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SANTISIMO SACRAMENTO
POR EL
R. P. A. T E S N I E R E
de la Congregación del Santísimo Sacramento.
UNIVKSÍ8AB Di Y9 LEON
BitMea Valverde y TeUnCapilla Alfonsina
MÉJICO B&Hateca Univ
LIBRERÍA RELIGIOSA
HERRERO HERMANOS, EDITORES
S a n J o s é el R e a l , 3
48278
PRÓLOGO.
012268
los pueblos y naciones, renovando la faz del desgracia, vendrán prontos á domiciliarse en
orbe en sus relaciones morales y en las aspira- el alma la esperanza y el amor, vínculos de
ciones que le atraen al orden sobrenatural. altísimo precio que preparan y consuman nues-
Sabemos que para alcanzar la vida eterna tra perfecta unión con Dios.
estamos obligados á conocer, amar y adorar á ¿Pero qué singulares caracteres deben ha-
á Dios; y este triple deber se cumple y se per- llarse en el perfecto adorador de Jesucristo?
fecciona en toda su plenitud si llevamos á Je- E l mismo quiso marcarlos diciéndonos que
sucristro Nuestro Señor, presente en la Ado- permanezcamos en El y que sus palabras per-
rable Eucaristía, todo nuestro entendimiento manezcan en nosotros. ¿Y qué cosa es perma-
necer en Jesucristo ? ¡ A h ! es tener la misma
y toda nuestra voluntad. Si aprendemos á
voluntad que El tiene en orden á nuestra
conocerle, también aprenderemos á amarle con
eterna salvación; es alimentar todos los días
todas las fuerzas de nuestra alma, y aprende-
en nuestro corazón el eficaz deseo y la valiente
remos también á tributarle la adoración que
resolución de sacrificarlo todo por su amor ; es
le es debida. Hcec est vita ceterna, nt cognos-
renunciar á las depravadas inclinaciones que
cant Te, Solum Deum verurn, et quetn missisti,
tantas veces nos hacen enemigos de Dios y
Jesurn Christum (i).
nos despojan del derecho que hemos adquirido
£ a adoración, pues, de la Divina Eucaristía
al reino de los cielos. Y, para decirlo de una
en que nuestro Amantísimo Redentor se con-
vez, es conservar fielmente el tesoro de las
tiene real y verdaderamente, es al mismo verdades reveladas por Dios, abriendo nuestra
tiempo el testimonio elocuente de nuestra fe inteligencia á los resplandores de la fe, y en-
y el medio seguro de aumentarla. Con esta cender constantemente la vivísima llama de
nobilísima virtud, cuya pérdida es verdadera la caridad, obedeciendo y haciendo que todos
obedezcan á la ley divina. ¡Qué felicidad tan
(i) I o a n n . . XVII, 3.
digna de desearse y conseguirse es venir á la mente en ese sosiego que tanto ha deseado, en
presencia del misterioso trono en que nuestro ese silencio respetuoso que inspira el lugar
Salvador nos espera, y darle allí un testimo- santo, cuando sin quererlo y sin oirlo, siente
nio tan afectuoso como solemne de que per- llegar una voz que le dice: «Aquí estoy.» Su-
manecemos en El por la fe y por el amor! ben entonces de punto nuestra fe, nuestro
¡ Qué suavidad, qué gozo para nuestro corazón amor y nuestra confianza; porque nuestro co-
escuchar á los pies de Jesucristo, lejos del razón, por criminal que sea, está criado para
mundo, en el silencio del Santuario, las dulces Dios y debe sentir necesariamente la presencia
inspiraciones y las palabras de vida eterna! (i). de nuestro Dios y palpita, y se humilla, y
Cuando nuestro miserable corazón, oprimido se enternece y, por fin, sin sentirlo, saltan
por el peso de las adversidades, desgarrado por las lágrimas á los ojos Allí entonces el re-
la ingratitud de los demás, y abatido por los cuerdo déla grandeza de Dios y de sus infinitas
crueles desengaños del mundo, se acuerda de misericordias; allí el olvido de todos los bienes
que está muy cerca del Salvador, entonces de la tierra; allí el conocimiento de nuestra
viene y se postra y pide el remedio de sus ingratitud para con Dios; allí las palabras de
penas. Pero ¿cómo describrir lo que pasa en- agradecimiento y de gloria para celebrar el
tonces en nuestro corazón? Todavía oye el amor que Jesucristo nos tiene en la dulcísima
sordo murmullo de los negocios temporales, Eucaristía. Y nuestra confianza crece al com-
todavía se agita por el sobresalto de la con- prender tanta benevolencia, y nos convence-
tradicción y del engaño, todavía siente las mos profundamente de que estamos unidos
heridas que le abrieron sus enemigos. ¿Pero con Dios y de que hemos escuchado su palabra,
qué? Apenas comienza á entrar insensible- y se cumple entonces en nosotros la promesa
que nos ha hecho de concedernos cuanto le pi-
(i) I o a n n . , XXXV, 69.
