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Evolutionary Biology of Biological Invasions /Biología Evolutiva de Invasiones Biológicas View project
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CONICET - Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras.
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CONICET - Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras.
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CONICET - Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
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Rolando García (García, 2006), y de ella se desprende que el estudio de las
interacciones entre los elementos de un sistema es una característica fundamental de los
abordajes complejos. Según Edgar Morin, en contraposición a este tipo de enfoque, los
abordajes simplificantes se caracterizan por reducir los sistemas a las unidades
elementales que los constituyen, obviando la importancia ontológica y epistemológica
de las interacciones (Morin, 2004). Aplicando esta noción de complejidad a la biología,
resulta que las interacciones se conciben como constituyentes básicos de la vida,
detentando el mismo estatuto ontológico que las entidades aisladas, por lo cual se las
considera objetos de estudio en sí mismas. Morin ejemplifica esta idea respecto de los
organismos señalando que:
Los caracteres originales de un ser complejo dependen cada vez más no sólo
de sus genes en el detalle y en el conjunto, sino también de las interacciones
geno-feno-ecológicas de su ontogénesis (Morin, 2002: 143).
El marco teórico fundamental de la biología evolutiva durante gran parte del siglo
XX ha sido la denominada Teoría Sintética de la Evolución (TSE). La TSE se centró en
el estudio del cambio de las frecuencias alélicas de las poblaciones bajo la acción de
mecanismos evolutivos, principalmente la selección natural. La genética de poblaciones
jugó, por lo tanto, un papel central en este marco teórico. Por el contrario, otras
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subdisciplinas (tales como la ecología, la embriología, la paleontología, la sistemática,
entre otras) fueron consideradas como periféricas a la TSE, dado que solamente
aportarían los fenómenos que serían analizados en términos de la genética de
poblaciones.
El caso de la embriología es el que aquí nos interesa en particular. La TSE dejó de
lado el estudio del desarrollo ontogenético de los organismos porque se asumió que éste
no constituía una variable relevante en la evolución. En este sentido, Ernst Mayr (1961)
introdujo una distinción entre dos campos de estudio dentro de la biología, la cual
terminó por formalizar la separación entre evolución y embriología: mientras que la
biología funcional se ocuparía de la constitución y funcionamiento de los organismos, la
biología evolutiva estudiaría por qué los organismos llegaron a ser como son
actualmente. Dado que la embriología formaría parte de la biología funcional, y que
cada uno de estos campos de estudio tendría sus propios métodos y objetivos, aquella
subdisciplina se volvió prescindible para la biología evolutiva.
Posteriormente, hacia la década de 1970, varios aspectos de la TSE comenzaron a
ser revisados y cuestionados, tales como el panseleccionismo, el rol de la paleontología
como mero presentador fenoménico, y la exclusión de otras subdisciplinas (Gould y
Lewontin, 1979). En este sentido, el libro de Stephen Jay Gould, Ontogeny and
Philogeny (1977), fue crucial en el proceso de reivindicación del rol de la embriología,
la morfología y la paleontología en el estudio de la evolución. Posteriormente, hacia la
década de 1990 surgiría la biología evolutiva del desarrollo (evo-devo), la cual se
propuso retomar las viejas preguntas acerca de los vínculos entre el desarrollo
ontogenético de los organismos y la evolución. Así, mientras que la TSE se centró en el
estudio de la evolución genotípica a partir de los mecanismos evolutivos, en evo-devo
se da lugar al estudio de la evolución fenotípica y se proponen mecanismos adicionales
que contribuyen a explicar el cambio evolutivo. En palabras de Gerd Müller:
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Así el estudio de los vínculos entre la evolución y el desarrollo desde evo-devo requirió
el abordaje de múltiples niveles de organización y de diversos fenómenos y procesos.
Müller (2008) sistematiza tal diversidad en cuatro programas de investigación:
a) Embriología comparada
Representa el abordaje comparativo clásico entre ontogenias ancestrales y derivadas,
con la incorporación de herramientas moleculares. Este programa incluye fenómenos
tales como heterocronías, alometrías e innovaciones o novedades evolutivas, entre otros.
b) Epigenética
Dedicada al análisis de las capacidades intrínsecas de los sistemas de desarrollo para
generar fenotipos evolutivamente relevantes.
c) Biología teórica
Centrado en el análisis y modelado matemático-computacional de diversos fenómenos,
principalmente, de los procesos morfogenéticos, de la evolución de patrones de
expresión génica en sistemas de desarrollo determinados, y de variaciones fenotípicas.
