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Los salarios mínimos mundiales y su

relación con el coste de la vida (CAP. 7)


El debate sobre el sueldo mínimo en Estados Unidos, impulsado por la apuesta del
presidente demócrata Barack Obama de subir los 7,25 dólares a la hora (unos 5,50 euros)
a 9 dólares ha provocado que muchos americanos (pero no únicamente ellos, sino que se
trata de un debate que se ha extendido a todo el planeta) se hayan preocupado por
compararse con las retribuciones mínimas recibidas en otros países durante los últimos
meses. Reino Unido, además, se preguntaba esta misma semana si no sería necesario
premiar fiscalmente a las empresas que aumenten el sueldo mínimo de sus trabajadores
para evitar abrir más la brecha de la riquez en las islas británicas.

Los datos han servido tanto para defender la medida como para negar su utilidad.
Sus partidarios de la misma recuerdan que Estados Unidos es uno de los países con uno de
los sueldos mínimos más bajos y que esta cláusula es una garantía de protección social
para los trabajadores de menor cualificación. Otros recuerdan que este bajo coste por
trabajador reflejado en los contratos americanos permite que el mercado laboral sea mucho
más flexible, una labilidad que se perdería en caso de obligar a las empresas aumentar el
mínimo percibido. Actualmente, en España el sueldo mínimo mensual se encuentra en los
752,85 euros en 12 pagas (645,30 en 14).. Este tema no ha estado exenta de polémica
durante los últimos meses, especialmente después de que el Banco de España sugiriese no
aplicar el SMI a los parados de larga duración.

Estos datos tienen en cuenta tanto el sueldo como el coste de la vidaSin embargo, como
recordaba un artículo publicado en The Atlantic, lo que muchos de estos acercamientos al
sueldo mínimo interprofesional obvian es que este depende enormemente del nivel de
vida de cada país y por ello, no puede analizarse en términos absolutos. Por eso, la manera
más acertada de analizar este dato es a partir de la llamada paridad de poder adquisitivo,
definida como “la suma final de cantidades de bienes y servicios producidos en un país, al
valor monetario de un país de referencia”.

En definitiva, se trata de una de las mejores maneras de homogeneizar datos muy diferentes
en cada país y que elimina de la ecucación la depreciación o apreciación de una moneda,
por lo que refleja con mayor fiabilidad el auténtico valor del dinero recibido. No obstante,
sus críticos recuerdan que no tiene en cuenta las diferencias de calidad de vida que pueden
existir entre las ciudades de un mismo país, y que en algunos casos, pueden ser muy
significativas. Su origen se encuentra, curiosamente, en las ideas de la Escuela monetaria
de Salamanca, profundamente estudiada por el economista austro-estadounidense Joseph
Schumpeter. Pero, ¿cuáles son los países donde sus trabajadores gozan de un sueldo
mínimo más alto?

La supremacía de Centroeuropa

La Vieja Europa y su larga tradición en lo referente a los derechos de los trabajadores hace
que los primeros puestos de los 26 países analizados por la OECD (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos) estén copados por países europeos en el año
2011, último del que se tiene constancia. Se trata de una tabla que, como señala la
información proporcionada por la organización, se crea a partir de los datos obtenidos por
el CPI (índice de precios del consumidor) que son convertidos a la misma moneda, el dólar
americano.

El primer lugar corresponde a Luxemburgo, con sus 10,4 dólares a la hora (unos 7,8
euros), y con un sueldo mínimo real de 13,35 dólares, el segundo mayor del mundo. Le
sigue poco después Francia, que otorga como mínimo 10,2 dólares a sus trabajadores cada
hora. En el tercer puesto se encuentra Australia, el que en términos absolutos es el país con
un sueldo mínimo más alto pero, debido a que su nivel de vida es muy superior al de otros
países, se atenúa en la comparación hasta los 9,8 dólares la hora. Una diferencia sustancial
con el mínimo de 16 dólares real.

Siguen en la lista dos países del continente europeo, Bélgica (con 9,5 dólares la hora) y
Holanda (9,2 dólares). Un poco más abajo se encuentra Irlanda, que paga 9 dólares cada
hora a los trabajadores, y el Reino Unido (8,2 dólares). A continuación aparece otro país
oceánico, Nueva Zelanda, que prácticamente empata con Inglaterra. Es en los puestos ocho
y nueve donde entran los países norteamericanos, con Canadá (7,6) y Estados Unidos
(7,1), el país que originó la controversia. Siguen Austria, Japón, Eslovenia, Israel y Corea
del Sur.

¿Dónde queda España en esta lista? En un cómodo punto intermedio, con unos 3.44 euros
(4,6 dólares) a la hora, que nos permiten superar en el sueldo mínimo a Grecia (en el puesto
inmediatamente posterior), Polonia, Turquía, Portugal, Hungría, Eslovaquia, República
Checa, Chile y Estonia. En el último puesto queda México, un caso bastante especial, ya
que según los datos de la OECD su sueldo mínimo se sitúa en los 0,80 dólares, aunque
varía según la zona del país. Este año se ha anunciado un incremento de la cantidad en un
3,9%.

Un dilema europeo

El salario mínimo interprofesional nace en Australia y Nueva Zelanda a finales del siglo
XIX, producto de diversos levantamientos obreros que perseguían el reconocimiento de un
nivel mínimo de ingresos por el trabajo desempeñado. Siguieron Inglaterra, ya en el año
1918, y algunos de los estados de EEUU, en 1923. En España el sueldo mínimo se implanta
en 1963 y permitió, durante sus dos primeras décadas, que el poder adquisitivo del
ciudadano se multiplicase por un 2,5. Sin embargo, a partir de los ochenta, el SMI pierde
gran parte de su poder adquisitivo.

Francia ha defendido la creación de un salario mínimo europeoAlgunos de los países más


desarrollados de Europa, con un menor nivel de paro y en los que los trajabadores perciben
algunos de los sueldos de media más altos de la Unión, no tienen un salario mínimo
unitario, como ocurre con Alemania, donde precisamente el debate sobre este sueldo será
clave en la formación del gobierno . En dicho caso, estos sueldos se encuentran regulados
por los convenios colectivos de cada sector. Es lo que ocurre en países como Dinamarca,
Italia, Austria, Noruega, Finlandia, Suiza o Islandia. Este dato ha llevado a muchos a
afirmar que es precisamente la existencia de un salario mínimo interprofesional lo que
impide la flexibilidad del mercado laboral y el fomento de las contrataciones.

Hace tiempo que se planteó la posibilidad de instaurar un salario mínimo europeo, una
medida que ha dividido a Europa. Recientemente, el primer ministro francés, Jean-Marc
Ayrault, defendía dicha medida, particularmente en sectores como el agrícola, porque
"tiene que haber una cierta decencia, pagar correctamente a la gente". En definitiva, se trata
de evitar unos asalariados a dos velocidades en la Unión Europea.

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