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I. INTRODUCCIÓN
II. PRESENTACION DE LA DEMANDA CONTENCIOSO-ADMINIS-
TRATIVA EN LA MAÑANA SIGUIENTE AL VENCIMIENTO DEL
PLAZO (STC 64/2005, DE 14 DE MARZO)
III. ATENTADOS A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA EN LA TRAMI-
TACION DE LOS RECURSOS DE APELACIÓN
1. Obtenida Sentencia favorable en la instancia, se revoca la misma con
ocasión del recurso de la contraparte sin pronunciamiento sobre una
petición accesoria de la demanda rectora del proceso, por no adherirse el
apelado (STC 103/2005, de 9 de mayo
2. Sentencia de apelación que no resuelve el fondo del asunto porque el
escrito de recurso contra la inadmisión decretada en la instancia se remi-
tió a la demanda sin motivación (STC 79/2005, de 4 de abril).
IV. CONCLUSION
I. INTRODUCCIÓN
Una de las manifestaciones del derecho fundamental "a obtener una tutela efecti-
va de los jueces y tribunales" (artículo 24.1 de la Constitución) es el del acceso a la
jurisdicción; como destacó JESÚS GONZÁLEZ PÉREZ1, lo que el derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva supone es:
- El acceso a órganos propiamente judiciales.
- Que no se excluya el conocimiento de las pretensiones en razón de su -
fundamento.
- Que no se obstaculice su acceso.
Pero resulta que donde en mayor medida se excluye el conocimiento de las pre-
tensiones, donde mayores obstáculos se imponen, es en la jurisdicción contencioso-
administrativa, que está ante una situación que nos recuerda al pasado en el que se ina-
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plicaba el sagrado principio antiformalista que proclamó, sin mucho éxito en los pri-
meros años de vigencia, la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa de 1956.
Si repasamos los suplementos de los Boletines Oficiales del Estado en los que se
publican las sentencias del Tribunal Constitucional, nos encontramos que entre el 80 y
el 90 por 100 de las que estiman los recursos de amparo por lesión al derecho a la tute-
la jurisdiccional, por impedir el acceso a la Justicia, lo son contra sentencias de los Juz-
gados y Tribunales de lo Contencioso-Administrativo. Y las sentencias que aquí trae-
mos son sólo una mínima expresión de aquellos atentados. Cada vez nuestros órganos
de lo contencioso-administrativo encuentran más obstáculos, cada vez son más imagi-
nativos, y cuando el justiciable encuentra camino a través de la jurisprudencia constitu-
cional para llegar al fondo del asunto, nacen y aparecen, como por arte de gracia, nue-
vos muros, a través de los que se justifica la inadmisión de los distintos recursos en vía
contencioso-administrativa, tanto en primera como en segunda instancia, tanto en la vía
extraordinaria de la casación, justificación que al final, cuando por fin algún sufrido
administrado llega hasta el Tribunal Constitucional, va a ser catalogada como arbitraria
y desproporcionada, contraria al derecho fundamental.
Se olvidan nuestros Tribunales de lo Contencioso-Administrativo de las conse-
cuencias que la jurisprudencia constitucional obtiene del principio de la tutela judicial
efectiva, entre las que podemos citar las siguientes:
- Que las normas reguladoras de los requisitos procesales deben siempre inter-
pretarse en el sentido más favorable a la admisión de las pretensiones (SSTC
9372/2000, de 16 de marzo; 3973/2000, de 21 de marzo; 3974/2000, 3975 y 3976, de
23 de marzo; 3977, 3978 y 3980/2000, de 28 de marzo; 4053, 4054 y 4055/2000, de 4
de abril; 4192, 4193 y 4194/2000, de 11 de abril; 4197, 4198 y 4200/2000, de 27 de
abril; 11/2001, de 29 de enero). Como dice la STC 62/2002, de 11 de marzo, "resulta
de aplicación como canon de constitucionalidad el principio pro actione entendido
como 'interdicción de aquellas decisiones de inadmisión que por su rigorismo, por su
formalismo excesivo o por cualquier otra razón revelen una clara desproporción entre
los fines que aquellas causas preservan y los intereses que sacrifican'". La STC
184/2004, de 2 de noviembre dice que si bien el principio pro actione no obliga a "la
forzosa selección de la interpretación más favorable a la admisión de entre todas las
posibles", sí proscribe aquellas decisiones de inadmisión que "por su rigorismo, por su
formalismo excesivo o por cualquier otra razón revelen una clara desproporción entre
los fines que aquellas causas preservan y los intereses que sacrifican".
