Sie sind auf Seite 1von 41

El Ocaso

de las


Profecías





Alejandro D. Canedo Vélez



El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

!2
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Precognición del génesis


No soy Dios ni quiero serlo.

No tengo Dios

y que Él nunca me tenga.

Me dejó una tarde de azul amargo

cuando triste por su tristeza

me dio vergüenza verlo.

!3
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Prófugos del pasado

Quien pudiera rehacer el tiempo



no sabría su pasado

ruin, prohibido o rutinario

en el ayer no hay más que futuro revelado.

Triste es quien desanda sus pasos no más que un


prófugo asustado despertándose a sí mismo

en un bucle deshabitado.

!4
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Descarnación del nombre

I
Soy este mar donde no habitan las playas

este santuario que no canoniza la desnudez.

Soy esta privacidad incapaz de expulsar a los intrusos

este paraíso poco parecido al Edén.

Estoy aquí

preso por estos ojos que no distinguieron la


muerte

liberado por las visiones que reconocieron la


estupidez.

Y mías son también estas manos

que sudan fiebre con ansia

que sangran inanición con sed.


!5
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Pues fui atrapado por otros horarios

no los que me despertaron tras haber muerto

no los que, al meneos, alcanzaron mi perdón.

II

Pues seré este “hoy ser yo mismo”

y no por saber porqué.

Pues voy a empolvar mi yo ser auténtico

con cánticos viejos

con aún más precipitación.

A ver si cantando tras la primera noche

habré de vivirme, de nuevo

viejo o muerto

resucitado del ayer.

!6
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Así

indefinible y contrario

niño envejecido en mil vejeces prematuras

espero hoy esperé.

Y recostado al fin tras la acostumbrada hora del


silencio

veré si puedo decir mi nombre

ciegamente

sin herirnos

sin decirlo otra vez.

!7
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Cáliz

¿Acaso el ocaso

no cae del cielo?

¿Acaso la tumba

no germina dentro?

¿Acaso este ábaco

no cuenta mi tiempo?

El Dios del Hijo eterno murió para serlo.

¿Acaso no amalgamó en su cáliz quedo

algún cielo tras otro cielo

y el infierno eterno de lo eterno?


!8
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Reflejos foráneos

Hay un espejo pulcro y manso

en el que otros ojos nos muestran reflejados.

Y otro espejo cruel, huraño



en el que sólo pueden vernos los extraños.

¿Quién es entonces el foráneo?

¿Nuestro yo sin saberse reflejado

o la impresión de un yo ajeno que

en otro ser ha germinado?


!9
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Corto de medianoche

La Luna no escondía nada

(aquella noche)

Un ave distraída cantaba a media voz

(la canción del día)

(¿Apagamos la luz?)

Con siete velas se ve mejor el alma

con poca música habré de escuchar lo que germina

(en tu vientre

en el tiempo de todos

al cabo de la muerte

en los albores de la vida)

Es decir:

(tras la furia de mi semen

el estertor de nuestras generaciones

la tenacidad de las tinieblas)


!10
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

¿Quién de todos?

Qué recuerdo viajó por mis caminos oníricos

cuando no hacía más que estallar en colores.

Qué tonta profecía escribió lo que hoy escribo

desde sus Biblias

hasta sus Apocalipsis.

Qué demonio se apoderó de mí

para hacerme su cómplice

su Arlequín

y de este miedo una profecía.

Qué seudónimo me salvó del infierno

dejándome libre

y soltar mis cabellos.

!11
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Qué ángel olvidó en mis manos

estas cadenas de plata

con las que ahora me ciño.

Qué Dios rival quiso habitarme

cuando pudo ser oriundo de nadie

y no morir.

Qué Dios pueril se puso a llorar caprichoso

cuando con sus ojos vi.

Qué Dios o qué Demonio quiso verme

o perderme

cuando vencí la fe.

!12
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Qué sino se atrevió a guiarme al destino

sino para enfrentarlo

para salvarlo

para saberlo

para llegar

y partir…

!13
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Noche de brujos

... Y aún podré pujar desde el fondo del alma

un último gemido extático.

Uno que tiña de auroras mis cabellos hondos

tintura naranja y febril

insaciables luces áridas

emisiones cáusticas

de estos ojos que recuerdan

aquel enigma senil que nos mira.

Así soy:

leyenda prohibida oculta en perdidos destinos

ahí donde tú reclamas luz eterna

donde sólo eres el espanto esporádico del trueno.

!14
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Así soy

voracidad engullendo la eternidad en tu infinito

ahí donde mi luz no niega a las tinieblas

pues soy tu relámpago tardío

la ruina esta salvación mentida.