damos para nuestro verdadero bien. Si man-
seritis in me, et verba mea in vobis manserint,
quodcumque volueritis, petetis, etfiet vobis (i).
Este libro, por tanto, especialmente se de-
dica á la Asociación de Sacerdotes Adoradores
del Santísimo Sacramento. Se dedica también
á los fieles de toda edad, sexo y condición que, INTRODUCCIÓN
deseando siempre gustar cuán suave es el Se-
ñor con los que le buscan, cifran su consuelo,
su bienestar y su gloria en humillarse y gemir CONSIDERACIONES PRÁCTICAS
á las puertas del Tabernáculo. SOBRE LA
UÑlVEfiSíDAu Di YQ LEON
Biblioteca Vaíverée y Teüez
cristo bajo los velos del Sacramento, su reali- zón. Cierto día le dice por la dulce voz de
dad, su perpetuidad y su universalidad. Pues María: «Todos los misterios de mi Hijo tienen
si está presente aquí abajo, en la verdad de su un cuerpo religioso que les honra: la Encaris-
ser divino y humano, reclama la Adoración tía no lo tiene por sí sola; es preciso uno.» Y
debida á su divinidad y á su humanidad; si el P. Eymard, para responder á esto, funda la
permanece de una manera asidua y continua Asociación del Santísimo Sacramento, consa-
que desafía al tiempo, es para recibir desde grada al único servicio de la Eucaristía, cuyo
ahora sobre la tierra, como las recibe en los acto esencial es la adoración perpetua y solem-
cielos, las adoraciones á que, después de su ne del Santísimo Sacramento.
victoria, tiene un derecho riguroso é inviola- El Cristo Sacramental ncs especifica sus de-
ble ; si extiende á todas partes su augusta y rechos y su voluntad de ser adorado en la Eu-
benéfica presencia, es para que el imperio que caristía, y nos hace de esto una obligación
ha conquistado se extienda á toda la tierra, y personal y el deber más importante de nuestra
porque quiere verle reconocido de hecho por vocación particular. Evidentemente nos pide
todas las naciones y en todos los lugares. así que consideremos la Adoración como nues-
He aquí la razón fundamental, y que se im- tro fin supremo aquí en este mundo, como
pone á todos los hombres, de la Adoración: nuestro único negocio, como el fin de todos
rendir á Jesucristo, Dios, Hombre y Rey, pre- nuestros esfuerzos.
sente en el Sacramento, y á causa de esta pre- Parece que nos dice: «Todos me deben ado-
sencia misma, todas las adoraciones que por ración fiel y asidua en mi Sacramento, y mu-
todos los títulos le son debidas. chos me la rehusan absolutamente.
»Un gran número de los que me rinden este
II. — He aquí otra razón particular á todos homenaje no lo hacen ni bastante, ni bas-
los que han sido llamados, en mayor ó menor tante bien.
medida, á la vocación eucarística. »Nadie hace de adorarme su supremo deber,
Nuestro Señor se presenta al P. Eymard, y su única ocupación, su vida; y sin embargo:
durante más de veinte años le habla al cora- Unum est necessariam, una sola cosa es abso-
lutamente necesaria, antes y sobre todas las consagren á este servicio sus cualidades y sus
demás: Que Dios sea adorado, y yo, Jesucristo, dones, sus gracias y sus virtudes, su persona
el Hijo de sus complacencias. y todo lo que tienen, sin guardar nada en pro-
»Al menos, vosotros rendidme este home- piedad ni aun su personalidad. Ábsque sui
naje, dadme la satisfacción de hacer la adora- proprio.»
ción que me es debida, á mi Padre y á mí, que
he venido á buscar al hacerme hombre, y que III. — De allí dos importantes consecuen-
sigo buscando en mi permanencia en la Euca- cias: una que nos hace apreciar la Adoración en
ristía; dadme la satisfacción de hacer de esta su justo valor; otra que nos enseña cómo debe-
adoración vuestro estado, vuestro único todo.» mos practicarla con respecto á Nuestro Señor.
