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El golpe de estado de 1976 instaura en la Argentina una dictadura militar iniciando una nueva
etapa en la política exterior que rompe con los paradigmas que eran tradicionales en la
diplomacia del país. El gobierno castrense sucesivamente va a establecer una relación
conflictiva con las naciones vecinas, en particular con Chile, país con el cual se estuvo al
borde de un enfrentamiento armado hacia finales de 1978. Más trágica aún resultó la
conflagración bélica con Gran Bretaña en 1982 por la posesión de las Islas Malvinas. En este
contexto la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos (GAEA) -a través de sus dirigentes-
se sintió llamada a cumplir un rol en la formación, difusión y creación de lo que denominaron
conciencia territorial. Ante lo que presumían era una demanda social profunda de los
sentimientos patrióticos de la población, la Sociedad reordenó la agenda de temas a investigar
en el campo, emitió declaraciones públicas, organizó conferencias, encuentros y fijó posición
ante los poderes estatales sobre los conflictos en ciernes.
The coup d’etat in Argentina in 1976 constituted a dictatorship that brought about a paradigm
shift from the traditional foreign policy pursued by the country. Thus, the military government
came into conflict with neighboring countries, such as the Argentinean-Chilean boundary
dispute hovering on the edge of an armed confrontation in 1978. More unfortunate though
was the war against Great Britain over the possession of the Malvinas Islands. In this context,
the leading members of the GAEA (Argentinean Society of Geographic Studies) felt the urge
to fulfill a role in creating, fostering, and transmitting what they called territorial conscience.
Catering for what they believed to be the demands of deep-rooted popular patriotic feelings,
the society rescheduled the agenda of themes to be researched on in the field, made
announcements, organized conferences and meetings, and took a position on the territorial
conflicts before the governmental powers.
Introducción
del 70 alcanzaba un total de veintitrés filiales regionales a largo del país con dispar grado de
actividad, realizándose en algunos casos investigaciones empíricas orientadas a problemas
lugareños. Por otra parte, convocaba anualmente a la denominada Semana de Geografía que
se efectuaba en distintas ciudades, lo que llevaba a docentes e investigadores locales a
presentar artículos que respondían en su mayoría al conocimiento de los problemas y
descripciones de las comarcas zonales.
Más allá de los motivos que llevaron a la fundación de la primera filial, que tuvo que
ver con la existencia de un centro universitario compuesto por un grupo de geógrafos
extranjeros notables, en muchos casos la apertura de filiales estuvo vinculada a la localización
de institutos provinciales del profesorado y sedes de universidades nacionales que poseían
carreras de geografía que empezaron a funcionar a partir de mediados de los 50. Por esa razón
los núcleos se radicaron en las capitales de provincia, en especial de aquéllas más
urbanizadas. En algunos casos las filiales fueron preexistentes a la institucionalización
regional universitaria de la geografía manteniéndose muy activas en estos procesos.
Transcurridos veinte años de la creación de la primera filial, para 1969 ya contaba con
doce filiales, y en sólo una década tuvo una expansión realmente considerable, puesto que
entre 1970 y 1979 adicionó nueve filiales más. La realización de encuentros de geografía
mediante las Semanas o simposios sobre educación en distintas ciudades del territorio,
viabilizó una estrategia de los dirigentes que perseguían como fin darle un lugar a los
geógrafos que no ejercían en Buenos Aires, convocando a una presencia muy importante de
docentes, quienes acudían generando el interés por investigaciones locales y la creación de
institutos o núcleos de estudios. La llegada fluida del discurso institucional y sus puntos de
vista sobre la disciplina y cuestiones de interés general a docentes y geógrafos en todo el país,
se explica por la constitución de una red espacial y social –a través de las filiales y los
encuentros periódicos- muy eficiente por donde transitaba con facilidad la voz autorizada de
la ciencia geográfica argentina.
La centralidad de la institución en el campo cobra mayor significación, si tenemos en
cuenta que para la década del 70 no existía en la Argentina un verdadero sistema de
investigación desarrollado, reglado y con recursos fuertes del erario público. Si bien este
panorama era común para todas las humanidades y ciencias sociales, en el caso de la
geografía era mucho más acusado. Las posibilidades de investigación estaban motorizadas
más en un terreno voluntario que en una verdadera carrera profesional sostenida por normas
formalizadas, recursos económicos y retribuciones simbólicas. Por otro lado fuera de lo que
era la docencia, los empleos profesionales alcanzaban a un mínimo número de geógrafos en
consultoras que realizaban trabajos específicos a término o en reparticiones estatales donde
también las plantas profesionales eran muy exiguas5.
Las posibilidades de desarrollar publicaciones científicas no eran mejores, sólo
limitadas a medios de aparición irregular, como los boletines y anuarios de GAEA, y las
ediciones de los institutos de la Universidad de Mendoza y Tucumán; siendo estos dos últimos
órganos de difusión más orientados a promocionar el trabajo de investigadores de la casa.
Tampoco existían muchas oportunidades de encuentros y congresos de geografía, que por otra
parte, era usual que los disertantes concurrieran por invitación especial siendo las figuras más
prestigiosas en la comunidad. Este era el caso de las Jornadas Cuyanas que se realizaban cada
dos años en el Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Cuyo (Capitanelli,
1981). La organización del saber geográfico parecía estar más basada en una relación
tradicional de tipo jerárquica, a los contactos presenciales en el aula entre el maestro y sus
alumnos o discípulos, siendo la cátedra el sostén predilecto desde donde el referente
transmitía su discurso e ideas cardinales, en otras palabras, hacía escuela (Claval, 1974). Otra
alternativa de producción se encontraba en el terreno de la docencia y la enseñanza
5
En los últimos años, a instancias de los llamados Estudios Sociales de la Ciencia, las
biografías o las referencias a los agentes individuales y colectivos precursores del saber
tomaron decididamente otro cariz (Vessuri, 1996). Ya no sólo se trata de distinguir
exclusivamente la contribución científica que hicieron los agentes, es decir, sus teorías,
descubrimientos, invenciones, experimentos e ideas en general que forjaron para aportar
nuevos conocimientos. La apertura del foco ha llevado a contextualizar los itinerarios vitales
6
“Dos rasgos tan puros y perfectos como los de una composición artística marcan el estilo y las concepciones del
profesor Daus en lo que atañe a geografía de las fronteras: una prosa clásica, rigurosa y suelta, que no se
ampara en la palabra técnica sino para hacerse más expresiva, y un concepto geográfico que, por honesto y
verídico, se corresponde armoniosamente con los derechos que la República posee y sostiene en sus cuestiones
limítrofes. …La correspondencia en los trabajos de Daus entre la forma y el contenido de su prosa –que
olvidada de vanidades se muestra ora humilde, ora esplendorosa, para ceñirse con lealtad a su tema- es la de la
verdad científica entre su apariencia y substancia, y la coincidencia de sus conclusiones geográficas con las de
nuestros juristas sobre los derechos argentinos es probanza de la verdad de una nación que, igual a sí misma,
defiende siempre un mismo derecho y quiere y hace, por su naturaleza singular, una política territorial
honesta9.”
Otra personalidad influyente en GAEA fue Raúl Rey Balmaceda (1930-1998) que por
su temperamento político, vínculos y especialidad signó la institución durante la época. Ni
bien se graduó y siendo muy joven ocupó sitios expectantes en la gestión efectuando todo el
cursus honorum hasta llegar a ser electo para ejercer la presidencia.
“Entre GAEA y Rey Balmaceda este doble tránsito parece mostrarse en su máxima expresión. Recíprocamente
se alimentaron con un signo común: la geografía. La Sociedad marcó el sino de un desafío permanente en la
vida del hombre, él imbuyó de pasión y fervor a la legendaria entidad. Llevada de la mano del joven inspirado,
la vieja casa de los geógrafos se hizo a su medida. Paralelamente, entre esas paredes envejeció el profesor… Un
año antes de sus setenta –demasiado temprano para una mente tan lúcida- se fue uno de los presidentes
legendarios de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos. Temido y respetado, combatido y querido,
bizarro y genial, nunca hubo medias tintas en su vida. 10”
“Al mismo tiempo integró numerosas comisiones como las de Biblioteca, Conferencias y Cursos,
Publicaciones, Semanas de geografía, Premios y la de Geografía Aplicada. Desde esos cargos imprimió a la
Sociedad su particular energía al participar activamente en las definiciones de las líneas de acción de la
Sociedad… Su paso por la Sociedad seguramente no será olvidado, ya sea por sus anécdotas, por sus luchas y
sus anhelos y porque acompañó los cambios que se operaron en la comunidad geográfica y por ende en la
Sociedad a lo largo de medio siglo. Fue un hombre y un símbolo de GAEA a la que dedicó gran parte de su vida.
