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PEDRO GONZÁLEZ SALINAS

Abogado del Iltre. Colegio de Madrid

NUEVAS SENTENCIAS DEL


TRIBUNAL CONSTITUCIONAL QUE
CORRIGEN DECISIONES JUDICIALES
IMPEDITIVAS DEL ACCESO A LA
JURISDICCIÓN CONTENCIOSO-
ADMINISTRATIVA
SUMARIO

I. INTRODUCCIÓN
II. PRESENTACION DE LA DEMANDA CONTENCIOSO-ADMINIS-
TRATIVA EN LA MAÑANA SIGUIENTE AL VENCIMIENTO DEL
PLAZO (STC 64/2005, DE 14 DE MARZO)
III. ATENTADOS A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA EN LA TRAMI-
TACION DE LOS RECURSOS DE APELACIÓN
1. Obtenida Sentencia favorable en la instancia, se revoca la misma con
ocasión del recurso de la contraparte sin pronunciamiento sobre una
petición accesoria de la demanda rectora del proceso, por no adherirse el
apelado (STC 103/2005, de 9 de mayo
2. Sentencia de apelación que no resuelve el fondo del asunto porque el
escrito de recurso contra la inadmisión decretada en la instancia se remi-
tió a la demanda sin motivación (STC 79/2005, de 4 de abril).
IV. CONCLUSION

I. INTRODUCCIÓN

Una de las manifestaciones del derecho fundamental "a obtener una tutela efecti-
va de los jueces y tribunales" (artículo 24.1 de la Constitución) es el del acceso a la
jurisdicción; como destacó JESÚS GONZÁLEZ PÉREZ1, lo que el derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva supone es:
- El acceso a órganos propiamente judiciales.
- Que no se excluya el conocimiento de las pretensiones en razón de su -
fundamento.
- Que no se obstaculice su acceso.
Pero resulta que donde en mayor medida se excluye el conocimiento de las pre-
tensiones, donde mayores obstáculos se imponen, es en la jurisdicción contencioso-
administrativa, que está ante una situación que nos recuerda al pasado en el que se ina-

1. GONZALEZ PEREZ, La jurisdicción: unidad jurisdiccional y conflictos jurisdiccionales, en el libro


"El Poder Judicial", Dirección General de lo Contencioso del Estado, Madrid, 1983; y El derecho a la tute-
la ju-risdiccional, 3ª ed., Madrid, 2001, págs. 61-62.

