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Trabajo Práctico Nº1

La comunicación animal y lenguaje humano; rasgos comunes y rasgos


específicos del lenguaje humano. La aparición del lenguaje oral en la especie
humana.

Objetivos:

• Determinar los rasgos comunes y específicos de la comunicación animal


y el lenguaje humano.
• Analizar los procesos evolutivos de la aparición del lenguaje oral en la
especie humana.

Actividades

1) Hockett afirma: “de ningún modo es el hombre el único animal capaz de


establecer algún tipo de comunicación” (p. 548). A partir de esta afirmación, y siguiendo
su línea argumental:
a) Defina comunicación.
b) Enumere los ejemplos de comunicación animal que utiliza para confrontar
con el lenguaje humano.
c) Sintetice los alcances de las quince propiedades.
d) Explique aquellas propiedades específicas del lenguaje humano
propuestas por el autor.
2) Establezca, desde el punto de vista de la evolución, cuándo, cómo y en
qué orden aparecen las propiedades del lenguaje humano.

Bibliografía
Hockett, Charles (1971) Curso de Lingüística moderna. Buenos Aires: Editorial
Universitaria de Buenos Aires. Capítulo LXIV: El puesto del hombre en la naturaleza.
(pp. 547-575)

Desarrollo
1.a) Se denomina comunicación a todos aquellos hechos por medio de los
cuales un organismo estimula a otro.
De esta manera, a pesar de la variación que muestran las distintas lenguas en
muchos aspectos, todas tienen en común –como sistema de comunicación- una serie
de características o propiedades básicas.
1.b) Es obvio que la habilidad de comunicación no está restringido a la especie
humana: los animales en grupos interactúan de una manera comunicativa: LAS
ABEJAS se ‘‘dicen’’ unas a otras dónde se encuentra la fuente del néctar, etc. (véase
Hockett).
Experiencias recientes con chimpazees quienes tienen un aparato vocal
extremadamente limitado (comparado con el aparato vocal humano) han sido
educados/criados como infantes (rodeados de otros seres humanos y no de monos) y
se les ha enseñado lengua de señas a fin de sortear las dificultades para expresarse
verbalmente.
LAS ABEJAS con su danza no pueden expresar más que una serie limitada de
mensajes y de hecho no usan este sistema del que disponen más que para denotar
ciertos significados. La comunicación animal posee un repertorio limitado de
significados, aun en el caso de los mamíferos inteligentes. UN PERRO puede señalar
su deseo de ingresar en la casa al ladrar o al llorar, o que podría llegar a morder
cuando muestra sus dientes.
La situación con LOS CHIMPANCÉS es más complicada pero más interesante.
En la selva, los chimpancés usan un sistema de comunicación similar al de otros
mamíferos. Sin embargo, y puesto que en cuanto a su inteligencia el chimpancé está
más cercano en la cadena evolutiva en la especie humana, se han realizado
experiencias de enseñanza-aprendizaje y uso del lenguaje humano con ellos.
En la primera experiencia que se realizó se intentó en el laboratorio enseñarle
lenguaje humano al chimpancés. Durante 7 años estuvo aislado (Vicki- Hayes) y en ese
lapso aprendió sólo 4 palabras (mama, papa, up, cup) y las pronunciaba con dificultad.
Conclusión: los chimpancés no están fisiológicamente adaptados para manejar el
lenguaje verbal.
Además de esto, habría que preguntarse si tienen la capacidad mental, el
desarrollo cerebral adecuado para adquirir y manejar el lenguaje humano, una lengua
determinada.
LAS ABEJAS, danzan pero ellas no pueden establecer comunicación que no sea
la dirección y distancia de un lugar respecto de la colmena y si lo hacen, es por medio
de otros sistemas igualmente reducidos. Otro ejemplo a nombrar, es el caso del PEZ
ESPINOSO, el cual es innegable que se trata de comportamiento comunicativo, pero si
acaso, el sistema es aún menos flexible que la danza de las abejas, por lo de que sus
convenciones se adquieren también seguramente por vía genética y no por medio de
aprendizaje.

