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progreso de la Argentina
ISBN 978-987-1826-06-3
www.editorialtemas.com
Introducción 13
Índice / 7
Capítulo 2. Por qué se retrasó la Argentina: las hipótesis en pugna 61
2.1. Hipótesis neoclásicas 63
2.1.1. Proteccionismo excesivo 63
2.1.1.1. Proteccionismo y apertura: la llegada tardía de América 69
Latina
2.1.2. Hipótesis del crecimiento agropecuario 78
2.1.2.1. Agricultura 79
2.1.2.2. Ganadería 81
2.1.2.3. Desempeño del sector agropecuario y restricción 83
externa
2.1.2.4. Conclusiones 86
2.1.3. Estatismo 88
2.1.4. Los derechos de propiedad 93
2.1.4.1. Amenazas a los derechos de propiedad nominados en 94
moneda: defaults e inflación
2.1.4.1.1. El caso de la Argentina 96
2.1.4.1.2. El caso del Brasil 99
Nota sobre la dolarización 102
2.1.5. Regulación del mercado de trabajo 102
2.2. Hipótesis macroeconómicas 108
2.2.1. La volatilidad 108
2.2.2. La insolvencia fiscal 112
2.2.2.1. El déficit fiscal 114
2.2.2.2. La deuda pública 115
2.2.3. La inflación, la desmonetización y la desintermediación 117
financiera
2.2.3.1. La inflación 118
2.2.3.2. La desmonetización y la desintermediación financiera 121
2.2.4. La insuficiencia de la inversión 122
2.2.5. La insolvencia externa 124
2.3. Hipótesis de la dependencia 127
2.3.1. El deterioro de los términos del intercambio y la estructura de las 128
exportaciones
Índice / 9
2.4.7. Distribución de la propiedad de la tierra 193
2.4.8. Intensidad y concentración en el tiempo de la inmigración 194
2.4.9. Concentración en el área metropolitana de Buenos Aires 196
2.5. Hipótesis de las instituciones políticas 198
2.5.1. La inestabilidad política y los gobiernos legales e ilegales 199
2.5.2. Gobiernos civiles versus gobiernos militares 202
2.5.3. El populismo económico 204
2.5.4. El peronismo 207
2.5.5. Coaliciones conservadoras o liberales 211
2.5.6. Federalismo político con fuertes desigualdades regionales 214
2.5.7. Otras hipótesis sobre la influencia de las instituciones políticas 218
2.5.7.1. La rapidez de la incorporación electoral 218
2.5.7.2. Tardía incorporación de los inmigrantes a la vida política 219
2.5.7.3. Vaciamiento relativo de los partidos políticos y menor 220
calidad de los cuadros de gobierno
2.5.7.4. Caudillos versus líderes democráticos 220
2.6. Hipótesis sociológicas y culturales 222
2.6.1. Urbanización y modernización “excesivas” 222
2.6.2. Deterioro de la ventaja educativa 226
2.6.3. Cultura de rentas 227
2.7. Hipótesis de determinaciones históricas 229
2.7.1 ¿Excepcionalidad del crecimiento hasta la Primera Guerra o 231
demora a partir de allí?
2.7.2. El golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 234
2.7.3 ¿Respuestas tardías a la Gran Depresión o sustitución de 235
importaciones forzada por el pasado?
2.8. Conclusiones 236
2.8.1. Síntesis de las conclusiones 236
2.8.2. Una lectura posible del encadenamiento de los factores asociados 250
al retraso de la Argentina
2.9. Anexo. Análisis econométrico de series de tiempo 254
Índice / 11
Introducción
Introducción / 13
más avanzados de raíz occidental (1870) hasta un valor prácticamente
igual (99 %) a ese promedio (1910). Con ciertos altibajos, hasta 1933-
1934 el país mantuvo tales posiciones relativas. Pero a partir de entonces
el crecimiento se rezagó de manera visible, tanto que, a comienzos de la
década de 1960, el PIB per cápita argentino volvió a ubicarse –como en
1870– en el 60 % del promedio de los países avanzados. Tras once años
durante los cuales el retraso no se agravó (1964-1974), pero tampoco se
recuperó, vino el período de peor performance relativa, 1975-1990, al cabo
del cual el ingreso per cápita argentino había caído a un tercio de la media
de las economías avanzadas. Desde 1991 hasta hoy, el indicador del PIB per
cápita argentino/PIB per cápita promedio de los países avanzados no ha
sufrido más retraso, aunque sí grandes altibajos que lo han hecho oscilar
entre el 30 y el 42 %.
Muy parecida es la evolución que muestra el cociente entre el ingreso
per cápita de la Argentina y el del subconjunto formado por Canadá,
Australia y Nueza Zelanda, tres países que comparten con el nuestro el haber
iniciado su desarrollo en el siglo XIX sobre la base del aprovechamiento de
su potencial agropecuario, y en el caso de Australia, también minero. El
PIB per cápita argentino pasó de cifras que oscilaban entre el 80 y el 90 %
del promedio de estos tres países (entre los años 1901 y 1934) al 40 % entre
los años 1990 y 2009.
Si la comparación se hace, en cambio, con los países de la Europa
mediterránea en los que abrevan nuestra cultura e idiosincrasia dominantes
(España, Italia y –en menor medida– Portugal), el retraso no comienza
en la década de 1930, sino tras la Segunda Guerra. En la primera mitad
del siglo XX el PIB per cápita argentino superó al de estos tres países
en una media cercana al 60 %. El retraso posterior a 1950 fue tal que
tamaña ventaja despareció en trece años: hacia 1963 el ingreso per cápita
promedio de Italia, España y Portugal había igualado al de la Argentina.
El buen desempeño conjunto de los tres países hizo que el nuestro se
siguiera retrasando relativamente aun en sus mejores años (1964-1974) y
fue solo después 1990 que se volvió a estabilizar la ratio de PIB per cápita.
Pero entonces el ingreso medio argentino apenas superaba la mitad del
promedio de estos países.
Introducción / 15
El análisis econométrico mostró que solo cuatro variables son
estadísticamente significativas para explicar el retraso de la Argentina.
El cierre (o apertura) de la economía (medido por la suma de las
exportaciones e importaciones como porcentaje del PIB); la volatilidad
en los niveles del producto interno bruto; la aceleración de la inflación
(aumento de su tasa porcentual anual) y una variable dicotómica
que captura el comportamiento diferencial de las series durante las
dos guerras mundiales del siglo XX. Esta conclusión no invalida la
identificación de otras variables, hechos y políticas que habrían operado
de manera menos determinante que los arriba mencionados, pero no
deja dudas de que las políticas económicas más visiblemente asociadas a
los períodos de retraso son las que condujeron a un excesivo cierre de la
economía al comercio internacional (iniciadas tras la depresión mundial de
1929-1933 y profundizadas en las décadas siguientes), las políticas fiscales
y monetarias altamente inflacionarias que se siguieron tras las Segunda
Guerra Mundial y la volatilidad resultante de políticas macroeconómicas
insostenibles en el tiempo.
Estos tres factores –el cierre de la economía, la alta inflación y
la volatilidad– y las políticas asociadas a ellos han sido destacados
tradicionalmente por hipótesis neoclásicas y macroeconómicas cuyo acierto
se ratifica aquí. Pero cuando se indagan las causas profundas o los porqués
de estas decisiones, ganan terreno hipótesis políticas, históricas y algunas
propias del estructuralismo, todas ellas analizadas en el capítulo 2.
Entre otras, pueden mencionarse la mala distribución originaria de la
tierra y la carencia de políticas e incentivos que facilitaran el acceso a ella
de pequeños chacareros o el poblamiento de núcleos urbanos en el Interior,
todo lo cual resultó en una gran concentración de población en el Gran
Buenos Aires, tanto por migración interna como internacional. Sobre esta
base operó el fuerte impacto negativo de la gran crisis económica mundial
de 1929-1933. Este no fue ajeno a la involución política de la Argentina
que se inicia en 1930, como se evidencia al comprobar que treinta y ocho
años de los cuarenta y cinco en los que se concentra el retraso (1935-
1963 y 1975-1990) se superponen con el período de mayor inestabilidad
Introducción / 17
El trabajo culmina en el capítulo 3 en el que se repasan las condiciones
necesarias para evitar o revertir los factores determinantes del retraso y
potenciar los que favorezcan una recuperación. No hay un razonamiento
lineal que marque el camino desde las explicaciones del retraso del país
hacia la formulación de enseñanzas para el futuro, y como muestra
obsérvese la siguiente paradoja: ¿Cómo fue posible que dos décadas tan
diversas en el imaginario popular y político como las del noventa y los dos
mil hayan logrado en conjunto el objetivo de interrumpir el largo proceso
de retraso de la Argentina? Esto obliga a revisar los factores comunes
de los períodos en los que la economía argentina no se retrasó y extraer
algunas enseñanzas en clave afirmativa, y no solo las necesarias para evitar
el retraso.
Los factores identificables como comunes de los períodos de no
retraso son un mejor funcionamiento de las instituciones políticas;
una inflación baja o moderada y el aumento de la monetización de la
economía; políticas económicas no populistas o, si se prefiere, sostenibles
en el tiempo; solvencia fiscal; una menor volatilidad macroeconómica;
la existencia de oportunidades y percepciones de progreso y movilidad
social y una puja distributiva moderada o encauzada; una economía
abierta o en proceso de apertura y precios relativos internos cercanos a
los internacionales; un desarrollo agropecuario compatible y simultáneo
al desarrollo industrial; términos del intercambio externo no muy bajos;
solvencia externa; una inversión moderada o alta y el respeto de los
derechos de propiedad
La mayor parte de los factores que han permitido a la Argentina
dejar de retrasarse respecto del mundo entre 1991 y 2008 han mostrado
recientemente signos de deterioro. Si bien no se han alcanzado aún los
extremos típicos de los tiempos del gran retraso de la Argentina, por
ejemplo en lo que concierne a la ilegalidad o ilegitimidad de los gobiernos,
la altísima inflación o el cierre casi total de la economía, las señales
negativas son dignas de atención. La democracia sigue funcionando, pero
se observan evidentes daños en las instituciones republicanas y federales.
De la estabilidad monetaria lograda, aun después de la devaluación
del 2002, se ha pasado a una inflación alta y riesgosa. Han reaparecido
Introducción / 19
Capítulo 1
Capítulo 1 / 21
construirse sobre la base de criterios y metodologías razonablemente
homogéneos y estandarizados1.
Como en origen las mediciones del PIB per cápita se hacen en la moneda
de cada país y a los precios de cada año, se han empleado para este trabajo
las series de tiempo provistas por Angus Maddison, investigador a quien se
le debe un monumental esfuerzo para calcular los PIB per cápita de cientos
de países en valores monetarios homogéneos, o sea, comparables entre sí
y a lo largo del tiempo. Para obviar el uso de tipos de cambio corrientes
en la conversión de estimaciones en diversas monedas a una moneda
única, utilizando la metodología de la “Paridad del Poder Adquisitivo”
(“Purchasing Power Parity”), Maddison recalculó los PIB de cada país
empleando los precios vigentes en los Estados Unidos de América. Tras
haber obtenido por este método estimaciones de PIB de poder adquisitivo
(o poder de compra) comparable para el año 1990, se reconstruyeron las
series de tiempo hacia el pasado y hacia el presente sobre la base de la
variación de cantidades y/o de valores monetarios a precios constantes2.
En el caso de la Argentina, las estimaciones de Maddison se remontan
a 1870. Existe luego una estimación para 1890 y la serie anual completa
desde 1900 hasta 2008. Para otros países, sobre todo los más desarrollados,
la información es similar o aún más completa, pero hay muchos países en
desarrollo para los que, con anterioridad a 1950, la información es salteada
y más escasa que la de la Argentina. Estos faltantes de información se
1
Los términos “producto” o “ingreso” aluden indistintamente al valor monetario de los bienes (mercade-
rías y servicios) que un individuo, una familia o todos los habitantes de un país, pueden disponer a lo
largo de un determinado período de tiempo. El término “ingreso” se emplea cuando la “disponibilidad” se
mide sumando las remuneraciones percibidas por el trabajo personal y las rentas obtenidas por cualquier
concepto. El término “producto” se emplea cuando lo que se mide es el valor de los bienes consumidos y los
que se han destinado a inversión. Si las mediciones e imputaciones se realizan con la suficiente precisión,
el valor monetario del producto y el del ingreso deben ser idénticos, motivo por el cual ambos términos
pueden emplearse indistintamente o como sinónimos. El adjetivo “interno” alude al producto o ingreso que
se genera dentro de las fronteras de un país, con independencia de la residencia o nacionalidad de quienes
lo perciben o gastan. El adjetivo “bruto” alude a que las estimaciones (de ingreso o producto) no han sido
corregidas por el desgaste o amortización del stock preexistente de capital. La sigla PIB, entonces, denota el
producto (o ingreso) interno bruto de un país o grupo de países. Los términos “per cápita”, “por persona”,
“por habitante”, “medio” o “promedio” son sinónimos y significan que el ingreso o producto total anual
del país (o grupo de países ) en cuestión ha sido prorrateado por la población o cantidad de personas que
habitaban en el país (o grupo de países) en el año al cual corresponde la estimación.
2
Angus Maddison, The World Economy: Historical Statistics, 2003, y Contours of the World Economy,
1-2030. AD: Essays in Macroeconomic History, 2008. En el Anexo del final del capítulo se provee una
descripción más detallada de la metodología empleada por este autor.
1.1.2. Las ratios de PIB per cápita como indicadores del avance
o retraso de la economía argentina
Capítulo 1 / 23
1.1.3. El uso de promedios representativos para grupos de
países
3
El resultado es el mismo si se multiplican los PIB per cápita de cada país por sus respectivas poblaciones
y luego se divide la sumatoria por la población total del grupo.
Como se señaló más arriba, la estimación de una serie del PIB per cápita
promedio mundial es continua a partir de 1950, pero discontinua o salteada
antes de ese año. Aun así, con las estimaciones hechas por Maddison para
los años 1870, 1900, 1913 y 1940, es posible comparar el desempeño de la
Argentina con respecto al del mundo en los últimos ciento cuarenta años.
Los resultados se pueden observar en el Gráfico y Cuadro 1.2.1.1.
El Gráfico 1.2.1.1 muestra que el PIB per cápita argentino pasó de un
valor 50,7 % mayor que el promedio mundial (ratio 1,507), en 1870, a
un valor 140,6 % mayor que dicho promedio en 1913 (ratio 2,406). Este
notable avance fue consecuencia de cuarenta y tres años a lo largo de los
cuales el ingreso por habitante creció en la Argentina a una tasa media
acumulativa anual del 2,42 %, mientras que el promedio mundial lo hizo
al 1,31 % por año.
Capítulo 1 / 25
Gráfico 1.2.1.1. PIB per cápita argentino, promedio mundial (en logaritmos) y
ratio Argentina/promedio mundial
2,50
2,25
2,00
1,75
1,50
1,25
1,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Argentina/mundo (eje izq.) Argentina (log) Promedio mundial (log)
Hacia 1940 el PIB per cápita argentino todavía más que duplicaba el
promedio mundial, pero la notable desaceleración del crecimiento de la
Argentina desde 1913 –bajó de un promedio de 2,42 % anual en la etapa
previa a una media de 0,50 % anual en los veintisiete años que van desde
1913 hasta 1940–, combinada con una desaceleración menor del crecimiento
mundial (bajó del 1,31 % al 0,93 % anual), hizo que el excedente del ingreso
por habitante se redujera del 140,6 % (ratio 2,406) al 114,7 % (ratio 2,147).
Había comenzado el retraso de la Argentina.
La información disponible para 1950 muestra una recuperación de la
Argentina respecto del mundo. En comparación con 1940, el ingreso por
habitante del mundo experimentó un crecimiento anual medio del 0,76
%, mientras que el PIB per cápita argentino lo hizo a una tasa promedio
del 1,82 %. Así, en 1950, la diferencia entre PIB per cápita argentino y el
ingreso per cápita promedio mundial se había estirado a 136,3 % (ratio
2,363).
Las cifras de 1950, sin embargo, deben ser tomadas con cierta cautela.
En ese año muchos países beligerantes de Europa y Asia no se habían
recuperado plenamente de las ingentes pérdidas humanas y materiales
1870-
44 1,507 n/d 2,406 2,42 1,31 1,11
1913
1914-
27 2,406 n/d 2,147 0,51 0,93 -0,42
1940
1941-
10 2,147 n/d 2,363 1,82 0,76 1,06
1950
1951-
13 2,363 2,074 1,891 0,94 2,76 -1,82
1962/64
1963/65-
11 1,891 1,940 1,990 3,32 2,84 0,48
1973/75
1974/76-
16 1,990 1,631 1,293 -1,26 1,44 -2,70
1989/91
1990/92-
17 1,293 1,403 1,393 2,63 2,20 0,43
2006/08
4
Más abajo se podrá observar –para los años en cuestión– el contraste entre la comparación de la Argen-
tina respecto de los beligerantes que sufrieron graves pérdidas materiales (Europa y Japón) y otros belige-
rantes que sufrieron pérdidas mucho menos significativas (EE. UU., Canadá y Australia).
Capítulo 1 / 27
creciendo sostenidamente a razón de un 2,84 % por año, la expansión del
ingreso medio argentino se aceleró hasta el 3,32 % anual. Así, la diferencia
positiva entre el PIB per cápita argentino y el mundial creció del 89,1 % al
99,0 %.
Pero a esa pausa le siguió el período de peor desempeño de la economía
argentina: los dieciséis años que transcurren entre los trienios 1973-1975
y 1989-1991, durante los cuales el PIB per cápita cayó a razón de -1,26 %
anual. Si bien esta debacle doméstica coincidió con una desaceleración del
crecimiento mundial –que bajó del 2,84 al 1,44 % anual–, la brecha de
crecimiento negativa de -2,70 puntos porcentuales cada año acumulada
a lo largo de dieciséis años derrumbó el excedente del ingreso per cápita
argentino respecto al promedio mundial del 99,0 % (ratio 1,990) al 29,3 %
(ratio 1,293).
En las últimas dos décadas y en medio de fuertes oscilaciones, el retraso
de la Argentina parecería haber entrado en una nueva pausa. La ratio entre
el PIB per cápita argentino y el promedio mundial subió desde 1990 hasta
1993, se estabilizó luego hasta 1998, se precipitó entre 1999 y 2003, para
subir nueva y rápidamente hasta el trienio 2006-2008. El promedio de
la ratio para estos diecisiete años (trienios 1990-1992 a 2006-2008) fue
de 1,403, o sea que el ingreso medio argentino superó en un 40,3 % al
promedio mundial. Si bien la inestabilidad es llamativa, no puede dejar de
señalarse la mejoría respecto de la etapa anterior de franco retraso, como
así también el logro de muy altas tasas de crecimiento per cápita en los
subperíodos 1991-1994; 1996-1998 y 2003-2008.
0,90
0,80
0,70
0,60
0,50
0,40
0,30
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Argentina/avanzados (eje izq.) Argentina (log) Avanzados (log)
5
Expresada en precios de 1990 (o sea, los que empleó Maddison) esta cifra equivale a US$20.000.
Capítulo 1 / 29
el ingreso medio argentino había caído a aproximadamente el 85 % del
promedio del mundo avanzado (ratio de 0,85) y ya no se volverían a
alcanzar las altas ratios de preguerra.
Sin embargo, la Argentina mantuvo un crecimiento per cápita similar
al del mundo avanzado hasta 1934 (trienio 1933-1935) –incluso durante
los difíciles años de la crisis 1929-1933–, por lo que pudo sostener hasta
entonces la equivalencia de 85 % entre su PIB per cápita y el de este grupo
de países.
Tras el primer escalón descendente del ingreso por habitante de la
Argentina respecto al de los países avanzados –que tuvo lugar entre los
años anteriores a la Primera Guerra y el período 1922-1934–, una segunda
etapa del retraso de la Argentina comenzaría a mediados de la década de
1930. Entre los trienios 1933-1935 y 1938-1940, el PIB per cápita argentino
bajó de un equivalente del 84,7 % del promedio de los países avanzados
(ratio 0,847) hasta un equivalente de 74,8 % (ratio 0,748) y tras los
altibajos explicables por la Segunda Guerra6, el retraso continuó hasta el
trienio 1952-1954, cuando tras una recesión en la Argentina el ingreso por
habitante había descendido al equivalente del 64,9 % del obtenido por el
mundo avanzado (ratio 0,648).
La dinámica de la caída de la ratio de PIB per cápita Argentina/países
avanzados (desde el 0,847 del trienio 1933-1935 hasta el 0,648 del trienio
1952-1954) se visualiza claramente en la mayor pendiente que exhibe (en
el Gráfico 1.2.2.1) la gráfica del ingreso por habitante del mundo avanzado,
respecto a la pendiente de la línea correspondiente a la Argentina. En estos
diecinueve años, mientras que el PIB per cápita promedio de los avanzados
creció a razón de 2,73 % anual, el ingreso medio argentino solo avanzó al
1,29 % por año.
6
Las estimaciones del PIB de este conjunto de países para los años que van desde 1940 hasta 1951 están
muy influenciadas por el impacto de la Segunda Guerra Mundial en sus economías. Debe recordarse que,
de los dieciséis, solo dos (Suecia y Suiza) no participaron directamente en la contienda. La movilización
de los recursos humanos y materiales para la guerra provocó incrementos extraordinarios en los PIB de
muchos de estos países hasta 1943 o 1944. Luego vinieron las caídas resultantes de la destrucción material
(en Europa) y de la desmovilización de hombres y producción (en todos los casos). En el caso de los beli-
gerantes no europeos la situación tendió a normalizarse hacia 1948-1949, en tanto que en Europa esto no
ocurrió hasta 1951-1952. Por estos motivos no pueden considerarse estables ni la caída de las ratios PIB per
cápita Argentina/países avanzados que se observan entre los trienios 1939-1941 y 1943-1945, ni tampoco la
recuperación de los trienios 1946-1948 a 1949-1951.
