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Susan Strange

Susan Strange abre en este libro el debate sobre la supuesta pérdida de poder de los gobiernos
estatales frente a otras fuentes de autoridad como los mercados, las multinacionales (término
incorrecto, que según Strange se deberían denominar transnacionales), o las organizaciones o
ámbitos de relaciones multilaterales, económicas o de otro tipo, que no siempre están integradas
por los Estados.

Ideas centrales

Strange pone el énfasis en el debilitamiento de los Estados nacionales ante el poder de los
mercados, las empresas transnacionales y hasta las mafias, teniendo en cuenta que la
globalización y compañías hay que interpretarlas en términos de poder y no como si fueran un
acontecimiento natural y neutralmente técnico.

La autora desvela las trampas escondidas de los términos de general circulación como
globalización o multilateralidad, que no son más que eufemismos que encubren las relaciones de
poder. En resumen, que quien manda es Estados Unidos.

Para Strange, "globalización" puede referirse a cualquier cosa, un eufemismo educado para la
armonización del consumo y prácticas culturales; "interdependencia" esconde la verdad de la
dependencia asimétrica; "multilateralidad" (supuestamente acuñado por el departamento de
relaciones públicas de IBM en los 60) desvía la atención del origen de las empresas,
normalmente anglosajonas; y la "gobernación global" transmite la idea de que se está
consiguiendo gobernar el mundo a través de una autoridad mundial, como consecuencia de la
armonización de intereses.

Una de las hipótesis centrales del libro, es que el vuelco en el equilibrio de poder de los Estados a
los mercados ha hecho que las empresas transnacionales sean el actor principal para competir
por las cuotas de mercado mundiales, por lo que debe olvidarse que el Estado es el único actor y
hay que abrir más el campo de estudio.

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Pérdida de poder del Estado

Las empresas transnacionales han creado su propio sistema proteccionista privado, es decir, que
interfieren en el funcionamiento del libre mercado. Strange afirma que existen acuerdos entre
grupos de empresas que se reúnen informalmente y en secreto para repartirse el mercado,
perjudicando a los consumidores, que no tienen más remedio que elegir entre lo que se les
ofrece.

Esta es una forma de que cada vez menos empresas compitan por las cuotas de mercado
mundiales. Además, los gobiernos observan impotentes lo que ocurre porque les es difícil aplicar
las políticas antimonopolio al no contar con medios suficientes.

Un ejemplo de esto es el llamado "nolo contendere", por el cual una empresa se declaraba
culpable de haber incurrido en el delito contra una ley antimonopolio, prometía no volver a
cometerlo y así salía impune. Así ganaban todos: las empresas no eran penadas y los gobiernos
no gastaban recursos fiscales o monetarios.

Todo el libro gira en torno al desplazamiento del poder de los Estados hacia otras fuentes de
autoridad, algo que Strange repite hasta la saciedad en todos los capítulos. Para hacer un análisis
exhaustivo de este desplazamiento la autora enumera los poderes y las responsabilidades
tradicionales del Estado:

El derecho a sacrificar las vidas de los ciudadanos y defender el territorio nacional frente a una
invasión extranjera.

Controlar la moneda.

Elegir el modelo capitalista que seguirá el Estado.

Corregir los auges y las depresiones cíclicas.

Proveer de seguridad a los menos capacitados.

Recaudar impuestos.

Controlar el comercio exterior y las importaciones.

Poner las bases de la infraestructura económica.


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Otorgar monopolios.

Uso de la fuerza contra los ciudadanos.

Las conclusiones de esta enumeración son que el poder se ha desplazado verticalmente, desde
los Estados más débiles hacia los más fuertes con un capital global o regional más allá de sus
fronteras; que se ha desplazado horizontalmente, desde los Estados a los mercados y a esas
autoridades no estatales como son la sempresas; y otra parcela de poder se ha "evaporado", en
la medida que nadie lo ejerce.

El desplazamiento desde el Estado al mercado se produjo, según Strange, en buena medida


gracias a las políticas estatales para fomentar el libre mercado, además de otros factores que lo
han ayudado como los cambios tecnológicos, el crecimiento de la producción industrial y el
cambio en las finanzas.