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plicaba el sagrado principio antiformalista que proclamó, sin mucho éxito en los pri-
meros años de vigencia, la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa de 1956.
Si repasamos los suplementos de los Boletines Oficiales del Estado en los que se
publican las sentencias del Tribunal Constitucional, nos encontramos que entre el 80 y
el 90 por 100 de las que estiman los recursos de amparo por lesión al derecho a la tute-
la jurisdiccional, por impedir el acceso a la Justicia, lo son contra sentencias de los Juz-
gados y Tribunales de lo Contencioso-Administrativo. Y las sentencias que aquí trae-
mos son sólo una mínima expresión de aquellos atentados. Cada vez nuestros órganos
de lo contencioso-administrativo encuentran más obstáculos, cada vez son más imagi-
nativos, y cuando el justiciable encuentra camino a través de la jurisprudencia constitu-
cional para llegar al fondo del asunto, nacen y aparecen, como por arte de gracia, nue-
vos muros, a través de los que se justifica la inadmisión de los distintos recursos en vía
contencioso-administrativa, tanto en primera como en segunda instancia, tanto en la vía
extraordinaria de la casación, justificación que al final, cuando por fin algún sufrido
administrado llega hasta el Tribunal Constitucional, va a ser catalogada como arbitraria
y desproporcionada, contraria al derecho fundamental.
Se olvidan nuestros Tribunales de lo Contencioso-Administrativo de las conse-
cuencias que la jurisprudencia constitucional obtiene del principio de la tutela judicial
efectiva, entre las que podemos citar las siguientes:
- Que las normas reguladoras de los requisitos procesales deben siempre inter-
pretarse en el sentido más favorable a la admisión de las pretensiones (SSTC
9372/2000, de 16 de marzo; 3973/2000, de 21 de marzo; 3974/2000, 3975 y 3976, de
23 de marzo; 3977, 3978 y 3980/2000, de 28 de marzo; 4053, 4054 y 4055/2000, de 4
de abril; 4192, 4193 y 4194/2000, de 11 de abril; 4197, 4198 y 4200/2000, de 27 de
abril; 11/2001, de 29 de enero). Como dice la STC 62/2002, de 11 de marzo, "resulta
de aplicación como canon de constitucionalidad el principio pro actione entendido
como 'interdicción de aquellas decisiones de inadmisión que por su rigorismo, por su
formalismo excesivo o por cualquier otra razón revelen una clara desproporción entre
los fines que aquellas causas preservan y los intereses que sacrifican'". La STC
184/2004, de 2 de noviembre dice que si bien el principio pro actione no obliga a "la
forzosa selección de la interpretación más favorable a la admisión de entre todas las
posibles", sí proscribe aquellas decisiones de inadmisión que "por su rigorismo, por su
formalismo excesivo o por cualquier otra razón revelen una clara desproporción entre
los fines que aquellas causas preservan y los intereses que sacrifican".
- Que no debe declararse, la inadmisibilidad de una pretensión por un defecto
procesal si este es subsanable, sin darse oportunidad de subsanación. Esta consecuencia
del principio, que ya había sido consagrada para el proceso administrativo en la Ley de
la Jurisdicción contencioso-administrativa de 1956 (art. 129), fue generalizada en el artí-
culo 11.3, LOPJ, al decir: "Los Juzgados y Tribunales, de conformidad con el principio
de tutela efectiva consagrado en el artículo 24 de la Constitución, deberán resolver siem-
pre sobre las pretensiones que se les formulen, y sólo podrán desestimarlas por motivos
formales cuando el defecto fuese insubsanable o no se subsanare por el procedimiento
establecido en las leyes". El Tribunal Constitucional ha tenido ocasión de pronunciarse
en más de una ocasión sobre esta proyección del principio de tutela judicial efectiva.
"No puede estimarse la falta del cumplimiento de un requisito procesal sin conceder al
efecto un plazo para su subsanación", dice la STC 18/1998, de 16 de julio. Y, entre otras,
la STC 174/1988, de 3 de octubre establece que "el rechazo del recurso defectuosamente
propuesto o interpuesto no podría adoptarse sin antes dar ocasión a la subsanación del
mismo". La misma doctrina en SSTC 3/1987, de 21 de enero; 39/1988, de 9 de marzo y
9471998, de 25 de mayo. Y la STC 108/2000, de 5 de mayo, establece:
"en la STC 331/1994, de 19 de diciembre, hemos declarado que "los órga-
nos judiciales deben llevar a cabo una ponderación de los defectos que
adviertan en los actos procesales de las partes, guardando la debida propor-
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cionalidad entre el defecto cometido y la sanción que debe acarrear, procu-


rando siempre que sea posible la subsanación del defecto, favoreciendo la
conservación de la eficacia de los actos procesales y del proceso como ins-
trumento para alcanzar la efectividad de la tutela judicial (arts. 11.3, 240.2,
242 y 243 LOPJ, (SSTC 163/1985, 117/1986, 140/1987, 5/1988, 39/1988,
57/1988 y 164/1991). En dicha ponderación debe atenderse a la entidad
del defecto y a su incidencia en la consecución de la finalidad perseguida
por la norma infringida, y su trascendencia para las garantías procesales de
las demás partes del proceso, así como a la voluntad y grado de diligencia
procesal apreciada en la parte en orden al cumplimiento del requisito pro-
cesal omitido o irregularmente observado (SSTC 41/1992 y 64/1992, por
todas)"".
Muchos ejemplos ha habido en los que el Tribunal Constitucional admitió lo
que no habían admitido los Tribunales de lo Contencioso-Administrativo: la posibili-
dad de subsanar el defecto antes de declarar la inadmisibilidad del recurso; así, respec-
to de la acreditación del Procurador, las SSTC 206/2002 y 211/2002 de 11 de noviem-
bre de 2002; en relación a la ausencia de la antigua certificación de actos presuntos, la
STC 3/2001, de 15 de enero; el nombramiento inadecuado de Abogado de oficio, la
STC 187/2004, de 2 de noviembre.
Las sentencias del Tribunal Constitucional que aquí comentamos corrigen dis-
tintas decisiones que impiden el acceso a la jurisdicción contencioso-administrativa;
por un lado, al inadmitir una demanda por extemporánea, cuando resulta que la misma
se presentó en la mañana siguiente al vencimiento del plazo a tenor de la nueva Ley de
Enjuiciamiento Civil; por otro, al inadmitir sendos recursos de apelación, por meras
razones formales, que se han considerados desproporcionadas.