1.c) Las propiedades de la comunicación son las siguientes:


1. Vía vocal-auditivo: en el lenguaje, las señales que se emiten consisten
íntegramente en pautas de sonidos, producidas mediante movimientos del aparato
respiratorio y del sector superior digestivo. Ninguna actividad concomitante del
hablante, aunque produzca algún sonido, forma parte del habla. Las señales se reciben
por intermedio del oído, si bien hay oraciones, si bien hay ocasiones en que la
observación de los movimientos articulatorios de los hablantes ayuda al oyente a
comprender señales que de otro modo podrían resultar inteligibles por efecto del ruido
del ambiente.
No todos los sonidos y rasgos fónicos que producen los movimientos
articulatorios son parte del lenguaje y otros fenómenos semejantes que son útiles
clasificar como fenómenos paralingüísticos.
La vía vocal-auditivo es una propiedad compartida con el animal pero sólo el
hombre tiene vocálicos.
2. Transmisión irradiada y recepción dirigida: en cualquier sistema de
comunicación será de tipo irradiado, todo órgano o aparato fonador que se encuentre a
distancia apropiada detectará la señal. Como complemento de la transmisión irradiada,
la audición suele estar razonablemente orientada respecto de la localización de la
fuente sonora. En consecuencia, las señales sonoras no necesitan, por lo general
incluir ninguna especificación del lugar en que se halla el emisor que las transmite, ésta
información la imparte la estructura física de la vía misma, y es por cierto difícil de
retener.
3. Fading rápido/ evanescencia: es también consecuencia de la naturaleza
física del sonido, las señales son evanescentes y a menos de ser captadas en el
momento justo se pierden. El aspecto del fading rápido es que impide que los mensajes
ya transmitidos cubran desordenadamente el canal de comunicación e imposibiliten la
transmisión de otros nuevos. La naturaleza no registradora del lenguaje se ha visto
compensada en tiempos recientes por la invención de varios sistemas registradores
derivados, de las cuales el primero fue la escritura (nada semejante a ella se ha
descubierto hasta ahora entre animales).
4. Retroalimentación total: salvo excepciones patológicas, cualquier
hablante de una lengua humana oye todo lo que dice en el momento de decirlo y ésta
retroalimentación auditiva se completa con la retroalimentación vocálica. Cada señal
emitida forma del estímulo que condiciona la emisión y naturaleza de la siguiente. No
puede ocurrir sino en un sistema de comunicación que esté caracterizada por la
intercambiabilidad y retroalimentación total y estas son dos propiedades que permiten
al ser humano “interiorizar” los papeles de otros y mantener conversaciones consigo
mismo, y trasladando así las situaciones en que está momentáneamente solo todo el
poder del lenguaje para resolver problemas y conflictos.
5. Intercambiabilidad: poseen esta propiedad todos aquellos sistemas en los
cuales los organizamos con participantes que están capacitados para transmitir
mensajes y, lo están también para recibir y viceversa. En el caso del mensaje, todo
hablante adulto, de una lengua es en principio también un oyente y está teóricamente
capacitado para decir cualquier cosa; que es capaz de entender cuando otro la dice; la
excepciones son patológicas.
6. Especialización: diremos pues, que un hecho de comunicación –o todo
sistema de comunicación- está especializado, en el grado en que sus consecuencias
energéticas directas sean biológicamente irrelevantes. El lenguaje es evidentemente un
sistema de comunicación especializado.
7. Semanticidad: cuando los elementos de un sistema de comunicación
tienen denotaciones –es decir, tiene lazos asociativos con cosas y situaciones o con
tipos de cosas y situaciones, del entorno de quienes lo emplean y cuando el
funcionamiento del sistema reposa sobre tales lazos decimos que el sistema es
semántico; todas las lenguas son semánticas.
8. Arbitrariedad: en un sistema semántico de comunicación decimos que hay
conicidad, en la medida en que cada símbolo se parece a su denotación en contornos
físicos o en la medida en que todo el repertorio de símbolos del sistema muestra
similitud geométrica con todo el repertorio de significados. En la medida en que un
