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ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD EN EL JUICIO: “JORGE RUBEN

VASCONSELLOS C/ ASDRUBAL O. LOVERA BARBOZA, JUEZ DE PRIMERA


INSTANCIA EN LO CRIMINAL DEL PRIMER TURNO S/ ENJUICIAMIENTO”. AÑO: 1.997
– Nº 123.

ACUERDO Y SENTENCIA NÚMERO: CIENTO SETENTA Y CINCO

En la Ciudad de Asunción, Capital de la República del Paraguay, a los treinta días del mes de
abril del año dos mil uno, estando reunidos en la Sala de Acuerdos de la Corte Suprema de Justicia, los
Excmos. Señores Ministros Doctor: RAÚL SAPENA BRUGADA, Presidente y Ministros, Doctores
CARLOS FERNÁNDEZ GADEA, LUÍS LEZCANO CLAUDE, ENRIQUE SOSA ELIZECHE,
BONIFACIO RÍOS ÁVALOS, ELIXENO AYALA, FELIPE SANTIAGO PAREDES, MARÍA
MERCEDES BUONGERMINI Y RODOLFO GILL PALEARI, quienes integran la Corte por
inhibición de los Doctores JERÓNIMO IRALA BURGOS Y WILDO RIENZI GALEANO, por ante
mí, el Secretario autorizante, se trajo al acuerdo el expediente caratulado: ACCIÓN DE
INCONSTITUCIONALIDAD EN EL JUICIO: “JORGE RUBEN VASCONSELLOS C/ ASDRUBAL
O. LOVERA BARBOZA, JUEZ DE PRIMERA INSTANCIA EN LO CRIMINAL DEL PRIMER
TURNO S/ ENJUICIAMIENTO”, a fin de resolver la acción de inconstitucionalidad promovida por el
Abog. Mario Aníbal Elizeche Baudo.
Previo estudio de los antecedentes del caso, la Corte Suprema de Justicia, resolvió plantear y
votar la siguiente:

CUESTIÓN:

¿Es procedente la acción de inconstitucionalidad deducida?.


