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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5

SISTEMAS DE TRATAMIENTO DE AGUAS CONTAMINADAS POR MINERÍA

Patricia Acero1 y Roberto Rodríguez2


(1) Instituto de Ciencias de la Tierra Jaime Almera. Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Solé Sabarís s/n, 08028 Barcelona (España).
pacero@ija.csic.es

(2) Departamento de Química. Facultad de Ciencias. Universitat de Girona.


Campus de Montilivi. 17071 Girona (España)
roberto.rodriguez@udg.es

1. INTRODUCCIÓN

La generación de aguas ácidas con elevados contenidos en metales pesados y otros contaminantes
como consecuencia de las labores de minería se ha convertido en una de las cuestiones medioambienta-
les que mayor interés ha suscitado en los últimos años.
El drenaje ácido de minas (en inglés AMD, Acid Mine Drainage) consiste en la aparición de aguas con
pH típicamente entre 2 y 4 y altas concentraciones de metales tóxicos (Nordstrom y Ball, 1985) como con-
secuencia de la exposición subaérea de sulfuros metálicos durante su explotación minera. Durante el pro-
ceso de explotación resultan expuestas no solo las superficies de excavación (galerías mineras, cortas a
cielo abierto, etc.) sino también, y especialmente, pilas, balsas y presas de residuo sólido finamente moli-
do que mantienen su potencial contaminante durante muchos años tras el cierre de la explotación mine-
ra, frecuentemente sin recibir ningún tipo de tratamiento o medida correctora.

1.1. Conceptos básicos de geoquímica de aguas contaminadas por minería

A continuación se describen brevemente los parámetros químicos más importantes en la caracteriza-


ción de las aguas contaminadas por labores mineras. El objetivo de este apartado no es el de tratar estos
conceptos en profundidad sino únicamente el de proporcionar algunas definiciones imprescindibles para
comprender los siguientes apartados, por lo que se recomienda consultar cualquier manual de química
general en caso de existir confusión con respecto a alguno de ellos.
Uno de los parámetros más relevantes para describir la calidad de las aguas es el pH, que mide la can-
tidad de hidrogeniones o protones (H+) libres en el agua. Es un parámetro de gran importancia, ya que
suele determinar en gran medida la presencia y forma de aparición de los elementos disueltos y la calidad
biológica del agua. Matemáticamente se calcula mediante la fórmula:

(1)

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El pH toma generalmente valores entre 0 y 14, denominándose neutro al pH 7 y ácido y básico a los
valores de pH inferiores y superiores a 7, respectivamente. En la mayor parte de las aguas naturales, el pH
está controlado por la precipitación y disolución de especies carbonatadas, aunque en muchas de las
aguas mineras depende directamente de la disolución de sulfuros metálicos y de la precipitación de óxi-
dos e hidróxidos metálicos.
En relación con el concepto de pH, otros parámetros importantes son la acidez y la alcalinidad de las
aguas. Se denomina acidez a la capacidad de un agua para neutralizar alcalinidad y viceversa. La alcalini-
dad también puede ser expresada como la capacidad de una solución para mantener fijo el pH frente a la
adicción de protones a la solución.
Una solución ligeramente ácida puede tener algo de alcalinidad por lo que, en el ámbito del trata-
miento de aguas contaminadas es frecuente hablar de Capacidad de Neutralización de Acidez (Acid
Neutralizing Capacity o ANC, en literatura inglesa), que puede ser expresada como la cantidad de ácido
que es necesario añadir a una solución para que su pH comience a variar. De acuerdo con esta definición,
una solución con capacidad de neutralización de acidez nula es netamente ácida mientras que si la capa-
cidad de neutralización es superior a 0, la solución posee alcalinidad, independientemente de su pH.
En la mayoría de los casos, uno de los objetivos prioritarios durante tratamiento de las aguas conta-
minadas es el de proporcionar alcalinidad a las aguas tratadas, ya que la mayor parte de los contaminan-
tes, especialmente los metales como Fe o Al, necesitan pH al menos cercanos a la neutralidad para preci-
pitar y ser retirados de las aguas contaminadas.

1.2 Procesos generadores de aguas contaminadas por minería

El sulfuro metálico más frecuente y por lo tanto el más presente en las explotaciones y residuos mine-
ros de este tipo es la pirita (FeS2). De forma simplificada, la oxidación de la pirita se puede expresar como

(2)
Como se puede observar en la ecuación (2), para oxidar pirita por este mecanismo es necesaria la pre-
sencia tanto de agua como de oxígeno y se generan 2 moles de protones por cada mol de pirita oxidado.
El Fe2+ liberado mediante la reacción (2) puede, a su vez, ser oxidado en presencia de oxígeno según
muestra la reacción (3)

(3)
Esta reacción es bastante lenta en medios ácidos y requiere frecuentemente la presencia de bacterias
oxidantes, de las cuales las más comunes son Acidithiobacillus ferrooxidans y Leptospirillum ferrooxidans.
El Fe3+ generado puede, a su vez, promover la oxidación de la pirita de acuerdo a la reacción (4)

(4)
Esta reacción es mucho más rápida que la reacción (2) pero está limitada por la regeneración de Fe3+
mediante la reacción (3) que, a su vez, depende de la presencia de bacterias (Nordstrom y Alpers, 1998).
Por otra parte, el Fe3+ puede precipitar en forma de hidróxido mediante reacciones de hidrólisis simi-
lares a la reacción (5) con lo que se genera aún más acidez.

(5)
La oxidación de otros sulfuros, como la pirrotina (FeS), la galena (PbS), la esfalerita (ZnS) o la calcopi-
rita (CuFeS2), se puede expresar de forma similar a la de la pirita aunque es importante destacar que estos

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sulfuros minoritarios no siempre producen acidez por sí mismos, aunque pueden generar protones por la
hidrólisis posterior de los metales liberados (Banks et al., 1997).

