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Nombre: Tiffany Aglae Lugo Pruneda.

Materia: Semántica.

Grupo: L-61.

La concepción del lenguaje a través del tiempo

Desde las primeras civilizaciones el hombre ha tenido la necesidad de comunicarse para


sobrevivir, haciendo así uso de un lenguaje gestual. Conforme el hombre fue evolucionando,
el lenguaje también lo hizo. Luego de muchos años comunicándose solo con gestos, el
hombre fue consciente de su capacidad del lenguaje oral. La última etapa del lenguaje fue el
escrito. La creación de un sistema de escritura prueba que el hombre ya era consciente de su
lenguaje, aunque no del todo pues era algo muy reciente para esa civilización. Tendrían que
pasar aún más años para que las civilizaciones comenzaran a meditar acerca del lenguaje y
su origen (Bernal Leongómez, 1983, p. 495).

Los primeros hombres en cuestionarse acerca del lenguaje, no es de sorprendernos,


fueron los filósofos griegos. Durante la época clásica, Platón y Aristóteles, entre otros
filósofos, fijaron el estudio del lenguaje en torno a dos materias: la gramática y la retórica.
Es decir, en el bien decir y escribir. (Bernal Leongómez, 1983, p. 495). Con respecto al origen
del lenguaje, Platón, a través de su diálogo titulado Cratilo, postula que el lenguaje es un
regalo de los dioses. Razón por la cual no debe cambiar, debe conservarse “puro”, tal como
les fue dado por las divinidades. Dicha creencia era compartida por todos los griegos pues,
recordemos, la religión era muy importante para ellos (Platón, 1988, p. 23).

Tuvieron que pasar muchos siglos y cambios en el mundo hasta que la antigua
creencia del origen del lenguaje cambiara (aunque no cambió mucho): En el 146 a.C. el
imperio griego cayó a manos del romano. Esto no generó ningún cambio en la concepción
del lenguaje. Durante los siglos posteriores donde los latinos dominaban, siguió sin haber
nuevas ideas sobre el lenguaje. Fue hasta el año 476 d.C., cuando cae el imperio romano y se
abre paso la Edad Media, que hubo cambios con respecto a todos los conocimientos.
Eso se debió al cambio de religión; se dejó atrás el politeísmo, así como a los dioses paganos
y se instauró el catolicismo. Con la llegada de una nueva religión, la cosmogonía cambio por
completo. Ahora todos los fenómenos del mundo se explicaban a partir de su Dios, Jesucristo
(Boulnois, 2016, p. 340). Es a partir de él que se formó el universo y todo lo que hay en él,
incluyendo al lenguaje. El lenguaje, según la iglesia católica, es un don divino de Dios, pero,
ya que Dios nos creó a su imagen y semejanza, nos brindó el lenguaje y la capacidad de
comunicarnos (Génesis 1:26 Versión de Reina Valera).

Después de diez largos siglos de la Edad Media, vino un nuevo periodo de la historia:
el Renacimiento. El Renacimiento consiste precisamente en el “renacer” de las ideas clásicas.
Aunque volvieron las ideas de los griegos, ya no se creía que el lenguaje fuera el regalo de
una divinidad. Ya no se creía que, como afirmaba Platón en el Cratilo, las lenguas se “hacen”
pues se descubrió que las lenguas se podían comparar entre sí, que guardan una relación, lo
que demostraba que las lenguas evolucionan. Establecido eso, la pregunta que todos se hacían
era: ¿Cuál es la lengua original? Tras años de búsqueda, se encontró la respuesta a dicha
cuestión: el sánscrito. Con esto sobre la mesa, nació la filología comparativa o gramática
comparada, ciencia que tiene por estudio la relación que guardan las diversas lenguas del
mundo (de Saussure, 1945, p. 29).

La última etapa del estudio del lenguaje es a finales del siglo XIX con los
neogramáticos, lingüistas que introdujeron los principios científicos del positivismo en el
estudio del lenguaje para renovar la gramática comparada. Su principal postulado era que los
cambios fonéticos son regulares y trataron de establecer leyes fonéticas para resumir los
patrones regulares observados. Al mismo tiempo se ocupaban de la fonología, rescataban
datos importantes acerca de las variaciones lingüísticas y la dialectología (Robins, 2000, p.
254). El aporte de los neogramáticos a la lingüística sin lugar a dudas fue valioso, pero, a mi
parecer, estuvo enfocado específicamente al nivel fonético y no a la lingüística en general.
El gran aporte de la lingüística vendría de otro lugar.

