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MEXICO
TÍP.O, H E K M A N O S , E D I T O R E S
enida del Cinco de Mayo Xúm.'í. #
1898

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. NUEVA NOVENA
A LA

VIRGEN SANTÍSIMA S E GUADALUPE


en conformidad
con el Oficio novísimo de su fiesta.

Dispuesta para uso de los fieles

Y SEGUIDA

DE UNA VISITA ó PLEGARIA DE LOS PEREGRINOS

m
POR
t
Oabino Chávez, Pbro.

TERCE1U EDICION

MÉXICO

H E R R E R O ,

1898

fti
Uustrisimo Señor:

En cumplimiento de Superior Decreto, he leído


la "Nueva Novena á la Virgen Santísima de Gua-
E s propiedad ilc i a Librería dalupe, en conformidad con el Oficio novísimo de
R e l i g i o s a ; q u e d a h e c h o e¡ de-
pósito q u e m a r c a la ley.
su fiesta, dispuesta para uso de los fieles, y seguida
de Una Visita ó Plegaria de los peregrinos, por el
Sr. Pbro. D. Gabino Chávez," y no he encontrado
nada que se oponga á los dogmas de nuestra santa
fe y sanos principios de la moral, sino por el con-
trario, el excelente plan del autor es muy á propó-
sito para fomentar más la devoción á nuestra tier-
nísima Madre la Santísima Virgen María de Gua-
dalupe, haciendo familiares á los fieles las ideas y
hermosísimos conceptos que la Santa Sede ha que-
rido sirvan para honrar en estos desgraciados tiem-
pos á nuestra singular Patrona.

En vista de estas razones, soy de parecer, salvo

Afilli,
siempre.el más seguro é ilustrado de S. S. Ilustri-
sima, que puede concederse la licencia que se so-
licita.
Dios guarde á V . S. Ilustrísima muchos años.
León, Marzo 17 de 1 8 9 5 M i g u e l M.Arizmen-
I m p . y L i t . " L a E u r o p e a , " S a n t a Isabel, g.—México.
di y Herrera.

0
V f-
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Í1

E l Illmo. Sr. Dr. D. Ignacio Arciga, Arzobispo


G O B I E R N O E C L E S I Á S T I C O DE L E Ó N . — M a r z o 1 8 de Michoacán, se dignó conceder 8 0 días de indul-
de 1 8 9 5 . — V i s t a la anterior censura: concedemos gencia por el rezo de esta novena.
nuestra licencia para que se imprima la novena á
que se refiere. Y concedemos cuarenta días de in-
dulgencias á todos nuestros diocesanos por el rezo
que hicieren de cada dia de la novena, con las dis- Cuernavaca, Abril 6 de 1 S 9 5 .
posiciones debidas. E l Ilustrisimo Señor Obispo
asi lo decretó y firmó.— El Obispo. —Mateo Alca- Siendo lapreciosa"Novenade Nuestra Señora de
raz, Secretario. Guadalupe," escrita por el piadosísimo sacerdote
D. Gabino Chávez, tan á propósito para honrar á la
Santísima Madre de los mexicanos, y aumentar en
los fieles el amor hacia ella, recomendamos de una
manera especial á todos nuestros diocesanos la re-
ferida Novena, concediéndoles cuarenta días de
indulgencias por cada vez que leyeren ú oyeren
leer algunas de sus páginas, y por cada uno de
los actos que practicaren en los nueve días que la
recen.

1 Fortino Hipólito,
O b i s p o de C u e r n a v a c a
(I u g a r del sello).
/

NUEVA NOVENA

N U E S T R A S E Ñ O R A DE G U A D A L U P E

y. Señor, abrirás mis labios,


1&. Y mi boca anunciará tu alabanza;
ir. Dios mío, entiende en mi ayuda,
1J. Apresúrate, Señor, en socorrerme,
ir. Gloria al Padre, etc.

ACTO DE CONTRICION.
¡Oh Señor y Dios mío! que has hecho
notoria tu salud, haciendo que por todo
el universo se dé á conocer la reden-
ción y se predique la santa fe, en la
cual nosotros, tuvimos la dicha de na-
cer, y que has revelado en presencia de
todas las naciones, y delante de los cié-

-- --- ..
gos gentiles la gloria del Redentor, mi- para pertenecer de este modo á los es-
ra, benor, cuán ingratos hemos sido á cogidos que son heredad tuya. 1 Así sea.
este grande beneficio, q u e á nosotros
por medio de la Virgen María nos con-
cediste, cuando se dignó bajar á nues- Oración para todos los días.
tro suelo á apresurar la conversión de
estos pueblos infieles, ablandando sus ¡ Virgen de Guadalupe, amada Ma-
corazones y docilitándolos para que re- dre mía! ¡qué dulce es para un,hijo el
cibiesen la luz de la fe, con los inmensos poder cantar con toda confianza la glo-
bienes que á las almas comunica; yo te ria y la hermosura de su Madre! ¡Cuán-
ruego, Señor, que perdonando mi des- to se goza al poder aplicarte con la Igle-
agradecimiento y todos mis pecados, ba- sia las grandiosas palabras que de la
gas también notoria para mí tu salud, Sabiduría eterna están escritas! Sí, Se-
con virtiéndome de veras á tu amor y ñora y Reina de lo criado: desde el na-
servicio, y la hagas notoria en mí á los cimiento del sol hasta el ocaso, tu nombre,
otros, para que ayude con mis buenos así como el de tu Unigénito, es grande
ejemplos á que mi Salvador sea de todos en las naciones. El suyo es infinitamente
amado y conocido; te pido que reveles la grande, como que es nuestro Dios, nues-
gloria del Redentor, con la conversión tro Padre y Redentor, cuyo nombre es
de los pecadores, delante de las almas sobre todo nombre ; mas el tuyo es in-
mundanas, que abandonando las prác- mensamente grande, pues eres su ver-
ticas piadosas y apartadas de los sacra- dadera Madre, como á Juan Diego le
mentos, parecen verdaderos gentiles, dijiste, y eres la Reina del mundo, y el
sepultados en las sombras de la muerte encanto de la tierra y la alegría de los
y del pecado. Haz nacer, Señor, para cielos. T ú habitabas con Jesiis tu Hijo
ellos y para mí, que te lo ruego, la luz en las más encumbradas alturas, y tu
indeficiente, que recorriendo el profun- trono estaba colocado sobre una colum-
do abismo de mi corazón, y posándose na de luciente nube, cuando te dignas-
sobre las olas agitadas del mar de mis te ser encontrada por los que no te basca-
pasiones, en mí habite, y en mí radique
i Ex. l.ect. i.
ban^ porque apenas te conocían, y no te, también con tu presencia en nuestro
habían experimentado la dulzura de tu suelo respondes á los áugeles que tres
bondad, ni la teruura maternal de tu veces admirados preguntan: "¿Quién
amor, ni la grandeza de tu misericor- es esta que va subiendo como la aurora al
dia. Aún no te interrogaban como hijos despuntar?. . .1 Eres tú, oh hija de Sion,
á su madre, que les enseñe y les instru- toda hermosa y toda suave; como la luna,
ya ; aún no se dirigían á la Madre de la hermosa; como el sol, escogida ! ¿ Quién
luz y del conocimiento, preguntándole es esta que aial varilla de humo aromáti-
por el camino que habían de seguir, y co de mirra y de incienso, va subiendo
por las verdades y máximas que de- por el monte desierto? Es la hermosísi-
bían practicar, y ya tuviste la dignación ma paloma, la amiga y esposa del Dios
de aparecerles en persona de uno de sus eterno! ¿ Quién es esta que como el sol
hijos, y aparecerles, no en enigma ni se adelanta, y viene con la belleza de la
escondida, sino llena de luz, y á las cla- Jerusalem celeste, de dónde ha salido pa-
ras, dejando ver tu virginal semblante, ra visitar á los hombres ? Es la que vie-
y respirar tu celestial aroma, y escuchar ron las hijas de Sion y feliz la llamaron;
tu dulce*y arrebatadora voz. Sí, Madre las almas de nobleza real, y la colmaron
mía, allí te vió el amado Juan, tan gra- de alabanzas ! ¡ Oh Reina y Madre mía !
ciosa " como la paloma que sube de los Hoy " todos los términos de esta tierra,
ríos de las aguas, cuyo olor inestimable han visto la salud de nuestro Dios;''2 to-
impregnaba sus vestiduras.''1 Allí te dos los confines de nuestra República,
vió la última vez, cuando á manera de han resonado con tus glorias, tus hijos
días primaverales, las flores de los rosa- han entonado tus alabanzas, te han agra-
les, y los lirios de los valles te cercaban, decido en el alma tus finezas; en pere-
pues tu planta los había hecho brotar grinaciones " han entrado á tu tabernácu-
de repente en el monte desierto. Y si á lo, y han adorado al Señor en el lugar
los hombres que aún no te interroga- donde tus plantas se posaron." Y yo tam-
ban, tan dulce y tan hermosa aparecis-
1 Resp. II et III.
2 Antif. 3 et V. 2 Noct.
I Respons., I.
bién con todos tus hijos te visito, Ma-
dre mía; yo te alabo, yo proclamo tus
glorias, yo agradezco con todo mi co- Virgen de Guadalupe.
razon tus favores, y te pido me conce- Ruega por nosotros.
das el mayor de todos ellos, que es el ir Ant.—Una gran señal apareció en el
á conocerte y á amarte, y á alabarte, y cielo : era una mujer cubierta
contigo á gozar de Dios en los cielos. por el sol, y la luna debajo de
Amen. sus pies.
Ave María.
Ant. Tabernáculo de Dios es María,
colocado en medio de su Ciu- Virgen de Guadalupe.
dad, y no será conmovido. Ruega por nosotros.