Obstinado para muchos, por lo que se ganó antagonistas, firme y sensato para otros; cada uno de los que
tuvieron oportunidad de trabajar con él guardamos una imagen diferente de su persona. 12”
Todos los geógrafos que han compartido lugares de trabajo con Rey Balmaceda
concuerdan en indicar como su opus magnum su tratado sobre Límites y fronteras de la
República Argentina (Buenos Aires: Oikos, 1979), galardonado en 1980 con el premio Perito
Moreno que otorgaba regularmente la Sociedad. De alguna manera se constituye en una
síntesis argumentativa que refleja muy bien las inclinaciones de aquellos geógrafos que en la
Sociedad se volcaban a los intentos por esbozar estrategias geopolíticas nacionales. En la
segunda parte de la década del 70, cuando las relaciones de Argentina con los países
limítrofes se hicieron álgidas, el geógrafo abordó problemas de geografía política como los
relativos al Canal de Beagle, la propuesta y mediación vaticana para la resolución del
conflicto con Chile, las cuestiones de demarcación en Laguna del Desierto, Hielos
Continentales, Cerro Fitz Roy, y de soberanía en el Atlántico Sur. Al respecto dirán sus
discípulas, desde una contemplación cordial, cuáles eran las herencias y enseñanzas que Rey
Balmaceda quería dejar como huella a las nuevas generaciones:
9
“Su gran interés por el ser nacional, su preocupación porque los jóvenes conozcan y defiendan el territorio
donde nacieron, lo llevó a que la problemática de los límites de la República Argentina sea un tema prioritario
en sus obras. Su objetivo no pretendía buscar el enfrentamiento con los pueblos hermanos, sino que a través del
conocimiento y las vías diplomáticas supiesen valorar la integración territorial de nuestro país 13 .”
Finalizada la guerra de Malvinas y superados los conflictos con Chile, Rey Balmaceda
mantuvo una posición negativa con respecto al acuerdo que se había alcanzado con Chile en
la demarcación definitiva de los territorios del sur de la Cordillera de los Andes,
concretamente en la traza sobre los denominados Hielos Continentales y Laguna del Desierto,
diferendo que en la década del 60 había sido objeto de una escaramuza con resultados
luctuosos entre fuerzas de frontera de Chile y Argentina. El senador por la provincia de San
Juan –a quien asesoró en este punto- en el homenaje que le brinda el Congreso Nacional a
poco tiempo de su fallecimiento, daba cuenta de sus méritos calificando su personalidad y
labor:
“Fue un hombre atento a la importancia del aporte argentino al esclarecimiento internacional. En los
problemas políticos de base geográfica, Rey Balmaceda tuvo una presencia relativamente activa en algunos
foros externos. Allí estaba el argentino maestro, científico, y expositor explicando con fuerza de patria la verdad
histórica, geográfica y jurídica14.”
a su parecer debía ser el papel que los geógrafos estaban llamados a cumplir en las
circunstancias que le tocaba atravesar al país:
“Desde el punto de vista nacional, los geógrafos por el conocimiento que poseen del patrimonio geográfico,
tienen conciencia territorial y son celosos soldados de la causa de la Defensa de la Soberanía Nacional y
abanderados de la creación de la conciencia ciudadana sobre los problemas que afectan al medio geográfico y
advierten los riesgos de acciones irracionales en la explotación y uso o no uso de los recursos animales,
vegetales, minerales, energéticos, edáficos, ambientales y, por supuesto, de los problemas antropogeográficos.
Su prédica sin duda resulta de alto valor patriótico y humano.25”
En su gestión, Dozo fue acompañado como vicepresidente por un breve tiempo por
Horacio Difrieri (1920-1981); geógrafo experimentado en cargos de gestión pública quien
fallece estando en la dirección de la vicepresidencia. Difrieri se había desempeñado como
traductor, asesor de editoriales y codirector con F. de Aparicio de Argentina. Suma de
Geografía. También se había orientado en estudios de Geografía Histórica (fue director del
Atlas de Buenos Aires publicado con motivo del IV Centenario del Fundación de Buenos
Aires) y probablemente uno de los primeros geógrafos en la escuela local en reflexionar sobre
la aplicación de la teoría de los sistemas y el estructuralismo aplicado a los problemas
espaciales. En 1950 ingresó como docente de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA)
desempeñándose alternativamente al frente del instituto como director del departamento de la
carrera de geografía y decano de la unidad académica en dos oportunidades (1968-1969 y
1976-1978).
A esta altura conviene hacer un repaso de los temas tratados. En primer término hemos
hecho una breve referencia histórica de la Sociedad poniendo énfasis en el crecimiento de su
estructura y en el tipo de trabajos que sus encuentros convocaban durante la década del 70. En
segundo término, hemos hecho una sucinta presentación de lo que hemos delimitado como su
elite que desarrolló sus actividades en el período seleccionado y rubricó la tónica de la
institución. En el título siguiente nos adentramos y exploramos los compromisos valorativos y
posiciones públicas que asumieron GAEA y sus mentores en los trances políticos
significativos que le tocó vivir a la Argentina en el recorte temporal bajo pesquisa.
individuales- osciló según las eventualidades como think tank, simple grupo de opinión, factor
de presión o agencia asesora de oficinas burocráticas del gobierno.
Como han pesquisado los autores antes mencionados en el párrafo inicial de esta
sección, las ideas del nacionalismo territorial fueron una dosis primordial que afectó a toda la
comunidad geográfica y orientó su producción, haciéndose más intensa esta adscripción
durante los sucesos que afectaron la historia del país entre 1976 y 1983; como ya había
ocurrido durante el último cuarto del siglo XIX, cuando se estaban negociando acuerdos de
límites y la demarcación sobre la cordillera con la República de Chile 26. Esta doctrina de tanto
predicamento tiene su origen hacia finales del Siglo XIX en las ideas del diplomático,
político e historiador Vicente Ernesto Quesada, y se expresó a partir de 1880 en la revista que
fundó junto a otros dirigentes connotados de la época. En la Nueva Revista de Buenos Aires,
donde escribían destacados personajes de la Generación del 80 tomó cuerpo este dogma a
través de sus páginas (Cavaleri, 2004). En su base de creencias se recreó paulatinamente el
mito -que a la postre cuajaría como influyente y perdurable- de que la Argentina había sido la
principal perjudicada por el desmembramiento de la unidad territorial del Virreinato del Río
de la Plata. Este relato fundacional del nacionalismo territorial, colocaba a la Argentina (en un
uso flexible del uti possidetis) como la heredera legítima de los territorios que comprendía el
viejo virreinato español, apareciendo entonces como un país perdedor.
Esta doctrina nacionalista que ponía en situación de víctima a la Argentina por las
supuestas pérdidas territoriales, se complementó con un sentimiento de fracaso y frustración,
que tuvo además claramente individualizados al conjunto de responsables intelectuales que
malograron tal legado. Entre ellos se denunciaban a las pretensiones de la Corona Británica y
del Imperio del Brasil proclives a la balcanización de Latinoamérica; al círculo de poder de
los unitarios porteños que se constituyeron en centro de decisiones luego de la independencia;
y finalmente, a los diplomáticos argentinos por su pésima actuación histórica al punto tal de
afirmarse que lo que resultaban ganancias territoriales como producto de victorias en las
batallas, se malograban en los acuerdos diplomáticos. En razón de estas fuerzas coaligadas, la
Argentina habría perdido los actuales espacios soberanos de Bolivia, Paraguay, Uruguay y
porciones substantivas de Chile y Brasil. El mito contribuyó a un imaginario que se proyectó
hacia el futuro, en una explícita fe en que la Argentina estaba llamada a ser un país poderoso a
desempeñar un rol preponderante en la región y en el mundo. Esta especie de remozado
destino manifiesto conllevó una inflexible animadversión hacia países limítrofes, que se volcó
según las circunstancias hacia Chile o Brasil.
Escudé (1984) ha criticado esta concepción del nacionalismo territorial que se ha
mostrado como “indiscutible” al afirmar que las fronteras del virreinato eran ficticias.
Asevera el autor que gran parte del territorio no se encontraba bajo su control, siendo por lo
tanto ilusorio suponer que un espacio tan vasto, tan poco integrado y con intereses regionales
contrapuestos, se iba a mantener compacto y unido ante una nueva realidad política y jurídica.
Por otro parte, Escudé se opone a la idea de entender que la Argentina ha sido un país
perdedor, muy por el contrario aporta pruebas para concluir que la estrategia de expansión de
la Argentina ha sido bastante exitosa.
