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Claves del retraso y del

progreso de la Argentina

Martín Lagos Juan J. Llach


Eduardo Fracchia Fernando Marull
Claves del retraso y del progreso de la Argentina / Martín Lagos ... [et.al.].
- 1a ed. - Buenos Aires : Temas Grupo Editorial, 2011.
288 p. ; 22x15 cm.

ISBN 978-987-1826-06-3

1. Economía Argentina. I. Lagos, Martín


CDD 330

Fecha de catalogación: 15/08/2011

Título del libro: Claves del retraso y del progreso de la Argentina

© ESADE Business School | Fundación para el desarrollo empresarial y social

© Martín Lagos, Juan J. Llach

© Temas Grupo Editorial SRL, 2011


Cerrito 136 Piso 3º A, Buenos Aires, Argentina

www.editorialtemas.com

1º edición, agosto de 2011, 2500 ejemplares

Comité TEMAS Grupo Editorial


Dirección : Jorge Scarfi
Coordinación general: Julieta Codugnello
Producción: Inés Shute Dinamarca

Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723

Esta edición de 2500 ejemplares se terminó de imprimir en el mes agosto de 2011


en Bibliografika de Voros S.A. Bucarelli 1160, Buenos Aires.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de este libro en


cualquier forma y medio sin previo permiso por escrito de los autores y/o titulares
de Copyright

4 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Este libro es el fruto de una iniciativa de ESADE Business School,
institución que, además de financiar íntegramente el trabajo, ofreció
todo su apoyo para concretarlo. También el IAE Business School de la
Universidad Austral dio las facilidades necesarias para que dos de sus
profesores dedicaran tiempo al proyecto.

La investigación fue realizada por Martín Lagos, presidente del Consejo


Superior de la Universidad del CEMA; Juan J. Llach, director del Centro de
Estudios de Gobierno, Empresa, Sociedad y Economía del IAE; Eduardo
Fracchia, director del área de Economía del IAE, y  Fernando Marull,
profesor de Economía de la UADE. Marcos J. Del Bianco, economista del
BBVA Francés, llevó a cabo el análisis econométrico.

Los autores agradecen a ESADE Business School y a sus respectivas


instituciones académicas la oportunidad brindada de investigar un tema
tan relevante para la República Argentina y muy especialmente agradecen
a Luis M. Bameule, vicepresidente del Consejo de Administración de la
Fundación para el Desarrollo Empresarial y Social (órgano que ejerce
el gobierno del Campus Buenos Aires de ESADE Business School), por
haberlos convocado para llevar a cabo el proyecto.
Índice

Introducción 13

Capítulo 1. Cuándo, cuánto y respecto de quiénes se retrasó la Argentina 21


1.1. Aspectos metodológicos 21
1.1.1. La estadística del Producto Interno Bruto per cápita y las series 21
de tiempo de Angus Maddison
1.1.2. Las ratios de PIB per cápita como indicadores del avance o retraso 23
de la economía argentina
1.1.3. El uso de promedios representativos para grupos de países 24
1.1.4. El uso de promedios móviles en las series de tiempo 25
1.2. La medición del retraso de la Argentina 25
1.2.1. La Argentina versus el mundo 25
1.2.2. La Argentina versus el mundo avanzado 28
1.2.3. La Argentina versus el mundo en desarrollo 32
1.3. Otras comparaciones y casos de interés 33
1.3.1. Los Estados Unidos de América 33
1.3.2. Los exportadores de alimentos: Canadá-Australia-Nueva Zelanda 36
1.3.3. Nueva Zelanda, un subcaso menos exitoso 38
1.3.4. El grupo de nuestras raíces: España-Italia-Portugal 39
1.3.5. Tres vecinos, tres historias: Brasil, Chile y Uruguay 41
1.3.6. Asia: Tres “tigres” maduros (Japón, Corea, Taiwan) y dos gigantes 45
de desarrollo tardío (China, India)
1.3.7. ¿Respecto de quién se retrasó más la Argentina? 48
1.3.8. ¿A quién le ganó la Argentina? 50
1.4. Conclusión 54
1.5. Anexo. Midiendo el nivel de vida entre países y a lo largo del tiempo: la 58
contribución de Angus Maddison

Índice / 7
Capítulo 2. Por qué se retrasó la Argentina: las hipótesis en pugna 61
2.1. Hipótesis neoclásicas 63
2.1.1. Proteccionismo excesivo 63
2.1.1.1. Proteccionismo y apertura: la llegada tardía de América 69
Latina
2.1.2. Hipótesis del crecimiento agropecuario 78
2.1.2.1. Agricultura 79
2.1.2.2. Ganadería 81
2.1.2.3. Desempeño del sector agropecuario y restricción 83
externa
2.1.2.4. Conclusiones 86
2.1.3. Estatismo 88
2.1.4. Los derechos de propiedad 93
2.1.4.1. Amenazas a los derechos de propiedad nominados en 94
moneda: defaults e inflación
2.1.4.1.1. El caso de la Argentina 96
2.1.4.1.2. El caso del Brasil 99
Nota sobre la dolarización 102
2.1.5. Regulación del mercado de trabajo 102
2.2. Hipótesis macroeconómicas 108
2.2.1. La volatilidad 108
2.2.2. La insolvencia fiscal 112
2.2.2.1. El déficit fiscal 114
2.2.2.2. La deuda pública 115
2.2.3. La inflación, la desmonetización y la desintermediación 117
financiera
2.2.3.1. La inflación 118
2.2.3.2. La desmonetización y la desintermediación financiera 121
2.2.4. La insuficiencia de la inversión 122
2.2.5. La insolvencia externa 124
2.3. Hipótesis de la dependencia 127
2.3.1. El deterioro de los términos del intercambio y la estructura de las 128
exportaciones

8 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


2.3.1.1. Los términos del intercambio externo 129
2.3.1.2. La estructura de las exportaciones 134
2.3.2. Transferencia de recursos al exterior 136
2.3.2.1. Utilidades y dividendos netos 138
2.3.2.2. Intereses netos 140
2.3.2.3. La transferencia total de recursos 143
2.4. Hipótesis estructuralistas y de las políticas liberales o 145
neoliberales
2.4.1. Economía muy primaria 146
2.4.1.1. La participación del sector primario a precios constantes 149
2.4.1.2. La participación del sector primario a precios corrientes 152
2.4.2. Desarrollo industrial insuficiente 156
2.4.2.1. Participación de la industria en el PIB a precios 157
constantes
2.4.2.2. Participación de la industria a precios corriente 162
2.4.2.3. La participación de la industria manufacturera relativa a 164
la participación del sector primario
2.4.3. Políticas contrarias a la industria manufacturera 166
2.4.3.1. El tipo de cambio real 167
2.4.3.2. La apertura importadora 170
2.4.3.2.1. Importaciones/PIB a precios corrientes 170
2.4.3.2.2. Importaciones/PIB a precios constantes 172
2.4.3.3. La apertura importadora, neta de bienes de 173
capital
2.4.4. Políticas “financieristas” 174
2.4.5. Puja distributiva 180
2.4.6. La debilidad del capitalismo nacional y la falta de cohesión del 186
empresariado
2.4.6.1. La participación de las mayores empresas 188
2.4.6.2. La inversión extranjera directa como porcentaje del 190
PIB
2.4.6.3. La cuestión de la organización y cohesión del 192
empresariado

Índice / 9
2.4.7. Distribución de la propiedad de la tierra 193
2.4.8. Intensidad y concentración en el tiempo de la inmigración 194
2.4.9. Concentración en el área metropolitana de Buenos Aires 196
2.5. Hipótesis de las instituciones políticas 198
2.5.1. La inestabilidad política y los gobiernos legales e ilegales 199
2.5.2. Gobiernos civiles versus gobiernos militares 202
2.5.3. El populismo económico 204
2.5.4. El peronismo 207
2.5.5. Coaliciones conservadoras o liberales 211
2.5.6. Federalismo político con fuertes desigualdades regionales 214
2.5.7. Otras hipótesis sobre la influencia de las instituciones políticas 218
2.5.7.1. La rapidez de la incorporación electoral 218
2.5.7.2. Tardía incorporación de los inmigrantes a la vida política 219
2.5.7.3. Vaciamiento relativo de los partidos políticos y menor 220
calidad de los cuadros de gobierno
2.5.7.4. Caudillos versus líderes democráticos 220
2.6. Hipótesis sociológicas y culturales 222
2.6.1. Urbanización y modernización “excesivas” 222
2.6.2. Deterioro de la ventaja educativa 226
2.6.3. Cultura de rentas 227
2.7. Hipótesis de determinaciones históricas 229
2.7.1 ¿Excepcionalidad del crecimiento hasta la Primera Guerra o 231
demora a partir de allí?
2.7.2. El golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 234
2.7.3 ¿Respuestas tardías a la Gran Depresión o sustitución de 235
importaciones forzada por el pasado?
2.8. Conclusiones 236
2.8.1. Síntesis de las conclusiones 236
2.8.2. Una lectura posible del encadenamiento de los factores asociados 250
al retraso de la Argentina
2.9. Anexo. Análisis econométrico de series de tiempo 254

10 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Capítulo 3. Una mirada al futuro aprendiendo del pasado 261
1. Mejor funcionamiento de las instituciones políticas 262
2. Inflación baja o moderada y aumento de la monetización de la 263
economía
3. Políticas económicas no populistas 264
4. Solvencia fiscal 265
5. Menor volatilidad macroeconómica 266
6. Oportunidades y percepciones de progreso y movilidad social y puja 266
distributiva moderada o encauzada
7. Economía abierta o en proceso de apertura y precios relativos cercanos 267
a los internacionales
8. Desarrollo agropecuario + desarrollo industrial 268
9. Términos del intercambio externo no muy bajos ni decrecientes y su 269
relación con el proteccionismo agroalimentario
10. Solvencia externa 270
11. Inversión moderada o alta 271
12. Respeto de los derechos de propiedad 271
A modo de conclusión 272
Bibliografía 275

Índice / 11
Introducción

Se presentan en este libro los resultados de una investigación sobre


el retraso relativo de la Argentina, sus causas y las lecciones que esta
experiencia deja para el futuro. Es sabido que la economía argentina se
rezagó respecto de buena parte del mundo después de haber alcanzado y
sostenido niveles de ingreso per cápita cercanos a los de las economías más
avanzadas y muy superiores a los del mundo en desarrollo. La investigación
no se centró en el impresionante crecimiento de la Argentina antes de
su centenario, sino en el desempeño posterior, cuando el país sostuvo
primero –pero luego perdió– las notables posiciones relativas alcanzadas
anteriormente.
El capítulo 1 se ha dedicado a la medición de cuándo, cuánto y respecto
de quiénes se retrasó la Argentina empleando estadísticas sobre su producto
o ingreso per cápita y el de otros países o grupos de países. No se tomó
como referencia solo a las economías más avanzadas de raíz occidental,
sino también a varias naciones asiáticas que en las últimas décadas han
crecido a mayor velocidad que aquellas y a países o grupos de países que, en
mayor o menor medida, comparten con la Argentina características como
la vecindad geográfica, la cultura y las principales etnias de su población, o
la disponibilidad de recursos naturales.
La Argentina logró un fenomenal crecimiento en las últimas tres
décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX, merced al cual, entre
1870 y 1910, el país pasó del decimoctavo al noveno puesto en el orden
mundial de los ingresos per cápita. En ese mismo lapso su PIB per cápita
progresó desde un equivalente al 60 % del promedio de los dieciséis países

Introducción / 13
más avanzados de raíz occidental (1870) hasta un valor prácticamente
igual (99 %) a ese promedio (1910). Con ciertos altibajos, hasta 1933-
1934 el país mantuvo tales posiciones relativas. Pero a partir de entonces
el crecimiento se rezagó de manera visible, tanto que, a comienzos de la
década de 1960, el PIB per cápita argentino volvió a ubicarse –como en
1870– en el 60 % del promedio de los países avanzados. Tras once años
durante los cuales el retraso no se agravó (1964-1974), pero tampoco se
recuperó, vino el período de peor performance relativa, 1975-1990, al cabo
del cual el ingreso per cápita argentino había caído a un tercio de la media
de las economías avanzadas. Desde 1991 hasta hoy, el indicador del PIB per
cápita argentino/PIB per cápita promedio de los países avanzados no ha
sufrido más retraso, aunque sí grandes altibajos que lo han hecho oscilar
entre el 30 y el 42 %.
Muy parecida es la evolución que muestra el cociente entre el ingreso
per cápita de la Argentina y el del subconjunto formado por Canadá,
Australia y Nueza Zelanda, tres países que comparten con el nuestro el haber
iniciado su desarrollo en el siglo XIX sobre la base del aprovechamiento de
su potencial agropecuario, y en el caso de Australia, también minero. El
PIB per cápita argentino pasó de cifras que oscilaban entre el 80 y el 90 %
del promedio de estos tres países (entre los años 1901 y 1934) al 40 % entre
los años 1990 y 2009.
Si la comparación se hace, en cambio, con los países de la Europa
mediterránea en los que abrevan nuestra cultura e idiosincrasia dominantes
(España, Italia y –en menor medida– Portugal), el retraso no comienza
en la década de 1930, sino tras la Segunda Guerra. En la primera mitad
del siglo XX el PIB per cápita argentino superó al de estos tres países
en una media cercana al 60 %. El retraso posterior a 1950 fue tal que
tamaña ventaja despareció en trece años: hacia 1963 el ingreso per cápita
promedio de Italia, España y Portugal había igualado al de la Argentina.
El buen desempeño conjunto de los tres países hizo que el nuestro se
siguiera retrasando relativamente aun en sus mejores años (1964-1974) y
fue solo después 1990 que se volvió a estabilizar la ratio de PIB per cápita.
Pero entonces el ingreso medio argentino apenas superaba la mitad del
promedio de estos países.

14 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


El retraso respecto de Brasil fue prácticamente incesante desde 1910
hasta 1990, pasando de un PIB per cápita argentino que casi quintuplicaba
al de nuestro vecino, a un ingreso medio que, en las últimas dos décadas,
solo lo supera en un 50%. Mucho más reciente, en cambio, es el retraso
respecto de Chile: el PIB per cápita argentino superó consistentemente
al chileno en el orden de un 40 % desde 1905 hasta 1986, pero desde
entonces el mejor desempeño de Chile logró que los ingresos medios de
ambos países se igualaran en 1993 y que, en la actualidad, el valor de la
Argentina represente solo unas tres cuartas partes del chileno. Uruguay,
en cambio, ha mostrado un comportamiento de retraso relativo similar al
de la Argentina.
Ubicado el punto de partida del retraso de la Argentina en los años
posteriores a la salida de la gran crisis 1929-1933 (o sea, a mediados
de la década de 1930), la investigación se orientó hacia sus causas. La
extensión del capítulo 2 prueba que encontrar los factores determinantes
del retraso de la Argentina no es una tarea sencilla. La literatura sobre
el fenómeno es frondosa y se procuró que sus principales corrientes
estuvieran representadas en el análisis. Para ello, se estudiaron más de
cuarenta hipótesis. Algunas son principalmente económicas, ya afines
al pensamiento ortodoxo (hipótesis neoclásicas y macroeconómicas), ya
representativas del pensamiento heterodoxo (hipótesis de la dependencia
y del estructuralismo). Otras se refieren a las instituciones políticas, a
factores sociológicos o culturales y a factores específicamente históricos. No
todas pudieron ser analizadas con los mismos tests ni rigor metodológico,
limitación que se trató de subsanar, en parte, mediante el empleo de un
modelo econométrico. El estudio de un gran número de series estadísticas
representativas de muchas de estas hipótesis (tales como ahorro/inversión,
términos del intercambio, políticas aduaneras, fiscales, monetarias,
inflación, productividad del sector agropecuario, estructura productiva
y de las exportaciones, indicadores de volatilidad, inestabilidad política,
políticas populistas vs. ortodoxas, etc.), y de su asociación, vinculación y
eventual causalidad con el indicador del retraso relativo argentino permitió
apreciar la verosimilitud de las diversas hipótesis y sacar conclusiones
propias.

Introducción / 15
El análisis econométrico mostró que solo cuatro variables son
estadísticamente significativas para explicar el retraso de la Argentina.
El cierre (o apertura) de la economía (medido por la suma de las
exportaciones e importaciones como porcentaje del PIB); la volatilidad
en los niveles del producto interno bruto; la aceleración de la inflación
(aumento de su tasa porcentual anual) y una variable dicotómica
que captura el comportamiento diferencial de las series durante las
dos guerras mundiales del siglo XX. Esta conclusión no invalida la
identificación de otras variables, hechos y políticas que habrían operado
de manera menos determinante que los arriba mencionados, pero no
deja dudas de que las políticas económicas más visiblemente asociadas a
los períodos de retraso son las que condujeron a un excesivo cierre de la
economía al comercio internacional (iniciadas tras la depresión mundial de
1929-1933 y profundizadas en las décadas siguientes), las políticas fiscales
y monetarias altamente inflacionarias que se siguieron tras las Segunda
Guerra Mundial y la volatilidad resultante de políticas macroeconómicas
insostenibles en el tiempo.
Estos tres factores –el cierre de la economía, la alta inflación y
la volatilidad– y las políticas asociadas a ellos han sido destacados
tradicionalmente por hipótesis neoclásicas y macroeconómicas cuyo acierto
se ratifica aquí. Pero cuando se indagan las causas profundas o los porqués
de estas decisiones, ganan terreno hipótesis políticas, históricas y algunas
propias del estructuralismo, todas ellas analizadas en el capítulo 2.
Entre otras, pueden mencionarse la mala distribución originaria de la
tierra y la carencia de políticas e incentivos que facilitaran el acceso a ella
de pequeños chacareros o el poblamiento de núcleos urbanos en el Interior,
todo lo cual resultó en una gran concentración de población en el Gran
Buenos Aires, tanto por migración interna como internacional. Sobre esta
base operó el fuerte impacto negativo de la gran crisis económica mundial
de 1929-1933. Este no fue ajeno a la involución política de la Argentina
que se inicia en 1930, como se evidencia al comprobar que treinta y ocho
años de los cuarenta y cinco en los que se concentra el retraso (1935-
1963 y 1975-1990) se superponen con el período de mayor inestabilidad

16 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


política (1930-1983). La historia posterior sugiere también la existencia
de algo de path dependence o “dependencia del sendero”, hipótesis según
la cual el pasado condiciona mucho al presente y, por ejemplo, una vez
lanzada una política (como el inicial proteccionismo defensivo ensayado
en la década de 1930), sus frutos obligan de alguna manera a continuarla
y, más adelante, hasta profundizarla. Algo parecido habría ocurrido con
las políticas fiscales y monetarias inflacionarias adoptadas después de la
Segunda Guerra, ya que las inflaciones endémicas generan anticuerpos
que dificultan su combate.
Algunos de los factores determinantes de esta “dependencia del sendero”
habrían sido –nuevamente– ciertos rasgos culturales plasmados en
décadas anteriores, tales como una gran modernización de las aspiraciones
sociales, ciertamente muy bienvenida, pero que solo podía satisfacerse
en un contexto de crecimiento rápido, y el recurso a diversas culturas de
rentas o la búsqueda de caudillos, todo ello en el contexto de una creciente
puja distributiva. Estas tendencias arraigadas en la sociedad también
fueron modeladas e impulsadas por parte importante de la “intelligentsia”
civil, militar y empresaria, influida asimismo por las ideologías de la época,
que cayó también en la “tentación del atajo” y de la “cultura de rentas”,
y buscó expresarse, como en el pasado, en caudillos militares o políticos
que colmaran sus expectativas y resolvieran sus problemas. Una sociedad
atravesada por tales culturas será muy probablemente más demandante
de proteccionismo extremo que otras y, a la vez, más propensa a albergar
una puja distributiva capaz de darles inercia propia a fenómenos
inflacionarios.
Este encadenamiento de factores y de políticas no fue patrimonio de
ningún partido o tipo de gobierno. Si la alta inflación y el proteccionismo
excesivo configuran políticas económicas populistas asociadas al retraso
de la Argentina, estas fueron impulsadas tanto por gobiernos de cuño
conservador, como militar, peronista y radical. De la misma manera, hay
gobiernos militares (1966-1973), radicales (1963-1966) y peronistas (1990-
1999 y 2002-2011) entre los que presidieron los períodos relativamente
favorables o de no retraso.

Introducción / 17
El trabajo culmina en el capítulo 3 en el que se repasan las condiciones
necesarias para evitar o revertir los factores determinantes del retraso y
potenciar los que favorezcan una recuperación. No hay un razonamiento
lineal que marque el camino desde las explicaciones del retraso del país
hacia la formulación de enseñanzas para el futuro, y como muestra
obsérvese la siguiente paradoja: ¿Cómo fue posible que dos décadas tan
diversas en el imaginario popular y político como las del noventa y los dos
mil hayan logrado en conjunto el objetivo de interrumpir el largo proceso
de retraso de la Argentina? Esto obliga a revisar los factores comunes
de los períodos en los que la economía argentina no se retrasó y extraer
algunas enseñanzas en clave afirmativa, y no solo las necesarias para evitar
el retraso.
Los factores identificables como comunes de los períodos de no
retraso son un mejor funcionamiento de las instituciones políticas;
una inflación baja o moderada y el aumento de la monetización de la
economía; políticas económicas no populistas o, si se prefiere, sostenibles
en el tiempo; solvencia fiscal; una menor volatilidad macroeconómica;
la existencia de oportunidades y percepciones de progreso y movilidad
social y una puja distributiva moderada o encauzada; una economía
abierta o en proceso de apertura y precios relativos internos cercanos a
los internacionales; un desarrollo agropecuario compatible y simultáneo
al desarrollo industrial; términos del intercambio externo no muy bajos;
solvencia externa; una inversión moderada o alta y el respeto de los
derechos de propiedad
La mayor parte de los factores que han permitido a la Argentina
dejar de retrasarse respecto del mundo entre 1991 y 2008 han mostrado
recientemente signos de deterioro. Si bien no se han alcanzado aún los
extremos típicos de los tiempos del gran retraso de la Argentina, por
ejemplo en lo que concierne a la ilegalidad o ilegitimidad de los gobiernos,
la altísima inflación o el cierre casi total de la economía, las señales
negativas son dignas de atención. La democracia sigue funcionando, pero
se observan evidentes daños en las instituciones republicanas y federales.
De la estabilidad monetaria lograda, aun después de la devaluación
del 2002, se ha pasado a una inflación alta y riesgosa. Han reaparecido

18 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


comportamientos populistas, especialmente en las distorsiones de precios
relativos, en la magnitud de los subsidios y en un nivel sin precedentes
de gasto público, dudosamente sostenible y parcialmente financiado
con el impuesto inflacionario. Altos funcionarios declaran que esta vez
el populismo es sostenible y que debe profundizarse, al mismo tiempo
que la puja distributiva muestra tensiones crecientes. Es destacable el
bajo nivel de endeudamiento público, pero la tendencia del resultado
fiscal, deficitario si es bien medido, no es auspiciosa. El valioso logro
de haber transitado ya casi nueve años sin crisis económicas violentas
se está poniendo en riesgo por la alta inflación y políticas tales como la
extinción de los superávits gemelos. Algo similar ocurre con la pobreza
y la indigencia, que después de haber disminuido significativamente
han vuelto a aumentar como consecuencia de la suba de la inflación. De
una política económica que armonizaba la inserción exportadora con el
desarrollo del mercado interno se ha pasado, sin aviso, a otra orientada
hacia la sustitución de importaciones, con sesgo antiagropecuario y
antiexportador. Adicionalmente, se observa que la integración regional,
en especial la del Mercosur, que avanzó considerablemente en sus inicios,
tiende a estancarse y a mostrar un escenario de conflictos permanentes. De
una situación de relativa solvencia externa se ha pasado a otra en la que la
cuenta corriente del balance de pagos tiende a cero y se han acentuado las
fugas de capitales. Aquí y allá aparecen sistemáticamente violaciones de
los derechos de propiedad que muy probablemente sean una de las causas
de un nivel de inversión insuficiente para sostener un crecimiento rápido.
Todavía se está a tiempo de reparar tantos deterioros de los factores
que permitieron a la Argentina dejar de retrasarse. Pero si no se actúa
rápidamente se entrará en zonas de retraso similares a las vistas en el
pasado. Si faltaran otras, la sola razón de la importancia y urgencia de esta
reparación es que, pese a haber dejado de retrasarse respecto del mundo
en los últimos veinte años, la Argentina no ha logrado mejorar sustancial y
establemente la situación de los más pobres ni mejorar la distribución del
ingreso y construir una sociedad más integrada.

Introducción / 19
Capítulo 1

Cuándo, cuánto y respecto de


quiénes se retrasó la argentina

En este capítulo se tratará de responder a las preguntas de cuánto,


cuándo y respecto de quiénes se ha retrasado la Argentina. El capítulo se
enfoca exclusivamente en las cuestiones “cuantitativas” (cuándo, cuánto,
respecto de quiénes) y no en las causas o motivos del supuesto retraso, que
será tema del capítulo 2.
Para responder a estos interrogantes, se comparará el desempeño de
la economía argentina con: a) la que exhibe el total mundial, b) las de los
países más avanzados, c) las de los países menos desarrollados, y d) las de
otros grupos de países o países individuales elegidos por su singularidad
y/o por tener con la Argentina alguna característica en común (la dotación
de recursos naturales, las raíces étnicas o culturales, la vecindad o historias
en común). En los casos en los que se verifique retraso, se tratará de precisar
la magnitud, las fechas y/o etapas más relevantes, y si las tendencias se han
mantenido o se han modificado en tiempos recientes.

1.1. Aspectos metodológicos

1.1.1. La estadística del Producto Interno Bruto per cápita y las


series de tiempo de Angus Maddison

La estadística principalmente empleada para las mediciones


mencionadas es el Producto Interno Bruto per cápita (PIB per cápita) de cada
país o grupo de países. Se trata de una medida del ingreso anual promedio
o por habitante que, aunque imperfecta, tiene aceptación universal por

Capítulo 1 / 21
construirse sobre la base de criterios y metodologías razonablemente
homogéneos y estandarizados1.
Como en origen las mediciones del PIB per cápita se hacen en la moneda
de cada país y a los precios de cada año, se han empleado para este trabajo
las series de tiempo provistas por Angus Maddison, investigador a quien se
le debe un monumental esfuerzo para calcular los PIB per cápita de cientos
de países en valores monetarios homogéneos, o sea, comparables entre sí
y a lo largo del tiempo. Para obviar el uso de tipos de cambio corrientes
en la conversión de estimaciones en diversas monedas a una moneda
única, utilizando la metodología de la “Paridad del Poder Adquisitivo”
(“Purchasing Power Parity”), Maddison recalculó los PIB de cada país
empleando los precios vigentes en los Estados Unidos de América. Tras
haber obtenido por este método estimaciones de PIB de poder adquisitivo
(o poder de compra) comparable para el año 1990, se reconstruyeron las
series de tiempo hacia el pasado y hacia el presente sobre la base de la
variación de cantidades y/o de valores monetarios a precios constantes2.
En el caso de la Argentina, las estimaciones de Maddison se remontan
a 1870. Existe luego una estimación para 1890 y la serie anual completa
desde 1900 hasta 2008. Para otros países, sobre todo los más desarrollados,
la información es similar o aún más completa, pero hay muchos países en
desarrollo para los que, con anterioridad a 1950, la información es salteada
y más escasa que la de la Argentina. Estos faltantes de información se
1
Los términos “producto” o “ingreso” aluden indistintamente al valor monetario de los bienes (mercade-
rías y servicios) que un individuo, una familia o todos los habitantes de un país, pueden disponer a lo
largo de un determinado período de tiempo. El término “ingreso” se emplea cuando la “disponibilidad” se
mide sumando las remuneraciones percibidas por el trabajo personal y las rentas obtenidas por cualquier
concepto. El término “producto” se emplea cuando lo que se mide es el valor de los bienes consumidos y los
que se han destinado a inversión. Si las mediciones e imputaciones se realizan con la suficiente precisión,
el valor monetario del producto y el del ingreso deben ser idénticos, motivo por el cual ambos términos
pueden emplearse indistintamente o como sinónimos. El adjetivo “interno” alude al producto o ingreso que
se genera dentro de las fronteras de un país, con independencia de la residencia o nacionalidad de quienes
lo perciben o gastan. El adjetivo “bruto” alude a que las estimaciones (de ingreso o producto) no han sido
corregidas por el desgaste o amortización del stock preexistente de capital. La sigla PIB, entonces, denota el
producto (o ingreso) interno bruto de un país o grupo de países. Los términos “per cápita”, “por persona”,
“por habitante”, “medio” o “promedio” son sinónimos y significan que el ingreso o producto total anual
del país (o grupo de países ) en cuestión ha sido prorrateado por la población o cantidad de personas que
habitaban en el país (o grupo de países) en el año al cual corresponde la estimación.
2
Angus Maddison, The World Economy: Historical Statistics, 2003, y Contours of the World Economy,
1-2030. AD: Essays in Macroeconomic History, 2008. En el Anexo del final del capítulo se provee una
descripción más detallada de la metodología empleada por este autor.

22 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


extienden, naturalmente, a las estimaciones del PIB per cápita promedio
mundial.

1.1.2. Las ratios de PIB per cápita como indicadores del avance
o retraso de la economía argentina

Las estadísticas mencionadas han permitido construir series de “ratios”


entre el PIB per cápita argentino y el de otros países o grupo de países
tomados como referencia o base de comparación.
Ratios inferiores a la unidad corresponden a situaciones en las que el
PIB per cápita argentino es menor que el del país o grupo de comparación.
Por ejemplo, si la ratio entre el ingreso promedio argentino y el de otro
país o grupo de países es 0,70, se infiere que el primero equivale al 70 %
del segundo. Ratios mayores a la unidad indican, por el contrario, un PIB
per cápita argentino mayor que el del país o grupo de países con el que se
está haciendo la comparación. Una ratio de 1,20, por ejemplo, indica que el
ingreso promedio argentino es 20% mayor que el del país o grupo de países
de comparación.
Siendo el PIB per cápita argentino el numerador de las ratios, va de
suyo que ellas (ya sean menores o mayores que la unidad) son ascendentes
en los períodos en los que la economía argentina experimentó avances en
relación con el país o grupo de países con la que se la está comparando y
viceversa: las ratios descienden en los períodos de retraso relativo.
Junto a las series de ratios de PIB per cápita se graficaron las series que
corresponden al numerador (el PIB per cápita argentino) y al denominador
(el PIB per cápita del país o grupos de países de referencia). El empleo de
logaritmos facilita la observación de los cambios ocurridos en los ritmos
de crecimiento de cada parte, los que se reflejan de manera directa en
las pendientes de las respectivas curvas. Esto permite comprobar en qué
medida los aumentos o disminuciones de las ratios (o sea, los avances o
los retrasos relativos de la economía argentina) obedecen a cambios en el
desempeño de nuestra economía y/o a cambios en el desempeño del país o
grupo de países con los que se la está comparando.

Capítulo 1 / 23
1.1.3. El uso de promedios representativos para grupos de
países

La construcción de series de PIB per cápita para grupos de países


puede hacerse empleando promedios simples o ponderados. Los promedios
simples se obtienen dividiendo la suma algebraica de los PIB per cápita de
cada país del grupo por el número de países que lo conforman. Los promedios
ponderados se calculan sumando los PIB totales de cada país y dividiendo
el resultado por la población total del grupo3. Tanto en la determinación
del nivel absoluto del PIB per cápita del grupo (en cada año), cuanto en su
dinámica o su desempeño a lo largo del tiempo, la ponderación aumenta
–naturalmente– la influencia de los países de mayor tamaño.
Cuando los grupos están conformados por países con desempeños
relativamente parejos, el uso de uno u otro tipo de promedio (simple o
ponderado) podrá dar como resultado un mayor o menor nivel absoluto
del ingreso medio (del grupo), pero cualquiera de los dos reflejará con
parecida eficacia el desempeño grupal en el tiempo. Es el caso de Canadá,
Australia y Nueva Zelanda o, también, de España, Italia y Portugal.
Cuando el desempeño en el tiempo de los miembros del grupo es
muy desigual, los promedios, sean simples o ponderados, pierden eficacia
representativa. Diversas pruebas mostraron que ambos tipos de promedio
introducen más confusión que información útil cuando se los ha tratado de
emplear para representar el desempeño conjunto de, por ejemplo, Brasil,
Chile y Uruguay, y diversos países asiáticos con China y/o Japón. En
estos u otros casos de desempeños y/o tamaños muy dispares, el uso de la
información individual por país es más prudente y, a la vez, más ilustrativa
que el empleo de promedios grupales.
El reparo en el uso de promedios no se aplica a los casos del agregado
mundial (estimado por Maddison), como tampoco a los de otros grupos
muy amplios (“países avanzados”, “países en desarrollo”), en los que los
promedios cumplen justamente la función de reflejar la evolución agregada
de conjuntos altamente heterogéneos en desempeño y en tamaño.

3
El resultado es el mismo si se multiplican los PIB per cápita de cada país por sus respectivas poblaciones
y luego se divide la sumatoria por la población total del grupo.

24 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


1.1.4. El uso de promedios móviles en las series de tiempo

El último aspecto metodológico que debe aclararse es que, para reducir


en alguna medida la volatilidad de la información, en los períodos para
los cuales se cuenta con información continua, los datos anuales fueron
transformados en promedios móviles trienales, imputándose a cada año el
promedio de los valores correspondientes al mismo año, al año anterior y
al posterior.

1.2. La medición del retraso de la Argentina

1.2.1. La Argentina versus el mundo

Como se señaló más arriba, la estimación de una serie del PIB per cápita
promedio mundial es continua a partir de 1950, pero discontinua o salteada
antes de ese año. Aun así, con las estimaciones hechas por Maddison para
los años 1870, 1900, 1913 y 1940, es posible comparar el desempeño de la
Argentina con respecto al del mundo en los últimos ciento cuarenta años.
Los resultados se pueden observar en el Gráfico y Cuadro 1.2.1.1.
El Gráfico 1.2.1.1 muestra que el PIB per cápita argentino pasó de un
valor 50,7 % mayor que el promedio mundial (ratio 1,507), en 1870, a
un valor 140,6 % mayor que dicho promedio en 1913 (ratio 2,406). Este
notable avance fue consecuencia de cuarenta y tres años a lo largo de los
cuales el ingreso por habitante creció en la Argentina a una tasa media
acumulativa anual del 2,42 %, mientras que el promedio mundial lo hizo
al 1,31 % por año.

Capítulo 1 / 25
Gráfico 1.2.1.1. PIB per cápita argentino, promedio mundial (en logaritmos) y
ratio Argentina/promedio mundial

2,50

2,25

2,00

1,75

1,50

1,25

1,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Argentina/mundo (eje izq.) Argentina (log) Promedio mundial (log)

Hacia 1940 el PIB per cápita argentino todavía más que duplicaba el
promedio mundial, pero la notable desaceleración del crecimiento de la
Argentina desde 1913 –bajó de un promedio de 2,42 % anual en la etapa
previa a una media de 0,50 % anual en los veintisiete años que van desde
1913 hasta 1940–, combinada con una desaceleración menor del crecimiento
mundial (bajó del 1,31 % al 0,93 % anual), hizo que el excedente del ingreso
por habitante se redujera del 140,6 % (ratio 2,406) al 114,7 % (ratio 2,147).
Había comenzado el retraso de la Argentina.
La información disponible para 1950 muestra una recuperación de la
Argentina respecto del mundo. En comparación con 1940, el ingreso por
habitante del mundo experimentó un crecimiento anual medio del 0,76
%, mientras que el PIB per cápita argentino lo hizo a una tasa promedio
del 1,82 %. Así, en 1950, la diferencia entre PIB per cápita argentino y el
ingreso per cápita promedio mundial se había estirado a 136,3 % (ratio
2,363).
Las cifras de 1950, sin embargo, deben ser tomadas con cierta cautela.
En ese año muchos países beligerantes de Europa y Asia no se habían
recuperado plenamente de las ingentes pérdidas humanas y materiales

26 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


provocadas por la Segunda Guerra Mundial4. De hecho, el retraso de
nuestro país respecto del mundo reaparece de manera notable en los
primeros años de la década de 1950, y continúa –tras una pausa entre los
trienios 1953-1955 y 1956-1958– hasta el trienio 1962-1964. En efecto, en
los trece años que van desde 1950 al trienio 1962-1964, mientras que el
crecimiento del PIB per cápita argentino se desaceleró al 0,94 % por año,
el crecimiento mundial se aceleró hasta un 2,76 %. Como consecuencia,
el excedente del PIB per cápita argentino respecto al mundial se redujo al
89,1 % (ratio 1,891).

Cuadro 1.2.1.1. Etapas del desarrollo de la Argentina respecto del promedio


mundial

Tasa anual de Tasa anual de Brecha de


Ratio: [PIB per cápita argentino/
crecimiento crecimiento del crecimiento
PIB per cápita promedio mundial]
Cant. de del PIB PIB per cápita en puntos
Años o
años per cápita promedio porcentuales
trienios
Inicial Promedio Final argentino mundial por año

1870-
44 1,507 n/d 2,406 2,42 1,31 1,11
1913
1914-
27 2,406 n/d 2,147 0,51 0,93 -0,42
1940
1941-
10 2,147 n/d 2,363 1,82 0,76 1,06
1950
1951-
13 2,363 2,074 1,891 0,94 2,76 -1,82
1962/64

1963/65-
11 1,891 1,940 1,990 3,32 2,84 0,48
1973/75

1974/76-
16 1,990 1,631 1,293 -1,26 1,44 -2,70
1989/91
1990/92-
17 1,293 1,403 1,393 2,63 2,20 0,43
2006/08

Fuente: Cálculos propios sobre cifras de Angus Maddison.

Siguieron luego once años (trienios 1962-1964 a 1973-1975) durante


los cuales el retraso de la Argentina se detuvo y hubo incluso cierta
recuperación. En este lapso, en tanto el PIB per cápita mundial siguió

4
Más abajo se podrá observar –para los años en cuestión– el contraste entre la comparación de la Argen-
tina respecto de los beligerantes que sufrieron graves pérdidas materiales (Europa y Japón) y otros belige-
rantes que sufrieron pérdidas mucho menos significativas (EE. UU., Canadá y Australia).

Capítulo 1 / 27
creciendo sostenidamente a razón de un 2,84 % por año, la expansión del
ingreso medio argentino se aceleró hasta el 3,32 % anual. Así, la diferencia
positiva entre el PIB per cápita argentino y el mundial creció del 89,1 % al
99,0 %.
Pero a esa pausa le siguió el período de peor desempeño de la economía
argentina: los dieciséis años que transcurren entre los trienios 1973-1975
y 1989-1991, durante los cuales el PIB per cápita cayó a razón de -1,26 %
anual. Si bien esta debacle doméstica coincidió con una desaceleración del
crecimiento mundial –que bajó del 2,84 al 1,44 % anual–, la brecha de
crecimiento negativa de -2,70 puntos porcentuales cada año acumulada
a lo largo de dieciséis años derrumbó el excedente del ingreso per cápita
argentino respecto al promedio mundial del 99,0 % (ratio 1,990) al 29,3 %
(ratio 1,293).
En las últimas dos décadas y en medio de fuertes oscilaciones, el retraso
de la Argentina parecería haber entrado en una nueva pausa. La ratio entre
el PIB per cápita argentino y el promedio mundial subió desde 1990 hasta
1993, se estabilizó luego hasta 1998, se precipitó entre 1999 y 2003, para
subir nueva y rápidamente hasta el trienio 2006-2008. El promedio de
la ratio para estos diecisiete años (trienios 1990-1992 a 2006-2008) fue
de 1,403, o sea que el ingreso medio argentino superó en un 40,3 % al
promedio mundial. Si bien la inestabilidad es llamativa, no puede dejar de
señalarse la mejoría respecto de la etapa anterior de franco retraso, como
así también el logro de muy altas tasas de crecimiento per cápita en los
subperíodos 1991-1994; 1996-1998 y 2003-2008.

1.2.2. La Argentina versus el mundo avanzado

En esta sección se compara la evolución del PIB per cápita argentino


versus el promedio correspondiente a un amplio grupo de economías
avanzadas. Se trata de doce naciones de Europa Occidental (Alemania,
Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Holanda,
Italia, Noruega, Suecia y Suiza) y cuatro países no europeos, pero habitados
mayormente por descendientes de europeos (Australia, Canadá, Estados

28 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Unidos y Nueva Zelanda). Además de su raíz occidental, en 2008 estos
países compartían el hecho de generar ingresos per cápita no inferiores a
los US$33.0005. Los resultados de la comparación pueden observarse en
el Gráfico y Cuadro 1.2.2.1.

Gráfico 1.2.2.1. PIB per cápita argentino, promedio de dieciséis países


avanzados (en logaritmos) y ratio Argentina/países avanzados
1,00

0,90

0,80

0,70

0,60

0,50

0,40

0,30
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Argentina/avanzados (eje izq.) Argentina (log) Avanzados (log)

Entre 1870 y el trienio 1908-1910 el PIB per cápita argentino pasó de


representar un 60,2 % del ingreso promedio de estos dieciséis países (ratio
0,602) a un 97,9 % (ratio 0,979). Semejante avance fue el resultado de casi
cuarenta años durante los cuales el PIB per cápita argentino creció a una
tasa media de 2,72 % anual acumulativo, en tanto que el promedio de los
avanzados lo hizo al 1,44 % por año.
La dislocación de los flujos comerciales y de capitales resultantes de la
Primera Guerra, así como los ajustes de la posguerra, frenaron el crecimiento
de este grupo de países hasta 1920, pero más grave y más prolongado fue
el impacto para la Argentina, que, tras un profunda recesión, recuperó el
nivel de PIB per cápita de preguerra recién en 1923. Cuando esto ocurrió,

5
Expresada en precios de 1990 (o sea, los que empleó Maddison) esta cifra equivale a US$20.000.

Capítulo 1 / 29
el ingreso medio argentino había caído a aproximadamente el 85 % del
promedio del mundo avanzado (ratio de 0,85) y ya no se volverían a
alcanzar las altas ratios de preguerra.
Sin embargo, la Argentina mantuvo un crecimiento per cápita similar
al del mundo avanzado hasta 1934 (trienio 1933-1935) –incluso durante
los difíciles años de la crisis 1929-1933–, por lo que pudo sostener hasta
entonces la equivalencia de 85 % entre su PIB per cápita y el de este grupo
de países.
Tras el primer escalón descendente del ingreso por habitante de la
Argentina respecto al de los países avanzados –que tuvo lugar entre los
años anteriores a la Primera Guerra y el período 1922-1934–, una segunda
etapa del retraso de la Argentina comenzaría a mediados de la década de
1930. Entre los trienios 1933-1935 y 1938-1940, el PIB per cápita argentino
bajó de un equivalente del 84,7 % del promedio de los países avanzados
(ratio 0,847) hasta un equivalente de 74,8 % (ratio 0,748) y tras los
altibajos explicables por la Segunda Guerra6, el retraso continuó hasta el
trienio 1952-1954, cuando tras una recesión en la Argentina el ingreso por
habitante había descendido al equivalente del 64,9 % del obtenido por el
mundo avanzado (ratio 0,648).
La dinámica de la caída de la ratio de PIB per cápita Argentina/países
avanzados (desde el 0,847 del trienio 1933-1935 hasta el 0,648 del trienio
1952-1954) se visualiza claramente en la mayor pendiente que exhibe (en
el Gráfico 1.2.2.1) la gráfica del ingreso por habitante del mundo avanzado,
respecto a la pendiente de la línea correspondiente a la Argentina. En estos
diecinueve años, mientras que el PIB per cápita promedio de los avanzados
creció a razón de 2,73 % anual, el ingreso medio argentino solo avanzó al
1,29 % por año.
6
Las estimaciones del PIB de este conjunto de países para los años que van desde 1940 hasta 1951 están
muy influenciadas por el impacto de la Segunda Guerra Mundial en sus economías. Debe recordarse que,
de los dieciséis, solo dos (Suecia y Suiza) no participaron directamente en la contienda. La movilización
de los recursos humanos y materiales para la guerra provocó incrementos extraordinarios en los PIB de
muchos de estos países hasta 1943 o 1944. Luego vinieron las caídas resultantes de la destrucción material
(en Europa) y de la desmovilización de hombres y producción (en todos los casos). En el caso de los beli-
gerantes no europeos la situación tendió a normalizarse hacia 1948-1949, en tanto que en Europa esto no
ocurrió hasta 1951-1952. Por estos motivos no pueden considerarse estables ni la caída de las ratios PIB per
cápita Argentina/países avanzados que se observan entre los trienios 1939-1941 y 1943-1945, ni tampoco la
recuperación de los trienios 1946-1948 a 1949-1951.

30 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Tras una pausa de cuatro años (hasta el trienio 1956-1958), durante la
cual cierta aceleración del crecimiento de la Argentina permitió estabilizar
temporalmente la ratio de ingresos per cápita alrededor de 0,650, el retraso
se volvió a manifestar durante los seis años hasta el trienio 1962-1964. Para
entonces, el PIB per cápita de la Argentina había caído al 57 % del obtenido
en promedio por los países avanzados.
Tal como se observó al comparar la Argentina con el mundo, vino luego
un lapso de once años (trienios 1963-1965 a 1973-1975) durante los cuales
el crecimiento del PIB per cápita argentino se aceleró hasta alcanzar un
3,32 % anual, superó por poco al de los países avanzados y determinó como
resultado que la ratio de ingresos per cápita Argentina/países avanzados se
estabilizara entre 0,57 y 0,58.

Cuadro 1.2.2.1. Etapas del desarrollo de la Argentina respecto del mundo


avanzado
Tasa
Tasa
Ratio: [PIB per cápita Argentina/ anual de Brecha de
anual de
PIB per cápita países avanzados] crecimiento crecimiento
Cant. crecimiento
del PIB en puntos
Años o de del PIB
cápita de porcentuales
trienios años cápita de la
los países por año
Inicial Promedio Final Argentina
avanzados
1870-
40 0,602 n/d 0,979 2,72 1,44 1,28
1908/10
1909/11-
25 0,979 0,845 0,847 0,08 0,67 -0,59
1933/35
1934/36-
19 0,847 0,727 0,648 1,29 2,73 -1,44
1952/54
1953/55-
10 0,648 0,621 0,569 1,59 2,92 -1,03
1962/64
1963/65-
11 0,569 0,572 0,583 3,32 3,08 0,24
1973/75
1974/76-
16 0,583 0,456 0,342 -1,26 2,10 -3,36
1989/91
1990/92-
17 0,342 0,370 0,395 2,65 1,78 0,87
2006/08

Fuente: Cálculos propios sobre cifras de Angus Maddison.

Capítulo 1 / 31
Desde el trienio 1974-1976 en adelante, la ratio de PIB per cápita
Argentina/países avanzados siguió el derrotero de la comparación con el
mundo: derrumbe hasta el trienio 1989-1990 (cuando cayó hasta 0,342)
tras los dieciséis años de caída del PIB per cápita argentino y luego, en
medio de grandes altibajos, estancamiento hasta el trienio 2006-2008, con
máximos cercanos a 0,40 entre 1994 y 1998, un mínimo de 0,317 en el
trienio 2002-04 y nuevamente cerca de 0,40 en el trienio 2006-2008.

1.2.3. La Argentina versus el mundo en desarrollo

Calculada como diferencia entre la serie del PBI per cápita mundial y
la de los países avanzados más Japón, se construyó una serie residual que
se tomo como “proxy” del conjunto de países de menor desarrollo. Con las
mismas limitaciones de información que la serie mundial para los años
anteriores a 1950, se puede observar su comparación con la Argentina en
el Gráfico 1.2.3.1.

Gráfico 1.2.3.1. PIB per cápita argentino, promedio de los países en desarrollo
(en logaritmos) y ratio Argentina/países en desarrollo
5,00

4,50

4,00

3,50

3,00

2,50

2,00

1,50

1,00

0,50

0,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006

Argentina/p. en desarrollo (eje izq.) Argentina (log) Subdesarrollados (log)

32 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


En 1870 el PIB per cápita argentino superaba al promedio de este gran
conjunto de países de menor desarrollo en un 113,1 % (ratio 2,131)7. Esta
relación se elevó extraordinariamente al 315,3 % (ratio 4,153) en 1913,
como resultado de los cuarenta y tres años durante los cuales el ingreso
por habitante creció en la Argentina a una tasa media acumulativa anual
del 2,42 %, mientras que el promedio del mundo en desarrollo lo hacía
al 0,85 % por año. Pese a la notable merma del ritmo de crecimiento
de la Argentina después de la Primera Guerra, el escaso dinamismo del
mundo en desarrollo hasta bien entrado el siglo XX permitió que, dentro
de los altibajos de los años de la segunda posguerra, la ratio del ingreso
por habitante de nuestro país con respecto al promedio de los menos
desarrollados oscilara entre 3,60 y 4,50 hasta el fatídico 1975. Obviamente,
el retraso de la Argentina respecto a estos países se hizo manifiesto en los
dieciséis años que median entre los trienios 1973-1975 y 1989-1991, cuando
el PIB por habitante argentino cayó un 18,4 %. Entonces, la ratio de ingreso
per cápita Argentina/países en desarrollo cayó de 3,70 a 2,34. Los buenos
desempeños de la Argentina en algunos años de las décadas de 1990 y 2000
–intercalados con severas contracciones– coincidieron con una notable
aceleración del crecimiento de muchas economías subdesarrolladas. Por
este motivo, y pese a las evidentes recuperaciones de los subperíodos 1991-
1998 y 2004-2007, se puede afirmar que el retraso respecto al mundo en
desarrollo no ha cesado.

1.3. Otras comparaciones y casos de interés

1.3.1. Los Estados Unidos de América

Creciendo a una tasa media del 2,72 % anual en los treinta nueve años
que van desde 1870 hasta el trienio 1908-1910, el avance del ingreso per
cápita argentino superó al de todos los demás países y grupos de países
seleccionados para esta comparación. En el mismo lapso, el PIB per cápita

7
Nótese la diferencia con las ratios para el año 1870 respecto al promedio mundial (1,507) y al promedio
de los países avanzados (0,602).

Capítulo 1 / 33
de los Estados Unidos creció a un ritmo de 1,74 % anual acumulativo, por
lo que, como fracción, el ingreso argentino pasó de un valor cercano al 53 %
del norteamericano (ratio 0,53) en 1870, al 77 % (ratio 0,769) en el trienio
1908-1910. Las principales cifras de esta comparación han sido graficadas
y resumidas en el Gráfico 1.3.1.1.

Gráfico 1.3.1.1. PIB per cápita argentino, de los Estados Unidos (en logaritmos),
y ratio Argentina/Estados Unidos
0,80

0,70

0,60

0,50

0,40

0,30

0,20
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006

Ratio Argentina/EE.UU. (eje izq.) Argentina (log) EE.UU. (log)

La profunda recesión sufrida por la Argentina en los años de la Primera


Guerra marcó un primer retraso, ya que, cuando la economía de nuestro
país recuperó el nivel de preguerra (en 1923), el ingreso medio argentino
había caído del 77 % al 65 % del norteamericano (ratios 0,77 y 0,65).
Permaneció en ese nivel relativo hasta el trienio 1929-1931, pero como la
crisis 1929-1933 golpeó más fuertemente a los Estados Unidos que a la
Argentina, el PIB per cápita argentino con relación al norteamericano tuvo
un nuevo pico del orden del 74 % en los trienios 1932-1934 y 1933-1935
(ratio 0,743).
Igual que en el caso del conjunto amplio de países avanzados, la
graficación de los PIB per cápita (Gráfico 1.3.1.1) muestra cómo los Estados
Unidos salieron de esa crisis con mayor dinamismo que la Argentina. El

34 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


gráfico permite ver cómo ya en el trienio 1939-1941, y luego en los trienios
1946-1948, 1947-1949 y 1948-1950 (obviando las distorsiones provocadas
por la Segunda Guerra en el PIB de los Estados Unidos8) el ingreso per cápita
argentino, comparado con el norteamericano, había regresado al rango
que va del 50 y 60 % (ratios entre 0,579 y 0,553), y siguió retrocediendo,
empujado en parte por la recesión argentina de 1949 a 1953, hasta llegar al
46,6 % en el trienio 1952-1954 (ratio 0,466).
Vino luego un largo período de veintiún años (trienios 1953-1955
a 1973-1975) durante el cual el crecimiento promedio del PIB per cápita
argentino mejoró, superando incluso levemente al de los Estados Unidos.
Entonces el ingreso por habitante de la Argentina osciló entre el 45 y el 50 %
del norteamericano (ratios entre 0,45 y 0,50).
Esta relativa pausa del retraso de la Argentina respecto a los Estados
Unidos se volvió a quebrar luego de 1974, y a partir del año siguiente se
inició un desbarranque que llegó hasta el trienio 1989-1991. Fueron los
dieciséis años en que el PIB per cápita de la Argentina cayó a una tasa
media anual del 1,26 %, y acumuló, respecto al crecimiento del ingreso
medio norteamericano (que en el mismo período fue del 2,11 % anual), una
brecha negativa de 3,37 puntos porcentuales por año. Así, la ratio de los
PIB per cápita se derrumbó desde 0,494 hasta 0,288.
El Gráfico 1.3.1.1 muestra cómo en los últimos diecisiete años la ratio de
los PIB per cápita Argentina/Estados Unidos volvió a mostrar significativos
altibajos. Subió entre 1990 y 1993, se estabilizó luego hasta 1998; cayó entre
1999 y 2003 y volvió a elevarse hasta el trienio 2006-2008. El promedio
de la ratio para estos diecisiete años (trienios 1990-1992 a 2006-2008) fue
de 0,313, o sea que el ingreso medio argentino fue equivalente al 31 % del
ingreso medio de los Estados Unidos.

8
Sobre las distorsiones de la estadística del PIB de los EE. UU. en los años de la Segunda Guerra y su
posguerra, ver nota 6.

Capítulo 1 / 35
1.3.2. Los exportadores de alimentos: Canadá-Australia-Nueva
Zelanda

Canadá, Australia y Nueva Zelanda (grupo CANZ) comparten con la


Argentina el haber iniciado su desarrollo en el siglo XIX, sobre la base
del aprovechamiento de su potencial agropecuario y la expansión de las
exportaciones de commodities alimenticios9. Los indicadores y resultados
de la comparación del PIB per cápita argentino y el PIB per cápita promedio
de estos tres países se pueden observar en el Gráfico 1.3.2.1.
Salvo por el hecho de que el valor máximo de la ratio se dio entre 1932
y 1934, en vez de en el trienio 1908-1910, la evolución de la relación entre
los ingresos medios de la Argentina y el promedio de estos países sigue
muy de cerca a la que se vio en la comparación con los Estados Unidos.
El PIB per cápita argentino, que en 1870 equivalía al 58,4 % (ratio
0,584) del promedio del grupo CANZ, llegó al 86,3 % en el trienio 1908-
1910 (ratio 0,863), merced a un diferencial de crecimiento a favor de la
Argentina de 1,03 puntos porcentuales por año, levemente mayor que el
registrado respecto de los Estados Unidos.
Tras la merma debida a la recesión que sufrió la Argentina en los años
de la Primera Guerra y debido a que estos países sufrieron su propia y severa
recesión entre 1918 y 1921, la ratio del PIB per cápita Argentina/CANZ
recuperó en el trienio 1922-1924 el valor máximo que había alcanzado
antes de la guerra (0,865). Y como ellos sufrieron más gravemente que la
Argentina la crisis de 1929-1933, entre 1932 y 1934 el PIB per cápita de la
Argentina llegó a ser el 89,5 % del promedio del grupo (ratio 0,895).

9
En el caso de Australia fue también muy importante el desarrollo de la minería.

36 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 1.3.2.1. PIB per cápita argentino, promedio de Canadá, Australia y
Nueva Zelanda (en logaritmos) y ratio Argentina/CANZ

0,90

0,80

0,70

0,60

0,50

0,40

0,30
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/CANZ (eje izq.) Argentina (log) CANZ (log)

Similarmente a lo visto en el caso de la comparación Argentina/


Estados Unidos, el comienzo de un retraso es bien visible después de 1934.
Valen para este grupo de países las mismas observaciones que se hicieran
para los Estados Unidos respecto a las estimaciones de PIB de 1941 a 1947
(movilizaciones/desmovilizaciones asociadas a la Segunda Guerra), pero
hacia 1948 y 1949, concluidos los ajustes de la posguerra y restablecidos
los flujos comerciales, la ratio PIB per cápita Argentina/CANZ registró
valores cercanos a 0,73, muy lejos ya del rango 0,85-0,89 que caracterizó
esta relación entre 1904 y 1935.
La declinación relativa que se inició a la salida de la crisis 1929-1933
se prolongó hasta el trienio 1952-1954. Desde allí y hasta el trienio 1973-75
transcurrieron veintiún años durante los cuales, merced a una aceleración
del crecimiento per cápita argentino (que en promedio alcanzó el 2,49 %
anual), el PIB per cápita de nuestro país se estabilizó en torno a un 60 %
del correspondiente al grupo CANZ (ratio 0,60).
Vino luego el ininterrumpido derrumbe a lo largo de dieciséis años
(hasta el trienio 1989-1991) que llevó la ratio de los PIB per cápita Argentina/

Capítulo 1 / 37
CANZ hasta 0,37 y la estabilización de esta ratio, desde 1990, en torno a
0,40 (ingreso promedio argentino equivalente al 40 % del promedio del
grupo CANZ), para la que se aplican las mismas consideraciones hechas
cuando se comparó a la Argentina con otros países y grupos de países.

1.3.3. Nueva Zelanda, un subcaso menos exitoso

Se presenta en el Gráfico 1.3.3.1 una comparación individual de la


Argentina con Nueva Zelanda, por tratarse de la economía exportadora de
alimentos respecto de la cual la Argentina creció más hasta las vísperas
de la crisis de 1929-1933 y respecto de la cual se retrasó (relativamente)
menos en los últimos treinta y cinco años.
Junto con Australia, Nueva Zelanda disfrutaba, en 1870, de uno de los
ingresos per cápita más altos del mundo, casi 27 % mayor que el de los
Estados Unidos. Así, el PIB per cápita argentino de ese año representaba
apenas el 42 % del de la pequeña economía insular de Oceanía. Cincuenta
y ocho años más tarde –en el trienio 1927-1929– el ingreso por habitante
de la Argentina había trepado al 85 % del de Nueva Zelanda. En estos casi
sesenta años, mientras que el PIB per cápita argentino creció en promedio
a una tasa anual del 2,07 %, el ingreso por persona de Nueva Zelanda lo
había hecho a una tasa promedio de solo 0,82 % anual. Llama la atención
el largo estancamiento de este país entre 1878 y 1900, y luego entre 1906
y 1935.

38 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 1.3.3.1. PIB per cápita argentino, de Nueva Zelanda (en logaritmos) y
ratio Argentina/Nueva Zelanda
0,90

0,80

0,70

0,60

0,50

0,40

0,30
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/N. Zelandia (eje izq.) Argentina (log) N. Zelandia (log)

La espectacular recuperación de la economía isleña tras la crisis de


1929-1933 y luego de la Segunda Guerra hizo retroceder la ratio de ingresos
per cápita hasta 0,56 en el trienio 1962-1964. Después de 1975, sin embargo,
Nueva Zelanda entró en otro período de bajo crecimiento (1,40 % anual en
promedio), con lo cual se amortiguó el retraso de la Argentina en el fatídico
período 1975-1990. Tras las recientes oscilaciones de nuestra economía, la
ratio de PIB per cápita Argentina/Nueva Zelanda ha regresado al nivel que
tenía en 1962-1964, un resultado que no se ha dado respecto de ningún
país avanzado.

1.3.4. El grupo de nuestras raíces: España-Italia-Portugal

España, Italia y, en menor medida, Portugal son los países en los


que encuentran sus raíces –más o menos lejanas– la mayor parte de los
habitantes de la Argentina. Por compartir algunos rasgos culturales con
estos países, se consideró útil comparar el desarrollo del nuestro con el

Capítulo 1 / 39
del grupo conformado por ellos. Las series y resultados pueden verse en el
Gráfico 1.3.4.1.
Tras partir en 1870 con un PIB per cápita prácticamente igual al
promedio de sus países de origen (ratio 0,968), el mayor crecimiento
relativo de la Argentina hizo que, hacia el trienio 1904-1906, su ingreso
medio país superara al de sus países de origen en más del 83 % (ratio 1,832).
Este alto nivel se mantuvo hasta el trienio 1910-1912. Tras el retroceso
sufrido por la Argentina durante la Primera Guerra, la relación de ingresos
per cápita regresó a valores que, hasta el trienio 1941-1943, oscilaron entre
1,36 y 1,57.

Gráfico 1.3.4.1. PIB per cápita argentino, promedio de España, Italia y Portugal
(en logaritmos) y ratio Argentina/países de origen

2,00

1,80

1,60

1,40

1,20

1,00

0,80

0,60

0,40
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006

Ratio Argentina/Países de origen Argentina Países de origen

El impacto de la Segunda Guerra en Italia y, en menor medida, el de


la Guerra Civil en España (1936-1939) explican por qué el PIB per cápita
de estos países cayó hacia 1945 y dio lugar a que la ratio de PIB per cápita
Argentina/países de origen alcanzara en 1944-1946 el máximo histórico
de 2,045 (o sea un PIB per cápita argentino 104,5 % mayor que el de este
grupo de comparación).

40 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Tras alcanzar el pico, la ratio de PIB per cápita entre la Argentina y sus
países de origen se derrumbó de manera sostenida e impresionante –y en este
caso sin una sola pausa significativa– a lo largo de cuarenta y cinco años.
En 1962-1964 el ingreso promedio per cápita del grupo países de origen
volvió a igualar el de la Argentina (ratio 0,929, como en 1870) y desde el
trienio 1989-1990 hasta el presente la ratio (de PIB per cápita) se estancó
en 0,507, en medio de oscilaciones que alcanzaron un mínimo de 0,434 (en
2003) y un máximo de 0,559 (en 1997).

1.3.5. Tres vecinos, tres historias: Brasil, Chile y Uruguay

Se presentan a continuación las comparaciones de la economía


argentina con las de Brasil, Chile y Uruguay (Gráficos 1.3.5.1, 1.3.5.2 y
1.3.5.3), tres países que comparten con la Argentina la posición geográfica,
como también sus orígenes étnicos y culturales. Se lo ha hecho de manera
separada porque este es un caso claro en que las diferencias de tamaño y
desempeño de los tres países quitan interés al tratarlos como un grupo.

