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Elementos hegemónicos y contrahegemónicos en la Universidad Politécnica Territorial

“José Antonio” Anzoátegui, El Tigre, Estado Anzoátegui.

SOBRE LA HEGEMONÍA Y CONTRAHEGEMONÍA

Analizar las categorías hegemonía, contrahegemonia a la luz de las experiencias llevarlo a su


concreción en la práctica.

Según algunas interpretaciones, se dice sobre “hegemonía” que: “…refiere a la dirección


suprema, la preeminencia o el predominio de una cosa sobre otra. Más usualmente se
emplea en un sentido político para designar la supremacía de un Estado sobre otro u otros.
El vocablo proviene del griego ἡγεμονία (hegemonía), que significa ‘dirección’, ‘jefatura’.

En este sentido, la supremacía de un pueblo sobre otros, o, dicho de otro modo, la


superioridad que un país tiene sobre los demás, convertirá a esta nación en un Estado
hegemónico.

La hegemonía implica una situación de influencia que se registra a varios niveles y


ámbitos de la vida de las naciones. Puede tratarse de hegemonía política, económica,
cultural o militar
(…)
La hegemonía cultural se refiere a la supremacía de una cultura sobre otra u otras. Como
tal, es un concepto desarrollado por el filósofo y político marxista italiano Antonio
Gramsci, quien entendía la hegemonía cultural como el domino, en términos de
imposición, del sistema de valores, creencias e ideologías de una clase social sobre otras,
fundamentalmente de la burguesía sobre la clase obrera. Dicha clase, además,
generalmente ejerce el control de las instituciones y de las formas de producción…” (1)

Asimismo se trata de: “…una sociedad aparentemente libre y culturalmente diversa es en


realidad dominada por una de sus clases sociales: las percepciones; explicaciones; valores
y creencias de ese sector llegan a ser vistos como la norma, transformándose en los
estándares de validez universal o de referencia en tal sociedad, como lo que beneficia a
todos cuando en realidad solo beneficia o beneficia preferencialmente a un sector
dado…” (2)

Ante lo expuesto aquí podríamos vincular esa interpretación del término hegemonía a lo
comunicacional, emparentado directamente con la cuestión política. En nuestra región, a
pesar de no conocer empíricamente sobre ello, nos hemos desarrollado entre diferentes
estadios hegemónicos que han condicionado nuestros pensamientos, sentires, decisiones, etc.

Todo ha podido hacerse en base a estrategias de dominación, fundamentalmente desde lo


comunicacional y lo educativo. Se forman masas formateadas con determinados saberes en
beneficio de quien o quienes ejercen el dominio a través de lo hegemónico.

Desde las últimas décadas del Siglo XIX y principios de la siguiente, se impusieron saberes,
a través de la educación, con los que procuraban instalar una falsa idea de nacionalismo,
conceptos equivocados sobre patriotismo, negando la identidad de quienes proponían y
bregaban por una real y absoluta independencia.

Se llegó hasta la “infamia” de justificar la destrucción de una pujante nación, como la


paraguaya, en una guerra por impedir su desarrollo con el que se hubiese motorizado, valga
el término, la industrialización de toda Nuestra Región.

Nos estamos refiriendo a la conocida Guerra de la Triple Alianza, término con el que han
querido imponer la idea de un falso continentalismo, ya que obedecía a intereses foráneos,
fundamentalmente a la nefasta y siempre criminal corona británica.

Al respecto, y titulando como “La Guerra de la Triple Infamia”, el Historiador Norberto


Galasso expresa, entre otras cosas, que: “…La guerra de la Triple Alianza obedece al
interés de la oligarquía porteña, de la oligarquía montevideana, del Imperio del Brasil, y
de Gran Bretaña, dirigido a liquidar los focos populares de posición nacional en
Sudamérica (federales en el noroeste argentino, blancos de la campaña oriental) y muy
especialmente destruir el modelo paraguayo de crecimiento autónomo. Es la misma
orientación que, después de la batalla de Pavón, reprime en el Interior argentino e impone
el modelo semicolonial…” (3)

Basta la precedente muestra para graficar cómo nos manipulaban, desde un hegemónico
manejo de la historia, denominada “la historia oficial”. El último término impone un no
cuestionamiento, un algo indiscutible.

En la misma forma y con los mismos objetivos, más allá del transcurso del tiempo y los
personajes y personajescos, nos pretenden continuar sumiendo en el desconocimiento, la
desinformación, la desculturización.

La avanzada neoliberal en la Región la podemos sentir como soplo en la nuca, y tal parece,
con los siempre inestimables servicios de desinteligencia foráneos y propios, más la
conveniente colaborativa actitud de un poder judicial proclive a la des-democratización del
Estado y los siempre atentos servicios de los monopolios de desinformación –clarín y
magneto a la cabeza y dirección-; están arrasando con todas las conquistas y logros de más
de una década.
¿Qué hacemos?

Se supone que deberíamos considerar, y de manera urgente, el recurrir a aquello denominado


“contra hegemonía”. Sobre ésta y también haciendo referencias a las concepciones
gramscianas, dice Francisco Hidalgo Flor: “…El concepto contrahegemonía da cuenta de
los elementos para la construcción de la conciencia política autónoma en las diversas
clases y sectores populares. Plantea los escenarios de disputa en el paso de los intereses
particulares hacia los intereses generales, como proceso político clave hacia un bloque
social alternativo. (…)

En el primer nivel la construcción de una conciencia popular atraviesa por incorporar


una propuesta multicultural, un proyecto integral de las clases y sectores populares, una
visión de modelo de desarrollo emancipador. La experiencia de las últimas décadas, al
menos en la experiencia latinoamericana, evidencia que el eje de una construcción
contrahegemónica sería una integración entre las perspectivas emancipadoras de clase
social (los trabajadores en general), étnica (los pueblos originarios y sus culturas
ancestrales), y de género (la lucha contra el androcentrismo), junto con una propuesta de
desarrollo que armonice equidad, industria, agricultura y naturaleza.
Se trata de articular una perspectiva insertada en un proceso de liberación económica
respecto al sistema de propiedad monopólica; que integre la construcción desde abajo
poder popular multicultural que se vehiculice en un bloque social alternativo, para
transformar no sólo la estructura de poder económico, sino el sistema de poder político,
disolver las estructuras oligárquicas vigentes y viabilizar el desarrollo de la democracia, la
incorporación de todos los saberes en la edificación de una propuesta de sociedad donde
quepan todos los proyectos populares gestados desde la lucha de los partidos y movimientos
sociales, desde los movimientos étnicos y de género…” (4)

Existe aquí un concreto planteo sobre qué herramientas, con qué elementos debemos
hacernos de un poder contrahegemónico para contrarrestar el avance neoliberal y la entrega
de nuestros bienes y conquistas.

Ese poder contrahegemónico, en lo comunicacional, debería poder construirse sin mayores


dilaciones, ya que la urgencia por frenar la destrucción de nuestras naciones, nos impone el
acelerar las estrategias y las acciones.

Los medios alternativos, desde siempre, han constituido ese espacio contrahegemónico desde
el cual, en desventaja y desigualdad, se le ha plantado frente a los manipuladores seriales de
consciencias.

Se debería poder alcanzar una estructura comunicacional que integre a todos los espacios
alternativos, a todos los medios de contrainformación, a todas y todos los que, desde una
concepción más genuina del término “comunicación”, militan desde hace varias décadas
contra las imposiciones de ideas, hechos y realidades.
Existen, afortunadamente, un importante número de medios y espacios, plataformas,
colectivos con los que podemos dar batalla, porque no es suficiente la resistencia.

Es necesario y urgente responder con la suficiente contundencia como para impedir nos sigan
arrebatando nuestro futuro y lo conquistado.

No podemos “distraernos” como lo ocurrido en aquel nefasto 2001.

Decía alguna consigna de la época: “…piquetes y cacerolas, la lucha es una sola…” y ello
no era ni es verdad. No eran una sola lucha, eran dos completamente diferentes, como ahora.
La lucha del pueblo nada tiene que ver con la oligarquía que sólo persigue su propio beneficio
y si es en detrimento del pueblo mejor.

El enemigo está bien visible, a no confundirnos.

En las redes sociales hay mucha carne podrida que se está diseminando para dividir, para
diluir cualquier intento contrahegemónico y debemos estar atentos a ello. No estamos exentos
de haber difundido, involuntariamente, una falsa información o una noticia ya pasada con
bastante tiempo. En los intentos por confundir y restar esfuerzos, utilizan todo a su alcance
para enfrentarnos.

Los tentáculos del imperialismo son innumerables, pero no infalibles…estamos los que
respondemos con nuestro compromiso y militancia en una posible construcción
contrahegemónica que posibilite recuperemos el control de nuestro destino en esta Patria
Grande.

Bien vale aquí rescatar lo que expresaba Jonh William Cooke en su trabajo “Apuntes Para la
Militancia”: “…”La resistencia no es suficiente: sin contraataque no hay victoria. El
Movimiento exige una política en que se conjuguen las ideas, la práctica y la organización
revolucionaria…” (5)

Nos debemos un inmediato replanteo de estrategias y acciones, una rápida y consciente


autocrítica y la posibilidad cierta de descartar personalismos, fanatismos, pretensiones
individualistas. La construcción colectiva de un frente contrahegemónico comunicacional es
vital para hacer frente a la avanzada imperial, del brazo de los monopolios de la
desinformación y el partido judicial.

Salir a las calles, a las plazas, poner nuestras voces, las de los otros, invitar al pueblo de a pie
a empoderarse de los medios de comunicación social alternativos para que se expresen, para
que manifiesten, para que denuncien.

Poner el micrófono, no para palmearnos entre nosotros los que tenemos objetivos e intereses
comunes, compartidos; hay que poner el micrófono y la voz para los que piensan diferente,
para los cooptados por la merdocracia imperante, para los adormecidos por los
incomunicadores.

Los medios alternativos debemos constituirnos de manera urgente, en el vehículo necesario


para difundir, transmitir y desenmascarar a los apropiadores de consciencias, a los
tergiversadores de la realidad.

De nosotros depende anteponer un contraataque certero y efectivo que acompañe la


resistencia y nos devuelva la posibilidad de retomar la construcción de la tan anhelada Patria
Grande.

Notas y Referencias

1 – http://www.significados.com/hegemonia/

Significado de Hegemonía

Qué es Hegemonía

Hegemonía se refiere a la dirección suprema, la preeminencia o el predominio de una


cosa sobre otra. Más usualmente se emplea en un sentido político para designar la
supremacía de un Estado sobre otro u otros. El vocablo proviene del griego ἡγεμονία
(hegemonía), que significa ‘dirección’, ‘jefatura’.
En este sentido, la supremacía de un pueblo sobre otros, o, dicho de otro modo, la
superioridad que un país tiene sobre los demás, convertirá a esta nación en un Estado
hegemónico.

La hegemonía implica una situación de influencia que se registra a varios niveles y ámbitos
de la vida de las naciones. Puede tratarse dehegemonía política, económica, cultural o
militar, siendo que esta última se manifiesta en el potencial bélico que posee una nación en
cuanto armamento, contingente, municiones, etc.

La historia registra hegemonías desde la Antigua Grecia, cuando tres ciudades-Estado se


diferenciaron del resto: Esparta, Atenas y Tebas. Fue entonces cuando el rey de Macedonia
decidió invadir Grecia, uniéndose con otros pueblos, para derribar a los griegos del sitial
hegemónico y así reclamar para Macedonia la hegemonía político-militar.

Hegemonía cultural

La hegemonía cultural se refiere a la supremacía de una cultura sobre otra u otras.


Como tal, es un concepto desarrollado por el filósofo y político marxista italiano Antonio
Gramsci, quien entendía la hegemonía cultural como el domino, en términos de imposición,
del sistema de valores, creencias e ideologías de una clase social sobre otras,
fundamentalmente de la burguesía sobre la clase obrera. Dicha clase, además, generalmente
ejerce el control de las instituciones y de las formas de producción.

Hegemonía mundial
Como hegemonía mundial se denomina el dominio del mundo por parte de una nación o de
un conjunto de naciones. La hegemonía mundial atiende a factores de orden político,
ideológico, religioso, económico, cultural y militar. El imperio romano se fundamentaba
sobre todo en su poderío militar; el imperio español, por su lado, buscaba la implantación
de la religión cristiana; el imperio británico se propuso el dominio en términos mercantiles;
mientras que la URSS en el siglo XX procuraba la propagación del comunismo.
Actualmente, Estados Unidos y los países más poderosos en términos económicos y
militares del bloque europeo ejercen una marcada influencia en la política y en la economía
a nivel mundial, además de participar, de manera directa o indirecta, en los conflictos
armados alrededor del mundo.

2- http://edupedagogiaycomunicacion.blogspot.com.ar/2010/07/hegemonia-y-
contrahegemonia-otra-mirada.html

HEGEMONIA Y CONTRAHEGEMONIA: OTRA MIRADA.

El término hegemonía deriva del griego eghesthai, que significa "conducir", "ser guía", "ser
jefe", "preceder", "conducir", y del cual deriva "estar al frente", "comandar", "gobernar".Otro
concepto y definición de hegemonía por Gramsci:El concepto de hegemonía cultural fue
desarrollado por el filósofo marxista Antonio Gramsci a fin de explicar cómo una sociedad
aparentemente libre y culturalmente diversa es en realidad dominada por una de sus clases
sociales: las percepciones; explicaciones; valores y creencias de ese sector llegan a ser vistos
como la norma, transformadose en los estándares de validez universal o de referencia en tal
sociedad, como lo que beneficia a todos cuando en realidad solo beneficia o beneficia
preferencialmente a un sector dado.Cuando hablamos en el ámbito educativo nos
encontramos con dos tipos de representaciones hegemónicas.Unas, hacen referencia a sus
condiciones histórico-social y cultural.Otras, vinculadas a lo educativo con la institución
escolar y los procesos de escolarizaciónContrahegemonía definiciónEl concepto de
contrahegemonía tiene su matriz en el concepto de hegemonía desarrollado principalmente
por Antonio Gramsci (1891 – 1937), para quién en las condiciones del estado moderno una
clase mantiene su dominio no simplemente mediante una organización especial de la fuerza,
sino porque es capaz de ir más allá de sus intereses estrechos y corporativos, de ejercer un
liderazgo moral e intelectual y de realizar compromisos con una variedad de aliados que se
unifiquen en un bloque popular.El concepto contrahegemonía da cuenta de los elementos
para la construcción de la conciencia política autónoma en las diversas clases y sectores
populares. Plantea los escenarios de disputa en el paso de los intereses particulares hacia los
intereses generales, como proceso político clave hacia un bloque social alternativo

3 – http://www.agenciapacourondo.com.ar/secciones-992757/68-especiales/5957-2012-01-
28-15-53-21

La Historia Oficial ofreció, durante muchos años, una versión pura-mente militar de la
guerra, calificando al Paraguay como una expresión de barbarie y a su presidente como
déspota, lo cual justifica la campaña “civilizadora y democrática” llevada a cabo por la Triple
Alianza. Luego, cuando esta versión resultó ya demasiado tonta, se prefirió relatar fechas y
nombres de batallas, sin explicar las razones de un conflicto que duró varios años, aunque
sosteniendo que Solano López tenía ambiciones expansivas. Sin embargo, en 1970, todavía
sostenía León Rebollo Paz: “La guerra del Paraguay es un timbre de honor para la República
Argentina”(1).
El revisionismo rosista tradicional se encontró con la dificultad de que desde una perspectiva
nacionalista debería concluir defendiendo la política del presidente Mitre, aun-que fuera
liberal. En general, prefirieron entonces no acometer el análisis de dicho pro-ceso esquivando
una definición, en táctica idéntica a la que operaban cuando se trataba de opinar sobre Mitre.
Desde un revisionismo más popular, Raúl Scalabrini Ortiz fue uno de los primeros en fustigar
la guerra. Desde el nacionalismo, en cambio, Juan Pablo Oliver sostuvo que encontrándose
la patria en guerra, no cabía duda acerca de su defensa, fuese quien fue-se el gobernante.
La Historia Social no va mucho más allá de la Historia mitrista. En Historia contemporánea
de América Latina, Halperín Donghi cita los hechos evitando una interpretación, de manera
tal que no aparecen claras las razones de un lustro de luchas violentas. Sostiene, al pasar, que
Solano López tenía “ambiciones más vastas que el presidente anterior”, aunque reconoce que
“el tratado de la Triple Alianza establecía el reparto de las regiones paraguayas entre los
aliados”(2). José Luis Romero, en Ideas Políticas en la Argentina coincide con la óptica
mitrista y llega a decir que dicha guerra “contribuyó a sentar el principio de la unidad
nacional” y que “al cabo de cinco años de guerra, sobre las cenizas del sacrificio común,
había surgido una idea más viva de la comunidad argentina” (3). Luis A. Romero, en su
Historia Argentina para niños, tampoco explica las razones profundas del conflicto. Juzga
que Paraguay había logrado hacia 1840 “una modernización superficial pero eficaz”, que
Solano López “había reunido un ejército poderoso y que para los años en que se inició el
conflicto, estaba buscando expandir sus fronteras” (4). Luego de reconocer que la guerra no
fue popular en el Interior, avanza hasta sostener que “la guerra internacional y la guerra civil
terminaron mezcladas”(5). Omite, sin embargo, la definición de Alberdi y Felipe Varela a
favor del Paraguay, como así los festejos de los triunfos paraguayos en el Interior. Y también
omite los planteos críticos de Guido Spano, José Mármol, Olegario Andrade, Navarro Viola
y tantos otros.

La interpretación de Alberdi no aparece siquiera como tesis a considerar en estos trabajos.


Tampoco recibe atención, normalmente, por parte de las cátedras universitarias controladas
por profesores de la Historia Social como Hilda Sábato, por ejemplo. En cambio, Fermín
Chávez (Vida y muerte de López Jordán) y José María Rosa (Las montoneras y la guerra del
Paraguay) desde el rosismo peronista, así como nacionalistas como Giménez Vega (Testigos
y actores de la Triple Alianza) y Luis Alberto Murray (Pro y contra de Alberdi) abordan la
cuestión profundamente, poniendo de relieve el carácter reaccionario de la política de la
oligarquía porteña y la destrucción de un mo-delo de desarrollo autónomo como era el
paraguayo. El revisionismo federal provinciano, como corriente historiográfica, se inicia,
puede decirse, con un trabajo sobre este tema: José Hernández y la guerra del Paraguay, de
Enrique Rivera. Allí Rivera hace referencia a la polémica entre Juan Carlos Gómez, oriental,
para quien la guerra iba dirigida a deponer a un “tirano bárbaro” y B. Mitre para quien
perseguía “vengar una ofensa gratuita, asegurar la paz interna y externa, reivindicar la libre
navegación de los ríos y conquistar fronteras de hecho y de derecho” (6), como asimismo a
la posición de Hernández quien descalifica ambas teorías. Rivera pone de relieve que el
modelo paraguayo constituía el primer gran intento por alcanzar un desarrollo capitalista
autónomo, supliendo la inexistencia de una clase burguesa con la intervención estatal.
QUE ELEMENTOS HEGEMONICOS Y CONTRAHEGEMONICOS ESTAN
PRESENTES EN LA UNIVERSIDAD
HEGEMONIA Y CONTRAHEGEMONIA: OTRA MIRADA.

El término hegemonía deriva del griego eghesthai, que significa "conducir", "ser guía",
"ser jefe", "preceder", "conducir", y del cual deriva "estar al frente", "comandar",
"gobernar".Otro concepto y definición de hegemonía por Gramsci:El concepto de
hegemonía cultural fue desarrollado por el filosofo marxista Antonio Gramsci a fin de
explicar como una sociedad aparentemente libre y culturalmente diversa es en realidad
dominada por una de sus clases sociales: las percepciones; explicaciones; valores y
creencias de ese sector llegan a ser vistos como la norma, transformadose en los
estándares de validez universal o de referencia en tal sociedad, como lo que beneficia a
todos cuando en realidad solo beneficia o beneficia preferencialmente a un sector
dado.Cuando hablamos en el ámbito educativo nos encontramos con dos tipos de
representaciones hegemónicas.Unas, hacen referencia a sus condiciones histórico-social
y cultural.Otras, vinculadas a lo educativo con la institución escolar y los procesos de
escolarizaciónContrahegemonía definiciónEl concepto de contrahegemonía tiene su
matriz en el concepto de hegemonía desarrollado principalmente por Antonio Gramsci
(1891 – 1937), para quién en las condiciones del estado moderno una clase mantiene su
dominio no simplemente mediante una organización especial de la fuerza, sino porque es
capaz de ir mas allá de sus intereses estrechos y corporativos, de ejercer un liderazgo
moral e intelectual y de realizar compromisos con una variedad de aliados que se
unifiquen en un bloque popular.El concepto contrahegemonía da cuenta de los elementos
para la construcción de la conciencia política autónoma en las diversas clases y sectores
populares. Plantea los escenarios de disputa en el paso de los intereses particulares hacia
los intereses generales, como proceso político clave hacia un bloque social alternativo

EL MODELO PARAGUAYO

Los intereses económicos del Paraguay coincidían con los de nuestras provincias interiores.
Cuando la política librecambista de la burguesía comercial porteña quebró a las economías
provinciales. Paraguay se aisló, e intentó un desarrollo autocentrado.
“¿Qué era Paraguay en 1860? Era el país más desarrollado de América del Sur. Era la
realización práctica del programa morenista. La explotación de la yerba mate era monopolio
gubernamental. Igual cosa ocurría con las maderas de construcción. También existía el
monopolio gubernamental del tabaco. Tales productos estaban, pues, excluidos del laissez
faire. Estos estancos subvenían a las necesidades de la administración pública y el pueblo
casi desconocía los impuestos. Existía también en Paraguay, gran cantidad de lo que se dio
en llamar Campo de la patria y Monte de la patria, de uso común para el vecindario. El
gobierno hizo acordar repartos de tierras, haciendas y herramientas a los indios capaces.
Prestó ayuda a los labradores pobres, distribuyendo entre ellos útiles de labranza... Para
fomentar la ga-nadería, Carlos A. López distribuyó 2300 cabezas de ganado entre gente pobre
de la campaña... A causa de una fuerte sequía, el gobierno repartió ganado y efectos útiles al
comercio. Existía de hecho un seguro agropecuario... El Estado no concebía la existencia de
un solo paraguayo sin hogar y sin tierra, y para evitar semejante monstruosidad repetía
regularmente actos que llegaron a tener el carácter de instituciones en potencia, con
acentuado sabor nativista. En la zona del Chaco se fundaron numerosas colonias agrícolas y
establecimientos ganaderiles, además de obrajes de madera, fábricas de papel y artículos de
loza, salitreras y caleras. La industria metalúrgica comenzó a prosperar con el
establecimiento de la explotación y fundición de hierro de Ibycuí, de donde salían
implementos agrícolas y armas para la defensa. En 1861 se construyó el primer ferrocarril.
Al poco tiempo, la primera línea telegráfica. La marina mercante paraguaya ya estaba
compuesta de 11 barcos. La enseñanza era obligatoria en una época en que todavía no lo era
en la mayoría de los pueblos de Europa. Es más: el Estado daba alojamiento, ropas, libros,
útiles y merienda escolar a los niños de padres insolventes. López contrató en Europa a
ingenieros, mecánicos, escritores, arquitectos, matemáticos, geógrafos, etc. La formación
técnica de los paraguayos para habilitarlos a participar activamente en la creación de las
industrias modernas fue una preocupación constante del Estado Paraguayo. Francisco Sola-
no López, a su vuelta de Europa, trajo también ideas nuevas y junto con ellas centena-res de
técnicos industriales. Pensó antes que nadie en vías férreas, en arsenales, en es-cuelas de artes
y oficios, en astilleros, en fundiciones metalúrgicas. Así se hizo ese Paraguay de maravillas,
que hubiera sido bien pronto, a no sobrevenir la catástrofe, el más brillante centro de
civilización en el nuevo mundo”(7). “El Paraguay -dice el febrerista Anselmo Jover Peralta-
fue el primer país que tuvo ex-plotaciones de minas de hierro, industrias de fundición que
producían machetes, ara-dos, palas, picos, cañones, cerrajería... que tuvo astilleros, fábricas
de jabón, de azufre, de aceite, de papel, ferrocarril, telégrafos, imprenta”(8). Agrega Rivera:
“El Estado ten-ía toda la gerencia de la vida económica nacional... No existía la propiedad
agraria, sino que eran meras tenencias de terreno”(9).

CONFLICTO EN LA BANDA ORIENTAL

La guerra de la Triple Alianza obedece al interés de la oligarquía porteña, de la oligarquía


montevideana, del Imperio del Brasil, y de Gran Bretaña, dirigido a liquidar los focos
populares de posición nacional en Sudamérica (federales en el noroeste argentino, blancos
de la campaña oriental) y muy especialmente destruir el modelo paraguayo de crecimiento
autónomos Es la misma orientación que, después de la batalla de Pavón, reprime en el Interior
argentino e impone el modelo semicolonial.

No se trata, pues, sino de sectores. Sociales de distintos países que confluyen en una alianza
(colorados orientales, liberales mitristas, clase dominante del Brasil, y la burguesía británica)
en perjuicio de los sectores sociales expresados por los blancos orientales, los federales
argentinos, y el frente social paraguayo que lideran los López.
A medida que relatemos los acontecimientos se observará como hombres de uno y otro país
cruzan por encima de las fronteras para alinearse, unos en el bando liberal proeuropeo, y
otros en el bando nacional americano. Ya hemos analizado de que modo, después de Pavón,
el mitrismo en el poder inicia la represión sangrienta en el Interior: centro. Cuyo, y noroeste,
para someterlo e imponer su modelo exportador y de apertura a la penetración comercial y
manufacturera británica. En esa lucha participan varios generales orientales, entre ellos
Venancio Flores (responsable de los degüellos de Cañada de Gómez). Flores, que había
colaborado para eliminar a los gauchos federales del Interior, le pasa luego “la factura” a
Mitre para que los liberales porteños lo ayuden a aniquilar a los gauchos blancos de la
campaña oriental: “No olvide a los orientales proscriptos de su patria”(10), le escribe Flores
a Mitre, pidiéndole apoyo para invadir la Banda Oriental.