Cierto es que el nacionalismo territorial tuvo en los geógrafos –en el transcurso de los
años que indagamos- una entonación sincrética en conjunción con el determinismo
geopolítico, y en alguna medida con las visiones paranoicas de la Doctrina de Seguridad
Nacional (DSN). Como apropiadamente señala Reboratti (1983), la geopolítica con sus leyes
naturales y físicas para comprender el comportamiento de los Estados cuadró muy
adecuadamente con el pensamiento y praxis militar; y desde sus orígenes como práctica y
saber estuvo muy vinculada con distintas corrientes del nacionalismo europeo. En el caso de
la Argentina, la materia desde la segunda posguerra se convirtió en punto de interés de grupos
13
Como pudimos ver en el ítem I.1, durante buena parte de la década del 70 se
mantuvieron en los encuentros y publicaciones de GAEA los temas y enfoques tradicionales
de la geografía humana y física, teniendo realmente poca cabida las cuestiones que tomarían
preeminencia en la segunda parte de la década y a principios de los 80, no tanto por su
número sino por sus emisores jerarquizados. Así paulatinamente las cuestiones relacionadas
con temas de geografía política tomarían un mayor grado de significación a través de
conferencias magistrales, simposios y estudios destacados en el boletín societario.
Ocurriría que conforme el gobierno militar ponía en marcha sus hipótesis de conflicto
y el tipo de política exterior al que hicimos referencia, los temas de soberanía argentina fueron
constituyéndose en tópicos de interés y opinión popular. Planteada esta situación, destacados
miembros de la Sociedad comenzaron a dar respuestas a esta demanda cada vez más intensa,
tomando esta faena como un deber patriótico, reforzando así su atención a los problemas de
fronteras, límites y relaciones exteriores. La coyuntura histórica se dio a partir de los
conflictos limítrofes con la República de Chile por el Canal del Beagle, y con Brasil por la
utilización de la Cuenca del Plata y el emplazamiento de emprendimientos hidroeléctricos.
Por supuesto, otra situación superlativa que estimuló este campo de estudios, opiniones y
proclamas fue la toma de las Islas Malvinas en 1982 por las fuerzas armadas que desencadenó
la guerra con Gran Bretaña. GAEA participó afanosamente en oportunas declaraciones
públicas con su nombre propio sumándose a las posiciones del gobierno o bien asumiendo los
discursos más inflexibles en temas limítrofes, resaltando con su retórica nacionalista los temas
que concitaban –por esa época- la atención cotidiana, además de contribuir con elaboraciones
intelectuales –por lo común estudios microregionales sobre las áreas en conflicto-
convenientemente reformuladas.
La Comisión Directiva de GAEA –a diferencia de otras organizaciones similares 28-
tuvo palabras y mensajes muy explícitos en cada uno de estos problemas nacionales, haciendo
extensivas sus expresiones a la adhesión de geógrafos concurrentes a los plenarios de las
Semanas de Geografía. Estas temáticas transitarían hacia un primer plano a partir del gobierno
militar, ya que su política exterior llevaría a plantear y estudiar en los servicios de inteligencia
hipótesis de conflicto con los países limítrofes. La Sociedad expondría sus opiniones
públicamente en el nombre de la geografía argentina, y bajo la cobertura de que sus
argumentos estaban firmemente anclados en la rigurosa aplicación de los términos de la
ciencia geográfica.
El conflicto en torno del Canal del Beagle sería una oportunidad en la que la Sociedad
presentaría posición con motivo de darse a conocer en 1977 el Laudo Arbitral de la Corona
Británica en el litigio con la República de Chile. Esta discrepancia había hallado un cauce de
acuerdo cuando en 1971 los presidentes de Chile y Argentina habían acordado el arbitraje de
la Corona Británica sobre un viejo diferendo en torno al Canal del Beagle y sus islas aledañas.
Luego de un largo proceso el veredicto se dio a conocer en 1977, donde el fallo de lo que
había en disputa superficial resultó más favorable a Chile.
Durante ese mismo año GAEA encontraba la oportunidad para exhibir el valor de su
saber específico y tomando la voz de la comunidad de geógrafos argentinos reclamaba la
necesidad de abordar las cuestiones de soberanía con una “sólida y eficaz base geográfica”, tal
cual rezaba la declaración de la portada de su boletín. Con antelación a las declaraciones
oficiales, la Sociedad había designado una comisión encargada de estudiar el laudo arbitral
tutelada por Federico Daus29, cuyos resultados se convertirían en el cimiento erudito de las
sucesivas comunicaciones oficiales. Los trabajos y posiciones notarias de la comisión
directiva de GAEA no dejaban lugar a dudas de la orientación institucional y de su resolución
con respecto del arbitraje:
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“Que el Laudo de la Corona Británica ha otorgado a la República de Chile las islas del Triángulo Atlántico que
se hallan al este del Canal de Beagle, no obstante su indiscutible posición Oceánica Atlántica, evidente a todas
luces, en cuanto respecta a la isla Nueva, e igualmente cierta en lo referente a las islas Picton y Lennox;… Que
el laudo y sus fundamentos se hace caso omiso de las circunstancias geográficas concernientes a la extensión y
límites del Canal de Beagle, sin atender a que la definición, calificación y delimitación del Canal son cuestiones
esencialmente geográficas y constituyen el nudo del diferendo sometido al Arbitraje y Laudo;... En
consecuencia, los geógrafos argentinos, reunidos en la XXXIX Semana de geografía declaran: Que el fallo de
la Corona Británica sobre el litigio del Canal Beagle, es palmariamente injusto, viciado de inexactitud
geográfica y lesivo para la República Argentina.30”
“1° El Canal de Beagle termina por el Este, por fundamentos morfológicos y oceanográficos, en la línea
definida por el meridiano de Punta Navarro… En consecuencia, las islas adyacentes en ese espacio atlántico no
se hallan en el canal Beagle, ni al Sur del canal de Beagle, sino en el Océano Atlántico…2° El límite entre los
Océanos Atlántico y Pacífico se considera definido por razones geográficas, geológicas y oceanográficas y
antecedentes históricos, por el meridiano de la isla de Cabo de Hornos y no tiene, por lo tanto, ningún asidero la
tesis, alguna vez invocada con visos de fundamentación científica, de que el Océano Pacífico se extiende al Este
de dicha alocación por el mar de Scotia, y cualquier otra pretensión de análoga factura. Con lo cual, aceptada
la repartición contractual: Argentina en el Atlántico y Chile en el Pacífico, la delimitación de soberanías en el
espacio marino continental e insular austral se clarifica en forma justa, equitativa y definitiva… 33”
Estas aclaraciones y declaraciones se publicarían en el boletín ese mismo año, no sin antes
traer a la memoria el hecho que “Los geógrafos argentinos siempre han estado atentos a las
cuestiones atinentes a la soberanía territorial 34.” A éstas se sumaban contribuciones de
distintos geógrafos versadas sobre el Canal de Beagle con el objeto de contribuir a la posición
de parte argentina. Sus aportes al momento político eran de dos tipos: trabajos de descripción
microregional y definiciones conceptuales de accidentes geomorfológicos.
Las viejas ediciones de geografía física y humana sobre el sitio se reformulaban en
función de argumentar sobre los límites entre los dos océanos y la extensión del Canal de
Beagle. Se reseñaba el descubrimiento, la formación geológica, accidentes fisiográficos y el
poblamiento primitivo, concluyéndose sobre los puntos de valor jurídico en la controversia
haciendo alusión al Canal de Beagle en su extensión como límite en la determinación de su
confín oriental (Daus, 1978b). Otra cuestión que los geógrafos consideraban en sus
colaboraciones era la definición clara de la división entre los océanos Pacífico y Atlántico,
con la idea de contribuir a la tesis argentina y al principio sostenido en las discusiones que se
esgrimían: “Chile en el Pacífico y Argentina en el Atlántico”, principio que convertido en
eslogan había sido muy publicitado en los medios de comunicación argentinos. La extensión
del Canal de Beagle y la cuestión de pertenencia oceánica se consideraban centrales en razón
16
de los acuerdos históricos con Chile, ya que los pactos hacían mención a estos dos asuntos
para designar tierras en disputa entre los dos países (Daus, 1978a).
El alcance que los geógrafos daban a sus contribuciones está reflejado en las opiniones
de Daus, quien de alguna manera sobredimensionaba las secuelas negativas de no valerse de
definiciones siempre adecuadas para bautizar a los accidentes físicos en las relaciones
internacionales, exigiendo más rigor científico a quienes trataban el tema. La totalidad de los
artículos del boletín subrayaban como una cuestión vital para la nación la resolución soberana
sobre las pequeñas tres islas, resultado que estimaban que tendría consecuencias sobre la
pertenencia de los territorios lindantes, por lo que se prescribía la necesidad estratégica de una
“marcha hacia el sur”, considerando que el Cabo de Hornos ineludiblemente debía erigirse
como el punto más extremo de la República Argentina (Rey Balmaceda, 1978).