Gráfico 1.3.5.1. PIB per cápita argentino, brasilero (en logaritmos) y ratio
Argentina/Brasil
5,00

4,50

4,00

3,50

3,00

2,50

2,00

1,50

1,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006

Ratio Argentina/Brasil Argentina Brasil

Capítulo 1 / 41
En la comparación con Brasil se destaca, en primer lugar, el
distanciamiento que logró la Argentina en los treinta y nueve años que
median entre 1870 y el trienio 1908-1910, a lo largo de los cuales –merced
al veloz crecimiento de esta (2,72 % anual) y el virtual estancamiento del
primero (0,15 % anual)– la ratio de ingresos per cápita Argentina/Brasil
pasó de 1,83 a 4,90.
Pero en una llamativa reversión de tendencias, a aquel período le
siguió otro de setenta y dos años (desde el trienio 1908-1910 al de 1980-
1982) durante los cuales la Argentina se retrasó bajando varios escalones
profundos, los más notables los de los intervalos 1910-1921; 1931-1937;
1948-1962 y 1967-1989. En estos años, en tanto el PIB per cápita de
Brasil creció a una tasa media de 2,63 % anual, el de la Argentina lo hizo
a un promedio de 1,01 % por año y la ratio PIB per cápita fue cayendo
persistentemente desde el 4,90 (en 1908-10) al 1,55 (en 1980-82).
Después de 1980 el ritmo de crecimiento per cápita del Brasil
experimentó una visible desaceleración (a algo menos del 1 % anual), en
tanto que –como se vio– la Argentina recuperó dinamismo después de
1990. Así, en los últimos años y dentro de las grandes oscilaciones que ha
tenido la Argentina, la relación entre los ingresos per cápita de ambos a
países se ha estabilizado en torno a 1,50.
Tal como en otros casos, el crecimiento del PIB per cápita argentino
marcó diferencias con el de Chile en las décadas finales del siglo XIX y
los primeros años del XX. Así, entre 1870 y el trienio 1904-1906, la ratio
de ingresos per cápita Argentina/Chile pasó de 1,02 (PIB per cápita casi
idénticos) a 1,46.

42 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 1.3.5.2. PIB per cápita argentino, chileno (en logaritmos) y ratio
Argentina/Chile
2,00

1,75

1,50

1,25

1,00

0,75

0,50
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/Chile Argentina Chile

A partir de entonces y hasta mediados de la década de 1980 hay un


notable paralelismo en el desempeño de estas dos economías, y la ratio
de PIB per cápita permaneció estable cerca de 1,40 durante ochenta años
(1905-1985), con la sola excepción de dos picos debidos a las profundas
recesiones chilenas de 1931-1933 y 1972-1976.
El retraso de la Argentina ha sido manifiesto, sin embargo, desde que,
en 1986, se aceleró el crecimiento de Chile. A comienzos de la década de
1990, el PIB per cápita de nuestro vecino occidental ya había alcanzado al
argentino (ratio 1; igual que en 1870), descendiendo la ratio de ingresos
medios hasta 0,704 en el trienio 2002-2004. Solo el notable aumento del
crecimiento de la Argentina en los últimos cinco años logró revertir este
proceso.
También en relación con Uruguay –un país cuyo PIB per cápita en
1870 era 66 % mayor que el argentino– nuestro país ganó posiciones en
las tres décadas finales del XIX y los primeros años del siglo XX. Merced al
dinamismo de la Argentina, la ratio de ingresos por habitantes Argentina/
Uruguay pasó de 0,60 (en 1870) a 1,37 en el trienio 1905-1907.

Capítulo 1 / 43
Gráfico 1.3.5.3. PIB per cápita argentino, uruguayo (en logaritmos) y ratio
Argentina/Uruguay
1,75

1,50

1,25

1,00

0,75

0,50
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/Uruguay Argentina Uruguay

Tras este avance, de manera lenta y con altibajos, la Argentina fue


perdiendo posiciones hasta comienzos de la década de 1950, lapso en
el cual la ratio de PIB per cápita bajó de 1,37 (trienio 1905-1907) a 0,94
(trienio 1952-1954). Desde entonces y hasta comienzos de la década de
1970, el Uruguay sufrió dieciocho años de estancamiento (1955-1973), que
dieron como resultado que, en el trienio 1972-1974, el ingreso por habitante
argentino superara en casi un 60 % al de su vecino oriental (ratio 1,591).
Pero entonces fue la Argentina la que se estancó e incluso declinó durante
dieciséis años (1974-1990), con lo cual los PIB per cápita se volvieron a
igualar (ratio 1). Desde mediados de la década de 1990, la ratio de ingresos
medios se ha mantenido estable en torno a 1,10.
Cabe señalar que el Uruguay es el único caso entre los grupos o casos
individuales seleccionados con respecto al cual el PIB per cápita de la
Argentina no se ha retrasado de manera ostensible. No es descartable que
los importantes vínculos comerciales y financieros entre ambas naciones
hayan jugado un papel al respecto.

44 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


1.3.6. Asia: Tres “tigres” maduros (Japón, Corea y Taiwán) y
dos gigantes de desarrollo tardío (China, India)

En 1870 las economías de Japón, Corea y Taiwán generaban


ingresos per cápita cercanos a la mitad de los de la Argentina. Las ratios de
PIB per cápita eran entonces de 1,77 (Argentina/Japón); 2,17 (Argentina/
Corea) y 2,38 (Argentina/Taiwán). Como resultado del veloz crecimiento
de la Argentina entre 1870 y la primera década del siglo XX, entre 1906 y
1912 estas ratios habían subido, respectivamente, a 2,85; 4,53 y 5,79.
Los gráficos 1.3.6.1 al 1.3.6.5 muestran: 1) una merma de estas ratios
después de la Primera Guerra, debido a la pérdida de dinamismo de la
economía argentina; 2) el tremendo impacto que la Segunda Guerra (y,
en los casos de Taiwán y Corea, las posteriores guerras civiles) tuvieron
sobre los tres países, impactos de los que no se recuperaron plenamente
hasta 1955-1957 (Japón y Taiwán) y 1966 (Corea), y 3) la velocidad que el
crecimiento económico alcanzó en ellos después de las debacles bélicas,
velocidad que bien les valió el mote de “tigres”. Japón alcanzó y superó el
PIB per cápita de la Argentina en 1965-1966; Taiwán lo hizo en 1985-1986
y Corea, en 1987-1988.

Gráfico 1.3.6.1. PIB per cápita argentino, del Japón (en logaritmos) y ratio
Argentina/Japón

3,50

3,00

2,50

2,00

1,50

1,00

0,50

0,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006

Ratio Argentina/Japón Argentina (log) Japón (log)

Capítulo 1 / 45
Combinada con la desaceleración del crecimiento japonés, la
recuperación del PIB per cápita argentino en los últimos años permitió
frenar el retraso respecto a aquella economía, pero no con respecto a Taiwán
y Corea, que, aunque a un ritmo menor, nos siguen sacando ventaja. El
retraso de la Argentina respecto a China e India fue más tardío, tanto
como tardío fue el ingreso de los dos gigantes al “club” de los emergentes.
Notablemente, hacia 1870 el PIB per cápita de ambas naciones era
prácticamente idéntico, y el de la Argentina los superaba en casi un 150 %
(ratios 2,46 y 2,47). La chatura de las dos grandes economías asiáticas hasta
bien entrado el siglo XX hizo que en algunos momentos de esa centuria
las relaciones entre el ingreso per cápita de la Argentina y los de China e
India se elevaran hasta 9,00 o 10,00 (lo que significa excedentes de PIB per
cápita de entre 800 y 900 %). En el caso de China esto ocurrió entre 1950 y
1974 y en el caso de la India, a comienzos de la década 1970.
Pero al acelerarse en ambos países el crecimiento (en China, a partir
de 1978 y, en la India, desde 1980) y estancarse la Argentina, las ratios
literalmente se desplomaron hasta tocar mínimos de 1,6 (Argentina/China)
y 3,6 (Argentina/India) en el trienio 2002-2004. Solo en los últimos años
de estas comparaciones el retraso ha entrado en fases de “pausa”.

Gráfico 1.3.6.2. PIB per cápita argentino, de Corea (en logaritmos) y ratio
Argentina/Corea

7,00

6,00

5,00

4,00

3,00

2,00

1,00

0,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006

Ratio Argentina/Corea Argentina (log) Corea (log)

46 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 1.3.6.3. PIB per cápita argentino, de Taiwán (en logaritmos) y ratio
Argentina/Taiwán
10,00

9,00

8,00

7,00

6,00

5,00

4,00

3,00

2,00

1,00

0,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/Taiwan Argentina (log) Taiwan (log)

Gráfico 1.3.6.4. PIB per cápita argentino, de China (en logaritmos) y ratio
Argentina/China

11,00

10,00

9,00

8,00

7,00

6,00

5,00

4,00

3,00

2,00

1,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006

Ratio Argentina/China Argentina (log) China (log)

Capítulo 1 / 47
Gráfico 1.3.6.5. PIB per cápita argentino, de India (en logaritmos) y ratio
Argentina/India
10,00

9,00

8,00

7,00

6,00

5,00

4,00

3,00

2,00
1870
1874
1878
1882
1886
1890
1894
1898
1902
1906
1910
1914
1918
1922
1926
1930
1934
1938
1942
1946
1950
1954
1958
1962
1966
1970
1974
1978
1982
1986
1990
1994
1998
2002
2006
Ratio Argentina/India Argentina (log) India (log)

1.3.7. ¿Respecto de quién se retrasó más la Argentina?

Partiendo del quinquenio en el que la Argentina alcanzó la mejor


posición relativa de su historia (1908-1912), de los países o grupos de
países que se tomaron como referencia, los que más han crecido en casi un
siglo (o sea, aquellos respecto de los cuales la Argentina más se rezagó) son
los “tigres” asiáticos Taiwán, Japón y Corea, el grupo de “países de origen”
(España, Italia y Portugal) y nuestro vecino, Brasil.
Esta conclusión surge de la observación del Cuadro 1.3.7.1, en el que
se muestra que, en los noventa y seis años que van desde el “quinquenio
de oro” de la Argentina (1908-1912) hasta el último quinquenio analizado
(2004-2008), el ingreso per cápita de Taiwán se multiplicó por un factor
de 27,67; el promedio de España, Italia y Portugal se multiplicó por 8,76, y
el del Brasil lo hizo por 7,72. Mientras tanto, el factor de multiplicación del
PIB per cápita argentino fue de 2,57. Frente al mundo avanzado, el retraso
de la Argentina comenzó a hacerse sistemático o tendencial en los años

48 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


posteriores a la crisis mundial de 1929-1933 y se acentuó en la década de
1950. Tras la pausa y las distorsiones atribuibles a la Segunda Guerra y los
ajustes de posguerra, en el quinquenio 1958-1962, mientras que los seis
referentes del Cuadro 1.3.7.1 habían logrado al menos duplicar su ingreso
per cápita (respecto al quinquenio 1908-1912), el PIB per cápita argentino
había crecido solo un 50 %.

Cuadro 1.3.7.1. Desempeños comparados

PIB Argentina Promedio Estados Promedio Promedio Brasil Taiwán


Quinquenio per Países Unidos Canadá, España,
cápita avanzados Australia Italia y
(1) y Nueva Portugal
Zelanda

US$ 3.765 3.900 4.958 4.456 2.150 785 717


1908-1912
Índice
1,00 1,00 1,00 1,00 1,00 1,00 1,00
US$ 3.557 4.142 5.652 4.307 2.391 975 921
1919-1923
Índice 0,94 1,06 1,14 0,97 1,11 1,24 1,28
US$ 3.891 4.775 5.598 4.505 2.681 1.171 1.206
1933-1937
Índice 1,03 1,22 1,13 1,01 1,25 1,49 1,68

US$ 5.090 6.455 9.314 7.229 2.815 1.629 778


1947-1951
Índice 1,35 1,66 1,88 1,62 1,31 2,08 1,09

US$ 5.608 9.013 11.229 8.826 4.791 2.323 1.366


1958-1962
Índice 1,49 2,31 2,26 1,98 2,23 2,96 1,91
US$ 7.753 13.339 15.892 12.840 8.812 3.567 3.065
1970-1974
Índice 2,06 3,42 3,21 2,88 4,10 4,54 4,27

US$ 6.906 18.812 22.357 17.587 13.289 5.154 8.890


1986-1990
Índice 1,83 4,82 4,51 3,95 6,18 6,57 12,40

US$ 9.691 25.416 30.773 24.271 18.838 6.062 19.838


2004-2008
Índice 2,57 6,52 6,20 5,45 8,76 7,72 27,67

(1) PIB per cápita de cada país y promedios ponderados para cada grupo de países calculados en dólares
a los precios de los Estados Unidos en 1990. A precios actuales (2010) estas cifras serían 65 % más altas.
Fuente: Cálculos propios sobre la base de las estimaciones de Angus Maddison.

Fue en la segunda mitad del siglo XX, sin embargo, cuando el retraso de
la Argentina se profundizó y cuando el crecimiento de los “tigres” asiáticos,

Capítulo 1 / 49
de los países de Europa –de donde provino el grueso de nuestra población–
y del Brasil se destacó no solo de la Argentina, sino de otros referentes.

1.3.8. ¿A quien le ganó la Argentina?

Las frías estadísticas no dejan dudas del retraso que sufrió el ingreso
per cápita argentino a partir de los altos niveles relativos que alcanzó en los
primeros años del siglo XX, cuanto la nación celebró sus primeros cien años
de vida independiente. En ningún caso hubo retraso –todo lo contrario–
hasta 1909-1913; entre 1914 y finales de la década de 1940 se observan
situaciones variadas y/u oscilantes, pero, pasada la segunda posguerra
(o sea, a partir de 1949/50), y pese a dos períodos rescatables (1964-
1968/1973-1974 y 1990-1991 hasta el momento de redactar esta líneas),
el retraso fue manifiesto contra todos los países o grupos seleccionados,
con la sola excepción del Uruguay. ¿Significa esto que el desempeño de la
economía argentina fue el peor de todos desde mediados del siglo XX hasta
nuestros días?
Afortunadamente la respuesta a esta pregunta es negativa. En el
Cuadro 1.3.8.1 se muestran las 54 economías (del total de 141 relevadas
por Angus Maddison) cuyo PIB per cápita creció menos que el ingreso
promedio argentino entre 1950 y 2008.

Cuadro 1.3.8.1. Economías que crecieron menos que la argentina entre 1950 y
2008
País PIB per cápita (US$ de 1990) Variación %
1950 2008 2008 / 1950
Argentina 4.987 10.995 120,5%
Ecuador 1.863 3.987 114,0%
Guatemala 2.085 4.461 113,9%
Guinea Bissau 289 617 113,3%
Uruguay 4.659 9.893 112,3%
Bangladesh 540 1.146 112,3%
Namibia 2.160 4.571 111,6%
Paraguay 1.584 3.295 107,9%
Guinea 303 628 106,9%
Nigeria 753 1.524 102,5%
El Salvador 1.489 2.940 97,5%
Mozambique 1.133 2.160 90,6%

50 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Sudáfrica 2.535 4.793 89,1%
Ruanda 547 1.020 86,5%
Sudán 821 1.524 85,7%
Cuba 2.046 3.764 83,9%
Líbano 2.429 4.453 83,3%
S. Tomé & Príncipe 820 1.484 80,9%
Camerún 671 1.212 80,6%
Congo (ex-Congo
1.198 2.159 80,2%
Francés)
Honduras 1.313 2.323 76,9%
Tanzania 424 744 75,7%
Gambia 607 1.043 71,7%
Kenia 651 1.098 68,8%
Angola 1.052 1.684 60,1%
Bolivia 1.919 2.959 54,2%
Chad 476 706 48,4%
Ghana 1.122 1.650 47,1%
Uganda 687 1.008 46,7%
Venezuela 7.462 10.596 42,0%
Afganistán 645 869 34,8%
República
360 479 33,0%
de Burundi
Corea del Norte 854 1.122 31,4%
Benin 1.084 1.394 28,6%
Zambia 661 845 27,8%
Gabón 3.108 3.811 22,6%
Senegal 1.259 1.456 15,7%
Zimbabue 701 779 11,1%
Togo 574 606 5,5%
Costa de Marfil 1.041 1.095 5,2%
Sierra Leona 656 686 4,6%
Nicaragua 1.616 1.674 3,6%
Emiratos Árabes
15.798 15.589 -1,3%
Unidos
Islas Comoros 560 549 -2,0%
Somalia 1.057 978 -7,4%
Yibuti 1.500 1.254 -16,4%
Nigeria 617 514 -16,6%
Irak 1.364 1.049 -23,1%
Madagascar 951 730 -23,3%
Liberia 1.055 802 -24,0%
República
772 536 -30,6%
Centroafricana
Haití 1.051 686 -34,7%
Qatar 30.387 17.311 -43,0%
Kuwait 28.878 12.894 -55,3%
Zaire (ex-Congo
570 249 -56,2%
Belga)

Capítulo 1 / 51
A la hora de buscar factores comunes entre estos 54 países o la mayoría
de ellos, puede concluirse lo siguiente:
1) Ausencia de democracia estable. No hay ningún país que haya
tenido una democracia estable durante los 58 años transcurridos entre
1950 y 2008 y que haya crecido menos que la Argentina. Nueva Zelanda
“pegó en el poste” ya que es el país que antecede a la Argentina en cuanto a
menor crecimiento en el período.
2) Industrialización escasa o no consolidada. La industrialización
también parece garantizar un nivel mínimo de crecimiento, porque ningún
país ya industrializado creció menos que la Argentina.
3) ¿Africanidad? Algún destino histórico-geográfico pareciera
esconderse en el mal desempeño de estos 54 países. Sobresale el caso de
África, con un total de 35 países, casi dos tercios de los 54 desafortunados,
y algo más de dos tercios del total de 52 países africanos estudiados por
Maddison. Dada esta mayoría de países africanos, podría pensarse en la
“africanidad” –o en la descolonización tardía– como condición suficiente
para crecer poco, pero están allí para desmentirlo Guinea Ecuatorial,
Botsuana, Cabo Verde, Mauricio, Lesoto, Suazilandia, Egipto, Libia,
Seychelles o Mauritania, todos los cuales crecieron más que la Argentina.
4) ¿Europeidad? En cuanto a otros continentes, el listado de países
a los que la Argentina “les ganó” está integrado por la mitad más uno del
total de países latinoamericanos estudiados por Maddison (11/21, sin el
Caribe); un tercio de los países del Medio Oriente (5/14); solo 15 % de los
de Asia Central y Oriental (3/21) y ningún país europeo. Podría inferirse
que la europeidad fue garantía de crecer más que la Argentina, pero esta
conclusión debería matizarse dado que el efecto de la reconstrucción
de posguerra apalancó el crecimiento y, en algunos casos, de manera
transitoria.
5) Pobreza, no. Ser o no pobre (PIB por habitante menor a los US$1500
en 1950) no otorgó mayores ni menores chances de crecer menos que la
Argentina, ya que 38 países de esa condición crecieron más y otros 39
crecieron menos que la Argentina. Hay incluso una leve mayoría de países
con PIB por habitante inferior a los US$1000 en 1950 y crecieron más que

52 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


la Argentina (29 casos contra 25). En fin, la hipótesis de la pobreza también
queda rechazada al ver que, de los diez países que más crecieron entre 1950
y 2008, siete figuraban entre los más pobres del mundo en 1950, a saber,
Guinea Ecuatorial, Corea del Sur, Taiwán, China, Omán y Tailandia.
6) Recursos naturales, no. También hay que descartar la hipótesis
de la “maldición de los recursos naturales”, que sostiene que los países
naturalmente mejor dotados tienen propensión a desarrollar malas
instituciones políticas, económicas y sociales que perjudican su desarrollo.
Por un lado, hay muchos países con alta dotación de este factor que
crecieron menos que la Argentina: Venezuela, Gabón, Irak, los Emiratos
Árabes Unidos, Qatar y Kuwait (todos ellos petroleros), y también
Uruguay y Sudáfrica, todos ellos con un PIB per cápita mayor de US$2500
en 1950. Pero, por otro lado, otros países con muchos recursos tuvieron
un crecimiento rápido o moderado, pero siempre mayor que el de la
Argentina. Ellos son Guinea Ecuatorial, Botsuana, Omán, Noruega, Irán,
Arabia Saudita, Chile, Canadá y Australia.
A pesar, entonces, de haber identificado algunos rasgos comunes a
los países que desde 1950 crecieron menos que la Argentina, debe quedar
claro que la comprobación es probabilística y el mosaico de factores es
muy amplio. Tampoco puede descartarse el papel jugado por factores
históricos específicos de cada país, aproximadamente en línea con la
hipótesis de la dependencia de la trayectoria (path dependence), según
la cual las “explicaciones” de los fenómenos presentes frecuentemente se
encuentran en el pasado. Por ello, a la hora de buscar explicaciones del
retraso de la Argentina en el próximo capítulo, deberemos recurrir tanto
a factores generales como a otros específicos de nuestro pasado. En fin, la
notable similitud entre el pobre crecimiento de Nueva Zelanda, Argentina
y Uruguay, en ese orden, invita a no caer en la simplificación de creer que
el nuestro fue un “caso único”.

Capítulo 1 / 53
1.4. Conclusión

El desempeño de la economía argentina en las últimas tres décadas


del siglo XIX y el primer decenio del XX fue excepcional. A lo largo de esas
cuatro décadas, el ingreso per cápita de la Argentina creció en promedio a
un ritmo del 2,7 % anual: Algo más del doble de la velocidad a la que por
entonces crecía el PBI per cápita mundial (1,31 % anual), algo menos del
doble de la tasa exhibida por el mundo avanzado (1,44 % anual) y más del
triple del ritmo de avance del mundo en desarrollo (0,85 % anual).
Así, el ingreso per cápita argentino, que en 1870 era 50,7 % mayor que
el promedio mundial (ratio 1,507); equivalente al 60,2 % del promedio del
mundo avanzado (ratio 0,602) y 113,1 % mayor que la media del mundo en
desarrollo (ratio 2,131), entre 1909 y 1913 había alcanzado los siguientes
niveles:
- 140,6 % mayor que el promedio mundial (ratio 2,406);
- 97,9 % del generado en promedio por el mundo avanzado (ratio
0,979); y
- 315,3 % mayor que el del mundo en desarrollo (ratio 4,153).
El crecimiento económico de la Argentina se desaceleró bruscamente
entre 1914 y las vísperas de la gran crisis de 1929-1933. Mientras el PIB
per cápita del mundo avanzado siguió creciendo (hasta el trienio 1928-
1929) a un ritmo anual de 1,5 %, el crecimiento de la Argentina cayó
del 2,7 al 1 % anual. Esto determinó la reversión de la ratio de PIB per
cápita Argentina/“avanzados”, que para el trienio 1922-1924 había bajado
desde aquel valor casi igual a la unidad (o sea, ingresos per cápita casi
equivalentes) a 0,84.
La crisis mundial de 1929-1933 marcó una interrupción del crecimiento
en casi todo el mundo, y la Argentina no fue una excepción. Pero al caer
apenas algo menos que el conjunto de los países avanzados10, hasta el final
de la crisis la equivalencia entre el PIB per cápita de nuestro país y el de
los “avanzados”se mantuvo entre el 84 y el 85 % (ratios 0,84 y 0,85), como
había sido a lo largo de toda la década de 1920.

No existen estimaciones completas del PIB mundial entre 1913 y 1940, motivo por el cual el análisis com-
10

parativo de este crucial período del retraso de la Argentina debe ceñirse a los países avanzados.

54 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Fue en los años que siguieron a la crisis –sin embargo– cuando la
merma relativa del crecimiento argentino comenzó a hacerse sistemática.
Una mirada al Gráfico 1.2.2.1. permite ver cómo entre los trienios 1932-
1934 y 1962-1964 (30 años) la expansión del PIB per cápita del mundo
avanzado se aceleró del 1,5 % (anterior a la crisis) al 2,8 % anual (pasando
por alto los ya explicados altibajos de los años de la Segunda Guerra y su
posguerra), mientras que el crecimiento del ingreso por habitante de la
Argentina también se aceleró, pero solo del 1 % al 1,5 % anual. Casi las
mismas tasas de crecimiento del período 1870-1910, pero invertidas. En
este lapso una transitoria aceleración del crecimiento argentino entre 1946
y 1948 se frustró con la recesión que se prolongó desde 1949 a 1952. Y lo
mismo ocurrió con la reactivación de 1953-1958 y las recesiones de 1959 y
luego 1962-1963. El hecho es que para el trienio 1962-1964 la ratio de PIB
per cápita Argentina/“avanzados” ya había descendido a 0,57.
Tras varias décadas de retraso, debe destacarse el lapso de once años
que media entre los trienios 1962-1964 y 1973-1975. En este intervalo el
ritmo de crecimiento del PIB per cápita argentino salta a 3,3 % anual, lo
que le permite al país detener durante una década su retraso respecto al
mundo avanzado. En el último de los trienios mencionados (1973-1975) la
ratio de PIB per cápita Argentina/“avanzados” subió a 0,58, prácticamente
igual al 0,57 de 1962-1964.
Pero tras esta notable pausa, vino el período de peor desempeño
y mayor retraso relativo de la Argentina: fueron los dieciséis años entre
los trienios 1974-1976 y 1989-1991, durante los cuales el PIB per cápita
argentino decreció a una tasa anual promedio del 1,26 %. Retrasándose
a razón de -3,23 puntos porcentuales por año respecto al desempeño del
mundo avanzado, no sorprende que la ratio de PIB per cápita se desplomara,
alcanzando en el trienio 1989-1991 el valor de 0,34.
Entre 1990 y 2008 la economía argentina mostró una llamativa
recuperación de su capacidad para crecer. Pese a haber sufrido cuatro
recesiones (1988-1990; 1995; 1999-2002 y 2009), dos de las cuales fueron
severísimas, las tasas de crecimiento per cápita de las fases de expansión
(1991-1994; 1996-1998 y 2003-2008) alcanzaron niveles sin precedentes.

Capítulo 1 / 55
Estos desempeños han dado como resultado grandes oscilaciones en las
ratios entre el ingreso per cápita argentino y el de los países o grupos de
países seleccionados como bases de comparación, pero no quedan dudas
de que dejaron de caer.
Solo el tiempo dirá si estos años preludian una etapa de recuperación
o si solo marcan el fin del retraso, pero sea cual fuere la respuesta no puede
dejar de destacarse la mejora respecto a la etapa anterior (hasta 1990) de
franco retraso. Pese a los altibajos sufridos, en promedio se verificó una
importante recuperación de la tasa de crecimiento del PIB per cápita.
Entre las muchas hipótesis que se han ensayado para explicar el retraso
relativo de la Argentina (ver capítulo siguiente) se hallan las que atribuyen
el fenómeno a factores culturales, étnicos, geográficos o de su dotación de
recursos naturales. Se ha mencionado el origen latino de la mayoría de su
población, una ubicación geográfica desfavorable por su lejanía respecto a
los principales centros de desarrollo, y una relativa abundancia de recursos
naturales que –paradójicamente– pudiera haber obstaculizado el desarrollo
de otras actividades o industrias. En este capítulo se ha demostrado, sin
embargo, que el retraso de la Argentina no se limitó a los países de mayor
ingreso y desarrollo, sino también, y con parecida o mayor intensidad, a
otros países o grupos de países que comparten con el nuestro la geografía,
la cultura, las raíces étnicas o la dotación de recursos naturales.
Algunos estudios dedicados a estos temas han propuesto ciertas fechas
o años como claros puntos de corte en el desarrollo de la Argentina. Así,
1914 ha sido señalado como el año del fin de la etapa brillante, 1929 como
el año en el que comienza el retraso y 1945 y 1975, como años de inflexión o
agravamiento en la velocidad del retraso de la Argentina. La observación y
el estudio cuidadosos de las cifras presentadas en los gráficos precedentes
no permiten consagrar estas fechas de manera tan contundente. Se trata de
años en los que se registraron hechos o fenómenos políticos y económicos
de indudable significación económica, tales como:
- el comienzo de la Primera Guerra Mundial;
- el comienzo de la mayor crisis económica mundial del siglo XX;

56 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


- el advenimiento del peronismo; y
- el ingreso a los años de mega e hiperinflación.
Bien se sabe, sin embargo, que el impacto de fenómenos políticos
y/o exógenos en las economías no es instantáneo y que, por lo tanto, su
reflejo en los registros estadísticos de producción o ingresos se va dando de
manera gradual. Este es el motivo por el cual las etapas y puntos de corte
que se han presentado en este capítulo son más difusos o menos precisos.
Cabe también señalar que, si bien –y tal como surge de las cifras
analizadas– cuando se compara la Argentina con los países avanzados se
pueden fijar como fechas del comienzo del retraso los años 1914 y, más
marcadamente, 1934, hay evidencias como para afirmar que en los casos
de Estados Unidos y el grupo Canadá-Australia-Nueva Zelanda no hubo
retraso entre 1914 y 1934, sino que el fenómeno habría comenzando recién
en esta última fecha. En el caso de nuestros países de origen (España-Italia-
Portugal), el retraso comienza claramente después de la Segunda Guerra.
En relación con el Brasil, comienza antes de 1914, con Chile, se puede
citar el año 1985, con los tigres asiáticos maduros (Japón-Corea-Taiwán),
el retraso comienza tras la Segunda Guerra, y con China e India, fue en
1975 y en 1981, respectivamente.
Por lo dicho y a efectos de identificar los factores o causas del retraso
que se ensayará en el capítulo siguiente, los ciento cuarenta años que van
desde 1870 hasta el presente se analizarán separados en cinco etapas. Tres
corresponden a períodos en los que el país progresó o no se retrasó, al
menos de manera ostensible (períodos “NR”), y dos, a lapsos de años en
los que el retraso fue manifiesto (períodos “R”). Los tres períodos “NR”
son 1870-1933; 1964-1974 y 1991-2010, en tanto que los dos períodos
“R” son 1934-1963 y 1975-1990. El indicador de retraso que se empleará
mayormente es la ratio “PIB per cápita argentino/PIB per cápita de países
avanzados”, indicador que en los gráficos y cuadros se identificará como
“R-avanzados”.

Capítulo 1 / 57
1.5. Anexo

Midiendo el nivel de vida entre países y a lo largo del tiempo:


la contribución de Angus Maddison

Angus Maddison (1926-2010) fue un economista británico que cobró


fama por su trabajo de comparación de los niveles de vida de cientos de
países entre sí (cortes transversales) y de estimación de su evolución a lo
largo de siglos (series de tiempo).
La tarea requirió expresar los PBI de todos los países del mundo en
una moneda homogénea y de poder de compra constante. Maddison eligió
el año 1990 como base para sus cálculos y series. Partiendo de los PIB
de cada país en 1990 calculados en cada moneda local, los reexpresó en
dólares, pero no empleando los tipos de cambio corrientes o de mercado,
sino las paridades que surgían de la comparación del poder adquisitivo de
cada moneda nacional y de la moneda de los Estados Unidos en dicho año,
a partir de la metodología sugerida por Geary y Khamis (G-K)11. De aquí
la expresión “dólares GK de 1990”. Los PIB de cada país así estimados en
dólares fueron luego proyectados hacia el pasado y hacia el presente sobre
la base de las series calculadas en cada país a precios constantes o –en
ausencia de ellas– sobre la base de diversos indicadores del volumen físico
de la producción.
La ventaja de esta metodología es que permite hacer comparaciones
entre países con independencia de las variaciones de los tipos de cambio
y la inflación de cada uno. Básicamente consiste en recalcular el PIB de
todos los países según los precios vigentes en uno de ellos, en este caso,
los de los Estados Unidos. Es decir, la comparación de la riqueza entre
países se hace en términos del poder de compra que disfrutaría cualquier
habitante del planeta en los Estados Unidos. En el caso de la Argentina,
por ejemplo, refleja cuánto es el ingreso o poder de compra de un argentino
en términos de bienes americanos, o lo que es lo mismo, cuánto valen los
bienes argentinos a precios de Estados Unidos.

Los trabajos de Roy C. Geary y Salem H. Khamis permitieron emplear de manera “cruzada” las paridades
11

de poder adquisitivo (PPA) calculadas bilateralmente con los Estados Unidos. Así, por ejemplo, las pari-
dades calculadas sobre la base del poder de compra del peso argentino y del dólar y del peso chileno y del
dólar sirven para la comparación bilateral entre la Argentina y Chile.

58 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Como se dijo, partiendo de los niveles de PIB de cada país según la
PPA para un año dado (1990), Maddison reconstruyó luego las series de
tiempo actualizando por series a precios constantes o cantidades. Para las
años más remotos, la actualización (por cantidades) se realizó utilizando
estadísticas y libros de historia económica. Para los años más recientes se
utilizó –principalmente– la evolución de los PIB reales (en moneda local y
a precios constantes) recopilada por los organismos internacionales (WEO,
FMI; OCDE; CEPAL, etc.).
Para los países más importantes, Maddison estimó los PIB según la
metodología de la PPA utilizando los cálculos realizados por Kravis, Heston
y Summers (KHS) para el Programa de Comparaciones Internacionales
(ICP, según su sigla en inglés) que se enmarcó dentro del programa
de estandarización de los Sistemas de Cuentas Nacionales (System of
National Accounts; SNA), promovido por las Naciones Unidas, el Banco
Mundial, el FMI y la OCDE. El trabajo de KHS había utilizado, asimismo,
la metodología G-K.
Para calcular los niveles de PIB según la PPA de otra cantidad de
países, Maddison utilizó las Tablas Mundiales Penn (Penn World Tables) y
también realizó proxys él mismo.
Las series estadísticas de Maddison se publicaron en varios trabajos
realizados para la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico): en 1995, Monitoring the World Economy; en 2001: The World
Economy: A Millennial Perspective; y en 2003: The World Economy:
Historical Statistics. Las últimas actualizaciones se publicaron en 2007:
Contours of the World Economy, 1-2030. AD: Essays in Macroeconomic
History (Oxford University).
En cuanto al período de tiempo que cubren sus estadísticas van de
manera discontinua comenzando por el año 1, siguiendo por los años
1000, 1500, 1700 y luego de manera continua desde 1820, pero solo para
algunos países. La cantidad de países que abarca llega a 200 y las series
que publica son los niveles de PIB total y la población. Los PIB per cápita
en dólares G-K de 1990 surgen de dividir los niveles de PIB de cada país
por la cantidad de personas estimadas.

Capítulo 1 / 59
Población (En miles de personas)

12 Europa Estados
Año Francia Alemania Italia Inglaterra Occidental Grecia Portugal España Unidos Argentina Brasil Chile Colombia México Perú Mundo Arg/Mundo
1 5.000 3.000 8.000 800 18.600 2.000 400 3.750 680 2.200 225.820
1000 6.500 3.500 5.000 2.000 19.700 1.000 600 4.000 1.300 700 4.500 3.000 267.330
1500 15.000 12.000 10.500 3.942 48.192 1.000 1.000 6.800 2.000 1.000 7.500 4.000 438.428
1600 18.500 16.000 13.100 6.170 62.580 1.500 1.100 8.240 1.500 800 2.500 1.300 556.148
1700 21.471 15.000 13.300 8.565 68.796 1.500 2.000 8.770 1.000 1.250 4.500 1.300 603.490
1820 31.250 24.905 20.176 21.239 114.559 2.312 3.297 12.203 9.981 534 4.507 771 1.206 6.587 1.317 1.041.708 0,1%
1850 36.350 33.746 24.460 27.181 143.594 3.044 3.816 14.894 23.580 1.100 7.234 1.410 2.065 7.662 2.001
1870 38.440 39.231 27.888 31.400 162.381 3.657 4.327 16.201 40.241 1.796 9.797 1.945 2.392 9.219 2.606 1.275.732 0,1%
1890 40.014 47.607 31.702 37.485 187.219 4.482 5.028 17.757 63.302 3.376 14.199 2.608 3.369 11.729 3.346
1900 40.598 54.388 33.672 41.155 203.501 4.962 5.404 18.566 76.391 4.693 17.984 2.959 3.998 13.607 3.648 1.563.464 0,3%
1913 41.463 65.058 37.248 45.649 227.957 5.425 5.972 20.263 97.606 7.653 23.660 3.431 5.195 14.970 4.295 1.792.925 0,4%
1940 41.000 69.835 44.341 48.226 248.417 7.280 7.675 25.757 132.637 14.169 41.114 5.056 9.174 20.393 6.440 2.299.193 0,6%
1991 58.514 79.984 56.747 57.666 315.768 10.251 9.919 39.461 253.493 33.504 153.584 13.354 33.623 86.488 22.057 5.351.922 0,6%
2008 64.058 82.370 58.145 60.944 332.772 10.723 10.677 40.491 304.228 40.482 196.343 16.454 45.014 109.955 29.181 6.694.832 0,6%
PIB per capita (según metodología Geary-Khamis; en dólares de 1990)

60 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


12 Europa Estados
Año Francia Alemania Italia Inglaterra Occidental Grecia Portugal España Unidos Argentina Brasil Chile Colombia México Perú Mundo Arg/Mundo
1 473 408 809 400 599 550 450 498 400 400 467
1000 425 410 450 400 425 400 425 450 400 400 453
1500 727 688 1.100 714 797 433 606 661 400 400 425 566
1700 910 910 1.100 1.250 1.028 530 819 853 527 459 568 615
1820 1.135 1.077 1.117 1.706 1.234 641 923 1.008 1.257 646 694 759 666
1850 1.597 1.428 1.350 2.330 1.652 816 923 1.079 1.806 686 932
1870 1.876 1.839 1.499 3.190 2.080 880 975 1.207 2.445 1.311 713 1.290 674 870 1,51
1900 2.876 2.985 1.785 4.492 3.067 1.351 1.302 1.786 4.091 2.756 678 2.194 973 1.366 686 1.261 2,18
1913 3.485 3.648 2.564 4.921 3.687 1.592 1.250 2.056 5.301 3.797 811 2.988 1.236 1.732 1.032 1.524 2,49
1940 4.042 5.403 3.505 6.856 4.992 2.223 1.615 2.080 7.010 4.161 1.250 3.236 1.895 1.852 1.911 1.958 2,12
1991 17.755 16.650 16.539 16.157 16.995 10.204 11.304 12.327 22.849 6.977 4.891 6.795 4.806 6.226 3.020 5.137 1,36
2008 22.223 20.801 19.909 23.742 22.246 16.362 14.436 19.706 31.178 10.995 6.429 13.185 6.330 7.979 5.388 7.614 1,44
Fuente: Angus Maddison, Contours of the World Economy, 1-2030. AD: Essays in Macroeconomic History, Oxford University Press, 2007
estadísticas desde 1820 (población Argentina: 532.000 personas).
1890 y de manera continua desde 1900. Para la población cuenta con
Para el caso de la Argentina, los niveles de PIB empiezan en 1870,
Capítulo 2

Por qué se retrasó la Argentina:


las hipótesis en pugna

Luego de haber analizado en el capítulo 1 las características del


indudable retraso económico de la Argentina respecto de otros países, llega
el momento de intentar explicar cuáles fueron los factores determinantes
de este fenómeno. En el capítulo 1 se mostró que el PIB per cápita argentino
se rezagó tanto respecto de los países avanzados como de las economías en
desarrollo. Por ello, y para hacer más sintética la exposición, las hipótesis
analizadas en este segundo capítulo se refieren a la comparación entre la
Argentina y los países avanzados1. Encontrar los factores determinantes
del retraso no es una tarea sencilla, dadas la cantidad y la complejidad de
los factores en juego, como se mostrará claramente en las más de cuarenta
hipótesis que se discutirán en busca de la explicación. La literatura que ha
procurado dar cuenta del retraso de la Argentina es bastante frondosa, y
se ha hecho el mayor esfuerzo posible para que las distintas corrientes de
pensamiento estén representadas en el libro. Por ello, en la mayoría de
los casos, las hipótesis se presentan de acuerdo con los argumentos dados
en su momento por los autores que las han formulado originalmente.
En otros, según se indique, son hipótesis propias de los autores de este
libro. Han sido clasificadas en siete grupos, que se exponen en el siguiente
orden. Los cuatro primeros reúnen hipótesis principalmente económicas,
dos de ellos afines al pensamiento ortodoxo –hipótesis neoclásicas e

1
Así, la variable dependiente denominada en los gráficos “R-avanzados” (“Retraso respecto a los países
avanzados”) es la ratio “PIB per cápita argentino/PIB per cápita de los países avanzados”. Cabe aclarar que
–sea que la comparación se haga con los países avanzados, sea que se haga con las economías en desarro-
llo– los subperíodos en los cuales hubo retraso (identificados como “R”) y aquellos en los cuales no lo hubo
(identificados como “NR”) son los mismos.

Capítulo 2 / 61
hipótesis macroeconómicas– y otros representativos del pensamiento
heterodoxo –las hipótesis de la dependencia y las estructuralistas–. Los
otros tres grupos se refieren sucesivamente a las instituciones políticas, a
factores sociológicos o culturales y, por último, a factores específicamente
históricos2.
Como se irá viendo, no siempre fue posible usar los mismos tests ni el
mismo rigor metodológico. Para subsanar en parte esta limitación que está
en la naturaleza del trabajo, se utilizó también un modelo econométrico
cuyas conclusiones se exponen en la sección 2.8 y en el Anexo de este
capítulo. Por carecer de información suficiente para discutir su vinculación
con el retraso de la Argentina, debieron excluirse del análisis diversas
variables o hipótesis. Algunas de ellas de gran interés desde el punto de
vista de la teoría del crecimiento económico, como el drenaje de recursos
humanos calificados que ha afectado cíclicamente a la Argentina desde
la mitad del siglo XX, y en mayor proporción que a otros países. Otras
de naturaleza social o cultural, y aún más difíciles de evaluar, tales como
la desconfianza hacia las empresas, en particular las de mayor tamaño; la
escasa valorización del mérito ajeno, en especial los logros económicos;
la gran creatividad individual versus la menor capacidad para tareas
colectivas; el escaso apego al cumplimiento de la ley y la “viveza criolla”,
pese a la proliferación normativa; la corrupción, en lo público y en lo
privado, y la ausencia de sistemas de premios y castigos; el cortoplacismo y
la búsqueda de atajos versus la mirada de largo plazo; el conflicto en vez de
los acuerdos para políticas de Estado; los bruscos movimientos pendulares
entre estatismo y privatismo, entre integración al mundo o aislamiento,
entre el norte y el sur o entre el este y el oeste. Quizás no es necesario
coincidir con la veracidad de algunas de estas hipótesis socioculturales
para aceptar que, al menos en algunas de ellas, puede haber fragmentos
de verdad, pero de una verdad esquiva que tampoco ha podido ser asida
en este libro.

2
En Míguez (2005) se encuentra una revisión crítica de muchas de las hipótesis aquí estudiadas, y también
de algunas otras. Otros análisis recientes de largo plazo, desde perspectivas diferentes, son los de Vitelli
(2010) y Nogués (2011).

62 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


2.1. Hipótesis neoclásicas

Las hipótesis neoclásicas enfatizan el rol de las distorsiones en los


mercados como principales causantes del retraso de la Argentina. Se parte
de afirmar el rol del mercado en competencia como el mejor asignador
de los recursos, básicamente a través de la información contenida en los
precios de la economía, que en condiciones normales deberían llevar a
consumidores e inversores a tomar las decisiones correctas acerca de la
oferta de trabajo, el gasto, el ahorro o la inversión. De acuerdo con esta visión,
la asignación eficiente de los recursos generada por el mercado llevaría a
su utilización óptima, extrayéndose de ellos el máximo beneficio posible.
En la medida en que esos precios se vean artificialmente modificados, las
decisiones de individuos y empresas dejarán de ser óptimas, y esto alejará
a la economía de la mejor utilización posible de sus recursos, y tendrá como
resultado un funcionamiento por debajo de su potencial. Si este fenómeno
se sostiene en el tiempo, el crecimiento será menor de lo que podría ser
con un mejor arreglo institucional de la economía. Esta hipótesis empezó a
ganar terreno en las políticas públicas a partir de la situación generada en
muchos países de América Latina hacia el final de la etapa de sustitución
de importaciones, con crecimiento insatisfactorio, alta inflación, elevada
participación del Estado y tendencia crónica a los desequilibrios fiscales.
Se consideran aquí cinco hipótesis neoclásicas: el proteccionismo excesivo,
el crecimiento agropecuario, el estatismo, los derechos de propiedad y las
regulaciones del mercado laboral.

2.1.1. Proteccionismo excesivo

El exceso de proteccionismo tiene, como contrapartida obvia, la


contracción de los flujos comerciales de un país. Es este uno de los principales
puntos de crítica al proteccionismo excesivo. Según la visión neoclásica, la
teoría y la evidencia empírica muestran que el comercio internacional genera
beneficios para el crecimiento de largo plazo. Esto se origina esencialmente
en que la división del trabajo, es decir, la especialización generadora de

Capítulo 2 / 63
eficiencia, depende del tamaño del mercado. Además de estas ganancias
directas, Winters (2004) señala que hay beneficios indirectos aparejados a
la apertura comercial, como la reducción de la búsqueda de rentas asociada
al manejo de la protección de cada sector de la economía y la mejora de
las instituciones y políticas gubernamentales. También se destaca que
la apertura es una herramienta útil contra la inflación, pues disciplina
el comportamiento de los precios por la presencia de competidores
extranjeros en el mercado local. Evidentemente, el proteccionismo es una
práctica común en todo el mundo, y hasta cierto punto genera beneficios,
en particular en los casos de industrias que requieren de condiciones
especiales para madurar, pero que tienen el potencial para competir a
nivel internacional una vez alcanzada esa maduración. Esta es la idea de
la “industria incipiente”, que plantea que, en algunos casos, las industrias
en formación requieren de cierta protección temporal para crecer y llegar
al nivel de maduración necesario para competir a nivel internacional.
Otros puntos sostenidos a favor del proteccionismo son la mejora de
las finanzas públicas vía derechos de importación (Rodrik, 1992) y su
posible contribución a reducir el riesgo de una crisis de balance de pagos
(Santos-Paulino y Thirlwall, 2004). Por eso, el obstáculo al crecimiento
de largo plazo aumentaría en la misma medida en que el proteccionismo
excediera ese nivel “óptimo” definido por los beneficios que un nivel de
proteccionismo moderado puede generar3.
Los instrumentos proteccionistas más obvios son los aduaneros, a
saber, los aranceles a las importaciones, los derechos de exportación, las
cuotas y otras restricciones cuantitativas al comercio exterior, todos ellos
frecuentemente justificados por razones sanitarias o como retorsión contra
el dumping u otras políticas proteccionistas del exterior. Pero también
pueden caer dentro de esta categoría ciertas políticas gubernamentales
(intervención, controles, prohibiciones) que afectan el valor de la moneda
nacional respecto de las monedas de las contrapartes comerciales.

3
Para el caso de la Argentina, Cavallo et al. (1989) presentan un análisis histórico y econométrico del papel
negativo de la protección sobre el crecimiento, en comparación con lo que hubiera resultado de “una política
de mayor integración con los mercados internacionales, ajustándose a una apropiada disciplina fiscal y mo-
netaria en lugar de haberse cerrado basando su crecimiento en la expansión del mercado interno” (p. 152).

64 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


 En lo que sigue se estudiará la hipótesis cuantificando los efectos de
estas políticas en el comercio exterior a través de dos cocientes, a saber,
“Importaciones más Exportaciones/Producto Interno Bruto” (M+X/
PIB)4 y “Exportaciones/Exportaciones mundiales” (X / X mundo).

Gráfico 2.1.1.1 El retraso de la Argentina y la ratio Importaciones más


Exportaciones/PIB, 1913-2009
1,00 50%

45%
0,90

40%

0,80
35%

30%
0,70

25%

0,60
20%

15%
0,50

10%

0,40
5%

0,30 0%
1913
1916
1919
1922
1925
1928
1931
1934
1937
1940
1943
1946
1949
1952
1955
1958
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003

R-Avanzados M+X/PIB (dólares de 1990) (eje der.) M+X/PIB (Pesos a precios de 1993) (eje der.)
2006

Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita argentino/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). M+X/PIB (dólares de 1990): Ratio “suma de las
importaciones y exportaciones anuales en dólares corrientes (Ferreres, 2010), reexpresadas
a precios de 1990 empleando el ‘Producer Price Index, all commodities’ (U. S. Department
of Labor, Bureau of Labor Statistics)/PIB argentino anual en dólares de 1990 (Maddison,
2010)”. M+X/PIB (pesos a precios de 1993):Ratio “suma de importaciones y exportaciones/
PIB argentino (P. Gerchunof y L. Llach, 2006; INDEC, Cuentas Nacionales).

4
En algunos casos y según la disponibilidad de información se han empleado las ratios “Exportaciones/
PIB”, cuya evolución a largo plazo tiende a igualar a “Importaciones + Exportaciones/PIB”. Ratios M+X/
PIB o X/PIB bajas no siempre indican altos niveles de proteccionismo, porque pueden reflejar las distintas
escalas relativas de los mercados internos respecto a los externos. Así, cabe esperar ratios más bajas en
los países más grandes y ratios mayores en países de menor tamaño. Pero la evolución de estas ratios a lo
largo del tiempo es un buen indicador de los cambios que van ocurriendo en el nivel del proteccionismo
de cada país, más allá de si es o fue alto o bajo. Ratios decrecientes indicarían un aumento del proteccio-
nismo y viceversa.

Capítulo 2 / 65
Con respecto a la primera medida –el cociente M+X/PIB– se obtuvieron
dos series empleando métodos distintos5. Los niveles absolutos resultantes
de cada método no coinciden6, pero la evolución de ambas en el tiempo es
muy semejante (Gráfico 2.1.1.1.).
Dentro de importantes oscilaciones, ambas estimaciones se mantienen
relativamente altas hasta 1929, es decir, durante la mayor parte del período
de mejor posicionamiento de la Argentina (1900-1933). La crisis mundial
de 1929-1933 provoca una significativa caída (cerca de diez puntos
porcentuales) en ambas series. Si bien ella se debió al colapso del comercio
mundial, a la salida de la crisis prácticamente no hay recuperación de las
ratios M+X/PIB, que se mantienen hasta 1938 en valores parecidos a
los de 1932-1933. Se trata justamente de los años en los que comienza a
manifestarse el retraso de la Argentina. Tras otro derrumbe hasta 1944-
1945, las ratios M+X/PIB se recuperan solo parcial y brevemente entre
1945 y 1948, para volver a retroceder entre este último año y 1952. Desde
entonces y hasta 1976, las ratios se mantienen cerca de los valores mínimos
de las series. La detención del retraso que tuvo lugar entre 1964 y 1974 no
se corresponde con un aumento apreciable de la apertura, pero tampoco
con un mayor cierre de la economía. Por otra parte, el transitorio aumento
de los cocientes entre 1977 y 1981 no logró amortiguar en nada el pobrísimo
desempeño relativo del PIB per cápita argentino entre 1975 y 1990. En
cambio, el período más reciente del no retraso (desde 1990) coincide con
un significativo aumento de ambas ratios M+X/PIB.
La ratio X/X mundo muestra (Gráfico 2.1.1.2) un corte que se asemeja
a una discontinuidad, al caer en solo cinco años (1948-1952) de cifras
cercanas al 3 % al 0,8 %. Desde entonces (principios de la década de 1950),
este indicador no cesó de bajar hasta alcanzar entre 1975 y 1987 mínimos

5
Un método consistió en tomar las estadísticas de exportaciones e importaciones en dólares, reexpresarlas
en dólares de 1990 y compararlas con las estimaciones del PIB realizadas en la misma moneda por Angus
Maddison. La otra serie de M+X/PIB surge de las cuentas nacionales expresadas en pesos a precios cons-
tantes de 1993.
6
Las diferencias se explican por los distintos tipos de cambio empleados para convertir, en un caso y otro,
el PIB de pesos a dólares y las exportaciones e importaciones de dólares a pesos.

66 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


del orden del 0,3 %. Entre 1988 y 1995 se observa una recuperación que lo
lleva a cerca del 0,4 % y desde allí permanece relativamente estable hasta
la actualidad.
Las caídas que tienen lugar en ambas series (M+X/PIB y X/X
mundo) en las décadas del treinta y del cuarenta se corresponden con el
aumento del proteccionismo que tuvo lugar en esos años. Hasta 1931 el
principal y prácticamente único instrumento de protección empleado por
la Argentina fue los aranceles de importación (Díaz Alejandro, 1970, p.
275). Una ley aprobada a fines de 1905 unificó la política arancelaria en
un conjunto de impuestos “ad valorem” (tasas porcentuales sobre el valor
de las importaciones) y específicos (valores monetarios sobre unidades de
medida, peso o volumen de las importaciones). Entre un 25 y un 30 % de
las importaciones totales quedaron exentas de derechos, en tanto que el
arancel promedio sobre las importaciones sujetas a derechos era cercano
a un 30 %. Si bien la ley fue revisada (sobre todo en 1911, 1923 y 1931),
la estructura arancelaria no fue alterada en lo fundamental. Sin embargo,
como las tasas “ad valorem” se computaban sobre aforos fijos (y no sobre
el valor declarado de las importaciones), cuando los precios en moneda
extranjera se elevaron en los años de la Primera Guerra y su posguerra
(1915-1924), los impuestos percibidos por la Aduana, comparados con el
valor real de las importaciones, resultaron en porcentajes menores que los
fijados en la ley.

Capítulo 2 / 67
Gráfico 2.1.1.2. El retraso de la Argentina y la ratio Exportaciones/
Exportaciones mundiales, 1913-2009
1,00 3,50

0,90 3,00

0,80 2,50

0,70 2,00

0,60 1,50

0,50 1,00

0,40 0,50

0,30 0,00
1913
1916
1919
1922
1925
1928
1931
1934
1937
1940
1943
1946
1949
1952
1955
1958
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
2006
2009
R-Avanzados X/Xmundo (eje derecho)

Notas y fuentes: R-avanzados: Ídem Gráfico 2.1.1.1. X/X mundo: ratio “Exportaciones
argentinas anuales en dólares corrientes (Ferreres, 2010; Nogués, s/f)/Exportaciones
mundiales anuales en dólares corrientes (OMC)”.

La crisis mundial de 1929-1933 provocó una brusca caída en la demanda


externa de los productos argentinos de exportación y –por lo tanto– una
fuerte baja en el valor total de las exportaciones. En vez de dejar que el peso
se depreciara (aumento del tipo de cambio) y se facilitara el crecimiento
o surgimiento de otras actividades exportadoras y/o sustitutivas de
importaciones, a fines de 1931 se optó por un sistema de control de cambios
que mantuvo artificialmente bajo el tipo de cambio (peso sobrevaluado) y
obligó a racionar las divisas para la importación. La demanda insatisfecha
de productos importados operó como un fuerte incentivo para la producción
doméstica sustitutiva de muchas importaciones, pero como el control
de cambios dificultó y/o encareció la importación de bienes de capital e
insumos, muy pocas de estas nuevas actividades alcanzaron la escala, la
complejidad y los costos para competir internacionalmente a los tipos de

68 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


cambio vigentes7. Más tarde (durante y después de la Segunda Guerra)
la profundización del control de cambios8 y el empleo “ad nauseam” de
otros instrumentos de protección (tales como prohibiciones o cuotas
de importación y exportación, permisos y depósitos previos, aranceles
prohibitivos, derechos de exportación, etc.) redujeron los coeficientes de
apertura de la economía a la mitad o menos de lo que eran antes de 1930.
Otro problema generado por estos sistemas de protección fue que muchas
industrias de bienes finales –probablemente las de mayores ventajas
competitivas– tuvieron por largos años una protección efectiva negativa,
dada la mayor protección aduanera otorgada a las industrias de insumos,
muchas veces por la eficacia del lobby militar.
A partir de 1958 las características más extremas del control de
cambios fueron gradualmente removidas, pero durante dos décadas más
la estructura arancelaria y paraarancelaria conservó una gran dispersión y
un muy elevado valor promedio9. Fue solo a partir de 1967 cuando diversas
reformas “aperturistas” (las más importantes fueron las de 1978, 1987 y,
sobre todo, 1991) eliminaron las restricciones cuantitativas y redujeron
tanto la dispersión cuanto el nivel promedio del arancel. Sin embargo, la
primera de ellas acentuó la mencionada protección efectiva negativa y, junto
a la de 1991, coexistieron con una fuerte apreciación de la moneda local que
redujo significativamente la competitividad de muchas manufacturas.

2.1.1.1. Proteccionismo y apertura: la llegada tardía de América Latina


La gran crisis económica de 1930-1933 es recordada por la catastrófica
caída de ingresos en amplias regiones del mundo. El PIB mundial de 1932
fue 10,4 % menor que el de 1929: en Europa la caída alcanzó el 9,5 %, en
América Latina, un 14,8 %, y en los Estados Unidos –donde la recesión se
prolongó hasta 1933–, la merma del ingreso llegó al 28,5 %. La depresión
desató una oleada general de proteccionismo que frenó de manera notable
el comercio internacional, y contribuyó a profundizar y prolongar la caída
de los ingresos.

7
Casos como las frutas, en los cuales el factor de producción determinante fue la tierra, fueron las excep-
ciones. Otras industrias pudieron exportar solo en los años de la Segunda Guerra, mientras estaba ausente
la oferta proveniente de los países en conflicto, pero mejores políticas en la posguerra podrían haber con-
ducido a un crecimiento hacia afuera de la manufactura ( J. J. Llach, 1984).
8
Según Díaz Alejandro (1970, p. 256) hacia fines del primer peronismo (1953-1955) el tipo de cambio real
de importación era menos de la mitad del prevaleciente en 1935-1939.
9
Una estimación realizada por Macario (1964, p. 73) sugiere que el arancel promedio era de 151 % (Cf.
Díaz Alejandro, 1970, p. 267). Macario también indica que “en 1959-63 más de la mitad de las mercancías
importadas entraron al país libres de derechos, casi siempre en virtud de franquicias especiales”.

Capítulo 2 / 69
En el mundo desarrollado el “clima” proteccionista y las restricciones
que de él emanaron trascendieron largamente la depresión, ya que se
mantuvieron en vigor durante más de veinte años, hasta bien entrada
la década de 1950. Una manifestación elocuente de esto es que, a pesar
de que el PIB mundial de 1950 era un 44 % mayor que el de 1929, las
exportaciones mundiales eran todavía 12 % menores que las del año anterior
a la crisis. Como resultado, la ratio “Exportaciones/PIB” (X/PIB mundial,
Gráfico 2.1.1.3), que en 1929 era 9 %, bajó al 5,5 % en 1950. El regreso
del multilateralismo y la gradual normalización del comercio internacional
posteriores a la Segunda Guerra, convirtieron a las exportaciones en
un factor de gran dinamismo en la aceleración del crecimiento del PIB
mundial, a punto tal que en 1973 la ratio X/PIB mundial superaba a la de
1929 y era el doble de la de 1950.

Gráfico 2.1.1.3. El PIB y las exportaciones mundiales y la ratio X/PIB mundial,


1870-1998
$ 100.000.000 18,00%

16,00%

$ 10.000.000
14,00%

12,00%

$ 1.000.000

10,00%

8,00%
$ 100.000

6,00%

$ 10.000 4,00%
1870 1913 1929 1950 1973 1998
PIB mundial (US$mill, esc. log.) Exportaciones mundiales (US$mill, esc. log.) Ratio Exp/PIB (%, eje derecho)

Notas y fuentes: PIB mundial: PIB mundial en dólares de 1990 para los años indicados
(Maddison, 2010), escala logarítmica. Exportaciones mundiales: Exportaciones mundiales
en dólares de 1990 para los años indicados (Maddison, 2010), escala logarítmica. Ratio Exp./
PIB: cociente % de las variables mencionadas.

70 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Si bien, como se dijo, el fenómeno proteccionista y las correspondientes
caídas de las ratios X/PIB fueron bastante generalizados, hay evidencias de
que en América Latina se dieron con mayor fuerza y permanencia que en
otras latitudes. En efecto, mientras que entre 1929 y 1973 las exportaciones
mundiales (en moneda constante) crecieron un 400 %, la suma de las
exportaciones de la Argentina, Brasil y Chile solo creció un 130 %, con lo
que la participación de las ventas externas de los tres países en el total
mundial pasó del 2,1 % en 1929 al 1 % en 1973 (Gráfico 2.1.1.4).
En el Gráfico 2.1.1.5 se observa que, en los casos de Brasil y Chile, la
pérdida de dinamismo de las exportaciones respecto a los totales mundiales
se concentró en el lapso 1950-1973, a contramano de la recuperación en
el mismo lapso del comercio mundial total, mientras que en el caso de
la Argentina tuvo lugar a lo largo de todo el período 1929-1973. En estos
cuarenta y cuatro años la participación de las ventas externas de la Argentina
en el total mundial cayó del 0,93 % al 0,25 %. En correspondencia con
el bajo dinamismo exportador –que puede atribuirse sin dudas al “sesgo
antiexportador” que introducen las políticas proteccionistas– tanto en la
Argentina como en sus dos vecinos se registra –entre 1929 y 1973– una
notable caída en las ratios “Exportaciones/PIB” o X/PIB10.

10
Como se dijo ya, ratios X/PIB bajas no siempre indican altos niveles de proteccionismo, porque pueden
reflejar las distintas escalas relativas de los mercados internos respecto a los externos. Pero su evolución a
lo largo del tiempo es un buen indicador de los cambios que van ocurriendo en el nivel de proteccionismo
de cada país. Ratios decrecientes indicarían un aumento del proteccionismo y viceversa.

Capítulo 2 / 71
Gráfico 2.1.1.4. Participación de las exportaciones de la Argentina, Brasil y Chile
en el total mundial, 1929-1998

1,2%

1,0%

0,8%

0,6%

0,4%

0,2%

0,0%
1929 1950 1973 1998

Exp. arg. / Exp. mundiales (%) Exp. brasileras / Exp. mundiales (%) Exp. chilenas / Exp. mundiales

Notas y fuentes: Exp. arg./Exp. mundiales (%): ratio para los años indicados “Exportaciones
argentinas en dólares de 1990 (Maddison, 2010)/Exportaciones mundiales en dólares de 1990
(Maddison, 2010), en porcentaje”. Las mismas definiciones y fuentes valen para Brasil y Chile.

