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Capítulo 2

Rasgos estructurales de la realidad social andaluza,


española y europea
Miguel A. Altuna Isasmendi

1. Estructura social y rasgos estructurales

Durante las dos últimas décadas el contexto general de la sociedad ha ex-


perimentado una profunda transformación que ha tenido importantes conse-
cuencias en ámbitos demográficos, económicos, sociales, políticos y culturales.
Igualmente, se ha producido una tremenda aceleración en la tasa de cambio. En
una sociedad y economía global la única constante es el cambio.
En el contexto general se han producido y se están produciendo notables
transformaciones. El cambio de la emigración por la inmigración, la globaliza-
ción y la internacionalización de la competencia, el desarrollo de las nuevas Tec-
nologías de la Información y las Comunicaciones, la mayor tasa de cambio en los
productos y en los procesos, el peso creciente del sector servicios en la economía,
la nueva configuración político-territorial española, la inserción en instituciones
político-sociales supranacionales, el crecimiento económico sostenido durante un
largo período de tiempo y el «desplome» de la actividad económica a partir del
2008, entre otros factores, hacen que las estructuras sociales se hayan modificado
y estén en un proceso de constante variación.
Este capítulo tiene como objetivo ofrecer una síntesis estructural de las
tres sociedades que monitoriza el Sistema de Indicadores Sociales. El análisis
sociológico de las estructuras sociales no puede hacerse sobre la estructura en
sí misma, pues no es algo tangible directamente, sino que es una definición
formal, y por ello debe ser explicitado como un conjunto de componentes que
dan cuenta de la realidad social (Llera, 1993). De forma genérica podríamos
decir que estructura social es una población con una organización y una tec-
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nología, que vive y se desarrolla en un medioambiente. Se suele definir cuál es


la estructura social, cómo está establecida de hecho esa sociedad, llenándola de
contenidos, usando dimensiones o áreas y completando así su identificación e
identidad (Gobernado, 2001).
El concepto operativo de estructura social es difícil de determinar. Siem-
pre puede presentar múltiples dimensiones. La operativización del concepto y la
delimitación de los rasgos estructurales implica la adopción de una definición
operativa. Hay que construir una red de dimensiones que nos permitan captar los
diferentes aspectos de la realidad social. Los rasgos estructurales se presentan por
tanto no como una mera recopilación de indicadores ni como una mera conta-
bilidad social, sino como posibilitantes para facilitar el análisis de las tendencias
sociales (del Campo, 1994).
Las diferentes dimensiones e indicadores planteados tratan de expresar los
rasgos principales de la estructura y realidad social en su carácter multidimensio-
nal (ver Tabla General 2). Por todo ello, se incluyen integrados los datos básicos
del sistema territorial, del sistema demográfico, del sistema económico, del siste-
ma cultural y del sistema político de la sociedad andaluza, española y europea.
Los indicadores adquieren una parte importante de su significación cuando
son comparados con los datos de los mismos indicadores en entornos territoriales
y administrativos diferentes y cuando contamos con series temporales. En este
momento establecemos el punto de partida del análisis de los rasgos estructurales
básicos de la realidad social, situado de forma general y a tenor de la fecha de los
datos analizados, a finales de la primera década del siglo xxi. Cuando no existían
datos del año de referencia se han utilizado los del último año disponible.

2. El territorio y las infraestructuras

El territorio es una base para el asentamiento de la población, incide en las


estructuras sociales y está condicionado por los demás sistemas. Andalucía presenta
una superficie de 87.597 km², que representa el 2% del territorio de la UE27. En
la superficie de la UE cabría por tanto unas cincuenta veces Andalucía. En el con-
texto europeo supera en extensión a 14 de los 27 Estados que forman la UE, siendo
más extensa que los «pequeños Estados» europeos pero también más extensa que
Estados con un peso internacional considerable, entre los cuales podríamos citar
a Holanda, Bélgica, Austria, Dinamarca, Irlanda o la República Checa. Su peso
territorial dentro del Estado Español es importante, suponiendo algo más de una
sexta parte y siendo la segunda Comunidad Autónoma en extensión. Su densidad
de población es de 92 habitantes por km², ligeramente superior a la española, pero
con 20 habitantes menos por km² que el promedio de la UE27. Andalucía presenta
un carácter urbano superior al promedio de la UE, ya que el 80% de la población
reside en pueblos o ciudades mayores de diez mil habitantes. Las características
territoriales e históricas la caracterizan por presentar núcleos de población concen-
trada siendo sus asentamientos diseminados más escasos.
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Andalucía presenta una buena densidad de red viaria de gran capacidad (au-
tovías, autopistas y doble calzada) buena, de 310 km por cada millón de habi-
tantes, equivalente a la de España y casi tres veces superior al promedio de la UE.
La capilaridad de la red viaria total es de 2.820 km por millón de habitantes,
comparativamente menor que la de España, y lejos de la Europea. La densidad de
la red ferroviaria es equivalente a la española, 300 km por millón de habitantes,
lo que supone situarla a un nivel del 70% de la de la UE. El tipo de asentamiento
poblacional concentrado está en la base de parte de dichas diferencias, pero las
cifras implican deficiencias en la movilidad de personas y productos, manifestan-
do la necesidad de posibles mejoras en las conexiones viarias capilares internas y
en la red ferroviaria.