Así, durante el año 1862, Flores prepara su expedición militar en Buenos Aires, con apoyo
del gobierno mitrista. La llama: “Cruzada Libertadora”. El presidente blanco Bernardo Berro,
por sugerencia del presidente paraguayo López, protesta ante Mitre, pero este último aduce
que es neutral. El 19 de abril de 1863, Flores desembarca en la Banda Oriental. Dos meses
después, un barco argentino que le llevaba armas, es apresado por fuerzas orientales, a lo cual
Mitre responde apresando a un barco uruguayo y bloqueando el río Uruguay, con lo que
facilita la acción de Flores quien triunfa en Las Cañas (15/7/1863). El partido blanco, en el
gobierno del Uruguay, solicita el apoyo del Paraguay. López, prefiere no actuar militarmente
por ahora, pero reclama diplomáticamente ante Mitre, sin resultado alguno.
La invasión de Flores provoca gran efervescencia en Entre Ríos, cuyo partido federal se
identifica con los blancos. En septiembre de 1863, Telmo López, Waldino Urquiza y otros
jefes federales cruzan el Uruguay para combatir del lado de los blancos. Poco tiempo
después, el general Juan Saa se agrega a los blancos. ¿Se trata de una doble infiltración
extranjera? ¿Mitre, porteño, cómplice del oriental Flores? ¿A su vez, los federales
entrerrianos, aliados a los blancos? ¿Nación argentina? ¿Nación uruguaya? ¿O una sola Patria
Grande, donde las oligarquías pretenden sojuzgar a los pueblos?
Evaristo Carriego, el padre del poeta, escribe: “Un triunfo blanco se recibe en Entre Ríos con
serenatas... Los mueras contra Mitre y contra los salvajes unitarios no cesan un momento en
Entre Ríos. Esto se desborda. En vano trata el General Urquiza de comprimir el espíritu
público. Entre Ríos es un torrente que dentro de poco no habrá fuerza que lo contenga”(11).
Corren versiones muy serias en Entre Ríos acerca de que Urquiza se levantará para re-
construir la Confederación y aliarse con Paraguay y los blancos orientales (algo así como la
República del Río de la Plata de Mitre, pero al revés). Por entonces, Urquiza en-vía un
emisario a López dirigido a lograr un acuerdo. López desconfía, después de lo ocurrido en
Pavón, y da su conformidad pero reclamando que Urquiza realice “actos que dejen en claro
sus relaciones con Mitre”(12).

Durante el año 1864 persiste el conflicto en la Banda Oriental. Brasil busca una excusa para
intervenir pero el presidente blanco, ahora Cruz Aguirre, se allana aciertas exigencias y evita
la provocación. Sin embargo, a mediados de año, el inglés Thornton, representante de
Inglaterra en Buenos Aires, reúne a Elizalde y al comisionado brasileño en Montevideo con
gente del coloradismo, y allí nace la propuesta de “mediación” en el conflicto oriental. La
propuesta lleva tantas exigencias que el gobierno blanco la rechaza, lo que da a los aliados el
argumento para apoyar a Flores. Puede decirse que aquí, el 18 de junio de 1864, se gesta la
Triple Alianza.

Ante esta situación el gobierno blanco intensifica su relación con el Paraguay al tiempo que
diplomáticos brasileños viajan a Buenos Aires para entrevistarse con Mitre, y ase-gurar su
no intervención si Brasil entra en guerra con la Banda Oriental.
En agosto de 1864, mientras el general Juan Saa se traslada a la Banda Oriental para unirse
a los blancos, la escuadra imperial de Brasil (comandada por Tamandaré) apresa a un buque
oriental. Inmediatamente el ejército brasileño ocupa los departamentos del norte de la Banda
Oriental. En octubre la guerra de Brasil contra el gobierno blanco de Uruguay es un hecho.
La opinión pública condena la agresión en varios países. El diplomático del gobierno blanco
en Asunción, por indicación de López, se entrevista con Urquiza. Este afirma que se
convertirá en la vanguardia del ejército de López y que si Mitre no permite el paso de los
paraguayos por territorio argentino, esa será la excusa para su rompimiento con Mitre,
promesa que nunca cumplirá.

El presidente paraguayo ha comprendido que si Brasil vence a la Banda Oriental quedará


encerrado por fuerzas hostiles (Mitre en Argentina, Emperador en Brasil), y de ahí su
urgencia por lograr la definición de Urquiza. Por encima de las fronteras las fuerzas sociales
se van alineando. De un lado las oligarquías de ambos puertos (Buenos Aires y Montevideo)
y el Imperio de Brasil; coinciden-tes en la política librecambista, antilatinoamericana, y
antipopular, con el apoyo de Gran Bretaña. Del otro, el gauchaje argentino y oriental junto al
Paraguay nacionalista, unidos en una política nacional, de crecimiento hacia adentro,
latinoamericana y anti-oligárquica. En gran medida el capital inglés financió la guerra:
préstamo del Banco de Londres, empréstito en Londres, préstamos a particulares (13).

PROLEGÓMENOS DE LA GUERRA

A fines de 1864 Brasil inicia el sitio de Paysandú para abrirse camino hacia Montevideo. La
escuadra brasileña bombardea la ciudad masacrando a la población civil. El bombardeo cesa
cuando Tamandaré se queda sin proyectiles, pero el mitrismo lo aprovisiona. Los blancos
resisten al mando de Leandro Gómez. Son 10. 000 los hombres que sitian la ciudad, con el
apoyo de la escuadra, contra 800 blancos. Julio Victorica señala: “La contemplación de
semejante cuadro era insoportable. Entre Ríos ardía indignado ante el sacrificio de un pueblo
hermano, consumado por nación extraña. Urquiza no sabía ya como contener a los que no
esperaban sino una señal para ir en auxilio de tanto infortunio”(14).

El 2 de enero de 1865 cae Paysandú. Los vencedores ultiman y mutilan a jefes y oficiales
blancos, entre ellos Leandro Gómez. De esta masacre atroz quedan escasos o ningún vestigio
en los textos escolares. En cambio, son recuperados para la historia por el canto popular:
“Heroica Paysandú, yo te saludo /hermana de la patria en que nac픑(Gabino Ezeiza, negro,
yrigoyenista y payador).

La caída de Paysandú obliga a Solano López a tomar una decisión. El mitrismo y el Imperio
lo están “encerrando” y pronto se volverán contra él. Ante el avance del Imperio, López ha
tomado un barco brasileño en noviembre de 1864 y ha avanzado luego sobre Matto Grosso,
abriendo otro frente, dado la inconveniencia de marchar hacia Paysandú pues debería cruzar
territorio argentino. Pero ahora, ante la caída de Paysandú y la vacilación de Urquiza, solicita
permiso al gobierno de Mitre para cruzar Corrientes. El 9 de febrero de 1865, el canciller
Elizalde contesta negando el paso al ejército paraguayo, mientras el ejército brasileño avanza
hacia el sur y se acerca a Montevideo.

Ante esta situación, Urquiza envía un emisario a tratar con López pero descartando la
posibilidad de una alianza, según lo había prometido. Urquiza, en esos días, les ha vendido a
los brasileños 30. 000 caballos, iniciándose como proveedor del ejército imperial. Ahora
intercambia cartas con Mitre, y finalmente acepta la alianza con el Brasil.
El coronel Navarro le ha escrito poco antes a Urquiza: “Acabamos de saber con profundo
sentimiento la toma de Paysandú y la muerte de sus principales jefes. Los atentados y
crímenes que cada día cometen los infames brasileños nos llenan de coraje y sólo ansiamos
el momento de vengar la sangre de los mártires de Paysandú. Los amigos creemos y
esperamos que V. E. no podrá mirar con calma los bárbaros crímenes de los brasileños”(15).
Evaristo Carriego (p) escribe ahora en El Paraná: “¿Por ventura el Gral. Urquiza tiene
enferma el alma de hastío y de desaliento? ¿Acaso ya no es aquel hombre para quien no había
nada poderoso que le estorbase el paso?.. Entre Ríos en masa lo sostendrá. Entre Ríos en
masa se pondrá de pie para sostenerlo y hacer triunfar este pensamiento”(16). Solano López
le escribe a uno de sus hombres de confianza: “Lamento informarle que el pensamiento de la
segregación de Buenos Aires para la formación de una Confederación Argentina no merece
la aprobación del General”(17). Y después de recibir al emisario de Urquiza; le escribe: “Su
actitud me ha causado una penosa impresión en cuanto importa una contradicción de las
seguridades que espontáneamente V. E. quiso ofrecerme sobre la neutralidad del gobierno
argentino en la lucha entre Paraguay y Brasil y de que el tránsito de fuerzas paraguayas por
alguna parte del territorio argentino no importaría un casus belli, no teniendo el gobierno
argentino pretexto alguno para negar ese tránsito y que, si llegara a suceder, V. E. se pondría
de parte del Paraguay comba-tiendo la política del Gral. Mitre”(18).

“El General Mitre” escribirá luego Felipe Várela “invocando los principios de la más estricta
neutralidad, negaba de todo punto al presidente del Paraguay su solicitud, mientras que con
la otra mano firmaba el permiso para que el Brasil hiciese su cuartel general en la provincia
argentina de Corrientes para llevar el ataque desde allí a las huestes paraguayas. Esa política
injustificable fue conocida ante el parlamento de Londres por una correspondencia, leída en
él, del Ministro inglés en Buenos Aires a quien Mitre había confiado los secretos de sus
grandes crímenes políticos”(19). Por eso, insiste Varela, encontraban así el “camino más
corto para hallar una máscara de legalidad con qué disfrazarse y poder llevar pomposamente
una guerra “nacional” al Paraguay, guerra premeditada, guerra estudiada, guerra ambiciosa
de dominio contraria a los santos principios de la unión americana”(20).

LA GUERRA

El 20 de febrero de 1865 capitula Montevideo; Venancio Flores toma el poder.


Inmediatamente declara la guerra al Paraguay. El 23 de marzo Solano López declara la guerra
a la Argentina. Esta declaración fue ocultada por el mitrismo. El 8 de abril es conocida en la
Argentina, pero se la mantiene en reserva. El 13 de abril fuerzas paraguayas toman dos
buquecitos argentinos en Corrientes. Se producen manifestaciones estruendosas en Buenos
Aires. Urquiza apoya ―la defensa del pabellón nacional‖. Los paraguayos ocupan
Corrientes; reciben apoyo general y entregan el poder a un triunvirato constituido por
correntinos Ya es la guerra.

El 1ro. de mayo de 1865 se firma el Tratado de la Triple Alianza (el tratado es secreto por
ahora) y comienza el reclutamiento de contingentes. Hubiese traicionado la causa nacional
armándose a favor del enemigo, si el Entre Ríos no se hubiese sublevado dos veces, si casi
todos los contingentes. El 14 de mayo, Urquiza, designado por Mitre jefe del ejército de
vanguardia, reúne 800 hombres y marcha hacia el norte, acampando en Basualdo. El coronel
Telmo López, se pasa con un grupo de gauchos a las filas paraguayas.
López Jordán, uno de los principales jefes entrerrianos, contesta la convocatoria de Urquiza
de este modo: “usted nos llama para combatir al Paraguay. Nunca, general, ese pueblo es
nuestro amigo. Llámenos para combatir a porteños y brasileños. Estamos prontos. Esos son
nuestros enemigos. Oímos todavía los cañones de Paysandú. Estoy seguro del verdadero
sentimiento del pueblo entrerriano” (21). Mitre, por su parte, confiesa los móviles de la
guerra: “Hay que derrocar a esa abominable dictadura de López y abrir al comercio esa
espléndida y rica región” (22). También sostiene: “¿Peligra la actualidad de la república
triunfando Brasil? ¿Peligra su libertad? ¿Peligran sus intereses? ¿Peligran sus instituciones?
¿Peligra su civilización? No, mil veces no. El gobierno brasileño es un gobierno civilizador,
regular y amigo de la Argentina... Su alianza moral con ésta está en el interés de muchos
países y representa el triunfo de la civilización en el Río de la Plata. ¿Nos sucedería lo mismo
con el triunfo del Paraguay? No, por cierto... El gran peligro para la República Argentina está
en la preponderancia militar del dictador paraguayo que aspira a ser el Atila de Sudamérica...
Al triunfo de Paraguay, seguiría, para nosotros, el reinado de la barbarie”(23).

Paunero reconquista Corrientes para el mitrismo el 25 de mayo de 1865, pero no puede


mantenerse. En junio se produce la derrota paraguaya en la batalla naval del Riachuelo, frente
a Corrientes. Al perder el control de los ríos se complica el avance del ejército paraguayo, al
mando de Robles, pero se aleja de sus fuentes de aprovisionamiento.
Urquiza ha organizado sus fuerzas en Basualdo, pero cuando se dirige a Concordia para
encontrarse con Mitre, el gauchaje se desbanda. Tres mil hombres desertan a los gritos de
“Viva Urquiza y muera Mitre”, negándose a combatir contra el Paraguay. Es el des-bande de
Basualdo, producido el 23 de julio de 1865. López Jordán le escribe a Urquiza una semana
más tarde: “Esa voz general entre la gente que se reunirán donde V. E. ordene, pero no van
para arriba” (24). Francisco Fernández le informa: "En Paraná, Nogoyá y Victoria, de jefes
abajo, todos están contra V. E. y que sí esta marcha no es contra Mitre, que ellos no salen de
sus departamentos” (25)

El 12 de agosto, Venancio Flores derrota a las fuerzas paraguayas dirigidas por Duarte en
Yatay. Asimismo, los aliados cercan a las tropas de Estigarribia en Uruguayana y éste se
rinde para evitar otra Paysandú. Esta derrota significa el fin de la ofensiva paraguaya.
En noviembre se produce una nueva sublevación de las fuerzas entrerrianas, ahora en Toledo.
Urquiza ve desbandarse su ejército nuevamente. Entonces, abandona la lucha y se retira a su
palacio de San José, desde donde seguirá actuando como proveedor de los aliados. En todo
el interior se levantan protestas contra la guerra y se acentúan las deserciones. Aurelio Zalazar
insurrecciona a los contingentes de Catuna y Posta de Herrera, en La Rioja. De Córdoba
comunican que “el batallón de voluntarios ha de ser como el de aquellos famosos patriotas
del tiempo de la independencia que iban al ejército atados codo con codo” (26). Poco después
se rebelan otros contingentes en San Luis. En Cata-marca informan que “el gobierno ha
mandado construir 200 grillos para los voluntarios catamarqueños que marchan a la guerra
contra el Paraguay” (27) “Taboada gobernador/escribiendo cabecea/le mando los
voluntarios/devuélvame las maneas”(28)

“En las provincias la guerra es impopular y odiosa” sostiene Ramón Cárcano. “Cuando en la
plaza pública leen los bandos de los gobernantes y los tambores recorren la ciudad
convocando a la guardia nacional, los hombres huyen a la selva próxima. No los empuja el
terror. Han nacido y vivido en batallas. Resisten a Buenos Aires y al Imperio. El Pa-raguay
es el amigo y el vecino histórico”(29). Mitre le dirá luego a Marcos Paz: “¿Quién no sabe
que los traidores alentaron al Para-guay a declararnos la guerra? Si la mitad de Corrientes no
hubiese traicionado la causa nacional armándose a favor del enemigo, si el Entre Ríos no se
hubiese sublevado dos veces, si casi todos los contingentes incompletos de las provincias no
se hubiesen sub-levado al venir a cumplir con su deber, si una opinión simpática al enemigo
extraño no hubiese alentado la traición, quién duda que la guerra estaría terminada ya?”(30).
La guerra se convierte desde ahora en ofensiva de los aliados. En mayo de 1866 las fuerzas
paraguayas son derrotadas en Tuyutí. Algunos autores dan la cifra de 15. 000 muertos. Gran
Bretaña hace público el tratado secreto de la Triple Alianza para forzar una paz que le dé
entrada a sus intereses en el Paraguay. La guerra está volcada a favor de los aliados. Pero sin
embargo, en julio de 1866 los ejércitos aliados fracasan en los esteros de Boquerón, debiendo
retroceder ante la resistencia de las trincheras paraguayas. El 12 de septiembre de 1866, dada
la presión británica, Mitre y López se entrevistan en Yutaití Corá. López propone condiciones
dignas para un arreglo. Mitre sostiene que debe consultar a sus aliados. Pero a pesar del
acuerdo de “congelar la situación hasta tanto los aliados decidan”, los ejércitos aliados
dirigidos por Mitre se lanzan sobre las fuerzas paraguayas en Curupaití. El general Díaz
repele el ataque, provocando fuertes bajas al ejército aliado.

LA REVOLUCIÓN MONTONERA

El triunfo paraguayo en Curupaití es saludado con festejos en el Noroeste argentino, así


también como en el Litoral. Incluso Urquiza ofrece una gran fiesta en su palacio y coloca en
el salón la bandera de Entre Ríos junto a la paraguaya, la oriental, y la argentina. Su secretario
Victorica le pregunta: “¿Es tiempo, señor?”, y Urquiza le contesta en voz alta: “Lo digo
fuerte, me gusta ese acomodo” (31).

La publicación del Tratado en Europa (reproducido en Buenos Aires por el diario La


América, dirigido por Navarro Viola y Guido Spano), así como la derrota de Curupaití,
exaltan las pasiones contra Mitre. Guido Spano publica El imperio y la alianza. Navarro Viola
escribe Atrás el imperio. Olegario Andrade lanza Las dos políticas. El Eco de Corrientes,
donde escriben José Hernández y Evaristo Carriego, exalta a Telmo López, pasado a las filas
paraguayas: “Adelante, joven guerrero, que el día del triunfo del Para-guay no está lejano y
labora de la redención se acerca ya”(32).

El cura Emilio Castro Boedo, asesor de Felipe Varela le escribe a Urquiza: “Convencido de
que V. E. es el alma de cuantos sacrificios y esfuerzos de patriotismo podemos hacer a favor
de la reacción del partido Federal, me dirijo a V. E. con toda la libertad de un incontestable
nacionalista, con toda la franqueza de un espontáneo y leal partidario del gran Caudillo
Americano y - con toda la sinceridad de un federal puro... No he trabaja-do poco para apagar
en muchos federales de importancia, la desconfianza de que V. E. no protegía nuestros
beneficios... No terminaré ésta sin afirmar a V. E. que me causa agitación verlo tan confiado
de esos malvados y pérfidos círculos porteñistas, tan confiado en las mentidas promesas de
esos falsos convertidos, que siendo salvajes hasta la médula de los huesos, se quieren hacer
federales. Siento ver a V. E. rodeado de traidores embusteros, que sólo tratan de sacarle
ventajas hasta que algún unitario les ofrece una nueva pichincha... La Patria sucumbe si V.
E. no se levanta decididamente a llenar con energía la voz de la República y en esto va la
vida de libertad del continente sudamericano... Respeto con fanatismo la política de V. E. y
lo he defendido ante ataques formidables por causa de Pavón, pero estoy convencido de que
los más grandes hombres traen muchas veces envueltos grandes errores contra la Patria, es
decir, contra ellos mismos, las grandes bondades que usan con quienes debieran usar
rigores... La unión del 51 trajo el afianzamiento de los unitarios y el receso de los federales.
Pavón trajo el triunfo que hasta hoy ostentan contra los nacionalistas y la tolerancia del‘ 66
traerá la muerte de la Patria, de sus glorias de su pasado y de sus hijos”(33).

El triunfo paraguayo en Curupaití estimula la acción de los federales en el Interior. El ejército


aliado se encuentra sumamente deteriorado; su jefe. Mitre, deja el mando en febrero de 1867
durante varios meses. La acción aliada se paraliza manteniéndose una inactividad de 14
meses en el frente bélico. En estas circunstancias, se produce la “revolución de los colorados”
(el 9 de noviembre de 1866) en Mendoza, liderada por el Dr. Carlos Juan Rodríguez, amigo
de Várela, y bajo la jefatura militar de Juan de Dios Videla.
El contingente que debía marchar al Paraguay se subleva uniéndose a los revolucionarios.
Toman Mendoza, y amplían su acción a San Juan, donde asume el gobierno Juan Saa.
Francisco Alvarez derrota a Arredondo en San Luis; la revolución se extiende. Felipe Várela
recordará después: “Todo estimuló el patriotismo. Argentino que ya estallaba
estrepitosamente en Mendoza... Los pueblos se conmovían, se agitaban tumultuosa pero
sordamente, llorando su libertad perdida y dispuestos a hacer un esfuerzo por reconquistarla.
El Gral. Mitre, entre tanto, redoblaba su presión y energía infundiendo el terror y el pánico
dondequiera, lanceando por centenares a ciudadanos pacíficos y cometiendo toda clase de
excesos en las personas de aquellos que creía no partidarios de su política. Entonces, llevado
del amor a mi patria y los grandes intereses de la Amé-rica amenazada por la corona de
España, creí como un deber mío, como soldado de la libertad, unir mis esfuerzos a los de mis
compatriotas, invitándolos a empuñar la espada para combatir al tirano que así jugaba con
nuestros derechos y nuestras instituciones”(34).

Así, el 6 de diciembre de 1866 lanza la proclama revolucionaria dirigida a deponer al


mitrismo. Allí convoca a los entrerrianos, después de exaltar a Caseros, para que se sumen a
la revolución: “Basta de víctimas inmoladas al capricho de mandones sin ley, sin corazón y
sin conciencia. Cincuenta mil víctimas hermanas, sacrificadas sin causa justificable, dan
testimonio flagrante de la triste e insoportable situación que atravesa-mos y que es tiempo ya
de contener. Valientes entrerrianos: Vuestros hermanos de cau-sa en las demás provincias...
os esperan... Nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden
común, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás repúblicas americanas.
- Compatriotas nacionalistas! El campo de la lid nos mostrará al enemigo”(35). En una
proclama dada por los revolucionarios de San Luis, se resume la situación que vive el Interior
del país: “El triunfo es nuestro... En Mendoza la reacción poderosa y triunfante. En San Juan,
el triunfo completo y humanitario. En San Luis la presencia de nuestros bravos. En La Rioja,
los invencibles llanistas sublevados a la voz del distinguido Várela. En Catamarca, la
agitación como consecuencia precisa del movimiento de sus vecinos. En Río IV, las huestes
desmoralizadas de Paunero, amenazadas por los invencibles soldados del coronel Felipe Saa.
En Córdoba el descontento más profundo y pronunciado y la bien probada decisión de apoyar
el movimiento revolucionario. En Santa Fe, la actitud bélica que siempre ha asumido esa
provincia... En Entre Ríos, la voz de siempre que nació en Caseros y que no sucumbió en
Cepeda ni en Pavón... Finalmente, en la campaña de Buenos Aires la voluntad indomable dé
los gauchos porteños que siempre han sido dignos del gran partido cuyo jefe fue Manuel
Dorrego, el mártir de la República”(36). Sarmiento escribe con rabia: “Várela, Saa, Solano
López... Son las fuerzas Íntimas del alma vieja de la América”(37). Luego agrega: “El partido
bárbaro que hemos combatido tantos años, aprovechando la guerra del Paraguay y la
debilidad del gobierno, empieza a sublevarse en las provincias del interior. Mendoza ha sido
víctima de un motín de soldadesca. San Juan estaba amenazada- Si este movimiento continúa,
sería imposible la elección de un Presidente y volveríamos a la guerra civil, puede imaginarse
que a mi edad ya me faltan las fuerzas para emprender de nuevo la lucha contra la barbarie
de nuestras ignorantes masas populares”(38). Días después insiste: “San Juan ha caído en
poder de los revolucionarios, de ese partido de descendientes de indios que combatí toda mi
vida”(39). Rawson, por su parte, escribirá luego: “El gobierno estuvo a punto de caer y con
él las instituciones y quizás la unión nacional, no por la acción de los paraguayos, sino por la
traición de los mismos argentinos”(40). Sarratea le escribe a Marcos Paz: “La prensa chilena
y peruana se ha hecho eco de la revolución, cuyo objetivo es derrocar al gobierno nacional,
romper la alianza con el Brasil y proclamar con las repúblicas del Pacífico contra España”
(41). Esta última es una referencia al movimiento de la Unión Americana, desplegado en
América Latina, contra España, con motivo de la invasión a las islas Chinchas llevada a cabo
por España, movimiento en el cual, en Chile, participó Felipe Várela y donde tomó el lema
de “Unión Americana”. El movimiento antimitrista alcanza tanta influencia en el Interior que
el vicepresidente Marcos Paz le escribe a Mitre: “Desde Mendoza hasta Tucumán no hay
quien retenga el poder que se han tomado los revolucionarios... Ha llegado el momento de
desbordarse la anarquía y abarcar todo el país, si no viene usted a tomar la dirección de la
cosa perdida”(42). Hasta los amigos del presidente se preocupan ahora: “En la frontera de la
provincia de La Rioja” le escribe G. B. Mathew a Lord Stanley, el 27 de enero de 1867 “un
refugiado político del partido federal, el coronel Felipe Várela ha cruzado la montaña desde
Chile con 200 o 300 hombres y dice que ha recibido armas allá y aunque ha sido
momentáneamente rechazado, amenaza con dominar todo el país”(43). A su vez, Mathew le
ofrece el apoyo del Imperio británico al canciller Rufino de Elizalde; y este último le escribe
a Mitre: “El ministro inglés me ha hecho los mayores ofrecimientos, en una carta diciéndome
que lo avise a usted”(44). Desde Tuyutí, Mitre contesta: “En una de sus últimas recibidas por
el anterior vapor me instruía usted de los obligantes ofrecimientos que había hecho al
gobierno S. E. el ministro británico caballero Mathew, con motivo de la rebelión ocurrida en
la provincia de Cuyo. Me ha impresionado agradablemente tan noble proceder que a la vez
que testifica la cordialidad de nuestras relaciones con la Gran Bretaña revela elocuentemente
la amistad y simpatía que profesa a la administración argentina, el ilustrado caballero
Mathew”(45). “La montonera y la sedición brotan por todas partes con una espontaneidad
que asombra, le insiste desesperado Marcos Paz a Mitre en otra carta (28 de enero de 1867).
Como puede apreciarse, el alineamiento de fuerzas resulta muy claro: por un lado la
oligarquía mitrista, la oligarquía montevideana (con V. Flores a la cabeza), la clase
dominante del Brasil, y el Imperio británico. Por otro lado el pueblo paraguayo, los blancos
orientales, los caudillos federales y los pueblos del interior argentino, con su esperanza puesta
en los federales del Litoral y la buena voluntad de Chile, Bolivia, y Perú (nótese que F. Várela
invade cruzando los Andes, con soldados chilenos y aprovisiona-miento de armas logrado en
Bolivia).
La revolución montonera se ha extendido en todo el Interior. El mitrismo sólo cuenta con los
Taboada en Santiago del Estero, Navarro en Catamarca, y Oroño en Santa Fe. En Córdoba
gobierna Luque, federal, quien espera el pronunciamiento de Urquiza para plegarse a los
montoneros. Lo mismo ocurre con Corrientes. Urquiza se cartea con los federales e incluso
a veces realiza gestos y señales que indican su próxima definición; pero permanece inactivo.
A su vez. Mitre se vuelve del Paraguay, con sus mejores tropas.
Pero la revolución provinciana carece de respaldo económico y especialmente de
aprovisionamiento bélico como para derrotar al mitrismo por sí sola. De ahí su tozuda
esperanza en Urquiza. Felipe Saa y Carlos Juan Rodríguez, el 5 de febrero de 1867, presionan
al caudillo entrerriano, en reclamo urgente y desesperado: “Usted comprenderá que ha
llegado el momento de levantar los principios que tuvieron por órgano al cañón de Caseros
y que hallaron en V. E. ese noble y fiel sostenedor. Los que firman se dirigen a V. E. en
nombre de esos mismos principios que V. E. defendió y de que se declaran sostenedores,
poniendo a su disposición todos los elementos hasta hoy reunidos y suplicando a V. E. se
digne trazarnos la regla de conducta que debemos observar en adelante... Vemos en V. E. ,
así como en su nombre esclarecido, los únicos agentes capaces de levantar en alto las holladas
instituciones de la República Argentina... Estos desgraciados pueblos invocan el nombre de
V. E; como el de su salvador, que en V. E. miran el redentor de sus libertades y al nuevo
futuro presidente de la Nación, con la fe en el corazón y con el convencimiento profundo de
que V. E. no desmentirá sus antecedentes y será una vez más el Libertador de los
Pueblos”(46).

