edad preescolar conduce a un aumento en el uso de español en casa (469)
mientras Linton (2004: 299) asegura que el factor que más fuertemente se asocia con el
bilingüismo es la presencia de un monolingüe en español en casa. Beaudrie (2009: 93)
también observó que sus estudiantes usaban más español con sus abuelos, seguido de
otros parientes, su madre y, finalmente, en el colegio. Por tanto, cuantas más oportuni
dades de escuchar español en casa tienen los individuos, más frecuente será su uso.

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Dado que en EE. UU. la mayoría de la escolarización tiene lugar en inglés, los niños
de minorías lingüísticas tienen que aprender y desarrollar su lengua materna en casa. En
este sentido, merece la pena mencionar la teoría de Fishman (2001) sobre la "inversión
del desplazamiento lingüístico", un modelo que consiste en ocho pasos para mantener
o revivir la lengua minoritaria y en el cual los adultos actúan como "aprendices de la
lengua" y juegan un papel vital para transmitirla creando una población de hablantes
activos socialmente integrada. En resumen, para evitar la pérdida de la lengua es nece
sario un esfuerzo considerable de la familia por mantenerla.

2.7. Dominios de liso

Para que una lengua minoritaria sea viable y sostenible, es imperativo que se utilice
en diferentes dominios, bien sea la familia, la comunidad, la escuela o el lugar de trabajo.
Mejías et al. (2003: 143) clasifican los dominios de uso en cuatro categorías que llaman
"dimensiones de actitud": sentimental (disfrute privado de la lengua), instrumental (esen
cial para la escuela o el trabajo), lealtad lingüística (preservación de los valores culturales)
y comunicación. En su estudio de actitudes, los participantes ordenaron su uso de español
en primer lugar para la comunicación, en segundo lugar por lealtad lingüística, seguida
de la instrumental y, por último, la sentimental. Además, se observaron diferencias inter
generacionales. La primera y segunda generación de participantes eligieron el español
por valores sentimentales y propósitos comunicativos mientras la cuarta y quinta genera
ción lo consideraban como instrumental, importante por la lealtad lingüística pero menos
sentimental (149). Todo esto apunta a que el estatus del español está motivado extrínse
camente, lo cual es un fiable indicador de mantenimiento lingüístico según Mejías et al.
Bahrick et al. (1994) encontraron que el inglés se usaba cuatro veces más que el
español en todas las actividades excepto la conversación y que el español se usaba más
frecuentemente con miembros de la familia y en la iglesia (valor comunicativo) mientras
el inglés se usaba primordialmente en el trabajo y en el colegio (valor instrumental). La
mayoría de los participantes se sentía más cómodo escribiendo y leyendo en inglés que en
español, de modo similar al 73 % de los adolescentes chícanos en el estudio de Galindo
(1995) que preferían usar inglés por motivos de "seguridad lingüística" (90). Por tanto, los
dominios de uso nos sirven de indicador para determinar el mantenimiento del español.

3. Metodología y participantes

Como hemos visto en la sección anterior, pocos estudios comparan directamente la


relación entre las actitudes y el mantenimiento o desplazamiento lingüístico y menos
aún examinan la región del sureste de los EE. UU.10. Algunas investigaciones se han
centrado en el mantenimiento o pérdida de lengua a nivel individual y otras se han desa
rrollado a gran escala enfocándose en una región, estado o nación. Las metodologías
que se han usado son variadas: cuestionarios (Beaudrie 2009), entrevistas personales

10 Con la excepción de Ishizawa (2009), cuya investigación se centra en barrios de Chicago y Atlanta entre
1990 y 2000 pero no considera las actitudes lingüísticas.

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(Villa/Rivera-Mills 2009), pruebas de competencia (Bahrick et al. 1994), observaciones


personales (Velázquez 2009), análisis de datos socioeconómicos (Jenkins 2009), estudios
longitudinales (Lutz 2006) o de datos censales (Alba et al. 2002).
Para llevar a cabo la presente investigación distribuimos un cuestionario por Internet
utilizando el servicio de surveymonkey.com entre hispanohablantes residentes en Atlanta
a través de listas de correo electrónico incluyendo diversos grupos corporativos hispanos,
el Hispanic Health Coalition of Georgia, la National Society of Hispanic MBAs, la Latin
American Association y un gran número de contactos personales y profesionales tanto
de las investigadoras como de los propios participantes. El cuestionario se componía de
cuatro secciones con varias preguntas cada una:

1. Historial de los participantes: edad, sexo, nivel de educación, ocupación, grupo


étnico, edad de adquisición del español, tiempo en EE. UU., lengua hablada en
casa, etc.
2. Nivel de competencia en español: autoevaluación en las principales áreas de
competencia lingüística (hablar, leer, escribir, escuchar, etc.) usando una escala
Likert de 4 puntos.
3. Dominios de uso: dónde, cuándo y con quién usan el español, además de con qué
lengua se sienten más cómodos hablando, leyendo, escribiendo, etc.
4. Actitudes hacia el español: 24 aseveraciones con las que tenían que mostrar su
acuerdo o desacuerdo usando una escala Likert de 7 puntos.

Cada una de las secciones se analizó estadísticamente (usando SPSS Statistics) y se


realizaron tabulaciones cruzadas y pruebas de chi cuadrado variable por variable para
determinar las relaciones significativas entre los diferentes factores (las variables inde
pendientes) y cuáles eran críticos para el mantenimiento o pérdida del español (la variable
dependiente). A continuación, se ejecutaron pruebas posteriores comunes (lambda o
gamma) para calcular la robustez de cada asociación". Los datos que presentamos en la
siguiente sección sobresalieron como estadísticamente significativos.
Un total de 113 participantes completaron el cuestionario. Sus edades estaban compren
didas entre 24 y 73 años, con una media de 39 años. 33 % eran hombres y 67 % eran
mujeres. 73 % pertenecía a la primera generación de hispanohablantes, 20 % a la segunda
y 7 % a la tercera o subsecuentes generaciones12. El tiempo medio de residencia en EE.
UU. era de 22 años. Socioeconómicamente, 2 % se identificó como clase alta, 57 % como
clase media-alta, 26 % como clase media-baja y 15 % como clase trabajadora. Por lo que
respecta al grupo étnico, 48 % se definió como hispano, 23 % como latino, 8 % como
caucásico, 7 % como "otro"13, 5 % como mexicano, 3 % como hispanoamericano y 1 %

" Se estableció el nivel estadísticamente significativo en 0.05 (valor p < 0.05).


12 Definimos la primera generación como aquella cuyos individuos nacieron fuera de EE. UU., la segunda
como aquellos nacidos en EE. UU. con al menos uno de los padres nacido fuera, la tercera generación son
nacidos en EE. UU. con padres estadounidenses y al menos uno de los abuelos nacido fuera y, finalmente,
la cuarta o subsecuentes generaciones son nacidos en EE. UU. con padres y abuelos estadounidenses.
Cuando nos referimos a EE. UU. no incluimos territorios fuera del continente como, por ejemplo, Puerto
Rico.
13 En esta categoría los participantes escribieron diferentes grupos étnicos tales como vascos, afroameri
canos, chilenoamericanos, italoamericanos, salvadoreños, colombianos o españoles.

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como chicano. Por lugar de residencia, 39 % de los participantes vivía en la ciudad de


Atlanta mientras 61 % vivía en el área metropolitana. Finalmente, 21 % aprendió inglés
de adultos (después de los 18 años) y 75 % señaló español como su primera lengua.

