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Si bien no es objeto de este trabajo desarrollar las causas que dieron lugar al
nacimiento y modificación de la primitiva Ley Hipotecaria Española[24], sí debe
tenerse en cuenta que la misma fue fruto de un proceso que tuvo su puntapié
inicial en un Real Decreto del 8 de agosto de 1855, dictado por el Ministro de
Gracia y Justicia Manuel de la Fuente Andrés, y que finalizó con la promulgación
de la Ley el 8 de febrero de 1861, sancionada por Isabel II y refrendada por el
Ministro de Gracia y Justicia Santiago Fernández Negrete, cuando aún no había
sido sancionado un Código Civil en España. Para conocer la importancia del
sistema adoptado debe tenerse en cuenta que el fin de la legislación hipotecaria
fue asentar el crédito territorial en la base de la seguridad de la hipoteca y del
pago de lo ofrecido. Con sabia previsión, se planteó el doble problema que se ha
agitado en todas las naciones que modernamente han querido reformar la
legislación hipotecaria: el de adquirir sin temor de perder lo adquirido, y el de
prestar sobre la propiedad raíz con la seguridad de que no sea ineficaz la
hipoteca[25].
Con la entrada en vigencia del Código Civil Español en 1889 se produce una
fuerte modificación en el sistema hipotecario, en virtud de lo dispuesto por el
artículo 1875[26] que incorporó un régimen registral constitutivo para el nacimiento
del derecho real de hipoteca, modificando así el sistema declarativo implementado
por los legisladores de 1861[27]. La colisión de normativas se vio superada en el
año 1909 con una nueva edición de la Ley Hipotecaria, respecto de la cual
Jerónimo Gonzalez y Martínez sostiene que se impuso[28] "al Ministerio de Gracia
y Justicia la obligación de hacer en el término de ocho meses una nueva edición
oficial de la Ley Hipotecaria , suprimiendo los artículos derogados por el Código
Civil y . armonizando los textos restantes que resultaren contradictorios".