Otras fuentes de autoridad (diferentes a los Estados)

Las empresas se han vuelto más independientes al interaccionarse con otras empresas en lugar
de relacionarse con los gobiernos. Aunque las empresas transnacionales no han superado a los
gobiernos de los Estados en autoridad, sí se han hecho con partes del poder que anteriormente
eran únicamente estatales, como la dirección económica de la localización de la industria, la
innovación tecnológica, la gestión de las relaciones laborales y la imposición fiscal.

Pero para ser honestos, en algunas cuestiones tendrá prioridad el Estado y en otras no. Nunca se
habla en La retirada del Estado de una desaparición total actual del Estado, sino de un declive en
lo que se refiere a garantizar ciertos aspectos antes controlados solamente por los Estados, como
velar por los intereses de grupos sociales especiales.

En relación con las telecomunicaciones como sistemas de transmisión, las conexiones, los
móviles, los satélites y todas las nuevas tecnologías, han disminuido el control de los gobiernos,
ya no tienen el monopolio de los servicios. Ahora se ven forzados a negociar con empresas
transnacionales y los beneficios van a parar a este sector privado.

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Los grandes usuarios de las tecnologías más avanzadas son las grandes empresas y sus
intereses deben tenerlos en cuenta los Estados. Aparte la combinación del ordenador personal
con los sistemas de transmisión telefónica permiten enviar mensajes a tiempo real sin
intervención de ninguna autoridad salvo las que dan acceso al sistema.

Por lo que respecta a las mafias, en Italia se producían una serie de intercambios entre el
gobierno central y la Cosa Nostra, que proveía de seguridad a los ciudadanos. No habría ningún
enfrentamiento mientras que cada uno se mantuviera en sus dominios, pero a medida que la
mafia se hizo demasiado poderosa, fue vista como una amenaza por el gobierno, y el conflicto
tuvo como resultado un descrédito de los políticos italianos y un mantenimiento de los negocios
legales de la mafia.

Los gestores de riesgos no se libran del análisis de Strange. En este sector los contratos
favorecen a las grandes empresas y a sus socios locales y gobiernos de acogida. En resumen,
los ricos escogen lo que pagan al asegurar sus bienes o sus vidas y los pobres se quedan con el
riesgo porque no pueden pagar por ello. Además, los aseguradores realizan juicios de valor que
alteran las opciones de los clientes potenciales, es decir, pueden escoger los clientes. Su poder
consta de la utilización de incentivos o frenos que afectan a las posibles opciones de elección.

Por otra parte, las consultoras, las Seis Grandes como las llama Strange, contribuyen a la
concentración económica y a un poder de las empresas transnacionales, al ser intermediarias en
las fusiones entre empresas y al aconsejar sobre cómo esquivar los impuestos. Antes estas
consultoras estaban dentro de las fronteras estatales, pero ahora traspasan ese límite y ofrecen
diversos servicios con el fin de proteger sus intereses privados.

Los que se benefician de esto son los consultores y sus clientes (las grandes empresas). La única
esperanza que ve la autora a este afán de concentración y para limitar el poder de las Seis
Grandes es Estados Unidos, cuyo poder estructural aumenta y conlleva una mayor presión sobre
estas prácticas cuasi-ilegales.

Otra fuente de autoridad diferente de los Estados son las Organizaciones Internacionales, que
actúan en nombre de la Comunidad Internacional y que están dirigidas en su mayor parte por
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EEUU de manera no oficial. La Historia esclarece que organizaciones internacionales como la
ONU son en realidad incompetentes en ciertos aspectos, porque EEUU la controla en función de
sus intereses, sigue existiendo discriminación de algunos países frente a otros, y se delega el
poder al Club de París y al Club de Londres.

Los Estados delegan parte de su autoridad a las organizaciones internacionales para amortizar
prácticas y repartir beneficios a fin de conseguir un interés común. Pero en la práctica esta
delegación sólo se produce cuando se percibe que el sistema internacional está amenazado o
cuando el coste de esa delegación es mínimo.

Por lo tanto las organizaciones internacionales preservan el sistema internacional y sus


actividades sirven para reforzar la autoridad de los gobiernos (como el de EEUU o en el Banco
Mundial).

