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La Lógica del Tiempo anclada en la Certidumbre anticipada. Desde una


quimérica objetividad a un improbable absolutismo científico.
Seminario XI.: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis.
Antequera, A., Dabini, M., D´Amato, C., Antequera, M., Clochiatti, L.

A partir de una diferente concepción del Inconsciente que lo ubica


como espacio virtual en el ensamble con la Dirección de la Cura, Lacan
establece una práctica de Conducción Analítica que incluye un tiempo
evidente en la lógica del Inconsciente, atravesado por los
descubrimientos de la física relativa y la lógica matemática que lo
conduce por 3 dimensiones: ausencia de referencia en todo sistema,
incidencia del operador en todo proceso que se despliega y
cuestionamiento drástico a toda objetividad. Estos puntos
dimensionales permiten objetivizar como el hombre se estructura en un
otro semejante que lo des-fragmenta y lo reúne en un reflejo que le
es propio.
Lo prematuro del Estadio del Espejo hace que el ser hablante vea su
imagen integrada cuando su cuerpo no puede aún moverse en forma
coordinada. Es un tiempo de retraso del Sujeto respecto de los otros,
que se evidencia a partir de reflexionar sobre el tiempo para
comprender, justo en el momento de concluir. En el instante de la
Mirada la demora conduce a error.
La modulación del tiempo es la que abre la vía que lleva a la
evidencia de la interpretación del inconsciente.
A partir de esto se presentan algunas conclusiones posibles:
interpretar como proceder a tiempo evita el, error, el retraso
engendra error con lo cual hay que anticiparse a la propia
certidumbre, el juicio solamente puede ser formulado por el sujeto que
soporta y se responsabiliza de su propia experiencia, la verdad y la
certeza se alcanza con los otros y el saber ligado a la experiencia es
un saber menos ligado a la duda que lo suspende y a la certidumbre
anticipada que no introduce en la lógica del lenguaje.
A partir del espacio abierto por los tiempos lógicos se puede dar
cuenta de lo certero surgido de la experiencia, donde el momento de
concluir está signado por el Sujeto del Inconsciente que se anula en
el punto desde donde se resignifican sus experiencias virtuales.
A partir de éste último se introduce la temporalidad de la secuencia,
que ordena la temporalidad de la serie asociativa que, como tal,
puede devenir continua e infinita.
Es con los grafos que se pone de relieve la anticipación –
retroacción, creándose un circuito donde el paso inicial es modulado
acorde a como se anticipe el final.
Es así que Lacan, desde su práctica, define como una concepción de
tiempo nacida de una ficción de lógica intehumana, el estatuto del
Inconsciente, es lo evasivo pero se logra circunscribirlo en una
estructura temporal, de la que bien puede decirse, que hasta ahora,
nunca había sido articulada.
Y concluye en “Del sujeto de la Certeza”, el Inconsciente no se presta
a ninguna Ontología en tanto su estatuto: “Ni ser, ni no ser. Finitud
del deseo. Lo evasivo. Es el orden de lo realizado, quiere llegar a
ser y está proyectado hacia el futuro. El Inconsciente es algo más que
repetición, es el acontecimiento que insiste como retorno de lo
reprimido y como tal desea realizarse.
Si ónticamente el Inconsciente es lo evasivo, sólo se tienen noticias
de él cuando aparece para desaparecer, que se lo encuentre no quiere
decir que se lo trate, pero el Estatuto del Inconsciente, frágil en el
plano óntico en tanto sostenido en la hianca, es ético.
“La función del tiempo es de Orden Lógico y está ligada a una puesta
en forma significante de Lo Real” porque el aserto tiende a
desubjetivarse por la puesta en forma significante que conduce a una
descarga de la tensión temporal, en tanto sea necesario sostener al
Inconsciente en su deseo: lugar del analista que se induce desde el
cual se establece la Dirección de la Cura, porque determinar el
Estatuto del Inconsciente se relaciona precisamente con empezar a
internarse en el soporte teórico del Psicoanálisis, esclarecido en el
Seminario XI: Los Cuatro Principios Fundamentales del Psicoanálisis.
En ese texto, Lacan comienza por hacer un paralelo entre su situación:
proscripción de la Enseñanza del Psicoanálisis y la vivida por
Spinoza: en relación a la Excomunión que sufrió en 1656 y que
significó la expulsión de la Comunidad Judía a la que pertenecía. El
Dictamen de Expulsión fue pronunciado por la lectura que realizó
Spinoza de los Textos Sagrados. Lacan compara esta situación con la
expulsión, que él sufrió, de la Escuela Psicoanalitica de Paris, por
la lectura y enseñanza que realizaba sobre los textos de S. Freud.
