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culturales de la globalización”
1. Aquí y Ahora
Appadurai utiliza hechos culturales para explorar y abrir la discusión acerca de la relación
entre la modernización como un hecho observable y la modernización como teoría. El eje
son las prácticas culturales cotidianas a través de las que el trabajo de la imaginación se va
transformando.
El ahora global
Las teorías de las ciencias sociales de Occidente han reforzado la idea de que el momento
moderno genera un quiebre entre el pasado y el presente. La teoría de la ruptura adopta los
medios de comunicación y los movimientos migratorios como los dos principales
ángulos desde donde ver y problematizar el cambio, y explora los efectos de ambos
fenómenos en el trabajo de la imaginación, concebido como un elemento constitutivo
principal de la subjetividad moderna.
El trabajo de la imaginación
Al sugerir que en un mundo poselectrónico la imaginación juega un papel significativamente
nuevo, como hecho social y colectivo, Appadurai basa este argumento en las tres
distinciones siguientes:
La mirada antropológica
La forma sustantiva de la palabra “cultura” implica que la cultura es algún tipo de cosa,
objeto o sustancia. El adjetivo “cultural” nos lleva al terreno de las diferencias, los contrastes
y las comparaciones, de una diferencia situada, con relación a algo local, que tomó cuerpo
en un lugar determinado y que adquirió ciertos significados. La idea de cultura como
diferencia, sugiere que la cultura es una dimensión infatigable del discurso humano
que explota las diferencias para crear diversas concepciones de la identidad de
grupo.
La idea de etnicidad aquí propuesta tiene por núcleo la construcción y movilización
consciente e imaginativa de las diferencias. Enfrentados a prácticas estatales que persisten
en la tarea de encasillar su diversidad étnica en un conjunto cerrado y fijo de categorías
culturales, muchos grupos se movilizan de manera consciente de acuerdo con criterios
identitarios. El culturalismo es una política de identidades, movilizada en el nivel del
Estado-nación. Es la movilización consciente de las diferencias culturales al servicio de una
política a mayor escala, nacional o transnacional.
Cada vez que nos sentimos tentados a hablar de la aldea global, debemos recordar que los
medios de comunicación de masas producen comunidades “sin sentido de lugar”. El
mundo de hoy reclama, por un lado, nuevas teorías sobre el desarraigo, la alienación y la
distancia psicológica entre individuos y grupos y, por otro, fantasías o pesadillas de
proximidad electrónica.
En el presente, el pasado ya no es más un territorio al que volver en una simple política de
la memoria. Pasó a ser un gran depósito sincrónico de escenarios culturales. Un mundo de
signos flotantes y completamente disociados de sus significantes sociales. El propio pasado
de los extranjeros puede ser manipulado de modo de hacerlo aparecer como una modalidad
normalizada de nuestro propio presente. Las producciones culturales post-industriales
entraron en una fase posnostálgica.
El mundo en que vivimos se caracterizaría por el nuevo papel de la imaginación como
práctica social, una forma de trabajo y de negociación entre posiciones de agencia
(individuos) y espectros de posibilidades globalmente definidos.
Homogeneización y heterogeneización
Desterritorialización: es una de las fuerzas centrales del mundo moderno porque traslada
a la población trabajadora de unos paisajes hacia los sectores y espacios reservados para
las clases bajas en las sociedades relativamente adineradas. Esto, a veces, tiene como
resultado el desarrollo de un intenso sentido crítico o apego a la política del país de origen.
La imaginación y la etnografía
Vivimos en un mundo donde existen muchas clases de realismos, como el mágico, el
socialista y el capitalista. Sin embargo, en muchas de las expresiones estéticas de la
actualidad, las fronteras entre estos diferentes realismos se desdibujaron y borraron.
Entre las vidas que se van desplegando y sus contrapartes imaginadas, se va conformando
una variedad de comunidades imaginadas (Anderson) que van generando nuevos tipos de
acción política, nuevos tipos de expresión colectiva, y nuevas necesidades de disciplina
social y de vigilancia por parte de las elites.
Lo anterior implica que los etnógrafos ya no pueden seguir contentándose con la mera
densidad de detalles que solían dar a sus relatos de lo local, ni que acercarse a lo local
implicaría acercarse a algo más elemental y contingente y por lo tanto, más real. Porque lo
real de las vidas comunes y corrientes ahora es real de muchas maneras.
El nuevo poder de la imaginación en la fabricación de las vidas sociales ya está ligado a las
imágenes, las ideas y las oportunidades que llegan de otras partes.
La cuestión, por lo tanto, no es cómo la escritura etnográfica puede servirse de un espectro
mayor de género literario, sino cómo puede describirse el papel de la imaginación en la vida
social en una etnografía de nuevo tipo que no sea tan resueltamente localista. Debe
redefinirse como la práctica de representación que echa luz sobre la fuerza que ejercen las
posibilidades de vida imaginadas a gran escala sobre trayectorias de vida específicas.
Appadurai pone tres ejemplos para mostrar cómo las complejidades de las
representaciones expresivas (novelas, relatos de viaje, películas) son parte del material
primario para construir nuestras propias representaciones de la vida.
1. Su visita al templo Meenakshi, en Madurai. Su esposa llega esperando encontrarse
con su viejo amigo e informante, pero él se halla en Houston. Esto da una idea del
tipo de etnografía que pueda prestar atención al fenómeno de la separación de la
imaginación respecto del lugar.
2. Incluso pequeños fragmentos de fantasía, como los que construye Julio Cortázar,
nos muestran la imaginación contemporánea en acción. La historia, es acerca de
una invención delirante que atrapa la lejana imaginación de Teshuma, resultante del
agotamiento espiritual a partir de la obsesión técnica del deporte, sólo para crear
pequeñísimas diferencias en la actuación. Es una persona que cree que “la
imaginación está tomando poco a poco el poder”. El mundo desterritorializado es
como la piscina de golfio del cuento de Cortázar, cada vez más sediento de nuevas
competencias técnicas que suelen ser muy duras -posiblemente, fatales- para los
que no están preparados para lidiar con la presión de los estándares de eficiencia
impuestos. La viñeta de Cortázar, al bromear con las historias y destinos posibles de
sus personajes, muestra cómo nuestras propias etnografías pueden volverse
ejercicios para la interpretación del nuevo papel que juega la imaginación en la vida
social actual.
3. Ahora, no toda desterritorialización es de alcance global ni todas las vidas
imaginadas cubren extensos panoramas internacionales. Mira Nair hace el filme
India Cabaret en 1984, relatando la historia de un grupo de mujeres que se fueron
de pueblos y ciudades a Bombay para trabajar como bailarinas de cabaret. Los
personajes de este etnodrama poseen una imagen y una idea de sí mismos, que
son, sobre todo, fabricaciones basadas en una sutil complicidad con las
representacionales del cine hindi. O sea, es también es un etnodrama, en el sentido
de que nos muestra los esfuerzos del cine por representar un cabaret y de los
cabarets reales por capturar y hacer propia la magia y la emoción del cine. El mismo
desplazamiento de estas mujeres, raíz y causa de sus problemas actuales, es
también el motor de sus sueños de riqueza, autonomía y respetabilidad. Por
consiguiente, sus pasados son tan importantes como sus futuros en la construcción
de sus vidas.