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La respuesta inflamatoria ha sido especialmente objeto de observación. La naturaleza del factor desencadenante de esta respuesta está directamente asociada con el tipo y grado de proceso inflamatorio, tanto si la amenaza proviene de origen bacteriano, parasitario o viral, y la persistencia de este proceso inflamatorio. En términos generales el objetivo de la respuesta inflamatoria es el de facilitar la protección del tejido mientras la respuesta bioquímica del anticuerpo se encarga de dinamizar el proceso de fagocitosis del huésped, esto es: detectar y eliminar el microorganismo invasor patógeno. Resulta obvio entender que la resolución de la inflamación es fundamental para prevenir un desenlace crónico, cuando la respuesta inflamatoria adolece de una pobre eliminación de materiales nocivos producidos por la fagocitosis se presenta un retraso en la apoptosis y la lesión empieza a tener características de crónica.
Originaltitel
dinámica del procesos inflamatorio de la enfermedad epriodontal
La respuesta inflamatoria ha sido especialmente objeto de observación. La naturaleza del factor desencadenante de esta respuesta está directamente asociada con el tipo y grado de proceso inflamatorio, tanto si la amenaza proviene de origen bacteriano, parasitario o viral, y la persistencia de este proceso inflamatorio. En términos generales el objetivo de la respuesta inflamatoria es el de facilitar la protección del tejido mientras la respuesta bioquímica del anticuerpo se encarga de dinamizar el proceso de fagocitosis del huésped, esto es: detectar y eliminar el microorganismo invasor patógeno. Resulta obvio entender que la resolución de la inflamación es fundamental para prevenir un desenlace crónico, cuando la respuesta inflamatoria adolece de una pobre eliminación de materiales nocivos producidos por la fagocitosis se presenta un retraso en la apoptosis y la lesión empieza a tener características de crónica.
La respuesta inflamatoria ha sido especialmente objeto de observación. La naturaleza del factor desencadenante de esta respuesta está directamente asociada con el tipo y grado de proceso inflamatorio, tanto si la amenaza proviene de origen bacteriano, parasitario o viral, y la persistencia de este proceso inflamatorio. En términos generales el objetivo de la respuesta inflamatoria es el de facilitar la protección del tejido mientras la respuesta bioquímica del anticuerpo se encarga de dinamizar el proceso de fagocitosis del huésped, esto es: detectar y eliminar el microorganismo invasor patógeno. Resulta obvio entender que la resolución de la inflamación es fundamental para prevenir un desenlace crónico, cuando la respuesta inflamatoria adolece de una pobre eliminación de materiales nocivos producidos por la fagocitosis se presenta un retraso en la apoptosis y la lesión empieza a tener características de crónica.
Dinámica e importancia del proceso inflamatorio en la enfermedad periodontal
Ana María Montoya Gómez
A lo largo de la historia el estudio de la enfermedad periodontal ha tenido como base la premisa de que es una derivación de la gingivitis y su proceso alongado e irreversible de destrucción de tejidos. Empero la observación científica, la información acerca del traslado que existe entre la gingivitis y la enfermedad periodontal es básicamente escasa, no se sabe exactamente si se transforma de manera inevitable una en la otra ni cómo o cuándo exactamente sucede la transformación. A lo largo del siglo XVIII la observación del desarrollo de la piorrea alveolar llevó a determinar esta patología como la causa principal de la periodontitis, durante mucho tiempo, y hasta la llegada de la década de los años sesenta del siglo pasado, apenas se vino a considerar con absoluta credibilidad que la gingivitis era el paso inicial a la periodontitis, y que esta evolución se daba en períodos bastante alongados (años incluso) de padecimiento de distintas etapas y fases de inflamación del tejido afectado. Conforme se dio el paso a la llegada de nuevas técnicas histolóticas, radiología dental y profundización en el estudio de la microbiología, se contribuyó a comprender mejor la atrofia y degeneración de los tejidos periodontales. Se ha determinado, en los últimos años, que no todas las formas de gingivitis darán lugar eventualmente a la enfermedad periodontal. Koch y Pasteur, en los albores del siglo pasado, identificaron con precisión que los principales actores de los procesos inflamatorios eran los gérmenes, y se comprendió más adelante, a través de los estudios de modelos microbiológicos e inmunológicos en animales, que en el caso de la gingivitis la inflamación como respuesta microbiológica del proceso de sanación se limita a los tejidos blandos, tanto más al epitelio como al tejido conectivo, mientras que en el caso de desarrollo de periodontitis esos procesos inflamatorios pueden extenderse a los tejidos de soporte, que incluyen el hueso alveolar. De nuevo, se reiteró como resultado de los estudios más recientes de finales de siglo, que las especies microbianas eran determinantes en el desarrollo de la periodontitis y el proceso inflamatorio crónico era factor común en ese proceso, aceptándose el hecho de que la inflamación aguda es la respuesta fisiológica que se produce