4. Análisis y discusión de los resultados

4.1. Nivel de competencia en español

La gran mayoría de los participantes evaluó su competencia como muy buena o nativa
en cinco de las siete destrezas. Es importante matizar que todos los participantes hablaban
inglés también (eran bilingües). Al ejecutar las tabulaciones cruzadas usando las preguntas
de competencia como variables dependientes y la información de los participantes (edad,
sexo, generación, etc.) como variables independientes, los factores más influyentes en la
competencia en español resultaron ser, en este orden: la edad de inmigración (aquellos
participantes que llegaron a EE. UU. más tarde se evaluaron con una competencia más
alta que quienes inmigraron a una edad más temprana o nacieron en EE. UU., resultado
similar al que encontraron Bahrick et al. en su estudio longitudinal de 1994), la genera
ción y el tiempo de residencia en EE. UU. (cuantos más años vividos en EE. UU., menos
se clasificaban como nativos en español, excepto quienes habían vivido 63 años o más en
EE. UU., resultado que concuerda con el de Portes/Schauffler 1994: 647).
Otros factores que influyen en la competencia en español son la clase social, el grupo
étnico, la presencia de hispanohablantes en casa (pareja, niños) y el lugar de residencia. Las
tabulaciones cruzadas muestran que la competencia (autoevaluada) aumenta a medida que
sube la clase social empezando por la clase trabajadora en todas las categorías excepto la
clase alta en las categorías de ortografía, gramática y escritura. Este hecho contrasta con los
resultados de Lutz (2006), cuyos participantes mostraban una tendencia al monolingüismo
en inglés en las clases sociales más altas. El grupo étnico que consistentemente se autoe
valuó con competencia nativa fue el de hispanos, seguido del de caucásicos y de "otros".
Ya que la competencia puede ser un indicador de mantenimiento lingüístico, nuestros resul
tados (de acuerdo con los de Mora et al. 2009) contrastan con la teoría de Alba et al. (2002)
según la cual los mexicanos son el grupo que mejor mantiene el español. La presencia de
niños pequeños en casa aumenta la competencia de español con una media de diferencia de
13 % con respecto a quienes no los tienen y los participantes con hispanohablantes en casa
(padres, abuelos u otros parientes) también se evaluaron con mayor competencia que los
demás, resultado que concuerda con los de Linton (2004) y Alba et al. (2002). Igualmente,
los participantes casados con un(a) hispanohablante se evaluaron con mejor competencia en
español en todas las categorías excepto la gramática. En cuanto al lugar de residencia, un
porcentaje mayor de residentes en Atlanta se evaluó con competencia nativa en contraste
con los residentes del área metropolitana, hecho que contradice el estudio de Lutz (2006)
según el cual las zonas con mayores porcentajes de hispanohablantes (en este caso, el área
metropolitana de Atlanta) se autoevalúan con mejor competencia en español.
En resumen, los participantes que inmigraron a una edad más tardía, las generaciones
más jóvenes, quienes habían vivido en EE. UU. menos tiempo y aprendido inglés a una
edad más tardía indicaron mayor competencia en español. Sin embargo, los participantes
al otro lado del espectro (nacidos en EE. UU., generaciones mayores, residentes en EE.

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UU. durante más tiempo y quienes habían aprendido inglés más temprano) no eran
estrictos monolingíies en inglés ni liabían abandonado por completo el español.

4.2. Dominios de liso

En esta categoría se examinó con qué lengua se sentían más cómodos los participantes,
con quién(es) la usaban y con qué frecuencia. Los resultados indican que nuestros partici
pantes prefieren usar ambas lenguas para todos los dominios (hablar, leer, escuchar, contar
soñar, maldecir y pensar), pero el español para escribir. La mayoría de los participantes
escogió el español como su lengua preferida de comunicación en todas las categorías (con
los padres, abuelos, hermanos, amigos hispanohablantes y en casa) excepto en el trabajo.
Para la frecuencia de contacto con el español, la mayoría indicó que nunca escucha la radio
o lee el periódico pero ve la televisión 1-3 veces al mes y escucha música todos los días.
El análisis estadístico de las variables reveló que los factores que tenían mayor
influencia en los dominios de uso eran la edad de llegada a EE. UU., la generación y e
lugar de nacimiento. La relación más significativa se produjo entre la edad de inmigración
y la lengua en la que se siente más cómodo escribiendo. Una gran mayoría de participantes
nacidos en EE. UU. respondieron que se sentían más cómodos escribiendo en inglés que
en español, resultado también consistente con el de Bahrick et al. (1994). Por otro lado,
quienes inmigraron a una edad más tardía señalaron sentirse más cómodos escribiendo
en español. El segundo factor más influyente fue la generación, la cual está relacionada
directamente con la edad de inmigración. La mayoría (67 %) de los hispanohablantes de
primera generación hablaba sólo español con sus hermanos mientras la mayoría de la
generaciones subsecuentes hablaba sólo en inglés con sus hermanos (la segunda un 65,2 %,
la tercera un 100 % y la cuarta y subsecuentes 83,3 %). El lugar de nacimiento, también
relacionado con las dos variables anteriores, y la lengua usada con los hermanos reveló
la tercera relación más robusta de todas. 65 % de los individuos nacidos en EE. UU. usan
sólo inglés con sus hermanos mientras 66,7 % de los que nacieron fuera de EE. UU. us
sólo español con sus hermanos.
Otras relaciones significativas fueron aquéllas entre pareja hispanohablante y lengu
usada en casa, grupo étnico y lengua usada en casa, y presencia de niños en casa con la
lengua usada con ellos. Tanto el estar casado/a con un/a hispanohablante como el tene
niños en casa incrementan sustancialmente las probabilidades de hablar español en
hogar. Estos resultados corroboran los estudios de Alba et al. (2002) y Linton (200
quienes concluyeron que la presencia de niños en edad preescolar y de hispanohablante
monolingües conlleva un aumento de uso de español en casa. Por grupo étnico, el
más frecuentemente usa español en los varios dominios es el de los chícanos (100 % us
español en casa, en la iglesia, con sus padres, abuelos y amigos hispanohablantes),
contraste con el grupo de hispanos en el estudio de Mora et al. (2009).
Para sintetizar, nuestros participantes se sienten cómodos usando ambas lenguas, l
cual es un indicador de bilingüismo y mantenimiento lingüístico. Los mismos factore
que favorecen una mayor competencia en español indican también un aumento del uso d
la lengua. Así, los participantes que inmigraron a una edad más tardía, las generacione
más jóvenes y quienes habían vivido en EE. UU. menos tiempo y habían sido educa
primordialmente en español son los que más usan el español en todos los dominios.

