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LA
ESPAÑA MODERNA
O l r e o t o r : JOíSÉ I^ÁZAHO
J U N I O 1913
MADRID
Para la reproducción de loa artícu-
los comprendidos en el presente tomo
es indispensable el permiso del Direc-
tor de L A ESPASA MODKKMA.
ran los censos, pues siendo tan cuantiosos que hacían desapare-
cer la ganancia de las empresas, resultaba en último caso que
los censatarios eran realmente los que usufructuaban el teatro
cómoda y tranquilamente.
J u a n Catalina publicó un articulito (1) pidiendo protección
para el teatro, pero sin dar ninguna solución. De camino se
quejaba contra los críticos en general, para los cuales tiene
frases un tanto duras.
En el otoño de 1851 se formó una compañía en el teatro
del Príncipe, que abandonó su nuevo nombre de Español, en
la que figuraban Bárbara Lamadrid, Josefa Palma, Luisa Yá-
ñez, Josefa JNoriega, Joaquina Latorre, los Romeas, José Cal-
vo, Pedro López, Pedro Sobrado, Antonio Guzmán y Mariano
Fernández. Comenzaron con JEl astrólogo fingido, de Calderón,
y Zas castañeras picadas, de D. Ramón de la Cruz.
Causó extrañeza ver que Matilde no trabajaba en el teatro
donde estaba su marido, y más aún saber, porque lo anunció
la Prensa, que la perla de nuestros teatros se marcbaba a Amé-
rica; pero luego se dijo que existían ciertas diferencias de ca-
rácter en el matrimonio, y ya la gente se explicó la separación.
Sin embargo, ¡cual sería la sorpresa del público cuando se
anunció que Matilde suspendía su proyectado viaje y entraba
a formar parte de la compañía de Julián Romea! Así sucedió;
el 2 de Octubre se presentó en el escenario del Principe con la
comedia de Lope, Amantes y celosos, refundida por Dionisio
Solís.
En este mismo mes se estrenó Flavio Becaredo, de la Ave-
llaneda, con éxito amistoso.
El 5 de Noviembre se hizo, a petición y por expresa volun-
tad de la Reina, Marta la piadosa, de Tirso, y La casa de Tó-
came Roque, de Cruz, en las cuales obras trabajaron Matilde y
su marido.
El pobre G-uzmán, que ya estaba muy viejo, representó
(1) En La Ilustración.
0KÓNICA8 DEL TIEMPO UE ISABEL II 11
Real 2.000
Circo 1.600
Cruz 1.500
Principe 1.200
Instituto 800
Variedades 800
Lope de Vega (Basilios) 700
Total 8.600
De modo que la noche en que estuvieran ocupadas todas
16 LA E S P A S A MODERNA
España que dos siglos ha, desde la escena del Bueu Retiro,
eran en su arte maestros del mundo.»
F i r m a b a n la exposición: Quintana, el Duque de Rivas,
Bretón, Antonio Hurtado, los Escosuras, Ayala, Suárez Bra-
vo, Cazurro, Vega, Lasso, Díaz, Segovia, Tamayo, H a r t -
zenbusoli, Dacarrete, Cervino, Príncipe, Fernández-Guerra
(Aureliano y Luis), Narciso Serra, Ariza, Eguílaz, Vallada-
res (Luis), Cisueros, Camprodón, Montemar, García de Que-
vedo, Calvo Asensio, Gálvez Amandi, J u a n de la JBosa, Coupig-
ni, Rosell, Llano y Persi, Carreras y González, Ruiz del Ce-
rro, Zea, Diana y Ruiz Aguilera.
La medicina era la misma, sin más diferencia que la for-
ma; pues igual daría aplicarla en pildoras que en j a r a b e , y
como la situación del Tesoro no resultaba muy halagüeña, las
Cortes soberanas no se determinaron a tomar ningún acuerdo.
Conviene hacer constar que no se contó para nada con los
cómicos.
Mucho se lamentó la Prensa de la época que vamos histo-
riando, de la crisis por que atravesaba el teatro; pero después
de todo, no tenía razón en absoluto, y los autores dramáticos
contribuían en la medida de sus fuerzas a dar variedad a los
espectáculos, como lo demuestra el siguiente estado:
18 6 24
18 6 24
8 6 14
25 21 46
15 9 24
» 3 3
Genio 1 » 1
6 12 18
1 1
92 63 155
E. U.—Junio 1913.
18 LA ESPAÑA MODERNA
T E A T E O DE LA CEUZ.