Ave María. Ant.— El pueblo que caminaba en ti-


nieblas, vió una gran luz; pa-
V- Virgen de Guadalupe. ra los que habitaban en la re-
B. Ruega por nosotros. gión de la sombra déla muer-
Ant. Tú has salido para la salud de tu te, la luz les ha nacido.
pueblo ; para su salud has sa- Ave María.
lido con Jesucristo tu Hijo.
Virgen de Guadalupe.
Ave María. Ruega por nosotros. Gloria, etc.
Virgen de Guadalupe.
Ruega por nosotros. f . Madre mía, á ti de lejos vendrán
tus hijos.
Ant. Gloriosas cosas de ti han sido di- I£. Y de tu lado se alzarán tus hijas.
chas, oh Ciudad de Dios: el
Sefíor te ha fundado sobre las
santas montañas.

Ave Maria,

Ü N t Y E » tt NliEVi m
B&W.ea Valveáí j T1B11
i ra para colmarlo de favores de gra-
cias ; lo escogiste porque lo quisiste; lo
escogiste porque lo amaste; lo escogiste
por una predilección inaudita é inme-
recida. Y porque lo escogiste lo santifi-
PRIMER DIA caste : lo santificaste con tu celestial y
santa presencia, con tus benignas y va-
rias visitas, como santificaste las mon-
ORACION tañas de Judá con tu visita á Santa Isa-
bel; lo santificaste, mandando erigir
allí un Santuario y haciendo para él
En tus labios, Madre mía de Guada- dulcísimas promesas; lo escogiste y san-
lupe, ha puesto la Iglesia las mismas tificaste, para que allí estuviera tu nom-
palabras, que en otro tiempo dijo el Se- bre, no sólo el nombre glorioso y ben-
ñor, cuando se le erigió aquel magnífico dito de María, Madre de Dios, sino el
templo por el rey Salomón \ "Yo escogí nombre querido de Guadalupe, la naci-
y santifiqué este lugar, para que allí esté da entre las peñas, porque quiere nacer
mi nombre y permanezcan mi corazón y siempre por su amor y devoción en la
mis ojos todos los días.1 ¡ Qué tres do- dureza de nuestros corazones; la que
nes tan señalados! ¡ q ué tres prendas tan ahuyenta á los que nos devoran, pues
dulces y preciosas! Tu nombre, tu cora- ahuyentó entonces á los demonios y á
zón y tus ojos! T u nombre, de Guada- los ídolos, y ha seguido ahuyentando to-
lupe ; tu corazón de Reina, y tus ojos dos los males que devoran nuestro cuer-
de Madre! Déjame, ¡oh Reina y Madre! po, las pestes que devoran nuestra vida,
valorizar estas prendas que nos diste ; las inundaciones que devoran nuestras
déjame meditar sus excelencias y su ciudades, y los enemigos aún más te-
precio. T ú escogiste y santificaste el si- rribles que se revuelven como leones
tio de tus apariciones; benignamente lo rugientes pretendiendo devorarnos. Es-
escogiste entre todos los sitios de la tie- cogiste y santificaste ese lugar para que
permanezca en él tu corazón de Reina
I Antif. ad Magnif. i Vesp.
clementísima, tu corazón que se inclina por toda la redondez de la tierra cuando
á perdonar á los reos, á acoger á los pe- te cantan : ' 1 vuelve á nosotros esos tus
cadores, á ayudar á los miserables, á ojos misericordiosos." Vueltos los tie-
socorrer á los pobres, á consolar á los nes. Señora, en tu imagen hacia nos-
afligidos, á auxiliar á los cristianos; tu otros, siempre mirándonos, amándonos
corazón, que después del de Jesús, es el y compadeciéndonos. Danos, Virgen
Santísima, danos de nuevo ahora tu
más tierno, el más benigno, el más com-
nombre, para que luchando contra los
pasivo y el más generoso de los corazo-
nes. Escogiste el lugar y lo santificaste, enemigos conservemos nuestra fe tan
para que permanezcan allí, junto con tu combatida ; danos tu real corazón para
que levante nuestra esperanza, hacién-
corazón, también tus ojos. ¡Oh, ojos
dulces de Paloma sin mancha! ¡Oh, ojos donos confiar en tus larguezas; danos
sencillos y puros que con sus miradas tus ojos dulces, hermosos, puros, com-
hicieron volar al Esposo, como dice el pasivos y tiernos para que ellos nos en-
divino Cantar! ¡ Oh, ojos dulcísimos y ciendan, pues son antorchas de amor
misericordiosos! ¿Conque aquí nos los santo y divino, en las llamas de la ca-
dejaste, Madre mía? ¿Conque en tu ridad, á fin de que logremos amar ar-
imagen los tenemos, y misteriosamente dientemente á Jesucristo, y después de
bajos, no mirando como en Lourdes el este destierro, mostrándonoslo tú, go-
azul de los cielos, sino inclinados á nues- zarlo por los siglos de los siglos. Amén.
tro pobre suelo, para mirar y penetrar
las necesidades y penas de tus hijos? Gozos y oración final.
¡ Oh, ojos de Madre y de Reina! Ojos de
Madre para compadecernos, y ojos de
Reina para ayudarnos; ojos de Madre
para mirarnos con ternura inefable; y
ojos de Reina para socorrernos con ge-
nerosidad indecible! ¡ Oh Madre mía de
Guadalupe! aquí cumples todos los días
con nosotros lo que te piden tus hijos
alumbraste á los unos para que no des-
conociesen en los pequeñuelos la digni-
dad humana; tú ablandaste á éstos pa-
ra que gozosos aceptasen el yugo suave
SEGUNDO DIA de la fe y de la ley divina; tú diste es-
fuerzo á los hombres apostólicos para
proteger á la pequeña grey, y unción á
ORACION su palabra para introducir la fe en los
\ _ corazones; tú, al mismo tiempo, hiciste
nacer en estos tus hijos la indeficiente
¡Oh amada Madre mía de Guadalupe! luz del evangelio, y como niebla, pura
en cuya boca pone la Santa Iglesia es- y refrescante, los protegiste del ardor
tas palabras: "Yo hice en los cielos que de las persecuciones y de la furia de sus
naciera la luz indeficiente, y como niebla, enemigos. ¡Bendita seas, Señora y Ma-
cubrí la tierra toda;"* tú, como Madre dre mía, por tan grande dignación! ¡ala-
del Verbo encarnado, luz de luz, y ver- bada seas por tanta bondad y misericor-
dadero Dios de Dios verdadero, fuiste dia! Mas ahora vengo á suplicarte que
quien le hiciste nacer en el tiempo, pa- te dignes continuar los mismos sobera-
ra que viniese á alumbrar, como anun- nos oficios con nosotros: la luz de la fe
ció Zacarías, á los que están sentados se ha obscurecido con millares de erro-
en las tinieblas y en la sombra de la res que por todas partes circulan; la cla-
muerte; el oficio de la aurora que hace ridad del evangelio se ha ofuscado con
lucir el sol para el mundo, lo hiciste, las perversas máximas que se procla-
Virgen Santa, de un modo especial pa- man y se practican; el ardor de la per-
ra con nosotros, cuando te dignaste apa- secución (más que nunca obstinada),
recer en nuestro suelo, y venir á ser la vuelve á fatigar y á entristecer á los fie-
aurora del sol de la fe, naciente enton- les. Haz de nuevo que luzca más pura
ces entre pueblos idólatras y ciegos. Tú la luz de la fe, para que se afirme en los
corazones que esté debilitada, y alum-
bre á los que no la han visto ó la tienen
i Lect..!*
perdida. Refrigéranos con tu sombra
bienhechora, para que el sol de la ad-
versidad no nos haga sucumbir en la lu-
cha, que sostenemos con todos los ele-
mentos de corrupción que nos rodean.
Afírmate en la montaña de Sion, y ten TERCER DIA
tíi descanso en la ciudad santificada1 por
tu elección y tu presencia; desplega en
Jerusalem tu poder de excelsa Reina, y ORACION
extiende más y más las raíces de 'tu
amor y devoción en este pueblo que tan-
to has honrado con tu visita, y á quien
Euséfíame, Señora y Madre mía de
has dejado por heredad tu imagen tan