1.3. Sistemas de tratamiento activos y pasivos

Tradicionalmente esta aguas contaminadas asociadas a la minería han recibido tratamientos denomi-
nados “activos”, en los cuales se requiere la adicción continua de productos químicos y/o energía, nor-
malmente siguiendo el siguiente esquema de actuación (Younger et al., 2002): (1) Oxidación por métodos
físicos (ej. aireación en cascadas) o químicos (ej. H2O2), (2) Generación de alcalinidad, generalmente
mediante la adicción de productos químicos (típicamente Ca(OH)2), y (3) Precipitación de los elementos
contaminantes.
El principal inconveniente de este tipo de tratamientos es su elevado coste, que en muchos casos hace
que sean totalmente inviables a largo plazo. Para solventar esta limitación, en los últimos 15 ó 20 años se
han desarrollado nuevos métodos de tratamiento de aguas contaminadas, denominados “pasivos”. Los
métodos de tratamiento pasivo se basan en la construcción de sistemas destinados a potenciar los proce-
sos químicos y biológicos naturales, por lo que no requieren la adición continua de agentes químicos o
energía, característicos de los métodos de tratamiento activo (Zipper y Jage, 2001, Batty y Younger, 2004)
y resultan mucho más baratos y fáciles de mantener.
La mayor parte de la documentación técnica sobre métodos de tratamiento pasivo tiende a diferenciar
entre dos grupos de tratamientos: (1) Tratamientos en superficie mediante balsas de tratamiento o por
adicción directa de productos químicos, y (2) Tratamientos subterráneos mediante barreras permeables
reactivas.
Para la realización de este capítulo de introducción a los sistemas de tratamiento pasivo hemos deci-
dido conservar esta estructura (desarrollada de forma más detallada en el esquema presentado en la figu-
ra 1), en primer lugar para mantener la concordancia con la documentación consultada y, en segundo
lugar, para permitir un desarrollo más extenso y detallado del segundo de los grupos de tratamiento cita-
dos: las barreras permeables reactivas.
A continuación, y siguiendo dicha estructura, se detallan algunos de los sistemas de tratamiento pasi-
vo más empleados de cada uno de los dos grupos.

2. SISTEMAS DE TRATAMIENTO SUPERFICIAL

En la figura 2 se presenta un diagrama de flujo desarrollado por Hedin et al., (1994a) y que sirve como
método de selección del método de tratamiento superficial más apropiado según las características hidro-
lógicas y químicas del cauce de agua a tratar.
Los diferentes tratamientos que aparecen en dicho diagrama de flujo se detallan y describen en los
siguientes apartados. En algunos casos se cita el nombre en inglés de ciertos tratamientos, especialmente
cuando aquél es ampliamente utilizado en la documentación técnica no inglesa.

2.1. Adicción directa de productos químicos

Este método, barato y rápido consiste en la adicción directa de diversas sustancias (CaCO3, Ca(OH)2,
Na(OH), etc) al cauce de agua a tratar con el fin de aportarle alcalinidad, aumentar su pH y provocar de
esa forma la precipitación de la carga de metales que dicho cauce lleve disueltos o en partículas en sus-
pensión.

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Figura 1. Esquema de clasificación de algunos de los tratamientos pasivos de aguas contaminadas más utilizados, en el que se
basa la estructura de descripción de este documento.

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Figura 2. Diagrama de flujo para seleccionar el método de tratamiento pasivo más adecuado en cada situación en función de las
características hidrológicas y químicas del cauce a tratar (adaptado de Hedin et al., 1994a).

2.2. Humedales (Wetlands)

Las instalaciones de este tipo de tratamientos consisten en amplias balsas superficiales rellenas de
materia orgánica en las que se planta vegetación (Skousen, 1998). Las plantas superficiales contribuyen a
mejorar estéticamente la zona, además de consolidar el sustrato, homogeneizar el flujo y aportar al siste-
ma materia orgánica, mientras que en la capa de materia orgánica infrayacente se potencian las reaccio-
nes químicas y biológicas naturales de forma que permitan el tratamiento de las aguas que reciben
mediante procesos de neutralización (debida a la producción de alcalinidad asociada con la disolución de
carbonatos), precipitación de hidróxidos metálicos, formación de sulfuros metálicos, formación de comple-
jos orgánicos, intercambio catiónico, y retirada biológica directa de los contaminantes.
Los humedales pueden ser de dos tipos principales (figura 3): aerobios o anaerobios.

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2.3. Humedales aerobios

Su diseño consiste en una zona basal de suelo o materia orgánica, de entre 30 y 100 cm de espesor,
cubierta de vegetación e inundada de un espesor similar de agua. Estos humedales son típicos en el tra-
tamiento de aguas de ligeramente ácidas a alcalinas (pH > 4,5) con elevadas concentraciones de Fe.
El principal objetivo de estas balsas es el de permitir un extenso contacto de estas aguas con la atmós-
fera asegurar su oxigenación y favorecer los procesos de oxidación e hidrólisis, principalmente de Fe, según
las reacciones (6) y (7):

(6)

(7)
Debido a la reacción (7), el funcionamiento de este tipo de humedales produce generalmente un des-
censo de pH (Skousen et al., 2000). Asimismo, es muy frecuente la retirada de otros metales de la solu-
ción debido a procesos de adsorción o coprecipitación con los oxidróxidos amorfos de hierro.
La presencia de materia orgánica en algunos de estos tratamientos es la de permitir el desarrollo de
algunas colonias bacterianas capaces de catalizar la reacción de oxidación de Fe(II) a Fe(III).