(1) Es del tiempo de Carlos IV; lo escribió GoDzález del Castillo y tiene
cuatro partes.
28 LA ESPASA MODERNA
TEATRO DE NOVKDAOES
OIBCO DE PAUL
(Continuará.)
LOS LOMBARDOS ffl SEÍILLA
r»ao© d a z l n i .
en el de D,* Catalina:
OPVS
PACE GAZINI
FACIEBAT
IN lANVA
ü o D . F a d r l q u e d.e H e i x r i q í a e s B I l l t o e r a .
Xuos O a z i n i en. O é n o v a .
(1) Ed in quest'anno non fa Pier Domenico che daré assetto alie pro-
prie bisogne, come uomo (diresti) che s'apparecchi al moriré. Le cuale bi-
sogne erau debiti e nuUa piü (también propiedades). ALIZERI, 1. c. IV.,
página. 133.
(2) DE MARZI: I Gaggini e la Scultura in Sicilia. Palermo, 1880, I,
páginas 68 y siguientes.
LOS LOMBARDOS EN SETILLA 55
I * a o e O a z l n l y 17axxiLagxi.lii.o.
los arcos del Halle hizo aquél los bustos de romanos, de taxaa&o
superior al natural, de las fachadas del Oriente del Norte y del
Sur, pues las seis de la fachada occidental fueron encargadas
a Porta. Están inspiradas completamente en el estilo de las
otras, y quizá fueron hechas conforme a los bocetos de Gas-
par. Cabezas de formas potentes, pero fantásticas, cuyo mo-
delado, amplio y rudo, forma poderoso contraste con los perfi-
les-medallones delgados, sutiles y casi cuadriculados de los
héroes del pasado del pedestal de los Certosa. Su parentesco
con los bustos en Terracotta de la capilla Brivio en San Eus-
torgio de Milán, con los medallones de Caradosso en San Sáti-
ro, y los ocho del patio del palacio de Mediéis que se encuen-
t r a n en el Museo Arqueológico, no puede negarse. También
suministró para la iglesia de Santa María dei Miracoli los án-
geles de la cúpula y los ermitaños Pablo y Antonio.
Los dos relieves de las huertas, en la capilla de San J u a n ,
de la catedral de Genova, terminados en el año 1496, con pa-
sajes de la vida del Bautista, fueron atribuidos primeramente
al mismo Matbeo Civitali, que había tallado las estatuas bíbli-
cas. Sin embargo, posteriormente, aficionados indígenas como
Sante Varni los han asignado con gran certidumbre a Pace,
que ya entonces había pasado a G-énova.
E n el año 1501 fue encargado, en unión de su tío, de un
importante trabajo para la capilla de familia que Francisco
Lomellin se propuso construir en la iglesia de San Teodoro.
El contrato de 23 de Marzo de 1501 fijaba como fecha de ter-
minación la Pascua de 1502, y asignaba como precio para los
dos compañeros 1.300 liras.
Los frescos y demás pinturas fueron encargados a Gio Ma-
zone. La iglesia ha sido reedificada hace algún tiempo; en el
nuevo templo figuran aún dos hermosos cenotafios felizmente
conservados. Estos relieves funerarios, probablemente ejecuta-
dos por el propio PaoeGazini, representan el Nacimiento del
Salvador con la Adoración de los Reyes Magos, y las Mujeres
en el sepulcro; están rodeados de un valioso marco de escudos.
58 LA ESPAÑA MODffiBNA
ILias e s t a t u a s d e l p a l a c i o d e S a n Oloi?s;lo.
y la fecha Í509.
E n este trabajo se revela de la misma talla que su tío. La
ancha cabeza del patricio, encanecida en el trabajo y los nego-
cios, elocuente en alto grado, produce un efecto sugestivo por
su característica, formada por rasgos a la vez abultados y pe-
netrantes. Este trabajo fue confiado primeramente a Tamag-
LOS LOUBABDOB EN SEVILLA 61
Trabajos franceses.
E l JMontuxiento d e Hau.l d e L a n n o y .
A B L V E . NRA, D E L I C T A
E T E R N A : V I T A . NOBIS D A .
