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Doctorado en Educación

Facultad de Filosofía y Letras


Universidad Nacional de Tucumán

Seminario: Historia y Educación

Análisis de la obra:
¿Qué pasó en la educación argentina?
Desde la conquista hasta el presente.
Puiggrós, Adriana (2002)
Galerna. Bs. As.

Docente: Pablo Pineau

Doctorando: Jorge Buabud

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 Presentación general de la obra.

En esta obra, Alicia Puiggrós hace un recorrido por las distintas etapas de la historia
Argentina enfocándose en la problemática educativa desde los inicios de la colonia
española, pasando por los primeros gobiernos patrios, los períodos de interrupción
democrática, los gobiernos populistas, liberales y neoliberales, hasta el año 2001 con el
lamentable desenlace del gobierno del presidente De la Rúa, en medio de la “peor crisis
económico-social de la historia argentina”; según las propias palabras de la autora.
En el análisis que se realiza en la obra, Alicia nos relata de una manera muy clara los
diferentes sucesos que fueron modelando la educación pública argentina. Considerando
no solo los aspectos políticos-ideológicos, sino también las cuestiones más personales de
la gestión de cada protagonista de los distintos hechos que fueron construyendo y
destruyendo el sistema educativo de nuestro país, con las consecuencias sociales que
trajeron aparejadas; sin dejar de lado la incidencia del contexto global en cada período,
particularmente el influjo americano y europeo.

 Los criterios de periodización.


La autora hace una división del texto en capítulos que abarcan períodos históricos
claramente diferenciados, ya sea por cuestiones políticas o ideológicas. Desde la época
colonial, los primeros gobiernos locales, hasta finales del siglo XVIII. Luego aborda el
período siguiente, pasando por la independencia política de la corona española, hasta
mediados del siglo XIX con el gobierno de Sarmiento, continuando con la etapa
constitucional hasta principios del siglo XX. Pone énfasis en la época de gestación del
movimiento reformista, siguiendo después con el yrigoyenismo, las primeras dictaduras
militares, el surgimiento del peronismo, los gobiernos de facto anti-peronistas, el retorno de
Perón, el último golpe militar del 76 y una síntesis apretada de la vuelta a la democracia
hasta el año 2001. En todo momento se destaca los vaivenes del sistema educativo como
reflejo de los modelos norteamericanos y europeos; siempre de la mano de los intereses
del poder de turno.

 La educación y el contexto general.

A lo largo de la obra, Alicia hace visible el impacto del contexto social, económico, político
y religioso, en los procesos de educación, caracterizados en general por la imposición de
los gobernantes sobre los gobernados en beneficio del primero. Siempre la educación se
limita a élites cercanas al poder, quedando relegado y en segundo plano el pueblo, al que
solo llegan los conocimientos mínimos para satisfacer las demandas laborales de los
dueños de las riquezas y el poder de turno. También los más privilegiados que tienen
acceso a los conocimientos científicos y tecnológicos, son usados por los grupos de poder
para mejorar los procesos productivos, aumentar sus propias ganancias y consolidar su
posición de dominio; en muchos casos solucionando problemas que ellos mismos crearon
con la explotación irracional de los recursos del planeta.

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Por supuesto que cada época tuvo sus variantes, en ese sentido la autora nos ilustra muy
bien en cada etapa histórica las particularidades de los procesos culturales y su repercusión
en los sistemas educativos.

En los primeros relatos nos ubica en la conquista y colonización de América, que adquirió
características distintas según el tiempo y las diferentes regiones. La acción de los
conquistadores no fue homogénea, como no lo era la realidad con la cual se encontraban.
En cuento a los procesos educacionales, vislumbra tres grandes etapas: desde el
descubrimiento hasta el Concilio de Trento, que comenzó en 1545; desde entonces hasta
la expulsión de los jesuitas en 1760 y desde ese acontecimiento hasta los movimientos
independentistas de 1810.