2.4. Humedales anaerobios

El diseño de este tipo de humedales incluye en ocasiones un lecho carbonatado basal cuyo espesor
varía entre 15 y 50 cm, recubierto de un sustrato orgánico de 30 a 70 cm de espesor, inundado y cubier-
to de plantas (Hedin et al., 1994a, Zipper y Jage, 2001). Pueden ser empleados en el tratamiento de aguas
netamente ácidas, al contrario que los anteriores.
La cubierta vegetal, constituida frecuentemente por ejemplares de Phragmites australis, Typha latifo-
lia o Scirphus lacustris (Batty y Younger, 2004) contribuye a la oxidación y precipitación de metales en la
zona más superficial gracias a la liberación de oxígeno radicular, además de mejorar estéticamente el
aspecto de la zona y contribuir a consolidar el suelo.
Debajo de esta zona superficial, la capa orgánica actúa como sustrato para la sorción de metales y
para el desarrollo de colonias bacterianas aerobias y anaerobias.
Las bacterias aerobias proliferan en la zona más superficial de la capa orgánica, que está en contacto
con la atmósfera. Estas bacterias consumen el oxígeno disuelto en el agua, lo que minimiza la oxidación
del Fe(II) a Fe(III) y prácticamente impide la precipitación de este metal. En ausencia de bacterias aerobias,
la precipitación de óxidos y oxidróxidos de Fe(III) produciría no solo una reducción de la porosidad y la per-
meabilidad del sistema de tratamiento sino también una reducción de la superficie de material tratante
disponible, al generar envueltas pasivadoras en torno a los granos carbonatados (fenómeno conocido en
inglés como armoring).
Por debajo de la zona dominada por las colonias de bacterias aerobias, se generan condiciones favo-
rables para el desarrollo de bacterias anaerobias. Estas bacterias son responsables de la oxidación y degra-
dación de la materia orgánica y, sobre todo, de la reducción de sulfatos a sulfuros, según la reacción (8)
(Hedin et al., 1994a), en la reacción CH2O representa a la materia orgánica.

(8)

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Figura 3. Diseño de tratamiento mediante humedales aerobios (arriba) y anaerobios (abajo) incluyendo los materiales
comúnmente empleados en cada uno de ellos (adaptada de Zipper y Jagge, 2001).

Para que la reacción (8) se produzca de forma significativa es necesario que el medio, además de ser
anóxico y poseer nutrientes en las concentraciones adecuadas, presente valores de pH superiores a 5
(Hedin et al., 1994a).
Finalmente, bajo la capa de materia orgánica se emplaza una capa carbonatada. La disolución de esta
capa genera, en principio, la alcalinidad necesaria para activar la sulfatorreducción bacteriana y, poste-
riormente, actúa como mecanismo de producción de alcalinidad carbonatada complementario a ésta. Las
principales reacciones de disolución que se producen en dicha capa, de forma sintética son las siguientes:

(9)
(10)
La reacción (10), mucho más rápida y efectiva en la generación de alcalinidad carbonatada, resulta
favorecida por la elevada presión parcial de CO2 producida como consecuencia de la descomposición de
la materia orgánica por parte de bacterias anaeróbicas. Otro factor que influye en la eficiencia de este tipo
de humedales es la composición química de la capa carbonatada, ya que la producción de alcalinidad es
mayor cuanto mayor sea el porcentaje de calcita (CaCO3) de dicha capa frente al resto de fases minerales
(Hedin et al., 1994a).
La alcalinidad generada, tanto por la sulfatorreducción bacteriana anaerobia como por la disolución
directa de carbonatos, produce una neutralización, al menos parcial, de la acidez de las aguas tratadas, lo
que se traduce en un aumento de pH, aunque éste puede ser bastante lento. A su vez, el aumento de pH
promueve la precipitación de metales (principalmente en forma de sulfuros metálicos), o su adsorción o
coprecipitación en oxidróxidos de hierro. Para este último caso, es necesario que el agua, una vez tratada,
sea puesta en contacto con el oxígeno atmosférico, lo que normalmente se consigue con la instalación de
una balsa de decantación en contacto con la atmósfera a la salida de la zona de tratamiento.
La principal limitación de los humedales como método de tratamiento pasivo es la elevada área de tra-
tamiento requerida y la lentitud de los procesos que intervienen en la mejora de la calidad del agua (Zipper

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y Jage, 2001). Otra posible limitación está relacionada con la disminución de la actividad bacteriana duran-
te los meses de invierno, debido a la bajada de las temperaturas, por lo que en algunos emplazamientos
resulta necesaria la instalación de plantas de tratamiento activo únicamente durante estos meses (Hedin
et al., 1994a).

2.5. Drenaje anóxico carbonatado (Anoxic Limestone Drain, ALD)

Este método consiste en la construcción de zanjas o trincheras rellenas de material carbonatado y recu-
biertas de una capa de arcillas o suelo compactado (figura 4) para evitar el contacto del agua a tratar con
la atmósfera (Hedin et al., 1994b). El agua, en condiciones anóxicas, atraviesa la trinchera y disuelve los
carbonatos, según las reacciones (9) y (10) con lo que resulta parcialmente neutralizada.

Figura 4. Estructura de tratamiento pasivo de tipo drenaje anóxico carbonatado.

Es un sistema de pretratamiento muy rápido y efectivo en la producción de alcalinidad carbonatada y


en la consiguiente precipitación de metales. El agua tratada por este método es derivada a balsas o hume-
dales de tratamiento definitivo, de dimensiones mucho más reducidas que las requeridas en ausencia de
pretratamiento. Un ejemplo de tratamiento combinado con el drenaje anóxico carbonatado es el sistema
Morrison, consistente en un ALD seguido de una balsa de precipitación y dos células de tipo humedal
(Hedin et al., 1994a).
El principal problema del pretratamiento mediante drenaje anóxico carbonatado es que, en el caso de
aguas con elevadas concentraciones de oxígeno disuelto y Fe y/o Al, la precipitación de oxidróxidos de
estos metales puede producir una reducción de la permeabilidad o de la superficie reactiva. Por esta razón
la utilización de este sistema es únicamente recomendable (Hedin et al., 1994a) en el caso de aguas neta-
mente ácidas con bajas concentraciones (idealmente menos de 1 mg/L) de Fe3+, Al3+ y menos de 2 mg/L
de oxígeno disuelto.