Estas tomas de posición constituyeron las primeras exposiciones públicas de la
institución, pero vamos a ver que esta modalidad se reiteraría en otras ocasiones. Es que en el
interior de la organización se habían empezado a procesar problemas de geopolítica vía
expertos, lo que llevaría a definiciones tajantes en otros temas similares. Este fue el caso de la
construcción de represas hídricas que culminarían en distintos acuerdos con los países con
quienes Argentina tiene redes hidrográficas en condominio, materia que los peritos de la
Sociedad pusieron bajo su particular óptica geopolítica35.
En varias ocasiones el tema de las cuencas compartidas había sido objeto de
preocupación en los encuentros y publicaciones de GAEA, incluso en el congreso al que
hacemos referencia en el título siguiente, sobre todo a través de disertaciones del Ingeniero
Mario Fuschini Mejía. El autor había sido el creador de la tesis de “la singularidad
geográfica” del tramo de la cuenca que comprende el Río Paraná entre los emplazamientos de
Corpus e Itaipú. A su momento había argumentado sobre la existencia de una geomorfología
hídrica que operaba como un fenómeno físico de escurrimiento indivisible. En base a estos
estudios explicaba que era necesario y conveniente económicamente planear conjuntamente la
construcción de ambas represas, sobre todo en lo que hacía a sus cotas de coronamiento, lo
que redundaría en beneficios para la generación eléctrica y la navegación aguas abajo. La
influencia de la escuela geopolítica se hizo sentir en las reflexiones que también sobre este
punto se trataban en el seno de GAEA, que en nombre de la XLII Semana de Geografía
(1980) llegó a manifestar públicamente su inquietud por el acuerdo con Brasil y Paraguay
para la construcción de las represas de Corpus e Itaipú con una cota de coronamiento de 105
msnm. a la que consideraban inconveniente. Exhortaba esa declaración –con cierta dosis de
ingenuidad- a una renegociación que tenga en cuenta un nuevo emplazamiento de Corpus con
otra cota, afligiéndose por las probables perturbaciones al medio natural y los riesgos
estratégicos militares que a futuro entrañaba la decisión.
Las cuestiones limítrofes con Chile, el problema de las cuencas hidrográficas
compartidas con otras naciones, y aún el tema de las Islas Malvinas van a volver a ser tratados
por GAEA junto a otros centros e intelectuales, en un encuentro cuyo eje va a ser de un talante
más explícitamente político con el propósito de despertar la conciencia territorial, o más
concretamente de advertir a las autoridades superiores sobre su déficit.
Hacia fines del año 1978 en el trance más crítico del conflicto con Chile, OIKOS editó
un libro patrocinado por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación bajo el título: “La
conciencia territorial y el déficit en la Argentina actual”. En él se reproducían las ponencias de
una reunión efectuada ese mismo año que habían animado reconocidos militantes del
nacionalismo y miembros destacados de GAEA36 enrolados o cercanos por su ideario a esa
17
corriente. En el exordio del libro, su compilador, Randle, hacía notarias las inquietudes y el
interés que alentaban los invitados:
“El tema de la conciencia territorial despierta en la actualidad un desusado interés en los ambientes cultos de la
Argentina. No en vano se advierte por doquier que el país necesita madurar esa conciencia si pretende seguir su
camino de grandeza… En primer lugar, el tomar conciencia del espacio que nos rodea, de nuestro entorno, del
territorio que, en cierto sentido, nos “pertenece”, es una operación de la inteligencia humana que merece ser
examinada. Se puede arrancar con conceptos básicos de teoría del conocimiento, pasar por cuestiones de
psicología (como analizar la noción instintiva de “territorio” en los animales) y hallar el trasfondo ético de la
idea de patria o tierra de nuestros padres (Randle, 1978:9).”
“Con tales requisitos se afirma un sentido claro y recto de la soberanía nacional en todo el ámbito pertinente,
que se hace carne en el ciudadano y por esto se siente impelido, llegada la ocasión, a asumir actitudes activas
para sostenerla y defenderla en todo terreno, dentro del espacio que fijan los límites políticos y fuera de ellos si
cuadra, como en el caso de los ríos internacionales descendentes. Con aquellos atributos que pueden nacer, si
las circunstancias lo hacen propicio, la idea de la Gran Nación, como en el caso del dominio antártico (Daus,
1978:182).”
“…el ataque –velado o franco, según las circunstancias- del marxismo apátrida internacional, que debe ser
conocido por el alumnado en toda su magnitud. Todos estos hechos, y otros que han quedado en el tintero en
mérito a la brevedad, deben ser enseñados en forma tal que sean útiles para combatir el descreimiento que
afecta a muchos jóvenes, descreimiento que puede desembocar en un nihilismo desintegrador y subversivo, que
se erige en la falaz excusa para la consumación de distintas fechorías (Rey Balmaceda, 1978:267).”
La encrucijada política, era para los geógrafos asistentes al encuentro una inmejorable
oportunidad para resaltar lo vital que era la geografía en los programas escolares,
argumentando que para su revalorización como materia integrante de la “triple muralla”
(junto con la Historia y la Educación Cívica) era el vehículo para conservar y resguardar
valores básicos e irrenunciables. En el lenguaje de Rey Balmaceda, las urgencias políticas
eran propicias para reiterar viejos y emotivos reclamos corporativos; la geografía estaba
llamada a asumir mayores responsabilidades:
19
“Como es sabido, nuestro país debe enfrentar varias cuestiones de jurisdicción territorial sin resolver,
comenzando por la cuestión relacionada con el canal de Beagle y continuando con los problemas de las Islas
Malvinas, de la plataforma continental, del mar epicontinental, el sector antártico y finalmente cabe incluir por
su trascendencia la cuestión suscitada en el Alto Paraná. Estas cuestiones no son triviales ni baladíes: hacen al
decoro y la futuro del país y su abordaje idóneo y con adecuada profundidad y detalle compete a la vieja ciencia
estraboniana, que de este modo adquiere una relevancia que no siempre es suficientemente reconocida (Rey
Balmaceda, 1978:269).”
“Si lo que hemos dicho con la máxima preocupación por exponer la realidad tal cual es, es el trasunto de
hechos que se producen en la Argentina, pareciera ser evidente que si no rectificamos nuestra conducta el país
afrontará tremendas dificultades para subsistir… Si lo que se analiza en este simposio, trasciende a la
conciencia de los habitantes honrados del país, que sin duda son la mayoría, habremos puesto en marcha un
proceso positivo. Dios así nos lo conceda (Dozo, 1978:302).”
Las ideas que evocaban una y otra vez las metáforas biológicas teñidas de darwinismo
social y posiciones deterministas, eran la base incluso para recrear la imagen del territorio
nacional con tintes anatómicos y fisiológicos. Más aún, se utilizaban para confirmar su
carencia de salud o presencia de enfermedad:
20
“… consecuentemente, tener una nación conciencia de su territorio es tenerla de sí misma. Una nación que no
sintiera su territorio como su carne, que no reaccionase a sus fronteras, como todo ser consciente o meramente
vivo cuando es tocado en su piel, sería una nación psicopática o tan sólo nominalmente la nación (Paz,
1978:186).”
Este mismo autor tan orgánico para definir el Estado, encontraba en el tema de las
Islas Malvinas incentivo para redoblar la apuesta en su relato. La antigua y sentida
reivindicación de raigambre tan popular, le daba una inmejorable oportunidad de sacudir de su
abulia a los ciudadanos y convocarlos a la acción mediante una oración en la que destellaba
toda una epopeya guerrera:
“Las Malvinas son nuestra tierra irredenta. En siglo y medio, sin embargo, no se ha derramado por ellas ni una
gota de sangre argentina. … Mas a partir de la última guerra, y en el ocaso del poder imperial, sólo una pareja
declinación argentina explica esta inercia nacional, apenas removida por pausadas negociaciones, a la sombra
del pabellón de las Naciones Unidas, sobre unas islas que ha rato están llamando al sacrificio o a la gloria (Paz,
1978:187).”
II.5 Distensión del conflicto por el Canal de Beagle vía mediación papal y estallido de la
guerra de Las Malvinas
“Desde el punto de vista de la experiencia real que se tiene acerca de la convivencia limítrofe con Chile, sería
altamente riesgoso dejar una espacio marítimo de soberanía compartida con el vecino de tras de los Andes…
Pero no creemos que en las circunstancias actuales puedan recogerse, algún día, frutos gratificantes de una
experiencia de coparticipación territorial con nuestro vecino de allende los Andes. La aparente solución
ofrecida por la Mediación Papal, a lo que se sabe, empeora la situación al introducir nuevos sacrificios
territoriales, inadmisibles para los argentinos, como si nuestro país debiera pagar un tributo territorial por el
logro de paz39. ”
21
“La Argentina ha sufrido un revés en un combate, nada más que eso. Pero ello le ocurrió por ser un PAIS
DIGNO, que quiso ejercitar SUS DERECHOS SOBERANOS, defendiendo los verdaderos PRINCIPIOS DEL
MUNDO OCCIDENTAL, la dignidad y la libertad de los pueblos, oponiéndose valientemente a los designios de
los poderosos (Roccatagliata, 1982:2).42”
“Esta política conservadora ha impuesto una guerra brutal y absurda, y no pretende otra cosa que conservar
para sus intereses el status financiero y económico retrógrado. La lucha entablada es la de los pueblos libres
latinoamericanos contra el sistema colonial, frente al que empeñaron sus armas San Martín y Bolívar, la guerra
de emancipación americana hace 180 años (Daus, 1982:23).”