Guadalupe, ¿por qué te comparas con
querida. Y pues en la plenitud de los
el cedro del Líbano, con el áprés del
santos está tu perpetua morada, y pues
monte Sion, con la palma de Cades, y
donde está la madre morar deben los hi-
con la rosa de fericót ¿por qué te llamas
jos, trasládanos desde las tinieblas del
la herniosa Oliva en medio de los campos,
destierro, á las felices mansiones de la
y te muestras leva?itada como el plátano
Luz increada. Amén.
junto á las aguas y en medio de las pla-
i Ex. lect. 2?
zas?'1 ¡Ah! ¡es porque las más lindas pro-
ducciones de la naturaleza son figuras,
Gozos y oración final. aunque débiles, de tu inefable hermosu-
ra, y símbolo de tus grandezas, y cifra
de tus virtudes! T ú eres el cedro de al-
tura inexplicable, porque así como el
cedro se eleva mucho más que los otros
árboles, así tú estás elevada sobre to-
dos los santos, y como en tu Asunción
la Iglesia canta
* sobre los mismos coros
i Ibid.
de los ángeles; eres tú, cedro, Madre ti triunfamos del error y la mentira;
mía, por la rectitud de tu conducta y palma que levantada al cielo deja col-
de tu intención y de tu alma; pues el ear sus frutos á la tierra, como tú, Rei-
cedro es derecho y levantado; eres ce- na y Señora de los ángeles, nos ofreces
dro por la solidez de tu fe, que firme y aquí tus beneficios y mercedes; y pal-
constante estuvo en los días de la pa- ma también, porque en el tejido de la
sión y de tu llanto; cedro eres tú, Vir- fibra de la palma, nos dejaste tu íma-
gen María, por la incorrupción de tu al- «ren soberana. T ú eres la rosa,-y plan-
ma sin pecado, y la de tu cuerpo en el tación de rosas en Jericó, porque eres
sepulcro y en el cielo; cedro eres en el Virgen y plantación de vírgenes en la
Líbano del Tepeyac, por la incorrupción M e s i a . Rosa eres porque eres Rema de
del frágil lienzo y la duración prodigio- los santos, como la rosa es rema de las
sa de tu imagen. Como el ciprés del flores; rosa, porque embalsamas lasa -
monte Sion, eres, Señora, porque recta mas con tu aroma, como la rosa embal-
te elevas hacia el cielo, en lo alto de sama con el suyo los jardines; rosa de
nuestras montañas; porque tu verdor resplandeciente blancura por tu inocen-
nunca se marchita, ni tu poderse amen- cia, y de purpurinos matices por tus do-
gua, ni tu bondad se acaba; porque eres lores; rosa mística aclamada por los fie-
la hermosura del jardín de la Iglesia, y les del mundo entero, y rosa del Tepe-
á todos nos encaminas á lo alto de la yac, al cual adornas con tu hermosura,
gloria, como el ciprés apunta siempre y embalsamas con tu olor, y engrande-
al cielo con su punta. Palma eres de Ca- ces con tu atractivo; rosa á cuyo i n f e -
des, Virgen de Guadalupe, porque en rió brotaron otras rosas en medio del
un monte, antes desierto, como palma invierno para pintar tu imagen y testi- •
apareciste, suave, hermosa, excelsa, y ficar tu presencia. T ú eres la hermosa
de rayos coronada como la palma de sus oliva en medio de los campos, que de-
hojas; palma de duración perpetua, por- rramas por todas partes suaves frutos de
que perpetuamente nos acompañas y es- misericordia y de consuelo, producien-
tás en medio de nosotros; palma, por- do el óleo que ilumínalas mentes y nu-
que ella es emblema de triunfo, y por tre las almas, y cura las llagas y dolen-
cias; tú has sido levantada como el plá-
tano que regado con el agua de las gra-
cias más copiosas, alegra con su vista,
y recrea con su frescura, y refresca con
su sombra, y vigoriza con sus frutos. CUARTO DIA
¡Oh Madre y Reina mía! Sé tú para mi
corazón el cedro que me comunique la
incorrupción de la castidad; el ciprés
.que me guíe al cielo rectamente; la pal- ORACION
ma que me haga alcanzar el triunfo so-
bre mis pasiones, y la rosa que me en-
cienda en el amor á mi Dios y á mis
¡Virgen de Guadalupe! Cuán gran-
hermanos. Sé tú ¡oh Virgen de Guada-
de te contemplo en las prerrogativas y
lupe! la oliva que me alcance la mise-
excelencias que el Sefior te concedió,
ricordia del Sefior en esta vida, y el ár-
y por las cuales eres comparada con los
bol frondoso que me haga gozar del fru-
árboles más bellos y elevados, con el
to de vida eterna, en el dulcísimo Jesús,
cedro y el ciprés, y con la palma y con
fruto bendito de tu vientre. Así sea.
el plátano; pero no menos me admiran
y me aprovechan tus humildes y pro-
Gozos y oración final. fundas virtudes, significadas por arbus-
tos pequeños, pero preciosos para el
hombre por los frutos y provechos que
le traen; por eso dices con la Iglesia de
ti misma: Como el cinamomo y el bálsa-
mo que produce aromas, he exhalado yo
olor; como la ?nirra escogida, suave per-
fume derramé, y te comparas luego con
varias especies aromáticas, y terminas
asegurando que tu olor es el del bálsa-
mo puro y no mezclado, y que con in-
denso no cortado aromaste tu habita- gas que las propias pasiones, ó las in-
ción. 1 Mas ¿por qué tantos modos de gratas criaturas habían abierto y enco-
aromas y de olores? ¿Por qué tantas es- nado ! E s cierto que á veces los remedios
pecies curativas y estimadas? Porque habrán sido amargos, y las curaciones
todas las virtudes, juntas y mezcladas dolorosas, porque también eres mirra
en tu corazón nobilísimo, embalsaman escogida, que en el monte de la mirra,
al cielo y á la tierra, y á los ángeles y es decir, en el Calvario, tomaste parte
á los hombres; porque como el cinamo- en las amarguras de la pasión; pero en
mo ó la canela, que se mezcla á las tus inefables dolores, cobraste virtud
viandas para hacerlas olorosas y deli- para curar todas las penas de tus hijos,
cadas, tus virtudes, y tu culto, y tu ó para quitar al menos lo amargo de sus
nombre y tu imagen se mezclan entre sufrimientos, dejando para ti la mirra
todos los fieles de todas las edades, pa- de la Cruz, y siendo allí mismo, y por
ra hermosear y alentar nuestra vida; y ella, la suavidad de olor para calmar las
como el bálsamo, originario de la Ju- ajenas amarguras. Así, oh Madre, tú
dea, á todas partes ha sido transportado eres para tus devotos, el bálsamo de la
para aprovechar su precio y sus virtu- misericordia, no mezclado con nada acre
des, así tú, de la Judea has sido llevada ni nada amargo; el bálsamo no mezcla-
por todo el Universo, y como bálsamo do con la hiél de la ira, que unge los co-
que derrama salud y suave olor, veuis- razones y les proporciona el perdón y la
te á establecerte en medio de nosotros. salud. Y esto hace decir a tu devotísi-
¡Oh, y cuántas almas has embalsama- mo siervo San Buenaventura, que '' el
do aquí con el aroma de tus virtudes! olor de María, fué como la canela en la
¡Cuántas has atradío con la suavidad de corteza de la conversación; como bálsa-
tu conversación y de tu trato! ¡Cuántas mo interiormente en la unción de su de-
y cuántas has curado con el bálsamo del voción; como mirra en el amargor del
consuelo, calmando aquí sus penas, ali- castigo; que fué su olor, el de k canela
viando sus dolencias y sanando las lia en sus santas acciones; el del bálsamo en
su suavísima contemplación, y el de la
mirra durante la amarguísima pasión."
i Lee. II.
