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JOSE LUIS SANCHEZ-PARODI PASCUA

Doctor en Derecho

Profesor Titular Interino de Derecho Mercantil

Universidad de la Laguna

LA SOLIDARIDAD CAlVIBIARIA

SUMARIO

1. INTRODUCCION
1. Planteamiento del tema
2. La solidaridad cambiaría en el Código de Comercio de 1885
11. LOS SUJETOS DE LA SOLIDARIDAD CAMBIARlA
3. Los obligados cambiarios contemplados en el art, 57-1 LCCn
4. Otros posibles obligados
5. El acreedor cambiarlo
III. REGIMEN JURIDICO DE LA SOLIDARIDAD CAMBIARlA
6. La responsabilidad solidaria frente al tenedor
7. Las relaciones internas entre los obligados
IV. SOLIDARIDAD CAMBIARlA Y SOLIDARIDAD CIVIL
V. CONCLUSIONES

1. INTRODUCCION

1. Planteamiento del tema

Como es sabido, la letra de cambio contiene inexcusablemente una declara­


cion originaria ordenando el pago de determinada suma. Entre las subsiguientes,
la aceptación incorpora una obligación más rigurosa que la de cualquier otro fir­
mante del documento. Normalmente, al ser un título circulante, su endoso a favor
de personas que no figuran en la letra, asegura una protección reforzada. De este
modo, quizás demasiado lineal e incompleto, se pone de manifiesto que los firman­
tes de la cambial asumen unas garantías que aumentan la seguridad de la circula­
ción del crédito y la posibilidad de su realización. Pues bien, al conjunto de obliga­
ciones documentalmente asumidas y la facultad del portador de la cambial para
exigir Íntegramente su importe de uno de los diversos firmantes se conoce por la
doctrina con el nombre de solidaridad cambiaria l.

1. Cfr. CAMPOBASSO , Coobbligazlone cambiaria e solidorieta disuguole , Napoli 1974 p . 4;


P ERCEROU-BoUTERON, La Nouvelle Legislation francaise el inlernationale de la Lettre de Change, du
BiIlet a ordre et du cheque (1) Lettre de Change et Billel a ordre, París 1937 p. 67; R UBIO , Derecho
cambiarlo, Mad rid 1973 p . 384 .

LA SOLI DARIDAD...
JOSE LUIS SANCHEZ ·PARODI PASCUA

Constituye éste un . principio fundamental del Derecho cambiario que fue re­
conocido casi desde los orígenes de la letra de cambio 2. En este sentido, la Ley
Uniforme de Ginebra de 1930 -en adelante LU- 3 se refiere a tal principio en su
art. 47-1 cuando dispone que «todos los que libran, aceptan, endosan o avalan una
letra de cambio, quedan obligados solidariamente con el portador». La recepción
de este convenio internacional ha motivado que los sistemas jurídicos de nuestro
entorno sancionen de modo expreso este postulado 4 . Por contra, el retraso en la
adaptación de nuestro Derecho cambiario a las directrices ginebrinas nos ha privado
de un reconocimiento similar, pues, como se verá más adelante, el Código de Co­
mercio no recogió de forma tan palmaria dicho pr incipio .
Ahora bien, la entrada en vigor de la Ley 19/1985, de 16 de julio. Cambiaria
y del Cheque (LCCH), ha venido a modificar esta línea legislativa 5, En efecto, si­
guiendo las pautas de la LU, en su art o 57-1 establece: «los que hubieren librado,
aceptado. endosado O avalado una letra de cambio, responden solidariamente frente
al tenedor». La existencia de este precepto y su interpretación sistemática con otros
textos permite cuestionar si el nuevo régimen, además de suponer un reconocimiento
expreso de la solidaridad cambiaria, introduce alguna reforma en su contenido sus­
tantivo. En esta línea, la concreción de los sujetos documentalmente obligados; el
análi sis del alcance de su responsabilidad frente al acreedor cambiaría; las relaciones
internas existentes entre los obligados al pago de la letra, nos permitirán aproximar­
nos a la delimitación jurídica de la solidaridad cambiaria. En definitiva. el contraste
entre los resultados que se obtengan y la disciplina de la solidaridad propia del De­
recho común facilitará la comprensión del siempre controvertido problema de [a na­
turaleza jurídica de la institución que se estudia.

2. La solidaridad cambiaria en el Código de Comercio de 1885

Nuestro Código de Comercio, al regular la letra de cambio, no contenía dis­


posición alguna que de forma expresa reconociera la responsabilidad solidaria de
los obligados por razón de una cambia!. Es más, ni siquiera menciona esta expre­

2. Así , en alguna deci sión d e la ROla Genove sa se decía que scrib ens litteras cam bii tenetur in solidu m
cum eo cui sunt scrip tae (cfr. f'ERRARA, [ pr incipi diretti vi della legge uniform e cambiaria, Riv. dir.
com o 32 (1934) I pp. 76-103, y especia lme nte p . 90) . Puede decirse que es éste un pun to en el que hoy
en día coinciden todas las legislaciones a pesar de su diver sidad normativa (vid. ARMIJON-CARRY, La
Lettre de Change et le Billet a Ordre. No tions generales. Questions no réglées dans la Loi uniforme­
Conflits de Lois, Bruxelles-Pari s 1938 pp . 7-8). Incluso podría afirmarse que esta idea tamb ién es compartida
por los sistemas anglo-americanos, aunque para ello utilic en unas vías distintas a la de los ordenamientos
continentales (cfr. TRIAS FARGAS, El Derecho cambiario angloamericano, Barcelona 1955 p. 30).
3. Para una aproximación a este texto, vid ., entre otros, ARMIJON-CARRY, La Leure de Change.... pp .
215-445; BRACCO, La tesse uniforme sulla cambiale, Padova 1935; FERRARA , [ principi..., pp, 76-103.
4. Los principales ordenamientos europeos han recogido casi literalmente el mencionado art. 47-1 de
la LU. Así , en Alemania, puede verse el art. 47-1 de la Wechselgesetz de 21 de junio de 1933 -WG­
(vid. HUECK, Recht der Wertpapiere, Berlin-Frank furt a . M . 1960 p. 71; JACOBI , Wechsel-und Schec k­
recht unter Berucksichtigung des auslándischen Rechts, Berlín 1956 p . 238; STRANZ, Wechselgesetz, Berlin
1952 p. 268). En Italia el art . 54, 10 de la legge sulla cambiale de 14 de diciembre de 1933 (vid. ANOE­
LONI , La cambiate e iJ vaglia cambiario, Mil ano 1964 p. 411; DE SEMO, Diritto cam biario, Milano 1953
p . 551). En Francia, el a rt. 151 del Código de Comercio a pa rtir de la redacción dada por el Decreto-ley
de 30 de octubre de 1935 (vid . H AM EL-LAGARDE-JAUFFRET, Traite de droit com mercial, n (París 1966)
p. 552; ROBWf-RrPERT, Traité élém entaire de droit comm ercial, Il (Pari s 1981 p. 186). Finalmente, en
Bélgica pu ede co ntras tarse el ar t. 47-1 de la Ley de 10 de agosto de 1953 -modificada parc ialm ent e
p or la de 31 de diciembre de 1955- (vid . FREDERI CQ, Précis de droit com m ercial, Bruxelles 1970 p.
140; VAN RYN-HEENEN, Principes de droi t com m ercial, II (Brux elles 1957) p. 452.
5. Para una co mp rensió n sistemática de esta nue va ley, vid . GARCtA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ, El nue ­
vo régim en jurfdico de la letra de cambio en la doctrina y en la j urisp rudencia , Granada 1986; MENEN.
DEZ y otros, Derecho cam biario. Estudio s sobre la ley cam biarla y del cheque, Madrid 1986; VÁZQUEZ
IRUZUBJETA, Ley cambiarla y del cheque (19/19 85, de 16 de julio) , en «Comenta rios al Código del Co­
mercio y legisla ción mercantil especial» -dirigidos por M. Motos y M. Albadalejo- XIX (Madrid 1985).
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sien u otras de significado análogo 6 . De solidaridad sólo hablaba en su art. 542.


al tratar del cheque, disponiendo que «serán aplicables a estos documentos las dis­
posiciones contenidas en el Código respecto a la garantía solidaria del librador y
endosantes» 7. Por ello. los autores, con base en una interpretación sistemática de
los preceptos legales, af irmaban que en el espíritu de nuestro Código subyacía la
idea de la responsabilidad solidaria de los obligados cambiarios 8; implícita en el
art. 516 Ccorn . y. en general. en toda la sección décima del Titulo X 9. De este
modo. se convenía que todos los que hubiesen girado o aceptado la cuantía total
de una letra de cambio. la hubiesen endosado sin limitación o avalado sin restricción
quedaban solidariamente obligados frente al tenedor de la misma lO, En esta línea.
comparando el mecanismo de la responsabilidad cambiaría con aquel otro diseñado
por nuestro Código civil en torno a las obligaciones solidarias, se pone de relieve
un primer punto de contacto al comprobar que cualquiera de los deudores de una
letra puede venir obligado -a elección del tenedor- a satisfacer íntegramente una
misma prestación -el crédito cambiario-, lo que es fiel correlato de lo dispuesto
en el arto 1137 Cc para los deudores solidarios 11. Pero al margen de esta afinidad
estructural, se observan unos evidentes elementos de distorsión que alejan la solida­
ridad cambiaria de aquella prevista por el Código civil.

6. En esta técnica legislativa se detecta. por un lado. un distanciamiento del Código de Comercio fran­
cés de 1807. Y. por otro. la continuación de las pautas trazadas en este punto por su precedente, el Códi ­
go de Comercio de 1829. En efecto el Código napole ónico sancionaba la solidaridad cambiaría en vario s
de sus preceptos, corno son los casos de los arts , 118, 140 Y 142 (cfr. LVON·CAEN-R ENAU LT. Manuel de
Droit Commercial, Paris 1924 p. 588), sigu iendo, así, la tradición comenzada por la Ordenanza de Co­
mercio de 1673 en el art. 33 de su título v. (vid. LEVV-BRUHL, Histoire de la Iettre de change en France
aux XVII et XVIII siécles, Pari s 1933 p. 81 nota 4). Por su parte, el Código de Sainz de Andino, a
lo largo del t ítulo IX del Libro Segundo que llevaba por rúbrica «Del Contrato y Letra de Cambio»,
omitía toda referencia al carácter solidario de las obligaciones cambiarias. De esta forma, se apartaba
de la línea seguida por las Ordenanzas de Bilbao de 1737, que en su Capítulo Trece. titulado «De las
Letras de Cambio, sus Aceptaciones, Endosos, Pretextos y Terminos», disponía en su Núm. I que «La s
Letra s de cambio so n unos actos que cornprehenden á los Libradores, y á todos los Endosadores, y
Aceptantes, si los hubiere, para quedar como quedan. y cada uno insolidurn, obligados á pagar la suma
que contenga » (vid. Reimpresión realizada en la Imprenta de Sancha de Madrid en el año 1796).
7. La inclu sión de este precepto en ese título y no en el referente a la letra de cambio puede ju stificarse
en el hecho de que este últi mo título fue copiado prá cticamente de su equi valente en el Código de 1829.
mientras que el título dedicado a las libranzas, vales, pagarés a la orden y cheques supuso una innova­
ción del Código de 1885 (Cfr. GÓMEZ CALERO, La responsabilidad solidaria de los obligados cam bia­
rios, RDBB 2 (1981) pp . 245-305 , Y en particular p. 258).
8. Cfr. GARRIGUES. Tratado de Derecho mercantil, Il (Madrid 1955) p. 570.
9. Vid. AVlLES, Derecho Mercantil. Madrid 1941 p. 226; GAV DE MONTELLA, Tratado de la Legisla­
ción Comercial Espa ñota a base del Código de Comercio. Legislación y jurisprudencia mercantil, IV
(Barcelona 1930) p. 609; GÓMEZ CALERO. La responsabilidad solidaria..., pp. 258-259; GONZÁLEZ DE
ECHAVARRI, Comentarios al Código de Comercio y Jurisprudencia Española, IV (Valladolid 1945) p.
149; LANGLE, Manual de Derecho Mercantil Español, Il (Barcelona 1954) p. 409; Soro NIETO. Acceso­
riedad y solidaridad en el aval cambiorio, RDP 59 (1975) pp. 827-853, Y especialmente p. 842; VICENTE
y G ELLA, Los t üulos de crédito en la doctrina yen el Derecho positivo, Madrid 1942 pp. 319-320. En
esta línea se pronuncian también gran número de sentencias de nuestro Tribunal Supremo (vid ., con ca­
rácter indicativo, las de 7 de noviembre de 1900 -CL (1900) p. 597-; 7 de julio de 1928 -CL (1928)
p. 627-; 6-m ayo-1931 -Al 2050 /1930-31-; 9-mayo-1973 -Al 2008 /1973- Y 25-mayo·1973 -Al
2342/1973-).
tOo La configuración de las distintas obli gaciones estaba recog ida de forma dispersa en diverso s precep­
tos del Código. Así, la del aceptante en el art. 480. La del librador en los arts , 446-5° . 456 Y 458-460.
La del endosan te en el 467 (vid . GÓMEZ CALERO, La responsabilidad solidaria..., p. 258). Final­
ment e, la del avalista en el art. 487 en relación con el 516 (vid . Soro NIETO. Accesoriedad.... p.
842-845, Y sentencias allí citadas, que pued en ser completadas co n las dictadas más recientemente por
el Tribunal Supremo de 21-marzo-1980 (Al l133/1980), 1I-julio-1983 (Al 4209/1983) Y 22-abril-1987 (Al
2726/1 987) .
11. Vid. LANGE, Manual.i., II p. 409; PINO L AGULLO, Comentarios al Código Mercantil Español.
Sección letra de Cambio, Madrid 1933 p . 429; RUBIO, Derecho cambiario..., p. 384; VICENTE v GSLLA,
Los titulos de crédito..., p. 321.