Pero la defección de Urquiza frustra el intento federal del Interior. E1 1ro. de abril de 1867,
Arredondo, con fuerzas superiores y mejor equipadas, derrota en Paso de San Ignacio alas
fuerzas de Juan Saa y Juan de Dios Videla. Asimismo, Felipe Varela (mal informado por un
coronel traidor que le asegura la provisión de agua en Las Mesillas) la batalla en Pozo de
Vargas (o Bargas) el 10 de abril de 1867: “Vidita de mi vida/pozo de Vargas/La guerra se ha
perdido/por falta de agua... Los nacionales vienen/pozo de Vargas/ tiene fusil y tiene/las uñas
largas/lanzas contra fusiles/pobre Varela/ qué bien pelean sus tropas/en la humareda”
(cancionero popular)

La infantería federal, sedienta e insolada, con armamento desparejo, es derrotada por las
fuerzas mitristas comandadas por Taboada. En Pozo de San Ignacio se había perdido Cuyo,
en Pozo de Vargas se perdió La Rioja. La heroicidad de Varela y sus compañeros no ha
podido sobreponerse al poderío de la oligarquía porteña. Una bandera roja a y blanca, rasgada
y manchada de sangre, queda sobre el terreno testimoniando una causa: “Federación o
Muerte. ¡Viva el General Urquiza! ¡Mueran los negreros que 1o combaten! ¡Viva la Unión
Americana!”(47). Quebrada la rebelión montonera, los aliados reinician la guerra contra el
Paraguay. E1 17 de agosto la escuadra aliada fuerza el paso de Curupaití, aunque no se
atreven a atacar la fortaleza de Humaitá. La guerra resulta mucho más larga de lo supuesto
inicial-mente. Y ahora, además, le llegan noticias a Mitre de que Varela ha logrado
reorganizar sus fuerzas y ha pasado a Bolivia pare reaprovisionarse y seguramente volver a
la lucha. E1 presidente protesta: “No me explico como es que todos han derrotado a Varela,
nadie lo ha visto de cerca y a última hora se retiraba a Bolivia con 800 hombres, es decir, con
todo el ejército que siempre tuvo”(48). Marcos Paz le contesta: “Parece fuera de duda que
Melgarejo, el presidente de Bolivia, protege a nuestros enemigos y los auxilia”(49).
E1 gobierno argentino reclama ante Chile y Bolivia por el apoyo a los montoneros. Sarratea
le escribe a Marcos Paz que la expedición preparada y armada por Varela en Huaque: “... fue
un escándalo, llevado a cabo a la luz del día, a vista y paciencia del vecindario y las
autoridades locales”(50). Asimismo, Tomás Alvarado le informa a Taboa-da que el cónsul
de Bolivia, Eugenio Caballero, sirve de enlace a los insurrectos (los llama significativamente
“los aparaguayados”) para su contacto con el gobierno boliviano(51).
E1 10 de octubre de 1867, Varela toma Salta, con la consternación del mitrismo: “Era una
guerra interminable a la que no se le veía fin y los mejores generales fracasaban ante la
prodigiosa movilidad del imbatible montonero que se escapaba del medio de los ejércitos
como una sombra impalpable”(52) Pero Urquiza continua inamovible. En carta a Benjamin
Victorica, del 22 de agosto de 1867 demuestra conocer la situación, pero también su
conciliacionismo con la oligarquía porteña: “... esa fiebre incesante de revoluciones... emana
de la política poco cuerda y asaz tirante desplegada por el gobierno nacional... Se quiere tratar
a las provincias como miserables villorrios. Se aja su dignidad, se quiere custodiar con
bayonetas su soberanía‘ independiente y de aquí natural-mente, los levantamientos... Hasta
cierto punto pues, esas revoluciones, tienen un viso de disculpa, si bien deben ser, en el fondo,
enérgicamente condenadas”(53). Por ese entonces, Carlos Tejedor denuncia en la cámara de
diputados que el urquicismo mantiene tratos con los insurrectos. No obstante ser ya una
sombra, el caudillo entrerriano preocupa aún a los hombres del mitrismo. En cambio, sus más
lúcidos lugartenientes, como López Jordán, lo juzgan como un traidor: “Me ilusioné con que
el Gral. Urquiza retrocediera de su culpable política tan poderosa en la balanza de los destinos
públicos, tan decisiva que no le exigíamos sino su prescindencia para nosotros y para el país.
Me ilusioné, en efecto: desde Pavón no hizo otra cosa que fraternizar con los enemigos de la
Patria, venderle su porvenir, engañar como a niños las esperanzas de los pueblos, de sus
amigos, de sus viejos veteranos, a quienes les debía cuanto era. Se burlaba hasta de las
lágrimas de las víctimas que entregaba al puñal del unitarismo”(54).

LA GUERRA CONTINÚA...

Mientras tanto, la guerra sigue su Curso. E1 3 de noviembre de 1867, 50. 000 hombres del
ejército aliado enfrentan a 8. 000 paraguayos en Tuyú Cué. Se llama también la segunda
Tuyutí, y ambos bandos dan por logrados sus objetivos. Poco después, Mitre queda retenido
en Buenos Aires por la muerte de su vicepresidente Marcos Paz.
E1 año 1868 se inicia con el Manifiesto a los Pueblos Americanos lanzado por Felipe Varela,
quien una y otra vez resurge de las cenizas. Poco antes ha escrito: “Defiendo los derechos de
Sud América... enfrento a los malditos godos y mucho más a los salvajes unitarios de Buenos
Aires que quieren ponerse a la par de dichos godos para hundir todo el continente
americano... Si hay una columna que trabaja por el bien de nuestros países es la que manda
el que suscribe”(55). Ahora desde Potosí, convoca a la Unión Americana y sostiene: “Los
argentinos de corazón y sobre todo los que no somos hijos de la capital, hemos estado siempre
del lado del Paraguay en la guerra que, por debilitarnos, por desarmarnos, por arruinarnos, le
ha llevado Mitre a fuerza de intrigas y de infamias contra la voluntad de toda la nación entera,
a excepción de la egoísta Buenos Aires”(56). Los diarios de Chile apoyan a Varela:
“Profunda repugnancia nos inspiran los maricones de La Nación Argentina a quienes la
proclama del coronel Varela les arranca gritos de impotente desprecio”(57). Desde el otro
lado Nicolás Villanueva le escribe a Paunero: “Las provincias están amenazadas de serios
peligros por la triple alianza de traidores, indios y rotos, alianza de bárbaros y ladrones que,
a no dudarlo, encuentran ardientes simpatías y protección material del pueblo chileno y de
gran número de sus autoridades”(58). Y una vez más Sarmiento ratifica esa óptica: “La
barbarie de nuestros campos es el escollo en que hemos fracasado desde Artigas hasta Felipe
Varela. Esa misma barbarie existe en toda América, desde Méjico hasta Chile, en las masas
populares”(59).

En medio de las fuerzas en pugna, Urquiza se inclina ya, cada vez más, a favor del mi-trismo:
“Varela y su montonera, producto legítimo de los excesos de poder y de una política bastarda,
jamás pudo ser para nadie la expresión o el agente de mis ideas. La mejor prueba era que é1
abusaba de mi nombre sin que ningún hecho mío lo autoriza-se... Soy hombre de principios
y no de partido y menos de montonera. Jamás la he tolerado siquiera. Reprobé a todas las que
se lanzaron en Buenos Aires en tiempo de su rebelión contra la República. La guerra del
Paraguay está allí, el presidente solicitó mi concurso y se lo presté arrastrando a un pueblo a
quien esa lucha era terriblemente antipática... No, yo no he alentado esa lucha
desordenada”(60). De esa forma responde Urquiza a las presiones mitristas,
desentendiéndose de la causa de los pueblos interiores.

LA OFENSIVA ALIADA

A mediados de febrero de 1868 los aliados se lanzan sobre Humaitá, la gran fortaleza
paraguaya. Los paraguayos rechazan el intento por tierra, pero ante el triunfo de la es-cuadra
brasileña evacuan la fortaleza y se repliegan. En los meses siguientes, las fuerzas aliadas
continúan su avance lentamente ganando nuevas posiciones. Sobre fines de 1868 se produce
una batalla muy importante en el camino hacia Asunción: Lomas Valentinas. También
llamada la batalla de los siete alias, se inicia el 21 de diciembre y culmina el día 28. En su
Enciclopedia, Santillán sostiene que los paraguayos se batieron heroicamente ante fuerzas
que los triplicaban en número, y que la batalla sólo cesó cuando casi todos los defensores de
1a posición estaban muertos o heridos(61).

La defensa paraguaya fue desesperada, pues Lomas Valentinas era el camino hacia la capital,
y muchos niños y viejos empuñaron las armas. Sarmiento dirá después: “Ni a compasión
mueve aquel pueblo, rebaño de lobos. Sólo que la mayor parte son niños de 10 a 12 años,
armados de lanza a su talla, para formar línea. Se imagina los horrores de estos combates, en
que soldados argentinos y brasileños en el calor de la refriega, caen sobre esta fila de
chicuelos”(62). “Los brasileños sacrificaron sin piedad a los que estaban al alcance de sus
armas... provocando una matanza aún mayor” sostiene Teodoro Fix (63).
Después de esta derrota, Solano López se repliega rumbo al Cerro Corá con los pocos
hombres que le quedan. El 5 de enero de 1869 los aliados entran en Asunción, y las fuerzas
brasileñas saquean la ciudad. Se constituye un gobierno títere.

EL FIN
Solano López y sus hombres están dispuestos a luchar hasta el final Los pocos que pro-
claman la necesidad de la rendición son acallados, y más aún, reprimidos. López fusila a altos
jefes, incluso a su hermano. Según algunos historiadores, fusila también a Telmo López,
federal entrerriano, y a Antonio de las Carreras, blanco oriental, por sostener la necesidad de
la rendición.

Lo que resta del ejército paraguayo, con su jefe a la cabeza, marcha hacia el norte y
sorprendentemente se reorganiza, llegando a ofrecer nuevamente combate. Son las batallas
desesperadas y dantescas del invierno de 1869: Peribebuy, Acostañu. López es la patria -
sostiene Rosa- y el pueblo lo sigue hasta el final. Es una retirada heroica, trágica, que dura
siete meses.

Recién el 1ro. de marzo de 1870 Solano López y sus últimos hombres son muertos en Cerro
Corá. Poco después, el 11 de abril de 1870, Urquiza es ultimado en el Palacio San José por
una partida jordanista al mando de Simón Luengo, lugarteniente del Chacho. El 4 de junio
de 1870 muere tuberculoso en Chile Felipe Varela. Los principales protagonistas han muerto.
Sólo Mitre los sobrevivirá largos años.

E1 Paraguay ha quedado destruido. “Llora, llora urutaú/en las ramas del yatay. Ya no existe
el Paraguay/donde nací como tú..." escribe Guido Spano (64). ―Nada puede dar una idea de
esta guerra como las cifras. Al iniciarse la lucha, Paraguay tenía 1. 300. 000 habitantes. Cinco
años después, la población quedaba reducida a 350. 000, la mayor parte mujeres. Ni en los
tiempos antiguos, ni en los tiempos modernos, la historia re-gistra nada semejante”, señala
Rufino Blanco Fombona (65). “El Paraguay ya no existe –dice a su vez Lucio Mansilla, desde
la óptica liberal. Esta obra grande la realizamos nosotros, junto al Brasil. Entre los dos
mandamos a López a la difuntería” (66). E1 mejicano Carlos Pereyra apunta: “Habían ido a
llevar la civilización a Paraguay. Esa civilización del cuchillo y del puñal, introducida por
Mitre y por Sarmiento para terminar con la barbarie de los ferrocarriles, de los telégrafos, de
la superación espiritual, moral e intelectual del pueblo paraguayo”(67).

Por su parte, José Hernández se define de este modo: “En nombre de la democracia, habéis
atentado contra ella, pretendiendo imponer a otro pueblo nuestros principios, aunque ellos
hablasen en nombre de los beneficios de una civilización que se anuncia con la muerte y la
destrucción; en nombre de la independencia habéis conspirado contra la independencia de un
pueblo... Decir que hemos ido a regenerar al Paraguay es decir que nos hemos despojado de
la justicia y del derecho para cometer un atentado sin nombre... En presencia de los hechos
que se han ido produciendo desde hace cuatro años, cómo se atreven todavía a sostener que
el pueblo paraguayo es susceptible de ser regenerado si por regeneración se entiende aceptar
dócilmente la dominación extranjera? Cómo puede llamarse guerra de regeneración para el
Paraguay la que estamos sus-tentando arrebatando palmo a palmo el territorio y pasando
adelante sólo sobre los cadáveres de sus defensores”(68).

Mitre afirma en cambio: “Cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y victoriosa


campaña... podrá el comercio ver inscriptos en sus banderas victoriosas los grandes principios
que los apóstoles del librecambio han proclamado para mayor gloria y mayor felicidad de los
hombres, porque también esos principios han triunfado”(69).

LA GUERRA DEL PARAGUAY COMO GUERRA CIVIL

J. B. Alberdi, desde Europa, analiza el conflicto como una guerra civil, por encima de las
fronteras de las patrias chicas: “Las guerras exteriores de la Argentina no son más que
expedientes suscitados a propósito, ya por la una, ya por la otra de sus dos fracciones, para
encontrar la solución interior que cada una (de las partes del país) desea. Son guerras civiles
en el fondo, bajo la forma de guerras internacionales, como la presente (contra el
Paraguay)”(70).

No es extraño que la guerra encierre tres políticas, siendo cada política doméstica, en sus
miras, para cada aliado: “Flores no tiene otro enemigo que los blancos (orientales), Mitre no
tiene más adversario en vista que las provincias (del interior), Don Pedro II no tiene más
enemigos que la ex república de Río Grande”(71). En otra parte agrega: ―Si Buenos Aires
busca la alianza del Brasil, ¿qué cosa más natural que las Provincias busquen, por su parte,
la alianza del Paraguay?(72). Alberdi desarrolla su tesis explicando que para Buenos Aires
“el verdadero enemigo no es el Brasil” sino “los países interiores a quienes Buenos Aires les
tiene arrebatados el tesoro, su tráfico y todo su ser. Asegurarse Contra ellos, mantenerlos en
su condición colonial es más vital para el egoísmo antinacional de Buenos Aires que el alejar
al Brasil de la costa oriental... Las provincias se volverían para Buenos Aires un enemigo
formidable desde que tuvieran el apoyo del Paraguay. Es lo que Mitre trataría de evitar a todo
trance halagando y atrayendo a Urquiza, enviando agentes y palabras de amistad al Paraguay
para calmarlo y evitar toda coalición o alianza, en tanto Flores, ayudado por Brasil y Buenos
Aires, lleva adelante los cambios en la Banda Oriental...” . Porque señala Alberdi: “en esta
república Argentina no sólo hay dos partidos sino más bien dos países, dos causas públicas,
dos patrias y dos patriotismos, por decirlo así. Un interés profundo los divide y hace
antagonistas y ese mismo interés, sin cambiarlo, es el que hace aliado nato del Paraguay. a
todo el país argentino situado al norte de Martín García y aliado natural del Brasil a la otra
porción del país que, como el Brasil, está situada a las puertas del Plata y en las costas del
mar. Aquel interés es el tráfico directo con el mundo exterior, la renta pública procedente del
tráfico y el poder y el influjo derivados de la renta, es decir, del tesoro y del crédito público
basado en é1. Río de Janeiro y Buenos Aires aspiran a dividírselo entre los dos a expensas
de todos los países interiores, de que quieren hacer verdaderas colonias tributarias más o
menos disimuladamente”(73). Desde esta perspectiva, Alberdi establece relaciones con el
gobierno de Solano López, a través de Gregorio Benites. Así, le envía la siguiente carta:
“Me interesa que el señor mariscal López conozca todo esto por intermedio de usted, que es
testigo inmediato de todo ello. E1 interés en esto, como en mis escritos, no es personal ni
privado. Se refiere del todo a la política venidera de nuestros-dos países y a sus conveniencias
mutuas y solidarias. Tenga usted la bondad de repetirle lo que tantas veces le he dicho a usted
y al señor Barreyro. Yo no quiero ni espero del señor mariscal López empleos públicos, ni
dinero, ni condecoraciones, ni suscripciones de libros. Todo 1o que quiero me lo ha dado ya
en parte: es hacer pedazos, con su grande y heroica resistencia, el orden de cosas que formaba
la ruina de mi propio país, y para 1o venidero, todo 1o que quiero es que él abrace una política
tendiente a buscar una liga estrecha con el nuevo orden de cosas que represente los
verdaderos intereses argentinos, la seguridad y garantía respectivas de los dos países contra
las ambiciones tradicionales del Brasil y Buenos Aires, respecto de los países interiores en
que hemos nacido él y yo”(74). Alberdi le envía también sus folletos acerca de la guerra: Las
disensiones de las repúblicas del Plata y las maquinaciones del Brasil (mayo de 1865), Los
intereses argentinos y la guerra (junio de 1865), y Crisis permanente en las repúblicas del.
Plata (febrero de 1866)(75).

Todo esto 1e valdrá el título de “traidor a la patria” que le lanzará el mitrismo. Pero Alberdi
refuta contundentemente esta acusación: “Definir la traición y el patriotismo en la República
Argentina es dar la llave de todo el estado político de este país. Las ideas que su gobierno
actual llama “traidoras” han sido calificadas de “patrióticas” por todas las provincias cuando
no estaban gobernadas por Buenos Aires. ¿Qué quiere decir esto? Qué hay dos puntos de
vista para definir 1o que es patriotismo y lo que es traición en la Argentina... Dos grandes
intereses combatieron, uno contra otro, en Caseros, Cepeda y Pavón y en esta división la
patria de la que peleó por Buenos Aires no es la misma patria de los que defendieron las
provincias”(76). Pocas páginas después, Alberdi explica para completar esta reflexión sobre
los dos patriotismos, que también hay dos modos de apreciar la libertad: “los liberales pueden
soportar y lo soportan todo, lo que no pueden soportar es la contradicción, la oposición, es
decir, la libertad... Esos liberales quieren en cierto modo de buena fe la libertad, pero la
quieren siempre para sí, jamás para sus opositores. Aceptan toda la libertad, a condición de
que no se ejerza en su contra... Son liberates al estilo de los tiranos. Sabido es que ningún
tirano quiere ser esclavo. Si hay en el mundo quien ame de veras su libertad, es el tirano,
pero. tanto como ama la suya detesta la del otro... La tiranía es, entonces, la libertad
monopolizada en provecho de uno solo... Así, hay gobiernos libres de naciones sin libertad...
Los liberales que gobiernan hoy en Buenos Aires son un dechado perfecto de ese liberalismo
sin libertad. Por eso, para discutir con ellos, para combatir a sus gobiernos, es preciso poner
por medio el océano Atlántico. A1 menos se asegura de ese modo la cabeza”(77).
Este liberal consecuente que es Alberdi formula así una verdad fundamental, coincidiendo
con aquella apreciación de Marx: “Nadie está contra la libertad, a 1o sumo, está contra la
libertad del otro”. Es decir, la libertad y también el patriotismo, cuando el país está escindido
en bloques sociales antagónicos, adquiere un contenido de clase. Lo que para unos es
patriotismo, para otros es traición a la patria.
Hasta el diario La Nación concluye confesando el carácter de guerra civil que ha formulado
Alberdi: “Las alianzas del Río de la Plata quedan así definidas: alianza de la civilización y
las formas regulares de gobierno, la república Argentina, el Brasil, la banda Oriental,
representadas por el partido liberal. Alianza de la barbarie: el gobierno para-guayo, los restos
del caudillaje argentino, los restos del caudillaje oriental (78).

CONCLUSIONES

La Guerra de la Triple Alianza sólo resulta comprensible desde una óptica latinoamericana.
Las historias de las “patrias chicas” no ofrecen respuestas. En ellas, Alberdi y Varela serían
traidores, Solano López, el imperio brasileño, y el mitrismo serían intrusos en el conflicto de
la Banda Oriental. Venancio Flores un oriental que se entromete en las provincias argentinas
del noroeste y luego ingresa a su país con apoyo bélico argentino y brasileño. Como sostiene
Alberdi, no es una guerra internacional, sino guerra civil, en definitiva porque América
Latina es una Nación. La destrucción del Paraguay, tanto de la mayor parte de su población
como de su modelo de crecimiento autónomo, constituye el punto de partida de la política
oligárquica porteña dirigida a convertir el Río de la Plata en semicolonia británica. Así como,
a partir de 1976, el genocidio constituyó el paso previo a la reconversión de la economía
argentina en subordinación a EEUU, del mismo modo, en aquella época, aquel genocidio fue
un antecedente de la sumisión al Imperio británico.

Finalmente, cabe destacar que la experiencia paraguaya (que en términos actuales podría
calificarse como “desconexión”, desde el punto de vista de Samir Amín) probó la posibilidad
de aplicar un plan económico de crecimiento hacia adentro, de acumulación de capital
autónomo, con decisiva presencia estatal y política social altamente beneficiosa para el
pueblo. Era el Plan de Operaciones de Moreno, y había tenido su primer antecedente en la
política económica de San Martín, en Cuyo, de la cual surgiría el ejército de los Andes.
NOTAS 1. Pomer, León: Guerra con el Paraguay; Buenos Aims; CEAL; nº 26; pág. 162 2.
Halperín Donghi, Tulio: Historia contemporánea de América Latina; p.p. 252-253. Edit.
Alianza, Bs. As., 1994. 3. Romero, José Luis: Las ideas políticas en la Argentina, Buenos
Aires; 1956; pág. 56 4. Romero, Luis Alberto: Una Historia Argentina, Cuadernillo Nº 8;
pág. 27, Edit. El Quirquincho. 5. ibídem 6. Rivera, Enrique: José Hernández y la guerra del
Paraguay; Buenos Aires; Editorial lndoamérica; 1954; p. p. 104-105 7. Sánchez Quell, H.:
La diplomacia paraguaya de Mayo a Cerro Corá, Edit. Kraft, Bs. As, 1957. 8. Rivera,
Enrique: op. cit. ; pág. 115 9. Ibídem 10. Carta de Venancio Flores a Bartolomé Mitre, 1862.
11. Evaristo Carriego (p) al coronel Navarro; 27 de septiembre de 1863; Leg. Urquiza 12.
Julio Victorica, citado por Fermín Chávez en Vida y muerte de López Jordán 13. Pomer,
León; Ob. cit. 14. Julio Victorica en F. Chávez; op. cit. 15. Coronel Navarro al General
Urquiza; 5 de enero de 1865 16. Evaristo Carriego (p) en El Paraná; 11 de marzo de 1865 17.
Solano López a Cándido Barreiro; 1º de febrero de 1865 18. Solano López al General
Urquiza; 26 de febrero de 1865 19. Felipe Varela; Manifiesto del 1ø de enero de 1868 20.
Ibídem 21.Chávez, Fermín: Ob. cit. 22. Bartolomé Mitre en La Nación; 24 de marzo de 1865
23. B. Mitre en La Nación; 10 de marzo de 1865 24. López Jordán a Urquiza; 31 de julio de
1865 25. Francisco Fernández, en carta de Juan González al General Urquiza: 19/9/65. 26.
Chávez, Fermín Ob. cit. 27. Ibídem 28. Chávez, Fermín Zamba de los voluntarios 29 Cárcano
Ramón en Urquiza y Alberdi, Edit. La Facultad, Bs. As. , 1938. 30. Carta de B. Mitre a
Marcos Paz, citada por José María Rosa, La guerra del Paraguay y las montoneras
argentinas,Edit. Peña Lillo, Bs. As. , 1964, pág. 242 31.Rosa, José María:Ob. cit. 32. El Eco,
enero de 1866, en F. Chávez, Ob. cit. 33. Castro Boedo, Emilio al General Urquiza; 15 de
noviembre de 1866 34. Varela, Felipe, en Manifiesto del 1/1/68 35. Proclama de E Varela,
en Francisco Centeno: Virutas Históricas Edit Menéndez, Bs. As, 1929 36. Proclama en
Ortega Peña y Duhalde: Felipe Varela contra el imperio Británico, Edit. Sudestada, Bs. As. ,
1965. 37. Sarmiento, Domingo Faustino, citado por Ortega Peña y Duhalde, Ob. cit. 38.
Sarmiento, Domingo: 15 de enero de 1867, citado por Elías Giménez Vega, en Testi-gos y
actores de la Triple Alianza, Edit. Peña Lillo, Bs. As. , 1961. 39. Sarmiento, Domingo: 2/2/67,
citado por E. Giménez Vega, Ob. cit. 40. Guillermo Rawson: citado por Ortega Peña y
Duhalde, Ob. cit. 41. De Sarratea, Mariano a Marcos Paz; 23 de diciembre de 1866. 42.
Marcos Paz a Bartolomé Mitre; 16 de enero de 1867 43. G. B. Mathew a Lord Stanley; 27
de enero de 1867 en Ortega Peña y Duhalde, Ob. cit. 44. De Elizalde, Rufino a B. Mitre,
1867, en Ortega Peña y Duhalde, 45. Mitre B. a Rufino de Elizalde, en Ortega Peña y
Duhalde, Ob. cit. 46. Carta de Felipe Saa y Carlos J. Rodríguez a General Urquiza, 5/2/67.
47. Bazán, Raúl y otros: Felipe Varela, su historia, Edit. Plus Ultra, Bs. As. , 1975. 48. Mitre,
Bartolomé a Marcos Paz; 12 de septiembre de 1867 49. Virutas históricas; Ob. cit. , pág. 81
50. De Sarratea, M. a Marcos Paz; 22 de junio de 1867 51. Bazán, Raúl: Ob. cit. ; pág. 118
52. Juan Posse a Marcos Paz; 10 de septiembre de 1867 53. General Urquiza a Benjamín
Victorica, en Presencia de Urquiza, de Beatriz Bosch, Edit. Raigal, Bs. As., 1953. 54.
Manifiesto de López Jordán, en El revisionismo y las montoneras, Fermín Chávez, Edic.
Theoría, Bs. As. 1966. 55. Felipe Varela; 17 de octubre de 1867, en Los caudillos, de Fé1ix
Luna. 56. Varela, Felipe: Manifiesto del 1º de enero de 1868. 57. La Unión Americana, de
Chile, 1868. 58. Ortega Peña y Duhalde: Ob. cit. 59. Sarmiento en La Tribuna, 6 de febrero
de 1868 60. Gral. Urquiza a Salustiano Zavalía; 11 de. febrero de 1868 61. De Santillán,
Diego Abad: Gran Enciclopedia Argentina, Bs. As. EDIAR, 1965. 62. Sarmiento, Domingo
E a R. García; 12 de octubre de 1869 63. Teodoro Fix, en Santillán: op. cit. 64. Guido y
Spano, Carlos: Poema. 65. Rufino Blanco Fombona, citado en Carlos Pereyra: Francisco
Solano López y su drama, Edit. Patria Grande, Bs. As. 66. Mansilla, Lucio V.: citado por E.
Giménez Vega, Ob. cit. 67.Pereyra, Carlos: Ob. cit. 68. Hernández, José: en El Río de la
Plata, agosto de 1869 69. Bartolomé Mitre; 21 de febrero de 1869 70. Alberdi, Juan Bautista:
Historia de la guerra del Paraguay, Buenos Aires; Edit. Pa-tria Grande; Bs. As., 1962, pág.
156 71. Ibídem 72. Ibídem 73. Alberdi, Juan Bautista: El Brasil ante la democracia en
América, Edic. Ele, Bs. As. , 1946 74. Alberdi, Juan Bautista a Gregorio Benites; 23 de junio
de 1868, en Escritos Póstu-mos; Tomo X;pág. 44 75 Pomer, León: Ob. cit. 76 Alberdi, J. B.:
Historia de la guerra del Paraguay; Edic. Patria Grande, Bs. As. , 1962, pág. 132 77. Ibídem
78. La Nación, 28 de octubre de 1864