- Que no debe declararse, la inadmisibilidad de una pretensión por un defecto
procesal si este es subsanable, sin darse oportunidad de subsanación. Esta consecuencia
del principio, que ya había sido consagrada para el proceso administrativo en la Ley de
la Jurisdicción contencioso-administrativa de 1956 (art. 129), fue generalizada en el artí-
culo 11.3, LOPJ, al decir: "Los Juzgados y Tribunales, de conformidad con el principio
de tutela efectiva consagrado en el artículo 24 de la Constitución, deberán resolver siem-
pre sobre las pretensiones que se les formulen, y sólo podrán desestimarlas por motivos
formales cuando el defecto fuese insubsanable o no se subsanare por el procedimiento
establecido en las leyes". El Tribunal Constitucional ha tenido ocasión de pronunciarse
en más de una ocasión sobre esta proyección del principio de tutela judicial efectiva.
"No puede estimarse la falta del cumplimiento de un requisito procesal sin conceder al
efecto un plazo para su subsanación", dice la STC 18/1998, de 16 de julio. Y, entre otras,
la STC 174/1988, de 3 de octubre establece que "el rechazo del recurso defectuosamente
propuesto o interpuesto no podría adoptarse sin antes dar ocasión a la subsanación del
mismo". La misma doctrina en SSTC 3/1987, de 21 de enero; 39/1988, de 9 de marzo y
9471998, de 25 de mayo. Y la STC 108/2000, de 5 de mayo, establece:
"en la STC 331/1994, de 19 de diciembre, hemos declarado que "los órga-
nos judiciales deben llevar a cabo una ponderación de los defectos que
adviertan en los actos procesales de las partes, guardando la debida propor-
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2. Sobre el tema, mi trabajo en REDA, núm. 30, julio-septiembre 1981, págs. 577 y siguientes, El plazo
para formalizar la demanda contencioso-administrativo. Cómputo del momento inicial.
3. La jurisprudencia, durante los primeros años de vigencia de la LJ, entendió que si la demanda no se
presentaba dentro de plazo, se declaraba de oficio caducado el recurso, por imperio del artículo 67.2, de la
LJ de 1956, sin que pudiera otorgarse eficacia a la presentación dentro del día en que se notificara la cadu-
cidad, según el artículo 121.1 de la LJ de 1956. Aquella doctrina jurisprudencial cambió a raíz de aplicarse
la LJ conforme los principios y derechos constitucionales, como el de la tutela judicial efectiva, admitién-
dose ya con reiteración que la demanda puede presentarse, aún pasado el plazo concedido para ello, en dos
momentos: o antes de dictar la oportuna providencia de caducidad, o dentro del mismo día en que se notifi-
que la misma. Situación, que se ha admitido después de la LJ de 1998 y la nueva redacción del artículo
52.2, si bien en algún supuesto extremo, se volvió a la antigua corriente formalista; sobre el tema, mi traba-
jo en REDA núm. 83, julio-septiembre, 1993, págs. 457 y ss., La caducidad del proceso por formalización
extemporánea de la demanda.
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"En primer término la resolución judicial argumenta que el art. 128 LJCA
establece que los plazos son improrrogables cuando se trata de preparar e
interponer recursos. El inciso primero del precepto indicado reza así: "Los
plazos son improrrogables y una vez trascurridos se tendrá por caducado el
derecho y por perdido el trámite que hubiere dejado de utilizarse. No obs-
tante, se admitirá el escrito que proceda, y producirá sus efectos legales, si
se presentare dentro del día en que se notifique el auto, salvo cuando se
trate de plazos para preparar o interponer recursos". Pues bien, basta la lec-
tura de este texto para obtener la conclusión de que la norma en él conteni-
da no es de aplicación al caso sometido a nuestro enjuiciamiento, por cuan-
to lo que en él se regula es la improrrogabilidad de los plazos procesales,
cuestión ajena a la aquí suscitada, que se refiere, en correcto rigor técnico,
a un problema relativo a la posibilidad de disponer en su integridad del
plazo legalmente establecido, y no a la de la prórroga de aquél del que goza
el recurrente".