Grafico 2.1.1.5. Ratios Exportaciones/PIB de la Argentina, Brasil y Chile, 1929-1998


13%

11%

9%

7%

5%

3%

1%
1929 1950 1973 1998

Argentina: X/PIB (%) Brasil: X/PIB Chile: X/PIB

Notas y fuentes: Argentina: X/PIB (%): Ratio para los años indicados “Exportaciones
argentinas en dólares de 1990 (Maddison, 2010)/PIB argentino en dólares de 1990 (Maddison,
2010)”. Las mismas definiciones y fuentes valen para Brasil y Chile.

72 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


En el Cuadro 2.1.1.1 se pueden ver las ratios X/PIB de la Argentina,
Brasil y Chile junto al total mundial y a las ratios de otros países o grupos
de países respecto de los cuales se ha contrastado la evolución del PIB per
cápita del nuestro (capítulo 1). Por su parte, en el Cuadro 2.1.1.2 se muestran
las variaciones de estas ratios X/PIB que, como se dijo, constituyen una
buena proxy del cambio en las condiciones de apertura/proteccionismo de
cada economía.
Se observa que la caída de más del 60 % en la ratio X/PIB de la
Argentina (de 6,1 % a 2,4 %), ocurrida entre 1929 y 1950, superó con
creces la caída media mundial del 39 %, y también la de cualquier otro
país. Se observa también que, tras la Segunda Guerra, mientras los tigres
asiáticos y el mundo desarrollado moderaron su proteccionismo basando
buena parte de su crecimiento en una fenomenal expansión del comercio
internacional, la Argentina, Brasil y Chile no salieron del camino de la
sustitución de importaciones. Entre 1950 y 1973 la reversión de las ratios
X/PIB de Japón-Corea-Taiwán, Italia, España, Estados Unidos, Canadá
y Australia contrasta notablemente con la prolongación de la tendencia
negativa de nuestro país y de nuestros vecinos.
Al calor de una creciente globalización, en el último cuarto del siglo XX,
la ratio X/PIB mundial alcanzó al 17,2 %, 64 % por encima de la de 1973 y
la mayor de la historia. A nivel nacional, entre 1973 y 1998 las ratios X/PIB
crecieron sin excepciones para los países de los cuadros 2.1.1.1 y 2.1.1.2,
aunque en grados muy diversos. España, la Argentina y Chile muestran los
mayores aumentos porcentuales. Los sigue el grupo formado por Japón-
Corea-Taiwán y luego el Brasil, con un aumento cercano a los de Estados
Unidos, Canadá e Italia. De todos modos, cuando se considera el total del
período 1929-1998, las últimas posiciones logradas por la Argentina,
Chile y Brasil estarían revelando su entrada tardía al grupo de países de
mayor apertura y dinamismo comercial.

Capítulo 2 / 73
Cuadro 2.1.1.1. Ratios Exportaciones/PIB para países y años seleccionados,
1929-1998

Países/Años 1929 1950 1973 1998


Mundo 9,00 5,50 10,50 17,20
Estados Unidos 3,6 2,96 4,94 10,05
Canadá 14,97 12,31 19,26 38,59
Australia 10,8 8,79 10,95 17,75
Italia 4,53 3,54 12,48 26,05
España 5,34 3,29 5,73 23,17
Argentina 6,12 2,43 2,08 7,01
Brasil 6,93 3,91 2,49 5,38
Chile 9,31 5,22 4,07 12,10
Japón-Corea-Taiwán 3,97 2,01 7,81 18,82
Notas y fuentes: Elaboración propia sobre datos de Angus Maddison (web).

Cuadro 2.1.1.2. Variación porcentual de las ratios Exportaciones/PIB para


países y años seleccionados, 1929-1998

Países/Períodos 1929-1950 1950-1973 1973-1998 1929-1998


Mundo -38,9 90,9 63,8 91,1
Estados Unidos -17,8 66,7 103,7 79,2
Canadá -17,8 56,5 100,4 57,9
Australia -18,7 24,7 62,1 64,3
Italia -21,8 252,3 108,7 475,1
España -38,5 74,5 304,3 333,9
Argentina -60,3 -14,3 236,6 14,6
Brasil -43,6 -36,3 116,2 22,3
Chile -44,0 -21,9 196,9 29,9
Japón-Corea-Taiwán -49,4 288,7 141,0 373,9
Notas y fuentes: Elaboración propia sobre datos de Angus Maddison (web).

Los últimos tres gráficos de esta sección muestran la evolución


detallada de los casos de la Argentina, Brasil y Chile tras la Segunda

74 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Guerra. El Gráfico 2.1.1.6 (detalle de lo mostrado en los Cuadros 2.1.1.1 y
2.1.1.2) ilustra el caso argentino. Sucesivas aperturas comerciales (1967,
1978, pero principalmente 1987 y 1991) se tradujeron en un aumento de la
ratio X/PIB (que en veinte años pasa del 5 % al 14 %), que posibilitó que se
interrumpiera su casi incesante declinación y coincide con un período en el
cual, si bien no hay una franca recuperación del retraso, sí se interrumpe al
menos la fase de quince años de declinación que se había iniciado en 1975.

Gráfico 2.1.1.6. El retraso de la Argentina, el proteccionismo y la apertura, 1951-


2009
1,6%

64% 1,4%

1,2%
54%

1,0%
44%

0,8%

34%

0,6%

24%
0,4%

14%
0,2%

4% 0,0%
1951

1953

1955

1957

1959

1961

1963

1965

1967

1969

1971

1973

1975

1977

1979

1981

1983

1985

1987

1989

1991

1993

1995

1997

1999

2001

2003

2005

2007

2009

R-Avanzados X/X PIB X/mundo (eje derecho)

Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita argentino/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). X/PIB: Ratio anual “Exportaciones argentinas en
dólares/PIB argentino en dólares” (CEPAL). X/X mundo: Ratio anual “Exportaciones
argentinas en dólares/Exportaciones mundiales en dólares” (OMC).

En el caso de Brasil, el Gráfico 2.1.1.7 permite identificar cuatro etapas


distintas. En una primera fase (hasta 1968), se observan la reducción de
la ratio X/PIB de más del 10 % al 4 %, y una caída en la participación del
país en el comercio internacional; sin embargo, este cierre relativo de la

Capítulo 2 / 75
economía no conduce a un deterioro del desempeño del PIB per cápita
brasilero en relación con el mundo avanzado. Le sigue luego una fase de
dieciséis años (1969-1985), en la cual se recupera la ratio X/PIB del 4 %
al 9 % en coincidencia con un muy buen desempeño de su PIB per cápita
en relación con el mundo avanzado, ya que entre 1968 y 1980 ella pasa del
22 % al 32 %. Viene luego una tercera fase (1987-1999) de baja en la ratio
X/PIB, en la que esta se ubica en torno del 6 % mientras que el PIB per
cápita vuelve a retroceder al 23 % del de los países avanzados. La fase final,
ya en el siglo XXI, muestra una llamativa mejora en los indicadores de
apertura que, si bien no ha logrado hasta el momento mejorar el PIB per
cápita de Brasil respecto del mundo avanzado, sí ha logrado, y de modo
análogo a lo observado en la Argentina, detener el largo retroceso iniciado
a principios de la década del ochenta.

Gráfico 2.1.1.7. Proteccionismo, apertura y desempeño económico relativo del


Brasil, 1951-2009
2,5%

29%

2,0%

24%

1,5%

19%

1,0%

14%

0,5%
9%

4% 0,0%
1951
1953
1955
1957
1959
1961
1963
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009

R-Avanzados X/PIB X/Xmundo (eje derecho)

Notas y fuentes: Las mismas que para el caso de la Argentina (Gráfico 2.1.1.6).

76 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Finalmente, el caso de de Chile puede verse en el Gráfico 2.1.1.8. La
ratio X/PIB oscila, pero no varía significativamente entre 1951 y 1974,
período durante el cual el PIB per cápita fue perdiendo posiciones respecto
al del mundo avanzado (del 55 al 35 %), en sintonía con una caída de la
participación de las exportaciones chilenas en el total mundial, del 0,3
% al 0,05 %. A partir de 1975 la ratio X/PIB experimenta una tendencia
francamente ascendente y deja de caer la participación de Chile en el
comercio mundial, y esta reversión del proteccionismo es coincidente con
el final del ciclo del retraso chileno iniciado después de la Segunda Guerra.
La ratio “PIB per cápita chileno/países avanzados” empieza a subir ya en
1977, pero la recuperación más sostenida se inicia en 1986, tras la plena
superación de la crisis financiera de 1982.

Gráfico 2.1.1.8. Proteccionismo, apertura y desempeño económico relativo de


Chile, 1951-2009
0,35%

75%

0,30%

65%

0,25%
55%

0,20%
45%

0,15%
35%

0,10%
25%

15% 0,05%

5% 0,00%
1951
1953
1955
1957
1959
1961
1963
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009

R-Avanzados X/PIB X/Xmundo (eje derecho)

Notas y fuentes: Las mismas que para el caso de la Argentina (Gráfico 2.1.1.6).

Puede concluirse que una razonable integración a la


economía global aparece como condición necesaria para

Capítulo 2 / 77
no retrasarse respecto del resto del mundo11. En el caso de la
Argentina se observa que los principales períodos de no retraso
han coincidido con altos o moderados niveles de apertura, como
hasta la década del treinta y desde 1991. Incluso el período
de no retraso de 1964-74 probablemente fue posible porque
la economía argentina dejó de cerrarse. Comportamientos
análogos se observan en buena parte de la historia económica
contemporánea de Brasil y Chile.

2.1.2. Hipótesis del crecimiento agropecuario

La posibilidad de que la oferta agropecuaria fuera rígida o inelástica


a los precios fue sostenida durante bastante tiempo desde el pensamiento
estructuralista, incluyendo en ocasiones la CEPAL, y fue uno de los
argumentos empleados para justificar la extracción de recursos del sector
mediante diversas políticas (arancelarias, cambiarias, tributarias) para ser
invertidos en la industria manufacturera u otras actividades urbanas. Sin
dudas, las políticas de proteccionismo y subsidios de los países desarrollados
desde 1930, y sobre todo desde la Segunda Guerra, contribuyeron a estas
opciones de política económica. De no verificarse el supuesto de rigidez, y
aún más si el sector agropecuario sobresaliera en dinamismo, la presencia
de tales políticas estaría haciendo perder importantes oportunidades de
crecimiento. En un país como la Argentina, ello ocurriría no solo por el
impacto directo e indirecto del aumento de la producción agropecuaria, sino
también por su decisiva contribución a reducir o eliminar la “restricción
externa” que pesaría sobre la economía nacional12.
 Para el análisis de esta hipótesis, se utilizan las siguientes variables
independientes: a) cantidad de tierra dedicada a la agricultura (hectáreas
cultivadas con los seis principales cereales y oleaginosas)13; b) volumen
de la producción agrícola (toneladas producidas de los mismos seis

11
Se destacan en cursiva los factores que más claramente aparecen asociados al retraso o el no retraso de la
Argentina y en cursiva y negrita las principales conclusiones obtenidas del análisis de las hipótesis.
12
La expresión “restricción externa” aludía a la posibilidad de que el volumen y el valor de exportaciones no
crecieran al ritmo necesario como para satisfacer la demanda de divisas resultante de la diversificación de
las actividades y, especialmente, de la industrialización sustitutiva de importaciones.
13
Trigo, maíz, sorgo, soja, lino y girasol.

78 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


cultivos); c) productividad de la agricultura (toneladas producidas por
hectárea cultivada); d) stock de ganado vacuno (cabezas); e) volumen
de la producción ganadera (faena de ganado vacuno); f) productividad
de la ganadería (cociente entre faena y stock corregido por la variación
del stock); g) producción agregada del sector agropecuario (promedio
simple de los índices de producción física de la agricultura y de la
ganadería); y h) productividad del sector agropecuario (promedio simple
de los índices de productividad de la agricultura y de la ganadería).

2.1.2.1. Agricultura
El Grafico 2.1.2.1 muestra la evolución del área sembrada con los
principales cultivos de cereales y oleaginosas, los rindes en toneladas por
hectárea y el volumen de la producción agregada de estos mismos cultivos.
Las diversas etapas del desarrollo agrícola y su correlación con las etapas
del retraso de la Argentina se muestran en los cuadros 2.1.2.1 y 2.1.2.2.
Gráfico y cuadros muestran que los tres períodos de “no retraso”
(hasta 1934; 1964-1974 y 1990-2008) coinciden con producción de granos
en rápido aumento (entre 3,7 % y 6 % anual), en tanto que los dos períodos
de “retraso” (1934-1964 y 1974-1990) coinciden con producción de granos
en moderado aumento (entre 0,2 y 1,9 % anual). Cabe notar que la fuente
del crecimiento de la producción fue variando a lo largo del tiempo. Hasta
mediados de la década de 1930 el principal factor que explica el aumento
de la producción es la expansión del área cultivada. Esta cayó luego en
términos absolutos entre 1940 y 1951, lo que se tradujo también en una
caída de la producción, ya que hasta mediados de la década de 1950 el
aumento de la productividad fue lento (1 % anual). A partir de fines de esta
década y hasta comienzos de la de 1990, el aumento de la productividad
(o “rindes” en la terminología rural) reemplaza a la expansión del área
cultivada. Esta se recupera a un ritmo cercano al 1 % por año, en tanto que
la productividad aumenta entre 0,5 y 3,6 % por año. En la última etapa de
“no retraso”, desde 1990, el área cultivada y los rindes crecen en paralelo y
muy rápido (3,3 % y más de 2,5 % anual, respectivamente), lo que da como
resultado un crecimiento de la producción “récord” de casi 6 % anual.

Capítulo 2 / 79
Gráfico 2.1.2.1. El retraso de la Argentina y el desarrollo agrícola, 1900-2008
1,00

0,90
2,80

0,80

0,70 2,30

0,60

1,80
0,50

0,40

1,30
0,30

0,20
0,80

0,10

NR NR NR
0,00 0,30
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
PIB per capita Arg/Avanzados Mill de tns - eje izq. x 100
Rinde en tns./ha. - eje der. Mill de has. cultivadas - eje der. x 10

Notas y fuentes: a) Definiciones. PIB per cápita Arg./Avanzados: Ratio anual “PIB per cápita
argentino/PIB per cápita promedio países avanzados” (Maddison, 2010). b) Mill. de tns.:
Millones de toneladas de trigo, maíz, sorgo, soja, girasol y lino cosechadas anualmente. Mill.
de has. cultivadas: Millones de hectáreas sembradas anualmente con trigo, maíz, sorgo, soja,
girasol y lino. Rinde en tns./ha.: Ratio anual “Millones de toneladas de trigo, maíz, sorgo,
soja, girasol y lino cosechadas/Millones de hectáreas sembradas con trigo, maíz, sorgo, soja,
girasol y lino”. c) La fuente de todos los datos agropecuarios es Ferreres (2010).

Cuadro 2.1.2.1. Variaciones porcentuales totales entre puntas de cada período.


Área cultivada, productividad y producción de granos. Argentina, 1900-2008

Períodos Área cultivada Productividad Producción


NR (1900-1934) +275 % -3 % +262 %
R (1934-1964) -22 % +34 % +5 %
NR (1964-1974) +1 % +43 % +44 %
R (1974-1990) +24 % +9 % +35 %
NR (1990-2008) +79 % +58 % +183 %

a) Definiciones. Área cultivada: Variación porcentual acumulada entre puntas de cada


subperíodo de la superficie sembrada con trigo, maíz, sorgo, soja, girasol y lino. Producción:

80 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Variación porcentual acumulada entre puntas de cada subperíodo de las toneladas cosechadas
de trigo, maíz, sorgo, soja, girasol y lino. Productividad: Variación porcentual acumulada
entre puntas de cada subperíodo de la productividad agrícola estimada como ratio entre las
toneladas cosechadas y las hectáreas sembradas de trigo, maíz, sorgo, soja, girasol y lino. b)
En los tres casos, cálculos propios sobre la base de Ferreres (2010).

Cuadro 2.1.2.2. Variaciones porcentuales anuales. Área cultivada, productividad


y producción de granos. Argentina, 1900-2008

Períodos Área cultivada Productividad Producción


NR (1900-1934) +3,96 % (muy alto) -0,10 % (negativo) +3,86 % (muy alto)
R (1934-1964) -0,81 % (negativo) +0,99 % (bajo) +0,18 % (muy bajo)
NR (1964-1974) +0,05 % (mediano) +3,63 % (muy alto) +3,68 % (muy alto)
R (1974-1990) +1,34 % (mediano) +0,54 % (mediano) +1,89 % (mediano)
NR (1990-2008) +3,29 % (muy alto) +2,58 % (muy alto) +5,96 % (muy alto)
Notas y fuentes: Las mismas del Cuadro 2.1.2.1.

Las variaciones entre puntas de cada período y las variaciones


porcentuales anuales acumulativas dentro de cada período mostradas en
los cuadros dan sustento a la hipótesis que asocia un buen comportamiento
del sector agrícola (ya en áreas cultivadas, ya en productividad y en
producción) con los períodos en los que la Argentina no se ha retrasado
respecto a los países avanzados.

2.1.2.2. Ganadería
Las estadísticas ganaderas se presentan en el Gráfico 2.1.2.2.
Relacionando la faena anual de vacunos con la estadística del stock
ganadero, se obtuvo el cociente denominado “tasa de extracción”, el cual,
una vez corregido por la variación del stock, es una buena proxy de la
eficiencia de la actividad ganadera, no en relación con el uso de tierra, pero
sí en materia de preñez,  parición y otros aspectos del manejo de rodeos
que pueden permitir faenar porcentajes crecientes del stock sin implicar
su caída o liquidación.

Capítulo 2 / 81
Entre la primera década del siglo XX y fines de los años 20, la tasa de
extracción (promedio móvil de 5 años) creció de un orden del 16 % a un
orden del 22 % sin afectar el stock, que de hecho no dejó de crecer. Stock
y productividad en alza se tradujeron en una importante suba de la faena,
que se duplicó de 3,5 millones a 7 millones de cabezas por año.
La caída de la tasa de extracción entre 1943-1944 y 1954-1955 podría
asociarse a una caída de la productividad, pero al ajustarla por un stock
que crece fuertemente, parece más la consecuencia de la decisión de
los propietarios de aumentar sus rodeos ante la rebaja y el posterior
congelamiento de los arrendamientos que impusieron el gobierno militar
de 1943 y luego el peronismo. La caída del área cultivada con granos y
oleaginosas entre 1940 y 1952 –claramente visible en el Gráfico 2.1.2.1–
coincide con la aceleración del crecimiento del stock ganadero, que entre
1945 y 1956 pasó de 34 a 44 millones de cabezas.
Otro ciclo de baja “extracción” y suba del stock ocurre entre 1963 y 1977,
pero en este caso en coincidencia con el auge de la agricultura. Finalmente,
la tasa de  extracción relativamente alta (25-26%) posterior a 1980 no
reflejaría mayor eficiencia, sino un stock que, entre 1977 y la  primera
década del siglo XXI, declinó en diez millones de cabezas, desplazado por
la explosión de las áreas sembradas. En paralelo, se estanca la faena. Se
comprobaría que la revolución agrícola de los últimos veinte años fue en
parte a expensas del desarrollo ganadero.

82 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.1.2.2. Desarrollo ganadero. Argentina, 1908-2009
70 30%

60

25%
50

40

20%

30

20
15%

10

0 10%
1908
1911
1914
1917
1920
1923
1926
1929
1932
1935
1938
1941
1944
1947
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
2010
Stock ganadero (mill. de cabezas) Faena de vacunos (mill de cabezas) Faena/Stock (%, eje derecho)

Notas y fuentes: a) Definiciones. Stock ganadero (millones de cabezas): Stock ganadero en


cada año, en millones de cabezas. Faena de vacunos (millones de cabezas): Faena anual de
vacunos en millones de cabezas. Faena/Stock (%): Ratio anual: “Faena de vacunos en millones
de cabezas (Fuente: Ferreres, con interpolaciones propias en algunos años donde se carecía
de datos)/Stock ganadero, en millones de cabezas”. b) La fuente de los tres rubros es Ferreres
(2010). Para el caso de la faena, hay interpolaciones propias para algunos años en los que se
carecía de datos.

2.1.2.3. Desempeño del sector agropecuario y restricción externa


Cuando se revisó la hipótesis del proteccionismo excesivo (punto
2.1.1), se vio cómo la Argentina respondió a las dislocaciones sufridas
durante las guerras mundiales y la crisis económica de 1929-1933 con
políticas cambiarias y aduaneras de corte altamente proteccionista. La
literatura estructuralista a la que se hizo referencia en la introducción
defendió estas políticas argumentando que la permanencia del agro como
sector exportador dominante condenaría a la Argentina a una “restricción
externa” permanente, entendida como la posibilidad de que el volumen
y el valor de exportaciones no crecieran al ritmo necesario como para

Capítulo 2 / 83
satisfacer la demanda de divisas resultante de la diversificación económica
y, especialmente, de la industrialización sustitutiva de importaciones.
Es probable que el auge de esta idea se haya originado en dos conceptos
erróneos. Uno tuvo que ver con la dinámica del ciclo ganadero dado que,
a diferencia de la agricultura, la ganadería sí muestra una inelasticidad
precio de la oferta a corto plazo, por razones que no son económicas sino
biológicas, pues producir un novillo gordo lleva más de dos años. Fue un
claro error trasvasar a la economía un hecho de la biología. La otra idea,
más extendida, puede haber sido una imagen del sector agropecuario como
integrado por una clase rentista, “oligárquica”, sin vocación inversora
capitalista y, por ello, responsable de la escasez de divisas o restricción
externa.
Como una profecía autocumplida, el mismo “sesgo antiexportador” del
proteccionismo y otras medidas controversiales, como el congelamiento
de los arrendamientos, quebraron la tendencia ascendente del crecimiento
agropecuario, especialmente en el subsector agrícola. Obviamente, el
pobre desempeño del sector hasta la segunda mitad de la década de 1950
no hizo sino alimentar la noción de una “restricción externa” asociada al
preponderante rol del agro en las exportaciones.

84 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Grafico 2.1.2.3. Volumen físico de las producciones agrícola y ganadera y
desempeño exportador. Argentina, 1908-2009
1000

100

10
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Volumen de la producción agrícola (log; 1908=100) Exportaciones en dólares de 1990 (log; 1908=100)
Volumen de la producción ganadera (log; 1908=100)

Notas y fuentes: a) Definiciones. Volumen de la producción agrícola: Tonelaje total de trigo,


maíz, sorgo, soja, girasol y lino cosechado anualmente, expresado en número índice base
1908=100, escala logarítmica. Volumen de la producción ganadera: Cantidad de bovinos
faenados anualmente, expresado en número índice base 1908=100, escala logarítmica.
Exportaciones en dólares de 1990: Exportaciones anuales en dólares corrientes, reexpresadas
a precios de 1990 empleando el ‘Producer Price Index, all commodities’ (U. S. Department of
Labor, Bureau of Labor Statistics). b) La fuente de los tres rubros es Ferreres (2010).

Tras la caída del peronismo, en medio de crisis recurrentes y a menudo


de manera traumática, se fue removiendo gradualmente el componente
antiexportador más extremo de las políticas cambiarias y aduaneras.
El impacto de este cambio en el desempeño del sector agropecuario se
evidencia en el ritmo de crecimiento de la producción agrícola, que –como
se vio más arriba– superó en los últimos cincuenta años al que tuvo en los
primeros treinta años del siglo XX. Contrariamente a la hipótesis del agro
como determinante de una “restricción externa” impuesta al potencial de
crecimiento del país, el Gráfico 2.1.2.3 muestra elocuentemente el impacto

Capítulo 2 / 85
positivo de la expansión de la producción agrícola sobre el desempeño
exportador agregado.

2.1.2.4. Conclusiones
La estadística analizada muestra que la oferta agropecuaria no es ni
ha sido rígida o inelástica a los precios y que, por el contrario, el sector
se caracteriza por un notable dinamismo. Así, la extracción de recursos
del sector mediante políticas arancelarias, cambiarias y tributarias,
para ser invertidos en la industria u otras actividades urbanas, le habría
hecho perder a la Argentina importantes oportunidades de crecimiento.
El Gráfico 2.1.2.4 muestra cómo el primer período de retraso notable del
PIB per cápita argentino respecto al de los países avanzados –los treinta
años que van desde 1934 hasta 1963– sigue con algún rezago a un lapso
de duración parecida durante el cual la productividad media del sector
agropecuario permaneció –por los motivos ya expuestos– relativamente
estancada, a saber, desde fines de la década del veinte hasta mediados de la
década del cincuenta. Análogamente, la visible recuperación del dinamismo
agropecuario ya a partir de 1956 puede haber jugado un rol, también con
algún rezago, en la mejoría del desempeño relativo del PIB per cápita
argentino que tuvo lugar entre 1964 y 1974. Si bien no fue suficiente para
moderar el catastrófico desempeño del crecimiento ocurrido entre 1975 y
1990, sí vuelve a aportar a la relativa mejora de las últimas dos décadas.

86 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.1.2.4. El retraso de la Argentina y la eficiencia agropecuaria, 1908-
2009
1,00

270

0,90
250

0,80
230

0,70 210

190
0,60

170
0,50

150

0,40
130

0,30
110

0,20 90
1908
1911
1914
1917
1920
1923
1926
1929
1932
1935
1938
1941
1944
1947
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007
2010
R-avanzados Productividad del Sector Agropecuario (1908=100; pr. movil 3 años, eje derecho)

Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita argentino/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). Productividad del Sector Agropecuario (1908=100;
promedio móvil 3 años): Promedio simple de los números índices anuales base 1908=100 de
la productividad agrícola (toneladas cosechadas/hectáreas sembradas) y de la productividad
ganadera (faena/stock). Fuente: Cálculos propios sobre la base de las cifras de producción,
áreas sembradas, faena y stock de Ferreres (2010).

Puede concluirse que los períodos de crecimiento del sector


agropecuario, y en particular el agrícola, ya sea en áreas
cultivadas, ya en productividad y en producción, han coincidido
con los períodos en los que la Argentina no se ha retrasado
respecto a los países avanzados. El sector ha mostrado una
respuesta elástica a las variaciones de los precios de sus
productos.

Capítulo 2 / 87
2.1.3. Estatismo

Históricamente, la teoría económica ha asignado al Estado el rol de
proveer soluciones ante las fallas de mercado, es decir, situaciones en
las que la asignación de recursos surgida del mercado no es la óptima.
Casos tradicionales de fallas de mercado son los bienes públicos, donde
ningún privado estaría dispuesto a prestar un bien o servicio, por esencial
que fuera para la sociedad, porque no recuperaría la inversión. Otro caso
muy relevante es el desarrollo de formas de mercado monopólicas o
cuasimonopólicas. La teoría económica muestra también que, aun en el
caso de los bienes y servicios total o parcialmente públicos, el rol esencial
del Estado es asegurar la prestación, y puede recurrir a la tercerización
o privatización con buenos marcos regulatorios. Muchas de las funciones
que hoy ejercen los Estados consisten en la producción o prestación de
bienes o servicios total o parcialmente públicos, en un amplio espectro que
va desde la educación hasta la defensa nacional, y desde el combate de
endemias y epidemias hasta las relaciones exteriores. De acuerdo con la
hipótesis del estatismo excesivo, la intervención del Estado por encima de
la que surge de las fallas de mercado, y ya sea por exceso de funciones
o de regulaciones, implica una asignación ineficiente de los recursos que
repercute negativamente sobre el crecimiento de largo plazo.
Esta hipótesis ha destacado diversas consecuencias negativas del exceso
de estatismo para el crecimiento de largo plazo. Por ejemplo, regulaciones
excesivas pueden llevar a una distorsión de los precios relativos de la
economía con asignaciones no óptimas de recursos. El caso más obvio es el
de los controles de precios en mercados competitivos. El proteccionismo,
por su parte, puede reducir los incentivos a la inversión y la producción, al
incrementar el poder de mercado de las firmas locales que pasan así a tener
capacidad de influir en sus precios. La excesiva regulación también puede
generar incentivos a asignar muchos recursos a la búsqueda de rentas (rent
seeking), esto es, a la obtención de ganancias mediante la consecución
de subsidios u otro tipo de beneficios del Estado. Esto puede conducir
a una caída de la inversión real o de la eficiencia de la inversión, por un

88 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


mayor interés de los empresarios en gestionar subsidios que en mejorar la
eficiencia de sus empresas (Krueger, 1974).
La hipótesis sostiene también que un tamaño “excesivo” del Estado (no
fácil de identificar) suele dar lugar al crecimiento desproporcionado de las
estructuras burocráticas, caras de mantener, ineficientes, financiadas por
el sector privado y generadoras de costos adicionales de tiempo y dinero
que reducen la competitividad de la economía. El excesivo estatismo
también puede conducir a la reducción de la calidad institucional, asociada
a la participación del Estado en sectores de la economía sin contar con
los recursos apropiados, a la contaminación derivada del entorno de rent
seeking y al tamaño de las estructuras. Finalmente, se incrementaría la
probabilidad de crisis fiscales puesto que el tamaño exageradamente grande
del aparato estatal aumenta la vulnerabilidad de las cuentas públicas en la
medida en que los eventuales déficits a financiar crecen con él. Aumentarían
también, en consecuencia, los riesgos de endeudamiento público excesivo,
financiamiento inflacionario y posteriores planes de ajuste disruptivos del
nivel de actividad económica.
 Se utiliza como variable independiente la relación del gasto público
con el PIB (GPPIB). Se intentó analizar también la cantidad de leyes,
decretos-leyes y decretos, pero no fue posible obtener la información
completa. Con la que se obtuvo, no pueden descartarse ni un mayor ni
un menor estatismo. También se hace una comparación con el nivel y la
evolución del gasto público (como proporción del PIB) en cinco países
de desarrollo comparable.
El Gráfico 2.1.3.1 muestra la evolución de la ratio PIB per cápita
argentino/PIB per cápita países avanzados y de las ratios Gasto Público/
PIB (gobierno o administración nacional desde 1900 y gobiernos nacional
y locales desde 1961). La tendencia ascendente del gasto público argentino
a largo plazo, que se observa después de la Primera Guerra, se explica por la
incorporación de un número creciente de funciones y responsabilidades al
estado, “estatismo” que ha sido común en muchos otros países avanzados o
en desarrollo. Fue el economista alemán Adolph H. G. Wagner (1835-1917)
quien sistematizó por primera vez –hace ya algo más de cien años– los

Capítulo 2 / 89
motivos del aumento a largo plazo del gasto público, y dio lugar a lo que
hoy se conoce como “Ley de Wagner” (Wagner, 1967).
En nuestro país, sin embargo, el aumento no fue parejo o constante,
sino que se dio en escalones. Entre 1921 y 1930 hay una suba que devuelve
la ratio Gasto del gobierno nacional/PIB a los niveles de preguerra (cerca
del 9%), seguida por doce años (1931-1942) durante los cuales la ratio se
mantuvo prácticamente estable en ese nivel. Es decir que, en los años en los
que comienza el primer ciclo de retraso (después de 1933), no existe ni un
gasto público muy elevado, ni tampoco creciente. El siguiente escalón alcista
tiene lugar recién entre 1943 y 1948, año en el que la ratio alcanza un pico de
12,9 %. Desde 1949 hasta 1972 se registra otro largo período de veinticuatro
años donde, en medio de algunos altibajos (mínimo 8,4 % en 1957, máximo
13,6 % en 1959), la ratio se mantiene en torno a un promedio de 11,6 % del
PIB. Desde 1973 hasta 1981 –coincidiendo con el comienzo de otro período
de retraso– el gasto público registra un fuerte envión alcista que lo lleva hasta
17,1 % del PIB, o 30,9 % del PIB si se incluyen los gastos de los gobiernos
locales. Este nivel, sin embargo, no se sostiene y siguen de inmediato ocho
años (hasta 1990) en los cuales ambas ratios retroceden hasta llegar en 1990
al 11 % y 22,5 % del PIB, respectivamente. Los últimos escalones ascendentes
ocurrieron a partir de 1991, en los años en los que el PIB per cápita argentino
dejó de retrasarse. Un primer pico (del 15,5 y 30,7 % del PIB) se alcanzó en
2001 y otro aún mayor en 2009 (21,5 y 33,5 % del PIB).

90 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.1.3.1. El retraso de la Argentina y el gasto público como % del PIB,
1900-2008

1,0 40

35
0,9

30
0,8

25

0,7

20

0,6

15

0,5
10

0,4
5

0,3 0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados Gobierno nacional y locales (eje derecho) Gobierno nacional (eje derecho)l

Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita chileno/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). Gobierno nacional y subnacionales: Ratio “Gasto anual
del sector público no financiero consolidado/PIB argentino de cada año”, en porcentaje
(Ferreres, 2010 y Ministerio de Economía). Gobierno nacional: Ratio “Gasto anual de la
administración nacional/PIB argentino de cada año, en porcentaje” (las mismas fuentes que
en la variable anterior).

En el Cuadro 2.1.3.1 puede verse que ni los niveles alcanzados, ni los


escalones que jalonan el aumento del gasto público, coinciden mayormente
con los períodos de retraso o no retraso del PIB per cápita argentino.
Tampoco muestra el Gráfico 2.1.3.2 que el gasto público argentino
sea desproporcionado respecto a otros países de desarrollo comparable,
aunque sí puede verse –en contraste con lo que ha ocurrido en la Argentina–
que, en los últimos veinte años, en cuatro de los seis casos presentados
(Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Chile), la tendencia ha sido fuerte o
moderadamente declinante. La excepción es Brasil, economía que en este
lapso no se destacó por su crecimiento (ver capítulo 1).

Capítulo 2 / 91
Sin embargo, el análisis realizado hasta aquí no exime
totalmente de responsabilidad al crecimiento del gasto público
en la cuestión del retraso de la Argentina. Por un lado, la escasez
y debilidad de las instituciones estatales de control dieron como
resultado un gasto que, con frecuencia, tuvo un pobre récord
de eficiencia. Por otro lado, si bien el aumento del gasto público
fue moderado, el subdesarrollo del mercado de capitales
doméstico y la falta de independencia del Banco Central dieron
como resultado una frecuente y excesiva financiación del
gasto público con emisión de dinero y/o de deuda pública, que
provocaron inflación y/o “crowding out” en escalas que –como
se muestra en otras secciones– efectivamente dificultaron el
desarrollo de la economía.

Cuadro 2.1.3.1. El retraso de la Argentina y la ratio Gasto público/PIB, 1900-


2008
GN/PIB (1) GN+L/PIB (2)
Períodos Subperíodos Tendencia
(% promedio) (% promedio)

1900-20 Disminución 7,5 n. d.

1921-30 Aumento 7,4 n. d.


NR 1900-33
1931-33 Estable 8,9 n. d.
1934-42 Estable 8,9 n. d.
R 1934-63 1943-48 Aumento 10,6 n. d.
1949-63 Estable 11,6 n. d.
1964-72 Estable 11,6 24,5
NR 1964-74
1973-74 Aumento 14,0 27,2
1975-81 Aumento 14,0 27,2
R 1975-90
1982-90 Disminución 13,3 26,0
1991-01 Aumento 13,9 26,1

NR 1991-09 2002 Disminución 12,4 24,6

2003-09 Aumento 16,6 29,1

Notas y fuentes: (1) Gasto de la Administración Nacional. (2) Gastos de la Administración


Nacional más gobiernos locales. Elaboración propia sobre cifras de Ferreres (2010) y
Ministerio de Economía.

92 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.1.3.2. El gasto público consolidado (1) como % del PIB en varios
países, 1970-2008

60,0

55,0

50,0

45,0

40,0

35,0

30,0

25,0

20,0

15,0
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
Australia Canadá N.Zelandia

Brasil Chile Argentina

Notas y fuentes: Ratios “Gasto anual del sector público consolidado/PIB de cada año de
varios países”. Fuentes: Argentina, Ministerio de Economía; restantes países, OCDE.

2.1.4. Los derechos de propiedad

Para las teorías económicas clásica y neoclásica, el derecho de propiedad


privada es un fundamento central del comportamiento del hombre frente
a los bienes escasos, su generación, distribución y asignación. Las teorías
de la producción, de los mercados y del crecimiento parten del derecho del
hombre de disponer del fruto de su trabajo y de ejercer propiedad sobre la
parte de tales frutos o bienes que no ha consumido, así como de las rentas
que eventualmente ellos le podrán generar. No debe extrañar, pues, que
toda debilidad o amenaza a estos derechos sea vista, en este cuerpo teórico,
como un desincentivo al trabajo, a la producción, al ahorro, a la inversión
y, por lo tanto, un detrimento al potencial de crecimiento material.

Capítulo 2 / 93
Genéricamente, las amenazas sobre los derechos de propiedad pueden
ir desde la mera imposición de gravámenes o tributos, hasta la expropiación
o la confiscación lisa y llana. Las confiscaciones son medidas extremas y las
expropiaciones, que conllevan normalmente pagos o compensaciones, son
algo más comunes. Mucho más frecuentes, sin embargo, son las amenazas
implícitas en una gran variedad de actos del príncipe capaces de alterar los
incentivos arriba mencionados y reducir la tasa de crecimiento. Pueden
mencionarse leyes, decretos y cualquier otro tipo de norma o regulación
disponiendo controles de precios, de alquileres o de arrendamientos;
topes a las tasas de interés; alteraciones varias en los contratos entre
acreedores y deudores; prohibiciones o limitaciones diversas al comercio
de bienes y monedas; monopolios estatales, impuestos discriminatorios
y/o distorsivos, etcétera.
Pese a contar con una Constitución que garantiza expresamente
los derechos de los individuos, entre ellos el de “usar y disponer de su
propiedad”14, la Argentina tiene una nutrida historia de intervenciones
estatales disruptivas en la economía. Salvo contadas excepciones, los jueces
no han disputado la constitucionalidad de estos actos, considerándolos
legítimos y propios de los poderes legislativos y ejecutivos15.
Lamentablemente, y salvo por el caso que se analizará de inmediato,
en esta materia no ha sido posible hallar variables cuantitativas que,
comparándolas en el tiempo o con otros países, permitieran relacionarlas
con el retraso de la Argentina.

2.1.4.1. Amenazas a los derechos de propiedad nominados en moneda:


defaults e inflación
Siguiendo una idea originalmente expuesta por Clague et al. (1999),
Isabel Sanz Villarroya (2003) empleó el porcentaje de depósitos bancarios
en la oferta monetaria (M3) como medida de cumplimiento de los contratos

14
Artículo 14 de la Constitución de la Nación Argentina, en línea con los de casi todas las constituciones
liberales del siglo XIX.
15
En muchos casos los jueces han fallado inspirados en la doctrina que cuestiona la propiedad como
derecho absoluto, atribuyéndole una función social, doctrina en su momento incorporada a la Constitu-
ción de 1949. Si bien esta Constitución fue derogada en 1957, la doctrina prevaleció en buena parte de la
jurisprudencia y en normas de jerarquía inferior.

94 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


y de la seguridad de los derechos de propiedad. Es indudable que, por estar
denominados en unidades monetarias, uno de los derechos de propiedad
que con mayor frecuencia sufre amenazas es el que tienen los acreedores
financieros –incluyendo los simples tenedores de dinero– de cobrar sus
acreencias en tiempo y forma y en poder adquisitivo real o simplemente
de conservar el valor de su dinero. Esta amenaza puede resultar tanto
de culturas muy favorables a los deudores (que demoran indebidamente
la ejecución de garantías), como de procesos de inflación de precios
o depreciación monetaria, congelamientos de depósitos, defaults y/o
reestructuraciones forzosas, que tienen como resultado el cobro de sumas
nominales desvalorizadas en términos reales. En la medida en que la
amenaza reduce la demanda de activos denominados en dinero, ya medios
de pago, ya instrumentos de ahorro, esta podría traducirse también en una
menor oferta de crédito, con las secuelas negativas para el crecimiento
económico que de tal cosa cabe esperar. Un punto adicional que otorga
relevancia a este enfoque es que la inflación viola de modo especial los
derechos de propiedad de los más pobres, para quienes la tenencia de
dinero guarda una mayor proporción en el total de su riqueza.
Estas consideraciones dan fundamento a la propuesta de emplear una
estadística de tenencia de activos financieros como variable proxy para
medir la percepción que en diversos países existe sobre el respeto de los
derechos de propiedad. Sin embargo, la variable propuesta por los autores
mencionados –“cociente de los depósitos sobre la oferta monetaria” (en
vez de depósitos u oferta monetaria en términos reales)– adolece de un
grave problema, al menos cuando se trata de países latinoamericanos.
Cada vez que en ellos se han percibido amenazas, lo que ha caído no es solo
la demanda de depósitos bancarios, sino también de dinero circulante o
billetes. Puede ocurrir entonces que el porcentaje de los depósitos sobre la
oferta monetaria total (M3) esté mostrando aumentos, aunque su valor en
términos reales esté declinando16.

16
Debido a este fenómeno, la variable empleada por Sanz Villarroya arroja la paradoja de que la confianza
en los derechos de propiedad habría sido mayor en 1980, tras treinta años de alta inflación, que en 1938,
tras igual cantidad de años de estabilidad de precios.

Capítulo 2 / 95
 Por lo dicho, como variable independiente indicativa de la percepción del
derecho de propiedad en la Argentina se utiliza el agregado monetario
M3 (depósitos bancarios más dinero circulante o billetes) en relación
con el PIB.

2.1.4.1.1. El caso de la Argentina


Después de experimentar múltiples episodios de desvalorización real
del papel moneda y defaults en 1827 y 1890, a comienzos del siglo XX, la
Argentina había logrado estabilizar tanto su crédito público como su moneda.
Como se verá con mayor detalle en las hipótesis macroeconómicas, en el
primer cuarto del siglo XX, la deuda pública del Gobierno nacional bajó desde
un orden del 60 % del PIB a un orden del 20 % del PIB. Entre mediados de
la década de 1920 y el final de la Segunda Guerra (1945), el endeudamiento
público volvió a crecer, pero hacia 1970-1971 había descendido nuevamente
a menos del 20 % del PIB. Según el denso relevamiento llevado a cabo por
Reinhart y Rogoff (2008), aun en los períodos de mayor estabilidad hay
siempre un grupo, de entre el 5 % y el 20 % de los estados soberanos, que se
halla en “default” o en procesos de reestructuración, proporción que llega
hasta el 35-45 % de los países en las crisis globales prolongadas (1825-
1840; 1860-1900; 1930-1950; 1981-1990). Salvo las reestructuraciones de
la deuda oficial con el Club de París en 1951 y 1956, la Argentina pasó los
primeros setenta años del siglo XX (1900-1974) sin episodios importantes
de default o reestructuración. En contraste, a partir de 1975 se suceden una
serie de eventos de default y reestructuraciones más o menos amplios, ya
sean de la deuda pública, ya de deudas privadas contraídas con acreedores
externos reestructuradas como resultado de disposiciones oficiales17. Así,
en veinte de los últimos treinta y cinco años (1975 y 1976; luego, entre
1982 y 1987, entre 1990 y 1993 y, finalmente, entre 2002 y el presente)
la Argentina ha estado total o parcialmente en mora o en situaciones
irregulares respecto de sus obligaciones soberanas.

17
En dicho año (1975), así como en otros más recientes, diversas restricciones impuestas a la compra de
divisas para la cancelación de obligaciones financieras obligaron a numerosas firmas a renegociar sus
términos con los acreedores.

96 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


En materia de inflación, la situación se mantuvo notablemente controlada
hasta 1944: el aumento medio del Índice de Precios al Consumidor (IPC)
fue entre 1900 y el mencionado año de solo un 1,7 % anual. Un desvío
medio de 5,4 puntos porcentuales indica que el rango promedio de la
inflación osciló entre -3,7 % y 7,1 % anual. La depreciación endémica o
sistemática del valor real de la moneda nacional comenzó en 1945. El
aumento medio del IPC entre ese año y 1974 saltó bruscamente del 1,7 % al
27,3 % anual y el desvío medio pasó de 5,4 a 13,0 puntos porcentuales. Es
decir que el rango promedio en este lapso se ubicó entre 14,3 % y 40,3 %
anual. Esta aceleración es notable porque corresponde a un período en el
cual solo un 10 % de los países experimentaban inflaciones de más de 20%
por año (Reinhart y Rogoff, 2008). A partir de 1975 y hasta 1988 la inflación
entró en el terreno de los tres dígitos anuales, con un promedio de 265,4
% por año, un desvío medio de 157,6 puntos y un rango promedio de entre
107,8 % y 423,0 % anual. Los años 1989 y 1990 fueron de hiperinflación, 1991
y 1992 lo fueron de transición y, entre 1993 y 2001, convertibilidad mediante,
el promedio anual de aumento del IPC cayó al 1,8 % con un desvío medio
de 2,8 puntos. Finalmente, desde 2002 hasta 2010, el promedio anual de
inflación (IPC) ha vuelto a crecer al 15,7 % con un desvío medio de 5,6
puntos, pero con valores anuales superiores al 20 % a partir del 2007.
La endemia inflacionaria sufrida desde 1945 a 1990 (primero, inflación
de dos dígitos anuales con represión financiera y tasas reales de interés
negativas, luego mega e hiperinflaciones con tasas de interés libres, pero
extremadamente volátiles), el regreso de la alta inflación en la primera
década del siglo actual y las sucesivas crisis del endeudamiento público
(desde 1975 hasta la fecha) pueden explicar la inestabilidad y la caída de
largo plazo de la demanda de activos financieros en moneda local.
Antes de analizar la variable independiente elegida para aproximar la
cambiante percepción de los derechos de propiedad, vale la pena mencionar
que también en estas materias (defaults e inflación) el Poder Judicial
argentino adoptó generalmente posiciones que pueden calificarse desde
pasivas hasta subordinadas al Poder Ejecutivo. Tuvieron que transcurrir
más de veinte años de alta inflación hasta que aparecieron fallos –a fines

Capítulo 2 / 97
de la década del sesenta y principios de la del setenta– que reconocían la
irrealidad de los créditos, las deudas y otros contratos a mediano o largo
plazo nominados en moneda de poder adquisitivo declinante. La prepotente
actitud de los sucesivos poderes ejecutivos frente a la Corte Suprema
de Justicia desde 1947 en adelante tampoco contribuyó a proyectar una
imagen de firmeza en la defensa de este y otros derechos de propiedad
(Gallo y Alston).
El descenso de la deuda pública y la estabilidad monetaria de las
primeras décadas del siglo XX fueron acompañados por un significativo
aumento de las tenencias de dinero y depósitos en bancos (M3), que pasó
del orden del 25 % del PIB (en 1900) a más del 40 % del PIB en la década
de 1920. Tras sufrir varios altibajos durante las décadas de 1930 (crisis
mundial) y de 1940 (Segunda Guerra Mundial), la variable se mantuvo en
el entorno al 40 % del PIB hasta 1955.
El hecho que la demanda por M3 se mantuviera elevada al menos
una década después del comienzo de la inflación sistemática (1945) pudo
deberse a que la población fue víctima del fenómeno conocido como
“ilusión monetaria”, y demoró en comprender la realidad de la inflación
(Gráfico 2.1.4.1). Pero en 1956 comenzó una caída que no se detuvo hasta
1962: el M3 retrocedió hasta el 19,8 % del PIB. A partir de tan bajo nivel y
coincidiendo con el desempeño relativamente bueno del PIB per cápita en
los mismos años, entre 1963 y 1974, hubo alguna recuperación del M3, pero
luego de 1975 la variable entra en una zona de gran volatilidad, empujada
hacia arriba por las altas tasas de interés resultantes de los diversos planes
estabilizadores (“Tablita”, “Austral”, “Primavera”, “Convertibilidad”, etc.),
y hacia abajo por las numerosas explosiones inflacionarias. El hecho de
que en los últimos cincuenta años (1960-2010) el M3 nunca haya superado
el 35 % del PIB (promediando un 25 % y con mínimos de 12 %) podría
interpretarse como un quiebre de la confianza en los derechos de propiedad
en comparación con la primera mitad del siglo XX.
La coincidencia entre las fases de desmonetización y de retraso relativo
del PIB per cápita no es estricta, aunque sí bastante aproximada. La larga
fase de retraso iniciada a mediados de la década de 1930 (1934-1963), por

98 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


ejemplo, comienza al menos diez años antes de los primeros síntomas de
desmonetización o desintermediación financiera, lo que sugiere, entonces,
que otros fueron los determinantes iniciales del retraso. La interrupción del
retraso que tiene lugar entre 1964 y 1974 coincide con el fin del deterioro
de la relación M3/PIB y el comienzo de una moderada recuperación
de la variable, pero tiene lugar durante uno de los períodos de menor
monetización promedio del siglo XX. En sentido contrario, cabe señalar
que la última fase de no retraso (que comienza en 1991) coincide con los
niveles más elevados alcanzados por la variable M3/PIB, dentro de la etapa
de baja monetización iniciada hace sesenta años.
Surgen las siguientes conclusiones para el caso de la Argentina: 1) la
ratio M3/PIB parece ser un buen indicador de la percepción del derecho
de propiedad en el mundo de los activos financieros; 2) aunque tiene
cierta relación con el desempeño relativo del PIB per cápita, esta no es
lineal ni instantánea; y 3) la ratio no alcanza a representar la totalidad
y complejidad de los factores que subyacen a la hipótesis de los derechos
de propiedad.

2.1.4.1.2. El caso del Brasil


En el siglo XIX el Brasil no incurrió en default en los años en los cuales lo
hicieron la mayoría de los países de la región (1826-1830), aunque no pudo
evitarlo en 1898. En el siglo XX su historia es peor que la de la Argentina
hasta 1982/1983 (defaults en 1902, 1914, 1931, 1937, 1961 y 1964), pero
mejor desde entonces, ya que no fue al default ni en la última década del
siglo XX, ni en la primera del siglo XXI. En materia de inflación, en cambio,
la historia del país vecino tiene algunos rezagos respecto a la nuestra,
pero bastantes paralelismos. Mantuvo el fenómeno en tasas de un dígito
anual hasta el comienzo de la década de 1950, ingresó sistemáticamente
en inflaciones de dos dígitos por año ocho años después que la Argentina
(1953), y también demoró siete años más que nuestro país en llegar a las
megainflaciones de tres dígitos anuales (1981). Pero ambos países llegaron
a la vez a las hiperinflaciones de más de cuatro dígitos por año (1989), y el
Brasil tardó cuatro años más que la Argentina en salir del flagelo.

Capítulo 2 / 99
Gráfico 2.1.4.1. El retraso de la Argentina y las tenencias de dinero y depósitos
en bancos (M3), 1900-2008

1,00 0,50

0,90
0,45

0,80
0,40

0,70
0,35

0,60

0,30

0,50

0,25
0,40

0,20
0,30

0,15
0,20

0,10 0,10
1900

1905

1910

1915

1920

1925

1930

1935

1940

1945

1950

1955

1960

1965

1970

1975

1980

1985

1990

1995

2000

2005

2010
R-avanzados M3/PIB (eje derecho)

Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita argentino/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). M3/PIB: Ratio anual “M3 (billetes en circulación,
depósitos en bancos a la vista y a plazo fijo)/PIB argentino” (Ferreres, 2010).

De resultas de estos hechos, la inflación acumulada por el Brasil desde


el principio del siglo XX hasta 2010 superó a la de la Argentina y también
fue relativamente mayor la caída de las tenencias de dinero y depósitos en
bancos (Gráfico 2.1.4.2). Este gráfico permite observar que desde principios
del siglo XX hasta 1949 la relativa mejora del PIB per cápita brasilero fue
paralela a un alza de la monetización, que pasó de un 60 % a un 80 % del
PIB18.

18
Tal como el caso de la Argentina, los años de la Segunda Guerra Mundial –en los que el M3/PIB y las
ratios de PIB per cápita se mueven en direcciones opuestas– no sirven a los efectos de estas comparaciones.
Por un lado, los M3/PIB crecieron forzosamente al no poder nuestros países aplicar a importaciones los
ingresos de moneda extranjera provenientes de las exportaciones; por otro lado, las ratios de PIB per cápita
cayeron extraordinariamente debido al anormal aumento de los PIB de las potencias militares en guerra.

100 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


A este período le sigue otro de dieciocho años (1950-1967) durante el
cual la monetización cae unos treinta puntos porcentuales del PIB, mientras
que el PIB per cápita pierde posiciones respecto al de los países avanzados.
El extraordinario desempeño del período 1968-1980, que permitió elevar
la ratio “PIB per cápita de Brasil/PIB per cápita de los países avanzados”
desde un 22 hasta un 33 %, no fue acompañada por una significativa
recuperación de la monetización, aunque sí se puede observar que el pobre
desempeño del Brasil desde 1981 hasta 2002 –que corresponde al período
de mega e hiperinflaciones– coincide también con una caída de treinta
puntos porcentuales del PIB en la monetización.

Gráfico 2.1.4.2. Tenencias de dinero y depósitos en bancos (M3) y retraso del


PIB per cápita. Brasil, 1900-2008

0,35 1,40

1,20

0,30
1,00

0,80

0,25

0,60

0,40
0,20

0,20

0,15 0,00
1900

1905

1910

1915

1920

1925

1930

1935

1940

1945

1950

1955

1960

1965

1970

1975

1980

1985

1990

1995

2000

2005

2010

R-avanzados M3/PIB (eje derecho)

Notas y fuentes: R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita brasilero/PIB per cápita promedio
países avanzados” (Maddison, 2010). M3/PIB: Ratio anual “M3 (billetes en circulación,
depósitos en bancos a la vista y a plazo fijo)/PIB brasilero” (IPEA data, Instituto de Pesquisa
de Economía Aplicada).

Capítulo 2 / 101
En síntesis, en el caso del Brasil, sobre todo al observar el período 1968-
1980, el valor del M3/PIB como variable proxy del respeto de los derechos
de propiedad y explicativa de la performance relativa de las economías,
parece menor que en el caso de la Argentina.

Nota sobre la dolarización


Un notable efecto de las pérdidas sufridas por los tenedores de ahorros en bancos
y otros activos financieros denominados en pesos es el alto nivel de dolarización
existente en la Argentina. Los activos financieros externos de los residentes del
sector privado no financiero ascendían en 2009 a US$134.200 millones (44 %
del PIB), de los cuales unos US$50.000 millones eran tenencias de billetes (17 %
del PIB). El valor comparable de Brasil es dos veces y media menor: US$51.696
millones de dólares1, siendo la tenencia de billetes despreciable. Mientras que
los argentinos poseen US$1300 dólares por habitante, en Brasil dicha cifra
no llega a US$6 (Estados Unidos de América, 2006). Es notable que esto
haya ocurrido tanto más en la Argentina que en Brasil, cuya tasa de inflación
acumulada fue aún mayor en el siglo XX. Aunque el tema no ha sido investigado
en profundidad, surge la evidencia de que el riesgo percibido de expropiación de
activos financieros tiene que haber sido mayor en la Argentina, no solo respecto
de Brasil, sino también respecto de muchos otros países. Dichos riesgos incluyen
la inflación, pero también el default de la deuda pública y la retención de depósitos
bancarios, entre otros. Debe notarse también que tanto en Brasil como en Chile
el empleo de instrumentos financieros indexados (en moneda doméstica) fue
mucho más exitoso y difundido que en la Argentina.

2.1.5. Regulación del mercado de trabajo

Hay dos variables claves que vinculan el mercado laboral con el


crecimiento de largo plazo: la cantidad de empleo y su productividad.
Estas determinan el trabajo efectivo disponible y limitan, en parte, la
producción y la tasa de crecimiento. En la medida en que el desempleo
se mantenga sistemáticamente alto o la productividad sistemáticamente
baja, la economía se irá retrasando con respecto a otras que no sufran esas

102 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


restricciones. La hipótesis neoclásica postula que hay varios motivos por
los que puede estar sucediendo uno o ambos fenómenos, pero en todos los
casos el origen del problema es algún tipo de regulación que distorsiona
el mercado laboral. Un primer ejemplo es la fijación de un salario mínimo
que, si se ubica en un nivel más alto que el que existiría en ausencia de
esa regulación, genera un problema de exceso de oferta de mano de obra
o, lo que es lo mismo, un nivel de empleo inferior al de equilibrio. De esa
manera se deja de aprovechar parte de la fuerza laboral, lo que afecta
negativamente el nivel de producción, la demanda y el crecimiento de largo
plazo. Una segunda distorsión puede ser el resultado de un excesivo poder
de los sindicatos de trabajadores, de facto o de jure, que podría constituirse
en un obstáculo para la creación de empleo al generar rigideces para la
fijación de salarios o puestos de trabajo a nivel de cada empresa; esto, a
su vez, puede limitar las decisiones de aumentar el empleo para evitar
eventuales conflictos posteriores a la hora de tener que ajustar los salarios o
el empleo a la baja. La presencia de elevadas cargas sociales y laborales y su
interacción con las puramente impositivas pueden actuar como distorsión
al constituir un desincentivo tanto para la oferta (al reducir el salario neto
de impuestos) como para la demanda de trabajo (al incrementar el costo
de cada trabajador por la mayor carga impositiva y la contingencia del
despido), generando un nivel de empleo inferior al óptimo.
Los costos de despido demasiado elevados también pueden distorsionar
el mercado laboral al desincentivar la contratación de nuevos empleados,
ante la perspectiva de que las condiciones del mercado cambien en el corto
plazo y se deban enfrentar grandes costos para desprenderse de la mano
de obra excedente. Por otro lado, dicho costo también puede desincentivar
al trabajador a ofrecer su máximo esfuerzo. Otras distorsiones que pueden
desincentivar la oferta de trabajo son la existencia de sistemas asistenciales
o de seguros de desempleo de montos elevados, que redundarían en un
nivel de desempleo artificialmente bajo. Finalmente, la posibilidad de
realizar contrataciones informales también introduciría distorsiones en
el mercado laboral. Por una parte, es cierto que la informalidad puede
afectar positivamente el nivel de empleo. Pero al mismo tiempo ese empleo

Capítulo 2 / 103
sería tomado por los empresarios con una perspectiva de corto plazo que
determinaría una menor inversión en capacitación y, por lo tanto, una
menor productividad.
 Se utilizan como variables independientes el salario mínimo sobre
el salario promedio (SM/P) y la incidencia de las llamadas cargas
sociales sobre los salarios (contribuciones de los empleadores y aportes
obligatorios de los trabajadores).
La estadística disponible no abona la hipótesis de que la fijación del
salario mínimo legal (respecto a los salarios medios) haya constituido un
factor distorsivo en este mercado. La ratio entre el salario mínimo y el
promedio muestra grandes oscilaciones esencialmente ligadas a la tasa de
inflación. El gráfico 2.1.5.1 muestra claramente cómo el salario mínimo ha
tendido a retrasarse en las fases de aceleración de la inflación, retraso que
se modera en las fases de desaceleración. Como en otra sección de este
capítulo se muestra que el indicador de retraso relativo del PIB per cápita
tiene una fuerte asociación con la tasa de inflación, no llaman la atención
los siguientes hechos: 1) la coincidencia del subperíodo de no retraso 1963-
1974 con las ratios más altas de la serie (salario mínimo cerca del 40 %
del salario medio industrial); y 2) que el subperíodo de no retraso que
comienza en 1991 coincida con una importante recuperación de la ratio
Salario mínimo/Salario promedio (en 1993-1994 y en 2004-2005).
Por el contrario, el Gráfico 2.1.5.2 muestra una notable asociación
entre crecimiento de las cargas sociales (contribuciones y aportes) sobre
los salarios y el retraso del PIB per cápita argentino respecto del de los
países avanzados. Después de permanecer en niveles no superiores al 11 %
y 13 % hasta 1941, estas cargas se elevan al 20 % en 1943 y luego, en saltos
que corresponden a los años 1952, 1957, 1964-1965 y 1971-1976, llegan a
valores cercanos al 50 %, y se mantienen muy altos hasta mediados de la
década de 1990. En esta larga fase de alzas en las cargas sociales, hubo
dos intentos de reducirlas. Uno tuvo lugar entre 1968 y 1974, cuando se
redujeron los aportes de los trabajadores y el período fue de no retraso.
Esta reducción fue parcialmente compensada por aumentos en las
contribuciones de los empleadores, y luego revertida entre 1975 y 1976.

104 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Otro intento fue la sustancial reducción de las contribuciones patronales
que tuvo lugar entre 1979 y 1983, la mayor parte de la cual fue revertida en
1984. A partir de 1995 se vuelven a reducir las contribuciones patronales,
hecho que coincide con el subperíodo de no retraso que comienza en 1991.
En el Cuadro 2.1.5.2 puede verse que hay varios países con mayor nivel
de impuestos y contribuciones sobre la nómina salarial que la Argentina.
La diferencia de diez puntos porcentuales entre el nivel asignado a la
Argentina en el Cuadro 2.1.5.1 y en el Gráfico 2.1.5.2 se debe a que los datos
del cuadro corresponden solo a los impuestos y contribuciones patronales,
en tanto que en el gráfico se computan también los aportes personales. Si el
presente refleja la trayectoria pasada podría decirse que ese alto nivel de
cargas sociales –inclusive en el caso de Brasil– no impidió a dichos países
crecer más que la Argentina.

Gráfico 2.1.5.1. Salario mínimo como porcentaje del salario promedio industrial
e inflación minorista. Argentina, 1965-2010

50% 300%

45,9%
45%
250%

40%
37,7%
200%
35%

30% 150%

25%
24,2%
100%

20%

50%
15%

11,6%
10% 0%

1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010

Inflación minorista (promedio anual) Salario Minimo / Salario Promedio Industrial

Notas y fuentes: Inflación minorista, promedio anual (INDEC). Salario mínimo/


Salario medio industrial: Ratio “Salario mínimo legal/Salario promedio en la
industria” (Ferreres, 2010).

Capítulo 2 / 105
Por otra parte, cuando se compara la protección al empleo otorgada
por las leyes laborales argentinas (restricciones y costos del despido,
seguros de desempleo) respecto a la que se observa en otros países (Cuadro
2.1.5.1), la Argentina aparece aproximadamente en la mitad del ranking, lo
que indicaría que, en promedio, las distorsiones legales en el mercado de
trabajo no pueden computarse como un factor decisivo en el retraso del
crecimiento de nuestro país.

Gráfico 2.1.5.2. El retraso de la Argentina y las cargas sociales, 1904-2004

60 1,0

0,9
50

0,8
40

0,7

30

0,6

20
0,5

10
0,4

0 0,3
1904
1907
1910
1913
1916
1919
1922
1925
1928
1931
1934
1937
1940
1943
1946
1949
1952
1955
1958
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003

Total (% del salario) Aportes del Trabajador Contribuciones del Empleador R-avanzados (eje der.)