para defender al huésped en los tejidos vascularizados para finalmente mantener el proceso de homeóstasis, esencialmente esta inflamación es una respuesta del organismo para proteger a los tejidos de los desafíos que implican las apariciones de cuerpos extraños especialmente patógenos; a través del incremento del flujo sanguíneo y reclutamiento de leucocitos, el tejido mejora la permeabilidad de sus capilares y se presenta una mayor dilatación vascular, conforme la lesión mejore o no puede presentarse un balance crónico entre los procesos de curación y destrucción del tejido, lo cual hablará de una inflamación crónica que surge como resultado de la incapacidad de los anticuerpos para deshacerse de las amenazas patógenas bacterianas. Este proceso supone diversas etapas de aparición y desarrollo de la lesión, tal como la etapa inicial con respuesta de leucocitos residentes y de células endoteliales que rodean la biopelícula bacteriana y donde se presentan los primeros procesos inflamatorios, seguida más adelante por una lesión llamada Temprana, caracterizada por la presencia de un mayor número de neutrófilos en el tejido conectivo y la consecuente aparición de un número superior de macrófagos encargados de los procesos de fagocitosis sobre las células bacterianas invasoras, así también se incrementan las células plasmáticas, los linfocitos y los mastocitos. Cuando la inflamación no se puede detener y el proceso de lucha contra las células invasoras resulta desprolijo, la biopelícula gingival alcanza un nivel importante de presencia y expansión llegando incluso a presentar sangrado y convirtiendo el daño del tejido en destrucción de cierta importancia, se habla de etapa de lesión establecida aunque la lesión producida sea reversible, por lo cual puede presentarse un cierto grado de gingivitis que, aunque grave, no derivará en periodontitis si el huésped mejora la resistencia y consigue vencer el foco bacteriano de infección y destrucción del tejido. Si por el contrario la degradación de la integridad del tejido se mantiene la lesión llega a ser de tipo avanzada, en esta etapa la inflamación gingival y la destrucción del tejido son irreversibles y puede llegar a presentarse enfermedad peridontal que progresará lentamente en un número de años manteniendo la lesión crónica resultado de la batalla entre constante reparación y constante nuevo daño del tejido causado por el agente patógeno externo. De nuevo se aclara que la inflamación del tejido gingival es una característica previa al desarrollo de la periodontitis, pero no necesariamente es indicador de que la lesión vaya a derivar en ella, incluso es dable sostener que en un mismo individuo pueden presentarse sitios donde la inflamación gingival deriva en periodontitis y sitios que pueden no presentar periodontitis y mantener estables durante años pese a presentar daño del tejido e inflamación crónica. Por lo anterior, los mecanismos de la progresión de la inflamación gingival hacia la periodontitis están, de nuevo, en un panorama caliginoso que no ofrece mayor claridad sobre su desarrollo. Como se ha planteado, la forma exacta en la cual ciertos casos de gingivitis pueden progresar hacia la periodontitis no está suficientemente clara, pero las observaciones en laboratorio recientes han servido como base para establecer con certeza que los eventos patológicos del tejido gingival están intrínsecamente asociados con el proceso de aparición por activación dinámica y la correspondiente resolución de la inflamación en los tejidos del periodonto, tal y como sucede en otras partes del cuerpo de los mamíferos desarrollados. Es de apreciar la complejidad del área de que se tratan los estudios, ciertamente expuesta más que ninguna otra zona del cuerpo a una significativa cantidad de múltiples bacterias que proponen un mapa bioquímico heterogéneo y sumamente complejo que detona la dinámica defensiva del cuerpo, en principio, involucrando a los fibroblastos del ligamento gingival y periodontal en la respuesta inflamatoria que se origina con la aparición de citoquinas y despliega el operativo químico inicial. La respuesta inflamatoria ha sido especialmente objeto de observación. La naturaleza del factor desencadenante de esta respuesta está directamente asociada con el tipo y grado de proceso inflamatorio, tanto si la amenaza proviene de origen bacteriano, parasitario o viral, y la persistencia de este proceso inflamatorio. En términos generales el objetivo de la respuesta inflamatoria es el de facilitar la protección del tejido mientras la respuesta bioquímica del anticuerpo se encarga de dinamizar el proceso de fagocitosis del huésped, esto es: detectar y eliminar el microorganismo invasor patógeno. Resulta obvio entender que la resolución de la inflamación es fundamental para prevenir un desenlace crónico, cuando la respuesta inflamatoria adolece de una pobre eliminación de materiales nocivos producidos por la fagocitosis se presenta un retraso en la apoptosis y la lesión empieza a tener características de crónica. El sistema inmunológico interviene en esta complicada relación de ataque y defensa, tanto en su forma innata, actuando mediante la activación de un sistema de identificación y eliminación de sustancias o cuerpos extraños poniendo en juego la participación de células inmunitarias