símbolo o un sistema no es icónico decimos que es arbitrario. Las relaciones
semánticas básicas de una lengua son extremadamente arbitrarias, es decir, no hay
ninguna similitud entre el sonido y la palabra “perro” (chien, dog) y la apariencia, el
sonido o el olor de un perro. Débiles huellas de iconicidad, aparecen así las
onomatopeyas y formas parcialmente onomatopéyicas y hemos visto ya que incluso en
ellas intervienen en gran porción el elemento arbitrario. La ventaja de la arbitrariedad
sobre la iconicidad- en las lenguas frente a la comunicación de las abejas, por ejemplo
es idéntica a la ventaja de un sistema alfabético de escritura sobre uno pictórico o la
que tiene una computadora digital sobre una analógica (icónica).
9. Carácter discreto: los fonemas de una lengua no son sonidos sino
regiones de sonidos extraídos por cuantización del contenido multidimensional de
sonidos vocálicos, fisiológicamente posibles, y en cada lengua esa cuantización
produce diferentes repertorios discretos de fonemas. Toda emisión lingüística debe
diferir de cualquier otra de la misma longitud al menos por un rasgo fonológico
completo: las emisiones no pueden ser indefinidamente similares a otras.
10. Desplazamiento: unos pocos sistemas semánticos, entre los que se
cuenta el lenguaje y sistemas derivados, como la escritura, tienen la propiedad de que
aquellos a que se refiere la comunicación pueden estar alejados en tiempo y espacio
del momento y lugar en el que se establece la comunicación.
11. Dualidad: todas las lenguas humanas tiene dualidad de pautamiento: una
estructura cenemática que es el sistema fonológico, pleremático que es el sistema
gramatical. Toda emisión de una lengua consiste en un ordenamiento de fonemas. Los
fenómenos paralingüísticos, por el contrario, no tiene dualidad.
En tanto, cualquier porción de la comunicación vocal-auditiva humana que tenga
propiedades de dualidad y de carácter discreto no pueden distinguirse
operacionalmente de la porción que tradicionalmente llamamos lenguaje y debe por lo
tanto ser parte de él. Cuando un sistema tiene dualidad, la función básica de su
estructura semántica es la de identificar mensajes y mantenerlos distintos unos de
otros. Una emisión producida en una situación dada difiere por mucho más que por un
rasgo fonológico mínimo de cualquier otra emisión que podría aparecer en las mismas
circunstancias.
12. Productividad: un sistema de comunicación en el que es posible crear y
comprender sin dificultad mensajes nuevos en un sistema productivo. Así, la
productividad supone solo un finito de unidades elementales de señalación (morfemas)
y de pautas que permiten la generación de un número transfinito aunque enumerable
de mensajes totalmente distintos.
13. Transmisión cultural o tradicional: para que un organismo pueda participar
en un sistema de comunicación, las convenciones de ese sistema tienen que
establecerse de alguna manera en ese organismo. Hay dos mecanismos biológicos
que lo hacen posible, uno es el mecanismo genético, en donde los genes del individuo
heredado de sus padres, rigen las pautas de crecimiento y de comportamiento de ese
individuo; el otro mecanismo es la tradición, la cual se transforma en transmisión
cultural en el momento en que se transmite los hábitos tradicionales tiene amplia
intervención el uso de símbolos. Así, lo primero que comienza a adquirirse el sistema
de comunicación de la comunidad, y todo aprendizaje posterior se lleva a cabo en
términos de sistemas de comunicación.
14. Prevaricación: los mensajes lingüísticos pueden ser falsos y pueden no
tener ningún significado en el sentido lógico. Esta propiedad se halla en la base de la
mentira, de la ficción, del error, de la superstición, pero también de la formulación de
hipótesis.
15. Reflexividad: en una lengua es posible comunicarse acerca de la
comunicación misma. Este carácter reflexivo del lenguaje no se encuentra, a lo que
parece en ningún otro sistema de comunicación animal.
1.d) 1. Especialización: diremos pues, que un hecho de comunicación –o todo
sistema de comunicación- está especializado, en el grado en que sus consecuencias
energéticas directas sean biológicamente irrelevantes. El lenguaje es evidentemente un
sistema de comunicación especializado.