Notas y fuentes: Contribuciones del empleador: Porcentaje sobre la remuneración


bruta mensual de los asalariados que los empleadores deben abonar a los organismos de la
seguridad social (Ferreres, 2010). Aportes del trabajador: Porcentaje sobre la remuneración
bruta mensual de los asalariados que los trabajadores deben abonar a los organismos de
la seguridad social (Ferreres, 2010). Total, en % del salario: Suma de los porcentajes de la
remuneración bruta mensual de los asalariados que empleadores y trabajadores deben
abonar a los organismos de la seguridad social (cálculos propios sobre las cifras de Ferreres,
2010). R-avanzados: Ratio anual “PIB per cápita argentino/PIB per cápita promedio países
avanzados” (Maddison, 2010).

106 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Cuadro 2.1.5.1. Ranking de protección legal al empleo e impuestos y
contribuciones patronales sobre la nómina salarial, circa 2000
Impuestos y
Protección
contribuciones
legal
patronales

Italia 20 43,4
España 19 34,9
Portugal 18 26,8
Bélgica 17 50,4
Austria 16 34,6
Alemania 15 22,0
Francia 14 51,7
Suecia 13 36,6
Irlanda 12 11,6
Noruega 11 15,9
Finlandia 10 27,7
Argentina 9 26,0
Holanda 8 17,9
Japón 7 14,7
Reino Unido 6 10,8
Suiza 5 17,6
Dinamarca 4 3,6
Australia 3 20,7
Canadá 2 12,6
Nueva Zelanda 1 3,0
Estados Unidos 0 10,0
Brasil … 40,9
Chile … 3,8
México … 26,1
Uruguay … 15,6

Notas y fuentes: Para el ranking, Gerchunoff y Galiani (2003), quienes trabajaron sobre
un documento de la OCDE y agregaron su propia estimación para la Argentina. Para los
impuestos y contribuciones patronales sobre la nómina salarial, Banco Mundial (2010).

Capítulo 2 / 107
2.2. Hipótesis macroeconómicas

Existe un amplio consenso acerca de la importancia de una buena


macroeconomía para lograr un desarrollo económico sostenido. Desde el
punto de vista de resultados, una “buena macro” es la que permite lograr
una tasa de crecimiento moderadamente alta y estable –no volátil– con bajo
desempleo y estabilidad de precios o baja inflación. Desde el punto de vista
de instrumentos y políticas, ello requiere lograr equilibrios fiscales y del
sector externo a lo largo del tiempo (“intertemporales”) –entre otras cosas
para evitar endeudamientos excesivos internos o externos– y tener una
tasa de inversión tal que permita sostener el ritmo de crecimiento. Aunque
es bastante evidente que, durante buena parte del período analizado en
el libro, la Argentina ha carecido de esa “buena macro”, dedicaremos esta
sección a analizar hasta qué punto las falencias macroeconómicas han
estado asociadas al retraso del país.

2.2.1. La volatilidad

Se considera que la volatilidad macroeconómica genera condiciones


poco propicias para la inversión y el crecimiento de largo plazo dado que
ellas requieren la mayor previsibilidad posible. Machinea y Titelman
(2007) han destacado que, a mayor volatilidad, mayor incertidumbre,
con efectos negativos sobre el ahorro y la inversión, sobre el crecimiento y
sobre los niveles de vida de los más pobres. Son varios los canales por los
que la volatilidad perjudica el crecimiento de largo plazo. El primero es
su estrecha relación recíproca con la incertidumbre: a mayor volatilidad,
mayor incertidumbre, y a mayor incertidumbre, mayor volatilidad. Más
incertidumbre determina que tanto los empresarios como los hogares, al
no poder anticipar el estado de la economía en el futuro, se abstengan de
realizar gastos que comprometen el largo plazo, tales como inversiones en
el caso de las empresas o compra de bienes durables (casas, automóviles)
en el caso de los hogares. En el caso de las empresas, la volatilidad dificulta,
además, el cálculo del retorno esperado de la inversión, lo que lleva

108 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


nuevamente a un comportamiento más precautorio que reduce la inversión
agregada de la economía. En términos más conceptuales, la incertidumbre
genera un acortamiento del horizonte temporal de toma de decisiones,
y lleva a empresas y hogares a reducir o evitar el incurrir en gastos que
comprometen períodos futuros. Por otro lado, la volatilidad puede
aumentar la desconfianza de los individuos hacia la política económica
vigente y generar expectativas de modificaciones, lo que puede acortar
nuevamente el horizonte temporal de planificación y reducir la inversión.
Un canal relevante en tal sentido es la insolvencia fiscal que puede inducir
la volatilidad macroeconómica (Fanelli, 2010). La volatilidad también
suele traer aparejado un mayor nivel de conflictividad social al ser un
fenómeno especialmente costoso para los sectores de menores ingresos
de la sociedad que, por su baja capacidad de ahorro, se ven obligados a
reducir su consumo en la misma proporción en la que caen sus ingresos en
períodos de recesión. La volatilidad macroeconómica también puede dar
lugar a un aumento de la informalidad, dado que alienta a evitar los riesgos
asociados a la contratación formal de trabajadores. Finalmente, la mayor
volatilidad puede hacer que se asignen más recursos a la especulación,
dado que las propias oscilaciones de la economía generan las condiciones
para la obtención de elevadas ganancias a corto plazo.
 Para analizar la hipótesis de la volatilidad, se utiliza como variable
independiente del retraso la diferencia entre la variación porcentual del
PIB per cápita de cada año y su tasa de variación anual de largo plazo.
Se compara, asimismo, con la volatilidad observada en Brasil, Chile y
Uruguay.
En el caso de la Argentina, en el Gráfico 2.2.1.1 se observa que las
oscilaciones violentas del nivel de actividad económica han estado presentes
desde el inicio de las series estadísticas que permiten medirlas. Dentro del
período de mayor retraso, entre 1975 y 1990, se observa un aumento de
la frecuencia de las caídas ponderadas por intensidad. A partir de dicho
año, la Argentina tuvo durante un cuarto de siglo una gran crisis macro
cada aproximadamente cinco años: 1975-1976, 1981-1982, 1985, 1989-
1990, 1995 y 2001-2002. Este hallazgo no es necesariamente tautológico,

Capítulo 2 / 109
dado que el retraso de la Argentina podría haberse dado, por ejemplo, con
un patrón de deterioro secular, sin caídas tan bruscas. Mirando el largo
plazo, sin embargo, es insuficiente la evidencia para postular una estrecha
asociación entre volatilidad macro y retraso en la Argentina, por lo que es
bueno recurrir a la comparación internacional.

Gráfico 2.2.1.1. El retraso de la Argentina y la volatilidad del PIB per cápita,


1900-2008. Desvío de la tasa de crecimiento de cada año respecto de la de largo
plazo

1.20 20.00

15.00
1910
1.00

10.00

0.80
5.00
1910, 1.87

0.60 -

-5.00
0.40

-10.00

0.20
-15.00

0.00 -20.00
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008

R-avanzados 2.5. Hipótesis macroeconómica: la volatilidad

Notas y fuentes: Desvío de la tasa de crecimiento de cada año respecto de la de largo plazo.
Fuente: PIB per cápita de Maddison (2010).

En el Cuadro 2.2.1.1 se compara a la Argentina con lo ocurrido en


Brasil, Chile, Uruguay y los países avanzados y, en el Gráfico 2.2.1.2, con
los tres primeros. Del Cuadro 2.2.1.1 surgen varias evidencias no negativas
o favorables para la verificación de la hipótesis. La primera es que Uruguay
ha tenido mayor volatilidad que la Argentina, y también se retrasó algo más,
como se vio en el capítulo 1. La segunda es que Brasil, que no se retrasó o lo
hizo en mucha menor medida que la Argentina según los períodos, muestra

110 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


una volatilidad claramente menor que la Argentina y Uruguay. La tercera es
que Chile acompañó el derrotero de retraso de largo plazo de la Argentina y
Uruguay hasta mediados de los ochenta del siglo XX, cuando implementó
nuevas políticas económicas que le permitieron tanto crecer de manera
sostenida como reducir significativamente la volatilidad macroeconómica
(Gráfico 2.2.1.2). La cuarta evidencia es que, como cabía esperar, los países
desarrollados tuvieron menor volatilidad que la Argentina, Brasil, Chile y
Uruguay, aunque también mayor a la que podría suponerse.

Cuadro 2.2.1.1. La volatilidad del PIB per cápita. La Argentina, Brasil, Chile,
Uruguay y los países avanzados, 1900-2008
Subas o Desvío Desvío Rango Desvío
Rango de
caídas > máximo mínimo máximo- estándar
volatilidad
/5 %/ (%) (%) mínimo (%)
Argentina 3 14 14,8 -14,3 -29,0 5,3
Brasil 4 5 8,9 -9,8 -18,7 3,8
Chile 1 16 18,9 -23,9 -42,8 7,6
Uruguay 2 13 16,7 -21,1 -37,8 6,7
Avanzados 5 6 7,2 -16,1 -23,3 3,4
Notas y fuentes: Cálculos propios sobre la base de Maddison (2010).

Gráfico 2.2.1.2. La volatilidad del PIB per cápita de la Argentina, Brasil, Chile
y Uruguay. Desvío de la tasa de crecimiento de cada año respecto de la de largo
plazo. 1900-2008
60,0%

40,0%

20,0%

Chile
0,0%
Uruguay
Brasil
Argentina

-20,0%

-40,0%

-60,0%
1901
1904
1907
1910
1913
1916
1919
1922
1925
1928
1931
1934
1937
1940
1943
1946
1949
1952
1955
1958
1961
1964
1967
1970
1973
1976
1979
1982
1985
1988
1991
1994
1997
2000
2003
2006

Notas y fuentes: Cálculos propios sobre la base de Maddison (2010).

Capítulo 2 / 111
En el Cuadro 2.2.1.2 se agrega evidencia referida al período 1950-2008,
que muestra claramente que la Argentina ha tenido mayor volatilidad tanto
respecto del promedio de los países emergentes como en comparación
con África. Si bien es cierto que el aumento del número de casos tiende a
moderar las variaciones extremas, es de todos modos relevante la mayor
volatilidad de la Argentina respecto sobre todo de África, el continente que
menos creció en el período indicado.

Cuadro 2.2.1.2. La volatilidad del PIB per cápita. Argentina, los países
emergentes y África, 1950 y 2008

Subas o Desvío Rango Desvío


Rango de Desvío
caídas > máximo máximo- estándar
volatilidad mínimo (%)
/5 %/ (%) mínimo (%)
Argentina 1 8 7,1 -12,9 -20,0 5,1

Emergentes 3 0 4,6 -2,8 -7,4 1,5

África 2 0 4,5 -3,5 -7,9 1,

Notas y fuentes: Ídem Gráfico 2.2.1.2.

Se concluye que hay evidencias de que la volatilidad macro,


sobre todo en la medición de intensidad y la frecuencia de las
recesiones, ha estado asociada al retraso de la Argentina, y
también al de Chile y al de Uruguay. Si bien la evidencia no es concluyente,
dado que se observa también volatilidad durante algunos de los períodos
de no retraso de la Argentina, puede establecerse la hipótesis de que la
volatilidad ha sido una condición necesaria, aunque no suficiente.

2.2.2. La insolvencia fiscal

La hipótesis de la insolvencia fiscal destaca el efecto negativo de los


déficits fiscales reiterados y no sostenibles sobre el crecimiento de largo plazo.
Se trata de una cuestión muy relevante para un país como la Argentina, que
se ha caracterizado por repetidos episodios de insolvencia intertemporal,
es decir, de mediano y largo plazo, con reiterados incumplimientos de la

112 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


deuda pública (default) y la consecuente aplicación de planes de ajuste19.
Es llamativo que la literatura económica no haya dedicado suficiente
atención a este vínculo, aunque sí hay algunos trabajos que aportan
evidencia sobre los costos del desequilibro fiscal para el crecimiento de la
economía. Por ejemplo, Bulacio y Ferullo (2001) argumentan que el déficit
presupuestario se ha comportado en la Argentina como un obstáculo para
el crecimiento económico y que, si bien ha habido políticas fiscales con
efectos de reactivación a corto plazo, el análisis de largo plazo muestra una
relación inversa entre el aumento del déficit fiscal y la tasa de crecimiento
económico. Debe subrayarse que, en muchos casos, en el efecto sobre la
economía predomina más la tendencia que el nivel del déficit.
Pueden identificarse al menos cuatro canales que vinculan la insolvencia
fiscal y el crecimiento de largo plazo. El primero es la inflación, asociada al
déficit fiscal toda vez que no se lo puede financiar sin el concurso del Banco
Central, cuestión que se analiza más adelante. En segundo lugar, cuando
los déficits fiscales se financiaron con capitales externos dieron lugar
frecuentemente a crisis de balance de pagos una vez producida la reversión
de los movimientos de capitales. En tercer lugar, tanto la inflación como las
crisis de balance de pagos llevaron, las más de las veces, a realizar políticas
de ajuste, muchas veces con efectos negativos sobre el crecimiento de
largo plazo vía caídas de la inversión. En fin, si la trayectoria del resultado
fiscal o de la deuda pública lleva a los agentes económicos a entrever la
probabilidad de un ajuste, ello también desestabilizará la economía por el
aumento de la incertidumbre y de la desconfianza en la política económica,
con caída de la inversión.
 Para analizar la hipótesis de la insolvencia fiscal, se utilizan como
variables independientes el resultado fiscal de la Nación después
del pago de intereses de la deuda como % del PIB; la deuda pública
instrumentada –sin la del Banco Central– como % del PIB y su variación
en el tiempo. También es relevante el aumento de la relación gasto
público/PIB, ya analizado en la hipótesis neoclásica sobre el estatismo.

19
Ver la sección 2.1.4.1.1.

Capítulo 2 / 113
2.2.2.1. El déficit fiscal

En el Gráfico 2.2.1.3 se muestra la relación a largo plazo del retraso y el


resultado fiscal como porcentaje del PIB, la que muestra evidencia de una
asociación positiva entre el retraso y los resultados fiscales negativos. En la
primera etapa (1900-1933), la Argentina no se retrasa y muestra un déficit
de 1,9 % del PIB. Luego se inicia un retraso importante (1934-1963) y el
déficit salta a 3,6 % del PIB. Durante el no retraso posterior (1964-1974),
aunque el déficit aumenta levemente a 3,7 % del PIB, se observan muchos
años con niveles bastante más bajos. Le sigue la época de mayor retraso de
la Argentina (1975-1990), que coincide con un salto del déficit al 6,5 % del
PIB. Por último, cuando la Argentina deja una vez más de retrasarse, entre
1991 y la actualidad, el déficit cae drásticamente al 0,3 % del PIB (1991-
2008). Otra evidencia que surge del mismo gráfico es, como se dijo antes,
que no solo importa el nivel del déficit, sino también su tendencia. Ello
puede verse, por ejemplo, en el efecto benéfico de la reducción del déficit
en la década del sesenta, pese a que su nivel no era tan bajo y, contrario
sensu, en el aumento del déficit a fines de los noventa que, pese a ser su
nivel relativamente bajo, llevó a varios años de retraso.
Surgen con claridad dos conclusiones. Por un lado, los
períodos de mayor retraso de la Argentina coinciden con los
de mayor déficit fiscal y, cuando el déficit fiscal fue moderado,
la Argentina dejó de retrasarse respecto del mundo. Por otro
lado, los episodios de reducción o aumento del déficit fiscal, con
cierta independencia de su nivel, condujeron a recuperaciones
o a retrasos de la Argentina, respectivamente. Nada puede
decirse, sin embargo, respecto de la dirección de la causalidad.
En algunos casos puede haber ocurrido que una mejora de la
economía condujera a reducir el déficit; en otros, que medidas
de reducción del déficit impulsaran la recuperación de la
economía vía, por ejemplo, una caída del riesgo país.

114 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.2.1.3. El retraso de la Argentina y el resultado fiscal como % del PIB,
1900-2008
1.20 6.00

2004, 2.60 4.00


1910
1.00
2.00

0.00
0.80

-2.00

1910, -2.23
0.60 -4.00

-6.00

0.40 1945, -6.27


-8.00

-10.00
0.20

-12.00

0.00 -14.00
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Res. Fiscal R-avanzados

Notas y fuentes: R-avanzados, sobre la base de Maddison (2010). Resultado fiscal del sector
público nacional, después de intereses y en % del PIB; 1900-2006: P. Gerchunoff y L. Llach
(2006); 2007-2009: Ministerio de Economía, excluyendo las transferencias del BCRA al
Tesoro.

2.2.2.2. La deuda pública

En lo que concierne a la relación deuda pública/PIB, la evidencia


presentada en el Gráfico 2.2.1.4 no muestra una asociación clara con
el retraso de la Argentina, incluso si se usan fuentes de información
alternativas. Hasta mediados de la década del setenta del siglo XX, el nivel
de endeudamiento se mantuvo relativamente bajo y coexistió tanto con
períodos de retraso como de no retraso del país. Hubo inclusive períodos
de desendeudamiento que coincidieron con un importante retraso, como
después de la Segunda Guerra (sobre todo según la medición del FMI). En
fin, cuando el nivel de endeudamiento empezó a crecer nuevamente, se
observa primero una profundización del retraso (1975-1990), pero luego
su estabilización (1991-2008).

Capítulo 2 / 115
No puede establecerse pues una asociación entre el coeficiente de
endeudamiento y el retraso del país. En lógica analogía con lo hallado
para el déficit fiscal, lo que sí aparece más claro es que algunos
de los saltos en el coeficiente de endeudamiento estuvieron
asociados a una aceleración del retraso, tal como ocurrió desde
mediados de la década del treinta y desde mediados de la década del
setenta. En esta última década, se observan fenómenos análogos en Brasil,
Chile y Uruguay.
Para comprender estos fenómenos, es importante recordar la
información de la relación entre el gasto público y el PIB presentada antes,
porque ha sido muy frecuente en la Argentina que, ante circunstancias
externas favorables, tanto comerciales (términos del intercambio) como
financieras (entradas de capitales), se produjeran aumentos significativos
de la relación gasto público/PIB que luego no pudieron financiarse al
cambiar las circunstancias mencionadas, lo que dio lugar a crisis fiscales y
macroeconómicas (J. J. Llach, 1987).

Gráfico 2.2.1.4. El retraso de la Argentina y la relación deuda pública/PIB,


1900-2008
1.20 180.0

160.0
1910 154.9
1.00
140.0

0.80 1946 1989, 118.2 120.0

100.0
0.60
80.0

0.40 60.0

40.0
0.20
20.0

0.00 0.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008

R-avanzados Deuda Publical-OF Deuda Publica -FMI

Notas y fuentes: Deuda pública en % del PIB, Ferreres (2010). Deuda pública en % del PIB,
FMI: Historical Public Debt Database.

116 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


2.2.3. La inflación, la desmonetización y la desintermediación
financiera

La inflación como causa relevante de retraso económico no muestra


una literatura muy abundante. La referencia obligada a este respecto
es Bruno y Easterly (1996) y algunos trabajos recientes que destacan
los costos de la inflación para el crecimiento de largo plazo como los de
Ramírez Rondán (2006) y Farías (2008). Bastante antes, describiendo la
situación argentina durante la alta inflación, Heymann (1987) subrayaba
que, con la alta inflación, la mayor parte de los agentes económicos
tiende a concentrarse en la obtención de ganancias (o la minimización
de pérdidas) sobre un horizonte muy limitado, y así muy probablemente
perjudica las inversiones productivas. Agregaba que también la gestión
de la política económica enfrentaba grandes dificultades, dado que el
atender los problemas de corto plazo en un contexto poco predecible se
convertía en tarea casi excluyente, mientras que la propia inestabilidad
de la economía hacía poco creíble la permanencia de las políticas y, de
este modo, reducía su efecto. En cuanto a los canales de transmisión de
la inflación al crecimiento, se los puede dividir en directos e indirectos.
Entre los primeros se destacan el aumento de la incertidumbre y la caída
de la confianza en el futuro, con su impacto negativo en la inversión ya
analizado en la hipótesis de la volatilidad macroeconómica. Otro efecto
directo es la redistribución regresiva del ingreso que, más allá de su
inequidad, puede ser fuente ella misma de incertidumbre por los conflictos
sociales y la inestabilidad política a la que a veces se asocia. En cuanto a
los impactos indirectos, una vinculación relevante entre la inflación y el
crecimiento de largo plazo se da a través de la caída de la intermediación
financiera. La teoría, y buena parte de la evidencia empírica, sugieren que
la alta inflación inhibe el crecimiento de un mercado financiero orientado
al financiamiento de la inversión, puesto que desincentiva el ahorro de
mediano y largo plazo y desvía fondos a inversiones de tipo más especulativo
y de corto plazo, generando así también pérdidas de eficiencia. Es claro que
la desintermediación financiera es uno de los resultados del proceso de
desmonetización de la economía que casi siempre resulta de la inflación.

Capítulo 2 / 117
 Para analizar las hipótesis monetarias, se utilizan como variables
independientes las tasas de inflación minorista y mayorista (IPC, IPM
[Índice de Precios Mayoristas]), y para estudiar la desmonetización
y la desintermediación financiera, se usan la proporción de M1 y M3
sobre el PIB. M1 es el dinero en circulación más los depósitos a la vista
en los bancos y M3 incluye, además, los depósitos bancarios a corto y
largo plazo. Para simplificar la presentación se incluyen solo los análisis
referidos al índice de precios al consumidor.

2.2.3.1. La inflación

La inflación, y muy especialmente la alta inflación o


megainflación, es una de las variables que aparece más
estrechamente asociada al retraso de la Argentina. Esto puede
apreciarse con claridad en el Gráfico 2.2.3.1 referido al IPC20. La Argentina
no se retrasó o lo hizo muy lentamente con la estabilidad de precios vigente
hasta los años treinta; se retrasó a pasos moderados, e incluso llegó a
recuperarse levemente hacia el final de los treinta años de “inflación latina”
(1945-1974), y decayó abruptamente durante las etapas de megainflación
(más del 100 % anual, 1975-1989) e hiperinflación (más del 50 % mensual,
1989-1990). Lo que está ocurriendo desde mediados de la década actual,
con inflación creciente y recuperación relativa del PIB per cápita, pone de
manifiesto que a corto plazo no hay una relación lineal entre inflación y
retraso. Como aconteció también desde mediados de la década del cuarenta
del siglo XX, puede ocurrir que en sus etapas iniciales la inflación tenga
un efecto de reactivación de la economía, ya que la inflación desalienta el
ahorro y alienta el consumo. La experiencia histórica muestra, sin embargo,
que, si la inflación persiste y no es adecuadamente tratada, tendrá una
tendencia alcista y, tarde o temprano, tendrá también un efecto negativo
sobre el nivel de actividad económica a través de los canales ya citados.

Se analizó también el comportamiento de los precios mayoristas, cuya presentación se omite por no
20

mostrar diferencias con el del IPC respecto de su asociación con el retraso de la Argentina.

118 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.2.3.1. El retraso de la Argentina y la inflación (IPC), 1900-2008
1.20 300.0

1910 250.0
1.00

200.0
0.80

150.0
1974
0.60
1943
1959, 113.7 100.0

0.40 1971, 34.7


50.0
1945, 19.7

0.20
0.0

0.00 -50.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Inflacion minorista R-avanzados

Notas y fuentes: R-avanzados sobre la base de Maddison (2010). IPC: Ferreres (2010) sobre
la base de INDEC.

También es elocuente el análisis anterior cuando se lo complementa


con las trayectorias que tuvieron al respecto Brasil y Uruguay (Gráficos
2.2.3.2 y 2.2.3.3). Cabe mencionar que, excluyendo los países que tuvieron
guerras prolongadas, Brasil, la Argentina, Perú, Bolivia, Chile y Uruguay,
en ese orden, tuvieron las mayores tasas de inflación del mundo durante
la segunda mitad del siglo XX (J. J. Llach, 1997). Como se mencionó en
el capítulo 1, a diferencia de la Argentina, el PIB per cápita de Brasil no
mostró una tendencia sistemática a retrasarse sino a avanzar, aun con
grandes altibajos, hasta fines de la década del setenta del siglo XX. Ya con
la “inflación latina” de las décadas previas, su desempeño había empezado
a cambiar la trayectoria, pero al entrar en megainflación desde fines de
los setenta, Brasil empezó a retrasarse marcadamente, proceso que se
interrumpió hace poco tiempo. No puede, por cierto, hablarse de causalidad,
pero la asociación entre el retraso de Brasil y la alta inflación
es elocuente. Con menor claridad, también el caso del Uruguay muestra
la coexistencia de una alta inflación con un período de retraso prolongado
y al mismo tiempo pronunciado, y un análisis semejante puede hacerse
respecto de Chile.

Capítulo 2 / 119
Gráfico 2.2.3.2. El retraso de Brasil y la inflación (IPC), 1945-2008

0.35 300

0.33

250
0.31

0.29
200

0.27

0.25 150

0.23

100
0.21

0.19
50

0.17

0.15 0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Inflacion minorista R-avanzados

Notas y fuentes: R-avanzados sobre la base de Maddison (2010). Inflación Brasil: IPEAD
data y CEPAL (2009).

Gráfico 2.2.3.3. El retraso del Uruguay y la inflación (IPC), 1950-2008


1 130

0.9
1910 110
0.8

0.7 90

0.6
70

0.5
1943
1974 50
0.4

1971, 23.9530889
0.3 30

0.2
10
0.1

0 -10
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008

Inflacion minorista R-avanzados

Notas y fuentes: R-avanzados sobre la base de Maddison (2010). Inflación Uruguay: CEPAL
(2009).

120 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Ratificando los impactos de largo plazo de la estabilidad de
precios, se observa que, tanto en la Argentina como en Brasil,
Chile y Uruguay, el retorno a tasas de inflación cercanas a
las internacionales desde la década del ochenta (Chile) o del
noventa ha permitido detener el retraso de los cuatro países y
ayudar a colocar a Chile en un franco sendero de recuperación
de su nivel de vida respecto de los países avanzados.

2.2.3.2. La desmonetización y la desintermediación financiera

Lógicamente, al igual que en el caso de la inflación,


también es muy marcada la coincidencia entre los períodos de
desmonetización y los de mayor retraso de la Argentina, tal como
se analizó en la hipótesis de los derechos de propiedad. Esta asociación
aparece mucho más clara para la desmonetización, medida por la caída del
cociente entre M1 y el PIB (Gráfico 2.2.3.4), que para la desintermediación
financiera, ya analizada antes en la hipótesis neoclásica sobre los derechos de
propiedad. Solo cabe agregar a lo ya dicho que, mientras la desmonetización
es una consecuencia casi inevitable de la inflación, puede ocurrir que
aun en un contexto de alta inflación y en ausencia de un programa de
estabilización duradero, se den condiciones de “confianza de corto plazo”
y altas tasas de interés tales que permitan un aumento transitorio de los
depósitos a plazos y, por ende, de la intermediación financiera, a veces con
la consecuencia de un retraso de la economía nacional. Así ocurrió en la
Argentina con los planes de estabilización de 1967 y 1973 –en un contexto
de no retraso–, pero también con los de 1977 y 1985, claramente en un
contexto de retraso.

Capítulo 2 / 121
Gráfico 2.2.3.4. El retraso de la Argentina y la desmonetización (M1/PIB),
1900-2008
1.20 35.0

1910 30.0
1.00

25.0
0.80

20.0

0.60

15.0

0.40
1990, 0.33 10.0

0.20
5.0

0.00 -
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-avanzados M1

Fuentes: Ferreres (2010) y Ministerio de Economía.

2.2.4. La insuficiencia de la inversión

Los modelos que explican el crecimiento económico otorgaron


tradicionalmente importancia decisiva a la inversión en capital físico.
Aunque no es por cierto el único factor, suele ser el más utilizado por las
ventajas que presenta para su medición y también porque tiene asociaciones
significativas con los otros tres factores más relevantes, a saber: el capital
humano, la innovación y la productividad total de los factores. Ni la
Argentina ni América Latina se han caracterizado por altos niveles de
inversión, mostrando promedios históricos cercanos a un 20 % del PIB,
bien por debajo de las distintas camadas de “tigres asiáticos”, con 30 % y
hasta 40 % de inversión bruta fija sobre el PIB. Por ello, es útil indagar si
esta insuficiencia no ha sido uno de los factores determinantes del retraso
en el caso específico de la Argentina.
 Para estudiar esta hipótesis, se utiliza como variable independiente
el llamado coeficiente de inversión =I/PIB %, a precios corrientes y
constantes.

122 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Las evidencias encontradas son contradictorias. Por un lado, dos de los
períodos en los que la Argentina no se retrasó han mostrado coeficientes
de inversión algo mayores. Así ocurrió en 1900-1933 (coeficiente del
19,9 %) y en 1964-1974 (21,1 %), aunque no en 1991-2008, que muestra un
nivel incluso menor (18,8 %) al período de retraso de 1975 a 1990 (19,4 %).
Por otro lado, en el Gráfico 2.2.4.1 se observa una sorprendente asociación
positiva entre la inversión y el retraso o estancamiento desde 1930 hasta
mediados de la década del setenta: aumenta la inversión y se acentúa el
retraso. No sorprende, en cambio, lo ocurrido desde 1975, cuando se inicia
el período de mayor retraso de la Argentina, con una disminución del PIB
por habitante en valores absolutos y, al mismo tiempo, una fuerte caída
del coeficiente de inversión. En fin, la cesación del retraso a partir de 1991
está asociada a una recuperación de la inversión, con los bruscos altibajos
propios de la economía nacional. Parte de la paradoja del período iniciado
en la década del treinta del siglo pasado fue analizada en su momento por
Carlos Díaz Alejandro (1970), al señalar que, en un contexto de economía
cerrada, con precios de los bienes de capital sustancialmente más altos
y menor calidad que los internacionales, el coeficiente de inversión
convencional sobreestima la verdadera productividad del capital y, por
ello, puede ocurrir que un aumento sostenido del coeficiente no conduzca
al crecimiento sostenido. Por la misma razón, no son comparables los
coeficientes de inversión durante la economía abierta, hasta 1930 y
desde 1991, con los del resto del período estudiado y, por lo tanto, no debe
sorprender que, aun con coeficientes de inversión por momentos más bajos
durante esas dos etapas de economía abierta, el retraso haya sido menor
o nulo dado que, en verdad, dichos coeficientes fueron más elevados desde
el punto de vista de la productividad del capital. Utilizando el coeficiente
de inversión a precios corrientes, las conclusiones son esencialmente las
mismas. Por ende, puede concluirse que no existe una asociación inversa,
como cabría esperar, entre el coeficiente de inversión y el retraso de la
Argentina en el período estudiado21.

21
Sobre la base de una comparación internacional, Alan Taylor (1992) argumenta que la escasez de aho-
rro, originada a su vez en una baja relación entre población activa y población total, llevó a depender en
exceso del ahorro externo e hizo más vulnerable a la economía argentina. Esta conclusión no necesaria-
mente se opone a la aquí obtenida, en tanto ella se refiere a períodos económicos específicos.

Capítulo 2 / 123
Gráfico 2.2.4.1. El retraso de la Argentina y el coeficiente inversión/PIB a
precios constantes, 1900-2008
1.20

47

1.00 42

37

0.80
32

27
0.60

22

0.40
17

12
0.20

0.00 2
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados IBIF K/PIB

Fuentes: Ídem Gráfico 2.2.3.4.

2.2.5. La insolvencia externa

La inversión interna puede financiarse con distintas combinaciones


de ahorro externo e interno. El ahorro externo es igual al déficit de la
cuenta corriente del balance de pagos, neto de variación de las reservas
internacionales, y se efectiviza mediante la inversión extranjera directa
(IED), préstamos o aportes de capital. El ahorro interno comprende
normalmente un componente privado y uno público, aunque es muy
común que este último sea negativo, es decir, que el gobierno desahorre.
Son muchos los países que aprovechan la posibilidad del financiamiento
externo y se considera que un déficit de la cuenta corriente del balance de
pagos del 2 % al 3 % del PIB puede sostenerse durante bastante tiempo.
Esto significaría que, para un coeficiente de inversión promedio del
20 % al 25 % del PIB, el ahorro externo estaría financiando entre un 8 %
y un 15 % de la inversión total. Por cierto, dado que este aporte de ahorro
externo da lugar a un endeudamiento, el desarrollo sostenible requiere
que se invierta en proyectos generadores de divisas que permitan servir

124 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


normalmente la deuda así contraída o las inversiones así conseguidas, a
mediano y largo plazo. Nótese que la cuestión de la insolvencia externa
puede surgir aun cuando una parte importante del déficit del balance de
pagos se haya originado en importaciones de bienes de capital. Ello se ha
manifestado varias veces en la historia argentina con las denominadas
“crisis de progreso” (P. Gerchunoff y L. Llach, 2006), como las que
ocurrieron en 1890, en 1962-1963 o en 2001. Al influjo del modelo de
desarrollo seguido por los países asiáticos, caracterizado en la mayoría
de los casos por altos coeficientes de ahorro e inversión domésticos, en la
primera década de este siglo se ha insistido mucho en la importancia de los
“superávits gemelos” (fiscal y externo) para el desarrollo sostenido. Este es
un camino alternativo al del endeudamiento externo prudente y su costo
es un menor nivel de consumo presente. La Argentina transitó este camino
durante buena parte de la primera década de este siglo, por primera vez en
su historia económica.
 Para estudiar esta hipótesis, se utilizará como variable independiente
el saldo de la cuenta corriente del balance de pagos como porcentaje
del PIB.
No se observa una relación clara entre el resultado de la cuenta
corriente del balance de pagos y los períodos de retraso o no retraso de
la Argentina. Durante el no retraso de 1900-1933, el déficit de esta cuenta
alcanzó en promedio el 4,1 % del PIB. En el largo retraso de 1934 a 1963,
dicho valor fue casi nulo: -0,1 %, situación casi idéntica al superávit de
0,1 % del PIB de los años de no retraso de 1964 a 1974. Luego, durante la
peor etapa de rezago de la Argentina (1975-1990) hubo un déficit de 1,8 %
del PIB, y se volvió al equilibrio entre 1991 y 2008, cuando la Argentina
dejó nuevamente de retrasarse (-0,2 % del PIB y -0,02 si el análisis se
extiende hasta 2010). Por cierto, este último período se descompone
en dos subperíodos bien distintos, la década del noventa con un déficit
medio cercano al 3% del PIB, y la de los 2000, con un superávit medio
aproximadamente de la misma magnitud, tal como puede apreciarse en el
Gráfico 2.2.5.1.

Capítulo 2 / 125
Gráfico 2.2.5.1. El retraso de la Argentina y el resultado de la cuenta corriente
del balance de pagos/PIB, 1900-2008

1.20 10.00

1910
1.00
5.00

0.80

0.00

0.60

-5.00

0.40

1990
-10.00
0.20

0.00 -15.00
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
Insolvencia Externa R-avanzados

Fuentes: Ídem Gráfico 2.2.3.4.

Este contraste revela la dificultad de establecer aquí reglas generales.


Hay etapas en las que el país necesitaba capitalizarse en exceso de su
capacidad de generar recursos externos y para poder generarlos en el
futuro. Así ocurrió durante la integración al mundo a partir de 1880, a
fines de los cincuenta y principios de los sesenta, y nuevamente durante
la década del noventa, períodos que permitieron los crecimientos del PIB
ocurridos durante la década del sesenta y durante la iniciada en 2001.
En teoría, el sendero virtuoso sería evitar estos ciclos largos de
descapitalización/capitalización/descapitalización, pero la realidad
argentina ha sido otra. Además, estos ciclos obedecen muchas veces
a la aparición de oportunidades en la economía global. Por un lado,
oportunidades productivas (ampliaciones de la frontera de posibilidades
de producción, en lenguaje técnico), tales como las revoluciones agrícola y
de los transportes, que permitieron la integración al mundo desde 1880; la
explotación del petróleo y del gas y la sustitución de importaciones en los

126 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


cincuenta y, de nuevo, la revolución agrícola y el surgimiento de los países
emergentes con su demanda de commodities desde la década del noventa.
Por otro lado, el contexto internacional de movimientos de capitales
característico de cada momento histórico ha tenido también influencia
decisiva. Sobresalen en tal sentido, por su elevada movilidad de capitales,
los períodos transcurridos hasta 1930 y después de 1990, mientras que, en
los sesenta años intermedios, la situación fue muy fluctuante.

2.3. Hipótesis de la dependencia

Concentrando la mirada en las relaciones económicas y políticas


internacionales, la hipótesis de la dependencia afirma que la historia
de los países en desarrollo (PED) los llevó a relacionarse con los países
desarrollados (PD) de un modo favorable a estos y perjudicial para aquellos.
Contribuyeron de modo importante a este enfoque Prebisch (1949, 1981),
Cardoso y Faletto (1969), Emmanuel (1972), Wallerstein (1979) o, más
recientemente, Sotelo Valencia (2005). Este vínculo negativo se dio tanto
por una especialización productiva y comercial inconveniente para los PED
como por una pérdida de sus recursos vinculada al perfil de la inversión
recibida y a las malas condiciones de acceso al financiamiento internacional.
La visión de la dependencia surgió como respuesta a la teoría del desarrollo
liderada en su momento por Rostov (1967), según la cual el subdesarrollo
era solo la etapa inicial de un país en su inevitable camino al desarrollo, a la
que seguían la transición, el despegue, la maduración y el consumo de masas.
Este modelo estaba basado en la experiencia de los países desarrollados, y
recibió críticas desde varios ángulos. Las dos principales facetas del vínculo
de la dependencia se reflejan en dos subhipótesis. La primera se refiere al
deterioro de los términos del intercambio externo (TIE), debido en buena
medida a una estructura de las exportaciones demasiado basada en bienes
primarios. La segunda trata de la transferencia de recursos al exterior por
pagos de utilidades, regalías, intereses y conceptos análogos.

Capítulo 2 / 127
2.3.1. El deterioro de los términos del intercambio y la estructura
de las exportaciones

Como se anticipó, un punto central en la teoría de la dependencia,


particularmente en su veta latinoamericana, es la afirmación de un
deterioro de los TIE, que se potencia al estar unido a un excesivo peso
de productos primarios en las exportaciones, cuya demanda muestra
escaso dinamismo22. El origen del atraso de los países subdesarrollados
estaría dado por su propio modelo de inserción en la economía mundial,
conducente entre otras cosas a tener que importar la tecnología moderna
en condiciones desfavorables. Uno de los primeros autores en sistematizar
esta hipótesis fue Prebisch (1949, 1981), quien, a través de una serie de
estudios, advirtió sobre el “deterioro secular de los términos de intercambio”
de los PED –en particular los latinoamericanos– y sobre los problemas que
esto acarrearía para su proceso de desarrollo, desde las crisis de balance de
pagos hasta el atraso tecnológico por las dificultades de conseguir las divisas
necesarias para afrontar la importación de bienes de capital desde los PD.
En uno de sus trabajos, Prebisch (1949, p. 309) lo expresaba de este modo:
“… los países menos desarrollados a través de los precios que pagaron por
los artículos manufacturados, en relación con los que lograron por sus
propios productos, sostuvieron crecientes niveles de vida en los países
industrializados, pero sin recibir, en cambio, en el precio de sus propios
productos una contribución equivalente a su propio nivel de vida”.
El deterioro de los TIE implica que las exportaciones deben ser cada
vez mayores para poder comprar la misma cantidad de importaciones,
es decir, implica una pérdida de valor de las exportaciones. En la medida
en que el fenómeno se sostenga, habrá crecientes dificultades para
conseguir las divisas necesarias para el pago de las importaciones y habrá

22
Referido a ámbitos geográficos más amplios y con aspiraciones teóricas más ambiciosas, el enfoque tomó
la forma de la tesis del intercambio desigual, desarrollada principalmente por Emmanuel (1972). Uno de
sus argumentos principales es que el aumento de los salarios en los países imperialistas afecta adversa-
mente los términos del intercambio que enfrentan los países subdesarrollados (Ver Mantel, 1974, p. 205).
Prebisch incorporó luego parte de estas ideas a su enfoque del deterioro de los términos del intercambio al
sostener la influencia que tenía la capacidad de los asalariados de los países centrales de apropiarse de los
frutos del progreso técnico.

128 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


una propensión a crisis de balance de pagos disruptivas para el nivel de
actividad económica interno y muchas veces generadoras de políticas de
ajuste contractivas del consumo y de la inversión, que perjudican aún más
la acumulación de capital y el crecimiento de largo plazo. Por cierto, el efecto
negativo de los TIE se realza al especializarse los PED en exportaciones de
productos primarios, escaso dinamismo de su demanda externa y escaso
potencial de aumentos de productividad y cambio técnico generadores de
crecimiento económico. Se genera una suerte de círculo vicioso entre los
dos componentes de la hipótesis, el deterioro de los TIE y la tendencia a
especializarse en exportaciones de productos primarios y algunas de sus
manufacturas.
 Para analizar estas hipótesis, se utilizaron las siguientes variables
independientes potencialmente explicativas del retraso de la Argentina:
a) términos del intercambio externo (TIE), que es el cociente entre
los precios en dólares de las exportaciones y las importaciones; b)
participación de los productos primarios (PP) en el total exportado23;
c) participación de los PP más las manufacturas de origen agropecuario
(MOA) en el total exportado, ya que en algunos casos estas últimas
suelen asimilarse a los PP en cuanto a su escaso dinamismo y el deterioro
de sus precios. El análisis se complementa con una comparación con lo
ocurrido en los países vecinos.

2.3.1.1. Los términos del intercambio externo


El análisis de la evolución de los términos del intercambio en el largo
plazo presenta dos dificultades importantes. La primera, frecuentemente
soslayada, es que cuánto mayor es el plazo considerado, menor es la
precisión de la medición por dos razones. Por un lado, sobre todo en el
caso de los bienes importados, son muchos los cambios tecnológicos y de
calidad que se acumulan en los bienes medidos a lo largo del tiempo. La
tonelada de trigo es hoy más o menos la misma que hace cien años, pero
los autos son muy distintos y las computadoras no existían hace un siglo.
23
En los PP se incluyen las tres primeras divisiones de la Clasificación Industrial Internacional Uniforme
(CIIU revisión 3), a saber: a) agricultura, ganadería, caza, y silvicultura; b) pesca; c) explotación de minas
y canteras.

Capítulo 2 / 129
Por otro lado, y vinculado a lo anterior, cuanto mayor sea el plazo, mayores
son los aumentos de productividad que de algún modo medirán el esfuerzo
necesario para hacerse de los respectivos bienes. La segunda dificultad
es que hay diferencias relevantes entre distintas fuentes en cuanto a
la estimación de los términos del intercambio externo (TIE)24. Aquí se
usará la serie de Ferreres (2010), haciendo algún comentario respecto de
diferencias con otras series25.
La validez de la hipótesis del deterioro de los términos del intercambio
requeriría que los períodos de retraso de la Argentina convivieran con
momentos de TIE bajos o decrecientes, y que, por el contrario, la mejora
de esa variable impulsara la recuperación de la ratio del PIB per cápita
de la Argentina. La lectura de los datos no avala la hipótesis en
términos generales, pero sí muestra evidencias favorables
para algunos períodos. El rasgo más notable de los TIE a largo plazo
parece ser más bien la volatilidad. Puede verse en el Gráfico 2.3.1.1 que,
entre 1900 y 1908, la tendencia creciente de los TIE coincidió con la mejora
relativa del PIB per cápita de la Argentina. En cambio, luego de la caída
“natural” ocasionada por la Primera Guerra, y hasta 1987, no se observa
una tendencia declinante de los TIE y, aunque son frecuentes los niveles
bajos coincidentes con el retraso de la Argentina, la asociación entre las
series es débil (coeficiente de correlación = 0,16). Descomponiendo el
período, en cambio, se encuentra un lapso en el que la hipótesis de los TIE
parece corroborada por los datos. Entre mediados de los años treinta y
comienzos de los sesenta, sí se observa una correspondencia fuerte entre
el R de la Argentina y el deterioro de los TIE (coeficiente de correlación =
0,63). Considerando períodos más breves, se encuentran resultados menos
favorables a la hipótesis. Hay períodos de aumento de los TIE y retraso de
la Argentina, tales como la mayor parte de la década del treinta o el período
1958-1963. Y también movimientos en sentido contrario, de caída de los
TIE y no retraso del país, como desde 1996.

24
Lewis y Prebisch en Hadass y Williamson (2003); Williamson, también en Hadass y Williamson (2003);
Blattman, Hwang y Williamson (2004); Williamson (2010); CEPAL, en sus bancos de datos; y P. Gerchu-
noff y L. Llach (2006).
25
La serie de Ferreres entre 1928 y 1985 está tomada de la CEPAL. Para el período 1900-2010, la co-
rrelación entre CEPAL y Ferreres es 0,72; entre Ferreres y Gerchunoff y Llach es 0,68; y entre CEPAL y
Gerchunoff y Llach es 0,79.

130 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.3.1.1. El retraso de la Argentina y los términos del intercambio
externo (TIE), 1900-2008
1.20 160

1948 150
1908
1.00 1973 2008
140

130
0.80

1929 120

0.60 110

100

0.40
90
1987
1958
80
0.20

1922 70

0.00 60
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados TIE

Fuentes: Elaborado sobre la base del capítulo 1 y los datos de Ferreres (2010).

Tampoco se observa una incidencia clara del nivel de los TIE sobre
el retraso de la Argentina. Por ejemplo, el nivel medio de los TIE de los
años cuarenta y setenta fue alto en términos históricos, no obstante lo cual,
la Argentina se retrasó; el período 1934-1963 fue claramente de retraso
pese a que el nivel de TIE no fue bajo en términos históricos; en fin, con
el mismo nivel de TIE, la Argentina experimentó procesos de no retroceso
tanto en 1964-1974 como en 1991-2008 (Cuadro 2.3.1.1).

Cuadro 2.3.1.1. Los términos del intercambio externo en períodos de retraso (R)
y no retraso (NR), 1900-2010

Evolución Período TIE


NR 1900-1933 104
R 1934-1963 109
NR 1964-1974 109
R 1975-1990 100
NR 1991-2008 109
NR 1991-2010 112
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Capítulo 2 / 131
Uno de los contrastes más significativos con las series alternativas es
que la serie de Williamson –que termina en la Primera Guerra– muestra
que, con la volatilidad del caso, la tendencia desde 1865 hasta entonces
es creciente. Se diferencia en ese punto de todas las demás series, y el
contraste más marcado es con la de CEPAL. Si los datos de Williamson
son correctos, cabría otorgar un papel más relevante a los TIE en el buen
desempeño de la economía argentina hasta la Primera Guerra, y también
en los problemas posteriores tales como la “demora”, un punto relevante
para la hipótesis 2.7.1, tratada más adelante, sobre la excepcionalidad del
crecimiento argentino hasta la Primera Guerra.
Una mirada a los países vecinos ayuda a clarificar más la cuestión. El
Gráfico 2.3.1.2 muestra la evolución de los TIE de la Argentina, Brasil, Chile
y Uruguay desde 1950. Durante este período, los TIE más castigados fueron
los de Brasil, tanto respecto de los niveles iniciales como en comparación
con los otros países. El segundo país más perjudicado por la evolución de
sus TIE fue Uruguay, mientras que solo Chile tuvo una evolución relativa
mejor que la de la Argentina.
De ser cierta la hipótesis de los TIE, debería observarse una mejora
relativa de la Argentina con respecto a Uruguay y Brasil desde 1950, y un
deterioro con respecto a Chile. Sin embargo, al calcular las ratios de PIB
per cápita de la Argentina con respecto a esos países (Gráfico 2.3.1.3) no
se observa un movimiento consistente con el de los TIE. Hasta inicios de
la década del noventa, la Argentina experimentó un período de retroceso
con respecto a Brasil, pese a que el deterioro de los TIE de nuestro país fue
claramente menor. La recuperación relativa a partir de entonces se dio en
un contexto de evolución muy similar de los TIE de ambos países, con lo
que esa variable no parece haber sido clave en el cambio de tendencia.

132 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.3.1.2. Los términos del intercambio de la Argentina comparados con
Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008. Base 1993=100
300

250

200

150

100

50
1950

1952

1954

1956

1958

1960

1962

1964

1966

1968

1970

1972

1974

1976

1978

1980

1982

1984

1986

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

2004

2006

2008
Argentina Brasil Chile Uruguay

Fuentes: Elaboración propia sobre la base de CEPAL (2009).

En la comparación con Uruguay, la Argentina mostró una mejora


relativa de la ratio de los PIB por habitante hasta mediados de la década del
setenta, seguida por un retroceso hasta inicios de la década del noventa y
luego una estabilización. No obstante, los TIE de ambos países han mostrado
evoluciones muy similares a lo largo del período. La divergencia entre la
teoría y los datos es más marcada en el caso de Chile. El PIB per cápita
relativo argentino con respecto a ese país mostró, entre 1950 y mediados
de la década del setenta, una tendencia a la suba que no es consistente con
la evolución fuertemente favorable de los TIE chilenos durante el período.
Por el contrario, a partir de ese momento y hasta mediados de la década
del noventa, comenzó un proceso de mejora relativa de la ratio del PIB por
habitante de Chile, pese a que los TIE de ese país tuvieron un desempeño
menos favorable que los argentinos. Desde aproximadamente 1995, los
TIE de Chile volvieron a exhibir un crecimiento muy fuerte con respecto
a los TIE de la Argentina, pero ese fenómeno no parece haber modificado
la tendencia ni el ritmo de recuperación relativa de Chile con respecto a
nuestro país.

Capítulo 2 / 133
Gráfico 2.3.1.3. Ratio del PIB per cápita de la Argentina/PIB per cápita del país
de referencia, 1950-2008
3,50

3,00

2,50

2,00

1,50

1,00

0,50

-
1950

1952

1954

1956

1958

1960

1962

1964

1966

1968

1970

1972

1974

1976

1978

1980

1982

1984

1986

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

2004

2006

2008
Brasil Uruguay Chile

Fuente: Capítulo 1.

En síntesis, la evidencia acerca del rol de los TIE en el


retroceso histórico argentino es, en general, desfavorable. Solo
entre mediados de los años treinta y comienzos de los sesenta
hay evidencia a favor. Pero 25 años sobre los 108 analizados
no parecen suficientes como para validar la hipótesis. Por ello,
su validez quedaría acotada temporalmente y también por las evidencias
contrarias que sugiere la comparación con los países vecinos.

2.3.1.2. La estructura de las exportaciones


Una cuestión estrechamente vinculada a la de los TIE es la de la alta
participación de productos primarios (PP) y algunas de sus manufacturas
(MOA) en el total exportado, lo que favorecería el retraso argentino a través
de los canales ya discutidos. De ser cierta la hipótesis, debería observarse
una coincidencia entre períodos de retraso argentino y niveles altos o
crecientes de participación de los PP y MOA en las exportaciones.
Como puede verse en el Gráfico 2.3.1.4, la hipótesis no parece
verificarse. Entre 1900 y 1970 la participación de exportaciones de PP y
MOA sobre exportaciones totales mostró una estabilidad importante, no

134 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


obstante lo cual, la Argentina transitó en el período etapas de retraso y de no
retraso26. En la misma línea, es notable lo ocurrido entre 1980 y 1990, con
la caída en simultáneo de las dos ratios aquí analizadas. Durante la década
del noventa, la evidencia podría considerarse favorable a la hipótesis, en
tanto se detiene el R y, al mismo tiempo, cae la participación de los PP
y las MOA en las exportaciones. Es notable, dicho sea de paso, que este
fenómeno haya ocurrido en una década a veces ligeramente considerada
como de desindustrialización generalizada.

Gráfico 2.3.1.4. El retraso de la Argentina y la participación de productos


primarios (PP) y algunas de sus manufacturas (MOA) en el total de exportaciones,
1900-2008
1.20 100.0

1.00 90.0

0.80 80.0

0.60 70.0

0.40 60.0

1989

0.20 50.0

0.00 40.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008

R-Avanzados PP+MOA-OF

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Ya en el siglo XXI, la participación de PP y MOA vuelve a crecer


conjuntamente con una recuperación de la ratio del PIB por habitante de la
Argentina. En el Cuadro 2.3.1.2 se presentan los promedios de las variables
para los períodos de R y NR. Con muy altos niveles de participación de PP y
MOA en las exportaciones se observaron períodos de retraso y otros de no
26
Debe excluirse aquí la notable caída de la participación de PP y MOA antes y durante la Segunda Gue-
rra, período afectado por las anomalías descriptas en el capítulo 1.

Capítulo 2 / 135
retraso. Además, la caída de la participación de los PP y MOA en la cesta
de exportación entre 1975-1990 coincidió con el mayor R argentino. Las
evidencias presentadas son como mínimo contradictorias y no avalan
este componente de la hipótesis de la dependencia.

Cuadro 2.3.1.2. La participación de productos primarios (PP) y sus


manufacturas (MOA) en el total de exportaciones en períodos de retraso y no
retraso, 1900-2010
Promedio de X PP y
Evolución Período
MOA/ Total X
NR 1900-1933 98,5
R 1934-1963 95,2
NR 1964-1974 93,5
R 1975-1990 73,6
NR 1991-2008 57,1
NR 1991-2010 57,0
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Como síntesis final puede afirmarse que, de la información analizada,


surge que tanto los TIE como la participación de los PP y las MOA en
el total exportado tienen una capacidad para explicar el retraso de la
Argentina limitada solo a algunos períodos.

2.3.2. Transferencia de recursos al exterior

Hay otros dos aspectos vinculados con la inserción de los PED en la


economía mundial, la inversión extranjera directa (IED) y el endeudamiento
externo, que también han sido considerados en la hipótesis de la dependencia
como fuentes de retraso absoluto o relativo por generar una sistemática
transferencia de recursos al exterior. Tal es la visión del “crecimiento hacia
afuera” –donde se destaca que la comercialización de las exportaciones
depende de condiciones no competitivas del comercio internacional– o de
las “economías de enclave” de Cardoso y Faletto (1969, pp. 47 y 48; tema
menos formalmente consagrado también por Galeano, 1971), que destacan

136 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


el perfil de crecimiento de las economías locales orientado a su integración
al circuito económico mundial en condiciones de relativo sometimiento a
las economías desarrolladas, al cumplir un rol muy cercano al de simples
proveedoras de materias primas. Los autores señalan: “De ahí que entre las
economías desarrolladas y las subdesarrolladas no solo exista una simple
diferencia de etapa o de estado del sistema productivo, sino también una
función o posición dentro de una misma estructura económica internacional
de producción y distribución. Ello supone, por otro lado, una estructura
definida de relaciones de dominación” (p. 43). Tiende así a prevalecer
en esta hipótesis una visión de un perfil extractivo, tanto en la inversión
extranjera directa (IED) en los PED como en las condiciones que se les
imponen para obtener financiamiento internacional. En el primer caso, se
produce una pérdida sistemática de divisas asociada al pago de regalías y
utilidades y a la baja reinversión de estas últimas. En el segundo caso, por
los altos niveles de las tasas de interés. Unida al deterioro de los TIE y al
menor dinamismo de las exportaciones, la resultante pérdida de divisas
acentúa el riesgo de crisis de balance de pagos –de por sí alto–, según la
hipótesis de la dependencia, por el deterioro del los TIE y la estructura
exportadora. Adicionalmente, la excesiva carga de intereses netos sobre
la deuda podría devenir en una crisis fiscal, que indujera la aplicación de
políticas de ajuste con efectos de retracción del consumo y de la inversión
y un menor crecimiento a largo plazo análogos a los de una crisis de
balance de pagos. Con menor importancia, la hipótesis de la dependencia
ha destacado también una tendencia de la IED hacia colocaciones de
plazos cortos, lo que podría ser negativo para la formación de capital en
el mediano y largo plazo. Unida al eventual desplazamiento del capital
nacional, redundaría en una mayor volatilidad de la inversión ya que los
inversores extranjeros tendrían una mayor propensión a abandonar los
PED en situaciones de crisis.
 Se utilizan como variables independientes: a) la participación neta de
las utilidades, dividendos y regalías sobre el PIB (UDN); b) los intereses
netos de la deuda pública, privada y total sobre el PIB (INDPR, INDPU,
INDT); y c) las transferencias totales. El análisis se complementa con
una comparación con lo ocurrido en los países vecinos.

Capítulo 2 / 137
2.3.2.1. Utilidades y dividendos netos
Por el lado de las UDN, se observa en el Gráfico 2.3.2.1 que entre 1950
y fines de los noventa la tendencia fue de una suba muy moderada, desde
niveles casi nulos hasta 0.5% del PIB (nótese que una suba implica una
pendiente negativa). Durante ese período, el coeficiente de correlación
entre UDN y el retraso R es de 0,78, un valor elevado y en apoyo de la
hipótesis. Desde fines de los noventa la evidencia se vuelve contraria
a la hipótesis, porque aumentan mucho las transferencias y no hay R
(coeficiente de correlación de -0,20). Aunque en 2007 y 2008 se retomó la
correlación positiva entre las series, lo cierto es que en los últimos veinte
años la hipótesis no se cumple. Se resume en el Cuadro 2.3.2.1 el nivel
promedio de UD sobre PIB según períodos de retraso y no retraso. Como
se señaló anteriormente, hasta los noventa la hipótesis muestra cierto
respaldo en los datos, pero no así a partir de entonces27.

Gráfico 2.3.2.1. El retraso de la Argentina y la transferencia neta de utilidades y


dividendos como % del PIB, 1950-2008

0.9 0.0%
0.8
-0.5%
0.7
0.6 -1.0%
0.5
-1.5%
0.4
0.3 -2.0%
0.2 R-Avanzados UD netos
-2.5%
0.1
- -3.0%
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007

Fuentes: Elaboración propia sobre la base del capítulo 1 y CEPAL (2009).

27
Un elemento a tomar en consideración es que la generación de utilidades y dividendos no es indepen-
diente del crecimiento del PIB ni de su perfil, ya que el pago neto de UD aumentaría a mayor inversión
externa y a mayor crecimiento.

138 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


En la comparación con los países de la región, vemos en el Gráfico
2.3.2.2 que la Argentina no se ha caracterizado sistemáticamente por una
mayor transferencia de recursos por UDN. Por el contrario, ha mostrado
valores similares a los de Brasil, menores a los de Chile y solo mayores a
los de Uruguay. Sin embargo, la Argentina se retrasó con respecto a Chile
desde mediados de la década del setenta, pese a la menor transferencia
de recursos por UD. Además, la recuperación relativa de los últimos años
convivió con un incremento de los giros argentinos en concepto de UD,
tanto en términos absolutos como en comparación con los países vecinos,
con la excepción de Chile, que también mostró un fuerte crecimiento en
el giro por ese concepto. En síntesis, los datos analizados de UDN
muestran evidencias favorables a la hipótesis en algunos
períodos, pero no son concluyentes respecto de su asociación
con períodos de retraso y no retraso de la Argentina.

Cuadro 2.3.2.1. La transferencia neta de utilidades y dividendos como % del PIB


en períodos de retraso (R) y no retraso (NR), 1964-2010

Utilidades y
Evolución Período
Dividendos (% PIB)
NR 1900-1933 …
R 1934-1963 …
NR 1964-1974 -0,2
R 1975-1990 -0,4
NR 1991-2008 -1,0
NR 1991-2010 -1,1
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.2.1.

Capítulo 2 / 139
Gráfico 2.3.2.2. La transferencia neta de utilidades y dividendos como % del
PIB en la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008

3%
2%
1%
0%
-1%
-2%
-3%
-4%
-5% Argentina Brasil Chile Uruguay
-6%
1950

1953

1956

1959

1962

1965

1968

1971

1974

1977

1980

1983

1986

1989

1992

1995

1998

2001

2004

2007
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

2.3.2.2. Intereses netos


Una segunda variable relevante dentro de esta hipótesis es la del pago
de intereses de la deuda externa, tanto pública como privada. El Gráfico
2.3.2.3 muestra los pagos netos por ese concepto desde 1950. Cuando la
serie toma valores negativos significa que se están pagando más intereses
que los que se están cobrando. Como se observa, la Argentina ha sido un
pagador neto de intereses casi de manera permanente desde 1950, y en
varios casos, esos pagos netos han alcanzado niveles muy significativos. De
allí el surgimiento de esta hipótesis y la relevancia de la variable.

140 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.3.2.3. El retraso de la Argentina y los pagos netos de intereses como
% del PIB, 1950-2008

0.9 2%
0.8 1%
0%
0.7
-1%
0.6 -2%
0.5 -3%
0.4 -4%
0.3 -5%
-6%
0.2
R-Avanzados Intereses -7%
0.1 -8%
0.0 -9%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.2.1.

No obstante lo antes mencionado, no se observa una vinculación muy


marcada entre el nivel de intereses netos y la evolución del retraso de la
Argentina respecto de los países desarrollados. Por ejemplo, entre 1950
y comienzos de la década del ochenta hay una marcada estabilidad en el
nivel de intereses netos pagados, a pesar de lo cual, la Argentina se retrasó
significativamente. En sentido contrario, a partir de comienzos de la década
del noventa bajó sustancialmente el pago de intereses netos y eso coincidió
con el inicio de un período de no retraso. En síntesis, se observa que
la vinculación entre los pagos netos de intereses y el PIB per
cápita relativo argentino es variable pero no irrelevante, como
lo demuestra lo sucedido durante buena parte del período
iniciado en 1980. Evidencia en tal sentido puede verse en el
Cuadro 2.3.2.2.

Capítulo 2 / 141
Cuadro 2.3.2.2. Los pagos netos de intereses como % del PIB en períodos de
retraso (R) y no retraso (NR), 1964-2010

Intereses netos
Evolución Período
(% PIB)
NR 1900-1933 …
R 1934-1963 …
NR 1964-1974 -0,4
R 1975-1990 -3,1
NR 1991-2008 -0,3
NR 1991-2010 -0,3
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.2.1.

Nuevamente, la comparación de la Argentina con los países vecinos


puede aportar datos interesantes. Una primera cuestión que se observa en
el Gráfico 2.3.2.4 es la similitud de los movimientos de la variable entre
los cuatro países. Sobresalen el deterioro de la situación a mediados de
los ochenta y su mejora posterior. Esta observación debilita la hipótesis
aquí estudiada puesto que los movimientos comunes de los pagos netos
de intereses le quitarían a esa variable capacidad para explicar el retraso
diferencial argentino. Si se analiza, por ejemplo, el caso de Chile, se observa
que el crecimiento de los pagos netos de intereses entre los setenta y los
ochenta fue mucho más marcado que en el caso argentino. Sin embargo,
durante ese período la Argentina mostró un retraso respecto de Chile, lo
que es contradictorio con la hipótesis aquí tratada. Este punto es válido
también para otros subperíodos dado que la Argentina ha tenido menores
pagos netos de intereses que Chile, lo que no evitó su deterioro relativo en
comparación con ese país.