3. Población y estructura demográfica

En el territorio andaluz habitan 8.059.461 personas, 1,6% de la población


de la UE27, luego la población de la UE27 supone 61 veces la de Andalucía.
Supera también demográficamente a 13 de 27 Estados de la UE, siendo incluso
superior su población a la de Bulgaria, Dinamarca, Irlanda o Finlandia. El peso
demográfico en España es algo superior al territorial y supone el 17,8%, siendo
la región con mayor número de habitantes. Andalucía es, por tanto, territorial y
demográficamente un peso fuerte en España, y en el contexto europeo y mundial
representaría algo semejante a lo que supone Austria.
En el último año España ha crecido mucho demográficamente debido prin-
cipalmente a la inmigración y Andalucía lo ha hecho de forma casi equivalente,
aunque con un mayor peso del crecimiento vegetativo. La variación poblacional
de Andalucía y España en relación al año anterior dobla el porcentaje de la UE.
La tasa de natalidad andaluza es superior a la europea y española, y la de mor-
talidad inferior a ambas, teniendo un comportamiento natalista, manifestado
en el número de hijos por mujer en edad fértil, claramente superior al español y
ligeramente más alto que el europeo.
Andalucía presenta una estructura de edad más joven que la española y euro-
pea. Esa estructura más joven y ciertas pautas y valores más natalistas, manifesta-
das a nivel demográfico-histórico, hacen que siga manteniendo un crecimiento
vegetativo mayor y que el tamaño de los hogares sea igualmente mayor. El peso de
la población no extranjera en Andalucía se ha incrementado mucho desde el año
2000 como consecuencia de los flujos migratorios. Los no nacionales suponen el
6,5% de la población y superan la cifra promedio de la UE, aunque dista de la
situación general de España, donde el 10% de la población era extranjera en el
año 2007. En el pasado Andalucía ha soportado un nivel de movilidad horizontal
extraordinario, ha enviado o «expulsado» a un alto porcentaje de su población
de origen a otras comunidades y provincias españolas o al extranjero. Solamente
en el interior de España, según los datos del Avance del Padrón (1-1-2008), en
la Comunidad Autónoma de Cataluña residían 691.168 personas nacidas en
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Andalucía, en la Comunidad de Madrid 269.225 y en la valenciana 216.123.


Entre las tres comunidades cerca de 1.200.000 andaluces, lo que supondría un
15% de la población andaluza en 2007. De ser una región de emigración hemos
pasado a recibir importantes contingentes de inmigrantes extranjeros, y en un
plazo breve e intensivo. La inmigración recibida ha sido no obstante menor que
en otras regiones, aunque ha cambiado el panorama de homogeneidad anterior-
mente existente que presentaba unas cuotas de autoctonía muy superiores a otras
regiones que ya habían recibido migraciones internas.

4. Estructura productiva y mercado laboral

Igual que España y la UE, Andalucía es una sociedad del sector servicios. Dos
de cada tres ocupados trabajan en el sector servicios. Ahora bien, en dicho sector
andaluz predominan los servicios directos a las personas con poco valor añadido
y con un fuerte peso del turismo. Su carácter temporal y su mayor dependencia
de la situación económica general plantea retos que habrá que superar aprove-
chando, o partiendo de, las ventajas climáticas, paisajísticas, medioambientales,
culturales y de «saber hacer» ya existentes. Andalucía se caracteriza por tener un
peso ocupacional en el sector agrícola superior al español y al europeo. Igual-
mente la población ocupada en la construcción casi dobla el porcentaje europeo,
y en este sector España muestra más similitudes con nosotros. Por el contrario,
Europa casi dobla el porcentaje andaluz de ocupados en la industria. En Andalu-
cía la población ocupada en I+D representa casi el 1% de la población. La cifra
representa el 70% de la europea.
Andalucía presenta una tasa de actividad general ligeramente menor que la
europea y española. La menor incorporación de la mujer andaluza a la actividad
económica se ha visto incrementada en los últimos años pero todavía fundamenta
una parte importante de la menor tasa de actividad general. La tasa de actividad
femenina andaluza no alcanza el 45%, situándose la española casi en el 49%. La
tasa de desempleo es superior a la europea y española incluso en los momentos
de crecimiento económico. Igual ocurre con el desempleo de los jóvenes y en
esta ocasión con unas cifras superiores, manifestando una dificultad seria para
que estos se incorporen al mercado de trabajo. Más de uno de cada cinco jóvenes
andaluces estaban en paro en un año de crecimiento importante de la economía.
Los desempleados de larga duración, es decir, aquellos que llevan en paro 12
meses o más, representan tanto en Europa como en Andalucía algo más de un
3%, lo que nos manifiesta que la diferencia en el paro andaluz se caracteriza por
el mayor desempleo intermitente.
Tanto en España como en Andalucía el porcentaje de asalariados con con-
trato temporal es muy alto, triplicando en el caso andaluz el porcentaje de los
contratos temporales existentes en Europa. En temporalidad la situación de
España en el contexto europeo resulta peculiar, y la de Andalucía lo es aún más.
La mayor importancia que tienen a escala regional ramas de actividad con un
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fuerte carácter cíclico y estacional, el peso que tiene el trabajo no cualificado y


el arraigo de lo que puede ser denominado la «cultura de la temporalidad», con-
tribuyen a explicar, entre otras razones de menor peso, el diferencial que existe
entre Andalucía, España y Europa en materia de temporalidad contractual. La
posibilidad de trabajar a tiempo parcial, con las implicaciones que puede tener
para compaginar la actividad laboral con otras actividades familiares y sociales,
y siempre que sea voluntaria y adscrita de forma igualitaria y sin estereotipar
roles tradicionales, es un hecho positivo. Tanto en Andalucía como en España
dicha posibilidad se da en menor medida que en Europa. En las primeras los
contratados a tiempo parcial son el 12% de los ocupados, alcanzando en Europa
casi el 18%.

