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Coordinadores
ISBN 978-607-02-4246-5
CONTENIDO
Palabras preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
Héctor Fix-Fierro
CONFERENCIAS INAUGURALES
La Constitución reformadora . . . . . . . . . . . . . . . 21
Diego Valadés
VII
VIII CONTENIDO
PALABRAS PRELIMINARES
XI
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Héctor Fix-Fierro
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EXPLICACIÓN PREVIA
XIII
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3
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11
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Son los hechos los que hablan del espacio escultórico univer-
sitario y el apoyo a jóvenes artistas hoy orgullo del país en el
ámbito cultural.
Los hechos que deja en sus obras para definir la evolución del
constitucionalismo mexicano y la mejor descripción, hasta ahora,
de las facultades metaconstitucionales en nuestro sistema presi-
dencial.
Los hechos que deja su proyecto de Reforma Universitaria y
la digna defensa del valor académico de nuestra casa de estudios.
Ahí quedan para la historia la defensoría de los derechos uni-
versitarios, la consolidación de la Ciudad de la Investigación en
Humanidades, las comisiones del Consejo Universitario para
llegar con toda transparencia a la verdad en distintos asuntos; la
creación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos; los re-
sultados del esclarecimiento de presuntos desaparecidos; resul-
tados en la defensa a periodistas o en la supervisión para la dig-
nificación de los centros de readaptación social; la creación del
Instituto Nacional para el Combate a las Drogas; la consolidación
de la Dirección de Bienes Asegurados; el servicio profesional de
carrera en policías y agentes del Ministerio Público; el Instituto
de Capacitación de la Procuraduría General de la República; la
ciudadanización del Instituto Federal Electoral; la consolidación
del Instituto Nacional de Migración; la creación de nuevos gru-
pos llamados Beta de protección a migrantes; la creación de los
Amigos de México en Francia; y las decenas de publicaciones,
tratados, libros, artículos y aportaciones en reformas constitucio-
nales y legales en las que participó para el desarrollo y progreso
de México.
Son sus hechos los que marcaron su trascendencia.
De Jorge Carpizo como universitario, colaborador, alumno y
amigo, aprendí infinidad de cosas. Lecciones a veces duras, en lo
profesional y en lo personal, en las cuales siempre tuve su consejo
cariñoso y desinteresado, pero sobre todo aleccionador.
Una de esas lecciones que sirven de guía hasta la fecha, es una
especie de ideario que él escribió para dejarle un mensaje a jóve-
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de arte que es. Nunca dejen de golpear a la materia para seguir dándo-
le forma y eso es lo que les espera en su vida. Continúen haciéndolo
para que la belleza de la obra de arte, irradie la luz y el equilibrio que
enriquecen la existencia.
Hay que actuar en la vida con respeto a principios éticos y mo-
rales, si no lo hacen por convicción, que es lo mejor y lo deseable,
háganlo por pragmatismo ya que ello ayuda grandemente a lograr la
felicidad. Pueden pensar que conocen a muchos triunfadores en el
campo profesional y que no se distinguen primordialmente por su
ética o moral. Ciertamente los hay, conozco a varios, o quizás a mu-
chos, pero de ellos, también sé que su vida privada y familiar, es un
infierno. Entonces de qué vale el éxito profesional.
La existencia es muy compleja, es como un gran rompecabezas
donde son muchas las piezas que deben ser acomodadas. Sepan ha-
cerlo, hagan que las piezas casen bien y que su escultura se cree y
recree hermosamente con los cinceles del profesionalismo, de la res-
ponsabilidad, de la ética, de la bondad y de la entrega apasionada.
LA CONSTITUCIÓN REFORMADORA
Diego Valadés
22 dIEGo VALADÉS
LA CONSTITUCIÓN REFORMADORA 23
24 dIEGo VALADÉS
LA CONSTITUCIÓN REFORMADORA 25
26 dIEGo VALADÉS
LA CONSTITUCIÓN REFORMADORA 27
28 dIEGo VALADÉS
LA CONSTITUCIÓN REFORMADORA 29
30 dIEGo VALADÉS
LA CONSTITUCIÓN REFORMADORA 31
I. Introducción
39
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4 Entre las citas al ius commune, véase Voto razonado del juez ad hoc Eduar-
do Ferrer Mac-Gregor Poisot en relación con la sentencia de la corte interameri-
cana de derechos humanos en el caso Cabrera García y Montiel Flores vs. Méxi-
co, 26 de noviembre de 2010; Sagüés, Néstor, “Obligaciones internacionales y
control de convencionalidad”, Estudios Constitucionales, Chile, año 8, núm.
1, 2010, pp. 117–136; García Ramírez, Sergio, “El control judicial interno de
convencionalidad”, IUS, Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla,
México, año V, núm. 28, julio-diciembre de 2011, pp. 123-159; Góngora Mera,
Manuel Eduardo, Inter-American Judicial Constitutionalism: on the Constitu-
tional Rank of Human Rights Treaties in Latin America Through National and
Inter-American Adjudication, San José, 2011; Piovesan, Flávia, “Proteção dos
direitos sociais: desafios do ius commune sul-americano”, Revista do Tribunal
Superior do Trabalho, vol. 77, núm. 4, octubre-diciembre de 2011, São Paulo;
id., “Direitos humanos e diálogo entre jurisdições”, Revista Brasileira de Direi-
to Constitucional, núm. 19, enero-junio de 2012.
5 Carpizo, Jorge, “Treinta años del Instituto Iberoamericano de Derecho
Constitucional”, Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional. Estatuto,
México, 2005, p. 18.
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1. Constatar el cambio
2. El papel de la academia
2. Estado abierto
1. Diálogo
2. Inclusión
42 Habermas, Jürgen, Zur Verfassung Europas. Ein Essay, 2011, p. 54; Luh-
mann, Niklas, Das Recht der Gesellschaft, 1993, pp. 582-585; Sen, Amartya,
The Idea of Justice, Londres, 2009, p. 117.