Practicado el sorteo de ley para determinar el orden de votación, dio el siguiente resultado:
Sapena Brugada, Lezcano Claude, Fernández Gadea, Sosa, Gill Paleari, Ríos Avalos, Ayala, Paredes y
Buongermini.
A la cuestión planteada el Doctor SAPENA BRUGADA dijo: Que por la presente acción de
inconstitucionalidad, se impugna la S.D. N° 10/97 dictada por el Jurado de Enjuiciamiento de
Magistrados, en fecha 5 de marzo de 1997, en los autos: “Jorge Rubén Vasconsellos c/ Asdrubal O.
Lovera Barboza, Juez de Primera Instancia en lo Criminal del Primer Turno s/ enjuiciamiento”.
Que la acción se funda en dos ordenes de consideraciones: el primero, de naturaleza
eminentemente formal aduce la inobservancia de las formas estatuidas para la redacción de las
sentencias; y el segundo, en la afirmación de que en el mencionado enjuiciamiento se han violado las
normas del debido proceso legal como consecuencia de haberse admitido pruebas obtenidas
ilícitamente.
Que por cuanto hace a la primera cuestión, es notorio que ella no puede fundar una declaración
de inconstitucionalidad, desde el momento que no se menciona que menoscabo o lesión de índole
constitucional traduce la supuesta indebida redacción de la sentencia. En realidad y en ausencia de
cualesquier forma específica establecida en la ley para las sentencias dictadas por este órgano
constitucional, es evidente que la misma llena los requisitos sustanciales para estas decisiones,
salvándose, además, la opinión disidente de cualquiera de los integrantes del Jurado, tal cual aparece en
la decisión impugnada.
En cuanto hace a la segunda cuestión, esto es, al hecho de haberse violado las reglas del debido
proceso legal por haberse agregado probanzas ilícitamente obtenidas, cabe hacer las siguientes
distinciones: Primero, la Constitución Nacional lo que prohíbe es que “en el proceso” no se le opongan
al imputado pruebas obtenidas o actuaciones producidas en violación de las normas jurídicas. En el
caso que aquí nos ocupa, es evidente que no se trata de pruebas obtenidas “en el proceso” sino que con
anterioridad, con lo que no se aprecia una directa violación a ésta norma constitucional. Segundo, debe
tenerse en cuenta que los elementos de juicio arrimados no constituyen, en sí mismos, “pruebas” en el
sentido técnico de la expresión, sino medios que eventualmente configuraran una prueba. Es la razón
por la que la ley procesal civil establece que “Podrá presentarse como prueba toda clase de
documentos, tales como fotografías, radiografías, mapas, películas cinematográficas, diagramas, calcos
y grabaciones fonográficas” (Art. 303). Tercero, en el proceso en cuestión, aún mediando una
oposición formal a su agregación, no advertimos que respecto de tales elementos de juicio, se haya
deducido alguna querella de falsedad o se haya demostrado su mendacidad. Cuarto, que los elementos
documentales en cuestión no pertenecían al impugnante, lo que podría autorizar su errada afirmación
de que fue violado su patrimonio documental, sino a un tercero, que fue autorizado por el propietario
de la residencia a obtenerlos y en tal carácter fueron presentados al proceso.
Pero, en definitiva, la jurisprudencia establecida por ésta Corte, no considera que pueda ser
materia de impugnación por inconstitucional, la valoración de las pruebas que realice el órgano del que
emana la decisión, siempre que haya sido realizada dentro de las facultades que la ley le otorga, como
en este caso, y que no se aprecie alguna desviación aberrante de las reglas de la sana critica que, por
consecuencia, viole algún derecho o garantía establecidos en la Constitución.
En estas condiciones, no cabe sino rechazar, con costas, la acción intentada.
OPINION DEL DR. RÍOS ÁVALOS: Concuerdo con las conclusiones vertidas
precedentemente y sobre el fondo de la cuestión planteada en la presente acción de inconstitucionalidad
deseo agregar brevemente cuanto sigue: -
a) La necesidad de poner de relieve que la ilicitud de las pruebas es una cuestión estudiada con
mucha preocupación y profundidad desde el siglo pasado, pues la misma riñe con la propia función
reconocida en el derecho; cual es: “Permitir conocer la existencia material de un hecho que luego se
deba valorar jurídicamente” (Carnelutti, Francesco. Instituciones del Proceso Civil, Ediciones Jurídicas
Europa América, Buenos Aires, 1989). Es decir, la prueba como demostración legal de la existencia de
un hecho, debe realizarse en virtud de los medios que la ley establece previamente, por lo que se arriba
al principio de la legalidad de los medios de pruebas, esto, revela que las partes no podrán valerse de
ningún medio de prueba no admitido por la Ley. De allí, es importante resaltar que los medios de
pruebas utilizados en un proceso podrán ser varios, los cuales podrán alcanzar a demostrar o no la
existencia de un hecho, de donde se colige con claridad que los medios de prueba constituyen
instrumentos demostrativos, pero no constituyen la prueba en sí misma.
b) Este aspecto se relaciona con la forma de obtención de aquellos medios probatorios, en cuyo