2. Complejidad en evo-devo
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complejidad epistemológica resulta evidente a partir de la multiplicación de
subdisciplinas y programas de investigación a través de los cuales se pretende abordar el
estudio de la evolución. Pero esta complejidad epistemológica involucra también un
supuesto ontológico: el desarrollo de un organismo y su evolución son más complejos
de lo que se creía, dado que los seres vivos están organizados en una multiplicidad de
niveles que mantienen relaciones no lineales entre sí, a diferencia de lo asumido en la
TSE. En síntesis, evo-devo propone un enfoque complejo para abordar un fenómeno
complejo. A continuación desarrollaremos algunos elementos que harían de evo-devo
un área complejizante. Cabe mencionar que, si bien no resulta sencillo analizar por
separado los aspectos ontológico y epistemológico de la complejidad involucrada en
evo-devo, ambos elementos se encuentran presentes en estas propuestas.
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variantes comportamentales en el cuidado parental asociadas a marcas de la cromatina,
entre otros) (Jablonka y Lamb, 2010).
Además de las nuevas unidades de herencia epigénetica, la herencia ampliada
incluye la herencia de variantes de ‘legados’ ecológicos construidos por los ancestros y
de simbiontes asociados a los organismos (Gilbert y Epel, 2009; Jablonka y Lamb,
2010). Estas unidades de herencia se relacionan con la construcción de nicho y la
herencia ecológica. Estos temas han sido desarrollados principalmente en las propuestas
que pueden enmarcarse en el nuevo campo de la eco-evo-devo (biología evolutiva
ecológica del desarrollo), que se centra en el estudio de las implicancias evolutivas de
las relaciones de los organismos con su ambiente. Respecto de las interacciones
organismo-ambiente, desde la eco-evo-devo se rescata la idea de ‘construcción de
nicho’, originalmente propuesta por Richard Lewontin (2000 [1998]), la cual sostiene
que la adaptación de los organismos al ambiente no sería unidireccional sino un
fenómeno de co-construcción y co-definición recíproca entre ellos:
Así, en la historia evolutiva, tanto los organismos como el ambiente participan de forma
directa en los cambios que sufre cada una de esas entidades. Además, los elementos del
nicho construido se transmiten entre generaciones a través de un nuevo tipo de herencia
denominada ‘herencia ecológica’:
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Construcción de Nicho], los ambientes ‘selectivos’ de los organismos son
parcialmente determinados por fuentes independientes de selección natural,
por ejemplo, el clima, o eventos físicos y químicos, como siempre. También
son parcialmente determinados por lo que hacen los organismos, o hicieron
previamente, a su propio ambiente y al de otros, mediante la construcción de
nicho (Odling-Smee, 2010: 178).
En esta propuesta las nuevas unidades de herencia serían entonces los elementos del
nicho construido y los propios hábitats ‘seleccionados’ por los organismos. Esta forma
de herencia presenta varias características diferentes a las de la herencia genética:
transmisión de varios organismos a varios organismos, y no sólo entre organismos
relacionados genéticamente; transmisión ‘vertical’ y ‘horizontal’ a la vez, es decir, entre
generaciones y durante una misma generación, entre otras (Odling-Smee, 2010: 181).
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al., 2010; Eberl, 2010; Sommer y Bäckhed, 2013). Como ciertos fenotipos propios de
los superorganismos surgen de la interacción entre organismos de diferentes especies (y
no de uno solo de sus integrantes), la selección natural puede actuar no sólo sobre los
organismos individuales sino además sobre los superorganismos, es decir, sobre la
variabilidad que surge de tales interacciones simbióticas. Además, como hemos
mencionado al referirnos a las propuestas de herencia ampliada, los simbiontes y la
variabilidad asociada a los mismos pueden ser heredables. Por lo tanto, los
denominados superorganismos pueden considerarse como unidades de selección:
La biología ecológica del desarrollo muestra que los organismos pueden ser
más como ecosistemas, compuestos por numerosos genotipos que
interactúan entre sí. Esto puede permitir a la selección favorecer equipos
más que individuos particulares y puede ser que también privilegie a las
relaciones como unidades de selección (Gilbert y Epel, 2009: 370).
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fenotipo. Desde esta perspectiva, el genotipo de cada organismo juega un doble papel:
es tanto motor del desarrollo individual como el único factor heredable a lo largo de las
generaciones en una población.