II. PRESENTACION DE LA DEMANDA CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVA


EN LA MAÑANA SIGUIENTE AL VENCIMIENTO DEL PLAZO (STC
64/2005, DE 14 DE MARZO)

El plazo para formalizar la demanda contencioso-administrativa, como regla


general, es de veinte días improrrogables desde la entrega efectiva del expediente admi-
nistrativo, según el artículo 52.1 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrati-
va -LJ-. De tal forma que si la demanda no se presenta en el plazo concedido para ello
se "declarará por auto la caducidad del recurso" (así, el apartado 2 del artículo citado).
En relación con dicho plazo de caducidad se han planteado siempre innumera-
bles conflictos en sede procesal, como por ejemplo el del cómputo del momento ini-
cial, si era el de la notificación de la providencia por la que se acuerda poner de mani-
fiesto el expediente o el de la entrega efectiva del expediente2, o el de la posibilidad de
la subsanación de la demanda extemporánea "si se presentare dentro del día en que se
notifique el auto" que declara la extemporaneidad (hoy artículo 52.2 de la LJ de 1998,
antes el artículo 121.1 de la LJ de 1956)3.

2. Sobre el tema, mi trabajo en REDA, núm. 30, julio-septiembre 1981, págs. 577 y siguientes, El plazo
para formalizar la demanda contencioso-administrativo. Cómputo del momento inicial.
3. La jurisprudencia, durante los primeros años de vigencia de la LJ, entendió que si la demanda no se
presentaba dentro de plazo, se declaraba de oficio caducado el recurso, por imperio del artículo 67.2, de la
LJ de 1956, sin que pudiera otorgarse eficacia a la presentación dentro del día en que se notificara la cadu-
cidad, según el artículo 121.1 de la LJ de 1956. Aquella doctrina jurisprudencial cambió a raíz de aplicarse
la LJ conforme los principios y derechos constitucionales, como el de la tutela judicial efectiva, admitién-
dose ya con reiteración que la demanda puede presentarse, aún pasado el plazo concedido para ello, en dos
momentos: o antes de dictar la oportuna providencia de caducidad, o dentro del mismo día en que se notifi-
que la misma. Situación, que se ha admitido después de la LJ de 1998 y la nueva redacción del artículo
52.2, si bien en algún supuesto extremo, se volvió a la antigua corriente formalista; sobre el tema, mi traba-
jo en REDA núm. 83, julio-septiembre, 1993, págs. 457 y ss., La caducidad del proceso por formalización
extemporánea de la demanda.

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Pues bien, en la STC 64/2005, de 14 de marzo (Pte. Jiménez Sánchez) se ha