Luego de estas crónicas de la colonia, continua con los primeros gobiernos patrios,
comenzando con las acciones de Rivadavia a partir del Primer Triunvirato en 1811 y
concluyendo con la gestión del presidente Sarmiento.
En este lapso Puiggrós nos cuenta como Sarmiento desde su exilio en Chile y luego su
viaje a Estado Unidos, regresa a Buenos Aires en 1852, imaginando un sistema educativo
moderno para Argentina, que sería transcendental para su cultura.
Es aquí donde podemos citar a Pablo Toro, con su artículo “Formar el cuerpo sano y
controlar el mal espíritu. Disciplinas del cuerpo y de las emociones juveniles en la educación
pública chilena” (1813-1900); donde nos habla de la necesidad de ejercer una fuerte
disciplina sobre el físico de los jóvenes para lograr adoctrinarlos en relación con lo que el
gobierno requiere de la sociedad. Aunque se refería a situaciones que se sucedieron en
Chile, no estaba muy lejos de lo que ocurría en nuestro país en esos años. En esa época
tal como nos cuenta Sarmiento en su obra “Civilización o Barbarie”, fue preciso utilizar
medidas correctivas mediante castigos físicos sobre los niños y jóvenes “para lograr en
ellos una mirada evolutiva”.
En coincidencia con lo que relata Puiggrós en relación a la educación en esos años, Toro
nos indica como se instauraron penalizaciones corporales, encierros, ridiculizaciones y
otras prácticas correctivas que con el tiempo fueron transformándose en ejercicios que se
incorporaron en la asignatura educación física, donde se disciplina el cuerpo mediante la
gimnasia, los desfiles y las competencias.

Cuando la autora pasa a contarnos los sucesos ocurridos a partir de la Constitución


Nacional de 1853 y hasta los albores de la reforma universitaria de 1918, destaca las dos
miradas opuestas de Alberdi y Sarmiento. El primero, ideólogo de la constitución del 53,
“consideraba que la educación se subordinaba a la economía y a los cambios demográfico-
culturales. Primero había que traer inmigrantes. Su influencia produciría cambios de hábitos
y valores. Luego se podría educar. No bastaba con alfabetizar, había que enseñar a
trabajar.” En cambio Sarmiento con su mirada puesta en el mundo anglosajón, planteó un
modelo educativo que se caracterizó por un positivismo pedagógico, “promovió el sistema
educativo formalmente más democrático de su época, pero al mismo tiempo realizó una
operación de exclusión de los sectores populares”; a las escuelas públicas del imaginario
sarmientino, concurrían sujetos abstractos que jamás llegaron a existir. “Este modelo fue
fundador de la sociología de la ilustración en Argentina”.
En esta parte del libro de Puiggrós, podemos citar el artículo de Marcelo Caruso, “La
relación pedagógica moderna: cultura y política de la didáctica”, donde el autor nos

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alecciona sobre la relación pedagógica moderna y su espíritu en las ciencias de la didáctica,
tratando sobre los procesos de modernización pedagógica a nivel del aula en el Reino de
Baviera. Analiza la experiencia de Kerschensteiner, gestor de esta innovación, que buscaba
un método rápido de enseñanza de la lecto-escritura y las operaciones matemáticas
básicas; en un contexto donde lo textual invadió las calles de la ciudad con cartelerías,
letreros, publicidad, haciendo de la escritura un objeto cotidiano que favorecía a la
alfabetización. Caruso compara estos hechos con el pensamiento y obra de Sarmiento,
cuando éste había traído desde Norteamérica a las maestras que iniciaron el proceso de
formación docente en Argentina, introduciendo las metodologías anglosajonas en el
sistema educativo del país, que impactaron en el destino de la educación argentina hasta
la actualidad.

Al abordar la etapa que va desde la reforma universitaria hasta el último golpe militar de
1976, la autora nos llama a la reflexión sobre varios aspectos del sistema educativo que se
mantienen hasta la actualidad. Tal vez el más representativo de una ideología autoritaria
y de sumisión popular, es el caso de los uniformes en las escuelas. Tanto docentes como
discentes se esconden detrás de una vestimenta que los unifica. En el caso de las escuelas
estatales el guardapolvo blanco y en las privadas los uniformes corporativos. En el primer
caso para ocultar toda diferencia étnica, religiosa, social, económica, etc. y en el segundo
caso para consolidar el sentido de pertenencia a cierta institución elitista. En ambos casos
se persigue un objetivo de adoctrinamiento de las masas en beneficios del poder de turno,
que controla tanto las escuelas estatales en forma directa y a las privadas indirectamente
a través de los subsidios.
Es aquí donde podemos citar el texto de Inés Dussel “Los uniformes como políticas del
cuerpo. Un acercamiento foucaultiano a la historia y el presente de los códigos de
vestimenta en la escuela”, donde la autora relata momentos históricos que se vinculan con
los abordados por Puiggrós en la obra de referencia. En el caso de los docentes,
homogeneiza y “subjetiviza” al orgulloso trabajador de la educación, como miembro de la
sociedad trabajadora pujante. Para el caso de los estudiantes representa la igualdad social,
la higiene, la abundancia de la sociedad peronista. En los gobiernos de facto, los militares
ejercieron el autoritarismo castrense, la autora menciona otros aspectos del uniforme
escolar, como lo son la disciplina y el sometimiento del cuerpo. Tanto Dussel como
Puiggrós, tienen una mirada crítica hacia las políticas autoritarias que procuran influir en la
población a través de la educación y la vestimenta escolar como medio de sometimiento.