4- http://www.cecies.org/articulo.asp?id=167

Contrahegemonía
por Francisco Hidalgo Flor (Universidad Central del Ecuador)

CARACTERIZACIÓN
El concepto contrahegemonía da cuenta de los elementos para la construcción de la
conciencia política autónoma en las diversas clases y sectores populares. Plantea los
escenarios de disputa en el paso de los intereses particulares hacia los intereses generales,
como proceso político clave hacia un bloque social alternativo.
A inicios del siglo XXI este espacio de disputa entre el interés particular y el interés general
enfrenta al menos dos niveles, por un lado en el propio campo popular, la superación de una
visión uniclasista, unilateral economicista, del esquema de los movimientos sociales como
correa de transmisión de los partidos y el vanguardismo; y en otro nivel la confrontación con
la ideología del "fin de la historia" y la totalización del mercado.
En el primer nivel la construcción de una conciencia popular atraviesa por incorporar una
propuesta multicultural, un proyecto integral de las clases y sectores populares, una visión de
modelo de desarrollo emancipador. La experiencia de las últimas décadas, al menos en la
experiencia latinoamericana, evidencia que el eje de una construcción contrahegemónica
sería una integración entre las perspectivas emancipadoras de clase social (los trabajadores
en general), étnica (los pueblos originarios y sus culturas ancestrales), y de género (la lucha
contra el androcentrismo), junto con una propuesta de desarrollo que armonice equidad,
industria, agricultura y naturaleza.
Se trata de articular una perspectiva insertada en un proceso de liberación económica respecto
al sistema de propiedad monopólica; que integre la construcción desde abajo poder popular
multicultural que se vehiculice en un bloque social alternativo, para transformar no sólo la
estructura de poder económico, sino el sistema de poder político, disolver las estructuras
oligárquicas vigentes y viabilizar el desarrollo de la democracia, la incorporación de todos
los saberes en la edificación de una propuesta de sociedad donde quepan todos los proyectos
populares gestados desde la lucha de los partidos y movimientos sociales, desde los
movimientos étnicos y de género.
ORÍGENES:
El concepto de contrahegemonía tiene su matriz en el concepto de hegemonía desarrollado
principalmente por Antonio Gramsci (1891 – 1937), para quién en las condiciones del estado
moderno una clase mantiene su dominio no simplemente mediante una organización especial
de la fuerza, sino porque es capaz de ir mas allá de sus intereses estrechos y corporativos, de
ejercer un liderazgo moral e intelectual y de realizar compromisos con una variedad de
aliados que se unifiquen en un bloque popular.
La lucha por la hegemonía se plantea ante la consolidación de un tipo de estado que está
rodeado de una sociedad civil fortalecida, frente a la cual queda caduca una estrategia de
ataque frontal desde las clases populares, sino que hace falta una estrategia de largo alcance,
de un proceso, en el cual ocupa un lugar especial la disputa en el terreno ideológico, y ello
implica una reforma de las conciencias y los métodos de conocimiento.
ALTERNATIVA FRENTE A QUÉ:
El concepto de contrahegemonía se confronta, por un lado con los componentes sustantivos
de la modernidad capitalista: predominio de la razón científica y el pensamiento Ilustrado;
noción de progreso y acumulación ascendente; uniculturalismo; y depredación de la
naturaleza.
Por otro lado se propone, en el campo popular, superar una construcción política basada en
un sujeto restringido o unilateral, despojado de la riqueza que puede proveer su encuentro
con los otros sujetos del campo popular. Es el trabajo y la reflexión sobre formas de
construcción intersubjetivas, que deriven de resultados multiculturales y una visión pluralista
emancipadora.
REFLEXIONES:
El discurso de los movimientos populares y organizaciones políticas del campo democrático,
a inicios del siglo XXI, que están entrampados, en unos casos en el positivismo -
reduccionismo, y en otros en perspectivas de alianza capital – trabajo; veamos cada una de
estas: a) a fines de los años 70 e inicios de los 80, luego de las movilizaciones sociales que
presionan la caída de las dictaduras de la seguridad nacional, en el cono sur, se da un
movimiento ideológico clave, el obscurecimiento de las categorías sobre contradicción, y el
deslumbramiento por los conceptos de consenso y sociedad civil ( en donde el propio
Gramsci es instrumentalizado para realizar esta operación). Los espacios académicos, junto
a ellos algunos de los partidos políticos y movimientos populares, hacen desaparecer la
atención sobre las contradicciones y confrontaciones que genera el sistema capitalista en su
movimiento. El tema es como en el marco del capitalismo, tanto en sus expresiones reales,
como en las expresiones ideológicas que lo justifican, es factible dar atención, en los estudios,
pero también en las políticas gubernamentales, a los "mas pobres", sin poner atención a las
maquinarias que reproducen el poder; b) aquellas organizaciones que sostienen aspectos
medulares del discurso de denuncia, como las reivindicaciones de clase o la alerta
antiimperialista, pero que le cuesta mucho asumir la complejidad de los cambios reales
asumidos por la fase de evolución capitalista actual, llamada globalización, diversificación
de las relaciones capital – trabajo, alejamiento del capital de los procesos productivos, las
repercusiones sociales de los procesos de polarización y exclusión. Son discursos efectivos
para la reivindicación gremial, pero insuficientes para un programa de largo aliento anti –
capitalista; c) aquellas organizaciones o movimientos construidos bajo las visiones de la
diversidad, por ejemplo étnicas o de género, pero a las cuales cuesta asumir el
entrelazamiento de ellas con las condiciones de dominio de clase.

Fuentes:
Carlos Nelson Coutinho (2004). "Gramsci y el "sur" del mundo". En: Poder y Hegemonía
Hoy. Edic. BUAP y Plaza Valdés - México
Jeremy Lester (2001). "The contemporany relevante of Gramsci in the counter – hegemonic
struggle". II Seminario de la International Grasmci Society – Brasil.
Dora Kanoussi (2000). "Una introducción a los Cuadernos de la Cárcel de Antonio Gramsci".
Edic. BUAP y Plaza Valdés – México.
Manuel Sacristán (1998). "El orden y el tiempo". Edic. Trotta - España
Jaime Breilh (2003). "Ciencia emancipadora e Interculturalidad" Lugar Editorial –
Argentina.
5- http://www.labaldrich.com.ar/wp-content/uploads/2013/05/John-William-Cooke-
Apuntes-para-la-militancia.pdf

Hegemonía y contrahegemonía para otro


mundo posible
Emir Sader
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
La capacidad de reconocer las marcas de un nuevo tiempo nos permite
ser contemporáneos de nuestro presente y captar el movimiento real
que articula las condiciones objetivas y la construcción de un nuevo
sujeto histórico.

La conciencia plena de fenómenos se alcanza solamente cuando la fiesta


terminó, pero la capacidad de intervenir concretamente en su desarrollo
supone la sensibilidad y la percepción efectiva de los fenómenos que
nacen embrionariamente, con todas sus posibilidades y potencialidades.
Al mismo tiempo que la conciencia de que nada es irreversible, de que
todo lo nuevo es una posibilidad, de que la inercia y el poder de lo
existente vuelven siempre a levantarse una y otra vez como obstáculos
anclados en las condiciones materiales de existencia y en la
consolidación de los viejos hábitos y costumbres que esa misma realidad
sedimentó en todos nosotros.

El primer gran ejercicio para captar las marcas de lo "nuevo" reside en


reconocerlo no sólo como fenómeno que desentona sino como hilo
conductor que permite revertir la relación de fuerzas existente. La
derrota de Jimmy Carter ante Ronald Reagan, el triunfo de Thatcher
sobre los laboristas ingleses, preanunciaban tiempos nuevos, aunque las
derrotas impuestas a las huelgas de los trabajadores del carbón en
Inglaterra y la capacidad de Reagan de transformarse de un político
mediocre de extrema derecha en un dirigente de prestigio nacional en
EUA, con ideas que combinaban el privilegio del incentivo con el gran
capital y el militarismo en el frente externo, configuraron la instauración
de un nuevo modelo hegemónico en el mundo.

La adhesión al neoliberalismo de los socialistas franceses y luego de


prácticamente toda la socialdemocracia y sus congéneres en la periferia
capitalista daba la dimensión asumida por la nueva hegemonía mundial.
Cuando la Unión Soviética se auto-desmembró, las ideas dominantes en
el mundo eran nuevamente las ideas liberales: con la democracia
identificada con el modelo liberal y con la economía crecientemente
reconvertida hacia el modelo capitalista de mercado. Se trataba del
punto de llegada de un largo proceso de acumulación de fuerzas iniciado
remotamente en los años cuarenta cuando los neoliberales les hablaban
a las paredes, como una secta aparentemente jurásica, pregonando
objetivos supuestamente superados para siempre, como la reducción de
la educación y la salud a meras mercancías, el "Estado mínimo", la
desregulación de la economía, entre otras propuestas entonces
consideradas utopías delirantes y nostálgicas.
¿Cómo se cambia una relación de fuerzas? ¿Cómo se construye un
nuevo mundo a partir del mundo tal cual es? ¿Cómo se construye un
mundo nuevo a partir de los hombres tal cual son? Esos son los grandes
temas para aquellos que se proponen transformar la realidad. ¿Con qué
fuerza se cuenta? ¿Cuál es la fuerza de los obstáculos a superar? Saber
evaluar la real relación de fuerzas, conocer las propias potencialidades,
evaluar debidamente la fuerza del enemigo es condición para captar los
puntos fuertes y débiles de cada uno y encontrar el (los) eslabón(es)
más débil(es), aquel( los) a partir del(los) cual(es) es posible revertir la
relación de fuerzas existente e iniciar la construcción de un mundo
nuevo.

"Las ideas dominantes son las ideas de las clases dominantes". La frase
de Marx constituye el punto de partida irrenunciable para quien quiere
comprender las fuerzas en conflicto. Ideas que son dominantes porque
corresponden a un sistema de producción y de reproducción de las
condiciones materiales de existencia – de que esas ideas son el
correspondiente en el plano de la subjetividad. Fenómeno que
corresponde al concepto de "hegemonía", tal como fue rescatado y
redefinido por Gramsci, volviéndose así un elemento indispensable para
cualquier estrategia de transformación revolucionaria, tanto de sus
elementos materiales como de sus dimensiones culturales.

La hegemonía norteamericana en el mundo contemporáneo es el marco


ineludible de toda forma de comprensión que no quiera dejar de captar
lo esencial. Nada importante puede ser comprendido en el mundo actual
fuera del marco de la hegemonía de los EUA, ya sea por su profundidad
o por su alcance. Ese es el marco necesario de análisis, de cuya
comprensión dependen las orientaciones para la lucha antisistémica
contemporánea. Visiones unilaterales que destaquen de forma
desproporcionada las debilidades de la hegemonía norteamericana o
que, al contrario, revelen solamente sus elementos de fuerza, perderán
el eje central, asentadas en sus contradicciones, mecanismo por el cual
sus elementos de fuerza acentúan, simultáneamente, sus debilidades.
Comprender el movimiento real y por lo tanto contradictorio del
capitalismo contemporáneo y de la hegemonía norteamericana que lo
orienta, es la base inicial indispensable para una estrategia de
construcción de un mundo diferente.

Ese capitalismo, a su vez, tiene sus referencias centrales en el capital


financiero y en la ideología neoliberal, que articulan su movimiento de
acumulación y concentración de riquezas con los valores que la justifican
y orientan. Esos son los puntos de partida que, como tales, también es
necesario explicar porque de su movimiento contradictorio se nutren las
fuerzas antisistémicas capaces de ver en el capitalismo no solamente la
riqueza sino también la miseria – material y espiritual – con su potencial
revolucionario.

ACUMULACIÓN DE FUERZAS: DEL CAPITALISMO AL


IMPERIALISMO

Las luchas populares, en el capitalismo central, se expresaron en las


resistencias y conquistas del movimiento obrero y en los combates por
la efectivización plena de las promesas de la Revolución Francesa, de las
cuales las barricadas de 1848 y la Comuna de París fueron sus primeras
grandes expresiones. Al modelo insurreccional inicial se sumó la
combinación de la lucha institucional con la respuesta violenta a la
violencia burguesa – formulada por Engels a partir de la experiencia
alemana – como formas de revertir la dominación capitalista.

La emancipación de la clase trabajadora generaría, a partir de la


socialización de los medios de producción, las condiciones de una nueva
hegemonía. Acumular fuerzas era centralmente fortalecer la lucha de la
clase trabajadora en todos sus niveles: lucha económica, lucha política y
lucha ideológica. Tanto la vía parlamentaria – caracterizada como
reformista – como la insurreccional, evaluaban la relación de fuerzas, los
avances y los retrocesos de la lucha anticapitalista basada en la fuerza
de la clase trabajadora, de sus sindicatos, del éxito de sus
reivindicaciones, de la fuerza política e ideológica parlamentaria y
propagandística de su(s) partido(s).

El marco nacional de los países capitalistas desarrollados – aquellos en


que la agudización de las contradicciones posibilitaría no sólo la ruptura
con el capitalismo sino que propiciaría las condiciones para la
construcción del socialismo – era el horizonte de evaluación de la
correlación de fuerzas. Francia – "laboratorio de experiencias políticas",
según la expresión de Engels – fue el escenario privilegiado de las
luchas de clase más avanzadas desde 1789, pasando por 1830, por las
barricadas de 1848 y por la Comuna de 1871. El fracaso de 1848 se
daba por la inmadurez – social y política – de la clase trabajadora; la
mayoría de los combatientes de las barricadas eran artesanos, los
operarios eran todavía una minoría. En la Comuna, las debilidades que
terminaron conduciendo a su derrota – siempre según Marx – se
debieron a la falta de condiciones ideológicas y políticas, transfiriendo
así el foco de análisis de los factores "objetivos" a los "subjetivos", en
ese caso la hegemonía del anarquismo.
Cuando analiza la coyuntura posterior a la Comuna de París, Engels
avanza en esa dirección, inaugurando un nuevo campo de abordajes de
la táctica del movimiento obrero, al comparar las lecciones que la
burguesía había sacado de las formas de lucha insurreccional y de las
nuevas condiciones de lucha abiertas por los espacios institucionales en
Alemania. Los análisis se daban siempre en países del capitalismo
central, el enfoque se basaba en las condiciones sociales y políticas de
lucha, de forma similar a los análisis de Marx sobre la experiencia de la
Comuna de París.

Otra contribución a los métodos de evaluación de la acumulación de


fuerzas se dará en un marco nuevo: el de la emergencia del
imperialismo. En ésta se extenderá el universo de análisis hacia el plano
mundial, mientras el mercado capitalista se universaliza.

Los espacios nacionales continuaron siendo – como hasta hoy – los


escenarios concretos de disputa hegemónica, aunque los análisis de las
correlaciones de fuerza comenzaron a incluir obligatoriamente el marco
mundial como condicionante más o menos fuerte en relación al tipo de
inserción internacional de cada país.

Fue en ese nuevo escenario que Lenin introdujo el concepto de "eslabón


más débil de la cadena imperialista" para referirse al lugar, dentro del
conjunto del sistema, en el cual las contradicciones se condensaban de
manera más fuerte, haciendo ese eslabón de la cadena más permeable
a la ruptura. Hasta ese momento coincidían, a partir de los análisis de
Marx, los lugares probables de ruptura del Estado burgués con los
lugares apropiados para la construcción del socialismo, negador y
superador del capitalismo, y, por lo tanto, ubicado en los países de
mayor desarrollo económico, social y cultural, ya sea en Francia o en
Alemania.

Con el advenimiento de un capitalismo mundializado y de su transición a


la etapa imperialista, el surgimiento del concepto de "eslabón más débil
de la cadena" introduce una diferencia entre los puntos de mayor
fragilidad para la ruptura y los de existencia de las condiciones más
favorables a la construcción del socialismo. Ese traslado posible del
centro a la periferia encontraba en los análisis de Lenin su justificación
en las propias condiciones de construcción del poder imperialista en el
mundo. El ejemplo de la explotación inglesa en la India servía como
ejemplo para Lenin porque demostraba que una parte de la clase
trabajadora inglesa se había hecho partícipe de la explotación de ese
país – y, en particular, de su proletariado – solidarizándose con la
burguesía inglesa, alianza soldada en la ideología nacionalista del
imperio inglés y de sus dominios en el mundo. El concepto de
"aristocracia obre r a" designaría, para Lenin, ese sector de la clase
obrera que se destacaría por sus intereses corporativos y por la
asunción de la ideología chauvinista del resto de la clase y establecería
un tipo particular de alianza contra el conjunto de la clase trabajadora,
así como contra la India y, en particular, su proletariado.

Habría, entonces, un desplazamiento de las luchas de clase de un lugar


hacia otro de la cadena imperialista. Así como éstas se tornaban menos
densas en Inglaterra, centro del capitalismo, se agudizaban en la India,
periferia del sistema. Las condiciones de desarrollo del capitalismo en
Inglaterra hacían disminuir las contradicciones internas dentro del país,
en vez de hacerse más propicias para la ruptura del capitalismo, y las
tornaban más intensas en la periferia – bloqueando la capacidad de
desarrollo de la burguesía inglesa – y entre el centro y la periferia.

De esta forma, el cuadro de las contradicciones se complejiza con el


traslado de las tensiones del centro hacia la periferia y se reproducen en
dos planos diferenciados: el de la cuestión nacional (anticolonial,
antiimperialista, de liberación nacional o como quiera que se la
denomine) y el de la cuestión social (posibilidad de ruptura en el
capitalismo periférico por la profundización de las contradicciones
sociales). En algunos países predominará el primer aspecto (en todos los
que se dio el movimiento anticolonial sin ruptura con el capitalismo, con
India como paradigma extendido a casi todo el continente africano), en
otros el segundo (con China como paradigma seguido por Vietnam,
Corea del Norte y Cuba, entre otros).

Sin embargo, el país de referencia esencial – por razones históricas


precisas – terminó siendo Rusia. País atrasado, aunque el zarismo había
propuesto participar en la división del mundo entre las grandes
potencias imperiales, Rusia fue el escenario por excelencia para
ejemplificar el concepto de "eslabón más débil de la cadena" de Lenin.
Mitad potencia imperial, mitad sociedad feudal, Rusia, con el esfuerzo
del zarismo para participar en la guerra, tensó al máximo las cuerdas de
su frágil estructura social, mientras las derrotas y los sufrimientos le
daban la razón a Lenin – quien reconocerá que nunca, como en el inicio
de una guerra, es tan difícil promover una revolución, dada la acción
anestesiadora del nacionalismo belicista, pero nunca la revolución es tan
posible como en el transcurso de una guerra cuyo carácter inter-
imperialista y de clase se hace evidente.

La movilización de amplios sectores del campesinado hacia los frentes


de guerra, alejándose del letargo del campo y poniéndose en contacto
con los obreros, ambos con armas en la mano, posibilitó la
materialización de la política de los bolcheviques del pacifismo
revolucionario y comenzó a articular el sujeto social de la Revolución de
Octubre. El fracaso del gobierno menchevique de febrero reveló el
radicalismo de la situación, catalizada por el lema "Paz, pan y tierra"
que, en su simplicidad, evidenciaba el agotamiento de la capacidad de la
burguesía de administrar la crisis en la que Rusia estaba sumergida.

Se rompía la cadena imperialista por su eslabón más débil, que no se


ubicaba en el centro sino en la periferia, en la Rusia atrasada. Se
desvinculaban entonces los lugares de más fácil ruptura del poder
burgués de aquellos que tenían condiciones para la construcción de la
sociedad socialista. En palabras de Lenin el dilema se resumía así: "es
fácil tomar el poder en la Rusia atrasada, infinitamente más difícil es
construir el socialismo".

Haber captado lo nuevo – la construcción de la cadena imperialista en


escala mundial, la posibilidad de ruptura por sus eslabones más
atrasados – no atribuía el poder de alterar los elementos materiales,
sociales y culturales del movimiento histórico, que seguían señalando a
los países más desarrollados como aquellos con condiciones de
protagonizar la construcción de la nueva sociedad. Cambiaba el proceso
de acumulación de fuerzas – éste podría comenzar a darse, de forma
aguda, en los países de la periferia aunque su capacidad de irradiación
en dirección al centro rápidamente se mostraría pequeña en
comparación con la urgencia de su extensión en esa dirección, así como
con su difusión hacia los centros menos desarrollados del capitalismo –
hacia la periferia asiática.

Cuando el capitalismo volvió a estabilizarse y el nuevo "eslabón más


débil de la cadena" – la Alemania derrotada en la guerra – "resolvió" su
crisis en dirección al nazismo, se limitó la capacidad de acumulación de
fuerzas por parte del movimiento anticapitalista. La discusión entre
Stalin y Trotsky puede ser interpretada como un debate sobre las vías
de acumulación de fuerzas: concentrarlas prioritariamente en la Rusia
atrasada y aislada o intentar hacerlo en la dirección de la entonces
bloqueada Europa occidental. La derrota de las tentativas
revolucionarias en Alemania probablemente condenó la revolución rusa,
al frustrar las posibilidades concretas de que el proceso revolucionario
se trasladase de la periferia hacia el centro del capitalismo y cambiara el
destino del socialismo en el siglo XX.

En el centro del capitalismo, durante las décadas siguientes, la


constitución del movimiento obrero en torno de sus dos ejes
fundamentales – los sindicatos y los partidos legales – definió una línea
de acumulación de fuerzas, tanto en la socialdemocracia como en el
movimiento comunista. Mientras, en la periferia del capitalismo,
predominaba la guerrilla como forma esencial de acumulación de fuerzas
anticapitalistas, ya sea en su modalidad de guerra popular puesta en
práctica en China o en Vietnam o de guerra de guerrillas como en Cuba.

Con destinos diferentes, esas formas de lucha predominaron en el


centro y en la periferia capitalista. En el centro, las conquistas fueron de
carácter económico-social sin ningún proyecto anticapitalista exitoso –
sólo las barricadas de París de 1968 llegaron a plantear el tema del
poder del Estado burgués – como elementos incorporados al llamado
Estado de bienestar social, en cuya base había un compromiso inter-
clasista. En la periferia se dieron las victorias de China, Vietnam, Corea
del Norte y Cuba. La extensión de los regímenes poscapitalistas
(incluidos los del Este europeo) no quebró el aislamiento de los
movimientos de ruptura con el capitalismo. Falló la acumulación de
fuerza en los centros del capitalismo, sellando así el destino del
socialismo en el siglo.

Las referencias centrales para evaluar las correlaciones de fuerza se


alteraron con la crisis de legitimidad de los parlamentos, con el
debilitamiento de los sindicatos, con la desaparición del "campo
socialista", con la crisis y/o descaracterización de los partidos de
izquierda. Las clases cambiaron su forma de representación política,
constituyéndose instancias supranacionales de poder de las elites
dominantes mientras los grandes medios de comunicación ocupan
espacios fundamentales en la constitución de la opinión pública. Al
mismo tiempo, la capacidad de consenso de las ideologías dominantes
tendió a multiplicarse y expandirse a través de diversas formas de
elaboración y divulgación. Por otro lado, la multiplicación de las formas
de expresión de los conflictos sociales generó una diversidad de formas
de lucha y de organización que no pudo ser medida por los criterios
tradicionales: cantidad de huelgas, número de sindicalizados, etc.

La acumulación de fuerzas antisistémica está relacionada directamente


con el modelo hegemónico existente. Un modelo "europeo" –
institucional, con economía industrial y relaciones sociales centradas en
el mundo del trabajo formal – en el centro, demandaba la construcción
de contrahegemonías con ejes en la lucha parlamentaria y en el
movimiento sindical. Por su parte, los modelos hegemónicos con
predominio de elementos de dominación más que de consenso,
producían fuerzas opositoras que tendían a la lucha insurreccional.
Las nuevas modalidades de hegemonía capitalista requieren hoy nuevas
formas de acumulación de fuerzas anticapitalistas. Este es uno de los
grandes temas teóricos y prácticos que tenemos por delante, luego de
Seattle y del primer Forum Social Mundial de Porto Alegre, tanto para
capitalizar nuestros avances como para comprender nuestros puntos
fuertes y débiles, como los del capitalismo en su era neoliberal. De eso
dependerá, en gran medida, el escenario de la lucha de clases en el
siglo que recién se inicia.