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4.3. Actitudes

4.3.1. Resultados generales

Las actitudes hacia una lengua a menudo ayudan a determinar la selección idiomática
y, como explica Cashman (2009: 44), la vitalidad etnolingüística es un gran indicador del
mantenimiento de una lengua. En esta sección los participantes tuvieron que expresar
su acuerdo o desacuerdo con una serie de afirmaciones usando una escala de Likert de
7 puntos. A continuación presentamos las seis afirmaciones que revelaron actitudes más
positivas ("completamente de acuerdo") con sus respectivos porcentajes:

1. Estoy orgulloso de ser hispanohablante 95 %


2. Estoy orgulloso de ser... (grupo étnico) 95 %
3. Los niños deberían aprender español 87%
4. Me gusta usar español 82 %
5. Hablar español es parte importante de mi identidad 80 %
6. Los niños deberían aprender español antes que inglés 28 %

Según los análisis estadísticos, los factores que mayor influencia tuvieron en las
respuestas a las actitudes fueron la pronunciación, hablar y leer en español (todos ellos
parte de la autoevaluación de la competencia). Esto indica que la competencia en español
es la variable más significativa de todas produciendo las asociaciones más fuertes y el
impacto más significativo en las actitudes.
Otra variable que también juega un papel importante en las actitudes es el tiempo vivido
en EE. UU. De las nueve variables consideradas en el historial de los participantes, el
tiempo en EE. UU. produjo el valor significativo más alto y la asociación más fuerte con
la afirmación "he enseñado (o enseñaré) español a mis hijos". El 97,7 % de los partici
pantes que habían vivido en EE. UU. entre 0 y 15 años estaban completamente de acuerdo
con la afirmación pero sólo un 62,5 % de los que habían vivido en EE. UU. entre 32 y 47
años señalaron su acuerdo (una diferencia del 35,2 %), y un 12,5 % de este grupo estaba
en desacuerdo.
Las tabulaciones cruzadas revelaron que respondieron consistentemente con actitudes
más positivas la tercera y cuarta (o subsecuentes) generaciones más que las primeras o
segundas en el 77 % de los casos, así como el 73 % de los participantes que aprendieron
español en la escuela media (entre los 8 y 12 años) y quienes escuchan la radio y música
en español y viajan a su país de origen más frecuentemente.
Otros factores significativos que demostraron tener una fuerte asociación con actitudes
positivas hacia la lengua fueron la clase social, la educación y el grupo étnico. Los partici
pantes de clase alta y el grupo de chícanos mostraron las actitudes más positivas mientras
que, por nivel educativo, las actitudes más positivas se reparten por igual (en términos
porcentuales) entre quienes no terminaron la secundaria, los graduados de universidad y
los que tienen estudios de posgrado. El lugar de residencia no produjo relaciones estadís
ticamente significativas pero en general los residentes de la zona metropolitana de Atlanta
señalaron actitudes más positivas que los residentes en la ciudad.
En conclusión, queda evidenciado que los participantes tienen actitudes positivas
hacia la lengua y la variable que más influye en estas actitudes es la mayor competencia

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en español, además de, en menor medida, el tiempo vivido en EE. UU., la primera lengua
aprendida y escuchar música y radio en español.

