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Republica Bolivariana de Venezuela

Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación

Escuela de Filosofía

Concepto de la Oposición Dialéctica en Hegel

José Gregorio Flores

CI: 20955184
Antes de comenzar a hablar del “Concepto de oposición dialéctica de Hegel” no

está demás advertir que debe considerarse aquí “Concepto” bajo cierto marco de

coordenadas, no debe considerarse este como algo fijo e inamovible en el tiempo ya que

iría en contra del propio espíritu de este ensayo y del pensamiento de Hegel, esto

debería aclararse a sí mismo a medida de que se avance en este proyecto en cuestión y

una vez hecho esta salvedad, cabe preguntarse si existe una dialéctica en Hegel y si esta

se opone. Me adelantare y responderé de manera afirmativa a estas dos cuestiones; en la

Ciencia de la Lógica se da a entender que hay ciertas categorías o más bien

esencialidades que son fundamentales para la constitución del pensamiento y

entendimiento, estas son Identidad y Diferencia, o si se prefiere Principio y

Multiplicidad, que dentro de un momento que es propio de la actividad reflexiva del

pensamiento la Oposición se revela como necesaria e inmanente a las categorías

anteriores. Pero antes de desarrollar cada una de estas y como se relacionan de manera

inseparables una con la otra es necesario hacer una pequeña digresión para atender al

porqué de estas esencialidades y su carácter de fundamentación de lógica que subyace

en la constitución del pensamiento.

No podemos avanzar en el pensamiento de Hegel sin antes atender el frecuente

debate que tenía este con el “Idealismo Trascendental” de Immanuel Kant, Que por

cierto Hegel considerara como base y punto de partida de la filosofía moderna. Los

puntos a los que hay que atender en Kant es que para que algo sensible se pueda
convertir en un objeto de pensamiento y por ende de conocimiento, este primero debe

articularse por ciertas categorías puras del entendimiento. El análisis de estas categorías

a priori y como estas se relacionan con el objeto inmediato da a entender que ninguna

lógica puede atribuirse a los objetos de experiencia inmediata. Es decir, que en los

objetos del mundo no se encuentran las reglas que fundamentan la actividad del pensar,

ya el sujeto viene dotado con una maquinaria inmanente en este que da sentido al

mundo, el mundo en sí carece de significado, solo este sujeto puede dotar de sentido al

mundo. Hegel consigue aquí lo que él considera como un principio inamovible de la

filosofía moderna, que la verdad de las cosas está en la unidad sistemática aportada por

el pensamiento. Hegel no pone en duda que el mundo externo exista, pero sí que este

posea en sí mismo su verdad. El pensamiento no es entonces un reflejo del mundo real

sino de sí mismo. Es de destacar que ya en Kant hay un abismo insalvable entre el

noúmeno y el fenómeno, lo que condiciona en adelante no solo la veracidad de las

ciencias, sino también a las tradiciones filosóficas anteriores a Kant que consideraban

los objetos de intuición como un entes reales separados del pensamiento que era propio

fundamento de su verdad, cuando no son más que objetos de pensamiento. En esto

Hegel estará de acuerdo con Kant en que la metafísica tradicional ha fracasado, pero no

por intentar pensar lo incondicionado, si no por la equivocada manera de pensar lo

infinito como algo trascendental a la experiencia ordinaria. Lo incondicionado, lo

indivisible no se puede pensar como algo ajeno a la experiencia, de alguna manera todas

estas cosas debe estar inscritas en lo mudable, inmediato y finito. Y aunque en primera

vista pueda parecer imposible, ya que estas cosas se nos aparecen en nuestra experiencia

como cosas individuales, divisibles, efímeras, etc. Como a continuación veremos, Hegel

nos hará entender que esta infinitud, multiplicidad es parte constitutiva de la actividad
de la razón. Por lo cual se separara de las corrientes dualistas del ser y pensamiento, y

entenderá a esto como una misma cosa.

Identidad:

Hegel pasara entonces a construir su metafísica con ciertas esencialidades que deben

dar cuenta a todos estos problemas que hemos bosquejado anteriormente, el primero que

analizaremos es el de identidad, este comienzo no es arbitrario, todo lo que existe posee

una identidad a sí y es en torno a ésta que las demás categorías deben tematizarse, otro

punto importante que nos indicara Hegel es que la identidad no es un punto de partida,

más bien es un punto de llegada de la reflexión pensante, la identidad no es una premisa

para el pensamiento, sino un resultado, una síntesis del pensamiento unificador: Si se

examina la ley del pensamiento, en la formula a=a se puede llegar rápidamente a

entender que esta tautología es vacía en sí. Si decimos que un gato es un gato, no se está

diciendo nada realmente, esta nada de hecho es justo lo contrario que se buscaba al

suministrar esta ley como principio para las demás esencialidades o categorías, para

romper esta tautología habría que afirmar algo mas (el gato tiene rayas amarillas), este

determinación no es la identidad es la diferencia o negación, porque involucra un otro

respecto de la cosa que desaparece inmediatamente como una determinación negativa o