Es así que, también a finales del siglo XIX, surgieron en Suiza las ideas fundadoras
de la lingüística, ciencia del lenguaje, de boca del lingüista Ferdinand de Saussure.
El principal problema de la lingüística, afirmaba de Saussure, es que no tiene un objeto de
estudio determinado, por lo que él propuso uno: la lengua (1945, p. 36). Con la postulación
de esa teoría comenzó su curso y durante el transcurso de los cursos siguientes se encargaría
de demostrar su veracidad a través de una serie de postulados que Benveniste denominó
“dualidades opositivas1” (1997, p. 41):

La primera distinción, y la más importante, que hace de Saussure es acerca de la


lengua (langue) y el habla (parole). Lo primero que establece es que el lenguaje no es una
facultad natural que poseemos los humanos sino una actividad y proceso social, pues, afirma,
“no está probado que la función, tal como se manifiesta cuando hablamos, sea enteramente
natural” (de Saussure, 1945, p. 36). Lo que es natural en el hombre es el constituir una lengua.
A la cual, por otra parte, define como un sistema cultural homogéneo compuesto por signos
en el que solo es esencial la unión del sentido y la imagen acústica. También agrega que ésta
no está a disposición de la voluntad de los hablantes, sino que debe ser asimilada por éstos.
es ajena a los deseos de los hablantes. En cuanto al habla, la define como un acto individual
de voluntad y de inteligencia mediante la cual nos comunicamos con los demás (de Saussure,
1945, p. 41). Respecto a esto último de la “individualidad” del habla, no estoy de acuerdo,
pues, ¿cómo sería posible comunicarnos si cada persona tuviera su habla particular? Sería
imposible entender el habla de los otros, así como darnos a entender a los demás. Lo que si
es verdad es que los grupos de personas compartimos un habla particular.

Habiendo establecido la diferencia entre las principales terminologías, el lingüista se


cuestionó acerca de cuál deberá ser el procedimiento científico de la lingüística: ¿diacrónico
o sincrónico? Estos conceptos son con respecto al tiempo. Estudiar la lengua de una forma
diacrónica se refiere a estudiar su evolución a través del tiempo, cronológicamente, para
juzgar los cambios que sufre paulatinamente. Sirve para comparar, por ejemplo, los cambios
lingüísticos que sufren las palabras. En cambio, con el sincrónico la lengua es estudiada solo
en una determinada época, de forma estática. Dicha estabilidad posibilita que el lingüista sea
capaz de describirla y fijarle norma, esta es la razón por la que de Saussure lo propone como
el óptimo (de Saussure, 1945, p. 107).

La última “dualidad opositiva” distingue entre la lingüística interna y la externa. La


primera es objetiva y científica, se basa solo en los signos que componen la lengua, dejando
fuera todo su contexto. En cambio, la segunda es subjetiva y se centra en el contexto de donde

1
Entendida como dos términos que son opuestos y que no valen por sí mismos, sino que cada uno extrae su
valor del hecho de oponerse al otro.
es enunciada la lengua: los hechos históricos que desembocaron que se originara la lengua,
la historia política, sus antecedentes geográficos, las conexiones de la lengua con las
instituciones de toda especie, la Iglesia, la escuela, etc. De entre estas dos, de Saussure se
inclinaba por la primera pues buscaba la objetividad del estudio de la lengua (de Saussure,
1945, p. 48-50)

Por último, tenemos al gran aporte que posicionó a de Saussure como el padre de la
lingüística: el signo lingüístico. El signo lingüístico es definido como “una entidad psíquica
de dos caras, que puede ser representada por la figura” (de Saussure, 1945, p. 102). Estas dos
cosas unidas no son un nombre y una cosa, sino un concepto o imagen mental y una imagen
acústica. Al primero de Saussure le llama significado y al segundo significante. El significado
es la imagen mental, convencional, que le damos al signo, mientras que el significante es la
representación sensorial que le damos al signo (1945, p. 102). De Saussure explica el signo
lingüístico con el ajedrez por su familiaridad con el juego, pero, personalmente, prefiero
ejemplificarlo con cosas más simples. Por ejemplo, un perro: el significante es la palabra
“perro” y su respectivo significado es la idea convencional que tenemos de éste; un animal
doméstico de cuatro patas, con dos orejas, etcétera.

Así pues, de Saussure y su teoría acerca de la lengua como objeto de la lingüística no


solo es de gran importancia, sino que es fundamental pues, como pudimos ver en el recuento
de las posturas acerca del lenguaje antes de Ferdinand de Saussure no había postulaciones
relevantes acerca del lenguaje. Fue su teoría la que generó el gran cambio de paradigma en
la lingüística, haciendo nacer a esta disciplina como una ciencia, con un objeto de estudio
propio. Sin él no concebiríamos el lenguaje tal como lo hacemos hoy en día.
Bibliografía

Bernal Leongómez, J. (1983). Algunas ideas de Aristóteles sobre el lenguaje. Thesaurus.


Tomo XXXVIII (3). pp. 493-519.

Boulnois, O. (2016). ¿Qué hay de nuevo? La Edad Media. Universitas Philosophica, 33 (67),
pp. 321-350.

Platón. (1988). Cratilo. México. Universidad Nacional Autónoma de México.

De Saussure, F. (1945). Curso de lingüística general. Buenos Aires. Losada.

Robins, R. H. (2000). Breve historia de la lingüística. España. Cátedra.

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