Pues esta es mi tormenta humana y estoica.

Mi pre-videncia sin cobardías.

La dignidad no establecida.

La certidumbre que me toca.

La derrota de tus dudas.

!15
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Pluvial

Sí, yo también he sido lluvia

llanto astral del verano colapsado

ahogado flujo reclamando humedades.

Y ya detrás

acuartelado en el aire

ya sosegado

ya calmo

arrastré mi forma impalpable por otras sendas

arrepentido por ambos

extrañando.

!16
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Fui río un momento...

sí.

Fui río refrescando los ardores de tus leyes

envolviendo dulcemente los sudores de tus veredictos

ahogando insensiblemente los designios de tu fe.

Y ya juntas

tu agua y la mía

se hicieron mar desbordado

inundación inmedible de la ternura y el odio

colapso único de una verdad y una tormenta

conciencia pluvial de ti sin forma

de mí sin rostro

de lo mismo que es todo

lo que jamás dejaremos.

!17
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Fluir como pasando

Insensible luz cometa, recuerdo último de pasajes


crepusculares.

Centurias fugando insensatas hacia las arrastradas


nubes.

Metáfora

mil veces metáfora vertida entre mis prados agridulces

y la realidad fantasmal del día opaco.

Pecado mío, hijo primigenio, umbral donde no te


encuentro.

Día que destroza la noche pasada

sanguinario día cobarde que se embriaga y no me


acaba.
!18
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Implícito fluir de letras entre letras

oscuros sueños virtuales

virilidad ridícula y estoica

creencia fundamentalista

versatilidad sin retórica.

(Esto sí es pecado...

un gran pecado)

II

¿Qué entiendes de todo esto?

sólo tu nombre inequívoco

se atreve a caer sin cobardías.

¿Qué entiendes de todo esto?

sólo tu vientre

situado entre tu ambiente sicótico y tus


membranas esotéricas

encuentran casa propia en mí mismo.


!19
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

(Donde juntos buscamos los días

donde jugamos al la luz y al infierno

donde le tironeamos a Dios su paternalismo impuro)

Yo soy el agua que mansa se arrastra sobre tu piel

porque el cielo llora y palpita.

Yo soy el que te nombra:

“amanecer”, “anochecer”.

Yo soy el que busca tu alma

y la encuentra y se exalta.

También la más sutil idea se yuxtapone a dos

o tres

o diez palmos de tristeza:

porque soy el que te nombra.

…y te espanta.¡

!20
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Incidencias

Cuéntame ese secreto



somos impíos

y nacimos desahuciados.

La fidelidad no es confidencia

sino secreto

bien guardado.

!21
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Memorables

La eternidad sobrevive en los recuerdos

de las mortales almas enlazadas.

No hay nada perenne después de la vida.

Pues no se muere muriendo



se muere en el olvido

de quien ya no nos recuerda.

!22
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Procedencias

Asesiné las incógnitas



la fe

las creencias fatuas

las esperanzas mortecinas

las añoranzas de barro. 


Sí, soy culpable de mi procedencia



una estirpe indómita

e inexcusablemente sincera

alimentada

de libertad y fuego

cobijada en la sangre

de los que no creyeron



de los que no cayeron

de los que no rezaron.

!23
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Cigarra y Orgasmo

No entiendo a los que hacen dietas



a los que nunca bebieron un trago

a los que le huyeron al deseo

a los que no se quitaron los zapatos

a los que besaron a hombres

pero no a mujeres

y viceversa

pero sobre todo

a los que no aprendieron de la cigarra.

Deberían ser como la ella que canta, chilla, vuela y


folla

antes de que se le esfume ese único pedazo de vida

para cantar,

para chillar,

para volar

para follar...
!24
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

¿Acaso hay mejor forma para esfumarse

que no sea el portal cósmico

de un orgasmo?

!25
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

La callada puerta escondida

Entre momento y momento

las cuatro distancias que abrigo

los surcos inauditos que me siembran

los acordes menores que se agolpan

y yo...

reducido a tantos fragmentos

apelando ayuda a mis fuerzas triviales

renaciendo en espasmos

secuestrados del sueño.

Entre pared y pared

el frío simulacro de una celda

la callecita prófuga

mis corceles vencidos

una jaula de paredes distantes

prisionera en su destierro.

!26
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Entre letra y letra

una letra desmentida

memorias y reservas

la dinastía

la vejez tardía

locuras que siembran locuras

y verdades sombrías.

Entre tú y tú

la callada herejía de mil siglos

la blasfemia arrebatada de mi profecía

la inútil dosis de esta ausencia que dopa

y no calma

ni respira.