5. Economía

En las comparaciones que tienen en cuenta la paridad del poder adquisitivo


referentes al Producto Interior Bruto (PIB) por habitante o por ocupado (para
poder así comparar directamente las cifras), la posición de Andalucía viene repre-
sentada por cifras ligeramente superiores al 80% de la situación media de la UE.
Las de España superan el 90% en PIB por ocupado o incluso mejoran la situación
media europea en PIB por habitante. La estructura demográfica andaluza con
más dependientes hace que su convergencia sea mayor en el PIB por ocupado.
El crecimiento del PIB andaluz en relación al año anterior ha sido muy alto,
3,7%, superando ligeramente al español y casi doblando el crecimiento medio
de la UE. El gasto en I+D muestra la apuesta por la «nueva economía» y el
potencial futuro de creación de riqueza. El esfuerzo desarrollado en I+D en la
última década ha sido muy importante en Andalucía. La falta de una tendencia
convergente clara de Andalucía con España, a años de aproximación suceden
otros de divergencia, parece tener su base en la inferior aportación privada al gas-
to en I+D en Andalucía. Tendencialmente, en España las empresas ejecutan más
de la mitad de los proyectos de I+D, mientras que en Andalucía ese porcentaje
ronda el tercio. La tendencia de ambas se va acercando a las cifras europeas. El
mayor crecimiento ha ido acompañado de una mayor inflación en su compara-
ción con Europa, pero en cifras muy inferiores a otras de períodos precedentes.
La inflación en España ha sido una décima superior con un crecimiento del PIB
una décima inferior.
La capacidad de generar riqueza queda mejor definida cuando se contempla
el volumen de personas que permanecen por debajo del umbral de la pobreza.
Este indicador nos habla de cohesión social y de distribución de la riqueza. En
Andalucía casi el 30% de la población se encuentra por debajo del umbral de
pobreza. En España no alcanza el 20% y en la UE se sitúa en el 16%. La persis-
tencia de cifras similares en la última década pone en evidencia que no basta con
el crecimiento económico alto para que la pobreza relativa disminuya (Giddens,
1995). La utilización de un umbral común para el conjunto de España y la po-
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sición socioeconómica ocupada por Andalucía en España disparan las cifras en


nuestra región. Con umbrales más cercanos a nuestra realidad, basados en las ren-
ta medias andaluzas, las cifras serían aproximadamente la mitad. Este ajuste más
cercano a la realidad social no debe hacernos olvidar que el umbral general nos
sitúa en el marco común estatal, trasmitiendo información de nuestra situación
económica general en otras variables fundamentales. Seguimos siendo una de las
regiones con menos renta de España y esa diferencia se mantiene como herencia
del pasado de la que nos cuesta desprendernos. Sin embargo, las condiciones de
vida han mejorado de forma patente y muchas de las distancias y deficiencias
son de grado.

6. Salud, educación y cultura

El volumen de personas que perciben su estado de salud como bueno ma-


nifiesta los resultados sociales en la lucha con la enfermedad y en la mejora de
la calidad de vida. Casi dos de cada tres andaluces dicen que su estado general
de salud es bueno. La cifra es equiparable a la de España y Europa, mejorando
ligeramente esta última. El menor peso demográfico de las personas mayores en
Andalucía podría matizar ligeramente la apreciación, pero la homogeneidad en la
percepción parece ser la tendencia. La esperanza de vida es un indicador objetivo
de los logros sociales en el sistema de salud y también de otros importantes com-
ponentes de la calidad de vida. La esperanza de vida al nacer en Andalucía, tanto
en hombres como en mujeres, supera la de la UE, aunque es algo inferior a la de
España. Los éxitos del sistema de salud parecen claros y los indicadores denotan
una buena calidad de vida. La renta y otros valores culturales están claramente
asociados a la salud y son estos los que nos distancian de otras comunidades y
del promedio español.
Andalucía ha conseguido, en un breve plazo temporal, que el volumen de
personas con educación superior, tanto entre la población general como entre
los ocupados, sea ligeramente superior al europeo. El 18,8% de la población y
el 28% de los ocupados tienen un nivel educativo superior. La asignatura aún
pendiente es el alto volumen de población y de ocupados sin estudios o con un
nivel educativo básico-obligatorio. El 64% de la población y más de la mitad de
los ocupados tienen dicho nivel de estudios. España muestra el mismo problema
aunque no tan acentuado. El volumen de ocupados con estudios basico-obligato-
rios en la UE es menos de la mitad del andaluz. Hemos mejorado mucho en poco
tiempo, en 1980, según los datos del estudio 1213 del Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS), solamente un 14% de las mujeres y un 22% de los hombres
había alcanzado un nivel educativo equivalente o superior al bachiller, y aproxi-
madamente un 12% de la población andaluza no sabía leer ni escribir. Hoy en día
se percibe una clara diferencia generacional en cuanto al nivel educativo. Esa in-
suficiente formación del capital humano tiene serias implicaciones para el futuro
de nuestra integración en la economía de las sociedades avanzadas. Lógicamente,
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y ya homogeneizado nuestro volumen de personas con estudios superiores, las