En la última parte de su obra, Puiggrós, nos presenta un panorama desalentador de la


educación en Argentina; que inició su decadencia a partir de la última dictadura con sus
políticas neoliberales, agravada por el empobrecimiento del sistema educativo en el
gobierno de Raúl Alfonsín, continuando con el desmantelamiento estructural durante las
políticas neoliberales de la administración menemista. Se diversificaron los servicios
educativos y se instaló el problema salarial docente. Se inauguraron innumerables
instituciones privadas de todos los niveles, pero en particular universitarias; y
simultáneamente se descuidó a las instituciones educativas estatales. Lo que conlleva a
profundizar la brecha socio-económico-cultural ya existente entre clases alta y baja,
favoreciendo la calidad y cantidad de aprendizaje de los ricos, en desmedro de la calidad y
cantidad de aprendizaje de los pobres.

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Aportes personales del autor de este trabajo: Relato sobre la educación en Argentina
de Onganía a Kirchner.

En un triste invierno de 1966, llega al gobierno otro Presidente de facto, el General Juan
Carlos Onganía. De nuevo el poder de las Fuerzas Armadas se hace notar y de la mano
del abogado José Mariano Astigueta al frente del Ministerio de Educación, se lleva adelante
una reforma educativa basada en la política del dictador español Francisco Franco. Este
proyecto introducía entre sus artículos la Escuela Intermedia. Esta modificación reformulaba
el nivel primario y secundario, tomando los dos últimos años de la primaria y los dos
primeros años de la secundaria, formando así el llamado “Ciclo Intermedio”. Lo grave de
esta reforma es que limitaba la obligatoriedad de la enseñanza y por lo tanto la
responsabilidad del Estado, a los primeros cinco años de la primaria. Ya que el Ciclo
Intermedio y el Secundario no eran obligatorios. A pesar de que se produce un rechazo total
de la docencia argentina, se la puso en práctica entre los años 1970 y 1973. Otros artículos
de la audaz reforma, “jerarquizaba” la profesión de maestro de grado, que pasó de ser un
título secundario de las llamadas escuelas Normales o de Magisterio, a un Nivel Terciario.
El título otorgado sería de Profesor ya sea para nivel primario o nivel intermedio. Esta
modificación causó la protesta de todos los gremios docentes y prácticamente una revuelta
social. Pero de nuevo se impuso la ley del más fuerte y esta modificación con algunas
variantes perdura hasta nuestros días. Y la mayoría de los establecimientos que imparten
el título de Profesor de Primaria son privados.

Siguiendo el hilo de este relato, nos encontramos a mediados de la década de 1970, con la
vuelta de Juan Perón, la organización de las guerrillas y la triple A. Este mismo clima de
inseguridad y conmoción social, se ve reflejado en el sistema educativo. Luego la muerte
de Perón, el gobierno de Isabelita y el nefasto golpe militar de 1976.

Se abre un último capitulo negro de la historia Argentina y nuevamente el sistema educativo


es víctima del totalitarismo y el fascismo ideológico. No solo se “aniquila” a la guerrilla,
sino que se “aniquila” al sistema educativo argentino y en particular las Universidades. El
‘‘Proceso de Reorganización Nacional’’, la incorporación de la ‘‘Doctrina de la seguridad
nacional’’ en todos los contenidos curriculares de la República, la persecución de docentes
y alumnos, la imposición del ‘‘pensamiento único’’ para formar generaciones de militantes
en un ideario fundamentalista opuesto a nuestros orígenes históricos, creo que no merece
mayores aclaraciones.

Y llegamos al gobierno del Dr. Raúl Alfonsín, la restauración de la tan ansiada democracia,
el final de un régimen criminal y sangriento, que enfrentó a muerte decenas de miles de
argentinos que lucharon por sus ideales, sin importar las banderías, sino que dejó secuelas
irreparables en millones de ciudadanos frustrados que vieron pasar sus años de juventud

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en un país devastado, con una deuda externa impagable, con un sistema productivo
destruido y con un sistema educativo en agonía.