43 Carpizo, Jorge, “Perspectiva de la protección de los derechos humanos
en el México de 2010”, en Fix-Zamudio, Héctor y Valadés, Diego (coords.),
Formación y perspectivas del Estado en México, México, UNAM, 2010, pp. 98
y ss.
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3. Pluralismo jurídico
V. Rasgos esenciales
„
“técnico-jurídico fraseado en lenguaje hermético, que oscurece
las valoraciones del tribunal. Concebir las controversias jurídicas
como conflictos de principios es positivo; bienvenida a la luz del
principio democrático, ya que promueve el discurso público en
las decisiones judiciales.
3. El derecho comparado
Miguel Carbonell
I. Introducción
67
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68 Miguel Carbonell
70 Miguel Carbonell
72 Miguel Carbonell
74 Miguel Carbonell
76 Miguel Carbonell
78 Miguel Carbonell
80 Miguel Carbonell
82 Miguel Carbonell
84 Miguel Carbonell
86 Miguel Carbonell
88 Miguel Carbonell
90 Miguel Carbonell
19 Dworkin, Ronald, The Supreme Court Phalanx, Nueva York, The New
York Review Books, 2008.
20 Zagrebelsky, “Jueces constitucionales…”, cit., nota 16, p. 93.
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21 Idem.
22 Lewis, Anthony, Ninguna ley. El caso Sullivan y la primera enmienda,
Miami, SIP, 2000.
23 Robert Alexy, referencia inexcusable en el tema, suele citar el caso en
sus trabajos. Véase Alexy, Robert, “La fórmula del peso”, en Carbonell, Miguel
(coord.), Argumentación jurídica, 2a. ed., México, Porrúa-UNAM, 2012. En el
mismo libro, discutiendo las tesis de Alexy, pueden verse los ensayos de Bernal
Pulido, Carlos, “La racionalidad de la ponderación”; Moreso, José Juan, “Alexy
y la aritmética de la ponderación”; Clérico, Laura, “El examen de proporciona-
lidad: entre el exceso por acción y la insuficiencia por omisión o defecto”. Véase
también las distintas aportaciones que aparecen en Alexy, Robert et al., Dere-
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92 Miguel Carbonell
27 Ibidem, p. 95.
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94 Miguel Carbonell
28 Idem.
29 Idem.
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I. Consideración introductoria
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en línea en http://www.oas.org/dil/esp/tratados_B-32_Con-
vencion_Americana_sobre_Derechos_Humanos_firmas.htm
(consultada el 1o. de febrero de 2013).
Fernández, Eusebio, Valores constitucionales y derecho, Ma-
drid, Dykinson, 2009.
Fix-Zamudio, Héctor, “El derecho internacional de los derechos
humanos en las Constituciones latinoamericanas y en la Corte
Interamericana de Derechos Humanos”, Revista Latinoameri-
cana de Derecho, México, año I, núm. 1, enero-junio de 2004.
Gros Espiell, Héctor, Nuevas tendencias del constitucionalismo
en América Latina, México, UNAM, 2009.
Hervada, Javier y Zumaquero, José M., Textos internaciona-
les de derechos humanos, Pamplona, Universidad de Navarra,
1978.
http://www.efe.com/efe/noticias/america/portada/presidente-
guatemala-deroga-decreto-que-limitaba-competencia-corte-
idh/2/64/1945739 (consultada en febrero de 2013).
http://www.museodelasconstituciones.unam.mx/Museo/down-
loads/page23/page16.html (consultada en agosto de 2012).
“Iniciativa que reforma el artículo 1o. de la Constitución Políti-
ca de los Estados Unidos Mexicanos, suscrita por el diputado
Francisco Agustín Arroyo Vieyra, del Grupo Parlamentario del
PRI”, Gaceta Parlamentaria, año XVI, número 3679-II, jue-
ves 3 de enero de 2013, en línea en http://gaceta.diputados.
gob.mx/Gaceta/62/2013/ene/20130103-II.html#Iniciativa1
(consultada el 24 de enero de 2013).
Museo de las Constituciones de la Universidad Nacio-
nal Autónoma de México, La Constitución comentada para
niñas, niños y jóvenes… y para todos, México, Museo de las
Constituciones de la UNAM, 2012, fascs. 1, 2 y 3.
Pedroza de la Llave, Susana Thalía, entrevista sobre La mayor
herencia de Carpizo radica en su obra, realizada por Denise
Maerker, Radio Fórmula, México, 2 de abril de 2012, http://
www.radioformula.com.mx/notas.asp?Idn=235185
———, “La reinterpretación constitucional del fuero de guerra o
militar en el marco del Estado democrático”, Cuestiones Cons-
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I. Introducción
1 Scott, Austin, “Holmes vs. Walton: The New Jersey Precedent: A Chapter
in the History of Judicial Power and Unconstitutional Legislation”, American
Historical Review, vol. 4, núm. 3, 1899; Nelson, William, “The Eighteen Cen-
tury Background of John Marshall’s Constitutional Jurisprudence”, Michigan
Law Review, núm. 76, 1978, pp. 893 y ss.
2 Beasley, Dorothy Toth, “Federalism and the Protection of Individual
Rights: The American State Constitutional Perspective”, en Katz, Ellis y Tarr,
Alan (eds.), Federalism and Rights, Boston, Rowman & Littlefield Publishers,
1996, p. 101.
121
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IV. Conclusión
A Jorge Carpizo,
en agradecimiento a todas sus enseñanzas
I. Introducción
años desde que en 1803 se afirmara la posición de que una ley que
contradijera la Constitución debería dejar de aplicarse.2
América Latina ha seguido una senda construida con base en
las dos referencias anteriores, pero en la que el ingenio de la re-
gión ha provocado desarrollos jurídicos novedosos en torno a la
justicia constitucional.3 En México, debemos reconocer que, y es
nuestra hipótesis de partida, si bien se había mantenido hasta re-
cientes fechas en una posición conservadora, en la cual decidimos
transformar lentamente la Suprema Corte de Justicia en un Tribu-
nal Constitucional sin provocar un golpe jurisdiccional creando
un Tribunal Constitucional especializado, actualmente participa
en una carrera desenfrenada4 en la que al lado del control de le-
galidad, que no ha querido dejar la Suprema Corte de Justicia, ha
sumado el control difuso de constitucionalidad y el control de los
derechos humanos de fuente internacional, a través del control de
constitucionalidad. Esta situación hace que nos planteemos, con
cierta preocupación, cuál será el devenir de la justicia constitucio-
nal mexicana.