LA SOLIDAR IDAD
11 JOSE LUIS SANCHEZ·FARODI FASCUA
En efecto, mientras la solidaridad común podía tener un origen convencional
o legal, en la esfera cambiaria operaba siempre por imperativo de la ley 12. Asimis­
mo, frente al inalterable carácter pasivo de la solidaridad cambiaria -en tanto que
sólo afectaba a los deudores-, la civil podía incidir también sobre los acreedo­
res 13, admitiendo, por consiguiente, una manifestación de naturaleza activa. Por
otro lado, la solidaridad cambiaria difería además en el ius variandi que se concede
al tenedor y el que ostenta el acreedor de una obligación solidaria 14. Ciertamente,
el art. 1144 Cc permite al acreedor accionar contra todos los deudores simultánea­
mente, en tanto que en los arts, 516 y siguientes Ccom. se instituía un régimen bas­
tante diverso. De una parte, el tenedor no podía dirigirse conjuntamente contra to­
dos los obligados cambiarios IS. De otra, intentada la acción contra uno de los
obligados, el poseedor legítimo de la letra sólo podía variar y dirigirla contra otro
obligado cuando el primer demandado resultara insolvente 16. Fínalmente, ambas se
diferenciaban en materia de interrupción de la prescripción, pues mientras en el ám­
bito civil se permiten todos los actos interruptivos contemplados en el art. 1973
Cc 17, en la esfera cambiaria únicamente eran viables los previstos en el art. 944
Ccom lB. Del mismo modo, mientras la interrupción de la prescripción de las ac­
ciones dimanantes de una obligación solidaria civil aprovecha o perjudica por igual
a todos los deudores ex art. 1974 Ce 19, en las cambiarias tiene efectos meramente
personales 20.
En definitiva, la diferencia entre la solidaridad cambiaria y la ordinaria radi­
caría en que la pluralidad de vínculos que ambas suponen tiene en esta última una
identidad de objeto y de causa; en tanto que en la cambiaria es distinta la causa

12. Vid . Sara NIETO. A ccesoriedad...• p. 842 . Desde esta óptica algún autor pretendió d iferenciar am­
bas figuras señalando que la solidaridad civil es contractual y excepcional, en tanto que la cambiaria
es legal y general (cfr. LANGE, Manual..., Il p. 409) . Otros autores, sin embargo, dejaron claro que la
primera podía ser también legal a la vista de la norma del art. 1137 Ce (cfr. G ÓMEZ CALERO, La res­
ponsabilidad. .., p. 263) .
13. Vid. GÓMEZ CALERO, Lo responsabilidad. .., p. 262 .
14. Cfr. GAY DE MONTELLA , Trotado..., IV p. 609; LANGLE, Manual....I1 p. 410; OUVENCIA , «ius va­
dandi» del titular de la acción cambiaria en coso de quiebra del demandado. (Comentario o la sentencio
del Tribunal Supremo de 30 de septiembre de 1959), ADC 13 (1960) pp . 279-294 . Y en concreto p. 283;
RUBIO, Derecho cambtarto ..., p. 385 ; VICENTE y GELLA. Los t üutos de crédito..., pp , 321-322 .
15. Cfr. LANGLE. Manual.e, Il p. 410; OLlVENCIA, «Ius variandi»..., pp. 282-283 ; VICENTE y GELLA,
Los tftulos de crédito..., p. 322 . Esta es la orientación sustentada también por las resoluciones de nuestro
Tribuna! Supremo, aunque en ellas se ha aclarado que el acreedor puede aecionar conjuntamente contra
el aceptante y su avalista (vid. sentencias de 26-enero-1976 -Al 31/1976- Y 12-julio-1983 -CCJC
3(1983) pp . 904 -905 con nota de GALAN-) . La misma solución se ha adoptado en algún fallo para el
easo de obligados de igual grado (vid . sentencia de 4-junio-I976 -Al 2629/1976-) .
16. A la vista del art . 518 Ccom. la insolvencia podía aparecer en tres diferentes hipótesis. La primera
cuando la excusión de bienes del demandado resulte totalmente infructuosa, en cuyo caso el tenedor
tendrá expedita la acción contra cualquiera de los restantes obligados. La segunda cuando hecha tal excu­
sión, el tenedor se ve parcialmente satisfecho, pudiendo entonces reclamar de otro obligado la parte res­
tante de su crédito. Por último, cuando el demandado sea declarado en quiebra, abriéndose, en con se­
cuencia, la posibilidad de accionar contra cualquier otro de los obligados (vid .• al respecto, OLlVENCIA,
«Ius variandi» ..., pp . 285-294). En este último caso puede ocurrir que todos los obligados cambiarios
sean declarados en quiebra, produciéndose una cadena de quiebras . Aquí, el tenedor estaría facultado
para percibir de cada mesa concursal el dividendo correspondiente a su crédito, hasta que éste quede
extinguido (vid . RUBIO, Lo declaracián de quiebra y los créditos pendientes (Banca y Quiebro); AAMN
lO (1959) pp . 21.5-246. Y especialmente pp. 241-245).
17. Vid., entre otros, DIEZ-PICAZO. Lo prescripción en el Código civil, Barcelona 1963 p. 144; P UIG
y FERR,IOL. Régimen jurfdico de lo solidaridad de deudores. en «Li b ro Homenaje a Ramón M" Roca
Sastre» 11 (Madrid 1976) pp . 433-500. Y en particular pp. 469 Y ss.
18. Cfr. GÓMEZ CALER,O, Lo responsabitidod.... p. 267 .
19. Vid . CAFPARENA . Lo solidaridad de deudores. Excepciones oponibles por et deudor solidario y
modos de extinción de la obligacion en la solidaridad pasiva. Madrid 1980 pp . 84-88 .
20. Cfr. GAR,R,IGUES, Trotado..., II pp. 578-581; GÓMEZ CALERO. Lo responsabilidad..., 267; LANGLE .
Manual.... 11 p. 411.
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obligandi de cada deudor, pudiendo haber, asirmsmo, diferen cias respecto al objeto
...
de la obligación (aceptación parcial, aval limitado, etc.). A estas divergencias respon­
de el principio básico de la autonomía de las obligaciones cambiarias, y son estas
divergencias las que explican que el pago de uno de los obligados cambiaría s no
siempre produzca en el ámbito interno efectos distributivos, sino satisfactorios o re­
cuperatorios, según quien satisfaga el crédito. Como indica Rubio 21 esa solidari-.
dad se traduce en la existencia de deudas de distinto grado, cuyo mecanismo se
aproxima al que derivaría de varias fianzas escalonadas. Por su parte, el Tribunal
Supremo suele aludir a la diferencia entre la solidaridad cambiaría o impropia y
la solidaridad ordinaria o propia 22 . El alto Tribunal parece centrar la distinción en
que la primera -a la que se someten también los obligados de igual grado 23_ no
posibilita al acreedor cambiario dirigirse conjuntamente contra todos los deudores,
mientras que en la ordinaria °
propia si es posible plantear la demanda conjunta­
mente. La correc ción de tal formulación derivaba del tenor del art o 516 Ccom. Pues
bien, a la vista de las precedentes cons ideraciones, tanto la doctrina como la jur is­
prudencia concluían que , no obstante algunos puntos de contacto, no se estaba ante
un supuesto de solidaridad común 24 . De esta forma , estamos en condiciones de
descender al análisis del estado de la cuestión en la legalidad vigente.

11. LOS SUJETOS DE LA SOLIDARIDAD CAMBIARlA

3 . Los obligados cambiarios contemplados en el art o 57 -1 LCCH

Como ya se ha tenido oportunidad de ind icar, el art. 57 LCCH, en su pár.


10, establece de forma expresa que «los que hubieren librado, aceptado, endosado
o avalado una letra de cambio responde solidariamente frente al tenedor». La pr i­
mera conclusión que debe extraer el intérprete es que, con esta norma , nuestro legis­
lado r ha querido robustecer la posición ju rídica del tenedor de la letra imponiendo

21. C fr. Derecho cambiario..., p. 384.


22. Así, la mencionada sentencia de 12-julio-1983, vid. el comentario de GALAN en CCJe 3 (1983)
pp. 903·911.
23. Como es sabido, se trata del supuest o de pluralidad de firm ant es de una misma declaración ca rtu­
lar . Sobre la posibilidad de que a la fi rma de un a letr a co ncur ran varios librados, libr ad ores, endosante s
o avalistas, vid ., entre o tros, GARRIGUES, Trotado..., ll pp. 285-290, 458 Y 468; LANGLE , Manual..., 11
pp. 136-138, 221-222, 224 Y 310; RUBIO . Derecho cambi ario..., pp. 250. 254 Y 336. En la jurisprudencia
del Tribunal Supremo adm ite implícitamente la pluralidad de avalistas la sentencia de 10-junio-1933 (Al
130/1932-33), y de forma más abierta la de 9-mayo-19 86 (Al 2674/19 86). La plu ralid ad de lib rados ­
aceptantes es recogida por la resolu ción de 14 de abril de 1986 (AJ 1851 /1986 ).
24. En su con figuració n se dividían las op iniones. De un lado. se postulaba que la solidaridad cambia­
ría era una solidaridad especial. mod ificada, sui generis o impropia (vid . GÓMEZ CALERO. La responsa­
bilidad..., p. 271; LANGLE . Manual ..., II p. 411; O UVENCIA, «Ius variandi»..., p. 283; PIÑaL AGULLO ,
Comentario.... p. 431; SOTO NIETO, Accesoriedad..., p. 843) . En parecido sentido se ha pronunciado
nuestro Tribunal Suprem o en sus resolu ciones de 9-may o-1973 -AJ 2008/19 73-, 25-ma yo-1973 - A l
2342/1 973- Y 12-julio-1983 -CCJC 3 (1 983) pp . 904-905 co n not a de GALAN, qu ien matiene también
la especia lidad de la so lida ridad cambiaria. Es de significa r que esta or ienta ción ha sid o asu mid a po r
la pequeña jurisprude ncia en numero sas sentencias (vid. AT Zarago za de 29-abril -1980 -RGO 37 (1981)
pp. 1699-1700- ; AT Madrid -Sala 2'_ de 18-enero-1982 -RGO 38 (1982) p. 1357-; AT Palma de
Mallorca de 22-junio-1984 -RGD 41 (l985) pp, 1203-1205-; Y AT Granada -Sala 1'_ de 1O-enero-1985
-RGO 42 (1986) pp . 4731-4733). De otro, se argüía que se trataba má s bien de una ga rantía o afian za­
miento solidario (vid . GARRIGUES. Tratado..., 11 p. 573). En este sentido, se habla de una situación de
fian zas escalonadas (cfr. RUBIO, Derecho cambiario ..., p. 384), o de un supuesto de fian za sin beneficio
de excusión en favor del tenedor (cfr. VICENTE y G EL LA, Los t üutos de crédito..., p. 322).

LA SOLIDARIDAD .
11 JOSE LUIS SANCHEZ·FARODI FASCUA

ope legis la solidaridad pasiva absoluta de los obligados cambiarios 25. Esta línea
directriz se comprueba con un simple repaso a los antecedentes históricos y legislati­
vos del precepto 26 . Pero, además, es de elogiar que la nueva ley haya recogido de
modo tan explicito tal principio; subsanando las dudas interpretativas que, como
sabemos, podía suscita r en este sentido la actitud omisiva de nuestro Código de co­
mercio 27 . A partir de ahora, por lo tanto, es posible sostener sin paliativos el ori­
gen legal de la responsabilidad solidaria de los obligados cartáceos 28 .
Por otra parte, es de significar que dicha previsión normativa pretende agluti­
nar bajo un régimen, en principio solidario, las dist intas obligaciones que vinculan
a todos aquellos que hayan librado, aceptado, endosado o avalado una letra 29. En
este sentido, cada uno de los obligados cambiarías lo es por razón de un negocio
jurídico diverso, ya sea el libramiento, la aceptación, el endoso o el aval 30. De ca­
da uno de ellos surge una relación obligatoria distinta que, sin embargo, coincide
en líneas generales en su elemento objetivo. De hecho, teniendo en cuenta las salve­
dades que a continuación se expondrán, cada uno de [os obligados, aunque inde­
pendientemente vinculados 31, pueden asumir la misma prestación: el pago del im­

25 . Vid .• en tre o tros . G ARc íA L UENGO-Soro VAZQUEZ. El nu evo régimen.... p. 246; E. P OLO. La pro­
tección del acreedor cambiarlo ante el impago de la letra. Do cum en . Ju r. 49-50 (1986) pp, 111 -132. Y
en particular. pp. 126-127; SANCHEZ CALERO. La reforma del derecho cambtario dentro de la reforma
del Derecho mercant il. RDBB 15 (1984) pp . 485-506. especialmente. pp . 498-499. Puede aceptarse qu e
constituye ésta una de las med idas legisl ativas que tienden a acercar el régim en de las obligaciones carn­
biaria s a l qu e. co n car ác ter gen eral. rige en materia de obli ga ciones mercantiles (cfr. SÁNC HEZ A NDRÉS,
Marco histórico-comparativo de la nue va disciplina sobre la letra de cambio. en MENÉNDEZ y o tros,
Derecho cam biario..., pp . 29-23. y en con creto, pp . 45-46).
26. Como ya hem os pu esto de relieve, la norma qu e ah ora se co menta es fru to de un a transcripción
casi literal d el art. 47-[ LU. qu e su puso - según autori zada do ctrina- la consagración del principio se­
gún el cual la sim ple suscripción de una letra de cambi o comporta la respon sabil idad del firmante e n
la misma forma que los demás suscr iptores (vid .• por todos, FERRARA. 1 principi.... p. 90). Desde es ta
óptica. es dc indicar que la intenci ón de nuestro legi slador se manifiesta claramente cua ndo en la Exposi­
ción de Motivos de la LCCH seña la que «...las leyes uniform es tienen el propós ito manifiesto de fortale­
cer la po sición jurídica del acreedo r cambiario. Tal propósito tiene su reflejo en esta ley... »; añadiendo
que «o t ro mecanism o fund am ental para reforzar la ga ra ntía del ten edor es el es ta blecim ien to de la so lida­
ridad pas iva a bso luta de los deudo res ca rnbia rios ... » .
27. Cfr. SÁNCHEZ ANDRf.S. Marco históric o-comparativo..., pp . 86-87.
28. Es de recordar que el origen legal de la solidaridad ca mbiar ía era co ns idera do por la doctrina
anteri or com o una de las notas diferenciales con la solidaridad común (vid. supra n? 2. nota (2).
29 . Las diferentes obligaci ones de los deudores cambia río s se encuentran pr evistas en diversos pre cep­
tos de la Ley cambiaria. Así, la del librador en el a rt . 11 (cfr. IGLESIAS PRADA. El libramiento de la
letra de cambio, en MENÉNDEZ y otros, Derecho camb iario...• pp. 385-448. en particular p. 410); la del
end osa nte en el art. 18 (vid . VERGEZ SANCHEZ, La circulación de la letra de cam bio, en MENÉNDEZ y
o tros , Derecho cambiarlo...• pp . 449-511. es pecia lm ente p. 491); la del aceptante en el art. 33 (cfr . GAR­
c íA LUENGO-SafO VÁZQUEZ. El nuevo régimen..., p. 121); y la del a valist a en el art. 37 (vid . DUQUE.
El aval de la letra de cambio. Documen , juro 49-50 (1986) pp . 11-51 , en co nc reto pp . 42-43) .
30. Cfr. ALONSO Soro. El pago de la letra de camb io. en MENÉNDEZ y ot ro s. Derecho cambiario ...,
pp . 609-662 . especialmente p. 654. No puede silen ciars c, sin embargo. que en el caso del aval existe una
acce soriedad formal. lim itándose su autonomia al plan o sustantivo (vid . DUQU E. El aval.... pp. 21-27;
ROJO, El aval, en MENÉNDEZ y ot ro s. Derecho camb iario...• pp. 549-60 8, en particular pp . 551 Y 556) .
31. El prin cipio de autonomía de las obligaciones cambiarlas, que ya había sido reconocido ba jo la
vigen cia del C ódigo de com ercio (cfr. RUBIO, Derecho cambiario..., p. 151). recibe ahora una consagra­
ción exp resa en el art . 8 LCCH (vid . G ARCíA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ. El nuevo régimen..., pp . 34-35 ;
IGLESIAS PRADA. El libramiento..., pp . 386-410; P Az·AR ES. Las excepciones cambiarias, en MENÉNDEZ
y ot ro s. Derecho cambiario.... pp. 251-383, en particular pp. 284. 290. 300 Y 340 ; VAZQUEZ [RUZUBI ETA.
Ley cam biaria..., p. 82). Este precepto. cuya utilidad en el terreno de la interpretación ya ha sido puesta
de manifi esto (vid. SÁNCHEZ ANDRÉS. El marco hist orico-comparativo.... p. 86) , se corresp onde con el
art . 7 W. del que so n fiel reflej o el ar t . 114. 2 0 del Có digo de comercio fran cés (vid. H AMEL-L AGAROE­
J AUFFRET. Traité...., II p. 561; RIPERT-RoBUJT, Traite..... II pp . 119-120). Y lo s resp ectivos arts. 7 de la
Ley Belga (cfr. VAN R VN-H EENEN. Princip es..., 1I p. 462). de la italiana (vid . D E SEMO. Diritt o cambia ­
rio..., p. 378; P AVONE LA ROSA. La cambiale, en «Tratta to di dir itto civile e cornm erciale -diretto da
Cicu e Mes sineo- XXXIX-l a (Milano 1982) p. 153). y de la WG al emana (vid . BAUM BACH-HEFERMEH L,
Wechselgeset z und Scheckgesetz, München 1984 pp. 65-72).
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porte de la letra. Pues bien, el mencionado arto 57-J anuda esta diversidad de víncu­
los bajo un sistema de responsabilidad solidaria, de tal suerte que cualquier obliga­
do podrá ser compelido por el tenedor de la cambial al cumplimiento de la deuda
cambiaría.
Ahora bien, esta norma plantea cuestiones colaterales que, a pesar de la clari­
dad de sus términos, no quedan suficientemente explicadas. Por un lado, es preciso
delimitar si el régimen previsto es absoluto e inderogable 32. Por otro, ha de acla­
rarse si la enumeración contenida reviste un carácter taxativo o, por el contrario,
deja abierta la posibilidad de someter a idéntico sistema de responsabilidad a otros
sujetos que intervengan en la letra J3.
Por lo que respecta al primero de estos problemas conviene advertir que en
alguna ocasión se ha afirmado que en Derecho cambiaría la solidaridad de los deu­
dores constituye una presunción iuris el de iure 34; es decir, absoluta e inderogable.
Ciertamente, el rigor de expresión con que se formula tal principio en el art. 57-1
podría inducir a convenir en la corrección de tal formulación . Ello no obstante, una
respuesta más segura requiere el examen detenido del resto del articulado a la luz
de una interpretación sistemática. Desde esta perspectiva, no se puede soslayar que
el art. 30-1 LCCH permite la aceptación parcial de la letra, en cuyo caso el aceptan­
te limitaría su responsabilidad a la cantidad aceptada 35. Se evidencia, por otra
parte, que la ley autoriza al endosante para limitar su responsabilidad, quebrando
así la función de garantía del endoso 36. A la misma conclusión puede llegarse en
el supuesto de avales limitados en los que el avalista restringe su responsabilidad
a una parte de la deuda 37. A la vista de las precedentes consideraciones, por con­
siguiente, conviene matizar el carácter de tal afirmación. Sin duda, la responsabili­
dad cambiaría de los deudores cart áceos no puede ser modificada convencionalmen­
te habida cuenta del mandato legal 38 , pero la misma habrá de constreñirse al
contenido obligacional asumido por aquéllos dentro de los límites autorizados por
la propia ley cambiaria 39.
Por lo que se refiere a la segunda de las cuestiones suscitadas es de significar
que su análisis debe partir de dos premisas; a saber: de un lado, que el catálogo
de negocios cambiaríos contemplados en el precepto que ahora comentarnos supone
un numerus clausus indisponible por la autonomía de la voluntad 40, y de otro, la
vigencia del principio según el cual todo el que firma una letra de cambio se obliga
al pago de la misma 41 . Desde esta perspectiva es menester considerar la posición
de obligados carnbiarios que no se encuentran enunciados expresamente en el pre­
cepto que se examina.