Tal es el sentido de la fundación de la Aso-
ciación del Santísimo Sacramento, y de la Primera consecuencia: valor de la Ado-
vocación individual de todos los que la gracia ración.
divina llama á ella. Esta es un ejercicio santo, una función an-
«La razón suprema de la Asociación del San- gélica, una cosa casi divina, puesto que nos da
tísimo Sacramento, dice el P. Eymard, con- á la realidad de nuestro Dios, en su presencia
siste enteramente en esto: en dar á Nuestro terrestre, por objeto inmediato á quien honrar,
Señor Jesucristo verdaderamente presente y á quien servir, á quien adorar cara á cara.
siempre permanente en el Sacramento por Es un servicio real, puesto que nos exige
amor á los hombres, verdaderos y perpetuos que le sirvamos en el trono que tiene en este
adoradores y propagadores de su gloria euca- mundo, para ejercer las funciones de su ma-
rística, á fin de que Jesucristo sea adorado jestad en la tierra, y recibir homenajes en
socialmente en el mundo entero. compensación de las humillaciones que sufrió
en su Pasión, y de las que le alcanzan aún en
»También que todos los que han sido llama-
su estado Eucarístico.
dos sepan que no se han dado más que para
una sola cosa, para el servicio de la Adorable Es, pues, el deber, la tarea, el empleo más
Persona de Jesucristo en la Eucaristía, y que noble, más ejevado y más glorioso que pueda
a
asignarse á una vida, puesto que la Persona y objeto inmediato que reconocer y honrar, la
los derechos personales de Jesucristo, á los que adoración exige de nosotros:
hay que satisfacer, le elevan evidentemente La pureza y la santidad de la vida. Nadie es
sobre los derechos y las necesidades del pró- capaz de presentarse al servicio de un rey que
jimo, que no es más que una criatura.: Opti- esté en el trono, de una manera inconve-
mam partem. niente ; en el cielo los ángeles que rodean el
Ella tiene, pues, el derecho legítimo y fun- trono de gloria son la pureza misma, y los
dado, absolutamente y por sí misma, de que santos no son admitidos á la Adoración eterna
se prefiera á cualquier otro trabajo, á cual- hasta que están purificados de las más ligeras
quier otro servicio, y en caso de concurrencia manchas, no sólo del pecado, sino de todo lo
de exigir que todo se posponga á ella y le sea que tiende al pecado ¿No es al mismo Dios de
sacrificado. Aquel que obra así, es simple- santidad á quien adoramos bajo los velos del
mente lógico con la fe conforme á la verdad; Santísimo Sacramento?
obra bien y nadie puede reprochárselo: Qucb Se requiere una preparación inmediata ó
non auferetur ab ea. Lo que hace simplemente próxima del espíritu, de la memoria y del co-
es rendir á la Persona adorabilísima de Jesu- razón. Porque Dios es espíritu, y busca, no
cristo aquello á que tiene derecho. Y aquel adoradores de pura forma, sino adoradores que
que no lo hace, ó es ignorante ó ilógico con su le adoren en espíritu y en verdad por todos los
fe, ó perezoso para cumplir el primero de todos homenajes interiores de sus facultades: la fe,
sus deberes. Desconoce de hecho, si no es que el amor, la alabanza, el don, la sumisión, la
formalmente, á Nuestro Señor Jesucristo, pues- humildad y los actos interiores de todas las
to que deja al último el servicio de su Per- virtudes. Pues bien; sin preparación, que hace
sona. salir al espíritu de sus ocupaciones habituales
y fija su atención sobre un punto preciso,
Segunda consecuencia: Espíritu práctico de nuestra alma, absorta por los cuidados inme-
la Adoración con relación á Nuestro Señor. diatos de las cosas sensibles, agobiada por el
Teniendo á Nuestro Señor J§sueristo por peso de la carne, es incapaz de elevarse hasta
la región de la fe y entregarse á un comercio cumplimiento de su voluntad? Luego ante
espiritual con Dios. todo y en primer término de la Adoración,
En fin, debemos proponernos, como fin prin- debemos dedicarnos á reconocer á Nuestro Se-
cipal en la Adoración, honrar á Jesucristo, sa- ñor en sus misterios, en su persona y en su
tisfacerle y servirle, y servirnos á nosotros mis- vida, en sus palabras y en sus virtudes, en sus
mos santificándonos y santificando á nuestros bellezas, sus amabilidades y sus bondades, en
intereses, aun los espirituales. Sin excluir este su amor sobre todo, y en su amor al Sacra-
último fin, y procurando favorecerlo, como mento, en sus ternuras, sus larguezas, sus sa-
después veremos, la Adoración debe practi- crificios, sus anonadamientos conmovedores.