Otras dos contribuciones (Dozo, 1982; Cuevas Acevedo, 1982) abordaban a las islas a
través de una descripción clásica de la geografía económica regional y desarrollaban un
relevamiento de las potencialidades y debilidades económicas de sus recursos naturales.
Cuevas Acevedo reeditataba –en un trabajo que se había comenzado a redactar antes de la
finalización de la guerra- parte de un libro que había tenido reciente publicación por GAEA:
Patagonia. Panorama dinámico de la Geografía Regional bastante más neutro en las
cuestiones jurisdiccionales y políticas de las islas. En el posterior escrito reveía algunos
conceptos que se adaptaban a la nueva situación de hecho que la toma había originado. El
perfil del trabajo de este geógrafo, asignaba a la geografía regional prospectiva una función
terapéutica ante las patologías que mostraban las islas en su economía, expresando una
intranquilidad inusual en los geógrafos pero no en los economistas cercanos al poder 44, grupo
de profesionales que había inspirado al primer ciclo de gobierno militar y la instauración del
modelo aperturista. Específicamente, advertía que no se debía caer en situaciones del pasado
que arrastraban “viejas fórmula perimidas” de “gigantescos aparatos estatizantes” que
engendraban un “déficit crónico en nuestro erario”. Luego de propuestas genéricas con
respecto a los puntos de actuación sobre la estructura económica, no podía dejar de manifestar
un imperativo ético conclusivo al momento:
“Mientras nuestro soldados luchan, no es justo que nosotros, los soldados sin uniforme, estemos ociosos. Llegó
la hora de la actividad creativa y fecunda. Un país renovado no necesariamente requiere nuevos hombres, sino
objetivos precisos y una determinación madura y responsable (Cuevas Acevedo, 1982:43).”
Dozo, por su parte, linealmente recorría una descripción que partía de la geografía
física, continuaba en la descripción de la población y culminaba en los rubros de la economía.
Analizaba desde una geografía política clásica la posición del archipiélago en relación a los
23
Existía una cortina imperial, mal disimulada y no tan sutil, tan reprochable como otras cortinas publicitarias
por la “democracia británica”, que enrostraban a otras realidades los atropellos contra los derechos humanos,
al no permitir la libre y fluida vinculación e intercambio entre comunidades humanas. Era una palpable
vivencia de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio (Dozo, 1982:36).”
En conclusión, este conjunto de estudios de las islas parecían reencontrarse con toda
una terminología crítica anticolonialista que no había sido común en la reflexión de estos
autores. Es más resultaba remodelada y acondicionada ad hoc para reseñar las peculiaridades
de un enclave subdesarrollado por el imperio. Al respecto, unos años antes en el encuentro
organizado por OIKOS -que tuvimos oportunidad de examinar en el punto II.4- el tratamiento
de la cuestión de Las Malvinas había escapado a este tipo de encuadre político.
Finalmente la preocupación por la educación cartográfica de los argentinos volvía
hacerse presente abogando por una representación ajustada a los intereses, reclamos y anhelos
de país (Rey Balmaceda, 1982; Siragusa, 1982). El viejo empeño de los geógrafos
nacionalistas por dar con una “cartografía adecuada a los intereses soberanos” había llevado a
la publicación de un mapa que comprendía “todos los espacios argentinos”. Este gráfico se
reproducía a página completa utilizando la misma escala en la totalidad de la plancha y con
continuidad de los territorios; con la indicación del proyectista que “aunque aún no están
reconocidos algunos a nivel internacional, no es suficiente razón para no considerarlos en la
representación cartográfica”, integrando en la “extensión bajo control nacional” unos
15.884.174 km2 (Siragusa, 1982). Reiterándose las convicciones del nacionalismo territorial
que ya habían sido motivo de inquietud en el encuentro organizado por OIKOS, se lamentaba
la desinformación en la que se encontraban los educandos ante la verdadera extensión y
ubicación de los espacios argentinos, agregando de manera grandilocuente que éstos
comprendían dos continentes y parte del océano, correspondiéndole al país porciones de
Sudamérica, la Antártida y el Atlántico Sur (Rey Balmaceda, 1982).
De esta forma los sueños de grandeza llevaban a cometer un traspié muy usual en los
geógrafos de reclamaciones nacionalistas, que incluso el IGM apañaba legalmente 46: consistía
en poner bajo el mismo diseño y estatus áreas reconocidas, no reconocidas y otras de
improbable reconocimiento internacional; todas englobadas bajo el ambiguo concepto de
24
“control47”. El geógrafo cerraba sus comentarios con una proclama soberana dirigida a otras
naciones, ya que aludiendo a las superficies totalizadas expresaba que “la República
Argentina asume frente a la comunidad internacional la responsabilidad de su manejo y
control”, en virtud de que:
“La madurez que ha alcanzado nuestro país indica que ya no tienen los argentinos ninguna excusa para no
asumir estas responsabilidades, los argentinos miran al mar y ya no le temen; forma parte de nuestro espacio
nacional y así lo entienden todos sus habitantes, de allí la necesidad de divulgarlo y expresarlo
cartográficamente y con claras denominaciones para que desde niños conozcan los habitantes de este gran país
cuál es el espacio que les concierne (Siragusa, 1982:46).”
GAEA, por las características que asumió desde su fundación, se mostró similar en sus
prácticas y modalidades a las entidades científicas que se habían originado durante el siglo
XIX, es decir, como una organización reservada a un minúsculo círculo de sabios poseedores
de un conocimiento que les era propio. Sin embargo, ese formato inicial de academia
tradicional evolucionó hacia otros fines más ligados a la labor pedagógica de una institución
que se había propuesto la difusión de la ciencia geográfica. Tempranamente participó en los
programas educativos asesorando a las reparticiones públicas ligadas a la educación, y lo que
es más importante, la Sociedad a pocos años de fundada realizó convocatorias
específicamente orientadas a los profesores y maestros sumándolos como asociados. Si bien
mantuvo los ritos de una institución tradicional, paulatinamente asumió aspectos de una
corporación moderna, sintiéndose señalada a representar los intereses de sus asociados que
habían superado masivamente a sus doce miembros precursores. A través de convocatorias
anuales a la Semana de Geografía y la creación de filiales regionales en distintas ciudades del
país, fue constituyendo un relativo monopolio cultural y científico, hegemonía que se
extendió durante muchos años en el campo de la geografía argentina.
En diálogo con distintos autores hemos examinado a la Sociedad en su desarrollo
histórico, notando que desde sus primeros años sus prácticas y expresiones estuvieron
entretejidos con fines, valores y puntos de vista enmarcados en el proyecto de nación que por
entonces se consolidaba, siendo las ideas de un nacionalismo tendientes a la cohesión social el
vehículo privilegiado a la hora de armar su agenda con los temas para la ciencia y los
contenidos de la educación. Sin embargo, en el período que hemos estudiado este
nacionalismo contraería otras aristas y variantes de un tono más agresivo. El viejo connubio
entre nacionalismo y geografía se reaviva, conforme ganan la opinión pública cuestiones de
política exterior que impone la dictadura militar a través de sus hipótesis de conflicto. Viejas
doctrinas que desde hacía tiempo se habían hecho parte de los textos principales de geografía
surcan el campo disciplinario, y en sincretismo con otros dogmas más recientes encuentran la
ocasión propicia para extremarse. Las chispas que avivan el resurgir ideológico provienen de
las demandas del momento portadoras de vectores incitados desde el campo político -ya por
esa época devenido en aparato totalitario de concentración y despliegue de poder- y de los
medios de prensa que se encontraban también en relación de subordinación y escasa
autonomía.