3. SISTEMAS DE PRODUCCIÓN SUCESIVA DE ALCALINIDAD (SUCCESSIVE ALKALINITY


PRODUCING SYSTEMS, SAPS)

Este sistema de tratamiento combina las características de los drenajes anóxicos carbonatados y los
humedales anaerobios. Su diseño (figura 5) es similar al de un humedal anaerobio pero además incluye un
sistema de drenaje en el interior de la capa de carbonato para asegurar que el agua a tratar mantiene con-

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tacto directo tanto con la capa carbonatada como con la capa orgánica (Skousen, 1998, Zipper y Jage,
2001).
El agua almacenada en la balsa atraviesa primero la cubierta vegetal, donde son retenidos algunos
metales, seguidamente la capa aeróbica de materia orgánica, donde las bacterias aeróbicas eliminan el
oxígeno, posteriormente la capa anaeróbica de materia orgánica, donde las bacterias sulfatorreductoras
anaeróbicas producen alcalinidad carbonatada y el consiguiente incremento de pH y finalmente la capa
carbonatada, cuya disolución contribuye aún más a incrementar el pH. El agua tratada se descarga final-
mente en una balsa de decantación, donde el contacto con el oxígeno atmosférico promueve la oxidación
y subsiguiente precipitación de metales, o en un segundo sistema de tratamiento.

Figura 5. Diseño de un tratamiento pasivo de tipo SAPS (adaptado de Skovran y Clouser, 1998).

El diseño más empleado incluye además una válvula basal que obliga periódicamente al agua tratada
a fluir a presión a través de la capa carbonatada, arrastrando con ella los precipitados amorfos de hierro,
aluminio y otros metales que se pudieran haber formado, evitando la pérdida de porosidad, permeabilidad
y reactividad superficial que se hubiera podido producir.

4. CANALES CARBONATADOS ABIERTOS (OPEN LIMESTONE CHANNELS, OLC´S)

Este tratamiento consiste en canales de conducción del agua superficial cuyo cauce está recubierto de
una capa carbonatada destinada a producir una ligera alcalinidad y a eliminar parte del Fe disuelto.
Generalmente, estos canales se emplazan en zonas de elevada pendiente (más del 20%), ya que la acción
abrasiva del agua moviéndose a gran velocidad tiende a destruir las cubiertas pasivadoras de oxidróxidos
de hierro en torno a los granos carbonatados (Skousen, 1998, Zipper y Jage, 2001). Estos canales se
emplean generalmente como método de pretratamiento de aguas ácidas con concentraciones no muy ele-
vadas de Fe o Al.

5. TANQUES REACTIVOS (LIMESTONE DIVERSION WELLS)

Este tratamiento consiste en un tanque metálico o de cemento, de unos 1,5-1,8 m de diámetro y unos
2-2,5 m de profundidad, relleno con carbonato molido a tamaño arena. El agua del cauce a tratar es des-
viada mediante tubos de conducción hacia un tubo vertical abierto por la base y situado en el interior del

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tanque, según el esquema representado en la figura 6. De esta forma, el agua incidente es descargada en
el interior del tanque creando una turbulencia que favorece su contacto y reacción con los granos de car-
bonato e impide que se formen envueltas pasivadoras en torno a los mismos (Skousen, 1998). La reacción
con el carbonato produce una neutralización del agua, lo que favorece la precipitación de metales. Una
vez tratada, el agua es devuelta al cauce original mediante un nuevo sistema de conducción, aunque pre-
viamente puede ser depositada en una balsa situada aguas abajo del tanque, para permitir la precipita-
ción de posibles flóculos metálicos.
El relleno ha de ser reemplazado periódicamente para asegurar un tratamiento efectivo (DEP, 2001).

Figura 6. Estructura y esquema de funcionamiento de tratamiento pasivo mediante tanque reactivo (adaptado de DEP, 2001).

6. BARRERAS PERMEABLES REACTIVAS

Las barreras permeables reactivas (como la representada esquemáticamente en la figura 7) son estruc-
turas emplazadas en el subsuelo con el fin de interceptar un penacho contaminante en su desplazamien-
to y hacerla atravesar y reaccionar con un medio reactivo con capacidad para degradar los contaminantes
o transformarlos en formas químicas menos solubles o más aceptables desde el punto de vista medioam-
biental de forma que, aguas abajo de la barrera, el agua se encuentra total o parcialmente libre de con-
taminantes (Blowes y Ptacek, 1996, USEPA, 1996, USEPA, 1998).

Figura 7. Representación esquemática de la estructura y funcionamiento de una barrera permeable reactiva


(modificada de USEPA, 1998).

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La tabla 1 presenta un resumen de los principales materiales empleados en barreras permeables reac-
tivas y de los contaminantes para cuyo tratamiento y eliminación se empleó cada una de ellos.

Tabla 1. Principales materiales reactivos empleados en el mundo en el tratamiento de aguas mediante barreras
permeables reactivas (modificada de USEPA, 1999).

Material Contaminante Nº de aplicaciones


reactivo tratado de campo
Fe0 TCE, TCA, DCE, PCE, DNAPL, VC, Cr(VI), BTEX, NO3-, U 30
Zeolitas (SMZ) PCE, Cr(VI) 2
Mezcla de cemento, arena y hierro
DCE, TCE, PCE 1
Carbono orgánico Ni, Fe, SO4-2 2
Caliza Pb, Cd As, Fe, Cu 2
Oxígeno BTEX 1
Carbono activado Compuestos aromáticos 1
Oxidos de hierro amorfos U 1

Abreviaturas empleadas en la tabla:


SMZ: Zeolitas Surfactantes Modificadas, DCE: Dicloroetileno, TCE: Tricloroetileno, PCE: Percloroetileno, TCA: Tricloroetano,
DNAPL: Fases liquidas densas y no acuosas, VC: Cloruro de vinilo, BTEX: Benceno total, Tolueno, Etilbenceno, Xileno