142 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.3.2.4. El pago neto de intereses como % del PIB en la Argentina, Brasil,
Chile y Uruguay, 1950-2008
3%
1%
-1%
-3%
-5%
-7%
-9%
-11%
-13% Argentina Brasil Chile Uruguay
-15%
1950

1953

1956

1959

1962

1965

1968

1971

1974

1977

1980

1983

1986

1989

1992

1995

1998

2001

2004

2007
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

2.3.2.3. La transferencia total de recursos


Finalmente, puede evaluarse la transferencia total de recursos sumando
las de utilidades y dividendos con las de intereses. Los resultados se
encuentran en el Gráfico 2.3.2.5 y muestran algunas evidencias favorables
a la hipótesis. Por un lado, el período de mayor retraso de la Argentina
coincidió con un aumento sustancial de las transferencias al exterior,
primero gradual y luego muy intensa en la década del ochenta. Por otro
lado, la estabilización de la relación PIB por habitante Argentina/Mundo
observada en los últimos veinte años ha coincidido con una sustancial
disminución de dichas transferencias.
Recurriendo nuevamente a una comparación internacional, vemos en
el Gráfico 2.3.2.6 que la Argentina ha tenido un nivel de transferencias
moderado en comparación con los países de la región. Hay evidencias
bastante contrarias a la hipótesis. Por ejemplo, la Argentina tuvo un nivel
de transferencias menor que el de Brasil entre 1950 y comienzos de los
ochenta, no obstante lo cual, el retroceso relativo del país en ese período
fue muy marcado (Gráfico 2.3.1.3). La Argentina también mejoró el PIB per
cápita relativo en ese período con respecto a Uruguay, pese a mostrar niveles
muy similares de transferencias. En fin, la caída del PIB por habitante con
respecto a Chile desde mediados de los setenta no es consistente, desde el
punto de vista de la hipótesis, con los menores niveles de transferencias de
recursos que muestra la Argentina.

Capítulo 2 / 143
Gráfico 2.3.2.5. El retraso de la Argentina y la transferencia total de recursos al
exterior como % del PIB, 1900-2008
1,20 2,00

1,00 0,00

0,80 -2,00

0,60 -4,00

0,40 -6,00

0,20 -8,00

0,00 -10,00
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R Transferencias Totales al Exteriorc - CEPAL

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

Gráfico 2.3.2.6. Las transferencias netas de recursos como % del PIB en la


Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008

5%
3%
1%
-1%
-3%
-5%
-7%
-9%
-11%
-13% Argentina Brasil Chile Uruguay
-15%
1950

1953

1956

1959

1962

1965

1968

1971

1974

1977

1980

1983

1986

1989

1992

1995

1998

2001

2004

2007

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

144 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Como síntesis final puede decirse que se encuentran algunas
evidencias favorables respecto de algunos períodos para la
hipótesis de la transferencia de recursos, sin que ellas sean
concluyentes. Si bien con una mirada de largo plazo parece haber una
asociación positiva entre el nivel de transferencias de recursos y el retraso
de la Argentina, en el corto plazo la relación es menos robusta.

2.4. Hipótesis estructuralistas y de las políticas liberales o


neoliberales

Las hipótesis estructuralistas sostienen que ciertas características


propias de las estructuras de la economía o de la sociedad generan
dificultades o conflictos muy difíciles o aun imposibles de resolver y que
son causa del retraso de la Argentina. Algunos de los autores que sostienen
estas hipótesis, conjuntamente o no con las de la dependencia, consideran
además que, cada vez que se trató de corregir estos rasgos estructurales
con políticas liberales o neoliberales, se acentuó el retraso del país. Una de
las voces más representativas del pensamiento estructuralista ha sido la de
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Aunque
su mirada estuvo inicialmente concentrada en el conflicto entre centro
y periferia, se amplió luego para abarcar también los propios conflictos
dentro de cada sociedad (Prebisch, 1981). Según Bielchowsky (2009), el
estructuralismo se basó inicialmente en un diagnóstico de que la estructura
socioeconómica de la región presentaba las siguientes características: “a)
especialización en bienes del sector primario y baja diversidad productiva
(complementariedad intersectorial e integración vertical reducidas); b)
niveles muy dispares de productividad sectorial y oferta ilimitada de mano
de obra con ingresos próximos a la subsistencia y c) estructura institucional
(Estado, sector agrario y composición empresarial, entre otros) poco
inclinada a la inversión y al progreso técnico” (p. 175).
La subhipótesis de la estructura productiva está muy vinculada a la de
la dependencia, especialmente por el énfasis en la caída secular de los TIE y
en el obstáculo al crecimiento de largo plazo que surge, por un lado, del alto

Capítulo 2 / 145
peso relativo del sector agropecuario –de menores efectos multiplicadores
y reducido dinamismo– y, por otro lado, del insuficiente crecimiento de
los sectores más dinámicos, frecuentemente como resultado de políticas
equivocadas. Otro problema sectorial, se argumenta, es la hipertrofia del
sistema financiero impulsada por elevadas tasas de interés real y agravada
por la naturaleza cortoplacista de dichas inversiones. Esta hipertrofia
derivaría cíclicamente en un desvío de inversiones desde los sectores
productivos al sector financiero, en parte originado en la volatilidad
estructural de la economía por la recurrente aparición de crisis fiscales o
de balance de pagos y las subsecuentes políticas de ajuste. La consecuencia
directa de este fenómeno sería un nivel de inversión en el sector productivo
por debajo del potencial del país, que generaría de esa manera una menor
acumulación de capital y moderaría las posibilidades de crecimiento de
largo plazo de la Argentina.

2.4.1. Economía muy primaria

Como se vio en la hipótesis de la dependencia, el elevado peso de los


sectores primarios en la estructura productiva argentina ha sido considerado
como una de las posibles causas del atraso relativo observado en el último
siglo. Esta visión se encuentra en línea con las ya mencionadas ideas de
Prebisch (1949, 1981). Aunque la participación del agro y la minería en
el producto decae secularmente, la cuestión relevante es si esa caída se
ha dado a la misma velocidad que a nivel mundial o si, por el contrario,
el sector primario ha mostrado en la Argentina cierta capacidad para
conservar un peso mayor que en países comparables. Ferrer (1999), otro de
los autores de referencia en la materia, argumenta que “es un hecho notable
que mientras han gobernado los equipos representativos de los grandes
terratenientes de la zona pampeana y de los intereses a ellos vinculados
[…] aquellos grupos han actuado y actúan bajo el supuesto de que el país
debe reconstituir las bases de la economía primera exportadora” (p. 129).
Se han postulado al menos cinco canales a través de los cuales
una estructura económica con un sesgo pro actividades primarias

146 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


podría determinar una tendencia al retraso. Uno es el de los llamados
eslabonamientos, esto es, la capacidad de una actividad para incentivar
a otra a través de la demanda de factores productivos, insumos y bienes
de capital (eslabonamientos hacia atrás) o bien de su impacto en la
industrialización y comercialización externa o interna de las materias
primas (eslabonamientos hacia adelante). Se sostiene que el sector primario
tiene menor capacidad que la industria para generar eslabonamientos, lo
que da lugar a un menor derrame de producción, empleo e inversiones
hacia otros sectores de la economía. Este fenómeno, sostenido a lo largo
del tiempo, redundaría en un atraso del país respecto de otros en los que
el peso del sector primario se ha reducido con mayor rapidez. El segundo
canal es el de la caída de los TIE, cuestión ya comentada en la hipótesis de
la dependencia, y que se vería agravada cuanto mayor fuera el peso relativo
del agro. El tercer canal es el de la menor capacidad de empleo del sector
primario en comparación con la industria o los servicios, lo que produce
desempleo o subempleo estructurales, con la correspondiente conflictividad
social. El cuarto canal postulado es el de la sostenibilidad y volatilidad del
modelo económico. Por un lado, si en el sector primario son importantes
las actividades extractivas, los recursos pueden tender a agotarse y reducir
la tasa de crecimiento de la economía. En fin, la influencia del clima en
las actividades agropecuarias puede dar al conjunto económico mayor
volatilidad.
La enfermedad holandesa y la estructura productiva desequilibrada.
Finalmente, un último pero importante canal es el que viene dado por
la llamada enfermedad holandesa. Quizás contra el sentido común,
una amplia corriente de pensamiento económico sostiene desde hace
tiempo que la abundancia de recursos naturales (RRNN) es más bien una
maldición (Auty, 1993) que una bendición, ya que los países que la poseen
no solo crecen menos, sino que también tienen más pobreza, autoritarismo,
corrupción y conflictos violentos. Un ejemplo intuitivo sería comparar el
pobre desempeño de América Latina y África con el desarrollo del Asia
Pacífica desde la Segunda Guerra. En el plano económico, la principal

Capítulo 2 / 147
explicación de esta paradoja es la llamada enfermedad holandesa28, que
consiste en la apreciación de la moneda nacional resultante del influjo
de divisas originado en la expansión de un sector exportador y que da
lugar, a su vez, al crecimiento de los sectores de bienes no comerciados
con el exterior –impulsados también por un típico aumento del gasto
público– y al decrecimiento de los demás sectores de bienes comerciados,
principalmente la industria manufacturera ( Corden y Neary, 1982).
La literatura es frondosa pero no concluyente (Frankel, 2010). En 2007
se creó un instituto especializado en el tema, el Oxford Centre for the
Analysis of Resource Rich Economies (http://www.oxcarre.ox.ac.uk/),
cuyos informes también divergen entre sí. Hay quienes piensan que existe
una clara tendencia a que los países ricos en RRNN padezcan tanto el bajo
crecimiento como los otros males mencionados (Sachs y Warner, 2001;
Collier y Goderis, 2008; Arezki, 2010). Ello resultaría de la enfermedad
holandesa y de una propensión a generar malas instituciones, tanto políticas
como de distribución de la renta de los RRNN, que ahuyentan inversiones
alternativas y refuerzan así la enfermedad. En la vereda casi opuesta, otros
autores sostienen que la “maldición” de los RRNN no es fatal y que depende
crucialmente de la calidad de las instituciones. Un trabajo de tres autores
no casualmente noruegos (Mehlum, Moene y Torvik, 2006) sostiene que, si
bien la abundancia de RRNN aumenta los beneficios políticos de comprar
votos con redistribuciones ineficientes, esto puede evitarse, a punto tal que
la relación negativa entre RRNN y crecimiento casi desaparece cuando
se consideran solo países con buena calidad institucional, medida por
el gobierno de la ley, la calidad de la burocracia, la baja corrupción, un
bajo riesgo de expropiación y el cumplimiento de los contratos públicos
(Lederman y Maloney, 2007). Ploeg (2010) prefiere referirse a la “paradoja
de la abundancia” y señala que el problema no es la dotación de RRNN,
sino la volatilidad macroeconómica inducida por ella (Ploeg y Poelhekke,

28
El término fue acuñado por The Economist al referirse a lo ocurrido en Holanda, cuando la explotación
de los yacimientos de gas del Mar del Norte descubiertos en 1959 tuvo como resultado una apreciación de
la moneda que perjudicó a las industrias manufactureras. Debería llamarse, en verdad, “enfermedad espa-
ñola”, porque el proceso que se dio en España en el siglo XVI con la irrupción del oro y la plata americanos
es el antecedente más claro y contundente al respecto, con las industrias españolas desplazadas por las de
los Países Bajos.

148 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


2009). Es interesante observar que los cinco países con mayor desarrollo
humano (PNUD, 2009) tienen también una amplia dotación de RRNN:
Noruega, Australia, Islandia, Canadá e Irlanda (www.lacienciamaldita.
blogspot.com/). El sexto es, paradójicamente, Holanda, lo que significa
que su enfermedad no fue duradera ni incurable. Por nuestra parte, hemos
encontrado que la abundancia de RRNN muestra una baja correlación con
la tasa de crecimiento pero una correlación positiva con los niveles de PIB
por habitante y con el desarrollo humano (J. J. Llach, 2010b).
En esta línea de razonamiento, el pensamiento estructuralista ha
desarrollado la idea de “estructura productiva desequilibrada”, formulada
inicialmente por Marcelo Diamand (1972), que sostiene que en la Argentina
el tipo de cambio de equilibrio queda determinado por el agro pampeano,
sector claramente más productivo a precios internacionales que la industria
manufacturera, lo que determina que ella tenga un problema estructural
para competir externamente.
 Se utilizan como variables independientes la participación del agro + la
minería en el PIB a precios constantes (PAMK) y a precios corrientes
(PAMC)29. Y el análisis se complementa con una comparación con lo
ocurrido en los países vecinos.

2.4.1.1. La participación del sector primario a precios constantes


Se comienza analizando la participación del sector primario a precios
constantes, sobre todo por su mayor extensión temporal. El Gráfico y
el Cuadro 2.4.1.1 muestran evoluciones de las variables que respaldan
parcialmente la hipótesis en discusión. Comenzando por la evidencia
favorable, vemos que la primera mitad del siglo XX es un período de
no retraso y con una tendencia descendente, aunque muy volátil, de la
participación del sector primario. A partir de comienzos de la década del
cincuenta, la participación del agro en el PIB tendió a crecer levemente y

29
Se decidió medir la participación de la economía primaria en el PIB tanto a precios constantes como
corrientes porque la primera medición refleja cambios en la estructura de la economía en términos de can-
tidades, mientras que la segunda incorpora la dimensión nominal, sumamente relevante en una economía
como la Argentina con cambios intensos y frecuentes de precios relativos.

Capítulo 2 / 149
ello coincidió con un mayor retraso del país, también en la dirección de
la hipótesis. Hay, sin embargo, dos períodos que muestran lo contrario.
El primero es durante las décadas del treinta y del cuarenta, cuando se
observó una caída tanto de la participación del sector primario como del
PIB per cápita relativo argentino. El segundo ocurre en lo que va del siglo,
con aumento del sector primario y recuperación del R de la Argentina.

Gráfico 2.4.1.1. El retraso de la Argentina y la participación del agro y la minería


en el PIB a precios constantes, 1900-2008

1.20 17.0

1.00 15.0

0.80 13.0

0.60 11.0

0.40 9.0

0.20 7.0

0.00 5.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008

R-Avanzados PAMK

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Desde el punto de vista de los niveles de la variable, surge que


la participación del agro y la minería en el PIB ha sido mayor en los
períodos de no retraso que en los de retraso relativo, lo que va en contra
de lo postulado por la hipótesis en debate. La información del Cuadro
2.4.1.1 va en el mismo sentido. En el período de retraso 1934-1963, hay
una caída de la participación del agro y la minería en el PIB con respecto al

150 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


período previo (1900-1933), durante el cual no se observó R. Por otro lado,
entre 1964 y 2008 se observaron cambios muy leves en la participación
promedio del sector primario junto a fuertes oscilaciones de la ratio del
PIB per cápita argentino respecto de los países desarrollados.

Cuadro 2.4.1.1. La participación del sector primario (agro + minería) en el PIB a


precios constantes, en períodos de retraso (R) y no retraso (NR), 1900-2010

Evolución Período Agro+Minería/ PIB


NR 1900-1933 12,1
R 1934-1963 8,7
NR 1964-1974 6,5
R 1975-1990 6,7
NR 1991-2008 6,9
NR 1991-2010 7,0
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Por cierto, como ya se mencionó, la tendencia a la caída de la participación


del agro y la minería en el PIB ha sido un fenómeno generalizado en todos
los países y por ello es relevante analizar el caso de los países vecinos. En el
Gráfico 2.4.1.2 se observa que la tendencia a la caída de la participación del
agro y la minería en el PIB fue compartida por todos ellos. Sin embargo,
fue en la Argentina donde esa caída se manifestó en mayor medida. Desde
el punto de vista de la hipótesis, esto no es consistente con el hecho de que
desde 1950 la Argentina se retrasó respecto de Brasil y Chile.

Capítulo 2 / 151
Gráfico 2.4.1.2. Participación del agro y la minería en el PIB a precios constan-
tes en la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008

30%

25%

20%

15%

10%

5%
Argentina Brasil Chile Uruguay
0%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

En la misma línea, Chile experimentó desde comienzos de los años


setenta hasta mediados de los noventa un aumento significativo de la
participación del agro y la minería en su PIB, en términos absolutos y
más aún en comparación con la Argentina, lo que no evitó, sin embargo,
que el PIB per cápita argentino cayera con respecto al chileno durante
todo ese lapso. Desde esta perspectiva, la capacidad explicativa de esta
hipótesis parece limitada, más allá de que podría ayudar a dar cuenta del
retraso argentino en algunos períodos particulares, como ya se discutió
anteriormente.

2.4.1.2. La participación del sector primario a precios corrientes


Al evaluar el peso del agro y la minería en el PIB a precios corrientes
–una medición más relevante, como se explicó anteriormente– los
resultados resultan más desfavorables para la hipótesis. En el gráfico
2.4.1.3 se observa una evolución casi paralela de la participación del sector
primario y el retraso de la Argentina (coeficiente de correlación, 0,75).
Esto va claramente contra lo postulado por la hipótesis aquí discutida, que
sostiene que la caída de la participación del sector primario debería estar
asociada a una mejora del PIB per cápita relativo.

152 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.4.1.3. El retraso de la Argentina y la participación del sector
primario en el PIB a precios corrientes, 1900-2008

1.2 0.3

1.0 0.25

0.8 0.2

0.6 0.15

0.4 0.1

0.2 0.05
R-Avanzados PAMC
0.0 0
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Lo mismo se observa en el Cuadro 2.4.1.2, que segmenta la historia


argentina a partir del siglo XX en los períodos de retraso y no retraso. La
contradicción más marcada se verifica en el período 1975-1990, donde el
retraso argentino se evidenció pese a la notable caída de la participación
del agro y la minería en el producto. Lo observado en los años recientes
tampoco es consistente con la hipótesis, puesto que la clara recuperación
relativa de la economía argentina difícilmente podría ser explicada por la
leve caída en la ratio de referencia.
Para finalizar el análisis de esta sección, se presenta la habitual
comparación con lo sucedido en los países vecinos. Como se observa
en el Gráfico 2.4.1.4, la Argentina no se ha caracterizado por un peso
comparativamente elevado del agro y la minería en el PIB a precios
corrientes, el que ha sido intermedio en comparación con el de sus vecinos.
Incluso han sido más frecuentes los períodos en que la Argentina fue el país
con menor peso de esos dos sectores que los momentos en que lideró el
indicador. Otro elemento a destacar es que ha sido un común denominador
entre los países de la región la tendencia a la caída en la primarización de la
economía, así como cierta reversión de ese fenómeno en la primera década

Capítulo 2 / 153
del siglo XXI, un fenómeno muy vinculado a la mejora de las condiciones
de demanda y precios internacionales de los productos primarios.

Cuadro 2.4.1.2. La participación del sector primario (agro + minería) en el PIB


a precios corrientes, en períodos de retraso (R) y no retraso (NR), 1934-2010

Evolución Período Agro+Minería/PIB


NR 1900-1933 …
R 1934-1963 18,8
NR 1964-1974 15,4
R 1975-1990 10,8
NR 1991-2008 9,9
NR 1991-2010 9,9
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Este comportamiento de las series no es consistente con las


fluctuaciones del PIB per cápita de la Argentina respecto a sus vecinos, ya
observada, en la medida en que el movimiento de la participación del sector
primario ha sido bastante similar entre países. Solamente Chile mostró
un comportamiento algo divergente, sobre todo en la década del ochenta,
con una fuerte suba de la primarización de la economía. Sin embargo, vale
notar, la Argentina se retrasó con respecto a ese país en ese período, lo que
aporta nueva evidencia en contra de la hipótesis.

154 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.4.1.4. Participación del agro y la minería en el PIB a precios corrientes
en la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008

30%

25%

20%

15%

10%

5%
Argentina Brasil Chile Uruguay
0%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

Una pregunta relevante que cabe hacerse a la luz de los resultados


contradictorios entre la medición a precios corrientes y constantes es
el porqué de esas diferencias. Para el caso de la Argentina, la clave se
encuentra en el hecho de que la serie a precios constantes está valuada
a precios de 1993, año en el que el precio relativo del agro con respecto
a toda la economía fue un 44 % menor al promedio desde 1937 (primer
dato disponible) y el de la minería fue 23 % menor al mismo promedio. De
esta manera, al medirse al agro y la minería a precios bajos, la variación
de las cantidades subestima la variación de los valores, que son, al fin y al
cabo, los relevantes a la hora de definir el verdadero peso de un sector en
la economía30. Por análogas razones, la medición de la participación de un
sector cualquiera en el PIB a precios corrientes refleja mejor la realidad
que la medición a precios constantes. Un último punto que conviene
recordar es el del nivel de apertura de la economía. Por ser el agro y la
minería actividades fuertemente exportadoras, es natural esperar que

30
En otras palabras, si un sector no crece, pero sus precios mejoran con respecto a los del resto de la eco-
nomía, estará en una mejor posición relativa pese a no haber crecido. En términos estilizados, eso es lo que
se pierde en el caso de la medición utilizada a precios constantes y que, de nuevo, subestima los cambios en
la participación del agro y la minería en el PIB.

Capítulo 2 / 155
su participación en el PIB se vea favorecida en un contexto de apertura
comercial, y viceversa.
Se concluye que no hay evidencia favorable para la hipótesis de la
economía excesivamente primaria como factor determinante del retraso
argentino.

2.4.2. Desarrollo industrial insuficiente

El desarrollo industrial insuficiente es, hasta cierto punto, contraparte


del análisis anterior. La falta de un apropiado desarrollo industrial sería,
según esta hipótesis, el motivo del atraso de la Argentina con respecto a los
países desarrollados a través de los mencionados canales del balance de
pagos, poca capacidad de generación de empleo, falta de eslabonamientos
y problemas de sostenibilidad y volatilidad. Es abundante la literatura
que ve como lógica la industrialización argentina a partir de la crisis de
1930. Por ejemplo, Rostov (1967, p. 39) sostenía que la disminución de los
términos del intercambio y el bloqueo bélico del comercio exterior hicieron
necesario un rápido desarrollo de manufacturas sustitutivas de productos
importados tanto en la Argentina como en Australia entre 1930 y 1945.
Al mismo tiempo, recibió más críticas la industrialización posterior a la
Segunda Guerra, lo que Carlos F. Díaz Alejandro (1970) llamó “respuestas
tardías a la Gran Depresión” (pp. 111 y ss.), cuestión tratada en la hipótesis
2.7.3. El escaso desarrollo industrial ha sido estudiado por diversos autores
entre los que cabe destacar a Ferrer (1999), quien ha planteado que es una
de las claves del mal desempeño económico de la Argentina.
 Se utilizan como variables independientes la participación de la industria
manufacturera en el PIB a precios constantes (PIMK) y a precios
corrientes (PIMC). El análisis se complementa con una comparación
con lo ocurrido en los países vecinos. Al igual que en la hipótesis de la
economía muy primaria, hay dos formas de medir la participación de
la industria en el producto, a precios constantes y a precios corrientes:
esta última es la más próxima a la realidad.

156 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


2.4.2.1. Participación de la industria en el PIB a precios constantes
Como en el caso anterior, comenzamos con la participación de la industria
en el PIB a precios constantes, cuya serie es más larga. Como se observa
en el gráfico 2.4.2.1, y contrariamente a una idea fuertemente instalada
en sentido contrario, la participación de la industria en el PIB creció de
manera casi ininterrumpida entre 1900 y mediados de la década de 1970,
no obstante lo cual, desde la década de 1930 predominó una tendencia al
retraso argentino. Por otro lado, la recuperación del PIB per cápita relativo
argentino desde comienzos del siglo XXI convivió con una pérdida de peso
relativo de la industria. Estas dos cuestiones van claramente en contra de
lo postulado por la hipótesis del desarrollo industrial insuficiente, puesto
que indicarían que el crecimiento de la participación de la industria en el
producto no sería condición necesaria ni suficiente para el buen desempeño
relativo del país. Sin embargo, los datos acompañan a la hipótesis en dos
subperíodos. Primero, hasta inicios de la década del veinte, el incremento
de la participación de la industria en el producto fue acompañado por la
mejora del PIB per cápita relativo de la Argentina. Segundo, entre mediados
de la década de 1970 y 2001, la caída del PIB per cápita relativo convivió
con un retroceso relativo de la industria, período que merece un análisis
más detallado.

Gráfico 2.4.2.1. El retraso de la Argentina y la participación de la industria


manufacturera en el PIB a precios constantes, 1900-2008
1.2 25%

1.0
20%

0.8
15%
0.6
10%
0.4

R-Avanzados Industria/PIB 5%
0.2

- 0%
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Capítulo 2 / 157
Algo de evidencia la puede aportar el comportamiento de otros países de
la región. El Gráfico 2.4.2.231 muestra que el retroceso de la participación de
la industria en el PIB fue un fenómeno común a la Argentina y Chile desde
los años setenta, y también a Uruguay, aunque con un poco de demora con
respecto a los dos primeros. Resulta así que, al menos en el marco del Cono
Sur, la desindustrialización no ha sido específica de la Argentina. En cuanto
a los niveles del PIN industrial a precios constantes se observa que, entre
1950 y 1963, la Argentina mostró una evolución estable de su PIB per cápita
relativo al de Chile y Uruguay, pese a tener una mayor participación de la
industria manufacturera en el PIB. Y más en contraste con la hipótesis, se
observa que en el período 1975-1990 la mayor participación de la industria
en el PIB argentino no impidió que la Argentina se retrasara fuertemente
respecto de ambos.

Gráfico 2.4.2.2. Participación de la industria manufacturera en el PIB a precios


constantes en la Argentina, Chile y Uruguay, 1950-2008

40%

35%

30%

25%

20%

15%

10% Argentina Chile Uruguay


1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

Para el caso de Brasil, no fue posible construir el PIMK siguiendo


la metodología de los otros países analizados y por ello se recurrió a un

31
Los datos para el caso de la Argentina difieren con respecto a los del Gráfico 2.4.2.4. por originarse en
distintas fuentes.

158 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


procedimiento alternativo que se muestra en el Gráfico 2.4.2.332. Allí se
observa que hasta mediados de la década de 1960 el nivel de industrialización
de Brasil tendió a crecer, al igual que en la Argentina, pero a un ritmo
más veloz y que, en línea con la hipótesis, este fenómeno coexistió con un
retraso de la Argentina respecto de Brasil. Tras ese pico, la participación de
la industria en el PIB de Brasil sufrió una caída con toda la apariencia de
un quiebre estructural, hasta que el cociente se estabilizó hacia fines de los
años sesenta. Esa notable caída, sin embargo, no se reflejó en su PIB per
cápita relativo al de la Argentina, que siguió mejorando al mismo ritmo.
Tras una leve recuperación durante la mayor parte de los años setenta, el
nivel de industrialización de Brasil ingresó en una nueva fase declinante a
partir de los años ochenta, fase que, por el momento, no muestra signos
de reversión. Esta larga fase de desindustrialización (al menos relativa) de
Brasil sí ha coincidido con un retraso de su PIB por habitante relativo al de
la Argentina.

Gráfico 2.4.2.3. Participación de la industria manufacturera en el PIB a precios


constantes en Brasil, 1950-2008

Fuentes: Elaboración propia sobre la base de CEPAL (2009).

32
Los datos de PIB total y de la industria manufacturera son publicados como un número índice, con lo
que no puede elaborarse el cociente de participación. Por eso, se optó por elaborar un índice del PIMK de
Brasil que, si bien no es comparable con el de los otros países, sí permite estudiar sus tendencias en materia
de industrialización.

Capítulo 2 / 159
Cerrando esta sección, puede verse en el Cuadro 2.4.2.1 que los
períodos de retraso y de no retraso han coexistido con niveles y tendencias
muy variables en cuanto a la participación de la industria en el PIB, en
sentido contrario a lo postulado por la hipótesis del desarrollo industrial
insuficiente.

Cuadro 2.4.2.1. La participación de la industria manufacturera en el PIB a


precios constantes en períodos de retraso (R) y no retraso (NR), 1900-2010

Evolución Período Industria/ PIB


NR 1900-1933 11,7
R 1934-1963 17,0
NR 1964-1974 21,7
R 1975-1990 19,8
NR 1991-2008 16,9
NR 1991-2010 16,8
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Una medición alternativa del PIB industrial a precios constantes. Una


serie alternativa de la participación de la industria en el producto a precios
constantes es la de la Oxford Latin American Economic History Database
(OLAEHD). Esta serie –que se muestra en el Gráfico 2.4.2.4– difiere de la
de CEPAL, pero presenta dos ventajas33. La primera es la extensión, puesto
que hay datos desde 1900; la segunda es que incluye a Brasil, el país más
importante a la hora de comparar la evolución de la Argentina con la de
sus vecinos. La nota más reveladora del Gráfico 2.4.2.4 es mostrar que la
desindustrialización vivida por la Argentina desde 1970 también tuvo lugar
no solo en Chile y Uruguay, sino también en Brasil. Desde la óptica de la
hipótesis del desarrollo industrial insuficiente, la evidencia aportada por
los datos de la OLAEHD tampoco es favorable. Por ejemplo, la Argentina

33
Los coeficientes de correlación entre ambas series son de 0,57 para la Argentina; 0,88 para Chile y 0,67
para Uruguay. En el caso de la Argentina, la principal diferencia entre ambas series es que CEPAL registra
caídas muy bruscas de la participación de la industria en 1970 y 1993. No es improbable que esto se deba al
cambio de base de precios de las cuentas nacionales.

160 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


mostró hasta inicios de la década de 1980 una mayor participación de la
industria en el PIB. Sin embargo, en ese mismo período el PIB per cápita
brasileño creció claramente por encima del argentino, a tal punto que el
cociente PIB per cápita Argentina/Brasil en 1980 era apenas superior a
la mitad del valor de 1950. Lo opuesto sucedió en los noventa. El nivel
de industrialización argentino fue menor que el brasileño, pero el PIB
per cápita relativo tendió a crecer. La comparación con Chile tampoco
arroja demasiada evidencia favorable para la Argentina. Por ejemplo, la
Argentina viene retrasándose con respecto a ese país desde mediados de
los años setenta pese a que el nivel de industrialización chileno fue en
general menor que el argentino. La brecha se profundizó en los noventa,
coincidiendo con la aceleración del retroceso relativo de la Argentina con
respecto a Chile. Tampoco en el caso de Uruguay la hipótesis encuentra
respaldo en los datos. En suma, pese a las diferencias entre las series
de CEPAL y OLAEHD, en ambos casos se llega a la conclusión de que la
hipótesis de la industrialización insuficiente no se encuentra debidamente
respaldada por los datos.

Gráfico 2.4.2.4. Participación de la industria en el PIB a precios constantes.


Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. 1900-2000

35%

30%

25%

20%

15%

10%

5%
Argentina Brasil Chile Uruguay

0%
1900

1905

1910

1915

1920

1925

1930

1935

1940

1945

1950

1955

1960

1965

1970

1975

1980

1985

1990

1995

2000

Fuente: Elaboración propia sobre la base de la OLAEHD, Oxford University.

Capítulo 2 / 161
2.4.2.2. Participación de la industria a precios corrientes
Se observa en el Gráfico 2.4.2.5 que, desde comienzos de la década
del treinta hasta los ochenta, la tendencia al retraso argentino coexistió
con un sostenido aumento de la participación de la industria en el PIB.
Asimismo, la estabilización y posterior recuperación de la ratio del PIB per
cápita argentino coincidió con una caída importante de la participación
de la industria manufacturera en el producto. Por ello, tampoco en el caso
del análisis a precios corrientes el peso de la industria en el PIB parece un
buen camino para explicar el retraso argentino (coeficiente de correlación
de –0,09).

Gráfico 2.4.2.5. El retraso de la Argentina y la participación de la industria


manufacturera en el PIB a precios corrientes, 1930-2008

1.2 35%

1.0 30%

25%
0.8
20%
0.6
15%
0.4
10%
0.2 5%
R-Avanzados PIMC
0.0 0%
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008

Notas y fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

En la misma línea se observa, en el Cuadro 2.4.2.2, que el período


de fuerte retroceso 1975-1990 se dio pese a un leve incremento de la
participación de la industria en el PIB, mientras que el no retroceso desde
1991 se da con una caída de ese indicador.

162 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Cuadro 2.4.2.2. La participación de la industria manufacturera en el PIB a
precios corrientes en períodos de retraso (R) y no retraso (NR), 1900-2010

Evolución Período Industria/PIB


NR 1900-1933 …
R 1934-1963 22,3
NR 1964-1974 29,0
R 1975-1990 29,6
NR 1991-2008 19,4
NR 1991-2010 19,4

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

En el Gráfico 2.4.2.6 puede observarse que lo sucedido en la Argentina


no ha sido tan diferente de lo ocurrido en los países de la región, con un
incremento o estabilidad del indicador hasta fines de los setenta y una
posterior contracción. Esta evidencia sugiere, a priori, que sus movimientos
no serían un factor de diferenciación relevante respecto del desempeño
del PIB relativo de los países de la región. Sin embargo, como en el caso
anterior, la convergencia del nivel de industrialización de la Argentina y
del Brasil a partir de mediados de los ochenta coincidió con una mejora
relativa del PIB de la Argentina respecto del de Brasil. En cuanto a los
niveles absolutos de la participación de la industria llama la atención
que la Argentina haya sido, hasta mediados de la década del setenta, el
país de la región con valores más altos, no obstante lo cual, su PIB per
cápita retrocedió con respecto al del Brasil y se mantuvo relativamente
estable con respecto al de Chile. En cambio, la recuperación relativa de
los últimos pocos años sí es consistente con un nivel relativamente alto del
indicador, aunque esto se logró en un contexto de niveles de participación
de la industria en el producto notablemente menores a los de las décadas
previas, lo que arroja dudas sobre la validez de la hipótesis en cuestión.

Capítulo 2 / 163
Gráfico 2.4.2.6. Participación de la industria manufacturera en el PIB a precios
corrientes de la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008

40%

35%

30%

25%

20%

15%

10%

5% Argentina Brasil Chile Uruguay

0%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

2.4.2.3. La participación de la industria manufacturera relativa a la


participación del sector primario
Combinando los análisis de las secciones 2.4.1 y 2.4.2, es interesante
analizar la ratio del PIB de la industria respecto del PIB del agro y de la
minería, tanto a precios corrientes como a precios constantes. Ello permite
depurar la evolución de ambos sectores respecto de la del sector servicios,
cuyo crecimiento tendencial es generalizado en todo el mundo. Del Gráfico
2.4.2.7 surgen evidencias diversas. Por un lado, muy negativas para la
hipótesis –coeficientes de correlación con la serie R-avanzados de -0,70 y
-0,61, respectivamente para las series a precios constantes y corrientes–, lo
que indica que un retroceso de la industria con respecto al agro y la minería
está asociado a un mejor desempeño relativo de la Argentina con respecto
al grupo de los países avanzados, y viceversa. Hay también períodos
de excepción. En el caso de la serie a precios constantes, hay evidencia
favorable a las hipótesis estructuralistas en el período 1975-2000, en el
que coinciden un fuerte retraso de la Argentina y una igualmente marcada
pérdida de participación relativa de la industria. Lo contrario ocurre en lo

164 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


que va del siglo XXI. Tomando la serie a precios corrientes, las conclusiones
son parecidas, pero el período favorable a la hipótesis se limita a 1985-
2000.

Gráfico 2.4.2.7. El retraso de la Argentina y la participación de la industria


manufacturera en el PIB relativa a la participación del sector primario (agro +
minería), a precios corrientes y constantes, 1900-2008

1,2 4,5

4,0
1,0
3,5

0,8 3,0

2,5
0,6
2,0

0,4 1,5

1,0
0,2
0,5

0,0 0,0
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
R-Avanzados Industria/Agro y Minería precios constantes Industria/Agro y Minería precios corrientes

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.2.1.

Paradójicamente, otra lectura positiva para esta hipótesis surge


del hecho de que, en los años previos a los dos picos de menor retraso
de la Argentina –hacia 1910 y hacia 1947, ambos parcialmente
explicados por circunstancias muy peculiares–, se alcanzaron tras subas
importantes de la ratio industria/agro + minería, y justo antes de caídas
significativas en esta. La paradoja reside en que, en ambos casos, se
trata de industrializaciones con una economía más bien abierta, o no tan
cerrada, lo que no es compatible con supuestos habituales de las hipótesis
estructuralistas.

Capítulo 2 / 165
En el Cuadro 2.4.2.3 se sintetizan los promedios de la ratio analizada
para períodos de retraso y de no retraso de la Argentina. En conjunción con
las evidencias presentadas anteriormente resulta que la validez de las
hipótesis de economía muy primaria y de desarrollo industrial insuficiente
es escasa, limitándose a subperíodos que cubren un porcentaje inferior a
la cuarta parte del total del período analizado.

Cuadro 2.4.2.3. Participación de la industria en el PIB relativa a la del sector


primario (agro + minería) en retraso (R) y no retraso (NR), 1900-2008

Industria/Agro + Industria/Agro +
Evolución Período
Minería, precios Minería, precios
constantes corrientes
NR 1900-1933 0,99 …
R 1934-1963 2,07 1,28
NR 1964-1974 3,34 1,90
R 1975-1990 2,97 2,80
NR 1991-2008 2,41 2,14
NR 1991-2010 2,44 2,13
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

2.4.3. Políticas contrarias a la industria manufacturera

Con cierta frecuencia se ha sostenido que el desarrollo industrial


insuficiente analizado en la hipótesis anterior ha tenido como causa
políticas que, intencionalmente o no, han sido en los hechos contrarias a
la industria manufacturera. Un primer instrumento de estas políticas es
el tipo de cambio, que influye en el crecimiento de la industria al afectar
la competitividad de la producción doméstica (un tipo de cambio alto,
en promedio, mejora la competitividad al reducir el precio en dólares
del producto) y el nivel de protección de la competencia extranjera. Las
ventajas de una moneda fuerte por su impacto bajista en el costo de los
bienes de capital no suele ser destacada por los autores de esta hipótesis.

166 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


El otro gran instrumento es la política comercial, mediante los impuestos
y restricciones cuantitativas a las exportaciones y a las importaciones34.
Aranceles de importación demasiado bajos o ausencia de restricciones
cuantitativas implican menor protección a la industria doméstica. Según
esta hipótesis, la implementación de políticas que afecten negativamente
a la industria redundan en un menor crecimiento a largo plazo (Ferrer,
1999).
 Para analizar esta hipótesis, se utilizaron las siguientes variables
independientes: a) el desvío del tipo real de cambio respecto del promedio
histórico (TRCH), variable que se mide al uso latinoamericano, es decir,
el TRC es tanto mayor cuanto más depreciada esté la moneda; b) dado
que no hay series de las tasas de protección nominal ni efectiva, se
consideran dos proxys: b1) el coeficiente de importaciones sobre el PIB
(MPIB) y b2) el coeficiente de importaciones netas de bienes de capital
sobre el PIB (MnKPIB).

2.4.3.1. El tipo de cambio real


Desde la óptica de la hipótesis aquí tratada debería observarse que un
tipo de cambio bajo se encuentra asociado a períodos de retraso y que un
tipo de cambio alto estaría asociado a una recuperación relativa35. La alta
volatilidad del tipo real de cambio observada en el Gráfico 2.4.3.1, sobre
todo a partir de la segunda mitad del siglo XX dificulta en parte sacar
conclusiones. Pero la evidencia no se muestra consistente con la hipótesis
de la política contraria a la industria manufacturera.

34
Esta hipótesis se ha concentrado preferentemente en el análisis de la protección nominal, es decir, la
referida al bien final producido en cada etapa industrial, otorgando menor importancia a la protección
efectiva, es decir, la que resulta no solo de los aranceles sobre el bien final, sino también de los mayores
costos asociados a los aranceles u otras restricciones a la importación de insumos.
35
Se utilizó la cotización de mercado del dólar tomada de Ferreres (2010) dado que no existe una serie
alternativa que compute los tipos de cambio comerciales que tuvieron vigencia durante bastante tiempo
entre 1930 y 1989. Como el dólar de mercado fue casi siempre más alto que el comercial, la serie así esti-
mada de tipo real de cambio seguramente muestra una moneda nacional más devaluada que la relevante
para la industria manufacturera.

Capítulo 2 / 167
Gráfico 2.4.3.1. El retraso de la Argentina y el desvío del tipo de cambio real
respecto del promedio histórico, 1900-2008

1.20 200.0

1.00 150.0

1975, 118.8
1989
0.80 100.0

0.60 2002 50.0

1974, 27.7

0.40 -
1946, -8.8

1910, -49.1
0.20 -46.8 -50.0
1980, -60.1

0.00 -100.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008
R-Avanzados Desvio TCRH (der)

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

Cuadro 2.4.3.1. El desvío del tipo real de cambio respecto del promedio en
períodos de retraso (R) y de no retraso (NR) de la Argentina, 1900-2010

Evolución Período Desvío del TCR (%)


NR 1900-1933 -37,3
R 1934-1963 36,5
NR 1964-1974 12,5
R 1975-1990 27,4
NR 1991-2008 -23,5
NR 1991-2010 -22,9

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1.

168 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


En el Cuadro 2.4.3.1 se muestra que entre 1934 y 1963 la Argentina
experimentó un marcado retraso pese a que el tipo de cambio se mantuvo
36,5 % por encima del promedio histórico. Lo mismo sucedió en 1975-
1990, cuando, con un tipo de cambio 27,4 % superior a la media, el PIB
per cápita relativo argentino atravesó su peor caída histórica. Por el otro
lado, la Argentina no tuvo retroceso relativo ni en 1900-1933 ni en 1991-
2008, pese a que el tipo de cambio real estuvo holgadamente por debajo
del promedio histórico.
En el Gráfico 2.4.3.2 se compara la evolución del tipo real de cambio
de la Argentina con la de Brasil, Chile y Uruguay. Es llamativo cómo la
Argentina buscó o se vio frecuentemente involucrada en episodios de
depreciación de la moneda mucho más fuertes que los de sus vecinos. Eso
fue particularmente claro entre comienzos de la década del sesenta y fines
de la del ochenta. Sin embargo, durante ese período, la Argentina mostró
un fuerte retroceso respecto de Brasil y una caída con respecto a Chile y
Uruguay pese a la mejora relativa observada inicialmente. A partir de 2002
sí parece haber correspondencia entre los datos y la hipótesis, en la medida
en que el tipo de cambio real alto argentino con respecto a sus vecinos
coincidió con el aumento del PIB per cápita relativo a esos países.
Todo lo dicho indica que la hipótesis del retraso de la
Argentina como consecuencia de un tipo de cambio real bajo
está lejos de tener sustento en los datos. Más aún, predominan
las evidencias en sentido opuesto a lo señalado por la hipótesis.
Una de las razones de este hallazgo es que un “tipo de cambio
real bajo” incentiva naturalmente las importaciones de bienes
de capital, lo que permite acercar la frontera de posibilidades
de producción manufacturera local a la internacional.

Capítulo 2 / 169
Gráfico 2.4.3.2. Evolución del tipo real de cambio respecto del dólar
estadounidense en la Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1960-2008

4.50

4.00

3.50

3.00

2.50

2.00

1.50

1.00

0.50

-
1961

1963

1965

1967

1969

1971

1973

1975

1977

1979

1981

1983

1985

1987

1989

1991

1993

1995

1997

1999

2001

2003

2005

2007
Argentina Brasil Chile Uruguay

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

2.4.3.2. La apertura importadora

Según la hipótesis bajo análisis, ratios elevadas de importaciones/PIB


evidenciarían mayor facilidad para financiar e ingresar las importaciones
y, por lo tanto, un ambiente menos protector para con la producción
doméstica conducente a un retraso del PIB por habitante de la Argentina
relativo al de otros países.

2.4.3.2.1. Importaciones/PIB a precios corrientes


En el Gráfico 2.4.3.2.1 sobresale la volatilidad de las importaciones,
difícilmente explicable por la implementación de políticas más o menos
proteccionistas. Esto dificulta la extracción de conclusiones, pero el
hecho de que el PIB per cápita relativo de Argentina haya mostrado una
tendencia declinante tan clara durante buena parte del siglo XX, pese a la
inestabilidad del coeficiente de importaciones, indicaría que la incidencia

170 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


de esta variable sobre el desempeño de largo plazo de la economía sería,
a lo sumo, muy moderado.

Gráfico 2.4.3.2.1. El retraso de la Argentina y la apertura importadora


(importaciones/PIB a precios corrientes), 1900-2008
1.2 45%
40%
1.0
35%
0.8 30%
25%
0.6
20%
0.4 15%
10%
0.2 R-Avanzados Importaciones/PIB
5%
- 0%
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008
Fuentes: INDEC y las citadas en el Gráfico 2.3.1.1.

Cuadro 2.4.3.2.1. La participación de las importaciones en el PIB a precios


corrientes en períodos de retraso (R) y de no retraso (NR) de la Argentina, 1900-
2010
Importaciones/PIB a precios
Evolución Período
corrientes
NR 1900-1933 17,1%
R 1934-1963 19,8%
NR 1964-1974 19,1%
R 1975-1990 19,1%
NR 1991-2008 22,8%
NR 1991-2010 22,8%
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1 e INDEC.

En lo que va del siglo XXI, el cese del retraso y aun la recuperación


del PIB per cápita relativo de la Argentina han coincidido con una mayor
apertura, más allá del transitorio desplome de las importaciones en 2002,

Capítulo 2 / 171
en un sentido contrario a lo establecido en la hipótesis. En la mirada de
largo plazo, en fin, el período de mayor apertura ha sido de no retraso.
Por ejemplo, con niveles del 19 % al 20 %, existió el retraso de treinta años
(1934-1963), pero también la recuperación de 1964 a 1974, cuyo mismo
coeficiente (19,1 %) caracterizó a la peor etapa de retraso de la Argentina
(1975-1990) (Cuadro 2.4.3.2.1).

2.4.3.2.2. Importaciones/PIB a precios constantes


Aunque esta medición es menos relevante por registrar
insuficientemente los cambios de precios relativos, en el Cuadro 2.4.3.2.2
se analizó su comportamiento durante períodos de retraso y de no retraso.
Aparece allí más evidencia contraria a la hipótesis, ya que dos de los tres
períodos de no retraso tuvieron muy altos coeficientes de importación
(1900-1933 y 1991-2010). Asimismo, la fuerte caída de estos en 1934-63 y
su bajo nivel en 1975-90 no impidieron el retraso del país.

Cuadro 2.4.3.2.2. Las importaciones sobre el PIB a precios constantes en


períodos de retraso (R) y de no retraso (NR) de la Argentina, 1900-2010

Importaciones /PIB a precios


Evolución Período
constantes
NR 1900-1933 12,7%
R 1934-1963 5,1%
NR 1964-1974 3,5%
R 1975-1990 4,1%
NR 1991-2008 10,7%
NR 1991-2010 10,7%
Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1 e INDEC.

La conclusión es que no hay asociación entre un menor coeficiente


de importaciones y un menor retraso de la Argentina, contrariamente a
lo sostenido por la hipótesis analizada. Como en el caso del tipo real de

172 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


cambio, una de las razones de este hallazgo es que mayores importaciones
permiten una mejora cualitativa del equipamiento industrial.

2.4.3.3. La apertura importadora, neta de bienes de capital

Un indicador quizás más relevante para analizar la hipótesis de


políticas contrarias a la industria manufacturera es el de la incidencia de
las importaciones, netas de las de bienes de capital, en el PIB. Esto se debe
a que la mayor parte de dichos bienes no se producen en el país y, al mismo
tiempo, son imprescindibles para el desarrollo industrial.

Gráfico 2.4.3.3.1. El retraso de la Argentina y la apertura importadora neta de


bienes de capital (importaciones netas de bienes de capital sobre PIB), 1900-2008

1.2 30%

1.0 25%
R-Avanzados Impo - BK
0.8 20%

0.6 15%

0.4 10%

0.2 5%

- 0%
1900
1904
1908
1912
1916
1920
1924
1928
1932
1936
1940
1944
1948
1952
1956
1960
1964
1968
1972
1976
1980
1984
1988
1992
1996
2000
2004
2008

Fuentes: INDEC y las citadas en el Gráfico 2.3.1.1.

Las evidencias del Gráfico 2.4.3.3.1 no son favorables a la hipótesis.


El coeficiente de importaciones allí medido ha sido mayor en las épocas de
no retraso de la Argentina, lo que es evidente si se comparan la primera y
la segunda mitades del siglo XX (el coeficiente de correlación con el R es de
0,63). Por otro lado, se observa su marcado crecimiento en las dos últimas
décadas, en coincidencia con la cesación del retraso de la Argentina. El

Capítulo 2 / 173
Cuadro 2.4.3.3.1 muestra más evidencias contrarias que favorables a la
hipótesis. El valor promedio del coeficiente de importaciones netas de
bienes de capital/PIB es mayor en los tres períodos de no retraso que en
los dos de retraso. A su vez, los dos períodos de retraso se produjeron a
pesar de una caída en dicho coeficiente –como en 1934-1963– o de una
suba sumamente pequeña –como entre 1975 y 1990–. En fin, aunque hay
una fuerte caída del coeficiente en el período de no retraso 1964-1974, es
especialmente destacable el aumento observado entre 1991 y 2008, cuando
se interrumpe el retraso del país.

Cuadro 2.4.3.3.1. Las importaciones netas de bienes de capital/PIB a precios


corrientes en períodos de retraso (R) y de no retraso (NR) de la Argentina, 1900-
2010
Importaciones sin bienes de
Evolución Período
capital / PIB
NR 1900-1933 13,1%
R 1934-1963 10,1%
NR 1964-1974 5,3%
R 1975-1990 5,8%
NR 1991-2008 8,1%

Fuentes: Ídem Gráfico 2.3.1.1 e INDEC.

Como conclusión general del análisis de la hipótesis de


las políticas contrarias a la industria surge que, salvo para
períodos muy específicos, esta no encuentra sustento en los
datos, y que, en la amplia mayoría de los casos, la evidencia
contradice o no sostiene lo postulado por la teoría.

2.4.4. Políticas “financieristas”

Esta hipótesis cuestiona el rol frecuentemente jugado por el sistema


financiero en la historia económica de la Argentina. Se critican en particular

174 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


políticas económicas que, por ejemplo, combinando altas tasas de interés
a plazos cortos con insuficiencia de créditos, sobre todo a mediano y largo
plazo, y garantías de los depósitos o exenciones impositivas a la renta
financiera, condujeron a una “financierización” de la economía consistente
en la captación de una gran cantidad de recursos que se detrajeron de
los sectores productivos. En aquellas etapas históricas en las que hubo
movilidad internacional de capitales, los efectos de estas políticas fueron
más perniciosos porque se atrajeron capitales de corto plazo que generaron
distorsiones de precios relativos y luego, en muchos casos, se retiraron
“en manada”, conduciendo a crisis del balance de pagos o agravándolas.
Desde esta perspectiva se sostiene que el sistema financiero, más que como
fuente de financiación de la producción, ha actuado como sustituto para
los inversores, que encontrarían más atractivo destinar sus recursos a la
especulación financiera que a las actividades productivas.
 Se consideran como variables independientes la tasa de interés real
(TIR) y la entrada de capitales de corto plazo como porcentaje del PIB
(EKC). También se tuvo en cuenta el posible efecto crowding out, medido
como la emisión neta de deuda interna del Tesoro y el BCRA (CO).
La implementación de políticas “financieristas” debería reflejarse en la
vigencia de condiciones relativamente favorables para el sector financiero,
lo que podría aproximarse con la TIR. Por lo tanto, de acuerdo con esta
hipótesis, debería observarse una correlación negativa entre esa variable y
la ratio del PIB per cápita argentino con respecto a los países desarrollados.
La evidencia disponible, vertida en el gráfico 2.4.4.1, no parece consistente
con la hipótesis. Aunque con muchas oscilaciones, la tendencia histórica
de la TIR, al menos hasta comienzos de la década del noventa, ha sido a la
baja, lo que no ha evitado el retraso argentino. Se aprecian inclusive tasas
de interés real fuertemente negativas en un contexto de retroceso relativo
de nuestro país. Aunque el resultado no sea intuitivo, es consistente con
una escasa profundidad del mercado financiero doméstico que determina
vínculos muy laxos con la economía real. Además, hay que tomar en cuenta
que la tasa de interés real tiene a la tasa de inflación como a uno de sus
dos componentes, con lo que una tasa real alta puede ser consecuencia no

Capítulo 2 / 175
de elevadas tasas nominales, sino de un nivel de inflación bajo, lo que de
acuerdo con otras hipótesis sería beneficioso para la economía.

Gráfico 2.4.4.1. El retraso de la Argentina y la política financierista: (1)


las tasas de interés real, 1900-2008
1.20 40

20
1.00

0
0.80

-20

0.60

-40

0.40
-60

0.20
-80

0.00 -100
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008

R-Avanzados TASA REAL

Fuentes: Elaboración propia sobre la base de Ferreres (2010) y BCRA.

Un indicador complementario de la vigencia de políticas “financieristas”


es el ingreso de capitales de corto plazo como porcentaje del producto
(EKC). La intuición detrás de este indicador es que las políticas pro mercado
financiero tienden a facilitar y estimular la búsqueda de rendimientos
elevados en el corto plazo, por lo que sería esperable un mayor influjo
de inversiones con un horizonte temporal corto. La información para la
Argentina se resume en el Gráfico 2.4.4.2. Como se observa, la evidencia
no acompaña a la hipótesis. Un primer punto a destacar es que la variable
EKC se mantuvo en niveles muy bajos entre 1950 y comienzos de la década
de 1980, no obstante lo cual, el retraso argentino fue evidente con excepción
de lo sucedido entre 1964-1974. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que

176 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


recién al final de este período comenzó el proceso global de apertura de la
cuenta de capitales. A partir de comienzos de la década de 1980, la EKC
empieza a mostrar valores significativos, tanto positivos como negativos,
entre los que se destacan, por ejemplo, el pico de 1993 (15 %) y el valle de
2004 (-6,1 %).
Lo observado desde los años ochenta aporta evidencia aún más clara
en contra de la hipótesis. Por ejemplo, el pico de EKC hacia 1983 coincide
con una breve interrupción del proceso de retroceso argentino, mientras
que los valores negativos de EKC en la segunda mitad de esa década
encuentran su correlato en el rápido retroceso argentino, contrariamente a
lo sostenido por la hipótesis. Por su parte, en los años noventa hay buenas
correspondencias entre EKC creciente y no retraso y EKC decreciente y
retraso. Recién hacia 2006 esta correlación muestra cierto quiebre, aunque
la tendencia es aún muy prematura como para inferir un cambio en su
orientación.

Gráfico 2.4.4.2. El retraso de la Argentina y el ingreso de capitales de corto


plazo como % del PIB

20% 0.9
0.8
15%
0.7
10% 0.6
EKC % del PIB

0.5
5%
0.4
0% 0.3
EKC 0.2
-5%
R-Avanzados (eje der) 0.1
-10% 0
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
2007

Fuentes: Elaboración propia sobre la base a series de CEPAL y los datos del capítulo 1.

Capítulo 2 / 177
La información del Cuadro 2.4.4.1 sugiere que la variable EKC no
aportaría evidencia para explicar el retraso argentino, en línea con lo
dicho hasta aquí.
En la comparación con los países vecinos, las conclusiones son similares;
pese a que la Argentina tuvo el nivel de EKC más alto durante la primera
mitad de la década de los noventa, se recuperó con respecto a la economía
de los vecinos (Gráfico 2.4.4.3). En cambio, la contracción de las EKC hacia
fines de esa década y comienzos del siglo XXI coincidió con un retroceso
de la Argentina respecto a esos países. Estos comportamientos tampoco
son consistentes con lo sostenido por la hipótesis del “financierismo” como
causa del retraso.

Cuadro 2.4.4.1. La entrada de capitales de corto plazo como % del PIB según
períodos de retraso (R) y de no retraso (NR)

Evolución Período EKC


R 1950-63 0,1%
NR 1964-74 0,1%
R 1975-90 0,0%
NR 1991-08 1,1%

Fuente: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

178 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.4.4.3. Entradas de capitales de corto plazo como % del PIB:
Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, 1950-2008

20%

15%

10%

5%

0%

-5%
Argentina Brasil Chile Uruguay

-10%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuente: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

Para completar el análisis planteado hasta aquí se analizó también el
comportamiento del crédito público como porcentaje del crédito total, en
orden a investigar si el nivel real de las tasas de interés pudo o no estar
determinado por fenómenos de tipo crowding out o crowding in, es decir,
de desplazamiento o de facilitación del crédito al sector privado según la
intervención del sector público en el mercado financiero. En el Gráfico
2.4.4.4 se analiza este fenómeno al comparar la evolución de cuatro
variables: la tasa de interés real, la R-avanzados o retraso de la Argentina,
la participación del sector público en el crédito bancario total y, por último,
la tendencia del PIB para identificar mejor la fase del ciclo económico. Se
observa que la introducción de esta variable no agrega mucho al análisis,
ya que pueden identificarse varios períodos de alzas y de caídas en la
participación del crédito público en los que, contrariamente a lo previsto
por la hipótesis, las tasas de interés subieron o bajaron en términos reales.
Todo indica que ha sido la inflación, y no el nivel de crédito público, el
principal determinante del nivel real de las tasas de interés. También es
probable que los períodos de aumento del crédito público hayan coincidido

Capítulo 2 / 179
con una menor incidencia del impuesto inflacionario como fuente de
financiamiento, con lo cual es lógico esperar la asociación inversa hallada
entre crédito público y tasas reales de interés.

Gráfico 2.4.4.4. El retraso de la Argentina, las tasas de interés real y la
participación del crédito público en el total, 1900-2008

150,00 9,5

100,00
9

50,00

8,5

-50,00

7,5
-100,00

-150,00 7
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008

R -eje izq- Cred. Publico / Total Tasa de Interes Real (TNA / IPC) - Eje Izq- LN (PIB per cap)

Fuente: Ídem Gráfico 2.3.1.2.

Como síntesis final puede decirse que no se encuentran evidencias


para establecer una asociación clara entre los indicadores de “políticas
financieristas” y el retraso de la Argentina.

2.4.5. Puja distributiva

Factores estructurales. Según el pensamiento estructuralista son


varios los canales a través de los cuales una estructura propensa a la
puja distributiva puede tener un impacto negativo sobre el crecimiento.
Pueden mencionarse, entre otros, la tendencia a una mayor inflación, una

180 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


mayor conflictividad social o una mayor volatilidad de la economía. Esta
propensión a la puja distributiva suele presentarse estrechamente asociada
a la propia estructura productiva. Por ejemplo, en Gerchunoff y Fajgelbaum
(2006) –basado en parte en L. Llach y Gerchunoff (2004)–, se sostiene que
“ese conflicto distributivo característico de países (como la Argentina), ese
equilibrio inestable de economía política de acuerdo con el cual aquello
que prefieren las mayorías populares no siempre es lo que estimula el
crecimiento, puede tener manifestaciones diferentes según los países. Más
agudo será el conflicto cuánto más distributivo sea el proteccionismo. Y más
distributivo será el proteccionismo cuando más trabajo-intensivos sean los
sectores industriales nacidos a su amparo, cuanto mayor sea la proporción
del empleo total explicado por las actividades protegidas y cuanto mayor
sea la participación de las materias primas que se exportan en la canasta de
consumo popular” (pp. 36-37).
En un enfoque de este tipo, que evoca una metodología de path
dependence, las variables independientes determinantes de la puja
distributiva serían la intensidad-trabajo de los sectores protegidos; la
proporción del empleo total explicado por estos y la participación de los
exportables en el IPC36. No se cuenta con toda la información necesaria para
comparar la exposición estructural de la Argentina a la puja distributiva
con la de otros países, y las evidencias disponibles son diversas. Por un
lado, en lo concerniente a la importancia de los sectores protegidos en el
empleo total se observa que era mayor en Australia que en la Argentina.
Entre 1900 y 1947 la participación del empleo manufacturero en el total
aumentó en la Argentina de 19,8 % a 24,6 %, mientras en Australia creció
desde el 16,8 % al 27,6 %. Por esta razón, no podría argumentarse que esta
variable tuvo por sí misma un papel determinante, al menos en el retraso
respecto de Australia. Por su parte, en lo referido a la participación de los
exportables en el IPC, se observa que, todavía a fines del siglo pasado, la
Argentina mostraba un IPC con un alto contenido de alimentos exportables,

36
En J. J. Llach (1987) se presenta una interpretación alternativa en tanto que, partiendo del reconoci-
miento de los condicionantes estructurales de la puja distributiva y de sus consecuencias, se otorga mayor
importancia a las decisiones de política económica que, junto con los determinantes estructurales, termi-
naron configurando un modelo de convulsiones institucionalizadas y “mercadointernismo” rentístico.

Capítulo 2 / 181
que alcanzaban al 15,9 % del total, lógicamente mucho más que Nueva
Zelanda (6,4 %) y algo más que Uruguay (12,7 %), pero menos que Brasil
(16,6 %). Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la incidencia de los tres
principales grupos de alimentos considerados (productos de panadería,
carnes y lácteos) han tenido tradicionalmente mayor importancia en
la dieta de los argentinos que, por ejemplo, en la de los brasileños37. Se
encuentran, pues, algunas evidencias de la existencia de rasgos
estructurales que le otorgaron a la Argentina una propensión
al conflicto distributivo, y a un tipo de conflicto que tendía
a comprometer el crecimiento. Las evidencias no parecen
suficientes, en cambio, para saltar a la conclusión de que
dichos rasgos estructurales “determinaron” per se el conflicto
distributivo y también las políticas económicas y sociales.
La sindicalización. Otra de las cuestiones frecuentemente citadas como
asociadas a la puja distributiva es la sindicalización. En el Cuadro 2.4.5.1 se
presenta alguna evidencia al respecto que, como en otros casos análogos,
tiene la limitación de cubrir un período corto de tiempo. Se observa que la
Argentina (promedio de 32,5 %) tiene un alto nivel de sindicalización, solo
superado por Italia, Noruega y Suecia. Nuevamente, si estos datos
tienen alguna validez respecto del pasado, estarían mostrando
una mayor propensión a la puja distributiva, en tanto esta
suele potenciarse cuanto mayor sea la presencia sindical.