deficiencias se producen en la falta de población que supera los estudios básicos
obligatorios y que accede y concluye con algún estudio medio.
La lectura, el acceso a la información mediante la lectura de prensa, la asisten-
cia al cine o la utilización asidua de Internet son indicadores del sistema cultural
y, por lo tanto, rasgos de la estructura social. Analizando el uso o asiduidad de
manifestaciones de cultura, entendida esta en un sentido amplio, podemos ob-
servar que en Andalucía casi la mitad de la población no lee nunca libros, más
de dos tercios no lee prensa diaria y más del 60% no utiliza Internet, entre cuyas
utilidades abundan las potencialmente relacionadas con la cultura. Andalucía
presenta cifras en esos indicadores culturales equivalentes aproximadamente al
70% de las de la UE. Por tanto, leemos y usamos Internet en menor medida. La
situación de España presenta la misma tendencia pero en posiciones más cercanas
a las europeas, 84%. El déficit educativo-cultural histórico, con el amplio peso
de las personas con estudios básicos, explica una parte importante de esta dife-
rencia. Sin embargo, el número de asistencias al cine por cada cien habitantes es
superior al europeo tanto en Andalucía como en España, especialmente en este
último caso. Parece ser que las actividades culturales más directas, sensoriales y
más relacionadas con un ocio-social tienen mejor acogida. En general las mejo-
ras en el ámbito cultural van más lentas y, a veces disociadas, de las mejoras en
educación formal.

7. Participación y posicionamiento político

Para dar cuenta de los rasgos estructurales en el ámbito del sistema político
se analiza la dimensión de participación y posicionamiento político. La perte-
nencia a asociaciones y a redes sociales presenta efectos positivos en la eficacia
de las instituciones democráticas, en la solución de problemas colectivos y en
el desarrollo económico. La participación social y política y la confianza en las
instituciones son unos indicadores que nos pueden matizar aspectos importantes
de la gobernanza. En ellos observamos en primer lugar una amplia desconfianza
hacia los partidos políticos tanto a nivel europeo, como español y andaluz, si bien
la mayor desconfianza se produce en Andalucía. Las personas que han colaborado
con un partido político o una plataforma de acción ciudadana en los últimos 12
meses son igualmente escasas, representando a uno de cada veinte ciudadanos.
La colaboración es un concepto más genérico que la militancia pero no es muy
superior a esta. Es decir, existe una militancia y una colaboración con los partidos
muy baja y una parte importante de la colaboración la realizan los militantes.
Las cifras de colaboración son en España y Andalucía ligeramente superiores a las
europeas. Encuestas de opinión ponen de manifiesto que el interés por la política
en general es relativamente bajo en las sociedades de democracia consolidada y el
caso español, y más aún el andaluz, es señero en este desinterés. La participación
política en las democracias contemporáneas está centrada fundamentalmente en
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torno al ejercicio del derecho al voto, que es con diferencia la forma de participa-
ción más extendida. Junto a la desconfianza en los partidos suele aparecer en las
encuestas, tanto en España como en Andalucía, una valoración mucho más alta
y mayoritaria de la importante función y papel que les corresponde a los partidos
e igualmente una valoración casi unánime de la democracia.
Junto a dichos indicadores subjetivos se ha añadido otro de carácter objetivo
que pone de manifiesto el nivel de participación electoral en el ámbito común
europeo. La diferencia de sistemas y normativas electorales en el conjunto de los
países europeos y los diferentes cleavages (divisiones sociales) locales o generales
producen sistemas de partidos difícilmente comparables, por ello se ha optado
por un indicador objetivo que hace referencia a la participación en las elecciones
al Parlamento Europeo. En la investigación electoral se suele distinguir entre
elecciones de primer y segundo orden. Las primeras hacen referencia a aquellas en
las que existe un mayor interés objetivo de participar por parte de los ciudadanos,
bien por la naturaleza de los intereses que se dirimen en el proceso electoral o bien
por el significado simbólico que los electores les atribuyen a dichas elecciones.
Las elecciones de segundo orden, por el contrario, son aquellas a las que se atri-
buye una menor importancia en términos prácticos o simbólicos. Ambos tipos
de elecciones pueden generar pautas de comportamiento electoral notablemente
diferentes, que afectan no solo a los niveles de participación sino también a la
misma orientación del voto.
Para los andaluces, al igual que el resto de los españoles, las elecciones gene-
rales son elecciones de primer orden en relación a todas las demás y las europeas
son claramente de segundo orden, al igual que ocurre en el resto de países euro-
peos. De media, los andaluces vienen participado un 7% más en elecciones ge-
nerales que en las locales y un 18-20% más que en elecciones europeas, que son
con diferencia las que menos motivan, al igual que ocurre en el resto de países
de la UE. La participación electoral general en Andalucía y España se encuentra
alrededor de la media europea. La media de participación en elecciones generales
en España y Andalucía ha estado en niveles similares a países como Austria y
Portugal, pero notablemente por encima de Gran Bretaña, Irlanda, Francia o
Alemania, siendo en todos los casos muy superior a la tasa de participación en
Estados Unidos. En el caso español, y particularmente el andaluz, no se observa
una reducción ni siquiera tendencial de la participación electoral, aunque el
interés por los asuntos políticos es considerablemente bajo (Jaime, 2005). La
participación electoral no se ha visto condicionada de manera clara por la caída
del interés por la política, sino que parece haber estado condicionada por fac-
tores coyunturales muy específicos de cada elección. La escasa participación en
las elecciones europeas, menor del 50% en la UE, en España y en Andalucía, da
cuenta de la menor importancia en términos prácticos, políticos o simbólicos
que se le atribuye a la UE.
El posicionamiento político se ha analizado en relación a la principal división
politico-ideológica que se articula a nivel general europeo, el eje izquierda-de-
recha. Los términos de izquierda y derecha son etiquetas ideológicas que sir-
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ven como mecanismos generalizadores para entender el mundo político y social,


proporcionando una orientación general a los individuos para comprenderlo, y
funcionando como mecanismos de comunicación (Torcal, 1998:403-404). El es-
quema izquierda-derecha posee una connotación espacial, es decir, los conceptos
se perciben como dos polos opuestos entre los que se sitúa todo el universo ideo-
lógico. El posicionamiento político tanto de la UE como en España y Andalucía
se sitúa en el centro-izquierda. España es uno de los países europeos que presenta
una orientación mayor a la izquierda, y Andalucía se sitúa incluso más hacia la
izquierda que España, 4,34 en una escala de 0 a 10, donde el 5 supone el centro
equidistante de izquierda y derecha (en otras escalas utilizadas habitualmente por
el CIS (1-10) el centro equidistante de los extremos se sitúa en 5,5).

