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CIFCC
CENTRO DE INVESTIGACIÓN DE LA
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN
Primera edición: julio 2017
ISBN: 978-607-535-006-6
Este libro fue publicado con financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (cona-
cyt) a través del Fondo Sectorial sep/ses/conacyt. Número de proyecto: 197060. La investigación
contó con el respaldo y apoyo de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y de la Facultad de
Ciencias de la Comunicación.
Co-patrocinador
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Apéndice fotográfico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . i
INTRODUCCIÓN
Capítulo 1
1
El taller Reflexiones sobre la violencia desde una perspectiva de género al interior de las uni-
versidades se desarrolló con estudiantes de la universidad de carácter intercultural en Matehuala y
Matlapa en noviembre de 2015.
20 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
2
Las cápsulas radiofónicas se transmitieron en los meses de abril y mayo de 2016 en la universi-
dad pública que participó en la indagación. Algunas fotografías de la etnografía visual, así como los
carteles y el tríptico, pueden verse en la última parte de este libro.
Violencia de género en las universidades… 21
Consideraciones teóricas
Género
Perspectiva de género es una visión científica, analítica y política sobre las mujeres y
los hombres. Se propone eliminar las causas de la opresión de género como la desigual-
dad entre los géneros a través de la equidad, el adelanto y el bienestar de las mujeres;
contribuye a construir una sociedad en la cual las mujeres y los hombres tengan el mis-
mo valor, igualdad de derechos y oportunidades para acceder a los recursos económicos
y a la representación política y social en los ámbitos de toma de decisiones. (Lagarde,
2010: 80)
3
Disponible en <http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LGA MVLV_171215.pdf>.
Violencia de género en las universidades… 25
que es ‘propio’ de los hombres (lo masculino) y lo que es ‘propio’ de las mujeres
(lo femenino)” (1999: 84).
En términos generales, se entiende la perspectiva de género como la explica-
ción teórica en torno a la construcción de lo masculino y femenino, que se funda-
menta en identificar y estudiar el conjunto de prescripciones y prácticas históricas,
sociales, culturales que las personas desarrollan a partir de la diferencia sexual-
biológica. Estas disposiciones enfatizan y alimentan las significaciones culturales
en torno al ser masculino y femenino, y se proyectan en todos los campos sociales,
según expresa Marta Lamas:
Por esta clasificación cultural se definen no sólo la división del trabajo, las prácticas
rituales y el ejercicio del poder, sino que se atribuyen características exclusivas a uno
u otro sexo en materia de moral, psicología y afectividad. La cultura marca a los sexos
con el género y el género marca la percepción de todo lo demás: lo social, lo político,
lo religioso, lo cotidiano (citado por Fernández, 2012: 29).
La experiencia práctica del cuerpo, que se engendra al aplicar al propio cuerpo los
esquemas fundamentales derivados de la asimilación de las estructuras sociales y que
se ve continuamente reforzado por las reacciones, engendradas de acuerdo a los mis-
mos esquemas que el propio cuerpo suscita en los demás, es uno de los principios de
4
El habitus se entiende como: “sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras
estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios ge-
neradores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas
a su meta sin suponer el propósito consciente de ciertos fines ni el dominio expreso de las operaciones
necesarias para alcanzarlos” (Bourdieu, 2007: 86).
Violencia de género en las universidades… 27
Habitus y violencias
definen por el ámbito en que ocurre: familiar, colectivo, laboral, educativa, insti-
tucional y feminicida.
Para Fernández (2012), la violencia de género es también una concepción ambi-
gua, pues estrictamente hablando hace referencia a la violencia que se ejerce hacia
ambos sexos, hombres y mujeres, en el entendido que el género como tal se ha
constituido como una perspectiva analítica que alude a las formas y representa-
ciones simbólicas que se le confieren tanto a mujeres como a hombres. El “género
abarca a ambos, masculino y femenino, si bien el sesgo intelectual y práctico es
su aplicación como violencia contra las mujeres” (Fernández, 2012: 45).5 Cabe
señalar que para efectos de esta investigación se entiende a la violencia de géne-
ro como el tipo de violencia en contra de las mujeres al interior de los planteles
universitarios; prácticas generadas por relaciones de poder, dominación y control,
que violentan, maltratan, lastiman, excluyen, discriminan, acosan y hostigan a las
mujeres en las universidades.
Por otro lado, conforme se realizó la investigación, fue posible entender la vio-
lencia no sólo de género sino también a partir del género. Es decir, para la in-
vestigación se consideró comprender la violencia de género en función de lo que
hombres y mujeres universitarios/as definen, entienden o perciben como violencia.
La violencia, como construcción histórica-cultural, es interpretada por los sujetos
a partir de su condición de género (de su ser hombre o mujer, o de cualquier otra
identidad de género). Siguiendo esta perspectiva, el concepto de violencia simbóli-
ca es trascendente y fundamental para entender el sentido de las violencias.
Conforme a Bourdieu, la violencia simbólica se refiere a una forma de agresión
no necesariamente física, sino a la violencia que se ejerce producto de las repre-
sentaciones, esquemas y disposiciones social y culturalmente estructuradas, que
son aprendidas dentro del orden de lo natural, creando patrones o directrices de
pensamiento y acción en los que se definen y reproducen relaciones de poder y de
dominación-subordinación. En la conformación cotidiana del habitus y como con-
secuencia de estas relaciones de poder, la violencia simbólica se efectúa de manera
sutil, en el terreno de las significaciones y subjetividad de los sujetos. La persona
dominada participa activamente, creando y reproduciendo la configuración de la
5
González-López (2012) también se refiere a este tópico de la siguiente manera: “A pesar de
que a veces se utilizan los dos conceptos (violencia contra las mujeres y violencia de género) como
si fueran sinónimos, existen diferencias específicas entre ambos. […] La violencia de género incluye
la violencia contra las mujeres, pero también incluye otras formas de violencia que se dan debido a la
desigualdad de género y que afecta también a poblaciones no heterosexuales (hombres gay, lesbianas,
bisexuales) y a personas identificadas como género queer (conocido en inglés como genderqueer)”
(González-López, 2012: 74).
Violencia de género en las universidades… 29
violencia que se ejerce sobre él o ella, con la aceptación tácita de los esquemas que
la/o subordinan. En palabras de Bourdieu:
La violencia simbólica […] es la violencia que se ejerce sobre un agente social con su
complicidad. […] los agentes sociales son agentes cognoscentes que, aun cuando están
sometidos a determinismos, contribuyen a producir la eficacia de aquello que los deter-
mina en la medida en que lo estructuran. […] Yo llamo desconocimiento al hecho de
reconocer una violencia que se ejerce precisamente en la medida en que uno la percibe
como tal. (Bourdieu, 2005: 240)
6
La violencia estructural se entiende como: “opresión político-económica crónica y desigualdad
social enraizadas históricamente, que incluye desde acuerdos comerciales de explotación económica
30 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
internacional, hasta condiciones de trabajo abusivas y altas tasas de mortalidad infantil” (Bourgois,
2005: 14).
7
La perspectiva de Bourgois sobre la violencia cotidiana, en cierta forma, abarca o destaca a la
violencia de género; entendida también como violencia contra las mujeres. Aunque Bourgois no lo
aclare en su concepto, sí lo hace en la explicación detallada de violencia cotidiana.
Violencia de género en las universidades… 31
Multiculturalidad:
interacción de las diferencias en el entorno universitario
Notas metodológicas
Niveles de análisis
Individual
Las universidades
Selección de ies
mitaron tres contextos ubicados en diferentes zonas del estado: la Ciudad de San
Luis Potosí (zona centro), los municipios de Matehuala (zona altiplano) y Matlapa
(zona huasteca).8
Como las ies ofrecen diversas licenciaturas, se consideró pertinente seleccionar
carreras de diferentes disciplinas con características particulares. Carreras con ma-
yor población femenina o masculina entre el estudiantado, como fueron los casos
del área de Ciencias de la Salud y de Ingeniería, respectivamente. Otras con parti-
cularidades en la expresión de la diversidad sexual, como una parte de la población
estudiantil en Ciencias de la Comunicación. También carreras con otros perfiles
profesionales como Administración Pública, Negocios y Administración de Em-
presas, que cuentan con una alta demanda de ingreso tanto de estudiantes mujeres,
como de escolares hombres.
Cuadro 1
Selección de ies por área de conocimiento o de ámbito profesional
de 6 carreras y 6 universidades
Tipo de ies Área profesional Ubicación Zona
Universidad Pública de carácter Administración Pública Matehuala Altiplano
Intercultural
Universidad Pública de carácter Ciencias de la Salud Matlapa Huasteca
Intercultural
Universidad Confesional Ciencias de la Salud San Luis Potosí Centro
Universidad Privada Negocios y Administración San Luis Potosí Centro
de Empresas
Universidad Pública Ingeniería San Luis Potosí Centro
Universidad Pública Ciencias de la Comuni- San Luis Potosí Centro
cación
8
Con esta propuesta, se pretendió abarcar contextos universitarios que estuvieran situados en
la mayor parte de las cuatro zonas o regiones que componen el estado de San Luis Potosí: altiplano,
centro, media y huasteca.
36 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
“La oferta educativa del nivel superior en el estado tiene cobertura en los municipios de San
9
Luis Potosí, Soledad de Graciano Sánchez Romo, Villa de Reyes, Matehuala, Salinas de Hidalgo, Ve-
nado, Tancanhuitz de Santos, Tamuín, Rioverde, Ciudad Fernández, Ciudad Valles, Cárdenas, Axtla
de Terrazas, Xilitla, Tamazunchale, Matlapa, Charcas, Cerritos y Ébano” (Información obtenida por
medios impresos de la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado, sege y el coepes).
Violencia de género en las universidades… 37
10
Aquí es importante precisar que, por motivos inherentes a las particularidades y necesidades
durante la realización del trabajo de campo, se tuvieron que realizar dos entrevistas individuales con
una estudiante y un estudiante de la carrera de Ingeniería.
La configuración de las ies y los discursos relacionados… 39
Capítulo 2
Para iniciar y dar contexto a este capítulo es pertinente apuntar brevemente algunos
aspectos descriptivos relacionados con las instituciones que participaron en la in-
vestigación. Por lo que es necesario precisar que en este documento no se manejan
los nombres de las universidades en las que se desarrolló el trabajo de campo. La
referencia a las ies sólo será por su carácter o tipo: pública, privada, confesional,
intercultural y por su ubicación geográfica. Tampoco se señalan directamente las
carreras, solamente se alude a ellas por área de conocimiento o formación profesio-
nal. Los nombres de las y los entrevistados se conservan en el anonimato.
El estudio de la universidad desde una perspectiva de género debe estar guiado también
por un interés por desvelar el sustrato de género que informa los significados culturales.
[…] Aquí el interés no reside tanto en medir diferencias. Hombres y mujeres no son
contemplados como objetos mesurables en las organizaciones. El foco de atención, en
cambio, se sitúa en las concepciones y significados que se manejan en torno a lo mascu-
lino y lo femenino, en el sistema de evaluación jerárquica sobre el que descansan tales
construcciones binarias, y en las consecuencias y restricciones que éstas imponen. […]
Las barreras culturales relacionadas con el género, en tanto que elementos simbólicos,
son difíciles de identificar y definir, pero ello no implica que no deban ser analizadas y
estudiadas en profundidad (Sánchez y Lavié, 2011: 16).
1
Para Bourdieu, los campos sociales funcionan “como espacios estructurados de posiciones (o
de puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en estos espacios, y que pueden ser analiza-
das independientemente de las características de sus ocupantes (que en parte están determinadas por
las posiciones). […] Un campo […] se define entre otras cosas definiendo objetos en juego [enjeux]
e intereses específicos, que son irreductibles a los objetos en juego [enjeux] y a los intereses propios
de otros campos.[…] Para que un campo funcione es preciso que haya objetos en juego [enjeux]
y personas dispuestas a jugar el juego, dotadas con los habitus que implican el conocimiento y el
reconocimiento de las leyes inmanentes del juego, de los objetos en juego [enjeux], etc. […] La
estructura del campo es un estado de la relación de fuerzas entre los agentes o las instituciones
implicados en la lucha o, si se prefiere así, de la distribución del capital específico que, acumulado
en el curso de las luchas anteriores, orienta las estrategias ulteriores. Esta estructura, que consti-
tuye el principio de las estrategias destinadas a transformarla, está ella misma siempre en juego:
las luchas que tienen lugar en el campo tienen por objetivo [enjeu] el monopolio de la violencia
legítima (autoridad específica) que es característica del campo considerado, es decir, en definitiva,
la conservación o la subversión de la estructura de la distribución del capital específico. […] todas
las personas implicadas en un campo tienen en común una serie de intereses fundamentales, a saber,
todo lo que va unido a la existencia misma del campo: de aquí deriva una complicidad objetiva que
subyace a todos los antagonismos. […] Los que participan en la lucha contribuyen a la reproducción
del juego contribuyendo, más o menos completamente según los campos, a producir la creencia en
el valor de los objetos en juego [enjeux]”. (Bourdieu, 2000a: 112-115). Los corchetes y las palabras
en cursivas pertenecen al texto original de donde se extrajeron las citas. Los corchetes que no apa-
recen en cursivas son propios.
La configuración de las ies y los discursos relacionados… 43
2
Para Bourdieu y Passeron, las mujeres universitarias en Francia siguen una especie de patrón de
comportamiento y orientación académica que está fundamentalmente condicionada por el género. Es
así como las mujeres acceden en menor proporción a carreras correspondientes al ámbito científico-
tecnológico e ingresan, en mayor medida, en una formación académica de corte humanístico y social.