vuelto a plantear el problema de la extemporaneidad de la demanda, ahora porque se
entendió que la nueva norma contenida en el artículo 135.1 de la Ley 1/2000, de 7 de
enero, de Enjuicia-miento Civil (LEC), no era aplicable en el ámbito de la jurisdicción
contencioso-administrativa; inaplicabilidad que obedecía, según el auto de 13 de junio
de 2002 del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Castellón y el auto de 11 de
marzo de 2003 de la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del
Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, a la "existencia de una regu-
lación específica y completa en la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativo"
(LJ), artículo 128, con lo que no se aplicaba de forma supletoria la LEC.
La redacción del artículo 135.1 de la LEC es transparente: "Cuando la presenta-
ción de un escrito esté sujeta a plazo, podrá efectuarse hasta las quince horas del día
hábil siguiente al del vencimiento del plazo, en la Secretaría del tribunal o, de existir,
en la oficina o servicio de registro central que se haya establecido".
La norma, aplicable supletoriamente a la jurisdicción contencioso-administrativo
(art. 4 de la LEC, y Disposición final primera de la LJ), permite entender que el última
día de plazo para presentar la demanda es el siguiente al del vencimiento del plazo, de
tal forma que presentada aquella antes de las quince horas, se presenta dentro de plazo;
ello sin perjuicio de que según el régimen especial de los artículos 52.2 y 128.1 de la
propia LJ se admitiera la demanda aún pasado el plazo, si se presentara dentro del día
en que se notifique el auto (o providencia) de caducidad.
Las resoluciones citadas del Juzgado y del Tribunal Superior de Justicia de la
Comunidad Valenciana atentan desde varios frentes al derecho fundamental de la tutela
judicial efectiva y así lo ha señalado la STC 64/2005, de 14 de marzo al estimar el
recurso de amparo contra aquellas, que empieza por recordar el principio asentado de
que "el instituto de la caducidad de la acción constituye una de las causas legales impe-
ditivas de un pronunciamiento sobre el fondo, y, como tal presupuesto procesal, no vul-
nera por sí mismo el derecho a la tutela judicial efectiva, como tampoco se deriva nin-
guna lesión de su correcta apreciación por parte de los órganos judiciales, ya que los
plazos en los que las acciones deben ejercitarse no se encuentran a disposición de las
partes. A partir de esta premisa la jurisprudencia constitucional ha mantenido respecto
a la caducidad el mismo criterio de control de constitucionalidad que para el resto de
los plazos procesales; es decir, que su cómputo es una cuestión de legalidad ordinaria,
sobre la que únicamente corresponde pronunciarse al órgano judicial, de modo que su
excepcional revisión en sede constitucional queda reducida a los supuestos en los que
pueda resultar afectado el art. 24.1 CE, por haberse realizado un cómputo manifiesta-
mente erróneo, o se haya apreciado la caducidad sin razonamiento o con razonamiento
arbitrario o irrazonable, entendiendo por tal, no toda interpretación que no sea la más
favorable, sino la que por excesivo formalismo o rigor revele una clara desproporción
entre los fines preservados por las condiciones legales de admisión y los intereses que
resultan sacrificados" (FJ 2).
La sentencia después de reiterar que de lo que aquí se trata es de precisar si las
normas reguladoras de la causa de inadmisión fueron aplicadas "de manera formalista y
con un rigor desproporcionado en relación con los fines que se tratan de proteger con el
establecimiento legal de la causa de inadmisión aplicada", y de que "existe violación
del derecho a la tutela judicial efectiva si la interpretación ofrecida por el órgano judi-
cial es manifiestamente irrazonable (tal como ocurriera en el supuesto contemplado en
la STC 222/2003, de 15 de diciembre) o produce como resultado final el efecto de
hacer impracticable el derecho al disfrute del plazo para interponer el recurso en su
totalidad" (FJ 3), va a examinar el caso concreto que aquí se plantea, en los siguientes
términos (FJ 4):
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"En primer término la resolución judicial argumenta que el art. 128 LJCA
establece que los plazos son improrrogables cuando se trata de preparar e
interponer recursos. El inciso primero del precepto indicado reza así: "Los
plazos son improrrogables y una vez trascurridos se tendrá por caducado el
derecho y por perdido el trámite que hubiere dejado de utilizarse. No obs-
tante, se admitirá el escrito que proceda, y producirá sus efectos legales, si
se presentare dentro del día en que se notifique el auto, salvo cuando se
trate de plazos para preparar o interponer recursos". Pues bien, basta la lec-
tura de este texto para obtener la conclusión de que la norma en él conteni-
da no es de aplicación al caso sometido a nuestro enjuiciamiento, por cuan-
to lo que en él se regula es la improrrogabilidad de los plazos procesales,
cuestión ajena a la aquí suscitada, que se refiere, en correcto rigor técnico,
a un problema relativo a la posibilidad de disponer en su integridad del
plazo legalmente establecido, y no a la de la prórroga de aquél del que goza
el recurrente".
……
"A lo anterior se une que, contrariamente a lo acontecido en otras ocasio-
nes, las resoluciones judiciales afirman apodícticamente que la Ley de la
jurisdicción contencioso-administrativa contiene "una regulación específica
y completa que impide acudir a esa legislación supletoria" (refiriéndose al
art. 135.1 LECiv), pero no ofrecen una respuesta a cómo y dónde el
demandante, en aplicación de esa pretendidamente completa regulación de
la materia, debería haber presentado la demanda fuera del horario ordinario
en el que permanece abierto el Registro para preservar su derecho a dispo-
ner del plazo en su integridad. En consecuencia tampoco se contiene razo-
namiento alguno acerca de la forma de coordinar lo dispuesto en los arts.
133.1, final del inciso primero, LECiv (el día del vencimiento expirará a las
veinticuatro horas), 135.1 LECiv (los escritos sujetos a plazo pueden pre-
sentarse en el órgano judicial al que se dirigen hasta las quince horas del
día siguiente al del vencimiento), 135.2 LECiv (en las actuaciones ante los
Tribunales civiles no se admitirá la presentación de escritos en el Juzgado
de guardia) y 41 del Reglamento 1/2001, que modificaba el Reglamento
5/1995, de 7 de junio, de los aspectos accesorios de las actuaciones judicia-
les, en la redacción dada por el Acuerdo del Pleno del Consejo General del
Poder Judicial de 10 de enero de 2001 ("Los Juzgados de Instrucción en
funciones de guardia, cuando en cumplimiento de lo dispuesto en el art.
135.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil no admitan la presentación de un
escrito, vendrán obligados a entregar al presentador del mismo, a solicitud
de éste, una certificación acreditativa del intento de presentación, con men-
ción del escrito, del órgano y del procedimiento a que se refiere y de la no
admisión del mismo en el Juzgado de guardia en aplicación del citado pre-
cepto legal")".
Y la STC 64/2005 concluye que "la constatación de que, mediante una argumen-
tación que no supera el canon de razonabilidad por argumentar a partir de unos presu-
puestos inexistentes, los órganos judiciales han impedido a la demandante de amparo
disponer de la integridad del plazo establecido legalmente para la impugnación juris-
diccional de la resolución administrativa, vulnerándose así el derecho fundamental a la
tutela judicial efectiva, y queda fuera de nuestra jurisdicción pronunciarnos sobre la
adecuación o no a la Constitución de una solución hipotética a la cuestión de legalidad
ordinaria planteada que los órganos judiciales, en el concreto supuesto sometido a
nuestro enjuiciamiento, no han proporcionado. Resta por añadir, para dar respuesta a
las alegaciones de la Generalitat Valenciana, que no cabe extraer consecuencias defini-
tivas de la doctrina contenida en los AATC 138/2001, de 1 de junio, y 424/2003, de 17