No es fácil hablar sobre el devenir de las cosas, mucho menos
si son jurídicas. Sin embargo, sí podemos realizar una proyección
hacia el futuro desde la situación en la que nos encontramos y que
rodea al tema, en donde podemos advertir señales que resultan
evidenciadoras.
Las dos áreas que a nuestro parecer reafirman a los TC’s son
el papel que han jugado como instrumentos para la consolidación
democrática y su intensa labor en la protección de los derechos
humanos.
Puede afirmarse que en los países en donde está consolidada la
democracia, los TC’s han desempeñado un papel más bien defi-
nitorio del sistema jurídico, de manera tal que aquí presenciamos
las grandes aportaciones teóricas jurídicas, no exentas del control
del poder pero que están principalmente recubiertas con una inte-
resante construcción jurídica. La creación jurídica, en todo caso,
encubre a la decisión por el control del poder.
En cambio, en los países que se encuentran en consolidación
democrática, como es el nuestro y la gran mayoría de América
Latina, los TC’s han desempeñado un papel de instrumento de la
consolidación democrática, de manera tal que antes que resolver
un punto jurídico o bien de realizar una construcción jurídica, lo
que se hace es resolver el problema político o social de fondo,
sobre todo porque el control político, en manos de los diferentes
actores del gobierno, no ha funcionado correctamente.8
Esto se ejemplifica, en el caso de México, con dos recientes
casos que ha resuelto la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
nuestro Tribunal Constitucional, el de “Florence Cassez” y el de
los “Trabajadores de Luz y Fuerza del Centro”.
En el caso Cassez, la Suprema Corte terminó resolviendo un
asunto que era más bien de la competencia de un tribunal federal
inferior, del Tribunal Unitario, toda vez que no quedó claro el cau-
ce como llegó a la Corte, pues si bien fue a través de un amparo
directo en revisión, éste queda sujeto a la existencia de cuestio-
nes de constitucionalidad, las que no fueron bien determinadas
pero sobre todo permaneciendo múltiples aspectos de legalidad.
Ciertamente el argumento quedó centrado en el incumplimiento
11 Para apreciar con más detalle este impacto, puede verse la obra coor-
dinada por Corzo Sosa, Edgar et al., El impacto de las sentencias de la Corte
Interamericana, México, Tirant lo Blanch, 2013.
12 Pueden verse algunas consecuencias en el artículo de José Ramón Cossío
Díaz, “Primeras implicaciones del caso Radilla”, Cuestiones Constitucionales
Revista Mexicana de Derecho Constitucional, México, núm. 26, junio-diciem-
bre de 2012, pp. 31-63.
13 No podemos dejar de mencionar que la relación entre justicia constitu-
cional y ámbito internacional fue analizada desde finales de los años setenta
por Mauro Cappelletti, en su artículo “Justicia constitucional supranacional”, en
donde expone el control de la legitimidad comunitaria de las leyes y la jurisdic-
ción internacional de las libertades, realizando un estudio del continente ame-
ricano. Véase la compilación que contiene este artículo en la obra de su autoría
La justicia constitucional (estudios de derecho comparado), México, UNAM.
1987, pp. 215-242.
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III. Conclusión
Héctor Fix-Zamudio
I. Introducción
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duos presentes, acuerde las reformas o adiciones, y que éstas sean aprobadas por
la mayoría de las legislaturas de los estados”.
12 Cfr. Fix-Zamudio, Héctor, “Hacia una Ley de Amparo”, Estudios en ho-
menaje a Manuel Gutiérrez de Velasco, México, UNAM, 2000, pp. 287-338.
13 La primera traducción española de esta obra fue publicada en Francia en
1836, por lo que fue conocida en Latinoamérica ese mismo año, lo que influyó
a que los ordenamientos de la región adoptaran este sistema de control difuso
de inconstitucionalidad con diversos matices y modalidades, y en México, por
conducto del juicio de amparo. No es coincidencia que una nueva publicación
de dicha traducción al castellano fuese publicada en México en 1855, año en el
cual se convocó al Congreso Constituyente que aprobó la carta federal de 1857.
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14 Son numerosos los estudios doctrinales en nuestro país que han señalado
la necesidad de suprimir, o al menos atenuar, la llamada “fórmula Otero”: Fix-
Zamudio, Héctor, “La declaración general de inconstitucionalidad y el juicio de
amparo”, Boletín Mexicano de Derecho Comparado, México, núms. 10 y 11,
enero-agosto de 1971, pp. 53-98, incorporado al libro del mismo autor, Ensayos
sobre el derecho de amparo, 3a. ed., México, Porrúa-UNAM, 2003, pp. 183-
326; “La justicia constitucional en Latinoamérica y la declaración general de
inconstitucionalidad”, Revista de la Facultad de Derecho de México, México,
núm. 11, septiembre-diciembre de 1979, pp. 641-694; publicado posteriormente
en la obra: La jurisdicción constitucional en Iberoamérica, Bogotá, Universidad
del Externado de Colombia, 1984, pp. 439-493; Castro, Juventino M., Hacia el
amparo evolucionado, 2a. ed. México, Porrúa, 1977, pp. 34-44; Vallarta Plata,
José Guillermo, “El Poder Judicial y el sistema de la declaración de inconstitu-
cionalidad como medio de depuración del sistema jurídico mexicano”, El Poder
Judicial en los sistemas constitucionales latinoamericanos, pp. 169-186; Agui-
lar Álvarez y de Alba, Horacio, El amparo contra leyes, México, Trillas, 1989,
pp. 109-128; Castillo Soberanes, Miguel Ángel, “La declaración general de in-
constitucionalidad como medio de depuración del sistema jurídico mexicano”,
Ars Iuris. Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana,
México, núm. 6, 1991, pp. 49-72.