4.3.2. Análisis de las dimensiones de las actitudes: ¿por qué se usa el español?

Para determinar los motivos de uso de la lengua en los participantes se incluyeron


algunas preguntas relacionadas con las cuatro dimensiones sociolingüísticas de actitudes
(valor sentimental, instrumental, comunicativo o lealtad lingüística) basadas en el modelo
de Mejías et al. (2003). La clasificación general y la media computada para cada una fueron:

1. Lealtad 6,57
2. Comunicación 5,42
3. Sentimental 5,4
4. Instrumental 4,63

Este resultado concuerda con el estudio de Achugar et al. (2009) aunque difiere ligera
mente del de Mejías et al. (2003: 145) donde la comunicación aparecía en primer lugar y
la lealtad en segundo, seguidas del valor instrumental y por último el sentimental. Según
estos autores, una disminución en el valor sentimental significa que el español tiene más
probabilidades de mantenerse, especialmente si dominan los factores comunicativos y de
lealtad lingüística (148).
Siguiendo a Mejías et al. (2003), tratamos de establecer una correlación entre las
dimensiones de las actitudes y las variables demográficas. Para ello examinamos cinco
variables (clase social, edad, generación, sexo y lugar de residencia) en tabulaciones
cruzadas con cada una de las 13 preguntas sobre las dimensiones de actitud. La tabla 3
resume los resultados para cada variable demográfica14.

TABLA 3
Clasificación de las dimensiones de actitudes según variable demográfica
Clase social Edad Generación Sexo Residencia

Trabajadora LCSI 20-30 LCSI Primera LCSI Hombreciudad


LCSI Atl^nta LCSI
Atlanta
Media-baja LCSI 31-40 LCSI Segunda LCIS Mujer LCSI área metro- LCSI
politana
Media Alta LCSI 41-50 LCIS Tercera L—

Cuarta o
Alta L~ 51-60 LCSI CLIS*
mas

61-70+ LCIS

14 L= lealtad, C= comunicación, S= sentimental, 1= instrumental. Un asterisco (*) indica diferencia con


estudios previos. Los guiones significan que ningún individuo respondió con acuerdo completo a las
afirmaciones relacionadas con esa dimensión.

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El análisis revela que la clase trabajadora usa el español sobre todo por motivos de
lealtad lingüística mientras las demás dimensiones están dominadas por la cuarta (y
subsecuentes) generaciones. En general, la clase trabajadora sobrepasa a las demás clases
en todas las dimensiones con actitudes más positivas consistentemente. El 94,1 % de los
participantes de clase trabajadora pero solo el 50 % de la clase alta estaban de acuerdo
completamente con la afirmación "he enseñado (o enseñaré) español a mis hijos", una
diferencia-de 44,1 %. La clasificación general de las dimensiones para todas las clases
sociales fue: lealtad, comunicación, sentimental e instrumental.
Por edades, los participantes de entre 41 y 50 años fueron quienes más frecuente
mente mostraron lealtad lingüística, aquellos entre 31 y 40 años respondieron más a las
dimensiones de comunicación y sentimental y los mayores de 61 años indicaron valores
instrumentales. En todos los grupos demográficos, las dos principales razones para usar el
español son la lealtad y la comunicación.
La única variable que produjo resultados inesperados fue la de generación. Nuestra
predicción, basada en los resultados de estudios anteriores, era que las primeras gene
raciones tendrían actitudes más positivas (especialmente en las categorías de lealtad y
comunicación) y que las generaciones subsecuentes usarían el español por motivos instru
mentales (por ejemplo, para obtener un trabajo). Sin embargo, observamos que las gene
raciones cuarta y subsecuentes superaron sistemáticamente a las primeras generaciones
en todas las dimensiones. La tabulación cruzada revela una diferencia del 49,6 % entre la
primera y la cuarta (o subsecuentes) generaciones que respondieron con completo acuerdo
a "uso el español porque es necesario para la comunicación diaria" y una diferencia del
15,7 % en la afirmación "me gusta usar el español". Es más, un participante de la primera
generación incluso mostró desacuerdo con esta afirmación.
Por tanto, se observan claras diferencias en las respuestas a las dimensiones de acti
tudes y el uso de español entre generaciones. En contraste con los resultados de Mejías
et al. (2003: 148), nuestros participantes de la cuarta y subsecuentes generaciones justifi
caron su uso del español principalmente por motivos de comunicación y lealtad lingüís
tica, seguidos de valores instrumentales y sentimentales (algo similar a las primeras dos
generaciones en el estudio de Mejías et al.) aunque en ambos casos seleccionaron el valor
sentimental en último lugar al considerarlo menos importante para expresar emociones.
Puesto que el valor comunicativo del español es tan alto y ha demostrado ser un indicador
fiable de mantenimiento lingüístico, podemos conjeturar que el español se conservará en
esta comunidad. Esto discrepa con la teoría tradicional del desplazamiento lingüístico
para la tercera o cuarta generación.
Por sexos, las mujeres indicaron actitudes más positivas hacia la lengua que los
hombres. Esto coincide con el estudio de Galindo (1995: 95) según el cual las mujeres
mostraban un mayor sentido de lealtad lingüística que los hombres. Sin embargo, es
importante señalar que ambos sexos coinciden en la misma clasificación de los valores:
lealtad, comunicación, sentimental, instrumental.
Por último, según el lugar de residencia, los participantes de la ciudad de Atlanta seña
laron más frecuentemente motivos de lealtad lingüística y comunicación mientras que los
residentes en la zona metropolitana mostraron más valores sentimentales e instrumen
tales. Como ejemplo, el 86,4 % de los residentes en la ciudad pero solo el 78,3 % de los
residentes en el área metropolitana estaban de acuerdo completamente con "me gusta usar
el español", una diferencia del 8,1 %, y un participante de la zona metropolitana mostró

