Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
En cuanto al tercer inciso del artículo a comentar, que alude a los gastos
de administración de la sucesión, éstos deben incluir tanto los inherentes
a la administración en sí (gastos judiciales, cuidado de los bienes,
inventario, honorarios de abogados, etc.), como a la remuneración del
administrador (albacea). Respecto a las obligaciones del albacea, éstas
se encuentran comprendidas en el artículo 787, incisos 2 al1 °,
excluyéndose el primer inciso de dicho numeral por pretender que el
albacea se encargue de funciones del funeral antes de saber que le
corresponden tales tareas (LOHMANN), y también debido a que, de
cualquier forma, tales gastos preferenciales ya se encuentran
especificados en el primer inciso del artículo bajo comentario, teniendo la
máxima prioridad.
1. DEUDAS. GENERALIDADES
Desde la muerte de una persona, se transmiten a sus sucesores tanto los activos
como los pasivos de su patrimonio, por lo que el heredero no adquiere bienes,
derechos u obligaciones singulares, sino que sucede en una unidad o
conglomerado patrimonial; recibe un patrimonio en el que los activos sin
distinción responden por los pasivos sin distinción (LOHMANN). Si ha aceptado
la herencia pura y simplemente, sin haber invocado el denominado beneficio de
inventario o probado la situación deficitaria de la herencia, responderá
ilimitadamente por el pago de los pasivos.
Es de resaltar que al tratarse de deudas que se transmiten por causa de la
muerte del sujeto deudor, tales obligaciones deben ser pasibles de ser
transmitidas, por lo que se excluyen las inherentes a la persona (intuitu
personae), contraídas en función de las cualidades personales del deudor; las
prohibidas expresamente por la ley (contrato de renta vitalicia, derecho real de
usufructo, contrato de comodato, el contrato de mandato, y el contrato de
depósito), o las deudas sobre cuya transmisión se haya pactado en contrario
(artículo 1218). En otro orden de consideración, la muerte puede producir la
extinción de determinados derechos reales, como el usufructo (por muerte del
usufructuario, artículo 1021), Y el uso y habitación (por igual razón, artículos
1026 Y 1021).
2. ETAPAS POR LAS QUE ATRAVIESA LA HERENCIA
Hay dos etapas de la masa sucesoria: la primera, cuando la masa sucesoria se
encuentra indivisa, momento en que se consagra la unidad del activo total y su
relación con el pasivo (cargas y deudas) de la herencia. La segunda, cuando ya
se efectuó la partición y los elementos patrimoniales ya fueron adjudicados a los
copartícipes, transformándose recién en titularidad individual.
Lo señalado reviste la mayor importancia, pues es preciso insistir en que no hay
una situación de copropiedad sino de comunidad entre los coherederos mientras
la masa ha permanecido indivisa, recordando que copropiedad1 es una noción
distinta a comunidad, siendo que en la copropiedad cada copropietario "tiene
derecho a una cuota-parte ideal, abstracta, de la cosa común; pero no tiene
derecho privativo sobre una parte divisa, concreta, de la cosa. Supóngase tres
copropietarios de un terreno: cada uno de ellos tiene un tercio del conjunto, pero
no tiene una tercera parte localizada sobre talo cual parcela del terreno; su tercio
sigue siendo una cuota parte ideal, indivisa.
En consecuencia, hasta la división que reemplace ese derecho a una cuotaparte
indivisa por un derecho a una parte divisa, ninguno de los copropietarios podrá
ceder por sí solo una parte de la cosa; por el contrario, puede ceder o hipotecar
su cuota-parte indivisa, puesto que es propietario de la misma" (MAZEAUD).
Esta noción no corresponde a la de masa sucesoria indivisa, que consiste en un
patrimonio autónomo en el que los herederos y los legatarios de parte alícuota
tienen un derecho común sobre el patrimonio del causante, que se expresa en
una cuota ideal sobre el conjunto indiviso, sin titularidad directa sobre algún
elemento singular, por lo que puede decirse que existe una comunidad
sucesoria, lo que significa que los acreedores que fueron del causante y ahora
lo son de la sucesión indivisa podrán dirigirse sobre todos o cualquiera de los
activos de la masa, los que aún no tienen titular cierto asignado. Así, la obligación
de pagar las deudas del causante no va a ser de la masa impersonal, sino de los
herederos, quienes son los titulares del patrimonio compuesto por este
conglomerado de activos, pasivos y derechos.