En el caso de Europa, parece que Strange cree que no se produce una delegación real de los
Estados miembros de la Unión Europea, aunque señala que el Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas y la Comisión Europea son fuentes de autoridad supranacional. Sin
embargo, en otros aspectos la autora cree que no se conseguirá avanzar hacia una mayor unión
porque los gobiernos prefieren un vació de poder en seguridad, moneda, interior y en política
exterior. Hay que decir que estos aspectos pertenecen en cierta medida a la UE u otros
organismos.

Empezando por la seguridad, Europa se enmarca dentro de la OTAN porque los ejércitos no son
una prioridad de los Estados miembros. Sin embargo, desde hace unos años se está hablando de
la creación de un ejército europeo, bajo las órdenes de la UE para no depender tanto de
organizaciones extra-comunitarias.

En política interior se están produciendo cambios y en la puesta en marca de colaboraciones en


cuestiones de terrorismo se están dando pasos agigantados. Strange no se equivoca al asegurar
que los Estados miembros de la Unión están cooperando de manera estrecha no sólo en
terrorismo, sino en diversos temas de política interna.

En política exterior, dice Strange que podría haber problemas por el probable ataque de EEUU a
Irak (el libro fue escrito en el 2001) pero se hacen progresos por una PESC (Política Exterior y de
Seguridad Común). El tiempo nos ha hecho ver que la Unión Europea no se ha visto

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resquebrajada por la invasión estadounidense a Irak, y que se siguen dando progresos por una
PESC estable y vigorosa.

Por último, en lo que se refiere a la moneda, la inclusión del euro y su competición con el dólar de
EEUU es muy importante para las políticas comunitarias y un gran paso de delegación de los
Estados en la Unión Europea. Esa desconfianza de Strange, aunque con atisbos de esperanza
para el euro, no se ha hecho realidad. Desde hace un tiempo el euro se ha convertido en una
moneda estable y fuerte, clara competidora del dólar, e incluso superando a ésta.

Conclusiones

En resumen, los tres ámbitos políticos más significativos del Estado siguen siendo los de siempre:
el uso de la fuerza armada, el derecho a aplicar impuestos y determinar lo que es legal e ilegal.
Pero en opinión de Strange, ahora que la economía de mercado mundial ha desbordado la
autoridad del Estado, los gobiernos nacionales carecen de la capacidad y voluntad para subsanar
las desigualdades e inestabilidad que conlleva el crecimiento y cambio de economías de
mercado.

Esto afecta a la supervivencia de la democracia, que puede decaer consecuencia del


aburrimiento o de la frustración, según palabras de la autora. Ninguna de las autoridades no
estatales que aumentan su autoridad es gobernada democráticamente. No hay un banco central
mundial que controle toda la economía del planeta, que lo regule todo, no hay un poder
hegemónico como el de Reino Unido en el siglo XIX o de los EEUU después de la Segunda
Guerra Mundial, el Fondo Monetario Internacional nunca se pondrá de acuerdo sobre ello porque
priman los intereses privados de los nacionales que allí trabajan, y lo que ocurrirá en el futuro
será el déficit de democracia.

Para que esto no suceda, Strange echa en falta una fuerza de oposición para que una fuerza sea
aceptable, efectiva y respetada, y propone una combinación de fuerzas (el denominado equilibro
de poder en las Relaciones Internacionales) que cuestionen el uso arbitrario o egoísta del poder y
que lo usen para el bien común, mediante una posible coalición entre EEUU, Europa y Japón.

Por último, y para acabar ya la reseña de La retirada del Estado, hablaré de lo que Strange
explica como el "problema de Pinocho". Los hilos que sujetan a Pinocho los asemeja a los lazos
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que unen a los ciudadanos con sus respectivos Estados. Si estos hilos o lazos desaparecen, a
Pinocho (al igual que a los ciudadanos) nadie los dirige y tienen que decidir ellos mismos qué
hacer.

Y al haber más fuentes de autoridad, al no tener como referencia únicamente al Estado, estamos
ante un mundo en el que nuestra guía es nuestra conciencia, ya que no existen estructuras alternativas
que desarrollen todas las funciones del Estado.

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