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INTRODUCCIÓN
Seguramente es poco lo que sabemos de John Henry Newman, rara vez en
la vida nos han hablado del mismo (fue mi caso, durante el periodo donde
realice mis estudios de pregrado en Teología, no tengo en los recuerdos de mi
memoria alusiones a este gran hombre, cosa que no indica que haya sido
insuficiente la formación académica que recibí por parte de mis maestros); sin
embargo es una situación en la que el mundo de habla hispana se ve
sumergido, ya que sólo hasta ahora (y eso con motivo de la beatificación del
cardenal Newman) se están traduciendo al castellano gran número de sus
obras.
¿Quién es John Henry Newman? ¿Por qué reflexionar sobre su vida y su
trabajo en estos diálogos de fe y razón? ¿Cuál es la actualidad de este hombre?
¿Por qué el título de este encuentro: Newman: entre la razón y lo
sobrenatural? Son las preguntas claves que se convierten en eje fundamental
de nuestra reflexión en esta mañana.
Pienso que el Cardenal Newman es uno de los mejores personajes, entre
muchos otros obviamente, para exaltar el valor y el esfuerzo de ustedes,
docentes, en la noble empresa de la educación. John Henry Newman siempre
se interesó por la educación, y en especial por la formación universitaria,
actitud presente a lo largo de toda su vida, desde que era un joven estudiante
en la Universidad de Oxford. Sus sermones, sus conferencias, sus escritos, sus
novelas, y podríamos decir, hasta sus plegarias, están marcadas por el sello
indeleble de un hombre que quiere educar, educar intelectualmente y educar
en la fe, alguien para el cual razón y fe tienen un papel fundamental en el
desarrollo integral del hombre. Su producción intelectual está marcada por su
interés educativo y al mismo tiempo por su valor apologético (el esfuerzo por
hacer caer en cuenta que la fe no tiene nada de superstición e irracionalidad,
como lo afirma el sermón XII, de sus Sermones Universitarios). Newman es
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un hombre actual, atento a los signos de los tiempos al igual que atento a sus
interlocutores.
Llevemos a cabo esta reflexión centrándonos en tres puntos esenciales:
1. Una breve biografía.
2. Benedicto XVI y John Henry Newman.
3. La fe y la razón, o entre la razón y lo sobrenatural.
tempi; e perché, a meno che questa Chiesa fosse la Chiesa di Roma non ne esistevano
altre”. Era evidente come la Comunione anglicana non fosse una vera Chiesa e che,
pertanto quando il termine Chiesa veniva usato dell’Anglicanesimo e da Roma assumeva
due significati completamente diversi». J. MORALES MARÍN, John Henry Newman, La vita
(1801-1890), 163.
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J.H. NEWMAN, Apologia pro Vita Sua. Historia de mis ideas religiosas, 212.
6
P. LANGA AGUILAR, Cardenal Newman y convertidos de los siglos XVIII y XIX, 61.
5
10
J.H. NEWMAN, «Fifteen Sermons preached before the University of Oxford, between
A.D. 1826 and 1843. {1} Sermon I. The Philosophical Temper, first enjoined by the
Gospel», 48.
11
J.H. NEWMAN, Perder y Ganar, 27.
9
15
J.H. NEWMAN, «Fifteen Sermons preached before the University of Oxford, between
A.D. 1826 and 1843. {251} Sermon XIII. Implicit and explicit Reason», 470.
16
J.H. NEWMAN, «Fifteen Sermons preached before the University of Oxford, between
A.D. 1826 and 1843. {251} Sermon XIII. Implicit and explicit Reason», 472.
17
R. FISICHELLA, «Newman, John Henry», DTF, 1029.
11
19
J.H. NEWMAN, «Fifteen Sermons preached before the University of Oxford, between
A.D. 1826 and 1843. {16} Sermon II. The Influence of Natural and Revealed Religion
Respectively», 76.
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20
J.H. NEWMAN, «Fifteen Sermons preached before the University of Oxford, between
A.D. 1826 and 1843. {16} Sermon II. The Influence of Natural and Revealed Religion
Respectively», 86.
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«Newman sostiene che la fede religiosa, come ogni convizione, è “influenzata… meno
dalle prove, e più da principi, opinioni e desideri nutriti precedentemente”, in altre parole,
da “probabilità antecedenti”. È quando queste “predisposizioni” sono giuste che “noi
facciamo bene a credere”, anche se “in base a prove scare”. La fede, allora, è un “principio
morale” nel senso che è “creata nella mente, non tanto da fatti quanto da probabilità”». I.T.