Existe cierta confusión respecto de los dos momentos señalados por los que
atraviesa la herencia, confusión que tiene origen en un "principio" histórico del
Derecho español que provino de una interpretación inexacta de las Leyes de
Partidas2, por lo que hoy es solo un aforismo: "antes es pagar que heredar"
(VALLET DE GOYTISOLO)3. Según ello, primero se pagan las obligaciones y
una vez saneada la masa, se puede efectuar la repartición entre los herederos,
y entonces recién se puede hablar de herencia (GONZÁLEZ GARCÍA)4. En
contraposición a esta noción se encuentra el concepto moderno que establece
que desde el momento de la muerte del causante todo aquello que constituye la
herencia (activo y pasivo) se transmite a sus sucesores (LACRUZ BERDEJO y
SANCHO REBULLIDA)5, por lo que entonces ya se heredó desde ese momento,
antes de la partición, noción que sigue nuestro Código Civil.
3. RESPONSABILIDAD EN LA PRIMERA ETAPA (ANTES DE LA
PARTICIÓN)
Si bien el artículo menciona a las deudas, se entiende que comprende también
a las cargas. La regla básica es que, en un primer momento, es decir, cuando la
masa se encuentra indivisa, si hay activos suficientes los acreedores de las
cargas y deudas sucesorias pueden exigir el cobro con cargo a cualquier activo
sucesorio que no hubiese sido objeto de institución hereditaria sobre bien cierto
o de legado.
Exceptuando los activos que hubiesen sido objeto de garantía específica antes
de la muerte del causante, todos los activos, sin distinción, responden por todos
los pasivos, sin distinción, lo que significa que en caso de controversia judicial o
arbitral el acreedor tendrá que emplazar a todos los copartícipes de la indivisión
(artículos 65 y 93 del CPC).
Pueden darse dos situaciones:
a) Que los herederos se hubiesen distribuido de hecho o hubiesen
consumido todo o parte de los activos.
En este caso, debido a que no ha habido una partición formal, las
obligaciones tampoco se han fraccionado ni dividido entre los herederos,
quienes han pasado a ser deudores por la muerte de su causante, por lo
que la responsabilidad sería solidaria, pudiendo cualquier acreedor (quien
mantiene la situación y garantía que cuando vivía su deudor) hacerse
cobro con el patrimonio de cualquier heredero hasta por el monto total del
crédito y con el tope del valor que tuvieron los activos sucesorios.
b) Que haya herederos que responden ultra vires porque no limitaron
su responsabilidad.
Si se trata de herederos "puros y simples" por no tener responsabilidad
limitada, la responsabilidad de cada uno es solidaria y el acreedor podrá
dirigirse por entero a cualquiera de ellos para hacerse cobro con su
respectivo patrimonio personal y no solo con el tope de los activos
sucesorios. Si el causante dejó la partición hecha por testamento, no
habrá solidaridad, debido a que ya no hay nada que partir, por lo que
nunca nació la comunidad.
4. RESPONSABILIDAD EN LA SEGUNDA ETAPA (DESPUÉS DE LA
PARTICIÓN)
La norma lleva a deducir claramente que hay una responsabilidad
diferente después de ocurrida la partición sin oposición de acreedor
(artículo 875). Hecha la partición solo caben dos posibilidades: a) Que la
deuda haya sido adjudicada a un heredero concreto, en cuyo caso solo
éste responderá. b) Que la deuda haya sido adjudicada a varios. Aquí
cada uno responderá en proporción a su cuota6, dividiendo la deuda en
partes, y pudiendo de esta manera el acreedor exigir a cada heredero un
monto de la deuda equivalente al porcentaje que éste tiene en la herencia.
Queda a salvo, ciertamente, que la obligación sea indivisible.