6.1. Procedimiento de evaluación y construcción de una barrera permeable reactiva

El proceso de estudio previo y emplazamiento de una barrera reactiva para el tratamiento pasivo de
aguas contaminadas consta de las siguientes etapas principales:
1. Identificación y caracterización del penacho de contaminación (composición, extensión, velocidad
de flujo, etc.) y de las características del medio por el que éste se desplaza (características geoló-
gicas, hidrológicas, geoquímicas, etc).
2. Identificación de un material, o de una combinación de varios materiales, activo con respecto al
contaminante o contaminantes que se desea tratar, es decir, que sea capaz de promover reaccio-
nes que conduzcan a una menor movilidad o biodisponibilidad del contaminante. En esta etapa, y
previamente a la elección definitiva del material activo, es importante realizar varias pruebas a
escala de laboratorio y de campo.
3. Excavación de una trinchera, o un receptáculo similar, en el material del acuífero por el que avan-
za el penacho de contaminación, aguas debajo de éste y perpendicularmente a la dirección de
flujo.
4. Relleno de la trinchera con el material activo seleccionado. La permeabilidad del material que relle-
na la barrera debe ser igual o mayor a la del material acuífero circundante, de manera que el pena-
cho que se desea tratar no encuentre en ella resistencia a fluir. Para conseguir este objetivo es fre-
cuente que el material activo se mezcle con arena u otro material poroso.
En ocasiones el material activo se mezcla también con materiales de gran capacidad de adsorción, que
permiten aumentar el tiempo de residencia de los contaminantes en la barrera y permiten que las reac-
ciones de degradación o transformación lleguen a término.

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6.2. Características deseables en el material reactivo

Los principales requisitos que debe cumplir el material reactivo que forma una barrera (USEPA, 1998)
son:
1. Capacidad para tratar el o los contaminantes deseados.
2. Material constituyente barato y fácil de obtener.
3. Material de granulometría homogénea (lo que permite mayor precisión y fiabilidad en los mode-
los realizados) y de la mayor permeabilidad posible.
4. Durabilidad en sus propiedades físicas y químicas.
5. No debe producir sustancias peligrosas o que puedan constituir en sí mismas una contaminación
secundaria en el agua tratada (una barrera diseñada, por ejemplo, para tratar contaminación por
NO3- debe ser también capaz de tratar los productos de sus transformaciones, como el NO2-).

6.3. Ventajas y limitaciones de las barreras permeables reactivas

A continuación se detallan algunas de las principales ventajas y limitaciones de las barreras permea-
bles reactivas comparativamente con otros métodos de tratamiento de aguas contaminadas, de acuerdo
con las revisiones realizadas por Blowes y Ptacek (1996) y Ott (2000).

Ventajas
1. Son más baratas que las formas de tratamiento activo (consistentes, por lo general, en una extrac-
ción por bombeo del agua contaminada a la superficie, donde es posteriormente tratada y final-
mente devuelta al acuífero o directamente a la escorrentía superficial), ya que el agua contamina-
da se moviliza hacia la zona de tratamiento debido a gradientes naturales.
2. En la figura 8 se muestra un ejemplo de comparación de costes globales (instalación inicial y man-
tenimiento posterior) entre el tratamiento mediante bombeo y tratamiento activo posterior y el tra-
tamiento mediante barrera permeable reactiva de las aguas contaminadas subterráneas de un acu-
ífero de los Estados Unidos, realizado por el Departamento de Defensa de este país (Reeter et al.,
1999). Como se puede apreciar en la figura, en un acuífero similar al estudiado resulta rentable
aplicar un tratamiento pasivo siempre que el período de tratamiento supere los 6 años. Aunque
son necesarios más datos sobre el comportamiento a largo plazo de las barreras reactivas, en
general podemos suponer que cuando se requieren períodos de tratamiento largos (decenas de
años) las barreras reactivas pueden ser la mejor alternativa.
3. No suele ser necesario retirarlas una vez aplicado el tratamiento aunque, si esto es necesario, su
eliminación no suele ser difícil.
4. Son más efectivas que los tratamientos convencionales en el caso de:
• NAPL (Líquidos en fase no acuosa o Non-Aqueous Phase Liquids, como aparecen citados en la
literatura inglesa), excepto en el caso de los muy inmóviles, debido a que al no quedar sorbidos
a la matriz del suelo, no son liberados cuando se realiza una reinyección de agua.
• Contaminantes de composición heterogénea (una misma barrera, por ejemplo, de Fe0, puede
tratar simultáneamente contaminantes aniónicos inorgánicos, cationes inorgánicos, compuestos
halogenados orgánicos, etc.).
• Materiales volátiles (p.ej. gasolina) ya que, al no existir contacto con la atmósfera, los gases que
estas sustancias produce no son liberados.

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Figura 8. Comparación de costes a largo plazo del tratamiento de aguas subterráneas contaminadas de un acuífero
estadounidense mediante bombeo y tratamiento activo posterior o mediante barreras permeables reactivas
(tomado de Reeter et al., 1999).

Limitaciones
1. Los tratamientos con barreras permeables reactivas pueden requerir largos períodos de tiempo en
acuíferos con baja conductividad hidráulica.
2. Solamente pueden retirar los contaminantes del penacho que pasa a su través, por lo que pueden
resultar poco efectivas en el caso de que éste varíe su dirección de flujo.
3. Pueden perder efectividad si los productos de degradación o transformación del contaminante con-
ducen a una pérdida de porosidad y/o reactividad.
4. No permiten ejercer tanto control sobre las características del medio y las reacciones (pH, Eh, tem-
peratura, etc.) como los métodos convencionales de tratamiento en superficie.
5. Pueden constituir en sí mismas un problema en caso de que den lugar a la generación de coloides
(que pueden dispersar aún más la zona contaminada) o en casos de contaminación por radionu-
cleidos (ya que la concentración de los mismos puede provocar radiaciones más peligrosas que el
contaminante disperso).