Aunque la perspectiva de Bourdieu y Passeron está más relacionada con las desigualdades que se
44 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
Esta influencia continua de las desigualdades sociales sobre las desigualdades escolares
puede manifestarse de manera paradójica en el caso de las niñas, quienes desde el inicio
tienen mejores desempeños escolares que los varones. Pero, incluso en este caso, las
niñas no logran resultados tan buenos en razón de las desigualdades sociales entre los
sexos. Son menos numerosas en las orientaciones científicas más prestigiosas y eligen
o son alentadas hacia ‘oficios femeninos’ como: servicios, enseñanza, salud, trabajo
social, etc. Sin embargo, el mundo docente, ampliamente feminizado, no tiene ninguna
razón para discriminar a las niñas. Lo que ocurre es que la escuela no logra escapar a la
influencia de las desigualdades sociales. Podemos pensar, incluso, que las condiciones
de la igualdad de oportunidades no son plenamente realizables en una sociedad basada
en la desigualdad. (Dubet, 2005: 25)
perfilan en las universidades a partir de la clase social a la que pertenece el estudiantado, de alguna
manera puede transportase esa desigualdad a la condición de género al interior de la universidad. “El
hecho de que las posibilidades de acceso a la universidad sean parecidas, tanto para los varones como
para las mujeres, no debe esconder el hecho de que, una vez entrados en la facultad, es muy posible
que unos y otras no cursen los mismos estudios. En principio, y sea cual fuese el origen social, sigue
siendo más probable que las mujeres se inclinen por las letras y los varones por los estudios científi-
cos. En esta tendencia se reconoce la influencia los modelos tradicionales de división del trabajo (y de
los ‘dones’) entre los sexos” (Bourdieu y Passeron, 2008: 19).
La configuración de las ies y los discursos relacionados… 45
3
Esta expresión también es utilizada por Buquet et al. (2013). Es pertinente agregar que esta
idea del discurso “políticamente correcto” no se limita a las estipulaciones o el lenguaje oficial insti-
tucionalizado de manera directa por las universidades, esta práctica se extiende a los comentarios y
observaciones que expresan docentes y estudiantes. Es decir, las y los entrevistados también manejan,
a título personal, una serie de planteamientos que, en primera instancia, sugieren que sus prácticas en
torno a las relaciones de género siempre están basadas en el respeto, la igualdad, la aceptación de las
diferencias y la no exclusión (Solís y Martínez, 2012). González apunta: “Hubo diferentes respuestas,
aunque en general apuntaban a decir que las alumnas eran tan buenas o mejores que los alumnos. Me
parece que la cuestión de la igualdad de oportunidades ya se ha asimilado como un discurso, en que
el profesorado sabe qué es correcto responder” (González, 2012: 24).
46 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
Si no es hacer investigación, ¿qué función cumplen en las ies las instancias supuesta-
mente especializadas [en el estudio del género] que se encuentran en las universidades?
Además de la docencia y la difusión –sin menospreciar su importancia- nos atrevemos
a mencionar que dichas instancias también cumplen con una función simbólica precisa:
La configuración de las ies y los discursos relacionados… 47
ser la evidencia empírica que la institución utiliza para mostrar la importancia que se
le concede a la perspectiva de género, ya que la asunción de una retórica institucional
que pretende mostrar una actitud “políticamente correcta” y acorde con los discursos
actuales de la modernidad requieren de un dato concreto qué mostrar cuando hay que
probar que se tiene incorporada la perspectiva de género en las estructuras universita-
rias, deteniendo casi en ese único hecho la aplicación amplia y real de dicha perspectiva
(2009: 56).
Palomar también apunta –acorde a las reflexiones de Joan Scott sobre el carácter y
sentido crítico de los estudios de género– que la producción académica y de difu-
sión en torno al género que surge de las ies, puede verse seriamente afectada en su
posición reflexiva y de análisis crítico sobre las relaciones de género en las univer-
sidades. Es decir, al ser entidades institucionalizadas, cooptadas o inherentes al po-
der institucional, pierden la posibilidad de desarrollar acciones directas o incisivas
en torno a las relaciones de género que se gestan en las universidades, las cuales
podrían llevar a una posición crítica al mismo poder institucional que les dio vida:
Hemos advertido que conceder a los estudios de género un espacio específico en las ies,
y crear con ello la apariencia de legitimidad y valor, ha afectado el contenido y la cali-
dad del trabajo académico que en su interior se desarrolla. […] De esta forma, habría
que preguntarse lo que sucede en nuestro medio con los estudios de género, si siguen
cuestionando lo establecido o si han pasado a ser parte armónica de las instituciones.
(Palomar, 2009: 56)
A partir de lo anterior, es posible observar que las ies han procurado construir su
propio discurso institucionalizado y “políticamente correcto”, el cual responde, en
apariencia, adecuadamente a temas y prácticas que pueden ser conflictivos y sobre
los cuales es necesario posicionarse de manera pública, presentando una imagen
que configure las bases discursivas para asumir aspectos como la diversidad sexual
y el género, así como el trato con la alteridad, las diferencias sociales y culturales
de diversa índole: religiosas, étnicas, generacionales, socioeconómicas, físicas, en-
tre otras. Esta corrección del discurso alude a un sometimiento, una sumisión de lo
que las propias organizaciones dicen sobre sí mismas (Foucault, 2009).
Sin embargo, las personas que integran las diferentes comunidades universi-
tarias aluden a situaciones en las que se pone de manifiesto la trascendencia de
instaurar una perspectiva de género de diversas formas, así como una visión de los
entornos universitarios como espacios en los que confluyen las diferencias, la per-
tinencia de asumir y desarrollar acciones orientadas a la conformación de contextos
no violentos, tolerantes e incluyentes.
48 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
Sí hemos tenido algunos incidentes. Estamos a la expectativa, por ejemplo, de las pare-
jas [de novios estudiantes] sobre todo. Hace poquito tuvimos un detalle con una pareja
de alumnos que se agarraron a discutir fuerte dentro de las instalaciones. Ya platicamos
aquí con las partes, en este caso con el chico y la chica […] nos comentaban que habían
tenido una relación violenta […] tratamos de mediar la situación, si su relación ya había
terminado pues respetaran, y más dentro de la institución. Sin embargo, la pareja volvió
a estar junta, y estamos a la expectativa, más que nada de que no se suscite violencia
dentro de la institución… y en este caso, también ahorita está un poquito marcada la
situación con otro grupo donde, por primera vez, la universidad recibe a un alumno con
capacidades diferentes, entonces en su momento todo mundo lo estuvo apoyando. Sin
embargo, también el alumno sintió como que lo estaban sobreprotegiendo y empezó a
marcar su línea; a tal grado de que el grupo ya no le ofrece el traslado a su casa, enton-
ces el joven motivó a sus familiares para que estuvieran viniendo por él. Y en esa parte,
digamos que el joven sí se vio un poquito relegado del grupo, por la cuestión de que él
mismo empezó a sentirse sobreprotegido y empezó a marcar su propia línea.
diferentes carreras. Por otra parte, un profesor de la Universidad Pública de carácter intercultural,
sede Matlapa, dijo: “Aquí lo que se hace es que cada grupo tiene asesores, un docente asesor... si el
La configuración de las ies y los discursos relacionados… 49
Conforme a los testimonios recabados con docentes, en ocasiones las y los estu-
diantes que tienen algún problema de tipo personal o relacionado con la vida esco-
lar –por ejemplo si las estudiantes son víctimas de algún tipo de acoso, ya sea por
parte de profesores o de compañeros– suelen acudir (o no es raro que lo hagan) con
profesoras para darles a conocer su situación y solicitar un consejo; ello les da la
posibilidad de hablar con alguien sobre lo que les ocurre, sin que sea una denuncia
formal. La mayoría de las y los participantes en el estudio reconoció la necesidad,
cada vez más apremiante, de que las universidades se sientan aludidas respecto a la
violencia de género y actúen en consecuencia, configurando un discurso que vaya
más allá de lo “políticamente correcto”, es decir, un posicionamiento claro que
encamine acciones concretas.5
Como ya se ha perfilado, las ies se entienden como campos sociales en los que se
construye y reproduce un habitus, bajo el cual operan fuerzas de poder, domina-
ción y pugnas por controlar los diversos capitales que circulan en el campo. Bajo
esta perspectiva, se considera que el campo social universitario está caracterizado
por la diversidad y por las interconexiones con otros campos sociales. Conforme
a Long (2007), la idea de interfaz es útil para dilucidar los conflictos inherentes a
la diversidad que caracteriza a los campos sociales. La interfaz se entiende como:
alumno nos tiene confianza platica con nosotros, y bueno, tratamos de platicar con la coordinadora [de
la carrera], y si el problema es más grave o algo, pues a lo mejor [lo indicado] es hablar directamente
con Subdirección y ya tratar de canalizar al alumno a donde corresponde”.
5
Cabe señalar que, al momento de concluir la escritura del presente libro, la universidad pública
que participó en la investigación, ya había iniciado el proceso de diseño y propuesta de protocolos de
actuación ante la violencia de género al interior de su comunidad. Sin embargo, esto ocurrió porque
meses antes se hicieron señalamientos públicos sobre casos de acoso sexual ocurridos en facultades
de la institución.
50 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
6
Long (2007) cita a Hindess de la siguiente manera: “Las empresas capitalistas, agencias estata-
les, partidos políticos y organizaciones eclesiales son ejemplos de actores sociales; todos ellos tienen
medios para arribar, formular decisiones y actuar por lo menos en alguna de ellas” (Long, 2007: 49).
7
Foucault se refiere al ejercicio de la sexualidad. Sin embargo, es factible trasladar estas mismas
disertaciones y planteamientos hacia el manejo institucional en torno a las relaciones de género y la
violencia en el contexto universitario.
8
“La espiral del silencio, como es concebida por Noelle-Neumann, es el proceso mediante el cual
‘el individuo’ o ‘la colectividad’ teme que la expresión o defensa de su opinión minoritaria, respecto
de un asunto específico, pueda convertirse en la causa de su aislamiento al ser conocida por el otro que
es representativo del sentimiento –aparente o realmente– mayoritario en un proceso de rápido cambio
en las percepciones de la comunidad a que se pertenece” (Guerrero, 2004: 118).
La configuración de las ies y los discursos relacionados… 51
La educación, por más que sea legalmente el instrumento gracias al cual todo individuo
en una sociedad como la nuestra puede acceder a cualquier tipo de discurso, se sabe
que sigue en su distribución, en lo que permite y en lo que impide, las líneas que le
vienen marcadas por las distancias, las oposiciones y las luchas sociales. Todo sistema
de educación es una forma política de mantener o de modificar la adecuación de los
discursos, con los saberes y los poderes que implican. Me doy cuenta de que es muy
abstracto separar […] los grupos doctrinales y las adecuaciones sociales. La mayoría
de las veces, unos se vinculan con otros y constituyen especies de grandes edificios que
aseguran la distribución de los sujetos que hablan en los diferentes tipos de discursos y
la adecuación de los discursos a ciertas categorías de sujetos. Digamos en una palabra
que ésos son los grandes procedimientos de sumisión del discurso (Foucault, 2009: 45).
9
Este afán homogeneizador lleva aparejado el énfasis en el desarrollo de las desigualdades al in-
terior de las escuelas, aunque el discurso sea justamente lo contrario. Las escuelas occidentales operan
bajo un gran principio rector basado en la acumulación de méritos, el motor competitivo y el desarro-
llo de habilidades conforme a parámetros establecidos que ponen en desventaja a los sujetos que no se
54 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
La ciencia física occidental fue construida específicamente por hombres, mediante ac-
tuaciones y discursos que reflejan la posición dominante de los hombres en el mundo
ajustan a las condicionantes que erigen dichos parámetros, en los que se asienta una supuesta igualdad
de oportunidades en el entorno escolar. Esto coloca a las diferencias como elementos disruptores que
no encajan en lo homogeneizante-hegemónico. “La escuela de la igualdad de oportunidades ubica,
orienta y jerarquiza a los alumnos en función de sus desempeños. La competencia escolar necesaria-
mente vuelve a los alumnos desiguales. Los alumnos están situados en el centro de una contradicción
fundamental: son considerados como fundamentalmente iguales, al tiempo que deben participar en
una serie de pruebas cuya finalidad es volverlos desiguales. […] si los actores explicaran sus desigual-
dades de desempeño por su origen y por sus talentos naturales, el principio de igualdad que preside la
competencia escolar resultaría invalidado” (Dubet, 2005: 32).
10
Ver Solís y Martínez, 2012.