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I. Introducción
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VII. Epílogo
César Astudillo
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I. Introducción
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II. Metodología
5 Cfr. La Política.
6 Cfr. El Príncipe.
7 Cfr. El espíritu de las leyes.
8 Cfr. El Estado constitucional.
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2. El proceso legislativo
10 Ahora que los partidos principales se han fortalecido y ganan buen núme-
ro de legisladores en los distritos y las entidades federativas, puede ser el tiempo
para cambiar el sistema “mixto con dominante mayoritaria” diseñado por Reyes
Heroles, e ir al establecido en la Constitución alemana, que es paritario, es decir
que integra la mitad de los legisladores por el principio de mayoría relativa y la
otra mitad por el principio de representación proporcional.
11 La Law Library es una división de la Biblioteca del Congreso de los Es-
tados Unidos de América, que tiene varios millones de volúmenes y en la que se
encuentran todos los sistemas jurídicos del mundo divididos en ocho regiones.
En ellos no sólo se encuentran los textos actualizados de las Constituciones y las
leyes, sino incluso textos teóricos e interpretativos sobre esos sistemas.
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COMPARACIÓN Y GLOBALIZACIÓN
(LAS CATEGORÍAS DEL DERECHO CIVIL Y EL PARASITISMO
METODOLÓGICO DE LOS CONSTITUCIONALISTAS
EN EL ESTUDIO DEL DERECHO COMPARADO)*
Lucio Pegoraro
1. Premisa
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2 Como testimonio del amplio uso de las palabras “derecho público com-
parado”, también en el caso de la docencia universitaria, están los volúmenes
que demuestran el interés de los docentes por los ordenamientos extranjeros tal
y como refleja su contenido, y todavía más en el ámbito de los cursos rigurosa-
mente denominados “derecho constitucional” (… o en portugués, naturalmente
“direito constitucional”). Véase por ejemplo los volúmenes de Tajadura Tejada,
J., El derecho constitucional y su enseñanza, Lima, Ed. Jurídica Grijley, 2001,
y de Blanco De Morais, C., “Direito constitucional II. Relatório”, Revista da
Faculdade de direito da Universidade de Lisboa, Lisboa, 2001.
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las relaciones entre estudio del derecho interno y estudio del de-
recho comparado, han dedicado más atención a la relación con
el derecho extranjero. Lo que todos han dicho y escrito es que
hacer derecho comparado tampoco significa limitarse a describir
el funcionamiento de ordenamientos extranjeros, o de específicas
instituciones que los componen.4
Hay que destacar que una de las clásicas distinciones en que
hacen hincapié los maestros del derecho comparado es aquella
entre derecho extranjero y derecho comparado, advirtiendo que el
estudio del derecho extranjero —es decir otro, diferente del propio
ordenamiento estatal al que pertenece el autor, considerado, por lo
tanto, conocido— constituye de por sí el presupuesto5 de la com-
paración (el medio respecto al fin), pero no hay que confundirlo
con él.6 El examen comparado del derecho —siempre según esta
opinión— sigue la fase del conocimiento del derecho extranjero
(desconocido) y se concreta en la comparación con otro derecho
(generalmente, el derecho del autor) con el objetivo de observar
las semejanzas y las diferencias (y derivar las consecuencias).
4 Sobre las premisas teóricas para el uso del derecho extranjero (en los di-
ferentes formantes, incluido el doctrinal), véase G. Dannemann, “Comparative
Law: Study of similarities or differences?”, en Reimann y Zimmermann (dirs.),
The Oxford Handbook of Comparative Law, cit., p. 404 ss.
5 Véase entre los escritos de Gorla, G., “Prolegomeni a una storia del diritto
comparato europeo”, en Sacco, R. (coord.), L’apporto della comparazione alla
scienza giuridica, Milán, Giuffrè, 1980, p. 284.
6 La afirmación es tan frecuente en la doctrina que es sorprendente que to-
davía alguien opine lo contrario y confunda las dos cosas (véase por ejemplo,
Gorla, G., voz: “Diritto comparato”, Enciclopedia del diritto, Milán, Giuffrè,
1964, t. XII, p. 391). En cambio, Lombardi, G., Premesse al corso di diritto
pubblico comparato, Milán, Giuffrè, 1986, pp. 29 y ss., rechaza la condena que
se hace al estudio del “derecho extranjero” porque es “presupuesto necesario”
del análisis comparado, manifestando su escepticismo en orden a la ecuación
derecho extranjero = derecho desconocido, derecho propio = derecho conoci-
do. Según Lombardi, “conocer el derecho extranjero (o externo, o “desconocido
todavía”) es, por tanto, comparación, porque representa la primera operación
mental, esto es, la “construcción” o “reconstrucción” de uno de los términos
(que pueden ser múltiples, en el tiempo y en el espacio) del cotejo”.
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9 Sacco, R., Introduzione al diritto comparato, 5a. ed., Turín, UTET, 1992,
en el “Trattato di diritto comparato” dirigido por él, p. 17, nota 34.
10 A lo mejor (excluidas algunas corrientes americanas) la crítica más dura a
los intereses metodológicos es la de Radbruch, G., Einfhürung in die Rechtswis-
senschaft (1910), 9a. ed., al cuidado de Zweigert, K. y Koehler, K. F., Stuttgart,
1952 (ahora en id., Gesamtausgabe, al cuidado de Kaufmann, A., Bd. 2, Heidel-
berg, Müller, 1993), que en su cita de la versión inglesa del manual de Zwei-
gert, K. y Kötz, H., Einfürung in die Rechtsvergleichung. Band 1: Grundlagen,
Tübingen, Mohr Siebeck (1971, pp. 32 y ss.), An Introduction to Comparative
Law, 3a. ed., Oxford, Clarendon Press, 1998 (pp. 27 y ss.), dice esto: “sciences
wich have to busy themselves with their own methodology are sick sciences”.