HEGEMONÍA Y CONTRAHEGEMONÍA EN LA ERA NEOLIBERAL

El período histórico marcado por el modelo hegemónico neoliberal


representa no sólo un cambio radical en la correlación de fuerzas entre
las clases fundamentales (o, si se quiere, entre capitalismo y
anticapitalismo) sino también un cambio en la forma que asume la
hegemonía, lo que a su vez requiere que las fuerzas antisistémicas
alteren igualmente sus formas de acumular fuerzas para derrotarlo. Es
necesario, entonces, comprender las modalidades de esa hegemonía
para definir las vías de construcción de la alternativa.

La desregulación es un elemento económico, social e ideológico clave de


la hegemonía neoliberal. Por un lado, al liberar el capital para que
circule con la menor cantidad de trabas posible, reinstaura una relación
de fuerzas entre capital/trabajo claramente favorable al primero, ya sea
por el aumento del desempleo o por la fragmentación social que
introduce. La restauración del proceso productivo – con nuevas
tecnologías y nuevas formas de organización de la producción – permite
elevar las tasas de explotación de la fuerza de trabajo.

Sin embargo, la desregulación también altera la relación entre capital


productivo y capital especulativo claramente a favor de este último. A
pesar de los avances tecnológicos del período (especialmente los
vinculados a la informática), la mayoría de los capitales circula en el
mundo dentro del circuito financiero, gran parte de los cuales está
directamente vinculada a la especulación. El propio financiamiento del
"boom" de las empresas de informática se dio a través de capitales
volátiles que, una vez en regresión, arrastran con ellos también a ese
sector que, según los ideólogos de la "nueva economía", estarían
exentos de crisis, definiendo un nuevo ordenamiento sin interrupciones
de expansión económica, del que EUA – ahora en recesión – sería el
paradigma.

Ese cáncer arraigado en el corazón del capitalismo, que oculta la salud


de su proceso de acumulación – la "acumulación financiera" es
simplemente un chupasangre del proceso productivo –, es uno de los
puntos frágiles de la economía liberal vigente. Por eso, una tasa
cuantitativamente pequeña como la tasa Tobin provocó que se
desataran fuertes reacciones de sus enemigos y posibilitó un
movimiento con tanto potencial como Attac y sus desdoblamientos
posteriores.

Junto a esa zona gris del modelo económico actual se encuentran los
paraísos fiscales y todo lo que encubren (lavado de dinero del
narcotráfico, del comercio clandestino de armas, de gobernantes
corruptos, etc.), elementos esenciales de la modalidad de producción,
de comercio y de circulación financiera en el mundo actual. El combate a
la especulación financiera y la lucha por el fin de los paraísos fiscales,
aunque parezcan elementos marginales en el sistema económico
vigente, constituyen puntos frágiles esenciales y pueden constituir la
base de denuncias sobre la naturaleza de una economía delictiva, de
Estados y grandes corporaciones involucrados en ellas.

Al mismo tiempo, la marginación de la mitad de la humanidad –que vive


hasta con dos dólares diarios – y de continentes enteros – como Africa,
por no constituir mercados con alto poder adquisitivo, por no poseer
infraestructura moderna y por no disponer, en general, de mercancías
altamente valoradas en el mercado internacional o de mano de obra
altamente calificada, debe transformarse en un tema esencial de la
lucha por un mundo más humano y solidario que encuentra su razón de
ser en las condiciones generadas por una economía mercantilizada. Este
es un tema que sirve no sólo como puente entre la economía y las
condiciones sociales de existencia de la humanidad, sino que indica los
criterios que tienen que orientar una nueva economía, centrada en las
necesidades de la gran mayoría de la humanidad carente y excluida del
acceso a los bienes y servicios que los hombres son capaces de
producir.

Pero si el neoliberalismo tiene su fuerza y su debilidad en el aspecto


económico (multiplica las riquezas pero las concentra, cuando aumenta
los empleos los precaria, dilapida la naturaleza, etc.), el aspecto que
debe ser más fuertemente combatido es el plano ideológico, en rigor, su
mayor victoria. La fragmentación social se acompañó de grandes
avances en el plano de los valores, de los significados subjetivos que
motivan a las personas, de las lentes con que se mira y se caracteriza la
vida en sociedad. Al mismo tiempo, esos nuevos valores se articulan a
un formidable aparato de propaganda – que va de las agencias de
noticias a las industrias de entretenimientos en todas sus modalidades –
que los convierte en valores cotidianos en la vida de gran parte de la
población mundial.

A la mercantilización sin límites de la vida social corresponde una


ideología que busca destacar los elementos de "libertad", de "iniciativa
individual", de destino diferenciado de cada uno, de eficacia. Se parte de
la idea de que los recursos, las posibilidades, los empleos, los espacios
en el mercado son limitados y de esa forma le compete a cada uno
buscar su lugar, sus medios de supervivencia que, por definición, se
obtienen a costa de los otros.

Esa ideología golpea duramente toda forma de acción colectiva, de


organización social, de lucha por derechos. Al mismo tiempo que la
extensión de las formas de supervivencia vinculadas a trabajos precarios
e informales se propagó, así como la inseguridad en el trabajo, las
personas pasan gran parte de su tiempo implicadas con problemas
materiales inmediatos, relacionados a la supervivencia, lo que es
funcional tanto a la falta de tiempo para la acción colectiva como para la
reflexión.

El triunfo sobre el neoliberalismo, entonces, tiene que ser


principalmente – aspecto sobre el que ya hemos conseguido dar algunos
pasos – un triunfo ideológico.

No solamente de los valores morales – esenciales – que nos orientan,


sino también de los valores que orientan cotidianamente a las personas,
lo que significa una presencia constante en los conflictos concretos, en
los debates diarios y, sobre todo, velar por el éxito de las luchas
reivindicatorias y de sus movimientos que pueden recobrar la confianza
en las soluciones colectivas y golpear de forma contundente el egoísmo
consumista prevaleciente.

Pero las victorias definitivas tienen que desembocar en triunfos políticos,


en la cristalización de una nueva relación de fuerzas, en políticas
puestas en práctica por gobiernos locales y por Estados. Toda forma de
subestimación del plano político peca por no reconocer la correlación de
fuerzas real existente y necesaria para construir otro mundo. En primer
lugar, para quebrar el poder concentrado del gran capital, que tiene sus
bastiones en los Estados nacionales, tanto en el centro como en la
periferia del capitalismo. ¿Quién puede dudar del peso que tienen los
autoproclamados "siete grandes", una especie de ejecutivo de un
gobierno mundial? ¿Cómo hubiera sido posible llevar a cabo políticas
neoliberales sin la intervención activa y decidida de aquellos Estados en
nuestros países?
Cualquier visión liberal que centre la acumulación de fuerzas en la
oposición sociedad civil/Estado estará destinada no solamente al fracaso
sino a provocar más confusión que claridad y avances. Como efecto de
las recientes dictaduras militares, en los países del Cono Sur ha habido
una tendencia a rechazar la acción estatal, considerándola, por
definición, malévola y contrapuesta a una, también por definición,
siempre benéfica "sociedad civil". Mientras lo estatal se identificaba con
la represión, con el mal uso de los recursos públicos, con la burocracia;
el espacio privado, la "sociedad civil", tendió a identificarse con lo que se
oponía al Estado, inclusive por el término "civil" como opuesto a militar.

Ese maniqueísmo tendió a generar dos tipos de problemas: por un lado,


descartó la posibilidad de democratización radical del Estado, por otro
lado, puso en la misma bolsa de gatos todo lo que no es Estado;
incluyendo las grandes empresas privadas. Una ambigüedad de este tipo
vició la "teoría del autoritarismo", tanto en la versión original de
Fernando Henrique Cardoso como en otras similares. Allí podía
reconocerse el reduccionismo conservador de la condena al Estado y de
la absolución acrítica del empresariado privado.

En las tesis de Marx, a partir de los "Manuscritos económico-filosóficos",


y en las de Gramsci, la sociedad civil es un espacio de disputa por la
hegemonía entre las clases fundamentales. Por lo tanto, es un espacio
que engloba lo mejor y lo peor que el liberalismo intenta disfrazar a
través de la oposición estatal/privado, imprimiéndole connotaciones
positivas que incluyen el "mercado". Para Gramsci, la sociedad civil es
un espacio privilegiado de lucha de clases, atravesado por las
contradicciones fundamentales de la sociedad capitalista y, por esta
razón, no se opone al Estado porque la clase dominante – la burguesía –
se apropia de él y lo hace funcionar a favor de sus intereses.

El desafío consiste en construir una hegemonía alternativa,


anticapitalista, que se apoye en las fuerzas sociales de la "sociedad
civil", opuestas a otras fuerzas de la sociedad civil, buscando la
transformación de las bases fundamentales de la sociedad y del Estado.
Así, los gobiernos democráticos y populares – como los de Rio Grande
do Sul o Porto Alegre y de otros municipios con políticas similares en esa
región – son aliados fundamentales, puestos de avanzada en la
construcción de una fuerza política e ideológica para la construcción de
un mundo antiliberal.

Se trata, así, de construir una nueva visión y un nuevo espacio para la


política. No la visión tradicional de la política que la restringe a los
espacios institucionales y a los calendarios electorales, en que toda la
energía de la lucha de las personas y de las organizaciones se canaliza
hacia la conquista de gobiernos y de diputados. Tampoco la que busca
acumular fuerzas para asaltar al aparato de Estado, como si el poder
fuera una cosa y el aparato de Estado concentrara todo el poder de la
sociedad.

Una visión que piense la lucha social, política e ideológica en la


perspectiva de un proyecto de una hegemonía alternativa,
anticapitalista, de construcción de una nueva sociedad, sea en sus bases
económicas, sociales, políticas o culturales.

En esa perspectiva, separar la lucha social de la política – la "sociedad


civil" del Estado – representaría girar en el vacío, acumulando fuerza
social sin hacerla desembocar en fuerza política o, peor todavía,
haciendo que esa fuerza sea canalizada para proyectos de renovación de
las fuerzas sistémicas y no de su radical transformación.

Es lo que sucede con parte de las ONGs, que a pesar de sus definiciones
programáticas terminan girando alrededor de la agenda del Banco
Mundial o de gobiernos que pretenden cooptarlas. La alternativa no es,
entonces, entre sociedad civil o Estado, o entre fuerzas sociales o
políticas, ya que la lucha social no se sustenta en el vacío político.

Si no llenamos ese espacio con un proyecto político de gobierno, de


sociedad, de poder conscientemente asumido, estaremos permitiendo
que otros coopten esa fuerza social.

La visión liberal busca bloquear toda alternativa en la polarización


estatal/privado, con la descalificación del primero y la automática
revalorización del segundo, donde se esconden las relaciones de
mercado. Para nosotros se trata de desplazar esa polarización
introduciendo el elemento clave de lo público, el que representa la
democratización radical del Estado y del que son buenos ejemplos las
políticas de presupuesto participativo y la construcción de los
asentamientos promovida por el Movimiento de los Trabajadores Rurales
Sin Tierra en Brasil.

Se trata, por lo tanto, de redefinir la noción de política, imprimiéndole


un carácter público, tornándola un espacio de acumulación de fuerzas
sociales, culturales.

y directamente políticas, quebrando la dualidad Estado/sociedad civil


que pertenece al universo liberal y choca directamente con la
socialización de la política y del poder, objetivos fundamentales de la
lucha por la emancipación de los hombres.

Sin embargo, antes de entrar en esa cuestión, es necesario enfatizar un


problema que se le presenta nuevamente a la lucha anticapitalista con la
misma o mayor fuerza que en el inicio del siglo pasado: la diferencia, a
veces dicotómica, de las condiciones de lucha en el centro y en la
periferia capitalista. Es un problema que se arrastró a lo largo de todo el
siglo pasado, desde la victoria de la Revolución Rusa y su posterior
aislamiento en relación a los países del centro del capitalismo, situación
que no se superó hasta el fin de la URSS, pudiendo ser invocado como
uno de los factores de la derrota del socialismo en el siglo XX.

A lo largo del siglo XX esa diferencia llegó a expresarse bajo la forma de


contradicción cuando, por ejemplo, el movimiento de liberación de las
colonias europeas no solamente no contó con el apoyo de la izquierda
tradicional (partidos socialistas y comunistas, centrales sindicales
vinculadas a esos partidos) sino que algunas veces tuvo dentro de ellos
agentes directos de la política colonial europea. La socialdemocracia
personificó más directamente la izquierda parlamentaria europea como
modelo de fuerza social y política del centro del capitalismo, solidaria
con movimientos de la periferia capitalista aunque frontalmente
opositora a movimientos revolucionarios victoriosos, como los casos de
China, Cuba y Vietnam.

Existía una distancia, a veces un enfrentamiento directo, aunque en


general había un campo de coincidencias que permitía decir que, de una
forma u otra, pertenecían al mismo campo movimientos revolucionarios
de la periferia capitalista, fuerzas nacionalistas del Tercer Mundo,
partidos de izquierda y sindicatos del centro del capitalismo – así como
los finados países del entonces llamado "campo socialista" – como tres
vertientes de un movimiento internacional, cuya denominación sería
difícil designar, pero con puntos comunes. Como si su fortalecimiento
indicara la acumulación hacia la misma dirección: antiimperialista,
anticapitalista o simplemente democrática, de acuerdo con los objetivos
de cada fuerza.

Esa situación se alteró en la era de la hegemonía neoliberal. El fin de la


URSS y del campo socialista y el debilitamiento radical de los partidos
comunistas y sindicatos vinculados a ellos fueron algunos de los motivos
que explican este proceso. Pero existieron otras alteraciones
significativas, entre ellas la reconversión de la socialdemocracia europea
hacia las tesis neoliberales del ajuste fiscal. Tendencia iniciada con el
cambio de dirección del gobierno francés de François Mitterrand en
1982, sumándose a las políticas de Reagan e Thatcher y abandonando el
Tercer Mundo a su suerte, lo cual no significó simplemente un cambio
radical de la "filosofía" del gobierno francés y de su política económica
sino que soldó fuertemente la alianza de las potencias capitalistas del
Norte a expensas de los países de la periferia capitalista.

.No fueron pocas las consecuencias de este proceso en el plano


internacional. La actitud chauvinista con relación a los trabajadores
extranjeros en Europa, fue una de ellas. Inicialmente característica de la
extrema derecha, contagió a sectores cada vez más amplios de
trabajadores, tornando difícil la solidaridad social y política con los
inmigrantes. Además, la construcción de los tres megamercados
mundiales se realizó también en función de las disputas inter-
imperialistas, para ubicarse mejor en el nuevo reparto del mundo,
especialmente con los nuevos procesos de internacionalización del
capital, de financierización de la economía mundial, de privatización de
los patrimonios de los Estados de la periferia capitalista, de apertura de
nuevos espacios de penetración, fusión y adquisición de empresas
(bancos, telefonía, etc.).

Se produjo una ruptura entre las izquierdas del centro y de la periferia


capitalistas. La primera se debilitó en su campo comunista y se pervirtió
en su polo socialdemócrata. Los sindicatos se debilitaron y se volvieron
defensivos, mientras perdían de vista, en general, la defensa de los
intereses de la clase trabajadora como clase internacional. La
intelectualidad, a su vez, se dejó lleva r, en su mayoría, por la nueva
ideología anglosajona del "militarismo humanista" – como la llamó
Chomsky – y, si bien no adhirió a la Guerra del Golfo, lo hizo a la de
Yugoslavia, ayudando a legitimar el carácter "democrático" de la nueva
ideología de la OTAN, guiada por el tándem EUA / Inglaterra.

Al mismo tiempo, la izquierda de la periferia también sufrió mutaciones.


Partidos y fuerzas vinculados de una u otra forma a la socialdemocracia
– en su versión ideológica explícita como Acción Democrática de
Venezuela, el PS chileno o el MIR de Bolivia – o partidos populistas y
nacionalistas clásicos – como el Peronismo o el PRI mexicano – sufrieron
transformaciones similares a sus sucedáneos europeos y se distanciaron
de las tesis clásicas de la izquierda en el continente, enfrentándose
directamente en varios casos (como el brasileño) con los partidos que
continuaron en la izquierda, los sindicatos y los movimientos sociales.
Por otro lado, en los países en que las dictaduras militares desarrollaron
políticas de exterminio contra la izquierda radical – de los cuales,
Argentina y Chile son los casos más típicos y dramáticos – la izquierda
sufrió derrotas estratégicas, de largo plazo, que dejaron el escenario
político nacional de esos países prácticamente sin un protagonista
antineoliberal de expresión.

La diferencia es que el nuevo orden económico y político mundial


favoreció un nuevo impulso de transferencia de riqueza y de poder de la
periferia hacia el centro del capitalismo, similar al colonial, previo a la
industrialización de los países de la periferia capitalista, a aquella época
en que Lenin se refería a la "aristocracia obrera". Las conquistas
económicas, la ideología chauvinista, junto a la hegemonía tecnocrática
y consumista norteamericana consolidaron una fractura entre el centro y
la periferia capitalista, con repercusiones directas sobre la izquierda.
Cuando las fuerzas que resistieron al neoliberalismo en la periferia
volvieron a fortalecerse, no encontraron los antiguos interlocutores en el
centro del capitalismo – en particular en Europa Occidental, cuna de la
izquierda – y tuvieron que buscarlos en otras direcciones, como lo
demuestra la cartografía del Forum Social Mundial de 2001 de Porto
Alegre.

Una primera lectura de la composición del Forum, si es representativa


de lo que constituye hoy el campo antineoliberal, revela el surgimiento
de fuerzas nuevas tanto en la periferia como en el centro del
capitalismo. La presencia del sindicalismo norteamericano, del
sudafricano, del de Corea del Sur, junto al brasileño y al argentino,
habla de la recomposición de fuerzas en el plano de la organización
económico- social de los trabajadores y de la disminución del peso del
sindicalismo de Europa Occidental. Movimientos sociales representados
en la Vía Campesina – entre los que destacan el MST de Brasil y
movimientos indígenas latinoamericanos –, movimientos de mujeres, de
negros, de profesores a los que se suman Attac – a partir de su
liderazgo francés –, ONGs ecológicas, de derechos humanos, etc.
Incluso los partidos de izquierda latinoamericanos no estuvieron
debidamente representados – PT de Brasil, Frente Amplio de Uruguay,
PRD de México, por ejemplo –, ya sea porque no percibieron a tiempo la
importancia del Forum o porque de alguna manera están involucrados
en las dinámicas institucionales internas de sus propios países.

Especial importancia tiene la recomposición – aunque todavía


embrionaria – de la izquierda europea a través de Attac y
organizaciones afines, no solamente porque le permite a la izquierda
retomar la iniciativa, sino porque concretamente ya surgió como factor
de dinamismo y de recuperación de la capacidad de sensibilizar a las
nuevas generaciones de militantes. Además, ese movimiento representa
el nuevo hilo conductor a través del cual la izquierda de la periferia
encuentra interlocutores en los países del centro del capitalismo a partir
de un tema que afecta al mundo como un todo – el papel especulativo
del capital financiero – y que representa uno de los elementos de fuerza
y de fragilidad del capitalismo contemporáneo.

Si es verdad que la mayor cantidad de fuerzas acumuladas está


concentrada actualmente en la periferia del capitalismo, esto no puede
conducir a retomar concepciones "tercermundistas", entendidas como
visiones que oponen los intereses de la periferia como un todo contra los
del centro tomado como totalidad. Limitarnos a una estrategia de la
periferia contra el centro transformaría nuestras virtudes en debilidades,
retomando el ciclo que condicionó negativamente el socialismo a lo largo
de todo el siglo XX. El internacionalismo que debemos recomponer tiene
que ser universal, tiene que atravesar el capitalismo en su conjunto,
restableciendo alianzas entre fuerzas anticapitalistas del centro y de la
periferia a partir del análisis del sistema como un todo. Si los países de
la periferia capitalista son las mayores víctimas de las políticas
neoliberales – especialmente su población pobre –, la fuerza acumulada
en la periferia no es suficiente para revertir la correlación de fuerzas en
su conjunto porque el nuevo orden mundial reconcentró fuerzas en
detrimento del hemisferio Sur y a favor de las potencias del Norte.

Las agudas contradicciones en la periferia pueden movilizar los más


amplios contingentes para la lucha antineoliberal actual, pero es
necesario sumarles el papel estratégico de los países centrales del
capitalismo y de las fuerzas que se oponen a la hegemonía
contemporánea en el centro del sistema. De la capacidad de recomponer
esa alianza estratégica depende en gran parte el fortalecimiento de las
fuerzas antineoliberales en el mundo actual.

PORTO ALEGRE 2002: EL PROGRAMA Y LAS FORMAS DE ACCIÓN


PARA OTRO MUNDO

La entrada en el siglo XXI nos proyecta hacia una continuidad de la


hegemonía norteamericana en el mundo, asentada en la fuerza de su
economía, en el hecho de que es la única potencia con intereses en
todas las regiones del mundo y con capacidad de organizar y mantener
el apoyo de un bloque de las otras grandes potencias, capacidad para
velar militarmente por esos intereses, y que dispone del monopolio de
los grandes medios de comunicación como instrumento de consolidación
de esa hegemonía.

Sin embargo, después de un ciclo expansivo que atravesó toda la


década pasada, la economía de los EUA entra en un período recesivo,
cuyas consecuencias para la economía mundial están a la medida de la
importancia que esa economía asumió. Lo más importante, sin
embargo, serán las consecuencias sociales e ideológicas que pueda
tener esa transformación dentro mismo de EUA, donde será
fundamental para la lucha antineoliberal echar raíces profundas y
extensas, ya sea por la importancia de ese país en la correlación
objetiva de fuerzas en el mundo, o bien por la trascendencia mundial de
todo lo que allí ocurre.

El cambio de rumbo de la economía norteamericana también puede


traer consecuencias graves para un país clave en el continente como lo
es México, que hoy practica el 90% de su comercio exterior con su
vecino del Norte. Como modelo de buena vía de integración de un país
del Tercer Mundo, de la misma forma en que la crisis mexicana de 1994
bloqueó en aquel momento la extensión del Nafta para el resto del
continente, lo que ahora suceda con México será una referencia central
para el proyecto estratégico de los EUA en la construcción del Alca.

A ese proyecto tenemos que oponer la integración latinoamericana como


condición previa para cualquier negociación con una economía que
representa el 70% de la totalidad del continente. Del resultado de esa
resistencia dependerá en gran parte el futuro del continente, su
capacidad de integración soberana o subordinada a lo largo del nuevo
siglo.

La lucha por impedir una nueva ronda mundial del comercio, que
pretende convocar la OMC, debe continuar siendo uno de los objetivos
centrales de nuestra resistencia, que comenzó a cobrar trascendencia
mundial justamente en Seattle cuando logramos impedir la reunión de
aquella organización. Aun más, después de Porto Alegre estamos
comprometidos en diseñar y encontrar los medios de poner en práctica
el tipo de comercio alternativo que queremos, las formas equitativas de
comercio basadas en las necesidades de los pueblos y no en la simple
búsqueda de ganancia.

La iniciativa aprobada por las Naciones Unidas, que establece los


alimentos como derecho, tiene que ser una de nuestras batallas
fundamentales desde el momento en que 840 millones de personas
pasan hambre y un continente casi entero, África, está rebajado a los
niveles de supervivencia más elementales. Tenemos que encontrar
grandes iniciativas que perturben a la conciencia universal con los
problemas de África: hambre, enfermedades, comercio clandestino de
armas implementado por intereses económicos de grandes
corporaciones y potencias económicas. Mientras no consideremos los
destinos de África – y de las regiones más pobres del planeta – como
prioridad mundial, no cambiaremos el actual escenario ideológico. La
construcción de un Tribunal Social Mundial, compuesto por autoridades
internacionalmente reconocidas, para juzgar los casos más graves tanto
de crímenes contra la vida de millones de personas perpetrados por los
mecanismos de mercado, como de atentados contra los derechos
humanos, políticos y culturales de los pueblos, debe ser otro objetivo
que se valga ampliamente de la superioridad moral de las causas que
defendemos, claramente reconocida por la prensa mundial en el
enfrentamiento con Davos.

El Forum Social Mundial de Porto Alegre tiene que ser, en su conjunto,


un Forum de propuestas sobre los grandes temas del mundo
contemporáneo. Propuestas elaboradas por los mayores especialistas y
ampliamente debatidas en el Forum, para que de ellas salgan no
solamente alternativas sino formas de acción que permitan llevarlas a la
práctica e iniciar efectivamente la construcción de otro mundo, más
justo, humano y solidario.

Emir Sader es Director del Laboratorio de Políticas Públicas (LPP) -


Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).
Traducción: Andrea Beremblum.