!27
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Y claro

las palabras, casi ignotas o clandestinas

que ya no saben

a dónde dejaron volar

de mí

la poesía.

!28
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Alis

Ya sé que el tiempo puede caber en una rosa

que la claridad tiende a ser tenue

y que ocasionalmente

buscar resulta en vano.


Ya sé que me debo algún acierto y algún error



que extravié a mi ángel y cansé a mi demonio

y que siempre soy ese Dios loco



el que irrumpe irreverente cualquiera de mis sueños.


Ya sé que perdí la tarde por madrugar

que prefiero los caminos a las metas

y que renuncié

hace mucho

a medir el tiempo porque es incierto.

!29
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Pero sé que bajo este amor



surcar el cosmos no cuesta nada

sé que el Universo lleva tu nombre

y que huele a tu cuerpo

y que entonces

tu voz es una rosa

y que en cada pétalo

cabe el todo tiempo...


!30
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Érase Dios, alguna vez, el Hijo


Cuando naciste te soplaron el polvo que traías encima

te regalaron sudores que jamás sirvieron

te pusieron tantas corbatas como olores

pero jamás pudiste ser hombre...

Tú: El Dios del Hijo.

!31
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Preámbulo al asedio

Hermanos:

¿Tiempo de qué es este tiempo?

si no se hizo más que para juntar las fuerzas que no


usamos.

Si no encontramos ahora lo que buscamos.

¿Tiempo de qué es este tiempo?

Si nos vamos

Si no vamos

Si nos quedamos.

!32
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Direcciones

Este tiempo es la aproximación constante

al umbral de otro tiempo.

Este tiempo sabremos que es un descampado

lo que nos espera luego.

Este tiempo borrará también las direcciones

nos arrancará la verdad con hechos

las oscuras máscaras de otros tiempos.

Este tiempo sabremos

que las profecías existen

sólo si no se cumplieron.

Y llegado el momento

partiremos luego

sin rumbos

sin desconcierto

aunque no exista el extravío sin desconsuelo.


!33
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Soledad

La soledad no es más que una noche larga

que pulcra, tenue y silenciosa



se clava en el corazón deshabitado.

Y desde su furia mórbida

y rutinario canto

brotan de sus entrañas



dolores viejos

tristes

y fermentados.

!34
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Complicidad

No hay nada más simple en la vida



que tomar coraje a tu lado

y surcar la complejidad indecible del amor

de este amor

que se ha negado a las preguntas

de este amor

que todo lo resuelve



de este amor

en apacible silencio

en el mar abrupto

de la complicidad plena.

!35
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Líquido y Aire

Nuestro amor es líquido

favorable,

imprescindible.

Nuestro amor es agua

y nuestra fe

es aire.

!36
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Hechizos

Por suerte se nos ocurrió follar

follamos

de todos los sabores



hasta que finalmente conseguimos romper

el manto ciego de la noche.

Terminamos exhaustos

caímos a los dos sueños que conforman el nuestro

nos vimos envueltos

el mismo sueño ajeno

¿Y vos

me despertás tan temprano?

con la sonrisa pintada de olores



con las secuelas de la estática esculpiendo tu pelo

con esos brillos aferrados a tus ojos.

!37
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

En fin,

me despertás

me querés despierto nada más que para para darme la
razón

porque sabés que yo



gustoso

me dejaré consumir en tus hechizos

mañaneros.

!38
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Caricias

¿Corregiré acaso tu encanto



o sabré de tus extremos?

¿Me sorprenderán tus silencios

o caerás serena en mis brazos?

Conozco un sólo acto, sábelo



impecable

inapelable

irreproducible.

¿Recorreré acaso tus bordes?

¿Reconoceré acaso tus fronteras?

¿Reasumiré las fantasías?



¿Reanimaré fantasmas o desmantelaré

algunas galaxias?

!39
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Sé que devastaré cualquier reseña



sobre tu piel

sobre tus ojos

sobre la mañana enredada

en tus cabellos

En pocas palabras:

recurriré a tu silueta, sin santidad



sin vergüenza, sin apuros

y en la intemperie salvaje de tu cuerpo

regaré indomable

mis caricias en paz.

!40
El Ocaso de las Profecías Alejandro D. Canedo Vélez

Uno

Si te amo más allá de mí mismo



si me amas

más allá de ti misma



si todos los para siempre caben en cualquier día

si podemos ser uno

si nos entendemos

entonces

hay una mitad tuya

que le pertenece

a esta mitad mía

que

te pertenece.

!41

Das könnte Ihnen auch gefallen