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su desacuerdo con dicha afirmación. No obstante, ambas zonas clasificaron los valores de
las dimensiones en el mismo orden: lealtad, comunicación, sentimental e instrumental.
En conclusión, tras examinar cuidadosamente las cinco variables demográficas y sus
respectivas clasificaciones en el uso del español podemos aseverar que las variables que
juegan un papel más importante en las actitudes son la generación, la clase social y la
edad. Las generaciones cuarta y subsecuentes se desviaron de la norma clasificando el
valor comunicativo como el principal motivo de uso, mientras que tanto la clase trabaja
dora como los participantes entre 41 y 50 años de edad enfatizaron la lealtad lingüística
por encima de los demás valores.
Los resultados indican que nuestros participantes valoran las dimensiones motivadas
extrínsecamente (lealtad, comunicación, instrumental) por encima de las motivadas intrín
secamente (sentimental), lo cual tiene importantes implicaciones para el mantenimiento
de una lengua. El hecho de que la lealtad lingüística fuera la dimensión elegida con mayor
frecuencia que todas las demás indica que el español tiene prestigio y vitalidad etnolin
güística para los participantes y constituye una parte crucial de su identidad que merece
conservarse.

5. Conclusiones finales

Nuestra meta era examinar una muestra lo más representativa posible de la poblaci
hispanohablante en un estado "de nuevo crecimiento". Dado que muy pocas invest
ciones se han centrado en la relación entre actitudes y mantenimiento o pérdida del españ
especialmente en el sureste de EE. UU., es crucial que se lleven a cabo más estudios
este tipo para determinar la importancia de la relación entre ambos.
Nuestra hipótesis postulaba que a mayor contacto con el español, más positivas sería
las actitudes hacia la lengua y mayor probabilidad habría de mantenerse. Los resultado
indican que, efectivamente, las actitudes positivas y el uso en la familia y la comunid
pueden pronosticar el mantenimiento del español a pesar de que estas actitudes no siem
se traduzcan en una transmisión intergeneracional. Una mayor competencia lingüístic
conlleva actitudes más positivas. Otros factores influyentes son la generación, la edad
inmigración y de adquisición de ambas lenguas y el tiempo vivido en EE. UU.
Para concluir, nuestros participantes afirman mantener la lengua española así com
actitudes positivas hacia la misma. El hecho de que todos fueran bilingües corrobora e
esfuerzo y energía invertidos para preservar el español, no sólo a nivel individual sino
también en la familia y en la comunidad. A pesar de los malos augurios sobre la inevit
bilidad del desplazamiento lingüístico, nuestros resultados presagian que el español en
Atlanta y su área metropolitana no corre peligro de desaparecer en un futuro próximo.

Agradecimientos

Agradecemos al programa de UROP en Georgia Tech los fondos de investigaci


recibidos para llevar a cabo este proyecto, a Jorge Bretón por su ayuda en la distribució
del cuestionario y a la Dra. Skelley-Jordan por su asistencia en la parte de análisis est
dístico del estudio.

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