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2012, pp. 3 y ss., especialmente 6 y ss. Sobre el tema véase el número 2/2012
del Annuario di Diritto Comparato e di Studi Legislativi, dedicado a “Misurare
il diritto”, pp. 7-352.
18 Véase el listado de métodos usados a lo largo de más de cien años en Rei-
mann, R., “The Progress and Failure of Comparative Law in the Second Half of
the Twentieth Century”, American Journal of Comparative Law, núm. 50, 2002,
especialmente pp. 671 y ss.
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una etiqueta general para definir los estudios que, usando métodos
variados, “se ocupan en cualquier forma de derecho extranjero”.23
Como lo evidencian las impostaciones del inicio del siglo XX,
en las que prevalecía la idea del “servicio” para la legislación, y
la evolución de la materia en los Estados Unidos (donde su decli-
ve se debe a sus escasos efectos económicos), el debate sobre la
relación ciencia/método es todavía determinante y exclusivo de
una grande distinción, conectada con la relación medio/fin, y en
consecuencia la prevalencia de los fines teóricos o prácticos de la
comparación.
Esta distinción, que afecta el mismo sentido de la comparación
y la forma de hacerla, se conecta: a) a las raíces históricas de la
materia, y a la misma construcción de una ciencia y/o un método
de la comparación; b) a la predisposición de instrumentos meto-
dológicos comunes a diferentes ramas de la ciencia jurídica y a la
búsqueda de especialidades y subdivisiones; c) a la introducción,
construcción y articulación de materias universitarias autónomas
(y/o, de forma consecuente, a la enseñanza de metodologías com-
parativas); d) a la utilización práctica de la comparación, para la
unificación del derecho, la interpretación judicial, la codificación.
Por lo tanto, hay que aclarar que:
a) existe una correspondencia biunívoca entre nomen (ciencia)
y finalidades de la comparación.24 Si el fin de la comparación es
el conocimiento, o mejor dicho la creación de un sistema de co-
nocimientos, y sus herramientas están reconocidas por el mundo
científico, se trata de una ciencia. Si, al contrario, partimos del
dato que se trata de una ciencia (es decir, damos por hecho el
reconocimiento de la comparación como ciencia), no se puede
no perseguir dichos fines, y pasan a segundo plano las aplicacio-
nes prácticas (desde el punto de vista doctrinal, entender mejor
el derecho nacional; desde el legislativo, legislar mejor; desde el
jurisprudencial, interpretar de forma no “originalista” con mayor
apertura, etcétera).
Son evidentes los reflejos sobre un formante específico: la doc-
trina. Quien estudia el derecho comparado como ciencia, cuando
ha seleccionado y ordenado el material, tiene los objetivos de en-
contrar qué divide y qué une, con relación a un objeto —el dere-
cho, o el derecho civil, o el derecho constitucional, etcétera—, de
crear clases y categorías, de edificar modelos, de analizar su fun-
cionamiento, si son exportables o importables, por qué, etcétera.
Quien usa la comparación como método emplea la confrontación
para dar juicios valorativos sobre su ordenamiento (o sobre otro);
pero aunque su objetivo no es la comparación, es un comparatis-
ta, pues usa el método comparativo.25 Se queda al margen quien
estudia sólo los derechos extranjeros (o, peor, un solo derecho ex-
tranjero), meramente parangonándolos entre ellos (o con el suyo),
y dejando a los verdaderos comparatistas el papel de deducir los
resultados de las noticias/crónicas/reconstrucciones expuestas (de
derecho interno). Naturalmente, en ambos casos, el estudio del
derecho extranjero es la premisa de la comparación, y si no es
autorreferencial se incluye entre los estudios comparados.
b) Existe un método comparativo para desarrollar varias cien-
cias (jurídicas y no jurídicas, desde la anatomía a la ciencia polí-
tica o el derecho penal). Este método se pone al servicio de otras
ciencias, no representando la comparación un objetivo, sino un
medio para entender mejor el objeto de la ciencia afectada. Como
E., “Unde Venit, Quod Tendit Comparative Law”, en Harding, A. y Örücü, E.,
Comparative Law in The 21st Century, La Haya, Kluwer, 2003, pp. 1 y ss.
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1. Premisa
“macro”, que tiene que ver por un lado con las familias jurídicas
(clase creada por los privatistas) y por otro lado con las formas de
Estado (clase creada por los constitucionalistas), y hay que consi-
derar las interferencias recíprocas.
Hay también sectores/materias/objetos de interés común: ne-
cesariamente lo es la organización de las fuentes, que influye en
cualquier ámbito del derecho. Lo es igualmente la justicia consti-
tucional, por la misma razón, pero también porque tras Kelsen los
primeros en estudiarla y en categorizarla como ciencia (derecho
procesal constitucional) fueron los estudiosos del derecho proce-
sal civil, especialmente italianos, franceses, españoles y latino-
americanos, y sólo más tarde los constitucionalistas.
Finalmente, como para los privatistas algunos temas específi-
cos caracterizan la materia (estudios comparados sobre el trust,
sobre el contrato, sobre la responsabilidad…), otros representan
los pilares “objetivos” de la ciencia constitucional: derechos y li-
bertades, tipos de Estado, formas de gobierno, organización del
Estado. Su estudio comparado ha exigido la creación de clases,
categorías y respectivos métodos para empezar a ocuparse de
ámbitos nuevos, desde el siglo XX, respecto de los manuales y
la ciencia del derecho (privado) comparado (general). En estos
campos, nada más los constitucionalistas han opinado. Y a los
comparatistas-constitucionalistas les correspondería verificar si el
objeto específico del derecho constitucional necesita instrumen-
tos diferentes de los tradicionales. La acentuación de peculiarida-
des metodológicas conectadas con las especificidades objetivas y
la construcción consecuente en sistema de la comparación cons-
titucional, justificaría su cualificación como ciencia distinta de la
ciencia (general) del derecho comparado. Las consecuencias no
serían sólo autorreferenciales, sino también prácticas, con reflejos
en los formantes: en primer lugar el doctrinal, pero cada vez más
los demás (normativo y jurisprudencial).