Lacan le da a la palabra Excomunión, de neta raigambre Religiosa
Católica, el sentido de imposibilidad de regreso, que esta palabra no
conlleva, pero sí porta el Klerem Judío que fue lo que se le aplicó a
Spinoza.
Aunque la palabra Excomunión no responde exactamente a lo planteado en
el Caso Spinoza pues de la Excomunión se vuelve, es por ese sentido de
no regreso que se infiere lo que después sucederá: Lacan jamás regresa
a la Asociación Internacional, porque no puede transformarse en un
Galileo Galilei, ya que se le exige para aceptar su re-afiliación que
abdique de la Formación de Analistas desde su ´Ecòle`.
Desde la pegunta sobre si el Psicoanálisis es una ciencia, Lacan busca
la respuesta a este interrogante remitiéndose a la Praxis
Psicoanalítica, que delimita un campo, el campo de una experiencia:
Praxis Psicoanalítica, ya referida en la Concepción del Tiempo que él
enuncia.
También pasará por la Dimensión de la Formalización para vérsela con
los conceptos y la posibilidad de articularlos, especialmente los que
denomina Fundamentales, puntuados dentro de Cuatro Rúbricas:
Inconsciente, Repetición, Transferencia y Pulsión.
También encuentra ciertos paralelos en el Psicoanálisis que lo
vinculan con el Registro Religioso, por lo cual realiza la comparación
con la excomunión sufrida por Spinoza.
La pregunta por la Cientificidad del Psicoanalisis no es respondida en
este texto de forma completa, dejando el interrogante planteado y
abierto para próximos desarrollos.
El Inconsciente Post-freudiano se define en relación a la evolución
que sufrieron los Conceptos Fundamentales de Freud en cierta época y
en cierto lugar. Esta evolución está básicamente centrada en la
relación madre-hijo, y en la articulación de la dinámica de la
frustración, dejando de lado procesos estructurantes como el Complejo
de Edipo y el Complejo de Castración.
Esta idea del Psicoanálisis y su Aplicación, es con la que Lacan
viene a romper reintroduciendo Conceptos Fundamentales, como el
Complejo de Edipo, Complejo de Castración, la Falta, el Falo, etc. Al
articular estos conceptos y otros nuevos como el objeto ´a`, Lacan
produce un avance teórico que permite dar un paso hacia un
conocimiento más preciso del comportamiento del Sujeto y el
funcionamiento de su psiquismo.
Para esto Lacan utiliza los conocimientos de otras disciplinas como la
lingüística, las matemáticas y otras que le permiten definir mejor el
campo por el cual avanza.
El deseo es lo real de un cuerpo de goce. Sobre ese cuerpo real se
escribe con la letra el goce, marca del lenguaje, marcas indelebles
que apresarán al Sujeto en el Orden Simbólico, y determinarán su
Constitución Subjetiva. Orden que lo antecede, lo precede y lo
atraviesa en su existencia.
Deseo causado con la caída del Objeto ´a`, causa perdida, detrás de la
metonimia del deseo.
El Sujeto del Lenguaje vive bajo la Ley del Significante, que regula
el Universo Simbólico que habita, regulación expresada en La ley de la
Prohibición del Incesto, es fundante de la Cultura y por lo mismo,
del Sujeto Humano.
El Inconsciente se manifiesta en un movimiento de apertura y de
cierre, en ese movimiento se produce el acto, un acto del
inconsciente. En ese acto que también es una falla, una caída del Yo,
se inscribe algo del Deseo del Sujeto.
Si hay un analizante y un analista, puede que el analista le devuelva
al analizante una lectura de su texto, que le cause un efecto de
sorpresa, por lo revelador de esas palabras dichas, reveladoras de una
verdad olvidada, que se viene a reencontrar.
El movimiento del Inconsciente se produce en la discontinuidad,
apenas emerge y ya desaparece, eso es lo que hace al fenómeno
evanescente.
En ese movimiento se produce un corte, un corte que se manifiesta en
acto, un acto de un Sujeto de Lenguaje que se imprime en la Estructura
Simbólica.
El Status del Inconsciente es ético, el Inconsciente no miente, en el
Acto Inconsciente se expresa una verdad, una verdad que tiene que ver
con el deseo del Sujeto. Esta verdad era el objetivo que perseguía
Freud.
Lacan para cuestionar los Fundamentos del Psicoanálisis se dirige a
los orígenes, a los orígenes del descubrimiento y su relación con el
descubridor. Siguiendo este camino se encuentra con la búsqueda de la
verdad en Freud, y la modalidad de esta búsqueda.