El programa de los geógrafos que gestionaron a la Sociedad desde su ortodoxia
resultaba coherente y con posibilidades de encontrar buen eco: primero, porque se ancló
firmemente en la tradición que atesoraba un regionalismo esencialista, un nacionalismo
territorial de viejo cuño y un determinismo reencontrado que le servía de lazos legitimadores;
y segundo, porque escribió una agenda y emitió una voz que le garantizaba un público de
25
legos en las mejores condiciones para escuchar y aceptar sus puntos de vista. La Sociedad sin
cortapisas tomó partido explícito en los conflictos territoriales, a su tiempo sobre el Canal de
Beagle, los problemas de aprovechamiento en la Cuenca del Plata y la guerra en las Islas
Malvinas, aferrándose persistentemente –aún una vez caída la dictadura- a las posturas más
duras e intransigentes. Ciertamente GAEA laboró a favor del sentido común de la época en un
terreno de creencias previamente abonado por sentimientos nacionalistas y por una intensa
propaganda oficial.
La opción de GAEA por un nacionalismo sincrético tuvo que ver principalmente con
su dirigencia que asumió durante el período un papel activo. Muchos de ellos estaban
localizados en el campo político claramente en sitios de gobierno, ya sea en reparticiones
civiles o bien en organizaciones militares de educación y formación, y como observamos, sus
personalidades desde antaño se habían desempeñado como profesionales en la asesoría de
cuestiones de límites en el servicio exterior. Durante los prolegómenos y los eventos más
álgidos de los conflictos internacionales o incluso al desatarse la guerra de las Malvinas
ordenaron sus tópicos, cuestiones y congresos para dar respuestas a estos problemas,
contribuyendo a definirlos y orientarlos en sus aristas más filosas. Se comportaron como el
grupo hegemónico en un campo dependiente de las políticas de Estado respondiendo en
defensa de las tesis argentinas, pero no ya en la mesa de negociaciones, sino en la difusión y
adoctrinamiento de la comunidad. La elite forjó un microcosmos de encierro blindado según
se desprende de la lectura de los documentos, cuyo análisis nos brinda una imagen de la
existencia de una competencia para exigirse a ver quien defendía mejor los intereses
corporativos, a la vez que llevaba sus deberes patrióticos más prolijamente y el ideario
nacionalista hacia la cumbre de la apoteosis.
Los geógrafos de GAEA exhibieron argumentos y procedieron como peritos de parte,
si esta actuación se hubiese instalado en un escenario constituido exclusivamente por una
mesa de negociaciones en donde cada país aportaba sus pruebas en apoyo de sus tesis, era
jugar dentro de las reglas de la lógica del litigio jurídico. Empero, la postura -supuestamente
basada en demostraciones históricas y geográficas irrebatibles- expuesta a la opinión pública
sin exhibir los argumentos de la contraparte, significó la unificación de una perspectiva
intransigente en pos de la conflagración en un contexto social generalizado de extorsión
patriótica. Al dirigirse a su auditorio con su voz de especialistas, al colocarse en una tarima
como peritos profesionales dentro de un ambiente político unánime, pusieron a sus escuchas a
una distancia difícil de reducir, a la manera de un paciente que oye en el consultorio su
diagnóstico de boca de un médico prestigioso.
Aún más, en las condiciones detalladas el discurso operó como una extraordinaria
racionalización de los motivos para el enfrentamiento, y en una preparación espiritual para
afrontar la posible confrontación con Chile o la guerra que finalmente se desató con Gran
Bretaña. En suma: confundir la posición de parte sostenida por la Argentina en una
controversia con la falacia de que había inapelables argumentos aportados por la ciencia
geográfica que le daba la razón sin dobleces al país; inventar al otro allende los límites como
personaje siempre en acechanza y moralmente detestable; restarle importancia a los medios
empleados para defender a ultranza intereses propios o directamente ennoblecer esos medios;
y en definitiva, legitimar el recurso al uso de la fuerza resultó a la postre dramático y
catastrófico.
Los geógrafos de GAEA creyeron a pie juntillas en la defensa de la soberanía y en las
convicciones del nacionalismo, actuando como productores e intermediarios de ideas y
pasiones entusiasmaron a su público y respondieron a sus expectativas calmando sus
incertidumbres, al menos en forma pasajera. Se percataron que estaban siendo interpelados y
en consecuencia contestaron en los mismos acordes y similares notas que antes habían
emitido quienes los querían escuchar y requerían, para lo que hicieron uso de su posición en
26
GAEA contando con la aclamación de los educadores que frecuentaban los encuentros
multitudinarios. Ante tanto acuerdo, consenso y unanimidad no parecía existir error,
equivocación o ensoñación alguna. Por una vez más la geografía se convertía en un arma para
la guerra.
1
Notas
Utilizamos el concepto de campo siguiendo la teoría de Bourdieu (1997, 2002) teniendo en cuenta que más allá de su
capacidad interpretativa, fue producida en otro contexto social e histórico diferente al que nosotros tomamos como
referencia. La relación entre campos y la comprensión de la manera cómo el campo de la geografía respondió a las
demandas de otros campos fue sugerida de la lectura de Bourdieu (2000), en especial de: “Los usos sociales de la ciencia.
Por una sociología clínica del campo científico” conferencia y posterior discusión de los concurrentes con el autor en el
Institut Nacional del Recherche Agronomique (INRA).
2
En el campo de la geografía argentina esta corriente obtuvo sus primeros resultados hacia finales de la década del 80
mediante el desarrollo del programa de Historia Social de la Geografía (Instituto de Geografía – Facultad de Filosofía y
Letras - UBA). Este programa entre otras vertientes contaba con una fuerte influencia bibliográfica de las escuelas críticas
angloamericanas y los aportes que provenían de la revista española Geocrítica (fundada en 1976) bajo la dirección de
Horacio Capel. Tanto en el programa como en sus fuentes bibliográficas fueron medulares las pesquisas sobre las
vinculaciones entre nacionalismo y geografía. Refiriéndose a la geografía angloamericana, GLICK (1994b) afirma que hasta
mediados de los 80 no existía capacidad de autoanálisis, sólo se abrió camino una historiografía realista con una lógica
mordaz con respecto a las líneas tradicionales cuando se plantó una mirada desmitificadora. VESURI (1993a) examinando
la trayectoria intelectual de Capel expresa que su proyecto asumió como agenda general de la revista la vinculación entre
factores sociales y desarrollo científico, creando una identidad cognitiva y profesional diferenciada y con una posición
poskuhniana crítica de la tradición que lo llevó a instalarse en la naciente corriente de los estudios sociales de la ciencia.
Geocrítica surgida luego de la muerte de Franco y durante la transición democrática, fue muy resistida por buena parte del
cuerpo docente, no así entre los estudiantes quienes le dieron una recepción entusiasta (GARCÍA RAMÓN, 2005).
3
Los escritos, libros, ponencias, ensayos y artículos de opinión de los geógrafos pertenecientes a GAEA que son objeto
específico de análisis se han listado en el apartado correspondiente a las fuentes junto con otros documentos consultados,
registrándolos según la institución que los publicó. Las referencias a las manifestaciones y declaraciones públicas de GAEA
como agente colectivo se consignan en las notas finales.
4
Existe una serie de investigaciones sobre el origen de la institución, sus dirigentes, la difusión de paradigmas en la
disciplina y en la educación. Entre éstas se puede consultar: ZUSMAN (1997, 2001) sobre el origen de la institución;
QUINTERO PALACIOS (1995, 1999, 2002) sobre la decodificación del discurso nacionalista y regional que fue
característico en la escuela geográfica local y SOUTO (1996) sobre el rol de sus dirigentes en la institucionalización
universitaria de la Geografía.
5
El geógrafo GAIGNARD (1968) -por entonces residente en la Universidad Nacional de Cuyo- en un artículo examinaba el
estado de la Geografía Aplicada en la Argentina en la década del 60, señalando en qué tareas profesionales se empleaban los
geógrafos.
6
Usamos en forma indiferenciada las acepciones de Geografía Política y Geopolítica. Mientras la primera ha sido definida
como una ciencia que explica o describe las relaciones entre los factores geográficos y la política, a la segunda se la
entiende como un saber aplicado al servicio de las políticas estatales. No es que negamos la posibilidad de existencia de una
Geografía Política como rama disciplinaria, empero, lo cierto es que bajo ambos rótulos en nuestro examen histórico
aparecen numerosos trabajos donde la tónica parece estar más centrada en un deber ser y en recomendaciones apoyadas en
principios políticos de actuación. Para un análisis sobre el impacto de este saber tan adaptable a los principios del
nacionalismo y al pensamiento de los círculos militares en América Latina y Argentina, puede verse a REBORATTI (1983)
y CHILD (1990) que entienden a la Geopolítica como producción ideológica que reacciona ante las presuntas amenazas a la
integridad territorial. Sobre las posibilidades de un Geopolítica Crítica y una Geografía Política que supere las
descripciones estáticas puede leerse la reciente recensión de CASTRO (2006).
7
ARDISSONE (1891-1961) geógrafo nacido en Italia, ejerció como docente e investigador en la UBA y la Universidad
Nacional de la Plata (UNLP), fue miembro de la Sociedad Científica Argentina, la Sociedad Argentina de Antropología y
de GAEA. Fue impulsor de los estudios de Geografía Humana con marcada influencia del posibilismo francés y las
enseñanzas del geógrafo italiano Roberto Almagià (GAEA, 1973).