8. Valores y condiciones sociales

La confianza en los demás es un indicador subjetivo que permite sintetizar


parte sustancial del sistema de valores de una sociedad. Diversas investigaciones
han apuntado que solamente pueden desarrollarse las actitudes emprendedo-
ras, la innovación y el desarrollo en aquellas sociedades con un clima social en
el que predomine la confianza en un grado razonable. En España, y también
Andalucía, hemos sido tradicionalmente desconfiados. La gente educada, sa-
tisfecha y socialmente integrada tiene mayores probabilidades de confiar. Los
países nórdicos suelen ser los de mayor confianza interpersonal. Cuando los
índices de confianza tanto personales como institucionales son altos, la demo-
cracia funciona mejor, la economía se desarrolla con menos dificultades, las
relaciones interpersonales son más sencillas, el asociacionismo altruista crece y
los estándares de bienestar son más altos. Entre las variables que explican los
niveles de confianza se encuentran la renta, el estatus social, la pertenencia a
un grupo mayoritario, la satisfacción laboral, el optimismo y los indicadores de
felicidad subjetiva. No se aprecian sensibles diferencias presentando tanto Anda-
lucía como España y la UE una posición media equidistantes entre el «nunca se
es lo bastante prudente» (mínima confianza) y «se puede confiar en la mayoría
de la gente» (confianza máxima). Las puntuaciones medias en la escala 0 a 10
van del 4,86 de la UE al 5,1 de España, situándose Andalucía en una posición
intermedia de 4,92. La incorporación a la UE de países del este europeo, con
situaciones sociales más desestructuradas y con rentas económicas más bajas, ha
hecho descender el nivel de confianza interpersonal del conjunto de la UE que
solía ser superior al de España.
A pesar de que las tesis de la modernización señalaban que el proceso de
secularización llevaría a una pérdida de importancia de la religión en todos los
ámbitos de la vida social, lo cierto es que en las sociedades contemporáneas la
religión sigue teniendo un papel fundamental en la conformación de muchos de
los sistemas de valores y estos influyen claramente en las condiciones sociales, en
la estructura social y en la percepción que se tiene sobre las mismas. Ocho de cada
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diez andaluces dicen profesar una religión, en España son 7 y en Europa 6. En el


caso de España y Andalucía la religión mayoritaria es la católica. El sentimiento
de pertenencia a una fe religiosa es por tanto mayor en Andalucía. Ese sentimien-
to no implica el cumplimiento de prácticas y rituales en un determinado grado y
parece estar más asociado a la tradición participativa y a la vivencia sociocultural
e identitaria.
La colaboración ciudadana con organizaciones o asociaciones es otro indi-
cador subjetivo de los valores predominantes y de las prácticas asociativas (in-
dividualismo-cooperación-organización-sociedad civil) y manifiesta aspectos
relacionados igualmente con la gobernanza social. La pertenencia a asociaciones
ayuda a generar confianza en las instituciones y mejora el «capital social» o recur-
sos de los que pueden disponer las personas (información útil, ayudas, recomen-
daciones). El volumen de personas que ha colaborado con alguna organización o
asociación en los últimos 12 meses (descontados los partidos políticos y las plata-
formas de acción ciudadana) es de un 12,2% en Andalucía, alcanzando el 14,5%
en la UE cifra a la que se acerca España. Los comportamientos de colaboración y
participación son bastante equiparables, aunque parece inclinarse en Andalucía
hacia una colaboración-participación mayor en asociaciones de tipo tradicional
como son las religiosas, de tendencia más particularista y centrípeta.
La tasa de criminalidad (TC), es decir, el volumen de delitos y faltas (infrac-
ciones penales), es un indicador objetivo que pone de manifiesto aspectos fun-
damentales de las condiciones sociales, del cumplimiento de las normas (valores)
y de ciertos potenciales riesgos sociales. La tasa de infracciones penales por cada
1.000 habitantes ronda el medio centenar, siendo semejantes en España y Anda-
lucía. La cifra en la UE supera las 60. La menor criminalidad se asocia a la mayor
importancia de los valores y formas de control social tradicionales.

9. La realidad social andaluza

Andalucía es territorial y demográficamente un peso fuerte en España, y


en el contexto europeo y mundial representaría algo semejante a lo que su-
pone Austria. Situada en la esquina sur occidental de Europa, presenta unas
características medioambientales y posicionales que posibilitan oportunidades
y también ciertos inconvenientes potenciales. Presenta una menor densidad
que la europea y una mayor concentración urbana, con un territorio conexio-
nado con una red viaria de gran capacidad buena. La red viaria capilar y la
red ferroviaria es comparativamente menor que la europea. Su población ha
crecido sensiblemente con un importante aporte migratorio exterior y su cre-
cimiento vegetativo es mayor que el español y europeo. Su estructura de edad
es más joven. Aunque no es de las regiones españolas que más inmigrantes
han recibido, de ser una región de fuerte emigración ha pasado a ser una re-
ceptora de inmigración extranjera, siendo su población no nacional superior
al promedio europeo. Esta emigración ha supuesto la ruptura de la especial
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homogeneidad de origen que presentaba la sociedad andaluza al no haber reci-