caso deberá observarse rigurosamente las garantías constitucionales; para levantar la evidencia que nos
pudiera conducir a la demostración plena de la existencia del hecho, es decir, la prueba de la cuestión
controvertida.
c) Por último, debe tenerse en cuenta la agregación regular o irregular al proceso de los medios
obtenidos, cuya incorporación al expediente, deberá realizarse de conformidad a las Leyes procesales y
de acuerdo a las formalidades establecidas.
En el caso que nos ocupa, principalmente, se impugna el modo de obtención de un medio de
prueba posteriormente agregado al expediente, pues, desde el punto de vista del accionante se ha
violado la garantía constitucional establecida en el Art. 36, porque para la obtención del medio
impugnado se requiere recurrir previamente a una autorización judicial, es decir, para la filmación de la
entrevista entre el Juez Lovera y el Abogado Vasconsellos debió ser autorizado previamente por el
Juez.
En efecto, el artículo 36 de la Constitución Nacional consagra el derecho a la inviolabilidad del
patrimonio documental y la comunicación privada. Esta garantía constitucional asegura que los terceros
no puedan intervenir comunicaciones ajenas sea por documentos escritos como: Las cartas,
correspondencias o cualquier otro medio de comunicación escrito entre las personas. También asegura
que un tercero no intervenga las comunicaciones telefónicas, telegráficas o cablegráficas y como
consecuencia de la violación de esta garantía constitucional resultaría la invalidez de las pruebas
obtenidas por medios irregulares o subrepticia.
Obviamente, que para romper esta garantía constitucional deberá obtenerse una orden judicial,
pues, el Poder Judicial es el guardián de la Constitución, pero la autorización estará limitada
exclusivamente a la cuestión investigada.
Sin embargo, cuando se trata de utilización de patrimonio documental entre partes, como la
correspondencia, la carta, las comunicaciones escritas debe admitirse que la Ley (Art. 411 C.C.P.)
contempla la posibilidad de su utilización en juicio cuando una de ellas esté interesada en el mismo.
Por otro lado, las reproducciones de conversaciones entre partes, igualmente, resulta constitucional y
legalmente admisible tratándose de negocios concluidos entre ellas.
Ahora bien, la cuestión radica si la reproducción de la entrevista o de las conversaciones entre
partes, fuese realizada sin el consentimiento de ambas o de una manera clandestina o subrepticia; en
estos casos, deberá interpretarse en armonía con el derecho a la privacidad, en razón, de que la
comunicación es parte y una proyección de la intimidad personal y de la inviolabilidad de derechos que
corresponden exclusivamente al ámbito privado de la personalidad humana, lo cual, denota que sí la
reproducción se hubiera realizado en un recinto privado, contra la voluntad del propietario o poseedor,
sería obviamente inconstitucional al haberse violentado un derecho que afecta a la comunicación
privada y al derecho a la privacidad reconocido a todo ser humano. La jurisprudencia francesa cuenta
con un conocido y difundido caso de protección a la privacidad, se trata de las fotografías tomadas a la
actriz Brigitte Bardot contra su consentimiento, pero mientras se encontraba en su propiedad privada,
dicha circunstancia fue calificada por los Tribunales como ilícita (Almada Galeano, Angel. Derecho a
la Privacidad, pag. 228 y sgtes. Editorial El Foro 1988). Pero en el presente caso, el anfitrión fue quien
realizó la reproducción de la entrevista en su propia oficina, con lo que no se observa ningún atentado
al derecho de la privacidad, entendiendo en este punto, que al no haberse negado la propia existencia de
la reproducción y la veracidad del contenido de la misma, no ameritaría desestimarse como un medio
más a ser analizado con el conjunto de elementos probatorios arrimados al enjuiciamiento cuya
sentencia hoy es impugnada por inconstitucional.
En estas condiciones, al no advertirse una manifiesta lesión de una garantía constitucional
encuentro que esta acción resulta improcedente, voto pues, en ese sentido.
OPINION DEL DOCTOR PAREDES: Me adhiero a las opiniones precedentes, y agrego las
siguientes consideraciones. Se ha dicho que “los juicios más importantes que pueden formularse sobre
un hombre se refiere al modo en que cumple la función social que le ha sido asignada” (Cfr.
MACINTYRE, Alasdair. Historia de la Ética, Piados, Barcelona, 5° Edición, 1994, pág. 11). El Juez,
como profesional de la Magistratura, debiera actuar – aún en el ámbito de su relacionamiento social –
observando ciertas normas de comportamiento, características de las personas honestas. Dicha
perspectiva implica el renunciamiento a obtener, en apego a su investidura, “beneficios indebidos”.
No aludimos aquí a la moral del Juez en su vida privada sino a elementales reglas de ética que
debe observar en su desempeño como Juez en la difícil misión de hacer justicia y en su vida pública. En
el caso, el accionante ha concurrido, libre y espontáneamente, a confraternizar con su hoy “contraria”,
con total descuido de sus deberes de decoro y probidad, especificados en el Art. 238 inc. c) del Código