Capítulo 1 / 31
Desde el trienio 1974-1976 en adelante, la ratio de PIB per cápita
Argentina/países avanzados siguió el derrotero de la comparación con el
mundo: derrumbe hasta el trienio 1989-1990 (cuando cayó hasta 0,342)
tras los dieciséis años de caída del PIB per cápita argentino y luego, en
medio de grandes altibajos, estancamiento hasta el trienio 2006-2008, con
máximos cercanos a 0,40 entre 1994 y 1998, un mínimo de 0,317 en el
trienio 2002-04 y nuevamente cerca de 0,40 en el trienio 2006-2008.
Calculada como diferencia entre la serie del PBI per cápita mundial y
la de los países avanzados más Japón, se construyó una serie residual que
se tomo como “proxy” del conjunto de países de menor desarrollo. Con las
mismas limitaciones de información que la serie mundial para los años
anteriores a 1950, se puede observar su comparación con la Argentina en
el Gráfico 1.2.3.1.
Gráfico 1.2.3.1. PIB per cápita argentino, promedio de los países en desarrollo
(en logaritmos) y ratio Argentina/países en desarrollo
5,00
4,50
4,00
3,50
3,00
2,50
2,00
1,50
1,00
0,50
0,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Creciendo a una tasa media del 2,72 % anual en los treinta nueve años
que van desde 1870 hasta el trienio 1908-1910, el avance del ingreso per
cápita argentino superó al de todos los demás países y grupos de países
seleccionados para esta comparación. En el mismo lapso, el PIB per cápita
7
Nótese la diferencia con las ratios para el año 1870 respecto al promedio mundial (1,507) y al promedio
de los países avanzados (0,602).
Capítulo 1 / 33
de los Estados Unidos creció a un ritmo de 1,74 % anual acumulativo, por
lo que, como fracción, el ingreso argentino pasó de un valor cercano al 53 %
del norteamericano (ratio 0,53) en 1870, al 77 % (ratio 0,769) en el trienio
1908-1910. Las principales cifras de esta comparación han sido graficadas
y resumidas en el Gráfico 1.3.1.1.
Gráfico 1.3.1.1. PIB per cápita argentino, de los Estados Unidos (en logaritmos),
y ratio Argentina/Estados Unidos
0,80
0,70
0,60
0,50
0,40
0,30
0,20
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
8
Sobre las distorsiones de la estadística del PIB de los EE. UU. en los años de la Segunda Guerra y su
posguerra, ver nota 6.
Capítulo 1 / 35
1.3.2. Los exportadores de alimentos: Canadá-Australia-Nueva
Zelanda
9
En el caso de Australia fue también muy importante el desarrollo de la minería.
0,90
0,80
0,70
0,60
0,50
0,40
0,30
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/CANZ (eje izq.) Argentina (log) CANZ (log)
Capítulo 1 / 37
CANZ hasta 0,37 y la estabilización de esta ratio, desde 1990, en torno a
0,40 (ingreso promedio argentino equivalente al 40 % del promedio del
grupo CANZ), para la que se aplican las mismas consideraciones hechas
cuando se comparó a la Argentina con otros países y grupos de países.
0,80
0,70
0,60
0,50
0,40
0,30
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/N. Zelandia (eje izq.) Argentina (log) N. Zelandia (log)
Capítulo 1 / 39
del grupo conformado por ellos. Las series y resultados pueden verse en el
Gráfico 1.3.4.1.
Tras partir en 1870 con un PIB per cápita prácticamente igual al
promedio de sus países de origen (ratio 0,968), el mayor crecimiento
relativo de la Argentina hizo que, hacia el trienio 1904-1906, su ingreso
medio país superara al de sus países de origen en más del 83 % (ratio 1,832).
Este alto nivel se mantuvo hasta el trienio 1910-1912. Tras el retroceso
sufrido por la Argentina durante la Primera Guerra, la relación de ingresos
per cápita regresó a valores que, hasta el trienio 1941-1943, oscilaron entre
1,36 y 1,57.
Gráfico 1.3.4.1. PIB per cápita argentino, promedio de España, Italia y Portugal
(en logaritmos) y ratio Argentina/países de origen
2,00
1,80
1,60
1,40
1,20
1,00
0,80
0,60
0,40
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Gráfico 1.3.5.1. PIB per cápita argentino, brasilero (en logaritmos) y ratio
Argentina/Brasil
5,00
4,50
4,00
3,50
3,00
2,50
2,00
1,50
1,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Capítulo 1 / 41
En la comparación con Brasil se destaca, en primer lugar, el
distanciamiento que logró la Argentina en los treinta y nueve años que
median entre 1870 y el trienio 1908-1910, a lo largo de los cuales –merced
al veloz crecimiento de esta (2,72 % anual) y el virtual estancamiento del
primero (0,15 % anual)– la ratio de ingresos per cápita Argentina/Brasil
pasó de 1,83 a 4,90.
Pero en una llamativa reversión de tendencias, a aquel período le
siguió otro de setenta y dos años (desde el trienio 1908-1910 al de 1980-
1982) durante los cuales la Argentina se retrasó bajando varios escalones
profundos, los más notables los de los intervalos 1910-1921; 1931-1937;
1948-1962 y 1967-1989. En estos años, en tanto el PIB per cápita de
Brasil creció a una tasa media de 2,63 % anual, el de la Argentina lo hizo
a un promedio de 1,01 % por año y la ratio PIB per cápita fue cayendo
persistentemente desde el 4,90 (en 1908-10) al 1,55 (en 1980-82).
Después de 1980 el ritmo de crecimiento per cápita del Brasil
experimentó una visible desaceleración (a algo menos del 1 % anual), en
tanto que –como se vio– la Argentina recuperó dinamismo después de
1990. Así, en los últimos años y dentro de las grandes oscilaciones que ha
tenido la Argentina, la relación entre los ingresos per cápita de ambos a
países se ha estabilizado en torno a 1,50.
Tal como en otros casos, el crecimiento del PIB per cápita argentino
marcó diferencias con el de Chile en las décadas finales del siglo XIX y
los primeros años del XX. Así, entre 1870 y el trienio 1904-1906, la ratio
de ingresos per cápita Argentina/Chile pasó de 1,02 (PIB per cápita casi
idénticos) a 1,46.
1,75
1,50
1,25
1,00
0,75
0,50
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/Chile Argentina Chile
Capítulo 1 / 43
Gráfico 1.3.5.3. PIB per cápita argentino, uruguayo (en logaritmos) y ratio
Argentina/Uruguay
1,75
1,50
1,25
1,00
0,75
0,50
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/Uruguay Argentina Uruguay
Gráfico 1.3.6.1. PIB per cápita argentino, del Japón (en logaritmos) y ratio
Argentina/Japón
3,50
3,00
2,50
2,00
1,50
1,00
0,50
0,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Capítulo 1 / 45
Combinada con la desaceleración del crecimiento japonés, la
recuperación del PIB per cápita argentino en los últimos años permitió
frenar el retraso respecto a aquella economía, pero no con respecto a Taiwán
y Corea, que, aunque a un ritmo menor, nos siguen sacando ventaja. El
retraso de la Argentina respecto a China e India fue más tardío, tanto
como tardío fue el ingreso de los dos gigantes al “club” de los emergentes.
Notablemente, hacia 1870 el PIB per cápita de ambas naciones era
prácticamente idéntico, y el de la Argentina los superaba en casi un 150 %
(ratios 2,46 y 2,47). La chatura de las dos grandes economías asiáticas hasta
bien entrado el siglo XX hizo que en algunos momentos de esa centuria
las relaciones entre el ingreso per cápita de la Argentina y los de China e
India se elevaran hasta 9,00 o 10,00 (lo que significa excedentes de PIB per
cápita de entre 800 y 900 %). En el caso de China esto ocurrió entre 1950 y
1974 y en el caso de la India, a comienzos de la década 1970.
Pero al acelerarse en ambos países el crecimiento (en China, a partir
de 1978 y, en la India, desde 1980) y estancarse la Argentina, las ratios
literalmente se desplomaron hasta tocar mínimos de 1,6 (Argentina/China)
y 3,6 (Argentina/India) en el trienio 2002-2004. Solo en los últimos años
de estas comparaciones el retraso ha entrado en fases de “pausa”.
Gráfico 1.3.6.2. PIB per cápita argentino, de Corea (en logaritmos) y ratio
Argentina/Corea
7,00
6,00
5,00
4,00
3,00
2,00
1,00
0,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
9,00
8,00
7,00
6,00
5,00
4,00
3,00
2,00
1,00
0,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/Taiwan Argentina (log) Taiwan (log)
Gráfico 1.3.6.4. PIB per cápita argentino, de China (en logaritmos) y ratio
Argentina/China
11,00
10,00
9,00
8,00
7,00
6,00
5,00
4,00
3,00
2,00
1,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Capítulo 1 / 47
Gráfico 1.3.6.5. PIB per cápita argentino, de India (en logaritmos) y ratio
Argentina/India
10,00
9,00
8,00
7,00
6,00
5,00
4,00
3,00
2,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/India Argentina (log) India (log)
(1) PIB per cápita de cada país y promedios ponderados para cada grupo de países calculados en dólares
a los precios de los Estados Unidos en 1990. A precios actuales (2010) estas cifras serían 65 % más altas.
Fuente: Cálculos propios sobre la base de las estimaciones de Angus Maddison.
Fue en la segunda mitad del siglo XX, sin embargo, cuando el retraso de
la Argentina se profundizó y cuando el crecimiento de los “tigres” asiáticos,
Capítulo 1 / 49
de los países de Europa –de donde provino el grueso de nuestra población–
y del Brasil se destacó no solo de la Argentina, sino de otros referentes.
Las frías estadísticas no dejan dudas del retraso que sufrió el ingreso
per cápita argentino a partir de los altos niveles relativos que alcanzó en los
primeros años del siglo XX, cuanto la nación celebró sus primeros cien años
de vida independiente. En ningún caso hubo retraso –todo lo contrario–
hasta 1909-1913; entre 1914 y finales de la década de 1940 se observan
situaciones variadas y/u oscilantes, pero, pasada la segunda posguerra
(o sea, a partir de 1949/50), y pese a dos períodos rescatables (1964-
1968/1973-1974 y 1990-1991 hasta el momento de redactar esta líneas),
el retraso fue manifiesto contra todos los países o grupos seleccionados,
con la sola excepción del Uruguay. ¿Significa esto que el desempeño de la
economía argentina fue el peor de todos desde mediados del siglo XX hasta
nuestros días?
Afortunadamente la respuesta a esta pregunta es negativa. En el
Cuadro 1.3.8.1 se muestran las 54 economías (del total de 141 relevadas
por Angus Maddison) cuyo PIB per cápita creció menos que el ingreso
promedio argentino entre 1950 y 2008.
Cuadro 1.3.8.1. Economías que crecieron menos que la argentina entre 1950 y
2008
País PIB per cápita (US$ de 1990) Variación %
1950 2008 2008 / 1950
Argentina 4.987 10.995 120,5%
Ecuador 1.863 3.987 114,0%
Guatemala 2.085 4.461 113,9%
Guinea Bissau 289 617 113,3%
Uruguay 4.659 9.893 112,3%
Bangladesh 540 1.146 112,3%
Namibia 2.160 4.571 111,6%
Paraguay 1.584 3.295 107,9%
Guinea 303 628 106,9%
Nigeria 753 1.524 102,5%
El Salvador 1.489 2.940 97,5%
Mozambique 1.133 2.160 90,6%
Capítulo 1 / 51
A la hora de buscar factores comunes entre estos 54 países o la mayoría
de ellos, puede concluirse lo siguiente:
1) Ausencia de democracia estable. No hay ningún país que haya
tenido una democracia estable durante los 58 años transcurridos entre
1950 y 2008 y que haya crecido menos que la Argentina. Nueva Zelanda
“pegó en el poste” ya que es el país que antecede a la Argentina en cuanto a
menor crecimiento en el período.
2) Industrialización escasa o no consolidada. La industrialización
también parece garantizar un nivel mínimo de crecimiento, porque ningún
país ya industrializado creció menos que la Argentina.
3) ¿Africanidad? Algún destino histórico-geográfico pareciera
esconderse en el mal desempeño de estos 54 países. Sobresale el caso de
África, con un total de 35 países, casi dos tercios de los 54 desafortunados,
y algo más de dos tercios del total de 52 países africanos estudiados por
Maddison. Dada esta mayoría de países africanos, podría pensarse en la
“africanidad” –o en la descolonización tardía– como condición suficiente
para crecer poco, pero están allí para desmentirlo Guinea Ecuatorial,
Botsuana, Cabo Verde, Mauricio, Lesoto, Suazilandia, Egipto, Libia,
Seychelles o Mauritania, todos los cuales crecieron más que la Argentina.
4) ¿Europeidad? En cuanto a otros continentes, el listado de países
a los que la Argentina “les ganó” está integrado por la mitad más uno del
total de países latinoamericanos estudiados por Maddison (11/21, sin el
Caribe); un tercio de los países del Medio Oriente (5/14); solo 15 % de los
de Asia Central y Oriental (3/21) y ningún país europeo. Podría inferirse
que la europeidad fue garantía de crecer más que la Argentina, pero esta
conclusión debería matizarse dado que el efecto de la reconstrucción
de posguerra apalancó el crecimiento y, en algunos casos, de manera
transitoria.
5) Pobreza, no. Ser o no pobre (PIB por habitante menor a los US$1500
en 1950) no otorgó mayores ni menores chances de crecer menos que la
Argentina, ya que 38 países de esa condición crecieron más y otros 39
crecieron menos que la Argentina. Hay incluso una leve mayoría de países
con PIB por habitante inferior a los US$1000 en 1950 y crecieron más que
Capítulo 1 / 53
1.4. Conclusión
No existen estimaciones completas del PIB mundial entre 1913 y 1940, motivo por el cual el análisis com-
10
parativo de este crucial período del retraso de la Argentina debe ceñirse a los países avanzados.
Capítulo 1 / 55
Estos desempeños han dado como resultado grandes oscilaciones en las
ratios entre el ingreso per cápita argentino y el de los países o grupos de
países seleccionados como bases de comparación, pero no quedan dudas
de que dejaron de caer.
Solo el tiempo dirá si estos años preludian una etapa de recuperación
o si solo marcan el fin del retraso, pero sea cual fuere la respuesta no puede
dejar de destacarse la mejora respecto a la etapa anterior (hasta 1990) de
franco retraso. Pese a los altibajos sufridos, en promedio se verificó una
importante recuperación de la tasa de crecimiento del PIB per cápita.
Entre las muchas hipótesis que se han ensayado para explicar el retraso
relativo de la Argentina (ver capítulo siguiente) se hallan las que atribuyen
el fenómeno a factores culturales, étnicos, geográficos o de su dotación de
recursos naturales. Se ha mencionado el origen latino de la mayoría de su
población, una ubicación geográfica desfavorable por su lejanía respecto a
los principales centros de desarrollo, y una relativa abundancia de recursos
naturales que –paradójicamente– pudiera haber obstaculizado el desarrollo
de otras actividades o industrias. En este capítulo se ha demostrado, sin
embargo, que el retraso de la Argentina no se limitó a los países de mayor
ingreso y desarrollo, sino también, y con parecida o mayor intensidad, a
otros países o grupos de países que comparten con el nuestro la geografía,
la cultura, las raíces étnicas o la dotación de recursos naturales.
Algunos estudios dedicados a estos temas han propuesto ciertas fechas
o años como claros puntos de corte en el desarrollo de la Argentina. Así,
1914 ha sido señalado como el año del fin de la etapa brillante, 1929 como
el año en el que comienza el retraso y 1945 y 1975, como años de inflexión o
agravamiento en la velocidad del retraso de la Argentina. La observación y
el estudio cuidadosos de las cifras presentadas en los gráficos precedentes
no permiten consagrar estas fechas de manera tan contundente. Se trata de
años en los que se registraron hechos o fenómenos políticos y económicos
de indudable significación económica, tales como:
- el comienzo de la Primera Guerra Mundial;
- el comienzo de la mayor crisis económica mundial del siglo XX;
Capítulo 1 / 57
1.5. Anexo
Los trabajos de Roy C. Geary y Salem H. Khamis permitieron emplear de manera “cruzada” las paridades
11
de poder adquisitivo (PPA) calculadas bilateralmente con los Estados Unidos. Así, por ejemplo, las pari-
dades calculadas sobre la base del poder de compra del peso argentino y del dólar y del peso chileno y del
dólar sirven para la comparación bilateral entre la Argentina y Chile.
Capítulo 1 / 59
Población (En miles de personas)
12 Europa Estados
Año Francia Alemania Italia Inglaterra Occidental Grecia Portugal España Unidos Argentina Brasil Chile Colombia México Perú Mundo Arg/Mundo
1 5.000 3.000 8.000 800 18.600 2.000 400 3.750 680 2.200 225.820
1000 6.500 3.500 5.000 2.000 19.700 1.000 600 4.000 1.300 700 4.500 3.000 267.330
1500 15.000 12.000 10.500 3.942 48.192 1.000 1.000 6.800 2.000 1.000 7.500 4.000 438.428
1600 18.500 16.000 13.100 6.170 62.580 1.500 1.100 8.240 1.500 800 2.500 1.300 556.148
1700 21.471 15.000 13.300 8.565 68.796 1.500 2.000 8.770 1.000 1.250 4.500 1.300 603.490
1820 31.250 24.905 20.176 21.239 114.559 2.312 3.297 12.203 9.981 534 4.507 771 1.206 6.587 1.317 1.041.708 0,1%
1850 36.350 33.746 24.460 27.181 143.594 3.044 3.816 14.894 23.580 1.100 7.234 1.410 2.065 7.662 2.001
1870 38.440 39.231 27.888 31.400 162.381 3.657 4.327 16.201 40.241 1.796 9.797 1.945 2.392 9.219 2.606 1.275.732 0,1%
1890 40.014 47.607 31.702 37.485 187.219 4.482 5.028 17.757 63.302 3.376 14.199 2.608 3.369 11.729 3.346
1900 40.598 54.388 33.672 41.155 203.501 4.962 5.404 18.566 76.391 4.693 17.984 2.959 3.998 13.607 3.648 1.563.464 0,3%
1913 41.463 65.058 37.248 45.649 227.957 5.425 5.972 20.263 97.606 7.653 23.660 3.431 5.195 14.970 4.295 1.792.925 0,4%
1940 41.000 69.835 44.341 48.226 248.417 7.280 7.675 25.757 132.637 14.169 41.114 5.056 9.174 20.393 6.440 2.299.193 0,6%
1991 58.514 79.984 56.747 57.666 315.768 10.251 9.919 39.461 253.493 33.504 153.584 13.354 33.623 86.488 22.057 5.351.922 0,6%
2008 64.058 82.370 58.145 60.944 332.772 10.723 10.677 40.491 304.228 40.482 196.343 16.454 45.014 109.955 29.181 6.694.832 0,6%
PIB per capita (según metodología Geary-Khamis; en dólares de 1990)
1
Así, la variable dependiente denominada en los gráficos “R-avanzados” (“Retraso respecto a los países
avanzados”) es la ratio “PIB per cápita argentino/PIB per cápita de los países avanzados”. Cabe aclarar que
–sea que la comparación se haga con los países avanzados, sea que se haga con las economías en desarro-
llo– los subperíodos en los cuales hubo retraso (identificados como “R”) y aquellos en los cuales no lo hubo
(identificados como “NR”) son los mismos.
Capítulo 2 / 61
hipótesis macroeconómicas– y otros representativos del pensamiento
heterodoxo –las hipótesis de la dependencia y las estructuralistas–. Los
otros tres grupos se refieren sucesivamente a las instituciones políticas, a
factores sociológicos o culturales y, por último, a factores específicamente
históricos2.
Como se irá viendo, no siempre fue posible usar los mismos tests ni el
mismo rigor metodológico. Para subsanar en parte esta limitación que está
en la naturaleza del trabajo, se utilizó también un modelo econométrico
cuyas conclusiones se exponen en la sección 2.8 y en el Anexo de este
capítulo. Por carecer de información suficiente para discutir su vinculación
con el retraso de la Argentina, debieron excluirse del análisis diversas
variables o hipótesis. Algunas de ellas de gran interés desde el punto de
vista de la teoría del crecimiento económico, como el drenaje de recursos
humanos calificados que ha afectado cíclicamente a la Argentina desde
la mitad del siglo XX, y en mayor proporción que a otros países. Otras
de naturaleza social o cultural, y aún más difíciles de evaluar, tales como
la desconfianza hacia las empresas, en particular las de mayor tamaño; la
escasa valorización del mérito ajeno, en especial los logros económicos;
la gran creatividad individual versus la menor capacidad para tareas
colectivas; el escaso apego al cumplimiento de la ley y la “viveza criolla”,
pese a la proliferación normativa; la corrupción, en lo público y en lo
privado, y la ausencia de sistemas de premios y castigos; el cortoplacismo y
la búsqueda de atajos versus la mirada de largo plazo; el conflicto en vez de
los acuerdos para políticas de Estado; los bruscos movimientos pendulares
entre estatismo y privatismo, entre integración al mundo o aislamiento,
entre el norte y el sur o entre el este y el oeste. Quizás no es necesario
coincidir con la veracidad de algunas de estas hipótesis socioculturales
para aceptar que, al menos en algunas de ellas, puede haber fragmentos
de verdad, pero de una verdad esquiva que tampoco ha podido ser asida
en este libro.
2
En Míguez (2005) se encuentra una revisión crítica de muchas de las hipótesis aquí estudiadas, y también
de algunas otras. Otros análisis recientes de largo plazo, desde perspectivas diferentes, son los de Vitelli
(2010) y Nogués (2011).
Capítulo 2 / 63
eficiencia, depende del tamaño del mercado. Además de estas ganancias
directas, Winters (2004) señala que hay beneficios indirectos aparejados a
la apertura comercial, como la reducción de la búsqueda de rentas asociada
al manejo de la protección de cada sector de la economía y la mejora de
las instituciones y políticas gubernamentales. También se destaca que
la apertura es una herramienta útil contra la inflación, pues disciplina
el comportamiento de los precios por la presencia de competidores
extranjeros en el mercado local. Evidentemente, el proteccionismo es una
práctica común en todo el mundo, y hasta cierto punto genera beneficios,
en particular en los casos de industrias que requieren de condiciones
especiales para madurar, pero que tienen el potencial para competir a
nivel internacional una vez alcanzada esa maduración. Esta es la idea de
la “industria incipiente”, que plantea que, en algunos casos, las industrias
en formación requieren de cierta protección temporal para crecer y llegar
al nivel de maduración necesario para competir a nivel internacional.