bido anteriormente población de otras regiones de España. Su autoctonía era,
y es, una de las más altas de España, es decir, el volumen de residentes nacidos
en la misma provincia y Comunidad Autónoma es muy alto. Su estructura
demográfica más joven y ciertas pautas y valores más natalistas, manifestadas
a nivel demográfico-histórico, hacen que siga manteniendo un crecimiento
vegetativo mayor y que el tamaño de los hogares sea igualmente mayor que
los de España y la UE.
Igual que España y la UE, Andalucía es una sociedad del sector servicios,
pero se caracteriza por tener un peso ocupacional en el sector agrícola superior al
español y al europeo. Igualmente, la población ocupada en la construcción casi
dobla el porcentaje europeo, y en este sector España muestra más similitudes con
Andalucía. Por el contrario, Europa casi dobla el porcentaje andaluz de ocupados
en la industria. El sector servicios presenta una orientación directa a las personas
con un peso muy importante del turismo. La tasa de actividad general es algo
menor, mostrando una mayor diferencia en la tasa de actividad femenina. La
preeminencia de los roles tradicionales femeninos se alimenta de la incapacidad
de crear perspectivas laborales y viceversa. Las diferencias importantes se mani-
fiestan en la tasa de desempleo, muy superior a la europea y española, incluso en
los momentos de crecimiento económico, e igualmente se observa una diferencia
mayor en contra de las mujeres. Igual ocurre con el desempleo de los jóvenes y
en esta ocasión con unas cifras superiores, manifestando una dificultad seria para
que estos se incorporen al mercado de trabajo. Otra de las diferencias significati-
vas es el volumen de contratos temporales y la menor ocupación a tiempo parcial.
Creciendo económicamente más que Europa y con mayor inflación, su renta y
productividad es menor, lo que sigue implicando, con estándares nacionales de
comparación, un mayor volumen de población por debajo del umbral de pobre-
za. Su apuesta por el futuro, manifestada en la inversión en I+D, ha mejorado
pero dista de la apuesta española y europea por la menor implicación del sector
privado. Aunque ha mejorado sensiblemente en materia educativa, su asignatura
aún pendiente es el alto volumen de población y de ocupados sin estudios o con
un nivel educativo básico-obligatorio. El 64% de la población y más de la mitad
de los ocupados tienen dicho nivel de estudios. España muestra el mismo pro-
blema aunque no tan acentuado.
Andalucía presenta una buena calidad de vida. Su estado de salud general
es bueno y, al igual que la esperanza de vida, es mejor que el promedio de la
UE. El nivel de prácticas culturales sintetizado en la lectura es menor que el
europeo, tanto en libros como en prensa y uso de Internet pero van más al cine.
Participan en asociaciones y en la vida política, confían en las instituciones y
en la gente de forma muy similar tendencialmente a la situación española y
europea. La sociedad andaluza se manifiesta como de centro-izquierda, pero
con una mayor orientación hacia a la izquierda que España y Europa. Los an-
daluces dicen profesar en mayor grado alguna religión, siendo por tanto más
creyente y católica. La menor tasa de criminalidad de Andalucía en relación
42 Miguel A. Altuna Isasmendi

a Europa se asocia a la mayor importancia de los valores y formas de control


social tradicionales.
Descritos someramente los rasgos estructurales básicos que caracterizan la
realidad social andaluza podemos plantear algunas consideraciones para su in-
terpretación. Hasta hace relativamente poco tiempo Andalucía presentaba unos
rasgos estructurales problemáticos que, además de retardar su desarrollo, han
dejado huellas que llegan hasta nuestros días y que condicionarán algún tiempo
su desarrollo futuro. Las diferencias con España y la UE en los momentos actuales
son cuestión de grado, constatando que son más las similitudes de los procesos
que las distancias. Las diferencias no son de la magnitud y alcance suficiente
para impedir considerar a Andalucía como una parte de su entorno, España y
Europa, en sus logros, problemas y oportunidades. La menor productividad, la
menor capacidad de creación de riqueza (renta), la menor capacidad de creación
de empleo y la temporalidad son los aspectos más destacables de las diferencias;
y el menor nivel educativo, la especialización sectorial y el menor valor añadido
en los procesos productivos parecen estar en la base de las mismas. Las distancias
con España y Europa tienen por tanto una parte sustancial de su fundamenta-
ción en la estructura socioeconómica peculiar de nuestra región y sus procesos
sociohistóricos.
La evaluación de dichas características, y de otras igualmente importantes e
interrelacionadas con ellas que nos distancian de Europa y de España, tiene una
parte sustancial de su interpretación en la mayor importancia relativa que tienen
a escala regional ramas de actividad con un fuerte carácter cíclico y estacional, en
el mayor peso que tiene el trabajo no cualificado y en el arraigo de lo que puede
ser denominado la «cultura de la temporalidad» y de las perspectivas empresaria-
les a corto plazo. Igualmente, y debido a dichas características y al menor tamaño
de las unidades productivas, la cultura organizativa parece imbuida de una me-
nor receptividad a los cambios, caracterizándose por su individualismo, por ser
organizaciones pequeñas, jerárquicas y familiares, sin orientación estratégica del
negocio. En Andalucía el porcentaje de ocupados en el sector agrícola es casi un
40% superior a la cifra europea, que es ya mayor que la española. De igual modo,
el porcentaje de ocupados en la construcción es casi un 90% superior al europeo,
y en esto España nos sigue de cerca. En Andalucía el porcentaje de ocupados sin
estudios o con el nivel educativo básico-obligatorio representa más de la mitad
de la población ocupada, doblando el porcentaje de Europa.
La mayor presencia de sectores productivos intensivos en mano de obra de
escasa cualificación, con un escaso valor y con preeminencia de esfuerzos físicos,
propicia una menor calidad del trabajo, una menor productividad y una menor
renta. La estructura económica sectorial y sus características han propiciado una
estructura social más polarizada, con una tardía aparición de las clases medias,
que han pretendido en muchas ocasiones emular social y culturalmente a las
clases altas tradicionales, manteniéndose a nivel social valores más tradicionales y
menos modernos (Bericat, 2002). La estructura económica, la social, la cultural
y los valores se retroalimentan configurando una realidad social determinada.
Rasgos estructurales de la realidad social andaluza, española y europea 43