: el gato tiene rayas amarillas( y no negras o marrón). La identidad comienza ya a

mostrarse no como lo inmediato arrancado del ser si no como un proceso de síntesis del

pensamiento que involucra la negación determinada y supone la actividad de

unificación lograda a través y contra las múltiples determinaciones que pueden ser

subsumidas al objeto. Entonces a lo que llegamos es a la identidad como unificación

(hecha por el pensamiento) de la negación con ella misma.


La Nada Indeterminada:

Ahora analicemos la segunda esencialidad que surge al tratar la identidad ya no como

un ser vacio, sino con algún contenido que nos obligue remitirnos a su diferencia a su

diversidad. Pensar esta diferencia, esta negación, es arriesgarse en la alteridad, es decir,

nos encontramos con una infinitud de determinaciones negativas de nuestra identidad,

es pues una negación indeterminada. Este primer momento es un movimiento natural

del propio pensamiento, cuando pensamos en algo, como “lo rojo” para ser identificada

esta cualidad se debe comparar con todo aquello que es distinta a ella, es decir su no-ser,

pero a su vez para que se diferencie de cada una de estas negaciones determinadas se

debe identificar a sí misma. Lo que muestra esto es que estas categorías no son

independientes entre sí, sino dos momentos donde una necesariamente remite a la otra y

analizando un poco más, se puede fijar en que esta diversidad o diferencia que en un

principio se mostro como una negación indeterminada, una pura nada. Ahora muestra su

ser, el ser distinto de la identidad original, el ser lo otro de la identidad. Pues esta

negación determinada ahora contiene la diferencia y la identidad tanto suya, como la

identidad original.

Oposición

Hemos llegado pues, a lo que Hegel llamara oposición. Como analizamos

anteriormente, pensar el objeto como idéntico a sí mismo era lidiar con una tautología

vacía, por lo que había que introducir lo desigual con su otro. Este momento (en el cual

se da el entendimiento y la contradicción), no es más que la interiorización, en una sola

cosa, de esos momentos cuando la diversidad los ofrecía como aparentemente

separados. Por ejemplo, si afirmamos que una cosa es distinta de otra, se expresa desde
alguna determinación y como toda determinación es negación de su determinación

opuesta, entonces la cosa contiene en sí misma la negación de ese otro, es decir, una

diversidad de sí misma en relación a sí. Esto expresa la necesidad de que la diversidad

no sea cualquier diversidad, sino una diversidad específica, determinada (la cosa es

diversa a otra, respecto de esta determinación particular y no de otra) introduciendo con

ello en la cosa a su otro, incorporando la negación en cada una de las cosas que están en

relación. El otro de la cosa no es pues cualquier otro, sino su otro, es decir, su negación

determinada. Y en este proceso de unificación en los objetos, coexisten dos momentos

el primero es cuando se observa la reflexión a sí de esa identidad, se obtiene lo positivo

y la otra cuando se observa la relación a su no-ser, se obtiene lo negativo. Lo positivo y

lo negativo son pues dos momentos en la unidad constitutiva del objeto, momentos que

son, por una parte autónomos, y por la otra, están íntimamente relacionados. Lo positivo

y lo negativo son reflejados (porque cada uno es el no-ser de su otro) e idénticos a sí

mismos (porque cada uno es, por el no-ser del otro).

Se puede concebir entonces la oposición dialéctica en Hegel no como dos momentos

(Identidad y lo Múltiple) que son indiferentes uno del otro, por el contrario hemos

probado que uno no se puede concebir sin el otro, que están en un mutuo intercambio,

en auto referencia, en traspasarse y ser traspasado. Es la síntesis de estos dos momentos

que sirven como pilar constitutivo de la activad del pensamiento. En un primer

momento hemos insinuado el porqué no se debe concebir un concepto como algo fijo e

inerte, ahora entendiendo el motor de la razón se puede una respuesta más precisa a

esto, y es que al pensar un concepto este siempre tendrá dentro su ser, su identidad pero

esta identidad no es siempre la misma, no permanece estática en su originalidad porque

cada vez subsume diversas determinaciones de la alteridad que cambia al pasar el


tiempo y por consecuencia cambia el propio contenido de este. Pensar es la expresión

pura del devenir que busca darse sentido.

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