Cuadro 2.4.5.1. Densidad porcentual de la sindicalización. Países de la OCDE y


la Argentina, 1960 y 2008

1960 2008
Alemania 34,7 19,1
Argentina … 25,0 a 40,0 (*)
Australia 50,2 18,6
Austria 67,9 28,9
Canadá 29,2 27,1
Chile … 13,6
37
Aunque no fue posible mostrar mediciones del tercer indicador, la intensidad-trabajo del empleo total,
es muy probable que la intensidad del empleo industrial en un país como Brasil haya sido mayor dada su
dotación de factores.

182 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Corea 9,4 (1963) 10,3
España … 14,3
Estados Unidos 38,9 27,1
Francia 19,6 7,7
Grecia … 24,0
Holanda 40,0 18,9
Irlanda 43,1 32,3
Italia 24,7 33,4
Japón 32,3 18,2
México … 17,4 (2005)
Noruega 60,0 53,3
Polonia … 15,6
Reino Unido 38,9 27,1
Suecia 72,1 68,3
Turquía … 5,8
Fuentes: Estimaciones de la OCDE. Para la Argentina, UPCN estima un 40 %; la EIL del
Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social estima un 30 % de los empleados formales,
lo que sería algo así como un 25 % del total, y la Unión Industrial Argentina estima un 27 %.

Los salarios reales. Otro modo de aproximarse a la puja distributiva es


analizando la evolución del salario real. En la medida en que se observen
variaciones intensas, mayores que las que pueden ser consideradas
“normales”, podría inferirse la existencia de una puja con resultados
cambiantes, pero intensa. Aunque la estabilidad del salario real no
permite inferir per se la ausencia de una puja distributiva, sí revela que
se han encontrado mecanismos de procesamiento del conflicto que
impiden oscilaciones bruscas generadoras de inestabilidad y que muy
probablemente realimentan la puja distributiva. Como se observa en el
Gráfico 2.4.5.1, los salarios reales mostraron una tendencia creciente
durante el período de menor retraso de la Argentina, tanto hasta mediados
del siglo XX como en lo que va del siglo XXI. En cambio, al acentuarse el
retraso desde mediados del siglo XX, los salarios reales dejaron de tener
una tendencia de crecimiento y mostraron también oscilaciones más
violentas. Estas conclusiones pueden considerarse tautológicas, en tanto
solo en un contexto de crecimiento del PIB es viable que se sostenga una
trayectoria de aumento de los salarios reales.

Capítulo 2 / 183
Pero la violencia de las oscilaciones a partir de mediados del
siglo XX es un indicio importante de que la puja distributiva se
acentuó y que esto estuvo asociado al período de mayor retraso
de la Argentina.

Gráfico 2.4.5.1. El retraso de la Argentina y la puja distributiva: Evolución del


salario real de la industria manufacturera, 1900-2008
1.05 2500.0

1910, 0.99
0.95

2000.0
0.85

0.75
1500.0

0.65

1000.0
0.55
1945, 0.63

0.45
500.0

0.35 2004, 0.33

1990, 0.33

0.25 0.0
1900
1903
1906
1909
1912
1915
1918
1921
1924
1927
1930
1933
1936
1939
1942
1945
1948
1951
1954
1957
1960
1963
1966
1969
1972
1975
1978
1981
1984
1987
1990
1993
1996
1999
2002
2005
2008

R-Avanzados salario real

Fuentes: Elaboración propia sobre la base de Ferreres (2010) y BCRA.

El desvío del crecimiento anual del salario real (W) con respecto al
crecimiento promedio para todo el período (W*) es otro indicador de la
puja distributiva. Un WR/WR* alto en valores absolutos muestra una
inestabilidad del W probablemente asociada a pujas distributivas más
intensas que en el caso de un WR/WR* bajo.
En el Gráfico 2.4.5.2 se muestra la marcada volatilidad de esta variable
y en el Cuadro 2.4.5.2 se encuentra que los cambios de retraso a no
retraso de 1964 y de 1991 coincidieron con reducciones sustanciales en la
variabilidad (varianza) de WR/WR*, al tiempo que el período de retraso de
1975-1990 convivió con un nivel de variabilidad extraordinariamente alto.
Ello no ocurre, sin embargo, en el primer cambio de ciclo, puesto que la
volatilidad en 1900-1933 fue mayor que en 1934-1963.

184 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Gráfico 2.4.5.2. El retraso de la Argentina y la puja distributiva: Variación anual
del salario real respecto de la tendencia de largo plazo (WR/WR*), 1900-2008

30 1,2

20 1

10 0,8

0 0,6

-10 0,4

-20 0,2
WR/WR* R-Avanzados

-30 0
1900
1905
1910

1915
1920
1925
1930

1935
1940
1945
1950
1955
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
2000
2005
Fuentes: Elaboración propia sobre la base de Ferreres (2010) y BCRA.

Cuadro 2.4.5.2. La relación entre el crecimiento anual y el crecimiento de largo


plazo del salario real en los períodos de retraso (R) y de no retraso (NR)

Varianza WR/
Evolución Período Mín. Máx. Dif.
WR*
NR 1900-1933 47,5 -9,6 24,0 33,6
R 1934-1963 37,8 -17,2 17,3 34,5
NR 1964-1974 17,8 -5,0 7,2 12,2
R 1975-1990 122,5 -23,2 19,8 43,0
NR 1991-2008 33,0 -12,8 14,2 27,0
Fuentes: Ídem Gráfico 2.4.5.1 y capítulo 1.

La presencia de valores extremos también aparece como un buen


diagnóstico del retraso, cuyos períodos coinciden con aumentos del
rango máximo/mínimo, y también con valores extremos negativos más
pronunciados; de hecho, los dos mínimos de la serie pertenecen a períodos
de retraso. Esto indica que la variabilidad en el comportamiento
de los salarios reales puede haber afectado el desempeño
económico de la Argentina, aportando evidencia a la hipótesis
de la puja distributiva.

Capítulo 2 / 185
2.4.6. La debilidad del capitalismo nacional y la falta de
cohesión del empresariado

Esta hipótesis muestra dos facetas vinculadas pero no idénticas, a


saber, la debilidad y la falta de cohesión del empresariado. La primera
subraya que el atraso argentino se encuentra asociado a la falta de una
clase empresaria doméstica fuerte e innovadora como la de otros países
que lograron mejores resultados históricos en términos de crecimiento.
Según una corriente de pensamiento, sin embargo, tales carencias se
deben a factores de contexto. Así, en uno de los trabajos más amplios sobre
el tema, Andrés López (2006) concluye que “los empresarios argentinos
[…] no se diferencian genética o culturalmente de sus colegas de otros
países. Lo que los diferencia es que han vivido y viven en la Argentina.
Sin dudas, en tanto clase social poderosa, han contribuido decisivamente
a que la Argentina haya sido y sea lo que hoy es, pero sus conductas han
sido un ingrediente más en una compleja trama de factores y causalidades
que, ni más ni menos, están detrás de la larga serie de frustraciones que
ha venido experimentando el país desde varias décadas atrás. Cuando uno
examina el desempeño macroeconómico e institucional de la Argentina en
el largo plazo resulta claro que habría sido muy raro encontrar abundantes
desempeños empresarios innovadores y dinámicos sostenidos en el tiempo.
Si la inversión y el cambio tecnológico son afectados negativamente por la
incertidumbre, la volatilidad macroeconómica y el cambio en las reglas de
juego –todos elementos que inducen más bien conductas cortoplacistas y
una fuerte preferencia por la flexibilidad en las decisiones empresarias–
el caso argentino nos ofrece una confirmación muy evidente de esa
hipótesis general” (p. 175). Agrega el autor que “a la luz de este conjunto
de consideraciones tendientes a presentar una ‘imagen estilizada’ de la
evolución del comportamiento empresario argentino en el largo plazo, las
hipótesis que recurren a la existencia de una elite rentística o parasitaria
que, por continuidad de sus miembros o por ‘transmisión genética’, ha
bloqueado, justamente por su carácter rentista, el proceso de desarrollo
argentino, no encuentra sustento empírico” (p. 281).

186 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Alternativamente, la hipótesis adquiere giros más específicos, y en
parte opuestos al enfoque anterior, en tanto se subraya la carencia de cierto
tipo de empresariado nacional. Por ejemplo, Basualdo (2003) sintetiza una
disyuntiva entre el capital nacional y el extranjero de la siguiente manera:
“Dentro de las grandes firmas de la economía argentina se generaba
una diferenciación entre los capitales extranjeros y los locales que no
involucraba una forma de industrialización alternativa, sino un diferente
dinamismo relativo de las distintas ramas productivas, a partir de una
contrapuesta distribución del ingreso. Esta última, resultaba una variable
clave para la alianza entre la clase trabajadora y la burguesía nacional
porque la redistribución del ingreso a favor de los asalariados redundaba
en una mayor expansión relativa de la demanda doméstica y, con ello, de los
empresarios nacionales, mientras que el movimiento inverso, potenciaba
el capital transnacional” (p. 4). En términos algo más formales, esta visión
postula que la existencia de un empresariado nacional sólido tiene algunas
ventajas para el país. Se señala, por ejemplo, que el empresariado local,
por tener mayor seguridad de permanecer en su país, tiende a realizar
inversiones con un horizonte temporal más largo, reduciendo la naturaleza
especulativa de las operaciones y centrándose más en la economía real,
lo que crea un círculo virtuoso derivado de la generación de empleo y de
los eslabones productivos. Por el contrario, el empresariado extranjero
invertiría en el país con una perspectiva de corto plazo, fomentando la
especulación y reduciendo la calidad de las inversiones. También se ha
argumentado que la inversión extranjera se ha orientado con frecuencia
a actividades extractivas, potencialmente menos permanentes que las
basadas en recursos renovables. En síntesis, de acuerdo con esta hipótesis,
la debilidad del capitalismo nacional daría lugar a un peso excesivo del
capital extranjero que, por las falencias mencionadas, perjudicaría a la larga
el desarrollo del país. Una segunda faceta de esta hipótesis se refiere a la
falta de cohesión del empresariado nacional vinculada a la fragmentación
de los intereses de los distintos sectores.

Capítulo 2 / 187
• Se utilizan como variables independientes:
(a) la participación de las empresas extranjeras en la facturación de las
100 o 500 mayores empresas del país;
(b) el stock y el flujo de inversión extranjera directa (IED);
(c) la comparación entre el desarrollo de grandes empresas en la Ar-
gentina y otros países de la región;
(d) algunas evidencias sobre la cantidad de cámaras empresariales en
la Argentina comparada con otros países.

2.4.6.1. La participación de las mayores empresas


Uno de los indicadores más utilizados para analizar la evolución del
capitalismo nacional es la participación de las mayores empresas (100,
500) en variables tales como el PIB, la producción, el valor agregado o el
empleo. Para el caso de la Argentina, se afirma la existencia de procesos de
concentración y extranjerización en las últimas décadas. Según la encuesta
de grandes empresas del INDEC, la cantidad de empresas nacionales entre
las mayores 500 cae de 281, en 1993, a 175, en 2001, y 176, en 2009. La
participación de las empresas nacionales en el valor de la producción
entre 1993 y 2001 cae de 40 % a 20,7 % y mantiene el mismo valor en
2009. Aunque no es posible construir series homogéneas de esta variable,
información más cualitativa permite afirmar que, hacia 1960, cotizaban en
la Bolsa de Comercio de Buenos Aires unas 600 empresas, de las cuales
no menos de 400 eran de capitales nacionales. Hoy los números se han
reducido aproximadamente a una séptima parte, lo que evidencia un proceso
de concentración y de creciente participación del capital extranjero.
Otro punto de vista es comparar el desarrollo empresarial en el
contexto latinoamericano. En el Cuadro 2.4.6.1 se presenta la distribución
por países de las 500 y de las 100 empresas latinoamericanas con mayores
ventas –según el listado de Latin Trade– y también su relación con el PIB
total en paridad del poder adquisitivo de cada país. Se destaca nítidamente
el caso de Chile, que muestra una densidad de grandes empresas/PIB
de más del doble que Brasil o México para el caso de las 500 empresas y
también mayor en el caso de las 100 empresas. La Argentina aparece en
una posición bastante más débil que Chile, Brasil, México y, para el caso de
las 500 empresas, también que Colombia. Si la Argentina tuviera la misma

188 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


densidad que Chile debería contar con 67 empresas en lugar de 28 entre las
500 más grandes, y 23 empresas en lugar de 4 entre las 100 mayores. En una
línea análoga, en el listado de las 2000 empresas globales más importantes
(Forbes, 2010)38, aparecen 33 empresas de Brasil, 18 de México, 8 de Chile,
3 de Colombia, Perú y Venezuela y ninguna de la Argentina. Aunque el dato
de la Argentina parece equivocado, ya que al menos 3 empresas deberían
haber figurado, el cuadro tampoco es alentador. Esta información revela
con bastante claridad una debilidad relativa del empresariado argentino,
aun respecto de varios de sus pares latinoamericanos. Ella se ha debido
muy probablemente a las grandes convulsiones que atravesó la economía
argentina desde la Segunda Guerra. Aunque no es posible probar si
ello ha estado o no asociado al retraso del país, cabe subrayar
la coexistencia en el tiempo del debilitamiento al menos relativo
del empresariado nacional y el retraso de la Argentina.

Cuadro 2.4.6.1. Cantidad y participación por países en las 100 y 500 empresas
latinoamericanas de mayores ventas, 2005

Participación en las 500 Participación en las 100


En proporción al En proporción al
En (%) En (%)
PIB PPP (1) PIB PPP (2)
Brasil 41,8 0,019 41,0 0,019
México 28,6 0,018 42,0 0,027
Chile 11,8 0,046 9,0 0,035
Colombia 6,6 0,015 1,0 0,002
Argentina 5,6 0,009 4,0 0,006
Perú 2,2 0,008 1,0 0,004
Venezuela 2,0 0,006 1,0 0,003
Otros 1,4 … 1,0 …

Fuente: Las columnas indicadas con (1) y (2) muestran el cociente entre el porcentaje de
participación en el total de 500 (1) y 100 (2) empresas y el PIB total de 2009 en paridad
del poder adquisitivo, tomado del Bando Mundial. Los datos de distribución nacional de las
500 y las 100 empresas están tomados de Latin Trade: http://findarticles.com/p/articles/
mi_m0BEK/is_7_13/ai_n14874187/pg_2/?tag=content;col1.

38
http://www.forbes.com/lists/2010/18/global-2000-10_The-Global-2000_Counrty.html. En la edición
publicada en 2011 aparecen 37 empresas de Brasil, 18 de México, 9 de Chile, 6 de Colombia, 4 de Venezuela,
2 de Perú, 2 de Argentina (Tenaris y Ternium, ambas del grupo Techint) y 1 de Panamá.

Capítulo 2 / 189
2.4.6.2. La inversión extranjera directa como porcentaje del PIB
Una de las derivaciones de la hipótesis de la debilidad del capitalismo
nacional es el cuestionamiento del impacto de la IED sobre el desempeño
económico, pues se le atribuye tanto el desplazamiento del empresariado
local como efectos negativos sobre el desarrollo de la economía (Basualdo,
2003). Es una visión opuesta a la más extendida, que destaca los efectos
positivos de la IED.

Gráfico 2.4.6.1. El retraso de la Argentina y la inversión extranjera directa como


porcentaje del PIB, 1950-2008

9% 0.9
IED
8% 0.8
R-Avanzados
7% 0.7
6%
0.6
5%
0.5
4%
0.4
3%
0.3
2%
1% 0.2

0% 0.1
1950
1953

1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989

1992
1995

1998
2001

2004
2007
-1% 0

Fuente: Elaboración propia sobre la base del capítulo 1, CEPAL (2009) y Ferreres (2010).

Como se observa en el Gráfico 2.4.6.1, hubo dos etapas de crecimiento


relativamente sostenido de la IED. La primera fue desde 1956 a 1960. En
ese lapso, la IED se elevó desde un valor casi nulo al 2,4 % del PIB. En
esta etapa, R-avanzados pasó de 0,72 a 0,68, una caída consistente con
la hipótesis. La segunda etapa de crecimiento sostenido de la IED fue en
1988-1999. En ese período, R-avanzados mostró momentos de tendencia
creciente y decreciente, si bien predominó el no retraso de la Argentina,
lo que hace que sea menos clara la evidencia a favor de la hipótesis aquí
estudiada. En materia de nivel, cabe destacar que la IED tuvo en la década
de los noventa un promedio muy superior al de las décadas previas,

190 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


claramente asociado a las privatizaciones. No obstante eso, se trató de
un período de no retraso para la Argentina, de manera inconsistente con
lo postulado por la hipótesis en discusión. Más aún, como lo resume el
Cuadro 2.4.6.2, la IED promedio en 1991-2008 fue del 2,6 % del PIB, más
que quintuplicando el valor del período anterior, de retraso.

Cuadro 2.4.6.2. La inversión extranjera directa como % del PIB según períodos
de retraso (R) y de no retraso (NR)
Evolución Período IED/PIB
R 1950-63 0,5%
NR 1964-74 0,1%
R 1975-90 0,5%

NR 1991-08 2,6%

Fuente: Ídem Gráfico 2.4.6.1.

En la comparación del caso argentino con el de los países vecinos


(Gráfico 2.4.6.2), los resultados tampoco favorecen a la hipótesis. Se
observa, por ejemplo, que desde mediados de la década del ochenta Chile
ha sido, casi de manera permanente, el país que más IED ha recibido como
porcentaje de su producto lo cual, desde la óptica de la hipótesis, contrasta
claramente con el hecho de que, en ese mismo período, Chile ha sido el
país de mejor desempeño relativo entre los cuatro considerados, lo que
muestra, además, la formación de una sólida clase empresaria nacional.

Capítulo 2 / 191
Gráfico 2.4.6.2. Inversión extranjera directa como % del PIB: Argentina, Brasil,
Chile y Uruguay, 1950-2008
14%

12%
Argentina
10%

8% Brasil

6% Chile
4%
Uruguay
2%

0%

-2%

-4%

-6%
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Fuente: Elaboración propia sobre la base de CEPAL (2009).

En una línea similar, la Argentina se recuperó en los noventa respecto


de Brasil y se mantuvo estable con respecto a Uruguay, pese a tener un
nivel de IED más alto que el de esos países. En síntesis, no hay evidencias
que permitan respaldar la hipótesis de que la inversión extranjera directa
pueda ser uno de los factores determinantes del retraso de la Argentina.

2.4.6.3. La cuestión de la organización y cohesión del empresariado


Un estudio reciente (D’Andrea, 2010) ha mostrado que el número de
cámaras empresariales en el país llega a las 908 y el promedio de miembros
es de 103. Si bien en otros países también existen numerosas cámaras, en
muchos de ellos hay instancias superiores de coordinación, tales como
la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE),
que existe desde hace 33 años, o la Confederación de la Producción y del
Comercio de Chile, que existe hace 80 años. Tanto en España y Chile como
en Brasil se observa así una coordinación entre entidades claramente
mayor que la observada en la Argentina. Se asocia la falta de cohesión a
dos efectos negativos. Por un lado, que en determinados momentos del

192 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


tiempo no ha habido un adecuado contrapeso al poder de los sindicatos
en la negociación colectiva o de cúpulas, lo que ha dado lugar a desbordes
de variables económicas con consecuencias muy negativas para todos. Se
mencionan al respecto lo ocurrido durante la presidencia de Illia con las
ocupaciones de fábricas; los acontecimientos que tuvieron lugar antes o
después del llamado “rodrigazo”; y algunas circunstancias observadas en
los últimos años. Por otro lado, que la fragmentación del empresariado
dificulte o aun impida el desarrollo del componente asociativo que permita,
por ejemplo, desarrollar las cadenas de valor.

2.4.7. Distribución de la propiedad de la tierra

Otro factor destacado por las hipótesis estructuralistas es el de la


distribución de la propiedad de la tierra (Scobie, 1968). Su naturaleza
concentrada tuvo mucho que ver con el hecho de que, por razones de
demanda mundial y oferta interna, la ocupación de las tierras en la
Argentina se dio sobre la base de la ganadería, propensa naturalmente
a las grandes extensiones (“desarrollo prusiano”), y no sobre la base de
la agricultura, más amigable con un desarrollo en colonias (“desarrollo
americano”). Se sostiene que la desigual distribución de la tierra tuvo
varios efectos negativos. Por un lado, redundó en un excesivo poder de
un grupo reducido de terratenientes que tendió a impulsar políticas
menos amigables hacia el desarrollo de una estructura productiva más
diversificada. Además, los grandes propietarios fueron frecuentemente
absentistas, limitando así el desarrollo de muchos lugares del Interior del
país –incluso de la propia provincia de Buenos Aires– y acentuando el
crecimiento del Gran Buenos Aires. En tercer lugar, se dificultó o limitó
cuantitativa y cualitativamente la formación de clases medias localmente
arraigadas –al estilo del Medio Oeste norteamericano–, lo que, además de
restringir el desarrollo del Interior, redujo la capacidad de creación allí de
suficientes empleos y acentuó las migraciones hacia el Gran Buenos Aires.
Estos tres factores habrían de manifestarse en conjunto para dar lugar a
una distribución del ingreso más desigual.

Capítulo 2 / 193
En este aspecto, la Argentina se diferenció claramente de Australia,
Canadá o los Estados Unidos. El contraste con Australia ha sido destacado
por varios autores (Hirst, 1979; Engerman y Sokoloff, 2002). Hirst subrayó
que “en esta cuestión hay muchas diferencias con respecto a la Argentina.
En Australia, uno de los hechos más destacados de la política durante
los ochenta años posteriores a 1850, fue el asentamiento de pequeños
propietarios. En este sentido, la política determina la naturaleza de la
sociedad rural, y no a la inversa […] si bien la actividad ganadera fue durante
gran parte del siglo XIX la base de la economía, los ganaderos en sí nunca
llegaron a ser la clase gobernante […]. El contraste con la Argentina fue
muy marcado” (p. 87). El mismo autor reseña que, hacia 1914, el tamaño
medio de las propiedades rurales en la Argentina era de 360 hectáreas; en
Nueva Gales del Sur (Australia), de 71 hectáreas; en los Estados Unidos
llegaba a las 53 hectáreas, y en Inglaterra era de 25 (p. 89). Por su parte,
Engerman y Sokoloff dedican buena parte de su trabajo argumentar que la
desigual distribución de la tierra se extendió también a otras esferas de la
vida social39.
Todo parece indicar que una distribución de la tierra
más igualitaria en la Argentina hubiera aumentado las
probabilidades de un mayor poblamiento del Interior, una red
de centros urbanos más equilibrada, una mejor distribución
del ingreso y una menor propensión a la conflictividad social.

2.4.8. Intensidad y concentración en el tiempo de la


inmigración

Otros factores que se han destacado como eventual causa del retraso
de la Argentina son la intensidad y la concentración en el tiempo de la
inmigración. Ello habría contribuido a un menor crecimiento del ingreso por
habitante y a la generación de mayores tensiones en el mercado de trabajo
con sus consecuencias sociales y políticas, acentuadas por el hecho de que

39
En Castro (1971), se puede encontrar un desarrollo de las relaciones –y las no relaciones– entre la
política de inmigración y la de distribución de la tierra en el siglo XIX y principios del XX.

194 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


buena parte de los inmigrantes se incorporaron tardíamente al sistema
político. Este punto ya había sido destacado en su momento, entre otros,
por Germani (1962) y Beyhaut et al. (1965), enfatizando que la Argentina
había recibido más inmigrantes que ningún otro país del mundo, y por Díaz
Alejandro (1988), quien destacó que la velocidad del crecimiento poblacional
de la Argentina no solo había sido alta en la comparación internacional
general, sino también en relación con los países de reciente poblamiento
(Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda). Más recientemente,
Galiani y Somaini (2010) subrayan las importantes diferencias en las
políticas inmigratorias de la Argentina y Australia, que resultaron en tasas
muy diferentes de crecimiento poblacional. Por ejemplo, entre 1861 y
1928 la Argentina pasó de 1,35 a 11,28 millones de habitantes, mientras
Australia aumentó de 1,2 a 6,22 millones. Uno de los probables efectos de
ese rápido aumento de la población argentina fue aumentar el precio de la
tierra en comparación con el del trabajo. Los autores mencionados citan
una estimación de Taylor (1997), según la cual el salario posinmigración
fue 20 % inferior al que hubiera existido en su ausencia. L. Llach (2010)
enfatiza que estas altas tasas de inmigración contribuyeron a diluir mucho
más rápidamente que en Australia o Canadá la ventaja inicial de un alto
capital natural por habitante. Di Tella (1979, pp. 182-3) fue más lejos al
preguntarse si no fue el tipo de inmigración que mayoritariamente recibió
la Argentina, y que él denomina “mediterránea”, lo que determinó el retraso
del país. La respuesta es que ello pudo ocurrir hasta la segunda posguerra,
pero no a partir de entonces y hasta los noventa.
Según el censo de 1914, la población extranjera era cercana al 30 % del
total. Uno de cada tres inmigrantes vivía en la ciudad de Buenos Aires.
Esta, junto a la provincia del mismo nombre y Santa Fe, reunían el 75 %
de los inmigrantes. Su presencia ya era también significativa en Córdoba
(20 % de la población), en Mendoza (32 %), en La Pampa (36 %) y en la
Patagonia. En contraste con las visiones anteriores del “crisol de razas”
(Germani, 1955) contemporáneamente se ha puesto en duda, y con buenos
fundamentos, hasta qué punto se logró una “integración” plena o menos
aún, rápida, de los inmigrantes (Devoto, 2000, pp. 98 y ss.). “El balance

Capítulo 2 / 195
es que una sociedad culturalmente plural existía en la Argentina anterior a
la Primera Guerra y donde diferentes entidades se superponían” (Devoto,
p. 103), quien también afirma que, entre las dos guerras mundiales, la
integración de los inmigrantes se aceleró. En Fausto y Devoto (2005) se
muestra cómo desde fines del siglo XIX no solo la población de la Argentina
creció más que la de Brasil, sino que la participación de la inmigración en
dicho crecimiento fue mucho mayor aquí que allá. Agregan también que el
número absoluto de inmigrantes recibido por la Argentina fue inferior solo
al de los Estados Unidos, superando, en cambio, a Canadá y a Brasil. Citan
al respecto un estudio del reconocido demógrafo italiano Giorgio Mortara
(citado por Fausto y Devoto, 2005), según el cual entre 1840 y 1940 la
inmigración había contribuido al crecimiento poblacional de la Argentina
un 58 %; un 44 % al de los Estados Unidos; 22 % al de Canadá y 15 % al de
Brasil.
Cuando se analizan conjuntamente la inmigración récord,
el gran crecimiento poblacional y las dificultades objetivas que
la economía argentina encontró para su desarrollo a partir
de la Primera Guerra o de 1930, no puede descartarse que la
magnitud de la ola inmigratoria haya tenido un papel negativo
en el crecimiento del ingreso por habitante de la Argentina
relativo al de otros países.

2.4.9. Concentración en el área metropolitana de Buenos Aires

La concentración de la población en el área metropolitana de Buenos


Aires (AMBA) ha sido también esgrimida como una posible causa
del retraso de la Argentina. Algunos canales posibles de esta relación
serían: a) excesivo poder del Gran Buenos Aires sobre el resto del país,
y consecuente aplicación de políticas económicas proteccionistas, más
adecuadas a sus intereses; b) consiguiente debilitamiento de las economías
del Interior, incluyendo la Pampa Húmeda; c) naturaleza retroalimentada
del fenómeno, dado que frecuentemente la concentración en uno o pocos
centros acentúa las migraciones internas hacia ellos; d) presión excesiva

196 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


sobre la infraestructura y consecuente desarrollo de barrios precarios,
propensos a las políticas clientelistas. En su interesante libro comparativo
del desarrollo de Brasil y la Argentina (1850-2002), Fausto y Devoto
(2005) documentan la fuerte concentración regional de la población. Ya
entre 1914 y 1920 la concentración en la región pampeana de la Argentina,
incluyendo la ciudad de Buenos Aires, era de 73,6 %, bastante mayor que la
observada en las regiones Centro-Sur y Sur de Brasil (58,4 %). El fenómeno
ha perdurado, ya que en 2010 dicho porcentual es del 65,8 %.
En cuanto al Área Metropolitana de Buenos Aires, su población llegaba
al 16 % en 1895, alcanzó un máximo de 34,9 % en 1970 y cedió hasta 31,9 %
en 2010. El Gran Santiago de Chile siguió una evolución análoga y mostraba
un 35,9 % de la población total en el último censo (2002). Uruguay
sobresale en materia de concentración en el área metropolitana, ya que la
de Montevideo reúne nada menos que el 58 % del total de la población del
país. Muy diferentes son los casos de Brasil y México. En Brasil, la región
metropolitana de la principal ciudad, San Pablo, alcanza a solo un 10,2
% del total y aun considerando el “complejo metropolitano extendido” se
totalizan 26,3 millones de habitantes y 13,6 % del total del país. En México,
la región metropolitana tiene poco más de 20 millones de habitantes, lo
que representa un 17,9 % del total. Es tentador construir un caso de la
concentración en la gran metrópoli como factor determinante del retraso,
ya que hasta el despegue de Chile en los ochenta, la Argentina, Chile y
Uruguay mostraban muy malos desempeños en materia de crecimiento.
Desde ya, no se trataría de una relación necesaria, porque pueden
encontrarse diversos países con valores semejantes y mayor crecimiento
entre 1950 y 2008 que la Argentina (rango 87) y Uruguay (rango 91), y
muy probablemente también mayor que el de Chile hasta los ochenta. El
caso más saliente quizás sea el de Corea (rango 2), donde Seúl es la tercera
metrópoli mundial por su tamaño y reúne el 50,3 % de la población. San
José de Costa Rica (rango 46) concentra el 53,3 %, Panamá (rango 58) el
35 %, Dublín (Irlanda, rango 13) el 34,8 % y Atenas (Grecia, rango 12) el
34,3 %.

Capítulo 2 / 197
En conclusión, aunque es probable que la alta concentración
poblacional en una sola ciudad haya limitado durante mucho tiempo el
crecimiento relativo de la Argentina –al igual que el de Chile y Uruguay–,
este nexo está lejos de ser necesario, pues hay muchos países con valores
de concentración superiores y mayor crecimiento económico.

2.5. Hipótesis de las instituciones políticas

Las ideas acerca de una influencia negativa del mal funcionamiento


de las instituciones políticas en el desempeño económico de la Argentina
vienen de bastante lejos. Surgieron primero al calor de las luchas políticas.
Entre unitarios y federales, hasta 1880; entre conservadores y radicales en
la primera mitad del siglo XX; y entre peronistas y antiperonistas a partir
de entonces (Gallo, 2009; Halperín Donghi, 2009 y Torre, 2009). Algunas
de estas ideas fueron luego elaboradas por las ciencias políticas y por la
nueva economía institucional, que ha destacado el rol de las instituciones
en general, y también el de las instituciones políticas, en el desempeño de
las economías a mediano y largo plazo (North, 1990 y 1992; Sanz Villarroya,
2007). Para el caso de la Argentina, Cortés Conde (1998) subraya que, dado
que las decisiones económicas siempre se toman dentro de determinados
marcos institucionales, para analizar el problema del país, la pregunta
correcta es si tuvo las instituciones adecuadas para que pudiera hacerlo.
Anteriormente J. J. Llach (1987) hizo un intento de explicar el retraso de la
Argentina por fallas institucionales originadas tanto en rasgos estructurales
como en falencias de políticas. Gallo y Alston, por su parte, representan un
caso extremo de institucionalismo, pues atribuyen al desplazamiento de
los jueces de la Corte Suprema en 1947 y a la nueva Constitución votada
en 1949 un rol causal –quizás “el” rol– determinante del retraso de la
Argentina.
En todo caso, debe quedar claro que el comportamiento asociado de
las instituciones políticas y el desempeño económico nada dice a priori de
la dirección de la causalidad, porque así como problemas institucionales
suelen dar lugar al retraso económico de un país, los problemas

198 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


económicos también pueden haber “causado” comportamientos tales como
el surgimiento de gobiernos ilegales. Más aún, en muchos casos puede
tratarse de una “causalidad circular acumulativa” (Gunnar Myrdal), en la
que problemas institucionales conducen a malos resultados económicos
que, a su vez, agravan los problemas institucionales, y así sucesivamente.
Esta afirmación vale, en general, para las hipótesis 2.5.1 a 2.5.5 que se
analizan a continuación.

2.5.1. La inestabilidad política y los gobiernos legales e


ilegales

Quizás la hipótesis clásica sobre las instituciones políticas es la de


la inestabilidad, entendida como los cambios en la titularidad del Poder
Ejecutivo –o de otros poderes del Estado, como la Corte Suprema–
fuera del tiempo y la forma previstos constitucionalmente o, dentro de
regímenes de facto, fuera de las normas originalmente dictadas por ellos.
La inestabilidad política fue muy generalizada, tanto en la Argentina
como en América Latina, durante los cincuenta años transcurridos entre
la crisis de 1930 y la década del ochenta del siglo XX. Lo propio ocurrió
en África, y el hecho de que ambos continentes hayan tenido los peores
desempeños económicos a partir de 1950, como se vio en el capítulo 1,
sugiere la posibilidad de un fuerte nexo entre ambos fenómenos. Para el
caso de la Argentina, esta es la posición de “institucionalismo extremo” de
autores como Gallo y Alston quienes, centrando su análisis en los cambios
en la Corte Suprema de Justicia, subrayan que la herencia de Perón fue una
inestabilidad política que, a su turno, generó cambios en las instituciones
y en las políticas económicas determinantes del retraso. La inestabilidad
política ha estado normalmente muy asociada a cambios en las reglas del
juego económico, ya que casi siempre implicó reemplazos entre partidos o
fuerzas militares de signos ideológicos muy diferentes y aun opuestos, más
o menos estatistas o promercado, más o menos tolerantes con la inflación,
más o menos populistas, más o menos partidarios de una economía abierta
al comercio y a las inversiones, etcétera. Aunque es difícil “probarlo” en

Capítulo 2 / 199
sentido estricto, lo más probable es que todo esto haya incidido también en
la volatilidad macroeconómica y en una baja tasa de inversión. Sí es posible
afirmar, en cambio, que ambos rasgos han estado presentes a lo largo del
período mencionado (1930-1985), tanto en la Argentina como en América
Latina.
 Se utiliza como variable independiente la frecuencia de los cambios del
titular del PEN realizados por la fuerza o a destiempo y se compara con
Brasil, Chile y Uruguay.
El Cuadro 2.5.1.1 ofrece una visión impresionista acerca de lo ocurrido
en la Argentina con la inestabilidad política durante los períodos de retraso
y de no retraso. Los años de gobierno son considerados legales o ilegales
según que el Poder Ejecutivo haya estado a cargo de titulares electos o no,
de acuerdo con las reglas constitucionales o con las dictadas en su origen
por los gobiernos de facto. Los primeros se dividen, a su vez, en gobiernos
electos de acuerdo con reglas preexistentes y en aquellos surgidos de
elecciones en las que hubo fraude o partidos proscriptos. Se ubican en esta
última categoría los gobiernos de Justo, Ortiz, Castillo, Frondizi e Illia. Los
segundos pueden dividirse a su vez entre los originados en derrocamientos
de presidentes constitucionales (7 en total) o los originados en golpes de
palacio dentro de gobiernos militares (7 en total)40.

Cuadro 2.5.1.1. El retraso de la Argentina y los gobiernos legales e ilegales,


1900-2008

Años de gobiernos legales


Años de Cambios
Elección
gobiernos Elección de gobierno
acorde a Total
ilegales limitada ilegales
reglas
No retraso
1900-1933 2 31 1 32 1
1964-1974 7 2 2 4 1o3
1991-2008 0 17 1 18 1(*)

Total (63 años) 9 (14,3 %) 50 (79,4 %) 4 (6,3 %) 54 (85,7 %) 3o5

40
Se excluyen los interinatos de Puerta y Caamaño, por haber sido tales, y la presidencia de Adolfo Rodrí-
guez Saa, cuya naturaleza jurídica es dudosa, todos ellos ocurridos a partir de la renuncia de presidente
Fernando de la Rúa en diciembre de 2001.

200 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Retraso
1934-63 7 10 13 23 3o6

1975-90 8 8 0 8 1o3
Total
15 (32,6 %) 18 (39,1 %) 13 (28,3 %) 31 (67,4 %) 4o9
(46 años)

Total
24 (22,0 %) 68 (62,4 %) 17 (15,6 %) 85 (88 %) 7 o 14
general

Notas y fuentes: Se consideran “acorde a reglas” los anteriores a 1916 porque siguieron usos y
costumbres de la época en momentos en que muy pocos países del mundo tenían elecciones
con participación amplia. Hubo 7 golpes de Estado si se consideran solo los derrocamientos de
presidentes surgidos de elección popular y 14 si se consideran también los golpes dentro del
golpe. (*) Se considera no legal el cambio de gobierno del año 2001 porque, pese a cumplirse
los pasos constitucionalmente previstos, el gobierno saliente fue presionado por la fuerza a
renunciar. Elaboración propia.

De esto surge que los períodos de retraso de la Argentina


tuvieron una mayor frecuencia de gobiernos ilegales (32,6 %) que
los períodos de no retraso (14,3 %). En los períodos sin retraso,
en cambio, muestran un 85,7 % de años con gobiernos legales.
En los períodos de no retraso también es menor la frecuencia de
cambios de gobierno realizados al margen de la ley preexistente,
con un cambio no legal de gobierno cada 12,6 años versus uno
cada 5,1 años en los períodos de retraso. En fin, los períodos sin
retraso muestran que el 92,5 % de los años tuvieron gobiernos
electos de acuerdo con reglas, porcentaje que cae al 58,1 % en el
caso de los períodos con retraso.
Si se compara con lo sucedido en Brasil, Chile y Uruguay, se obtienen
conclusiones interesantes. Si se considera el período 1900-2008, Brasil
tuvo 76 años de gobiernos legales, 33 años de gobiernos ilegales y 3 golpes
de Estado exitosos o cambios ilegales de gobierno. Chile tuvo 91 años de
gobiernos legales, 18 de gobiernos ilegales y solo 2 golpes exitosos. Uruguay
muestra exactamente los mismos números que Chile. La Argentina, con

Capítulo 2 / 201
85 años de gobiernos legales, 24 de gobiernos ilegales y 7 o 14
golpes de Estado exitosos –según la definición adoptada– surge
como el país con mayor inestabilidad (frecuencia de golpes
de Estado) y, aunque supera a Brasil en años con gobiernos
legales, muestra también una alta frecuencia de gobiernos
surgidos de elecciones limitadas.

2.5.2. Gobiernos civiles versus gobiernos militares

Esta hipótesis se vincula a la anterior, pero le añade un nuevo giro


al adjudicar a los gobiernos civiles o militares determinadas virtudes o
defectos con incidencia positiva o negativa en el retraso de la Argentina.
Se ha argumentado que, para analizar adecuadamente este punto, debería
tomarse en cuenta también la tasa de inversión, dado que hay dos períodos
militares (1966-1972 y 1976-1983) en los que ella fue claramente más alta
que durante los gobiernos civiles anteriores y posteriores41. El tema no
puede dilucidarse con facilidad, porque también es pertinente la calidad, es
decir, la productividad de dicha inversión para postular un efecto positivo.
Por ejemplo, durante el período iniciado en 1976, una parte relevante,
aunque desconocida, de la inversión fue en armamentos, con impacto nulo
o aun negativo en la productividad de largo plazo.
 Se analiza esta hipótesis utilizando como variables independientes la
existencia de gobiernos militares y la cantidad de golpes de Estado,
analizándose complementariamente la hipótesis de una mayor inversión
durante los gobiernos militares.
El Cuadro 2.5.2.1 muestra lo ocurrido en la Argentina con los períodos
de gobierno civiles y militares y su relación con el retraso del país. Los

41
La relación inversión/PIB (a precios constantes) que había sido del 11,7 % entre 1946 y 1955 subió a
14,7 % entre 1958 y 1966. Luego salta al 18,3 % entre 1967 y 1972 y al 21,3 % entre 1976 y 1983. Por último,
en el largo período civil 1984-2008, el coeficiente de inversión medio fue 17,8 %. El promedio ponderado
de los gobiernos civiles es 15,7 % y el de los gobiernos militares es 20,0 %. Hay que tener en cuenta que
la serie muestra una tendencia de aumento. Pero aun dejando de lado los dos primeros períodos civiles,
resulta que el promedio de los gobiernos militares (1967-1972 y 1976-1983) de 20,0% supera en 2,2 puntos
porcentuales al largo período democrático iniciado en 1983.

202 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


períodos de retraso de la Argentina transcurrieron con una
mayor frecuencia de años de gobiernos militares –28,3 %,
versus 11,1 % en los períodos sin retraso–, y también una
mayor frecuencia de golpes de Estado militares, tanto si se
los considera a todos (uno cada 5,1 años versus uno cada 12,3
años en los períodos sin retraso) como si se consideran solo
los derrocamientos de gobiernos elegidos (uno cada 11,5 años
versus uno cada 21 años).

Cuadro 2.5.2.1. El retraso de la Argentina y los gobiernos civiles y militares,


1900-2008

Años de Golpes de
Años de gobiernos
gobiernos Estado
civiles
militares militares
Períodos sin
retraso
1900-1933 0 34 1
1964-1974 7 4 1o3
1991-2008 0 18 1 (*)
Total 7 (11,1 %) 56 (88,9 %) 3o5
Períodos con
retraso
1934-63 5 25 3o6
1975-90 8 8 1o3
Total 13 (28,3 %) 33 (71,7 %) 4o9
Total general 20 (18,3 %) 89 (81,7 %) 7 o 14

Notas y fuentes: Ídem Cuadro 2.5.1.1.

Capítulo 2 / 203
2.5.3. El populismo económico

En un sentido amplio, diferente del generalmente usado, se entiende


aquí por populismo la puesta en marcha de políticas económicas que llevan
a variables relevantes hacia situaciones atractivas para grupos sociales
mayoritarios o influyentes, pero insostenibles en el mediano y largo plazo.
Fueron varias las variables típicamente elegidas en la Argentina, incluyendo
el tipo de cambio real, la tasa de inflación, los precios de los alimentos
o de los servicios públicos, el gasto público, el resultado fiscal, la cuenta
corriente del balance de pagos o la deuda pública. Estos desvíos de las
variables finalizaron las más de las veces en crisis generalmente intensas
de naturaleza monetaria, fiscal o externa, y ocurrieron en la Argentina
bajo gobiernos de diverso cuño, tanto civiles como militares. En la visión
de Dornbusch y Edwards (1992), el populismo económico es una política
que privilegia el crecimiento y la redistribución del ingreso aun a costa
de arriesgarse a una alta tasa de inflación y déficit fiscal y del balance de
pagos. Las políticas populistas dan lugar a un aumento de la volatilidad de
la economía, a mayor incertidumbre y a una falta de visión de largo plazo
que afectan negativamente la inversión y el crecimiento sostenido.
 Para analizar esta hipótesis, se utilizan las siguientes variables
independientes, consideradas para cada período de gobierno: a) desvíos
por apreciación del tipo de cambio real iguales o mayores a 20 puntos
porcentuales (pp); b) aumentos del cociente deuda pública/PIB iguales
o mayores a 20 pp del PIB42; c) aumentos del cociente gasto público/
PIB iguales o mayores a 3 pp del PIB; y d) disminuciones del coeficiente
de inversión/PIB iguales o mayores a 2,5 % del PIB43.
Un primer resultado que surge del Cuadro 2.5.3.1 es que se observan
más gobiernos populistas o episodios de populismo económico en los
períodos de retraso, 11 y 8 respectivamente, que en los períodos de no
retraso, con 7 y 4. Los gobiernos que más resaltan entre los períodos de

42
Aunque un aumento de la ratio gasto público/PIB podría ser contracíclico y, por lo tanto, no populista,
ello no se observa en los casos que cumplen aquí este requisito. Más aún, fueron más bien procíclicos.
43
La tasa de inflación también puede ser parte de las variables independientes de esta hipótesis, pero ya
se la consideró separadamente en 2.2.3.

204 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


retraso son tres. Uno es el de 1973-1975 –a caballo de un período de no
retraso y otro de retraso– que cumple los criterios de gasto público y caída
de la inversión y muestra un episodio de aumento de la deuda en 1975. Otro
es el del período 1976-1981, que cumple con los criterios de apreciación
cambiaria y aumentos del gasto; si se lo unifica con 1981-1983, cumple
los cuatro criterios y muestra además un episodio adicional de aumento
del gasto en 1981. El tercero es el del período 1983-1989, que cumple los
criterios de gasto público e inversión, muestra dos episodios de aumento de
deuda y uno de gasto público. Surge así claramente que las convulsiones
políticas y sociales iniciadas a fines de los sesenta y, que se agravaron
significativamente en los setenta, tuvieron también graves consecuencias
económicas que marcarían el período de mayor retraso de la Argentina,
a saber, 1975-1990.
En cuanto a los períodos de no retraso, y dejando de lado 1973-1975
que ya fue comentado, hay dos casos de caídas muy fuertes de la inversión
originadas sobre todo en shocks externos, a saber, 1910-1916 y 1930-
1932. Si se dejan de lado estos tres casos, el total de gobiernos y episodios
populistas se reduce de 7 y 4 a 3 y 4. Curiosamente, dos de esos tres casos
son de apreciación cambiaria, criterio que se cumple tanto entre 1989 o
1990 y 1999 como entre 2002 o 2003 y 2007.

Cuadro 2.5.3.1. El retraso de la Argentina y las políticas económicas populistas,


1900-2008

Apreciación Aumento Aumento gasto Caída de la


cambiaria ≥ deuda/PIB ≥ público/PIB ≥ Inversión/PIB ≥
20 % 20 puntos PIB 3 puntos PIB 2,5 puntos PIB

Períodos de retraso

1948: + 3,6
1934-63 1958-62: -45,3 1962: + 16,4 1938-43: - 7,5
1958: + 4,8
1962-63: - 4,7

Capítulo 2 / 205
1975-90 1981-3: 52,8 1973-75: + 5,5
1973-75: - 2,6
1975: + 20,9 1976-81: + 3,8
1976-81: -81,7 1981-83: -7,0
1987: + 18,3 1981: + 3,8
1983-89: -3,2
1989: + 56,8* 1985: + 5,7
1983-89: + 3,9

Períodos de no retraso

1900-1933 1909: + 3 1910-16:-22,1^


1930-32:-11,6^

1964-1974 … 1973-75: + 5,5 1973-75: -2,6

1989-99: -59,7
1999-2001:-3,3
1991-2008 (1990-99:-38,9) 2002: + 100,9 2007: + 4,1
2002: -4,5
2002-07: -33,8
(2003-07:-21,4)

Notas y fuentes: Elaboración propia sobre la base de datos de Ferreres (2010). En negrita
aparecen los períodos de gobierno que muestran indicadores de populismo y en cursiva los que
muestran shocks de populismo que no cubrieron todo un gobierno, pero que se aproximaron
o superaron el criterio. El período 1973-1975 se pone tanto en los de no retraso como en los
de retraso porque está “a caballo” de ambos. En el caso de la apreciación cambiaria, tanto
durante Menem como durante Kirchner, se ponen dos alternativas dado que los años 1989
y 2002 pueden considerarse anormales. Se observa que igual se cumple con el criterio. (^)
Debe tenerse en cuenta que la caída se debió sobre todo a los fuertes shocks externos de la
Primera Guerra y la Gran Depresión. (*) El período 1983-1989 da un aumento de la deuda de
54 puntos del PIB, pero no es tarea sencilla atribuirlo al gobierno de Alfonsín o al de Menem,
pues ella se debió en gran parte a la licuación del PIB por la hiperinflación de 1989.

206 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Surge, pues, una asociación entre retraso y populismo
económico. Se trata, sin embargo, de una relación compleja,
dado que existen relaciones dinámicas en las variables entre
períodos. Por un lado, los efectos de las políticas populistas
pueden demorar varios años en influir negativamente sobre el
crecimiento. Por otro lado, hay casos en que una política aquí
clasificada como populista tuvo algunos efectos positivos sobre
el crecimiento; por ejemplo, el retraso cambiario de los noventa
y de este siglo fue acompañado por aumentos importantes del
coeficiente de inversión que permitieron a posteriori un mayor
crecimiento.

2.5.4. El peronismo

Ha sido un clásico de la vida política argentina –y también de parte


del análisis político– atribuir al peronismo un papel causal relevante en
el desempeño económico del país, para mal o para bien según las ideas
de los autores. Quienes destacan una influencia negativa mencionan
cuestiones tan diversas como una mayor propensión del peronismo a
desarrollar políticas populistas, incluyendo de modo especial sistemas de
precios y salarios no sostenibles en el tiempo; su carácter de movimiento
con tendencia hegemónica, que dificulta el desarrollo de un sistema de
partidos o, en fin, su escaso respeto por las instituciones de la Constitución.
Esta hipótesis se vincula así con las de la volatilidad macroeconómica, la
inestabilidad política y el populismo, cuyos argumentos no serán repetidos
aquí, aunque sí es oportuno recordar que las políticas económicas
populistas han sido realizadas por gobiernos de muy diverso cuño. A veces,
la hipótesis del peronismo se matiza señalando que casi siempre que este
movimiento accedió al poder hubo un marco internacional favorable, con
buenos precios para las exportaciones argentinas que, de algún modo,
dieron mayor sustento a sus políticas, como ser verá enseguida. El hecho
es que ya fuera por razones externas, internas o ambas, durante estos
períodos el contexto externo favorable posibilitó el desarrollo de políticas

Capítulo 2 / 207
de impulso a la demanda agregada y de redistribución del ingreso y,
con ellas, pudieron también afianzarse en el tiempo las lealtades de los
sectores populares con el peronismo. Desde las ideas opuestas, más afines
al peronismo, el argumento más frecuente no ha sido tanto defender sus
políticas, sino atribuir el retraso de la Argentina a las políticas antinacionales
o antipopulares aplicadas por la mayoría de los gobiernos no peronistas,
hipótesis ya puestas a prueba en la sección 2.3, en especial en la sección
sobre políticas neoliberales.
 Para analizar esta hipótesis, se observa el retraso de la Argentina
durante los gobiernos peronistas y se lo compara con lo ocurrido durante
gobiernos no peronistas. Complementariamente, se prueba la hipótesis
de “la suerte del peronismo”, midiendo los términos del intercambio
externo para períodos peronistas y no peronistas.
En el Cuadro 2.5.4.1 puede verse que los gobiernos peronistas
tuvieron, en promedio, mejores términos del intercambio externo que
los no peronistas y que ellos fueron mayores que el promedio del largo
período histórico 1900-2010.

Cuadro 2.5.4.1. Los términos del intercambio externo durante gobiernos no


peronistas y peronistas, 1900-2008 (Base: promedio 1900-2010=100)

Períodos de gobierno Términos del intercambio externo


1900-1945 99,0
1946-1955 115,5
1955-1972 90,8
1973-1975 108,6
1976-1988 95,3
1989-1999 92,7
2000-2001 99,3
2002-2008 112,3
Promedio no peronistas 97,5
Promedio peronistas 106,0
Notas y fuentes: Elaboración propia sobre la base de Ferreres (2010).

208 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


El Cuadro 2.5.4.2 muestra el desempeño del PIB per cápita de la
Argentina respecto del promedio mundial y de diversos grupos de países,
separando los períodos de gobiernos no peronistas y peronistas. Los valores
de las celdas muestran si, en el período referido, el PIB per cápita de la
Argentina creció más (>1) o menos (<1) que el grupo de comparación. Por
ejemplo, el valor de 1,41 en la celda del ángulo superior izquierdo nos dice
que en 1943 la ratio entre el PIB per cápita de la Argentina y el promedio
mundial había mejorado un 41 % respecto de 1870 o, visto de otro modo,
nos dice también que el PIB por habitante de la Argentina creció en ese
período un 41 % más que el promedio mundial. En las últimas cuatro filas se
presentan los promedios del desempeño del PIB per cápita de la Argentina
respecto del mundo y de distintos grupos de países durante gobiernos
no peronistas y peronistas, tanto ponderados como no ponderados por
el número de años de cada experiencia de gobierno. No hay evidencias
consistentes que muestren, para todo el período analizado, un menor o
mayor retraso de la Argentina durante los gobiernos peronistas o no
peronistas. Los gobiernos no peronistas muestran mejores promedios
ponderados y ello se debe lógicamente al largo y mayormente exitoso
período transcurrido entre 1870 y 1945 o 194644. Por su parte, los gobiernos
peronistas muestran mejores promedios simples. Para un total de 48
observaciones (combinaciones de períodos y grupos de comparación),
los gobiernos peronistas muestran un mejor desempeño, con 13 casos
> 1 contra solo 6 casos de los no peronistas. Pero tomando únicamente
los promedios, los gobiernos no peronistas superan a los peronistas en la
cantidad de mejores promedios, por 8 a 4.

44
Nótese que en el cuadro se han considerado ambos años de finalización e inicio, 1945 y 1946, porque el
PIB per cápita varió muchísimo en muchos países desarrollados. Véase, por ejemplo, que, para el caso de
los países desarrollados, entre 1870 y 1945, la Argentina obtiene un cociente de 1,04 y, entre 1870 y 1946,
salta a 1,30. Por su parte, para el caso del gobierno peronista finalizado en 1945, si se parte de 1945, se
obtiene un cociente de 1,03 y si se parte de 1946, cae a 0,82.

Capítulo 2 / 209
Cuadro 2.5.4.2. El retraso de la Argentina durante gobiernos no peronistas y
peronistas, 1870-2008

Cociente de las ratios del año final e inicial de cada período

2. Países 3. Australia, 4.
1. 5. Países 6. Países
desarro- Canadá, Europa
Mundo vecinos asiáticos
llados NZ Latina
1870-1945 1,41(*) 1,04 1,06 2,29 1,66 2,26(°)
1870-1946 … 1,30 1,17 2,06 1,65 …
1945-1955 1,00(**) 1,03 1,03 0,62 0,91 1,18(°°)
1946-1955 … 0,82 0,94 0,69 0,92 …
1955-1972 0,92 0,88 0,94 0,64 0,87 0,79
1972-1975 1,02 1,02 0,98 0,97 0,94 1,01
1975-1988 0,70 0,64 0,67 0,62 0,70 0,54
1988-1999 1,07 1,02 1,04 1,00 1,12 0,89
1999-2001 0,88 0,90 0,89 0,87 0,90 0,82
2001-2008 1,09 1,23 1,20 1,23 1,15 0.91
No
1,80 / 1,41 /
peronistas 1,23 0.96 / 1,15 0,99 / 1,07 1,76
1,64 1,40
(pon.)

0,93 / 1,04 /
Peronistas 1,04 1,04 / 1,01 1,07 / 1,04 0,99
0,96 1,05
(pon.)
No
1,05 / 1,03 /
peronistas 0,98 0,86 / 0,93 0,89 / 0,92 1,12
1,03 1,03
(simp.)
Peronistas 0,97 / 0,96 /
1,04 1,07 / 1,02 1,07 /1,04 1,03
(simple) 0,96 1,03

Notas y fuentes: Los países integrantes de los grupos son los mismos del capítulo 1. (*)
Se refiere a 1870-1940. (**) Se refiere a 1940-1955. (°) Se refiere a 1870-1939. (°°) Se refiere a
1939-1955. Elaboración propia sobre la base de los datos del capítulo 1.Los rangos mostrados
en las cuatro últimas filas de las columnas 2 a 5 del cuadro reflejan las diferencias que se
obtienen según se considere que el período iniciado en 1870 como finalizado en 1945 o 1946
y el período peronista consecuentemente iniciado en 1945 o en 1946.

210 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Cuando el análisis se limita a lo ocurrido desde el
surgimiento del peronismo, en 1945 o en 1946, se observa que,
durante los gobiernos no peronistas, la Argentina se retrasó
respecto del promedio mundial y de todos los grupos de países
considerados, sin excepción, en las 18 observaciones. En cambio,
durante los gobiernos peronistas, el cuadro es más matizado,
con 13 casos de recuperación del retraso y 11 con retraso
para el total de 24 observaciones. No puede inferirse linealmente
desde aquí que la presencia o ausencia de un gobierno peronista o no
peronista haya sido la causa del retraso o del no retraso. Cada gobierno
está visible o invisiblemente vinculado a sus antecesores por las distintas
“herencias” que recibe, tales como la inflación, los precios relativos, el
estado del capital acumulado o la solvencia fiscal y externa. Además, hay
factores externos que ejercen importante influencia, como el nivel de los
términos de intercambio externos. Respecto de estos, es bastante claro
que al menos tres de los cuatro gobiernos peronistas –la excepción es el
de Menem– fueron favorecidos por mejores términos del intercambio, lo
que les permitió desarrollar políticas de redistribución del ingreso y de
expansión de la demanda agregada. Las primeras fueron frecuentemente
acompañadas por distorsiones de precios relativos, principalmente las
tarifas públicas y el tipo de cambio (1946 en adelante; 1973-1974 y la última
parte de la convertibilidad), que, al empeorar los precios externos, dieron
lugar a crisis muy significativas, como a partir de 1949, en 1956, en 1975 y
en 2001.

2.5.5. Coaliciones conservadoras o liberales

De algún modo en contraposición a la del peronismo se sostiene la


hipótesis de las llamadas coaliciones conservadoras o liberales, vinculada
a su vez a algunas de las hipótesis de la dependencia y estructuralistas, ya
que los autores de unas y otras sostienen que el retraso del país aumentó
cada vez que dichas coaliciones se hicieron del poder como entre 1930-
1943, 1956-1957, 1962-63, 1966-1972, 1976-1983 y 1989-2001, o bien se

Capítulo 2 / 211
sentaron las bases del retraso, como entre 1870 y 1916. Estas coaliciones,
se sostiene, aplicaron sistemáticamente políticas liberales o neoliberales
que perjudicaron la industria, achicaron en exceso el rol del Estado y
afectaron a los sectores de menores recursos, todo lo cual contribuyó de
manera decisiva al retraso en el mediano y largo plazo. Sin embargo, como
se ha visto en la sección 2.5.3, es un error mencionar como “liberales” o
“neoliberales” a todos los gobiernos que aquí denominamos conservadores
o neoliberales, ya que los únicos que escaparon con claridad de un enfoque
populista fueron los que gobernaron entre 1870 y 1916, a tono con aquellos
tiempos, y los gobiernos predominantemente conservadores desarrollaron
políticas económicas populistas con la misma frecuencia que los gobiernos
radicales o peronistas.
En el Cuadro 2.5.5.1 se observan tanto el promedio del cociente del
PIB per cápita argentino sobre el de países desarrollados para cada período
como los valores alcanzados en las puntas. Observando los promedios, no
hay grandes diferencias: 0,61 para los gobiernos liberales o neoliberales y
0,59 para los gobiernos de signo opuesto. Sí las hay, en cambio, cuando se
observa lo ocurrido con los valores iniciales y finales de cada período. En
el caso de los gobiernos liberales o similares solo se logra convergencia
en el período 1870-1916, de lo que resulta que durante estos gobiernos la
Argentina perdió en términos netos 0,23 puntos de la ratio de su PIB por
habitante respecto de los países desarrollados. En cambio, en el caso de
los gobiernos de signo opuesto se observan mejoras en cinco de los siete
períodos, acumulando un aumento total neto de 0,22 puntos de la misma
ratio.
Sin embargo, como se ha señalado en las hipótesis de instituciones
políticas analizadas hasta aquí, no surge de esta asociación de variables una
causalidad entre una y otra y, por ello, debe ser considerada con cautela.
Una de las razones de esta aconsejable prudencia es el importante papel que
juegan las herencias recibidas por cada gobierno en los valores de variables
macro y macroeconómicas tales como la inflación, el desempleo, la situación
fiscal y del sector externo, o el estado del stock del capital. Considerando
el caso de la tasa de inflación que dejó cada gobierno en su último año, se

212 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


observa un promedio del 65,5 % anual en las coaliciones conservadoras y
liberales y un 86,3 % en las opuestas. El cuadro se altera parcialmente si se
consideran tres etapas de la inflación argentina. Durante la era de la baja
inflación, hasta 1943, los promedios son de 4,3 % y 6,7 % respectivamente.
En la segunda etapa, llamada de “inflación latina”, la situación se invierte
al mostrar promedios de 35,8 % y 21,1 % respectivamente, es decir, con
ventaja para los gobiernos radicales o peronistas. Finalmente, en las etapas
de mega e hiperinflación, desde 1975, los promedios son de 171,4 % y
182,9 %, respectivamente. Cabe agregar que todos los saltos hacia nuevos
pisos inflacionarios, a saber, de la baja inflación a la inflación latina, luego
a la megainflación y, por fin, a la hiperinflación se produjeron durante
gobiernos peronistas (los dos primeros) o radicales (el tercero). También
a partir de 2007 un gobierno peronista ha reintroducido la alta inflación.
No se trata de culpar a unos u otros, sino de entender lo que pasó en toda
su complejidad. Por las razones antedichas, no puede establecerse una
asociación clara entre la presencia de gobiernos conservadores o liberales
y el retraso de la Argentina.

Cuadro 2.5.5.1. El retraso de la Argentina durante gobiernos liberales o


neoliberales y los que no lo fueron, 1870-2008
Promedio Puntas
Nivel Var% Inicio Fin Var%
Liberal/neo 1870-1916 0.87 0.61 0.73 20.3%
No " 1917-1930 0.83 -5% 0.68 0.82 21.3%
Liberal/neo 1931-1943 0.76 -8% 0.81 0.57 -29.2%
No " 1944-1955 0.72 -6% 0.61 0.65 6.0%
Liberal/neo 1956-1957 0.65 -10% 0.64 0.65 1.5%
No " 1958-1961 0.63 -2% 0.68 0.63 -7.2%
Liberal/neo 1962-1963 0.57 -10% 0.59 0.55 -6.9%
No " 1964-1965 0.58 2% 0.57 0.59 3.3%
Lliberal/neo 1966-1972 0.57 -2% 0.56 0.57 2.2%
No " 1973-1975 0.58 3% 0.57 0.59 2.6%
Lliberal/neo 1976-1983 0.50 -14% 0.55 0.46 -17.3%
No " 1984-1988 0.40 -20% 0.44 0.37 -15.0%
Liberal/neo 1989-2001 0.38 -6% 0.34 0.34 1.4%
No " 2002-2008 0.36 -5% 0.30 0.42 39.8%
Notas y fuentes: Elaboración propia sobre la base de la información del capítulo 1.

