350 EN TORNO A LA UTILIDAD MARGINAL
un prejuicio insostenible que lleva a e: i ]
> sa_confusiés
scales ete excites sutntios yest
3 que se revelan luego como definiciones, ‘V
jones.
‘mos. tratar de explicar esto con el concepto d ea
‘menos importante, tal como ha hallado acogida en
concepeiones tradicionales del principio de util
sat
de Dic
“| werca del caracter de vali
sargi
EN TORNO A LA UTILIDAD MARGINAL
itadamente a Ia totalidad de
adopta la demanda
ienes.*
‘Con esto hemos aclarado la cuestién de principio
dex del principio de utilidad
inal aun respecto a aquellas concepciones en que
Béchm-B:
cipio. ea de la siguiente manera este ge presenta el comcepto de necesidad, y ahora tenemos
lel valor de un bien se mide por lg | que preguntamos de una manera muy general cudl es ¢h
S fe las necesidades dentzo del
importancia de aquella necesidad o parte de necesid
conereta que ene ls neosidades cubits pore
le esta clase de bienes, resu
menos importante”. Si se quiere considerar ter:
posiedn como una afin
jonees tendri que ser posible determi
2 er ferminar, co
dencia de la valoraciin de los bienes, qué necesidad
Jn menos importante acién dada, En este
puesto pi lidad mar; n pring
ginal es un pri
sometido a a comprobacién eaapiriesy que, porlo ta
también puede ser refutado. Pero ¢
terpretado es irreft x
sencillamente porgue no afirma nad ease pean =
tonces como una definicién del concepto de necesidad,
i portant _La falla mental que de aqui surge (¥.
ae utilidad marginal no siempre ha escapada
i consiste en que, por una parte, se opera en el mé
lo con “érdenes de importancia” de las necesidades lo-
grados empiricamente, mientras que, :
considera como irrefutable :
se de
io segtin el cual
ina la magnitud del valor, es decir, i
e lam 5 decit, el ie
rarquico econémico de la unidad de bienes en eect
or la necesidad menos importante. A esta falla comes:
ponde la confusién del conc i
epto
con el concepto formal, de tal sucite a oe
ints tivos que se pueden adquirir preferentemente
referencia a ciertos deseos condicionados fisioldgict-
t
|
“| seevieio que presta la teorfa
4 conocimientos psicolégico
“| tivos (estadistica de mercado}
| Mis bien
| complementarias, sup!
4 quupos'de ellas (por
mos a Ia realidad—
marco de la teoria de Ja utilidad marginal. Respecto a
sto hay que observar de antemano que se justifica la
fonstitucion de una teoria aparte de las necesidades en.
fh medida en que se pueden obtener las explicaciones
de la estructura de la demanda de bienes con ayuda de
s sisteméticamnente agrupados,
‘én de actos de eleccién efec-
) no constituye la winica
tazén de conocimiento de las propuestas de fines econé-
inicamente relevantes. Si éste fuera el caso, entonces la
teoria de las necesidades significaria una duplicacién
aecesaria del objeto de conocimiento. Pero no es el caso.
"as investigaciones acerca de la dependencia
fe las necesidades (necesidades vinculadas,
Jementarias) asi como sobre cier-
tas “propiedades formales” de las mismas o de algunos
‘ejemplo, fraccionabilidad, periodi-
yen efectivamente fuentes auténomas
de conocimiento de! comportamiento de Jos sujetos eco-
icos, Frente a esto, la cuestion de si el término
recesidad” 5 feliz. para designar todos los
porque” psicolégioos de las propuestas de fines econémi-
as es de orden secund:
La aplicacién de los resultados obtenidos por ln teo-
tia de las necesidades y de los bienes consiste, sobre
todo, en que ha investigador cudles son los
factores que (si cs casa) habri de tener en cuenta cuan-
do trate de constr fis Oxi
de suerte que Ta observ
recfproca de
idad)** constitu
1s ideales —mas o men
del comportamiento econémico enpruBarw pop,
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‘AWNIOWA GVGITILA V1 -Y ONWOL Na iseast EN TORNO A LA UTILIDAD MARGINAL
aplicacién plena las observaciones que hicimos acerca del
principio de utilidad marginal. La prescripeién metodicg.