KER, Newman: La fede, 9.
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que se nos abre ante nuestros ojos. Michele Marchetto, en la introducción que
hace a la edición de los Scritti Filosofici, de Newman, nos hace caer en cuenta
que la probabilidad es elucubración demostrativa:
La probabilidad, cuya evidencia reguarda datos de hecho y es por esto diversa de
aquella demostrativa que tiene que ver con el pensamiento abstracto, no puede dar
más que informaciones imperfectas, las cuales son interesantes seres de la
capacidad cognitiva limitada que somos nosotros: es por esto que para nosotros
«la probabilidad es la misma guía de la vida»23.
De ahí que la vida de todo hombre se deja guiar por una experiencia que
implica riesgo, aventura, apuesta por la diferencia; sería un error grandísimo,
tratar de medir la existencia de la humanidad, en la experiencia de hechos fríos
y calculados; sería un reduccionismo catastrófico del sentido de la humanidad,
que implica precisamente esto, dejarse llevar por el latir del corazón que abre
camino de posibilidad por encontrar un futuro nuevo y mejor24.
J.H. Newman, nos presenta la fe, como una realidad tan presente y honda en
la intimidad del ser humano, como lo es la capacidad de razonar, a sus
palabras y a su actuar; pero, al mismo tiempo nuestro autor quiere hacernos
caer en la cuenta que es muy peligroso hacer reduccionismos que lleven a la
contemplación del misterio del hombre, que es un destello de la manifestación
del misterio de Dios, desde la óptica meramente racionalista. Fe es una manera
de razonar de forma diversa, ya que su fundamento no se puede mostrar, como
el mismo Newman lo dice:
La fe es un proceso racional en el que una porción muy grande de lo que
fundamenta la inferencia no puede mostrarse; o sea, es mucho lo que radica en el
carácter de la misma persona creyente, en su modo de ver las cosas en general, su
estimación de lo que es probable e improbable, las expectativas que provienen de
sus deseos innatos y las impresiones que tiene en cuanto a la voluntad de Dios.
Todo esto es tan complejo que siempre parecerá irracional y despreciable ante el
mundo; hasta que… los hechos posteriores lo confirmen25.
23
M. MARCHETTO, «Monografia introduttiva. La filosofia di John Henry Newman»,
XLI.
24
«Newman vuol dire che non è la fede, per il suo contenuto intellettuale, a fondare e a
trascinare dietro a sé la speranza, orientandone i desideri. L’uomo non conosce solo con la
razionalità. L’uomo conosce con la sensibilità del cuore e degli affetti; il suo desiderio
profondo, la sua speranza sostengono il suo assenso conoscitivo alla rivelazione, che è una
risposta all’uomo totale» L. CHIRATRIN, Newman, Catechista Universitario, 101.
25
J.H. NEWMAN, «Fifteen Sermons preached before the University of Oxford, between
A.D. 1826 and 1843. {202} Sermon XI. The Nature of Faith in relation to Reason», 406.
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26
J.H. NEWMAN, «An Essay in aid of A Grammar of Assent», 1000.
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IV)… y más adelante «He dicho que todas las ramas del saber están ligadas
entre sí, porque el objeto del saber es íntimamente unitario en sí mismo, dado
que consiste en los actos y en las obras del Creador… Ellas se complementan,
se corrigen, se equilibran recíprocamente» (Discurso V) (frente a esto pone el
ejemplo de los colores, con sus diversos matices y contrastes, al igual que las
ciencias según la compañía que tengan.