Capítulo 2 / 213
2.5.6. Federalismo político con fuertes desigualdades
regionales

La Argentina se ha caracterizado desde hace mucho tiempo por el


contraste entre una estructura política constitucionalmente federal y
una estructura económica regionalmente muy desigual (L. Llach, 2007).
Este contraste se fue generando a lo largo de un muy prolongado proceso
histórico. Primero, por el cambio de su patrón de integración a la economía
global, que sobre todo desde fines del siglo XIX benefició principalmente
a la región pampeana. Luego, cuando la industrialización sustitutiva
de importaciones favoreció el crecimiento del Área Metropolitana de
Buenos Aires y en menor medida el de Córdoba y Santa Fe. No obstante
el surgimiento de las llamadas “economías regionales”, ya desde fines del
siglo XIX con el azúcar en el NOA y la vitivinicultura en Cuyo, el lento
crecimiento del Interior durante largas décadas gravitó negativamente sobre
el desarrollo de la Argentina. Al mismo tiempo, a partir de 1890, la Nación
fue apropiándose total o parcialmente de potestades y fuentes tributarias
que originariamente pertenecían en exclusividad a las provincias por la
Constitución de 1853, como en el caso de los impuestos al comercio interior.
Para paliar ambas situaciones, y análogamente a lo ocurrido en muchos
países federales, se fueron creando distintos sistemas de transferencias
de recursos vía gastos públicos de la Nación en las provincias –como la
Ley Láinez de 1905, de construcción de escuelas primarias– y luego de
coparticipación federal. Fueran o no paliativos, estos institutos no lograron
cambiar de modo relevante el contraste entre federalismo constitucional
y desigualdades regionales reales. Los países con este contraste suelen
presentar también otros dos rasgos que pueden dificultar su crecimiento
económico. Uno de ellos es la conflictividad política en torno a la cuestión
federal, conducente a la inestabilidad institucional y con consecuencias
negativas sobre la inversión y el crecimiento. De hecho, la Argentina tuvo
por este motivo –al igual que algunos otros países de la región– sesenta
años de luchas civiles durante el siglo XIX, lo que según algunos autores
fue causa importante de un retraso económico, por ejemplo, respecto de

214 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


los Estados Unidos, que nunca se pudo recuperar (Coastworth, 2005).
Otro argumento que se añade sobre los países federales con desigualdades
regionales es que los sistemas de coparticipación establecidos para dar
respuesta al conflicto político pueden haber perjudicado el crecimiento, al
detraer recursos de las regiones que estaban en mejores condiciones de
crecer, sin lograr que la inversión en las zonas más rezagadas mejorara
la equidad regional favoreciendo la convergencia de las regiones más
rezagadas con las más avanzadas.
 Para analizar esta hipótesis, se comparó el desempeño de cuatro
muestras de siete países cada una, federales y no federales y con mayores
o menores desigualdades regionales45. Los países federales son una
cantidad fija (25 a la fecha), de la que hay que descartar algunos casos
demasiado recientes o con características peculiares que desaconsejan
su inclusión46. Quedaron así conformados los grupos, que se muestran
en el Cuadro 2.5.6.1, procurando que fueran lo más homogéneos posible
en el punto de partida, en los continentes y en su nivel de desarrollo.
Esto último puede hacerse de manera limitada, porque la casi totalidad
de países regionalmente no desiguales son países desarrollados. Sí es
más homogénea la comparación entre países federales y no federales
con un mismo nivel de distribución regional.

45
En la práctica, todos los países hoy desarrollados quedan incluidos en la categoría de regionalmente no
desiguales porque, como es bien conocido en los estudios empíricos de la teoría del crecimiento económi-
co, en ellos ha tendido a producirse la convergencia entre regiones, cosa que no ha ocurrido en los países
todavía no desarrollados.
46
Los países de creación o de federalismo recientes no incluidos en la muestra ni en el cuadro son Bosnia-
Herzegovina, Estados Federados de Micronesia, Saint Kitts y Nevis y la Unión de Comoras. Por su parte,
Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Nepal, Nigeria, Pakistán, Sudáfrica y Venezuela fueron incluidos en el
cuadro pero no en la muestra, dado que no podía pasarse el número de siete, que es la cantidad de países
federales no desiguales.

Capítulo 2 / 215
Cuadro 2.5.6.1. El retraso de la Argentina y su naturaleza federal y
regionalmente desigual, 1950-2008

Rangos del crecimiento del PIB por habitante de cuatro muestras de países y
comparación con el crecimiento de la Argentina

Crecimiento > Argentina Crecimiento < Argentina

Países federales (todos los países)

Federales desiguales Malasia (18), Indonesia


PIB pc 1950: US$2121 (26), India (34), Brasil
Nigeria (96), Sudáfrica
Rango medio (49), México (65), Rusia
(99), Venezuela (116),
muestra: 50 (71)
Emiratos Árabes U. (129)
Rango medio universo: 71,8 (Pakistán, 59; Nepal, 82;
Rango Argentina: 86 Etiopía-Eritrea, 85)

Austria (19) Alemania (30),


Federales no desiguales
Bélgica (38), Canadá (61),
PIB pc 1950: US$6625
Australia (64),Estados
Rango medio muestra: 50
Unidos (66), Suiza (72)
Rango medio universo: 47,1
(España, 11)

Países federales muestra 13 (100 %) 0 (0 %)

Total países federales 9 + 8 = 17 (81 %) 4 + 0 = 4 (19 %)

Países no federales (solo los países de la muestra)

No federales desiguales China (4), Tailandia (10),


PIB pc 1950: US$1845 Polonia (41), Chile (54),
Rango medio muestra: 47,3 Colombia (69), Filipinas
Rango medio universo: 76,9 (74), Perú (79)
Japón (9), Italia (25),
No federales no desiguales
Francia (40), Holanda
PIB pc 1950: US$5663
(44), Dinamarca (55),
Rango medio muestra: 46,0
Reino Unido (63), N.
Rango medio universo: 36,3
Zelanda (86)
P. no federales muestra 14 (100 %) 0 (0 %)
Total países no federales 54 + 15 = 69 (58 %) 50 + 0 = 50 (42 %)
Notas y fuentes: Elaboración propia. Los países de la muestra aparecen en cursiva.

216 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Puede verse en el Cuadro 2.5.6.1 que el rango promedio de crecimiento
es bastante semejante entre los cuatro grupos, con una leve ventaja para
los países no federales –con rangos medios de 47,3 y 46,0 según sean o
no desiguales– respecto de los federales, que en ambos casos promedian
el rango 50. Se observa, pues, una leve ventaja de los países no federales
en materia de crecimiento económico entre 1950 y 2008. Cuando la
comparación se efectúa para el período 1870-1950, la situación es la
opuesta, ya que los países federales de la muestra crecieron algo más que
los no federales47. No surge, pues, evidencia de una asociación positiva o
negativa entre federalismo y crecimiento.
Considerando el período 1950-2008, veintitrés de los veintiocho países
de la muestra crecieron más que la Argentina. Los cuatro que crecieron
menos que la Argentina son países federales desiguales. Si se considera el
total de países disponibles para la comparación, en el caso de los países
federales se observa que 17 de los 24 casos (81 %) crecieron más que la
Argentina (cuarta fila del cuadro). En el caso de los países no federales, 69
de un total de 119 crecieron más que la Argentina (58 %), ubicándose allí la
totalidad de los regionalmente no desiguales y 54 de los 104 no federales y
regionalmente desiguales.
Surge la conclusión de que, tanto en el período largo de no retraso o
menor retraso de la Argentina (1870-1950) como en el período largo de
mayor retraso (1950-2008), la pérdida relativa del país ha sido un poco más
frecuente respecto de los países federales que de los países no federales.
Una diferencia importante entre ambos períodos es que, en el primero, los
tres países federales que superaron a la Argentina fueron regionalmente no
desiguales. En cambio, entre 1950 y 2008, la Argentina no solo fue superada
por los 7 países federales regionalmente equilibrados, sino también por 9
de los 13 países federales y regionalmente desiguales.

47
Entre 1870 y 1950 el PIB por habitante de los países federales de la muestra creció en promedio 1,18 %
anual contra 1,14 % anual de los países no federales. En el primer caso, los más desarrollados crecieron
1,30 y los menos desarrollados 1,06. En el segundo caso, los más desarrollados crecieron 1,19 % y los me-
nos desarrollados 1,09 %. En concordancia con el análisis del capítulo 1, el desempeño de la Argentina fue
mucho mejor en este período ya que solo cuatro países la superaron, tres de ellos federales desarrollados
(Canadá, Suiza y los Estados Unidos) y uno no federal ni desarrollado (Perú).

Capítulo 2 / 217
No hay pues evidencias de que el síndrome de un federalismo
regionalmente desigual pueda haber sido en sí mismo un determinante
del retraso de la Argentina.

2.5.7. Otras hipótesis sobre la influencia de las instituciones


políticas

Hay otras hipótesis sobre la influencia de las instituciones políticas


que han sido menos profundizadas en la literatura, no obstante lo cual,
merecen, a nuestro juicio, ser mencionadas.

2.5.7.1. La rapidez de la incorporación electoral


Se ha postulado que una incorporación electoral demasiado rápida
podría conducir a la adopción de políticas económicas populistas, para
captar el voto de los nuevos electores, normalmente pobres en su mayoría.
En el caso de la Argentina, a partir de la Ley Sáenz Peña de 1912, siguió
poco después la elección del primer presidente por el voto masculino
universal (Hipólito Irigoyen en 1916). Transcurrieron luego solo treinta y
un años hasta la ley de voto femenino, bajo el gobierno de Perón en 1947,
y cinco más hasta la elección del primer presidente por voto universal
(Juan Domingo Perón en 1952). La Argentina fue así el tercer país de
toda América, junto con Venezuela, en otorgar el sufragio universal y el
vigésimo-octavo en hacerlo en el mundo, o el vigésimo si se excluyen los
países con regímenes totalitarios prolongados48. Limitando el análisis al
período iniciado en 1950, y si dejamos de lado el subconjunto de países
hoy desarrollados (los europeos más Japón y Nueva Zelanda), a todos los
cuales les fue mejor que a la Argentina, quedan los casos de Sri Lanka,

48
Otorgaron el sufragio universal antes que la Argentina, Uruguay y Ecuador en América; Nueva Zelanda
(no Australia) en Oceanía; Sri Lanka, Turquía y Japón en Asia, y un total de veintiún países europeos.
Entre estos últimos, la Argentina precedió a Bélgica, Grecia, Andorra, Portugal, Liechtenstein y Suiza.
Respecto de los países europeos, cabe acotar que dicho sufragio universal estuvo limitado a regímenes de
partido único durante períodos muy prolongados en Rusia, los países europeos integrantes de la URSS y
los países de Europa Oriental. Si no se toman en cuenta estos casos, los países europeos que precedieron
a la Argentina son solo trece y, en esta cuenta, la Argentina fue entonces el vigésimo país del mundo en
otorgar el sufragio universal. Engerman y Sokoloff (2002) presentan una categorización ligeramente dis-
tinta de la nuestra respecto del otorgamiento de los derechos electorales en América, pero ella no altera las
conclusiones aquí expuestas.

218 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Turquía, Ecuador y Uruguay. Ellos ocuparon los siguientes rangos de
crecimiento entre 1950 y 2008: 48, 33, 88 y 91, y la Argentina resultó 87.
De este modo, habría que agregar la condición de latinoamericano a la del
voto universal temprano para empezar a encontrar alguna evidencia de
influencia negativa de este último factor. Pero, entonces, se tropezaría con
que otros ochos países de la región que otorgaron el voto después que la
Argentina también crecieron menos. No se encuentran evidencias de que
la temprana incorporación electoral haya sido per se un factor asociado
al retraso de la Argentina.

2.5.7.2. Tardía incorporación de los inmigrantes a la vida política


Otro argumento, en parte vinculado al anterior, es que un país con
tan elevada inmigración como la Argentina –nuestra hipótesis 2.4.8– dejó
fuera del sistema político durante mucho tiempo a un sector muy vasto de la
sociedad que pudo volcarse eventualmente a apoyar gobiernos militares y
creó un vacío de representatividad al menos por una generación (Germani,
1962, capítulo 7; Beyhaut et al., 1965; Gallo, 2009). En un trabajo clásico,
Cornblit (1969) argumentó que, dado que la industria estaba en gran medida
en manos de inmigrantes, su tardía incorporación a la vida política dificultó
un desarrollo manufacturero más armónico. Pero los trabajos empíricos
sobre esta hipótesis específica son escasos y, por lo tanto, es muy difícil
comprobarla o rechazarla empíricamente. Sin embargo, si la unimos al
análisis de la inmigración “excesiva” analizada en 2.4.8, queda en pie la idea
de que una más rápida incorporación de los inmigrantes al sistema político
le podría haber otorgado mayor estabilidad. En particular, es probable
que los acontecimientos ocurridos entre el 6 de septiembre de 1930 y el
4 de junio de 1943, que marcaron indeleblemente la historia argentina
posterior, podrían haber transcurrido de otro modo, más estable, si la
participación política hubiera alcanzado también a los inmigrantes, que
en 1914 constituían el 46,1 % de la población económicamente activa y en
1947 todavía eran un 21,8 % (Germani, 1962).

Capítulo 2 / 219
2.5.7.3. Vaciamiento relativo de los partidos políticos y menor calidad de
los cuadros de gobierno
Durante los cincuenta y tres años transcurridos entre 1930 y 1983, la
Argentina fue gobernada dos tercios del tiempo por gobiernos militares
(veintidós años) o por gobiernos civiles de legalidad cuestionable (doce
años). Esto tuvo muy probablemente efectos significativos sobre el
devenir de los acontecimientos. Por un lado, ya a partir del gobierno de
facto de 1930, un número creciente de personas de las que típicamente
podía esperarse que accedieran a cargos públicos comenzó a participar
en gobiernos de facto y, dado que el intercambio de funcionarios entre
gobiernos militares y gobiernos civiles no era tan frecuente, se fueron
distanciando de los partidos políticos. A esto se añadió más adelante
el vuelco a los movimientos guerrilleros de miles de jóvenes que, en
otras circunstancias, muy probablemente habrían optado por la vida
política partidaria o la función pública. Como es sabido, muchos de ellos
fueron muertos o desaparecieron. Algunos de los que sobrevivieron se
reincorporaron gradualmente a la actividad política o de gobierno a partir
de 1983. Como se analizó en 2.5.1, la Argentina muestra mayor frecuencia
de golpes de Estado exitosos en comparación con Brasil, Chile y Uruguay
y, aunque sorprendentemente son pocos los estudios sobre el particular,
es probable que la pérdida de capital humano para los partidos políticos
y para las instituciones de la Constitución haya tenido un efecto negativo
para el país y positivo para su retraso, vía el debilitamiento de un sistema
de partidos –realidad que se observa todavía hoy–, o mediante una
merma de la calidad de la gestión pública, en los tres poderes del Estado
y en los tres niveles de gobierno.

2.5.7.4. Caudillos versus líderes democráticos


También se ha argumentado la existencia de una propensión argentina
a desarrollar liderazgos políticos fuertes (Gallo, 2009), con características
de caudillos y con vocación hegemónica, lo que también habría contribuido
a debilitar el sistema de partidos, fomentar cortes abruptos –por ejemplo,
en las carreras de la función pública– y opciones dicotómicas con cambios
bruscos de rumbo. Características de este tipo fueron atribuidas en su
momento a Hipólito Irigoyen, aunque el caso más evidente de un caudillo

220 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


con vocación hegemónica es el de Perón. Luego también Alfonsín, Menem
y Kirchner han tenido algunos rasgos de este tipo. Cabe recordar, por
ejemplo, la idea de Alfonsín de un tercer movimiento histórico y de una
eventual reforma constitucional; su acuerdo con Menem en el Pacto de
Olivos, que termina en dicha reforma y la reelección de Menem, quien
luego aspira incluso a un tercer mandato; en fin, el caso de Kirchner que, a
través de la relación matrimonial con Cristina Fernández, logró gobernar
más allá de su período de gobierno, pese a no haberse presentado a la
reelección. Lo ocurrido al respecto desde 1916 hasta 2010 se vuelca en el
Cuadro 2.5.7.1. Allí puede verse que 42 de los 94 años (44,7 % del total)
la Argentina fue gobernada por liderazgos de origen constitucional y con
características de caudillos. Si se consideran únicamente los gobiernos de
origen constitucional, el porcentaje de años con gobiernos de caudillos salta
al 80,8 %. Solo uno de los gobernantes constitucionales no caudillos terminó
normalmente su mandato, Marcelo T. de Alvear, y ninguno de los gobernantes
sin origen constitucional pleno logró transformarse en caudillo, pese a que
varios lo intentaron (Justo, Frondizi a su modo, Onganía, Lanusse).

Cuadro 2.5.7.1. De caudillos o líderes fuertes, 1916-2010

Características de los gobiernos Número de años

Gobiernos de origen constitucional pleno 52 años (57,4 %)

Caudillos o líderes fuertes:


Yrigoyen (8), Perón (10 +1), Alfonsín (5), 42 años (44,7 %)
Menem (10), Néstor y Cristina Kirchner (8)
Líderes democráticos o no líderes:
Alvear (6), Isabel Perón (2), De la Rúa (2) 10 años (10,6 %)
Gobiernos sin origen constitucional pleno
ni liderazgos fuertes 42 años (42,6 %)
Civiles:
Justo (6), Ortiz-Castillo (5), (Guido (1),
20 años (21,3 %)
Frondizi (4), Illia (3), Duhalde (1)
Militares:
Uriburu (2), Ramírez-Farrell (3), Lonardi-
Aramburu (2), Onganía-Levingston-Lanusse
(7), Videla-Viola-Bignone (8) 22 años (23,4 %)

Notas y fuentes: Elaboración propia.

Capítulo 2 / 221
La evidencia aportada muestra con bastante claridad una elevada
incidencia de presidentes constitucionales con características de
caudillos. Es probable que esto haya tenido una incidencia en el retraso
de la Argentina, pues dificultó el desarrollo de un sistema de partidos y
un funcionamiento constitucional más normal. Pero, para demostrarlo,
sería necesario profundizar en un análisis comparativo con países
latinoamericanos que está fuera del alcance de este libro.

2.6. Hipótesis sociológicas y culturales

Las hipótesis sociológicas y culturales reúnen un conjunto de


explicaciones del retraso argentino que ponen el énfasis en ciertas
características sociales o culturales del país conducentes a comportamientos
perjudiciales para el crecimiento de largo plazo.

2.6.1. Urbanización y modernización “excesivas”49

El período cerrado en 1930 se caracterizó por un retraso relativo del


Interior y, como hemos mencionado, también por una desigual distribución
de la tierra. Ambos fenómenos actuaron en el marco de la llamada
“transición demográfica” que se daba gradualmente en todo el mundo, con
descensos de la mortalidad anteriores a los de la natalidad que resultaron
en una aceleración del crecimiento de la población. En aquellas regiones
del país en las que actuaban conjuntamente estos tres factores el aumento
poblacional excedía a los de la ocupación y los ingresos, lo que provocó
entonces que crecientes contingentes se volcaran a la migración interna,
sobre todo hacia el Gran Buenos Aires, de por sí ya en fuerte poblamiento
por ser el destino de muchos de los inmigrantes. Puede discutirse si esta
urbanización fue o no prematura o excedente, en tanto esos conceptos
surgen de comparar lo ocurrido en las periferias con un tipo ideal de
crecimiento de ciudades propio de los países desarrollados50. Sin embargo,
49
Sección basada en J. J. Llach (2010a).
50
Tipo ideal que soslaya, por cierto, las miserias del Londres de Dickens que mostraban la cara cruel de la
primera industrialización urbi et orbi.

222 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


hay razones que pueden justificar la idea. Además de la mencionada
concentración de población en el Gran Buenos Aires –la cabeza de Goliat
que agudamente analizara Martínez Estrada (1933)– a partir de 1930, la
urbanización argentina estuvo muy influida por una industrialización que,
dada la distribución desigual de la tierra y al basarse en buena medida en la
redistribución hacia las grandes ciudades de la renta agraria apropiada por
impuestos o tipos de cambio diferenciales, limitaba el desarrollo de buena
parte del Interior y reproducía su despoblamiento relativo. Este proceso
circular acumulativo a la Myrdal situaba en las ciudades cantidades de
habitantes difíciles de absorber aun en el caso de un desarrollo industrial
exitoso, y era un problema insoluble para una industria como la argentina,
sin dudas pujante, pero bastante menos que omnipotente. Además, esta
creciente población urbana, no solo excluida del acceso directo a la tierra,
sino también desvinculada en sus intereses vitales de la producción
primaria, se convertiría gradualmente en suelo fértil para las políticas
orientadas al mercado interno.
Esta urbanización, excedente o no, pero en todo caso intensa, junto
a la inmigración y la revolución educativa de fines del siglo XIX, fue el
suelo en el que se gestó una modernización temprana y probablemente
también “excesiva”. Esta idea fue desarrollada originariamente por Gino
Germani (1964), para quien “la Argentina ha seguido –en términos
generales– el modelo occidental, aunque con las modificaciones propias
de sus características de país ex-colonial, periférico, productor de materias
primas. Hubo en la Argentina también un notable esfuerzo consciente
de modernización y desarrollo económico a la vez, y fue la obra de las
elites tradicionales [...]. Durante varias décadas los dos procesos de
modernización y de desarrollo económico avanzaron sin demasiados
desequilibrios [...]. Sin embargo, a partir de cierto momento, mientras el
primero siguió a ritmo acelerado, el segundo pareció estancarse”. Destaca
luego Germani las extraordinarias oportunidades de movilidad social de
las primeras décadas del siglo XX, que “debieron inspirar y mantener una
visión optimista del país y de su futuro [...] un país riquísimo y dotado
de la capacidad de superar espontáneamente todas las adversidades”. Y

Capítulo 2 / 223
continuaba así: “No hay dudas de que los efectos y las ilusiones creadas por
el proceso de modernización, acompañadas por el éxito espectacular de
una fórmula económica que giraba enteramente sobre ‘la riqueza natural’
de la Argentina, impidieron ver el cambio profundo en las condiciones
externas e internas, y por lo tanto la necesidad imperiosa de una acción
deliberada con sentido innovador”. Subrayando que tanto las elites como
los sectores populares se influían recíprocamente, finaliza Germani de
este modo: “Ambos fueron profundamente afectados por el patrón exitoso
establecido durante el período de prosperidad y expansión que parecían
haberse establecido como una ley natural”. Vinculada estrechamente a esta
idea central estaba la del progreso argentino, percibido por la mayoría de
la población como una “ley natural” inexorable y ligado a la riqueza de la
tierra51. L. Llach (2010) matiza el argumento germaniano al subrayar que
los niveles de educación y salud alcanzados por la Argentina hacia 1930 no
tenían el mismo rango mundial que el de su PIB por habitante y que el país
no era moderno con el mismo alcance que lo eran los países desarrollados.
Las diferencias se observaban tanto en algunos indicadores de bienestar
como en el hecho –muy afín a la tesis de Germani– de que no se habían
desarrollado aquí los factores fundamentales para tener un desarrollo
económico autosostenido.
La idea central de la modernización “excesiva” es, entonces, la de un
progresivo desajuste entre la sociedad y la economía, es decir, entre las
aspiraciones modernizantes de ingresos y consumos y las reales posibilidades
económicas de satisfacerlas. También es la idea de que no se llegó a tiempo
y en la medida necesaria a organizar un sistema de producción capaz de
51
Pueden encontrarse múltiples referencias a esta constante de nuestro imaginario, pero valgan algunas
muestras. La primera es cuán fuerte está instalada la idea de que la comedia M’hijo el dotor, de Florencio
Sánchez, expresa la aspiración social de los inmigrantes de graduar a sus hijos en las universidades. El
argumento nada tiene que ver con ello, pero su amplia vigencia refleja la fuerza del mito social del progreso
casi ilimitado ofrecido a los inmigrantes. Más directamente, la idea del “progreso natural” de la Argentina
se refleja con claridad en estos párrafos de Enrique Larreta, escritos todavía en 1960, en el número especial
de La Nación por el sesquicentenario: “Fácil es predecir que en un futuro muy próximo la Argentina será
uno de los países más ricos y prósperos del mundo moderno ¿La Argentina abastecedora y auxiliadora de
otras naciones como lo es ahora la República del Norte? ¿Quimera? ¿Delirio? Realidad histórica que tenía
que ser y que no tardará mucho en cumplirse”. Seguía aún vigente la visión de Rubén Darío en su Canto a
la Argentina de 1914: “¡Argentina, región de la aurora! [...] He aquí la región del Dorado, he aquí el paraíso
terrestre […] la ventura esperada […] el Vellocino de Oro […] ¡Oh, Pampa! ¡Oh entraña robusta, mina del
oro supremo!”. Era difícil “no creérsela” cuando nos miraban así desde afuera.

224 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


satisfacer las demandas de una sociedad tan modernizada, es decir, un
desarrollo más endógeno, y más basado en el empresariado local, el capital
humano y la tecnología, como el que, cada uno en su medida, se fue dando
en países más desarrollados. La modernización excesiva se manifestaba
sobre todo en las clases medias, pero en un país como la Argentina el
sentimiento de pertenencia a estas clases se extendía a amplísimas franjas
de la estructura social. Tampoco estaba escrito, sin embargo, que la historia
posterior debía ser necesariamente desafortunada. Parece indudable la
influencia del golpe de 1930 y sus secuelas, pues impidieron que la política
pudiera jugar su papel de articular e incorporar al sistema intereses muy
diversos, marcados y frecuentemente en conflicto, en parte por esta
modernización “excesiva”. Por otro lado, el desajuste entre modernización
y desarrollo, quizás latente desde un principio, se empezó a manifestar
cíclicamente y con creciente intensidad cuando, desde 1929, se hicieron
más evidentes las limitaciones del modelo de integración plena al mundo
para desarrollar al conjunto del país. La naturaleza rígida y excluyente
del gobierno de entonces, y el privar a la política de su tarea de buscar
caminos de salida, se manifestó quizás con la mayor claridad hacia 1940,
cuando un miembro ciertamente lúcido de la elite gobernante, Federico
Pinedo, propuso un plan que implicaba una apertura a la industrialización,
a políticas más activas del Estado y al mercado interno, y de hecho también
una apertura política. La clave central de su fracaso fue el rechazo a dicha
apertura por parte de los miembros más conservadores de la alianza
gobernante (J. J. Llach, 1984).
La Argentina no fue, por cierto, el único país en padecer estas
tensiones entre modernización y desarrollo económico, pero es
probable que ellas hayan cobrado aquí especial intensidad. Se
trataba, en verdad, de una vieja preocupación ya advertida por Diego de la
Fuente (1872), comentarista del primer censo nacional, al referirse –con
marcado conservadorismo– al exceso de las profesiones superiores respecto
de las ocupaciones productoras de bienes y, más lejos aún, señalando: “Por
el contrario, tal vez sea un mal ensanchar las esferas de las aspiraciones
en razón excesivamente alta con relación a las que la sociedad puede

Capítulo 2 / 225
satisfacer”. En J. J. Llach (1997), se argumenta que una evidencia favorable
al papel del desequilibrio entre modernización y desarrollo económico en
nuestra decadencia relativa se encuentra en el haber compartido ese destino
durante casi un siglo –hasta el despegue de Chile– con los dos vecinos que
más se nos parecieron en esto, Chile y Uruguay, los que también sufrieron
intensos procesos de alta inflación y estancamiento económico. En 1890,
la Argentina, Uruguay y Chile ocupaban los rangos 13, 14 y 15 en el PIB por
habitante a escala mundial. En duro contraste, en 1990 Uruguay ocupaba
el puesto 37, la Argentina el 39 y Chile el 40.

2.6.2. Deterioro de la ventaja educativa

En parte vinculada a la idea de la modernización “excesiva”, se ha


sugerido que la Argentina fue perdiendo la ventaja educativa construida
sobre la base de una política de vasto alcance iniciada a fines del siglo XIX.
Hacia 1930 la Argentina tenía una escolarización primaria del 61 %, la
más alta de América Latina, y mayor también que la de Europa Central y
Meridional, aunque menor que la de los países anglosajones de poblamiento
reciente y que las del Norte de Europa. La escolarización secundaria era
del 19 % y la Argentina también contaba con algunas ventajas, menores,
respecto de los países a los que aventajaba en la primaria (Lindert, 2003).
Ahora bien, en lo referido a la escolarización primaria y media, está en la
naturaleza de las cosas que la ventaja relativa se vaya erosionando, porque
para cada nivel hay un techo que los países más rezagados van alcanzando
gradualmente. Tal es la razón por la que, en las últimas décadas, se
observa una cierta convergencia de la escolarización primaria y media de
los países en desarrollo y los países desarrollados (J. J. Llach, 2005). Los
propios países desarrollados sufrieron, pues, una pérdida de esas ventajas
educativas tal como le ocurrió a la Argentina, no obstante lo cual, nuestro
país se rezagó respecto de ellos.
Otra cuestión bien diferente es la calidad. Hay una sensación subjetiva
de que el deterioro de la calidad de los aprendizajes de los educandos
argentinos corrió pareja suerte a la de la pérdida de sus ventajas en la

226 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


escolarización. Aunque hay buenos argumentos para sostener esta tesis,
ella no puede probarse. Sí sabemos, por ejemplo, que la calidad de los
aprendizajes mostraba hace quince años a la Argentina en el primero
o segundo lugar en América Latina, y que hoy nuestro país ha quedado
relegado a entre el cuarto y sexto lugar en la región, según los indicadores52.
Pero se trata de una evidencia de un plazo corto, no relevante para nuestro
enfoque de largo plazo.

2.6.3. Cultura de rentas

Otra interpretación del retraso de la Argentina pone el énfasis en el


creciente predominio de comportamientos tendientes a la obtención de rentas,
sobre todo las concedidas por el Estado, por sobre los orientados por incentivos
de mercado. Estas rentas políticas fueron otorgadas con instrumentos
muy variables según los países, tales como altos aranceles o restricciones
cuantitativas a las exportaciones e importaciones, regímenes de promoción
industrial, sistema de compras públicas, créditos, tasas de interés subsidiadas
o condonaciones de deudas. La revisión más completa de esta cuestión para
el caso de la Argentina se encuentra en López (2006). Para algunos autores,
esto tendría su origen remoto en la economía de la expansión hacia afuera,
dada la importancia que en ella tuvo la renta de la tierra, en contraste con
comportamientos basados en el trabajo, el ahorro o la empresarialidad
propios de los inmigrantes. Por cierto, la historiografía más reciente
cuestiona, al menos en parte, este punto de vista al subrayar la prevalencia
de comportamientos predominantemente capitalistas, no rentísticos, en la
mayoría de los terratenientes (Míguez, 2005, y López, 2006).
El estudio de las rentas o cuasirentas otorgadas por el Estado cobró
vuelo a partir de trabajos como los de Krueger (1974), Ekelund y Tollison
(1981), y Olson (1982). Aplicándolos a nuestro país, Cortés Conde (1998)
subraya que, desde la Primera Guerra, tendieron a prevalecer grupos de
intereses con creciente capacidad para presionar al Estado para conseguir
52
La afirmación surge de comparar el primero (PERCE) y segundo (SERCE) estudios sobre la calidad de
la enseñanza primaria en América Latina realizados por la UNESCO. Parecidas tendencias se observan
comparando las pruebas PISA de la OCDE de 2000 y 2009.

Capítulo 2 / 227
beneficios sectoriales. A la larga, ello llevó al aumento de los costos de
transacción, definiciones ineficientes de los derechos de propiedad,
insuficiente inversión y, por lo tanto, bajo crecimiento. En J. J. Llach
(1987) se describió el modelo denominado “mercadointernismo rentístico”,
que habría sido propio de la Argentina desde la Segunda Guerra hasta
1991, caracterizado por la preponderancia de las rentas. Por un lado, las
naturales, puesto que la economía solo podía funcionar razonablemente
bien si ellas eran lo suficientemente altas por los precios internacionales, lo
que permitía amenguar la entonces casi permanente restricción externa y
desarrollar políticas de distribución del ingreso, a veces de cuño populista.
Por otro lado, las rentas políticas, puesto que las empresas tendían a
invertir cada vez más recursos en procura de privilegios concedidos
por el Estado, detrayéndolos de su actividad innovadora y propiamente
empresarial. Dado que este modelo implicaba la utilización intensiva de
recursos públicos, dio lugar frecuentemente a elevados déficit fiscales en
contextos de restricciones de financiamiento que, a su turno, condujeron
a una inflación elevada y creciente, reveladora de una profunda crisis del
consenso social y de comportamientos como el agio institucional y, en última
instancia, la descontratación (ídem). Argumentos análogos desarrollaron
también Bustamante (1988), poniendo énfasis en las regulaciones;
Ikonikoff (1989); Sturzenegger (2001), que destaca la cuestión de la crisis
del consenso social, y Guastavino (2005), que subraya la insuficiencia de
un sistema adecuado de premios y castigos, cuestión a veces vinculada con
la cultura de rentas, pues no protege adecuadamente a quienes desarrollan
su actividad en contextos de mercados competitivos.
El gran problema de esta interpretación, como lo analiza López (2006),
es que el otorgamiento de rentas políticas también fue muy frecuente en
otros países, tales como Brasil, en América Latina, y Corea y otros, en
Asia, en los que la utilización de dicho instrumento tuvo como resultado el
desarrollo de un capitalismo nacional más propenso a la innovación y a la
competitividad externa. Hasta tanto se cuente con estudios comparativos
de base amplia, todo lo que puede decirse sobre esta hipótesis es que el
creciente otorgamiento de rentas políticas, en un contexto macroeconómico,

228 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


institucional y social como el de la Argentina, puede haber contribuido al
retraso del país.

2.7. Hipótesis de determinaciones históricas

En lugar de buscar regularidades a lo largo del tiempo para


explicar el retraso de la Argentina, las hipótesis de determinaciones (o
determinismos) históricos –cuyo lema sería “la historia cuenta”– procuran
explicar el fenómeno en función de hechos ocurridos con anterioridad que
condicionaron toda la historia posterior. Aunque estas hipótesis surgieron
antes que cualquier teorización sobre ellas, su lectura hoy más frecuente se
da en el marco del enfoque del path dependence (dependencia del sendero,
del camino o de la trayectoria), surgido desde la economía evolucionista,
inicialmente limitado al campo de los comportamientos empresariales
(Nelson y Winter, 1982) y hoy mucho más extendido (David, 2000). Por
ejemplo, en la aplicación histórica se desarrolló el concepto de “coyunturas
críticas” que suelen marcar el curso posterior de los acontecimientos
(Collier, 1991). Para el caso de la historia económica, lo que este enfoque
sostiene es que los resultados observados hoy (momento t) dependen tanto
o más de hechos o políticas pasadas (momento/s t-n) que de los ocurridos
en el mismo período. Si esto es así, los procesos económicos no siempre
progresan regularmente hacia un equilibrio único y predeterminado y la
naturaleza de cada equilibrio alcanzado depende, al menos parcialmente,
del proceso por el que se llegó a él. “La dependencia del sendero implica que
existen fuerzas mutuamente interdependientes, con feedbacks positivos o
negativos entre ellas y sin un final predeterminado al que ellas converjan
naturalmente” (Becker, 2002; Buera et al., 2011, presentan una visión más
matizada). Es claro que esta visión se diferencia de la tradición neoclásica,
que al menos en sus formas simples da por sentada la existencia de un
único equilibrio al que se llegará con independencia del camino transitado.
Otro rasgo del enfoque de path dependence es su tendencia a dar mayor
poder de determinación a las estructuras y procesos que a las políticas, a
las que suele verse como “prisioneras” de aquellos.

Capítulo 2 / 229
En varias de las hipótesis analizadas a lo largo de este capítulo está
presente un enfoque del tipo de dependencia del camino, aunque las
más de las veces solo de modo implícito. En el caso de las neoclásicas,
la referida a los derechos de propiedad supone frecuentemente que las
violaciones de estos aun lejanas en el pasado pueden tener influencia
presente vía una menor inversión. Entre las hipótesis macroeconómicas,
la hipótesis de la volatilidad suele implicar que, una vez que ella se instala
en la economía, los agentes económicos modifican su comportamiento
hacia un sesgo cortoplacista. En el caso de las hipótesis estructuralistas,
tanto la de políticas contrarias a la industria manufacturera como las
financieristas suponen generalmente que ellas llevan a una destrucción
de capital industrial con efectos dinámicos negativos de largo plazo. En el
caso de la hipótesis sobre la puja distributiva, tal como ha sido expuesta
por Gerchunoff y Fajgelbaum (2006), es explícita la idea de que políticas
y estructuras originarias del pasado tienen gran influencia posterior, y
lo mismo cabría decir de la desigual distribución inicial de la tierra. En
fin, casi todas las hipótesis de las instituciones políticas, sociológicas y
culturales destacan la influencia presente de hechos del pasado, a veces
muy lejanos.
Más allá del hecho, para nosotros evidente, de que la mirada histórica
enriquece significativamente el análisis económico –como intenta
demostrarse en este libro– aceptar en su integridad el enfoque de la
dependencia del camino plantea problemas metodológicos complejos. La
tarea que nos hemos propuesto, explicar por qué la Argentina se retrasó
respecto de otros países, se desenvuelve en un filo a uno de cuyos lados está el
abismo de la simple narración histórica y, al otro, el de los modelos teóricos.
Ni uno ni otro es suficiente per se, y necesitan complementarse. Si nos
limitamos a narrar la historia no explicaremos en verdad nada y la respuesta
a la pregunta planteada no podrá ser otra que decir que la Argentina se
retrasó por presentar un conjunto muy grande de singularidades, de rasgos
propios, los que narra la historia. Este es el riesgo en el que puede incurrir
el enfoque de la dependencia del sendero. Queriendo independizarse de las
relaciones de determinación propias de los modelos de equilibrio y buscando

230 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


entonces una indeterminación que remite a los hechos históricos, puede
en verdad terminar afirmando que los actores de cada momento histórico
no tenían otra alternativa que hacer lo que hicieron, ya que estructuras y
circunstancias los empujaban en esta dirección. Es decir, recaer en otro
tipo de determinismo. Los modelos teóricos, por su parte, pueden ayudar
a establecer relaciones entre variables, cuyo comportamiento se estima
luego con ayuda de la econometría permitiendo afirmar, por ejemplo, que,
dado que existe una probabilidad del 30 % o 40 % de que las economías
más abiertas crezcan más que las más cerradas, una x parte del retraso de
la Argentina se debe a haber tenido una economía cerrada durante sesenta
años casi ininterrumpidos. Esto es verdad, pero lo que no explican los
modelos es, por ejemplo, bajo qué condiciones los hacedores de políticas
económicas tomarán las decisiones correctas o equivocadas53.

2.7.1. ¿Excepcionalidad del crecimiento hasta la Primera


Guerra o demora a partir de allí?

Encontramos aquí dos hipótesis de determinaciones históricas que


compiten entre sí a la hora de explicar el retraso de la Argentina. La
primera de ellas, desarrollada por Di Tella y Zymelman (1967), sobre la
base del modelo de etapas de crecimiento de Rostow (1967), sostiene que
la Argentina no se adaptó adecuadamente a dos cambios ocurridos en el
entorno de la Primera Guerra. En el marco externo, la dirigencia no registró
el nuevo escenario mundial de retroceso del Reino Unido, largamente
el principal socio de la Argentina y, por ello, tampoco hizo lo necesario
para desarrollar un nuevo perfil de inserción externa. El segundo cambio
es expuesto por los autores en estos términos: “Hacia 1914, la Argentina
comenzaba a evidenciar los primeros síntomas de madurez económica.
Habían quedado atrás los años de una rápida expansión hacia nuevas
tierras. Gran parte del capital social básico, particularmente puertos y
53
La respuesta a esta pregunta se ha complicado aún más desde el surgimiento y desarrollo de la llamada
nueva economía política que, entre muchos otros aportes, analiza el comportamiento de los funcionarios
públicos descartando o relativizando que ellos representen el “interés general” o el “bien común”, y subra-
yando, en cambio, los incentivos individuales que ellos tienen para tomar unas u otras decisiones, no pocas
veces, opuestos a los que serían óptimos desde el punto de vista del bienestar social.

Capítulo 2 / 231
ferrocarriles, estaba ya instalado. […]. La Demora, por consiguiente, cubre
el intervalo entre dos etapas básicas. Su duración y características influyen
enormemente sobre los períodos siguientes y han determinado en gran
magnitud e intensidad el desajuste estructural, que se ha producido al
finalizar el período de crecimiento autogenerado”54. Este enfoque había
sido anticipado en su momento por Alejandro Bunge casi desde la misma
fundación de su Revista de Economía Argentina, en 1918 (J. J. Llach, 1985).
Hay evidencias que llevan, prima facie, a aceptar la hipótesis. En el capítulo
1 subrayamos la importancia del shock recibido por la economía argentina
a partir de la Primera Guerra. Cuando se observa la serie del coeficiente
de inversión, es muy llamativo que la Argentina haya demorado muchas
décadas en recuperar los niveles del decenio 1905-1914. Y en cuanto al
PIB por habitante, en 1912 la Argentina ocupó su máximo rango histórico,
llegando nada menos que al puesto 9, para pasar luego al puesto 13 en 1930
y al 17 en 1950. Entre 1913 y 1950 la Argentina se rezagó respecto de los
países avanzados, de los Estados Unidos, de los países vecinos y del grupo
CANZ, aunque logró mantenerse o mejorar respecto del promedio mundial,
del conjunto de países emergentes y también de muchos países europeos,
esto último esperable dada la destrucción causada por la guerra.
Surge, sin embargo, una interpretación alternativa (L. Llach, 2010)
que sostiene que la posición alcanzada por la Argentina hacia el comienzo
de la Primera Guerra fue producto de circunstancias excepcionales que
difícilmente podían repetirse55. Por un lado, como ya se mencionó, la
Argentina era un país muy rico pero no tan moderno, en el sentido de que
lo indicadores sociales no estaban a la altura del PIB por habitante. Esto
habría de tener consecuencias relevantes, ya que la menor participación del
capital humano en la dotación total de capital, sobre todo en comparación
con la tierra, limitaría posteriormente la capacidad de ajustarse ante
shocks de demanda negativos –como los que la Argentina habría de sufrir
con frecuencia desde 1929– dada la inmovilidad del factor tierra. Había,

54
En verdad, la expansión de la frontera agrícola continuó a buen ritmo en la década del veinte del siglo
pasado (ver sección 2.1.2).
55
La idea de la excepcionalidad del crecimiento y del agotarse de sus fuentes “fáciles” es la tesis central
del reciente libro de Cowen (2011), aplicada a las últimas décadas de los Estados Unidos.

232 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


además, muy fuertes desequilibrios regionales. En un sentido “literal”,
el desempeño de la economía argentina entre 1870 y 1913 fue realmente
excepcional, logrando la tercera tasa de crecimiento del PIB por habitante
–detrás de México y Canadá– entre los 57 países relevados por Maddison
(2010); estirando el período hasta 1920, la Argentina aparece en segundo
lugar detrás de Venezuela. Para sorpresa de muchos, también fue notable
el crecimiento industrial en aquellos años. Según Jeffrey Williamson
(2010), entre 1870 y 1890 la expansión manufacturera argentina llegó
al 6,6 % anual y fue la tercera entre dieciséis países no desarrollados y,
entre 1890 y 1913, fue del 8,9 % anual, la segunda entre veintidós países
del mismo tipo. Analizando las causas de tan extraordinario desempeño
surge claramente que se trató de un export-led growth, cuyo determinante
principal no fue, contra lo que se cree más frecuentemente, los términos
del intercambio externo, sino un cambio tecnológico –el autor lo menciona
como un “golpe de suerte” tecnológico– que abarató de un modo abrupto
los costos de transporte marítimo y terrestre muy especialmente para
mercaderías de muy bajo valor por unidad de peso, como los granos, y
en las que el costo de transporte era un componente muy relevante del
costo total. Este cambio tecnológico fue el que permitió simultáneamente
el desarrollo del ferrocarril, la incorporación de tierras y la creciente
importancia de la agricultura por sobre la ganadería. El mismo autor
agrega que ese abaratamiento del transporte fue también el que posibilitó
la industrialización de la periferia, al permitir comerciar materias primas e
insumos de bajo valor por unidad de peso. Por lo demás, coinciden Di Tella
y Zymelman y L. Llach, pues ambos destacan que el factor determinante
del crecimiento hasta 1914 fue la incorporación de tierras, y que, a partir
de esa fecha, la frontera estaba casi totalmente ocupada, lo que hacía
imprescindible orientarse hacia otras fuentes de crecimiento. Esto se dio,
en parte, con la aceleración de la industrialización en la década del veinte,
pero en un contexto de un coeficiente de inversión relativamente bajo. La
maquinaria por trabajador en la industria manufacturera hacia 1930 era
igual a la anterior a la Primera Guerra (L. Llach, 2010, p. 18). No obstante,
la década del veinte puede considerarse como un período de intensificación

Capítulo 2 / 233
del uso del capital, tanto por la mecanización del agro como por el aumento
de la participación relativa de la industria en el PIB. Uno de los factores
determinantes de este cambio estructural puede haber sido el deterioro
de los términos del intercambio en la década del veinte que, visto desde
el “otro lado”, significó un incentivo a la industrialización sustitutiva de
importaciones. Aun así, el crecimiento industrial de la Argentina entre 1920
y 1939 fue el décimo entre treinta países, un rango sin dudas importante,
pero menor al que venía registrando (Williamson, 2010).
Se encuentran evidencias de que el crecimiento económico
argentino hasta 1914 tuvo características excepcionales y
no fácilmente reproducibles. Estas evidencias son, en parte,
compatibles con la idea de la “demora” postulada por Di Tella
y Zymelman. Pero, en todo caso, ella explica solo una pequeña
parte del retraso de la Argentina en el período analizado en
este libro, dado que la mayor parte se produjo después de
1950, demasiado lejos de la “demora” coetánea con la Primera
Guerra.

2.7.2. El golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930

Otra tesis frecuentemente mencionada es la del impacto institucional,


negativo y duradero, del golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930, que
puso fin al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen y dio inicio al
primero de una larga lista de gobiernos no electos democráticamente. Los
sucesivos golpes de Estado fueron ideológicamente fundados en virtud no
solo de los errores de los gobiernos a los que se derrocaba, sino también
de los excesos cometidos por golpes de Estado previos, produciéndose
de tal modo un fatídico encadenamiento de ideologías progolpistas o
revolucionarias. El período de interrupción sistemática de los gobiernos
democráticos duró en la Argentina medio siglo y, se sostiene, ha estado
asociado a un elevado costo económico, producto de la incertidumbre y
de la inconstancia en la aplicación de las políticas, además de un fomento
de la visión de corto plazo en su aplicación. Más allá del hecho evidente

234 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


pero irrelevante –por la falacia de post hoc, ergo propter hoc– de que el
retraso de la Argentina fue en su casi totalidad posterior a 1929, en las
dos primeras hipótesis referidas a las instituciones políticas,
a saber, la de la inestabilidad y la de los gobiernos militares,
ya se encontraron evidencias de una asociación entre ambos
factores y el retraso de la Argentina, por lo que puede otorgarse
algún crédito al efecto de “dependencia del sendero” que tuvo
el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930.

2.7.3. ¿Respuestas tardías a la Gran Depresión o sustitución de


importaciones forzada por el pasado?
También aquí compiten dos interpretaciones alternativas de
determinaciones históricas. La más tradicional es la de las “respuestas
tardías a la Gran Depresión” que Díaz Alejandro (1970), fundador de
esta visión, sintetiza del siguiente modo: “El amargo recuerdo de la
Gran Depresión y de la confusión consecuente con la Primera Guerra
Mundial indujo a los responsables de la economía a descuidar los planes
para el crecimiento económico a largo plazo en beneficio de la seguridad
económica inmediata”. Desde este punto de vista, las políticas adoptadas
en el período 1943-1955 habrían afectado negativamente los logros de la
etapa previa, y habrían puesto en riesgo el proceso de crecimiento de largo
plazo. Uno de los factores relevantes del rol negativo del proteccionismo
fue –como también lo subrayaría Taylor (1997)– su impacto en el aumento
del precio doméstico de los bienes de capital. En una línea análoga, J. J.
Llach (1984) argumentó que el rechazo al plan de Pinedo de 1940 y las
decisiones tomadas hacia fines de la Segunda Guerra y principios de la
posguerra cerraron excesiva e innecesariamente la economía argentina
en momentos en que la industria manufacturera había empezado a dar
muestras de poder acceder a los mercados mundiales, que se estaban
empezando a abrir gradualmente, y que estas decisiones fueron negativas
para el devenir de la Argentina.
Mucho más recientemente ha surgido la idea de que la política de
sustitución de importaciones fue el resultado natural de ciertas estructuras y

Capítulo 2 / 235
procesos previos, en sintonía con la idea de la path dependence (Gerchunoff
y Fajgelbaum, 2006, y más explícitamente, Galiani y Somaini, 2010). Tales
estructuras y procesos surgieron a partir de la industrialización endógena
del período de entreguerras, y a ellas se sumaron las políticas proteccionistas
de posguerra en un contexto de instituciones políticas adecuadas.
Las evidencias encontradas en la hipótesis del
proteccionismo excesivo tienden a otorgar fundamento a la
tesis de las respuestas tardías a la Gran Depresión, y queda
abierta la interpretación de si las opciones de políticas económicas de
posguerra fueron o no “obligadas”, cuestión esta última sumamente difícil
de dilucidar.

2.8. Conclusiones

2.8.1. Síntesis de las conclusiones

En esta sección se sintetizan los hallazgos de este capítulo sobre los


factores más asociados al retraso de la Argentina56. Antes de presentarlos,
caben dos importantes aclaraciones. La primera es que el análisis
econométrico detallado en el Anexo de este capítulo mostró que solo
cuatro variables son estadísticamente significativas para explicar el retraso
de la Argentina. Ellas son el cierre (o apertura) de la economía, medido
por la suma de las exportaciones e importaciones como porcentaje del
PIB; la volatilidad en los niveles del producto interno bruto (PIB); la
aceleración de la inflación (aumento de su tasa porcentual anual) y una
variable dicotómica que captura el comportamiento diferencial de las
series durante las dos Guerras Mundiales del siglo XX. En otras palabras,
si la Argentina hubiera evitado recurrir tan intensamente
al proteccionismo como lo hizo y si hubiera desarrollado
políticas macroeconómicas menos propensas a la volatilidad y
a la aceleración de la inflación, su retraso económico respecto

56
Para facilitar su identificación, las conclusiones de cada hipótesis se presentan con los mismos numera-
les del capítulo.

236 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


del mundo habría sido menor, y el retraso también habría
sido menor en el caso de no haber ocurrido las dos Guerras
Mundiales del siglo XX. En la frase anterior se resume pues la
principal conclusión del trabajo. En el análisis econométrico también
apareció como estadísticamente significativa la variable dicotómica
“Guerras Mundiales”, las que acentuaron el retraso de la Argentina57.
Aunque la variable no fue explícitamente incluida en las hipótesis, sí se
constató dicho efecto negativo en el análisis realizado en el capítulo 1 del
libro.
La conclusión anterior no invalida sintetizar en lo que sigue el conjunto
de factores asociados al retraso económico del país, ya que ellos ayudan
a identificar a través de qué otros procesos operaron de manera más
determinante el cierre de la economía, la volatilidad macroeconómica, la alta
inflación y los contextos de guerras mundiales. Por cierto, esto no implica
postular relaciones de causalidad, lo que vale para todas las hipótesis,
pero sobre todo para las más complejas, como son las de las instituciones
políticas, las sociológicas y culturales, y las históricas, que pueden operar
en “causalidad circular acumulativa” (Gunnar Myrdal), por ejemplo, con
problemas institucionales o sociales que conducen o precipitan malos
resultados económicos que, a su vez, agravan los problemas institucionales
o sociales, y así sucesivamente.

2.1. Hipótesis neoclásicas


2.1.1. Proteccionismo excesivo. Como se acaba de señalar, una
razonable integración a la economía global aparece como condición
necesaria para no retrasarse respecto del resto del mundo58. En el caso
de la Argentina se observa que los principales períodos de no retraso
han coincidido con altos o moderados niveles de apertura, como hasta
la década del treinta y desde 1991. Incluso el período de no retraso de
1964-1974 probablemente fue posible porque la economía argentina dejó

57
Sin embargo, es importante destacar que, incluso incluyendo esta variable dicotómica, los errores del
ajuste son muy grandes y caen fuera de los intervalos de confianza usuales para estos períodos de guerras.
58
Se destacan en cursiva los factores que más claramente aparecen asociados al retraso o el no retraso de la Argen-
tina.

Capítulo 2 / 237
de cerrarse. Comportamientos análogos se observan en buena parte de la
historia económica contemporánea de Brasil y Chile.
2.1.2. Crecimiento agropecuario. Los períodos de crecimiento
del sector agropecuario, y en particular el agrícola, ya sea en áreas
cultivadas, ya en productividad y en producción, han coincidido con los
períodos en los que la Argentina no se ha retrasado respecto a los países
avanzados. El sector ha mostrado una respuesta elástica a las variaciones
de los precio de sus productos.
2.1.3. Estatismo. No hay evidencias de que el tamaño del gasto público
esté más asociado al retraso que al no retraso. Sin embargo, la escasez y
debilidad de las instituciones estatales de control tuvieron frecuentemente
como resultado un gasto con un pobre récord de eficiencia, que sí puede
haber afectado negativamente el crecimiento. Por otro lado, aun cuando
el aumento del gasto público haya sido moderado, el subdesarrollo de los
mercados de capitales domésticos y la falta de independencia del Banco
Central tuvieron como consecuencia una frecuente y excesiva financiación
del gasto público con emisión de dinero y/o de deuda pública, lo que
provocó inflación y/o crowding out en escalas que –como se muestra en
otras secciones– efectivamente dificultaron el desarrollo de la economía.
2.1.4. Derechos de propiedad. Cuando se observan fenómenos
indicativos de violaciones o riesgos de violaciones de los derechos de
propiedad, tales como la desintermediación financiera y lo que es en
parte su contracara, la dolarización, se encuentra que ambos fenómenos
alcanzaron dimensiones inusualmente altas en la Argentina, lo que muy
probablemente haya tenido que ver con nuestro retraso, en particular
en el mediano y largo plazo. De hecho, en el período de mayor retraso de
la Argentina, desde principios de los cincuenta hasta 1990, se observan
los menores niveles de intermediación financiera, mientras que antes y
durante el no retraso posterior, ellos fueron más elevados o comenzaron a
recuperarse, aun con altibajos.
La contracara de la desintermediación financiera ha sido la
acumulación de activos externos por parte de residentes argentinos, que
ascendían en 2009 a 134.200 millones de dólares. Aproximadamente

238 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


unos 30.000 millones eran inversión directa de empresas argentinas en
el exterior, y el resto, ahorro de particulares. Del total mencionado, cerca
de 50.000 millones eran billetes-dólar, lo que otorgaba a la Argentina uno
de los puestos más altos del mundo, sino el más alto, en esta materia. Los
argentinos han estado así ahorrando sumas muy importantes de dinero de
modo improductivo, tanto en el sentido privado como en el sentido social
del término. Y aunque no pueda probarse, es razonable conjeturar que esto
puede haber sido uno de los factores del flojo desempeño económico de la
Argentina.
2.1.5. Regulación del mercado de trabajo. Ni por la incidencia
del salario mínimo, ni por la protección al empleo, las regulaciones laborales
del mercado de trabajo pueden computarse como un factor decisivo en el
retraso del crecimiento de nuestro país. El incesante crecimiento de las
cargas sociales, en cambio, sí ha coincidido con el período de mayor
retraso de la Argentina, pero no hemos podido probar si ello no ocurrió
también en otros países.

2.2. Hipótesis macroeconómicas


2.2.1. Volatilidad. Tal como lo ha corroborado el análisis
econométrico, se han encontrado evidencias de que la volatilidad macro,
sobre todo en la medición de la intensidad y frecuencia de las recesiones,
ha estado asociada al retraso de la Argentina, y también al de Chile y
Uruguay. Si bien la evidencia no es concluyente, dado que se observa
también volatilidad durante algunos de los períodos de no retraso de la
Argentina, puede establecerse la hipótesis de que ella ha sido una condición
necesaria, aunque no suficiente.
2.2.2. La insolvencia fiscal
2.2.2.1. El déficit fiscal. Surgen con claridad dos conclusiones. Por
un lado, los períodos de mayor retraso de la Argentina coinciden con los de
mayor déficit fiscal y, cuando el déficit fiscal fue moderado, la Argentina
dejó de retrasarse respecto del mundo. Por otro lado, los episodios
de reducción o aumento del déficit fiscal, con cierta independencia de
su nivel, condujeron a recuperaciones o a retrasos de la Argentina,

Capítulo 2 / 239
respectivamente. Nada puede decirse, sin embargo, respecto de la dirección
de la causalidad. En algunos casos puede haber ocurrido que una mejora
de la economía condujera a reducir el déficit; en otros, que medidas de
reducción del déficit impulsaran la recuperación de la economía vía, por
ejemplo, una caída del riesgo país.
2.2.2.2. La deuda pública. No hay una asociación clara entre
el coeficiente de endeudamiento público y el retraso del país. En lógica
analogía con lo hallado para el déficit fiscal, lo que sí aparece más claro es
que algunos de los saltos en el coeficiente de endeudamiento estuvieron
asociados a una aceleración del retraso.
2.2.3. La inflación, la desmonetización y la desintermediación
financiera
2.2.3.1. La inflación. La inflación, y muy especialmente la alta
inflación o megainflación, es una de las variables que aparece más
estrechamente asociada al retraso de la Argentina. El análisis econométrico
ha destacado, en particular, el impacto negativo de la aceleración de la
inflación sobre el crecimiento. Ratificando los impactos de largo plazo
de la estabilidad de precios, se observa que tanto en la Argentina como
en Brasil, Chile y Uruguay el retorno a tasas de inflación más parecidas a
las internacionales, desde distintos momentos de la década del ochenta
(Chile) o del noventa, ha permitido detener el retraso de los cuatro países y
ayudar a colocar a Chile en un franco sendero de recuperación de su nivel
de vida respecto de los países avanzados. La evidencia argentina desde el
2007 sugiere que, al inicio de los procesos inflacionarios o hasta alcanzar
la inflación valores elevados, puede no haber efectos negativos sobre el
crecimiento.
2.2.3.2. La desmonetización. Lógicamente, al igual que en el caso
de la inflación, también es muy marcada la coincidencia entre los períodos
de desmonetización y los de mayor retraso de la Argentina.
2.2.4. La insuficiencia de la inversión. No se encontró una
asociación inversa, como cabría esperar, entre el coeficiente de inversión y
el retraso de la Argentina en el período estudiado. Esta perplejidad puede
deberse a que existe una demora de muchos años entre la inversión y el

240 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


aumento del PIB, sin que pueda identificarse con precisión la magnitud
de este efecto retardado. Alternativamente, durante los períodos de la
economía cerrada, los precios domésticos de los bienes de capital fueron
mucho más altos que los externos, sobreestimando así la productividad de
dicho capital medida a precios internacionales.
2.2.5. La insolvencia externa. No se observa una relación clara
entre el resultado de la cuenta corriente del balance de pagos y los períodos
de retraso o no retraso de la Argentina.

2.3. Hipótesis de la dependencia


2.3.1. El deterioro de los términos del intercambio y la
estructura de las exportaciones
2.3.1.1. Los términos del intercambio externo (TIE). La
evidencia acerca del rol de los TIE en el retroceso histórico argentino es
en general contraria a la hipótesis. Esto ha sido corroborado por el análisis
econométrico (ver el Anexo). Solo entre mediados de los años treinta y
comienzos de los sesenta hay evidencia a favor. Pero 25 años sobre los 108
analizados no parecen suficientes para validar la hipótesis. En el mejor de
los casos, la evidencia resaltaría su valor para ese lapso, pero su validez
general queda acotada, como se demuestra también con las comparaciones
internacionales.
2.3.1.2. La estructura de las exportaciones. Las evidencias
analizadas son, como mínimo, contradictorias y no avalan la idea de que
la participación de los productos primarios (PP) y de las manufacturas de
origen agropecuario (MOA) en el total de las exportaciones haya sido un
factor asociado al retraso de la Argentina.
2.3.2. Transferencia de recursos al exterior. a) Utilidades y
dividendos netos. Los datos de utilidades y dividendos pagados muestran
evidencias favorables a la hipótesis en la mayor parte del período 1950-
1990, pero no son concluyentes respecto de su asociación con períodos
de retraso y no retraso de la Argentina. b) Intereses netos. Se observa
que la vinculación entre los pagos netos de intereses y el PIB per cápita
relativo argentino es variable pero no irrelevante. En particular, se

Capítulo 2 / 241
encuentra evidencia favorable a la hipótesis al segmentar la historia
argentina en períodos de retraso y no retraso. El período de retraso de
1975-1990 coincide con elevadas transferencias por intereses, en contraste
con transferencias relativamente bajas en los períodos de no retraso.
c) Transferencias totales. En cuanto a la transferencia total de recursos,
los resultados muestran algunas evidencias favorables a la hipótesis. Por
un lado, el período de mayor retraso de la Argentina coincidió con un
aumento sustancial de las transferencias al exterior, primero gradual y
luego muy intenso en la década del ochenta. Por otro lado, la estabilización
de la relación PIB por habitante Argentina/Mundo observada en los
últimos veinte años ha coincidido con una sustancial disminución de
dichas transferencias Como síntesis final puede decirse que se encuentran
algunas evidencias favorables respecto de algunos períodos para la
hipótesis de la transferencia de recursos, sin que ellas sean concluyentes.