contenida implicitamente en el principio mencionady,
reza: para lograr puntos de apoyo para la valoracién: dé.
una unidad de bienes que llegard a su aplicacién fina
no aisladamente sino en “combinaciones productiva
habré que tratar de fijar en qué combinaciones —da
tuna disposicién dptima en el sentido de un orden ya) =
dado de fines— desemboca en el consumo y qué rang:
conésponde dentro del plan de consumo del sujeto ext:
némico a la combinacién valorada més bajo. 3
Aqui comienza propiamente la problemitica de
es decir, la tarea de sacar de Ja valora
Ia unidad de bienes contenida en ella y sometida a inv
tigacion, Se ve en seguida que la determinacién del pid:
ducto marginal y de su rango en el plan de consumo'éel
sujeto econdmico nos permite ofrecer un Hite superiot
para la valoracién de la unidad de bienes en cucs
su rango en el plan econdmico general —que abar
bienes de produccién y bienes de consumo— del suj
‘econdmiico no puede ser mas alto que el rango del pis
ducto marginal, Pero, por lo dems, todo queda pot”
aesolver y el servicio de Ia teoria de la imputacién com
siste en que nos oftece una caracterizacién de los factores.
que hay que tener en cuenta al abordar este problema
y el modo de su influencia en la computacién. Ast
Hama la atencién sobre todo acerca de la impostancit
que corresponde a la sustituibilidad de la unidad &&
bienes a valorar por otras unidades de Ia mismna 0 distit:
ta clase de bienes, y a Jz cuestién de la restante aplick
bilidad de todas las unidades de bienes que se vineulat
en el producto marginal. Pero estos anilisis, importantes
y fecandos a menudo, se acomparian de interpretaciones
{que son muestras inequivocas de la sobreestimacién 4¢
los resultados adquiridos y por adquitir. Es cierto ave
fa escuela de la teoria marginal separ con cuidado 18
EN TORNO A LA UTILIDAD MARGINAL 35
oblematica de la imputacién de los postulados éticos-
politicos que la solian acompafiar histérico-dogmatica-
mente (especialmente la obtencién del “salario justo”);
ero también ha despertado esperanzas tedricas excesi-
ves respecto al método de imputacién al creer que se
perfa detetminar univocamente el valor de los bienes
& produccién partiendo del valor de los productos en-
tegados al consumo, en el supuesto del conocimiento
ée todas las “propiedades técnicas” de los bienes de pzo-
duecién, También en este caso nos encontramos con
m “dogma de preestabilizacién” en forma pura. Sélo
tecientemente, en los tiltimas trabajos de la escuela sobre
| problema de la imputacién, se ha hecho valer la re-
flaién necesaria,”” pero no ha sido lievada radicalmente.
‘Tiene especial importancia hacerse una idea clara de
qe el problema de la distsibuciém del valor de una
canbinacién de bienes de produccién en los elementos
oductivos s6lo se puede plantear como problema de
‘recio, El paso siguiente lo constituye la idea de que se
podré lograr la solucién untvoca de los problemas de
‘mputacion sélo si se introduce una serie mas 0 menos
auistica de supuestos complementarios. Finalmente
“Thay que observar que sélo se puede entender por “solu-
in” aquella que lo es para un determinado esquema
'ico.ideal de accién racional con arteglo a fines; otra
‘westion es saber en qué medida este esquema servird
Jara predecir Ja forma que adoptarin los precios de los
bienes de produccién.
Resumiendo podemos caracterizar de la siguiente
forma el secvicio esencial que presta la escuela de la
‘tlidad marginal dentro de la problemStica de la impu-
‘eign: oftece un punto de arranque firme a Ia investiga-
{Sin al precisar el concepto de “bienes de orden diferen-
yendo Ia fijacion de los bienes de consumo
ienes de primer orden”. Ademés, mediante la
escripeiGn metédica de que para determinar el precio
Ne bienes de orden superior es menester obtener antes
{hs correspondientes productos marginales y sus precios,