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superior a las demás leyes y a los demás actos de los poderes públi-
cos. Éstos —autoridad jurisdiccional o no— tienen que interpretar
la Constitución para aplicarla, es decir, tienen que recrearla sin ser
vinculados, en esta actividad, por ninguna norma jurídica, sino sólo
por las relaciones recíprocas donde se sitúan.60
67 Véase Lupoi, M., Sistemi giuridici comparati, Nápoles, ESI, 2002, pp.
116 y ss., aunque admite que en esta fase de la comparación no hay alternativas
válidas si se deja de un lado la sistemología, afirma que “los sistemólogos enun-
cian caracteres distintivos... tan sumarios y tan intuitivamente percibidos que
corresponden a banalidades o abstracciones no demostrables o a vagas ascen-
dencias históricas sin fundamento específico, o a generalizaciones de lo que apa-
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rece mirando sólo algunas manifestaciones, por lo tanto sin una base real”. Lu-
poi considera además que, mientras la comparación privilegia la multiplicidad
de puntos de vista de un ordenamiento jurídico, su clasificación en un sistema o
familia obliga a elegir el punto de vista elegido como criterio de clasificación.
Sostiene que la utilidad de clasificar sigue en pie Glenn, H. P., “Comparative
Legal families and comparative legal traditions”, en Reimann y Zimmermann
(dirs.), The Oxford Handbook of Comparative Law, cit., pp. 421 y ss.
68 Ancel, M., Utilité et méthodes du droit comparé. Eléments d’introduction
générale à l’étude comparative des droits, cit., p. 65; en el mismo sentido, Dan-
nemann, G., “Comparative Law: Study of similarities or differences?”, cit., p.
389.
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69 Mattei, U., “Verso una tripartizione non eurocentrica dei sistemi giuri-
dici”, en varios autores, Scintillae iuris. Studi in memoria di Gino Gorla, Mi-
lán, Giuffrè, 1994, t. I, pp. 775 y ss. En inglés, id., “Three Patterns of Law:
Taxonomy and Change in the World’s Legal Systems”, American Journal of
Comparative Law, núm. 45, 1997, pp. 5 y ss.
70 Vergottini, G. de, Le transizioni costituzionali, Bolonia, il Mulino, 1998.
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3. Materias concurrentes
76 Véase por ejemplo Bennet, T. W., “Comparative Law and Critical Legal
Studies”, en Reimann y Zimmermann (dirs.), The Oxford Handbook of Com-
parative Law, cit., pp. 641 y ss., especialmente 671 y ss.
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Todo ello demuestra por qué casi todos los estudios compa-
rados han hecho siempre hincapié en el concepto de fuente, que
sirve como elemento determinante en las clasificaciones de las
familias jurídicas también para quienes prefieren otros caracteres
(la ideología, el papel del derecho, de la política, de la cultura,
etcétera). El constitucionalista comparatista no puede renunciar a
los aportes de los privatistas, sobre todo para evitar la perspectiva
eurocéntrica que reduciría el estudio de las fuentes a una simple
aplicación de teorías —como la de la Stufenbau— seguramente
no aptas para muchas realidades, desde el punto de vista histórico
y cultural, además del análisis sincrónico. La teoría general del
derecho (es decir, de las fuentes) es todo menos que “general”, si
se organizan los sistemas de producción del derecho en clases que
tengan en cuenta elementos como la legitimación del poder para
producirlo: por ello, al lado del derecho de origen “político” (en
sentido amplio, es decir, que deriva de la fuerza de un jefe, parla-
mentario o dictador o líder de una tribu), está también el derecho
de origen religioso (donde el precepto es: “obedece a lo que dice
Dios”), consuetudinaria (“haz lo que hicieron los padres”), juris-
prudencial (“haz lo que un juez anteriormente consideró que es
racional”), convencional (pacta sunt servanda).78
Por otra parte, el constitucionalismo, y sobre todo el concepto
de Constitución rígida, afectan al sistema de fuentes. Es carac-
terístico sobre todo de las familias de tradición occidental (com-
mon y civil law), y condiciona el desarrollo del derecho en otros
contextos, que a veces imitan sus aspectos formales e incluso a
veces sustanciales, reduciendo la importancia de otras formas de
producción del derecho. Se puede pensar en los intentos de con-
ciliar el derecho consuetudinario (tribal) y el constitucional. Otro
aspecto interesante es que el camino de hibridación (o acerca-
miento) empezado desde hace años entre el modelo de civil law
y el de common law adquiere un significado bastante más amplio
en el ámbito del derecho privado comparado respecto del público,
donde normalmente se evidencia, por una parte, el aumento de
B. La justicia constitucional
79 Muir Watt, H., “Globalization and Comparative Law”, cit., pp. 590 y ss.
80 Véase por ejemplo Baxi, U., “The Colonialist Heritage”, en Legrand, P.
y Munday, R. (eds.), Comparative Legal Studies: Traditions and Transitions,
cit., pp. 49 y ss., según la cual la prevalente tradición comparada reproduce “the
binary contrast between the common and civilian law cultures of the bourgeois
and socialist ideal-types, thus reducing the diversity of the world’s legal systems
to a common Euro-American measure”.
81 Ferrer Mac-Gregor, E., Derecho procesal constitucional. Origen científi-
co (1928-1956), cit. Según el autor mexicano, las fases son estas: I. Precursora
(1928-1942). Se inicia con el trabajo de cimentación teórica de Kelsen, relativo
a las garantías jurisdiccionales de la Constitución (1928) y al reafirmarse su
postura con la polémica que sostuvo con Carl Schmitt sobre quién debería ser
el guardián de la Constitución (1931). En este periodo también el fundador de
la escuela de Viena realiza uno de los primeros estudios de corte comparativo
entre los sistema de control austriaco y americano (1942). II. Descubrimiento
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91 Pegoraro, L., “La utilización del derecho comparado por parte de las
cortes constitucionales: un análisis comparado”, Revista General de Derecho
Público Comparado, 2007, pp. 73 y ss., en Palestra del Tribunal Constitucio-
nal. Revista Mensual de Jurisprudencia, núm. 7, 2007, pp. 697 y ss., en Ferrer
Mac-Gregor, E. y Zaldívar Lelo de Larrea, A. (coords.), La ciencia del derecho
procesal constitucional. Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus
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B. El tipo de Estado
D., “The Methods and the Politics”, en Legrand, P. y Munday, R. (eds.), Compa-
rative Legal Studies: Traditions and Transitions, cit., pp. 345 y ss.).