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de diciembre , respecto a la inaplicabilidad del art. 135.1 LECiv en el ámbito de los


procesos constitucionales, pues los parámetros de enjuiciamiento utilizados en aquellos
casos y los aplicables en el presente son radicalmente distintos. Una cosa es el enjuicia-
miento de si una resolución judicial respeta o no el derecho a la tutela judicial efectiva
en su vertiente de acceso a la jurisdicción, y otra bien distinta el control del acceso a la
jurisdicción constitucional una vez agotada la vía judicial previa a ella, supuesto en el
cual este Tribunal es aplicador directo de las normas procesales y, de acuerdo con las
mismas, articula un régimen que permite disfrutar en su integridad del plazo legalmente
establecido para interponer el recurso de amparo".
Por lo tanto, ha de quedar claro a partir de aquella doctrina que la demanda en
el ámbito de la jurisdicción contencioso-administrativa puede presentarse hasta las
quince horas del día hábil siguiente al del vencimiento del plazo de veinte días, según
el régimen del artículo 135.1 de la LEC, que es aplicable.

III. ATENTADOS A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA EN LA TRAMITACION


DE LOS RECURSOS DE APELACIÓN

1. Obtenida Sentencia favorable en la instancia, se revoca la misma con


ocasión del recurso de la contraparte sin pronunciamiento sobre una
petición accesoria de la demanda rectora del proceso, por no adherirse el
apelado (STC 103/2005, de 9 de mayo)