Otros puntos sostenidos a favor del proteccionismo son la mejora de
las finanzas públicas vía derechos de importación (Rodrik, 1992) y su
posible contribución a reducir el riesgo de una crisis de balance de pagos
(Santos-Paulino y Thirlwall, 2004). Por eso, el obstáculo al crecimiento
de largo plazo aumentaría en la misma medida en que el proteccionismo
excediera ese nivel “óptimo” definido por los beneficios que un nivel de
proteccionismo moderado puede generar3.
Los instrumentos proteccionistas más obvios son los aduaneros, a
saber, los aranceles a las importaciones, los derechos de exportación, las
cuotas y otras restricciones cuantitativas al comercio exterior, todos ellos
frecuentemente justificados por razones sanitarias o como retorsión contra
el dumping u otras políticas proteccionistas del exterior. Pero también
pueden caer dentro de esta categoría ciertas políticas gubernamentales
(intervención, controles, prohibiciones) que afectan el valor de la moneda
nacional respecto de las monedas de las contrapartes comerciales.
3
Para el caso de la Argentina, Cavallo et al. (1989) presentan un análisis histórico y econométrico del papel
negativo de la protección sobre el crecimiento, en comparación con lo que hubiera resultado de “una política
de mayor integración con los mercados internacionales, ajustándose a una apropiada disciplina fiscal y mo-
netaria en lugar de haberse cerrado basando su crecimiento en la expansión del mercado interno” (p. 152).
45%
0,90
40%
0,80
35%
30%
0,70
25%
0,60
20%
15%
0,50
10%
0,40
5%
0,30 0%
1913
1916
1919
1922
1925
1928
1931
1934
1937
1940
1943
1946
1949
1952
1955
1958
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
R-Avanzados M+X/PIB (dólares de 1990) (eje der.) M+X/PIB (Pesos a precios de 1993) (eje der.)
2006
Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita argentino/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). M+X/PIB (dólares de 1990): Ratio “suma de las
importaciones y exportaciones anuales en dólares corrientes (Ferreres, 2010), reexpresadas
a precios de 1990 empleando el ‘Producer Price Index, all commodities’ (U. S. Department
of Labor, Bureau of Labor Statistics)/PIB argentino anual en dólares de 1990 (Maddison,
2010)”. M+X/PIB (pesos a precios de 1993):Ratio “suma de importaciones y exportaciones/
PIB argentino (P. Gerchunof y L. Llach, 2006; INDEC, Cuentas Nacionales).
4
En algunos casos y según la disponibilidad de información se han empleado las ratios “Exportaciones/
PIB”, cuya evolución a largo plazo tiende a igualar a “Importaciones + Exportaciones/PIB”. Ratios M+X/
PIB o X/PIB bajas no siempre indican altos niveles de proteccionismo, porque pueden reflejar las distintas
escalas relativas de los mercados internos respecto a los externos. Así, cabe esperar ratios más bajas en
los países más grandes y ratios mayores en países de menor tamaño. Pero la evolución de estas ratios a lo
largo del tiempo es un buen indicador de los cambios que van ocurriendo en el nivel del proteccionismo
de cada país, más allá de si es o fue alto o bajo. Ratios decrecientes indicarían un aumento del proteccio-
nismo y viceversa.
Capítulo 2 / 65
Con respecto a la primera medida –el cociente M+X/PIB– se obtuvieron
dos series empleando métodos distintos5. Los niveles absolutos resultantes
de cada método no coinciden6, pero la evolución de ambas en el tiempo es
muy semejante (Gráfico 2.1.1.1.).
Dentro de importantes oscilaciones, ambas estimaciones se mantienen
relativamente altas hasta 1929, es decir, durante la mayor parte del período
de mejor posicionamiento de la Argentina (1900-1933). La crisis mundial
de 1929-1933 provoca una significativa caída (cerca de diez puntos
porcentuales) en ambas series. Si bien ella se debió al colapso del comercio
mundial, a la salida de la crisis prácticamente no hay recuperación de las
ratios M+X/PIB, que se mantienen hasta 1938 en valores parecidos a
los de 1932-1933. Se trata justamente de los años en los que comienza a
manifestarse el retraso de la Argentina. Tras otro derrumbe hasta 1944-
1945, las ratios M+X/PIB se recuperan solo parcial y brevemente entre
1945 y 1948, para volver a retroceder entre este último año y 1952. Desde
entonces y hasta 1976, las ratios se mantienen cerca de los valores mínimos
de las series. La detención del retraso que tuvo lugar entre 1964 y 1974 no
se corresponde con un aumento apreciable de la apertura, pero tampoco
con un mayor cierre de la economía. Por otra parte, el transitorio aumento
de los cocientes entre 1977 y 1981 no logró amortiguar en nada el pobrísimo
desempeño relativo del PIB per cápita argentino entre 1975 y 1990. En
cambio, el período más reciente del no retraso (desde 1990) coincide con
un significativo aumento de ambas ratios M+X/PIB.
La ratio X/X mundo muestra (Gráfico 2.1.1.2) un corte que se asemeja
a una discontinuidad, al caer en solo cinco años (1948-1952) de cifras
cercanas al 3 % al 0,8 %. Desde entonces (principios de la década de 1950),
este indicador no cesó de bajar hasta alcanzar entre 1975 y 1987 mínimos
5
Un método consistió en tomar las estadísticas de exportaciones e importaciones en dólares, reexpresarlas
en dólares de 1990 y compararlas con las estimaciones del PIB realizadas en la misma moneda por Angus
Maddison. La otra serie de M+X/PIB surge de las cuentas nacionales expresadas en pesos a precios cons-
tantes de 1993.
6
Las diferencias se explican por los distintos tipos de cambio empleados para convertir, en un caso y otro,
el PIB de pesos a dólares y las exportaciones e importaciones de dólares a pesos.
Capítulo 2 / 67
Gráfico 2.1.1.2. El retraso de la Argentina y la ratio Exportaciones/
Exportaciones mundiales, 1913-2009
1,00 3,50
0,90 3,00
0,80 2,50
0,70 2,00
0,60 1,50
0,50 1,00
0,40 0,50
0,30 0,00
1913
1916
1919
1922
1925
1928
1931
1934
1937
1940
1943
1946
1949
1952
1955
1958
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
2006
2009
R-Avanzados X/Xmundo (eje derecho)
Notas y fuentes: R-avanzados: Ídem Gráfico 2.1.1.1. X/X mundo: ratio “Exportaciones
argentinas anuales en dólares corrientes (Ferreres, 2010; Nogués, s/f)/Exportaciones
mundiales anuales en dólares corrientes (OMC)”.
7
Casos como las frutas, en los cuales el factor de producción determinante fue la tierra, fueron las excep-
ciones. Otras industrias pudieron exportar solo en los años de la Segunda Guerra, mientras estaba ausente
la oferta proveniente de los países en conflicto, pero mejores políticas en la posguerra podrían haber con-
ducido a un crecimiento hacia afuera de la manufactura ( J. J. Llach, 1984).
8
Según Díaz Alejandro (1970, p. 256) hacia fines del primer peronismo (1953-1955) el tipo de cambio real
de importación era menos de la mitad del prevaleciente en 1935-1939.
9
Una estimación realizada por Macario (1964, p. 73) sugiere que el arancel promedio era de 151 % (Cf.
Díaz Alejandro, 1970, p. 267). Macario también indica que “en 1959-63 más de la mitad de las mercancías
importadas entraron al país libres de derechos, casi siempre en virtud de franquicias especiales”.
Capítulo 2 / 69
En el mundo desarrollado el “clima” proteccionista y las restricciones
que de él emanaron trascendieron largamente la depresión, ya que se
mantuvieron en vigor durante más de veinte años, hasta bien entrada
la década de 1950. Una manifestación elocuente de esto es que, a pesar
de que el PIB mundial de 1950 era un 44 % mayor que el de 1929, las
exportaciones mundiales eran todavía 12 % menores que las del año anterior
a la crisis. Como resultado, la ratio “Exportaciones/PIB” (X/PIB mundial,
Gráfico 2.1.1.3), que en 1929 era 9 %, bajó al 5,5 % en 1950. El regreso
del multilateralismo y la gradual normalización del comercio internacional
posteriores a la Segunda Guerra, convirtieron a las exportaciones en
un factor de gran dinamismo en la aceleración del crecimiento del PIB
mundial, a punto tal que en 1973 la ratio X/PIB mundial superaba a la de
1929 y era el doble de la de 1950.
16,00%
$ 10.000.000
14,00%
12,00%
$ 1.000.000
10,00%
8,00%
$ 100.000
6,00%
$ 10.000 4,00%
1870 1913 1929 1950 1973 1998
PIB mundial (US$mill, esc. log.) Exportaciones mundiales (US$mill, esc. log.) Ratio Exp/PIB (%, eje derecho)
Notas y fuentes: PIB mundial: PIB mundial en dólares de 1990 para los años indicados
(Maddison, 2010), escala logarítmica. Exportaciones mundiales: Exportaciones mundiales
en dólares de 1990 para los años indicados (Maddison, 2010), escala logarítmica. Ratio Exp./
PIB: cociente % de las variables mencionadas.
10
Como se dijo ya, ratios X/PIB bajas no siempre indican altos niveles de proteccionismo, porque pueden
reflejar las distintas escalas relativas de los mercados internos respecto a los externos. Pero su evolución a
lo largo del tiempo es un buen indicador de los cambios que van ocurriendo en el nivel de proteccionismo
de cada país. Ratios decrecientes indicarían un aumento del proteccionismo y viceversa.
Capítulo 2 / 71
Gráfico 2.1.1.4. Participación de las exportaciones de la Argentina, Brasil y Chile
en el total mundial, 1929-1998
1,2%
1,0%
0,8%
0,6%
0,4%
0,2%
0,0%
1929 1950 1973 1998
Exp. arg. / Exp. mundiales (%) Exp. brasileras / Exp. mundiales (%) Exp. chilenas / Exp. mundiales
Notas y fuentes: Exp. arg./Exp. mundiales (%): ratio para los años indicados “Exportaciones
argentinas en dólares de 1990 (Maddison, 2010)/Exportaciones mundiales en dólares de 1990
(Maddison, 2010), en porcentaje”. Las mismas definiciones y fuentes valen para Brasil y Chile.
11%
9%
7%
5%
3%
1%
1929 1950 1973 1998
Notas y fuentes: Argentina: X/PIB (%): Ratio para los años indicados “Exportaciones
argentinas en dólares de 1990 (Maddison, 2010)/PIB argentino en dólares de 1990 (Maddison,
2010)”. Las mismas definiciones y fuentes valen para Brasil y Chile.
Capítulo 2 / 73
Cuadro 2.1.1.1. Ratios Exportaciones/PIB para países y años seleccionados,
1929-1998
64% 1,4%
1,2%
54%
1,0%
44%
0,8%
34%
0,6%
24%
0,4%
14%
0,2%
4% 0,0%
1951
1953
1955
1957
1959
1961
1963
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita argentino/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). X/PIB: Ratio anual “Exportaciones argentinas en
dólares/PIB argentino en dólares” (CEPAL). X/X mundo: Ratio anual “Exportaciones
argentinas en dólares/Exportaciones mundiales en dólares” (OMC).
Capítulo 2 / 75
economía no conduce a un deterioro del desempeño del PIB per cápita
brasilero en relación con el mundo avanzado. Le sigue luego una fase de
dieciséis años (1969-1985), en la cual se recupera la ratio X/PIB del 4 %
al 9 % en coincidencia con un muy buen desempeño de su PIB per cápita
en relación con el mundo avanzado, ya que entre 1968 y 1980 ella pasa del
22 % al 32 %. Viene luego una tercera fase (1987-1999) de baja en la ratio
X/PIB, en la que esta se ubica en torno del 6 % mientras que el PIB per
cápita vuelve a retroceder al 23 % del de los países avanzados. La fase final,
ya en el siglo XXI, muestra una llamativa mejora en los indicadores de
apertura que, si bien no ha logrado hasta el momento mejorar el PIB per
cápita de Brasil respecto del mundo avanzado, sí ha logrado, y de modo
análogo a lo observado en la Argentina, detener el largo retroceso iniciado
a principios de la década del ochenta.
29%
2,0%
24%
1,5%
19%
1,0%
14%
0,5%
9%
4% 0,0%
1951
1953
1955
1957
1959
1961
1963
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
Notas y fuentes: Las mismas que para el caso de la Argentina (Gráfico 2.1.1.6).
75%
0,30%
65%
0,25%
55%
0,20%
45%
0,15%
35%
0,10%
25%
15% 0,05%
5% 0,00%
1951
1953
1955
1957
1959
1961
1963
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
Notas y fuentes: Las mismas que para el caso de la Argentina (Gráfico 2.1.1.6).
Capítulo 2 / 77
no retrasarse respecto del resto del mundo11. En el caso de la
Argentina se observa que los principales períodos de no retraso
han coincidido con altos o moderados niveles de apertura, como
hasta la década del treinta y desde 1991. Incluso el período
de no retraso de 1964-74 probablemente fue posible porque
la economía argentina dejó de cerrarse. Comportamientos
análogos se observan en buena parte de la historia económica
contemporánea de Brasil y Chile.
11
Se destacan en cursiva los factores que más claramente aparecen asociados al retraso o el no retraso de la
Argentina y en cursiva y negrita las principales conclusiones obtenidas del análisis de las hipótesis.
12
La expresión “restricción externa” aludía a la posibilidad de que el volumen y el valor de exportaciones no
crecieran al ritmo necesario como para satisfacer la demanda de divisas resultante de la diversificación de
las actividades y, especialmente, de la industrialización sustitutiva de importaciones.
13
Trigo, maíz, sorgo, soja, lino y girasol.
2.1.2.1. Agricultura
El Grafico 2.1.2.1 muestra la evolución del área sembrada con los
principales cultivos de cereales y oleaginosas, los rindes en toneladas por
hectárea y el volumen de la producción agregada de estos mismos cultivos.
Las diversas etapas del desarrollo agrícola y su correlación con las etapas
del retraso de la Argentina se muestran en los cuadros 2.1.2.1 y 2.1.2.2.
Gráfico y cuadros muestran que los tres períodos de “no retraso”
(hasta 1934; 1964-1974 y 1990-2008) coinciden con producción de granos
en rápido aumento (entre 3,7 % y 6 % anual), en tanto que los dos períodos
de “retraso” (1934-1964 y 1974-1990) coinciden con producción de granos
en moderado aumento (entre 0,2 y 1,9 % anual). Cabe notar que la fuente
del crecimiento de la producción fue variando a lo largo del tiempo. Hasta
mediados de la década de 1930 el principal factor que explica el aumento
de la producción es la expansión del área cultivada. Esta cayó luego en
términos absolutos entre 1940 y 1951, lo que se tradujo también en una
caída de la producción, ya que hasta mediados de la década de 1950 el
aumento de la productividad fue lento (1 % anual). A partir de fines de esta
década y hasta comienzos de la de 1990, el aumento de la productividad
(o “rindes” en la terminología rural) reemplaza a la expansión del área
cultivada. Esta se recupera a un ritmo cercano al 1 % por año, en tanto que
la productividad aumenta entre 0,5 y 3,6 % por año. En la última etapa de
“no retraso”, desde 1990, el área cultivada y los rindes crecen en paralelo y
muy rápido (3,3 % y más de 2,5 % anual, respectivamente), lo que da como
resultado un crecimiento de la producción “récord” de casi 6 % anual.
Capítulo 2 / 79
Gráfico 2.1.2.1. El retraso de la Argentina y el desarrollo agrícola, 1900-2008
1,00
0,90
2,80
0,80
0,70 2,30
0,60
1,80
0,50
0,40
1,30
0,30
0,20
0,80
0,10
NR NR NR
0,00 0,30
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
PIB per capita Arg/Avanzados Mill de tns - eje izq. x 100
Rinde en tns./ha. - eje der. Mill de has. cultivadas - eje der. x 10
Notas y fuentes: a) Definiciones. PIB per cápita Arg./Avanzados: Ratio anual “PIB per cápita
argentino/PIB per cápita promedio países avanzados” (Maddison, 2010). b) Mill. de tns.:
Millones de toneladas de trigo, maíz, sorgo, soja, girasol y lino cosechadas anualmente. Mill.
de has. cultivadas: Millones de hectáreas sembradas anualmente con trigo, maíz, sorgo, soja,
girasol y lino. Rinde en tns./ha.: Ratio anual “Millones de toneladas de trigo, maíz, sorgo,
soja, girasol y lino cosechadas/Millones de hectáreas sembradas con trigo, maíz, sorgo, soja,
girasol y lino”. c) La fuente de todos los datos agropecuarios es Ferreres (2010).
2.1.2.2. Ganadería
Las estadísticas ganaderas se presentan en el Gráfico 2.1.2.2.
Relacionando la faena anual de vacunos con la estadística del stock
ganadero, se obtuvo el cociente denominado “tasa de extracción”, el cual,
una vez corregido por la variación del stock, es una buena proxy de la
eficiencia de la actividad ganadera, no en relación con el uso de tierra, pero
sí en materia de preñez, parición y otros aspectos del manejo de rodeos
que pueden permitir faenar porcentajes crecientes del stock sin implicar
su caída o liquidación.
Capítulo 2 / 81
Entre la primera década del siglo XX y fines de los años 20, la tasa de
extracción (promedio móvil de 5 años) creció de un orden del 16 % a un
orden del 22 % sin afectar el stock, que de hecho no dejó de crecer. Stock
y productividad en alza se tradujeron en una importante suba de la faena,
que se duplicó de 3,5 millones a 7 millones de cabezas por año.
La caída de la tasa de extracción entre 1943-1944 y 1954-1955 podría
asociarse a una caída de la productividad, pero al ajustarla por un stock
que crece fuertemente, parece más la consecuencia de la decisión de
los propietarios de aumentar sus rodeos ante la rebaja y el posterior
congelamiento de los arrendamientos que impusieron el gobierno militar
de 1943 y luego el peronismo. La caída del área cultivada con granos y
oleaginosas entre 1940 y 1952 –claramente visible en el Gráfico 2.1.2.1–
coincide con la aceleración del crecimiento del stock ganadero, que entre
1945 y 1956 pasó de 34 a 44 millones de cabezas.
Otro ciclo de baja “extracción” y suba del stock ocurre entre 1963 y 1977,
pero en este caso en coincidencia con el auge de la agricultura. Finalmente,
la tasa de extracción relativamente alta (25-26%) posterior a 1980 no
reflejaría mayor eficiencia, sino un stock que, entre 1977 y la primera
década del siglo XXI, declinó en diez millones de cabezas, desplazado por
la explosión de las áreas sembradas. En paralelo, se estanca la faena. Se
comprobaría que la revolución agrícola de los últimos veinte años fue en
parte a expensas del desarrollo ganadero.
60
25%
50
40
20%
30
20
15%
10
0 10%
1908
1911
1914
1917
1920
1923
1926
1929
1932
1935
1938
1941
1944
1947
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
2010
Stock ganadero (mill. de cabezas) Faena de vacunos (mill de cabezas) Faena/Stock (%, eje derecho)
Capítulo 2 / 83
satisfacer la demanda de divisas resultante de la diversificación económica
y, especialmente, de la industrialización sustitutiva de importaciones.
Es probable que el auge de esta idea se haya originado en dos conceptos
erróneos. Uno tuvo que ver con la dinámica del ciclo ganadero dado que,
a diferencia de la agricultura, la ganadería sí muestra una inelasticidad
precio de la oferta a corto plazo, por razones que no son económicas sino
biológicas, pues producir un novillo gordo lleva más de dos años. Fue un
claro error trasvasar a la economía un hecho de la biología. La otra idea,
más extendida, puede haber sido una imagen del sector agropecuario como
integrado por una clase rentista, “oligárquica”, sin vocación inversora
capitalista y, por ello, responsable de la escasez de divisas o restricción
externa.
Como una profecía autocumplida, el mismo “sesgo antiexportador” del
proteccionismo y otras medidas controversiales, como el congelamiento
de los arrendamientos, quebraron la tendencia ascendente del crecimiento
agropecuario, especialmente en el subsector agrícola. Obviamente, el
pobre desempeño del sector hasta la segunda mitad de la década de 1950
no hizo sino alimentar la noción de una “restricción externa” asociada al
preponderante rol del agro en las exportaciones.
100
10
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Volumen de la producción agrícola (log; 1908=100) Exportaciones en dólares de 1990 (log; 1908=100)
Volumen de la producción ganadera (log; 1908=100)
Capítulo 2 / 85
positivo de la expansión de la producción agrícola sobre el desempeño
exportador agregado.
2.1.2.4. Conclusiones
La estadística analizada muestra que la oferta agropecuaria no es ni
ha sido rígida o inelástica a los precios y que, por el contrario, el sector
se caracteriza por un notable dinamismo. Así, la extracción de recursos
del sector mediante políticas arancelarias, cambiarias y tributarias,
para ser invertidos en la industria u otras actividades urbanas, le habría
hecho perder a la Argentina importantes oportunidades de crecimiento.
El Gráfico 2.1.2.4 muestra cómo el primer período de retraso notable del
PIB per cápita argentino respecto al de los países avanzados –los treinta
años que van desde 1934 hasta 1963– sigue con algún rezago a un lapso
de duración parecida durante el cual la productividad media del sector
agropecuario permaneció –por los motivos ya expuestos– relativamente
estancada, a saber, desde fines de la década del veinte hasta mediados de la
década del cincuenta. Análogamente, la visible recuperación del dinamismo
agropecuario ya a partir de 1956 puede haber jugado un rol, también con
algún rezago, en la mejoría del desempeño relativo del PIB per cápita
argentino que tuvo lugar entre 1964 y 1974. Si bien no fue suficiente para
moderar el catastrófico desempeño del crecimiento ocurrido entre 1975 y
1990, sí vuelve a aportar a la relativa mejora de las últimas dos décadas.