Contrahegemonía Nuestramericana
por Claudio Gallegos CONICET/ Universidad Nacional del Sur

Definición o caracterización:
Generación de una nueva visión del mundo que se enfrenta al orden hegemónico mediante la articulación
de un proyecto de consenso alternativo. En este sentido, las clases subalternas toman la iniciativa
política, y presentando sus intereses en un plano universal intentan cambiar la dirección de las fuerzas
necesarias para la configuración de un nuevo bloque histórico, apelando a la transformación de las
conciencias subjetivas y a una reforma moral e intelectual.
Origen:
Originalmente, en la tradición marxista y especialmente en Lenin, el concepto hegemonía hacía
referencia a la dirección política de una alianza de clases. Con Gramsci se alcanza la distinción entre
sociedad civil y sociedad política, aunando componentes materiales e ideales en la noción de bloque
histórico, y conceptualizando el cambio y la revolución con la forma de un proceso de difícil consecución,
y no de acontecimiento único e irreversible. El bloque que está en el poder construye las líneas de
defensa que disimulan la coerción, e intenta la articulación de una conjunción de grupos sociales en
torno suyo en base a una visión compartida. Esos hiatos, propios de una articulación disímil, son la
condición de posibilidad de la construcción de un proyecto alternativo, o contrahegemonía, mediante lo
que Gramsci denomina una “guerra de posiciones” (liberada en un espacio social amplio y heterogéneo;
incluyendo más de un frente simultáneo; con avances y retrocesos parciales).
Alternativa o innovación:
(Alternativa)
La construcción de contrahegemonía nuestramericana, tiene como objetivo oponerse a todo proyecto
imperialista que se proclame hegemónico y se caracterice por la desregulación en el plano económico y
la mercantilización de la vida social en el plano cultural. Dicho proyecto económico y político imperial en
la actualidad ha producido un desplazamiento, impulsado y apoyado por los Estados, del centro de toma
de decisiones hacia instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial. Pero si nos retrotraemos en el tiempo podemos rastrear el desarrollo de las iniciativas
contrahegemonicas que arranca del siglo XIX después de la independencia de Haití en 1804. Luego
contamos con la revolución mexicana de 1910; el movimiento indígena encabezado por Quintín Lamé
en Colombia en 1914; el movimiento sandinista en Nicaragua en los años veinte y treinta, y su triunfo
en los ochenta; la democratización radical en Guatemala en 1944; el surgimiento del peronismo en
1946; el triunfo de la revolución cubana en 1959; la llegada al poder de Allende en 1970; el movimiento
Sin Tierra en Brasil desde los ochenta, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional desde 1994, y el
accionar de los actúales presidentes Hugo Chávez en Venezuela desde 1999 y Evo Morales en Bolivia
desde 2006. La mayoría de estas experiencias tenían en frente al avasallador poder imperialista.
(Innovación)
La teorización gramsciana acerca de la hegemonía y la contrahegemonía se vincula históricamente a un
modelo de capitalismo denominado fordista. En NuestrAmérica, su valorización se producirá en el
contexto de la caída de las dictaduras de los años 80, dada la necesidad de generar un marco explicativo
que pudiera dar cuenta de los procesos sociopolíticos de la segunda mitad del siglo XX. La
conceptualización de un nuevo paradigma posfordista, la emergencia de una nueva pluralidad de sujetos
y la activación política de la conciencia étnica y cultural de las últimas décadas, sumadas a la crudeza
de la aplicación del modelo neoliberal y sus salvajes consecuencias, devuelven al concepto de
contrahegemonía al primer plano en las luchas culturales por un “nuevo mundo posible”. Pero estas
luchas contrahegemónicas sólo serán consecuentes si no excluyen la iniciativa de las bases en sus filas,
oponiéndose a los ambientes de verticalismo y subordinación mediante la consigna “abajo y a la
izquierda”.
Pueden evidenciarse dos tipos principales de respuesta contrahegemónica. El primero no renuncia a la
articulación de una hegemonía alternativa, opuesta al neoliberalismo. La hegemonía a la que se enfrenta
se define por el papel predominante de EEUU en materia de política internacional, y en el plano
económico, por la imposición de políticas que desmantelan los Estados de Bienestar. Este proyecto
contrahegemónico rechaza la dominación imperialista norteamericana, confía en un fortalecimiento de
las izquierdas y propone una postura defensiva contra el capital, mediante un mayor control del poder
por parte de los Estados. En esta línea se enmarcan algunas medidas propuestas desde los Foros
Sociales Mundiales (Tasa Tobin, abolición de la deuda externa y regulación del mercado internacional,
entre otras).
El segundo se opone al capital en general, tanto el regulado por el Estado como el que no, y persigue
una democracia global que supere las divisiones nacionales, comprendiendo al Estado como una forma
de dominación y como una apropiación de la expresión subjetiva en todos los casos. Este proyecto
contrahegemónico se organiza por medio de la forma red que adopta la multitud, de acuerdo con la
teoría expuesta por Hardt y Negri fundamentalmente.
Modalidad:
Si bien los espacios nacionales se han caracterizado por ser los escenarios concretos donde se desarrolla
la disputa hegemónica, si analizamos las correlaciones de fuerzas se evidencia la inclusión obligatoria
del marco mundial como elemento condicionante en relación al tipo de inserción internacional de cada
país. Seattle marca un punto de inflexión en las protestas internacionales contra la mundialización
neoliberal. Las multitudinarias protestas ocurridas en noviembre de 1999 contra la reunión de la
Organización Mundial del Comercio criticaron la visión optimista de la mundialización capitalista a través
de organismos internacionales con el apoyo de los gobiernos neoliberales de diversos países, poniendo
de manifiesto la amplitud del descontento social generalizado.
La organización y consecución del Foro Social Mundial es otro hito. Plural y heterogéneo por definición
(formado por viejos y nuevos movimientos sociales, ONGs, redes de acción cívica y colectivos políticos
y sociales con las más diversas concepciones, intereses, señales de identidad y recursos
organizacionales), y de naturaleza eminentemente global, el activismo transnacional emergente logró
rediseñar la cartografía de la política contemporánea.
Reflexiones conclusiones y/o perspectivas
Las iniciativas de contrahegemonía o cualquier otra manifestación alternativa o de oposición, en la
práctica de NuestrAmérica, se hallan relacionadas con lo hegemónico, es decir, la clase dominante
produce las condiciones de posibilidad que permiten y a la vez limitan determinadas formas de
resistencia. De todas maneras representan rupturas significativas, que a través de sus elementos más
activos intentan mantener su independencia y originalidad. En otras palabras, los modelos hegemónicos
con predominio de elementos de dominación, más que de consenso, tienden a producir una acumulación
de fuerzas antisistémicas que pueden derivar en una nueva lucha.
En los últimos años, sin embargo, la rutina en la denuncia del "imperialismo cultural” descubre por todas
partes la resistencia popular, basándose más en aspiraciones políticas que en hechos reales. Se
atribuyen propiedades de resistencia contra el poder a fenómenos que son más bien recursos populares
para resolver problemas u organizar la vida al margen del sistema hegemónico (solidaridad barrial,
fiestas tradicionales, etc.). En otros casos, las manifestaciones de “pretendida contrahegemonía"
representan más bien la ambigüedad, el carácter irresuelto de las contradicciones en las clases
subalternas (por ejemplo, defensas de intereses localistas que no cuestionan los resortes básicos del
capitalismo, entre las cuales el “glocalismo” constituye un capítulo fundamental). Precisamente es
necesario superar el lugar actual de resistencia, pensando en una política activa, generadora de
contrahegemonía.
Por otra parte, es necesario evitar caer en la trampa de la unilateralidad de las interpretaciones que sólo
registran en las prácticas de grupos y organizaciones populares su resistencia al poder, que las analizan
siempre como agentes contrahegemónicos. Las organizaciones populares — además de representar los
intereses de trabajadores o consumidores— participan de las relaciones sociales y las reglas de poder
fijadas por el sistema, por lo que existe una múltiple vinculación (con sindicatos, procesos de consumo,
en la competencia sexual, cultural, barrial u otros espacios), que es necesario considerar para entender
las contradicciones y ambigüedades de las organizaciones populares, de sus líderes y militantes.

Fuentes:

· ARICÓ, José (1988), La cola del diablo. Itinerario en América Latina. Buenos Aires. Puntosur Editores.
· CAMPIONE, Daniel (2006), Hegemonía y contrahegemonía en la América Latina de hoy. Algunos puntes
hacia una nueva época, en: http://www.rebelion.org/noticias.php?id=11306
· GRAMSCI, Antonio (1999), Cuadernos de la Cárcel. México. ERA.
· GÓMEZ, José María (coord.) (2004), América Latina y el (des)orden global neoliberal. Hegemonía,
contrahegemonía, perspectivas. Buenos Aires. Clacso

Saberes contra-hegemónicos y legado de Chávez

Por: Javier Biardeau | Miércoles, 29/05/2013 03:41 PM | Versión para


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1.- INTRODUCCIÓN:

Generalmente se supone que un proceso revolucionario se acompaña de la


generación de una nueva concepción del mundo, de un pensamiento crítico
revolucionario construido a partir de informaciones, conocimientos, saberes,
ciencias, nuevos valores y normas de conducta, formas de sensibilidad,
afectividad y también conceptos que se enfrentan al sistema hegemónico
mediante la articulación de sentidos y significaciones de un proyecto
alternativo frente al Capital.

De allí la importancia de la teoría crítica y revolucionaria. No basta que


una teoría crítica se postule como crítica teórica de la realidad dominante,
pues debe fecundar una praxis revolucionaria; es decir, responderse a la
interrogante: ¿Cómo contribuye esta interpretación crítica a la
transformación de la realidad social?

Y en contraste con las experiencias históricas de construcción del


socialismo, sabemos que un aparato político burocrático puede degradar
la teoría revolucionaria hasta hacerla irreconocible, decapitando y
excluyendo de su seno lo que la hace diferente sustantivamente de las
teorías funcionales del poder-dominación: su carácter radicalmente crítico,
su irrevocable vocación de insumisión en el terreno del pensamiento y de
la acción. Sin embargo, aunque esto es teóricamente es correcto, no basta

2.- RENOVAR LOS CÓDIGOS DEL PENSAMIENTO CRÍTICO


SOCIALISTA:

Como ha planteado el pensador crítico portugués Boaventura de Sousa


Santos las formulaciones convencionales de la teoría crítica moderna
(desde el marxismo, en todas sus variantes, a la teoría crítica de la escuela
de Frankfurt) persisten en su empeño de desarrollar las posibilidades
emancipadoras dentro del paradigma dominante de la Modernidad
occidental, transformándose en estrategias reguladoras dictadas por el
propio sistema histórico y, en definitiva, al servicio del paradigma de
ciencia dominante.

De allí, cabe afirmar que con la consolidación de la convergencia entre el


paradigma de la modernidad y el capitalismo, a partir de la mitad del siglo
XIX, se entra en un proceso de degradación producido por la
transformación de las energías emancipadoras en energías reguladoras. De
Sousa santos analiza el mundo de las cinco mono-culturas hegemónicas:

a) mono-cultura del saber, que cree que el único saber es el saber


riguroso calcado de la tecno-ciencia y de los paradigmas empírico-
analíticos (epistemicidio);

b) mono-cultura del progreso, del tiempo lineal, que entiende la


historia como un camino de dirección única de desarrollo;

c) mono-cultura de la naturalización de las jerarquías, que considera


un fenómeno inscrito en la naturaleza, y por tanto, cree inmodificable
las jerarquías por razones de raza, etnia, clase, género;
d) mono-cultura de lo universal como único criterio válido, al margen
del contexto; lo opuesto a lo universal es vernáculo, carece de validez;
lo global toma preeminencia sobre lo local;

e) mono-cultura de la productivismo, que define la realidad humana


por el criterio del crecimiento económico como objetivo racional
incuestionable; criterio que se aplica al trabajo humano, pero también
a la naturaleza, convertida en objeto de explotación y depredación.

Una lectura atenta de estos criterios críticos lleva necesariamente a


transformar el paradigma de la transición socialista en una dirección
imprevista para sus fundadores:

a) Cuestionar el llamado socialismo científico en la medida en que su


fundamentación epistémica refiera a la ciencia burocrático-
instrumental y al positivismo,

b) Cuestionar la asunción desde la izquierda de la idea de progreso


propia de la modernidad occidental,

c) Cuestionar la separación entre explotados y explotados, junto a la


separación entre gobernantes y gobernados, incluyendo una
superación del reduccionismo de clase, lo cual implica tomar en
cuenta la lucha contra todas las desigualdades, dominaciones y
exclusiones;

d) Cuestionar los modelos mono-culturales de socialismo, en tanto


reconocimiento inevitable de los contextos culturales específicos y
particulares;

e) Romper decididamente con la idea del socialismo basado en el


desarrollo necesario e inevitable de las fuerzas productivas, sin tomar
en cuenta simultáneamente que el Capital promueve fuerzas
destructivas sobre la condición humana y sobre los sistemas
ambientales, derrumbando el mito del productivismo socialista.

De esta manera, lo que convencionalmente la teoría revolucionaria


denominó transición socialista, hoy puede ser transformada por un
llamado simultáneo a una revolución socialista, democrática, ecológica y
descolonizadora.

Una revolución socialista a secas es completamente insuficiente. De allí la


importancia de los saberes contra-hegemónicos: saberes contra las
hegemonías establecidas en diversos espacios de poder, contra las
clasificaciones jerárquicas y excluyentes establecidas en función de un
proceso abierto de revolución democrática permanente.

3.- LA IMPORTANCIA DE LA DEMOCRACIA RADICAL:

Como conclusión tenemos que aquellas formas de socialismo que no se


fundan en formas de democracia radical, conducen a las conocidas formas
de estatismo autoritario o colectivismo burocrático. De allí la centralidad
de la democracia radical, participativa, deliberativa y protagónica distinta
las formas de elitismo político revolucionario (leninismo dixit) y
burocratismo socialista (estalinismo dixit).

No es posible seguir manteniendo hoy desde el campo de las izquierdas el


desprecio a la democracia participativa y protagónica de formas de
socialismo contra-hegemónico, como los consejos democráticos del poder
popular, como formas de liberalismo o de anarquismo. Lo que está en
juego en estas formas de desprecio de la democracia radical es la
conversión de energías emancipadoras en energías reguladoras.

O para decirlo en palabras de Marx: la veneración supersticiosa del Estado


y de su razón instrumental de mantenimiento del poder por el poder
mismo se devora la construcción del Poder Popular y Comunal. De allí que
muchos compañeros y compañeras revolucionarias son bautizados con
fuego por la razón de estado como encarnaciones de roles de burócratas-
funcionarios apenas son tomados de la mano para cumplir y exigir
obediencia a la razón burocrático-instrumental: el pragmatismo del poder.
De esta manera se enfrentan al dilema existencial entre el rol de conservar
el poder (con todo el espacio de racionalidad, cálculo y control que esta
exigencia comporta) y promover la revolución (con todas las limitaciones
de las revoluciones realizadas desde la caja de herramientas de una
burocracia).
El proyecto de democracia socialista y participativa recupera otras
procedencias silenciadas u olvidadas en el seno de la propia tradición
derivada de Marx: la crítica de Rosa Luxemburgo a los errores de la
revolución Rusa, la autocrítica de Trotsky en la revolución traicionada, la
crítica de Gramsci a las formas de concebir la formación de la conciencia y
la ideología revolucionaria (conciencia bancaria), la crítica del austro-
marxismo frente al silenciamiento de la cuestión nacional y los contextos
culturales específicos, la crítica del consejismo a la desconfianza de las
formas organizativas autónomas de las clases explotadas sin la
mediatización del partido-aparato que los concibe solo como correas de
maniobra y control desde arriba.

4.- CONTRA LA REPRODUCCIÓN DE LA DOMINACIÓN DESDE LA


REVOLUCIÓN:

Para combatir los registros simbólicos e imaginarios de la dominación, de


la coerción política, de la hegemonía ideológica, de la explotación
económica, de la injusticia y exclusión social, de la negación-
discriminación cultural, de la destructividad ambiental, es preciso contar
no sólo con herramientas teóricas, con pensamientos críticos, con teorías,
con lo que algunos marxistas críticos y heterodoxos llamaron ciencia
revolucionaria (pensamiento insumiso o insurgente), sino que además es
preciso contar con lo que Gramsci llamó núcleos de buen sentido, con lo
que Castoriadis llamo Imaginarios críticos radicales. Plantea Gramsci sobre
las relaciones entre sentido común y buen sentido:

Cada estrato social tiene su sentido común que, es en el fondo, la concepción


mas difundida de la vida y de la moral concepción que es absorbida
acríticamente por los diversos ambientes sociales y culturales en que se
desarrolla la individualidad moral del hombre medio.

La dislocación del sentido común hegemónico o la individualidad moral e


intelectual del hombre-medio, es justamente una tarea práctica de
superación de las concepciones y hábitos de pensamiento acriticamente
asimilados, a partir del ejercicio de formas de reflexión profundamente
críticas, que no son espontáneas sino actitudes vitales y conscientemente
guiadas para el desprendimiento de las visiones reproductoras desde los
propios sectores dominados y subalternos, distintas además de una visión
de la conciencia revolucionaria que es depositada desde afuera por
intelectuales revolucionarios provenientes de otras clases o estratos
(Kaustky y Lenin dixit).

Ni espontaneidad de la conciencia revolucionaria ni concepción bancaria


que desde afuera rellena al pueblo alienado de la verdadera conciencia
para transformar la realidad hegemónica.

Para Gramsci, en cambio (como para Luxemburgo, Korsch, Pannekoek y


una estela de pensadores críticos, como Castoriadis) la transformación del
orden establecido, es impensable sin el involucramiento directo del propio
pueblo; y aunque sin desestimar el rol orgánico de los estratos
intelectuales, adviertiendo lo infecundo de una separación respecto a las
masas trabajadoras, respecto al bloque social de los oprimidos y
explotados.

Las clases subalternas no son sólo clientes o las beneficiarias directas del
cambio social, sino que son sus propios protagonistas y participantes en un
marco de autonomía moral, intelectual, política y organizativa. Esto tendra
consecuencias fundamentales sobre la concepción de las organizaciones de
lucha social y política.

Para lograr esto, es preciso hacer la crítica de las concepciones encubiertas


de las clases dominantes presentes en las clases subalternas, superarlas
para construir una concepción nueva, en la que se establezca la unidad
entre la teoría y la práctica, entre la política y la filosofía. Unidad, aunque
sea relativa, entre teoría y práctica, existe en la clase dominante. Pero las
clases subalternas y populares aparecen fracturadas y dislocadas en su
capacidad de expansión de su espacio hegemónico. El control ideológico
sigue estando en la estructura de mando y explotación del Capital,
producto de la eficacia de sus dispositivos hegemónicos pero también de
los graves errorees de dirección de quienes son portavoces de tareas de
conducción revolucionaria.

Se trata, por cierto, de ver si esta unidad en la burguesía, no es ella misma


contradictoria, pero ademas la unidad que caracteriza a las clases
subalternas no puede ser funcional a la dominación de los sectores
dominantes. La unidad entre acción y teoría de los sectores populares y
subalternos es para derrumbar un sistema hegemónico, no para
reproducirlo y ser vagon de cola de esta estructura de mando y
explotación. Tales clases populares permanecerán siendo subordinadas
hasta que haya avanzado el proceso de unificación entre acción y teoría,
entre política y filosofía revolucionaria de la liberación.

Se trata, pues de elaborar una concepción nueva, que parta del sentido
común, no para quedar estancada en el sentido común, sino para criticarlo,
depurarlo, unificarlo y elevarlo a lo que Gramsci llama buen sentido, que
es para él la visión crítica del mundo. Este proceso queda claramente
establecido en el siguiente pasaje:

"La posición de la filosofía de la praxis es antitética a la católica: la filosofía


de la praxis no tiende a mantener a los simples en su filosofía primitiva del
sentido común, sino, al contrario, a conducirlos hacia una concepción
superior de la vida. Se afirma la exigencia del contacto entre intelectuales y
simples, no para limitar la actividad científica y mantener la unidad al bajo
nivel de las masas, sino para construir un bloque intelectual-moral que haga
posible un progreso intelectual de masas y no sólo para pocos grupos
intelectuales".

En Gramsci, entoces no podemos encontrar ni una concepción bancaria


(Freire dixit) de la pedagógía y la política revolucionaria, ni una concepción
populista en la cual se suponga que los saberes populares, por si mismos,
puedan superar las influencias e intrusiones de los procesos de hegemonía
de las clases dominantes. La formación de un bloque intelectual moral, de
un intelectual colectivo supone superar la visión individualista-capitalista
de la función de los intelectuales. De manera tal que la hegemonía no es
sólo política, sino que es además un hecho cultural, moral, de formación y
depliegue de una nueva concepción crítica y revolucionaria del mundo.

5.- CONTRA EL REFORMISMO ADECO EN LA REVOLUCIÓN:

Hay quienes suponen, en nuestro contexto sociopolítico, que basta confiar


en el sentido común de las clases populares y subalternas para que la
revolución bolivariana vaya en el camino correcto. Grave error de una
concepción populista y reformista que no se plantea las tareas de una
filosofía de la praxis como critica revolucionaria.

Para Gramsci, la hegemonía que ejerce el bloque social dominante no sólo


se hace través de la coerción, sino además, a través de la diseminación
del consenso desde una sedimentación histórica de sentido comun,
logrando convencer de su visión del mundo, costumbres, sentido
hegemónico que favorecen el reconocimiento de su dominación por las
clases dominadas y subalternas. Debemos retener esto, costumbre, hábito
y supuestos que permiten la reproducción de las separaciones naturales
entre gonernantes y gobernados, entre dominadores y dominados, entre
explotadores y explotados, entre intelectuales y masa.

Recordando siempre que para Gramsci, una cosa es posser las facultades
de construcción intelectual (que es de todos y todas), y otra cumplir la
función social de los intelectuales. De manera que el sentido comun
hegemónico actúa como precipitado histórico, como sedimentación el
discurso hegemónico constituyendo la visión que los sujetos hacen suya
como reconocimiento de su propia concepción del mundo, a partir de
dispositivos de saturación de sentidos y significados, que sustentan o
incrementan reiteradamente el poder ideológico de las clases
dominantes. Interesante en este punto, es observar como la propia clase
política dirigente de la revolución se impregna de la ideología dominante,
reproduciéndola y marcando los límites de lo posible en concordancia con
sus nuevas condiciones de existencia material; es decir, como
controladores inmediatos de recursos económicos, cargos y funciones de
dirección política.

A su vez, al producirse la precipitación, sedimentación y ésta "saturación"


del poder hegemónico, se va generando en medio de un clima de tensiones,
resistencias y ahogo de impugnaciones, las formas de consenso en las
clases subalternas, indispensable también par el mantenimiento y
reproducción del sistema. El colmo del asunto es que las llamadas
vanguardias revolucionarias son inhibidoras de la activación de la
conciencia revolucionaria: el partido revolucionario se vuelve partido del
orden y el gobierno revolucionario se vuelve gobierno de reformas.
Actúan entonces como sensatos bomberos para promover la estabilización
relativa, contribuyendo a fijar como camino correcto, o incluso
configurando conductas de pacto y conciliación con las elites de poder
económico, mediático, militar o eclesiástico en nombre de los principios
tácticos de la maniobra y la flexibilidad, para ganar tiempo y otros
pretextos ya conocidos. Detrás de los llamados promotores del dialogo y la
concertación social con los sectores dominantes no estamos sino frente a
portavoces de las revoluciones interrumpidas (Florestan Fernández dixit).

De manera que una clase política dirigente que no este comprometida con
la formación de núcleos de buen sentido, que no estimule la conciencia
crítica en contra de la hegemonía del bloque social dominante, que no
favorezca la impugnación y desarrollo del pensamiento crítico y
revolucionario, junto con luchas que afecten las relaciones de dominación
establecidas, sino que más bien contribuya a reforzar el sentido común
hegemónico trabajando a favor del pacto con los sectores dominantes para
un proceso de estabilización de la hegemonia capitalista no puede
considerarse una concepción afín a una revolución socialista.

Allí reside el engaño del populismo y del reformismo de izquierdas. ¿Dijo


usted socialdemocratización? Mejor digamos comportamiento ADECO.
Aquí son recomendables algunas palabras dichas por Luis Beltran Pietro
Figueroa, por provenir de alguien que conoció muy desde dentro este
comportamiento ADECO:

La visión que tiene la gente del adeco es la de un hombre sin convicciones.


Alguien que usa el poder para su propio beneficio. Es una persona que se cree
autorizada a no tener ninguna doctrina o abandonarla cuando le conviene.
(Entrevista en VENEDEMOCRACIA de Alicia Freilich de Segal).

Para Prieto, flexibilizar una ideología política en nombre del pragmatismo


de las situaciones era algo muy distinto a capitular en cuestiones de concepción
del mundo por las presiones de las circunstancias y conveniencias del
momento. Por ejemplo, el llamado golpe de timón y el Proyecto
Independencia y Patria Socialista pueden ser completamente
desmontados, bajo la conveniencia del pragmatismo del Poder. Todo en
nombre de no perder la Revolución.
6.- SE PUEDE PERDER LA BATALLA DE IMAGINARIOS:

Por otra parte, a la batalla de ideas le acompaña la batalla de imaginarios, de


representaciones, sean estéticas, éticas, de todo el material semiótico
disponible para afectar la trama de relaciones sociales dominantes:
imágenes, sonidos, sabores, corporalidades, afectividades e intensidades.

Toda la trama sociocultural en las sociedades de dominación y desigualdad


está teñidas de la violencia de los símbolos sociales (Harry Pross dixit):
clasificaciones jerárquicas, mandatos, órdenes, prescripciones,
interdicciones, dominaciones naturales, meritocracias justas,
jerarquización de categorias sociales, capitales simbólicos diferenciados
(Boudieu dixit).

Suponer que la llamada lucha ideológica trata de una batalla de doctrinas


político-filosóficas es un reduccionismo por partida doble, es una escena
donde compiten sacerdotes e intelectuales con diferentes dogmas y
capitales sistematizados. Eso puede ser util, pero no suficiente. La lucha
entre intelectuales tradicionales no es una lucha que compromete
protagónicamente al pueblo trabajador. De manera que, existe una
concepción tradicional de los inteletuales domesticados, que hacen
apologias o silencios cómplices a determinada situación estratégica de
conjunto de las relaciones de poder.

En los procesos revolucionarios confiscados e interrumpidos (por ejemplo,


la Revolución Mexicana o la Revolución Soviética) los llamados
intelectuales críticos pasaron a ser unos intelectuales palaciegos, es decir,
lo que el lenguaje llano denomina unos huele-peos de la burocracia política
que controlaba la escena de la legitimación de un nuevo sistema
hegemónico de poder. Pero no se trata sólo de pensamiento crítico, sino de
un imaginario crítico radical (Castoriadis dixit) consistente con una praxis
transformadora. Allí se desenmarscaran todas las impusturas prácticas
disfrazadas de vociferaciones revolucionarias:

Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende


del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se
parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco
del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar,
arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que
realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también
el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida.
(Marx-Engels: La ideología Alemana).

Lo interpretaremos con lenguaje prestado y trataremos de traducirlo. No


se trata sólo de sistemas de ideas, de concepciones o visiones con un fuerte
componente de refinamiento o elaboración intelectual, sino además de
flujos sémicos que operan en las pre-concepciones, en los prejuicios, en las
actitudes, en las posturas, hábitos, estereotipos, perceptos, rumores,
consignas, dichos, representaciones, esquemas operantes, e incluso la
afectividad y sensorialidad de los pobladores y pobladoras. Allí dicen más
las posturas corporales, los gestos significativos que los conceptos
manejados. Einstein decía con acierto que era más facil desintegrar un
átomo que un prejuicio. Sabía que un prejuicio se cristalizaba, se cosificaba,
se volvía fetiche.

