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I. LAS VANGUARDIAS
1. NOMBRE Y NÓMINA
Hacia 1925 surge con fuerza en el panorama literario español un grupo de escritores a los que se conoce
como Generación o Grupo del 27. Contribuye a crear o adaptar los movimientos de vanguardia y que evoluciona
posteriormente hacia una rehumanización del arte. En resumen, nos encontramos ante un grupo de poetas que
destaca, por sus afinidades, de entre los miembros de una generación histórica en la que caben otros escritores
y artistas, con los que también comparten ciertos rasgos. La fecha que se toma como referencia para identificar
al Grupo, 1927, se corresponde con el momento culminante de su actividad conjunta. Los escritores comparten
una idéntica visión de la literatura y la poesía.
LAS MARCAS SOCIOCULTURALES
En general, los poetas del 27 podrían ser definidos ideológicamente como liberales progresistas. Son hijos
de familias acomodadas que posibilita su acceso a una amplia formación: universidad, viajes, idiomas, estancias
en la Residencia de Estudiantes.
2. VANGUARDIA Y TRADICIÓN
Hemos dicho que el Grupo del 27 pertenece a la generación histórica que ve y ayuda a nacer los
vanguardismos en España. Son decisivas sobre ellos, como vamos a ver, las influencias del Novecentismo. Pero
existe una diferencia que merece ser notada: tanto las vanguardias europeas como las propiamente españolas.
En especial, es de reseñar la utilización, junto al verso libre, de la métrica clásica y la de las formas líricas
populares: el Romancero, el Cancionero tradicional, las cancioncillas medievales, el folklore.
3. EVOLUCIÓN Y ETAPAS
Aunque es difícil reducir a una misma evolución conjunta la obra de tantos autores, con sus peculiaridades,
suelen distinguirse tres momentos básicos en el devenir de este grupo poético:
A) Hasta aproximadamente 1929: la poesía del 27 entra en una etapa de gran unidad estilística que
podríamos denominar de poesía pura o deshumanizada. Se caracteriza por la eliminación de lo sentimental y la
efusión personal, en favor de lo abstracto, la tendencia al poema breve y el retorno a las estrofas clásicas, recibe
influencia de Juan Ramón Jiménez y la de los movimientos de vanguardia.
También de la mano de estos movimientos llegan el cosmopolitismo, lo urbano, las temáticas modernas o
el uso innovador de la tipografía.
B) De 1927 a la guerra civil: a medida que nos acercamos a 1936 se produce una importante politización
que influye en la literatura. Comienza un periodo en el que la deshumanización en el arte deja de estar de moda,
y se requiere una literatura comprometida social y políticamente con los problemas de la época, Pablo Neruda.
La mayoría de los poetas del 27 participan de al menos cierta afinidad hacia la República y las ideas de izquierda.
El Surrealismo trae al 27 la libertad imaginativa, las imágenes oníricas, el verso amplio y libre, y la temática de
rebeldía y denuncia social. Las obras fundamentales son: Sobre los ángeles, de Alberti; Poeta en Nueva York, de
Lorca; Los placeres prohibidos, de Cernuda; y Pasión de la Tierra, de Aleixandre.
C) De la guerra al exilio: la guerra supone para el grupo del 27 la dispersión. Después de la Guerra CIvil el
grupo se ha desintegrado: Lorca está muerto, y el resto, excepto Alonso, Aleixandre y Diego, parten hacia el
exilio. Más adelante, sólo algunos poetas continúan escribiendo (Aleixandre, Guillén, Alberti), hasta que en 1977
el Grupo alcanza su mayor reconocimiento a través del Nobel concedido a uno de sus miembros: Aleixandre.
4. GRUPO DEL 27. LOS AUTORES
Pedro Salinas
La poesía es para él un modo de conocimiento de realidades profundas, una forma de acceso a la esencia
de la realidad. Entre 1923 y 1931 publica Salinas sus primeros libros: Presagios, Seguro azar, Fábula y signo. Ya
en esos poemas sabe encontrar un sentido profundo, oculto, en los objetos. Tras estos comienzos vienen sus
dos obras maestras: La voz a ti debida (1933) y Razón de amor (1936).