270
0,90
250
0,80
230
0,70 210
190
0,60
170
0,50
150
0,40
130
0,30
110
0,20 90
1908
1911
1914
1917
1920
1923
1926
1929
1932
1935
1938
1941
1944
1947
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
2010
R-avanzados Productividad del Sector Agropecuario (1908=100; pr. movil 3 años, eje derecho)
Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita argentino/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). Productividad del Sector Agropecuario (1908=100;
promedio móvil 3 años): Promedio simple de los números índices anuales base 1908=100 de
la productividad agrícola (toneladas cosechadas/hectáreas sembradas) y de la productividad
ganadera (faena/stock). Fuente: Cálculos propios sobre la base de las cifras de producción,
áreas sembradas, faena y stock de Ferreres (2010).
Capítulo 2 / 87
2.1.3. Estatismo
Históricamente, la teoría económica ha asignado al Estado el rol de
proveer soluciones ante las fallas de mercado, es decir, situaciones en
las que la asignación de recursos surgida del mercado no es la óptima.
Casos tradicionales de fallas de mercado son los bienes públicos, donde
ningún privado estaría dispuesto a prestar un bien o servicio, por esencial
que fuera para la sociedad, porque no recuperaría la inversión. Otro caso
muy relevante es el desarrollo de formas de mercado monopólicas o
cuasimonopólicas. La teoría económica muestra también que, aun en el
caso de los bienes y servicios total o parcialmente públicos, el rol esencial
del Estado es asegurar la prestación, y puede recurrir a la tercerización
o privatización con buenos marcos regulatorios. Muchas de las funciones
que hoy ejercen los Estados consisten en la producción o prestación de
bienes o servicios total o parcialmente públicos, en un amplio espectro que
va desde la educación hasta la defensa nacional, y desde el combate de
endemias y epidemias hasta las relaciones exteriores. De acuerdo con la
hipótesis del estatismo excesivo, la intervención del Estado por encima de
la que surge de las fallas de mercado, y ya sea por exceso de funciones
o de regulaciones, implica una asignación ineficiente de los recursos que
repercute negativamente sobre el crecimiento de largo plazo.
Esta hipótesis ha destacado diversas consecuencias negativas del exceso
de estatismo para el crecimiento de largo plazo. Por ejemplo, regulaciones
excesivas pueden llevar a una distorsión de los precios relativos de la
economía con asignaciones no óptimas de recursos. El caso más obvio es el
de los controles de precios en mercados competitivos. El proteccionismo,
por su parte, puede reducir los incentivos a la inversión y la producción, al
incrementar el poder de mercado de las firmas locales que pasan así a tener
capacidad de influir en sus precios. La excesiva regulación también puede
generar incentivos a asignar muchos recursos a la búsqueda de rentas (rent
seeking), esto es, a la obtención de ganancias mediante la consecución
de subsidios u otro tipo de beneficios del Estado. Esto puede conducir
a una caída de la inversión real o de la eficiencia de la inversión, por un
Capítulo 2 / 89
motivos del aumento a largo plazo del gasto público, y dio lugar a lo que
hoy se conoce como “Ley de Wagner” (Wagner, 1967).
En nuestro país, sin embargo, el aumento no fue parejo o constante,
sino que se dio en escalones. Entre 1921 y 1930 hay una suba que devuelve
la ratio Gasto del gobierno nacional/PIB a los niveles de preguerra (cerca
del 9%), seguida por doce años (1931-1942) durante los cuales la ratio se
mantuvo prácticamente estable en ese nivel. Es decir que, en los años en los
que comienza el primer ciclo de retraso (después de 1933), no existe ni un
gasto público muy elevado, ni tampoco creciente. El siguiente escalón alcista
tiene lugar recién entre 1943 y 1948, año en el que la ratio alcanza un pico de
12,9 %. Desde 1949 hasta 1972 se registra otro largo período de veinticuatro
años donde, en medio de algunos altibajos (mínimo 8,4 % en 1957, máximo
13,6 % en 1959), la ratio se mantiene en torno a un promedio de 11,6 % del
PIB. Desde 1973 hasta 1981 –coincidiendo con el comienzo de otro período
de retraso– el gasto público registra un fuerte envión alcista que lo lleva hasta
17,1 % del PIB, o 30,9 % del PIB si se incluyen los gastos de los gobiernos
locales. Este nivel, sin embargo, no se sostiene y siguen de inmediato ocho
años (hasta 1990) en los cuales ambas ratios retroceden hasta llegar en 1990
al 11 % y 22,5 % del PIB, respectivamente. Los últimos escalones ascendentes
ocurrieron a partir de 1991, en los años en los que el PIB per cápita argentino
dejó de retrasarse. Un primer pico (del 15,5 y 30,7 % del PIB) se alcanzó en
2001 y otro aún mayor en 2009 (21,5 y 33,5 % del PIB).
1,0 40
35
0,9
30
0,8
25
0,7
20
0,6
15
0,5
10
0,4
5
0,3 0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados Gobierno nacional y locales (eje derecho) Gobierno nacional (eje derecho)l
Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita chileno/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). Gobierno nacional y subnacionales: Ratio “Gasto anual
del sector público no financiero consolidado/PIB argentino de cada año”, en porcentaje
(Ferreres, 2010 y Ministerio de Economía). Gobierno nacional: Ratio “Gasto anual de la
administración nacional/PIB argentino de cada año, en porcentaje” (las mismas fuentes que
en la variable anterior).
Capítulo 2 / 91
Sin embargo, el análisis realizado hasta aquí no exime
totalmente de responsabilidad al crecimiento del gasto público
en la cuestión del retraso de la Argentina. Por un lado, la escasez
y debilidad de las instituciones estatales de control dieron como
resultado un gasto que, con frecuencia, tuvo un pobre récord
de eficiencia. Por otro lado, si bien el aumento del gasto público
fue moderado, el subdesarrollo del mercado de capitales
doméstico y la falta de independencia del Banco Central dieron
como resultado una frecuente y excesiva financiación del
gasto público con emisión de dinero y/o de deuda pública, que
provocaron inflación y/o “crowding out” en escalas que –como
se muestra en otras secciones– efectivamente dificultaron el
desarrollo de la economía.
60,0
55,0
50,0
45,0
40,0
35,0
30,0
25,0
20,0
15,0
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
Australia Canadá N.Zelandia
Notas y fuentes: Ratios “Gasto anual del sector público consolidado/PIB de cada año de
varios países”. Fuentes: Argentina, Ministerio de Economía; restantes países, OCDE.
Capítulo 2 / 93
Genéricamente, las amenazas sobre los derechos de propiedad pueden
ir desde la mera imposición de gravámenes o tributos, hasta la expropiación
o la confiscación lisa y llana. Las confiscaciones son medidas extremas y las
expropiaciones, que conllevan normalmente pagos o compensaciones, son
algo más comunes. Mucho más frecuentes, sin embargo, son las amenazas
implícitas en una gran variedad de actos del príncipe capaces de alterar los
incentivos arriba mencionados y reducir la tasa de crecimiento. Pueden
mencionarse leyes, decretos y cualquier otro tipo de norma o regulación
disponiendo controles de precios, de alquileres o de arrendamientos;
topes a las tasas de interés; alteraciones varias en los contratos entre
acreedores y deudores; prohibiciones o limitaciones diversas al comercio
de bienes y monedas; monopolios estatales, impuestos discriminatorios
y/o distorsivos, etcétera.
Pese a contar con una Constitución que garantiza expresamente
los derechos de los individuos, entre ellos el de “usar y disponer de su
propiedad”14, la Argentina tiene una nutrida historia de intervenciones
estatales disruptivas en la economía. Salvo contadas excepciones, los jueces
no han disputado la constitucionalidad de estos actos, considerándolos
legítimos y propios de los poderes legislativos y ejecutivos15.
Lamentablemente, y salvo por el caso que se analizará de inmediato,
en esta materia no ha sido posible hallar variables cuantitativas que,
comparándolas en el tiempo o con otros países, permitieran relacionarlas
con el retraso de la Argentina.
14
Artículo 14 de la Constitución de la Nación Argentina, en línea con los de casi todas las constituciones
liberales del siglo XIX.
15
En muchos casos los jueces han fallado inspirados en la doctrina que cuestiona la propiedad como
derecho absoluto, atribuyéndole una función social, doctrina en su momento incorporada a la Constitu-
ción de 1949. Si bien esta Constitución fue derogada en 1957, la doctrina prevaleció en buena parte de la
jurisprudencia y en normas de jerarquía inferior.
16
Debido a este fenómeno, la variable empleada por Sanz Villarroya arroja la paradoja de que la confianza
en los derechos de propiedad habría sido mayor en 1980, tras treinta años de alta inflación, que en 1938,
tras igual cantidad de años de estabilidad de precios.
Capítulo 2 / 95
Por lo dicho, como variable independiente indicativa de la percepción del
derecho de propiedad en la Argentina se utiliza el agregado monetario
M3 (depósitos bancarios más dinero circulante o billetes) en relación
con el PIB.
17
En dicho año (1975), así como en otros más recientes, diversas restricciones impuestas a la compra de
divisas para la cancelación de obligaciones financieras obligaron a numerosas firmas a renegociar sus
términos con los acreedores.
Capítulo 2 / 97
de la década del sesenta y principios de la del setenta– que reconocían la
irrealidad de los créditos, las deudas y otros contratos a mediano o largo
plazo nominados en moneda de poder adquisitivo declinante. La prepotente
actitud de los sucesivos poderes ejecutivos frente a la Corte Suprema
de Justicia desde 1947 en adelante tampoco contribuyó a proyectar una
imagen de firmeza en la defensa de este y otros derechos de propiedad
(Gallo y Alston).
El descenso de la deuda pública y la estabilidad monetaria de las
primeras décadas del siglo XX fueron acompañados por un significativo
aumento de las tenencias de dinero y depósitos en bancos (M3), que pasó
del orden del 25 % del PIB (en 1900) a más del 40 % del PIB en la década
de 1920. Tras sufrir varios altibajos durante las décadas de 1930 (crisis
mundial) y de 1940 (Segunda Guerra Mundial), la variable se mantuvo en
el entorno al 40 % del PIB hasta 1955.
El hecho que la demanda por M3 se mantuviera elevada al menos
una década después del comienzo de la inflación sistemática (1945) pudo
deberse a que la población fue víctima del fenómeno conocido como
“ilusión monetaria”, y demoró en comprender la realidad de la inflación
(Gráfico 2.1.4.1). Pero en 1956 comenzó una caída que no se detuvo hasta
1962: el M3 retrocedió hasta el 19,8 % del PIB. A partir de tan bajo nivel y
coincidiendo con el desempeño relativamente bueno del PIB per cápita en
los mismos años, entre 1963 y 1974, hubo alguna recuperación del M3, pero
luego de 1975 la variable entra en una zona de gran volatilidad, empujada
hacia arriba por las altas tasas de interés resultantes de los diversos planes
estabilizadores (“Tablita”, “Austral”, “Primavera”, “Convertibilidad”, etc.),
y hacia abajo por las numerosas explosiones inflacionarias. El hecho de
que en los últimos cincuenta años (1960-2010) el M3 nunca haya superado
el 35 % del PIB (promediando un 25 % y con mínimos de 12 %) podría
interpretarse como un quiebre de la confianza en los derechos de propiedad
en comparación con la primera mitad del siglo XX.
La coincidencia entre las fases de desmonetización y de retraso relativo
del PIB per cápita no es estricta, aunque sí bastante aproximada. La larga
fase de retraso iniciada a mediados de la década de 1930 (1934-1963), por
Capítulo 2 / 99
Gráfico 2.1.4.1. El retraso de la Argentina y las tenencias de dinero y depósitos
en bancos (M3), 1900-2008
1,00 0,50
0,90
0,45
0,80
0,40
0,70
0,35
0,60
0,30
0,50
0,25
0,40
0,20
0,30
0,15
0,20
0,10 0,10
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
2010
R-avanzados M3/PIB (eje derecho)
Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita argentino/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). M3/PIB: Ratio anual “M3 (billetes en circulación,
depósitos en bancos a la vista y a plazo fijo)/PIB argentino” (Ferreres, 2010).
18
Tal como el caso de la Argentina, los años de la Segunda Guerra Mundial –en los que el M3/PIB y las
ratios de PIB per cápita se mueven en direcciones opuestas– no sirven a los efectos de estas comparaciones.
Por un lado, los M3/PIB crecieron forzosamente al no poder nuestros países aplicar a importaciones los
ingresos de moneda extranjera provenientes de las exportaciones; por otro lado, las ratios de PIB per cápita
cayeron extraordinariamente debido al anormal aumento de los PIB de las potencias militares en guerra.
0,35 1,40
1,20
0,30
1,00
0,80
0,25
0,60
0,40
0,20
0,20
0,15 0,00
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
2010
Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita brasilero/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). M3/PIB: Ratio anual “M3 (billetes en circulación,
depósitos en bancos a la vista y a plazo fijo)/PIB brasilero” (IPEA data, Instituto de Pesquisa
de Economía Aplicada).
Capítulo 2 / 101
En síntesis, en el caso del Brasil, sobre todo al observar el período 1968-
1980, el valor del M3/PIB como variable proxy del respeto de los derechos
de propiedad y explicativa de la performance relativa de las economías,
parece menor que en el caso de la Argentina.
Capítulo 2 / 103
sería tomado por los empresarios con una perspectiva de corto plazo que
determinaría una menor inversión en capacitación y, por lo tanto, una
menor productividad.
Se utilizan como variables independientes el salario mínimo sobre
el salario promedio (SM/P) y la incidencia de las llamadas cargas
sociales sobre los salarios (contribuciones de los empleadores y aportes
obligatorios de los trabajadores).
La estadística disponible no abona la hipótesis de que la fijación del
salario mínimo legal (respecto a los salarios medios) haya constituido un
factor distorsivo en este mercado. La ratio entre el salario mínimo y el
promedio muestra grandes oscilaciones esencialmente ligadas a la tasa de
inflación. El gráfico 2.1.5.1 muestra claramente cómo el salario mínimo ha
tendido a retrasarse en las fases de aceleración de la inflación, retraso que
se modera en las fases de desaceleración. Como en otra sección de este
capítulo se muestra que el indicador de retraso relativo del PIB per cápita
tiene una fuerte asociación con la tasa de inflación, no llaman la atención
los siguientes hechos: 1) la coincidencia del subperíodo de no retraso 1963-
1974 con las ratios más altas de la serie (salario mínimo cerca del 40 %
del salario medio industrial); y 2) que el subperíodo de no retraso que
comienza en 1991 coincida con una importante recuperación de la ratio
Salario mínimo/Salario promedio (en 1993-1994 y en 2004-2005).
Por el contrario, el Gráfico 2.1.5.2 muestra una notable asociación
entre crecimiento de las cargas sociales (contribuciones y aportes) sobre
los salarios y el retraso del PIB per cápita argentino respecto del de los
países avanzados. Después de permanecer en niveles no superiores al 11 %
y 13 % hasta 1941, estas cargas se elevan al 20 % en 1943 y luego, en saltos
que corresponden a los años 1952, 1957, 1964-1965 y 1971-1976, llegan a
valores cercanos al 50 %, y se mantienen muy altos hasta mediados de la
década de 1990. En esta larga fase de alzas en las cargas sociales, hubo
dos intentos de reducirlas. Uno tuvo lugar entre 1968 y 1974, cuando se
redujeron los aportes de los trabajadores y el período fue de no retraso.
Esta reducción fue parcialmente compensada por aumentos en las
contribuciones de los empleadores, y luego revertida entre 1975 y 1976.
Gráfico 2.1.5.1. Salario mínimo como porcentaje del salario promedio industrial
e inflación minorista. Argentina, 1965-2010
50% 300%
45,9%
45%
250%
40%
37,7%
200%
35%
30% 150%
25%
24,2%
100%
20%
50%
15%
11,6%
10% 0%
1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
Capítulo 2 / 105
Por otra parte, cuando se compara la protección al empleo otorgada
por las leyes laborales argentinas (restricciones y costos del despido,
seguros de desempleo) respecto a la que se observa en otros países (Cuadro
2.1.5.1), la Argentina aparece aproximadamente en la mitad del ranking, lo
que indicaría que, en promedio, las distorsiones legales en el mercado de
trabajo no pueden computarse como un factor decisivo en el retraso del
crecimiento de nuestro país.
60 1,0
0,9
50
0,8
40
0,7
30
0,6
20
0,5
10
0,4
0 0,3
1904
1907
1910
1913
1916
1919
1922
1925
1928
1931
1934
1937
1940
1943
1946
1949
1952
1955
1958
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
Total (% del salario) Aportes del Trabajador Contribuciones del Empleador R-avanzados (eje der.)
Italia 20 43,4
España 19 34,9
Portugal 18 26,8
Bélgica 17 50,4
Austria 16 34,6
Alemania 15 22,0
Francia 14 51,7
Suecia 13 36,6
Irlanda 12 11,6
Noruega 11 15,9
Finlandia 10 27,7
Argentina 9 26,0
Holanda 8 17,9
Japón 7 14,7
Reino Unido 6 10,8
Suiza 5 17,6
Dinamarca 4 3,6
Australia 3 20,7
Canadá 2 12,6
Nueva Zelanda 1 3,0
Estados Unidos 0 10,0
Brasil … 40,9
Chile … 3,8
México … 26,1
Uruguay … 15,6
Notas y fuentes: Para el ranking, Gerchunoff y Galiani (2003), quienes trabajaron sobre
un documento de la OCDE y agregaron su propia estimación para la Argentina. Para los
impuestos y contribuciones patronales sobre la nómina salarial, Banco Mundial (2010).
Capítulo 2 / 107
2.2. Hipótesis macroeconómicas
2.2.1. La volatilidad
Capítulo 2 / 109
dado que el retraso de la Argentina podría haberse dado, por ejemplo, con
un patrón de deterioro secular, sin caídas tan bruscas. Mirando el largo
plazo, sin embargo, es insuficiente la evidencia para postular una estrecha
asociación entre volatilidad macro y retraso en la Argentina, por lo que es
bueno recurrir a la comparación internacional.
1.20 20.00
15.00
1910
1.00
10.00
0.80
5.00
1910, 1.87
0.60 -
-5.00
0.40
-10.00
0.20
-15.00
0.00 -20.00
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Notas y fuentes: Desvío de la tasa de crecimiento de cada año respecto de la de largo plazo.
Fuente: PIB per cápita de Maddison (2010).
Cuadro 2.2.1.1. La volatilidad del PIB per cápita. La Argentina, Brasil, Chile,
Uruguay y los países avanzados, 1900-2008
Subas o Desvío Desvío Rango Desvío
Rango de
caídas > máximo mínimo máximo- estándar
volatilidad
/5 %/ (%) (%) mínimo (%)
Argentina 3 14 14,8 -14,3 -29,0 5,3
Brasil 4 5 8,9 -9,8 -18,7 3,8
Chile 1 16 18,9 -23,9 -42,8 7,6
Uruguay 2 13 16,7 -21,1 -37,8 6,7
Avanzados 5 6 7,2 -16,1 -23,3 3,4
Notas y fuentes: Cálculos propios sobre la base de Maddison (2010).
Gráfico 2.2.1.2. La volatilidad del PIB per cápita de la Argentina, Brasil, Chile
y Uruguay. Desvío de la tasa de crecimiento de cada año respecto de la de largo
plazo. 1900-2008
60,0%
40,0%
20,0%
Chile
0,0%
Uruguay
Brasil
Argentina
-20,0%
-40,0%
-60,0%
1901
1904
1907
1910
1913
1916
1919
1922
1925
1928
1931
1934
1937
1940
1943
1946
1949
1952
1955
1958
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
2006
Capítulo 2 / 111
En el Cuadro 2.2.1.2 se agrega evidencia referida al período 1950-2008,
que muestra claramente que la Argentina ha tenido mayor volatilidad tanto
respecto del promedio de los países emergentes como en comparación
con África. Si bien es cierto que el aumento del número de casos tiende a
moderar las variaciones extremas, es de todos modos relevante la mayor
volatilidad de la Argentina respecto sobre todo de África, el continente que
menos creció en el período indicado.
Cuadro 2.2.1.2. La volatilidad del PIB per cápita. Argentina, los países
emergentes y África, 1950 y 2008
19
Ver la sección 2.1.4.1.1.
Capítulo 2 / 113
2.2.2.1. El déficit fiscal
0.00
0.80
-2.00
1910, -2.23
0.60 -4.00
-6.00
-10.00
0.20
-12.00
0.00 -14.00
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Res. Fiscal R-avanzados
Notas y fuentes: R-avanzados, sobre la base de Maddison (2010). Resultado fiscal del sector
público nacional, después de intereses y en % del PIB; 1900-2006: P. Gerchunoff y L. Llach
(2006); 2007-2009: Ministerio de Economía, excluyendo las transferencias del BCRA al
Tesoro.
Capítulo 2 / 115
No puede establecerse pues una asociación entre el coeficiente de
endeudamiento y el retraso del país. En lógica analogía con lo hallado
para el déficit fiscal, lo que sí aparece más claro es que algunos
de los saltos en el coeficiente de endeudamiento estuvieron
asociados a una aceleración del retraso, tal como ocurrió desde
mediados de la década del treinta y desde mediados de la década del
setenta. En esta última década, se observan fenómenos análogos en Brasil,
Chile y Uruguay.
Para comprender estos fenómenos, es importante recordar la
información de la relación entre el gasto público y el PIB presentada antes,
porque ha sido muy frecuente en la Argentina que, ante circunstancias
externas favorables, tanto comerciales (términos del intercambio) como
financieras (entradas de capitales), se produjeran aumentos significativos
de la relación gasto público/PIB que luego no pudieron financiarse al
cambiar las circunstancias mencionadas, lo que dio lugar a crisis fiscales y
macroeconómicas (J. J. Llach, 1987).
160.0
1910 154.9
1.00
140.0
100.0
0.60
80.0
0.40 60.0
40.0
0.20
20.0
0.00 0.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Notas y fuentes: Deuda pública en % del PIB, Ferreres (2010). Deuda pública en % del PIB,
FMI: Historical Public Debt Database.
Capítulo 2 / 117
Para analizar las hipótesis monetarias, se utilizan como variables
independientes las tasas de inflación minorista y mayorista (IPC, IPM
[Índice de Precios Mayoristas]), y para estudiar la desmonetización
y la desintermediación financiera, se usan la proporción de M1 y M3
sobre el PIB. M1 es el dinero en circulación más los depósitos a la vista
en los bancos y M3 incluye, además, los depósitos bancarios a corto y
largo plazo. Para simplificar la presentación se incluyen solo los análisis
referidos al índice de precios al consumidor.