2.4. Hipótesis estructuralistas y de las políticas liberales o


neoliberales
2.4.1. Economía muy primaria. En el cálculo a precios constantes,
surge que la participación del agro y la minería en el PIB ha sido mayor en
los períodos de no retraso que en los de retraso relativo, lo que va en contra
de lo postulado por la hipótesis en debate. Estos resultados negativos
para la hipótesis se acentúan todavía más al estudiar la variable a precios
corrientes.
2.4.2. Desarrollo industrial insuficiente. En la estimación a
precios constantes se observa que los períodos de retraso y de no retraso
han coexistido con niveles altos o bajos y crecientes o decrecientes de
participación de la industria manufacturera en el PIB, en sentido contrario
a lo postulado por la hipótesis del desarrollo industrial insuficiente. Sin
embargo, hay dos episodios que dan cierto fundamento a la hipótesis. El
primero es la coincidencia de una marcada caída de la participación de
la industria con el período de mayor retraso de la Argentina (1975-1990).
El segundo es que la desindustrialización de Brasil desde los ochenta,
aún más intensa que la de la Argentina, coincidió con una caída del PIB

242 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


por habitante de Brasil relativo al de la Argentina. Estas conclusiones se
observan también en la estimación a precios corrientes, aunque aquí es
menos clara la coincidencia de la caída de la participación de la industria
con el período de mayor retraso (1975-1990).
2.4.2.3. La participación de la industria manufacturera
relativa a la del sector primario. La correlación con el retraso es
negativa, más allá de que se identifican algunos períodos favorables a la
hipótesis. Paradójicamente, otra lectura positiva para esta hipótesis de la
estructura productiva surge del hecho de que, en los años precedentes a
los dos picos de menor retraso de la Argentina –hacia 1910 y hacia 1947,
ambos parcialmente explicados por circunstancias muy peculiares–, se
alcanzaron tras subas importantes de la ratio industria/agro + minería
y justo antes de caídas significativas en esta ratio. La paradoja reside en
que en ambos casos se trata de industrializaciones con economía más bien
abierta, o no tan cerrada, lo que no es compatible con supuestos habituales
de las hipótesis estructuralistas.
2.4.3. Políticas contrarias a la industria manufacturera.
Como conclusión general del análisis de la hipótesis de las políticas
contrarias a la industria surge que, salvo para períodos específicos, ella no
encuentra sustento en los datos y que, en la amplia mayoría de los casos,
la evidencia contradice o no sostiene lo postulado por la teoría. Una de las
razones detrás de esta evidencia es que una moneda apreciada incentiva
naturalmente las importaciones de bienes de capital, lo que permite
acercar la frontera de posibilidades de producción manufacturera local
a la internacional.
2.4.3.1. El tipo de cambio real. No hay evidencias de una asociación
entre el retraso de la argentina y un tipo de cambio real apreciado. Más
aún, predominan las evidencias en sentido opuesto a lo señalado por la
hipótesis.
2.4.3.2. La apertura importadora. Cuando se la mide por el
coeficiente de importaciones (M/PIB) a precios corrientes, la ausencia de
períodos de estabilidad de dicha ratio dificulta la extracción de conclusiones,
aunque el hecho de que el PIB per cápita relativo de la Argentina haya

Capítulo 2 / 243
mostrado una tendencia declinante tan clara durante buena parte del siglo
XX, pese a la inestabilidad del coeficiente de importaciones, indicaría que la
incidencia de esa variable sobre el desempeño de largo plazo de la economía
sería, a lo sumo, muy moderado. En el cálculo a precios constantes tampoco
se encuentran evidencias favorables a la hipótesis de que los períodos de
mayor retraso tuvieron como una de sus causas una excesiva apertura a
las importaciones. En fin, cuando se consideran solo las importaciones de
bienes de consumo e insumos, dejando de lado las de bienes de capital,
tampoco se observan evidencias favorables a la hipótesis. Como conclusión
general del análisis de la hipótesis de las políticas contrarias a la industria
surge que ella no encuentra sustento en los datos y que, en la amplia
mayoría de los casos, la evidencia contradice o no sostiene lo postulado
por la teoría.
2.4.4. Políticas “financieristas”. Aunque con muchas oscilaciones,
la tendencia histórica de las tasas reales de interés, al menos hasta comienzos
de la década del noventa, ha sido a la baja, lo que no ha evitado el retraso
argentino. Por otro lado, la evidencia muestra que las entradas de capitales
de corto plazo no han estado asociadas al retraso de la Argentina.
2.4.5. Puja distributiva. Se encuentran algunas evidencias de la
existencia de rasgos estructurales que le otorgaron a la Argentina una
propensión al conflicto distributivo, y a un tipo de conflicto que tendía a
comprometer el crecimiento. En otras palabras, rasgos estructurales que,
para un mismo impulso monetario o fiscal, han dado lugar a una mayor
inflación en comparación con países sin dichos rasgos. Las evidencias no
parecen suficientes, en cambio, para saltar a la conclusión de que dichos
rasgos estructurales “determinaron” per se el conflicto distributivo y
también las políticas económicas y sociales. En segundo lugar, si los datos
del presente tienen alguna validez respecto del pasado, los datos de la
sindicalización estarían mostrando también una mayor propensión a
la puja distributiva, en tanto esta suele potenciarse cuanto mayor sea la
presencia y fortaleza de los sindicatos. En tercer lugar, la violencia de
las oscilaciones del salario real a partir de mediados del siglo XX es un
indicio importante de que la puja distributiva se acentuó en coincidencia

244 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


con el período de mayor retraso de la Argentina, ya que es muy probable
que una alta variabilidad de los salarios reales afecte negativamente el
desempeño económico del país.
2.4.6. La debilidad del capitalismo nacional y la falta de
cohesión del empresariado. Aunque no es posible probar si ello ha
estado o no asociado al retraso del país, cabe subrayar la coexistencia
en el tiempo del debilitamiento al menos relativo del empresariado
nacional y el retraso de la Argentina. La Argentina también muestra
una menor cohesión del empresariado respecto de otros países, pero no
se pudo analizar su asociación con el retraso. La información referida al
tamaño de las empresas relativo al de países latinoamericanos revela con
bastante claridad una debilidad del empresariado argentino con respecto
a varios de ellos. En fin, en lo que hace a la inversión extranjera directa
(IED), no hay evidencias que muestren que, a mayor IED, mayor retraso
de la Argentina.
2.4.7. Distribución de la propiedad de la tierra. Todo parece
indicar que una distribución de la tierra más igualitaria en la Argentina
hubiera aumentado las probabilidades de un mayor poblamiento del
Interior, de una red de centros urbanos más equilibrada, de una mejor
distribución del ingreso y de una menor propensión a la conflictividad
social. A su vez, estos factores podrían haber contribuido a un menor
retraso de la Argentina respecto de otros países, sobre todo por su influencia
en una mejor distribución del ingreso y una probable moderación de la
puja distributiva.
2.4.8. Intensidad y concentración en el tiempo de la
inmigración. Cuando se analizan conjuntamente la inmigración
récord, el gran crecimiento poblacional y las dificultades objetivas que
la economía argentina encontró para su desarrollo a partir de 1930, no
puede descartarse que la magnitud de la ola inmigratoria haya tenido un
papel negativo en el crecimiento del ingreso por habitante de la Argentina
relativo al de otros países. Hay que tener en cuenta que, según algunas
estimaciones, entre 1840 y 1940 la inmigración contribuyó al crecimiento
poblacional de la Argentina con un 58 %, más que el 44 % de los EEUU, el
22 % de Canadá y el 15 % al de Brasil.

Capítulo 2 / 245
2.4.9. Concentración en el área metropolitana de Buenos
Aires. Aunque es probable que la alta concentración poblacional en una
sola ciudad haya limitado durante mucho tiempo el crecimiento relativo
de la Argentina –al igual que el de Chile y Uruguay–, este nexo está lejos
de ser necesario ya que hay muchos países con valores de concentración
superiores y mayor crecimiento económico.

2.5. Hipótesis de las instituciones políticas


2.5.1. La inestabilidad política y los gobiernos legales e
ilegales. Los períodos de retraso de la Argentina tuvieron una mayor
frecuencia de gobiernos ilegales (32,6 %) que los períodos de no retraso
(14,3 %). Los períodos sin retraso, en cambio, muestran un 85,7 % de años
con gobiernos legales. En los períodos de no retraso, también es menor
la frecuencia de cambios de gobierno realizados al margen de la ley
preexistente, con un cambio no legal de gobierno cada 12,6 años versus
uno cada 5,1 años en los períodos de retraso. En fin, los períodos sin
retraso muestran que el 92,5 % de los años tuvieron gobiernos electos de
acuerdo con reglas, porcentaje que cae al 58,1 % en el caso de los periodos
con retraso. Por otro lado, la Argentina, con 85 años de gobiernos legales,
24 de gobiernos ilegales y 14 golpes de Estado exitosos, surge como el
país con mayor inestabilidad (frecuencia de golpes de Estado) y, aunque
supera a Brasil en años con gobiernos legales, muestra también una alta
frecuencia de gobiernos surgidos de elecciones limitadas.
2.5.2. Gobiernos civiles versus gobiernos militares. Los
períodos de retraso de la Argentina transcurrieron con una mayor
frecuencia de años de gobiernos militares –28,3 % versus 11,1 % en
los períodos sin retraso–, y también una mayor frecuencia de golpes
de Estado militares, uno cada 6,3 años versus uno cada 15 años en los
períodos sin retraso.
2.5.3. El populismo económico. Se observa una asociación entre
retraso y políticas de populismo económico. Se trata, sin embargo, de una
relación compleja, dado que existen relaciones dinámicas en las variables
entre períodos. Por ejemplo, el retraso cambiario de los noventa del

246 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


siglo pasado fue acompañado por aumentos importantes del coeficiente
de inversión que permitieron un mayor crecimiento aun en la primera
década del siglo XXI.
2.5.4. El peronismo. No hay evidencias consistentes que muestren
para todo el período analizado un menor o mayor retraso de la Argentina
durante los gobiernos peronistas o no peronistas. Cuando el análisis se
limita a lo ocurrido desde el surgimiento del peronismo, en 1945 o en
1946, se observa que, durante los gobiernos no peronistas, la Argentina
se retrasó respecto del promedio mundial y respecto de todos los grupos
de países considerados, sin excepción en las 18 observaciones. En cambio,
durante los gobiernos peronistas, el cuadro es más matizado, con 13
casos de recuperación del retraso y 11 con retraso para el total de 24
observaciones. Es importante tener en cuenta que, en tres de las cuatro
experiencias, los gobiernos peronistas tuvieron términos del intercambio
externo favorables.
2.5.5. Coaliciones conservadoras o liberales. No puede
establecerse una asociación suficientemente clara entre la presencia de
gobiernos conservadores o liberales y el retraso de la Argentina.
2.5.6. Federalismo político con fuertes desigualdades
regionales. No hay evidencias de que el síndrome de un federalismo
regionalmente desigual pueda haber sido en sí mismo un determinante del
retraso de la Argentina.
2.5.7. Otras hipótesis sobre la influencia de las instituciones
políticas
2.5.7.1. La rapidez de la incorporación electoral. No se
encuentran evidencias de que la temprana incorporación electoral haya
sido per se un factor asociado al retraso de la Argentina.
2.5.7.2. Tardía incorporación de los inmigrantes a la vida
política. Es probable que los acontecimientos ocurridos entre el 6 de
septiembre de 1930 y el 4 de junio de 1943, que marcaron indeleblemente
la historia argentina posterior, podrían haber transcurrido de otro
modo, más estable y moderado, si la participación política hubiera
alcanzado también a los inmigrantes, que en 1914 constituían el 46,1 % de
la población económicamente activa y en 1947 todavía eran un 21,8 %.

Capítulo 2 / 247
2.5.7.3. Vaciamiento relativo de los partidos políticos y menor
calidad de los cuadros de gobierno. Aunque, sorprendentemente,
son pocos los estudios sobre el particular, es probable que la pérdida de
capital humano para los partidos políticos y para las instituciones de la
Constitución haya tenido un efecto negativo para el país y positivo para
su retraso, vía el debilitamiento de un sistema de partidos –realidad que
se observa todavía hoy en la Argentina– o mediante una merma de la
calidad de la gestión pública, en los tres poderes del Estado y en los tres
niveles de gobierno.
2.5.7.4. Caudillos versus líderes democráticos. La evidencia
aportada muestra con bastante claridad una elevada incidencia de
presidentes constitucionales con características de caudillos. Es probable
que esto haya tenido una incidencia en el retraso de la Argentina, pues
dificultó el desarrollo de un sistema de partidos y un funcionamiento
constitucional más normal. Pero para demostrarlo sería necesario
profundizar en un análisis comparativo con países latinoamericanos que
está fuera del alcance de este libro.

2.6. Hipótesis sociológicas y culturales


2.6.1. Urbanización y modernización “excesivas”. Hay
evidencias favorables a la hipótesis de la modernización excesiva. Quizás
la más clara es que los dos países latinoamericanos que vivieron un
fenómeno análogo, Chile y Uruguay, compartieron con la Argentina una
decadencia relativa que duró buena parte del siglo XX. Mientras en 1890,
la Argentina, Uruguay y Chile ocupaban los rangos 13, 14 y 15 en el PIB
por habitante a escala mundial, en 1990, Uruguay ocupaba el puesto 37,
la Argentina el 39 y Chile el 40. Trayectorias muy paralelas y de mucho
retraso hasta esa fecha. La recuperación de Chile desde entonces no anula
los 100 años de trayectorias paralelas de los tres países.
2.6.2. Deterioro de la ventaja educativa. No hay evidencias para
probar un deterioro de largo plazo de la calidad de los aprendizajes en la
Argentina ya que las fuentes disponibles se extienden a lo sumo a quince
años atrás. Por dicha razón, no pudo testearse su relación con el retraso

248 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


del país. Pero cabe consignar que en dicho lapso la posición relativa de la
calidad de la educación argentina se ha deteriorado, pasando nuestro país
de ocupar el primer o segundo lugar en América Latina, según la prueba
PERCE de la UNESCO tomada en los noventa, a estar entre el cuarto y el
noveno lugar en la prueba SERCE, también de la UNESCO, tomada en la
segunda mitad de los dos mil. También es cierto que la Argentina ha perdido
buena parte de la ventaja relativa que poseía en materia de escolarización.
Sin embargo, en lo que hace a la educación primaria y media, ello está en
la naturaleza de las cosas, ya que cada nivel educativo tiene un techo al que
gradualmente van convergiendo también los países más rezagados.
2.6.3. Cultura de rentas. Hasta tanto se cuente con estudios
comparativos de base amplia, todo lo que puede decirse sobre esta hipótesis
es que el creciente otorgamiento de rentas políticas, en un contexto
macroeconómico, institucional y social como el de la Argentina, puede
haber contribuido al retraso del país.

2.7. Hipótesis de determinaciones históricas


2.7.1 ¿Excepcionalidad del crecimiento hasta la Primera
Guerra o demora a partir de allí? Se encuentran evidencias de
que el crecimiento económico argentino hasta 1914 tuvo características
excepcionales y no fácilmente reproducibles. Estas evidencias son en parte
compatibles con la idea de la “demora” postulada por Di Tella y Zymelman.
Pero, en todo caso, esto explica solo una pequeña parte del retraso de la
Argentina en el período analizado en este libro, dado que la mayor parte se
produjo después de 1950, demasiado lejos de la “demora” coetánea con la
Primera Guerra.
2.7.2. El golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930. Más allá
del hecho evidente pero irrelevante –por la falacia de post hoc, ergo propter
hoc– de que el retraso de la Argentina fue en su casi totalidad posterior a
1929, en las dos primeras hipótesis referidas a las instituciones políticas,
a saber, la de la ilegalidad e inestabilidad y la de los gobiernos militares,
ya se encontraron evidencias de una asociación entre ambos factores y
el retraso de la Argentina, por lo que puede otorgarse algún crédito al

Capítulo 2 / 249
efecto de “dependencia del sendero” que tuvo el golpe de Estado del 6 de
septiembre de 1930, en tanto condicionante de los golpes y contragolpes
posteriores.
2.7.3 ¿Respuestas tardías a la Gran Depresión o sustitución
de importaciones forzada por el pasado? Las evidencias
encontradas en la hipótesis del proteccionismo excesivo tienden a otorgar
fundamento a la tesis de las respuestas tardías a la Gran Depresión, y
queda abierta la interpretación de si las opciones de políticas económicas
de posguerra fueron o no “obligadas”, cuestión esta última sumamente
difícil de dilucidar.

2.8.2. Una lectura posible del encadenamiento de los


factores asociados al retraso de la Argentina
Como se ha visto, del análisis econométrico ha surgido que el
proteccionismo, la volatilidad macroeconómica y la aceleración de la
inflación aparecen como los principales factores internos del retraso de la
Argentina. Sin embargo, para entender por qué la Argentina se internó en
esos caminos parece necesario recurrir a las hipótesis políticas, históricas
y algunas propias del estructuralismo.
No hay prácticamente país que, en algún período o períodos de su
historia, no haya experimentado proteccionismo excesivo y/o políticas
fiscales y monetarias con consecuencias inflacionarias. Es observable, sin
embargo, que, tras la crisis mundial de 1929-1933 –y más aún después de
la Segunda Guerra–, América Latina en general y la Argentina en particular
hicieron uso de estos instrumentos de manera más intensa, profunda
y prolongada que los países que mantuvieron el liderazgo en materia de
desarrollo económico. Cabe, por tanto, indagar en las causas profundas
que explicarían esta diferencia.
Una lectura verosímil podría partir de un hecho que se resaltó en la
revisión de las hipótesis estructurales. Se trata de la carencia –al menos en
la comparación con los Estados Unidos– de mecanismos que facilitaran el
acceso de pequeños chacareros a la propiedad de la tierra, y de incentivos
para el poblamiento de núcleos urbanos en las zonas urbanas y rurales del

250 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Interior del país. Estas carencias serían, al menos en parte, responsables
de la significativa concentración de la población en los aglomerados de
mayor tamaño (en particular, el de Buenos Aires), ya sea por migración
interna o internacional59.
El fuerte impacto negativo que la gran crisis económica mundial de
1929-1933 tuvo sobre el sector agropecuario hizo particularmente intenso
el fenómeno de la migración de pobladores del Interior hacia las grandes
ciudades y el aumento poblacional de estas, sobre todo el Gran Buenos
Aires. La profundidad de la crisis, la visión de masas de desocupados, el
prejuicio de que el país carecía de un empresariado urbano con el dinamismo
necesario como para ofrecer empleos a una población creciente en cantidad
y en expectativas –otra de las hipótesis revisadas en este capítulo– y la
percepción del peligro de que esta situación derivara en el avance de las
izquierdas en sintonía con el crecimiento del comunismo internacional,
se agregaron a otros factores que por esos años fueron llevando a ciertas
elites políticas y culturales del país a cuestionar el paradigma desarrollado
en la Argentina desde mediados del siglo XIX, y acercándolas, en cambio,
a ideologías que proliferaron en el mundo de entreguerras alternativas
o antagónicas al capitalismo liberal y a la democracia de partidos. Cabe
recordar que, en esos años, el aumento del proteccionismo y la mayor
intervención estatal en las economías no fueron patrimonio exclusivo de los
países ganados por el comunismo y el fascismo, sino de casi todo el mundo.
Los cambios políticos y económicos que tuvieron lugar en la Argentina a
partir de 1930 no dejan dudas de que estos hechos e ideas calaron hondo
en buena parte de las elites dirigentes del país.
Fue entonces (1930) cuando se inició la involución política de la
Argentina, habiéndose observado ya que treinta ocho años de los cuarenta
y cinco años en los que se concentra el retraso (1935-1963 y 1975-1990) se
superponen con el período de mayor inestabilidad política (1930-1983).
Las numerosas vulneraciones institucionales que tuvieron lugar desde

59
Entre 1840 y 1940 la inmigración contribuyó con un 58 % al crecimiento poblacional de la Argentina;
con un 44 % al de los Estados Unidos; con un 22 % al de Canadá, y con un 15 % al de Brasil.

Capítulo 2 / 251
entonces60 podrían ser causa del vaciamiento de los partidos políticos (otra
de las hipótesis revisadas), y de su alejamiento del rol de mediación que
deben ejercer en la toma de decisiones políticas, y habrían posibilitado
que aspectos centrales de la política económica fueran excesivamente
influenciados por los intereses corporativos particulares (empresariales,
gremiales, militares, etcétera) que los reemplazaron en la conducción del
Estado.
Tal pudo haber sido el contexto ideológico, social y político que propició
el fomento de muchas actividades productivas basadas en la protección
aduanera y en políticas cambiarias discriminatorias61. Pero lo que quizás
diferencia a la Argentina es el exceso en la intensidad con que se aplicaron
estos instrumentos, por ejemplo, con diferenciales cambiarios entre sectores
superiores al 100 % o con prohibiciones de importar determinados bienes
durante décadas. La historia posterior sugiere también la existencia de algo
de path dependence62, hipótesis según la cual el pasado condiciona mucho
al presente y, una vez lanzada una política (como el inicial proteccionismo
defensivo ensayado en la década de 1930), sus frutos obligan de alguna
manera a continuarla y, más adelante, hasta profundizarla. Algo parecido
habría ocurrido con las políticas fiscales y monetarias inflacionarias
adoptadas después de la Segunda Guerra, ya que las inflaciones endémicas
generan anticuerpos contrarios a su combate.
Algunos de los factores determinantes de esta “dependencia del
sendero” habrían sido –nuevamente– ciertos rasgos culturales plasmados
en décadas anteriores, tales como las expectativas por encima de la realidad,
la cultura de rentas y de caudillos y una latente puja distributiva. Porque
si en aquellos años, por circunstancias internas e ideologías extranjeras,
parte importante de la “intelligentsia” civil, militar y empresaria cayó en la
tentación del atajo y de la “cultura de rentas”, una parte también significativa
60
A los seis golpes que derribaron autoridades electas e instituyeron los gobiernos “de facto” de 1930-1931;
1943-1946; 1955-1958; 1962-1963; 1966-1973 y 1976-1983, se deben agregar los golpes de palacio que pro-
vocaron la caída de los presidentes “de facto” Ramírez (1944), Lonardi (1955), Onganía (1970), Levingston
(1971) y Viola (1981); los años de fraude electoral y proscripciones explícitas (1931-1943 y 1958-66); los
casos en los que la mayoría política hizo abuso de su poder (1946-1955) y la abrupta caída del gobierno de
de la Rúa (2001).
61
Las llamadas políticas de sustitución de importaciones.
62
Ver la sección 2.7 de este capítulo.

252 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


de la ciudadanía tampoco superó la “cultura de caudillo” –que venía de
lejos–, es decir, la de esperar que un gobernante o un líder sindical colmara
sus expectativas y resolviera sus problemas. Una sociedad atravesada por
tales culturas puede ser más demandante de proteccionismo extremo que
otras y, a la vez, albergar una puja distributiva capaz de darle inercia propia
a fenómenos inflacionarios.
Algunas comparaciones entre la experiencia argentina y las de otros
países de inmigración masiva ofrecen elementos que confirmarían la
descripción de las causas profundas de las políticas implementadas por
la Argentina tras la crisis de 1929-1933 y el consecuente retraso relativo
de su desarrollo. En tal sentido, lo decisivo es que –como se señaló más
arriba– la Argentina persistió y profundizó las políticas proteccionistas e
inflacionarias mucho más allá de lo que parecía prudente, sobre todo cuando,
después de la Segunda Guerra, los países avanzados fueron gradualmente
regresando a los principios de la economía capitalista enmarcada por
políticas fiscales y monetarias mesuradas, legislaciones antimonopólicas y
comercio internacional gradualmente más abierto. Lo propio puede decirse
de lo que ocurrió algo más tarde, cuando muchos países en desarrollo
(vecinos nuestros, europeos periféricos, asiáticos y hasta algunos del
exbloque de economías centralizadas), en algunos casos después de haber
experimentado con políticas semejantes a la de Argentina, convergieron
hacia un modelo análogo al de la posguerra en los países avanzados y con
mayor énfasis en las exportaciones que en la sustitución de importaciones,
logrando casi todos ellos tasas de crecimiento que, contrariamente al caso
de la Argentina, les permitieron reducir sus brechas de desarrollo.
Finalmente, y como también se mencionó más arriba, los
encadenamientos expuestos en esta sección no habrían sido –desde 1930
hasta el presente– patrimonio de ningún partido o tipo de gobierno. Si la
alta inflación y el proteccionismo excesivo configuran políticas económicas
populistas asociadas al retraso de la Argentina, ellas fueron impulsadas
tanto por gobiernos de cuño conservador, como militar, peronista y radical.
De la misma manera, hay gobiernos militares (1966-1973), radicales (1963-
1966) y peronistas (1990-1999 y 2002-2011) entre los que presidieron los
períodos relativamente favorables o de no retraso.

Capítulo 2 / 253
2.9. Anexo. Análisis econométrico de series de tiempo

Se intenta aquí buscar una respuesta econométrica a la pregunta de qué


explica el retraso argentino evidenciado en el siglo XX. Para ello, se buscó
una aproximación “agnóstica” al tema, en el sentido de dejar que los datos
fueran los que mostratan la existencia de alguna vinculación econométrica
entre la variable dependiente, retraso argentino (R) y las explicativas,
descartando las que no mostraran dicha vinculación estadística.
El análisis econométrico se realizó en tres pasos:
1) Análisis previo de las series, básicamente el testeo de su naturaleza
estacionaria63. En aquellos casos en que la variable aparece como
no estacionaria, notablemente el caso de la variable dependiente
“retraso argentino”, se la incluye en las regresiones en primeras
diferencias64 65.
2) Estimación de la relación entre la variable dependiente y el
conjunto de las independientes, con un procedimiento “de lo
general a lo particular”, e incluyendo inicialmente un máximo de
1 retardo (lag) para cada variable independiente dado los escasos
grados de libertad disponibles.
3) Análisis de robustez de los resultados ante diferentes especificaciones
econométricas y transformaciones de las variables.
La mejor especificación se presenta en el Cuadro 2.9.1.a. Como puede
apreciarse, solo un limitado conjunto de variables son estadísticamente
significativas (son suficientes desde el punto de vista estadístico) para
explicar al retraso argentino. Así, aplicando los pasos arriba explicados,
se llegó a la regresión de la primera diferencia del retraso argentino sobre

63
Utilizando la versión de MCOG de los tests de Dickey-Fuller aumentados (ADF, Dickey y Fuller, 1979;
Said y Dickey, 1984) al modo de Elliott, Rothenberg y Stock (ERS, 1996); el test de estacionariedad de
Kwiatkowski, Phillips, Schmidt, y Shin (KPSS, 1992); las versiones modificadas de los tests de Phillips-
Perron (PP, 1988), Bhargava (1986); y el test de punto óptimo de ERS (1996), realizado por Ng y Perron
(NP, 2001).
64
Ninguna variable aparece como integrada de orden 2.
65
Una técnica de estimación alternativa, dado que tanto la variable dependiente como muchas de las inde-
pendientes aparecen como integradas de orden, sería estudiar la cointegración entre estas variables, para
luego estimar modelos de corrección de error. Sin embargo, no seguimos este camino porque debería en
estos modelos estimarse una gran cantidad de parámetros, dada la gran cantidad de variables involucra-
das, dejando escasos grados de libertad lo que afectaría mucho la bondad del ajuste.

254 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


un rezago de la variable independiente (para eliminar la existencia de
autocorrelación serial66) resultando significativas: a) la primera diferencia
de la variable “Apertura 1” (X+M/PIB), ya que aparece como una variable
integrada de orden 1; b) la volatilidad en niveles del PIB (incluyendo un
rezago); c) la aceleración de la inflación (representada como el incremento
porcentual de la tasa de inflación anual); y d) una dummy adicional para
capturar el comportamiento diferencial de la serie en los períodos de
Guerras Mundiales, 1914-1918 y 1939-1945. Al final del Anexo se presenta
la lista de variables cuya asociación con R fue probada. Dada la existencia
de heteroscedasticidad en los residuos del modelo67, se estimó un modelo
GARCH (Generalized ARCH) corrigiendo por dicho problema utilizando
mínimos cuadrados ponderados, lo que permitió obtener una matriz de
varianzas-covarianzas robusta.

Cuadro 2.9.1.a. Factores determinantes del retraso argentino


Variable dependiente: Diferencial de R
Muestra: 1902 2008 (107 observaciones)

Coeficiente
Error estándar Estadístico-z Prob.
estimado

Diferencial de R (en t-1) 0,287535 0,107702 2,669725 0,0076


Diferencial Apertura (en t-1) 0,001603 0,000698 2,295783 0,0217
Volatilidad (en t) -0,004050 0,000182 -22,25680 0,0000
Volatilidad (en t-1) 0,001532 0,000479 3,195904 0,0014
Incremento porcentual en
-0,000102 2,11E-05 -4,835528 0,0000
la inflación (en t)
Términos de intercambio -2,71E-05 1,00E-05 -2,705384 0,0068
Dummy “Guerras” -0,010349 0,006274 -1,649487 0,0990

R-cuadrado ajustado 0,565322 Criterio de información de Akaike -4,824431


Criterio de información de
Estadístico Durbin-Watson 1,853923 -4,574633
Schwarz

66
Detectada con el test de multiplicadores de Lagrange de Breusch-Godfrey de correlación serial.
67
Para detectarlo se empleó test de ML de Engle (1982).

Capítulo 2 / 255
Cuadro 2.9.1.b. Factores determinantes del retraso argentino: dummy
“guerras+posguerras”

Variable dependiente: Diferencial de R


Muestra: 1902 2008 (107 observaciones)

Coeficiente Error
Estadístico-z Prob.
estimado estándar

Diferencial de R (en t-1) 0,302566 0,107877 2,804733 0,0050

Diferencial Apertura (en t-1) 0,001671 0,000695 2,405353 0,0162

Volatilidad (en t) -0,004042 0,000182 -22,18688 0,0000

Volatilidad (en t-1) 0,001591 0,000477 3,335101 0,0009


Incremento porcentual en la
-0,000102 2,12E-05 -4,796541 0,0000
inflación (en t)
Términos de intercambio -2,71E-05 9,89E-06 -2,737467 0,0062
Dummy “Guerras+Posguerras” -0,008680 0,006163 -1,408564 0,1590

Criterio de información de
R-cuadrado ajustado 0,579936 -5,129508
Akaike
Criterio de información de
Estadístico Durbin-Watson 1,895133 -4,879710
Schwarz

Nota. Los resultados cualitativos de incrementar el número de años de la dummy “guerras”


para incluir las “posguerras” no modifican los presentados en el Cuadro 2.9.1.a, aunque la
significación estadística de la variable “guerras+posguerras” es un poco menor (su p-value
es 0,159, lo que indica que no es estadísticamente significativa al máximo umbral usual del
10 %). Sin embargo, los criterios de Akaike y Schwarz indicarían que el segundo modelo es
ligeramente preferible.

Los resultados están, en general, en línea con la teoría. Así, aumentos


de la apertura en el período t-1 generan reversión del retraso argentino en
el periodo t. Incrementos del volumen total de comercio exterior argentino,
entonces, acercan el PIB argentino al de los países desarrollados. Otras
variables externas, como el saldo de la cuenta corriente como porcentaje

256 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


del PIB, no aparecen como estadísticamente significativas para explicar el
R. Por otro lado, un mayor nivel de volatilidad en t genera incrementos
del retraso argentino en t (solo parcialmente corregidos en el periodo
siguiente). La aceleración de la inflación (representada por el aumento
porcentual de la tasa de inflación), también aparece como generando un
mayor retraso argentino. La última variable que aparece como explicando
el retraso argentino son los términos de intercambio, pero aquí el signo
contradice lo que uno esperaría de la teoría. Así, la regresión muestra que
incrementos (mejoras) en los términos de intercambio generan un mayor
retraso argentino.

Gráfico 2.9.1. Variable dependiente y ajuste del modelo


0,15

0,1

0,05

-0,05

-0,1
1902

1907

1912

1917

1922

1927

1932

1937

1942

1947

1952

1957

1962

1967

1972

1977

1982

1987

1992

1997

2002

2007

Cambio en el retraso Ajuste del modelo

También aparece como estadísticamente significativa la variable


dicotómica guerras mundiales, que refleja un comportamiento diferencial
de la regresión en los períodos en que ellas ocurrieron y acentuaron el R.
Sin embargo, es importante destacar que incluso incluyendo esta dummy,
los errores del ajuste son muy grandes –cayendo fuera de los intervalos de
confianza usuales– en estos períodos de guerras.

Capítulo 2 / 257
En cuanto al análisis de robustez, se verificó que los resultados arriba
mencionados son robustos a cambios en la muestra estimada, la aplicación
de alguna transformación distinta de la variable (aquí la estabilidad del
modelo era relativamente baja), la inclusión de variables explicativas
adicionales (aunque en estos casos la bondad del ajuste caía) y la inclusión
de rezagos alternativos y de términos MA. A su vez, se estimó la misma
ecuación en niveles, en vez de en primeras diferencias (previa verificación
de la cointegración entre R y las variables dependientes integradas de
orden 1 que permitiría la regresión en niveles), obteniéndose resultados
cualitativamente similares.

Gráfico 2.9.2. Residuos del modelo


0,15

0,1

0,05

-0,05

-0,1

1902 19071912 19171922 19271932 19371942 19471952 19571962 19671972 19771982 19871992 19972002 2007

Residuos

Precauciones. A la hora de interpretar los resultados deben ser tenidas


en cuenta las siguientes precauciones. 1) En algunos casos no hay una
correspondencia exacta entre la variable que se busca representar y la
serie que la representa. Un ejemplo es el aumento del proteccionismo,
que no siempre equivale a una disminución de la variables “apertura 1”
(X+M/PIB). 2) La variable “retraso” es relativa. Sin embargo, alguna de

258 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


las variables son absolutas y exclusivamente de la Argentina, con lo cual
no reflejan exactamente el “cambio relativo” entre la Argentina y los países
desarrollados. Por ejemplo, un incremento de “apertura 1” muestra un
mayor coeficiente de comercio exterior total/PIB. La idea proveniente de
la teoría es que la Argentina se “retrasaría” si el coeficiente de apertura 1
cae. Sin embargo, la Argentina puede “retrasarse” aun si el coeficiente de
AP1 subiera, siempre y cuanto el correlato de esa variable para los países
contra los que se compara subiera aún más. Eso no saldría reflejado en las
estimaciones aquí presentadas, afectando así su resultado. Algo semejante
ocurre con variables tales como inflación, volatilidad, déficit fiscal.

Listado de variables consideradas

• a) Listado de las variables independientes sometidas al test


o Apertura de la economía: X+M/PIB (Apertura 1)
o Apertura de la economía XArg/Xmundo
o Crecimiento agropecuario: producción agrícola
o Crecimiento agropecuario: productividad agrícola
o Derechos de propiedad: M3/PIB
o Volatilidad macro: desvío de la tasa de crecimiento del PIB/tasa de
crecimiento largo plazo
o Cuenta corriente/PIB
o Déficit fiscal
o Inflación
o M1/PIB
o Términos del intercambio externo
o Transferencia total de recursos al exterior
o Participación de la industria en el PIB relativa a la del sector
primario
o Desvío del crecimiento anual del salario real respecto del promedio
del período
o Inestabilidad política (dummy rezagada tres años)
o Gobiernos civiles versus militares (dummy rezagada tres años)

Capítulo 2 / 259
o Populismo económico (dummy rezagada tres años)
o Peronismo (dummy rezagada tres años)
o Coaliciones neoliberales (dummy rezagada tres años)
o Presidentes caudillos (dummy rezagada tres años)

• b) Otras variables asociadas al retraso que no pueden testearse por


datos incompletos
o Eficiencia del Estado
o Crowding out
o Cargas sociales
o Debilidad del capitalismo nacional y falta de cohesión del
empresariado
o Distribución de la propiedad de la tierra
o Intensidad y concentración en el tiempo de la inmigración
o Tardía incorporación de los inmigrantes a la vida política
o Golpe de Estado de 1930
o Vaciamiento relativo de los partidos políticos y menor calidad de los
cuadros de gobierno
o Urbanización y modernización “excesivas”
o Respuestas tardías a la Gran Depresión

260 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


Capítulo 3

Una mirada al futuro


aprendiendo del pasado

No hay un razonamiento lineal que marque el camino desde las


explicaciones del retraso del país hacia la formulación de enseñanzas para
el futuro. Pero el libro quedaría ciertamente inconcluso si no se intentara
al menos sugerir algunas de esas lecciones.
Partimos de la siguiente paradoja, que consideramos es uno de los
hallazgos de nuestra investigación. ¿Cómo fue posible que dos décadas tan
diversas en el imaginario popular y político como las del noventa y los dos
mil hayan logrado en conjunto el objetivo de interrumpir el largo proceso
de retraso de la Argentina? Esta pista nos brinda varios puntos de interés
y uno de ellos es obligarnos a volcar la mirada hacia los factores comunes
de los períodos en los que la economía argentina no se retrasó respecto de
los países avanzados o del mundo todo. Hasta aquí nos hemos concentrado
en la comprensión y explicación del retraso, porque tal era el objetivo del
libro. Es bueno dedicar ahora algunas páginas a destacar los rasgos de
los períodos en los que la Argentina no se retrasó, sin perjuicio de hacer
también referencias a lo que condujo al retraso de la Argentina y debería
evitarse. Esta nueva mirada nos permitirá extraer algunas enseñanzas en
clave afirmativa, no necesariamente las mismas que las requeridas a la
hora de evitar o revertir los factores determinantes del retraso. Aun así,
es importante tener en cuenta que los tres factores internos más asociados
en el pasado al retraso de la Argentina han sido la economía cerrada, la
volatilidad macroeconómica y la aceleración de la inflación.
Los autores coinciden en que el acceso universal a una educación
de calidad es con seguridad una condición principalísima no solo para

Capítulo 3 / 261
superar el retraso de la Argentina, sino también para superar la pobreza y
mejorar la distribución del ingreso. Pero, como se dijo en el capítulo 2, esta
hipótesis no pudo ser sometida a las mismas pruebas que las otras y, por
ello, no pudo ser incluida en el listado que sigue.

1. Mejor funcionamiento de las instituciones políticas. Un


funcionamiento de las instituciones políticas acorde con la Constitución es
la primera y más importante recomendación que surge de este trabajo. Por
cierto, ella no se basa solo en su “utilidad” económica, sino también, y sobre
todo, en la mejor calidad de vida a que dicho funcionamiento da lugar.
Se observa una interacción recíproca entre un buen funcionamiento de la
economía y la vigencia de las instituciones políticas de la Constitución, las
que pueden sintetizarse en el mandato de su artículo primero, que establece
que la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa,
republicana y federal. Así como un buen funcionamiento constitucional se
transmite a la economía al hacerla más previsible y brindarle un marco de
respeto de los derechos y obligaciones, cuando la economía funciona bien
es menor la propensión a buscar atajos para resolver los conflictos sociales
y políticos. Los períodos en los que la Argentina no se retrasó muestran
mayor frecuencia de gobiernos legales y de gobiernos civiles, como se ve
claramente tanto desde 1900 hasta 1930 y –pese a los avatares del 2001-
2002– también desde 1991. La excepción está dada por el período 1964-
1974, sin retraso, pero transcurrido mayormente bajo gobiernos no legales.
En cambio, en los períodos de retraso los gobiernos legales y civiles fueron
más bien la excepción que la regla.
Observando lo ocurrido en las dos últimas décadas, a pesar de que la
Argentina no se retrasó se constata que, si bien se cumplió con el componente
democrático, no siempre ocurrió lo mismo con el componente republicano
–muy especialmente en cuanto a la división y el respeto recíproco de los
tres poderes, no obstante la destacable independencia de la actual Corte
Suprema– y con el federal, llevándose ya quince años de incumplimiento de
la cláusula de la Constitución de 1994, que mandaba que, para 1996, debía
haberse votado una nueva ley de coparticipación federal. De acuerdo con

262 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


la experiencia histórica recogida en este trabajo, esta erosión de la vigencia
efectiva de las instituciones constitucionales representa una amenaza al
logro de no haberse retrasado del mundo durante los últimos veinte años.

2. Inflación baja o moderada y aumento de la monetización de la


economía. La segunda recomendación que surge del trabajo es la de evitar
la alta inflación. Surge con claridad que la Argentina no se retrasó en épocas
de baja inflación, tanto hasta 1933, cuando la inflación persistente no existía
en el mundo, cuanto a partir de 1991, cuando se recuperó la estabilidad de
precios después de los quince años de megainflación iniciados en 1975 y
de los dos años de hiperinflación, 1989 y 1990. A su vez, la mayor parte
del segundo período de no retraso (1964-1974) transcurrió en el marco de
programas de estabilización exitosos, al menos al inicio, como los de 1967
y 1973. En contraste, en la mayoría de los 45 años en los que la Argentina
se retrasó, el estado normal fue de inflación al menos “latina” (entre 20 %
y 30 % anual), matizados con planes de estabilización fracasados o de cuño
populista.
Dado que desde 2007 el país se ha internado nuevamente en la inflación
latina vigente entre 1945 y 1974, es oportuno recordar la experiencia
histórica recogida en este trabajo. Es muy fácil introducir “un poco” de
inflación en una economía mediante políticas monetarias y fiscales laxas,
pero es mucho más difícil estabilizarla luego, entre otras razones porque,
en ausencia de un plan de estabilización adecuado y creíble, la tendencia
de la inflación será creciente. Además, como lo muestra la experiencia
argentina, cuya historia económica es un verdadero cementerio de planes
de estabilización fracasados, no es fácil acertar con la política adecuada.
También es falaz considerar benigna a la inflación actual con el argumento
de que a la Argentina no le fue tan mal durante los treinta años de inflación
latina, porque se deja de lado que ello fue posible por haberse realizado
cuatro programas de estabilización, en 1952, 1959, 1967 y 1973 –el primero
y el último durante gobiernos peronistas– que lograron éxitos durante
un tiempo. Sin ellos, es muy probable que la megainflación –más del
100 % anual– se hubiera anticipado bastante. En fin, también es necesario

Capítulo 3 / 263
recordar que la inflación castiga de modo especial a los más pobres, por
su menor capacidad de ahorro y por la mayor proporción que tienen las
tenencias de dinero en el total de su riqueza.

3. Políticas económicas no populistas. Uno de los principales


factores que han llevado a la inestabilidad política y a los descalabros
macroeconómicos, que frecuentemente se dieron en conjunto, ha sido la
puesta en práctica de políticas económicas populistas. Hemos usado la
expresión “populismo” en un sentido técnico y económico, no peyorativo o
político, que refiere al abuso de instrumentos u objetivos tales como el tipo
real de cambio, el gasto público, el endeudamiento, el stock de capital (baja
inversión) o la inflación, ya mencionada, y cuyo componente populista
se vincula en buena medida a que ella da lugar a distorsiones de precios
relativos cuya corrección suele ser muy costosa en el futuro. Las políticas
económicas populistas fueron realizadas por gobiernos de muy distintos
tintes políticos y tanto civiles como militares. El abuso de dichas variables
tiene dos problemas: suele llevarlas a valores insostenibles en el tiempo
y compromete el crecimiento de la economía, perjudicando el bienestar
de las generaciones futuras. Sin embargo, dado que la aparición de estos
efectos negativos puede demorarse significativamente, los incentivos al
populismo pueden ser bastante duraderos, y tanto más cuanto mejores
sean las circunstancias externas que lo hacen posible.
El populismo económico no ha sido dejado de lado aún en la vida
argentina, y también ha mostrado algunos de sus rasgos en los últimos
períodos de no retraso. Durante la década del noventa, por una apreciación
excesiva del peso y una fuerte caída de inversión hacia el final de la
convertibilidad. En lo que va del siglo XXI, después de haber transitado
varios años con superávit fiscal y externo y baja inflación, la economía
argentina muestra la desaparición de dichos superávits, una alta inflación
y un nivel de gasto público como proporción del PIB cercano a un inédito
45 %. Aunque los resultados fiscales y del sector externo no son en sí mismos
preocupantes, sí lo es su tendencia que, junto a la alta inflación y al nivel
del gasto, reflejan valores o propensiones insostenibles cuya corrección
será tanto más traumática cuanto más se demore.

264 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


4. Solvencia fiscal. Junto a la inflación, la insolvencia fiscal
frecuentemente asociada a ella se muestra también muy vinculada a los
períodos de retraso de la Argentina. La solvencia fiscal intertemporal –es
decir, sostenida hacia el mediano y largo plazo– constituye sin dudas uno
de los prerrequisitos del crecimiento sostenido. Esto es así porque impide
niveles excesivos de endeudamiento público que, como muestra muy
claramente la experiencia argentina, pueden conducir a su vez al default o a
una excesiva emisión monetaria que conduzca a la alta inflación. Uno u otro
factor han estado siempre presentes en las grandes crisis macroeconómicas
que la Argentina tuvo sistemáticamente entre 1975 y 2001-2002. Cuál
debería ser concretamente la regla de solvencia dependerá entre otros
factores del nivel inicial de deuda pública y de la fase del ciclo económico
que se esté atravesando. Si el endeudamiento inicial no supera el 50 % o
60 % del PIB, una regla de superávit cero después del pago de intereses de
la deuda puede ser adecuada. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que un
superávit fiscal sostenido en el tiempo es crucial para evitar los procesos
de apreciación cambiaria del tipo “enfermedad holandesa”, que tienden
a darse cuando los términos del intercambio externo son favorables así
como aquellas apreciaciones que surgen de fuertes entradas de capitales.
Los últimos veinte años de no retraso de la Argentina han mostrado
resultados fiscales aceptables en promedio, pero con comportamientos
muy diversos a lo largo de cada una de estas décadas. En los noventa, a los
razonables resultados fiscales obtenidos hasta 1995, siguió un período en
el que no se tomaron las previsiones fiscales adecuadas para acompañar la
merma de ingresos públicos originada en la reforma previsional. Dado que
el nivel de endeudamiento inicial no era bajo –si se contabiliza también,
como corresponde, la deuda no instrumentada–, el resultado fue el default
de fines de 2001. En lo que va de este siglo, a una política que llevó el
superávit después del pago de intereses a un 1,4 % del PIB entre 2003 y
2008, le ha seguido una política fiscal deficitaria, con un fuerte componente
procíclico que ha llevado la ratio gasto público consolidado sobre PIB a un
45 %, nivel sin precedentes y muy difícil de financiar, lo que ha llevado a
recaer en el impuesto inflacionario como fuente de financiamiento.

Capítulo 3 / 265
5. Menor volatilidad macroeconómica. La Argentina no se retrasó
respecto de otros países, o lo hizo en menor medida, cuando se pudo evitar
la volatilidad macroeconómica. Esto vale especialmente para el período
posterior a 1930 dado que anteriormente las políticas anticíclicas no estaban
desarrolladas y las economías, especialmente las periféricas, “flameaban”
en función de shocks externos positivos o negativo. La volatilidad será tanto
mayor cuanto más vigencia tengan políticas populistas o inflacionarias,
cuyos desajustes será necesario reparar a posteriori.
Desde 1975 hasta el 2001-2002, la Argentina sufrió fuertes crisis
macroeconómicas, casi exactamente cada cinco años, en 1975-1976, 1981,
1985, 1989-1990, 1995 y 2001-2002. La violencia de estos ciclos ha jugado
un papel determinante en el retraso de la Argentina. En lo que va de este
siglo, en cambio, ya han transcurrido casi nueve años sin este tipo de crisis.
Sin embargo, por lo dicho en los puntos 2, 3 y 4, la Argentina está hoy
arriesgándose innecesariamente a sufrir nuevamente un ciclo violento.
Todavía se está a tiempo de evitarlo, pero cuanto más se demore, más
difícil será.

6. Oportunidades y percepciones de progreso y movilidad social


y puja distributiva moderada o encauzada. El retraso de la Argentina
respecto de la mayoría de los países no ha sido el único precio que ha
debido pagarse por la carencia de adecuadas instituciones políticas y una
buena macroeconomía. También ha coartado las posibilidades de progreso
social de buena parte de su población, especialmente las de los más pobres.
Todo indica que hay una causalidad recíproca entre instituciones políticas
y buena macroeconomía y, por otro lado, las oportunidades y percepciones
de progreso social. Tanto las instituciones como la macroeconomía se
han visto negativamente afectadas en el pasado toda vez que se acentuó
en exceso la puja distributiva o aumentaron los niveles de desempleo y
pobreza, ya fuera por caídas de la actividad económica, aumentos de la
inflación o ambos factores a la vez. Por ello, planes económicos que no
contemplen propuestas para combatir no solo el desempleo, sino también
la pobreza y la desigualdad, difícilmente puedan tener éxito duradero ya

266 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


que muy probablemente darán lugar a tensiones sociales o políticas que
terminen dejando de lado aun los aspectos positivos que el plan pudiera
tener. Por cierto, también han sido efímeras las políticas económicas
inconsistentes que dieron lugar a un progreso social inicial que luego se
retrotrajo violentamente. Tal ha sido el caso de programas de estabilización
excesivamente basados en controles y que dejaron de lado los equilibrios
fiscales o monetarios. Otro punto de naturaleza social que cabe destacar
es que, durante los períodos de no retraso, los impuestos y contribuciones
sobre la nómina salarial fueron constantes o decrecientes.
En la Argentina de hoy se observa que los importantes logros obtenidos
desde el 2003 en cuanto a la disminución de la pobreza y de la indigencia
se han revertido parcialmente como consecuencia de la inflación y, en
menor medida, de una desaceleración en el aumento del empleo. Al mismo
tiempo, hay claros signos de exacerbación de la puja distributiva, en parte
acentuados por vivirse un año electoral, pero sobre todo por la inflación.
Además de perjudicar especialmente a los más pobres –por ejemplo, a los
trabajadores que están fuera de convenios colectivos de trabajo–, existe el
riesgo de que, al igual que en otros momentos del pasado, esta situación dé
lugar a conflictos sociales y aun políticos crecientes.

7. Economía abierta o en proceso de apertura y precios relativos


internos cercanos a los internacionales. La Argentina no ha podido crecer
sostenidamente en un contexto de economía cerrada o en proceso de cierre
(como entre 1934-1963 y entre 1975 y 1990). En cambio, no se retrasó en
aquellos períodos en que la economía estuvo abierta (hasta 1933 o desde
1991) o en proceso aún moderado de apertura al comercio internacional
(como desde 1964). Una razón principal de este comportamiento es que
el país cuenta con un sector agroalimentario sumamente competitivo en
economía abierta, pero que pierde parte de su ventaja comparativa al
cerrarse la economía, lo que siempre implica una caída del precio relativo
de los exportables respecto de los bienes que se importan o sustituyen
importaciones, acentuado frecuentemente el caso de la Argentina al
agregarse también impuestos a las exportaciones. A esto se agrega el hecho

Capítulo 3 / 267
de que el cierre de la economía implica las más de las veces un aumento
del precio de los bienes de capital importados y, por lo tanto, una menor
productividad de la inversión y un menor crecimiento para un mismo nivel
de ahorro.
Es por ello oportuno registrar el cambio que se está dando en el
modelo de política económica instaurado a partir de 2002. Originalmente,
estaba basado en baja inflación, superávits gemelos, tipo de cambio alto y
sesgo exportador, sin descuidar por ello el mercado interno. En los últimos
años, y especialmente en 2011, se observan no solo una inflación elevada
y la extinción de los superávits gemelos, sino también un creciente sesgo
antiexportador y promotor de la sustitución de importaciones mediante
instrumentos tales como las crecientes restricciones cuantitativas a las
exportaciones –que se añaden a los impuestos a estas– y las licencias no
automáticas o permisos previos para importar. Al menos por el hecho de
limitar el aumento de las exportaciones, un camino de esta naturaleza hace
peligrar la continuidad del proceso de no retraso del país, y más aún una
recuperación de las posiciones perdidas.

8. Desarrollo agropecuario + desarrollo industrial. En estrecha


conexión con el punto anterior se observa que aquellos períodos en los
que pudo compatibilizarse el desarrollo agropecuario con el industrial
tendieron a mostrar menos retraso y aun a evitarlo. Entre las razones
que explican esta asociación, puede mencionarse que la alta propensión
a exportar del sector agropecuario permitió liberar la restricción externa
que durante muchos años dio lugar al retraso de la Argentina y, al mismo
tiempo, que el crecimiento del agro aumenta la tasa de crecimiento de la
economía en su conjunto, incluido el sector manufacturero.
Parcialmente en la década del noventa y con mayor claridad en lo que
va del siglo se ha observado un crecimiento simultáneo de ambos sectores
como no ocurría desde hacía mucho tiempo. Una de las lecciones que dejó
al respecto la década del noventa es que la convivencia agro-industria
solo es armónica con un tipo de cambio competitivo. Y la lección del siglo
XXI es que un buen nivel de precios internacionales de los agroalimentos

268 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


ayuda mucho a conseguir dicho objetivo. Sin embargo, al compás de
más y más medidas que acentúan el sesgo antiexportador, el resultado
ha sido un crecimiento del agro menor que el potencial y muy sesgado
entre sectores dado que aquellas han limitado sobre todo la producción
de carne, trigo y leche mientras que la altísima productividad del cultivo
de soja ha permitido la continuidad de su crecimiento, aunque al precio
de un deterioro de los suelos por la menor rotación de cultivos y la menor
reposición de los nutrientes.

9. Términos del intercambio externo no muy bajos ni decrecientes


y su relación con el proteccionismo agroalimentario. Si bien no se ha
encontrado una asociación demasiado estrecha entre el nivel de los
términos del intercambio y el retraso de la Argentina, sí se observa que,
cuando los términos del intercambio externo (TIE) han sido muy bajos o
decrecientes, la Argentina ha tendido a retrasarse. Este último ha sido el
caso de los períodos de retraso 1934-1963 y 1975-1990, que se desarrollaron
con una caída casi continuada de los TIE. Asimismo, los bajos TIE de la
década del cincuenta inauguraron los ciclos asociados a la “restricción
externa”. Recordemos, sin embargo, que el análisis econométrico encontró
una asociación positiva –y contraintuitiva– entre el retraso del país y el
nivel de los TIE.
Aunque durante la última década del siglo XX la Argentina logró
no retrasarse pese a TIE no favorables, ello no fue gratuito, porque la
escasez de recursos externos tuvo su parte en la violenta crisis del 2001-
2002. También es importante recordar que la limitación impuesta por los
bajos TIE se vio reforzada porque a fines del siglo pasado llegó a su valor
máximo histórico, equivalente a 500.000 millones de dólares, el valor de
los subsidios y protecciones agroalimentarias de los países de la OCDE.
En lo que va del siglo XXI, la mejora de los precios de los agroalimentos
impulsada por la demanda de los países emergentes ha sido suficientemente
importante como para moderar el impacto negativo de los subsidios y del
proteccionismo cuyo valor, por otro lado, cayó aproximadamente a la
mitad del observado a fines del siglo pasado. Se trata de un fenómeno que

Capítulo 3 / 269
ocurre por primera vez desde la Segunda Guerra y que probablemente se
extenderá por bastante tiempo.

10. Solvencia externa. Aunque no se ha observado una asociación


tan fuerte como podría esperarse entre el resultado de la cuenta corriente
del balance de pagos y el retraso o no retraso de la Argentina, no puede
dudarse que la solvencia externa intertemporal es una condición necesaria
para el crecimiento sostenido. Baste recordar que buena parte de los dos
períodos de retraso, 1934-1963 y 1975-1990, se caracterizaron por la célebre
“restricción externa”, principal determinante a su vez de los ciclos de stop-
go. Esta restricción procuró sortearse vía la cuenta capital del balance de
pagos, pero es bien sabido que se trata de una solución transitoria, no
permanente. Por ejemplo, se ha encontrado en el trabajo una asociación
entre el retraso del país y las transferencias de recursos al exterior.
Durante el último período de no retraso se han observado dos perfiles
bien diferentes. Durante la década del noventa, escasearon las divisas de
origen comercial, pero fueron relativamente abundantes las de inversión
directa y las financieras. El impacto positivo del aumento de la inversión
sobre la productividad, sin embargo, no llegó a tiempo como para evitar
o moderar la crisis de 2001-2002, aunque sí fue decisivo para posibilitar
el crecimiento de principios del siglo XXI. En esta primera década, la
situación ha sido casi la inversa, con abundancia de divisas comerciales y
escasez relativa de divisas financieras y de inversión. Aunque esta situación
podría extenderse en el tiempo en función de un probable escenario de
buenos precios internacionales duradero, el sesgo antiexportador que ha
ido tomando gradualmente la política económica abre interrogantes sobre
la abundancia futura de divisas comerciales. Un último punto a considerar
es que una situación duradera de solvencia externa puede tener también
efectos negativos en tanto permite prolongar en el tiempo situaciones
como las que hoy vive la Argentina de alta inflación y distorsiones en los
precios relativos, negativas de cara al futuro.

270 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


11. Inversión moderada o alta. Se recordará que no se ha encontrado
en el trabajo una asociación estrecha entre el coeficiente de inversión –es
decir, la inversión bruta fija sobre el PIB– y el retraso o no retraso de la
Argentina. Uno de los factores que pueden explicar este resultado paradojal
es que un mismo esfuerzo de ahorro interno y externo mostrará mayor
productividad de la inversión con economía abierta que con economía
cerrada, dado el menor precio de los bienes de capital en el primer caso. Otro
punto relevante para explicar la paradoja es que los efectos de variaciones
de la inversión sobre el PIB pueden demorar muchos años en manifestarse,
desdibujando así su asociación con el PIB del mismo período.
Con respecto a lo observado durante el actual período de no retraso de
la Argentina, debe decirse que los coeficientes de inversión no han sido muy
altos, sobre todo en la década del noventa. Es cierto que, al haber estado
la economía abierta, dichos coeficientes fueron suficientes para permitir
buenas tasas de crecimiento, especialmente en lo que va del siglo. Aun
así, es al menos dudoso que los niveles actuales de la inversión permitan
sostener tasas de crecimiento elevadas.

12. Respeto de los derechos de propiedad. Se han encontrado


evidencias de una asociación positiva entre el retraso de la Argentina y
la violación de los derechos de propiedad, especialmente en lo referido a
los activos financieros tales como bonos soberanos, depósitos bancarios
o dinero. Una consecuencia de las violaciones sucesivas a tales derechos
ha sido la formación de activos de particulares argentinos en el exterior
que, a fines del año 2009, ascendían a un total de 141.944 millones de
dólares, excluyendo la inversión directa de empresas argentinas en el
exterior. Dicha suma equivalía al 46,6 % del PIB del mismo año y, aunque
la evidencia disponible no es completa, es claro que la Argentina es uno de
los países del mundo con mayor proporción de fugas de capitales de esta
índole. Esto tiene indudablemente un efecto negativo sobre el desarrollo
financiero local, limitando, por lo tanto, la disponibilidad de crédito, la
inversión y el crecimiento. Un punto adicional que otorga relevancia a
este enfoque es que la inflación viola de modo especial los derechos de

Capítulo 3 / 271
propiedad de los más pobres, para quienes la tenencia de dinero guarda
una mayor proporción en el total de su riqueza.
Lo ocurrido desde principios de siglo no es alentador, porque, entre
fines del 2002 y fines del 2009, el stock de activos de particulares argentinos
en el exterior aumentó desde 96.910 a los citados 141.944 millones de
dólares, es decir, un 46,5 % o 5,6 % anual. Y porque entre 2007 y 2010 dicha
formación medida según el mercado cambiario llegó a 57.400 millones de
dólares. Se trata pues, muy claramente, de una asignatura pendiente.

A modo de conclusión

La mayor parte de los factores que han permitido a la Argentina dejar de


retrasarse respecto del mundo entre 1991 y 2008 muestran recientemente
signos de deterioro. Si bien no se han alcanzado aún los extremos típicos
de los tiempos del gran retraso de la Argentina, por ejemplo, en lo que
concierne a la ilegalidad o ilegitimidad de los gobiernos, la altísima inflación
o el cierre casi total de la economía, las señales negativas son dignas de
atención.
La democracia sigue funcionando, pero se observan evidentes daños
en las instituciones republicanas y federales. De la estabilidad monetaria
lograda, aun después de la devaluación del 2002, se ha pasado a una
inflación alta y riesgosa. Han reaparecido comportamientos populistas,
especialmente en las distorsiones de precios relativos, en la magnitud de
los subsidios y en un nivel sin precedentes de gasto público, dudosamente
sostenible y parcialmente financiado con el impuesto inflacionario. Altos
funcionarios declaran que esta vez el populismo es sostenible y que debe
radicalizarse, al mismo tiempo que la puja distributiva muestra tensiones
crecientes. Aunque fueron positivas las leyes de educación técnica,
180 días de clases, financiamiento educativo y nacional de educación, y
pese a haberse cumplido la meta de invertir 6 % del PIB en educación,
ciencia y tecnología, los resultados obtenidos hasta el momento distan
mucho de ser satisfactorios y, peor aún, se observa una clara pérdida del
liderazgo que hasta hace no mucho tiempo tenía la Argentina en materia

272 / Claves del retraso y del progreso de la Argentina


de calidad educativa entre los países de América Latina. Es destacable
el bajo nivel de endeudamiento público, pero la tendencia del resultado
fiscal, deficitario si es bien medido, no es auspiciosa. El valioso logro de
haber transitado ya casi nueve años sin crisis económicas violentas se está
poniendo en riesgo por la alta inflación y políticas populistas tales como
la extinción de los superávits gemelos. Algo similar ocurre con la pobreza
y la indigencia, que después de haber disminuido significativamente han
vuelto a aumentar como consecuencia de la suba de la inflación, mientras
la puja distributiva adquiere ribetes difíciles de sostener en el tiempo. De
una política económica que armonizaba la inserción exportadora con el
desarrollo del mercado interno se ha pasado sin aviso a otra orientada
hacia la sustitución de importaciones, con sesgo antiagropecuario y
antiexportador. Adicionalmente, se observa que la integración regional,
en especial la del Mercosur, que avanzó considerablemente en sus inicios,
tiende a estancarse y a mostrar un escenario de conflictos permanentes.
Desde una situación de relativa solvencia externa se ha pasado a otra
en la que la cuenta corriente del balance de pagos tiende a cero y se han
acentuado las fugas de capitales. Aquí y allá aparecen sistemáticamente
violaciones de los derechos de propiedad que muy probablemente sean
una de las causas de un nivel de inversión insuficiente para sostener un
crecimiento rápido.
Todavía se está a tiempo de reparar tantos deterioros de los factores
que permitieron a la Argentina dejar de retrasarse. Pero si no se actúa
rápidamente, se entrará en zonas de retraso similares a las vistas en el
pasado. Si faltaran otras, la sola razón de la importancia y urgencia de esta
reparación es que, pese a haber dejado de retrasarse respecto del mundo
en los últimos veinte años, la Argentina no ha logrado mejorar sustancial y
establemente la situación de los más pobres ni mejorar la distribución del
ingreso.

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