El enunciado de este apartado expresa la cuestión que resuelve la STC citada: la


sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 4 de Oviedo, de 16 de
mayo de 2000 estimó el recurso contencioso-administrativo y anuló el acto impugnado,
pero sólo por un motivo de los dos aducidos; posteriormente, la sentencia de la Sección
Primera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia
de Asturias de 27 de octubre de 2000, al estimar el recurso de apelación interpuesto por
la Administración demandada (Tesorería General de la Seguridad Social), confirmó el
acuerdo impugnado, pero dejó de examinar uno de los motivos de oposición planteados
por el demandante-apelado, quien, primero en aclaración de sentencia y después en el
incidente de nulidad de actuaciones, ex artículo 240.3 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial (LOPJ), solicitó que se anulara la sentencia y se dictara otra en la que se anali-
zara el segundo de los motivos de oposición, lo que fue denegado por el Tribunal Supe-
rior de Justicia de Asturias, por auto de 12 de diciembre de 2000, con base a que "la
falta de adhesión a la apelación de la demandante excluye la modificación del fallo o
cualquier otra pretensión que no sea la de confirmación de la sentencia recurrida …
quedando vedado al Tribunal ad quem todo pronunciamiento relativo a pretensiones de
la parte no adherida que no sean las de confirmación del fallo".
Contra dicho auto interpuso el recurrente recurso de amparo que ha sido estima-
do por la STC 103/2005, de 9 de mayo (Pte. Rodríguez Arribas), que en el fundamento
jurídico 4 centra con suma claridad la cuestión:
"el ahora recurrente en amparo interpuso un recurso Contencioso-Adminis-
trativo contra el acto de la Tesorería General de la Seguridad Social por el
que se le declaraba responsable solidario del pago de deudas de la Seguri-
dad Social, fundamentando la invalidez del acto en dos motivos diferentes,
la existencia de un vicio de forma -falta de trámite de audiencia en el pro-
cedimiento- y la prescripción de la acción. El Juzgado estimó el recurso al
apreciar que concurría el primero de los motivos alegados -el vicio de
forma-, dejando imprejuzgado el segundo de ellos.
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El Tribunal Superior de Justicia, al resolver el recurso de apelación que


interpuso la Tesorería General de la Seguridad Social, revocó la Sentencia
al considerar que el vicio de forma en el que se había incurrido no era en
ese supuesto determinante de la invalidez, y declaró la validez del acto
administrativo. La Sala no examinó el segundo motivo de invalidez que
adujo el recurrente en primera instancia -si la acción estaba o no prescrita-
por considerar que, al no haberse adherido el recurrente a la apelación, no
podía entrar a analizar dicha cuestión, siendo éste el argumento en el que la
Sala fundamenta la desestimación del incidente de nulidad de actuaciones
que, el ahora recurrente en amparo, interpuso con el fin de denunciar el
vicio de incongruencia en el que, a su juicio, incurría la Sentencia.

Tal decisión de la Sala vulnera el derecho fundamental a la tutela judicial


efectiva invocado por el recurrente, pues, de acuerdo con lo literalmente
establecido en el art. 85.4 LJCA, para poder adherirse a la apelación la
parte apelada habrá de razonar los puntos en que crea que le es perjudicial
la Sentencia; circunstancia que no concurre en este caso, pues la Sentencia
dictada por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo no le causaba
perjuicio al haber sido estimatoria de su recurso Contencioso-Administrati-
vo.

Resulta, por tanto, que el recurrente no ha recibido una respuesta a la cues-


tión relativa a si la acción para ejercer la responsabilidad exigida había
prescrito; sin que pueda justificar la falta de respuesta a la referida cuestión
el no haberse adherido el ahora recurrente en amparo a la apelación -que,
como se ha indicado, es el argumento en el que la Sala fundamenta la in-
existencia de incongruencia omisiva alegada por el ahora recurrente en el
incidente de nulidad de actuaciones-, pues, como también se ha señalado, a
tenor de lo dispuesto en el art. 85.4 LJCA, la adhesión a la apelación sólo
procede en los casos en los que la Sentencia apelada resulta perjudicial al
apelado, y en el presente caso la referida Sentencia es estimatoria de su re-
curso, sin que pueda considerarse "un perjuicio" el haber dejado imprejuz-
gada alguna de sus alegaciones por haber apreciado la invalidez del acto
por otro de los motivos alegados, ya que la Sentencia le resulta favorable, y
su falta de adhesión a la apelación no puede interpretarse, en ningún caso,
como renuncia a seguir sosteniendo la existencia de la prescripción de la
deuda".
En el supuesto que se examina, y para más abundar, "el recurrente en su escrito
de "impugnación" al recurso de apelación, alegó que, en el caso de que se estimara el
recurso interpuesto por la Tesorería General de la Seguridad Social, la Sentencia no
debía declarar el acto conforme a Derecho, tal y como solicitaba la parte apelante, ya
que, al haber fundamentado en la instancia la invalidez del acto en otros motivos dife-
rentes que habían quedado imprejuzgados, la Sala debía limitarse a anular la Sentencia
y retrotraer las actuaciones al momento anterior a dictar Sentencia por el Magistrado de
instancia, para que el órgano judicial pudiese pronunciarse sobre el resto de las alega-
ciones sobre las que no se había pronunciado, formulando tal pretensión expresamente
en el "suplico" de su escrito de "impugnación"". Con independencia de que fuera pro-
cedente o no la retroacción de actuaciones, el simple hecho de rechazar tal pretensión
por entender que el recurrente no se había adherido a la apelación, constituye, según el
Tribunal Constitucional, una "decisión desproporcionada que lesiona el derecho que
consagra el art. 24.1 CE, ya que le está privando de una decisión sobre el fondo de
algunas de las cuestiones planteadas sin que concurra ninguna causa legal que lo justifi-
que; justificación que no puede encontrarse en el error en el que, según entiende la
Sala, ha incurrido el ahora recurrente en amparo (solicitar la retroacción de actuaciones