2.2.3.1. La inflación
Se analizó también el comportamiento de los precios mayoristas, cuya presentación se omite por no
20
mostrar diferencias con el del IPC respecto de su asociación con el retraso de la Argentina.
1910 250.0
1.00
200.0
0.80
150.0
1974
0.60
1943
1959, 113.7 100.0
0.20
0.0
0.00 -50.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Inflacion minorista R-avanzados
Notas y fuentes: R-avanzados sobre la base de Maddison (2010). IPC: Ferreres (2010) sobre
la base de INDEC.
Capítulo 2 / 119
Gráfico 2.2.3.2. El retraso de Brasil y la inflación (IPC), 1945-2008
0.35 300
0.33
250
0.31
0.29
200
0.27
0.25 150
0.23
100
0.21
0.19
50
0.17
0.15 0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Inflacion minorista R-avanzados
Notas y fuentes: R-avanzados sobre la base de Maddison (2010). Inflación Brasil: IPEAD
data y CEPAL (2009).
0.9
1910 110
0.8
0.7 90
0.6
70
0.5
1943
1974 50
0.4
1971, 23.9530889
0.3 30
0.2
10
0.1
0 -10
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Notas y fuentes: R-avanzados sobre la base de Maddison (2010). Inflación Uruguay: CEPAL
(2009).
Capítulo 2 / 121
Gráfico 2.2.3.4. El retraso de la Argentina y la desmonetización (M1/PIB),
1900-2008
1.20 35.0
1910 30.0
1.00
25.0
0.80
20.0
0.60
15.0
0.40
1990, 0.33 10.0
0.20
5.0
0.00 -
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-avanzados M1
21
Sobre la base de una comparación internacional, Alan Taylor (1992) argumenta que la escasez de aho-
rro, originada a su vez en una baja relación entre población activa y población total, llevó a depender en
exceso del ahorro externo e hizo más vulnerable a la economía argentina. Esta conclusión no necesaria-
mente se opone a la aquí obtenida, en tanto ella se refiere a períodos económicos específicos.
Capítulo 2 / 123
Gráfico 2.2.4.1. El retraso de la Argentina y el coeficiente inversión/PIB a
precios constantes, 1900-2008
1.20
47
1.00 42
37
0.80
32
27
0.60
22
0.40
17
12
0.20
0.00 2
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados IBIF K/PIB
Capítulo 2 / 125
Gráfico 2.2.5.1. El retraso de la Argentina y el resultado de la cuenta corriente
del balance de pagos/PIB, 1900-2008
1.20 10.00
1910
1.00
5.00
0.80
0.00
0.60
-5.00
0.40
1990
-10.00
0.20
0.00 -15.00
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Insolvencia Externa R-avanzados
Capítulo 2 / 127
2.3.1. El deterioro de los términos del intercambio y la estructura
de las exportaciones
22
Referido a ámbitos geográficos más amplios y con aspiraciones teóricas más ambiciosas, el enfoque tomó
la forma de la tesis del intercambio desigual, desarrollada principalmente por Emmanuel (1972). Uno de
sus argumentos principales es que el aumento de los salarios en los países imperialistas afecta adversa-
mente los términos del intercambio que enfrentan los países subdesarrollados (Ver Mantel, 1974, p. 205).
Prebisch incorporó luego parte de estas ideas a su enfoque del deterioro de los términos del intercambio al
sostener la influencia que tenía la capacidad de los asalariados de los países centrales de apropiarse de los
frutos del progreso técnico.
Capítulo 2 / 129
Por otro lado, y vinculado a lo anterior, cuanto mayor sea el plazo, mayores
son los aumentos de productividad que de algún modo medirán el esfuerzo
necesario para hacerse de los respectivos bienes. La segunda dificultad
es que hay diferencias relevantes entre distintas fuentes en cuanto a
la estimación de los términos del intercambio externo (TIE)24. Aquí se
usará la serie de Ferreres (2010), haciendo algún comentario respecto de
diferencias con otras series25.
La validez de la hipótesis del deterioro de los términos del intercambio
requeriría que los períodos de retraso de la Argentina convivieran con
momentos de TIE bajos o decrecientes, y que, por el contrario, la mejora
de esa variable impulsara la recuperación de la ratio del PIB per cápita
de la Argentina. La lectura de los datos no avala la hipótesis en
términos generales, pero sí muestra evidencias favorables
para algunos períodos. El rasgo más notable de los TIE a largo plazo
parece ser más bien la volatilidad. Puede verse en el Gráfico 2.3.1.1 que,
entre 1900 y 1908, la tendencia creciente de los TIE coincidió con la mejora
relativa del PIB per cápita de la Argentina. En cambio, luego de la caída
“natural” ocasionada por la Primera Guerra, y hasta 1987, no se observa
una tendencia declinante de los TIE y, aunque son frecuentes los niveles
bajos coincidentes con el retraso de la Argentina, la asociación entre las
series es débil (coeficiente de correlación = 0,16). Descomponiendo el
período, en cambio, se encuentra un lapso en el que la hipótesis de los TIE
parece corroborada por los datos. Entre mediados de los años treinta y
comienzos de los sesenta, sí se observa una correspondencia fuerte entre
el R de la Argentina y el deterioro de los TIE (coeficiente de correlación =
0,63). Considerando períodos más breves, se encuentran resultados menos
favorables a la hipótesis. Hay períodos de aumento de los TIE y retraso de
la Argentina, tales como la mayor parte de la década del treinta o el período
1958-1963. Y también movimientos en sentido contrario, de caída de los
TIE y no retraso del país, como desde 1996.
24
Lewis y Prebisch en Hadass y Williamson (2003); Williamson, también en Hadass y Williamson (2003);
Blattman, Hwang y Williamson (2004); Williamson (2010); CEPAL, en sus bancos de datos; y P. Gerchu-
noff y L. Llach (2006).
25
La serie de Ferreres entre 1928 y 1985 está tomada de la CEPAL. Para el período 1900-2010, la co-
rrelación entre CEPAL y Ferreres es 0,72; entre Ferreres y Gerchunoff y Llach es 0,68; y entre CEPAL y
Gerchunoff y Llach es 0,79.
1948 150
1908
1.00 1973 2008
140
130
0.80
1929 120
0.60 110
100
0.40
90
1987
1958
80
0.20
1922 70
0.00 60
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados TIE
Fuentes: Elaborado sobre la base del capítulo 1 y los datos de Ferreres (2010).
Tampoco se observa una incidencia clara del nivel de los TIE sobre
el retraso de la Argentina. Por ejemplo, el nivel medio de los TIE de los
años cuarenta y setenta fue alto en términos históricos, no obstante lo cual,
la Argentina se retrasó; el período 1934-1963 fue claramente de retraso
pese a que el nivel de TIE no fue bajo en términos históricos; en fin, con
el mismo nivel de TIE, la Argentina experimentó procesos de no retroceso
tanto en 1964-1974 como en 1991-2008 (Cuadro 2.3.1.1).
Cuadro 2.3.1.1. Los términos del intercambio externo en períodos de retraso (R)
y no retraso (NR), 1900-2010
Capítulo 2 / 131
Uno de los contrastes más significativos con las series alternativas es
que la serie de Williamson –que termina en la Primera Guerra– muestra
que, con la volatilidad del caso, la tendencia desde 1865 hasta entonces
es creciente. Se diferencia en ese punto de todas las demás series, y el
contraste más marcado es con la de CEPAL. Si los datos de Williamson
son correctos, cabría otorgar un papel más relevante a los TIE en el buen
desempeño de la economía argentina hasta la Primera Guerra, y también
en los problemas posteriores tales como la “demora”, un punto relevante
para la hipótesis 2.7.1, tratada más adelante, sobre la excepcionalidad del
crecimiento argentino hasta la Primera Guerra.
Una mirada a los países vecinos ayuda a clarificar más la cuestión. El
Gráfico 2.3.1.2 muestra la evolución de los TIE de la Argentina, Brasil, Chile
y Uruguay desde 1950. Durante este período, los TIE más castigados fueron
los de Brasil, tanto respecto de los niveles iniciales como en comparación
con los otros países. El segundo país más perjudicado por la evolución de
sus TIE fue Uruguay, mientras que solo Chile tuvo una evolución relativa
mejor que la de la Argentina.
De ser cierta la hipótesis de los TIE, debería observarse una mejora
relativa de la Argentina con respecto a Uruguay y Brasil desde 1950, y un
deterioro con respecto a Chile. Sin embargo, al calcular las ratios de PIB
per cápita de la Argentina con respecto a esos países (Gráfico 2.3.1.3) no
se observa un movimiento consistente con el de los TIE. Hasta inicios de
la década del noventa, la Argentina experimentó un período de retroceso
con respecto a Brasil, pese a que el deterioro de los TIE de nuestro país fue
claramente menor. La recuperación relativa a partir de entonces se dio en
un contexto de evolución muy similar de los TIE de ambos países, con lo
que esa variable no parece haber sido clave en el cambio de tendencia.
250
200
150
100
50
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Argentina Brasil Chile Uruguay
Capítulo 2 / 133
Gráfico 2.3.1.3. Ratio del PIB per cápita de la Argentina/PIB per cápita del país
de referencia, 1950-2008
3,50
3,00
2,50
2,00
1,50
1,00
0,50
-
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Brasil Uruguay Chile
Fuente: Capítulo 1.
1.00 90.0
0.80 80.0
0.60 70.0
0.40 60.0
1989
0.20 50.0
0.00 40.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados PP+MOA-OF
Capítulo 2 / 135
retraso. Además, la caída de la participación de los PP y MOA en la cesta
de exportación entre 1975-1990 coincidió con el mayor R argentino. Las
evidencias presentadas son como mínimo contradictorias y no avalan
este componente de la hipótesis de la dependencia.
Capítulo 2 / 137
2.3.2.1. Utilidades y dividendos netos
Por el lado de las UDN, se observa en el Gráfico 2.3.2.1 que entre 1950
y fines de los noventa la tendencia fue de una suba muy moderada, desde
niveles casi nulos hasta 0.5% del PIB (nótese que una suba implica una
pendiente negativa). Durante ese período, el coeficiente de correlación
entre UDN y el retraso R es de 0,78, un valor elevado y en apoyo de la
hipótesis. Desde fines de los noventa la evidencia se vuelve contraria
a la hipótesis, porque aumentan mucho las transferencias y no hay R
(coeficiente de correlación de -0,20). Aunque en 2007 y 2008 se retomó la
correlación positiva entre las series, lo cierto es que en los últimos veinte
años la hipótesis no se cumple. Se resume en el Cuadro 2.3.2.1 el nivel
promedio de UD sobre PIB según períodos de retraso y no retraso. Como
se señaló anteriormente, hasta los noventa la hipótesis muestra cierto
respaldo en los datos, pero no así a partir de entonces27.
0.9 0.0%
0.8
-0.5%
0.7
0.6 -1.0%
0.5
-1.5%
0.4
0.3 -2.0%
0.2 R-Avanzados UD netos
-2.5%
0.1
- -3.0%
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
27
Un elemento a tomar en consideración es que la generación de utilidades y dividendos no es indepen-
diente del crecimiento del PIB ni de su perfil, ya que el pago neto de UD aumentaría a mayor inversión
externa y a mayor crecimiento.
Utilidades y
Evolución Período
Dividendos (% PIB)
NR 1900-1933 …
R 1934-1963 …
NR 1964-1974 -0,2
R 1975-1990 -0,4
NR 1991-2008 -1,0
NR 1991-2010 -1,1
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.2.1.
Capítulo 2 / 139
Gráfico 2.3.2.2. La transferencia neta de utilidades y dividendos como % del
PIB en la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008
3%
2%
1%
0%
-1%
-2%
-3%
-4%
-5% Argentina Brasil Chile Uruguay
-6%
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.
0.9 2%
0.8 1%
0%
0.7
-1%
0.6 -2%
0.5 -3%
0.4 -4%
0.3 -5%
-6%
0.2
R-Avanzados Intereses -7%
0.1 -8%
0.0 -9%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.2.1.
Capítulo 2 / 141
Cuadro 2.3.2.2. Los pagos netos de intereses como % del PIB en períodos de
retraso (R) y no retraso (NR), 1964-2010
Intereses netos
Evolución Período
(% PIB)
NR 1900-1933 …
R 1934-1963 …
NR 1964-1974 -0,4
R 1975-1990 -3,1
NR 1991-2008 -0,3
NR 1991-2010 -0,3
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.2.1.
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.
Capítulo 2 / 143
Gráfico 2.3.2.5. El retraso de la Argentina y la transferencia total de recursos al
exterior como % del PIB, 1900-2008
1,20 2,00
1,00 0,00
0,80 -2,00
0,60 -4,00
0,40 -6,00
0,20 -8,00
0,00 -10,00
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R Transferencias Totales al Exteriorc - CEPAL
5%
3%
1%
-1%
-3%
-5%
-7%
-9%
-11%
-13% Argentina Brasil Chile Uruguay
-15%
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
Capítulo 2 / 145
peso relativo del sector agropecuario –de menores efectos multiplicadores
y reducido dinamismo– y, por otro lado, del insuficiente crecimiento de
los sectores más dinámicos, frecuentemente como resultado de políticas
equivocadas. Otro problema sectorial, se argumenta, es la hipertrofia del
sistema financiero impulsada por elevadas tasas de interés real y agravada
por la naturaleza cortoplacista de dichas inversiones. Esta hipertrofia
derivaría cíclicamente en un desvío de inversiones desde los sectores
productivos al sector financiero, en parte originado en la volatilidad
estructural de la economía por la recurrente aparición de crisis fiscales o
de balance de pagos y las subsecuentes políticas de ajuste. La consecuencia
directa de este fenómeno sería un nivel de inversión en el sector productivo
por debajo del potencial del país, que generaría de esa manera una menor
acumulación de capital y moderaría las posibilidades de crecimiento de
largo plazo de la Argentina.
Capítulo 2 / 147
explicación de esta paradoja es la llamada enfermedad holandesa28, que
consiste en la apreciación de la moneda nacional resultante del influjo
de divisas originado en la expansión de un sector exportador y que da
lugar, a su vez, al crecimiento de los sectores de bienes no comerciados
con el exterior –impulsados también por un típico aumento del gasto
público– y al decrecimiento de los demás sectores de bienes comerciados,
principalmente la industria manufacturera ( Corden y Neary, 1982).
La literatura es frondosa pero no concluyente (Frankel, 2010). En 2007
se creó un instituto especializado en el tema, el Oxford Centre for the
Analysis of Resource Rich Economies (http://www.oxcarre.ox.ac.uk/),
cuyos informes también divergen entre sí. Hay quienes piensan que existe
una clara tendencia a que los países ricos en RRNN padezcan tanto el bajo
crecimiento como los otros males mencionados (Sachs y Warner, 2001;
Collier y Goderis, 2008; Arezki, 2010). Ello resultaría de la enfermedad
holandesa y de una propensión a generar malas instituciones, tanto políticas
como de distribución de la renta de los RRNN, que ahuyentan inversiones
alternativas y refuerzan así la enfermedad. En la vereda casi opuesta, otros
autores sostienen que la “maldición” de los RRNN no es fatal y que depende
crucialmente de la calidad de las instituciones. Un trabajo de tres autores
no casualmente noruegos (Mehlum, Moene y Torvik, 2006) sostiene que, si
bien la abundancia de RRNN aumenta los beneficios políticos de comprar
votos con redistribuciones ineficientes, esto puede evitarse, a punto tal que
la relación negativa entre RRNN y crecimiento casi desaparece cuando
se consideran solo países con buena calidad institucional, medida por
el gobierno de la ley, la calidad de la burocracia, la baja corrupción, un
bajo riesgo de expropiación y el cumplimiento de los contratos públicos
(Lederman y Maloney, 2007). Ploeg (2010) prefiere referirse a la “paradoja
de la abundancia” y señala que el problema no es la dotación de RRNN,
sino la volatilidad macroeconómica inducida por ella (Ploeg y Poelhekke,
28
El término fue acuñado por The Economist al referirse a lo ocurrido en Holanda, cuando la explotación
de los yacimientos de gas del Mar del Norte descubiertos en 1959 tuvo como resultado una apreciación de
la moneda que perjudicó a las industrias manufactureras. Debería llamarse, en verdad, “enfermedad espa-
ñola”, porque el proceso que se dio en España en el siglo XVI con la irrupción del oro y la plata americanos
es el antecedente más claro y contundente al respecto, con las industrias españolas desplazadas por las de
los Países Bajos.
29
Se decidió medir la participación de la economía primaria en el PIB tanto a precios constantes como
corrientes porque la primera medición refleja cambios en la estructura de la economía en términos de can-
tidades, mientras que la segunda incorpora la dimensión nominal, sumamente relevante en una economía
como la Argentina con cambios intensos y frecuentes de precios relativos.
Capítulo 2 / 149
ello coincidió con un mayor retraso del país, también en la dirección de
la hipótesis. Hay, sin embargo, dos períodos que muestran lo contrario.
El primero es durante las décadas del treinta y del cuarenta, cuando se
observó una caída tanto de la participación del sector primario como del
PIB per cápita relativo argentino. El segundo ocurre en lo que va del siglo,
con aumento del sector primario y recuperación del R de la Argentina.
1.20 17.0
1.00 15.0
0.80 13.0
0.60 11.0
0.40 9.0
0.20 7.0
0.00 5.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados PAMK
Capítulo 2 / 151
Gráfico 2.4.1.2. Participación del agro y la minería en el PIB a precios constan-
tes en la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008
30%
25%
20%
15%
10%
5%
Argentina Brasil Chile Uruguay
0%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.
1.2 0.3
1.0 0.25
0.8 0.2
0.6 0.15
0.4 0.1
0.2 0.05
R-Avanzados PAMC
0.0 0
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.
Capítulo 2 / 153
del siglo XXI, un fenómeno muy vinculado a la mejora de las condiciones
de demanda y precios internacionales de los productos primarios.
30%
25%
20%
15%
10%
5%
Argentina Brasil Chile Uruguay
0%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.
30
En otras palabras, si un sector no crece, pero sus precios mejoran con respecto a los del resto de la eco-
nomía, estará en una mejor posición relativa pese a no haber crecido. En términos estilizados, eso es lo que
se pierde en el caso de la medición utilizada a precios constantes y que, de nuevo, subestima los cambios en
la participación del agro y la minería en el PIB.
Capítulo 2 / 155
su participación en el PIB se vea favorecida en un contexto de apertura
comercial, y viceversa.
Se concluye que no hay evidencia favorable para la hipótesis de la
economía excesivamente primaria como factor determinante del retraso
argentino.
1.0
20%
0.8
15%
0.6
10%
0.4
R-Avanzados Industria/PIB 5%
0.2
- 0%
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
Capítulo 2 / 157
Algo de evidencia la puede aportar el comportamiento de otros países de
la región. El Gráfico 2.4.2.231 muestra que el retroceso de la participación de
la industria en el PIB fue un fenómeno común a la Argentina y Chile desde
los años setenta, y también a Uruguay, aunque con un poco de demora con
respecto a los dos primeros. Resulta así que, al menos en el marco del Cono
Sur, la desindustrialización no ha sido específica de la Argentina. En cuanto
a los niveles del PIN industrial a precios constantes se observa que, entre
1950 y 1963, la Argentina mostró una evolución estable de su PIB per cápita
relativo al de Chile y Uruguay, pese a tener una mayor participación de la
industria manufacturera en el PIB. Y más en contraste con la hipótesis, se
observa que en el período 1975-1990 la mayor participación de la industria
en el PIB argentino no impidió que la Argentina se retrasara fuertemente
respecto de ambos.
40%
35%
30%
25%
20%
15%
31
Los datos para el caso de la Argentina difieren con respecto a los del Gráfico 2.4.2.4. por originarse en
distintas fuentes.
32
Los datos de PIB total y de la industria manufacturera son publicados como un número índice, con lo
que no puede elaborarse el cociente de participación. Por eso, se optó por elaborar un índice del PIMK de
Brasil que, si bien no es comparable con el de los otros países, sí permite estudiar sus tendencias en materia
de industrialización.
Capítulo 2 / 159
Cerrando esta sección, puede verse en el Cuadro 2.4.2.1 que los
períodos de retraso y de no retraso han coexistido con niveles y tendencias
muy variables en cuanto a la participación de la industria en el PIB, en
sentido contrario a lo postulado por la hipótesis del desarrollo industrial
insuficiente.
33
Los coeficientes de correlación entre ambas series son de 0,57 para la Argentina; 0,88 para Chile y 0,67
para Uruguay. En el caso de la Argentina, la principal diferencia entre ambas series es que CEPAL registra
caídas muy bruscas de la participación de la industria en 1970 y 1993. No es improbable que esto se deba al
cambio de base de precios de las cuentas nacionales.
35%
30%
25%
20%
15%
10%
5%
Argentina Brasil Chile Uruguay
0%
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
Capítulo 2 / 161
2.4.2.2. Participación de la industria a precios corrientes
Se observa en el Gráfico 2.4.2.5 que, desde comienzos de la década
del treinta hasta los ochenta, la tendencia al retraso argentino coexistió
con un sostenido aumento de la participación de la industria en el PIB.
Asimismo, la estabilización y posterior recuperación de la ratio del PIB per
cápita argentino coincidió con una caída importante de la participación
de la industria manufacturera en el producto. Por ello, tampoco en el caso
del análisis a precios corrientes el peso de la industria en el PIB parece un
buen camino para explicar el retraso argentino (coeficiente de correlación
de –0,09).
1.2 35%
1.0 30%
25%
0.8
20%
0.6
15%
0.4
10%
0.2 5%
R-Avanzados PIMC
0.0 0%
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
Capítulo 2 / 163
Gráfico 2.4.2.6. Participación de la industria manufacturera en el PIB a precios
corrientes de la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008
40%
35%
30%
25%
20%
15%
10%
0%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.
1,2 4,5
4,0
1,0
3,5
0,8 3,0
2,5
0,6
2,0
0,4 1,5
1,0
0,2
0,5
0,0 0,0
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
R-Avanzados Industria/Agro y Minería precios constantes Industria/Agro y Minería precios corrientes
Capítulo 2 / 165
En el Cuadro 2.4.2.3 se sintetizan los promedios de la ratio analizada
para períodos de retraso y de no retraso de la Argentina. En conjunción con
las evidencias presentadas anteriormente resulta que la validez de las
hipótesis de economía muy primaria y de desarrollo industrial insuficiente
es escasa, limitándose a subperíodos que cubren un porcentaje inferior a
la cuarta parte del total del período analizado.