6.4. Tipos de barreras

6.4.1. Clasificación según la forma de configuración de la barrera


Como se observa en la figura 9, existen dos formas básicas de configurar las barreras permeables reac-
tivas (USEPA, 1998, Ott, 2000):

1. Pantalla continua: El medio reactivo se emplaza a lo ancho de todo el penacho, de forma que toda
el agua contaminada fluya a su través. No implica ninguna perturbación significativa en las pautas de
flujo del acuífero (velocidad, dirección, etc.).
Pantalla Puerta-Embudo (Funnel & Gate): esta disposición consiste en un material impermeable
que fuerza al agua contaminada a pasar a través de una o varias zonas reactivas y permeables, gene-

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PATRICIA ACERO Y ROBERTO RODRÍGUEZ

ralmente en forma de prisma rectangular y con extensión suficiente para permitir actuar al material
reactivo.
La zona impermeable puede ser fabricada en acero (en caso de que exista una baja concentración de
oxígeno disuelto y no exista riesgo de corrosión), de bentonita mezclada con suelo o cemento o bien puede
ser de composición mixta (agua, bentonita, cemento y suelo).
La disposición en puerta-embudo permite incrementar el tiempo de residencia del penacho a la vez
que reduce el volumen a tratar simultáneamente y homogeneiza el flujo incidente en la zona reactiva.
Además, este tipo de barrera es más barato y sencillo de mantener y vigilar, al concentrarse la zona reac-
tiva en un área de menor extensión. Sin embargo, en ocasiones puede plantear problemas debido a la pér-
dida de permeabilidad que genera en la zona de tratamiento, lo que puede llegar incluso a variar las pau-
tas de flujo del penacho a tratar de forma que éste se desvíe hacia las zonas adyacentes a la pantalla.

Figura 9. Representación esquemática de las dos principales formas de configuración de barreras permeables reactivas: disposi-
ción en pantalla continua y en pantalla puerta- embudo (adaptada de Meggyes y Simon, 2000).

6.4.2. Clasificación según los procesos que se desarrollan en la barrera


En función de los procesos que actúan en la retirada de contaminantes, se pueden diferenciar tres tipos
fundamentales de barreras permeables reactivas, que aparecen representadas esquemáticamente en la
figura 10 y detalladas a continuación:

Barreras de sorción
En este tipo de barreras la retirada de contaminantes se realiza debido a la fijación de los mismos en
el material reactivo debido a procesos físicos. Algunos de los materiales más empleados para la construc-
ción de este tipo de barreras son:
• Zeolitas: este material silicatado resulta especialmente efectivo en la retirada de contaminantes
orgánicos y de algunos contaminantes catiónicos que pueden intercambiarse por los cationes de
cambio de la zeolita (Li et al., 1998), pero puede ser empleado incluso para eliminar contaminantes

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SISTEMAS DE TRATAMIENTO DE AGUAS CONTAMINADAS POR MINERÍA

aniónicos (Cr2O72-, AsO43-, etc.) si son modificadas superficialmente (SMZ, Surfactant-Modified


Zeolites) por adicción de una amina de elevado peso molecular como HDTMA (hexadeciltrimetila-
monio).
• Fosfatos, oxidróxidos, otras arcillas: este tipo de materiales han sido especialmente probados
en el tratamiento de contaminación por uranio y arsénico (Simon y Meggyes, 2000).
• Otros materiales con gran capacidad de sorción (resinas sintéticas, carbón activado granular,
turba, etc.).

Figura 10. Representación esquemática de los tres principales tipos de barreras permeables reactivas en función de los procesos
que actúan en la retirada de contaminantes: barreras de sorción (izquierda), de precipitación (centro) y de degradación (derecha).
Bajo cada una de ellas aparece una breve descripción de su funcionamiento (modificada de USEPA, 1996).

Barreras de precipitación
En este tipo de barreras, el material reactivo interacciona con los contaminantes de forma que estos
pasan a presentarse en solución en formas químicas menos solubles, que precipitan en la propia barrera
o sus inmediaciones. Frecuentemente basadas en reacciones redox.
Los materiales más empleados en este tipo de barreras son:
• Fe0 (comúnmente denominadas barreras ZVI o zero-valent iron en los textos en inglés): Este tipo de
barreras se basa en la oxidación de Fe0, que es un subproducto de la industria de fabricación de
vehículos. El Fe0 tiene una gran tendencia a oxidarse según la reacción (11):

(11)
Esta tendencia a oxidarse puede provocar la reducción de otros elementos y su precipitación, con lo
que son retirados del agua que está siendo tratada.
Una de las aplicaciones más empleadas de esta barrera es en el tratamiento de aniones inorgáni-
cos. Bajo este término se agrupan todos aquellos elementos que aparecen frecuentemente en solu-
ción como aniones u oxianiones (entre los que hay que destacar, por su toxicidad el As, Se, Cr, Tc,
Sb, N, P y el S).
El más estudiado de estos elementos es el Cr(VI), muy tóxico y que forma compuestos muy solubles.
Normalmente se presenta en solución como CrO42-, lo que le confiere una gran movilidad. En gene-

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ral los tratamientos de este compuesto se basan en la reducción de Cr(VI) a Cr(III), que precipita en
forma de hidróxidos muy insolubles (USEPA, 1998, Blowes et al., 2000).
El tratamiento de este contaminante mediante barreras de Fe0 se basa en la oxidación de éstas y la
reducción acoplada de CrO42-, según la reacción (12):

(12)
El Cr(III), mucho menos móvil, suele coprecipitar con Fe(III) en forma de oxidróxidos mixtos, según
la reacción (13):

(13)
Tratamientos muy similares se han probado en laboratorio y en plantas piloto con otros elementos
que se presentan comúnmente en forma aniónica, como el As (que se presenta normalmente en
solución como As(V) o As(III), que forman ácidos protolíticos) o el Se (comúnmente presente en
aguas naturales como Se(IV) o Se(VI)). En ambos casos se ha constatado la tendencia de estos ele-
mentos a coprecipitar, una vez reducidos, en oxidróxidos de hierro (Blowes et al., 2000).
Además de su aplicación en el tratamiento de contaminantes aniónicos, las barreras de precipita-
ción formadas por Fe0 también se han empleado para la eliminación de contaminantes catiónicos
inorgánicos, como Cd, Co, Cu, Mn, Ni, Pb o Zn o cationes complejos como UO22+. Al igual que en el
caso de los aniones, muchos de estos tratamientos se basan en transformaciones del estado redox
de éstos.
El principal problema de esta barrera se debe precisamente a la gran tendencia a oxidarse del Fe0.
En presencia de oxígeno, éste puede tener preferencia para oxidar al Fe0 y dar lugar a la formación
de FeO(OH)(s) o Fe(OH)3(s). Estos precipitados pueden reducir considerablemente la permeabilidad
del medio y formar envueltas pasivadoras en torno a los gránulos que forman la barrera, con lo que
se reduce la disponibilidad del Fe0 para ser oxidado. Para evitar estos efectos, se puede pretratar el
penacho contaminante emplazando una zona de arena y grava con 10-15% de Fe0 aguas arriba de
la barrera propiamente dicha para que el oxígeno se consuma antes de alcanzar la zona reactiva.