carse ante todo, sobre todo y primero que todo. Debemos estudiar todas las maravillas de
Esta es, en su naturaleza, la expresión de la hermosura, de grandeza y de verdad; esforzar-
caridad más perfecta, del amor más puro, que nos en verlas, en comprenderlas, en penetrar-
sólo encuentra su perfección y su reposo en la las por la fe aplicada y activa, humilde y per-
satisfacción del objeto amado, y no en su pro- severante: este es el homenaje y el don del
pia satisfacción, pues está gobernada por la espíritu. Después, amar todas esas amabilida-
presencia inmediata y los derechos superiores des, adherirnos á ellas, desearlas, recrearnos
de Jesucristo. La primera de todas las cosas en ellas, y al mismo tiempo alabarlas, bende-
¿no es que Dios sea Dios y que sea reconocido cirlas, exaltarlas, felicitarlas, cantarlas en nues-
como tal? Su gloria sobrepuja á nuestros inte- tros corazones. En seguida, contemplar, adorar
reses, y por esto debemos quererla y pedirla en el silencio de la admiración, de la contem-
ante todas las cosas que nos son necesarias, plación y del éxtasis, última expresión del amor:
aun para esta misma gloria. ¿No es así que el este es el homenaje del corazón. Finalmente,
Señor nos ha enseñado pedirle en el Padre darnos, someternos y conformarnos á lo que
Nuestro, antes que nuestro pan de cada día, nos parezca tan hermoso y tan bueno, como
antes de que nos perdone y nos preserve de la nos damos al Infinito Bien, sin reserva y total-
tentación y del mal, la santificación del nom- mente, para poseer, para depender, para vivi-
bre de Dios, el advenimiento de su reino y el ficarnos, para asimilarnos, para transformarnos
interiormente en la semejanza del divino ob-
LA ADORACIÓN CON R E L A C I Ó N Á NOSOTROS
jeto que adoramos, á fin de que sea todo en
MISMOS.
nosotros: autoridad, principio y vida, y que
desaparezcamos y nos perdamos totalmente
en El. La adoración, con relación á nosotros, re-
Tal es el primer fin de la Adoración, tal el viste un doble carácter: i.° Es nuestro princi-
principal empleo del tiempo consagrado á ella: pal deber; 2.0 Es nuestro principal medio de
este es el homenaje de todo el ser interior á santificación. Por este doble título nos impone
Jesucristo; sin más razón sino que lo merece obligaciones que importa muclio conocer.
soberanamente; sin más interés que satisfa-
cerle, honrarle y amarle. En el cielo no se hace I.-Principal deber.—El P. Eymard declara
más que amar, alabar, darse y perderse en formalmente que «la Adoración es el fin su-
Dios: este es el supremo homenaje, la glorifi- premo de su instituto,» y al formar Apósto-
cación más alta que Dios puede recibir de sus les , quiere que «éstos tengan por único objeto
criaturas. El Dios del Sacramento la reclama hacer adorar al Santísimo Sacramento por
y la espera. El está allí para eso; quiere reci- todos los hombres y en el mundo entero.» La
birla sobre la tierra, en cuanto es posible aquí razón fundamental de todas las Obras secula-
abajo, en que la fe reemplaza á la visión, la ca- res que completan la Asociación del Santísimo
ridad militante al amor consumado, y la espe- Sacramento es pues, la Adoración. En conse-
ranza á la posesión; pero en que la fe, la espe- cuencia, á todos, y en la escala que les corres-
ranza y la caridad nos unen realmente á El, ponde, se dirigen estas otras palabras del Padre,
en el sacramento de su real presencia y de su intimando el gran deber de la Adoración:
«Como el servicio de la Adoración es por sí
verdadero don. Adveniatregnum tuurn sicut mismo el principal de todos nuestros deberes,
in ccelo et in térra. que debe ser preferido á todo, nadie omita ni
cambie, ni disminuya las horas de Adoración
que tiene asignadas.» Dice además con incom-
parable suavidad: «Mirad la hora de Adoración ción y al celo, á todos los ejercicios de devoción
que os toque en suerte como una hora del Pa- particular, y aun á la salud misma y al cui-
raíso; id á ella como si fuerais al cielo, al di- dado de la vida.