E l xn.oxiujxi.erLto d e O a t a l l x i a d.© R l l b e r a .
I ^ o s TbTxstos d e l o s g e n o v e s e s A o e l l l n o S a l v a g o
d.e T T a n a a g n l n l .
*
» *
*
* «
*
* *
E n sus relaciones coa la cultura árabe hállase España en la
situación del Vainqueur vaincu.
Es cierto que la guerra religiosa de ochocientos años termi-
nó con la victoria del Cristianismo y con la completa unifica-
ción de los vencedores; pero mientras, en ios principios de la
lucha, los pequeños reinos y condados buscaron y hallaron apo-
yo en los vecinos de allende los Pirineos, hacia el final de la
misma alojáronse siempre más los hábitos y costumbres de los
del resto de Europa y se avecinaron a los de los contrarios.
78 liA SSPAÍÍA MODERNA
*
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Hecha pronto extraña a Europa, arraigada firmemente a su
ESPAÑA T EL ARTE ESPAÑOL 83
* *
A los Habsburgos sucedieron los Borbones; influencias
92 LA ESPAÑA MODERKA
*
* *
E l arte de un país crece j u n t a m e n t e con su historia; el
alma de un pueblo se forma influida por ambos, y a su vez in-
fluyéndolos.
El realismo en el arte corresponde absolutamente al modo
de sentir del español, quien junto a todas sus preferencias por
las formas amables, se ofrece con naturalidad y soltura, y se
inclina mucho menos al teatral pathos y afectadas actitudes
que sus hermanas razas latinas.
E n t r e los primeros maestros españoles no hallamos ni uno
solo que no sea realista.
Ya a principios de la Edad Media hízose esto valer, prefe-
rentemente en el dominio de la plástica, en las estatuas-retra-
tos. Los monumentos sepulcrales del gótico tardío en las igle-
sias españolas, en lo que se refiere a verdad de vida, son únicos
en su género, aun prescindiendo de su acabada técnica. A n t e
todo, merecen atención las figuras arrodilladas o incorporadas
a medias.
En el arte español se muestra una tendencia más hacia la
verdad que hacia la belleza. Un rasgo áspero, viril, es la ca-
KSPASA T KL ARTE KSPASOL 97
I ffii
Discurso del Sr. Matías ilonso Criado, en la fiesta Inangnral
de «Concordia» en Rio Janeiro.
P e r e i r a , c u y o b i e n m e d i t a d o t r a b a j o a c r e d i t a la j u s t a r e p u t a -
ción q u e g o z a n t a n d i s t i n g u i d o s c i u d a d a n o s .
P o r la m a g n i t u d de la obra y trascendencia de sus conse-
c u e n c i a s , la J u n t a d e j u r i s c o n s u l t o s a p r o b ó s o l a m e n t e el R e -
g l a m e n t o g e n e r a l de la m i s m a , y v o t ó u n T r a t a d o de e x t r a d i -
ción de c r i m i n a l e s , n o m b r a n d o p a r a los d e m á s t r a b a j o s d e
codificación seis s u b c o m i s i o n e s q u e f u n c i o n a r á n en W a s h i n g -
t o n (1), R í o J a n e i r o (2), S a n t i a g o d e Chile (3), B u e n o s A i -
r e s (4), M o n t e v i d e o (5) y L i m a (6), s u b d i v i d i é n d o s e las m a t e -
r i a s de D e r e c h o I n t e r n a c i o n a l p ú b l i c o l a s c u a t r o p r i m e r a s , y
d e D e r e c h o I n t e r n a c i o n a l p r i v a d o las dos ú l t i m a s , p a r a p r e -
s e n t a r el r e s u l t a d o de sus e s t u d i o s e n la s e g u n d a r e u n i ó n del
galando, con todo y ser pobre, una obra genial a los emotivos
de su tiempo!
Cuando se lleva un nuevo mundo dentro, no se puede amar
al que se ve en derredor.
Si adoramos en Don Quijote, es porque le vemos amar loca-
mente al mundo que lleva dentro de sí mismo. Tal será la ca-
racterística de todos los Quijotes futuros, ser la primera vícti-
ma de la propia imaginación. Lo demás es literatura y vanidad
literaria.