2. Arbitrariedad: en un sistema semántico de comunicación decimos que hay
conicidad, en la medida en que cada símbolo se parece a su denotación en contornos
físicos o en la medida en que todo el repertorio de símbolos del sistema muestra
similitud geométrica con todo el repertorio de significados. En la medida en que un
símbolo o un sistema no es icónico decimos que es arbitrario.
Las relaciones semánticas básicas de una lengua son extremadamente
arbitrarias, es decir, no hay ninguna similitud entre el sonido y la palabra “perro” (chien,
dog) y la apariencia, el sonido o el olor de un perro. Débiles huellas de iconicidad,
aparecen así las onomatopeyas y formas parcialmente onomatopéyicas y hemos visto
ya que incluso en ellas intervienen en gran porción el elemento arbitrario. La ventaja de
la arbitrariedad sobre la iconicidad- en las lenguas frente a la comunicación de las
abejas, por ejemplo es idéntica a la ventaja de un sistema alfabético de escritura sobre
uno pictórico o la que tiene una computadora digital sobre una analógica (icónica).
3. Carácter discreto: los fonemas de una lengua no son sonidos sino
regiones de sonidos extraídos por cuantización del contenido multidimensional de
sonidos vocálicos, fisiológicamente posibles, y en cada lengua esa cuantización
produce diferentes repertorios discretos de fonemas. Toda emisión lingüística debe
diferir de cualquier otra de la misma longitud al menos por un rasgo fonológico
completo: las emisiones no pueden ser indefinidamente similares a otras.
4. Desplazamiento: unos pocos sistemas semánticos, entre los que se
cuenta el lenguaje y sistemas derivados, como la escritura, tienen la propiedad de que
aquellos a que se refiere la comunicación pueden estar alejados en tiempo y espacio
del momento y lugar en el que se establece la comunicación.
5. Dualidad: todas las lenguas humanas tiene dualidad de pautamiento: una
estructura cenemática que es el sistema fonológico, pleremático que es el sistema
gramatical. Toda emisión de una lengua consiste en un ordenamiento de fonemas. Los
fenómenos paralingüísticos, por el contrario, no tiene dualidad.
En tanto, cualquier porción de la comunicación vocal-auditiva humana que tenga
propiedades de dualidad y de carácter discreto no pueden distinguirse
operacionalmente de la porción que tradicionalmente llamamos lenguaje y debe por lo
tanto ser parte de él. Cuando un sistema tiene dualidad, la función básica de su
estructura semántica es la de identificar mensajes y mantenerlos distintos unos de
otros. Una emisión producida en una situación dada difiere por mucho más que por un
rasgo fonológico mínimo de cualquier otra emisión que podría aparecer en las mismas
circunstancias.
6. Productividad: un sistema de comunicación en el que es posible crear y
comprender sin dificultad mensajes nuevos en un sistema productivo. Así, la
productividad supone solo un finito de unidades elementales de señalación (morfemas)
y de pautas que permiten la generación de un número transfinito aunque enumerable
de mensajes totalmente distintos.
7. Transmisión cultural o tradicional: para que un organismo pueda participar
en un sistema de comunicación, las convenciones de ese sistema tienen que
establecerse de alguna manera en ese organismo. Hay dos mecanismos biológicos
que lo hacen posible, uno es el mecanismo genético, en donde los genes del individuo
heredado de sus padres, rigen las pautas de crecimiento y de comportamiento de ese
individuo; el otro mecanismo es la tradición, la cual se transforma en transmisión
cultural en el momento en que se transmite los hábitos tradicionales tiene amplia
intervención el uso de símbolos. Así, lo primero que comienza a adquirirse el sistema
de comunicación de la comunidad, y todo aprendizaje posterior se lleva a cabo en
términos de sistemas de comunicación.
8. Prevaricación: los mensajes lingüísticos pueden ser falsos y pueden no
tener ningún significado en el sentido lógico. Esta propiedad se halla en la base de la
mentira, de la ficción, del error, de la superstición, pero también de la formulación de
hipótesis.
9. Reflexividad: en una lengua es posible comunicarse acerca de la
comunicación misma. Este carácter reflexivo del lenguaje no se encuentra, a lo que
parece en ningún otro sistema de comunicación animal.

2) Desde el punto de vista de la evolución, contamos con dos tipos de datos: 1)


los fósiles y los testimonios arqueológicos y geológicos; 2) la estructura física y los
hábitos de vida de los otros hominoideos de hoy y de nosotros mismos, que
compartimos con aquéllos una ascendencia común que no comparte ninguna otra
especie viviente; a esos antepasados comunes los llamaremos protohominoideos.
Entre los datos del primer tipo, el que mejor permite establecer la época y
proveniencia de los protohominoideos es el proconsul, un hominoideo fósil muy antiguo
del que se han identificado hasta ahora varias especies. De su localización, cronología
y morfología se deduce que los protohominoideos debieron vivir en el este de África
durante el rnioceno medio o inferior o –lo más temprano— durante el oligoceno
superior.
Así, los protohominoideos, de sus antepasados totalmente arborícolas
heredaron la aguda visión acomodativa característica de los primates superiores, el
poco sentido olfatorio, la transformación de las extremidades anteriores en brazos
libremente movibles, con manos manipuladoras, y el encéfalo algo más grande que en
el común de los mamíferos terrestres. Eran más pequeños que nosotros, pero más
grandes que los gibones; tenían músculos faciales móviles y grandes caninos; eran
peludos y carecían de cola. Eran expertos trepadores y pasaban buena parte de su
vida en los árboles de los bosques tropicales o subtropicales que constituían su hábitat;
allí tenían sus nidos y allí dormían. Pero no eran muy expertos en la braquiación y sus
actividades se desarrollaban no sólo entre los árboles, sino también en tierra. Allí
podían adoptar una postura semierecta y sentarse dejando los brazos libres para la
manipulación; podían caminar en cuatro patas y correr con las dos posteriores, pero la
marcha bípeda era infrecuente y torpe. Ocasionalmente recogerían un palo o una
piedra y los usarían como herramientas; es posible que los modificasen ligeramente,
con manos y dientes, y que los transportase un corto trecho para uso inmediato,
arrojándolos después. Transportaban también otras cosas, en la boca o con las manos,
durante la construcción del nido. Su dieta era vegetariana, pero figuraban también en
ella gusanos y gorgojos y, algunas veces, pequeños mamíferos o aves que por estar
lastimados o enfermos no podían escapar. Ocasionalmente se alimentaban también
con los despojos de los animales carnívoros. La gestación duraba unas treinta
semanas y los mellizos eran tan raros como lo son hoy entre los seres humanos. La
prole requería y recibía los cuidados maternos durante muchos meses. El crecimiento
se completaba, en ambos sexos, a los nueve o diez años y el lapso vital era,
potencialmente, de unos treinta años. El ciclo menstrual reemplazaba en las hembras
la época del celo. Los machos adultos se interesaban sexualmente por las hembras y
"paternalmente" por la prole, pero sin lazos familiares permanentes. Se agrupaban en
bandas de diez a treinta miembros, cuya constitución típica era de uno o muy pocos
machos adultos, varias hembras y la cría. Cada banda habitaba un territorio de límites
imprecisos cuyo centro era el grupo específico de árboles en que construían sus nidos.
Con respecto a las bandas adyacentes las relaciones eran neutrales u hostiles, rara
vez amistosas; pero debía haber bastante contacto como para proveer a un cierto inter-
cambio de genes. Dentro de cada banda las actividades colectivas demandaban
coordinación, la que se obtenía mediante varias formas de comunicación: movimientos
del cuerpo, empujones y tironeos, cambios en el olor corporal y señales vocales. Las
convenciones de esas formas de comunicación se trasmitían en gran parte
genéticamente, pero en cierta parte también por tradición, adquiriéndolas los jóvenes a
través de su participación, bajo la dirección de los adultos, en las actividades del grupo.
Esto supone una cierta capacidad para aprender por experiencia y para trasmitir a otros
miembros de la banda cualquier nueva habilidad así adquirida, en un proceso más de
enseñanza y aprendizaje que de lenta selección genética.
No tenían la facultad de hablar. Lo más que podemos atribuirles válidamente a
este respecto es un sistema de gritos similar al de los modernos gibones, que era,
corno éste, improductivo y carecía de las propiedades de desplazamiento y dualidad;
tenía en común con el lenguaje humano, en cambio, las propiedades I-IX y quizá
también, hasta cierto punto, la de trasmisión tradicional. Aunque lo más seguro es
suponer que la tradición desempeñaría un papel muy secundario respecto del
mecanismo genético.

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