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LA MUERTE ES LO UNICO DEMOCRATICO QUE NOS QUEDA

LA INFLACIÓN PROVOCADA POR EL GOBIERNO EN COMPLICIDAD CON EL GRAN CAPITAL, VIOLENTA


LOS DERECHOS HUMANOS, DONDE LA MUERTE CADA DIA TOMA MÁS VICTIMAS, CONVIRTIENDO A
LOS ADMINISTARDORES DEL ESTADO EN SIMPLES ASESINOS

ENRIQUE CONTRERAS RAMÍREZ

El drama que se está viviendo en Venezuela, donde los que administran las grandes riquezas del
llamado ESTADO, bajo el silencio cómplice de los que dicen ser oposición, ya tienen una política
definida para cercenar los derechos humanos de los más humildes y que arropa a la inmensa
mayoría de compatriotas, víctimas de un ESTADO ASESINO, que ha convertido a Venezuela en un
ESTADO CORPORATIVO y donde se vende el país al gran capital y juntos ejecutan de manera
silenciosa el genocidio ordenado por el Club Bilderberg, desde junio del 2016.

Ya no se trata de negar el derecho al trabajo, a la vivienda, al vestido, a la educación, a la salud, se


trata de negar el derecho a la vida, pues la realidad de nuestra cotidianidad nos está indicando que
cualquier enfermedad que se padezca y que exige correr para llegar a la emergencia de un hospital,
en el mismo los médicos brillan por su ausencia por los pésimos salarios y lo que es peor, no hay
insumos de ningún tipo lo que trae como consecuencia que a los pocos minutos, horas o días, sacan
el cadáver por la morgue, donde incluso los familiares los dejan pues se carece de recursos para
llevarlo al cementerio o incinerarlo que pareciera esta última opción la más barata.

Todo indica que el socialismo del siglo XXI la única opción democrática que ha dejado en el
panorama político venezolano -y eso hay que reconocerlo- es la muerte, porque tarde o temprano
nos llega a todos por igual.

Asesinos disfrazados de funcionarios de estado, donde el presidente, ministros, gobernadores,


diputados, alcaldes, concejales, embajadores, cónsules, generales –entre muchos otros- que
conforman la clase política privilegiada de Venezuela y salvo algunas excepciones, sólo se preocupan
del bienestar personal y sus entornos familiares a costa de saquear, robar y vender el país y donde
los de abajo, no tienen la opción de encontrar o comprar un medicamento, porque su pobre salario
no alcanza para tales fines, pues la inflación no deja ninguna alternativa y donde la muerte –al que
se enferma- solo les queda como única opción. Es la guerra económica –diría Maduro- en su ya
conocido discurso perverso y asesino y digo asesino, porque cuando se miente también se asesina
la verdad.

LA PROMESA SE LA COMIO EL CAPITAL

El llamado gobierno bolivariano, se proclama profundamente democrático en sus reformas


constitucionales (Constituyentes derivadas del poder constituido), pero no existe una autentica
participación popular y democrática de los distintos factores ideológicos y políticos del país y donde
las posiciones nacionalistas, progresistas y auténticamente revolucionarias, son rechazadas de
plano por la godarria que conforman tanto el gobierno como la oposición, porque la visión del
mundo que proclaman esos sectores no es partidaria en modo alguno en la definición de nuevos
paradigmas fuera del mundo globalizado y de su doctrina neoliberal. El tan proclamado diálogo
entre oposición y gobierno es una farsa de ambos sectores, pues los mismos comparten -en menor
o mayor cuantía- las redes de dominación que da el poder y terminan como siempre, al servicio del
imperio del gran capital.

Allí en medio de esa doctrina neoliberal, es donde están los intereses de la clase política que domina,
son las cuotas de poder político-económico lo que les interesa, lo demás es cuento. A ellos no les
importa que la gente se muera de hambre o que no consiga el medicamento indicado o por el alto
costo no puedan adquirirlo, allí lo que les conviene es seguir saqueando un país que es de todos,
que pertenece en igualdad de condiciones a cada uno de los venezolanos -y ellos, los de arriba- se
lo expropiaron al pueblo. Esa clase política, unos llamados de derecha y otros los del gobierno
llamados de izquierda, nunca han contribuido con su trabajo a engrandecer el país, es una clase
parasitaria, siempre “gana” sin perder jamás, incluso muchos de ellos son venerados por el vulgo
con majadera admiración por sus niveles de ignorancia, desinformación y por sus altos niveles de
alienación.

Esa promesa demagógica de los ya tradicionales partidos políticos sobre la construcción de una
democracia plena, se la comió el imperio del gran capital. Los mismos han lisiado el pensamiento de
nuestros propios próceres y si hacen referencia de los mismos es para manipular y engañar, negando
en la práctica los derechos inalienables del ser humano como es la vida, la libertad y la búsqueda de
una sociedad donde sus habitantes vivan en condiciones de igualdad social, económica y política.

ESPERANZA EN MEDIO DE LA DESESPERANZA

En esta realidad que vivimos donde todo es un caos, hay esperanza en medio de la desesperanza,
porque el país sabe que poseemos inmensos recursos que nos pueden ayudar a salir del
desbarajuste, siempre y cuando seamos capaces de organizarnos como sociedad civil en búsqueda
de un camino distinto al que han indicado y señalado los partidarios del capitalismo y el socialismo,
para que el pueblo realmente tome el poder, en esa propuesta de una Constituyente Originaria
donde los de abajo inventen, ideen, imaginen y conciban un proyecto de país que realmente
satisfaga el bienestar de todos los venezolanos en igualdad de condiciones y donde nuestros
recursos naturales sean administrados con verdadero criterio ecológico, es la hora de asumir la
convocatoria de nuestro Simón Rodríguez de concebir, fantasear y forjar la patria agraciada,
encantadora y sublimen donde quepamos todos los colores y nuestra bandera sea el centro en
medio de ese basto océano que nos espera de prosperidad. Es la utopía creadora, que rompe con
los viejos modelos civilizatorios, es el camino que nos queda, porque de lo contrario si la resignación
y el miedo se apodera de todos nosotros, es aceptar la servidumbre como modo de vida y renunciar
a nuestro propio futuro, aceptando la recolonización que el paradigma globalizador ha colocado en
marcha con la complicidad de un gobierno y una oposición arrodillada y corrompida hasta más no
poder al servicio del imperio del gran capital.

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