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III. Conclusiones
110 Indicaciones útiles sobre las fases de una investigación comparada —se-
lección, descripción, análisis— se encuentran en Dannemann, G., “Comparative
Law: Study of Similarities or Differences?”, cit., pp. 406 y ss.
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112 Aún menos si, en lugar de leer los autores se limitan a incluir en las
notas listados interminables de títulos encontrados en Internet, sin siquiera ve-
rificar su contenido. Un aspecto evidente y particularmente deletéreo de esta
aproximación es la enorme difusión de “crónicas”, encomendadas sobre todo
a jóvenes, en las revistas especializadas, o en “observatorios”, a menudo en
papel o electrónicos, que señalan —casi siempre sobre la base de informaciones
recopiladas en Internet— episodios institucionales específicos o fragmentados
de ordenamientos muy variados: las crónicas desincentivan el espíritu crítico
que sólo la profundización y la comparación pueden alimentar. Véase sobre los
riesgos que Internet representa para la investigación, Pegoraro, L., “Prólogo”
a Fernández Rodríguez, J. J., Secreto e intervención de las comunicaciones en
Internet, Madrid, Civitas, 2004, pp. 17 y ss.
113 Véase Caterina, R., “Il crittotipo, muto e inattuato”, en Antoniolli, L. et
al. (eds.), Le nuove frontiere della comparazione, cit., p. 85.
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EL NUEVO CONSTITUCIONALISMO
lATINOAMERICANO (UNA PERSPECTIVA CRÍTICA)*
I. Introducción
345
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esos derechos puede ser más o menos extenso pero, según dicta
la tradición liberal, al menos debe contener a las que Bobbio lla-
maba las “cuatro grandes libertades de los modernos” (personal,
de pensamiento, de reunión y de asociación). Si, además, el do-
cumento constitucional contiene derechos políticos hablaremos
de un constitucionalismo democrático y si contiene algunos de-
rechos sociales, entonces, tendremos un constitucionalismo so-
cial. Cuando el documento contiene los tres tipos de derechos
hablamos de un “Estado social y democrático de derecho” o, con
una formulación más simple, de una “democracia constitucional”.
En todos los casos, como segunda condición para la existencia
de una Constitución, el ordenamiento debe contemplar garantías
para esos derechos dentro de las que no puede faltar un esquema
de poderes divididos que garantice al principio de legalidad y la
imparcialidad judicial.
La mayoría de los ordenamientos constitucionales contempo-
ráneos recogen derechos de los tres tipos por lo que, formalmente,
se articulan siguiendo las premisas de lo que se conoce en la teoría
como el “modelo democrático constitucional” (MDC). Un mo-
delo complejo que reúne instituciones de diferentes tradiciones
(liberal, democrática y social) y que maduró en occidente sobre
todo después de la Segunda Guerra Mundial. Sus elementos ca-
racterísticos, como vimos en el capítulo precedente, son: a) una
Constitución escrita, rígida y suprema; b) un amplio catálogo de
derechos fundamentales (libertades, derechos políticos y derechos
sociales); c) reglas para organizar democráticamente el acceso y
la gestión del poder político; d) mecanismos de control constitu-
cional sobre leyes (cortes o tribunales constitucionales).2 Se trata
de un modelo que combina —además de diferentes tradiciones
del pensamiento— instituciones democráticas con mecanismos
de control constitucional. Esta particularidad genera algunas ten-
7 Ibidem, p. 128.
8 Como recuerda Uprimny, el adjetivo es de Boaventura, cfr. Boaventura de
Sousa, Santos, Refundación del Estado en América Latina. Perspectivas desde
una epistemología del Sur, La Paz, Plural Editores, 2010.
9 Cfr. Martínez R. y Viciano, R., “Aspectos generales del nuevo constitucio-
nalismo latinoamericano”, mimio. Ellos hablan de cuatro grandes modelos de
constitucionalismo que provienen de cuatro momentos constituyentes y prece-
den al NCL: a) liberal-revolucionario de las revoluciones burguesas del XVIII;
b) reacción conservadora de la burguesía y la aristocracia (siglo XIX y parte del
XX); c) recuperación del constitucionalismo democrático (primeras décadas
del XX); d) aparición del constitucionalismo social de posguerra.
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20 Ibidem, p. 23.
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¿En qué sentido pude decirse que la Pacha Mama tienen una
expectativa a recibir una prestación o a que no le sea causada
una lesión? ¿Cuál es el contenido de ese derecho? ¿Quién es el
sujeto obligado al que le corresponde satisfacer la expectativa o
que debe abstenerse de lesionar a la naturaleza? ¿Cómo puede ser
garantizado de manera efectiva ese supuesto “derecho subjetivo”?
Son algunas interrogantes que emergen de la lectura de esa y otras
disposiciones que contienen los documentos constitucionales del
NCL. El problema no reside en el ánimo ecologista que inspira a
la disposición —y que debería ser ampliamente compartido por
los habitantes del planeta en el siglo XXI— sino por la naturaleza
jurídica de la disposición en la que está contenida. O, para decirlo
con otras palabras, el problema es que se trata de una disposición
constitucional que, por lo mismo, está orientada a tener efectos
normativos y no de una proclama política sin pretensiones vincu-
lantes. No es la ideología que la sustenta sino el carácter jurídico
de la disposición la que despierta reservas fundadas. Un elemento
básico de todo derecho subjetivo es la identificación del sujeto
titular y la Pacha Mama no es un sujeto definido.