Newman hace un elogio al llamado saber liberal, en estos términos: «Es
acostumbrado hablar de “saber liberal”, de las “artes y de los estudios
liberales” y de “una educación liberal”, como de la característica peculiar o
propiedad de la Universidad y del caballero; ¿en realidad qué cosa se entiende
con esta palabra? Ahora, en primer lugar, en su significado gramatical ella es
opuesta a servil; y por “trabajo servil” se entiende, como nos informa nuestro
catecismo, el trabajo físico, las ocupaciones mecánicas y similares, con los
cuales la mente tiene poco o nada que hacer. Análogas a estos trabajos serviles
son aquellas artes, admito que no merecen el nombre, de las que habla el poeta
(Ética a Nicómaco de Aristóteles), que deben su origen y su método al caso,
no a la habilidad; como, por ejemplo, la práctica y las acciones de un
empírico. En la medida en la cual este contraste se puede considerar una guía
al significado de la palabra, la educación liberal y las investigaciones liberales
son ejercicios de la mente, de la razón, de la reflexión» (Discurso V), en este
orden de ideas, habla de la Teología: «Si, por ejemplo, la teología, en vez de
ser cultivada como contemplación, se limitase al objeto del púlpito o fuese
representada por el catecismo, perdería, - no su utilidad, ni su carácter divino,
ni sus méritos, - sino que perdería el particular atributo que estoy ilustrando; -
la teología en efecto ejercitada en este modo no es simple conocimiento, sino
más que todo es un arte o una ocupación que hace uso de la teología. Y así
parece que también esto que es sobrenatural no sea necesariamente liberal, ni
un héroe necesariamente un caballero, por la clara razón que una idea no es
otra idea». (Discurso V). En síntesis, la educación liberal apunta a la
formación de los buenos hombres, pero el saber teológico apunta a hacerlos
santos, y los dos se deben complementar: «El saber es una cosa, la virtud es
otra; el buen sentido no es la consciencia, el perfeccionamiento no es la
humildad, ni la amplitud y corregimiento de vista no son la fe. La filosofía,
por cuanto iluminada, por cuanto profunda, no da sin embargo mandatos a las
pasiones, ni motivos que influencian, ni principios que vivifican. La educación
liberal no hace el cristiano ni el católico, sino el caballero. Está bien ser
caballero, está bien tener un intelecto educado, un gusto delicado, una mente
sincera, y he aquí, imparcial, un comportamiento noble y cortés en la conducta
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CONCLUSIÓN
En el horizonte cultural del siglo XXI, Newman promueve el dialogo entre
fe y cultura, tenemos que volver a la invitación que nos hace de alargar el
proceso del conocimiento. Newman no quiere entender el mundo de la cultura
y de la razón, como sistema rígido y estático; quiere comprenderlo como
realidad dinámica, en la cual, al centro siempre estará la persona humana que
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cree, que se interroga por el valor de las cosas, que busca la verdad. Sólo
asumiendo esta actitud, podemos entender que el progreso de la humanidad,
asumido desde la herencia teológica que nos deja el cardenal John Henry
Newman, es un diálogo entre fe y razón, que no quiera convertir la una
esclava de la otra, sino encontrando juntos un camino a la sabiduría que viene
de lo alto, donde se es capaz de saltar la barrera de la especulación cerrada,
para dejar escapar las motivaciones interiores que siempre arden en deseo de
vivir la aventura de lo eterno.
Concluyendo esta reflexión, recuerdo un pequeño libro que leí de Eric-
Emmanuel Schmitt, novelista francés, llamado Oscar y la dama de rosa; se
cuenta la historia de un pequeño niño de 10 años, quien está enfermo de
cáncer y gracias al consejo de una de las voluntarias del hospital donde se
encuentra internado, empieza a escribir cartas a Dios, narrando lo que
acontece en cada uno de sus días; lo particular es que es la historia de un niño
nacido y crecido en medio de una familia no creyente, y allí descubre el valor
de la presencia de Dios, y porque no, descubre la fuerza y la sutileza de la fe.
En esta serie de acontecimientos, este pequeño libro termina de la siguiente
forma, narrando la carta de la voluntaria que había conocido al pequeño, y en
donde le escribe a Dios hablando de la muerte del mismo: «En los últimos tres
días, Oscar había puesto una nota sobre su mesa de noche. Creo que tiene que
ver contigo. Había escrito: “Sólo Dios tiene el derecho de despertarme”» 31. El
hombre no se despierta al mundo porque una fórmula de ciencia establecida le
da la solución correcta para alcanzar ciertos grados de asombro frente a lo que
vive todos los días. El hombre se despierta al mundo porque ha sido capaz de
hacer silencio en el afán de sus días y descubrir el suave susurro de una voz
que habla en su conciencia, que lo motiva y le da fuerzas para seguir adelante,
para convertirse en alguien nuevo, para ser artífice de la transformación de la
realidad que lo rodea. Sólo en la medida que seamos capaces de descubrir el
mundo con ojos de asombro y de novedad, con los ojos de una imaginación
regalada a tal punto que invita a ser protagonista de la historia, podremos decir
sólo Dios tiene el derecho de despertarnos, porque sólo quien es capaz de
abrir su corazón al diálogo con otro Corazón, será capaz de alcanzar un
conocimiento que no sólo podrá afectar la mente, sino que es capaz de
transformar la vida.
¡MUCHAS GRACIAS!
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E.E. SCHMITT, Oscar e la dama in rosa, 90.