Eepito que no creo que haya que copiar la doctrina ni el
método del Ingenioso Hidalgo. Los Quijotes del porvenir no
merecerán el ataque de Q-obineau a Cervantes. No; hay que
sentirse pariente suyo, como todo hombre de élite lo es de los
grandes espíritus que en diferentes épocas han sido.
La obra de Don Quijote futuro será la creación de nuevos
valores humanos sobre las ruinas sociales. Vendrá tiempo en
que el hombre libre, verdaderamente moderno, ávido de belle-
za moral, tendrá que escoger entre una obra de redención y los
bienes de la tierra. Don Quijote no será el Cakiamemi elegia-
co que nos ha legado el Asia. Predicará !a posesión de la vida
sin él tomarla para sí. L a verá con toda su objetividad, ponien-
do una muralla entre su yo y los placeres del mundo. Sólo así
dará la nota justa de los verdaderos valores humanos.
Es indudable que de la actual organización de la sociedad
saldrán nuevas jerarquías. Pero los Quijotes, los idealistas de
todas las categorías, no gobernarán nunca. Serán los latidos de
la conciencia moral de la sociedad, que se encargan de arrancar
a ésta de la tiranía de la animalidad. Y esto, que es un parto
continuo, será un sendero de dolor, de que tenemos una ima-
gen expresiva y emocionante en la mujer-centauro de Rodin,
No gobernarán nunca los idealistas, porque la política exige
intrigas, astucias y duplicidades, que el verdadero hombre su-
perior despreciará siempre. Si transigiera con ellas, debería ab-
dicar de una parte de su elevación; si tal hiciera, ya no sería
un genio ni un hombre creador.
MAOIONALI8«0 T VttlTBRttALISHO IS9
J A I U E BBOSSA
li ifEIIÜM ilElESCÁ DI iimi n lüSTEU
Y DEL PALATINO DEL RHIN, 1517
*
* *
(1) Ch. vau Riemsdyk, Catálogo, edición de 1904, núm. 1.498, pág. 195.
(2) Vita clarissimi principis Philipi a Burgundia, Strasburgo, 1529.
(3) Zeitschrift für bildende Kunst, 1895, pág. 199.
LA AVENTURA NOVELESCA DE LEONOR DE AUSTRIA 147
*
* *
OitlTIOA
LITER-ATTJFIA
F O L K - LOrCE
de L a u n a y ,
LEYENDAS Y TBADIOIONES DE B U L G A B I A . — L .
del Instituto de Francia, dedica en la Revue Bleue un artículo
a las leyendas de los Balkanes, que no tienen la elegancia
poética de las canciones griegas, ni el romanticismo coloreado
de los cantos que se acompañan con la guzla; pero que, rebus-
cando bien, contienen más de una idea original, curiosa o pi-
cante.
E n las teorías cosmogónicas de los búlgaros, matizadas de
maniqueísmo, Satanás representa un papel importante, no
como enemigo de Dios, sino como su socio; cada cual t r a t a de
gobernar con detrimento del otro, y en esta asociación, pare-
REVISTA DE REVISTAS 185
FILOLOOIA
í
PUEBLERINO, A.—¿Dónde he visto yo por vez primera ese
lindo vocablo? ¿Quién ha sido el primero en emplearlo? ¿Ha
sido el Azorín de la segunda época, en su atildada y jugosísi-
ma prosa, libre ya del enfadoso machaqueo del enfático yo de
la primera? ¿Ha sido Antón del Olmet en alguna de sus chis-
peantes y sabrosísimas crónicas, que tan pronto nos ofrecen
en un arcaísmo hábilmente resucitado el feliz encuentro de un
querido conocido antiguo ya casi olvidado, como el afortunado
hallazgo de un neologismo atinado y sugestivo, que nos enamo-
ra con su frescura y su pimpante elegancia? No lo sé. No sé—
digo en la revista'madrileña El Lenguaje,—ni de dónde ha sa-
lido, ni quién ha sido el primero en inventarlo; pero es lo cier-
to que de unos años a esta parte, la palabra pueblerino, pue-
blerina, corre de pluma en pluma, y has1",a empieza a correr de
boca en boca, y todo hace presumir que ha de entrar por de-
recho propio en el Diccionario de la Lengua, no precisamen-
te en el de la Academia, sino en el que inventaríe las voces
castellanas de uso corriente y legítimo.