32. Vid. DE SEMO. DiritlO cambiario.... pp. 562-563 .


33 . Cfr. CAMPOBASSO. I soggetti passivi della responsabilit ú sotidale cambiarla, Riv , dir, como 71
(1973) pp. 161-202.
34. Vid ., por todos. DE SEMO , Diritto cambiario..., p. 563 .
35. Cfr. MENENDEZ. La aceptación de la letra de cambio, en MENÉNDEZ y otros, Derecho cambia ­
rio.... pp. 513-547, especialmente pp. 534-535.
36. Vid. GARCíA LUENGO-SOTO v ÁZQUEZ, El nuevo régimen ..., pp. 90-96; VERGEZ SÁNCHEZ, La circu­
lación..., pp. 495-500.
37. Esta posibilidad es reconocida por el art. 35-1 LCCH (vid . DUQUE. El aval..., p. 37; ESTRADA
ALONSO, Algunas consideraciones sobre el aval de letra de cambio Iras la aprobación de la ley cambia­
ria y del cheque de 16 de julio de 1985, La Ley (1986 -2) pp. 1147-1156; RoJO, El aval..., pp . 577 Y 585) .
38 . Vid., con expresa referencia al avalista, GARct A LUENGO, Aproximación al aval en la ley cambia­
ria y del cheque. Rev. Foro ca n . (1986) pp . 106 Y SS. ; ROJO. El aval..., pp. 577 Y 578 .
39. Cfr. C AMPOHASSO, 1 soggetti.... pp. 163-164. Hay que hacer constar que a tenor de lo dispuesto
en el pár. 2° del are 11 LCCH. el librador no puede exonerarse del pago de la letra (vid . IGLESIAS
PRADA , El libramiento.... p. 410) .
40 . Vid., con carácter indicativo, PAz-ARES. La letra de favor, Madrid 1987, p. 88; VICENT CHULlA,
Compendio critico de Derecho mercantil. IJ (Barcelona 1986) p. 606; ROJO. el avat:. , p. 575 .
41. Cfr. FERRAR A. 1 principi..., p. 90; RUBIO. Derecho cambiario..., pp. 383-384.

LA SOLIDARIDAD..
• JOS ELU IS SANCHEZ·FARODI FASCUA

4. Otros posibles obligados

Son tres los supuestos que vamos a analizar. Por una parte no s referiremos a
aquellas hipótesis en que las declaraciones ca mbia rias son emitidas a través de repre­
sentante que carece de poder -falsus procurator-« 42 o se excede en su actuación
de los límites del mismo. Por otra parte, nos ocuparemos de la figura del aceptante
por intervención. Por último, aludiremos a los denominados deudores de igual grado.

A) El falso representante y el representante que se excede del poder.­


La LCCH en su art. 10 considera obligados en virtud de la letra a aquel sujeto
que la suscribe «como representante de una persona sin poderes para obrar en nom­
bre de ella », así como al «representa nte que hubiere excedido sus poderes» 43. Esta
norma, que no encuentra precedentes en nuestro Ccom 44, viene a establecer la res­
ponsabilidad cambiaria tanto del falsus procurator como del representante que extra­
limita sus poderes 45, si bien en este último caso deja a salvo la «responsabilidad
cambiada del representado dentro de los límites del poder» 46.

42. Para un a ná lisis de esta inst itución en nu estro ord enamiento, vid., DIEZ-PICAZO. La representa­
ción en el Derecho pr ivado. Madrid 1979 pp. 214-219; RIVERO HERNÁNDEZ, Naturaleza y situación del
con trato del falsus-pro curator, ADC 29 (1976) pp . 1047 Y SS,
43. Cfr. GARCiA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen ..., p. 32; VAl QUEZ lRUZU BI ETA, La Ley
cam biaria...• pp . 92-93.
44. Este precepto deriva del art . 8 LU Sin embargo. se ha querido enc ontra r un antecedente en nuestro
Dere cho histórico. En concreto en el lTEN 9 de las Segundas Ordenan zas de las Ferias de Medina -20
de marzo de 1602-. donde se decl araba que quienes «han aceptado letras y dado o tomado a cambio»
en nombre de otros «q ueden o bligad os por sí mismos in sotidum, no teniendo pod en) (cfr. SÁNC HEZ
ANDRÉS. Marco históri co-comparativo.... p. 46).
45. Con anterioridad a la entrad a en vigor de la LC CH , la doctrina may oritaria repud iaba este tip o
de planteamiento por entender que la falta de poder o el uso excesivo del mismo se co nvert ían en respo n­
sables cambiarios a los que hubieran actuado en esta s circu nstancias. Desde este punto de vista se c onve­
nía en que tales supuestos encontraban su solución por cauces extracambiarios; esto es, a través de las
normas penales y civiles de resarcimiento de danos a favor de los ten edores de buena fe (vid . GARRI·
OVES. Tratado.... [] p. 278; RUBIO. Derecho cam biarlo.... pp . 160-161 ; URJ A. Derecho mercant il.... p. 724;
VICENTE y G a LA, Los tit ulas de cr édito...• p. 207). Sin emb argo. algún au tor proponía la ampliació n
de la norma del arto 447 Ccom. a fin de hacer responsable directo al repr esentante (vid . PINOL AGU LLO ,
Comentario.... p . 68). Otros más radi cale s postulaban la responsabilidad del falso repre sentante al a mparo
de lo preceptuado en el arto 247-2 ° Ccom. para la comi sión mercantil (cfr. CARBONERES TEROL. La
aceptación...• pp . 129-131; LANGE, Manual..., 11 p. 204) . Por su parte nuestra ju risprudenc ia se mo straba
a favor de la tesis manten ida por la doctrina ma yorit ari a . aunque la Audi encia Territorial de Granada
apuntó algunos criterios discordantes en va rias de sus resoluciones. Así. en su sentencia de l7-marzo-1983
(RGD 41 (1984) pp. 2899-2901). resumi endo la linea ma rcada po r fallo s anterior es. seña laba : «...teniéndo­
se establecido por esta Sala en su sentencia de 18 de mayo de 1979. al plantearse el sup ues to de una
persona que aceptó la letra sin cumplir el requisito exigido en el arto 447 del Código de Comercio, que ,
ante esta suscripc ión sin la indicación del representado. lo Que habría de plantearse sería el probl ema
de determinar a Quién incumbiría la responsabilidad cambia rla , qu e es tema resuelto por la má s moderna
doctrina científica. con ba se a lo esta blecido en el art. 8° de la Ley Uniforme de Ginegra, en el sentido
de que en tal supuesto es el propio representante no autorizado debidamente el qu e queda personal y
cambiariamente obl igad o, en la de 2S de junio de 1981 se ma ntuvo que no pued e aceptarse, en términos
generales, que el tercero que acepta una letra en lugar del librado pueda quedar exento de todo tipo
de responsabilidad. ya que esté o no autorizado para ello por éste. no se trataría . en último extremo.
sino de un supuesto de novación po r cambio de la persona del deudor de los previstos por el núm ero
2° del artículo 1203 del Código Civil... , por lo que es evidente que no podría quedar dicho aceptante
libre de responsabil idad .. .».
46 . Vid. P Az-ARES, Ú/S excepciones cam biarías . en MENÉNDEZ y ot ros. Derecho cam biarlo.... pp .
281-383. Y especialmente pp. 291-292. Conviene aclarar que aunque a veces se ha incluido dentro del
supuesto de exceso de poder el de abuso del mismo (vid ., entre otros. RUBIO, Derecho cambiar io.... p.
161). puede distingu irse claramente entre uno y otro. En efecto. la hipótesis de abuso presupone la exis­
tencia formal del poder y la actuación del representante dentro de sus límites. pero el poder se emplea
co ntra los intereses del representado (cf r. DIEZ-PICAZO. La representación.... · p. 198). En este caso, el
repre sentado es responsable cambiario, sin perjuicio de las acciones extacamblarias que le competan fren­
te al representante que actuó de form a abu siva (cfr. DE SEMO. Diritto cam biaría..., p. 347; GARRIGUES.
Tratado..., [J. p. 279; PAZ -ARES. Las excep ciones..., p. 293).
---------------~---------- _.

Aunque no es éste el lugar adecuado para indagar acerca de la fundamenta­


cien de esta responsabilidad 47, sí debe señalarse al menos que nace de un impera­
tivo legal ba sado en un criterio objetivo de imputación que prescinde del carácter
dolo so o, incluso culposo, de la actuación 48 . En efecto, los sujetos incluidos en el
precepto pueden haber obrado de buena fe, pero la apariencia qu e han creado con
su comportamiento los vincula directamente con el tenedor de la cambial w. No
ofrece dudas que el legislador ha querido que la persona que adquiere la letra con­
fiando en la veracidad de lo que en ella consta 50 , y comprueba más tarde que los
deudores que se han obligado no lo son por no existir un poder de representación
o por haberse excedido el representante, debe esta r legitimado carnbiariamente para
actuar contra los que han provocado tal apariencia 51. Con esta finalidad, la nueva
ley preceptúa la obligación cambiaria del fa/sus procurator y del representante que
excede lo s poderes conferidos. Tal obligación nace desde que estos sujetos estampan
su firma sobre el documento 52, aunque está claro que el tenedor deberá probar fe­
hacientemente la inexistencia del poder o, en su caso , el exceso en su utilización
en el momento de exteriorizarse las respectivas decl araciones cambiarías 53• .
Ahora bien, una vez acreditados tales extremos hay que preguntarse si su res­
ponsabilidad es solidaria; es decir, si está comprendida en el ámbito normativo del
mencionado arto 57-1. A esta cuestión se ha respondido de forma afirmativa con
base en el carácter no taxativo de la enumeración contemplada en dicho precep­
to 54 . Aunque tal formulación es cuestionable, no parece inexcusable acudir al ca­
rácter enunciativo de la norma para justificar tal tipo de responsabilidad. Efectiva­
mente, si el referido art. 10 hace responsables en virtud de la letra a aquellos que
carecen de poder o se exceden en su utilización significa que estos son obligados