Derrama, pues, estos preciosos aromas
desde tu imagen embalsamada, Virgen
de Guadalupe; cura aquí nuestras lla- (
gas con el bálsamo de tus piedades, mez-
cla en nuestras acciones la canela de tus QUINTO DIA
preciosos ejemplos, para que suban á
Dios, como en otro tiempo el sacrificio
de Noé, en olor de suavidad; aplícanos, ORACION
si preciso es, aun la mirra amarga de
los castigos, que tú tornarás dulces, co-
mo son los de una madre; llena tu san-
tuario, que es aquí tu habitación, con el Cuánto anhela mi alma la dicha y la
vapor odorífero de tus virtudes y atrac- alegría ¡oh mi querida Madre, Mari a de
tivos, como incienso no cortado, sino del Guadalupe! Con qué sed insaciable, con
árbol producido, porque tú misma eres qué especie de ávida codicia va pasan-
una fuente de amor y de misericordia, do de criatura en criatura, como de flor
que bondadosamente los comunicas á en flor, ó mejor, de miseria en miseria,
tus hijos. Y así llegaré á verte, Madre tratando de encontrar lo que en sus an-
mía amabilísima, planta aromática del sias busca, y de hartarse de los goces
cielo, y á aspirar tus suavísimos perfu- que á veces proporcionan! Busca en
mes, y á gozar tus dulcísimos frutos, ellas la dulzura de la miel y del panal,
por los siglos sin fin. Amén. y llega pronto á cobrar una saciedad
fastidiosa que le enferma y debilita.
Gozos y oración final. ¿Dónde está, pregunta ella angustiada,
dónde está lo que busco día por día, y
no encuentro sino engaño y horror?
¿Dónde se hallan la paz y la dicha, y la
esperanza y la vida? Y una voz
dulcísima, tierna y delicada, viniendo
de lo alto, responde así: " Yo, como el
Derrama, pues, estos preciosos aromas
desde tu imagen embalsamada, Virgen
de Guadalupe; cura aquí nuestras lla- (
gas con el bálsamo de tus piedades, mez-
cla en nuestras acciones la canela de tus QUINTO DIA
preciosos ejemplos, para que suban á
Dios, como en otro tiempo el sacrificio
de Noé, en olor de suavidad; aplícanos, ORACION
si preciso es, aun la mirra amarga de
los castigos, que tú tornarás dulces, co-
mo son los de una madre; llena tu san-
tuario, que es aquí tu habitación, con el Cuánto anhela mi alma la dicha y la
vapor odorífero de tus virtudes y atrac- alegría ¡oh mi querida Madre, Mari a de
tivos, como incienso no cortado, sino del Guadalupe! Con qué sed insaciable, con
árbol producido, porque tú misma eres qué especie de ávida codicia va pasan-
una fuente de amor y de misericordia, do de criatura en criatura, como de flor
que bondadosamente los comunicas á en flor, ó mejor, de miseria en miseria,
tus hijos. Y así llegaré á verte, Madre tratando de encontrar lo que en sus an-
mía amabilísima, planta aromática del sias busca, y de hartarse de los goces
cielo, y á aspirar tus suavísimos perfu- que á veces proporcionan! Busca en
mes, y á gozar tus dulcísimos frutos, ellas la dulzura de la miel y del panal,
por los siglos sin fin. Amén. y llega pronto á cobrar una saciedad
fastidiosa que le enferma y debilita.
Gozos y oración final. ¿Dónde está, pregunta ella angustiada,
dónde está lo que busco día por día, y
no encuentro sino engaño y horror?
¿Dónde se hallan la paz y la dicha, y la
esperanza y la vida? Y una voz
dulcísima, tierna y delicada, viniendo
de lo alto, responde así: " Yo, como el
terebinto, he extendido mis ramas, y mis nos, cuando en el mundo nada nos lle-
ramas son de honor y de gracia. Yo, co- na y satisface; y no llenarnos de ti mis-
mo la vid, he fructificado suavidad de ma, sino de tus generaciones, es decir,
olor, y mis flores son finitos de honor y de jesús tu divino Hijo, que siendo uno
probidad.... Pasad á mi los que me co- solo, vale por mil mundos; tú, á los que
diciáis, y seréis llenados con mis produc- el mundo llena de amarguras, nos par-
ciones. Porque mi espíritu más que la ticipas de tu espíritu más dulce que la
miel, es dulce, y mi heredad sobre la miel miel de los panales, y á los que las cria-
y el panal Los que me comen, aun turas llenan de fastidiosa saciedad, nos
tendrán hambre, y los que me beben, aun ofreces en ti misma un manjar que mien-
tendrán sed. El que me escucha no será tras más se come, causa más hambre, y
confundido¡Gracias, gracias mil, Ma- un licor que causa más sed mientras más
dre mía! He oído tu voz, y he sido ilu- de él se bebe. La voz del mundo y del
minado ; he escuchado tus palabras, y demonio, es mentirosa é inquietante, y
he quedado consolado! Tus frutos son quien la escucha y la sigue padecerá la
de honor y de gracia, cuando los de las eterna confusión; pero tú nos adviertes
criaturas son de vergüenza y de mise- que el que á ti escucha, jamás será con-
ria. T ú tienes como el terebinto ramas fundido, y que el que por ti, y en ti tra-
verdes y frondosas para cobijarme con baja, 110 ensuciará su alma con elpecado,
tu sombra, y defenderme del sol de las como los que trabajan en las miserables
persecuciones; tú tienes como la vid, criaturas, antes los que te ilustran, can-
olor de suavidad para confortarme, y tando tus alabanzas y publicando tus
flores de virtudes que son frutos del Es- glorias, y pregonando tus finezas, ob-
píritu Santo, honorables y santos ; á ti tendrán la vida eterna. Hoy vengo, pues,
me invitas á pasar dejando la vanidad á ti, María de Guadalupe, y paso á ti,
de las criaturas y codiciando la verda- aceptando con toda mi alma tu gracio-
dera dicha, que, después del Sefior, en so convite! Aquí vengo á huir de los
ti se encuentra ; tú nos prometes llenar- , tormentos déla tierra, cobijándome ba-
jo las ramas del terebinto de los cielos;
vengo á gozar del olor de la vifía y á re-
i Ex. Lect. 3*
crearme con sus frutos y sus flores; ven-
go á ser llenado del néctar de tu amor
y de las generaciones de las virtudes de
tu alma, y del fruto bendito de tu seno-
vengo á saciarme de ti, para no tener S E X T O DIA
mas amor á las terrenas bellezas, ni más
hambre de sus halagos, ni más sed de
agradarles! ¿Qué otra belleza puedo de-
ORACION
sear sino la belleza de mi Madre que
me ama, de mi Madre que- es Reina y
soberana, de mi Madre que es el encan-
to de los cielos y de la tierra, y nos deja Cuando fuiste á visitar á Santa Isa-
su imagen para mirarla, y en ella re- bel á las montañas, ¡ oh amada Madre
crearnos, y con ella alegrarnos y con- mía! dos cosas la llenaban de admira-
solarnos mientras la vemos á Ella mis- ción y de pasmo, y la hacían prorrum-
ma en el cielo? ¡Madre, Madre! amarte pir en grandes alabanzas: 1 la una era
quiero, venerarte, alabarte é ilustrarte tu persona que á su casa llegaba, y que
aquí en la vida presente, mientras en conociéndote con la luz de la fe, y la
mí cumples tu gloriosa promesa: "Los dignidad á que habías sido sublimada,
que me ilustran, obtendrán la vida eter- exclamaba en el trasporte de su grati-
n a . " Amén. tud y de su amor: "¿De dónde esto á mí,
que venga la Madre de mi Señor á mí?"
¿De dónde viene tan gran bondad? ¿De
Gozos y oración final.
dónde dimana tanta dignación ? que á
mí, pobre mujer, perdida entre estas
montañas, venga, subiendo por ellas y
arrostrando su aspereza, nada menos
que la Madre del Señor, la quelleva á to-
do un Dios en su seno, á visitarme? Ad-