8
Ricardo Paz se desempeñaba en 1978 como Subsecretario de Estado del gobierno militar argentino.
9
GAEA. Sociedad Argentina de Estudios Geográficos. Anales de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos. Tomo
XVII. Homenaje al Dr.Federico Daus. Buenos Aires, 1979.
10
PICKENHAYN, Jorge. Anales de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos (GAEA). Homenaje al Doctor Raúl
REY BALMACEDA. Buenos Aires, 2001. 1997-2001.
11
Entre ellas fue asesor geográfico de la colección Mi país la Argentina (Buenos Aires: Clarín, 1995) y partícipe en Raíces
Argentinas. Tiempo y Espacio (Buenos Aires: Editorial Córdoba Argentina, 1982).
12
CURTO, Susana Isabel. Homenaje al Doctor Raúl REY BALMACEDA. Anales de la Sociedad Argentina de Estudios
Geográficos (GAEA), Buenos Aires, 2001. Vol. 1997-2001. P. 14-16.
13
ECHEVERRÍA, María Julia y CAPUZ, Silvia María. Anales de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos (GAEA).
Homenaje al Doctor Raúl REY BALMACEDA. Tomos 21-22 (1997-2001). Buenos Aires, 2001. P. 35-37.
14
Discurso pronunciado por el Senador por la Provincia de San Juan Alfredo Avelín. Homenaje a Raúl Rey Balmaceda.
Sesión del 4-5-1998. Libro de Actas de Sesiones. Honorable Cámara de Senadores de la República Argentina.
15
Entre los textos sobre la universidad se pueden citar: Hacia una nueva universidad (Buenos Aires: Eudeba, 1968); La
universidad en ruinas (Buenos Aires: Almena, 1974) y Educación para tiempos de crisis (Buenos Aires: Cruz y Fierro,
1984).
16
Cabildo era uno de las pocas revistas políticas que circularon durante la dictadura y que además alcanzaron un muy buen
nivel de ventas durante esa etapa. Se trataba de un medio de prensa muy influyente entre los militares y que conservaba una
fuerte orientación nacionalista católica y de línea editorial antisemita. Entre sus habituales colaboradores se encontraban
funcionarios del gobierno y el líder de la hispánica Fuerza Nueva Blas Piñar. Para mayor información se puede leer las
investigaciones de BERAZA (2004) y SABORIDO (2004, 2005).
17
Fuentes: Fundación Konex. Diploma al mérito científico y académico 1987 Profesor Patricio RANDLE.
[http://www.fundacionkonex.com.ar/premios/ curriculum.asp?ID=553 (22 de Mayo de 2005).
18
Para fines del gobierno castrense en 1983 el Consejo contaba con 112 institutos y 7 centros regionales que se habían
fundado en función de una política de descentralización territorial de la investigación. La idea de contar con un organismo
exclusivamente de distribución de fondos había estado en la idea de algunos científicos que alentaron la fundación del
CONICET en 1957.
19
En 1984 los responsables institucionales fueron sumariados e incriminados judicialmente en el Fuero Contencioso
Administrativo, posteriormente los incriminados resultaron en 1990 sobreseídos por la Cámara Federal en lo Contencioso
Administrativo (SAGUIER, 2003; CONICET, 1989).
20
Entrevista a ALBORNOZ Mario. “Acá se investiga de todo y eso es un error”. En NUÑEZ, Sergio y ORIONE, Julio
(1995: 167-181).
21
La intervención militar de las universidades nacionales en 1966 con el objeto declamado de expulsar la política de los
claustros, trajo muy por el contrario una mayor radicalización de las praxis militantes y las formas de demanda. Ya durante
el gobierno constitucional, Randle apoyó desde la revista Cabildo la puesta en orden mediante la designación de Alberto
Ottalagano al frente de la UBA (medida que dispuso el gobierno peronista en un viraje ideológico brusco). Con la
intervención de las universidades nacionales por parte del peronismo de izquierda, Randle había sido excluido del claustro
docente, pasando a desempeñarse en universidades confesionales. El nuevo rector Ottalagano fue acompañado en su
gabinete por conocidos nacionalistas, sus nombramientos fueron bien recibidos por los peronistas ortodoxos, liberales y
conservadores; mientras que varios partidos políticos -y en especial- en el seno de la Unión Cívica Radical su nominación
produjo alarma y un rechazo generalizado por sus inclinaciones fascistas.
22
GAEA recibió entre 1977 y 1981 apoyo y subsidios oficiales para efectuar los encuentros académicos, desarrollar su plan
de publicaciones y difusión de libros del CONICET, la Secretaría de Ciencia y Técnica y el Ministerio de Educación y
Cultura de la Nación, según consta en las memorias de la Junta Directiva de cada uno de los ejercicios anuales.
23
GAEA. El nuevo presidente. Algunos Antecedentes Académicos del Profesor Servando R.M. DOZO. N°100. Buenos
Aires, 1981. Nº 100. P. 26-27.
24
DOZO, Servando Ramón y GARCÍA FIRBEDA, Ricardo. Tratado de Geografía Económica. Buenos Aires: Ediciones
Macchi, 1972.
25
GAEA. Discurso del Presidente Servando Ramón Dozo. Disertación inaugural de la XLII Semana de la Geografía. 13 al
19 de Octubre de 1980. Buenos Aires, 1981. N°100. P. 34-36.
26
ZAMORANO (1992) estudia cómo evolucionaron los dominios relativos de la Geografía en los artículos publicados en el
boletín del Instituto Geográfico Argentino en el período 1881-1910, observando que la Geografía Política descolló mientras
se mantuvieron los problemas de delimitación, pero con los sucesivos pactos que se fueron firmando con países limítrofes
otras temas se impusieron y estas cuestiones pasaron a un plano muy menor.
27
El pensamiento nacionalista de Bruno Genta fue uno de los más influyentes en las fuerzas armadas argentinas en los 60 y
70. Docente de institutos militares, recomendaba abstenerse del profesionalismo prescindente que postulaba para los
militares la no intromisión en la política nacional. En contraste, Genta sostenía que se debían preparar para la guerra
contrarrevolucionaria que estaba en ciernes, entre sus principios adscribía a una defensa a ultranza de la familia cristiana, la
propiedad privada, la educación religiosa y se mostraba en sus obras antiliberal, antimarxista y contrario a lo que había
significado la reforma protestante y el “credo” positivista en la ciencia (CLEMENTI, 1988).
28
En un clima dado donde la propaganda de guerra se enseñoreaba en los medios de difusión, algunas instituciones
científicas cumplieron un papel manifiesto, como fue el caso de la Academia Nacional de Historia y la Sociedad Argentina
de Estudios Geográficos, ambas con distintas estrategias de difusión. La Academia Nacional de Historia, si bien tuvo la
precaución de no emitir dictámenes oficiales, sus miembros numerarios y la mesa ejecutiva de la institución se convirtieron
en el corpus oficioso de la opinión de la Academia. A juicio de LACOSTE (2004) se dispusieron no a laborar sobre la
verdad histórica sino a brindar según lo que creían era su deber patriótico. Entre los miembros importantes no hubo mayores
debates, se abonaron directamente las tesis antichilenas de Estanislao Zeballos sin crítica alguna, al punto tal que dominaron
sus enfoques; su jerarquía de doctos ejerció un fuerte poder legitimador y contribuyeron a crear opinión e inclinar la balanza
en la sociedad en contra del laudo arbitral.
29
La integraban Servando Ramón Dozo, Mario Grondona, Carlos Levene, Rogelio López, Paulina Quarleri, Alfredo
Siragusa y Luis T. de Villalobos. Para ese entonces, Daus participaba del “Movimiento Pro-impugnación del Laudo Arbitral
del Beagle”, integrado entre otros por Isaac Francisco Rojas, Julio Irazusta, Ernesto Sanmartino, Domingo Sabaté
Lichstchein, Alfredo Rizzo Romano, Adolfo María Holmberg y Ernesto J. Fitte. Asimismo, en el número de febrero de la
revista Cabildo, Daus escribió junto a otros nacionalistas (Federico Ibarguren y Alberto Asseff) avalando la posición
adoptada por los militares (SABORIDO, 2005).
30
Declaración de los geógrafos argentinos sobre el laudo de la Corona Británica en el litigio del Beagle con la República de
Chile (Aprobada en la Sesión Plenaria de Clausura de la XXXIX Semana de Geografía, Buenos Aires, 29 de Octubre de
1977). GAEA. Sociedad Argentina de Estudios Geográficos. Buenos Aires, 1976-77. Nº 96. Portada.