La menor presencia del sector industrial ha privado a la sociedad andaluza


del contacto con los procesos técnicos y organizativos asociados a la evolución in-
dustrial y que han liderado durante mucho tiempo los avances en las condiciones
laborales, en la gestión y organización empresarial y en los procesos de desarrollo
económico. En estos momentos las sociedades más avanzadas son de servicios,
postindustriales o de la información y el conocimiento. Tendremos que coger
dicho tren con un cierto hándicap de partida. La coexistencia y superposición, a
nivel global y en ámbitos territoriales específicos, de los diferentes tipos de socie-
dad, con las implicaciones que ello conlleva, es patente y tiene su base en aspectos
estructurales sociohistóricos. Pese a ello, la dirección principal de los procesos
así como las transformaciones más relevantes van en el sentido de consolidar los
caracteres propios de las sociedades de la información y del conocimiento. La
inserción en la sociedad y economía del conocimiento no es solo sinónimo de
capacidad para sobrevivir competitivamente y mejorar en la escena global y en
el futuro, es también sinónimo de mayor cantidad de trabajo, de mayor calidad
de trabajo, de mayor bienestar y calidad de vida, de menor pobreza y mayor
cohesión social, de mayor educación y cultura y de mayor participación social y
democracia.
No haber pasado por una fase de industrialización ha dejado secuelas en
Andalucía, ha privado a la sociedad andaluza de aspectos muy importantes aso-
ciados a la modernización (racionalidad, institucionalización científico-técnica,
aplicación del conocimiento, desarrollo tecnológico, eficacia y eficiencia, produc-
tividad, meritocracia, logro) que son necesarios para la inserción en las sociedades
modernas y en las más avanzadas (Pérez Yruela, 2002). Ese conjunto de valores
socioculturales se debe potenciar de forma societaria a través de los procesos
educativos y culturales. Las condiciones históricas estructurales influyen y son
largos los procesos para su modificación. Las medidas puntuales y concretas que
nos acerquen en los aspectos que más nos diferencian deben articularse con los
tendentes a modificar o mejorar los procesos estructurales que las condicionan.
Si el tejido social, económico, productivo y humano parte de una situación
menos propicia o ventajosa para su inserción en la nueva economía (nivel general
educativo, sectores productivos, tejido y tamaño empresarial), parece necesario
un mayor impulso social que se encamine a mejorar o corregir los rasgos estruc-
turales y que posibilite coger una velocidad que nos permita no perder el tren
de la sociedad del conocimiento y crear sinergias que parecen darse en otras
comunidades y países.
Lógicamente en este apartado se han planteado unas simples pinceladas ge-
nerales de los rasgos estructurales básicos de la realidad social. En otros apartados
concretos de este proyecto de monitorización de la sociedad se podrá profundi-
zar y matizar con mayor detalle y precisión aspectos específicos de la realidad
social.
44 Miguel A. Altuna Isasmendi

Tabla general 2.—Rasgos estructurales de la realidad social andaluza,


española y europea (estimación año 2007)

RASGOS ESTRUCTURALES
Andalucía España Europa Fuentes
DE LA REALIDAD SOCIAL
D1. TERRITORIO
d1.1. Superficie (km²) 87.597 505.987 4.403.357 EFMA/TA
d1.2. Densidad de población (habi-
92,0 89,3 112,4 DBIEA/P
tantes por km²)
d1.3. Población urbana (%) 79,6 78,6 71,4 RPM/PD
D2. INFRAESTRUCTURAS
d2.1. Densidad de red viaria de gran DBIEA/
0,31 0,31 0,11
capacidad (km/1.000 habitantes) CCTS
d2.2. Densidad de red viaria total DBIEA/
2,82 3,72 7,5
(km/1.000 hab.) CCTS
d2.3. Densidad de red ferroviaria DBIEA/
0,3 0,3 0,43
(km/1.000 hab.) CCTS
D3. POBLACIÓN
d3.1. Población (núm. de habitantes DBIEA/
8.059,5 45.200,4 495.090,3
en miles) CP
d3.2. Variaciones de población DBIEA/
1,05 1,1 0,42
(% de increm. pobl. del año anterior) CP
d3.3. Natalidad (tasa bruta por 1.000 DBIEA/
12,14 10,96 10,45
hab.) CP
d3.4. Mortalidad (tasa bruta por 1.000 DBIEA/
7,95 8,43 9,8
hab.) CP
d3.5. Indicador coyuntural de fecundidad DBIEA/
1,51 1,38 1,48
(núm. hijos/ mujer edad fértil) CP
D4. ESTRUCTURA DEMOGRÁFICA
d4.1.Estructura de edad. Grupo 0-14 DBIEA/
16,5 14,5 16
años (%) PSI
d4.2. Estructura de edad. Grupo 15-64 DBIEA/
69 68,9 67,2
años (%) PSI
d4.3. Estructura de edad. Grupo 65 y DBIEA/
14,6 16,7 16,7
más años (%) PSI
d4.4. Población no nacional (%) 6,5 9,8 5,7 EPA/LFS
d4.5. Tamaño medio de los hogares
3 2,8 2,4 ECPF/SSI
(núm. de miembros)
D5. ESTRUCTURA PRODUCTIVA
d5.1. Ocupados en el sector agrícola (%) 7,7 4,6 5,6 EPA/LFS
Rasgos estructurales de la realidad social andaluza, española y europea 45