47. Para un a exposición d e las diferentes teorías. vid ., ampliamente. BUITARO. I/ falsu s procurator
e l'art . II della Iegge cambiarla, BBTC 18 (1955) [ pp . 310 Y ss.; S ANTINI. L'opponibilitti delle eccezioni
nella cambia/e firmara da fa/sus pro curator, Ri v, dir, com o 51 (1953) pp. 60 Y ss .
48. Cfr. CAMPOBASSO. I soggetti..., pp . 173-175; SÁNCHEZ A NDR ÉS. Marco histórico- comparativo.... p.
46 ; S ÁNCHEZ CALERO . Instituciones de Derecho mercant il. Madrid 1987 p. 359 .
49. Vid. PA z-ARES. Las excepciones.... p. 290; VICENT CHUlIA. Compendio.... II p. 610.
50. Parece obvio que el tened or de la letra deb e o bra r de buena fe. (cfr. V¡CENT CHULlA . Compen­
dio.... p. 610) . Ciertamente. si al exteriorizarse la decl aración cambiaría el tomador conoce el defect o
de representación -porque el supuesto representante se lo manifi esta o por cualquier otra raz ón-s-, no
estaríamos ante una hipótesis de fa/sus procurator, o de representante que excede sus poderes. sino ante
un verdadero negotiorum susceptio e n el que la situación es tá clara para él (vid ., al respecto DIEZ­
PICAZO, La representación.... p . 217). Con ba se en estos po stulados el supuesto representante podría ale­
gar la ausencia de buena fe en el tomador com o excepción ext racarnbiaria oponible frente a su preten­
si ón, Asimismo, a tenor de lo dispuesto en los arts. 20 y 67·1 LCCH podrá oponer tal excepción frente
a cualquier tenedor que hubiera adquirido la letra a sabi en das de la falta o el exceso de representación
(cfr. G ARCíA LUENGO'SOTO VÁZQUEZ. E/ nuevo régim en.... pp . 298-300; PAz-ARES. Las excepciones....
pp . 376-379; Y con referencia co ncreta al ava l, R oJO. E/ aval.... p. 585).
SI. Con la nueva previsión de la LCCH parece darse una satisfacción adecuada a los intereses del
tenedor. lo que no siempre suced ía co n anterioridad por la vía de la responsabilidad civil o. incluso.
penal (vid. S ÁNCHEz A NDRÉS. Marco historico-comparauvo.... p. 46).
52. Se ha dicho que la obliga ción nace cua nd o el de fecto de representación adquiere relevancia jurid i­
ca. ya sea en el momento de la em isión o de la transm isión del título (cfr. BUITARa. ¡¡ [alsu s procura­
tor.... p . 342; CAMPOElASsa. I soggetti.... p. 176). Evidentemente. tal relevancia también puede manifestar­
se en el momento en que se ava le a algun o de los obl igados.
53. Esta solución puede sostenerse por aplica ción del principio ei incumbit probatio qui dicit, non
qui negat, sancionado en el an o 1214 Cc. Para un a o pin ió n similar sobre una base legal diferente. vid .
BAUMRACH-HEFERMEH L. Wechselgesetz.... p . 74; CAMPOBASSO. Coobbligazione.... p . 63; VAN RVN·
HEENEN . Principes.... JI p . 468). Por lo demás, el tenedor puede probar la falta o el exce so de poder
mediante la sentencia que lo acr edite al haberl o excepcionado y demostrado el presunto representado
ante la reclamación de aquél. En cua lq uie r caso la prueba queda facilitada habida cu enta que el art ,
9·JII .LCCH concede a cualquier tenedor el derecho de exig ir de lo s firmantes . en cua lq uier momento.
la exhibición del poder (cfr. ROJO. El aval..., p . 585) .
54. Cfr. CAMPOBASSO, Coobbtigazione.... pp . 52-55 ; GÓMEZ C ALERO . La responsabilidad.... p. 275;
RoJO . El aval.... p. 584 .

LA SO LIDARIDAD .
• JOSE LUIS SA NCHEZ·FARODI FASCUA

cambiaríos. A este respecto es de significar que su responsabilidad nace de las res­


pectivas declaraciones cartáceas que adolecen de un defecto o un exceso de represen­
tación, de tal suerte que quedan obligados en los términos de la suscripción efectua­
da. Desde este puma de vista, por consiguiente, no hace falta ampliar el elenco del
art. 57-1, ya que una vez probado el defecto de representación el sujeto queda vincu­
lado en la misma forma que lo habría estado el presunto representado 55; esto cs.
como librador, aceptante, endosante o avalista. De hecho. como previene el propio
arto 10. cuando el falso representante o el que excede sus poderes satisfagan la deuda
cambiaria tendrán los mismos derechos que corresponderían a los supuestos repre­
sentados. En suma, estos sujetos ocuparán la posición de estos últimos en el círculo
cambiarlo, respondiendo solidariamente frente al tenedor y adquiriendo los derechos
que la letra incorpora cuando cumplan su obligación.

8) El aceptante por intervención.- Como ya se ha puesto de relieve. el art.


57-1 tampoco menciona entre los responsables solidarios al aceptante por interven­
ción . A pesar de ello. el art. 73 de la misma ley señala que este sujeto responde
de igual forma que le correspondería hacerlo a la persona por cuya cuenta intervie­
ne 56. De lo dispuesto en esta norma se infiere. pues. que el mismo es un obligado
cambiario, pero su omisión en el elenco de los de carácter solidario puede plantear
dudas acerca de la naturaleza de su responsabilidad 57.
Con el fin de sostener su responsabilidad solidaria se ha postulado también
el carácter no taxativo de tal enumeración 58. En realidad, aparte de lo expuesto,
el aceptante por intervención es un obligado de regreso que no puede ser confundi­
do con el librado-aceptante 59. De conformidad con este planteamiento. y una vez
sentado que responde del mismo modo que el beneficiario de su intervención, no
existe inconveniente en admitir el carácter solidario de su responsabilidad 60. En
efecto. en la cadena cambiaria el interviniente se coloca en la misma posición que
la persona por la que interviene que. como ya sabemos, responde solidariamen­
te 61. En definitiva. puede afirmarse que no es preciso recurrir al carácter enuncia­
tivo de la enumeración del art . 57-1 en orden a convenir en la solidaridad de la
obligación del aceptante por intervención 62 bastando para ello una interpretación
sistemática de los preceptos de la LCCH.

55. Vid . V1CENT CHULJA, Compendio..., [] p. 663.


56. Vid. GARCíA LUENGO-Saro VÁZQUEZ. El nuevo régimen.... pp . 332-334 ; MENENDEZ, La interven­
ción de la letra de cambio, en MENÉNOEZ y otros, Derecho cambiario..., pp. 707-735. Y en particular.
pp . 762-728.
57. Cfr. CAMPOBASSO, Coobbligazione...• p. 56.
58. Cfr. CAMPOBASSO, Coobbllgazione.... pp. 55 Y 57.
59. Aunque algún autor ha sostenido después de la reforma que el aceptante por intervención es esen­
cialmente un aceptante y responde como tal (vid. VÁZQUEZ IRUZUBIETA , La ley cambiarla..., p. 402). es
lo cierto que la doctrina mayoritaria coincide en configurarlo como un obligado en vía de regreso que
ocupa una posición bien diversa a la del simple aceptante (vid. , entre otros. GARCíA LUENGO-SOTO VÁ"L­
QUEZ, El nuevo régimen.... p. 334. MEN ÉNDEZ. La intervención..., pp. 726-727 ; VICENT CHULlA, Com­
pendio..., Il p. 637). Este es, además. el parecer dominante de la dogmática de los ordenamientos que
han recogido las directrices marcadas por la W (vid ., con carácter indicativo. BAUMBACH-HEFERMEHL,
Wechselgest;.... p. 262; HAMMEL·L AGARDE-JAUFPRET. Traite..... 11 pp . 500 -501; PAVONE LA ROSA. La cam­
bia/e.... p. J93; ROBWT-RIPERT. Traité..... I1 p. [47; VAN RVN-HEENEN. Principes.... II p. 444) . Por lo
demás. el carácter no principal de la responsabilidad del aceptante por inter vención era mantenido por
algunos autores bajo la normativa codificada (vid . GÓMEZ SEGADE. La intervención cambiaria, ROBB
6 (1982) pp. 261-326, especialmente p. 317; RUBIO. Derecho cambiario...• pp . 380-381; URlA, Derecho
Mercantil '2 . .. , p. 743) .
60 . Cfr. MENENDEZ, La intervención...• p. 726; PAVONE LA ROSA. La cambiale..., p. 193; ROBWT­
RIPERT. Trait é...• [] p. 147; V,CENT CHUUA. Compendio.... 11 p. 663.
61. Es de aprecíar que. como se desprende de lo preceptuado en el art. 70-IJ LCCH , no cabe la inter­
vención a favor del librado (cfr. GARCfA LUENGO-Saro VÁZQUEZ, El nuevo régimen..., p. 331; MENEN·
DEZ. La intervención. .., p. 717; URJA. Derecho mercantilv-, Madrid 1987 p. 768).
62 . Vid. VJCENT CHULlA, Compendio.... TI p. 663.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 11II.

C) Obligados cambiarios de igual grado.- Como ya se ha apuntado, los obli­


gados de igual grado son aquellos que, emitiendo una declaración de idéntico signi­
ficado cart áceo, ocupan la misma posición en el círculo cambiario 63. Existe, pues,
una pluralidad de obligados que ostentan igual posición, pero sin olvidar que cada
uno de ellos asume su propia obligación, de tal modo que la nulidad de cualquiera
de ellas no afectaría a las restantes, subsistiendo éstas con plena validez 64 .
Es de advertir que la reforma operada no aporta un tratamiento general a
este supuesto particular, careciendo, en consecuencia, de un régimen jurídico ade ­
cuado 65. A pesar de esta actitud , la propia LCCH introduce algunos preceptos
que permiten sostener la admisibilidad de tales hipótesis 66 . A la vista de ellos va­
mos a ocuparnos por separado de alguno de los ca sos que pueden darse en la
práctica.
La primera hipótesis que interesa resaltar es la de pluralidad de librados­
aceptantes 67 . Su admisibilidad queda fuera de toda duda a tenor del dictado del
arto 44-1 LCCH 68 . El problema se reduce ahora a conocer cuál es la extensión de
la responsabilidad de los diversos aceptantes. En este sentido cabe postular la aplica­
ción de la norma general contenida en el arto 57-T, de modo que todos ellos respon­
derían de forma solidaria frente al tenedor 69. Ahora bien, ¿constituye éste un
principio inderogable o, por el contrario, es posible un régimen de responsabil idad
diverso? Se plantea, así , la cuestión de si cabe que una letra de cambio sea aceptada
de forma mancomunada. A tal punto hay que tener en cuenta que el art. 30-1
LCCH autoriza la aceptación parcial, de manera que si pueden existir varios libra­
dos que acepten sólo una parte de la deuda, parece que por la misma razón debe
admitirse la aceptación de una pluralidad en régimen de mancomunidad 70 . Desde
esta perspectiva no se vulneraría el mandato del arto 57-T; mandato que, como se
ha señalado, debe ser interpretado a la luz del contenido obligacional asumido por
cada deudor dentro de los límites legales permitidos 71. Es de significar, en conse­
cuencia, que la pluralidad de aceptantes responderá solidariamente, a no ser que

63. Vid. ALONSO SOTO. El pago...• p. 656 ; MORENO C ATENA . Algunos problemas del juicio ejecutivo
camb iarlo, Documen. jur. 49-50 (1986) pp. 135-158. en especial p. 143.
64. Vid .• con expresas referencias a una plu ralidad de libradores. IGLESIAS PRADA. El libramiento....
p. 410. A estos extremos convien e explicitar que un sector de la doctrina con sidera q ue estos deudores
camb ia rios asumen una misma obligación (vid .• po r lodos, PAVONE LA ROSA. La cambiale ..., p. 540).
Es lo cierto, sin embargo, que lo qu e en realidad asumen es una idéntica po sición cambiaría, lo cual
puede realizarse a través de un único acto, pero sin que ello gen ere un único vínculo jurídico, pues de
otra forma se conculcaría el principio de autonomía de las obligaciones cambiarías (cfr . art. 8 LCCH).
65. La LCCH no se ha hecho eco de alguna opinión que propugnaba qu e la reform a debía ocuparse
de la regulación positiva de este tipo de obligados cambiarías (vid .• al respecto. GÓM EZ CALERO, La
responsabilidad.... p. 304) . Por el contrario. la ley italiana en su art. 62 regula al menos las relaciones
internas entre ellos (vid . CAMPOBASSO, Coobbligo zion e.... pp. 36-40 ; DE ACUTIS. Coobbligali cambiari
di par; grado e azione di ulteriore regreso, Riv. dir. civ. 24 (1978) pp . 534-545) .
66. Es de recordar que bajo la vigencia del Ccom. la doctrína ma s autorizada admitía la validez de
una pluralidad de aceptantes. libradores. end osa ntes en un mismo endoso y avali stas de un mismo obliga­
do (vid. supra nota 23) .
67. La existencia de varios librados -requisito previo pa ra que actúe una pluralidad de aceptantes­
es admitida expresamente por la propia LCCH en sus arts . 3 y 31. Sobre los problemas que esta hipótesis
pueda plantear. vid., entre otros, IGLESIAS PRADA , El libramiento.... pp . 404-405.
68. Cfr. IGLESIAS PRADA. El libramiento..., p. 406; PÉREZ DE LA CRUZ, Las accion es cambiarias, en
M ENÉNDEZ y ot ro s. Derecho cambiario .... pp . 663-705; DE SEMO, Diritto cambia rio..., pp . 569-570 ; GAR­
CíA LUENGO-Saro VAZQUEZ. El nuevo régimen .... p. 14; PAVONE DE LA ROSA, La cambiale.... p. 540;
P ÉREZ DE LA CRUZ. Las acciones.... p. 670.
69. Vid. ALONSO SOTO ¡ El pago..., p. 656; DERR IDA , De la solidarité commercial, Rev. trim. dr. como
6 (1953) pp. 329-372. en ~-ar1icular p. 346; D E SEMO. Diritto cambiario .... pp. 569-570; GARCíA LUENGO­
Soro VAZQUEZ, Et nuevo régimen.... p. 14; P AVONE LA ROSA. La cambial e.... p, 540; PÉREZ DE LA CRUZ.
Las acciones.i., p. 670 .
70, Cfr. P ÉREZ DE LA CRUZ. Las acciones.... p. 670 . Idéntico argumento fue aducido antes de la re­
fo rma po r GÓMEZ CALERO. La responsabilidad.... poo 285 .
71. Al respe cto, vid . supra n° 3.