i Lect. f :
miraban también á la Santa, los prodi-
gra al otro Juan, y le encanta hasta
giosos efectos de tu habla virginal. "Des-
creerse al paraíso trasportado, y acarrea
de que sonó tu voz en mis oídos saltó de
al pueblo la gracia de la fe con el Bau-
gozo el infante en mis entrañas," por-
tismo; entonces, habitaste por tres me-
que tu voz, ¡oh Madre mía! formada en
ses en aquella casa, llenándola de paz
aquella garganta, y salida de aquel pe-
y bendiciones, ahora te quedaste en tu
cho, donde la Divinidad habitaba, no po-
imagen maravillosa, habitando por más
día^ menos de.ser una voz saludable, di-
de tres siglos en medio de nosotros, y pi-
fusiva de la gracia, y expulsiva del pe-
diendo un templo en el sitio cercano á
cado, y así fuiste por ella el instrumento
la ciudad, para tener tu casa no lejos de
de la santificación del Bautista, el ma-
tus hijos, y vivir próxima á ellos, y asis-
yor nacido entre los hombres. Mas ¡oh,
tir en medio de ellos, y estar siempre vi-
y con cuánta razón nos recuerda la Igle-
gilante desde esa atalaya de amor ma-
sia en tu fiesta, este misterio, Virgen de
ternal, y permanecer dispuesta siempre
Guadalupe! Porque si tú subiste, en vi-
á recibirlos, á oir la relación de sus en-
da mortal, de Nazareth á los montes á
fermedades y trabajos, á consolarlos en
visitar una santa mujer, ahora, gloriosa
sus penas, y á bendecirlos en sus em-
en el cielo, bajas de allí á otra montaña
presas y tareas. Bendita seas, pues, Ma-
afortunada á visitar á tus humildes hi-
dre mía, por tu bondadosa visita: ben-
jos; entonces llevabas á Jesús en tu pu-
dita por tu permanencia en nuestro sue-
rísimo seno, para que alumbrase al ni-
lo; bendita porque quisiste dejarnos tu
ño Juan, sacándolo de las tinieblas del
peregrina imagen que tanto nos alegra
pecado de origen; ahora vienes á hablar
y nos consuela! Como Santa Isabel aquí
con otro Juan, de infantil sencillez; pa-
clamamos: ¿de dónde á nosotros tanta
ra hacerle promesas grandiosas, y por
dicha que la Madre de Dios haya veni-
su medio y en tu imagen, traer á Jesu-
do á nosotros? ¿de dónde tal favor? ¿de
cristo, por la fe, para aquellos pueblos
dónde tanta dignación? ¿De dónde ha de
idólatras; entonces tu voz maternal col-
ser sino del amor.de madre para con tus
mó al infante de alegría y á su madre
hijos, de la misericordia y la clemencia
de espíritu profético; ahora, tu voz ale-
que en tu corazón tienen su asiento?
Ayúdanos, Señora, á meditar estas fine-
zas, á agradecer estas mercedes, y á co-
rresponder estos favores, para que un
día merezcamos ir á cantarlos eterna-
SEPTIMO DIA
mente en el cielo. Amén.