En su afán de reivindicar la tan golpeada Ley 1420, el Dr. Alfonsín convoca a un siglo de
su promulgación, un Congreso Pedagógico Nacional en el año 1984., con el objetivo de
acordar un proyecto educativo acorde con los tiempos modernos. Nuevamente como si se
repitiera la historia, surge el debate sobre la subsidiariedad o no del Estado y si su función
debe ser necesaria o supletoria en aquellos lugares que no despierten el interés del sector
educativo privado. Este congreso despierta tal polémica que se extiende a lo largo de casi
todo el mandato del Dr. Alfonsín, concluyendo en el año 1988. De un análisis de las
conclusiones de este congreso surgen tres puntos centrales:
1) La relación escuela/trabajo, la articulación del circuito formal de educación (nivel inicial
de la vida) con el no formal (adultez).
2) La descentralización en pos de un federalismo.
3) La extensión de la obligatoriedad, cuanto “más complejo” se vuelve el mundo más tiempo
hay que invertir estudiando para descifrarlo.

Después de este “despertar” de la democracia con bombos y platillos, nos encontramos en


1989 con la hiperinflación, los saqueos, el caos.
Con elecciones anticipadas llegó a la Presidencia, a fines de 1989, el Dr. Carlos Saúl
Menem, con el “salariazo”, el “uno a uno”, las privatizaciones y como no podía faltar una
“reformita” al sistema educativo.
Así es que en 1993, se sanciona la Ley Federal de Educación, que aunque los
“alfonsinistas” no quieren reconocer, es un reflejo del Congreso Pedagógico de 1984-88.
Basta con analizar sus articulados para encontrar los puntos centrales que citamos
anteriormente. Mediante esta ley se modifica sustancialmente el sistema educativo y lo
conduce inexorablemente a un colapso, que motivó la repulsa generalizada que condujo a
su derogación en diciembre de 2006, durante el gobierno de Néstor Kirchner, que fue el
próximo presidente democrático que cumplió su mandato. En esa misma sesión del
Congreso se aprobó la Ley de Educación Nacional, que disfraza con eufemismos a la
anterior Ley Federal de Educación.

Si vemos hoy en día después de medio siglo de subsidios a los establecimientos privados,
cómo quienes comenzaron con modestos edificios y muy precario material didáctico
exhiben hoy portentosos establecimientos dotados de cuanta tecnología de vanguardia
exista, ubicados, la mayoría de ellos y sus ‘‘campus’’ en los lugares más privilegiados de
las ciudades donde habitan los núcleos de gran poder adquisitivo para los cuales no supone
esfuerzo alguno solventar la cuota fijada y los suplementos por actividades
complementarias. El principio de subsidiariedad va ganando posiciones a lo largo del
tiempo, mientras el sector privado avanza y se multiplica, la educación popular es
soslayada, edificios deteriorados, falta de material didáctico, contenidos curriculares
sectarios en la interpretación de nuestro proceso histórico y en las teorías científicas que
pudieran afectar verdades reveladas.

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Esta renuncia del Estado a su derecho constitucional inalienable e imprescriptible de fijar
políticas educativas que garanticen la educación para todos en el marco de una excelente
calidad de la enseñanza, se traduce en un hecho evidente, el estado ruinoso de las escuelas
públicas, el hacinamiento en las aulas, los contenidos curriculares pobrísimos, determina el
éxodo hacia establecimientos privados pues los padres de cierto nivel económico buscan
para sus hijos durante su trayecto escolar escuelas confortables, de este modo los colegios
públicos congregan a alumnos de recursos muy precarios, es decir: escuelas para ricos y
escuelas para pobres.

Conclusiones:
El análisis de la bibliografía utilizada en este trabajo y la cruda realidad de nuestros
días, me lleva a decir que el “prestigioso” sistema educativo que tuvo Argentina de
1884 a 1930, fue prácticamente destruido en forma sistemática por los distintos
gobiernos de turno que se sucedieron en los últimos 90 años. La Argentina está
lejos de ser aquel país que se jactaba por el nivel educativo de excelencia de sus
ciudadanos. Que fue ejemplo en todo el mundo por sus principios de igualdad,
obligatoriedad y gratuidad. Si permitimos que el exterminio del sistema educativo
público sea total y solo queden en nuestro recuerdo lo que fue el sistema educativo
argentino, las generaciones futuras quedarán, como las actuales, sin igualdad de
oportunidades y despojadas de una real posibilidad de acceso a un nivel de
conocimientos de excelencia, en instituciones públicas gratuitas dignas, con
maestros y profesores retribuidos de acuerdo a la encomiable labor que
desempeñan en nuestra sociedad.

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