……
"A lo anterior se une que, contrariamente a lo acontecido en otras ocasio-
nes, las resoluciones judiciales afirman apodícticamente que la Ley de la
jurisdicción contencioso-administrativa contiene "una regulación específica
y completa que impide acudir a esa legislación supletoria" (refiriéndose al
art. 135.1 LECiv), pero no ofrecen una respuesta a cómo y dónde el
demandante, en aplicación de esa pretendidamente completa regulación de
la materia, debería haber presentado la demanda fuera del horario ordinario
en el que permanece abierto el Registro para preservar su derecho a dispo-
ner del plazo en su integridad. En consecuencia tampoco se contiene razo-
namiento alguno acerca de la forma de coordinar lo dispuesto en los arts.
133.1, final del inciso primero, LECiv (el día del vencimiento expirará a las
veinticuatro horas), 135.1 LECiv (los escritos sujetos a plazo pueden pre-
sentarse en el órgano judicial al que se dirigen hasta las quince horas del
día siguiente al del vencimiento), 135.2 LECiv (en las actuaciones ante los
Tribunales civiles no se admitirá la presentación de escritos en el Juzgado
de guardia) y 41 del Reglamento 1/2001, que modificaba el Reglamento
5/1995, de 7 de junio, de los aspectos accesorios de las actuaciones judicia-
les, en la redacción dada por el Acuerdo del Pleno del Consejo General del
Poder Judicial de 10 de enero de 2001 ("Los Juzgados de Instrucción en
funciones de guardia, cuando en cumplimiento de lo dispuesto en el art.
135.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil no admitan la presentación de un
escrito, vendrán obligados a entregar al presentador del mismo, a solicitud
de éste, una certificación acreditativa del intento de presentación, con men-
ción del escrito, del órgano y del procedimiento a que se refiere y de la no
admisión del mismo en el Juzgado de guardia en aplicación del citado pre-
cepto legal")".
Y la STC 64/2005 concluye que "la constatación de que, mediante una argumen-
tación que no supera el canon de razonabilidad por argumentar a partir de unos presu-
puestos inexistentes, los órganos judiciales han impedido a la demandante de amparo
disponer de la integridad del plazo establecido legalmente para la impugnación juris-
diccional de la resolución administrativa, vulnerándose así el derecho fundamental a la
tutela judicial efectiva, y queda fuera de nuestra jurisdicción pronunciarnos sobre la
adecuación o no a la Constitución de una solución hipotética a la cuestión de legalidad
ordinaria planteada que los órganos judiciales, en el concreto supuesto sometido a
nuestro enjuiciamiento, no han proporcionado. Resta por añadir, para dar respuesta a
las alegaciones de la Generalitat Valenciana, que no cabe extraer consecuencias defini-
tivas de la doctrina contenida en los AATC 138/2001, de 1 de junio, y 424/2003, de 17
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con el fin de que las mismas fueran examinadas por el Juzgado en lugar de pedirle a la
Sala que se pronunciara sobre ellas), pues dicho supuesto error sería, en todo caso, sub-
sanable por la propia Sala asumiendo ella el enjuiciamiento de las cuestiones que que-
daron imprejuzgadas en la instancia" (FJ 5).
Por lo tanto, no es necesario adherirse a la apelación, sino que basta la posición
procesal de apelado, cuando la sentencia es totalmente favorable y, sin embargo, la
misma ha dejado sin resolver una de las pretensiones; bastará la defensa de las preten-
siones que se formularon en la instancia en el propio escrito de oposición a la apela-
ción.