Industria/Agro + Industria/Agro +
Evolución Período
Minería, precios Minería, precios
constantes corrientes
NR 1900-1933 0,99 …
R 1934-1963 2,07 1,28
NR 1964-1974 3,34 1,90
R 1975-1990 2,97 2,80
NR 1991-2008 2,41 2,14
NR 1991-2010 2,44 2,13
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.
34
Esta hipótesis se ha concentrado preferentemente en el análisis de la protección nominal, es decir, la
referida al bien final producido en cada etapa industrial, otorgando menor importancia a la protección
efectiva, es decir, la que resulta no solo de los aranceles sobre el bien final, sino también de los mayores
costos asociados a los aranceles u otras restricciones a la importación de insumos.
35
Se utilizó la cotización de mercado del dólar tomada de Ferreres (2010) dado que no existe una serie
alternativa que compute los tipos de cambio comerciales que tuvieron vigencia durante bastante tiempo
entre 1930 y 1989. Como el dólar de mercado fue casi siempre más alto que el comercial, la serie así esti-
mada de tipo real de cambio seguramente muestra una moneda nacional más devaluada que la relevante
para la industria manufacturera.
Capítulo 2 / 167
Gráfico 2.4.3.1. El retraso de la Argentina y el desvío del tipo de cambio real
respecto del promedio histórico, 1900-2008
1.20 200.0
1.00 150.0
1975, 118.8
1989
0.80 100.0
1974, 27.7
0.40 -
1946, -8.8
1910, -49.1
0.20 -46.8 -50.0
1980, -60.1
0.00 -100.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados Desvio TCRH (der)
Cuadro 2.4.3.1. El desvío del tipo real de cambio respecto del promedio en
períodos de retraso (R) y de no retraso (NR) de la Argentina, 1900-2010
Capítulo 2 / 169
Gráfico 2.4.3.2. Evolución del tipo real de cambio respecto del dólar
estadounidense en la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1960-2008
4.50
4.00
3.50
3.00
2.50
2.00
1.50
1.00
0.50
-
1961
1963
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
Argentina Brasil Chile Uruguay
Capítulo 2 / 171
en un sentido contrario a lo establecido en la hipótesis. En la mirada de
largo plazo, en fin, el período de mayor apertura ha sido de no retraso.
Por ejemplo, con niveles del 19 % al 20 %, existió el retraso de treinta años
(1934-1963), pero también la recuperación de 1964 a 1974, cuyo mismo
coeficiente (19,1 %) caracterizó a la peor etapa de retraso de la Argentina
(1975-1990) (Cuadro 2.4.3.2.1).
1.2 30%
1.0 25%
R-Avanzados Impo - BK
0.8 20%
0.6 15%
0.4 10%
0.2 5%
- 0%
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
Capítulo 2 / 173
Cuadro 2.4.3.3.1 muestra más evidencias contrarias que favorables a la
hipótesis. El valor promedio del coeficiente de importaciones netas de
bienes de capital/PIB es mayor en los tres períodos de no retraso que en
los dos de retraso. A su vez, los dos períodos de retraso se produjeron a
pesar de una caída en dicho coeficiente –como en 1934-1963– o de una
suba sumamente pequeña –como entre 1975 y 1990–. En fin, aunque hay
una fuerte caída del coeficiente en el período de no retraso 1964-1974, es
especialmente destacable el aumento observado entre 1991 y 2008, cuando
se interrumpe el retraso del país.
Capítulo 2 / 175
de elevadas tasas nominales, sino de un nivel de inflación bajo, lo que de
acuerdo con otras hipótesis sería beneficioso para la economía.
20
1.00
0
0.80
-20
0.60
-40
0.40
-60
0.20
-80
0.00 -100
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
20% 0.9
0.8
15%
0.7
10% 0.6
EKC % del PIB
0.5
5%
0.4
0% 0.3
EKC 0.2
-5%
R-Avanzados (eje der) 0.1
-10% 0
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
Fuentes: Elaboración propia sobre la base a series de CEPAL y los datos del capítulo 1.
Capítulo 2 / 177
La información del Cuadro 2.4.4.1 sugiere que la variable EKC no
aportaría evidencia para explicar el retraso argentino, en línea con lo
dicho hasta aquí.
En la comparación con los países vecinos, las conclusiones son similares;
pese a que la Argentina tuvo el nivel de EKC más alto durante la primera
mitad de la década de los noventa, se recuperó con respecto a la economía
de los vecinos (Gráfico 2.4.4.3). En cambio, la contracción de las EKC hacia
fines de esa década y comienzos del siglo XXI coincidió con un retroceso
de la Argentina respecto a esos países. Estos comportamientos tampoco
son consistentes con lo sostenido por la hipótesis del “financierismo” como
causa del retraso.
Cuadro 2.4.4.1. La entrada de capitales de corto plazo como % del PIB según
períodos de retraso (R) y de no retraso (NR)
20%
15%
10%
5%
0%
-5%
Argentina Brasil Chile Uruguay
-10%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuente: Ídem Gráfico 2.3.1.2.
Para completar el análisis planteado hasta aquí se analizó también el
comportamiento del crédito público como porcentaje del crédito total, en
orden a investigar si el nivel real de las tasas de interés pudo o no estar
determinado por fenómenos de tipo crowding out o crowding in, es decir,
de desplazamiento o de facilitación del crédito al sector privado según la
intervención del sector público en el mercado financiero. En el Gráfico
2.4.4.4 se analiza este fenómeno al comparar la evolución de cuatro
variables: la tasa de interés real, la R-avanzados o retraso de la Argentina,
la participación del sector público en el crédito bancario total y, por último,
la tendencia del PIB para identificar mejor la fase del ciclo económico. Se
observa que la introducción de esta variable no agrega mucho al análisis,
ya que pueden identificarse varios períodos de alzas y de caídas en la
participación del crédito público en los que, contrariamente a lo previsto
por la hipótesis, las tasas de interés subieron o bajaron en términos reales.
Todo indica que ha sido la inflación, y no el nivel de crédito público, el
principal determinante del nivel real de las tasas de interés. También es
probable que los períodos de aumento del crédito público hayan coincidido
Capítulo 2 / 179
con una menor incidencia del impuesto inflacionario como fuente de
financiamiento, con lo cual es lógico esperar la asociación inversa hallada
entre crédito público y tasas reales de interés.
Gráfico 2.4.4.4. El retraso de la Argentina, las tasas de interés real y la
participación del crédito público en el total, 1900-2008
150,00 9,5
100,00
9
50,00
8,5
-50,00
7,5
-100,00
-150,00 7
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R -eje izq- Cred. Publico / Total Tasa de Interes Real (TNA / IPC) - Eje Izq- LN (PIB per cap)
36
En J. J. Llach (1987) se presenta una interpretación alternativa en tanto que, partiendo del reconoci-
miento de los condicionantes estructurales de la puja distributiva y de sus consecuencias, se otorga mayor
importancia a las decisiones de política económica que, junto con los determinantes estructurales, termi-
naron configurando un modelo de convulsiones institucionalizadas y “mercadointernismo” rentístico.
Capítulo 2 / 181
que alcanzaban al 15,9 % del total, lógicamente mucho más que Nueva
Zelanda (6,4 %) y algo más que Uruguay (12,7 %), pero menos que Brasil
(16,6 %). Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la incidencia de los tres
principales grupos de alimentos considerados (productos de panadería,
carnes y lácteos) han tenido tradicionalmente mayor importancia en
la dieta de los argentinos que, por ejemplo, en la de los brasileños37. Se
encuentran, pues, algunas evidencias de la existencia de rasgos
estructurales que le otorgaron a la Argentina una propensión
al conflicto distributivo, y a un tipo de conflicto que tendía
a comprometer el crecimiento. Las evidencias no parecen
suficientes, en cambio, para saltar a la conclusión de que
dichos rasgos estructurales “determinaron” per se el conflicto
distributivo y también las políticas económicas y sociales.
La sindicalización. Otra de las cuestiones frecuentemente citadas como
asociadas a la puja distributiva es la sindicalización. En el Cuadro 2.4.5.1 se
presenta alguna evidencia al respecto que, como en otros casos análogos,
tiene la limitación de cubrir un período corto de tiempo. Se observa que la
Argentina (promedio de 32,5 %) tiene un alto nivel de sindicalización, solo
superado por Italia, Noruega y Suecia. Nuevamente, si estos datos
tienen alguna validez respecto del pasado, estarían mostrando
una mayor propensión a la puja distributiva, en tanto esta
suele potenciarse cuanto mayor sea la presencia sindical.
1960 2008
Alemania 34,7 19,1
Argentina … 25,0 a 40,0 (*)
Australia 50,2 18,6
Austria 67,9 28,9
Canadá 29,2 27,1
Chile … 13,6
37
Aunque no fue posible mostrar mediciones del tercer indicador, la intensidad-trabajo del empleo total,
es muy probable que la intensidad del empleo industrial en un país como Brasil haya sido mayor dada su
dotación de factores.
Capítulo 2 / 183
Pero la violencia de las oscilaciones a partir de mediados del
siglo XX es un indicio importante de que la puja distributiva se
acentuó y que esto estuvo asociado al período de mayor retraso
de la Argentina.
1910, 0.99
0.95
2000.0
0.85
0.75
1500.0
0.65
1000.0
0.55
1945, 0.63
0.45
500.0
1990, 0.33
0.25 0.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
El desvío del crecimiento anual del salario real (W) con respecto al
crecimiento promedio para todo el período (W*) es otro indicador de la
puja distributiva. Un WR/WR* alto en valores absolutos muestra una
inestabilidad del W probablemente asociada a pujas distributivas más
intensas que en el caso de un WR/WR* bajo.
En el Gráfico 2.4.5.2 se muestra la marcada volatilidad de esta variable
y en el Cuadro 2.4.5.2 se encuentra que los cambios de retraso a no
retraso de 1964 y de 1991 coincidieron con reducciones sustanciales en la
variabilidad (varianza) de WR/WR*, al tiempo que el período de retraso de
1975-1990 convivió con un nivel de variabilidad extraordinariamente alto.
Ello no ocurre, sin embargo, en el primer cambio de ciclo, puesto que la
volatilidad en 1900-1933 fue mayor que en 1934-1963.
30 1,2
20 1
10 0,8
0 0,6
-10 0,4
-20 0,2
WR/WR* R-Avanzados
-30 0
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
Fuentes: Elaboración propia sobre la base de Ferreres (2010) y BCRA.
Varianza WR/
Evolución Período Mín. Máx. Dif.
WR*
NR 1900-1933 47,5 -9,6 24,0 33,6
R 1934-1963 37,8 -17,2 17,3 34,5
NR 1964-1974 17,8 -5,0 7,2 12,2
R 1975-1990 122,5 -23,2 19,8 43,0
NR 1991-2008 33,0 -12,8 14,2 27,0
Fuentes: Ídem Gráfico 2.4.5.1 y capítulo 1.
Capítulo 2 / 185
2.4.6. La debilidad del capitalismo nacional y la falta de
cohesión del empresariado
Capítulo 2 / 187
• Se utilizan como variables independientes:
(a) la participación de las empresas extranjeras en la facturación de las
100 o 500 mayores empresas del país;
(b) el stock y el flujo de inversión extranjera directa (IED);
(c) la comparación entre el desarrollo de grandes empresas en la Ar-
gentina y otros países de la región;
(d) algunas evidencias sobre la cantidad de cámaras empresariales en
la Argentina comparada con otros países.
Cuadro 2.4.6.1. Cantidad y participación por países en las 100 y 500 empresas
latinoamericanas de mayores ventas, 2005
Fuente: Las columnas indicadas con (1) y (2) muestran el cociente entre el porcentaje de
participación en el total de 500 (1) y 100 (2) empresas y el PIB total de 2009 en paridad
del poder adquisitivo, tomado del Bando Mundial. Los datos de distribución nacional de las
500 y las 100 empresas están tomados de Latin Trade: http://findarticles.com/p/articles/
mi_m0BEK/is_7_13/ai_n14874187/pg_2/?tag=content;col1.
38
http://www.forbes.com/lists/2010/18/global-2000-10_The-Global-2000_Counrty.html. En la edición
publicada en 2011 aparecen 37 empresas de Brasil, 18 de México, 9 de Chile, 6 de Colombia, 4 de Venezuela,
2 de Perú, 2 de Argentina (Tenaris y Ternium, ambas del grupo Techint) y 1 de Panamá.
Capítulo 2 / 189
2.4.6.2. La inversión extranjera directa como porcentaje del PIB
Una de las derivaciones de la hipótesis de la debilidad del capitalismo
nacional es el cuestionamiento del impacto de la IED sobre el desempeño
económico, pues se le atribuye tanto el desplazamiento del empresariado
local como efectos negativos sobre el desarrollo de la economía (Basualdo,
2003). Es una visión opuesta a la más extendida, que destaca los efectos
positivos de la IED.
9% 0.9
IED
8% 0.8
R-Avanzados
7% 0.7
6%
0.6
5%
0.5
4%
0.4
3%
0.3
2%
1% 0.2
0% 0.1
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
-1% 0
Fuente: Elaboración propia sobre la base del capítulo 1, CEPAL (2009) y Ferreres (2010).
Cuadro 2.4.6.2. La inversión extranjera directa como % del PIB según períodos
de retraso (R) y de no retraso (NR)
Evolución Período IED/PIB
R 1950-63 0,5%
NR 1964-74 0,1%
R 1975-90 0,5%
NR 1991-08 2,6%
Capítulo 2 / 191
Gráfico 2.4.6.2. Inversión extranjera directa como % del PIB: Argentina, Brasil,
Chile y Uruguay, 1950-2008
14%
12%
Argentina
10%
8% Brasil
6% Chile
4%
Uruguay
2%
0%
-2%
-4%
-6%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuente: Elaboración propia sobre la base de CEPAL (2009).
Capítulo 2 / 193
En este aspecto, la Argentina se diferenció claramente de Australia,
Canadá o los Estados Unidos. El contraste con Australia ha sido destacado
por varios autores (Hirst, 1979; Engerman y Sokoloff, 2002). Hirst subrayó
que “en esta cuestión hay muchas diferencias con respecto a la Argentina.
En Australia, uno de los hechos más destacados de la política durante
los ochenta años posteriores a 1850, fue el asentamiento de pequeños
propietarios. En este sentido, la política determina la naturaleza de la
sociedad rural, y no a la inversa […] si bien la actividad ganadera fue durante
gran parte del siglo XIX la base de la economía, los ganaderos en sí nunca
llegaron a ser la clase gobernante […]. El contraste con la Argentina fue
muy marcado” (p. 87). El mismo autor reseña que, hacia 1914, el tamaño
medio de las propiedades rurales en la Argentina era de 360 hectáreas; en
Nueva Gales del Sur (Australia), de 71 hectáreas; en los Estados Unidos
llegaba a las 53 hectáreas, y en Inglaterra era de 25 (p. 89). Por su parte,
Engerman y Sokoloff dedican buena parte de su trabajo argumentar que la
desigual distribución de la tierra se extendió también a otras esferas de la
vida social39.
Todo parece indicar que una distribución de la tierra
más igualitaria en la Argentina hubiera aumentado las
probabilidades de un mayor poblamiento del Interior, una red
de centros urbanos más equilibrada, una mejor distribución
del ingreso y una menor propensión a la conflictividad social.
39
En Castro (1971), se puede encontrar un desarrollo de las relaciones –y las no relaciones– entre la
política de inmigración y la de distribución de la tierra en el siglo XIX y principios del XX.
Capítulo 2 / 195
es que una sociedad culturalmente plural existía en la Argentina anterior a
la Primera Guerra y donde diferentes entidades se superponían” (Devoto,
p. 103), quien también afirma que, entre las dos guerras mundiales, la
integración de los inmigrantes se aceleró. En Fausto y Devoto (2005) se
muestra cómo desde fines del siglo XIX no solo la población de la Argentina
creció más que la de Brasil, sino que la participación de la inmigración en
dicho crecimiento fue mucho mayor aquí que allá. Agregan también que el
número absoluto de inmigrantes recibido por la Argentina fue inferior solo
al de los Estados Unidos, superando, en cambio, a Canadá y a Brasil. Citan
al respecto un estudio del reconocido demógrafo italiano Giorgio Mortara
(citado por Fausto y Devoto, 2005), según el cual entre 1840 y 1940 la
inmigración había contribuido al crecimiento poblacional de la Argentina
un 58 %; un 44 % al de los Estados Unidos; 22 % al de Canadá y 15 % al de
Brasil.
Cuando se analizan conjuntamente la inmigración récord,
el gran crecimiento poblacional y las dificultades objetivas que
la economía argentina encontró para su desarrollo a partir
de la Primera Guerra o de 1930, no puede descartarse que la
magnitud de la ola inmigratoria haya tenido un papel negativo
en el crecimiento del ingreso por habitante de la Argentina
relativo al de otros países.
Capítulo 2 / 197
En conclusión, aunque es probable que la alta concentración
poblacional en una sola ciudad haya limitado durante mucho tiempo el
crecimiento relativo de la Argentina –al igual que el de Chile y Uruguay–,
este nexo está lejos de ser necesario, pues hay muchos países con valores
de concentración superiores y mayor crecimiento económico.
Capítulo 2 / 199
sentido estricto, lo más probable es que todo esto haya incidido también en
la volatilidad macroeconómica y en una baja tasa de inversión. Sí es posible
afirmar, en cambio, que ambos rasgos han estado presentes a lo largo del
período mencionado (1930-1985), tanto en la Argentina como en América
Latina.
Se utiliza como variable independiente la frecuencia de los cambios del
titular del PEN realizados por la fuerza o a destiempo y se compara con
Brasil, Chile y Uruguay.
El Cuadro 2.5.1.1 ofrece una visión impresionista acerca de lo ocurrido
en la Argentina con la inestabilidad política durante los períodos de retraso
y de no retraso. Los años de gobierno son considerados legales o ilegales
según que el Poder Ejecutivo haya estado a cargo de titulares electos o no,
de acuerdo con las reglas constitucionales o con las dictadas en su origen
por los gobiernos de facto. Los primeros se dividen, a su vez, en gobiernos
electos de acuerdo con reglas preexistentes y en aquellos surgidos de
elecciones en las que hubo fraude o partidos proscriptos. Se ubican en esta
última categoría los gobiernos de Justo, Ortiz, Castillo, Frondizi e Illia. Los
segundos pueden dividirse a su vez entre los originados en derrocamientos
de presidentes constitucionales (7 en total) o los originados en golpes de
palacio dentro de gobiernos militares (7 en total)40.
40
Se excluyen los interinatos de Puerta y Caamaño, por haber sido tales, y la presidencia de Adolfo Rodrí-
guez Saa, cuya naturaleza jurídica es dudosa, todos ellos ocurridos a partir de la renuncia de presidente
Fernando de la Rúa en diciembre de 2001.
1975-90 8 8 0 8 1o3
Total
15 (32,6 %) 18 (39,1 %) 13 (28,3 %) 31 (67,4 %) 4o9
(46 años)
Total
24 (22,0 %) 68 (62,4 %) 17 (15,6 %) 85 (88 %) 7 o 14
general
Notas y fuentes: Se consideran “acorde a reglas” los anteriores a 1916 porque siguieron usos y
costumbres de la época en momentos en que muy pocos países del mundo tenían elecciones
con participación amplia. Hubo 7 golpes de Estado si se consideran solo los derrocamientos de
presidentes surgidos de elección popular y 14 si se consideran también los golpes dentro del
golpe. (*) Se considera no legal el cambio de gobierno del año 2001 porque, pese a cumplirse
los pasos constitucionalmente previstos, el gobierno saliente fue presionado por la fuerza a
renunciar. Elaboración propia.
Capítulo 2 / 201
85 años de gobiernos legales, 24 de gobiernos ilegales y 7 o 14
golpes de Estado exitosos –según la definición adoptada– surge
como el país con mayor inestabilidad (frecuencia de golpes
de Estado) y, aunque supera a Brasil en años con gobiernos
legales, muestra también una alta frecuencia de gobiernos
surgidos de elecciones limitadas.
41
La relación inversión/PIB (a precios constantes) que había sido del 11,7 % entre 1946 y 1955 subió a
14,7 % entre 1958 y 1966. Luego salta al 18,3 % entre 1967 y 1972 y al 21,3 % entre 1976 y 1983. Por último,
en el largo período civil 1984-2008, el coeficiente de inversión medio fue 17,8 %. El promedio ponderado
de los gobiernos civiles es 15,7 % y el de los gobiernos militares es 20,0 %. Hay que tener en cuenta que
la serie muestra una tendencia de aumento. Pero aun dejando de lado los dos primeros períodos civiles,
resulta que el promedio de los gobiernos militares (1967-1972 y 1976-1983) de 20,0% supera en 2,2 puntos
porcentuales al largo período democrático iniciado en 1983.
Años de Golpes de
Años de gobiernos
gobiernos Estado
civiles
militares militares
Períodos sin
retraso
1900-1933 0 34 1
1964-1974 7 4 1o3
1991-2008 0 18 1 (*)
Total 7 (11,1 %) 56 (88,9 %) 3o5
Períodos con
retraso
1934-63 5 25 3o6
1975-90 8 8 1o3
Total 13 (28,3 %) 33 (71,7 %) 4o9
Total general 20 (18,3 %) 89 (81,7 %) 7 o 14
Capítulo 2 / 203
2.5.3. El populismo económico
42
Aunque un aumento de la ratio gasto público/PIB podría ser contracíclico y, por lo tanto, no populista,
ello no se observa en los casos que cumplen aquí este requisito. Más aún, fueron más bien procíclicos.
43
La tasa de inflación también puede ser parte de las variables independientes de esta hipótesis, pero ya
se la consideró separadamente en 2.2.3.