En contraposición, algunas propuestas de la evo-devo han cuestionado tal relación
lineal entre genotipo y fenotipo, y entre la evolución fenotípica y la genética
(Laubichler, 2007; Weber, 2011). En principio, a partir de la profundización del estudio
de la relación entre los genes y los diferentes aspectos del desarrollo de los organismos
surgieron diversas evidencias de que la linealidad entre genotipo y fenotipo no era
sostenible. Uno de los aspectos del desarrollo que permitió cuestionar tal relación es el
de los mecanismos de compensación propios de los sistemas de desarrollo, que se han
evidenciado a partir de los experimentos de pérdida de función de genes regulatorios del
desarrollo (Culp, 1997). Desde la evo-devo se propuso entonces estudiar la relación
genotipo-fenotipo focalizando en las redes regulatorias y los diversos procesos del
desarrollo que ocurren en múltiples niveles de organización (Bolker, 2000; Hall, 2003).
Así se ha destacado el rol de factores epigenéticos y procesos celulares y tisulares en la
generación de diferentes fenotipos (Laubichler, 2007; Müller, 2008; Kirschner y
Gerhart, 2010; Müller, 2010). Incluso, a través de la manipulación experimental de tales
factores se ha logrado generar cambios morfológicos que imitan cambios evolutivos
(por ejemplo, las morfologías de las extremidades de los tetrápodos descrita en Müller,
1989). Así, el estudio de la evolución fenotípica ha implicado el abordaje de procesos
que no se reducirían a los cambios genéticos.
Nuevamente encontramos aquí que el foco en las relaciones entre entidades,
incluso entre entidades de diferentes niveles de organización, cobra un relevancia
fundamental en las propuestas de la evo-devo, complejizando el estudio de la relación
genotipo-fenotipo y de la evolución. Las interacciones tienen aquí un estatuto
ontológico central en tanto constituyentes fundamentales de los procesos de desarrollo
y, en el plano epistemológico, su estudio adquiere prioridad en estas propuestas.
3. Recapitulación y conclusiones
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entre entidades, en diversos niveles de organización, en los procesos de evolución y
desarrollo ontogenético de los organismos. Las interacciones se conciben desde esta
perspectiva como constituyentes básicos de la vida, detentando el mismo estatuto
ontológico que las entidades aisladas y adoptando un rol fundamental como objeto de
estudio en sí mismas.
Más específicamente, según Rolando García (2006) un sistema complejo tiene dos
características fundamentales:
b) Evoluciona según una dinámica que difiere de las dinámicas de sus componentes.
Por ejemplo, un sistema complejo integra, en su totalidad, procesos de escalas
temporales que pueden variar significativamente entre los subsistemas que lo
componen.
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Asimismo, respecto de la segunda característica considerada por Rolando García,
encontramos que también en estas propuestas se integran procesos que transcurren en
escalas temporales marcadamente diferentes, tales como los procesos del desarrollo
ontogenético y los procesos evolutivos. Así, los procesos en múltiples niveles
involucrados en el desarrollo de variantes heredables (como los procesos epigenéticos,
los involucrados en la construcción de nicho y las interacciones con simbiontes)
influyen en los cambios evolutivos (transgeneracionales) que pueden abarcar y persistir
por miles de años. Desde esta perspectiva, cada organismo es el resultado de los
procesos ontogenéticos propios y también de las múltiples interacciones que han tenido
lugar a lo largo de su historia evolutiva.
Como último punto en este recorrido nos interesa señalar algunos corolarios
referidos a las discusiones acerca del determinismo que se siguen de la introducción de
los elementos complejizantes propios de la la evo-devo. Una de las principales formas
de determinismo en la biología es el determinismo genético. En efecto, hemos
mencionado los cambios teóricos relativos a la relación entre el fenotipo y el genotipo,
así como la ampliación de los tipos de cambios heredables. Todos estos elementos
teóricos hacen poco plausible una visión gen-centrista en un sentido fuerte y, por esta
razón, constituyen un argumento de peso para una visión anti-determinista de lo
viviente. En pocas palabras, el genotipo no determina el desarrollo ni la evolución de
los organismos: el resultado de tales procesos no puede predecirse a partir del genotipo
de los organismos. Los genes no son el único recurso del desarrollo de un organismo ni
la única unidad de herencia ni de selección. Incluso las interacciones entre los
organismos y su ambiente (incluyendo otros organismos) cumplen papeles altamente
significativos en el desarrollo de los organismos, su evolución y en los procesos de
herencia.
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