Gozos y oración final.


\
ORACION

¿ Quién es ésta que se adelanta como el


sol, "hermosa como la ciudad dejerusa-
lemf 1 Eres tú, Madre mía, que vienes á
nuestro suelo, como el sol, porque con-
tigo y por ti nos vino la luz de la fe, y
el conocimiento de^esucristo, verdade-
ro sol de justicia; eres tú que en la ma-
ñana de nuestra conversión del genti-
lismo, vienes como un sol á desbaratar
las tinieblas de la idolatría, y á poner en
fuga las fieras infernales, y á derramar
la luz de la gracia y las virtudes, donde
aütes y por tantos siglos había reinado
la noche de la idolatría, con sus cruel-
dades y sus vicios; eres tú que reúnes
en ti sola la hermosura de toda la celes-
te Jerusalem, porque tienes la elevación
de los ángeles, con el celo de los após-

i Antif. ad Laúd.
toles, la fortaleza de los mártires, el fer- pintaron tu imagen y que nacieron a
vor de los confesores, con la cándída pu- tu soplo en un terreno estéril y en el
reza de las vírgenes; eres tú la más per- helado invierno. ¿Cómo no alabarte por
fecta imitadora de Jesucristo, y la Reina ello, Santa Madre de Dios, cuando esas
de todos los ángeles y los santos. " M i - flores son emblema de las virtudes que
ráronte las hijas de Sion adornada con con tu mirada haces nacer en la dureza
las flores de la primavera, y felicísima te de nuestros corazones? Sí, Reina y be-
aclamaron." T e miró Juan Diego, y se ñora mía, haz germinar en mi alma los
llenó de gozo: te miró él Prelado, ro- blancos lirios de la pureza; adórnala con
deada de las rosas milagrosas, y lleno los nardos aromáticos de los buenos
de lágrimas se prosternó ante ti para ejemplos, enriquécela con las azucenas
venerarte;, te miraron cuantos allí esta- de la castidad, y con las violetas de la
ban, y ensalzaron tu bondad, y confe- penitencia; pero sobre todo, embellece-
saron tus misericordias; te vieron las hi- la con las flores que más allí se vieron:
j a s d e S i o n , las almas cristianas que en con las rosas déla caridad para con Dios
esos días te contemplaban, y no cesaban y mis hermanos, para que presentándome
de alabarte y bendecirte, te han visto aquí en tu santuario como una tierra de-
durante tres siglos las generaciones y sierta, sin camino y sin agua, áfin de ver
ante tu imagen te han proclamado mi- tu virtud y tu gloria,1 aparezcan en mi
llares de voces bienaventurada, como las flores, como en otro tiempo en el es-
en tu cántico anunciaste.^ "Flores apa- téril Tepeyac, y mis labios prorrumpan
recieron en nuestra tierra, y por ello te en alabanzas de la Madre de Dios, que
alabamos, Santa Madre de Dios." Flo- tales maravillas obra con su poder, y
res hermosísimas, y de variadas formas; tales favores concede por su misericor-
flores de diversos matices, y de gratos dia. Y te cantaremos un cántico nuevo,
olores; flores frescas y lozanas con las porque cada día nos das nuevas pruebas
gotas de rocío reluciendo en sus hojas, del amor que nos tienes, y de la gene-
porque tú eres la mística rosa, que en rosidad con que nos auxilias; y anun-
tu seno llevaste al Rocío de los cielos;
flores que atestiguaron tu fineza, y que
I Psalm., 62.
4i

ciaremos tu gloria entre las gentes; entre


esas gentes que ignoran á Dios, y no
conocen sus beneficios, ni adoran su
Providencia; entre esas gentes que á ti
no te conocen, ni gozan de las dulzuras O C T A V O DIA
de su Madre, ni calman sus pesares á
tus plantas. ¡Virgen de Guadalupe!
¡Ten compasión de tantas almas extra- ORACION
viadas! ¡ten compasión de todos tus hi-
jos! ¡ten compasión de mí que te amo
y te venero! Amén.
'' Como el arco refulgente entre nubes
Gozos y oración final. de gloria; como flor de rosales en di as de
primavera," 1 así ¡ohVirgen de Guada-
lupe! apareciste en otro tiempo al dicho-
so Juan, que entre los resplandores del
'• )
iris te miraba, y escuchaba cantares de
inaudita melodía, y ante la Flor de aquel
campo, respiraba los más suaves periu-
mes. Como Juan, el discípulo amado,
te miraba en proféticas visiones, allá en
una isla solitaria, contemplando '' una
gran señal, una mujer vestida del sol, y
la luna bajo de sus plantas, y en su ca-
beza una corona de doce estrellas, asi
Juan Diego, el neófito de ti amado, te
mira en el monte silencioso, no ya en
visión, sino con los ojos del cuerpo, y te
encuentra rodeada de los rayos del sol