LA SOLIDARIDAD..
11 JOSE LUIS SANCHEZ·FARODI FASCUA
se haya hecho constar de modo expreso su aceptacion mancomunada o, de forma
indirecta, a través de aceptaciones parciales, en cuyo caso el tenedor habrá de accio­
nar contra todos ellos en orden a hacer efectivo su crédito 72.
La hipótesis de pluralidad de libradores, a diferencia que la anterior, no ha
sido prevista por la ley. Correlativamente, la inexistencia de un precepto prohibitivo
induce a admitir el supuesto 73. Asimismo, la responsabilidad de los distintos libra­
dores ha de reputarse solidaria al amparo del art. 57-1 74 • Sin embargo, parece que
en este caso debe refutarse la posibilidad de un libramiento mancomunado de la
carnbial. En efecto, la LCCH, en su art. 11 prohibe al librador exonerarse de la
garantía de pago. Desde esta óptica, una cláusula que estableciera el libramiento
mancomunado estaría restringiendo indirectamente la responsabilidad de los librado­
res y, por lo tanto, conculcaría la expresada norma prohibitiva. Consecuentemente,
una cláusula de estas o similares características debería tenerse por no puesta, dejan­
do subsistente, al mismo tiempo, la responsabilidad solidaria de los libradores 75.
Tampoco la pluralidad de endosan tes en un mismo endoso es reconocida ta­
xativamente por la ley. A pesar de ello, y por las mismas razones aducidas para
los libradores, esta hipótesis práctica debe ser admitida en nuestro sistema cambia­
rio 76. Es de reiterar, además, que habida cuenta del carácter cartáceo de sus res­
pectivas obligaciones, todos ellos responderán de manera solidaria frente al portador
de la cambíal " . Ello no obstante, al igual que en el caso de los aceptantes, cabe
propugnar la validez de un pacto que instituya un régimen de responsabilidad man­
comunada, pues si el art. 18 LCCH permite al endosante eximirse por completo
de su responsabilidad, con más razón podrá limitarla a una parte de la deuda 78.
Por consiguiente, a falta de cláusula expresa, los endosantes responderán solidaria­
mente frente al acreedor carnbiario,
Por último, es de destacar que la propia ley en su art . 49 prevé el supuesto
de pluralidad de avalistas. Conviene precisar que esta hipótesis, que por lo general

72. Vid. PÉREZ DE LA CRUZ, Las acciones..., p. 670. La jurisprudencia dictada al amparo de la disci­
plina codificada no tuvo ocasión de resolver ningún caso en que se estableciera una aceptación manco­
munada, pero si declaró en alguna ocasión el carácter solidario de la responsabilidad de los diversos
aceptantes. Así, la sentencia del Tribunal Supremo de 14 de abril de 1986 (vid. supra nota 23) explicitó
en su 7° fundamento de derecho que « v. , en el caso de litis. con independencia de ciertas expresiones
de los documentos cita do s que conducen a afirmar tal solidaridad, son concluyentes a este respecto. en
primer lugar. el acepto de ambos demandados de las letras libradas para el pago aplazado del precio
convenido de la transmisión de las participaciones sociales, pues es sabido que uno de los efectos de
la letra de cambio es el de obligar con carácter solidario a quienes la firman , en este caso a los demanda­
dos que la aceptaron . .. ». Con anterioridad a esta resolución se había pronunciado en esta misma linea
la Sala Primera de la AT de Madrid en su sentencia de 5 de octubre de 1983 (ROO 40 (1984) pp .
753-754) .
73 . Nuestra doctrina más acreditada no parece encontrar ningún obstáculo para la admisión de esta
hipótesis (cfr. O ARCIA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ, El nue vo régimen..., p. 14; IGLESIAS PRADA, El libra­
miento..., p. 410.
74. Cfr. ALONSO Soro, El pago , p. 656; OARCIA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen...• p. 14;
[OLESIAS PRADA, El libramiento p. 410.
75. Argumentos similares a los mantenidos en el texto fueron postulados antes de la reforma por Gó
MEZ CALERO. Para este autor, sin embargo. un libram iento plural mancomunado debía estimarse radical­
mente nulo o inexistente, lo que impediría el nacimiento de la letra (cfr. La responsabilidad..., pp.
283-284) . En la actualidad, a tenor de \0 establecido por el art. 11 LCCH parece que esa opinión ha
perdido vigencia, como el propio autor había previsto para el caso en que la W se introdujera en nuestro
ordenamiento. Por lo demás, otro sector doctrinal consideraba que las cláusulas de irresponsabilidad del
librador debían estimarse como prohibitivas y, como tales. tenidas por no puestas (vid . RUBIO, Derecho
cambiarlo..., p. 248) .
76. Vid. MORENO CATENA, Algunos problemas.... p. 143.
77 . Cfr. ALONSO SOTO. El pago...• p. 656; OARCIA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ. El nuevo régimen.... p. 14;
MORENO CATENA , Algunos problemas..., p. 143.
78. Para una argumentación semejante, con base en Jos preceptos derogados del Ccom ., vid . OÓMEZ
CALERO, La responsabilidad. .., pp . 286-287.
11III­
recibe el nombre de cO¡lVaI 79 , acontecerá cuando varias personas avalen a un mis­
mo obligado cambiario, ya sea en un mismo acto, ya en actos distintos y sucesi­
vos 80. Pues bien, del mismo modo que en los anteriores casos, ha de convenirse
en el carácter solidario de la responsabilidad de los avalistas 81; mas la posibilidad
de avales parciales al amparo del art. 35-1 autoriza a admitir la existencia de un
aval plural mancomunado, como ocurría en los supuestos de pluralidad de aceptan­
tes o de endosantes 82. Por lo tanto,' la regla general será la presunción de respon­
sabilidad solidaria, siendo válido un convenio expreso que establezca un régimen
de mancomunidad.
En suma, el principio general sancionado por el art. 57-1 le es de aplicación
también a los obligados cambiarios de igual grado 83. No obstante, su responsabili­
dad solidaria quebrará cuando se pacte un sistema mancomunado, siempre que se
trate de aceptantes, endosantes o avalistas; excepción que no es viable en la hipótesis
de pluralidad de libradores.

5. El acreedor cambiario

Acreedor cambiario es el sujeto destinatario del pago de la letra, que debe


estar legitimado para proceder a su cobro 84 . Tal cualidad corresponde al tenedor
o portador de la misma, pero ésta puede ostentarla en virtud de diferentes causas
y requerirá una serie de requisitos en cada caso.

79. Vid . DUQUE. El avat..., p. 31; RoJO. El aval..., p. 560. Distinto de este supuesto es aquel en que
una persona avala a un avalista de un obligado cambiario. Se habla aquí de subaval (cfr. ROJO. El
aval...• p. 560). aval sucesivo o supera val (cfr. STS de 8-ahril-1983 -AJ 2105/83). donde la persona que
avala al avalista se sitúa en una posición distinta a la que éste ocupa. garantizando su pago y siendo.
por lo tanto, obligado de diverso grado (vid. GARCiA LUENGO-SOTO VÁ7..QUEZ. El nuevo régimen..., p.
137; PAVONE LA ROSA , La cambiale.... p. 370).
80. Es de advertir que algunos autores estiman que sólo existirá coaval cuando los diversos avalistas
suscriban su declaración en un mismo acto (vid ., entre otros. ALEGRIA. El aval. Buenos Aires 1975 pp .
357-358). Sin 'desmerecer tal opinión puede sostenerse que tanto si la pluralidad de avales es prestada
en un mismo acto. como si cada uno se realiza en un acto distinto, puede hablarse de coaval, pues
en ambas hipótesis los diferentes avalistas ocupan una misma posición cambiaría, precisamente porque
sus respectivas declaraciones comportan una misma significación cartácea.
81. Cfr. DUQUE, El aval..., p. 30; HAMEL-LAGARDE-JAUffRET. Traite.... 1I p. 571; ROBLOT-R1PERT. Trai­
té.... 1I p. 153; RoJO, El aval.... p. 595.
82 . Vid. PÉREZ DE LA CRUZ. Las acciones.... p. 670 . En contra. sin embargo. RoJO. El aval.i., p.. 595 .
83 . La pluralidad de sujetos en una misma posición cambiaria acontecerá también cuando existan va­
rios herederos de un mismo obligado. Sin duda, la obligación de estos sujetos reviste carácter cart áceo,
pero la ausencia de sus firmas en el título impedirá. al menos en principio, la acción ejecutiva del tenedor
(vid . CASALS COLDECARRERA . Estudios de oposición cambiarla, TI (Barcelona 1986) pp . 415-516). Ahora
bien, ¿podrá reputarse solidaria la responsabilidad de los herederos? La solución adecuada hay que bus­
carla en las normas del Derecho sucesorio. En este sentido, a la vista del art. 1084 Ce cabe postular
que sólo responderán solidariamente. una vez hecha la partición. aquellos herederos que no hayan acepta­
do la herencia a beneficio de inventario. En caso de no haberse efectuado tal partición responderá la
comunidad hereditaria (vid . DlEZ-PICAZO-GULWN. Sistema de Derecho civil (IV) Derecho de familia.
Derecho de sucesiones. Madrid. 1986 p. 698; LACRUZ-SANCHO. Elementos de Derecho civil (V) Derecho
de sucesiones. Barcelona 1981 pp. 123-125). Desde una perspectiva contraria se ha entendido. sin embar­
go. que la responsabilidad de los herederos es solidaria con independencia de que se haya hecho o no
la partición (vid . ALBADALEJO . La responsabilidad de los herederos por deudas del causante antes de
la partición, ADC 20 (1967) pp. 479-513) . Por su lado, gran parte de la doctrina italiana -con base
en el art o 1295 del Código civil- considera que salvo pacto en contrario. la obligación cambiaria del
causante se fracciona entre sus herederos en proporción a sus respectivas cuotas hereditarias (vid., con
carácter indicativo. CAMPOBASSO, Coobbligazione.... pp . 65-70; PAVONE LA ROSA. La cambiale.... p. 540
nota 1).
84. Vid. PASCUAL ESTEVILL. El cumplimiento de las obligaciones cambiaria, RDM 179-180 (1986) pp.
61-67; SANTOS. Vencimiento y pago de la letra. RDBB 23 (1986) pp . 515-577.

LA SOLIDARIDAD...
11 JOSE LUIS SANCHEZ·FARODI FASCUA

Acreedor ca mbiaría puede serlo, ante todo. el toma dor de la letra -primer
tenedor- si ésta no ha sido pue sta en circula ción ss. Esta circun stancia le permite
exigir el pago frente a sus obli gados, pero est á claro que para ello deberá poseer
materialmente el documento 86 . Análogo requisito es pred icable también cuando el
acreedor sea un tenedor po sterior como con secuen cia de un endoso. En esta hipóte­
sis, sin embargo, si atendemos a la dicción del arto 19 LCCH, su legitimación se
integrar á medi ante la justificación de su derecho por un a serie no interrumpida de
endosos, aun cuando el último endoso esté en blanco 87 •
Junto a la adquisición de la titularidad dcl crédito ca mbiari o a través del
endoso - instrumento típico de transmisión de la letra- cabe destacar el supuesto
de cesión ordinaria. Con la entrada en vigor de la LCCH queda claro que mediante
este último mecanismo el cesionario adquiere todos los derechos del cedente, entre
los que se incluye el de reclamar el impo rte de la letr a de cualquier obli gado S8.
Esta previsión contem plada en el art. 24 se subordina por el propio precep to a los
requisitos y circu nstanci as ordenados pa ra este tipo de cesió n por los arts. 347 y
348 Ccorn . De este modo, es de advertir que la legitimación cambia ria del cesionario
dep enderá no sólo de la tenen cia del do cum ento, sino también de la pru eba de su
titularidad 89 , así como de la efectiva comunicación a los obligados ca rtáceos 90 . Es

85. Recuérd ese qu e a tenor de 10 dispu esto por el pár. 5° del art. 1° LCC H. el tom ador es la persona
a q uien se ha de hacer el pag o o a cuya or den se ha de efectuar (cfr. GARCiA LUENGO-SorO VÁZQUEZ,
El nuevo régime n..., p. 13; IGLESI AS P RAOA, El tibramien to...• p. 406).
86. Cfr. PÉREZ 01'. LA CRUZ. Las acciones.... p. 667. Bien entend id o q ue en cas o de despo sesión de
la letra po r cualq uier motivo podr á acud irse al proceso de a mo rt izac ión previsto en lo s a rts . 84 y ss.
LCC H (vid . CAMPOBASSO . Coobbligazione..., p. 77; lo 1. CORTES. La amo rtizaci án de los titulos cam ­
biarios , en MENENDEZ y otros. Derecho combiario..., pp. 841-872; VERGEZ SÁNCHEZ. La circulación...,
p. 485; V¡CENT CHULIA, Compendio..., 11 p. 631).
87. Vid . GARC íA LUENGO-Sara VÁZQUEZ, El nu evo régimen..., p. 68; PÉREZ DE LA CRU Z, Las accio­
nes..., p. 667; ROBLOT-RIPERT , Traité..., II pp, 157-158; VERGEZ SÁNCHEZ, Lo circulación..., p. 478.
88. C fr. CAMPOBASSO . Coob bligazione..., pp. 78-79; MORENO CATENA . Algunos p roblemas..., p. 142;
P AVONE LA ROSA, La cambiale..., pp. 323 Y ss.; SANTOS, Vencimie nto...• p. 561. De la disciplina cambia­
ria se evidenci a qu e mientras el endosa tar io adq uiere una pos ició n autó no ma a la de su endosante, el
cesio na rio adopta la misma posición qu e su cede nte. El aná lisis de las múltiples diferencias existentes
entre ambas clas es d e transmi sión excede los fines de este trab aj o; sobre ello, vid.. ent re otros, DE SE.
MO. Diritto camb iario.... pp. 474 Y ss.; VERGEl SÁNCHEZ, La circulación.... p p. 501-506. Por ot ro lado.
no p arece ocioso señal ar aq uí qu e co n a rreglo a la s nor mas de l Cco m. algunas sentencias de las Audi en ­
cias Territo riales nega ron la legitim ación cambi aría de l cesio nar io (entre las última s. vid ., SAT Gran ad a
de 3-junio-1981 -RGD 39 (1982) pp. 1986-1987-; SAT Valen cia - Sala 1' - de II-juli o-1985 -RGD
42 (1985) pp. 3440-3442-; SAT Bu rgo s de 3-diciemb re-1985 -RGD 42 (1986) pp. 3455-3456-) . Sin em­
bargo, otras resoluciones se pronunciaron a favor d e tal legitimación . A sí lo hizo a SAT Bilb ao de
12-mayo-1982 (RDBB 7 (1982) pp , 689-690), co n base en los arts. 1212 y 151 8 Cc regulad or es de la cesió n
de crédito -postura, po r lo demás, acep ta da por alguno s autores como EIZAGUIR RE. La transmisión
de la letra de cambio mediante cesión ordinaria (Sentencia de la Audiencia Territorial de Bilbao de
12 de moyo de 1982), RDBB 7 (1982) pp . 689 -694); GALAN, Comentario..., pp. 907-911-. Y en la misma
línea , la SAT de Barcelona -Sala 3' - de 22-sep tiembre-1986 (RJ C 86 (1987) pp . 120-l2l ), tras recoger
alguna s resolucion es de la j urispr ud encia me no r, señal ó en su 4° fundamento jurídico : « v. , El lib rad or...
medi ante escritura públi ca cede y tran sfiere a su esp osa el crédito representado y docum en tado en las
cua tro cam bia les. La cesión fue notifica da al deudor por el propio nota rio medi ante ca rta certi fica da
remitid a a su domicilio por lo q ue hay q ue estimar cum plidos los requi sitos de l ar to 347 del Có digo
de Comercio y entende r qu e la ceson aria está legitimada para reclamar la deud a ca mbia ria al ace ptan te
de las letras mediante el presen te j uicio ejecutivo» .
89. Cfr. A LONSO Sara. El pago.... p. 633; PÉREZ DE LA C RUZ , Las acciones..., p. 669; VERGEZ SÁN·
CHEZ , La circulación..., p. 503 . La titul a rid ad del cesionario puede ten er un origen diferen te. Cabe qu e
proceda de un negocio conce rtado con el ten edo r de la letra - ya sea en virt ud de un co nvenio realiza do
al efect o, ya de uno má s a mp lio co mo pu ed e ser el de la venta de em presa o el de fusión de so ciedades- ,
o bien de una ad jud icación en su basta j ud icial (cf r. SÁNC HEZ CALERO. Institucion es 12. .. . p. 372; URJA .
Derecho mercantil 14 ... . p . 784).
90 . Este requi sito exigido indi recta mente po r el arto 24 por remi sión al 347 Ccom (cf r. VÁZQUEZ IRU­
ZU BIETA, Ley cambiaria..., p. 158). ha sido criticado po r a lgunos autor es. Al respe cto se propone qu e
la comunicació n sea exigible en los casos de letras giradas no o la orden, ya q ue aquí el documen to
nace como título no circulante. En ca mbio. no se est ima necesa ria en los demá s sup uestos pues en ellos
- - - - - - - - - - - - -- - - -- --------,-----11II.