La configuración de las ies y los discursos relacionados… 55
social natural. […] Una vez producido el conocimiento, todavía es necesario hacer una
selección o compilación de él para elaborar un currículum. Esto no lo hace una comi-
sión de ángeles epistemológicos en el cielo. La investigación histórica demuestra que la
creación de “asignaturas” como la geografía ha sido fruto de indagaciones, comisiones
de elaboración de programas, empresarios de la educación y burócratas. […] el cono-
cimiento curricular no flota por la escuela como una especie de ectoplasma académico,
sino que se encarna en el aula y en toda la práctica escolar. (Connell, 2006: 46-47)
Colofón
que se pretende instaurar una pedagogía del conflicto. Aunque Santos se refiere
concretamente a las normativas o lineamientos de carácter epistemológico, que
han direccionado las formas y contenidos del conocimiento científico hegemóni-
co occidental del que se nutren las universidades, también puede trasladarse a la
perspectiva de género y su transversalización en las ies. Para Santos es necesario
volver la vista al pasado, a la historia, para traer al presente todo el sufrimiento y
las prácticas que han violentado y lastimado a la población, con miras a no repetir
o reproducir acciones violentas en la actualidad, como una forma de romper una
suerte de inercia que prolonga y naturaliza la opresión y la dominación. “Sólo el
pasado como opción y como conflicto es capaz de desestabilizar la repetición del
presente. Maximizar la desestabilización es la razón de ser un proyecto educativo
emancipatorio” (Santos, 2015: 14). Así, la pedagogía del conflicto incluiría activar
procesos de enseñanza y aprendizaje, a partir de cuestionar las situaciones que han
marcado y definido conflictos (violencias, relaciones de poder y dominación) en el
pasado y en el presente, tanto en los contextos macro (entornos sociales, económi-
cos, políticos, culturales) de las universidades como en la historia, la estructura y
los mecanismos de las propias ies.
Más allá de la instauración de departamentos o áreas de atención directamente
relacionadas con la violencia contra las mujeres, la construcción de protocolos de
atención, prevención y erradicación de estas prácticas o la elaboración de discursos
institucionales en torno al tema, es necesario entender los mecanismos subjetivos y
simbólicos que estructuran y naturalizan las prácticas violentas contra las mujeres
en los espacios universitarios. Esto requeriría el desarrollo de una mirada transver-
sal que atravesara los procesos educativos y formativos en las ies, rebasando los
discursos y las fachadas institucionales. Es decir, una pedagogía que reconozca, en
primera instancia, el talante patriarcal fundacional bajo el que han nacido y a partir
del cual operan estos organismos educativos. Se deben cuestionar las relaciones de
poder, dominación, exclusión que han afectado y colocado en desventaja la presen-
cia, las interacciones y la trayectoria de las mujeres en las universidades.
Culturas universitarias, género y violencia 59
Capítulo 3
1
De acuerdo a Giménez, “la identidad no es una esencia, un atributo o una propiedad intrínseca
del sujeto, sino que tiene un carácter intersubjetivo y relacional. Es la autopercepción de un sujeto en
relación a los otros; a lo que corresponde, a su vez, el reconocimiento y la ‘aprobación’ de los otros
sujetos. […] la identidad de las personas implica una distinguibilidad cualitativa (y no sólo numérica),
que se revela, se afirma y se reconoce en los contextos pertinentes de interacción y comunicación
social. […] ¿Cuáles son esos elementos diferenciadores o diacríticos en el caso de la identidad de las
personas? Las investigaciones realizadas hasta ahora destacan tres series de elementos: 1) la pertenen-
cia a una pluralidad de colectivos (categorías, grupos, redes y grandes colectividades), 2) la presencia
de un conjunto de atributos idiosincráticos o relacionales, 3) una narrativa biográfica que recoge la
historia de vida y la trayectoria social de la persona considerada” (2009: 29-30).
60 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
Lo noto mucho en las chicas. La mayoría, cuando termina la licenciatura, baja de peso,
se súper arreglan. Cambia mucho, es bien curioso. En los hombres no lo noto tanto,
porque son menos, yo creo. Pero sí en las chicas, digo a lo mejor nunca fue obesa, pero
a lo mejor tenían un poquito de sobre peso, y cuando salen de la licenciatura están […]
deportivas la mayoría. Sí se nota cómo se empiezan a preocupar más por su arreglo
personal, por su cuerpo […] en lo que comen. Sí, sí cambia. […] bueno, tiene que ver
con la licenciatura, ¿no? […] Ya al final sí se nota en muchas, se nota mucho. Bajan
muchísimo de peso, se preocupan mucho por lo que comen, siempre las ves con una
botella de agua.
[…]
Que hay algún evento [los organizadores comentan]: “ay, díganles a las de [men-
ciona una licenciatura], ellas están bien bonitas” [para que sean edecanes del evento].
Y eso no les gusta, no les gusta a las chavas [estudiantes de la licenciatura] que las
identifiquen así. […] ponlas para que sean oradoras, pero ¿por qué tienen que ser las
edecanes?
Sin embargo, el uso de las mochilas también tiene una forma de distinción de género: las mo-
2
chilas de los varones estudiantes de ingeniería generalmente son de colores oscuros, con un diseño
sobrio, de conocidas marcas deportivas, de tipo militar o con aditamentos que aluden a grupos musi-
cales como rock metal. Las mochilas de las estudiantes mujeres de ingeniería, por lo general, son de
colores vivos o claros, de tonalidad pastel.
Culturas universitarias, género y violencia 61
Así, el análisis de las diferencias sistemáticas que oponen a los alumnos de las discipli-
nas “de talento” respecto de los alumnos de las materias “de trabajo” revela claramente
el sistema de oposiciones entre propiedades o cualidades antagonistas y complementa-
rias que estructuran los juicios. Y así puede confeccionarse el cuadro de categorías que,
inscritas en lo más profundo de los cerebros de los maestros y de los (buenos) alumnos,
se aplican a toda realidad escolar, y escolarmente pensable (a su vez objetivamente orga-
nizada conforme a los mismos principios), es decir, a las personas, profesores o alumnos,
tanto como a sus producciones: cursos, trabajos, ideas, discursos. (Bourdieu, 2013: 34)
Tanto los alumnos eligen a las disciplinas, las disciplinas eligen a sus alumnos, impo-
niéndoles las categorías de percepción de las materias y de las carreras, al igual que
de sus propias capacidades, y por ende del sentimiento que ellos pueden tener de la
afinidad entre los distintos tipos de disciplinas o de maneras de practicarlas (teórica o
empírica, por ejemplo) y sus propias aptitudes, escolarmente construidas y consagra-
das. (Bourdieu, 2013: 36)
“hay puros hombres”, pero que no son clasificados como homosexuales. O que los
estudiantes varones puedan ser ubicados como homosexuales en carreras con alta
población de estudiantes mujeres, como en ciertas licenciaturas de Ciencias de la
Salud. De alguna manera, esto señala que en las universidades se reproducen con-
figuraciones y disposiciones de género socialmente establecidas que operan en los
diversos campos sociales.
Sí me tocó, de semestre diferente, dos niñas [estudiantes] que eran lesbianas, pero ellas
eran muy temerosas y… lo recuerdo porque se acercaban conmigo a preguntarme que
a veces se sentían como rechazadas y se notaba porque hasta su forma de vestir era
como más… […] sí, pues, no se preocupaban tanto como las [estudiantes] que vienen
súper arregladas… Más bien [vestían con] colores muy sobrios… siempre pantalón,
blusa, tipo camisa. Pero a ellas les preocupaba mucho que las fueran a rechazar sus
compañeras.
Pues la carrera [que curso] tiene fama de ser la más difícil de toda la Facultad de Inge-
niería, y pues, no lo sé, pienso que mucha gente [estudiantes] se siente intimidada… las
mujeres dicen que no pueden… o cosas así… Igual, también la sociedad les dice [a las
mujeres]: “esa carrera es para hombres”… o cosas así.
Al igual que las corporaciones, los sitios de trabajo y el Estado, el género está
embebido en las disposiciones institucionales mediantes las cuales funciona la es-
cuela: divisiones de trabajo, patrones de autoridad y cosas por el estilo. El conjunto
de estas disposiciones conforman el régimen de género de una escuela. Aunque los
regímenes de género varían de escuela a escuela, estos deben acomodarse a los lími-
tes establecidos por la cultura más amplia y a las restricciones del sistema educativo
local. (Connell, 2001: 160)
Se ejerce por las personas que tienen un vínculo laboral, docente o análogo con la vícti-
ma, independientemente de la relación jerárquica, consistente en un acto o una omisión
en abuso de poder que daña la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de la
víctima, e impide su desarrollo y atenta contra la igualdad. Puede consistir en un solo
66 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
evento dañino o en una serie de eventos cuya suma produce el daño. También incluye
el acoso o el hostigamiento sexual (p. 4).
Artículo 12. Constituyen violencia docente: aquellas conductas que dañen la autoes-
tima de las alumnas con actos de discriminación por su sexo, edad, condición social,
académica, limitaciones y/o características físicas, que les infligen maestras o maestros.
Artículo 13. El hostigamiento sexual es el ejercicio del poder, en una relación de sub-
ordinación real de la víctima frente al agresor en los ámbitos laboral y/o escolar. Se
expresa en conductas verbales, físicas o ambas, relacionadas con la sexualidad de con-
notación lasciva. El acoso sexual es una forma de violencia en la que, si bien no existe
la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de in-
defensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o
varios eventos. (p. 5)
3
Según Mingo, “uno de los comportamientos que se ha documentado con amplitud desde la
década de los setenta es el hostigamiento sexual, físico y verbal que enfrentan muchas mujeres en las
aulas, los pasillos y los patios de las instituciones de enseñanza de los distintos niveles educativos.
Entre las formas están: insultos, miradas, chistes, gestos, burlas, ‘piropos’, comentarios, rumores,
chismes, insinuaciones, risas, empujones, pellizcos, roces y apretones” (2013: 104).
4
Hay que recordar que no existe un área específica en las ies que se encargue de atender u orien-
tar respecto a las acciones de acoso y hostigamiento al interior de las universidades.
Culturas universitarias, género y violencia 67
a broma o son material temático para elaborar chistes. Estas prácticas de acoso
y hostigamiento, extendidas y normalizadas, vulneran de manera importante la
vida estudiantil y docente de las mujeres en las ies, y evidencian enfáticamente
las prácticas de violencia de género que se desarrollan en las universidades, se-
gún lo que expresa la lgamvlv.
Conforme a lo manifestado por las estudiantes entrevistadas, en la universidad
pública se encuentran extendidas y normalizadas, de manera más evidente, las acti-
tudes “machistas” de profesores varones hacia estudiantes mujeres en las diferentes
facultades.
O: Bueno, yo sé de algunos maestros aquí que sí son más machistas porque hacen a un
lado las opiniones de las mujeres.
[…]
L: Pues una vez nos tocó en un semestre que había una chava embarazada, y cuando
entró al salón el maestro le dijo que por qué seguía viniendo si estaba embarazada,
que mejor ya no viniera. Y eso ya es asunto de ella, ¿no? Si ella cree que puede seguir
viniendo a pesar del embarazo, pues eso ya es asunto de ella, ¿no?
[…]
O: Otro profesor que también decía, a una amiga, que por qué tenía un cargo para Conse-
jería o Sociedad de alumnos […] si eso no era para las mujeres, y eso sí me enojó mucho.
[…]
L: […] hay unos profesores que sí te hacen menos por ser mujer, o que dicen que esa
carrera [ingeniería] no es para mujeres, cosas así.
Por otro lado, las estudiantes de la universidad confesional también lograron iden-
tificar prácticas de acoso de profesores varones:
S: Casi todos [los profesores] que nos han tocado son buenos… solamente nos ha toca-
do uno malo con el que tuve una experiencia… bueno, las mujeres… pero sí nos llegaba
a incomodar mucho. […] Era morboso, era un profesor morboso […] nos llegaba a
tocar… en los exámenes… siempre llegaba y decía: “a ver dime, preciosa…” […] o
llegaba y como que te daba masaje… y hay [otros] profesores súper lindos [con los
que] no hay necesidad de ese contacto físico, aparte como que tú sientes la intención.
R: Puede llegar otro profe y te puede hacer así [tocando los hombros], y tú así de equis, pero
llegaba él y era como de ay [risas]… se sentía mucho en la mirada que era desagradable.
F: Y es que, por lo mismo de que lo tomamos más normal. Por ejemplo, hasta nosotras
mismas sabemos, cuando te vas a inscribir [nos advertimos entre nosotras]: “no, no te
metas con ese profe porque es así con las chavas”. Entonces, […] por ejemplo, si tú
llegas a meter la materia [con ese profesor], por equis cosa, si tú te sientes incómoda,
nada más te lo quedas tú, no lo externas a alguien que te estás sintiendo agredida por
ese profesor. Pero por lo mismo de que: “no es que siempre es así [el profesor con las
alumnas]”, así como que ya te quedas de “así tiene que ser”.
M: Y también creo que por el miedo a una represalia, ¿no?, porque es una agresión de
un profesor, y pues te quedas más tiempo aquí en la escuela, y [piensas]: “igual me
aguanto un ratito y ya no hay represalias”.
quinto o séptimo semestre, bien normal, así: “ese güey [profesor] acosa un chingo”, y
es normal, ¿no?
5
Es pertinente señalar que durante la entrevista, cuando la profesora hacía referencia a las si-
tuaciones de violencia que vive por parte del profesor al que se refiere, pedía que la grabadora se
apagara, pues temía dejar alguna evidencia que pudiera delatar a su agresor, aunque nunca mencionó
su nombre.
70 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
Entonces… incluso me pasó a mí. […] Y cuando fui a hablar con [menciona el puesto
del profesor] para decir: “bueno, ya terminé el doctorado”. ¿Qué pasó? Me hizo insi-
nuaciones de tipo sexual, y por eso sigo [en el mismo puesto] (risas). […] Y bueno, a
partir de ese momento… cada que yo tengo interacción con él, es gritarme, humillar-
me, tratarme mal. […] Hasta la fecha. Entonces… evito cualquier contacto con él. Y
como, bueno, ya tengo un grupo de trabajo, realmente no tengo mucho qué pedirle ni
qué tratar, entonces, pueden pasar semanas y yo no tengo que ir […] y me mantengo al
margen. […] Pero creo que no soy la única persona afectada, he oído por ahí que hay
quien está pensando por [hacer] una demanda… o cosas por el estilo. Yo sí pensé: “si
las cosas siguen más adelante o el acoso sigue, o sea, voy a tener que…”. Pero como ya
no le pedí nada, entonces no pido y no tengo problemas.