I Ant. ad Bened.
y de los vivos colores del iris y con la lu- para ti;" 1 son hijos tuyos venidos desde
na á tus pies, y con muchedumbre de es- lejos, ó hijas tuyas á ti consagradas, y
trellas que bordan tu regio manto. Mas que morando en ti y contigo, no hacen
si aquella misteriosa mujer no hablaba, más que salir como de tu lado para ve-
sino sólo exhalaba dolorosos gemidos, nir á visitarte. Y cuando llenos de gozo
tú, Señora, hablas manifestando tus vo- llegan á tus plantas, cuando cansados y
luntades, y pidiendo servicios que re- fatigados descansan delante de tu altar
compensarás como Reina; si á aquella y á la sombra de tu santuario, no encon-
mujer se le dieron alas para volar y re- trando palabras bastantes para alabar-
tirarse al desierto, tú aquí, aunque vo- te y bendecirte, toman aquellas que la
laste al cielo de donde habías salido á Iglesia les enseña, y que en otr» tiempo
visitarnos, eliges un nuevo desierto para se dirigían á la heroica Judith, figura
morar en tu imagen, y convertirlo, con tuya. ¡Oh Señora, Señora y Madre mía,
sólo ello, en jardín delicioso. Mas si le- Virgen de Guadalupe, encanto de mi
vantas tus ojos y al derredor con ellos alma! " t ú eres la gloria de Jerusalem,"
miras, se te mostrarán los pueblos en- porque no tenemos en nuestras ciuda-
teros que reunidos en piadosas congre- des cosa más gloriosa y más excelsa que
gaciones, y partiendo á veces, desde los t ú ; ' "tú eres la alegría de Israel,'' porque
puntos más lejanos, vienen á buscar todo el pueblo de Dios 110 tiene mayor
aquí, no los curiosos espectáculos ni los alegría que en visitarte, y amarte é in-
grandiosos monumentos, ni las riquezas vocarte; " t ú eres la honra soberana de tu
y pompas de las ciudades, sino sólo y pueblo," porque como no hay mayor
únicamente á ti, que eres su Madre; tú honra que el ser hijos de Dios, la ma-
eres la ciudad de Dios á la que se encami- yor, después de ella, es tenerte por Ma-
nan: tu imagen, el dulce espectáculo que dre, y guardiana, y Protectora, y Patro-
los arrastra; tu templo y tu santuario, los na de nuestro pueblo, nombrada por los
piadosos monumentos que contemplan; representantes más augustos de tu Hijo
tu culto y tus altares, las riquezas y las sobre la tierra. ' 'Oh Santa Madre, libre
pompas que los maravillan; "todosellos
se han congregado y vinieron tan sólo
1 Antif. ad Magnif.
de toda mancha, 1 escogida por Aquél
que rompió los vínculos de la muerte
haz, clementísima Virgen, que tus hijos
que con tanto gozo celebran tus fiestas ULTIMO DIA.
se alegren con la verdadera luz de lá '
santa fe, que te pedimos te dignes con
tus suplicas aumentarla en nosotros, así ORACION
como afirmar nuestra esperanza y ro-
oustecer la caridad en nuestras almas,
l u que eres nuestra esperanza, aparta "No hizo cosa igual con ninguna otra
de nosotros los azotes de la divina jus- nación,'' dijo el Sumo Pontífice al ver
ticia; las guerras, la peste, el hambre y tu hermosa imagen, Virgen de Guada-
los temblores. Consuela á los presos y lupe- y esta palabra nos indica al mis-
necesitados que gimen por su suerte mo tiempo la grandeza de tus mercedes
realiza los deseos de tus hijos y sana á y la obligación de nuestro agradeci-
os enfermos. Alegra nuestros días con miento. Con ninguna otra nación te has
la tranquilidad y la paz, apacigua las mostrado Reina tan clemente, Soberana
enemistades, y aplaca á los perversos tan amable, Madre tan tierna; á ningu-
que maquinan siempre males. ¡Oh Ma- na has visitado en su cuna, con visitas
ría, Madre piadosísima! ampáranos be- tan prodigiosas, con fines tan altos y
nigna, para que después de los traba- con prendas perpetuas de tu amor y pro-
jos del destierro, vayamos á reinar y á tección; á ninguna le has dejado una
alabar eternamente á tu Hijo divino." imagen tuva pintada por los ángeles,
estampada en el manto de uno de sus
hijos, con tan peregrina hermosura, con
I Himn. ad Laúd.
tan vivos colores y con tan admirable
duración. Pero si en ninguna a ación
Gozos y oración final. has hecho tan grandes favores ¿de cual
esperarías mayor agradecimiento, mas
señales de amor y culto más reverente?
Es cierto que las generaciones han pa-
Prp?^ í ° t e y b e » d i «éndote, que los entrañas de verdadera Madre, no ha-
Prelados han tratado siempre de aumen- ciendo con ninguna otra nación tan sin-
tar el esplendor de tu culto, y que los gulares finezas! "Va soy la verdadera
• gobernantes han venido a l ' p ^ d e tu Madre de Dios.;" dijiste al neófito sencillo
en tu visita; y amorosa habiéndolele
S i ? t r C O g e r C O n l a s i - ' g n i a s del das el tierno nombre de hijo, y aun de
S e r o i H a C l e r t ° y k P r u d e " c i a en el hijo pequeñuelo, y tierno, y muy que-
ejercicio de sus cargos, es cierto que tu
' c 2 ° SG Í d ° ^novando cada vez rido; y amorosa, habiéndole, le indicas
que conviene que él, pobre y humilde,
coron, L m a ? ' U f i c e n C Í a ' y ( l u e rica y no otro alguno, sea tu mensajero y tu
2 * e s f P^ePa^ada para mostrar
ministro en la grande fineza que quie-
ensalzad V e n e d e m á s S r a i l d e en res mostrarnos; y amorosa, habiéndole,
f™« l , imágenes y hacerlas más
vene rabies. Todo esto es cierto, Virgen le prometes que recompensarás su obe-
diencia ¡como si el servirte á ti, Reina
ante per° ¿(*uévale todo ^ o
del cielo, no fuese la más dulce delicia,
nrono ? " a " d e z a ^ tus favores? ¿Qué y la mejor de las recompensas! amorosa,
P oporcion entre los homenajes de un habiéndole, le dices que has sanado á su
culto que en todas partes te es debido, enfermo, obrando en su favor tan mise-
con los particularísimos beneficios qu¿ ricordiosa maravilla, y amorosamente
ció»? o" c o n c e d l d o á ninguna otra na- habiéndole, le prometes que en el tem-
drel£ <- P o d r e m o s > P ^ s , oh Ma- plo que se levante, te mostrarás Madre
O n ' ^ Í - a r t e 1 1 U e S t r o reconocimiento?
amorosa y tierna de cuantos te invoca-
enrnnÍ m ° S '
encontraremos para manifestarte nues-
Ó <Jué U U e v a s P^bras ren. ¡Oh, y cuán perfectamente has cum-
plido en tantos años tu promesa, Vir-
i fl n r S ° , r y . g ^ t l t u d ? ¡Bendita seas, Hi- gen de Guadalupe! Aquí has enjugado
dera ? P a d r e ' M a d r e vérda- millares de veces nuestras lágrimas;
Divinn i í 0 ; E s P° S a e s c o 2 i d a d e ' aquí has aclarado nuestras dudas; aquí
d é l o s w 3 P f t u ! ^ e n d i t a seas, Madre has despertado ó afirmado sacerdotales
de los hombres, á quienes por hiios te ó religiosas vocaciones, y bendecido y
doJesucristo en el Calvario" ¡Bendita
seas, porque has mostrado con nosotros x Paramanter álloquens. (Lect. I V . )
hecho felices cristianos matrimonios; Puerta del celestial palacio, nuestra espe-
aquí has remediado males sin medida, ranza en la tierra, y en el cielo gozo; con
angustias privadas que oprimían los co- filial amor quisiera ahora hablarte, Pa-
razones, y públicas calamidades que loma de inmortal belleza que moras entre
agobiaban á los pueblos; aquí has se- plantíos de azucenas; vara que germinas
guido siempre amorosamente hablando desde la raíz, la medicina de nuestras lla-
á todos tus hijos; amorosa hablando á gas; torre cerrada siempre y vedada al
los justos para que no se desvíen, di- infernal dragón; estrella amiga de los na-
ciéndoles suavemente en lo más hondo vegantes que se hallan en peligro de nau-
de su alma: "Yo soy la madre del her- fragio! ¡Protégenos, oh Madre en las de-
moso amor, y del temor y del conocimiento cepciones de la tierra que amargan tanto
y de la santa esperanza." En mí halla- nuestra vida ! Faro luciente del Tepe-
réis toda gracia para continuar en el ca- yac, dirígenos con los rayos de tu luz ar-
mino de la verdad, en mí toda esperanza gentada ; disipa las tinieblas de tantos
de vivir la vida de las virtudes, 1 amorosa errores, líbranos de los peligrosos escollos
hablando á los pecadores, exhortándo- y muéstranos una segura vía, entre las
los á llegar á ti, y á llenarse de los frutos tempestuosas olas del mar de este mundo.'
que produces, y de los sentimientos de Y á mí, tu pobre siervo, que tanto te
contrición que despiertas, y de las vir- amo, alcánzame del Señor la gracia es-
tudes que comunicas: amorosa hablando pecial que te he pedido en estos días, si
á las almas afligidas, invitándolas á par- á mi alma no fuere dañosa, ni estorbare
ticipar de tu espíritu, más dulce que la la gloria de mi Dios y Señor. ¡Bendita
miel, y de tu herencia más regalada que seas, Rein a y Señora mía! ¡ bendita seas,
el panal; amorosa hablando á las almas Virgen de Guadalupe! T e dejo mi co-
tibias y olvidadas, recordándoles que tu razón, te entrego mi alma, para que á
memoria vive en el pueblo cristiano por Dios la lleves; ¡bendíceme en mi vida,
las generaciones de los siglos. Y o también bendíceme en mi muerte! Amén."
quisiera ahora amorosamente hablarte,
Madre de Dios, y guarda de. las Vírgenes, i Himn. ad Matutin.
i Lee. III.
Gozos y oración final.
( \