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con el fin de que las mismas fueran examinadas por el Juzgado en lugar de pedirle a la
Sala que se pronunciara sobre ellas), pues dicho supuesto error sería, en todo caso, sub-
sanable por la propia Sala asumiendo ella el enjuiciamiento de las cuestiones que que-
daron imprejuzgadas en la instancia" (FJ 5).
Por lo tanto, no es necesario adherirse a la apelación, sino que basta la posición
procesal de apelado, cuando la sentencia es totalmente favorable y, sin embargo, la
misma ha dejado sin resolver una de las pretensiones; bastará la defensa de las preten-
siones que se formularon en la instancia en el propio escrito de oposición a la apela-
ción.

2. Sentencia de apelación que no resuelve el fondo del asunto porque el escrito


de recurso contra la inadmisión decretada en la instancia se remitió a la
demanda sin motivación (STC 79/2005, de 4 de abril)

Quizá el mayor atentado a la tutela judicial de los hasta aquí examinados aparece
en la sentencia de la Sección Primera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del
Tribunal Superior de Justicia de Canarias, de 18 de octubre de 2002, que, de forma sor-
prendente, estima el recurso de apelación interpuesto por el demandante contra la sen-
tencia del Juzgado núm. 1 de lo Contencioso-Administrativo de Las Palmas, que había
declarado la inadmisibilidad del recurso (revoca este pronunciamiento), pero, al mismo
tiempo, no examina la cuestión de fondo, al considerar "que el recurso debe desesti-
marse por no haber expuesto el recurrente en el recurso de apelación los fundamentos
de la pretensión ejercitada, pues en el escrito por el que formuló el recurso de apelación
se remitió, en lo que respecta a esta cuestión, a lo alegado y probado en primera instan-
cia".
No hacen falta muchos argumentos para entender que esa forma de proceder es
contraria al artículo 24.1 de la CE, y así lo estima la STC 79/2005, de 4 de abril (Pte.
Pérez Vera), en la que después de establecerse la doctrina general sobre aquel derecho
(FJ 2), se concreta la cuestión en que "aunque la Sentencia impugnada haya recaído en
un recurso de apelación, al no haberse efectuado en primera instancia un enjuiciamien-
to de las pretensiones aducidas en la demanda por haber apreciado una causa de inad-
misibilidad, y haberse desestimado el recurso de apelación sin pronunciarse sobre el
fondo del asunto, nos encontramos en el ámbito del derecho de acceso a la jurisdicción
( STC 238/2002, de 9 de diciembre [ RTC 2002, 238] , F. 2), lo que conlleva, de acuer-
do con la doctrina expuesta, que el principio pro actione resulte de aplicación en toda
su intensidad" (FJ 3).
Y la sentencia, en el fundamento jurídico 3 no puede ser más concisa:
"En consecuencia, la decisión del órgano judicial de no entrar a examinar
el fondo del asunto por considerar que el recurso no se encontraba funda-
mentando debe considerarse formalista y desproporcionada. Debe tenerse
en cuenta que lo que la Sala exige al recurrente no es que fundamente su
recurso, sino que incorpore al escrito del recurso las argumentaciones
expuestas en sus anteriores escritos, que constan en las actuaciones y a las
que expresamente se remite. En este supuesto, al haber quedado la cuestión
de fondo imprejuzgada en primera instancia, los argumentos expuestos por
el recurrente en su escrito de demanda y conclusiones no pudieron ser des-
virtuados por la Sentencia dictada por el Juzgado de lo Contencioso-Admi-
nistrativo, por lo que no admitir la fundamentación por remisión de la cues-
tión de fondo efectuada en el recurso de apelación no es sólo, como acaba
de señalarse, una decisión excesivamente formalista -la falta de la formali-
dad exigida no impedía al órgano judicial conocer las alegaciones en las
que el recurrente fundamentaba su pretensión, pues para ello le hubiera
bastado con acudir a las actuaciones que obraban en su poder-, sino tam-
NOTAS Y COMENTARIOS 201