En ese momento [en que se presenta el acoso], yo era la rival más débil, ¿no? […] Sí,
digo [creo] que se puede acudir al sindicato, pero realmente yo no quise… complicar
las cosas. […] Era su palabra contra la mía. No había un testigo. Le comenté a mi jefe
inmediato, me mandó por un tubo, como diciéndome: “yo no quiero problemas”… No
tenía de qué agarrarme en ese momento, y como sólo habían sido insinuaciones y no
había un daño [visible], no había nada, yo prefería, la verdad, hacerme a un lado.
Algo similar ocurre con el acoso sexual padecido por las estudiantes, pues al en-
contrarse en una situación desventajosa, sin la información pertinente, buscan di-
ferentes estrategias para obtener algún tipo de orientación. Una profesora comentó
en entrevista:
Una vez vino una alumna y ella… [buscaba ayuda o consejo], algo así, no sé, con
quien hablar y… [me dijo]: “vengo aquí porque usted es mujer”. Así me dijo. Enton-
ces empezó a decir que ella tenía una situación en la que había notado que un profe-
Culturas universitarias, género y violencia 71
sor como que la perseguía. Pero no era una situación muy clara, sino que como que
[el profesor] le preguntaba cosas, la esperaba al salir del trabajo. […] Y entonces, si
quisiera ayudar [a la estudiante] no me dejó, porque en ningún momento quiso decir
nombre [del profesor], sino que me dijo: “¿qué hago, qué haría usted?” Entonces,
pues yo le dije […] como yo tengo una niña muy pequeña, si algo similar me con-
tara [mi hija], pues prácticamente yo haría lo que esté en mis manos para meter a la
cárcel a esa persona. […] me estaba hablando de un caso que yo estaba mirando con
ojos de madre, o sea, yo soy mujer y eso no lo permito a ningún nivel. Al final no
sé si le haya parecido drástico o no, pero platicó conmigo por muchas horas, más de
un día, dos días de hecho, y al final logró deshacerse del asunto, o sea, logró que [el
profesor] no la visitara más y que no la fuera a buscar más, pero por lo que escuché
se sintió [acosada]: “¿qué hago?, porque es un profesor y yo no sé qué hacer, no sé a
dónde ir”. Y en ese momento tampoco sabía yo dónde [podía ir a que la orientaran].
6
Para Bourgois, la violencia cotidiana conforma “las prácticas y expresiones de agresión inter-
personal rutinarias, que sirven para normalizar la violencia a un nivel micro […] la violencia diaria
puede crecer y cristalizar […] en un sentido común que normaliza la violencia tanto en la esfera
74 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
Pues aquí, por ejemplo, tenemos ciertos maestros que son muy… ¿cómo sería la pa-
labra?.. muy selectivos. Hay un maestro que tiene fama de pasar sólo a las mujeres,
porque dicen que las acosa… No así completamente de que trata de hacer algo, pero
sólo pasa a las mujeres; los hombres, por más listo que seas, o una mujer, por más que
no sepa, va a pasar y el hombre no.
Sí, hay profesores que hacen eso y me molesta mucho porque, pues aquí hay de todo,
hay desde las mujeres que utilizan el hecho de ser mujer para pasar, y hay muchos
profesores que por el hecho de ser mujer no te exigen lo mismo, pero pues allí uno qué
hace. A mí me molestan los dos casos porque nos desacreditan… por eso mismo la baja
expectativa que tienen de nosotras. De los profesores no he escuchado que las mujeres
no hacen mucho o no saben, es más la opinión de los alumnos de: “ah, fulanita pasó tal
materia porque es mujer”… y yo los comprendo porque sí hay muchas mujeres que sí
pública como en la privada. […] que normaliza las pequeñas brutalidades y terror de la comunidad y
crea un sentido común o ethos de la violencia” (2005: 13-14).
Culturas universitarias, género y violencia 75
hacen eso, y por unas, a otras no nos toman en cuenta nuestros esfuerzos… por acreditar
nuestras materias.
[Por estas acciones, los estudiantes varones] no lo dicen directamente: “las mujeres no
sirven para la ingeniería”, no lo dicen ellos. Es así como de: “ah, ni sabes nada, qué
haces aquí, lo tuyo es una licenciatura”. Pero no lo dicen directamente.
7
Llama la atención percatarse de que estos actos no son privativos de esta universidad de San
Luis Potosí, sino que se presentan en planteles de diferentes regiones de México. Buquet et al. (2013)
señalan acciones similares en la Facultad de Ingeniería de la unam: “Sin embargo, hay tradiciones
de hostilidad de género institucionalizada que subsisten, como la rechifla que se instiga cuando una
mujer se atreve a atravesar la explanada de la Facultad de Ingeniería” (p. 48).
8
Aquí es pertinente mencionar que durante la escritura de este libro ocurrió un hecho concreto,
que refiere a la siguiente situación: dos estudiantes mujeres recibieron silbidos, burlas y gritos ofen-
76 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
S: Por ejemplo, en la [universidad pública], yo creo que sí… hay más gente… por
ejemplo, si ves que alguien pasa con bata [de estudiante], en [menciona una facultad],
pues los muchachos se la acaban [a la estudiante]… yo creo que todo eso es violencia
contra la mujer. No puede ni caminar porque ya están ahí los hombres como perros, yo
digo que sí es más [violenta la universidad pública].
M: Aquí [en esta facultad] no hay tanto… o bueno, yo al menos no lo he sentido como
una agresión. Pero si te vas, por ejemplo, a [menciona una facultad], o sea, entran las
chavas y cuántas cosas no te gritan o te dicen.
[…]
L: Aquí [en esta facultad] cuando es abril, mayo, hay muchas chavas que vienen en
short o en falda y nadie tiene ningún problema con eso, no son tan agredidas como si
fueran a [menciona una facultad] que… O sea, creo que en todas las facultades hay
violencia pero hay algunas donde es más que en otras.
Como señala Mingo (2013), estas prácticas de acoso que se desarrollan públi-
camente en la universidad repercuten de manera importante en la vida cotidiana de
las jóvenes estudiantes, inhiben su forma de ser y estar en el ámbito universitario,
condicionan y determinan su comportamiento público, su expresión corporal, su
forma de vestir y hasta sus posibilidades de libre tránsito por el campus.
sivos por parte de los estudiantes varones al transitar por ese espacio. Ante esto, una de ellas reclamó
en voz alta y enfrentó a los jóvenes quienes respondieron con risas, burlas y gritos para acallarla. El
hecho tuvo cierta repercusión momentánea en la comunidad universitaria, debido a que uno de los
presentes grabó con el teléfono una parte de los reclamos de la joven estudiante e hizo circular el
video en las redes sociales.
Culturas universitarias, género y violencia 77
A mí jamás me pasó [que chiflaran o gritaran en esa parte del campus] por, precisamen-
te, el mecanismo… de evitarlo… de pasar por otro lado que no fuera ese [lugar].
Depende… hay de todo… hay profesores muy accesibles, muy buenos maestros y todo,
[pero] también hay profesores que nada más vienen y ni te pelan: “si tienen duda,
78 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
ahí consulten ustedes”. […] Me ha tocado ver maestros… que faltan al respeto, pero
en general [a] hombres y mujeres, y sí han tenido problemas con algunos. Hay unos
[estudiantes varones] que no aguantan, y a veces lo esperan [al profesor] afuera [de la
Facultad] para querer agarrarse a golpes… pero yo nunca he sabido de un maestro que
se agarre a golpes con un alumno. […] una vez me tocó ver [un profesor que le dijo a
un alumno]: “a ver tú, el gordito, pásale al pizarrón”. […] pero sólo fue una vez que el
profesor lo dijo, a lo mejor al profesor se le fue la onda y se le salió… Pero me ha tocado
más que los maestros ignoran a los alumnos: hay unos que tienen muchas dudas, levan-
tan la mano, y el profesor [pregunta]: “¿quién tiene más dudas?”, y [a] la persona que
está levantando la mano [el profesor no le hace caso y dice] “alguien más, ¿no?”, así
totalmente ignorados. […] Pues hay profesores muy selectivos también […] obviamen-
te, aquí hay buenos alumnos y malos alumnos, hay de todo, entonces, ellos identifican
luego, luego a los que ponen más atención, a los que trabajan, y entonces enfocan sus
clases a ellos, en vez de enfocarse en los no van tan bien para ayudarlos a progresar.
L: O también, bueno, a mí me ha tocado que una maestra haya agredido por su físico a
un hombre [estudiante] por gordito.
E: Pero pues, no hacen nada […] y es como que: “bueno, ya lo dijo”, pero no denuncia-
mos ni nada, la gente no le haría caso [a quien denuncia].
R: Pues parece que no hay [violencia] pero sí, casi no se nota mucho. Pero por ejemplo,
con los maestros sí hay, porque puedes estar así, normal… y si te quejas del maestro o
algo, después te agarra… y sí te afecta, ya sea en calificaciones o trabajos, sabes que te
agarra de bajada.
M: Eso sí, sabes que ya le caíste mal [al profesor] y te exige más.
Había una materia que se llamaba plantas térmicas… algo así se llamaba. Y entonces,
el profesor que nos daba la clase era muy grosero, no decía una mala palabra [pero sí
se expresaba con albures]… y yo siempre fui muy mala para los albures y esas cosas.
Tenía una… compañera, la única que tenía [en esa materia], venía de colegio de mon-
jas, ella entendía todo en el aire, y luego él decía [un albur, y mi compañera me decía]:
“luego te explico, luego te explico”. Realmente era demasiado, esa clase era la clase
más larga, parecía de cuatro horas, ya quería que se terminara. Ese profesor ya se jubi-
Culturas universitarias, género y violencia 79
ló, pero esa fue una de las cosas más fuertes que me tocó así… o sea, se sentía uno así
como agredido, ¿no? En el sentido de que era una mujer en todo el grupo y eran a lo me-
jor 30 o 25 hombres, no sé cuántos, era un ambiente literalmente de albur de inicio a fin.
Sí, ¿en qué modalidad?, bueno, en el chantaje… aparte de… el chantaje por la cues-
tión de poder que el docente pueda tener, se lo cuentas… se lo dejas saber, se lo haces
sentir al alumno… Alumnos que en un momento dado tengan alguna situación [con el
profesor] y se quiera propasar [el profesor]… no a lo mejor a nivel físico, pero sí…
con insinuaciones, con alguna provocación de ese tipo. Sí, eso sí lo he visto [en otras
universidades].
Conforme a las respuestas de las y los estudiantes entrevistados, en las ies se han
presentado situaciones de peleas o golpes entre varones. Sin embargo, existe la idea
de que en los planteles privados hay mayor vigilancia y control de las expresiones
de violencia, en tanto que en los planteles públicos hay una normalización de éstas
en el marco de la cotidianidad del espacio escolar. Cuando estas peleas llegan a
ocurrir en el plantel privado no confesional, inmediatamente interviene el personal
de seguridad del plantel, el cual es numeroso y se encuentra distribuido de manera
estratégica en el campus.
A: Como que hay más. Por ejemplo… aquí es muy raro que unos chavos se peleen. O
sea, creo que ha pasado dos veces, que yo me he enterado, y luego, luego vienen aquí
los polis [y detienen la pelea], lo tienen como que súper controlado. A la mejor por ima-
gen [de la universidad] o así, pero lo tienen controlado. Pero, por ejemplo, tengo unos
amigos aquí en [menciona un plantel público de nivel bachillerato] que sí me dicen que
todas las tardes se pelean a golpes, y los profes nada más como que los ven y los dejan,
y como que… [dicen] ya pasó media hora y ya, ok, se paran, se acabó. […] sí afecta
[…] como que en lo privado no pasa, o tres veces [sucede] y ya, nadie hace nada, pero
en las [escuelas] públicas mucho.
Al parecer en los planteles, tanto públicos como privados, dentro y fuera de las
aulas, se han presentado discusiones entre parejas de novios, que se manifiestan
con gritos, empujones, manoteos, bofetadas o el llanto en las mujeres, así como al-
tercados a gritos, manoteos o golpes en la cara entre mujeres estudiantes. También
ha sido posible observar que el uso de las nuevas tecnologías, específicamente las
redes sociales, puede constituirse como un ámbito de expresión de violencias entre
estudiantes. Es común que las y los estudiantes de diferentes carreras organicen
grupos cerrados en Facebook. En algunos casos, la configuración de estos gru-
pos lleva a que se presenten algunas situaciones de humillación pública, chismes,
señalamientos ofensivos, discusiones virtuales y otras acciones de agresión hacia
estudiantes.
para señalar, denunciar o recibir orientación en caso de ser víctimas de algún tipo
de violencia. Como se ha visto en los testimonios, esta situación contribuye a la
normalización de estas prácticas en la vida cotidiana de las universidades, de las
que se piensa que no existe posibilidad de transformación. Para Agoff (2015), la
denominación oficial de los actos de violencia de género contra las mujeres, como
acciones que constituyen delitos que deben ser sancionados, contribuye de manera
profunda y significativa a desnaturalizar las prácticas violentas. Ello en el sentido
de que las personas en general, sobre todo las víctimas de violencia, encuentran la
posibilidad de replantearse la situación que las violenta desde otra perspectiva, en
la que hay denominaciones claras respecto a lo que les ocurre: la violencia no es
normal, no es natural, hay mecanismos para defenderse de ella. Las universidades,
al no tener espacios para la denuncia, naturalizan la presencia de los actos violen-
tos, adjudicándoles un perfil de acciones normales dentro del plantel por ser parte
de tradiciones que se consideran imposibles de erradicar en los varones, lo cual les
da aparentemente la categoría de no dañinas e inalterables.