preciso indicar, además, que este régimen especial es aplicable tanto a los tenedores
de letras giradas no a la orden o con expresiones equivalentes -cfr. art. 14-, como
aquellos que hayan adquirido el título por medio de endoso posterior al protesto
o a la declaración equivalente por falta de pago o al vencimiento del plazo para
levantar el protesto -cfr. art. 23-1- 91• Complementariamente hay que explicitar
que el propio art. 24 señala, in fine, que esta normativa rige para cualquier medio
de transmisión de la letra distinto del endoso, de lo que se concluye que quedan
equiparadas todas las cesiones ordinarias tanto inter vivos como mortis causa 92.
Por otro lado, el sujeto activo de la responsabilidad cambiaria puede serlo cual­
quier firmante de la letra que satisfaga el crédito 93. En realidad, cualquier obliga­
do de regreso, así como el avalista del aceptante, son acreedores eventuales antes
de que haya sido pagado el importe de la letra 94. Por ello, una vez que cualquiera
de ellos cumpla su obligación se convertirá en acreedor efectivo del débito cambia­
rio, estando facultado para reclamarlo de cualquier obligado que le preceda 95.
En este orden de ideas hay que hacer mención a los supuestos de satisfacción
del crédito cambiario a cargo de un interviniente o de un tercero no obligado, a fin de
determinar si son o no verdaderos acreedores cambiarios. El primer caso merece un
pronunciamiento afirmativo por cuanto el art. 77 LCCH otorga al que paga por
intervención derechos cambiarios contra el beneficiario y contra los que respondan
frente a éste 96. En cambio, la hipótesis de pago por un tercero no obligado cam­
biariamente no recibe un tratamiento afín en la ley, lo que podría conducir a una
respuesta negativa. A pesar de ello, parece sostenible, con un sector de la doctri­
na 97, que en este caso el solvens puede adquirir la condición de acreedor cartáceo,
bien subrogándose en los derechos del tenedor ex art. 1212 CC, bien obteniendo de és­
te la cesión de tales derechos al amparo del mencionado art. 24. Consecuentemente,
acreditada su titularidad, el solvens podrá dirigirse contra cualquier deudor cambiario.
Finalmente, resta por analizar el supuesto de pluralidad de acreedores carn­
biarios. Fundamentalmente, esto puede suceder porque se designen varios tomado­
res 98 o porque la letra se endose a varias personas en un mismo acto 99. Aquí, los

la tenencia de la cambial tiene fuerza leg it imadora . aunque subordinada a la ' prueba d el negocio casual
(cfr. PAVONE LA ROSA. La cambiale.... pp. 328 ·330; VERGEZ. La circutaci án.... pp. 504-505).
91. Cfr. PAVONE LA ROSA, La cambiale.... pp . 316-319 y 328 ; VERGEZ SANCHEZ, La circulación..., pp.
500 Y ss.
92. Vid. PASCUAL ESTEVI LL. El cumplimiento .... p . 86; SÁNCHEZ CALERO. Instituciones 12.... p. 372;
URJA, Derecho mercantil v ... , p. 784; VERGEZ, La circulación.... p. 502 ; SANTOS. Vencimiento...• p. 561.
En la hipótesis de sucesión mortis causa la legitimación podrá co rr espo n der tanto al heredero como al
legatario o, en su caso. al administrador de la herencia yacente (cf r. PÉREZ DE LA CRUZ. Las acciones....
p. 669).
93 . Así lo establece el pár. 3" del art . 57 LCCH (vid. GARCíA LUENGO-Sara vÁZQUEZ. El nuevo régi­
men .... pp. 250-251; PÉREZ DE LA CRUZ. Las acciones.... p . 667). La p ropia ley recoge una expresión
concreta de esta regla en Sil art. 37-1I relativa al avalista que satisface la deuda (cfr. DUQUE. El avul.i.,
pp. 49-50; RoJO. El aval.... p . 598). Sobre la legitimación activa del obligado carnbiario que cumple.
vid ., en el Derecho comparad o, CAMPORJ\SSO. Coobbligazione.... pp. 79-81; HAMEL-LAGARDE-JAUFFRET.
Traité.... p. 552; PAVONE LA ROSA. La cambiale ..., p. 331·332; VAN RVN-HEENEN. Principes.... p. 453) .
94 . Vid . DUQUE. El aval.... p . 50 .
95 . El estudio pormenorizado de las acciones que corresponden a los coobligados entre si se abordará
más adelante al examinar las relaciones internas de la solidaridad cambiaria (vid. infra n° 7).
96 . Vid . CAMPOBASSO. Coobbligazione p . 80 ; GARCfA LUENGO-SOTO VAZQUEZ, El nuevo régimen....
pp . 336 -337 ; MENÉNDEZ. La intervencián pp . 732-733; SANTOS, Vencimiento.... p . 576; VAN RVN­
HEENEN. Prin cipes...• p. 477.
97. Cfr. CAMPOfiASSO. Coobbiigazion e.... p . 83 ; MONNIG, Bürgschaft für Wechselverbindlichkeit ,
Münster )966 pp, 62-63; ROJO. El aval.... p. 600 ; Y antes de la entrada en vigor de la LCCH. GALAN.
Comentario..., pp. 907-911. con referencia al fiador extracambiario y con base en la aplicación conjunta
de lo s arts. 1839 y 1212 Cc.
98 . Vid . G ARCfA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ. El lluevo régimen ..., p. 14; IGLESIAS PRADA. El Iibramten­
to.... p. 40 8.
99 . Cfr. VERGEZ SANCHEZ. La circula ci án.... p. 461.

I
LA SOLIDARI DAD .
• JOSE LUIS SANCHEZ ·FARODI FASCUA

acreedores pueden dirigirse contra cualquiera de los obligados cambiarías, pero su


actuación quedará condicionada por la forma en que hayan sido designados en el
título. Esta puede ser solidaria, mancomunada o alternativa, presumi éndose que se
opera del segundo modo a falta de pacto expreso 100. Obviamente, si la designación
es man comunada los acreedores deberán exigir su crédito de manera conjunta,
mientras que si es de modo solidario cualquiera de ellos podrá hacerlo en beneficio
de los demás . En el caso de designación alternativa, cualquiera de los acreedores
que esté en posesión de la letra podrá ejercitar sus derechos excluyéndose de esta
suerte la posible reclamación de los demás 101.

11I . REGIMEN JURIDICO DE LA SOLIDARIDAD CAMBIARlA

El estudio del régimen jurídico de la solidaridad cambiaría requiere una di­


versificación dirigida a conocer tanto las relaciones externas existentes entre los obli­
gados y el acreedor, como las internas que rigen entre aqu éllos 102. En el primer
sentido examinaremos las facultades de elección y variación del acreedor cartáceo
-íus electionis y ius variandi-:-, así como el régimen de la prescripción de las dife­
rentes acciones que le competen. En el segundo, nos ocuparemos del régimen que
regula las relaciones entre la pluralidad de deudores cambiarios, tanto de igual como
de diverso grado.

6. La responsabilidad solidaria frente al acreedor cambiario


\

El tantas veces mencionado art. 57 LCCH , además de instituir la solidaridad


cambiaria pasiva absoluta, dispone en su art. 2° que el portador tendrá derecho
a proceder contra todos los obligados «individual o conjuntamente, sin que le sea
indispensable observar el orden en que se hubieran obligado» 103. Esta norma su­
pone una verdadera innovación que tiende a robustecer la posición del tenedor, ya
que al mismo tiempo que autoriza una reclamación per saltum -sin observar el
orden cronológico de los vínculos cambiarios-, permite que tal reclama ción se diri­

100. Rige en este supesto el principi o de la no pre sunci ón de so Lidar idad pr evisto en nue stro orde na­
miento común -art o L137 Cc- y apli cable en el ámbito camb iario debido a que en éste la presunci ón
de solida r idad sólo afe cta a las rela cion es pa sivas (vid. VERGEZ SÁNCHEZ, La circulación.... p. 461).
101. C fr. G ARCiA LUENGO-Sara VÁZQUEZ. El nuevo régimen ...• p. 14; VERGEZ SANCHEZ, La circula­
ción...• p. 461. quien cr itica esta forma de designaci ón por la inseguridad qu e plantea sobre la determ ina ­
ción del legít im o po seedor de La letra. Por su parte. la sentencia de la Sala l ' de la AT de Barcelona
de 26-m ayo-1987 , con base en la disciplina codificad a. se expresó en los sigu ientes términ os: «... la desi g­
na ción alternativa de tomadores se halla permitida por nuestra legislac ión mercantil. si bien la actua ción
de los derechos cambiarios por uno de ellos excluye la posibilidad d e que sea reclamada por otro de
los designados en el cuerpo del título. habi endo precisado esta Saja en Sentencia de 23 de octubre de
1985 qu e « ... e1 hecho de figurar dos tomadores no es opuesto a lo preceptuado en el a rt. 444 _3 " del
Código de Com ercio ... » (RJC 86 (1987) pp . 933-934) . Por lo demás. al g~nos a uto res han equiparado
los su puestos de designación alternativa a los de solidaridad (vid . DE SEMO , Diritto cambiarlo ..., p. 329;
RUBIO. Derecho cambiario...• p. 252) .
102. Adoptamos los cr iter ios metodológicos utilizados para el estudi o de la solida ridad pasi va común
(vid ., entre otros, DIEZ-PICAZO, Fundamento.... I pp . 431 Y ss.; LAcRUZ y otros. Elementos..., I1-]" pp .
53 Y ss) .
103. Cfr. GARCiA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen...• p. 248. Idéntica previ sión se contiene
en los sistemas jurídicos que han acogido la LU (vid. al respecto y con ca rácter indicativo, BAUMBACH­
HEFERM EHL, Wechselgesetz .... pp . 207-208; DE SEMO. Diritto cambiario...• p. 551; ROBLar-R1PERT, Trai­
té.... JI p. 186; VAN RVN-HEENEN, Principes.... I1 p. 453) .
- - - - - - - - - - - -- - - - - - - - - - - - - - - , - - - - -

ja contra dos o más obligados de forma conjunta 104. Asimismo, la amplitud con
que la ley concibe el ius electionis del acreedor carnbiario se ve completada con
la previsión contenida en el pár. 4° del propio precepto, del que se infiere que la
acción intentada contra uno de los obligados no impedirá la posterior reclamación
de cualquiera de los restantes, con independencia de la posi ción que ocupen en el
círculo cambiario 105. Por consiguiente, el carácter absoluto e ilimitado que se otor­
ga al ius electionis y al ius variandi del tenedor contribuye en bu ena medida a refor ­
zar su posición cambiaria.
Ahora bien, el reconocimiento de estas amplias facu ltades susc ita algunas
cuestiones de orden práctico. De un lado, se detecta que cuando el portador ejercita
su derecho frente a dos o más obligados en un mismo proceso está trabando un
litisconsorcio pasivo voluntario 106. De otro, se plantea el problema de la po sibili­
dad del ejercicio conjunto de la acción directa y la de regreso . En este sentido, si­
guiendo las or ientaciones que nos parecen más seguras hemos de contestar afirmati­
vamente, máxime si se tiene presente que el art. 156 LEC permite la acumulación
y ejercicio simultáneo de las acciones que uno tenga contra varios individuos, siem­
pre y cuando éstas nazcan de un mismo título 107. Por último, queda por tratar el
tema de la admisibilidad de qu e el portador ejercite su acción contra varios obliga­
dos en diferentes procedimientos. En estos casos existe el peligro de una duplicidad
de pagos en favor del demandante que debe evitarse. Con esta finalidad puede ar­
güirse que tratándose de distintos juicios ejecutivos habrá de tenerse en cuenta que
de conformidad con el art. 1479 LEC pueden producirse sentencias contradictorias
sin que ello afecte a la seguridad jurídica . Por el contrario, si uno de los deudores
es demandado en un juicio declarativo y otro en un ejecutivo deberán operar los
efectos de la litispendencia 108.
Par otra parte, la posición del acreedor cambiar io debe ser completada con
las garantías que ostenta en los casos de quiebra, suspensión de pagos o concurso
de determinados obligados. Así, el art. 50 LCCH, en su letra b), prevé el ejercicio
anticipado de la acción de regreso cuando el librado, sea o no aceptante, se encuen­
tre en alguna de estas situaciones concursales; y en su letra e) atribuye idénticos

104. Vid. ALONSO SOTO, El pago..., p. 656; RoJO, El aval..., p. 594; URIA, Derecho Mercantil v . . . •
pp . 804-805. Recuérdese qu e el Ccom no permitía esta a cción co nj unt a , y la jurisprudencia sentada en
torno a esa normativa só lo au torizaba este tipo de acci ón co n tra el aceptante y su avalista o cuando
se tratara de obligados de igua l grado (vid . supra nota (5 ).
105. A diferencia d e lo que establecía el ar t. 516 Cco m, no se requiere ahora acreditar previamente
la insolvencia del demandado para modificar el de st inatario de la acción (cfr. ALONSO SOTO, El pago...•
p. 656; GARCíA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ, El nue vo régimen...• p. 248; V¡CENT CHULlA. Compendio..., II
pp . 663-664) .
106. Cfr. MORENO C ATENA. A lgunos problemas..., p. 143. Desde o tra perspectiva se ha estimado qu e
el ejercicio conjunto del derecho del tenedor implicaría un litisconsorcio pa sivo necesario (vid . CORTES
DOMfNGUEZ, El nue vo j uicio ejecuti vo cambiado, en MENÉNDEZ y otros. Derech o cambiarlo...• pp .
873-903, Y especialmente p. 887) . Ha y qu e conveni r, sin emba rgo. que tal ejercici o co ns tit uye un derecho
subjetivo del que es titular el tenedor. c uyo ejercicio qu ed a, por tanto. a su libre elección. y no un deb er
de obligado cumplimiento (cfr . P ÉR EZ DE LA C RUZ. Las acciones...• p. 670). Por lo demás. el ten ed or
podrá hacer el señalamiento de los b ienes de cu alquiera de los demandados a fin d e proceder a su ernb ar­
go, aunque el requerimiento habrá de dirigirlo co ntra todos ellos, pues el despacho de eje cu ción deb e
hacerse para todos (vid . MORENO CATENA. Algunos problemas...• p. 143).
107. Cfr. GARetA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen...• p. 249; MOR ENO CATENA , Alguno s
problemas..., p. 143; P ÉREZ DE LA CRUZ. Las acciones...• pp. 666-670 . E s de destaca r que el ejercic io
conjunto de ambas ac ciones a tr avés de un mismo juicio eje cutivo ha sido duramente critica do desd e
el punto de vista procesal. En est a línea se ha puesto de relieve una seri e de probl em a s que surgen en
la fase procesal posterior al de spacho de la ejecución -orden de requerimientos y embargos. pa gos p ar­
ciales, etc.- El origen de estos problem as se bu sca en la idea de que la figura que el art. 57 LCCH
crea no responde a nin gún esquema típ ico de plural idad de deudores -mancomunidad o so lida rida d ­
(vid . CORTES DOMfNGUEZ, El nu evo ju icio...• pp. 887-892). Por contra se ha aducido qu e este precepto
ace rc a la sol idaridad cambiaria a la civil. al menos en sus efectos procesales (cfr . P ÉREZ DE LA C RUZ.
Las acciones:., p. 666) .
108. Vid ., ampliamente, G ARc rA LUENGO-SOTO VAZQUEZ, El nuev o régimen..., pp . 249-250.