Períodos de retraso
1948: + 3,6
1934-63 1958-62: -45,3 1962: + 16,4 1938-43: - 7,5
1958: + 4,8
1962-63: - 4,7
Capítulo 2 / 205
1975-90 1981-3: 52,8 1973-75: + 5,5
1973-75: - 2,6
1975: + 20,9 1976-81: + 3,8
1976-81: -81,7 1981-83: -7,0
1987: + 18,3 1981: + 3,8
1983-89: -3,2
1989: + 56,8* 1985: + 5,7
1983-89: + 3,9
Períodos de no retraso
1989-99: -59,7
1999-2001:-3,3
1991-2008 (1990-99:-38,9) 2002: + 100,9 2007: + 4,1
2002: -4,5
2002-07: -33,8
(2003-07:-21,4)
Notas y fuentes: Elaboración propia sobre la base de datos de Ferreres (2010). En negrita
aparecen los períodos de gobierno que muestran indicadores de populismo y en cursiva los que
muestran shocks de populismo que no cubrieron todo un gobierno, pero que se aproximaron
o superaron el criterio. El período 1973-1975 se pone tanto en los de no retraso como en los
de retraso porque está “a caballo” de ambos. En el caso de la apreciación cambiaria, tanto
durante Menem como durante Kirchner, se ponen dos alternativas dado que los años 1989
y 2002 pueden considerarse anormales. Se observa que igual se cumple con el criterio. (^)
Debe tenerse en cuenta que la caída se debió sobre todo a los fuertes shocks externos de la
Primera Guerra y la Gran Depresión. (*) El período 1983-1989 da un aumento de la deuda de
54 puntos del PIB, pero no es tarea sencilla atribuirlo al gobierno de Alfonsín o al de Menem,
pues ella se debió en gran parte a la licuación del PIB por la hiperinflación de 1989.
2.5.4. El peronismo
Capítulo 2 / 207
de impulso a la demanda agregada y de redistribución del ingreso y,
con ellas, pudieron también afianzarse en el tiempo las lealtades de los
sectores populares con el peronismo. Desde las ideas opuestas, más afines
al peronismo, el argumento más frecuente no ha sido tanto defender sus
políticas, sino atribuir el retraso de la Argentina a las políticas antinacionales
o antipopulares aplicadas por la mayoría de los gobiernos no peronistas,
hipótesis ya puestas a prueba en la sección 2.3, en especial en la sección
sobre políticas neoliberales.
Para analizar esta hipótesis, se observa el retraso de la Argentina
durante los gobiernos peronistas y se lo compara con lo ocurrido durante
gobiernos no peronistas. Complementariamente, se prueba la hipótesis
de “la suerte del peronismo”, midiendo los términos del intercambio
externo para períodos peronistas y no peronistas.
En el Cuadro 2.5.4.1 puede verse que los gobiernos peronistas
tuvieron, en promedio, mejores términos del intercambio externo que
los no peronistas y que ellos fueron mayores que el promedio del largo
período histórico 1900-2010.
44
Nótese que en el cuadro se han considerado ambos años de finalización e inicio, 1945 y 1946, porque el
PIB per cápita varió muchísimo en muchos países desarrollados. Véase, por ejemplo, que, para el caso de
los países desarrollados, entre 1870 y 1945, la Argentina obtiene un cociente de 1,04 y, entre 1870 y 1946,
salta a 1,30. Por su parte, para el caso del gobierno peronista finalizado en 1945, si se parte de 1945, se
obtiene un cociente de 1,03 y si se parte de 1946, cae a 0,82.
Capítulo 2 / 209
Cuadro 2.5.4.2. El retraso de la Argentina durante gobiernos no peronistas y
peronistas, 1870-2008
2. Países 3. Australia, 4.
1. 5. Países 6. Países
desarro- Canadá, Europa
Mundo vecinos asiáticos
llados NZ Latina
1870-1945 1,41(*) 1,04 1,06 2,29 1,66 2,26(°)
1870-1946 … 1,30 1,17 2,06 1,65 …
1945-1955 1,00(**) 1,03 1,03 0,62 0,91 1,18(°°)
1946-1955 … 0,82 0,94 0,69 0,92 …
1955-1972 0,92 0,88 0,94 0,64 0,87 0,79
1972-1975 1,02 1,02 0,98 0,97 0,94 1,01
1975-1988 0,70 0,64 0,67 0,62 0,70 0,54
1988-1999 1,07 1,02 1,04 1,00 1,12 0,89
1999-2001 0,88 0,90 0,89 0,87 0,90 0,82
2001-2008 1,09 1,23 1,20 1,23 1,15 0.91
No
1,80 / 1,41 /
peronistas 1,23 0.96 / 1,15 0,99 / 1,07 1,76
1,64 1,40
(pon.)
0,93 / 1,04 /
Peronistas 1,04 1,04 / 1,01 1,07 / 1,04 0,99
0,96 1,05
(pon.)
No
1,05 / 1,03 /
peronistas 0,98 0,86 / 0,93 0,89 / 0,92 1,12
1,03 1,03
(simp.)
Peronistas 0,97 / 0,96 /
1,04 1,07 / 1,02 1,07 /1,04 1,03
(simple) 0,96 1,03
Notas y fuentes: Los países integrantes de los grupos son los mismos del capítulo 1. (*)
Se refiere a 1870-1940. (**) Se refiere a 1940-1955. (°) Se refiere a 1870-1939. (°°) Se refiere a
1939-1955. Elaboración propia sobre la base de los datos del capítulo 1.Los rangos mostrados
en las cuatro últimas filas de las columnas 2 a 5 del cuadro reflejan las diferencias que se
obtienen según se considere que el período iniciado en 1870 como finalizado en 1945 o 1946
y el período peronista consecuentemente iniciado en 1945 o en 1946.
Capítulo 2 / 211
sentaron las bases del retraso, como entre 1870 y 1916. Estas coaliciones,
se sostiene, aplicaron sistemáticamente políticas liberales o neoliberales
que perjudicaron la industria, achicaron en exceso el rol del Estado y
afectaron a los sectores de menores recursos, todo lo cual contribuyó de
manera decisiva al retraso en el mediano y largo plazo. Sin embargo, como
se ha visto en la sección 2.5.3, es un error mencionar como “liberales” o
“neoliberales” a todos los gobiernos que aquí denominamos conservadores
o neoliberales, ya que los únicos que escaparon con claridad de un enfoque
populista fueron los que gobernaron entre 1870 y 1916, a tono con aquellos
tiempos, y los gobiernos predominantemente conservadores desarrollaron
políticas económicas populistas con la misma frecuencia que los gobiernos
radicales o peronistas.
En el Cuadro 2.5.5.1 se observan tanto el promedio del cociente del
PIB per cápita argentino sobre el de países desarrollados para cada período
como los valores alcanzados en las puntas. Observando los promedios, no
hay grandes diferencias: 0,61 para los gobiernos liberales o neoliberales y
0,59 para los gobiernos de signo opuesto. Sí las hay, en cambio, cuando se
observa lo ocurrido con los valores iniciales y finales de cada período. En
el caso de los gobiernos liberales o similares solo se logra convergencia
en el período 1870-1916, de lo que resulta que durante estos gobiernos la
Argentina perdió en términos netos 0,23 puntos de la ratio de su PIB por
habitante respecto de los países desarrollados. En cambio, en el caso de
los gobiernos de signo opuesto se observan mejoras en cinco de los siete
períodos, acumulando un aumento total neto de 0,22 puntos de la misma
ratio.
Sin embargo, como se ha señalado en las hipótesis de instituciones
políticas analizadas hasta aquí, no surge de esta asociación de variables una
causalidad entre una y otra y, por ello, debe ser considerada con cautela.
Una de las razones de esta aconsejable prudencia es el importante papel que
juegan las herencias recibidas por cada gobierno en los valores de variables
macro y macroeconómicas tales como la inflación, el desempleo, la situación
fiscal y del sector externo, o el estado del stock del capital. Considerando
el caso de la tasa de inflación que dejó cada gobierno en su último año, se
Capítulo 2 / 213
2.5.6. Federalismo político con fuertes desigualdades
regionales
45
En la práctica, todos los países hoy desarrollados quedan incluidos en la categoría de regionalmente no
desiguales porque, como es bien conocido en los estudios empíricos de la teoría del crecimiento económi-
co, en ellos ha tendido a producirse la convergencia entre regiones, cosa que no ha ocurrido en los países
todavía no desarrollados.
46
Los países de creación o de federalismo recientes no incluidos en la muestra ni en el cuadro son Bosnia-
Herzegovina, Estados Federados de Micronesia, Saint Kitts y Nevis y la Unión de Comoras. Por su parte,
Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Nepal, Nigeria, Pakistán, Sudáfrica y Venezuela fueron incluidos en el
cuadro pero no en la muestra, dado que no podía pasarse el número de siete, que es la cantidad de países
federales no desiguales.
Capítulo 2 / 215
Cuadro 2.5.6.1. El retraso de la Argentina y su naturaleza federal y
regionalmente desigual, 1950-2008
Rangos del crecimiento del PIB por habitante de cuatro muestras de países y
comparación con el crecimiento de la Argentina
47
Entre 1870 y 1950 el PIB por habitante de los países federales de la muestra creció en promedio 1,18 %
anual contra 1,14 % anual de los países no federales. En el primer caso, los más desarrollados crecieron
1,30 y los menos desarrollados 1,06. En el segundo caso, los más desarrollados crecieron 1,19 % y los me-
nos desarrollados 1,09 %. En concordancia con el análisis del capítulo 1, el desempeño de la Argentina fue
mucho mejor en este período ya que solo cuatro países la superaron, tres de ellos federales desarrollados
(Canadá, Suiza y los Estados Unidos) y uno no federal ni desarrollado (Perú).
Capítulo 2 / 217
No hay pues evidencias de que el síndrome de un federalismo
regionalmente desigual pueda haber sido en sí mismo un determinante
del retraso de la Argentina.
48
Otorgaron el sufragio universal antes que la Argentina, Uruguay y Ecuador en América; Nueva Zelanda
(no Australia) en Oceanía; Sri Lanka, Turquía y Japón en Asia, y un total de veintiún países europeos.
Entre estos últimos, la Argentina precedió a Bélgica, Grecia, Andorra, Portugal, Liechtenstein y Suiza.
Respecto de los países europeos, cabe acotar que dicho sufragio universal estuvo limitado a regímenes de
partido único durante períodos muy prolongados en Rusia, los países europeos integrantes de la URSS y
los países de Europa Oriental. Si no se toman en cuenta estos casos, los países europeos que precedieron
a la Argentina son solo trece y, en esta cuenta, la Argentina fue entonces el vigésimo país del mundo en
otorgar el sufragio universal. Engerman y Sokoloff (2002) presentan una categorización ligeramente dis-
tinta de la nuestra respecto del otorgamiento de los derechos electorales en América, pero ella no altera las
conclusiones aquí expuestas.
Capítulo 2 / 219
2.5.7.3. Vaciamiento relativo de los partidos políticos y menor calidad de
los cuadros de gobierno
Durante los cincuenta y tres años transcurridos entre 1930 y 1983, la
Argentina fue gobernada dos tercios del tiempo por gobiernos militares
(veintidós años) o por gobiernos civiles de legalidad cuestionable (doce
años). Esto tuvo muy probablemente efectos significativos sobre el
devenir de los acontecimientos. Por un lado, ya a partir del gobierno de
facto de 1930, un número creciente de personas de las que típicamente
podía esperarse que accedieran a cargos públicos comenzó a participar
en gobiernos de facto y, dado que el intercambio de funcionarios entre
gobiernos militares y gobiernos civiles no era tan frecuente, se fueron
distanciando de los partidos políticos. A esto se añadió más adelante
el vuelco a los movimientos guerrilleros de miles de jóvenes que, en
otras circunstancias, muy probablemente habrían optado por la vida
política partidaria o la función pública. Como es sabido, muchos de ellos
fueron muertos o desaparecieron. Algunos de los que sobrevivieron se
reincorporaron gradualmente a la actividad política o de gobierno a partir
de 1983. Como se analizó en 2.5.1, la Argentina muestra mayor frecuencia
de golpes de Estado exitosos en comparación con Brasil, Chile y Uruguay
y, aunque sorprendentemente son pocos los estudios sobre el particular,
es probable que la pérdida de capital humano para los partidos políticos
y para las instituciones de la Constitución haya tenido un efecto negativo
para el país y positivo para su retraso, vía el debilitamiento de un sistema
de partidos –realidad que se observa todavía hoy–, o mediante una
merma de la calidad de la gestión pública, en los tres poderes del Estado
y en los tres niveles de gobierno.
Capítulo 2 / 221
La evidencia aportada muestra con bastante claridad una elevada
incidencia de presidentes constitucionales con características de
caudillos. Es probable que esto haya tenido una incidencia en el retraso
de la Argentina, pues dificultó el desarrollo de un sistema de partidos y
un funcionamiento constitucional más normal. Pero, para demostrarlo,
sería necesario profundizar en un análisis comparativo con países
latinoamericanos que está fuera del alcance de este libro.
Capítulo 2 / 223
continuaba así: “No hay dudas de que los efectos y las ilusiones creadas por
el proceso de modernización, acompañadas por el éxito espectacular de
una fórmula económica que giraba enteramente sobre ‘la riqueza natural’
de la Argentina, impidieron ver el cambio profundo en las condiciones
externas e internas, y por lo tanto la necesidad imperiosa de una acción
deliberada con sentido innovador”. Subrayando que tanto las elites como
los sectores populares se influían recíprocamente, finaliza Germani de
este modo: “Ambos fueron profundamente afectados por el patrón exitoso
establecido durante el período de prosperidad y expansión que parecían
haberse establecido como una ley natural”. Vinculada estrechamente a esta
idea central estaba la del progreso argentino, percibido por la mayoría de
la población como una “ley natural” inexorable y ligado a la riqueza de la
tierra51. L. Llach (2010) matiza el argumento germaniano al subrayar que
los niveles de educación y salud alcanzados por la Argentina hacia 1930 no
tenían el mismo rango mundial que el de su PIB por habitante y que el país
no era moderno con el mismo alcance que lo eran los países desarrollados.
Las diferencias se observaban tanto en algunos indicadores de bienestar
como en el hecho –muy afín a la tesis de Germani– de que no se habían
desarrollado aquí los factores fundamentales para tener un desarrollo
económico autosostenido.
La idea central de la modernización “excesiva” es, entonces, la de un
progresivo desajuste entre la sociedad y la economía, es decir, entre las
aspiraciones modernizantes de ingresos y consumos y las reales posibilidades
económicas de satisfacerlas. También es la idea de que no se llegó a tiempo
y en la medida necesaria a organizar un sistema de producción capaz de
51
Pueden encontrarse múltiples referencias a esta constante de nuestro imaginario, pero valgan algunas
muestras. La primera es cuán fuerte está instalada la idea de que la comedia M’hijo el dotor, de Florencio
Sánchez, expresa la aspiración social de los inmigrantes de graduar a sus hijos en las universidades. El
argumento nada tiene que ver con ello, pero su amplia vigencia refleja la fuerza del mito social del progreso
casi ilimitado ofrecido a los inmigrantes. Más directamente, la idea del “progreso natural” de la Argentina
se refleja con claridad en estos párrafos de Enrique Larreta, escritos todavía en 1960, en el número especial
de La Nación por el sesquicentenario: “Fácil es predecir que en un futuro muy próximo la Argentina será
uno de los países más ricos y prósperos del mundo moderno ¿La Argentina abastecedora y auxiliadora de
otras naciones como lo es ahora la República del Norte? ¿Quimera? ¿Delirio? Realidad histórica que tenía
que ser y que no tardará mucho en cumplirse”. Seguía aún vigente la visión de Rubén Darío en su Canto a
la Argentina de 1914: “¡Argentina, región de la aurora! [...] He aquí la región del Dorado, he aquí el paraíso
terrestre […] la ventura esperada […] el Vellocino de Oro […] ¡Oh, Pampa! ¡Oh entraña robusta, mina del
oro supremo!”. Era difícil “no creérsela” cuando nos miraban así desde afuera.
Capítulo 2 / 225
satisfacer”. En J. J. Llach (1997), se argumenta que una evidencia favorable
al papel del desequilibrio entre modernización y desarrollo económico en
nuestra decadencia relativa se encuentra en el haber compartido ese destino
durante casi un siglo –hasta el despegue de Chile– con los dos vecinos que
más se nos parecieron en esto, Chile y Uruguay, los que también sufrieron
intensos procesos de alta inflación y estancamiento económico. En 1890,
la Argentina, Uruguay y Chile ocupaban los rangos 13, 14 y 15 en el PIB por
habitante a escala mundial. En duro contraste, en 1990 Uruguay ocupaba
el puesto 37, la Argentina el 39 y Chile el 40.
Capítulo 2 / 227
beneficios sectoriales. A la larga, ello llevó al aumento de los costos de
transacción, definiciones ineficientes de los derechos de propiedad,
insuficiente inversión y, por lo tanto, bajo crecimiento. En J. J. Llach
(1987) se describió el modelo denominado “mercadointernismo rentístico”,
que habría sido propio de la Argentina desde la Segunda Guerra hasta
1991, caracterizado por la preponderancia de las rentas. Por un lado, las
naturales, puesto que la economía solo podía funcionar razonablemente
bien si ellas eran lo suficientemente altas por los precios internacionales, lo
que permitía amenguar la entonces casi permanente restricción externa y
desarrollar políticas de distribución del ingreso, a veces de cuño populista.
Por otro lado, las rentas políticas, puesto que las empresas tendían a
invertir cada vez más recursos en procura de privilegios concedidos
por el Estado, detrayéndolos de su actividad innovadora y propiamente
empresarial. Dado que este modelo implicaba la utilización intensiva de
recursos públicos, dio lugar frecuentemente a elevados déficit fiscales en
contextos de restricciones de financiamiento que, a su turno, condujeron
a una inflación elevada y creciente, reveladora de una profunda crisis del
consenso social y de comportamientos como el agio institucional y, en última
instancia, la descontratación (ídem). Argumentos análogos desarrollaron
también Bustamante (1988), poniendo énfasis en las regulaciones;
Ikonikoff (1989); Sturzenegger (2001), que destaca la cuestión de la crisis
del consenso social, y Guastavino (2005), que subraya la insuficiencia de
un sistema adecuado de premios y castigos, cuestión a veces vinculada con
la cultura de rentas, pues no protege adecuadamente a quienes desarrollan
su actividad en contextos de mercados competitivos.
El gran problema de esta interpretación, como lo analiza López (2006),
es que el otorgamiento de rentas políticas también fue muy frecuente en
otros países, tales como Brasil, en América Latina, y Corea y otros, en
Asia, en los que la utilización de dicho instrumento tuvo como resultado el
desarrollo de un capitalismo nacional más propenso a la innovación y a la
competitividad externa. Hasta tanto se cuente con estudios comparativos
de base amplia, todo lo que puede decirse sobre esta hipótesis es que el
creciente otorgamiento de rentas políticas, en un contexto macroeconómico,
Capítulo 2 / 229
En varias de las hipótesis analizadas a lo largo de este capítulo está
presente un enfoque del tipo de dependencia del camino, aunque las
más de las veces solo de modo implícito. En el caso de las neoclásicas,
la referida a los derechos de propiedad supone frecuentemente que las
violaciones de estos aun lejanas en el pasado pueden tener influencia
presente vía una menor inversión. Entre las hipótesis macroeconómicas,
la hipótesis de la volatilidad suele implicar que, una vez que ella se instala
en la economía, los agentes económicos modifican su comportamiento
hacia un sesgo cortoplacista. En el caso de las hipótesis estructuralistas,
tanto la de políticas contrarias a la industria manufacturera como las
financieristas suponen generalmente que ellas llevan a una destrucción
de capital industrial con efectos dinámicos negativos de largo plazo. En el
caso de la hipótesis sobre la puja distributiva, tal como ha sido expuesta
por Gerchunoff y Fajgelbaum (2006), es explícita la idea de que políticas
y estructuras originarias del pasado tienen gran influencia posterior, y
lo mismo cabría decir de la desigual distribución inicial de la tierra. En
fin, casi todas las hipótesis de las instituciones políticas, sociológicas y
culturales destacan la influencia presente de hechos del pasado, a veces
muy lejanos.
Más allá del hecho, para nosotros evidente, de que la mirada histórica
enriquece significativamente el análisis económico –como intenta
demostrarse en este libro– aceptar en su integridad el enfoque de la
dependencia del camino plantea problemas metodológicos complejos. La
tarea que nos hemos propuesto, explicar por qué la Argentina se retrasó
respecto de otros países, se desenvuelve en un filo a uno de cuyos lados está el
abismo de la simple narración histórica y, al otro, el de los modelos teóricos.
Ni uno ni otro es suficiente per se, y necesitan complementarse. Si nos
limitamos a narrar la historia no explicaremos en verdad nada y la respuesta
a la pregunta planteada no podrá ser otra que decir que la Argentina se
retrasó por presentar un conjunto muy grande de singularidades, de rasgos
propios, los que narra la historia. Este es el riesgo en el que puede incurrir
el enfoque de la dependencia del sendero. Queriendo independizarse de las
relaciones de determinación propias de los modelos de equilibrio y buscando
Capítulo 2 / 231
ferrocarriles, estaba ya instalado. […]. La Demora, por consiguiente, cubre
el intervalo entre dos etapas básicas. Su duración y características influyen
enormemente sobre los períodos siguientes y han determinado en gran
magnitud e intensidad el desajuste estructural, que se ha producido al
finalizar el período de crecimiento autogenerado”54. Este enfoque había
sido anticipado en su momento por Alejandro Bunge casi desde la misma
fundación de su Revista de Economía Argentina, en 1918 (J. J. Llach, 1985).
Hay evidencias que llevan, prima facie, a aceptar la hipótesis. En el capítulo
1 subrayamos la importancia del shock recibido por la economía argentina
a partir de la Primera Guerra. Cuando se observa la serie del coeficiente
de inversión, es muy llamativo que la Argentina haya demorado muchas
décadas en recuperar los niveles del decenio 1905-1914. Y en cuanto al
PIB por habitante, en 1912 la Argentina ocupó su máximo rango histórico,
llegando nada menos que al puesto 9, para pasar luego al puesto 13 en 1930
y al 17 en 1950. Entre 1913 y 1950 la Argentina se rezagó respecto de los
países avanzados, de los Estados Unidos, de los países vecinos y del grupo
CANZ, aunque logró mantenerse o mejorar respecto del promedio mundial,
del conjunto de países emergentes y también de muchos países europeos,
esto último esperable dada la destrucción causada por la guerra.
