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IV Z2JJ
LIBROS CÉLEBRES
ESPAÑOLES
Y EXTRANJEROS
Director literario: V. Blasco Ibáfiez
EN ESTA COLECCION
DE SÓCRATES
OBRAS COMPLETAS DE SHAKESPEARE
LA VIDA
las DOCTRINAS
de SÓCRATES
VERSIÓN CASTELLANA Y NOTA PRELIMINAR DE
PROMETEO
•OCIBDAD EDITOBJAL
Germanfos, 46.-VALENCIA
Es propiedad. Derechos
EXCLUSIVOS DE TRADUCCIÓH
AL ESPAÑOL.
4
NOTA PRELIMINAR
LIBRO PRIMERO
CAPITULO I
CAPITULO II
CAPllULO 111
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
CAPITULO VII
CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
' '. :¡il
Recuerdo también una de sus conversaciones,
que me parece muy adecuada para comprometerá
los que le escuchaban á hacer un examen do sí mis¬
mos, para saber haata qué punto merecían la esti¬
mación de sus amigos.
Sabedor de que uno de sus oyentea abandonaba
á un amigo en la indigencia, dirigió la palabra á
Antistenes, en presencia de aquel indigno amigo y
do otras varías personas: «Autístenes, ¿so puede
poner un precio á los amigos como ae le pone á loi
MEMORIAS SOBRE SÓCRATES 69
CAPITULO VI
[
70 JENOFONTE
CAPITULO Vil
CAPITULO VIII
CAPITULO IX
CAPITULO X
LIBRO TERCERO
CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
de la circunspección.—Admirablemente.—Dime,
pues, primero cuál es nuestra potencia de tierra y
de mar y lo que pueden nuestros enemigos.—¡Por
Zeus! no podría responder al momento.—Si tienes
un estado por escrito de ello, enséñamele; tendré
mucho gusto en verlo.—En verdad que no tengo
nada escrito.—No nos apresuremos, pues, á delibe¬
rar sobre la guerra; no has examinado aún sus in¬
mensos detalles, puesto que apenas comienzas á go¬
bernar. Pero habrás pensado en la defensa del
país; sabrás qué guarniciones son necesarias y cuá-
1 s no lo son; qué número de soldados es bastante en
la una y no basta en la otra: reforzarás las guarni¬
ciones útiles y suprimirás las que no lo sean.—Por
mí las suprimiría todas; pues, de la manera que de¬
fienden el país, le arruinan.—Pero si no estuviera
guardado, ¿no comprendes que sería presa del pri¬
mero que llegase? Además, ¿has ido á visitar las
guarniciones? ¿cómo sabes, si no, que cumplen tan
mal su deber?—Tengo dudas sobre ello.—-Cuando
t ngamos más que conjeturas, y hayamos visto lo
q ;e hay, deliberaremos.—Sócrates, quizá ese es el
partido más prudente.
—Sé, GHaucon, que no has visitado las minas de
plata, y que de ese modo no puedes decir por qué
producen menos que antes.—Es cierto que no he
estado allí.—Se dice que el aire en ellas es malsa¬
no: Berá una excusa que se dé cuando se trate de
deliberar sobre el asunto.—Sócrates, te burlas de
roí.—Estoy seguro, por lo menos, de que has exa¬
minado cuidadosamente cuánto tiempo puede ali¬
mentar á la República el trigo que se recoge en el
país, cuánto se consume más cada año, con el fin
de que la escasez no te sorprenda y de que puedas,
con tus conocimientos y tus consejos, socorrer y
salvar á tus conciudadanos.
104 JENOFONTE
CAPITULO VII
CAPITULO VIÜ
CAPITULO ÍX
CAPITULO X
CAPITULO XI
CAPÍTULO XII
CAPÍTULO XIII
CAPITULO XIV
LIBRO CUARTO
CAPITULO I
CAPITULO II
CAPITULO 111
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
CAPITULO VII
CAPITULO VIII
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EL BANQUETE
CAPITULO PRIMERO
CAPITULO Ii
CAPITULO III
CAPITULO IV
CAPITULO V
CAPITULO VI
CAPITULO VII
CAPITULO VIH
y en otra parte:
Sabiendo formar sabios designios.
CAPITULO IX
PÁQ8.
Nota preliminar. v
I
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