vino banquete; y esa hora será deseada y salu- Tratándola con todo el esmero y las aten-
dada con alegría; mantened suavemente ese ciones que reclama, esmero para preparar á
deseo en vuestro corazón. Cuando tuviereis ella el espíritu, por la fijeza del motivo de la
una hora penosa en su naturaleza, regocijaos Adoración ; esmero para preparar á ella el co-
mucho más, pues vuestro amor será más grande razón , por el recogimiento habitual en el amor
mientras mayor sea vuestro sufrimiento. Cuan- de nuestro Señor: Manete in me, in dilectione
do por algún achaque, enfermedad ó imposi- mea; esmero para preparar á ella la voluntad,
bilidad no pudierais hacer vuestra Adoración, por la fidelidad al deber, el fervor al trabajo
dejad que vuestro corazón se aflija un mo- espiritual, la conformidad á la voluntad de
mento; después poneos á adorar en espíritu; Dios y el abandono á su voluntad ; esmero
unios á los que adoran en aquel momento, para preparar á ella la conciencia por la pu-
teniéndoos durante aquella hora en un gran reza, la delicadeza asegurada por exámenes
recogimiento.» frecuentes; esmero para preparar al cuerpo
Estas palabras dicen muy claramente que la guardándose de todo exceso, aun de trabajo y
Adoración es el primero de todos nuestros de celo que le haga impropio á causa de la ex-
deberes, de donde se deduce que es preciso citación ó de la fatiga, para que coopere á la
darle más importancia que á cualquiera otro, Adoración con el recogimiento de los sentidos.
y que si no se le cumple, ó no se le cumple Finalmente, si la Adoración es el primer deber,
bastante bien, toda nuestra vida sería inútil. todo debe tender á ella y prepararla: los estu-
dios y la oración, el oficio divino, la misa y la
De allí la necesidad de reconocer práctica- comunión, las acciones y las virtudes, el tra-
mente la importancia de la Adoración por los bajo y la mortificación, los goces y las penas;
medios siguientes: la vida entera debe moverse sobre ese eje y
Prefiriéndola al estudio, al servicio del pró- converger hacia su centro.
jimo, al ministerio de las almas, á la predica-
H- — Principal medio de santificación.—La boración interior de la santidad. Los maestros
Adoración sería imperfecta si, tendiendo á hon- de la vida espiritual están de acuerdo en que
rar á Dios, no procurase la santificación del es el medio indispensable de la santificación,
alma. También se la considera en su natura- sobre todo para el sacerdote y el religioso, por-
leza como teórica y práctica, especulativa y que es el único medio de llegar al conocimiento
moral. y á la reforma de nosotros mismos.
Ella prosigue honrando á Dios en la fe, en Pues bien ; nuestra oración es la Adoración.
el amor, en la alabanza del espíritu y del cora- No tenemos otra. Y ¿podría haber otra mejor
zón y de la voluntad. Pero Dios tiene derecho que la que se pasa á los pies de Jesús, objeto,
á más: á la vida entera, á la vida práctica, que maestro, medio y modelo de toda oración;
debe alabarle pór el concierto de todas las vir- que la que se hace á su vista, en unión con su
tudes, probadas por acciones manifiestas. La oración, en el lugar santificado por la oración
perfecta alabanza de Dios es la semejanza con y donde se respira una atmósfera impregnada
El en la santidad: se inaugura en la convic- enteramente de las gracias de la oración ?
ción, el deseo y la resolución, y debe acabar La Adoración debe, pues, producir en nos-
en las obras. De suerte es que la Adoración otros, como toda oración asidua, el resulado de
tiene un doble fin : honrar á Dios por la ala- la santificación efectiva y de las virtudes prácti-
banza de las facultades interiores, y después cas ; pero con la condición de que hagamos un
santificar al hombre para ponerle en aptitud ejercicio de conocimiento de nosotros mismos
de dar á Dios la alabanza de las virtudes y de y de reforma de nuestras costumbres.