• Ca(OH)2 (Ott, 2000), capaz de elevar el pH hasta valores de 12-12,5, lo que promueve la precipi-
tación de hidróxidos metálicos de U, As, Mo, Se, etc. La reacción (14) es un ejemplo de este proce-
so, desarrollado en este caso para el uranio:

(14)

• CaCO3, cuya disolución produce alcalinidad carbonatada debido a las reacciones (15) y (16):

(15)
(16)
El aumento de la alcalinidad de las aguas que fluyen a través de estas barreras produce una neu-
tralización, al menos parcial, de las mismas, con lo que su pH aumenta y se favorece la precipitación
de metales.
El empleo de barreras carbonatadas resulta especialmente efectivo en medio anaerobio. En ausen-
cia de oxígeno apenas aparece hierro en forma de Fe3+, lo que limita la formación de envueltas de
oxidróxidos de este metal en torno a los granos carbonatados y evita que se produzca una dismi-

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nución en la reactividad de la barrera (Hedin et al., 1994a). Por otra parte, la descomposición de
materia orgánica por parte de bacterias anaerobias da lugar a la generación de elevadas presiones
parciales de CO2, lo que permite una mayor producción de alcalinidad carbonatada debido a la reac-
ción de la calcita con ácido carbónico, según la reacción (15). Para favorecer este proceso, mucho
más efectivo y rápido en la producción de alcalinidad carbonatada, es frecuente combinar el mate-
rial carbonatado con compost u otro tipo de materia orgánica que aporte los nutrientes necesarios
a las bacterias anaeróbicas (Watzlaf, 1997).

• Materia orgánica: Especialmente empleadas en el tratamiento de nitrato y sulfato, así como para
la inmovilización indirecta de otros contaminantes mediante su precipitación en forma de sulfuros.
Generalmente se usan restos de la industria maderera, turba, compost municipal o restos de hojas
y plantas (Powell et al., 1998).
En el caso del tratamiento de nitrato, uno de los posibles tratamientos se basa en la existencia de
una barrera reactiva con carbono orgánico, en cuya presencia y en medio anaeróbico se favorece la
reducción de NO3- a N2 gas, según la reacción (17), catalizada por bacterias del grupo de las
Pseudomonas (Blowes et al., 2000):

(17)
El tratamiento de sulfatos se basa en una reducción biocatalizada de éstos a sulfuros acompañada
de la formación de sulfuros metálicos según las reacciones (18) y (19), en las que Me2+ representa
a cualquier metal divalente presente también en las aguas (USEPA, 1998):

(19)
(19)
Esta secuencia de reacciones tiene, como se puede observar, la ventaja añadida de que contribuye
notablemente a la retirada de metales contaminantes (Me2+) de la solución tratada a la vez que se
eliminan los sulfatos.

6.4.3. Barreras de degradación


Se denominan así las barreras en las que el proceso responsable de la retirada de contaminantes es la
reacción química entre el relleno activo y los contaminantes para producir la desaparición de éstos median-
te su transformación en formas químicas no tóxicas. Este tipo de barreras presenta la ventaja de que, al
no formarse prácticamente precipitados, sus propiedades físicas (porosidad, permeabilidad) y químicas
(reactividad principalmente) se mantienen en buenas condiciones durante más tiempo, por lo que se trata
de el tipo de barrera más empleado, especialmente en el tratamiento de contaminantes orgánicos (USEPA,
1996). Los materiales más empleados para este tipo de barreras se describen a continuación:

• Fe0: Además de su utilidad como barrera de precipitación, ya descrita en el apartado anterior, la


barrera de Fe0 es muy empleada para la declorinación de compuestos halogenados orgánicos (de
hecho, y como aparece reflejado en la tabla 1, esta aplicación es la más frecuente con diferencia de
todos los tratamientos con barreras permeables reactivas implantados a escala mundial). Algunos
de los contaminantes más frecuentes de este tipo son el DCA (1,1-dicloroetano), el TCE (tricloroeti-
leno), el PCE (tetracloroetileno), el VC (cloruro de vinilo), el TCA (1,1-tricloroetano) o el TCP (1, 2, 3-
tricloropropano).

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El funcionamiento de esta barrera para la degradación de estos compuestos se basa en reacciones


redox análogas a la reacción (20), en la que R representa a cualquiera de los radicales clorados a
tratar (Ott, 2000):

(20)
Uno de los principales factores que condicionan la evolución de estas reacciones es la disponibili-
dad de oxígeno disuelto, que puede competir con algunos compuestos orgánicos como agente oxi-
dante y producir la oxidación y posterior precipitación del hierro. Para solucionar este problema y
aumentar la degradación reductiva de los compuestos halogenados orgánicos algunos autores
(Dahmke, 1997) proponen la adicción de sulfuros (p.ej. FeS2), ya que su oxidación consume oxígeno
disuelto del sistema, según la reacción (21):

(21)
Las velocidades de dehalogenación son muy variadas para los distintos compuestos, pero en gene-
ral tienden a disminuir a medida que avanza el proceso de degradación.
Algunos ensayos de laboratorio indican que el empleo de mezclas reactivas bimetálicas, como Fe/Pd
o Fe/Al, puede incrementar la velocidad de reacción entre 10 y 100 veces o incluso permiten degra-
dar compuestos no tratables con la barrera monometálica de Fe0 (Grittini et al., 1995, Dahmke,
1997).