7.- LA REVOLUCIÓN SE INTERUMPE CUANDO SE VUELVE


REVOLUCIÓN ADMINISTRADA:

Por eso hay que tener cuidado con los fetiches, incluso con los fetiches
revolucionarios, que como hemos señalado reaparecen en todas las
experiencias de las revoluciones confiscadas o interrumpidas. Por ejemplo,
sabemos que una conceptualización marxista puede estar encriptada y
vociferada en una corporalidad academicista, con una actitud teorizante,
buscando la lucha por el reconocimiento en el espacio universitario, para
reclamar un rango e una jerarquía de intelectuales domesticados. Esta
corporalidad del mandarín intelectual contribuye poco al derrumbre del
sistema de dominación, explotación y desigualdad. Eso no significa que
todos los intelectuales marxistas son mandarines y burócratas de la teoría
revolucionaria, pero hay vociferantes marxistas cuya actitud es la de
intelectuales tradicionales (A. Gramsci dixit), es decir, no son intelectuales
orgánicos a la construcción de un nuevo bloque histórico.

También una conceptualización marxista puede estar encriptada o


vociferada en un funcionario medio o alto de una burocracia sindical,
partidista o estatal, buscando la lucha por las prebendas o privilegios del
cargo y la función, intentando desde ese lugar controlar el orden y el
progreso de la revolución siempre en los rieles de la correcta revolución
administrada.

De alli que aprender a hablar marxismo se puso de moda cuando hablar


marxismo era estar en un regimen de verdad y de poder. Eso ocurrió en la
URSS con toda la estratocracia que contribuyó a liquidar, por ejemplo, a los
miembros insurgentes de la vieja guardia bolchevique en nombre de un
nuevo sistema hegemónico que instauró Stalin. Fueron calificados de
traidores, de espías y de otras etiquetas de acuerdo a los humores de los
fiscales del caso; es decir y para entendedores, descalificados como salta-
talanqueras.

¿Quiénes traicionaron el legado revolucionario de Lenin? El asunto no


reside sólo en aprender a tararear marxismo o una teoría revolucionaria
disponible: llámese leninismo, trotskismo, fidelismo, guevarismo,
maoismo o luxemburguismo. No, el asunto es existencial: se está o no se
está con un régimen social y político que produce y reproduce dominación,
opresión, explotación, negación y destructividad. He allí la cuestión.

¿Cómo combatir y superar un régimen social y político de dominación


controlado de cabo a rabo por el metabolismo social del Capital? La
herramienta teórica, obviamente, no puede ser inutil para el fín propuesto.
La teoría tiene que ser irreverente con la dominación social y política. Pero
sobretodo no podemos dejar de analizar la dirección, contenido y alcance
de una praxis política, sus preconcepciones, sus criterios de decisión, sus
líneas de acción en la coyuntura.

8.- LOS RETOS DEL IMAGINARIO DE LA REVOLUCIÓN EN


VENEZUELA:

Desde este marco y para Venezuela, los obstáculos son dos: ante la partida
física de Chávez, algunas voces se han refugiado en la compensación
radical, se han tornado más radicales que Chávez reclamando ser
portadores exclusivos del legado revolucionario de Chávez. Obviamente
construyen un Chávez a la medida de su radicalismo.
Otros, en cambio, pretenden hacer un montaje inverso: pretenden
posicionarse desde el legado de Chávez gobernante, destruyendo en los
hechos su mensaje y accion revolucionaria. Se trata de los Socialistas de
fachada que han preparado las condiciones para una capitulación de la
praxis revolucionaria en nombre del pragmatismo del poder.
¿Socialdemócratas? ¿Reformistas? ¿Salto atrás?

Yo prefiero llamarlos ADECOS extraviados de las filas de su espacio


organizativo correspondiente a sus actitudes y prácticas. Frente a los
extravíos ADECOS en la revolución bolivariana, hay que reconsiderar la
importancia de los saberes contra-hegemónicos. Es en la actitud insumisa
que produce saberes contrahegemonicos, donde está el manantial, los
cimientos, las semillas, el núcleo de buen sentido de una praxis de
emancipación radical.

El asunto es que por cada acto de insumisión, en medio de las


contradicciones sociales, encarnando miles de papeles y actos de
reproducción de la estructura de mando y explotación. ¿Quién le pone la
cascabel al gato entonces? El asunto es que puede ocurrir, como ocurrio en
la URSS desde 1924, que el teatro social y político preescribe un guión para
que la revolución sea simulacro, espectaculo o simulación y no
acontecimiento para quebrar hegemonias y dominaciones.

Nuestro amigo Rigoberto Lanz, transmitió unas enseñanzas que algunos


asimilaron y otros no. Unos disfrutaran del significante RL para una
trayectoria de reconocimiento en el campo del Homo Academicus o en el
campo intelectual (Bourdieu dixit). Pero comentando este posible devenir,
el amigo Juan Barreto decía algo aparentemente complicado, pero que es
en verdad muy comprensible: RL nos enseño a descifrar, en su crítica de la
modernidad y de la metáfisica occidental, una metafísica de la dominación.

Si no se lucha en el plano intelectual y político contra la lógica de la


dominación no habrá revolución alguna. Los ADECOS fueron expertos en
liquidar su historia de contribuciones a la revolución nacional, democratica
e incluso socialista al capitular sobre sus orígenes históricos: repudio del
socialismo, pacto con el capital nacional e internacional. Olvido de ORVE,
olvido del PDN, pragmatismo del poder.
De los inflados discursos antiimperialistas y socialistas de los años 30
pasamos a los discursos del pacto y la conciliación desde los años 40. De
manera que no se trata de reformismo y socialdemocratización, sino de
evitar la posible adequización de la revolución bolivariana. Olvido del
legado revolucionario de Chávez, o camino en reversa: del PSUV al MVR-
miquelena, del anticapitalismo al desarrollo capitalista nacional, del
antimperialismo a la conciliación con el capital transnacional internacional
y subregional. Lastimoso destino del legado de Chávez si en manos de
sucesores el camino es dos pasos para atrás y ninguno para adelante.

En palabras más sencillas, cuando en alguna oportunidad le planteaba a


RL que el socialismo desde abajo podría enfrentarse a la burocratización
de la revolución o su adequización, me decía: ¡Cuidado camarada, que
abajo también hay ñoña! Abajo no quería decir pureza revolucionaria, pués
también es un lugar donde hay procesos de reproducción de la ideología
de la dominación bajo el formato de la legitimación populista-reformista.
El asunto de la dominación desborda oposiciónes simples como arriba y
abajo. Los cultores adecos del saber popular sabían lo que ahcian desde
una línea de acción populista: desarmar a los sectores populares de
criterios revolucionarios.

Detrás de una defensa de los llamados saberes populares, sin desentrañar


la mixtura entre sentido comun dominante y sentido de insumisión social,
podíamos asumir un gesto populista que no conduce a ninguna
revolución, a ninguna impugnación de prácticas de poder, pues detrás de
muchas prácticas llamadas tradicionales o saberes populares, se anidan
regímenes despóticos o alienaciones de mayor calado.

9.- ¿LUCHAMOS POR UNA NUEVA SERVIDUMBRE O POR LA


LIBERTAD?

De manera que el criterio no sólo es el abajo o la subalternidad (Modanesi


dixit), sino el sentido contra-hegemónico de una práctica popular, si
desafía o no un régimen de verdad, explotación y dominación. ¿Evaluada
por quienes? Bueno, allí vienen interesantes cuestiones. ¿Por una
vanguardia? ¿Por los mismos actores locales o subalternos? ¿Por unos
intelectuales iluminados por el don de la liberación espiritual? La tan
citada cita del filósofo Spinoza vuelve a cobrar actualidad: ¿Por qué los
hombres luchan por su esclavitud como si se tratase de su libertad?.

El problema de lo que convencionalemnte se ha denominado desalienación


es un asunto que compromete de fondo la impugnación de la separación
entre explotados y explotadores, entre dominados y dominantes, entre
gobernados y gobernantes, entre intelectuales y masas, es allí donde se
tramita la fontera entre revolución o adequización. Y esto afecta a los
imaginarios post-Chávez.

El meollo de los flujos sémicos (actitudes, imaginarios, representaciones y


discursos) que dan cuenta de las formaciones ideológicas reside en sus
gramáticas, en sus matrices, en sus condiciones de producción y
codificación a partir de una actividad práctico-sensible sometida a ciertas
condiciones de producción y de división social del trabajo (bajo el modo de
producción y reproducción capitalista). Los procesos de transición
socialista son tales si comienzan a romper esas condiciones de producción
y reproducción de la división capitalista del trabajo articulada ciertos
dispositivos de dominación y hegemonía. Detrás de relatos, narrativas,
sistemas de signos o guiones ideologicos, operan logiciales, prácticas,
reglas de generación de sentidos y significaciones sociales. Estas prácticas
son tejidas por determinadas relaciones de poder, dominación,
explotación, exclusión, negación, etc.

Lo que ocurre con las revoluciones y con los revolucionarios administrados


es que sus sistemas de representaciones ideológicas reproducen las lógicas
de significación y sentido que pretenden derrumbar. Hay adequización en
la medida en que predomina el discurso y la practica del pacto, de la
gobernabilidad, el cuanto hay pa eso, la defensa del cargo, la prebenda y el
privilegio, una acción política sin convicciones. De allí el socialismo de
fachada.

Más allá de las fraseologías, más allá de las vociferaciones, más allá de
verbos exaltados; los revolucionarios y revolucionarias que creen que la
teoría revolucionaría ya ha sido elaborada ex ante para ser símple y
mecánicamente aplicada, son los primeros en reconstruir de cabo a rabo un
régimen social y político de mando y explotación. Allí el opuesto al
anterior: la compensación radical: una suerte de chavismo radical
encallejonado en sus frases fosilizadas.

El consejo de Rigoberto Lanz fue sencillo: ¡Sospéchese de los sacerdotes de


la revolución! Luego de 14 años de revolución bolivariana, hay razones
para sospechar tanto del socialismo de fachada como de la compensación
radical Luego de la partida física de Chávez, hay un verdadero campo
desolado de voces socialistas revolucionarias con suficente habilidad para
comprender la coyuntura crítica en el campo de la gobernabilidad
bolivariana.

10.- ¿MANOSEAR EL LEGADO DE CHÁVEZ COMO IMPUSTURA?:

El legado de Chávez no es completamente positivo si valoramos la


ausencia sintómática de la formación ideológica y política de cuadros
revolucionarios anticapitalistas en la alta dirección política del proceso.

Podríamos listar las acciones (nos las verborreas exaltadas), las prácticas,
las intenciones y sus impactos reales para comprender si la direccionalidad
del proceso apunta a una revolución anticapitalista.

De manera que sin una comprensión cabal de las experiencias de


revoluciones interrumpidas (ver: Florestan
Fernández: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/secret/cuadernos/flore
s/florestan.pdf) no podremos desentarñar la siguiente cuestión:

() las alternancias de conciliación y reforma traducen el conflicto crónico


tanto del capitalismo neocolonial como del capitalismo dependiente. Para
destruir ese conflicto es necesario acabar con la conciliación y con la reforma
como algo que viene impuesto desde arriba y sólo permanece arriba.

Y lo más importante:

Porque es preciso combatir una tradición revolucionaria mecanicista que se


ha vuelto verdaderamente letal en los países industrializados de América
Latina, y que consiste en dejar que las contradicciones se acumulen y
maduren. ¡Como si de allí pudiese resultar algo útil para el movimiento
sindical y obrero! Si éstos se mantienen indiferentes al uso que las clases
burguesas hacen de las contradicciones, lo que se acumula y madura no es el
desarrollo independiente ni la capacidad de lucha política de los proletarios
como clase, sino su condición servil dentro de la sociedad capitalista
subdesarrollada. Una relación puramente defensiva (no simplemente
adaptativa o pasiva) ya sería suficiente para que, bajo el capitalismo
neocolonial y el capitalismo dependiente, los proletarios nunca tuvieran voz
ni voto. Ello obliga a una toma de posición firme e inflexible. Las
contradicciones que no son aprovechadas activamente por el movimiento
sindical y obrero son canalizadas por el sistema capitalista de poder y
convertidas en apatía de las masas, es decir, en sumisión dirigida.

Y por si fuera poco el efecto negativo de una relación púramente defensiva,


genera la siguiente situación que Florestan Fernández señaló:

() un largo período de hegemonía casi total de una burguesía neocolonial o


dependiente provocó que el vagón de cola social y político de las clases
dominantes reflejase más la ideología de la burguesía hegemónica de los
países capitalistas centrales que su propia situación de intereses de clase
como proletarios. El socialismo reformista y las tácticas de apoyo a la
burguesía nacional de ciertas corrientes del socialismo revolucionario
reforzaron esa tendencia. El riesgo dramático que enfrentamos consiste en
un nuevo sumergimiento. La incorporación al espacio económico, social
y político de las sociedades capitalistas centrales renueva el horizonte
cultural de las clases burguesas. Bajo el capitalismo monopolista dependiente
podrá ocurrir el fenómeno que se dio bajo el capitalismo competitivo
dependiente. Tanto internamente como desde afuera, el escenario está
preparado para compatibilizar el crecimiento morfológico de los proletarios
como clase en sí con una conciencia de clase esterilizada y con dinamismos
de lucha de clases desposeídos de cualquier elemento político y de un eje
verdaderamente revolucionario.

Y por si fuese poco, la gran preocupación no sólo va en la dirección del


comportamiento del Movimiento obrero, sino del bloque social de los
oprimidos y explotados en su conjunto frente al dilema del radicalismo
compensatorio o los Socialismos de Fachada:

El conocimiento preciso de las contradicciones y su aprovechamiento


inteligente, organizado y despiadado es vital, pues, para el movimiento
obrero. O bien permanece como vagón de cola del movimiento burgués, como
su otro invertido, o si no, avanza por el terreno espinoso de lanzar las
contradicciones contra el orden existente, para mejorarlo o para destruirlo.
Esto significa salir de sí mismo, realizar las funciones negadoras intrínsecas
al movimiento obrero, hacer que la sociedad capitalista salte de una
revolución que abortó a otra revolución que comenzará llevando a todas las
contradicciones existentes a su disolución completa y final.

El asunto no está en el pacto con la burguesía monopólica (porque no se


trata nisiquiera de las PYMES) o en la vociferación radical, sino en la
construcción de un vasto frente amplio revolucionario que pueda abordar las
tareas de la unidad en la diversidad, en las ateras del avance
revolucionario, sin caer en las trampas de la compensación radical que no
lleva a nada, o de un reformismo que sabe muy bién lo que hace: capitular
casi imperceptiblemente ante la estructura de mando y explotación del
metabolismo social del Capital, en nombre del legado revolucionario de
Chávez. ¡Ni desesperación ni cinismo!

Sobre la figura, pensamiento y acción de Chávez se construyen las más


paradójicas versiones para fines de legitimación de determinadas
posiciones y decisiones políticas del presente.

¿Quiénes podrán ver en el legado de Chávez sus complejidades, tensiones,


contradicciones, aciertos, errores, avances, retrocesos, contribuciones,
vacíos; en fin, analizarlo no como monolito apologético cargado de
superlativos para beneficios de una legitimidad post-Chávez, ya sea de
compensaciones radicales o de socialismos de fachada: gigante, eterno,
supremo?

¿Por qué no comprenderlo más bien en su dimensión humana, demasiado


humana; líder de la revolución, no cabe duda alguna, pero como igual
entre iguales, para seguirlo y para mantener la critica que tanto persistió
en valorizar, tal como postula una concepción rigurosa de la democracia
socialista y participativa?
Los enfoques contra-hegemónicos y su contribución a la

praxis teórica del pluralismo revolucionario

Por: Javier Biardeau R. | Domingo, 17/06/2007 10:25 AM | Versión para


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El Siglo XXI ha sellado la muerte de la teoría mono-cultural y mono-
lógica de la praxis revolucionaria. El fin de la falacia del dogmatismo
burocrático en el terreno de la “caja de herramientas revolucionaria” no
pude pasarse desapercibida sin graves errores. La superación del
cientificismo y del absolutismo filosófico son lugares comunes en el
terreno intelectual y cultural. Todo apunta a una recreación abierta de la
tradición socialista de Marx, Engels, Luxemburgo, Gramsci, Luckacs, y
otras voces descolonizadoras: Mariategui, Martí, Cabral, Fanon. La
ortodoxia en el terreno revolucionario es un simple emblema de
identidad para ritualizar la pertenencia a la cultura de aparato. Se abren
nuevas rutas: la ana-dia-léctica, por una parte, entre otros enfoques, y la
heteroglosia de lo nacional-popular por otra. Surgen nuevos valores-
fuerza: el pluralismo popular, la diversidad cultural, el diálogo de
saberes, la crítica radical a la ideología de aparato, la apertura a las
singularidades históricas en el terreno de los modos de subjetivación.

Existe una clara tendencia de destitución político-cultural de los ideales


castradores de una unidad revolucionaria sin diversidad radical-
democrática. Sin conciencia histórico-cultural, una ciencia revolucionaria
deviene en una recaída en el cientificismo y en el culto de la tecnocracia
de izquierda. No hay saber de una expertocracia (de la vanguardia
teórica) sobre el socialismo, hay diálogo y producción de saberes
contrahegemónicos. La emancipación de las clases populares y
subalternas será obra de ellas mismas, y no puede ser delegada en
“intelectuales tradicionales”, en los términos de Gramsci, en la pedantería
de voces infalibles, en el monopolio de un vocabulario hegemónico. La
revolución socialista requiere de un trastocamiento de categorías y
conceptos de la propia “lengua legítima” de la transformación; por tanto,
de una revolución del discurso socialista convencional. No puede ser
repetición de lo viejo, sino actualización y apertura a nuevas condiciones
y experiencias históricas. El temor a no encontrar recetas es un
sentimiento reaccionario que anhela certezas, seguridades, anclajes.

Malas noticias, no hay aplicación de recetas, se requieren múltiples


ensayos de investigación/acción popular, de retroacción entre propuestas
teóricas y acciones cotidianas de transformación. Los momentos teórico-
críticos forman parte del despliegue de una diversidad de actividades
humanas. Transformar relaciones sociales de dominación, de explotación,
de coerción, de hegemonía ideológica, de exclusión y negación cultural,
no es un asunto de recetas, ni de algoritmos, ni de determinismos. Es una
sucesión de actos político-culturales, de creaciones, de discontinuidades
instituyentes.

El futuro del nuevo Socialismo del siglo XXI vuelve a colocar en el centro
del debate el tema de la dominación, de la coerción, de la hegemonía
ideológica, de la discriminación, del control social, y de la exclusión como
formas de opresión que no pueden confrontarse exclusivamente bajo los
formatos de la política partidista. Una nueva forma-partido pasará
inevitablemente a cumplir un papel subsidiario, mediador y articulador
de otras formas de agregación de intereses, sin poder sustituirlas,
convirtiéndose posiblemente en un traductor social, político y cultural de
la nueva agenda de democratización del campo social.

Inevitablemente la forma/partido moderna ha sido destituida en su


centralidad de los nuevos circuitos y niveles del intercambio político, y su
viabilidad depende de un doble movimiento de renovación de sus
diseños organizativos, lo que implica ajustarse a la forma/red-plataforma,
y plantear relaciones de complementariedad horizontal con movimientos
sociales y nuevos agenciamientos político-culturales. La forma/partido no
ya no puede sustituir al poder popular constituyente, es solo una
delegación democrática, una mediación político-estratégica y por tanto no
un fetiche organizativo.

Allí adquieren relevancia los enfoques contra-hegemónicos,


discurso/praxis teórica que asumen la crítica radical de la dominación
social, política, cultural, religiosa, económica, mediática, tecno-científica,
de género, etc. Discurso/praxis de impugnación de los múltiples rostros
de la opresión. Existen diversas formas de opresión articuladas en
heterogéneos sistemas de dominación y desigualdad social: razas, etnias,
clases, géneros, edades, categorías socio-técnicas, campos culturales,
conformando cada una su malla de poder/dominio. No se trata
exclusivamente de la dominación de clase, y de la centralidad de la
explotación del trabajo asalariado. Allí hay un eje, pero no es el único eje
del conflicto social y político. Sin trabajo libre asociado no hay socialismo,
tampoco sin consumo no fetichista, sin estadolatria, sin delegación
autoritaria del poder, sin patriarcado, sin racismo, sin mono-cultura
hegemónica, sin democracia protagónica, sin diálogo de saberes. Como
ha planteado Esteban E. Monsonyi, se trata de patria, socialismo y
diversidad cultural contra la muerte. Se trata de una lucha contra diversas
expresiones de la barbarie.

Por tanto, los discursos no son inocentes, son emblemas de lucha que
prefiguran experiencias. Esto sucede con el uso y abuso del término
hegemonía. La hegemonía nace en la fábrica para Gramsci, pero también
nace en otros espacios de poder, desde la familia hasta el centro
comercial. La seducción, sugestión, influencia-persuasión coactiva son
parte de los dispositivos de control, vigilancia y normalización social.
Nuevos fenómenos de protesta colocan estos terrenos de lucha en la
agenda, y no pueden abordarse con simples medidas represivas o de
contra-propaganda política. El asunto es mucho más complejo, es una
pedagogía de la liberación social y cultural la que esta a la orden del día.
No se trata de hegemonía sino de liberar-nos de la racionalidad de la
hegemonía. Es, en principio, contra-hegemonía, en segundo lugar, elogio
de la diversidad político-cultural, del pluralismo socialista, no de una
nueva hegemonía, de una nueva lengua-cultura de dominio social.

El término hegemonía deriva del griego eghesthai, que significa


"conducir", "ser guía", "ser jefe"; o tal vez del verbo eghemoneno, que
significa "guiar", "preceder", "conducir", y del cual deriva "estar al frente",
"comandar", "gobernar". El nuevo socialismo del siglo XXI implica auto-
gobierno popular, menos representantes, jefes y caudillos. Como ha dicho
Simón Rodríguez, que el “pueblo aprenda a gobernarse”, no que se
acostumbre y que sea programado ideológicamente para que lo
gobiernen. Esto implica una pedagogía de nuevas autonomías críticas, de
nuevos modos de subjetivación, mas allá del colectivismo uniformador
(una nación orgánica-un ideal esencialista) y del egoísmo posesivo.

Por eghemonia el antiguo griego entendía la dirección suprema del


ejército. Se trata pues de un término militar. Egemone era el conductor, el
guía y también el comandante del ejército. En el tiempo de la guerra del
Peloponeso, se habló de la ciudad hegemónica, a propósito de la ciudad
que dirigía la alianza de las ciudades griegas en lucha entre sí. También,
Hegemonía es un concepto clave en los Cuadernos de la cárcel de
Gramsci. En las discusiones no siempre se precisa bien el concepto al que
se hace referencia con la palabra, ni cuando se dice que tal partido o clase
social aspira a la hegemonía, ni cuando se critica a los que dicen aspirar a
ella.

La hegemonía alude al predominio y liderazgo del hegemon, del


conductor o guía militar, del que va a la cabeza. Y, por extensión, se suele
identificar la hegemonía con el primado de un estado sobre otros en las
relaciones internacionales o con la dominación de una clase o grupo social
sobre otros en el interior de las naciones. Todos estos usos de la palabra
hegemonía connotan la idea de superioridad material sobre otros:
primacía, primado, preeminencia o dominio. Y en los estados modernos y
contemporáneos está idea conlleva la idea de coerción por la fuerza, en
última instancia militar, aunque no siempre y necesariamente militar.
También hay violencias simbólicas, imposiciones, adoctrinamientos y
programaciones ideológicas. Toda una concepción bancaria-difusionista
de los campos culturales. Todo un cuerpo de tecnologías de disciplina,
normalización y control de masas.

En la tradición socialista que cuaja en el siglo XX, y que es la de Gramsci,


la palabra hegemonía se ha seguido usando en la misma acepción. La
mayoría de los teóricos social-comunistas del siglo XX ha empleado la
palabra para referirse a la inversión del tipo de dominación existente bajo
el capitalismo, o sea, al cambio de signo social y político del poder. Así se
ha podido decir que las revoluciones del siglo XX han cambiado (o han
aspirado a cambiar) el signo de la hegemonía social anteriormente
existente. La mayoría de los teóricos social-comunistas ha mantenido que
el proletariado aspira a la hegemonía, entendiendo por ello que pretende
ocupar el lugar social, económico y político que anteriormente ocupaba la
burguesía. Esta tradición ha pensado, por tanto, que la hegemonía sólo
cambia de signo cuando la nueva clase, la clase subalterna, ha tomado el
poder y puede ejercer la dominación sobre las otras clases sociales.
Hegemonizar es mandar; y el mandar, con lo que tiene de coerción, es
algo necesario mientras la sociedad esté dividida en clases sociales. Hoy
sabemos que no solo se trata de controlar el monopolio de la violencia
legal y legítima (el Estado-coerción), sino del monopolio de la función de
mando económica (“la hegemonía nace en la fábrica” y de la violencia
simbólica legítima (los aparatos y campos hegemónicos).

Este imperativo del hegemonizar como mandar continúa dándose incluso


después de la revolución y de la toma del poder por sectores, grupos y
clase (o las clases) subalterna(s). Por una razón muy sencilla, a saber:
porque una clase social subalterna puede conquistar el poder político
(estar en el gobierno) y no tener todavía el poder económico ni cultural, el
cual, como se sabe, suele ser un prerrequisito básico del poder militar. Sin
embargo, la palabra hegemonía no dice nada de la prefiguración del
orden nuevo por-venir. ¿Es la misma lógica de dominio que se reproduce
ad infinitum? Planteamos que no, que hay una discontinuidad si se trata
de una transformación radical, que se trata de una transición desde la
racionalidad del dominio a las razones y pasiones liberadoras, y esto
significa pasar a la construcción crítica de un nuevo poder constituyente
como poder popular radicalmente democrático.

Mientras el elitismo democrático es el paradigma por excelencia de la


política liberal, una alternativa contra-hegemónica implica una
superación de cualquier figura del elitismo (para no hablar en este
momento del elitismo revolucionario que inspira diversos despotismos).

No se trata de hegemonía, y mucho menos de hegemonía estatal. Se trata


del autogobierno nacional-popular, un autogobierno de singularidades
revolucionarias articuladas en multitud. Pensar desde la hegemonía es
reproducir la delegación de poder, anular el poder constituyente, así sea
adjetivada como hegemonía alternativa. Se trata de desplazar
gradualmente la subjetividad hegemónica, por subjetividades
liberadoras. No se trata de la circulación de las elites, ni de una nueva
“clase política”, ni del fetichismo del poder delegado, se trata de un
trastorno, de una torsión del imaginario de la dominación, de la ruptura
de la hegemonía incluso, como influencia intelectual y moral de un
estrato dirigente sobre estratos dirigidos.