Si se piensa en la interpretación constitucional las contradic-
ciones teóricas y las mezcolanzas conceptuales también resultan
problemáticas. La teoría política y la teoría del derecho —pienso
en las tradiciones maduradas sobre todo en el contexto del pensa-
miento occidental—, a lo largo de muchos años, sedimentaron ca-
tegorías para referir y connotar tradiciones del pensamiento que,
aun siendo diversas y alternativas, se encuentran aceptablemen-
te definidas. La mayoría de esas tradiciones son complejas en sí
mismas —piénsese, por ejemplo, en el liberalismo, el socialismo,
la democracia, el comunitarismo, el multiculturalismo, el absolu-
tismo, la autocracia, el totalitarismo, etcétera— y no siempre es
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26 Ibidem, p. 54.
27 Idem.
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32 Ecuador, por ejemplo, como recuerda César Astudillo, “de 1979 a 2007
ha estado gobernado por 12 presidente, de los cuales ocho fueron electos para
ese cargo directamente por sufragio popular, tres accedieron al poder a través
de mecanismos de sustitución presidencial establecidos por la Constitución y
uno más, Alarcón, fue designado presidente interino, aunque dicha figura no es-
taba contemplada en la Constitución de 1978… Cada uno de los presidentes ha
durado un promedio de 2.3 años en el cargo”. Astudillo, C., “Algunas reflexio-
nes sobre el proceso constituyente de América Latina con especial referencia a
Ecuador”, en Serna de la Garza, J. M., Procesos constituyentes…, cit., nota 13,
p. 291. Sobre el caso venezolano, cfr. Brewer Carías, A., Reforma constitucional
y fraude constitucional. Venezuela 1999-2009, Caracas, Academia de Ciencias
Políticas y Sociales-Fundación Juan Germán Roscio, 2009.
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I. Todas las personas, naturales y jurídicas, así como los órganos pú-
blicos, funciones públicas e instituciones, se encuentran sometidos a
la presente Constitución.
II. La Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídi-
co boliviano y goza de primacía frente a cualquier otra disposición
normativa. El bloque de constitucionalidad está integrado por los tra-
tados y convenios internacionales en materia de derechos humanos y
las normas de derecho comunitario, ratificados por el país. La apli-
cación de las normas jurídicas se regirá por la siguiente jerarquía, de
acuerdo a las competencias de las entidades territoriales:
1. Constitución Política del Estado.
2. Los tratados internacionales
3. Las leyes nacionales, los estatutos autonómicos, las cartas orgá-
nicas y el resto de legislación departamental, municipal e indígena.
4. Los decretos, reglamentos y demás resoluciones emanadas de
los órganos ejecutivos correspondientes.
quía por rango que indica que la ley superior prevalece sobre la
de rango inferior. En la teoría piramidal kelseniana ese principio
permitía identificar a la Constitución como parámetro último de
descarte. Pero las cosas no son tan fáciles en los ordenamientos
fundados en el “bloque de constitucionalidad” y el principio “pro
persona”. En esos contextos, los intérpretes y/o aplicadores jurí-
dicos deben privilegiar las disposiciones o normas que, más allá
de su ubicación en la estructura del ordenamiento, en virtud de
su contenido, brinden mayor protección a los derechos humanos
o fundamentales. Dichas disposiciones no necesariamente se en-
contrarán en el texto constitucional.
c) Uno de los temas más complejos en el constitucionalismo
contemporáneo es el de la justicia constitucional. En el ámbito del
NCL, de hecho, es particularmente problemático porque los ras-
gos elitistas del control de constitucionalidad sobre leyes entran
en fuerte tensión con los presupuestos populistas del fenómeno
constitucional que nos ocupa. Sin embargo, paradójicamente, la
amplitud de los catálogos de derechos y de principios abstrac-
tos que contienen las extensas Constituciones del NCL (con la
complejidad que las caracteriza y que ya hemos mencionado)
más la supremacía del documento constitucional adicionado con
apertura hacia el Sistema Internacional de los Derechos Huma-
nos (SIDH) coloca, potencialmente, a los jueces responsables de
velar por la vigencia de esas Constituciones en una posición pri-
vilegiada desde la perspectiva jurídica y también desde el punto
de vista político. Esa es una paradoja que ya había sido identifi-
cada por Carlos Nino en el caso del MDC pero que ahora, en el
NCL, se potencia de manera significativa. Esto es así porque la
vocación popular del NCL que se manifiesta en la aprobación de
documentos extensos y con formulaciones simbólicas termina po-
tenciando lo que la teoría constitucional ha llamado “la dificultad
contramayoritaria”.41 Los jueces constitucionales podrían termi-
Artículo 196.
I. El Tribunal Constitucional Plurinacional vela por la supremacía
de la Constitución, ejerce el control de constitucionalidad, y precau-
tela el respeto y la vigencia de los derechos y las garantías constitu-
cionales.
…
Artículo 197.
I. El Tribunal Constitucional Plurinacional estará integrado por
magistradas y magistrados elegidos con criterios de plurinacionali-
dad, con representación del sistema ordinario y del sistema indígena
originario campesino.
…
Artículo 198.
Las magistradas y los magistrados del Tribunal Constitucional
Plurinacional se elegirán mediante sufragio universal, según el pro-
cedimiento, mecanismo y formalidades de los miembros del Tribunal
Supremo de Justicia.46
Artículo 199.
I. Para optar a la magistratura del Tribunal Constitucional Plurina-
cional se requerirá, además de los requisitos generales para el acceso
al servicio público, haber cumplido treinta y cinco años y tener es-
pecialización o experiencia acreditada de por lo menos ocho años en
las disciplinas de derecho constitucional, administrativo o derechos
humanos. Para la calificación de méritos se tomará en cuenta el haber
ejercido la calidad de autoridad originaria bajo su sistema de justicia.
II. Las candidatas y los candidatos al Tribunal Constitucional Plu-
rinacional podrán ser propuestas y propuestos por organizaciones de
51 Escribo este texto en mayo de 2012 cuando existen dudas sobre su estado
de salud, pero el presidente Chávez sigue postulado como candidato para una
nueva reelección.
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IX. Conclusión
LOS AUTORES