Y es que la palabra es bonita, simpática y acariciadora, y
responde a una verdadera necesidad, llenando un vacío del
idioma. Antes se veía a una mujer de pueblo, aunque estuvie-
ra bien trajeada a la usanza del país, y fuera airosa y agrada-
ble, y había que llamarla payesa, baturra, charra, panocha,
pasiega, paleta, etc., según la procedencia, o bien emplear un
término más general y vago, Ilamái;doIa aldeana o cosa seme-
jante. Todas estas palabras encierran cierto sentido desprecia-
tivo, que si en muchos casos entra, realmente, en la intención
del que las emplea, en otros está muy distante de su pensa-
miento, y en casi todos es inmerecido y fuera de razón.
Hacía falta una palabra que, dejando en pie la idea madre
del vocablo—un representante del elemento inculto de los ha-
bitantes del campo y de la aldea,—la despojara de todo sentido
196 LA ESPAÑA MODERNA
.%
cuenta en la Deustche
U N A ANÉCDOTA SOBEE L E N A Ü . — L a
Rundschau María de Bunsen, que la ha recogido confidencial-
mente de boca del consejero áulico Teobaldo Kerner. Lenau
era caprichoso con exceso, mimado por la adoración y las li-
sonjas de las mujeres, siempre enamorado, siempre flotando
entre una y otra. Perdida su salud, se pasaba el día bebiendo
café y fumando sin cesar.
Muy amigo de Kerner, le anunció un invierno que iría a
pasar una temporada en su casa.
Le prepararon el cuarto, arreglándole el sofá y barnizan-
do de nuevo la cómoda y la mesa.
Llegó Lenau, y como siempre iba fumando y dejando caer
la ceniza, la madre de Kerner, tomó un cenicero y rogó a su
marido que se lo hiciera notar a Lenau; Justino lo hizo vaci-
lando y con mucha precaución. Entonces Lenau levantó la
voz, y dijo:
—Fíjate, Kerner, en lo que te voy a contar: un artesano
vienes se instalaba; un gentilhombre húngaro que fue a visi-
tarle escupió en el suelo, y como el vienes le enseñara una es-
cupidera, el húngaro se exaltó, y dijo:—Cuando un gentilhom-
bre húngaro hace a un burgués el honor de visitarle, no escu-
pe en el suelo, sino ahí—y le escupió en el rostro.—¿Has
comprendido?
—Mi padre—cuenta Kerner—estaba lívido de cólera. En-
tonces tomé yo la palabra:—«No ha terminado la historia—dije.
Sí.—No, porque el burgués tenía un hijo que saltó a la gar-
ganta del húngaro, y lo estranguló, como yo voy ahora a es-
trangularte»—y salté como una fiera sobre é l . ^ L u e g o corrí
fuera de la casa, y cuando volví por la noche, me encontré con
que Lenau se había marchado.
*
« *
darse polvos muy amarillos para que el ro'stro tenga ese color
atezado, que hasta hace poco se hacía desaparecer con toda
clase de aguas maravillosas. Hasta parece que van a resucitar"
los lunares.
La moda de los lunares estuvo en boga más de dos siglos,
y llegaron a ponérselos hasta los famosos abates o curitas
mundanos del siglo xviil; los había hasta en los conventos, y
cada uno de ellos, según el Fígaro, tenía su nombre: junto a
los ojos, se llamaba el apasionado; en los labios, el coquetón; en
la nariz, el descarado; en la frente, el majestuoso; en medio de
la mejilla, el galante; en el pliegue de la mejilla al reir, el gra-
cioso, y e n e l labio inferior, el discreto. En tiempos de Luis X I V
el buen tono exigía que toda mujer tuviese siempre su caja de
lunares, cofrecito de oro, de plata, de marfil o de concha que
encerraba un espejo, colorete y lunares. Se podía, hasta en vi-
sita, darse colorete o reemplazar un lunar caído. Hechos en ge-
neral de papel engomado, los había de todas formas, redondos,
cuadrados u ovalados; hasta se entretuvieron en cortarlos en
forma de estrellas, imitando la luna, el sol, un corazón, per-
sonajes, y, sobre todo animales, lo que permitía lucir en el ros-
tro toda un arca de Noé.
FEBNANDO AEAUJO
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS