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I. CONDICIONES SOCIALES Y SANITARIAS DE MADRID

1. INFRAESTRUCTURAS.

1.1 El Alcantarillado.

El primer proyecto de alcantarillado de Madrid data de 1735, aunque no se

llega a realizar. Por los años 80 del pasado siglo la condición de las calles de

Madrid dejaba mucho que desear. Existía una canalización subterránea en el

casco antiguo de la ciudad pero ésta tenía por objeto más el recoger las

aguas de lluvia (y de paso las inmundicias de las calles) que servir de cloaca.

Las canalizaciones existentes transcurrían al aire libre yendo a desaguar en

sumideros que a su vez acaban vertiendo las aguas fecales en el Manzanares y

otros arroyos (como el Carcabón).

Que esta canalización subterránea no tiene por objeto el recibir las materias

fecales de las casas se advierte en que Madrid carecía de aguas hasta para los

usos domésticos, y en segundo lugar, los pozos negros de las casa no tenían

comunicación con la alcantarilla de la calle, y su limpieza se efectuaba de

cuando en cuando, a expensas del Municipio, por medio de los carros de

Sabatini. Es sabido que no puede haber limpieza en las casas, en las atarjeas

y en las alcantarillas sin corrientes de agua.1

En la época que tratamos en Madrid la red de alcantarillado era casi inexis-

tente contándose solamente ocho alcantarillas principales:

-La de Leganitos: desaguaba en el paseo de la Virgen del Puerto a zanja

abierta en el río.

1(1) Hauser, Ph.; Madrid bajo el punto de vista médico-social, Ed. Nacional,
Madrid, 1979. p.212.
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-La de Segovia desembocaba también a zanja abierta en el río a la altura del

Puente de Segovia.

-La de San francisco: desaguaba cerca del Paseo de los Melancólicos

atravesando las huertas de la Puerta de Segovia desembocando en el río.

-La del Gil Imón: desaguaba en el río corriendo un trecho a zanja abierta

cerca del puente de San Isidro.

-La de Embajadores: desaguaba en el río en el mismo punto que la de

Curtidores con la que se confundía hasta el camino del Canal, debajo del cual

se separaba, yendo ésta un gran trecho por el campo.

-La de Carcabón: desaguaba en el río en la Pradera del Manzanares pasando

junto al arroyo del Abroñigal con el que se confunde durante un trecho hasta

separarse para correr un trecho a zanja abierta hasta cerca de la Puerta de

Atocha introduciéndose en un minado que corría siguiendo el Paseo del Prado

hasta el principio de la calle de Alcalá.

-La del Prado: desaguaba en el arroyo de Carcabón fuera de la Puerta de

Atocha, seguía a zanja abierta por el camino de la Castellana recibiendo las

aguas del arroyo del Lagarto.

-La de Curtidores: desaguaba en el río en las inmediaciones de la cabecera

del Canal, siguiendo a zanja abierta por el campo hasta donde empezaba el
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minado que va desde la Puerta de Toledo al Portillo de embajadores.

Como decíamos esta red no tenía por objeto recibir las aguas de las casas

sino la aguas pluviales pues no obedecía a ningún plana o sistema

preconcebido, las aguas residuales que recogía procedía más de las calles que

de los retretes de las casas, aunque respecto a las condiciones de higiene

viene a ser lo mismo puesto que aún se vertían las aguas fecales en la calle.

Se daba la carencia de sifones entre la alcantarilla principal y la atarjea que

la une a la casa, resultando de ello que los miasmas de la alcantarilla llegaban

al interior de las casas. también se daba el hecho de que las canalizaciones de

agua potable corrían muy cerca de las alcantarillas de modo que se daba con

frecuencia la rotura de las cañerías de agua potable introduciéndose en ellas

gérmenes y materias orgánicas en descomposición.

1.2. Abastecimiento de agua potable.

El abastecimiento de agua de Madrid ha estado hasta el siglo XIX provisto

por el agua de lluvia que se filtra al subsuelo y forma bolsas de agua en el

terreno arcilloso de la capital.

Los viajes (conducciones de agua por medio de tuberías, general mente de

plomo) en 1885 eran los siguientes:

1. Viaje de la Castellana: su caudal diario se eleva a 284.922 litros.

2. Viaje de la Alcubilla: su caudal diario era de 377.326 litros.


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3. Viaje alto de Abroñigal: tiene un trayecto de 14 kilómetros y un caudal de

292.149 litros diarios.

4. Viaje bajo de Abroñigal: este viaje en la mayor parte de sus conductos se

halla revestido de fábrica de ladrillo en un trayecto de 7,5 km, siendo su

caudal de 1.129.194 litros diarios.

5. Viaje alto del Retiro: su trayecto es de 15 km. y su caudal diarios de

247.500 litros.

6. Viaje bajo del Retiro: conduce sus aguas por una mina revestida de fábrica

de ladrillo, su trayecto es de aproximadamente 4,5 km. y su caudal diario de

38.181 litros.

7. Viaje de Pajaritos: conduce aguas gordas ( contienen sulfato y carbonato

de calcio) que se distribuyen en la calle Goya para la limpieza de las

alcantarillas, su trayecto es de 700 metros y su caudal diario de 3.600 litros.

8. Viaje del Conde de Salinas: tiene sólo dos km de trayecto dando

diariamente 10.164 litros de agua.

9. Viaje de Amaniel: pertenece al Patrimonio Real y su caudal diario 99.000

litros. Surtía a algunas fuentes públicas.


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10. Viaje del Berro: fue del Patrimonio Real hasta la Revolución de 1869

pasando a manos privadas. Su caudal diario es de 139.000 litros.

Estos viajes nacen en pozos revestidos de piedra en la parte más alta de los

alrededores de Madrid y sólo los cuatro primeros conducen un considerable

caudal de agua de buenas condiciones de potabilidad en tanto que los otros

conducen menos agua que se utiliza generalmente para el riego y la limpieza.

Por su pendiente tienen la ventaja de que no necesitan máquina elevadoras

para entrar en Madrid.

Otros viajes situados en la parte menos alta de la ciudad son:

1. Viaje de San Dámaso: nace en Carabanchel y lleva sus aguas en un

trayecto de 2,5 km. hasta el estribo del puente de Toledo, su caudal diario es

de 25.905 litros.

2. Viaje de Retamar: Nace en el arroyo de la Peña Grande yendo su conducto

paralelo al arroyo hasta el arca de distribución, su caudal es de 40.524 litros

diarios.

3. Viaje de la Reina: es el más moderno (acabado en 1855), la mina fue

revestida de ladrillo y cal hidráulica y tiene una extensión de 4.1 km. su caudal

es de 581.097 litros diarios.

Mientras que Madrid se proveía de estos viajes el número de las fuentes

públicas era muy limitado habiéndolas de dos clases:


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1. Los caños de vecindad que estaban destinados al uso exclusivo de los

habitantes de un barrio, su número era en tiempos de Mesonero Romanos

(1854) de 20. Por lo general consistían en una sola arca fija en una de las

paredes de la calle, con un grifo de bronce para hacer correr el agua cuando

fuese menester.

2. Las fuentes llamadas de aguadores que estaban destinadas al uso de

estos; provistas de varios caños y de algunas gradas sobre un zócalo y

coronadas por algún adorno escultórico. En la misma época existían 39 en el

recinto de la ciudad y 10 en las afueras.

Estaban destinadas al servicio público de las familias acomodadas que

pagaban el agua necesaria para su consumo diario.

Además de estas fuentes las había también privadas situadas en los palacios,

casas nobles y en los patios de los conventos, de los que se surtieron muchas

veces familias vecinas con el permiso de sus dueños. Estas fuentes se

elevaron a 421.

El procedimiento tradicional era que el agua se depositara en tinajas de barro

cubiertas de una simple tapadera de madera y al no ser sometidos ni cubos ni

tinajas a desinfección eran el caldo de cultivo inmejorable para la proliferación

de una variada gama de gérmenes y animalillos acuáticos.

La calidad de las aguas de Madrid era muy variada según la profundidad de

los pozos, el tipo de viaje, etc. Yendo desde excelentes a las consideradas no

potables.
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Con las obras del Canal de Isabel II el nivel de salubridad de las aguas se irá

igualando. Proceden estas aguas generalmente de embalses en los ríos de la

Sierra de Guadarrama que se conducen a Madrid por medio de acueductos.

1.3. La vivienda.

Acerca de las casas de la clase media y aristocracia, situadas en los mejores

barrios de la ciudad, como los del distrito Centro y Palacio, las condiciones

higiénicas estaban algo por encima de las de las clases más humildes, pero se

detectan en ellas irregularidades netamente antihigiénicas:

- Escasa elevación de los techos de las habitaciones que conservan en su

mayoría la forma de las antiguas alcobas y que carecen de buena ventilación.

-La mala disposición de los retretes. Estos se hallan cerca de los dormitorios,

encontrándose, a veces, reunidos todos los de la casa y los de la casa vecina

en un espacio reducido, ocupado por el patio de luces que separa las dos

casas. Además carecen de luz y ventilación, muchos de agua y aparatos de

limpieza (sobre todo en los pisos altos a los que no suele llegar el agua por

falta de presión en las tuberías). Los retretes destinados al servicio doméstico

en todas las casa antiguas (que eran la mayoría) y en algunas modernas

(hablamos de 1900) estaban colocados en la cocina adoleciendo además de

falta de descargas de agua y sifones de modo que las emanaciones resultan-

tes pasaban con facilidad desde la atarjea a la cocina esparciendo gérmenes

por todo el recinto.

- Se seguía utilizando en las calles que no tenían alcantarillado el sistema de

pozos negros, que se vaciaban cuando lo requerían los vecinos. Estos pozos
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negros estaban muchas veces construidos con materiales pobres, no

impermeables de modo que las aguas fecales eran absorbidas por la tierra

llegando a las capas de aguas potables.

Vistas las deficiencias que presentaban la mayoría de las casas de Madrid

pasamos a ver el tipo de casa de la clase baja que vivía en condiciones

francamente deplorables en dos tipos de sistemas de viviendas:

a. Las Casas Colectivas: habitadas por la clase obrera que no cuenta con

medios para adquirir un alojamiento más decente. Estas casas se hallaban en

las peores condiciones, careciendo de agua y, muchas de ellas, de luz. En su

mayoría tenían patios en donde existía una fuente de agua, pero otras muchas

carecían de esta e iban a buscarla a las fuentes públicas. Los patios de las

casas antiguas eran espaciosos no teniendo más que en raras ocasiones más

de dos pisos. Por contraste, en las casa modernas se elevan hasta cinco o seis

pisos, de modo que los pisos bajos carecen de aire y de luz.

En el segundo piso hemos visto un cuarto, consistente en dos habitaciones

y una cocina ocupado por una familia consistente en un matrimonio y cinco

hijos

Estas casas de vecindad se hallaban distribuidas por todos los distritos de la

capital, excepto en el de Congreso, del siguiente modo:

Hauser, Ph. op. cit. p.324


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La población de las casas de Vecindad de Madrid se componía en su mayoría

de gentes de la clase obrera, cesantes, vendedores ambulantes, traperos, etc.

Era una clase de gentes que no se encontraba lo suficientemente retribuida

por su trabajo o que carecía de medios de subsistencia como para pagar un

mayor alquiler. Se daba el caso de familias que subarrendaban a una o más

personas una habitación con una o más camas en el mismo cuarto.

Asimismo podemos notar que en aquellos distritos en los que predominaban

gentes con los oficios peor retribuidos abundaban las casas de vecindad, sobre

todo en los barrios bajos en donde se encontraba acumulada la clase obrera

debido a que éstos se hallaban a menor distancia de los centros mercantiles e

industriales, siendo así que los alquileres eran más baratos. Pero a veces

ocurre que el trabajo falta en los distritos más céntricos y el obrero se ve


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obligado a buscarlos lejos de su casa. Así las casas de vecindad de los barrios

altos estaban generalmente ocupadas por gentes de clase baja que tenían

empleo.

Entre las clases altas el servicio doméstico habitaba en las buhardillas

habitando el señor de la casa en los primeros pisos, pero fuese por los motivos

que fuese, el señor de la casa cuidaba de que las condiciones de vida del

servicio fuera, cuando menos, decente. En 1902 Ph. Hauser escribe que

mientras que hoy día los propietarios de casas de inquilinos han suprimido

unos las buhardillas y otros las dedican al servicio de los inquilinos, para los

efectos sobrantes del mobiliario, y los pisos superiores, llamados sotabancos,

pagan un alquiler muy superior a los que medios de que dispone la clase

obrera.

b. Casas de dormir: Bajo este nombre se entendían aquellos inmuebles cuyas

habitaciones encerraban un número elevado de camas para dar cobijo por la

noche a personas sin casa habiéndolas de distintas clases, unas para hombres,

otras para mujeres y otras para citas clandestinas de ambos sexos.

Existían en madrid por aquella época casas de huéspedes llamadas

paradores situados casi todos en la calle de Toledo.

La mayor parte de estas casas de dormir se encontraban en los barrios bajos,

especialmente en los distritos de la Latina y de la Inclusa, a principios del siglo

XX su número se elevaba acerca de 30. En algunas de ellas no hay más que

uno o dos pisos que sirven para este objeto, mientras que en otras todos los

pisos reciben huéspedes pero cada uno destinado a gente de distinta

categoría: uno para la clase indigente, otro para la clase menos indigente y
Hauser, Ph. op.cit. p.327
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otro para citas.

Sabido es que el contagio se favorece en condiciones higiénicas deplorables

y en condiciones de hacinamiento. En los siguientes gráficos veremos cómo se

daban estas condiciones de hacinamiento en los diferentes barrios de la

ciudad.

Las casas de vecindad albergaban a un promedio de 110 habitantes por casa,

en tanto que el resto de edificios no alberga más que un promedio de 36,6


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habitantes por casa. Las casa con mayor número de habitantes son las de dos

pisos y al haber mayor número de pisos decrece el número de casa de

vecindad.

El número de casas de vecindad es mayor en los barrios de la Inclusa, la

Latina, Universidad, Hospital, Audiencia no existiendo éstas en el de Congreso.

Otro dato a apuntar es la existencia de muladares en la proximidad de calles

habitadas y la existencia de pozos negros en las calles desprovistas de

alcantarillas. Esto es antihigiénico pero en épocas de epidemia se convertían

en verdaderos focos de invasión.

II. La Medicina Oficial.

1. Conocimientos médicos acerca del cólera.

En los siglos anteriores se habían buscado interpretaciones acerca del

cólera morbo sobre todo en los fenómenos naturales, relacionándolo con los

fenómenos meteorológicos o bien hablando de un ácido que penetra por la

boca o de gusanillos.

Antes de 1885 las hipótesis imperantes eran tres, la nerviosa, la humoral y la

gastroenterítica , así los medios de lucha contra la enfermedad resultaban

inadecuados. Ante esta ignorancia se (hablamos de la primera invasión


a Tres doctrinas principales se disputan la supremacía para explicar la
naturaleza del cólera: la nerviosa, según la que era la dolencia un
infecto-primitivo cerebro-espinal; la humoral, que atribuía los trastornos
a la primordial alteración de la sangre por causas miasmáticas,
constitución epidémica, etc, etc. y la gastroenterítica, que achacaba el
mal a la gastroenteritis con epifenómenos, teniendo por causa próxima la
irritación y siendo desconocidas las esenciales.
Comenge y Ferrer, L. La medicina en el Siglo XIX. José Espasa Editor,
Barcelona, 1914. p.202.
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colérica en España) se dividen las opiniones en tres grupos: los contagionistas,

partidarios de la transferencia por contagio; los anticontagionistas, que

pensaban los contrario; y los eclécticos, que intentaban unir las dos opinio-

nes.Se basaban en sus teorías en la mera constatación de la repetición de los

hechos sacando de estas observaciones conclusiones generales.

Con la sucesivas oleadas coléricas se observa una preferencia de la

enfermedad por los barrios más pobres y con mayor hacinamiento, llegando a

la conclusión de que estos factores tienen una influencia en el desarrollo de la

enfermedad no llegando más allá en sus conclusiones; se empiezan a dictar

normas de policía municipal y de modernización de los hospitales.

1.1 El bacilo de Koch:

Miembro del Instituto Imperial de Higiene de berlín en 1880 y descubridor

del bacilo de la tuberculosis en 1882, realiza entre 1883 y 1884 sus

observaciones acerca del cólera. Como resultado de estos estudios pronuncia

una conferencia ante el Consejo Imperial de Sanidad de Berlín el 25 de julio de

1884 precisando además del resumir brevemente el estado de la cuestió n. Dice

que ha descubierto un microbio especial que llama bacillus vírgula, más

pequeño que el de la tuberculosis y que este bacilo sólo se encuentra en los

intestinos, cosa que da en cierta medida la razón a los partidarios de la teoría

gastrointestinal en tanto que hay una predisposición para la invasión por las

deyecciones de los coléricos, y que no lo ha encontrado en la sangre. Añade

que ha encontrado que este bacilo de multiplica rápidamente con una


n "Nada se sabía de la materia infectante del cólera, y de si su asiento
era la sangre, los intestinos, etc. No se sabía tampoco si la enfermedad se
debía a bacterias, hongos o cosas parecidas, o a parásitos animales vivos,
como el amibo". Fernández Sanz Juan José, El Cólera de 1885 en España.
Editorial de la Universidad Complutense de Madrid, 1989. p.119
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temperatura de entre 30 y 40C, es de tipo aerobio y muere al ser sometido a

desecación.

Pero no todo el mundo aprecia la trascendencia del descubrimiento aunque sí

se aprecia su valor en el campo de la etiología, así pasará algún tiempo para

que el mundo científico de la época acepte este descubrimiento. En España la

Real Academia de Medicina sólo menciona el descubrimiento de Koch de

pasada al referirse en la sesión del 30 de abril de 1885 a la vacunación

preventiva de Ferrán.

1.2 La vacuna de Ferrán:

Científico de amplia experiencia en el campo de la bacteriología, es de

aquellos pioneros que investigan utilizando instrumental realizado por ellos

mismos, para llegar a descubrimientos que admiran al mundo. En su caso,

Ferrán descubre una vacuna para el cólera que expone en su libro La

Inoculación preventiva contra el Cólera Morbo Asiático de 1912 en su primera

edición.

Cuando el cólera ataca Marsella en 1883 Ferrán y su ayudante Pauli estudie

en el Hospital Pharo haciendo autopsias, estudiando la sangre y las

deyecciones de los coléricos hasta aislar el virus para realizar los primeros

cultivos. En esta primera etapa no obtiene un respaldo que se pudiese llamar

si no sólido, al menos aceptable. Prosigue con sus investigaciones en españa

cuando remite la epidemia en Marsella. La presencia del cólera en España en

septiembre de 1884 le sirve de acicate para seguir con sus experiencia con

mayor ímpetu.

Tras experimentar en animales está persuadido de que sus cultivos están


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atenuados como para ser incapaces de producir la enfermedad y, por tanto,

para evitarla. Se inocula así mismo varias veces comprobando sus efectos

ingiriendo unas gotas de cultivo del virus que no le producen cólera. Repite el

experimento con Pauli y otras personas comprobando siempre el mismo

resultado. Ha logrado la vacuna contra el cólera.

Iniciará la vacunación preventiva en Valencia, por ser ésta zona la primera

invadida por el cólera y a instancias del Dr.Gimeno, miembro de la Junta

Provincial de Sanidad.

2. Métodos de lucha contra la Epidemia.

2.1 La cuarentena y los lazaretos:

Los lazaretos son una emanación de los sistemas de cuarentena y

acordonamiento de las zonas afectadas. Son sitios para la estancia y

tratamiento de los viajeros con síntomas de contagio y a las mercancías

presuntamente contaminadas, por lo cual se asientan especialmente en nudos

de comunicaciones cual puertos o estaciones de ferrocarril. Con la epidemia se

instalarán en los municipios con cargo al gobierno municipal. Según la Real

Orden de 12 de junio de 1885 se definen como medio más seguro

aconsejado por la higiene, se mantiene en principio el acordonamiento y la

instalación de lazaretos en los pueblos o zonas invadidas, a cargo de los

municipios, y con los agentes o fuerzas que dispongan las autoridades civiles

(...), los ayuntamientos y Diputaciones limítrofes a las provincias invadidas

deberán establecer lazaretos (...), el personal adimistrativo y facultativo y el

material necesario para el servicio de estos lazaretos serán costeados por

estos Organos.
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Los lazaretos se limitaban a las zonas invadidas y limítrofes, pero teniendo en

cuenta la rapidez de las comunicaciones entre núcleos urbanos alejados

también se precisa en esta Real Orden que los viajeros por las líneas férreas y

carreteras sufrirán una inspección facultativa en los puntos que las

circunstancias exijan, según el curso de la epidemia. En la práctica vemos

como los diferentes ministros que se suceden en el Gobierno siguen tácticas

diferentes: Romero Robledo acordona y construye lazaretos mientras que

Villaverde, su sucesor, desacordona y suprime lazaretos, además que goberna-

dores y alcaldes hacen caso omiso a las Reales Ordenes.

La duración de la cuarentena es algo muy diluido, así en Guadalajara la

cuarentena se cumple estrictamente mientras que, por ejemplo, en Molina de

Aragón será de 3 días.

2.2 Las Juntas de Sanidad:

Las Juntas de Sanidad quedan prescritas por el Gobierno en la ley de

sanidad que expresa: "En las capitales de provincia habrá Juntas Provinciales

de Sanidad, y municipales en todos los pueblos que excedan de 1.000 almas".

En 1855econ la invasión del cólera se insiste acerca del carácter y

responsabilidad de estas Juntas expresando que son corporaciones meramente

consultivas para el Gobernador y el Alcalde y que la responsabilidad de los

acuerdos compete a estas autoridades.

Pero en la práctica, ante la imposibilidad de hacer algo médicamente

específico estas Juntas se convierten en Juntas de Socorro s que canalizan la

beneficencia municipal y las ayudas aportadas por los particulares; En

poblaciones medianas el abanico de sus actividades es más amplio: en Vinaroz


. Ley de Sanidad de 1855, art. 52.

s En madrid se llaman realmente así.


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abre una suscripción para los necesitados, canaliza los fondos enviados por el

gobernador y al Diputación Provincial, divide la ciudad en distritos de acuerdo

con los médicos existentes y otras muchas acciones hasta, por ejemplo,

regular el servicio de los sepultureros.

Mas lo cierto es que estas Juntas en muchos pueblos -como es el caso de

Granada- no llegan siquiera a constituirse.

2.3 La desinfección:

Va de la mano con el aislamiento de los enfermos sospechosos de padecer

cólera desde los primeros síntomas para tratar de impedir la propagación de la

epidemia. Las desinfección tiene por objetivo el que los gérmenes patógenos

no obtengan un caldo de cultivo apropiado y tratar de destruirlos, si se puede.

No sólo se desinfectan habitaciones o casas en las que ha habido enfermos o

defunciones -especialmente retretes y letrinas-, también se fumigan mercados.

bares, escuelas, fábricas y talleres, establecimientos públicos, los viajeros de

los trenes -maquinista y fogoneros incluidos-, la familia real cuando llega a La

Granja, al Rey cuando regresa de Aranjuez, catedrales -Segovia-... todo.

La eficacia de estas fumigaciones y desinfecciones es bastante relativa, pero

en todo caso reflejan bastante fielmente la importancia que se da al concepto

de Higiene, a pesar también de tener sus detractores.

La desinfección, especialmente de retretes y ropas utilizadas por los coléricos

ofrece interés en su efectividad en tanto que los ácidos y elementos

empleados poseen efectividad frente al bacil o, además de la práctica de hervir

el agua. Y respecto al agua que es medio de transporte del bacilo se da la


o Los ingredientes más utilizados eran: hipoclorito de cal, sulfatos de
hierro y cobre, ácido fénico, bicloruro de mercurio, además de azufre y cal
viva.
Orive, S. de. Guía sanitaria de precauciones Fáciles y Sencillas de
Ejecutar para Evitar y Curar el Cólera, Bilbao, Imp.Provincial, 1885, p. 9
18

desecación de lagunas, la prohibición de lavar ropas en lavaderos públicos o

ríos e incluso la vigilancia de algún curso de agua.

2.4 Los hospitales para coléricos:

En 1883 la Sociedad española de Higiene recomienda la construcción de

hospitales especiales para epidemias, para no abarrotar los establecimientos

hospitalarios existentes.Debían ser pequeños y estar aislados, su construcción

de madera sobre postes de piedra como los hórreos gallegos para que se

utilicen y luego se quemen. Pero en la práctica raramente se montaron estos

hospitales, así, lo más frecuente era destinar a los coléricos algún pabellón o

sala aislada en los hospitales existentes. También se podía levantar pequeños

campamentos de tiendas de campaña en las afueras de los núcleos urbanos,

incluso recurrir a medidas extremas como utilizar la plaza de toros, y en los

pueblos pequeños alguna ermitas.

III. La Epidemia.

1. Origen y precedentes:

Durante los dos últimos tercios del siglo pasado la preocupación por el cólera

fue constante. Cuatro fueron las invasiones del cólera a España, la primera en

1834, la segunda entre 1854 y 1855, la tercera en 1865 y la cuarta en 1885.

La preocupación por esta última comienza ya en 1883 cuando se detecta

cólera en Egipto (un comunicado del cónsul en Alejandría avisa sobre la

presencia de la enfermedad en Aden y en Hedjaz), esta preocupación se

motiva por la cercanía de los focos infecciosos, que ya no estaban en la lejana

Asia sino en Francia (Marsella), y por el temor a la entrada de la enfermedad a


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bordo de algún buque mercante francés ya que desde el Tratado de Hue

(1883) francia aseguraba sus posiciones en Indochina, la Cochinchina, Tomkin

y Annam, focos en los que el cólera era endémico.

La inicial preocupación ante el avance de la epidemia por el Indico y el mar

Rojo se transformará en temor cuando se detecten los primeros casos en

Marsella. La Administración empieza a lanzar las circulares que eran las

mismas que la de la anterior epidemia de 1865.

Estas disposiciones se concretan en un cierre de las fronteras, en la

prohibición de entrada de todo tipo de ganados y en la cuarentena para todas

las mercancías provenientes vía marítima de Francia, sus colonias, luego de

Italia y de aquellos países que mantenían un comercio sin precauciones con

Francia.

2. El desarrollo de la epidemia:

Las primeras manifestaciones del cólera en la Península se ven en Alicante

en agosto de 1884; había entrado a través de un buque procedente de Orán,

extendiéndose por toda la provincia -pueblos como Elche, Monóver, Novelda

se vieron afectados, aunque hubo algún caso en Toledo y pueblos de

Tarragona y Lérida-. Para diciembre de ese año parece aplacarse sin haber

alcanzado la cifra de 300 víctimas, persistiendo sólo en Beniopa, entre

Valencia y Alicante. Pero desde allí pasa en enero y febrero a Gandía, en marzo

a Játiva y Alcira llegando a Valencia. A partir de este foco se expandirá

rápidamente por España.

A partir de aquí se puede hablar de epidemia. La Junta provincial de Sanidad

nombra una comisión -en la que figura el Dr. Gimeno, que favorecerá a Ferrán-
20

para que estudie los casos sospechosos llegando a la conclusión de que se

trata efectivamente del cólera morbo asiático. En la prensa la noticia halla

poco eco siendo la madrileña la que la sigue en las primeras semanas pero

hablando de cólicos, en todo caso de trastornos gastrointestinales. Para

quienes no piensan en que se pueda tratar de cólera morbo existe el

engañoso punto de que los sitios en los que se dan los primeros casos no

parecen guardar relación con aquellos de 1884: se han dado casos en Játiva y

un periódico de la época dice: "en Játiva no hay alarma; la gente está muy

tranquila celebrando las grandiosas procesiones de Semana Santa".

A mediados de abril van apareciendo cordones interiores y cuarentenas en

Alicante, Barcelona y Palma de Mallorca y otros gobiernos adoptan medidas de

precaución hacia las mercancías procedentes de España, hay que tener en

cuenta que el cólera aún está lejos de ser aceptado oficialmente.

3. Generalización de la epidemia:

Desde su foco principal valenciano la epidemia va extendiéndose

progresivamente a las provincias limítrofes y luego a buena parte de España

siendo en total trece las provincias afectadas y cuando Romero Robledo

abandona el ministerio de la Gobernación ya es medio millar de municipios el

afectado en unas veinticinco provincias diferentes.

Hacia fines de julio de 1885 la epidemia entra en su fase álgida en la que

permanece hasta finales de agosto.

En las diferentes provincias y municipios e incluso ateniéndose a diferentes

fuentes las fechas de inicio de la epidemia no suelen concordar; en Madrid

Beneficencia y Sanidad considera como fecha de inicio de la epidemia el 4 de


. La Epoca, 4 de abril de 1885.
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junio, la Alcaldía la adelanta al del 20 de mayo y la declaración oficial del

cólera en Madrid se lleva al 16 de Junio.

cuadro gréfica

Para determinar los agentes portadores de contagio habrá que hacer varias

consideraciones:

-El cólera se transmite por contagio: los más frecuente es que pase de un

foco a su entorno debido a los movimientos de la población y se extienda

como una balsa de aceite (máxime cuando se trata de una zona de huerta con

numerosas canalizaciones de agua y consumo de frutas diario).

-Cuando aparecen focos a una distancia considerable del foco inicial se

puede pensar en que se transmite por movimiento humanos, en el cual

figuran preeminentemente los campesinos, soldados, viajeros y vendedores

ambulantes ( de quienes he hablado en el apartado a las casas de dormir y de

vecindad). Luego está el traslado de mercancías por el ferrocarril, que en 1885

alcanzaba 8000 km. de tendido férreo, junto con los propios empleados del

ferrocarril.
22

Pero entre todos estos agentes destacan los segadores: el fina de la siega en

las provincias levantinas coincide precisamente con el momento de mayor

virulencia de la enfermedad en la zona. Estos segadores buscarán trabajo

luego en Castilla, Aragón y Andalucía difundiendo así la epidemia por

Ciempozuelos, Aranjuez,Teruel, Monteagudo, Granada, Málaga, Alcañiz y

Consuegra. En cuando a los soldados como factor importante he de decir que

se detecta que éstos llevan los gérmenes a Orihuela, Villana, Albacete,

Archena y Córdoba. Los viajeros la llevan a Almansa, Alicante, Don Benito,

Barcelona y San Sebastián.

4. Lucha contra el cólera:

Las primeras medidas se toman el 14 de junio de 1885, se convertirán en

definitivas al confirmarse oficialmente la presencia del cólera; luego se irán

dictando un centenar de disposiciones oficiales más concretas que prescriben

a las autoridades provinciales la política sanitaria a seguir: limitaciones a la

circulación de cierta mercancías (trapos y géneros contumaces), animales

vivos o muertos desde zonas afectadas, instar a evitar los focos de contagio y
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formar Juntas Provinciales o locales además de auxiliar a las clases más

pobres.

Romero Robledo mantiene el sistema de acordonamiento interior dando

autoridad a Ayuntamientos y Diputaciones para disponerlos, lo que redunda en

un caos de acordonamientos y lazaretos. Se aferra al sistema cuarentenario

( que es rechazado por la oposición como ineficaz y por el público por la

brutalidad con que a veces se llevaba a cabo) que redunda en carestía y

hambrunas al ser sometidos a cuarentena mercados, industrias y mercancías.

Impone trabas a La tarea vacunadora de Ferrán impidiendo un mayor alcance.

Romero Robledo dimitirá el 12 de julio de 1885 y su cargo será ocupado por

Fernández Villaverde.

Con este cambio hay un giro en la política sanitaria a seguir. Tras una

entrevista con el Consejo de Sanidad telegrafía a los gobernadores civiles para

que corten con la anarquía sanitaria suprimiendo cordones y lazaretos no

autorizados, dándose fumigaciones y un cantonalismo regional que se

convierte en uno de los principales problemas parlamentarios.

5. Ocaso de la epidemia:

En la tercera década de agosto la epidemia empieza a remitir, 191 municipio

infestados frente a 516 liberados; en septiembre la recesión se consolida con

247 municipios invadidos frente a 891 liberados. En el último trimestre del

años se dan los últimos coletazos de la epidemia con 2074 fallecidos en áreas

geográficamente alejadas del foco inicial: Vizcaya, Zamora, Sevilla, Santander,

Cádiz y Huelva.

El Te Deum con que se celebra el final de la epidemia se canta en Alcoy el 8


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de septiembre, el 13 del mismo mes en Caspe, el 26 en Cuenca, el 8 de

octubre en Murcia , el 14 en Madrid, el 17 en Zaragoza y el 18 en Granada.

Con el final de la epidemia regresan los emigrados, de clase alta la mayoría

pues los pobres poco pueden subsistir fuera de sus casas, estos emigrantes

son recibidos con poca simpatía (se les tacha de cobardes) y recelos (se teme

que con ellos vengan nuevos gérmenes).

Se teme una nueva invasión para el 86, recordando la del 84, pero todo

apunta a que la epidemia ha sido vencida... y Ferrán cae en el olvido.

Con todo la invasión del cólera ha tenido una enorme incidencia en la

población a nivel demográfico siendo una de las últimas crisis de mortalidad

extraordinaria que azotaron a España.

IV. Incidencia Demográfica de la Epidemia.

En la teoría cualquier persona en contacto con el bacilo puede contraer la

enfermedad, pero en la práctica se ha demostrado que el cólera no actúa de

modo uniforme sino que incide selectivamente en la población de acuerdo con

una variables que son el status socio-económico (que incide en la calidad de

vida) y el propio estado del organismo humano al hacer frente a la invasión

según edad y defensas naturales.

Analizaré la variables más importantes en cuanto a la incidencia demográfica

de la invasión de 1885: edad, sexo, lugar de residencia y ubicación de la

vivienda en relación al edificio.


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1. Incidencia por edad y sexo:

De este cuadro se desprende que hasta los tres años la mortalidad por cólera

es casi el doble que la que correspondería en circunstancias normales, entre

los seis y veinte años las cifras se invierten porque los fallecidos por cólera no

llegan ni al 50% de lo que se puede esperar habida cuenta la población total y

a partir de los 60 años se vuelve a encontrar una situación parecida al primer

grupo de 0-3 años, lo que se explicaría por la mayor vulnerabilidad del

organismo frente a las agresiones. Los grupos de edades entre 3-6 años y 40-

60 años muestran un porcentaje algo superior a la media por darse un

alejamiento del organismo desde o hacia las edades de mayor vulnerabilidad.

Entre los 20-40 años se observa una especie de estancamiento debido a que el

organismo aún mantiene la mayor parte de sus fuerza a pesar del trabajo y los

años.

En relación al sexo los porcentajes no se corresponden con los de varones y

hembras que entonces hay en España. Se ve un mayor porcentaje en las


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hembras (32 % más) teniendo en cuenta que se parte de una relación de

fallecimientos e invasiones idéntica para ambos sexos. Esto se puede explicar

en razón de los oficios que la hembras desempeñan (limpieza, lavanderías,

servicio doméstico, etc.) que la expone a un riesgo mayor de contagio

habiendo secundariamente una debilidad debida al embarazo o la lactancia.

En cuanto a la edad, las mujeres muestran una mayor mortalidad entre los

20-40 años mientras que en los grupos de edades inferiores los varones

superan a las hembras. esta mortalidad la puedo atribuir a la exposición de la

mujer a fuentes de contagio en razón de su posición laboral.

Además hay que advertir que cada pueblo o región tiene sus propias

particularidades dándose el caso de Salamanca en donde los infantes de 0-1

años fallecidos por cólera son el 1 % del total. El motivo lo intenta aclarar

López Alonso diciendo que: "las invasiones en la edad pueril fueron muy raras,

no porque en ellas sea indemne el organismo a las asechanzas epidémicas,

sino porque los niños de pecho no ingieren ni pueden ingerir, sino excepcional -

mente, substancias contumaces".

2. La residencia:

La epidemia se comporta de un modo selectivo en función de la residencia de

los afectados: prefiere los núcleos pequeños a los grandes y a las ciudades y,

dentro de éstas, los barrios más hacinados, pobres y periféricos. Dentro de los

edificios los bajos y buhardillas así como las casas de vecindad. Esto se

desprende del porcentaje de fallecidos y puede ,como he intentado demostrar


. López Alonso, J. Estudio Histórico-clínico de la Epidemia de Cólera Morbo
Asiático Ocurrida en Salamanca en 1885-5, Precedido de unos Apuntes de
Climatología de la Ciudad, Imp. Calatrava, Salamanca, 1895. p.197
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en los puntos de infraestructuras, deberse a la más elemental falta de higiene

y saneamientos favorecedora del contagio.

En lo tocante a la invasión por barrios frecuentemente las calles más

céntricas resultan indemnes o poco afectadas; en Madrid los distritos de

Congreso y Palacio (que a la vez que céntricos son de menor hacinamiento y

mayor riqueza) ocupan los últimos lugares en el porcentaje de fallecidos por el

cólera. Los barrios o calles más afectados son los del sur como Peñuelas,

Salitre, Santa María de la Cabeza, Cristo de las Injurias y Mendez Alvaro.

Respecto a las casa de Vecindad, Madrid es la segunda ciudad más

aglomerada de Europa, careciendo de patios de ventilación adecuados la gran

mayoría de ellas.

Dentro del mismo edificio la invasión no incide por igual en todos los pisos.

Los bajos y las buhardillas resultan los más afectados a la vez que los primeros

y principales quedan más libres. Y la ubicación de la vivienda dentro del

edificio nos muestra el status económico del que la habita, así el grado de

deterioro de la vivienda no puede dejar de significar un deterioro semejante

en la calidad de alimentación y en el trabajo realizado.

En Madrid de 55 personas asistidas en Vallehermoso se conocen datos

residenciales de 47: 19 de ellas habitan en un bajo, 8 en un primero, 4 en un

segundo, 1 en el tercero y 6 en buhardilla o sin techo.


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Por lo tanto se puede establecer una relación entre el espacio habitado y una

mayor o menor riesgo ante la enfermedad. Así se puede concluir que

concretamente en Madrid los barrios más afectados fueron los vecinos al río

como la Inclusa, la Latina, Audiencia, Buenavista y los barrios periféricos del

Ensanche. Los grupos de personas más afectados fueron sin duda jornaleros y

habitantes de casas de vecindad y de dormir. La edad de mayor vulnerabilidad

frente al contagio se sitúa entre los primeros años de vida y a partir de los 60,

por hallarse el organismo o no funcionando a pleno rendimiento o ya

desgastado por los años. Y el sexo más afectado sería el femenino habida

cuenta de que el promedio de edades de fallecimiento arroja un elevado

número entre los 20 y 40 años (que sería la edad laboral).

E insistiendo en las calidades de infraestructuras, Madrid, como otras tantas

ciudades, adolecía aún en 1902 de graves defectos que permitían la filtración

de gérmenes y enfermedades a través de viajes de agua y habitaciones mal

ventiladas.
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BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

-Comenge y Ferrer, Luis. La medicina del siglo XIX. José Espasa Editor,

Barcelona. 1914

-Díez de Baldeón, Clementina. Arquitectura y clases sociales en el madrid del

siglo XIX. Ed. Siglo Veintiuno de España, Madrid, 1986.

-Fernández, Antonio. Epidemias y sociedad en Madrid. Ed. Vicens Vives,

Barcelona, 1985.

-Fernández Sanz, Juan José. 1885, el año de la vacunación Ferrán: trasfondo

político, médico, sociodemográfico y económico de una epidemia. Fundación

Ramón Areces, Madrid, 1990.

-Fernández Sanz, Juan José. El cólera de 1885 en España. Editorial

Universidad Complutense, Madrid, 1989.

-Granjel Santander, Luis. El cólera y la España ochocentista. Universidad de

Salamanca, Salamanca, 1980.

-Nadal, Jordi. La población española (siglos XVI a XX). Ed.Ariel, Barcelona,

1984.

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