Los discursos institucionales pueden servir para visibilizar este tipo de proble-
máticas y desarrollar acciones de prevención y erradicación respecto a la violencia
de género; y como consecuencia, una posibilidad de percepción y significación
diferente para los sujetos de la comunidad universitaria en torno a las formas de
violencia que pueden llegar a experimentar al interior de las ies, así como reducir
su propia condición de vulnerabilidad.
Siguiendo los planteamientos de Mingo (2013), esta normalización lleva a una
práctica sistemática de la violencia, que las universidades de alguna manera insti-
tucionalizan, fomentan y validan su reproducción. En este sentido, llama particu-
larmente la atención las similitudes entre lo que plantea Mingo, respecto al acoso
y el hostigamiento público en facultades como Ingeniería de la unam, así como lo
que ocurre en la universidad pública de San Luis Potosí. Estas semejanzas no son
casuales, sino que tienen perfiles más generalizables, lo que entraña la existencia
de un mecanismo sistemático, intencional, de ocultamiento, no aceptación e in-
diferencia de la violencia en las universidades. Estas manifestaciones se toman
como acontecimientos aislados que no reflejan el perfil y sentido de las prácticas
al interior de las ies, por ser consideradas territorios neutros donde nada de esto
puede ocurrir: “violencia que se materializa en las prácticas y relaciones cotidianas
de cualquier organización social, incluso en aquellas que como las universidades
se retratan a sí mismas como espacios neutrales en donde se cultiva el respeto y el
pensamiento crítico” (Mingo, 2013: 107).
Se requiere que las universidades reflexionen críticamente sobre su presencia
en el espacio social, sobre los mecanismos bajo los cuales operan y se desenvuel-
ven las prácticas, la conformación del habitus, las tensiones y disputas simbólicas,
82 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
Capítulo 4
Una parte de la metodología cualitativa, como la que se aplicó en este trabajo, en-
traña, de manera relevante, la oportunidad de comprender los sentidos, significados
y motivaciones de las prácticas desarrolladas por los sujetos. Esto lleva a percibir
la dualidad intrínseca de todas las acciones de la vida diaria: la relación entre las
normas y disposiciones estructurales, en relación directa e interactuante con las
decisiones que detonan las prácticas de los sujetos o agentes.
Los fundamentos analíticos de este trabajo están pensados a partir de considerar
que el perfil del libre albedrío, en el desarrollo de las prácticas de las personas, se
encuentra sujeto a los principios de acción del habitus, que subyacen en la orques-
tación de disposiciones que plasman de significados a las prácticas individuales.
Sin embargo, también es factible dilucidar respecto a las variaciones, cruces o en-
tramados de estas disposiciones y la conformación de las acciones en los sujetos.
Una forma de entender el sentido de las prácticas relacionadas con la percepción de
la violencia, parte de aproximarse a la manera en que los sujetos interpretan y dotan
de sentido a la realidad; las acciones que en ella operan y también a los procesos y
mecanismos bajo los cuales las personas pueden reflexionar respecto a las motiva-
ciones y razonamientos que impulsan o mueven la ejecución de sus prácticas, así
como el trasfondo o escenario de significación en el que descansan y se realizan.
Retomando a Bourdieu, existe la pertinencia de explorar un mecanismo reflexivo
que lleve a la deshistorización de las prácticas transhistóricas de la dominación
masculina: “la historia parcialmente inmóvil del inconsciente androcéntrico” (Bou-
rdieu, 2000: 128).
En términos generales, este capítulo pretende ser más bien descriptivo, por lo
que se recurre de manera continua a diversos testimonios obtenidos durante el tra-
bajo de campo, para que sean las y los propios entrevistados quienes, mediante su
84 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
G: Gritos […]
Z: Que siempre te estén vigilando. Diciendo lo que puedes hacer o lo que no.
1
Como ya se apuntó en el primer capítulo de este libro, la realización del proyecto de investiga-
ción contempló también el diseño de talleres para la reflexión sobre la perspectiva de género y la vio-
lencia. Estos talleres, dirigidos a estudiantes, se llevaron a cabo en la universidad pública de carácter
intercultural, en sus sedes Matehuala y Matlapa en noviembre de 2015.
Reflexividad, significados e interpretaciones… 85
R: [La violencia es] golpes. […] Pues… muchas cosas, ¿no? Puede ser violencia física,
verbal, psicológica, económica también. No nada más… lo que es lo más común: la
física… Son los diferentes tipos de violencia.
coinciden en expresar estas formas de violencia en ese orden. Sin embargo, este
conocimiento conceptual sobre el tema no parece repercutir en el ejercicio reflexi-
vo en torno a las prácticas violentas, sobre todo respecto a la constitución subjetiva
y el sustento simbólico que conlleva el desarrollo o la expresión manifiesta de la
violencia. Para los varones, reconocer o expresar el sentido de la violencia de gé-
nero es un ejercicio confuso o ambiguo, y en ocasiones se muestran absolutamente
imposibilitados de manifestar cuál es su percepción sobre la violencia de género
en forma concreta. Tampoco expresan entenderla como el tipo de violencia que se
ejerce contra las mujeres a partir de su condición de género, es decir, por el hecho
de ser mujeres.
D: [La violencia de género] es como la… discriminación, ¿verdad? Pero es como pre-
ferir más a… Por ejemplo, empresas que solamente recluten al personal masculino,
entonces podría ser ahí como una… no violencia, pero sí como un…
R: Como que hacen a la orilla… a las mujeres.
D: Ajá, o sea, dicen [en la empresa]: “bueno, es mujer y no tiene las mismas capacida-
des”, podrían ser físicas o mentales o simplemente porque está más destinado que…
son puros hombres y sería violencia de género más como de… hombres, mujeres…
R: Mira, lo que yo pienso de violencia de género es como lo comentó mi amigo D. Pero
en realidad, se toman varios factores, ¿no? Como es… entre hombres y mujeres y todo.
A lo que voy es que… donde tú estés siempre va a haber violencia, a donde tú vayas. Y
pues… es un punto relativo lo que digo.
J: [Risas] Pues es… [la violencia de género] mmmm… la reacción al rechazo… esa
reacción que tenemos cuando rechazamos algo que es diferente a nosotros, ¿sí? Porque
también puede caer… hasta ahora anda muy de moda, pero es cierto, hasta la violencia
hacia a los animales, ¿no? Diferentes a nosotros… tan indefensos, no les podemos pe-
gar. La violencia de género yo creo que también va por ese lado… a las personas inde-
fensas que son… menores o inferiores a nosotros, hasta físicamente, si yo llego ahorita
y le pego a un cuate que esté bien flaquito y lo que sea… sigue siendo de mi mismo
género, ¿sí? pero bueno, ahí ya difiere la violencia de género, ¿verdad?
[…]
J: Pues en la equidad… o en la igualdad… como se pueda llamar, es un detonante a la
violencia, pero… está muy mal aplicado todavía hoy en día… y les voy a platicar…
cuando subía [al segundo piso] a mi… clase de la una de la tarde, ¿qué pasó?, yo venía
subiendo las escaleras y una compañera venía atrás de mí y me dio una nalgada, nomás
Reflexividad, significados e interpretaciones… 87
así, ¿sí? Entonces, uno como hombre pues [piensa] “no pasa nada”… y yo se los juro
por Madonna, que eso fue lo que le dije: “mi hija, oye ¿y si yo hiciera lo mismo?”. [La
estudiante respondió]: “¡ay, no! pues ya estuvieras tirado en las escaleras”. Le dije: “en-
tonces, ¿por qué tú crees que puedes llegar y nalguearme?”… y se quedó así [hace cara
de sorpresa] y me dijo: “discúlpame, sí es cierto”. No me molesta de verdad. ¿A quién
le va a molestar una nalgada? Pero estamos tan concientizados, mal concientizados en
nuestra moral, que esa equidad o igualdad mal aplicada… genera este tipo de violencia
en todos lados. La nalgada es un tipo de violentar a alguien en el camión… o decir: “yo
paso primero porque soy mujer”, “las damas primero”, blablablá, ¿no? Y eso no nada
más se aplica para las mujeres, se aplica para viejitos, grupos… minorías… volvemos
a las minorías que quieren ahora sobresalir… la igualdad, pero esa igualdad la traducen
en preferencismo (sic). No sé, como en privilegios y es una forma de violentar [como
que se trata de decir]: “pos sácate a la fregada”, ¿no?
[…]
S: O sea, el hombre no está acostumbrado a denunciar esas cosas [se refiere a la anéc-
dota expresada por J.] pero sí las hay…
J: Porque es él que se aguanta, es él que no chilla: “¡no chille, aguántese!”.
G: Yo creo que la mujer siempre lo medio dramatiza, ¿no? [La mujer piensa]: “A mí
todo esto me hacen pero yo a ti te lo hago”. Bueno, es una broma, ¿qué pasa?, pero
también es violencia y también trasgredes a esa persona, tú no sabes si viene de buenas,
de malas, enojado, y no le va a dar [el mismo significado] ese tipo de violencia que tú
generas en él.
L: [La violencia de género] puede ser tanto de las mujeres hacia los hombres, como
de los hombres hacia las mujeres. […] Podría ser también… pues los celos, o cuan-
do… pues cuando dos chavos se pelean por una mujer, o al revés, dos mujeres por
un hombre.
E: Al menos así lo entiendo yo… como la palabra lo dice: género, ya sea femenino o
masculino. Siento que a veces el decir [como un ejemplo]: “ah, eres mujer, no te doy
trabajo…”.
C: O también las personas que son gais… hay mucha violencia: “porque eres gay no
puedes pasar a tal lugar vestido de mujer…” no puedes pasar a algún lugar… y eso es
violencia.
88 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
En este mismo contexto, también las mujeres pueden llegar a manifestar confusión,
ambigüedad o expresar claramente que desconocen el sentido de la expresión:
Por lo general, tanto estudiantes como docentes hombres o mujeres, expresan que
la violencia de género “ya no es sólo de los hombres contra las mujeres”, sino
que “las mujeres también maltratan a los hombres”, “no nomás las mujeres son
las que sufren violencia”, así como también la violencia hacia las personas ho-
mosexuales, discapacitados, niños, ancianos, indígenas, pobres, etc. Esta especie
de discurso popularizado o difundido en la estructura del patriarcado, que insiste
en hacer invisibles las particularidades de las violencias que se ejerce contra las
mujeres, tiene repercusiones en la manera de entender e interpretar dicha violencia
y sus connotaciones de género, así como una especie de retraimiento respecto a la
manera de identificar las formas de discriminación y exclusión normalizadas en el
entorno inmediato. Existen dificultades para percibir la violencia de género como
acciones sistemáticas de una estructura patriarcal y al mismo tiempo se banalizan
los significados de igualdad y equidad.
Sin embargo, a pesar de esta perspectiva difuminada, los varones estudiantes
entrevistados distinguen y señalan con claridad las situaciones de violencia en que
se encuentran las mujeres, sobre todo al interior de las universidades y en las prác-
ticas relacionadas con el acoso sexual por parte de los profesores varones, así como
el hostigamiento que los mismos estudiantes dirigen hacia sus compañeras y la
expresión de sus propios comentarios que cosifican el cuerpo de las mujeres:
Reflexividad, significados e interpretaciones… 89
J: Estaba una compañera [estudiante] en una computadora del área de computo, bas-
tante guapa…. traía playera de tirantes, de buen cuerpo, es bonita… no sé cuál fue la
razón por la que mi querido profesor llega por detrás de ella y le pone las manos en
los hombros y le recorre hasta el codo, o sea, como así [desliza la mano por su brazo]
llega y le pregunta: “¿qué pasó?”, y cuando le dice: “¿qué pasó?” le hace así [se toca de
forma intensa el brazo] y la chava así [hace gesto de desconcierto, intimidación] quitó
las manos [del teclado de la computadora] y le explicó que tenía un problema con la
computadora… pero eso es violencia.
G: Es que es una trasgresión…
S: Invade su espacio personal, ¿no?, entonces ya es como…
[…]
O: Una vez me pasó… precisamente, estamos en un salón y un profesor… bueno, ter-
minó la clase y… nosotros también tenemos una amiga bonita… y… […] le dice [el
profesor a nuestra amiga]: “Ay, oye, ¿puedo hablar contigo?” y ella así como de… y
pues nosotros como que ya nos íbamos… y fue así como de… [el profesor dijo]: “No,
pues [hablar] a solas”… o sea, ¿qué onda, no?... como [si el profesor nos dijera a los
compañeros de la estudiante]: “váyanse”, ¿no? Ya nos quedamos como afuerita del
salón, pero pues sí, o sea, como que le empezó a decir cosas medias raras… y saliendo
le dijimos: “¿qué pasó, qué te dijo?” Y ella: “no, pues, nada”… como con el temor de
decir… “Pues nada, o sea, pinche viejo”… Vamos, nos dio a entender como cierto aco-
so, pero ella misma no lo dice [claramente] y no le da tanta importancia…
[…]
O: Hay una chava de primero que acaba de entrar, que juega voli, una chava de muy
buen cuerpo, y de buena anatomía.