Freud encontró en la duda su certeza, donde el sujeto duda ahí hay un
Pensamiento Inconsciente, eso es signo de resistencia dice Freud. A
partir de esta premisa Freud orientó su búsqueda.
En el Yo dudo, “se manifiesta el Sujeto, opuesto al Yo pienso”, donde
éste se pierde. En esa duda, en esa caída, en esa falla, es donde se
manifiesta un acto del inconsciente, en esa apertura fugaz se expresa
algo del Deseo del Sujeto que Freud supo ver, y utilizó como
fundamento de su certeza.
El Inconsciente Freudiano en el Esquema del Peine se encuentra entre
percepción y conciencia, es ese otro lugar, esa Otra Escena, donde se
registra toda la experiencia del sujeto.
Según este esquema el Aparato Psíquico está dividido en sistemas, con
una orientación espacial, y los estímulos recorren un camino
progrediente desde percepción a conciencia. En ese otro lugar, entre
percepción y conciencia, están las huellas mnémicas que forman la
memoria donde queda todo registrado.
En el sueño la excitación psíquica toma un camino regrediente, se
dirige hacia el sistema de las percepciones, retranscribíendo los
signos mnémicos en las imágenes perceptuales que originalmente
fueron.
La excitación del sueño parte del Inconsciente y se anuda a los restos
diurnos preconcientes, para formar los sueños.
Freud plantea que para que algo pase a la memoria, primero debe
borrarse de la percepción y viceversa. Estos representantes se asocian
en la memoria por el encuentro en la simultaneidad que en su momento
tuvieron. Es el punto de la sincronía significante que enuncia Lacan.
Es el Otro, como Tesoro de Significantes, como Dador de los Signos,
Transmisor del Lenguaje, el Otro de la Cultura, el Otro Omnipotente.
El Otro como Discurso del Inconsciente.
El Otro como lo experimenta el infante en su primer período de vida,
debido a su extrema dependencia por la prematuración biológica y la
indefensión psíquica.
El otro con minúscula está a nivel de Lo Imaginario, a nivel de la
Imagen Especular vinculada al Narcisismo.
El otro especular del Estadio del Espejo, donde hay una identificación
a una Imagen Externa Unificada, mientras que el infante se experimenta
fragmentado. Esto provoca una tensión, que genera agresividad en él y
que se precipita a esa imagen para alcanzar una síntesis del Yo.
El Otro y el otro son registros distintos pero pueden recubrirse en
ciertas ocasiones donde se da un situación asimétrica, donde hay uno
con más poder que otro, como en la relación del infante con su madre.
También puede suceder en cualquier situación cotidiana, donde un
sujeto, por algún motivo particular experimenta la relación con otro,
como si fuera con Otro, porque le atribuye a este último algún poder
especial.
Automaton es la cadena significante donde está atrapado el Sujeto,
regido por la Ley del Significante, el signo que siempre vuelve, que
se repite por el funcionamiento del Principio de Placer.
Tyche es el encuentro con Lo Real, encuentro siempre fallido,
encuentro con un Real inesperado, un Real nunca aprensible por
completo, un Resto Real Traumático. Un Real más allá del Automaton,
más allá del retorno de la cadena significante. Un real que Freud
nunca perdió de vista en su investigación, aunque nunca lo vislumbrara
del todo.
Estos conceptos introducen una Praxis Clínica que incluye la
estructura del Deseo como integrante fundamental en la Dirección de la
Cura.
La Clínica Psicoanalítica se funda en la escucha de aquel discurso que
desecha la Clínica Médica: el Discurso Subjetivo. Para el
psicoanálisis el síntoma no debe ser tomado como signo, sino como
significante, como algo que remite a otro significante. Es en la
relación entre significantes donde el psicoanalista busca el sentido
que el síntoma enmascara, es la subjetividad que el Discurso Médico
desecha.
El Psicoanálisis hace del síntoma una metáfora que remite a algo, no
al organismo, sino a otro significante. Por lo tanto, se ubica en un
espacio donde la escucha y el discurso son los elementos
fundamentales. En este contexto, la interpretación no toma el carácter
de un saber que al sujeto le proviene desde afuera como el Discurso
del Amo, sino que articula sus propios dichos y decires, puntuando
las encrucijadas significantes donde se detiene y se desvía la
enunciación del deseo del propio paciente.
Si la subjetividad corre por cuenta del psicoanalista, es necesario
reubicar el cuerpo, para saber qué cuerpo está en juego para cada
discurso. Mientras el Cuerpo Físico responde al Lenguaje Médico en su
concretud, el Cuerpo Erógeno es patrimonio del Discurso Analítico. Hay
un sujeto de deseo que se ha de escuchar desde el psicoanálisis, y
también un cuerpo que allí se juega con todas sus resonancias
fantasmáticas y sus anclajes en los Registros de Lo Simbólico, Lo Real
y Lo Imaginario, donde se articula un saber que no proviene del
Discurso Amo, sino del propio saber del Sujeto en Análisis.
La escucha analítica habla de Otra Escena donde se juega el deseo, se
trata del Inconsciente, registro que produce transformaciones
retóricas cuyo fin es la realización de deseos y relaciona el
Significante, el Cuerpo del Sujeto y el Otro. El niño es empujado a
los desfiladeros de la demanda a partir de las necesidades orgánicas
propias de la Prematuración Biológica de su nacimiento. Esta demanda
se dirige a otro que, al satisfacerla marca al sujeto, significándolo
y otorgándole un lugar dentro de su propio deseo (función materna). El
Sujeto intenta identificarse al deseo de la madre, pero si ese deseo
no se agota en la satisfacción que otorga, se introduce el Falo en el
Orden Simbólico a través de la Metáfora Paterna (Nombre del Padre).
Con la presencia de la Función Paterna el niño se encuentra con la Ley
del Otro, que recae sobre él y sobre la madre. El padre funciona en el
Falo, pero no lo es. Sin embargo, el niño se identifica con éste y se
constituye el Ideal del Yo. Se elide el deseo de la madre y así se lo
constituye como significante, el falo como significante implica la
constitución de la cadena y afecta a toda significación.
Por su parte, Freud habla de un Yo Corporal, como una imagen que le
proviene al sujeto desde afuera; es corporal en tanto significa una
cierta articulación de la Imagen del Cuerpo. Es el Yo del Estadio del
Espejo, garante de la Unidad del Sujeto, el Yo alienado por el Primer
Otro que representa la introducción del Sujeto en el Orden Imaginario.
Lacan dice que esta ilusoria totalidad del ser es una forma de
búsqueda del Paraíso anterior al nacimiento y de la más oscura
aspiración a la Muerte. El mito de Narciso involucra la muerte, y en
la aparente ausencia de prójimo se observa la radical alienación de
esta identidad. El Estadio del Espejo demuestra que el Yo es producto
del Desconocimiento e indica el sitio donde el Sujeto se aliena a si
mismo.
De este modo, el deseo se apoya en las Funciones: paterna, materna y
todas las precedentes en la historia. El Sujeto aparece sujetado al
deseo de otro y su Yo se constituye como una experiencia del lenguaje
en el cual queda alienado por el otro tras la identificación
especular. El Ideal del Yo actúa como reservorio del deseo a la vez
que como lugar de la Ley que instaura al deseo. La función del Yo es
de Desconocimiento sobre ese deseo, hete aquí la razón de ser de la
Función del Analista: que pueda dar cuenta de ese deseo.
El Aporte del Analista en todo este montaje se constituye en tanto se
juega en torno de un saber no sabido (inconsciente desconocido por el
Yo). El Analista cumple la función de Espejo Vacío, adjudicándose la
ayuda del Muerto en tanto no deben reanimarse sus propios
sentimientos. Por esto, Lacan dice que la Táctica del Analista es la
Interpretación, porque el Principio del Poder de la Cura está en la
Palabra. Y en tanto la Estrategia es la Transferencia, la Palabra del
Analista será escuchada como proveniente del Otro; es gracias a lo que
el Sujeto le atribuye al analista (SsS), que es posible que una
interpretación regrese al lugar desde donde puede tener alcance sobre
las respuestas. En este contexto, la Política del Analista es el
deseo, que se ubica en la carencia de ser producto de la hiancia para
poder cumplir con su función. Pero no se puede confundir esta función
con la de un sujeto cualquiera que escucha y habla con otro, porque el
Psicoanálisis es una práctica dialéctica: parte de los decires del
sujeto para regresar a ellos, y eso supone trabajar en un plano que
está mas allá del enunciado consciente y no tiene que ver con el
hablar sino con el decir.
Pero no solo el analista deberá abandonar la posición de Amo, el
paciente también deberá hacerlo. La Asociación Libre no es más que
dejarse llevar, dejar de lado al Yo que regula los dichos y hablar
aunque aparezca el Sin Sentido. La Asociación Libre y la escucha en
Atención Flotante, apuntan a un encuentro con el Más Allá del
Discurso, pero no se trata de quitar la máscara para encontrar a otro
Sujeto escondido en ella, se trata de apuntar hacia otro lugar. Para
esto, hay que correrse de la línea intencional del dicho del paciente
y buscar aquello donde el sujeto queda implícito, en un juego de
espejos infinito.
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