fagocíticas (neutrófilos, macrófagos y monocitos), como también en su forma de inmunidad adquirida, que es la que resulta luego de un tiempo de exposición a un nuevo antígeno, el cual es “recordado” por su interacción química y dicho recuerdo provoca que las respuestas posteriores frente a nuevas invasiones de antígeno sean más rápidas y eficaces que las que ocurren luego de la primera exposición. Esta interacción entre el huésped y el material patógeno se presenta a través de una compleja red de reacciones químicas de las que se desprende un reconocimiento de patrones moleculares patógenos y asociados. Desde la década de 1990 se han estudiado receptores tipo “Toll” que han ayudado a comprender que la inmunidad adaptativa no evolucionó como forma de reemplazo de la inmunidad innata, sino que por el contrario evolucionó a su alrededor. Así por ejemplo, en el tejido gingival, las células epiteliales expresan receptores Toll de distintos tipos que liberan péptidos antimicrobianos y citoquinas proinflamatorias que dan inicio al proceso protector y el combate de la amenaza exterior. La dinámica de la relación que se da entre la proteína presente en la lesión y los activadores del factor nuclear quinasa se ha perfilado como el fundamento del proceso de respuesta inflamatoria y construcción de tejido, así como en el combate de patógenos invasores. El papel de los receptores denominados de tipo Toll, es el de ejercer la transducción de la señal de alerta para el organismo anfitrión a través del reconocimiento de la dinámica bioquímica de diversos elementos microbianos, con lo cual se da inicio al proceso inflamatorio; por ejemplo, las proteínas quinasas que son activadas por mitógenos median procesos biológicos y respuestas celulares fundamentales a distintos estímulos extracelulares a través de la alerta que activan múltiples receptores tipo Toll, dichas proteínas se convierten en importantes mediadores en el proceso de transducción de alertas a los tejidos periodontales amenazados. Durante la interacción inicial de los elementos patógenos con el sistema inmunológico del individuo huésped, la identificación de patrones moleculares asociados con patógenos con ADN bacteriano desencadena el trabajo de las células del sistema inmune innato, de nuevo, configurando el inicio del proceso inflamatorio. Las afecciones inflamatorias crónicas tienen su origen en la activación de la misma ruta proteínica de quinasa con factor nuclear “jB” que es activada por mitógeno y configura el escenario de distintas afecciones como la artritis reumatoide y la enfermedad periodontal. Como resultado del proceso inflamatorio, una vez desencadenada la respuesta del sistema inmunológico, se suponen tres aspectos básicos: cronicidad y extensión del daño inflamatorio, formación de cicatrices y restauración completa de la homeostasis. La complejidad del órgano periodontal, donde se presenta una proximidad de los diferentes compartimentos tisulares y tejidos duros con blandos, puede provocar durante la enfermedad periodontal que los mecanismos osteoinmunológicos que regulan la respuesta del tejido del hueso alveolar a los cambios inflamatorios deriven en pérdida de integridad periodontal, si se deriva en cronicidad. Una vez activado el proceso inflamatorio, el cuerpo inicia con ello e proceso de resolución de la inflamación con el objetivo de evitar los daños en los tejidos propios del huésped. El resultado deseado de esta interacción de del trabajo de receptores y células inmunológicas es una respuesta inflamatoria adecuadamente integrada que termine por acción de las lipoxinas o mediadores lipídicos antiinflamatorios del organismo con una resolución eficaz que permita restaurar la homeostasis y la integridad al tejido para evitar la exposición a daño crónico. Cuando la resolución es inadecuada o la falta de retorno a la homeostasis en el tejido se extiende más de lo debido se puede presentar destrucción del tejido nuevo mediada por neutrófilos en medio de un proceso no deseado de inflamación crónica que aumenta los riesgos de la amenaza patológica inicial. La resolución activa de la inflamación se promueve a través de maresinas, lipoxinas, resolvinas y protectinas que eliminan leucocitos y otros desechos celulares con el objetivo de restaurar la integridad del tejido a medida que la respuesta inflamatoria cede y disminuye, de lo cual se concluye que el proceso inflamatorio es no solamente necesario sino que es igualmente importante su resolución pronta y eficaz como objetivo del reemplazo del tejido y eliminación de la patología. Si bien no se tiene evidencia clara del proceso en su complejidad, los estudios han determinado que la gingivitis sigue un progreso lineal y es factor de riesgo de la periodontitis, aseveración fundamental para comprender la transición entre estas condiciones patógenas, así también se concluye que las vías moleculares que regulan el proceso de inflamación periodontal son claves para determinar el período de la enfermedad, su duración y su curación, la comprensión profunda de los mecanismos de activación molecular comprometidos en los procesos inflamatorios resulta esencial para mejorar los tratamientos de la enfermedad periodontal y asegurar los mejores resultados en cuanto a la restitución del tejido y la salud del huésped.