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III. Las promesas y la ley (pp.

125-166)
La autoridad divina enseña que nadie ha podido jamás ser justificado por las obras de la ley.
Pero por la misma autoridad resulta firmísimo que nunca han faltado quienes cumplían la ley
y eran justificados.
La descendencia de Abraham no es carnal sino espiritual, porque no procede de la ley son de
la promesa. Ni la fe ni la promesa de Abraham pueden ser de ningún modo destruidas, ha
permanecido continuamente desde su nacimiento. Por lo tanto, los hijos de Abraham, no
procede de la ley sino de la fe por medio de la promesa.
¿Por qué la ley de las obras?, así vivían quienes no podían ser justificados por la Ley: porque
ante Dios nadie es justificado por la ley sino que el justo vive de la fe, para manifestar como
vivían quienes no habían cumplido la Ley. Pues las pasiones de los pecados, que existen por
medio de la Ley, actúan necesariamente en los miembros del que está en la Ley. Pues para
eso fue promulgada, para que abundase el pecado, porque la Ley es el poder del pecado. Pero
el que ha sido vendido al pecado ya no obra el bien que quiere, sino el mas que no quiere,
pues está de acuerdo con la Ley según el hombre interior.
En realidad para el bien de la fe promulgo la Ley como servidora de la muerte, para que los
amantes de la vida viesen la vida por la fe, y por la fe vivieran los justos, que no creen que la
realización de la Ley pueda cumplirse por su poder propio sino por el don de Dios. En efecto
la Ley no puede ser cumplida por la carne; castiga todo lo que no haya sido cumplido.
Pero la ley entro para multiplicar el pecado. Donde se multiplico el pecado, sobreabundo la
gracia. No dijo “fue dada”, sino: “sobreabundo”. En efecto desde el inicio fue dada por medio
de Cristo a los que huían de las molestias y el señorío de la Ley. Cuanto más grande sea la
fe, tanto más actúa Dios en nosotros.
Así pues, la promesa fue separada de la Ley y, puesto que es algo diverso, no puede ser
mezclada, pues cualquier condición debilita la promesa. En efecto, el apóstol dice: que la
promesa fue hecha por la fe y no por la Ley para que la promesa fuese firme. Dice: la Ley
produce la ira; pues donde no hay Ley, tampoco hay transgresión. Por eso (la promesa)
procede de la fe, para que la promesa sea firme según su gracia para toda la descendencia.
La Ley resulta un obstáculo para la acción no para la voluntad. Por que como carnal, el
hombre se encuentra bajo el poder del pecado alno poseer el Espíritu de Dios.

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