Surge, sin embargo, una interpretación alternativa (L. Llach, 2010)
que sostiene que la posición alcanzada por la Argentina hacia el comienzo
de la Primera Guerra fue producto de circunstancias excepcionales que
difícilmente podían repetirse55. Por un lado, como ya se mencionó, la
Argentina era un país muy rico pero no tan moderno, en el sentido de que
lo indicadores sociales no estaban a la altura del PIB por habitante. Esto
habría de tener consecuencias relevantes, ya que la menor participación del
capital humano en la dotación total de capital, sobre todo en comparación
con la tierra, limitaría posteriormente la capacidad de ajustarse ante
shocks de demanda negativos –como los que la Argentina habría de sufrir
con frecuencia desde 1929– dada la inmovilidad del factor tierra. Había,
54
En verdad, la expansión de la frontera agrícola continuó a buen ritmo en la década del veinte del siglo
pasado (ver sección 2.1.2).
55
La idea de la excepcionalidad del crecimiento y del agotarse de sus fuentes “fáciles” es la tesis central
del reciente libro de Cowen (2011), aplicada a las últimas décadas de los Estados Unidos.
Capítulo 2 / 233
del uso del capital, tanto por la mecanización del agro como por el aumento
de la participación relativa de la industria en el PIB. Uno de los factores
determinantes de este cambio estructural puede haber sido el deterioro
de los términos del intercambio en la década del veinte que, visto desde
el “otro lado”, significó un incentivo a la industrialización sustitutiva de
importaciones. Aun así, el crecimiento industrial de la Argentina entre 1920
y 1939 fue el décimo entre treinta países, un rango sin dudas importante,
pero menor al que venía registrando (Williamson, 2010).
Se encuentran evidencias de que el crecimiento económico
argentino hasta 1914 tuvo características excepcionales y
no fácilmente reproducibles. Estas evidencias son, en parte,
compatibles con la idea de la “demora” postulada por Di Tella
y Zymelman. Pero, en todo caso, ella explica solo una pequeña
parte del retraso de la Argentina en el período analizado en
este libro, dado que la mayor parte se produjo después de
1950, demasiado lejos de la “demora” coetánea con la Primera
Guerra.
Capítulo 2 / 235
procesos previos, en sintonía con la idea de la path dependence (Gerchunoff
y Fajgelbaum, 2006, y más explícitamente, Galiani y Somaini, 2010). Tales
estructuras y procesos surgieron a partir de la industrialización endógena
del período de entreguerras, y a ellas se sumaron las políticas proteccionistas
de posguerra en un contexto de instituciones políticas adecuadas.
Las evidencias encontradas en la hipótesis del
proteccionismo excesivo tienden a otorgar fundamento a la
tesis de las respuestas tardías a la Gran Depresión, y queda
abierta la interpretación de si las opciones de políticas económicas de
posguerra fueron o no “obligadas”, cuestión esta última sumamente difícil
de dilucidar.
2.8. Conclusiones
56
Para facilitar su identificación, las conclusiones de cada hipótesis se presentan con los mismos numera-
les del capítulo.
57
Sin embargo, es importante destacar que, incluso incluyendo esta variable dicotómica, los errores del
ajuste son muy grandes y caen fuera de los intervalos de confianza usuales para estos períodos de guerras.
58
Se destacan en cursiva los factores que más claramente aparecen asociados al retraso o el no retraso de la Argen-
tina.
Capítulo 2 / 237
de cerrarse. Comportamientos análogos se observan en buena parte de la
historia económica contemporánea de Brasil y Chile.
2.1.2. Crecimiento agropecuario. Los períodos de crecimiento
del sector agropecuario, y en particular el agrícola, ya sea en áreas
cultivadas, ya en productividad y en producción, han coincidido con los
períodos en los que la Argentina no se ha retrasado respecto a los países
avanzados. El sector ha mostrado una respuesta elástica a las variaciones
de los precio de sus productos.
2.1.3. Estatismo. No hay evidencias de que el tamaño del gasto público
esté más asociado al retraso que al no retraso. Sin embargo, la escasez y
debilidad de las instituciones estatales de control tuvieron frecuentemente
como resultado un gasto con un pobre récord de eficiencia, que sí puede
haber afectado negativamente el crecimiento. Por otro lado, aun cuando
el aumento del gasto público haya sido moderado, el subdesarrollo de los
mercados de capitales domésticos y la falta de independencia del Banco
Central tuvieron como consecuencia una frecuente y excesiva financiación
del gasto público con emisión de dinero y/o de deuda pública, lo que
provocó inflación y/o crowding out en escalas que –como se muestra en
otras secciones– efectivamente dificultaron el desarrollo de la economía.
2.1.4. Derechos de propiedad. Cuando se observan fenómenos
indicativos de violaciones o riesgos de violaciones de los derechos de
propiedad, tales como la desintermediación financiera y lo que es en
parte su contracara, la dolarización, se encuentra que ambos fenómenos
alcanzaron dimensiones inusualmente altas en la Argentina, lo que muy
probablemente haya tenido que ver con nuestro retraso, en particular
en el mediano y largo plazo. De hecho, en el período de mayor retraso de
la Argentina, desde principios de los cincuenta hasta 1990, se observan
los menores niveles de intermediación financiera, mientras que antes y
durante el no retraso posterior, ellos fueron más elevados o comenzaron a
recuperarse, aun con altibajos.
La contracara de la desintermediación financiera ha sido la
acumulación de activos externos por parte de residentes argentinos, que
ascendían en 2009 a 134.200 millones de dólares. Aproximadamente
Capítulo 2 / 239
respectivamente. Nada puede decirse, sin embargo, respecto de la dirección
de la causalidad. En algunos casos puede haber ocurrido que una mejora
de la economía condujera a reducir el déficit; en otros, que medidas de
reducción del déficit impulsaran la recuperación de la economía vía, por
ejemplo, una caída del riesgo país.
2.2.2.2. La deuda pública. No hay una asociación clara entre
el coeficiente de endeudamiento público y el retraso del país. En lógica
analogía con lo hallado para el déficit fiscal, lo que sí aparece más claro es
que algunos de los saltos en el coeficiente de endeudamiento estuvieron
asociados a una aceleración del retraso.
2.2.3. La inflación, la desmonetización y la desintermediación
financiera
2.2.3.1. La inflación. La inflación, y muy especialmente la alta
inflación o megainflación, es una de las variables que aparece más
estrechamente asociada al retraso de la Argentina. El análisis econométrico
ha destacado, en particular, el impacto negativo de la aceleración de la
inflación sobre el crecimiento. Ratificando los impactos de largo plazo
de la estabilidad de precios, se observa que tanto en la Argentina como
en Brasil, Chile y Uruguay el retorno a tasas de inflación más parecidas a
las internacionales, desde distintos momentos de la década del ochenta
(Chile) o del noventa, ha permitido detener el retraso de los cuatro países y
ayudar a colocar a Chile en un franco sendero de recuperación de su nivel
de vida respecto de los países avanzados. La evidencia argentina desde el
2007 sugiere que, al inicio de los procesos inflacionarios o hasta alcanzar
la inflación valores elevados, puede no haber efectos negativos sobre el
crecimiento.
2.2.3.2. La desmonetización. Lógicamente, al igual que en el caso
de la inflación, también es muy marcada la coincidencia entre los períodos
de desmonetización y los de mayor retraso de la Argentina.
2.2.4. La insuficiencia de la inversión. No se encontró una
asociación inversa, como cabría esperar, entre el coeficiente de inversión y
el retraso de la Argentina en el período estudiado. Esta perplejidad puede
deberse a que existe una demora de muchos años entre la inversión y el
Capítulo 2 / 241
encuentra evidencia favorable a la hipótesis al segmentar la historia
argentina en períodos de retraso y no retraso. El período de retraso de
1975-1990 coincide con elevadas transferencias por intereses, en contraste
con transferencias relativamente bajas en los períodos de no retraso.
c) Transferencias totales. En cuanto a la transferencia total de recursos,
los resultados muestran algunas evidencias favorables a la hipótesis. Por
un lado, el período de mayor retraso de la Argentina coincidió con un
aumento sustancial de las transferencias al exterior, primero gradual y
luego muy intenso en la década del ochenta. Por otro lado, la estabilización
de la relación PIB por habitante Argentina/Mundo observada en los
últimos veinte años ha coincidido con una sustancial disminución de
dichas transferencias Como síntesis final puede decirse que se encuentran
algunas evidencias favorables respecto de algunos períodos para la
hipótesis de la transferencia de recursos, sin que ellas sean concluyentes.
Capítulo 2 / 243
mostrado una tendencia declinante tan clara durante buena parte del siglo
XX, pese a la inestabilidad del coeficiente de importaciones, indicaría que la
incidencia de esa variable sobre el desempeño de largo plazo de la economía
sería, a lo sumo, muy moderado. En el cálculo a precios constantes tampoco
se encuentran evidencias favorables a la hipótesis de que los períodos de
mayor retraso tuvieron como una de sus causas una excesiva apertura a
las importaciones. En fin, cuando se consideran solo las importaciones de
bienes de consumo e insumos, dejando de lado las de bienes de capital,
tampoco se observan evidencias favorables a la hipótesis. Como conclusión
general del análisis de la hipótesis de las políticas contrarias a la industria
surge que ella no encuentra sustento en los datos y que, en la amplia
mayoría de los casos, la evidencia contradice o no sostiene lo postulado
por la teoría.
2.4.4. Políticas “financieristas”. Aunque con muchas oscilaciones,
la tendencia histórica de las tasas reales de interés, al menos hasta comienzos
de la década del noventa, ha sido a la baja, lo que no ha evitado el retraso
argentino. Por otro lado, la evidencia muestra que las entradas de capitales
de corto plazo no han estado asociadas al retraso de la Argentina.
2.4.5. Puja distributiva. Se encuentran algunas evidencias de la
existencia de rasgos estructurales que le otorgaron a la Argentina una
propensión al conflicto distributivo, y a un tipo de conflicto que tendía a
comprometer el crecimiento. En otras palabras, rasgos estructurales que,
para un mismo impulso monetario o fiscal, han dado lugar a una mayor
inflación en comparación con países sin dichos rasgos. Las evidencias no
parecen suficientes, en cambio, para saltar a la conclusión de que dichos
rasgos estructurales “determinaron” per se el conflicto distributivo y
también las políticas económicas y sociales. En segundo lugar, si los datos
del presente tienen alguna validez respecto del pasado, los datos de la
sindicalización estarían mostrando también una mayor propensión a
la puja distributiva, en tanto esta suele potenciarse cuanto mayor sea la
presencia y fortaleza de los sindicatos. En tercer lugar, la violencia de
las oscilaciones del salario real a partir de mediados del siglo XX es un
indicio importante de que la puja distributiva se acentuó en coincidencia
Capítulo 2 / 245
2.4.9. Concentración en el área metropolitana de Buenos
Aires. Aunque es probable que la alta concentración poblacional en una
sola ciudad haya limitado durante mucho tiempo el crecimiento relativo
de la Argentina –al igual que el de Chile y Uruguay–, este nexo está lejos
de ser necesario ya que hay muchos países con valores de concentración
superiores y mayor crecimiento económico.
Capítulo 2 / 247
2.5.7.3. Vaciamiento relativo de los partidos políticos y menor
calidad de los cuadros de gobierno. Aunque, sorprendentemente,
son pocos los estudios sobre el particular, es probable que la pérdida de
capital humano para los partidos políticos y para las instituciones de la
Constitución haya tenido un efecto negativo para el país y positivo para
su retraso, vía el debilitamiento de un sistema de partidos –realidad que
se observa todavía hoy en la Argentina– o mediante una merma de la
calidad de la gestión pública, en los tres poderes del Estado y en los tres
niveles de gobierno.
2.5.7.4. Caudillos versus líderes democráticos. La evidencia
aportada muestra con bastante claridad una elevada incidencia de
presidentes constitucionales con características de caudillos. Es probable
que esto haya tenido una incidencia en el retraso de la Argentina, pues
dificultó el desarrollo de un sistema de partidos y un funcionamiento
constitucional más normal. Pero para demostrarlo sería necesario
profundizar en un análisis comparativo con países latinoamericanos que
está fuera del alcance de este libro.
Capítulo 2 / 249
efecto de “dependencia del sendero” que tuvo el golpe de Estado del 6 de
septiembre de 1930, en tanto condicionante de los golpes y contragolpes
posteriores.
2.7.3 ¿Respuestas tardías a la Gran Depresión o sustitución
de importaciones forzada por el pasado? Las evidencias
encontradas en la hipótesis del proteccionismo excesivo tienden a otorgar
fundamento a la tesis de las respuestas tardías a la Gran Depresión, y
queda abierta la interpretación de si las opciones de políticas económicas
de posguerra fueron o no “obligadas”, cuestión esta última sumamente
difícil de dilucidar.
59
Entre 1840 y 1940 la inmigración contribuyó con un 58 % al crecimiento poblacional de la Argentina;
con un 44 % al de los Estados Unidos; con un 22 % al de Canadá, y con un 15 % al de Brasil.
Capítulo 2 / 251
entonces60 podrían ser causa del vaciamiento de los partidos políticos (otra
de las hipótesis revisadas), y de su alejamiento del rol de mediación que
deben ejercer en la toma de decisiones políticas, y habrían posibilitado
que aspectos centrales de la política económica fueran excesivamente
influenciados por los intereses corporativos particulares (empresariales,
gremiales, militares, etcétera) que los reemplazaron en la conducción del
Estado.
Tal pudo haber sido el contexto ideológico, social y político que propició
el fomento de muchas actividades productivas basadas en la protección
aduanera y en políticas cambiarias discriminatorias61. Pero lo que quizás
diferencia a la Argentina es el exceso en la intensidad con que se aplicaron
estos instrumentos, por ejemplo, con diferenciales cambiarios entre sectores
superiores al 100 % o con prohibiciones de importar determinados bienes
durante décadas. La historia posterior sugiere también la existencia de algo
de path dependence62, hipótesis según la cual el pasado condiciona mucho
al presente y, una vez lanzada una política (como el inicial proteccionismo
defensivo ensayado en la década de 1930), sus frutos obligan de alguna
manera a continuarla y, más adelante, hasta profundizarla. Algo parecido
habría ocurrido con las políticas fiscales y monetarias inflacionarias
adoptadas después de la Segunda Guerra, ya que las inflaciones endémicas
generan anticuerpos contrarios a su combate.
Algunos de los factores determinantes de esta “dependencia del
sendero” habrían sido –nuevamente– ciertos rasgos culturales plasmados
en décadas anteriores, tales como las expectativas por encima de la realidad,
la cultura de rentas y de caudillos y una latente puja distributiva. Porque
si en aquellos años, por circunstancias internas e ideologías extranjeras,
parte importante de la “intelligentsia” civil, militar y empresaria cayó en la
tentación del atajo y de la “cultura de rentas”, una parte también significativa
60
A los seis golpes que derribaron autoridades electas e instituyeron los gobiernos “de facto” de 1930-1931;
1943-1946; 1955-1958; 1962-1963; 1966-1973 y 1976-1983, se deben agregar los golpes de palacio que pro-
vocaron la caída de los presidentes “de facto” Ramírez (1944), Lonardi (1955), Onganía (1970), Levingston
(1971) y Viola (1981); los años de fraude electoral y proscripciones explícitas (1931-1943 y 1958-66); los
casos en los que la mayoría política hizo abuso de su poder (1946-1955) y la abrupta caída del gobierno de
de la Rúa (2001).
61
Las llamadas políticas de sustitución de importaciones.
62
Ver la sección 2.7 de este capítulo.
Capítulo 2 / 253
2.9. Anexo. Análisis econométrico de series de tiempo
63
Utilizando la versión de MCOG de los tests de Dickey-Fuller aumentados (ADF, Dickey y Fuller, 1979;
Said y Dickey, 1984) al modo de Elliott, Rothenberg y Stock (ERS, 1996); el test de estacionariedad de
Kwiatkowski, Phillips, Schmidt, y Shin (KPSS, 1992); las versiones modificadas de los tests de Phillips-
Perron (PP, 1988), Bhargava (1986); y el test de punto óptimo de ERS (1996), realizado por Ng y Perron
(NP, 2001).
64
Ninguna variable aparece como integrada de orden 2.
65
Una técnica de estimación alternativa, dado que tanto la variable dependiente como muchas de las inde-
pendientes aparecen como integradas de orden, sería estudiar la cointegración entre estas variables, para
luego estimar modelos de corrección de error. Sin embargo, no seguimos este camino porque debería en
estos modelos estimarse una gran cantidad de parámetros, dada la gran cantidad de variables involucra-
das, dejando escasos grados de libertad lo que afectaría mucho la bondad del ajuste.
Coeficiente
Error estándar Estadístico-z Prob.
estimado
66
Detectada con el test de multiplicadores de Lagrange de Breusch-Godfrey de correlación serial.
67
Para detectarlo se empleó test de ML de Engle (1982).
Capítulo 2 / 255
Cuadro 2.9.1.b. Factores determinantes del retraso argentino: dummy
“guerras+posguerras”
Coeficiente Error
Estadístico-z Prob.
estimado estándar
Criterio de información de
R-cuadrado ajustado 0,579936 -5,129508
Akaike
Criterio de información de
Estadístico Durbin-Watson 1,895133 -4,879710
Schwarz
0,1
0,05
-0,05
-0,1
1902
1907
1912
1917
1922
1927
1932
1937
1942
1947
1952
1957
1962
1967
1972
1977
1982
1987
1992
1997
2002
2007
Capítulo 2 / 257
En cuanto al análisis de robustez, se verificó que los resultados arriba
mencionados son robustos a cambios en la muestra estimada, la aplicación
de alguna transformación distinta de la variable (aquí la estabilidad del
modelo era relativamente baja), la inclusión de variables explicativas
adicionales (aunque en estos casos la bondad del ajuste caía) y la inclusión
de rezagos alternativos y de términos MA. A su vez, se estimó la misma
ecuación en niveles, en vez de en primeras diferencias (previa verificación
de la cointegración entre R y las variables dependientes integradas de
orden 1 que permitiría la regresión en niveles), obteniéndose resultados
cualitativamente similares.
0,1
0,05
-0,05
-0,1
1902 19071912 19171922 19271932 19371942 19471952 19571962 19671972 19771982 19871992 19972002 2007
Residuos
Capítulo 2 / 259
o Populismo económico (dummy rezagada tres años)
o Peronismo (dummy rezagada tres años)
o Coaliciones neoliberales (dummy rezagada tres años)
o Presidentes caudillos (dummy rezagada tres años)
Capítulo 3 / 261
superar el retraso de la Argentina, sino también para superar la pobreza y
mejorar la distribución del ingreso. Pero, como se dijo en el capítulo 2, esta
hipótesis no pudo ser sometida a las mismas pruebas que las otras y, por
ello, no pudo ser incluida en el listado que sigue.
Capítulo 3 / 263
recordar que la inflación castiga de modo especial a los más pobres, por
su menor capacidad de ahorro y por la mayor proporción que tienen las
tenencias de dinero en el total de su riqueza.
Capítulo 3 / 265
5. Menor volatilidad macroeconómica. La Argentina no se retrasó
respecto de otros países, o lo hizo en menor medida, cuando se pudo evitar
la volatilidad macroeconómica. Esto vale especialmente para el período
posterior a 1930 dado que anteriormente las políticas anticíclicas no estaban
desarrolladas y las economías, especialmente las periféricas, “flameaban”
en función de shocks externos positivos o negativo. La volatilidad será tanto
mayor cuanto más vigencia tengan políticas populistas o inflacionarias,
cuyos desajustes será necesario reparar a posteriori.
Desde 1975 hasta el 2001-2002, la Argentina sufrió fuertes crisis
macroeconómicas, casi exactamente cada cinco años, en 1975-1976, 1981,
1985, 1989-1990, 1995 y 2001-2002. La violencia de estos ciclos ha jugado
un papel determinante en el retraso de la Argentina. En lo que va de este
siglo, en cambio, ya han transcurrido casi nueve años sin este tipo de crisis.
Sin embargo, por lo dicho en los puntos 2, 3 y 4, la Argentina está hoy
arriesgándose innecesariamente a sufrir nuevamente un ciclo violento.
Todavía se está a tiempo de evitarlo, pero cuanto más se demore, más
difícil será.
Capítulo 3 / 267
de que el cierre de la economía implica las más de las veces un aumento
del precio de los bienes de capital importados y, por lo tanto, una menor
productividad de la inversión y un menor crecimiento para un mismo nivel
de ahorro.
Es por ello oportuno registrar el cambio que se está dando en el
modelo de política económica instaurado a partir de 2002. Originalmente,
estaba basado en baja inflación, superávits gemelos, tipo de cambio alto y
sesgo exportador, sin descuidar por ello el mercado interno. En los últimos
años, y especialmente en 2011, se observan no solo una inflación elevada
y la extinción de los superávits gemelos, sino también un creciente sesgo
antiexportador y promotor de la sustitución de importaciones mediante
instrumentos tales como las crecientes restricciones cuantitativas a las
exportaciones –que se añaden a los impuestos a estas– y las licencias no
automáticas o permisos previos para importar. Al menos por el hecho de
limitar el aumento de las exportaciones, un camino de esta naturaleza hace
peligrar la continuidad del proceso de no retraso del país, y más aún una
recuperación de las posiciones perdidas.
Capítulo 3 / 269
ocurre por primera vez desde la Segunda Guerra y que probablemente se
extenderá por bastante tiempo.
Capítulo 3 / 271
propiedad de los más pobres, para quienes la tenencia de dinero guarda
una mayor proporción en el total de su riqueza.
Lo ocurrido desde principios de siglo no es alentador, porque, entre
fines del 2002 y fines del 2009, el stock de activos de particulares argentinos
en el exterior aumentó desde 96.910 a los citados 141.944 millones de
dólares, es decir, un 46,5 % o 5,6 % anual. Y porque entre 2007 y 2010 dicha
formación medida según el mercado cambiario llegó a 57.400 millones de
dólares. Se trata pues, muy claramente, de una asignatura pendiente.
A modo de conclusión
Capítulo 3 / 273
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Capítulo 3 / 275
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