El postulado básico como horizonte de transformación radical es la


democracia de los productores directos. También, de reproductoras
directas, de nuevas autonomías y singularidades constituyentes. Allí
confluyen democracia y socialismo.

El planteamiento de Gramsci es, por tanto, mucho más radical y libertario


que una sustitución de una hegemonía capitalista por una hegemonía
socialista, es la emancipación de toda forma de dominación y hegemonía.
Se trata de pasar a una socialización del poder económico, político y
cultural, y esto implica una radical democratización, una radical
desconcentración del poder.

Gramsci nos da indicaciones precisas de la problemática que funda los


estudios contra-hegemónicos. En los “Elementos de política” presentes en
las notas sobre Maquiavelo y el Estado Moderno encontramos lo
siguiente:

“En este dominio es preciso decir que los primeros en ser olvidados son
justamente los primeros elementos, las cosas más elementales, y como se
repiten infinidad de veces, se convierten en los pilares de la política y de
no importa cuál acción colectiva. El primer elemento es de que existen
realmente gobernados y gobernantes, dirigentes y dirigidos. Toda la
ciencia y el arte político se basan en este hecho primordial, irreductible
(en ciertas condiciones generales). Sus orígenes constituyen un problema
en sí, que deberá ser estudiado en sí (por lo menos podrá y deberá
estudiarse cómo atenuar y hacer desaparecer el hecho mutando aquellas
condiciones que sean identificadas como actuantes en este sentido), pero
permanece la consideración de que existen dirigentes y dirigidos,
gobernantes y gobernados. Partiendo de este hecho habrá que analizar
como dirigir de la manera mas eficaz (dados cierto fines) y por lo tanto
cómo preparar de la mejor forma a los dirigentes (y en esto consiste
precisamente la primera sección de la ciencia y del arte político). Pero
habrá que analizar además, por otro lado, cómo se conocen las líneas de
menor resistencia o racionales para obtener la obediencia de los dirigidos
o gobernados. Para formar los dirigentes es fundamental partir de la
siguiente premisa: ¿Se quiere que existan siempre gobernados y
gobernantes, o por el contrario, se desean crear las condiciones bajo las
cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esta división?, o sea,
¿Se parte de la premisa de la perpetua división del género humano o se
cree que tal vez tal división es solo un hecho histórico, que responde a
determinadas condiciones? Sin embargo, es necesario tener claro que la
división entre gobernados y gobernantes, si bien en ultima instancia
corresponde a una división de grupos sociales, existe también, en el seno
del mismo grupo, aunque este sea homogéneo desde el punto de vista
social. En cierto sentido, se puede decir que tal producto de la división
del trabajo es un hecho técnico. Sobre esta coexistencia de motivos
especulan quienes ven en todo, solamente “técnica”, necesidad “técnica”,
etc., para no plantearse el problema fundamental. Dado que también en el
mismo grupo existe la división entre gobernantes y gobernados, es
preciso fijar algunos principios inderogables. Y es justamente en este
terreno donde ocurren los “errores” más graves, donde se manifiestan las
incapacidades más criminales y difíciles de corregir. Se cree que, una vez
planteado el principio de la homogeneidad de un grupo, la obediencia no
solo debe ser automática y existir, sin una demostración de su
“necesidad” y racionalidad, sino que debe ser también indiscutible,
(algunos piensan y lo que es peor actúan según este pensamiento, que la
obediencia “vendrá” sin ser exigida, sin que sea indicada la vía a seguir).
Es así difícil extirpar de los dirigentes el “cadornismo”, o sea la
convicción de que una cosa será hecha porque el dirigente considera justo
y racional que así sea.”

¿Qué nos enseña Gramsci? Una vía para la crítica radical de la separación
entre dirigentes y dirigidos, entre gobernantes y gobernados. Así mismo,
una crítica al “cadornismo”: El término proviene del General Luigi
Cadorna, jefe del estado mayor del ejército italiano durante la retirada de
Caporetto (1917), de la cual fue el principal responsable. Caporetto puso
en evidencia el carácter erróneo de la conducción del ejército italiano, y el
“cadornismo” simboliza aquí el burocratismo o el autoritarismo de los
dirigentes que consideraban como superfluo el trabajo de persuasión de
los “dirigidos” para obtener su adhesión voluntaria. En fin, la sustitución
del mando vertical por el diálogo persuasivo, pedagógico y liberador:
“obtener su adhesión voluntaria”. Se trata de una acción contra-
hegemónica con la finalidad de argumentar las razones de una acción o
decisión, y obtener adhesiones voluntarias. Nada de persuasiones
coactivas, manipulaciones simbólicas o imposición de criterios.

Gramsci continua: “De allí que sea difícil también, extirpar el hábito
criminal del descuido en el esfuerzo por evitar sacrificios inútiles. Y sin
embargo, el, sentido común muestra que la mayor parte de los desastres
colectivos (políticos) ocurren porque no se ha tratado de evitar el sacrifico
inútil, o se ha demostrado no tener en cuenta el sacrificio ajeno y se jugó
con la piel de los demás. Cada uno habrá oído narrar a los oficiales del
frente cómo los soldados arriesgaban realmente la vida cuando realmente
era necesario, pero cómo en cambio se rebelaban cuando eran
descuidados. Una compañía era capaz de ayunar varios días si veía que
los víveres no alcanzaban por razones de fuerza mayor, pero se
amotinaba si por descuido o burocratismo se omitía una sola comida. Este
principio se extiende a todas las acciones que exigen sacrificio. Por lo cual
siempre, luego de todo acontecimiento, es necesario ante todo buscar la
responsabilidad de los dirigentes, entendida esta como el sacrifico estricto
(por ejemplo: un frente esta constituido por muchas secciones y cada
sección tiene sus dirigentes. Es posible que de una derrota sean mas
responsables los dirigentes de una sección que los de otra, pero se trata de
una cuestión de grados y no de eximir de responsabilidades a ninguno).”

Aquí hay una lección sobre las consecuencias de una dirigencia


irresponsable, que sacrifica a otros, o que los coloca en una situación de
sacrificio sin liderazgo intelectual y moral. Se trata del poder corrupto y
cínico, del cual tenemos ejemplos patéticos en el campo opositor.

Planteado el principio de que existen dirigentes y dirigidos, gobernantes


y gobernados, es verdad que los “partidos” son hasta ahora el modo mas
adecuado, de formar los dirigentes y la capacidad de dirección (los
“partidos” pueden presentarse bajo los nombres mas diversos, aún con el
nombre de anti-partido y de “negación de partidos”.”(P.41-42)

Para una revolución que aspira el autogobierno popular: “¿Se quiere que
existan siempre gobernados y gobernantes, o por el contrario, se desean
crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la
existencia de esta división?, o sea, ¿Se parte de la premisa de la perpetua
división del género humano o se cree que tal vez tal división es solo un
hecho histórico, que responde a determinadas condiciones?”.

Allí esta el problema central de los enfoques contra-hegemónicos: ¿se


construyen teorías liberadoras, que asumen en su interior las premisas
para prefigurar una nueva forma de cooperación y asociación humana, o
simplemente se abandona la crítica radical de las formas de dominación
social, una apuesta por la diversidad cultural y el pluralismo? Este es un
desafío central del nuevo socialismo del siglo XXI.

jbiardeau@yahoo.com.mx

El proyecto anti hegemónico de


Chávez y la lucha liberadora de
las mujeres
POR ALBA CAROSIO
Publicada 10/03/2014 · Actualizado 15/02/2016
El concepto de hegemonía puede
definirse como la dominación de un grupo sobre otro a través del
condicionamiento ideológico, formación de creencias, transmisión de valores,
en resumen, la creación de un sentido común que homogeneiza el
pensamiento. Consiste en modelar las interpretaciones con ideas que favorecen
a las clases dominantes y mantienen el status quo. La hegemonía es una
intervención sobre la vida cotidiana de los sujetos que coloniza todas y cada una
de las esferas de su vida con relaciones de dominación. Las clases dominantes
refuerzan su poder material con formas muy diversas de dominación cultural e
institucional, mucho más efectivas que la coerción o el uso de la fuerza. La
contra-hegemonía por el contrario implica crear espacios de liberación, a través
de sucesivos y prolongados actos de ampliación de espacios de libertad. Se trata
de explorar en la práctica el horizonte político de la no-dominación e impulsar la
construcción de conciencia política autónoma en los sectores populares. Plantea
el paso de los intereses particulares hacia los intereses generales, e integra
diversidad de sujetos y subjetividades hacia un bloque social alternativo.
Veamos en qué consistió el Proyecto Contra-Hegemónico del Comandante
Hugo Chávez Frías. Cuando Chávez insurge en el año 1992, y luego cuando llega
al poder en 1998 estaba instalada en Venezuela, en América Latina y en el
mundo la más completa hegemonía capitalista y neoliberal. A partir de los años
80 y afirmándose en los 90, el pensamiento neoliberal se instaló como la única
vía posible de organización económica y social. Elemento clave de esta
hegemonía fueron la desregulación del capital y del trabajo, se liberó al capital
para que circule y se acumule con la menor cantidad de trabas posible, y tenga
obligaciones mínimas con el trabajo. Todo esto condujo a la fragmentación
social y la mercantilización extrema de la vida social, todo se volvió mercancía,
se aceleró la precarización laboral y la supervivencia. La ideología del mercado
como gran ordenador de la vida social convenció a gran parte de la
intelectualidad de la socialdemocracia e incluso de la izquierda, partidos
latinoamericanos originariamente nacionalistas y populistas fueron inficionados
también. Los planes de ajuste y las privatizaciones se presentaron como únicas
soluciones posibles a los endeudamientos de los estados. Se fue produciendo un
profundo deterioro de las condiciones de vida de las grandes mayorías, al
mismo tiempo que gran decepción general y una aguda sensación de falta de
horizontes posibles, que servía como disciplinadora de movimientos y rebeldías.
Unos cuantos movimientos sociales fueron redireccionados transformándose en
ONG que prestaban atención directa y en cierta manera, actuaban como
amortiguadores de las políticas económicas. Como afirman Perry Anderson,
Emir Sader y otros, la izquierda había perdido la batalla de las ideas. El mensaje
era: el capitalismo es el destino universal y permanente de la humanidad. Nada
hay fuera de este destino pleno.
En el momento en que ocurrió la primera rebelión anti-neoliberal, de 27 de
febrero de 1989, era tan negra la situación que incluso el economista
accióndemocratista Iván Pulido Mora declaró que “…el plan de ajustes del
gobierno de CAP sólo estaba redistribuyendo la pobreza, dado que el peso de
las medidas económicas descansa sobre un noventa por ciento de la población,
que apenas rasguña el cuarenta por ciento de la riqueza creada” (Pulido en
Sanín; 1989: 91) . Frente a esta situación la rebelión de Hugo Chávez en 1992,
i

fue una brisa de esperanza para la amplia mayoría de la población venezolana,


por eso, el “por ahora” caló tan hondo en mente y corazón.
Con la percepción y penetración estratégica que el Comandante siempre tuvo,
entendió muy bien que no se trataba solamente de pobreza material del
pueblo, sino de decepción profunda, acompañada por una falta de democracia
envuelta con formalidades electorales. De allí la necesidad de un nuevo pacto
social, plasmado en una nueva Constitución. La idea de una Constituyente era
realmente antihegemónica, era discordante a los oídos de los políticos
tradicionales, pero el pueblo la comprendió cabalmente y por eso la apoyó de
manera aplastante (88%) en el referéndum que consultó la aprobación de su
convocatoria, y una original composición que reservaba tres puestos para
asambleístas indígenas. La redacción de la primera de las preguntas demuestra
la búsqueda de un nuevo modelo institucional, decía: “Convoca usted una
Asamblea Nacional Constituyente con el propósito de transformar el Estado y
crear un nuevo Ordenamiento Jurídico que permita el funcionamiento efectivo
de una democracia social y participativa? Sí o No”. Queda claro en esta
pregunta la propuesta de salto cualitativo de una democracia formal hacia una
democracia sustantiva. En la Instalación de la Asamblea Constituyente afirmó
“Tenemos pueblo y hay una revolución en marcha y es el pueblo el que guiará
ese potro libre de la revolución” (1999)
ii

A partir de allí, como nunca antes, se abrieron los cauces de la participación


popular, y también de un aumento exponencial de la politización y cultura
política de amplia mayoría el pueblo. Chávez retomó el concepto de pueblo,
entendido como el bloque de las y los excluidos, de las y los oprimidos, quienes
produjeron una explosión de creatividad y participación. El momento
constituyente fue un período de efervescencia participativa, con multitud de
propuestas que provenían de las bases y colectivos organizados que hacían
propuestas. Entre estos movimientos antes invisibles, estaban las mujeres que
organizadamente lograron incluir sus demandas históricas jamás antes
escuchadas. Recordamos que las mujeres organizadas decidieron incorporarse
activamente en el proceso de la Asamblea Constituyente: “fue considerado
como una oportunidad propicia para que las mujeres venezolanas participaran
activamente en la tarea de construir un mejor país” (Jiménez, 2000: 9). La
incorporación de las propuestas feministas en la Constitución significó una
ampliación y mejora de los objetivos revolucionarios del constitucionalismo
venezolano. La inclusión y la ampliación de la democracia implicó el
reconocimiento de igualdad a vastos sectores históricamente excluidos, tales
como las mujeres y los pueblos indígenas, por ejemplo (ambos con un inédito
reconocimiento constitucional).
Logros concretos para las mujeres fueron: el lenguaje inclusivo que atraviesa
toda la Constitución, y nos hace visibles; los tratados de DDHH entre ellos la
CEDAW con rango supraconstitucional; los derechos sexuales y reproductivos, y
el reconocimiento del trabajo del hogar como actividad económica que crea
valor agregado y produce riqueza y bienestar social.
La CRBV generó un nuevo “nosotros”, que se define como “pueblo”, algo más
que un conjunto de ciudadanos, como categoría política que significa
comunidad. El pueblo es significante clave en el proceso bolivariano que supera
una construcción política basada en un sujeto restringido o unilateral, sin la
riqueza del encuentro con los otros sujetos del campo popular. El nosotros del
campo popular está constituido por los conjuntos oprimidos por su clase, su
etnia y su género. Es el trabajo y la reflexión sobre formas de construcción
intersubjetivas, que deriven de resultados multiculturales y una visión pluralista
emancipadora. Y el pueblo entero se apropió de la nueva Constitución, fue
estudiada y discutida hasta en los más lejanos rincones del país, y constituyó un
importante aprendizaje colectivo
El cambio más significativo de la Constitución de 1999 se da en la amplia gama
de nuevas formas de participación, que definen un régimen político que
combina las formas tradicionales de la democracia representativa liberal
(separación de poderes, y la elección de autoridades ejecutivas y legislativas en
los niveles municipales, estadales y nacionales), con formas de democracia
directa, “participativa y protagónica“. El texto constitucional presenta un
modelo social contrahegemónico. Contra la hegemonía de las élites oligárquicas
Chávez opone el poder para el pueblo. Veamos como lo decía : iii

“Yo soy uno de los convencidos en este mundo, que la única manera para que se acabe la
pobreza es aquella que dice: ‘Si quieres acabar con la pobreza, dale poder a los pobres’.
¡Poder para los pobres!, ¡poder para el pueblo!”.
“El poder para nosotros es sólo un instrumento para hacer justicia y, además, un
instrumento para redistribuirlo y cada día transferirle mayores cuotas de poder político,
económico, al pueblo, a la mayoría, a la nación”.
“El protagonismo popular es un concepto bolivariano, democrático y eminentemente
revolucionario y se acerca a los mecanismos de una democracia que hoy no puede ser —lo
entendemos— exacta y absolutamente directa; pero sí tiene que ser protagónica”.
“El pueblo, más que una abstracción, debe ser una realidad concreta”.
“No en todos los tiempos hay pueblo, no basta que vivan veinte millones de habitantes en
un territorio de 912.050 km2 para que haya pueblo, no. Es una condición necesaria, mas
no es una condición suficiente; tiene que haber algo más para que ese conglomerado
humano, para que esa muchedumbre humana, permítanme la expresión, sea de verdad un
pueblo”.
“¿Cuáles serían las condiciones necesarias, esenciales, para que un grupo humano
pueda ser considerado un pueblo? Al menos dos condiciones esenciales: una de ellas es
que ese conglomerado tenga y comparta glorias pasadas, que comparta las glorias de su
pasado, conociéndolas, teniendo conciencia de dónde vienen. La otra es que no se quede
de espaldas, mirando hacia el pasado, sino que contemple su historia con una especie de
visión jánica, como aquel dios Jano de la mitología, que tenía dos caras: una mirando al
pasado y otra mirando al futuro”.
“Un pueblo sabio es instrumento vivo de su propia liberación, de su propia independencia
y de su propia grandeza”.
“Una revolución profunda es una revolución que comienza siendo ética y moral”, porque
ante todo “la revolución es un hecho cultural”
Muy tempranamente, el Comandante Chávez comenzó trabajar para
contrarrestar la hegemonía norteamericana mediante la integración de los
pueblos, y la integración latinoamericana. Revitalizó la OPEP, lo cual dio lugar al
aumento de precios del petróleo que permitió tener recursos para el
financiamiento de los planes sociales. A partir de 2003, se manifestó cada vez
con más fuerza y claridad, por ejemplo
“El Alca no es una solución a los graves problemas de América Latina, sino que sería un
agravante terrible, porque no prevé nada para los sin techo, los sin escuela, los sin
trabajo, por eso decimos que sería un mecanismo de integración desintegradora, porque
contribuiría a incrementar los grados de desintegración que tienen nuestras sociedades y
de divisiones muy peligrosas, porque ése es el caldo de cultivo para la violencia”. (2003)
“La alianza bolivariana (ALBA) no sólo es una urgencia histórica, sino la vía inexorable
para hacerle frente a la crisis estructural del capitalismo y, por eso mismo, el instrumento
unitario de mayor voluntad política a la hora de actuar en función de la impostergable
unidad de Nuestra América”. (2004)
Sostenía que “no hay que olvidar nunca que hay que avanzar y al mismo
tiempo cerrarle el paso a la contrarrevolución que impulsa Estados Unidos”, y
que
“La única amenaza real y verdadera para todos nosotros es la continuidad de la
hegemonía del imperialismo yanqui”
A ese proyecto tenemos que oponer la integración latinoamericana como condición previa
para cualquier negociación con una economía que representa el 70% de la totalidad del
continente. Del resultado de esa resistencia dependerá en gran parte el futuro del
continente, su capacidad de integración soberana o subordinada a lo largo del nuevo siglo.
En el camino de la integración latinoamericana el Comandante fue un motor
continuo de iniciativas y mecanismos que la hicieran cada vez más posible:
creación del ALBA (2004), Comunidad Suramericana de Naciones (CSN) (2004)
luego UNASUR, PETROCARIBE (2005), TELESUR (2005), Protocolo de Adhesión
de Venezuela al MERCOSUR (2006), CELAC (2010) y un gran conjunto de
relaciones bilaterales de apoyo e intercambio con los países hermanos. Siempre
creyó en la posibilidad de derrotar al imperialismo, sostenía:
“La América Latina ha empezado a cambiar y un nuevo rostro está definiéndose en
América Latina, en el Caribe. Estamos viviendo tiempos cruciales. Está muriendo una
época y está naciendo otra época”
El cambio y transformación social que se inició con el proceso bolivariano
significó para el movimiento feminista de las mujeres dos avances
importantísimos:
 Irrupción de las mujeres y sus derechos en la agenda política: los temas de
las mujeres alcanzan presencia en la agenda política, con el impulso de una
institucionalidad que se fue desarrollando en el Estado y con el concurso de
diferentes formas organizativas de mujeres.
 Partiendo de la plataforma de la CRBV se desarrollaron nuevas formas
comunitarias populares de mujeres, con amplia participación, que si bien
lucharon por intereses prácticos y principalmente de clase, fueron
afirmando en su accionar una conciencia de género novedosa.
Las mujeres del pueblo fueron las primeras defensoras y multiplicadoras de los
diferentes mecanismos que el Comandante fue impulsando para hacer
desaparecer la pobreza y para ir incluyendo y generando educación social y
política. Ellas contribuyeron a cambiar la cultura política, tomaron la palabra
hasta en los rincones más alejados con la convicción del derecho de
participación y protagonismo. Es parte de la construcción del poder desde
abajo, que luego cristalizará en la concepción del poder popular y sus leyes
(2010).
En los primeros años de gobierno hubo un importante aumento tanto del
gasto público como del gasto social. El Gasto Público como porcentaje del
Producto Interno Bruto pasó de 22,7% en 1998 a 27,8% en el año 2001. El Gasto
Social como porcentaje del Gasto Público pasó de 8,4% en 1998 a 11,3% en
2001. En Venezuela a partir del año 2004, las estadísticas muestran una
reducción sistemática de la pobreza, llegando la proporción de hogares pobres a
menos de la mitad de lo encontrado al comienzo de la etapa bolivariana. Los
hogares más beneficiados por la reducción de la pobreza fueron los hogares
encabezados por mujeres. Las Misiones Sociales y Educativas son la estrategia
de cambio social a la que temprana y masivamente se incorporaron las mujeres,
en las misiones educativas las mujeres tuvieron alrededor del 70% de
participación.
También se fue creando una institucionalidad para saldar la brecha histórica
de la desigualdad y la inequidad de género Desde este punto de vista, el Estado
venezolano ha venido desarrollando una institucionalidad conformada por el
Instituto Nacional de la Mujer (InaMujer) creado en 1999; el Banco de
Desarrollo de la Mujer (BanMujer) creado 2001; y la misión Madres del Barrio
“Josefa Joaquina Sánchez” en 2006 y el Ministerio del Poder Popular para la
Mujer y la Igualdad de Género en 2009. También hubo importantes logros
legislativos como la Ley por el Derecho de las Mujeres a una vida libre de
violencia (2007) y la Ley del trabajo, las trabajadoras y los trabajadores (2012).
A medida que se va construyendo el poder popular, y con amplia participación
de las mujeres, también va apareciendo una mayor conciencia de las
determinaciones de género y la sujeción específica que implica, y va
apareciendo la temática en reuniones, documentos y otros en los que se
prefigura la transformación y emancipación. También va siendo cada vez más
comprendida la relación entre socialismo y feminismo, se van posicionando
consignas que mucho dicen del rumbo ideológico, tales como “sin feminismo no
hay socialismo”, “sin feminismo no hay revolución” que van cristalizando la
conceptualización del socialismo feminista, hoy bandera del feminismo de
izquierda venezolano.
El propio presidente Hugo Chávez contribuyó con este impulso cuando, a
partir de 2005 propuso la idea del socialismo del siglo XXI. En enero de 2005,
Chávez anunció al Foro Social Mundial en Porto Alegre, Brasil, que era hora de
recuperar el sueño socialista. El llamado de Chávez a la construcción de un
nuevo socialismo para el siglo XXI marcó un punto de inflexión en la historia.
Antes de ese momento, incluso sectores de la izquierda creían que el colapso de
la Unión Soviética había anunciado la muerte del socialismo. Hugo Chávez fue el
gran revitalizador del socialismo como utopía pero también como ruta concreta
para construir sociedades más humanas, más solidarias y más fértiles para el
despliegue personal, con prioridad de la propiedad y bienes sociales por sobre la
acumulación, de las políticas sociales sobre los equilibrios económicos, de lo
popular por sobre la administración burocrática, apoyado en el pueblo y
enfrentando a las élites e indisolublemente unido a la soberanía nacional y la
democracia real participativa y protagónica.
Haciendo honor a su visión de que el socialismo se va construyendo en la
práctica, en la lucha contra todas las dominaciones y haciendo irreversibles los
avances hacia la justicia social y la igualdad, y la efectiva democratización de la
sociedad en todos los órdenes; a partir de 2007, el Comandante Chávez fue
declarándose cada vez con mayor frecuencia feminista, e instando a erradicar el
machismo, y construir una sociedad de iguales. Fue a partir de sus discursos que
se dio a conocer la frase de Louise Kneeland “El socialista que no es feminista
carece de amplitud. Quien es feminista y no es socialista carece de estrategia”
(Chávez, 2009), llegando a apoyar el concepto de socialismo feminista.
Soy feminista, el capitalismo es machista. Estoy convencido que para salvar este mundo se
necesita el espíritu de las mujeres.
“El socialismo del siglo XXI es antimachista. Admiro a la mujer y su lucha y su batalla, y
llamo a los hombres de Venezuela a que desterremos para siempre el machismo de esta
tierra, para que algún día declaremos a Venezuela territorio libre de machismo”.
(12/04/2007, “Aló, Presidente”, Programa Nº 281).
“Soy feminista lucho y lucharé sin tregua porque la mujer venezolana ocupe el espacio que
tiene que ocupar, en el corazón, en el alma de la Patria nueva, de la Revolución socialista”
(16/09/2010, Juramentación de las “Guardianas de Chávez”). Y aseguraba que “…la
dignidad de un pueblo pasa por la dignidad de las mujeres”, porque “…La Revolución
socialista debe ser feminista, defender a las mujeres que han sido explotadas, ellas y sus
hijas e hijos”. (10/12/2011, frente a comuneras del Hato “El Porvenir”).
Destaca la audacia del Comandante al derrotar prejuicios y apurar los procesos
de cambio en la región. “Si bien el rescate del socialismo era audaz, declararse
como feminista era más audaz aún”
El proceso bolivariano ha ampliado el campo de lo político, lo ha complejizado,
profundizado y ha incluido una variedad de sujetos y sujetas antes limitados a la
subalternidad, entre ellos de manera clara han emergido las mujeres y
especialmente las del pueblo. Hay un hacer política desde lo popular, y en este
sentido la visibilidad y la imaginación va mostrando los rostros diversos de la
opresión. Sabemos, desde hace mucho tiempo, que la subalternidad femenina
tiene dificultades propias no solamente por las costumbres y el patriarcado
milenario, sino también y principalmente porque cruza las sensibles esferas de
la afectividad y la cotidianeidad. Ése es su desafío y ésa es su fuerza
revolucionaria.
Caracas, 8 de marzo de 2015
i Sanin, Nohemi (1989) Los muertos de la deuda o el final de la Venezuela
Saudita. Caracas: Ediciones Centauro
ii Hugo Chávez. La construcción del Socialismo del siglo XXI: Discursos del
Presidente ante la Asamblea Nacional (1999-2012) Caracas, Ediciones de la
Asamblea Nacional, 2013
iii Pensamientos del Presidente Chávez. Compilación: Salomón Susi Sarfati.
Caracas, Ediciones Correo del Orinoco, 2011

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