Quizá el mayor atentado a la tutela judicial de los hasta aquí examinados aparece
en la sentencia de la Sección Primera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del
Tribunal Superior de Justicia de Canarias, de 18 de octubre de 2002, que, de forma sor-
prendente, estima el recurso de apelación interpuesto por el demandante contra la sen-
tencia del Juzgado núm. 1 de lo Contencioso-Administrativo de Las Palmas, que había
declarado la inadmisibilidad del recurso (revoca este pronunciamiento), pero, al mismo
tiempo, no examina la cuestión de fondo, al considerar "que el recurso debe desesti-
marse por no haber expuesto el recurrente en el recurso de apelación los fundamentos
de la pretensión ejercitada, pues en el escrito por el que formuló el recurso de apelación
se remitió, en lo que respecta a esta cuestión, a lo alegado y probado en primera instan-
cia".
No hacen falta muchos argumentos para entender que esa forma de proceder es
contraria al artículo 24.1 de la CE, y así lo estima la STC 79/2005, de 4 de abril (Pte.
Pérez Vera), en la que después de establecerse la doctrina general sobre aquel derecho
(FJ 2), se concreta la cuestión en que "aunque la Sentencia impugnada haya recaído en
un recurso de apelación, al no haberse efectuado en primera instancia un enjuiciamien-
to de las pretensiones aducidas en la demanda por haber apreciado una causa de inad-
misibilidad, y haberse desestimado el recurso de apelación sin pronunciarse sobre el
fondo del asunto, nos encontramos en el ámbito del derecho de acceso a la jurisdicción
( STC 238/2002, de 9 de diciembre [ RTC 2002, 238] , F. 2), lo que conlleva, de acuer-
do con la doctrina expuesta, que el principio pro actione resulte de aplicación en toda
su intensidad" (FJ 3).
Y la sentencia, en el fundamento jurídico 3 no puede ser más concisa:
"En consecuencia, la decisión del órgano judicial de no entrar a examinar
el fondo del asunto por considerar que el recurso no se encontraba funda-
mentando debe considerarse formalista y desproporcionada. Debe tenerse
en cuenta que lo que la Sala exige al recurrente no es que fundamente su
recurso, sino que incorpore al escrito del recurso las argumentaciones
expuestas en sus anteriores escritos, que constan en las actuaciones y a las
que expresamente se remite. En este supuesto, al haber quedado la cuestión
de fondo imprejuzgada en primera instancia, los argumentos expuestos por
el recurrente en su escrito de demanda y conclusiones no pudieron ser des-
virtuados por la Sentencia dictada por el Juzgado de lo Contencioso-Admi-
nistrativo, por lo que no admitir la fundamentación por remisión de la cues-
tión de fondo efectuada en el recurso de apelación no es sólo, como acaba
de señalarse, una decisión excesivamente formalista -la falta de la formali-
dad exigida no impedía al órgano judicial conocer las alegaciones en las
que el recurrente fundamentaba su pretensión, pues para ello le hubiera
bastado con acudir a las actuaciones que obraban en su poder-, sino tam-
NOTAS Y COMENTARIOS 201
Por todo ello, el órgano judicial, al considerar que en este caso el recurren-
te tenía la carga de volver a reiterar las alegaciones ya expuestas en sus
anteriores escritos y desestimar el recurso por este motivo ha lesionado el
derecho fundamental que consagra el art. 24.1 CE".
Mayor claridad y acierto es imposible, en lo que es un hito más en defensa, fren-
te a la desidia de nuestros Tribunales de lo Contencioso-Administrativo, del derecho a
la defensa.
Aunque no se cite en el proceso constitucional resuelto, la situación queda regu-
lada, en la esfera de la legalidad ordinaria en el artículo 85.10 de la LJ que dice, "cuan-
do la Sala revoque en apelación la sentencia impugnada que hubiere declarado la inad-
misibilidad del recurso contencioso-administrativo, resolverá al mismo tiempo sobre el
fondo del asunto"; es este precepto el que vulneró las resoluciones recurridas en ampa-
ro. Precepto que se aplica también, por analogía, a los supuestos en que se revoca la
sentencia que declaró la nulidad de actuaciones, como tiene declarado la jurisprudencia
de la Sala Tercera del Tribunal Supremo (entre otras muchas las sentencias de 16 de
enero de 1981 -Arz. 175-, de 8 de abril de 1985 -Arz. 2171-, de 26 de diciembre de
1989 -Arz. 9835-, o de 20 de abril de 1996 -Arz. 6676-).
IV. CONCLUSION
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