Mil veces en mis tristes


GOZOS G U A D A L U P A N O S Y amargas penas,
« En nadie hallo consuelo;
T á me consuelas.
Virgen y Madre mía Sólo el verte me alivia,
De Guadalupe, Y vengo á verte,
Deja que tus encantos Y salgo consolado
Mi alma disfrute! Siempre, sí, siempre!
Cuando me acuerdo, oh Madre! Virgen y Madre mía, etc.
De tu visita, ¡No sé qué hallo en tu imagan
Y que al suelo bajaste Que me regala!
Por darme vida, Clavo en ella mis ojos
De gratitud mi pecho Y veo tu cara,
Luego se colma, Y cojo dulcedumbre
Pues serme, prometiste, Que meto dentro,
Madre amorosa, Y deseo aun más el verte
Virgen y Madre mía, etc. Y á verte vuelvo.
Virgen y Madre mía, etc.
A l dichoso Juan Diego
Le tengo envidia, Juntas tus lindas manos
Pues como él no te escucho Orando al cielo,
Madre querida; Contigo á orar me invitan
Pero miro lu imagen; Con tierno ruego;
Y al contemplarla, Y tus plantas, posadas
¡Es tan dulce y tan bella Sobre el querube,
Que arroba mi alma! Me guían al cielo, oh Virgen
De Guadalupe!
Virgen y Madre mía, etc. Virgen y Madre mía, etc.
Tus ojos de paloma El sol, para vestirte,
A mí inclinados, Sus rayos manda.
Me anuncian el remedio Y la luna te sirve
De mis trabajos: De humilde peana,
Pues misericordiosos Y el querubín alado,
Son con tus hijos, T u manto coge,
Ellos á Dios, airado, Y á tus plantas disfruta
Me harán propicio. Dé inmenso goce.
Virgen y Madre mía, ele. Virgen y Madre mía, ele.
Las estrellas que ocupan
El vasto espacio,
Cual otro cielo adornan
T u regio manto; VISITA 0 P L E G A R I A
Haz que así tus virtudes
¡Oh dulce Reina! DE LOS P E R E G R I N O S
Iluminen de mi alma
Las tres potencias. A LA V I R G E N D E G U A D A L U P E
Virgen y Madre mía, etc. E N SU S A N T U A R I O
Virgen de Guadalupe,
Reina y Señora,
V . Señor, abrirás mis labios,
Recibe de mi canto
La última estrofa; K . Y mi boca anunciará tu alabanza.
¡Adiós, mi amada madre, . Dios mío, en'.iende en mi ayuda,
Dueño de mi alma, R . Apresúrate, Señor, á socorrerme. Gloria,
Mi corazón te dejo
etc.
Tenlo á tus plantas!

/ Virgen y Madre mía


¡Amada Madre y Señora nuestra! ¡al
De Guadalupe, fin hemos llegado á tus plantas sobera-
Deja que tus encantos nas! ¡ A l fin, atravesando las distancias,
Mi alma disfrute! hemos venido á tu templo y estamos
dentro de tu casa! ¡Al fin nuestros ojos
ORACION DEL OFICIO. tienen la dicha de contemplar tu ima-
gen milagrosa, y nosotros arrodillados
Oh Dios, que habiéndonos colocado delánte de tu altar, venimos á hacerte
bajo el patrocinio singular de la beatí- amorosa visita, á regalarnos con nues-
sima Virgen María, nos has querido col- tra tierna Madre, á recrearnos con la
mar de continuos beneficios, concede á que es encanto de los cielos, á pedirte
los que humildemente te suplicamos, con confianza favores y mercedes, á im-
que los que hoy nos regocijamos en la plorar sobre nosotros y sobre nuestras
tierra con su memoria, algún día nos familias, tus dulces bendiciones! ¡Oh,
gocemos con su presencia allá en los y qué consuelo se siente al verte, Ma-
cielos. Amén. dre muy amada! ¡Oh, y cuán dulce-
mente se respira á tu lado! Parece que 1 1 t u divino Hijo que conserve la vida
tus ojos de paloma graciosamente baja- del Sumo Pontífice, su Vicario en la tie-
dos hacia el suelo, están siempre bus- j| rra: que conserve la de nuestro Prelado
cando á tus hijos para mirar sus mise- ¡| y la santifique: que bendiga á nuestros
rias, para pagar sus miradas, para son- | Párrocos y sacerdotes, á nuestras Parro-
dear sus corazones, y compadecerte de quias y familias, á nuestros amigos y
sus penas y aflicciones. Aquí cumples enemigos; y tú, Madre muy amada, re-
continuamente lo que en la Salve te pe- i cibe aquí nuestras ofrendas, nuestras
dimos, de volver á nosotros esos tus • lágrimas y nuestros corazones, y danos,
ojos misericordiosos; aquí, junto con } en cambio, una mirada compasiva, uu
tus ojos, está tu corazón benigno, tan abrazo de Madre y un aumento de amor
amoroso y tan clemente, sintiendo nues- tuyo en la vida, para que tengamos la
tras penas, compadeciendo nuestros ma- dicha de verte en la gloria, y de cantar
les y preparándonos el consuelo ó el re- en tu compañía las perpetuas alabanzas
medio. Aquí también está tu nombre, del Dios trino y uno. Así sea.
ese tu dulce nombre de Guadalupe, que
indica cómo naciste entre las peñas, y Se rezan tres Salves, y al fin de cada
cómo ahuyentas á los que nos devoran. una se dice:
Nace hoy de nuevo, Virgen y Señora
y . Madre mía, á ti de lejos vendrán tus hijos.
nuestra, entre las peñas de nuestros du-
1£. Y de tu lado se alzarán tus hijas.
ros corazones; alumbra nuestra alma
con tu luz, oh aurora de los cielos; ahu-
yenta á los terribles enemigos que sin ORACION.
cesar nos combaten y persiguen; haz
que la fe que á tu venida se introdujo Oh, Dios, que habiéndonos colocado,
en las almas, se fortifique en las nues- etc., (como la oración del Oficio).
tras, y nunca se contamine con los erro-
res de la herejía: reanima el fervor en
el pueblo cristiano y apártalo de las va-
nidades que hoy tanto lo atraen: ruega

6 0 2 2 4 2
OBRAS DEL' P. GABINA CBAVEZ.
Breve Catecismo de las Madres. Misión,
deberes, peligros y remedios.
Catecismo breve y popular acerca de los
diezmos.
Catecismo explicado, al alcance de todos;
.el Sactamento sobre el Bautismo y Confirma-
ción.
_ Catecismo práctico col Escapulario de
Nuestra Señora del C a r m e .
Catecismo de la Escuela laica y la Escuela
católica.
Catecismo d a . las Hijas de Máíia: ñjuy
aproposito para las que no lo son. Naturaleza,
origen, desenvolvimiento y ventajas de la Aso-
ciación.
El Protestantismo en México. Catecismo'
popular de controversia.
L a Hora Eucarística. Directorio para la a-
dcración: tomada de los escritos del P. Eymard
L a Inmaculada Concepción de María:
iímbolos y figuras, loores y excelencias.
L a virginidad. Extractos, de unas confe-
rencias predicadas á las Hijas de María.
Saoatino Mariano. Catecismo, ó del Sá-
bado consagrado á ía Virgen, María.
Catecismo de la devocionkl Sagiado Co-
razón de Jesús.
Catecismo de la devoción : al Sagrado Co-
razón de María.
Práctica del ejercicio d é l a S e r a Santa,
arreglada para México.
"EVeoio d e c a d a t o m i t o : O o s

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