31
El reglamento preveía sesiones especiales de apertura, mesas redondas, sesiones plenarias y de clausura. La sesión
plenaria estaba destinada para la discusión de temas y ponencias resultado de las actividades de la Semana, siendo
reservadas para los socios activos con voz y voto. Reglamento de las Semanas de Geografía. XL Semana de Geografía.
Salta, 22-28 de Octubre de 1978.
32
Entre los periódicos más duros se encontraban La Prensa y Convicción, éste último bajo el control del comandante en
jefe de la marina Almirante Emilio Eduardo Massera y la mencionada revista Cabildo. Por el contrario, el mensuario
católico Criterio dirigido por Mario Amadeo abogaba por la paz y la aceptación de la mediación papal como salida al
enfrentamiento, conciliación que finalmente se impuso para desconcierto de los belicistas (Novaro y Palermo, 2003).
33
GAEA. Declaración de la Junta Directiva de nuestra sociedad aprobada en sesión ordinaria del día 27 de Diciembre de
1978. Buenos Aires, 1978. N°97. P. 29-30.
34
Encuadre geográfico de la cuestión de la soberanía argentina en la zona austral. GAEA. Sociedad Argentina de Estudios
Geográficos. Buenos Aires, 1978. N° 97. Portada.
35
La Sociedad recibía la influencia del pensamiento de un grupo importante en cancillería que congregaba a nacionalistas
de derecha que pugnaban por las posturas más rígidas y exigencias máximas en la negociación con Brasil. Estos ideólogos
estaban próximos a la escuela geopolítica liderada por el General Juan Guglialmelli (director del Instituto Argentino de
Estudios Estratégicos y Relaciones Internacionales) y a los militares y civiles que publicaban en la revista Estrategia. Estos
tratadistas mantenían una visión confinada a la subregión con abstracción y desconocimiento del sistema internacional,
asumiendo actitudes reactivas y defensivas ante Brasil, nación a la que pusieron en el centro de sus elucubraciones
(VAZQUEZ OCAMPO, 1989).
36
En las conclusiones plenarias de la Semana de Geografía de 1978 en la provincia de Salta, GAEA ya había hecho
recomendaciones con respecto a los contenidos de la educación que se debían priorizar, todos ellos tendientes a la
formación de la conciencia nacional. Incluso se exponía la preocupación por la creación de un área social que quite a la
Geografía como asignatura independiente en los programas. Como defensa corporativa se argumentaba que su autonomía
como materia resultaba más eficiente a la formación de la conciencia territorial y a la difusión de conocimientos del
patrimonio territorial. Asimismo, se expresaba que se debía enseñar en todos los cursos escolares la composición del
patrimonio territorial incluyendo los territorios reivindicados (espacios marítimos, Islas Malvinas y Antártica), como los
principios fundamentales que deberían guiar los acuerdos a llegar con países con los que se poseían cuencas hidrográficas
en común (GAEA. Sociedad Argentina de Estudios Geográficos. Conclusiones de la XL Semana de Geografía. N°98.
Buenos Aires, 1979. Pág. 21). En una convocatoria efectuada dos años después de la Semana mencionada que organizaron
OIKOS; FECIC, SENOC y el INSTITUTO ZINNY bajo la coordinación de Randle, Rey Balmaceda y Bodhziewicz se
presentaron varias exposiciones donde se reafirmaba el valor educativo de la Geografía y la Historia en la difusión de ritos
y contenidos del nacionalismo; como también diagnósticos y propuestas de cambios curriculares para cumplir con dichos
objetivos. Las ponencias se pueden consultar en Randle (1981).
37
Entre ellos se encontraban Félix Frías, Santiago de Estrada, Rafael Hernández y Franciso P. Moreno.
38
La revisión del pasado con otro cariz debía complementarse con una cartografía pertinente. Rey Balmaceda proponía
sustituir los mapamundis más usuales en las escuelas basados en la proyección Mercator. El territorio argentino al
localizarse en la imagen en el Sur quedaba representada en el sector inferior del mapa: “allá abajo”. Esta colocación “allá
abajo” era el germen de una recepción que llevaba a sentimientos de inferioridad, por lo que el geógrafo advertía sobre la
necesidad de emplear planisferios de proyección Cenital, de manera de situar en el foco central del mapa a la Argentina. En
ese terreno también se preocupaba por la representación menor del recuadro del Sector Antártico Argentino, proponiendo
nuevas proyecciones y una “determinación precisa” y de “sentido amplio” del territorio argentino incluyendo lo que
“legítimamente nos pertenece” pero que no es reconocido. Como vamos a ver esta intención cartográfica vuelva a plantearse
con motivo de las publicaciones de la Sociedad durante la conflagración por las Islas Malvinas.
39
GAEA. Posición de la Sociedad de Estudios Geográficos GAEA con relación a los términos conocidos de la propuesta de
la Mediación Papal, sobre el Litigio limítrofe con Chile. Buenos Aires, 1981. N°100. P. 39-40.
40
El sentimiento de apoyo a esta vieja reivindicación llegó en algunos casos –más allá de los reparos y denuncias hacia los
abusos del gobierno de las fuerzas armadas- a dirigentes de los partidos políticos por entonces proscriptos. El desembarco
militar y ocupación de Las Malvinas contó con copiosas manifestaciones favorables de la sociedad como las corporaciones
empresariales, sindicales y entidades sociales de distinto origen. Incluso el entusiasmo por la “recuperación” llegó a
expresarse de parte de organizaciones de ciudadanos que habían sido objeto de persecución por la dictadura y se
encontraban exiliados en el extranjero (Rozitchner, 1985).
41
El geógrafo era uno de los miembros más jóvenes de GAEA, habiéndose desempeñado como vocal y secretario de la
Junta Directiva, activo editor de libros y director del boletín societario. Su línea de investigación -bastante más pragmática
en relación con la de los viejos dirigentes- se especializaba en las áreas de Geografía Económica, Geografía de los
Transportes y Ordenamiento Territorial. Para entonces ejercía como profesional en la Secretaría de Planeamiento
dependiente de Presidencia de la Nación.
42
El uso de las mayúsculas figura en el original.
43
La dictadura militar se había alejado del Movimiento de Países No Alineados, el Grupo de los 77 y de determinados
espacios en la ONU y la UNESCO con definiciones ideológicas y prácticas contundentes en política exterior. Pretendía
ubicar a la Argentina dentro de los países del “Primer Mundo” en nada vinculado al “Tercer Mundo”. La dictadura se
consideraba parte del mundo que definía como occidental y cristiano, siendo miembro activo de la alianza anticomunista.
Ante las urgencias de la guerra y la alineación de EUA con Gran Bretaña como del repudio de la mayoría del grupo de
países al que decía pertenecer, volvió a participar en foros internacionales y a establecer comunicación con naciones a las
que había despreciado. Por otra parte, el discurso antiimperialista o anticolonial propio de los nacionalismos populares o de
izquierda se había desacreditado y puesto en el terreno de la sospecha desde el gobierno y círculos oficiales; y por otro lado,
se encontraba censurado y prohibido como expresión cultural y política en el país.
44
Los dictaduras en América Latina en los 70, particularmente en Chile, Uruguay, Bolivia y Argentina establecieron un
orden donde las políticas y medidas económicas quedaron en manos de seguidores de la Escuela Neoclásica de Chicago.
Estos especialistas identificaban al estatismo con el comunismo y fueron los que impusieron modelos neoliberales que
viabilizaron la reducción del Estado mediante las privatizaciones de sectores productivos, la apertura externa y el
endeudamiento con organismos internacionales.
45
El gobierno militar había sido denunciado en varios foros internacionales por las reiteradas violaciones a los derechos
humanos. El gobierno estadounidense del demócrata J. Carter había sancionado a la dictadura por estas violaciones en base
a una política exterior activa en este tema y que con la llegada de la administración conservadora de R. Reagan se revertiría.
Como resultado las relaciones bilaterales entrarían en otra etapa mucho más favorable.
46
El decreto ley 8944-46 puso en manos del IGM el monopolio de la fiscalización y las pautas de representación
cartográfica que se debe seguir para reproducir el territorio nacional. En 1983 se emite la Ley 22.963 -antes de la
institucionalización de la democracia- por medio de la cual se deroga el decreto ley 8944-46 pero conservando el Instituto
las facultades descriptas.
47
El autor no utilizaba una definición jurídica clara en relación al término empleado, ya que “control” nos remite a distintos
sinónimos que cargan una imprecisión en términos legales: inspección, vigilancia, intervención, dominio, gobierno,
preponderancia, autoridad, etc.
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* Agradezco a los colegas de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos (GAEA) que se prestaron a las consultas y
entrevistas, a todos aquéllos que desinteresadamente aportaron fuentes significativas y a Silvina Pereyra por la lectura y
comentario del presente artículo.