Jorge Guillén
Guillén pasa por ser el máximo representante de la poesía pura. Dio a toda su producción literaria un título
único, Aire nuestro, que abarca tres ciclos poéticos: Cántico, Clamor y Homenaje.
Gerardo Diego
Se distinguen en su obra dos direcciones: la poesía de vanguardia y la poesía clásica o tradicional. En el
primer aspecto destaca como representante español del Creacionismo. Dentro de la línea tradicional, cultivó los
más variados temas y en las más variadas formas. A esta vertiente corresponden: El romancero de la novia
(1918), con influjo romántico y Alondra de verdad (1941), espléndida colección de sonetos.
Federico García Lorca
El talante de Lorca nos ofrece un doble rostro: de un lado, su personalidad arrolladora, llena de vitalidad,
desbordante de simpatía; de otro lado un íntimo malestar, un dolor de vivir, un sentimiento de frustración, como
anuncio de su trágico destino. Su poesía es una poesía de profundas raíces populares. Entre sus obras destacan:
Poema del Cante Jondo, el libro de “la Andalucía del llanto”, un libro lleno de ayes, de dolor, de muerte. Lorca
expresa su dolor de vivir a través del dolor de los cantes “hondos” de Andalucía. Romancero gitano refleja la
comprensión simpática de los perseguidos: del gitano, del negro, del judío…Poeta en Nueva York, fruto de su
estancia en esa ciudad, denuncia el poder del dinero, la esclavitud del hombre por la máquina, la injusticia social,
la deshumanización. La técnica surrealista, el versículo amplio y la imagen ilógica le sirven para expresar ese
mundo ilógico.
Rafael Alberti
La poesía de Alberti asombra por la gran variedad de temas, tonos y estilos. En efecto, en su producción
alternan la poesía pura, el humor, la angustia, la pasión política, etc. Su primera obra, Marinero en tierra, aparece
en 1925 y cosecha ya el máximo triunfo (Premio Nacional de Literatura). La inspiración fundamental es la
nostalgia de su tierra natal, de sus salinas, de su mar. En su mayor parte, los poemas se inspiran en las formas
ligeras de la lírica popular. Los ritmos populares y graciosos continúan en El alba del alhelí (1925-26).
Dámaso Alonso
Dámaso Alonso se ha llamado a sí mismo “poeta a rachas”. En efecto, sus momentos de creación intensa
se hallan separados por etapas dedicadas a sus otros menesteres (investigador y crítico).
Su obra más importante es Hijos de la ira (1944), obra fundamental de la posguerra y que se sitúa en el
centro de lo que su mismo autor ha llamado poesía desarraigada, tipo de poesía para quienes el mundo es un
caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla.
Vicente Aleixandre
Su vocación poética se despertó con la lectura de Rubén, Machado y Juan Ramón. La influencia de los dos
últimos queda manifiesta en su poesía inicial. Luego descubre el Surrealismo, que habrá de marcar buena parte
de su producción: hermetismo, imágenes visionarias. En sus últimas obras el lenguaje se va haciendo más
sencillo. Parte Aleixandre de una concepción del hombre tremendamente pesimista. El hombre es sólo
imperfección, dolor, angustia. A esta etapa pertenecen sus obras: Espadas como labios (1930), La destrucción o
el amor.
En una segunda etapa se inscribe Historia del corazón (1945-1953), obra que supone una nueva mirada y
una nueva concepción. La novedad radica en que el hombre es mirado ahora positivamente. La palabra clave de
esta etapa sería solidaridad, el hombre sigue siendo una criatura que sufre, pero ahora el poeta admira su
quehacer valiente y doloroso.
Luis Cernuda
Le caracterizó una personalidad solitaria y dolorida, con una sensibilidad exacerbada, vulnerable. Se sintió
un “inadaptado”, con “cierta vena protestante y rebelde”. Emprendió un camino inconfundible y solitario;
rechazó los ritmos musicales, buscando el versículo largo o los versos encabalgados para romper el ritmo,
rechazó también la rima y el lenguaje brillante, inclinándose por el tono coloquial. Sus temas dominantes son la
soledad, la añoranza de un mundo habitable para él, el ansia de belleza perfecta y, sobre todo, el amor.
Cernuda amparó sus diversos libros bajo el título común La realidad y el deseo.