J: Va al gimnasio tres horas al día.
O: Entonces, es una chava que está muy bonita, o sea, y que tiene muy buen cuerpo, le
dicen “culote”, ¿no? […] es como cuando dicen que clasifican a la mujer, ¿no? Y está
bien feo eso porque… yo creo que la chava no tenía ni una semana aquí, y jugaba voli
[en la cancha de la facultad], ella trató de integrarse y había una banquita2 que cantaba:
“eeeh, culote”.
Por otro lado, las mujeres pueden ser más receptivas para percibir e identificar
la violencia en el noviazgo. Si bien, en términos generales, la mayoría de las y
2
Se refiere a una banca que se encuentra a un lado de la cancha de basquetbol y volibol dentro del
plantel, en la que suelen sentarse algunos estudiantes.
90 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
los entrevistados, tanto estudiantes como docentes, señalan distinguir este tipo de
violencia de manera cotidiana dentro y fuera de las universidades. Las mujeres
expresan mayor sensibilidad a este tipo de violencia y son las únicas que aceptan
que la han vivido de manera muy cercana o en términos personales. Los varones, en
contraste, nunca manifiestan haberse encontrado en una situación de violencia en
sus relaciones de pareja, por lo general, aluden a anécdotas muy generales, fortuitas
o ajenas, en las que han podido vislumbrar que existe violencia en una relación de
noviazgo o de pareja.
A: Porque ves como el cambio en la persona, o sea, sobre todo si la conociste soltera. A
mí me tocó una amiga que era así súper libre, siempre andaba con nosotras, tuvo novio
y ya nunca quería salir y nunca decía por qué. Ya ni ponía excusas [sólo decía]: “no, no,
no” y así. Entonces como que ahí te empiezas a dar cuenta que algo pasa. Pero como
que sí ves un cambio radical en las personas cuando empiezan a sufrir cosas.
I: A mí también me tocó con una amiga que, como que empezaron [a ser novios] y de
entrada [al principio] súper bien, y conforme iba pasando el tiempo eran detalles míni-
mos: de repente él la empujaba de broma, y le empezaba a decir una grosería de broma,
y ya cuando pasó el tiempo… le hablaba muy feo, y la chava ni le decía nada. Y luego…
a mí no me tocó ver nada, pero me contaron que el chavo le había pegado una vez, a mí
me daba coraje como [para decirle]: “qué estás haciendo, ya vete”. Pero pues no sé, o
sea, no sé si era el miedo o qué.
[Un par de jóvenes del grupo se miran entre sí, intercambian gestos, una le dice a la otra
en voz baja: “dile de ti”.]
D: Bueno, tipo a mí… yo duré un año con un novio, y… ya al final mi relación estaba
bien fea. Sí llegué a de que… tenía una pelea… violenta, o sea, yo corría en la calle y
él atrás de mí, horrible, la neta [risas]. Y sí, la verdad también me pasó igual, de que no
salía, o sea… de que él estaba en otro país y yo no salía los fines de semana porque el
niño quería skypear, y si no skypeaba se enojaba… no podía ver mi celular porque [me
decía]: “¿Con quién estás hablando?”. Y pues… yo estaba ahí [en la relación] por…
mensa, la verdad, y por miedo, o sea, no por miedo a él pero… no sé por qué estaba
ahí. Ahora ya, gracias a dios, ya estoy súper bien sin él [risas]. Pero sí, cuando tuve esa
pelea… nunca me pegó, nunca nada… o sea, me gritaba muy feo, pero maldiciones
a veces… [era] impulsivo y así, y lo único que llegó a hacerme [de maltrato físico]
fue que me detuvo contra la pared [se lleva las manos al cuello para mostrar cómo el
novio la ahorcaba contra la pared], y fue así… pero dos segundos y ya. Fue muy feo,
la verdad, me traumé [risas] [Todas las jóvenes del grupo se ríen]. Y después de eso mi
mamá… no sabía, y mis amigas me hicieron de que: “¡intervención!”… Y pues ya…
yo estaba muy mal, la verdad, y fui con el psicólogo y… pues salí de esas. La verdad
ahorita estoy súper bien, o sea, me sirvió como experiencia. No es buena experiencia,
Reflexividad, significados e interpretaciones… 91
¿verdad? pero pues ya… ya no caigo en eso. Sí, cualquiera lo puede vivir y yo digo:
“qué mensa que estaba ahí, ¿por qué no me salí [en su momento]?, [por qué no dije]
salte ahorita mamacita”. Pero estando en el momento… “Ay no, mi novio” y… no sé,
no te sales. Y una amiga ahorita… el novio la tiene así y están igual. Lo único que
puedes hacer es acercarte en momentos, y que te cuenten para no dejarlas, porque sí se
empiezan a alejar, ellas se alejan y se van más sobre él… Es mejor tenerlas y no dejar
que les pase eso. [Todas las jóvenes del grupo se ríen.]
E: Pues yo nada más [he tenido] como peleas con mi novio, que han llegado a gritos,
así muy feo… […] Puede ser como la costumbre, ya cuando… es que no sé, sólo puedo
pensar en ejemplos… Por ejemplo, en una relación que ya duró mucho tiempo, que ya
no te das cuenta si te están lastimando o es normal que te están tratando mal. […] Pues
yo tal vez [he vivido situaciones de violencia]… es que tenía un novio pero… no era
violento, sólo se enojaba a cada rato de cosas, pero no creo que eso sea violento. […]
Pues al principio [mi ex novio] me decía que por qué había entrado a esta carrera [Inge-
niería], porque es de hombres, entonces hay discriminación contras las niñas. […] Mi
ex novio… no sé si lo decía de broma, yo creo que sí, es que lo dicen jugando, pero hay
muchos [hombres] que no, que sí lo piensan porque se creen superiores.
3
Es importante mencionar que, por lo general, las mujeres entrevistadas en grupo se mostraron
enfáticas, vehementes, irónicas o bromistas, sobre todo en la descripción de hechos o prácticas que no
precisamente pueden ser calificadas como agradables, sino más bien lo contrario. La entrevista
de donde proviene este testimonio no fue la excepción. Particularmente, en esta parte donde se descri-
be la violencia en el noviazgo, la joven que narraba su experiencia lo hacía con gestos y tonos de voz
que recreaban de manera humorística las situaciones que describía. En el mismo tono, sus compañeras
escuchaban con atención, reían y celebraban con expresiones graciosas lo que la joven decía.
En este punto, es pertinente recordar que en otra investigación cualitativa, realizada con estudian-
tes universitarios de Guadalajara, también fue posible observar la expresión del sentido del humor
en las jóvenes mujeres estudiantes como un recurso para describir (y con ello enfrentar) situaciones
y hechos en los que se habían sentido violentadas, humilladas, discriminadas, presionadas, excluidas
o maltratadas. A partir de esos datos se realizó un análisis sobre la construcción del sentido del hu-
mor desde una perspectiva de género, y la manera como las mujeres elaboran discursos irónicos o
humorísticos para describir prácticas que las violentan y con esto, en cierta forma, rebelarse ante las
disposiciones de subordinación (el habitus), ante los esquemas de dominación de género y sujeción
(Martínez, 2010). Por su parte, Herrera y Agoff (2015) también destacan, como forma de resistencia,
esta particularidad en la expresión de testimonios en mujeres que viven o han experimentado violen-
cia de pareja.
92 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
F: [Violencia en el noviazgo es], por ejemplo, cuando… el novio o la novia obliga a [la]
otra persona a hacer cosas que no quiere, más que nada a la fuerza o condicionándolo,
por ejemplo: “haz esto o me voy”, cosas así. […] Por lo general es de chicos a chicas.
[…] Sí… pero sólo [presenciado violencia en el noviazgo] verbalmente… nunca he
visto que alguno de mis compañeros o mis amigos haya tocado a su novia.
C: Así, al ver amigos en una fiesta: el novio de una amiga llegó tomado y se la quería
llevar a la fuerza porque no quería que estuviera allí, la subió a la moto y se la llevó, y
la chava no dijo nada.
E: Igual yo: estaba en una disco, la chava estaba con nosotros, y llegó el novio diciendo
que por qué estaba tomando con nosotros, llegó y la golpeó, la dejó tirada… incons-
ciente, la golpeó muy feo.
[…]
R: Yo lo vi [hace] como en unas semanas, que iba cruzando… bueno, en el bus me tocó
ver una cantina y un chavo en estado de ebriedad con la novia, y ya ve como a veces
empiezan a coquetearse… y ya ve que al pasar el límite de lo que debía… empieza a
tratar mal a la chava […] es como un reto, y a través del golpe se comienza a responder,
porque la chava se estaba defendiendo.
Así, las mujeres pueden percibir y señalar la violencia de género, como también
expresar claramente la condición de acoso y vulnerabilidad que viven de manera
cotidiana, la cual se ha normalizado y naturalizado por su condición de género en
los diversos ámbitos sociales, incluidos los espacios públicos.
está guapo, pues volteas a verlo pero no te le quedas viendo. Y en una mujer sí lo ves,
entras y los hombres no te quitan la vista de encima. Hay pocos hombres educados…
iba a decir muchos, pero no. O cuando estás esperando el camión, o sea, cuando yo iba
al servicio [social] bien lejos, allá por carretera [a] Rio Verde, llegas de malas a la casa
porque cuántos no te chistaron o cuántos no te gritaron [en la calle], y dices, bueno, aho-
rita se está quedando en esto, pero imagínate si viniera más noche, ¿qué puede pasar?
F: Y también el tipo, porque ella comentó: “pues pasa un guapo y lo ves”, pero lo ves
disimuladamente, para no agredir tampoco a su persona o que no se dé cuenta, pero
cuando es a una mujer te sabrosean, literal, o sea, así te están sabroseando con la mi-
rada. Como platicaba con un amigo, que dice: “es que para mí sería bien padre que me
chiflaran en la calle”. Le dije: “no, va a llegar un punto en que la manera en que lo están
haciendo… da miedo que puedan sobrepasar esa área”.
Por otro lado, llama la atención la forma disímbola en que los y las docentes pueden
percibir y describir el ambiente en las universidades a partir de su condición de
género. Una profesora, que recibió muestras de hostilidad de parte de otro profesor,
señaló: “yo llegué a llorar de coraje y a vivir muy angustiada por su actitud”. A lo
largo de la entrevista, la docente explicó la forma en que estas prácticas de hos-
tigamiento hacia ella, como cuando el profesor la ignoraba, la ofendía de manera
pública, la presionaba laboralmente, entre otras situaciones, afectaron su trabajo en
la universidad. Asimismo, la profesora reflexionaba sobre su situación desde una
visión de género, ya que consideraba que dicho trato de parte del profesor obede-
cía, fundamentalmente, a su condición de mujer y también generacional. Ella era
mucho más joven que el docente aludido, quien años atrás fue su profesor de la
facultad, por lo que se encontró en una situación de subordinación y sometimiento
frente a él.
Yo creo que sí tiene que ver con el género. Porque si yo fuera hombre… a lo mejor
yo ya hubiera hecho algo (risa leve) porque la paciencia no es uno de mis… Sí, ya lo
hubiera puesto en su lugar.
R: No, agresiones así de “óyeme tú, qué…” no, no… o sea, aquí yo [y los otros com-
pañeros] salimos… X es mi jefe y a veces hasta nos vamos a la botana. O sea, [el am-
biente] en la educación es lo más tranquilo que puedas ver. Vete a la industria y tu jefe
te está marcando en la madrugada, y está… que la chamba y la chamba, ¿no? Entonces,
aquí estamos en el cielo [se ríe]. […] Precisamente, yo por eso me vine a la educación,
aparte a mí me encanta dar clases, me encanta, yo gozo dar clases. Me preguntan y pue-
do explicar una, dos, tres [veces]. Vienen aquí [estudiantes] y yo los recibo, no pierdo
la paciencia. Esa es una y la otra es que yo no quería tener un jefe, porque yo trabajé en
la industria y dije esto está pero… eso sí lo veía violencia, dije: ¡híjole! En la industria
estuve a punto de llegar a la violencia física […] entonces dije: “este mundo yo no lo
quiero para mí”. Y era algo que yo no sentía… progreso, o sea, yo me sentía triste…
Sí me pagaban, y yo llegaba a la casa y decía: estoy vendiendo mi vida. Entonces, dije:
“no, no, yo me voy por donde”… porque yo daba clases y siempre era feliz, ¿no? Aun-
que fueran gratis yo estaba feliz [se ríe].
Es importante destacar que algunos comentarios emitidos durante las clases perfi-
lan ciertas formas de normalizar los esquemas de dominación y subordinación, que
configuran una parte de las interacciones diarias intramuros de las universidades.
Esto puede ejemplificarse a través de las siguientes descripciones, las cuales fueron
producto del registro etnográfico realizado en las universidades participantes en el
estudio:
En uno de los pasillos de la escuela, dos estudiantes varones platicaban sobre la novia
de uno de ellos. Uno de los jóvenes intentó provocar al otro insinuando que su novia
96 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
en realidad “andaba” con alguien más, no sólo con él. El aludido respondió: “mira, yo
tengo otra [novia] y está más buena”. Su compañero se rió y continuaron caminando.