LA SOLIDARIDAD...
11 JOSELUIS SANCHEZ·FARODI FASCUA

efectos cuando el sujeto afectado por tales situaciones sea el librador de una letra
cuya aceptación haya sido prohibida 109. De este modo , a las facultades de elección
y variación que corresponden al portador de la cambial se une la posibilidad de
reclamación anticipada contra los obligados de regreso en esas hipótesis particula­
res 110. A mayor abundamiento es de explicitar que cuando todos los obligados
sean declarados en quiebra o concurso, parece evidente que el tenedor estará faculta­
do para insinuarse en cada una de las masas hasta que su crédito quede satis­
fecho 111.
Para concluir el análisis de la relación externa de la solidaridad cambiaria
hemos de hacer mención al régimen de la interrupción de la prescripción de accio­
nes. Al respecto cabe señalar que la nueva ley, en su art o89-1, no modifica el princi­
pio cambia río según el cual la interrupción de la prescripción sólo surte efecto con­
tra aquel frente al que se haya efectuado el acto que la interrumpa 112. Sin
embargo, supone una innovación en relación con la normativa anterior la regla que
prevé el propio art. 89 en su pár. 2°, considerando como causas válidas de interrup­
ción las contempladas en el art. 1973 CC. 1I3•

7. Las relaciones internas entre los obligados

Entre los sujetos que podían ostentar la condición de acreedor cambiario he­
mos incluido al obligado que satisface la deuda. Ciertamente, con arreglo a lo dis­
puesto en el art. 57-IIl LCCH cualquier firmante de la letra que cumpla la obliga­
ción tendrá los mismos derechos que el portador 114. Desde un punto de vista
dogmático esta previsión legal debe enmarcarse en el ámbito interno de la relación
solidaria que une a los diversos deudores cartáceos. Por tanto, la acción que compe­
te al pagador o reintegrante puede configurarse como una acción de reembolso 115
que puede dirigir contra los demás obligados. Ahora bien, esta acción cambiaria
de reembolso ofrece algunas particularidades que merecen ser destacadas. Así, por
un lado, su titular únicamente puede ejercitarla contra los deudores que sean res­

109. Vid. ALONSO SOTO. El pago...• pp. 652-653; GARCfA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ. El nuevo régimen...,
p. 227; PÉREZ DE LA CRUZ. Las acciones.... p. 680 .
110. Desde esta óptica parece que la exigibilidad anticipada de la deuda no afectará al avalista del
aceptante por ser éste un obligado directo -cfr. art. 49 LCCH- (vid . una amplia argumentación en
RoJO. El aval.... pp . 591-592) .
l l l , Aunque la LCCH no contiene una norma análoga a la que recogía el arto 518-2 0 Ccorn, la opinión
postulada en el texto no colisionaría con los principios que rigen en nuestro ordenamiento concursa!
por lo que es via ble la argumentación sostenida por algunos autores antes de la reforma (vid ., por todos,
RUBIO . La declaración de quiebra .... p. 241-245). Por lo demás. esta solución ha recibido sanción pos iti­
va en otros ordenamientos como el italiano. concretamente en el arto 61 de la legge fallimentare, vid .,
entre otros, DE SEMO, Dlritto cambiario.... pp. 563-564).
112. Cfr. ALONSO SOTO. El pago...• p. 655; VÁZQUEZ IRUZUBIETA, Ley cam biaría.... pp . 452-453 . Este
postulado es consecuencia lógica del principio de independencia de las obligaciones cambiarias (cfr.
GARCfA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ. El nuevo régimen .... pp . 373-374).
IIJ. Existe aquí un claro ace rcamiento a la normativa civil (vid . GARCfA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ. El
nuevo régimen .... p. 375). que sin embargo no debe ser exacerbado. De hecho se ha puesto de manifiesto
que el acortamiento de los plazos de interrupción operado por el art. 88 crea serias dudas acerca de
la significación civil de la disciplina cambiaria (vid . SÁNCHEZ ANDRÉS . Marco historico-comparativo....
p. 43).
114. Cfr. GARCfA LUENGO-SOTO VÁZQUEZ. El nuevo régimen .... pp . 250-251 ; PÉREZ DE LA CRUZ. Las
acciones.... p . 67 . Es de apreciar que si bien esta norma se encuentra recogida en el pár. 3 0 del art ,
57, el pagador o reintegrante también gozará de los derechos contemplados en el pár, 4 0 -ius
variandi-«, y no sólo los previstos en el pár. 2 0 -ius electionis-. En este sentido, parece que el orden
de los citados párrafos debería haberse invertido. ocupando el 3 0 el lugar del 4 0 (vid .• en el Derecho
italiano. CAMPOBASSO. Coobbligazione.... p. 79 nota 72).
l15. Vid .• con referencia concreta al avalista que cumple. D UQUE. El aval.e, p. 49; RoJO. El aval.e ,
p. 598 .
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ponsables frente a él 116. Por otro. el objeto de tal aceren no se limita a una parte
- - - --
de la deuda, sino que comprende [a cantidad íntegra que se haya pagado al tenedor,
[os intereses que dicha cantidad devengue a partir de la fecha de pago, así como
los gastos que se hayan generado 117.
A la vista de las precedentes consideraciones podemos concluir que en el jue­
go de las relaciones internas, el firmante que satisface el crédito cambiario ocupa
una posición privilegiada en cuanto que se convierte en acreedor cart áceo. Ello no
obstante, el mecanismo de adquisición de sus derechos cambiarios no debe concep­
tuarse como una subrogación en la posición del portador de [a carnbial !" . Muy al
contrario, la posición o grado que adquiere el deudor reintegrante goza de una total
autonomía que se refleja en su inmunidad frente a las excepciones personales que
cualquier otro obligado pudiera tener frente al portador 119 y, sobre todo, en los
posibles sujetos pasivos de reclamación. En este sentido, el deudor que pretende
ejercitar la acción de reembolso verá limitado su ámbito de actuación a aquellos
firmantes que le preceden en orden en el círculo cambiario 120, puesto que con su
cumplimiento habrá liberado a los que se obligaron con posterioridad. Así, pues,
el endosante que pague podrá dirigirse contra los obligados anteriores, pero no con­
tra los endosantes subsiguientes; el avalista contra su avalado y los que respondan
frente a éste 121 y el librador contra el aceptante, quien una vez que haya pagado
carecerá de acción de reembolso habida cuenta del carácter definitivamente extintivo
de su cumplimiento 122.
Por otra parte, hay que poner de relieve las especialidades de las relaciones
internas que vinculan a los obligados cambiarios de igual grado. Al respecto es de
destacar que cuando uno de estos sujetos cumpla su obligación ostentará los mis­
mos derechos que acabamos de resaltar, estando legitimado para reclamar su crédito
de cualquier deudor de diverso grado que le preceda en su posición cambiaria. Sin
embargo, hay que convenir con un amplio sector doctrinal que la acción de reem­
bolso frente a sus coobligados de igual grado no reviste caracteres carnbiarios,
debiendo regirse por los postulados del Derecho común 123. Desde esta óptica, por
lo tanto, el pagador deberá atenerse a lo convenido con sus codeudores y, a falta

116. Cfr. ALONSO Sara. El pago...• p. 656; GARCiA LUENGO-SOTO VAZQUEZ, El nuevo régimen. .., p.
250 .
117. Así se desprende de lo dispuesto cn el art , 59 LCCH. vid . GARCiA LUENGO-Soro VAZQUEZ. El
nuevo régimen ...• p. 251; ROJO El aval.e, p. 598; sobre una base legal diversa, VAN RVN-HEENEN. Prin­
cipes..., JI p. 453.
118. Cfr. DUQUE, El aval..., p. 50.
119. Vid. CAMPO&ASSO. Coobbtigazione...• p. 80; PAVONE LA ROSA. La cambiale...• p. 393; RoJO. El
aval..., 598.
120. Cfr. GARCfA LUENGO-Soro VAZQUEZ. El nuevo régimen.... p. 250; HAMEL-LAGARDE-JAUFFRET,
Traite...., II p. 552; ROBLOT-RIPERT. Traite..., 11 p. 186; VAN RVN-HEENEN. Principes.... 11 p. 453.
121. Vid. ALONSO Sara. El pago.... p. 656. Puede suscitarse en la práctica el problema de si el avalis­
ta de un obligado de regreso puede dirigirse contra la persona que hubiese aceptado la letra interviniendo
por cuenta del avalista . A este respecto es de destacar que el art. 37-H LCCH permite al avalista dirigirse
contra su avalado y contra los que sean responsables frente a éste. Complementariamente, del art, 73-1
se deduce que el aceptante por intervención no responde frente al beneficiario. En suma , ha de conven irse
que en este caso el avalista carecerá de acción frente al aceptante por intervención de su avalado (vid .•
con parecidos argumentos. RoJO. El aval.... p. 599).
122. Cfr. ALONSO Sara. El pago p. 624; MENÉNDEZ. Lo aceptacián de la letra de cambio. en ME.
NÉNDEZ y Otros. Derecho cambiario pp . 513-547, especialmente p. 542.
123. Vid.• con carácter indicativo. ALONSO Sara . El pago.... p. 656; DUQUE. El avat.,., p. 30; PÉREZ
DE LA CRU Z. Los acciones.... p. 680; RoJO, El aval.e, p. 599; VICENT CHULlA. Compendio.... II p. 664.
Es de recordar que esta solución ha sido acogida por la ley cambiaría italiana en su arto 62 (vid .• entre
otros. BALICE. Osservazioni in lema di solidarieta cambiaria con speciale riquardo ai coobbligati di pa­
ri grado. Riv, dir. como 82 (1984) 1I pp. 51-64; CAMPOBi\SSO. Coobbllgazione.... pp, 36-40; DE ACUTIS,
Coobbligati.. .. pp . 534-545) .

LA SOLIDARIDAD ..
11 JOSE LUIS SANCHEZ·FARODI FASC UA

de pacto expreso, habrá de someterse a la norma general contemplada en el arto


1145 Cc 124.

IV. SOLIDARIDAD CAMBIARlA Y SOLIDARIDAD CIVIL

El análisis hasta ahora realizado nos conduce a comparar los resultados obte­
nidos en torno a la solidaridad cambiaria con aquella otra que regula el Código
civil. El contraste debe iniciarse a partir de los caracteres que esta última reúne.
A tal punto, doctrina y jurisprudencia 125 han deducido de los preceptos del citado
cuerpo legal que una obligación solidaria pasiva requiere la existencia de una plura­
lidad de obligados a una misma prestación, la cual puede ser exigida por el acreedor
a cualquiera de ellos, quedando liberados todos cuando alguno cumpla lo debido.
Veamos, pues, si estos presupuestos concurren en la categoría que nos ocupa.
Indudablemente, en la solidaridad cambiaria existe una pluralidad de sujetos
obligados al pago. En efecto, aunque algunos autores han sostenido que los firman­
tes de una letra son meros responsables 126, es lo cierto que incluso aquellos que
cumplen una función de garantía asumen una obligación de tales características que
se concreta en el pago de la deuda cambiaria y, por lo tanto, deben ser considerados
como deudores 127. No se puede olvidar, además, que la propia solidaridad pasiva
de carácter civil ha sido conceptuada como un supuesto de responsabilidad solida­
ria 128. En consecuencia, parece que el presupuesto subjetivo de la obligación soli­
daria queda suficientemente cumplido en el ámbito cambiario 129.
Por otro lado, conviene precisar si los deudores cartáceos se obligan a cum­
plir una prestaci ón idéntica. Al respecto ya se ha evidenciado que es posible que
algunos obligados limiten su responsabilidad. Es el caso de las aceptaciones o avales
parciales y de los endosos limitados 130. No puede silenciarse que en estos supues­
tos los diversos firmantes o bien no siempre se obligan -endosantes-, o bien pue­
den hacerlo por una cantidad determinada - aceptante o avalista-. De este modo,
en la hipótesis de limitación de la cuantía debida, la identidad objetiva exigible en

124. El sometimiento a las normas del Derecho común de las relaciones internas que ligan a los coobli­
gados de igual grado sirve para configurar este supuesto como un instituto autónomo en relación a otros
en los qu e pudiera presurnirse esa identidad de posición carnbiaria. En esta línea es de significar que
el art. 37-1 dispone que el avalis ta responde de igual manera que el avalado. Una interpretación literal
del precepto ha propiciado que algún autor sostenga que la expresión de igual manero comporta una
identificación en el grado que el avalista ocupa con respecto a su avalado (vid . ESTRADA ALONSO, Algu·
nos consideraciones.... p. ]]53). Si esto fuera así habría que postular que las acciones entre avali stas
y avalado revisten naturaleza extracambiaria. Sin embargo. sabemos que el carácter cart áceo de tales ac­
ciones es incuestionable a la vista del pár . 2° del mencionado art. 37 (vid., por todos, DUQUE. El
oval.... pp . 49-51). Desde esta perspecti va. se detecta qu e el avalista ostenta un grado diverso al de su
avalado. aunque responda solidariamente frente al tenedor; es decir. de igual manera que aquél. En rigor.
el avalista se coloca en una posición intermedia entre la de su avalado y los firmantes que se obliguen
con posterioridad a éste. Así se explica que responda frente a éstos y goce de acción frente a su avalado.
125. Vid., entre otros. BALLARIN MARCIAL, Titularidad solidario. AAMN 13 (1962) pp. 167-223. espe­
cialmente pp. 195-199; CRlsroBAL MONTES, Planteamientos generales sobre la vinculación mancomuna­
do o solidaria por acto ilicito común, RCD[ 41 (1985) pp . 1197-1234, en particular pp. J228-1229; HER·
NÁNDEZ GIL. La solidaridad en los obbligaciones, RDP 30 (1946) pp . 397-413; PÉREZ ALVAREZ,
Solidaridad en la fianza . Pamplona 1985 p. 116; Sara NIETO , Caracteres fundamentales de lo solidari­
dad pasivo, RDP 74 (1980) pp. 782-806 , en concreto pp . 785·786.
126. Cfr. GÓMEZ CALERO, La responsabilidad. .., p. 271.
127. Vid., con referencia expresa al fiador solidario. PÉREZ ALVAREZ, Solidaridad.... p. 113.
128. Vid., por todos, DIEZ-PICAZO, Fundamentos.... 1 p. 432.
129. Vid ., con diferentes argumentaciones, CAMPOBASSO. Coobbligazione.... pp . 162-166; DE SEMO,
Diritto cambiario, pp . 185-186 Y 545-546 .
130. Vid . supra n? 3.
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11