bién, y como consecuencia de ello, desproporcionada, en cuanto que priva


al recurrente de obtener un pronunciamiento sobre el fondo de la cuestión
planteada, en virtud de una exigencia formal cuyo incumplimiento no impi-
de que pueda producirse el fin que a través de la misma se pretendía con-
seguir (conocer la argumentación en la que se fundamentaba el recurso).

Por todo ello, el órgano judicial, al considerar que en este caso el recurren-
te tenía la carga de volver a reiterar las alegaciones ya expuestas en sus
anteriores escritos y desestimar el recurso por este motivo ha lesionado el
derecho fundamental que consagra el art. 24.1 CE".
Mayor claridad y acierto es imposible, en lo que es un hito más en defensa, fren-
te a la desidia de nuestros Tribunales de lo Contencioso-Administrativo, del derecho a
la defensa.
Aunque no se cite en el proceso constitucional resuelto, la situación queda regu-
lada, en la esfera de la legalidad ordinaria en el artículo 85.10 de la LJ que dice, "cuan-
do la Sala revoque en apelación la sentencia impugnada que hubiere declarado la inad-
misibilidad del recurso contencioso-administrativo, resolverá al mismo tiempo sobre el
fondo del asunto"; es este precepto el que vulneró las resoluciones recurridas en ampa-
ro. Precepto que se aplica también, por analogía, a los supuestos en que se revoca la
sentencia que declaró la nulidad de actuaciones, como tiene declarado la jurisprudencia
de la Sala Tercera del Tribunal Supremo (entre otras muchas las sentencias de 16 de
enero de 1981 -Arz. 175-, de 8 de abril de 1985 -Arz. 2171-, de 26 de diciembre de
1989 -Arz. 9835-, o de 20 de abril de 1996 -Arz. 6676-).

IV. CONCLUSION

Según concluimos el presente comentario siguen publicándose en el Boletín Ofi-


cial del Estado nuevas sentencias del Tribunal Constitucional que revocan sentencias de
nuestros Tribunales de lo Contencioso-Administrativo, que en un exceso de formalis-
mo, impiden el control jurisdiccional de la actuación de la Administración.
La STC 132/2005, de 23 de mayo, estima el recurso de amparo, en materia de
contratación de personal, y revoca la sentencia de 29 de junio de 2001, de la Sección
Tercera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del País Vasco al confirmar la del
Juzgado que había inadmitido el recurso contencioso-administrativo en virtud de la ins-
titución del acto consentido y firme, ex artículo 28 de la LJ, estimación basada en el
principio de la seguridad jurídica, en relación con una interpretación excesivamente
rigorista y desproporcionada de aquel precepto, al considerar el Tribunal Constitucional
que el acto impugnado (la publicación definitiva de los aspirantes que han superado el
proceso selectivo), no es un acto de reproducción del anterior, consistente en el listado
de admitidos y excluidos, ya que este es un mero acto de trámite, por lo que si no se
impugnó éste, puede impugnarse aquél, sin que se aplique el artículo 28 de la LJ.
Por otro lado, la STC 133/2005, de 23 de mayo, también estima el recurso de
amparo y anula la sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 10
de Madrid de 3 de mayo de 2002, que no había resuelto el recurso contencioso-admi-
nistrativo, por haberse fundado en motivo distintos a los alegados en vía administrativa,
considerando el Tribunal Constitucional que se acudió "a una concepción del carácter
revisor de la jurisdicción contencioso-administrativo excesivamente rígida y alejada de
la que se deduce en la propia Ley", asentando un claro límite el requisito de la decisión
previa.

NUEVAS SENTENCIAS...

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