Las ies, como otros centros escolares, perfilan relaciones al interior de los grupos
en las que pueden quedar de manifiesto interacciones conflictivas relacionadas con
el género y también con otras prácticas, a través de las cuales se manifiestan las
diferencias generacionales, étnicas, religiosas, socioeconómicas, que pueden con-
vertirse en situaciones de exclusión o de discriminación al interior del aula.
El grupo estaba muy marcado por personas mayores, muy centradas. Entonces, entro
yo, los miro y digo: “ok, vamos a hacer una dinámica de trabajo en equipo y resolución
Reflexividad, significados e interpretaciones… 97
L: Pues sí hay [violencia en las universidades públicas], como que están… no tan con-
trolados.
J: Como que son muchos [estudiantes] y pues no hay tanto control con todos.
O: Aparte es más como si quieres ir vas, y si no, te puedes salir y luego volver a entrar,
o sea, no tienen restricciones.
M: Aquí no es así porque te sancionan, pero en otras [universidades] yo creo que sí, por
ejemplo, que les chiflen o griten a las chavas [estudiantes].
J: Sí, dicen que eso sí pasa cuando van pasando [las mujeres estudiantes] y les hacen
eso.
R: O en las fiestas que se hacen, por alcohol terminan peleándose. O me he enterado de
las elecciones que hacen de consejerías, en donde se agarran a golpes [los estudiantes]
por estar de un lado u otro.
Reflexividad, significados e interpretaciones… 99
[…]
L: Pues también es parte de la educación.
O: Hay de todo, o sea, niveles socioeconómicos distintos.
R: Sí, como decían, son muchos [estudiantes]. También, se quedan muchos ahí en la
universidad, no como aquí que vienes a lo que tienes que hacer y te vas, no te quedas
mucho. […] Allá aparte de que son muchos más que acá, no tienen la misma educación
que aquí. Les enseñan solamente de sus carreras y ya.
Existe una percepción de las ies de carácter público como escenarios en donde es
más posible que ocurra acoso y hostigamiento sexual hacia las alumnas o hacia es-
tudiantes varones homosexuales. Asimismo, la condición institucional, es decir, la
manera de proceder de una entidad escolar de carácter público, con sus normativas
y lineamientos oficiales, incide en la forma de tratar el acoso:
también a su sentido urbano-rural. Hay una visión, una forma de percibir y en-
tender el entorno universitario, a partir de configuraciones simbólicas, que alude
a la trascendencia del poder adquisitivo, que perfila al alumnado de determinadas
universidades, y cómo estos elementos inciden directamente en la manera en que el
estudiantado ejerce la profesión en la que se está preparando.
Es que los chicos tienden a ser más seguros cuando vienen de… estratos socioeconómi-
cos elevados porque se relacionan con mucha gente. Entonces, cuando tú vienes de muy
abajo, tú de repente tienes algunas inseguridades, que las tienes que modificar, ¿verdad?
Por ejemplo, si pones a un chico egresado de la [menciona nombre de la universidad
pública donde labora] y uno de [menciona el nombre de una universidad privada], pues
tú dices… como que… es más seguro el de [menciona el nombre una universidad priva-
da], pero ya en el momento de ser analítico y todo eso, les ganan los chicos de aquí. […]
Y te digo, depende… porque aquí también hay chicos con buen status socioeconómico,
o sea, hay de todo aquí. Entonces llevan una relación intercultural más completa. Por
ejemplo, a un chico de [menciona el nombre de una universidad privada] ponlo a que
se relacione con la planilla civil que está desarrollando los… no puede; [pero] manda
a un chico de estos a que vaya a pedir un alambre, y ya está platicando con el señor. O
sea, hay ventajas y desventajas. Pero mándalo a hablar con el gerente de la [menciona
una empresa automotriz]… chin… “este, cómo le voy a decir…” de repente, ¿no? Y el
de [menciona el nombre de una universidad privada]: “ah, pues [el gerente] es amigo de
mi papá: hola…”. Tenemos una escala [de diferencia] gigantesca. A veces, manejamos
mejor algunas frecuencias, ¿no?
En este mismo contexto, las y los profesores que se encuentran o han impartido
clases en universidades ubicadas “en comunidad” suelen hacer énfasis en las diver-
gencias de aprovechamiento y de actitud del alumnado, relacionando esto directa-
mente con el entorno comunitario del que proceden las y los estudiantes y en el que
se encuentra la universidad. Por su parte, estudiantes de universidades públicas de
carácter intercultural resaltan estas diferencias aludiendo a prácticas discriminato-
rias de las que son objeto por pertenecer a un entorno comunitario indígena.
Yo fui a dar clases a Tamazunchale, la diferencia que noté es que ellos son bien agra-
decidos, o sea, como que sienten que les estás dando mucho. Ya después del curso [que
impartí, decían]: “oiga, profe…”, estaban bien felices, como que te quieren retribuir,
como que son muy nobles… ¡y yo no les iba a pagar mal! Los voy a latiguear… no, voy
a enseñar. Entonces sí, como que sí se siente… ay, caray, como que te hacen valorar tu
Reflexividad, significados e interpretaciones… 101
trabajo. Ahí te llegan chicos de… comunidades pequeñas, y también hay gente de dine-
ro. Esos donde quiera, ¿verdad?, pero sí, su forma de ver la vida es un poquito diferente.
Ellos tienden a ser un poquito más agradecidos y no por eso yo me iba a aprovechar,
¿no? Hasta te llevan comida… enchiladas y cosas de esas te quieren llevar.
C: Yo que he tratado a los de la capital, los que son de capital o de ciudad grande se
creen… y luego que son de universidad privada se podrían crecer, o sea, alzar, de que
[digan]: “yo soy de dinero, de ciudad y tú de comunidad, tú no vales nada”.
E: La discriminación que hemos vivido nosotros al ser de la huasteca, el potencial es
más fuerte. El simple hecho que eres de la huasteca [hace pensar]: “seguramente hablas
náhuatl, seguro eres de una comunidad”. Y de esa forma, al menos yo, hemos vivido
esa forma de discriminación, y es más violento, nos gritan muchas cosas… que indio...
verbales… y siento que nosotros estamos más expuestos a la violencia. Pero de igual
forma una persona de la capital, el simple hecho de estar en una universidad privada
quiere decir que tiene unas condiciones de vida mejores, incluso… [puede ser víctima
de] un secuestro… Podría ser una acción de violencia contra ellos, a la mejor muy poco
frecuente… pero sí están en riesgo.
Ahorita yo creo que el cincuenta por ciento, con el plan reestructurado, es enseñarles
ese perfil. Si el chico me llega no hablando náhuatl, [que] por lo menos lo interprete,
ése es uno de los objetivos […] Y que sea gente comprometida a trabajar dentro de
[comunidad]… Les digo que los voy a grabar [a los estudiantes], así como tú a mí [para
contrastar] la visión con la que llegan al inicio [y en comparación] a la que se van…
Cambia, es un cambio […] es un giro de 180 grados, se van de un polo a otro, porque
llegan diciendo que vienen a estudiar para prepararse, para ayudar a su comunidad y se
van queriendo hacer su servicio social a [la] ciudad.
M: En el día normalmente ando en camión, y entonces, por ejemplo, para sacar la Bo-
letur4 … a mí me pasó un chorro, cuando venías de [menciona la universidad privada
donde estudia] te pedían un chorro de cosas, la carta que tienes que llevar tenía que ser
súper especifica, si le falta una “a” ya valió. Como: los de [menciona la universidad
privada donde estudia] tienen sus propias especificaciones, otra escuela puede llevar
cualquier papelito que ni diga el nombre ni nada y se lo dan. Es como: “ay… tú no lo
necesitas”. También ese tipo de cosas, no siempre es de arriba para abajo [la discrimi-
nación].
[…]
A: Vi que subieron una imagen al Facebook de una chava de [menciona la universidad
privada donde estudia] que se estacionó así en el Oxxo, o sea, abarcó la rampa para
discapacitados. Entonces estaba viendo los comentarios y decían: “Y se supone que es
de [menciona la universidad privada donde estudia], se supone que saben lo que es el
respeto”.
D: A mí también me pasó. Tengo unos amigos que estudian en la unam, allá en el D.F.
Y pues les platiqué: “ay, yo estudio en [menciona el nombre de la universidad] aquí
en San Luis”. Y, o sea, comentarios así como que medio en broma, medio de verdad,
así como de: “ah, sí, en [menciona el nombre de la universidad], donde pagas para que
te pasen”. Todo relacionado al dinero, como: “ay, sí, ustedes nada más porque tienen
dinero”. Y fue así como que, oye, mi esfuerzo me ha costado estar aquí y mi esfuerzo
me cuesta pasar mis materias. O sea, sí es también discriminación de esas personas así.
P: Luego también la situación contraria, o sea, con personas humildes. Justifican el
comportarse mal… precisamente por eso, como cierto chantaje: “ay, me está humi-
llando porque uno es pobre y blablablá”. O sea, cosas que ni al caso, no asumen las
responsabilidades de sus actos.
M: Yo antes de entrar aquí a la prepa5 vivía en un municipio. Estaba en una secundaria
federal, en una secundaria pública, y me llevaba súper bien con todos. Entré aquí, re-
gresé allá después de un mes y ni me hablaban porque “es fresa”. […] Me volteaban la
cara y ¿qué onda? […] Sí me quedé así como de no manchen. Nada más porque vieron
que estaba en esta escuela, ya dijeron: “es así”. Incluso unos familiares, un tío, que…
nada más porque estoy aquí me empezó a tratar así como diferente.
P: Sí, siempre hay ese tipo de comentarios. Yo toda mi educación la hice en escuela
pública. Incluso estuve en la [menciona una universidad pública] y, por ejemplo, el
4
Se refiere a un sistema del transporte público en la ciudad de San Luis Potosí, en el que como
estudiante puedes obtener descuento en el costo del boleto.
5
Esta joven se refiere a que también cursó el bachillerato en la misma universidad privada en la
que cursaba estudios superiores al momento de la entrevista.
104 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
fin de semana vi a mis compañeros [de la universidad pública] y estaba platicando con
ellos. Estaba platicando de un día que se me ponchó una llanta, y ya… empiezan sus
comentarios de: “¿qué, [la universidad privada] no te cubre eso?” o “¿la colegiatura no
te lo incluye?”, cosas así.
Sin embargo, estas manifestaciones por parte de las estudiantes mujeres de univer-
sidad privada, de sentirse discriminadas o señaladas por otras personas debido a
que cursan estudios en una universidad de carácter privado, también se hace paten-
te al interior de la misma institución en la que se encuentran por tener becas para
estudiar en la universidad. Las becas constituyen un elemento de diferenciación
del alumnado en torno al porcentaje del pago que se hace a la institución. Esta
distinción se elabora en función de dos tipos de población estudiantil: becados y
no becados, lo que refleja el nivel del poder adquisitivo de sus familias. Esto lleva
a la conformación de significaciones, que caracterizan una parte de la cultura o el
habitus universitario del plantel, orientado hacia las simbolizaciones respecto al
estrato socioeconómico al que pertenecen las y los estudiantes, y la manera en que
ellos mismos configuran esas percepciones como integrantes de una población es-
tudiantil de un tipo de universidad:
A: Sí, hay muchos que tenemos beca. Y no porque estemos aquí significa que somos
los más ricos del mundo, o sea, estamos aquí con mucho esfuerzo de nuestros papás. Y
así como hay mucha gente aquí que está porque sus papás se los pueden pagar, también
habemos (sic) quienes a la mejor no nos lo pueden pagar completo y estamos becados.
Y también, o sea, no que haya discriminación de los [no] becados, pero sí hay muchos
comentarios de: “ay, es que los becados deberían estacionarse afuera [del plantel]”.
Las y los entrevistados, tanto docentes como estudiantes, elaboraron diversas per-
cepciones sobre la violencia en general. Si bien, es posible identificar factores o
señalamientos comunes en los testimonios de todos/as, para las y los entrevistados
la violencia tiene presencia importante en la vida cotidiana. Las mujeres suelen ser
más perceptivas y analíticas respecto a las prácticas en que se hace patente la vio-
lencia en su entorno diario. Asimismo, suelen ser más expresivas y minuciosas para
describir las situaciones de violencia que les ha tocado presenciar o vivir directa-
mente. En general, las y los entrevistados manifestaron que existe una tendencia a
normalizar y naturalizar la violencia, ya sea por manifestaciones de la impunidad:
“es que nadie hace nada”, “para qué, todo va a quedar igual”, por miedo o por la
Reflexividad, significados e interpretaciones… 105
En general, existe la visión de que las instituciones del Estado son responsables,
en parte, de las situaciones de violencia en el entorno. A través de los testimonios,
se vislumbra una profunda desconfianza en las figuras de autoridad, así como la
certeza de que las instituciones policiacas “son cómplices, son lo mismo” que la
delincuencia, sobre todo la relacionada con el narcotráfico. En general, las y los
entrevistados asumen vivir en una realidad violenta, en donde “la gente ya se acos-
tumbró” a las pequeñas brutalidades (Bourgois, 2005) que conforman la violencia
cotidiana, y a que se encuentre presente en todos los contextos: la familia, la es-
cuela, las instituciones, la calle, la práctica religiosa, etc. Incluso, en algunos tes-
timonios, hay una interpretación de la violencia como un factor cultural y también
biológico: “la agresión es una expresión del hombre por naturaleza”. Los varones
ubican a las personas del país como “gandallas”, “el mexicano siempre es más gan-
dalla”, lo cual naturaliza y valida el desarrollo de las prácticas violentas como una
especie de comportamiento esperable o ineludible en el país.