• Materiales oxidativos: Este tipo de barreras de degradación es muy empleado en el caso de


aguas contaminadas por la presencia de compuestos aromáticos. Estos compuestos (benceno, tolue-
no, etilbenceno, xileno, etc.) requieren una degradación de tipo oxidativo, por lo que es necesaria la
presencia de un aceptor de electrones que se reduzca, como por ejemplo el Fe3+, añadido normal-
mente en forma de óxidos. Las reacciones que se producen son análogas a la reacción 22, que
corresponde a la degradación oxidativa de benceno (Simon y Meggyes, 2000):

(22)
También es común que el agente oxidante sea el oxígeno por lo que, en los tratamientos pasivos
como las barreras permeables reactivas, es frecuente el empleo de agentes bacterianos o de com-
puestos liberadores de oxígeno, que promuevan reacciones aerobias. Uno de los compuestos libera-
dores de oxígeno más empleados es el óxido de magnesio, cuya actividad se produce según la reac-
ción (23):

(23)
El principal problema que presenta el empleo de este tipo de tratamientos oxidantes es que, en el
caso de penachos de composición heterogénea, pueden contribuir a agravar otros tipos de conta-
minación, aumentando, por ejemplo, la oxidación de sulfuros y la removilización de metales pesa-
dos (Dahmke, 1997).

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SISTEMAS DE TRATAMIENTO DE AGUAS CONTAMINADAS POR MINERÍA

6.5. Durabilidad de barreras permeables reactivas

La capacidad de tratamiento de las barreras permeables reactivas es limitada en el tiempo, y depende


principalmente de las características químicas de las mismas (especialmente de la masa total de material
reactivo que contienen) y de la velocidad de reacción, pero también de los posibles cambios físicos que se
puedan producir en su estructura.
Los principales factores que pueden influir en la durabilidad de la barrera son (Blowes et al., 2000):
1. Interferencia de reacciones no relacionadas con el contaminante a tratar y que pueden consumir
material reactivo. Un buen ejemplo de este .tipo de problemas es el que se suele producir con las
barreras de Fe0, muy reactivas con todo tipo de productos, ya sean contaminantes o no. En el caso
de una barrera de este tipo diseñada para el tratamiento de Cr(VI) contaminante, es frecuente que
se produzcan interferencias con la reducción de sulfatos a sulfuros, capaz de consumir 50 veces
más Fe0 (Mayer, 1999).
2. Disminución en la velocidad de reacción a lo largo del tiempo debido a consunción progresiva del
material reactivo, y reducción de la superficie reactiva debido a procesos de precipitación de mine-
rales secundarios en las mismas (especialmente oxidróxidos, sulfuros y carbonatos).
3. Disminución de la permeabilidad de la barrera, debido a la precipitación de oxidróxidos en el inte-
rior de la misma o a fenómenos de flujo preferencial.

7. CARACTERÍSTICAS GEOTÉCNICAS DE LAS BARRERAS

Generalmente los aspectos geotécnicos y las propiedades hidromecánicas de los materiales que se uti-
lizan para la construcción de las barreras geoquímicas reactivas permeables no se tienen en cuanta
(Hermanns-Stengele and Köhler, 2001).
Para lograr un material adecuado en cuanto a las características geotécnicas se recomiendan una serie
de ensayos de laboratorio que se relacionan en la tabla 2. El conocimiento de las propiedades geotécni-
cas del material permite, conjuntamente con el comportamiento geoquímica, hacer las simulaciones numé-
ricas considerando diferentes escenarios extremos. Para poder predecir la evolución de ésta en el tiempo
es necesario conocer la magnitud de la pluma contaminante y el volumen de agua que la barrera debe tra-
tar y, basándose en estos criterios, se puede dimensionar ésta para las condiciones adecuadas.
El empleo de barreras reactivas permeables ha demostrado que en la mayoría de los casos pierde su
efectividad por la colmatación de los poros de la barrera al producirse el precipitado de diferentes mine-
rales y por pérdida de reactividad. En algunos casos la perdida de permeabilidad se debe por el colapso
de los materiales geológicos que conforman la barrera. Estudios en material granular de roca que se
emplean para escolleras han demostrado que solo con que cambien las condiciones de humedad relativa
(succión) se produce el colapso de la estructura en un por ciento muy elevado (Rodríguez, 2002).

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PATRICIA ACERO Y ROBERTO RODRÍGUEZ

Tabla 2. Recomendación de algunos ensayos o métodos para la evaluación de las propiedades geotécnicas de las
materiales que serán usados en las BRP (Hermanns-Stengele and Köhler, 2001).
Requisitos del material de relleno Método de ensayo en el laboratorio
-Ensayos de flujo en columnas para cuantificar la reducción
de las propiedades hidráulicas debido a los procesos de
Estabilidad hidráulica y mineralógica en el tiempo adsorción
-Ensayos de flujo con variación de las condiciones de flujo
para ver los efectos sobre la permeabilidad
Ensayos edométricos que permite medir la deformación en
Medida de la deformación y la consolidación el tiempo bajo diferentes condiciones de carga y humedad
(Figura 11).
Ensayos de erosionabilidad de los pellets o partículas o Realizar ensayos de flujo en columna a diferentes densida-
fragmentos del material que se baya a usar des y a diferentes velocidades de flujo.
Medir las características de abrasión del material Ensayo Los Ángeles
Medida del colapso por cambios de succión o variación
Este permite ver la consolidación debido al colapso de las
de la humedad relativa del aire debido a variaciones en
partículas por cambios en el contenidote humedad en el
el nivel freático de del agua y la época del año (ciclos
aire
de secado y mojado de la barrera)

Figura 11. Resultados de un ensayo edométrico en diferentes materiales usados en BRP (Hermanns-Stengele and Köhler, 2001).

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