una normal obligac ión solidaria parecer quebrar 131. Con el fin de superar este
aparente obstáculo algunos autores 132 han sostenido que tal identidad se refiere al
tipo de prestación y no al quantum debido, por lo que también en estos casos se
cumpliría el presupuesto objetivo de la solidaridad. Sin embargo, tal vez haya que
admitir -al menos en nuestro ordenamiento- que cuando algún obligado cam bia­
rio limite cuantitativamente su débito estaremos ante un supuesto de solidarid ad no
uniforme previ sta en el art. 1140 Cc., cuya eficacia se desplegará únicamente en rela­
ción con la cuantía común a todos los deudores 133. Por consiguiente, la sus crip­
ción de aceptaciones o avales parciales com portará la reducción del objeto de la
solidaridad cambiaria, configurándola con un carácter no uniforme.
A partir de la reforma actuada nuestro instituto comprende, además, la posi­
bilidad de que el tenedor pueda dirigirse contra cualquiera de los obligados indivi­
dual o conjuntamente, sin tener que observar un orden y sin esperar a demostrar
la insolvencia de uno para poder accionar contra otro. Ciertamente el ar t. 57 LCCH
ha venido a reconocer con carácter absoluto el ius variandi y el ius electionis del
tenedor, equiparándolo, en este sentid o, al acreedor de una obl iga ción solidaria
pasiva 134.
Finalmente, se ha ob servado que en el ámbito cambiaría no todo pago reali­
zado por un deudor tiene efectos liberatorios 135. En efecto, sólo el cumplimiento
de la prestación por el aceptante tiene carácter liberatorio, mientras que el actuado
por cualquier otro obli gado tiene una eficacia sim plemente recuperatoria. Desde
otro punto de vista, sin embargo, cabría argumentar que el pago hecho por un deu­
dor distinto del aceptante extingue también la relación solidaria frente al tenedor.
Téngase en cuenta que -como señalábamos en otro lugar- este cumplimiento pro­
duce -entre otros efectos- el cambio de titularidad de los derechos cambiarios
a favor del deudor reintegrante. De esta forma se convierte en el nuevo acreedor
de la relación solidaria cartácea, pero, al mismo tiempo. su cumplimiento y la consi­
guiente satisfacción del interés del anterior acreedor, extingue tal relación frente a
este último 136. Así, pues, puede admitirse que el cumplimiento de cualquier deu­
dor cambiario comporta un efecto liberatorio para los demás codeudores frente al
tenedor que reclama su crédito, del mismo modo que sucede en la obligación solida­
ria común . A pesar de ello es de resaltar, como peculiaridad de nuestro instituto,
que un vínculo solidario surgirá ex novo 137 en relación al obligado que ha cum pli­
do 138. No obstante, esta especialidad se encuadrará en el marco de las relaciones
internas de los obligados carnbiarios, al haberse extinguido ya la relación externa
frente al tenedor en cuanto que acreedor cart áceo 139 .

131. Evid entemente, cuando a parezca un endos o limitado. el e ndo sa nte quedará eximido de responsabi­
lidad Y. consecuen temente, no ingresará en el circu lo de obligados solidarios (cfr. VERGEZ, La circula­
ci án..., pp . 495-500).
132. Vid ., entre otros. CAMPOBASSO. Coob bligazione..., p. 170.
133. Vid., al respecto, GUILAIITE ZAPATERO, De las obligacion es mancomunadas y de las solidarias ,
en «Co menta rios al Código Civil y compilaciones For ale s» -dirigidos por M. Albadalejo- XV-2° (Ma­
drid 1983) p. 257.
134. Cfr. ALONSO SOTO, El pago..., p . 656; G ARC1A LUENGO-Soro VÁZQUEZ. El nuevo régimen ..., pp .
248-249; V¡CENT CHULIA. Compendio IJ p. 664.
135. Vid. DE SEMO, Diritto cambiario , p. 553: G ARCfA LUENGO-Soro VÁZQUEZ, El nue vo régimen....
p. 250: SANTOS, Vencimiento ..., p. 576; VAN R YN-H EEN EN , Principes..., JI p. 453 ; VICSNT CHULlA, Com­
p endio..., II p. 665.
136. Vid ., ampliam ente, CAMPOBASSO, Coobbl igazione..., pp . 183-185.
137. Recuérdese qu e el deudor reint egrante adqu iere una po sición cambiar ía activa diversa a la del
tenedor qu e le ha reclamado su crédito (vid . supra na 7).
138. La rela ción solidaria con ser var á su virtualid ad ha sta qu e pa gu e el librador o. en su ca so, el avalis­
ta del aceptant e, pue s en a mbos supuestos existirá un único o bligado: el aceptante, y por lo tanto, decae­
rá el presupu esto subj eti vo de la so lidar idad pa siva (cfr. DE SEM O, Diritto cambiar lo..., pp . 561-562).
139. Debe quedar claro qu e en el marco de la so lida ridad cam bia ria la rela ción externa se mantiene
ent re los o bligados y el tenedor de la letra en el momento del venc imi ento o, en su caso, de la exigibilidad

LA SOLIDAR IDAD .
ID JOS ELUIS SANCHEZ·FAROOI FASC UA

A la vista de las anteriores estimaciones se evidencia una clara afinidad entre


la solidaridad cambiaria y la de carácter civil. Realmente, la LCCH ha operado un
acercamiento entre ambas categorías 140. Tanto es así que se ha llegado a afirmar
que el art. 57 consagra una auténtica solidaridad civil 141. Ahora bien, esta opinión
debe asumirse con cierta cautela. En este sentido, no puede soslayarse la diversidad
de regímenes que prima en el cuadro de las relaciones internas que caracterizan a
una y otra clase de solidaridad. En este punto -como ya tuvimos oportunidad de
indicar-, el deudor cart áceo que satisface el crédito puede reclamar de sus codeu­
dores la totalidad de lo pagado junto con los gastos e intereses ocasionados 142. En
cambio, un obligado solidario común tan sólo podrá repercutir sobre sus coobliga­
dos la parte que a cada uno corresponda, tal como se infiere de lo preceptuado
por el arto 1145 Cc.
Ante este rasgo divergente en una y otra regulación es preciso preguntarse
si acaso la solidaridad cambiaria no sea un verdadero supuesto de solidaridad. A
este respecto es de significar que un autorizado sector de la doctrina 143 considera
que el vínculo solidario requiere como presupuestos inderogables, de un lado, el po­
der del acreedor de reclamar contra cualquier deudor, y de otro, la liberación de
todos los obligados como consecuencia del cumplimiento de uno de ellos. Asimis­
mo, esta parece ser la idea subyacente en alguna sentencia de nuestro Tribunal Su­
premo, como en la de 14 de abril de 1986, cuando en su Séptimo Fundamento de
Derecho, recogiendo una reiterada jurisprudencia señala que no es precisa «una ma­
nifestación clara y terminante de la solidaridad, para su existencia, bastando que
los términos usados, por su significación gramatical y lógica, evidencien la voluntad
de los contratantes de deber prestar o poder pedir integramente las cosas objeto de
la obligación» 144. Ahora bien, el reparto interno de la deuda puede variar sin que
desaparezca la relación solidaria. Es cierto que el art o 1145 Ce. prevé una forma
de reparto del débito solidario; sin embargo, parece que nada impide una previsión,
ya sea convencional o legal, que establezca una regulación diferente 145. En conse­
cuencia, el carácter dispositivo de esta norma permitiría la existencia de una relación
solidaria pasiva en la que el deudor que cumpla puede repercutir sobre sus codeudo­
res la totalidad de lo pagado.
Esta diversidad en el régimen de las relaciones internas puede explicarse a
través de un concepto unitario de solidaridad que admita la regulación de diversos
intereses según los casos. Así, cuando exista una comunidad de intereses entre los
codeudores se producirá un reparto pro cuota de la deuda, tal como se dispone en
el aludido arto 1145 Cc. Por el contrario, si la obligación se contrae en beneficio
de uno solo de los deudores es éste el que debe soportar finalmente la totalidad
de la deuda sin posibilidad de divisi ón!" Pues bien, esta segunda hipótesis, que

anticipada. La relación del deudor reintegrante con sus codeudores es interna aunque respondan frente
a él de forma solidaria.
140. Vid . GARCfA LUENGO-Soro VAZQUEZ, El nuevo régimen..., p. 248; PÉREZ DE LA CRUZ. Las accio­
nes...• p.666.
141. Cfr. ARROYO, El pagaré. en MENÉNDEZ y otros, Derecho cambiario .... pp. 737-772. en especial
p. 770.
142. Vid. supra n" 7.
143. Vid., con carácter indicativo. AMORTH. Uobbligazione, sotidale , Milano [959 p. 8-10; CAMPORAS­
so, Coobbligazione..., pp. 15]·152; CRISTOBAL MONTES, Planteamientos fundamenta/es..., pp . 1228-1229;
DIEZ-PICAZO, Fundamentos..., 1 pp. 431-432.
144. Vid . supra nota 23.
145. Cfr . DIEZ PICAZO, Fundamentos.... 1 p. 436; Soro NIETO. Caracteres fundamentares..., pp, 803-804 .
146. Esta doble regulación de intereses que pueden caracterizar la relación interna de la solidaridad
pasiva ha sido sancionada por algunos ordenamientos positivos. como el francés. en el art o 1216 de su
Código civil (cfr. PLANIOL-RIPERT. Tratado práctico de Derecho civil francés. VII (La Habana 1945)
p. 407). o el italiano en el arto 1298 de su Código civil (cfr. AMORTH. L'obbligazione.... pp. 224 Y ss.;
BARASSI La teoria generale delle obbligazioni, 1 (Milano 1963) pp. 190 Y 194). A pesar de no contar
con una norma análoga, nuestra doctrina no tiene reparos en aceptarla (vid .• entre otros, DIEZ-PICAw,
Fundamentos..., 1 pp. 432 Y ss.: Soro NIETO. Caracteres fundamentares.... pp, 803-804).
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no ha sido expresamente contemplada en nuestro Ce, es la que parece subyacer al


fenómeno de la solidaridad cambiaria 147. En ella no existe una comunidad de inte­
reses ent re los diversos firmantes de la letra, sino que se contrae en beneficio de
uno solo, el aceptante, quien por esta razón debe asumir al final la totalidad de
la deuda cambiaria.
Por lo tanto, la subsunción de la responsabilidad cambiaría bajo el supuesto
de inexistencia de comunidad de intereses entre los coobligados no desvirtúa su na­
turaleza solidaria. La consecuencia fundamental que de ello se extrae es su exclusión
del régimen normativo previsto en el Cc., aunque responda al mismo concepto jurí­
dico que éste parece recoger en su art. 1137. Pero, a! mismo tiempo, justifica que
la causa de cada obligación cartácea sea diversa 148, pues si cada deudor tiene un
interés diferente no es extraño que su vinculación obedezca a un negocio distinto.
Desde esta óptica se explica, además, que los actos interruptivos de la prescripción
de acciones surtan efectos únicamente frente al obligado contra el que se haya efectua­
do; punto en el que, por lo demás, difiere nuestro instituto del régimen común 149.
En suma, puede concluirse señalando que la responsabilidad cambiaria cons­
tituye un supuesto de solidaridad que se aparta, en su régimen interno, del regulado
por el Derecho común en atención a los intereses que tiende a disciplinar. En esta
línea, cabe admitir que se trata de una solidaridad lega! de carácter especial o modi­
ficado 150, que accidenta/mente, puede configurarse como no uniforme en aquellos
casos en que, por una u otra razón , algún obligado límite la cuantía de su deuda.

V. CONCLUSIONES

Del análi sis realizado se desprende, en primer lugar, que la LCCH ha institui­
do en nuestro ordenamiento la responsabilidad solidaria pasiva absoluta de los firman­
tes de una letra de cambio. Evidentemente, el legislador ha pretendido con ello robus­
tecer la posición del tenedor. A esta finalidad contribuyen, además, otras medidas
complementarias. Así, por una parte, se ha ampliado el ámbito de reclamación del
tenedor, incluyendo entre los sujetos obligados a aquellos que suscriben la cambial
en nombre de otro careciendo de poder -fa/sus procurator- o excediéndose en su
utilización. Por otra parte, se han concedido al portador unas absolutas facultades
de elección y variación a la hora de ejercitar las acciones que le corresponden.
Esta última previsión ha posibilitado un acercamiento de la solidaridad cam­
biaria a aquella contemplada en el Código civil, de la que tradicionalmente se ha
intentado distinguir por nuestra doctrina. La nueva regulación, por consiguiente,
autoriza a equiparar ambas categorías, al menos en lo que afecta a la relación entre
acreedor y deudores. A partir de ahora las divergencias normativas se reducen al
plano interno de la relación solidaria. En efecto en el ámbito cambiario la deuda
no se reparte entre los distintos obligados, sino que el deudor reintegrante puede
reclamar de los demás la totalidad de lo pagado, así como los gastos e intereses
ocasionados. Asimismo, las acciones de reembolso que a éste competen gozan de

147. Cfr. BELTRAN, Los dividendos pasivos, Madrid 1988 pp. 123-124 nota 76; CAMPOBASSO . Coobbli­
gazi on e...• pp . 246 Y SS. ; VAN R VN-HEENEN . Principes...• [1 p. ' 453 .
148. Es de recordar Que esta característica ha sido co nsi dera da como una nota d ivergente en relación
con la solidaridad civil (cfr . A LO NSO SOTO. El pago.... p. .654; VICENT CHULlA, Compendio.... 11 p. 664) .
La ausencia de un interés común en el marco de la solidaridad cambiaría puede fundamentar la diversi ­
dad gené tic a de las obligacio nes asumidas. Asim ismo. la admisibilidad de este diseño de intereses bajo
la instit ución un itaria de la so lid arid ad no im pid e incluir en su seno nu estro insti tu to .
149. Vid . supra n? 6.
150. Cfr. DE SEMO. Diritto cambiario ...• p. 554; también den ominada solidar idad desigual. vid . C AM·
PDBASSO. Coobbligazion e.... pa ssim .

LA SOLIDARIDAD .
11 'JOSE LUIS SANCHEZ-FARODI FASCUA
naturaleza cambiaria Y. por lo tanto, los coobligados que le precedan en la cadena
responderán frente a él de forma solidaria.
La idea fundamental que puede deducirse del estudio de la responsabilidad
cambiaría es que se trata de una auténtica relación solidaría pasiva por concurrir
en ella los requisitos dogmáticamente exigibles; a saber: a) una pluralidad de deudo­
res que se obligan al pago de una misma prestación; b) la posibilidad para el acree­
dor de reclamar de cualquier obligado la totalidad de la deuda; y e) el pago hecho
por cualquier obligado libera a los restantes frente al tenedor. A la luz de esta consi­
deraciones, el hecho de que el juego de las relaciones internas tenga unas repercusio­
nes diferentes a las previstas con carácter general por el Código civil, no desvirtúa
su verdadera naturaleza. Esta diversidad obedece simplemente a una distinta confi­
guración de los intereses que subyacen a nuestro instituto: no hay comunión de inte­
reses, sino más bien una pluralidad de vínculos contraída en favor de uno de los
. deudores, el aceptante, quien deberá soportar la carga del crédito.
En definitiva, la responsabilidad cambiaría se estructura como una auténtica
relación solidaria en la que la diversidad de intereses concurrentes se proyecta sobre
la disciplina y los efectos de sus relaciones internas. Por lo demás, la posible sus­
cripción de aceptaciones o avales parciales puede hacer surgir una solidaridad de
tipo no uniforme que genere una limitación objetiva en la relación cartácea.

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