Bajo esa perspectiva y según los testimonios de las y los entrevistados, se asu-
me que las personas más vulnerables ante la violencia son “los más débiles”, “los
que no se pueden defender”. Esta vulnerabilidad está asociada, en primera instan-
cia, a la gente pobre, “a los niños, viejitos y discapacitados”. Por lo general, nadie
alude directamente a las mujeres, a la juventud o a la diversidad sexual como la
población más susceptible de sufrir violencia; no obstante, se identifican con clari-
dad situaciones de violencia a las que están expuestas las mujeres en la vida diaria.
106 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
[La reflexividad], entendida como trabajo mediante el cual la ciencia social, tomándose
a sí misma como objeto, se sirve de sus propias armas para entenderse y controlarse,
es un medio especialmente eficaz de reforzar las posibilidades de acceder a la verdad,
reforzando las censuras mutuas y ofreciendo los principios de una crítica técnica, que
permite controlar con mayor efectividad los factores adecuados para facilitar la inves-
tigación. No se trata de perseguir una nueva forma de saber absoluto, sino de ejercer
una forma específica de vigilancia epistemológica, exactamente, la que debe asumir
dicha vigilancia en un terreno en el que los obstáculos epistemológicos son, de manera
primordial, obstáculos sociales.
En efecto, hasta la ciencia más sensible a los determinismos sociales puede encon-
trar en sí misma los recursos que, metódicamente puestos en práctica como dispositivo
(y disposición) crítico, pueden permitirle limitar los efectos de los determinismos histó-
ricos sociales. Para ser capaces de aplicar en su propia práctica las técnicas de objetiva-
ción que aplican a las restantes ciencias, los sociólogos deben convertir la reflexividad
en una disposición constitutiva de su habitus científico, es decir, en una reflexividad
refleja, capaz de actuar no ex post, sobre el opus operatum, sino a priori, sobre el modus
operandi (disposición que impedirá, por ejemplo, analizar las diferencias aparentes en
los datos estadísticos a propósito de diferentes naciones sin investigar las diferencias
ocultas entre las categorías de análisis o las condiciones de la obtención de los datos
vinculados a las diferentes tradiciones nacionales, que pueden ser responsables de esas
diferencias o de su ausencia) (Bourdieu, 2003: 154-155).
Bajo esta perspectiva, el habitus constituye una estructura que se reproduce colecti-
vamente, que configura y construye a las personas, en conjunción con las prácticas
individuales desarrolladas bajo parámetros predeterminados, pero también como
principios o esquemas que si bien naturalizan lo arbitrario en el quehacer cotidiano,
son continuamente reinventados por las prácticas diarias de los sujetos. En la tra-
ducción y ajuste del habitus de Bourdieu (2007), se hace patente la puesta en mar-
cha de una serie de mecanismos de flexibilización: breves y sutiles zonas de trán-
sito por las que los sujetos acomodan su realidad personal (sus formas de hacer)
en el marco de una realidad mayor, reguladora, internalizada, reproducida, pero
Reflexividad, significados e interpretaciones… 109
Bueno, la [violencia] más evidente sería una física, ¿no? Una verbal podría ser a través
de sarcasmo, indirectas o de… hacer como si no existes. […] De hecho, aquí [en la
universidad] hay muchas cosas de esas (risa nerviosa). [Violencia] psicológica… esas
son peores. Obviamente, depende de que las personas le den el valor a ese tipo de gente,
¿verdad? Pero bueno, en ese momento sí puede incomodar bastante. […] La [violencia]
que no es física, de hecho es la más común en todos lados, porque una física pues digo,
imagínese que me golpee un compañero [docente], pues yo también le hago [una acusa-
ción], o sea, hay una evidencia y entonces pues derechito a la cárcel. Entonces, la gente
tiende más a hacer la que no deja huella. […] Yo creo que tiene que ver con el género, o
sea, sí es cierto. Porque, pues yo no me voy a agarrar a golpes con un hombre, ¿verdad?
Ni le voy a poner un alto de una forma ni me voy a agarrar a… a lo mejor aquí [en la
universidad] no, pero allá afuera sí es de ponerle un alto. La mujer es más susceptible,
vamos a ser sinceros, ¿verdad? […] sobre todo cuando esas cosas no dejan evidencia.
Tendrías que estar grabando tú la situación y aun así no se persigue… Tendrías que estar
grabando con una cámara, y quién se porta mal delante de la cámara.
6
Agencia se entiende como la “capacidad de procesar la experiencia social y diseñar maneras de
lidiar con la vida, aun bajo las formas más extremas de coerción. […] está encarnada en las relaciones
sociales, y sólo puede ser efectiva a través de ellas” (Long, 2007: 48-50).
110 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
tomar clases con el profesor que ya es identificado como acosador, no transitar por
espacios en donde los varones las hostigan o las acosan públicamente, sortear o
evadir situaciones que pueden detonar algún tipo de hostigamiento, etc. De manera
similar a lo que ocurre con las mujeres que viven violencia de pareja (Herrera y
Agoff, 2015), las mujeres universitarias, tanto docentes como alumnas, recurren
al humor, la burla, el sarcasmo como una forma de ridiculizar y señalar el acoso
y a quienes lo ejercen al interior de las universidades. Si bien, burlarse o hacer
chistes relacionados con las acciones violentas en las universidades constituye un
mecanismo liberador y contestatario ante el poder patriarcal, resulta de alcances li-
mitados y tiene la desventaja de la fugacidad o la inmediatez. Es decir, este carácter
humorístico de las prácticas violentas funciona como catarsis, la cual resulta más
efectiva cuando se comparte; sin embargo, se corre el riesgo de revertir su carácter
de resistencia, normalizándolas a través del humor.
Como se ha visto en este capítulo, existen diferencias en las maneras de perci-
bir, entender y experimentar la violencia. Las formas de reflexionar sobre la violen-
cia llevan implícito un ejercicio de resistencia, aunque dicha práctica se desarrolle
de manera inconsciente. Las mujeres universitarias, estudiantes y docentes, asumen
que al interior de las universidades se encuentran en una relación de poder, control
y dominación en la que están en desventaja. Las posibilidades de enfrentar la vio-
lencia se encuentran circunscritas al patrón institucional y a formas de convivencia
profundamente patriarcales. Por otro lado, conforme a lo que expresaron algunos
docentes y estudiantes varones en entrevista, no existe en ellos un proceso reflexivo
en torno a la conformación patriarcal de la institución escolar, como cuestiona-
miento a los privilegios que tienen dentro de las ies.
Es posible advertir que existe una cierta dificultad para entender la violencia de
género como acciones sistemáticas, en las que se expresan formas de dominación
y sujeción, las cuales se ejercen hacia las mujeres por su condición de género.
Estas formas de percepción tienden a ocultar o ignorar las particularidades de las
prácticas, las cuales lastiman y violentan a las mujeres al interior de las ies. Al di-
fuminar este tipo de violencia, la condición de vulnerabilidad y maltrato hacia las
mujeres en las universidades se naturaliza y se justifica como parte de un ambiente
de hostilidad generalizado, del que los varones son víctimas también, anulando con
ello el énfasis en el maltrato dirigido hacia las mujeres, lo cual termina por validar
las condiciones de dominio, control y poder que los varones detentan en el campo
universitario.
La asimilación o representación de la violencia, ligada a manifestaciones fí-
sicas como golpes, bofetadas o empujones, dificulta su percepción dentro de la
universidad. Esta violencia, al no estar objetivada en el cuerpo, no se asimila ni
se contempla como tal, lo cual identifica la eficacia de la violencia simbólica.
112 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
los que las violencias no tienen lugar. Es importante trascender los discursos insti-
tucionalizados “políticamente correctos”, que funcionan como meras fachadas. Se
deben elaborar discursos responsables, en los que queden develadas las acciones
que vulneran y violentan a las mujeres en las ies, y encaminar los procesos para
erradicar dichas situaciones.
Asimismo, es fundamental identificar las prácticas de resistencia desarrolla-
das por las personas al interior de las universidades, que han funcionado como
estrategias para la contención y atemperación de las relaciones de dominación y
violencia. Las universidades deben perfilarse como espacios de diálogo, discusión
y reflexión en torno a las relaciones de poder que en ellas operan, generar aportes
enfocados a la aceptación de las diferencias e impulsar formas de convivencia, que
lleven a construir comunidades universitarias más igualitarias, dignas, responsa-
bles y justas.
Recursos visuales para la investigación de género… 115
Capítulo 5
En una parte del trabajo de campo, que se llevó a cabo durante el desarrollo de esta
investigación, se utilizó el recurso de la fotografía para enriquecer las observacio-
nes y descripciones etnográficas que formaron parte de la metodología aplicada
en el estudio. El objetivo principal consistió en explorar visualmente aspectos que
pudieran estar relacionados con algunos de los elementos teóricos del análisis pre-
sentado. Así mismo, la producción fotográfica pretendió escudriñar territorios y
técnicas que pudieran enlazarse a la descripción de las denominadas etnografías
educativas que se desarrollaron en algunas de las universidades participantes en el
estudio. Fundamentalmente, la utilización de este recurso tuvo una base dual: inte-
grar formas descriptivas al registro etnográfico, partiendo de directrices analíticas
cimentadas en posturas teóricas.
Aunado a esto, se decidió que las fotografías fueran tomadas por una persona
que desarrollara la fotografía de manera profesional, que comprendiera y estuviera
ligada al trabajo de investigación con perfil cualitativo y de carácter antropológico.
Ello bajo la perspectiva de que las imágenes se capturan y se construyen a partir de
la representación de quien activa la cámara, tanto para la investigación social como
en la práctica creativa.1
Cabe mencionar que el recurso técnico fotográfico incorporado a la etnografía es
una acción ya desarrollada en el trabajo antropológico-etnográfico2 (Novelo, 2008),
1
La mayoría de las fotografías que aparecen en este capítulo fueron tomadas por la Lic. Rocío
Alejandra Villanueva Urueta, fotógrafa profesional y docente de la Facultad de Humanidades y Cien-
cias Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California (uabc), Unidad Tijuana. Sin embargo,
es necesario precisar que también participaron en la toma de fotografías: Jorge Rubio Barrón y la
autora del presente texto.
2
“Para la antropología, y específicamente para la etnografía, la concepción de la imagen como
documento no ha resultado ajena, pues ha formado parte del bagaje metodológico de los investigado-
116 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
No se suele desarrollar una teoría con imágenes. Quizás eso se deba a la dificultad de
transmitir mensajes abstractos elaborados con base en fotos. Las relaciones políticas y
económicas son difíciles de fotografiar. Las estructuras de poder y desigualdad están
escondidas, no pueden fotografiarse. Muchos de los temas vitales más importantes son
invisibles, ocurren a puerta cerrada, a oscuras, no pueden ser fotografiados. Pero eso no
implica que la fotografía no sea útil para avanzar el conocimiento o formular teorías.
[…] La fotografía puede también colaborar a un conocimiento crítico de la sociedad
(1999: 25).
Como ya se dijo, las ies son campos sociales que construyen un habitus, por lo que
las universidades configuran disposiciones, esquemas de pensamiento y acción,
res desde tempranas épocas, cuando se comenzó a conceder importancia tanto al registro del ambiente
social y cultural bajo estudio y el proceso mismo de investigación por medio de la fotografía, el cine
y más recientemente el video, como a la lectura de documentos visuales”. (Novelo, 2008: 14-15)
3
Es importante precisar que la toma de fotografías se vio limitada a las posibilidades que brin-
daron las universidades participantes en el estudio. Por tal motivo, las fotografías que se incluyen en
este documento se refieren solamente a dos entornos universitarios públicos. Las autoridades de los
planteles privados no se negaron abiertamente a la toma de fotografías, pero sí estipularon una serie
de requerimientos y restricciones que tuvieron como consecuencia que no fuera posible capturar
imágenes al interior de estas instituciones.
Recursos visuales para la investigación de género… 117
Existen muchos procesos sociales y culturales que son difíciles de describir o cap-
turar mediante las imágenes fotográficas, pues se refieren a mecanismos o prácticas
que no pueden percibirse a simple vista, y que, respecto a la investigación social
cultural, aluden también a abstracciones y construcciones conceptuales difícilmen-
te aprehensibles visualmente (de Miguel, 1999).
Las y los estudiantes se apropian e interactúan al interior de los espacios univer-
sitarios a partir de su condición de género, de la misma manera como construyen
interpretaciones de la realidad y la violencia en función de su condición genérica.
A pesar de las dificultades para capturar ciertos mecanismos de la vida cotidiana a
través de las fotos, permeados por la prácticas internalizadas que aluden al género,
de alguna manera las imágenes permiten focalizar el análisis y la reflexión en las
interrelaciones estudiantiles desarrolladas al interior de las universidades, en las
que se atisban aspectos que atañen a las relaciones de poder que se viven intramu-
ros de los planteles.
Así, las fotos que se presentan a continuación ponen énfasis en explorar, de
manera descriptiva visual, las prácticas relacionadas con la integración y el
desenvolvimiento de estudiantes hombres y mujeres en los territorios escola-
res universitarios. Es decir, las interacciones que se manifiestan a través de ges-
118 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
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122 Las Instituciones de Educación Superior y la violencia de género
Estudiantes transitan por las instalaciones del plantel. Universidad pública de carác-
ter intercultural, sede Matlapa. Foto: Rocío Villanueva.
Anexo