Tabla general 2 (cont.).—Rasgos estructurales de la realidad social andaluza,


española y europea (estimación año 2007)
RASGOS ESTRUCTURALES
Andalucía España Europa Fuentes
DE LA REALIDAD SOCIAL
d5.2. Ocupados en el sector industrial
10,1 16,0 19,4 EPA/LFS
(%)
d5.3. Ocupados en el sector de la cons-
15,3 13,3 8,2 EPA/LFS
trucción (%)
d5.4. Ocupados en el sector servicios (%) 66,9 66,2 66,4 EPA/LFS
d5.5. Ocupados en I+D (%) (año 2006) 0,9 1,44 1,35e EI+D/ RD
D6. MERCADO LABORAL
d6.1. Tasa de actividad (%) 56,3 58,9 57,4 EPA/LFS
d6.2. Tasa de empleo (%) 49,1 54,1 53,3 EPA/LFS
d6.3. Tasa de paro (%) 12,8 8,3 7,2 EPA/LFS
d6.4. Tasa de desempleo jóvenes (%) 21,7 17,9 17,5 EPA/LFS
d6.5. Desempleo de larga duración
23,7 21,7 45,8 EPA/LFS
(% parados)
d6.6. Ocupados con contrato temporal
44,8 31,7 14,5 EPA/LFS
(%)
d6.7. Ocupados a tiempo parcial (%) 12,8 12,4 17,7 EPA/LFS
D7. ECONOMÍA
d7.1. PIB por habitante. (euros Paridad EUROS-
18.010 23.069 22.400
Poder Adquisitivo.) TAT
d7.2. PIB por ocupado (euros Paridad EUROS-
42.698 47.881 52.456
Poder Adquisitivo) TAT
d7.3. Crecimiento del PIB (% incremen- EUROS-
3,7 3,6 2,0
to/ año-1, PIB a prec. mercado) TAT
d7.4. Gasto Nacional Bruto en I+D (%
1,02e 1,27e 1,83e EI+D/ RD
del PIB)
d7.5. Tasa de inflación (% anual prom. de
2,75 2,88 2,3 IR
las variaciones mensuales)
d7.6. Población por debajo del umbral de
29,2 19,7 16 e ECV/CP
pobreza (%)
D8. SALUD
d8.1. Estado general de salud bueno (%
65,1 67,5 63,81 ECV/SE
de población)
d8.2. Esperanza de vida al nacer. Hom- DBIEA/
76,4 77,7 75,2
bres (núm. de años) CP
d8.3. Esperanza de vida al nacer. Mujeres DBIEA/
82,5 84,4 81,5
(núm. de años) CP
46 Miguel A. Altuna Isasmendi

Tabla general 2 (cont.).—Rasgos estructurales de la realidad social andaluza,


española y europea (estimación año 2007)
RASGOS ESTRUCTURALES
Andalucía España Europa Fuentes
DE LA REALIDAD SOCIAL
D9. EDUCACIÓN
d9.1. Población con nivel educativo
64 57,5 38,4 EPA/LFS
básico-obligatorio (%)
d9.2. Población con nivel educativo
17,2 19,7 43 EPA/LFS
medio (%)
d9.3. Población con nivel educativo
18,8 22,8 18,6 EPA/LFS
superior (%)
d9.4. Población ocupada sin estudios o
51,2 43,5 24,6 EPA/LFS
nivel e. básico-obligatorio (%)
d9.5. Población ocupada con educación
28 32,9 26 EPA/LFS
superior (%)
D10. CULTURA
EHLE/
d10.1. Personas que leen libros (%) 52,2 56,9 72
EUB
d10.2. Personas que leen prensa diaria (%) 31,4 41,3 48,6 EGM/EUB
d10.3. Asistencia al cine (asistencias por
21,6 24 19 EC/MS
cada 100 habitantes)
d10.4. Utilización de Internet (% de ETICH/
38,1 44,4 51
personas) SHIS
D11. PARTICIPACIÓN Y POSICIO-
NAMIENTO POLÍTICO
d11.1. Confianza en los partidos
políticos. (Punt. media escala 0-10, no 3,16 3,46 3,36 ESE/ESS
confía-confía)
d11.2. Participación política (% que
4,9 5,1 3,6 ESE/ESS
colabora con partidos políticos)
d11.3. Participación electoral (% de
40,88 45,14 45,6 EPE/EP
participación elecc. europeas)
d11.4. Posicionamiento p. izquierda-
4,34 4,51 4,91 ESE/ESS
derecha (PM escala 0-10, izq-dch)
D12. VALORES Y CONDICIONES
SOCIALES
d12.1. Confianza en la gente (PM escala
4,92 5,1 4,86 ESE/ESS
0-10, no confía-confía)
d12.2. Religiosidad (% que profesa una
80,1 69,9 61,2 ESE/ESS
religión)
d12.3. Participación ciudadana (% que
12,2 14 14,5 ESE/ESS
colabora con org. o asociaciones)
d12.4. Tasa de criminalidad (Infracciones
51,05 50,7 60,7 TC/CCJ
penales por 1.000 hab.)

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