de Organización Judicial.
Por otra parte, se ha abundado sobre la “apreciación y validez” de las pruebas aportadas. El
oponente, como bien se dijo, no tenía la obligación de conservar la “reserva” de la información; y
situándolo en un plano de igualdad con su contendor, le asistía el derecho de aportar esos elementos a
la jurisdicción, sin que ello importe menoscabo alguno a las garantías constitucionales previstas en los
Arts. 17, 33 y 34 de la Constitución Nacional. Además esta Corte Suprema de Justicia ha sentado
jurisprudencia en otros fallos en estos términos: “LA DISCONFORMIDAD O DISCREPANCIA DEL
ACCIONANTE CON LA VALORACIÓN DE LAS PRUEBAS REALIZADAS POR LOS
MAGISTRADOS, NO CONSTITUYE SUFICIENTE APOYO PARA UNA DECLARACIÓN DE
INCONSTITUCIONALIDAD” (A. y S. N° 428 DEL 9 DE DICIEMBRE DE 1998).
Finalmente, también es oportuno destacar la opinión de la Corte en cuanto a que: “EN LA
FUNCIÓN JURISDICCIONAL NO PUEDE DESCONOCERSE EL PRINCIPIO DE LA PRIMACIA
DE LA VERDAD JURÍDICA OBJETIVA SOBRE EL EXCESO DE RITUAL MANIFIESTO” (A. y
S. N° 440 del 27 de diciembre de 1995).
Por lo dicho considero que corresponde el rechazo de la Acción de Inconstitucionalidad
interpuesta.
OPINION DE LA DOCTORA BUONGERMINI P.: En el presente caso se plantea la
posibilidad de violación del derecho constitucional a la privacidad consagrado en la Carta Magna en el
Art. 33, el derecho a la inviolabilidad de la comunicación privada y eventualmente el derecho al debido
proceso, consagrado en el Art. 17, en especial en el inciso 9) de nuestra carta fundamental. Para el caso
específico, se trata de pruebas documentales, concretamente grabaciones, obtenidas sin orden judicial,
pero por quien tuvo participación directa en la comunicación o conversación, vale decir quien fuera
parte activa de la comunicación grabada.
En este sentido debe apuntarse que el accionante libre y espontáneamente entabló y continuó la
comunicación con quien produjera la grabación, y le confió, también espontáneamente, las
informaciones y datos, que ahora alega fueron obtenidos inconstitucionalmente. También se debe
advertir que el recepcionante de la comunicación no estaba obligado a guardar secreto profesional que
le impidiera legalmente revelar el contenido de la información. Entonces, cuando el hoy accionante
comunica la información sobre su persona a su interlocutor, hace en rigor un acto de confianza,
deposita su fe en la otra parte, en la esperanza, tácita o expresa, de que dicha persona podrá o querrá
guardar reserva sobre lo confiado. Pero este acto de confianza, puede estar sancionado por la moral o
las buenas costumbres sociales, mas no lo está por el derecho. El interlocutor era libre, hablando en
estrictos términos legales, de decidir si respetaba la reserva, guardando el secreto, o divulgaba la
información recibida. Ahora bien, en este caso se discute acerca de la existencia de grabaciones; es
decir, sobre el modo como la información fue guardada o preservada. Pero si el receptor de la
información no tenía el deber de guardar reserva o secreto, cabe preguntarse si hace alguna diferencia
el modo como la información fue conservada – en la memoria del recipiente o por medios electrónicos
– para luego ser divulgada. Creemos que, a los efectos del derecho a la privacidad, no existe ninguna
diferencia. El hoy accionante decidió depositar su confianza en su interlocutor y con ello asumió el
riesgo de una posible divulgación de la información, atendiendo a que no existía de parte de éste
obligación legal de guardar reserva o secreto. El modo como la información es conservada o guardada
no altera esta circunstancia.
Por las razones apuntadas la acción de inconstitucionalidad resulta improcedente.
A su turno los Doctores LEZCANO CLAUDE, FERNÁNDEZ GADEA, SOSA ELIZECHE y
GILL PALEARI, manifestaron que se adhieren al voto del Ministro preopinante, Doctor SAPENA
BRUGADA, por los mismos fundamentos.
A su turno el Doctor AYALA manifestó que se adhiere al voto del Doctor RÍOS ÁVALOS, por
los mismos fundamentos.
Con lo que se dio por terminado el acto, firmando SS.EE., todo por ante mí, de que certifico,
quedando acordada la sentencia que inmediatamente sigue:

Ministros: Elixeno Ayala, Bonifacio Ríos Ávalos, María Mercedes Buongermini Palumbo, Enrique A.
Sosa Elizeche, Felipe Santiago Paredes, Rodolfo Gill Paleari, Luís Lezcano Claude, Raúl Sapena
Brugada, Carlos Fernández Gadea.
Ante mí: Héctor Fabián Escobar Díaz, (Secretario Judicial).

SENTENCIA NÚMERO: 175


Asunción, 30 de abril de 2.001.
VISTO: Los méritos del Acuerdo que anteceden, la
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
RESUELVE:

RECHAZAR, la acción de inconstitucionalidad interpuesta en autos, con costas.


ANOTAR, registrar y notificar.

Ministros: Elixeno Ayala, Bonifacio Ríos Ávalos, María Mercedes Buongermini Palumbo, Enrique A.
Sosa Elizeche, Felipe Santiago Paredes, Rodolfo Gill Paleari, Luís Lezcano Claude, Raúl Sapena
Brugada, Carlos Fernández Gadea.
Ante mí: Héctor Fabián Escobar Díaz, (Secretario Judicial).

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