las obras. Pero las virtudes, para tomar raíz i E n la Adoración hemos de trabajar al co-
en el alma, tienen necesidad del trabajo pre- nocimiento de nosotros mismos, lo que quiere
paratorio de la oración. Porque sólo en el si- decir:
lencio y el recogimiento los gérmenes sobre- Que consagremos una parte del tiempo de
naturales se entreabren, arrojan sus primeras la Adoración á un trabajo enteramente perso-
raíces, forman su tallo, que desde luego ha de nal, de examen de nuestro estado espiritual, de
aparecer en las acciones. La oración es la ela- discusión de nuestros actos y de aplicación á
nuestra propia vida de las consecuencias prác- cia, del corazón y de la voluntad, de donde el
ticas y morales de nuestro objeto de Adoración. Rey Jesús espera actos tan numerosos y tan
Que tengamos cuidado de considerar en to- preciosos. E l alma debe, ante todo, santifi-
das las verdades, aun las más especulativas, las carse en sus potencias para que en seguida
enseñanzas morales que contienen; de escoger, broten vigorosos y frecuentes los actos exterio-
de vez en cuando, por asunto de nuestras ado- res de las virtudes. Es un deber activar nues-
raciones, algunas verdades exclusivamente po- tras facultades para el ejercicio regular y sos-
sitivas y prácticas; y, finalmente, de escoger de tenido de las virtudes que les convienen: al
preferencia aquellas que tengan relación con espíritu, los actos de todas las virtudes intelec-
nuestro estado de alma actual, nuestros debe-
tuales ; á la voluntad, los de las virtudes mo-
res de estado, cuyo cumplimiento es urgente,
rales; al corazón, los innumerables frutos del
nuestras necesidades inmediatas, nuestras ten-
amor.
taciones del momento y nuestras debilidades
Será preciso, pues, en la Adoración, hacer
ordinarias.
actos positivos y precisos de las virtudes que
2.° Nos ocuparemos durante la Adoración se encuentren en el asunto meditado. Ver en
en reformar nuestras costumbres, en corregir un misterio de Jesús, por ejemplo, la humil-
nuestros defectos, nuestras pasiones y nuestros dad, la dulzura, la paciencia que tuvo siempre;
vicios, por exámenes atentos, precisos y pro- y si en seguida no se forman en la voluntad
longados, inquiriendo las causas y efectos de actos esas virtudes, sería hacer una Adoración
todo, añadiendo el arrepentimiento, la contri- incompleta é interrumpida.
ción y la detestación del mal reconocido en
Estos actos deben ser tan precisos como mul-
nosotros, y tomando resoluciones formales y
tiplicados , tan prolongados como sea posible.
precisas que tengan por objeto ocasiones neta-
Aun cuando no pudiéramos darles demasiada
mente definidas.
intensidad, es fuerza que se acumulen en el
3-° Nos dedicaremos al ejercicio interior de interioiLpara que obren en seguida en la vida
las virtudes. Toda virtud debe primeramente exterior; el desarrollo de ésta será en razón
practicarse en el reino interior de la inteligen- directa de la fuerza adquirida en el interior.
Para poner de relieve la práctica de las vir- Ultimo consejo.—Para cumplir plenamente
tudes que deben manifestarse en la vida, par- con la ley del trabajo de la santificación per-
ticularmente en el cumplimiento de los debe- sonal en la Adoración y sacar todo el fruto, es
res de estado, en el ejercicio interior de las preciso guardar y adoptar los mismos asuntos
virtudes, en la Adoración, es preciso conside- de Adoración, sobre la corrección de los defec-
rar su encuentro, las circunstancias en que se tos ó sobre los progresos de la virtud, por todo
le encuentran, y tomar resoluciones muy ne- el tiempo necesario mientras no conste la en-
tas y muy firmes de conducirse de tal ó cual mienda ó el provecho intentados. La santifi-
manera, de evitar tal ó cual exceso, de hacer cación es obra de toda la vida, y cada uno de
tal ó cual esfuerzo. los obstáculos que hay que vencer ó de los pasos
En cuanto al tiempo que debe emplearse en que hay que dar, exigen un largo y perseve-
este práctico trabajo de santificación, puede rante trabajo. Andar de asunto en asunto es
decirse que debe llenar poco más ó menos la curiosidad y ligereza; el trabajo de la santidad
mitad de la Adoración, puesto que, según el es por demás serio y continuo.
método de los cuatro fines del sacrificio, la
segunda parte de la Adoración está consagrada III. —Tales son las reglas prácticas de la
á la Reparación y á la Súplica. La reparación Adoración considerada con relación á nosotros
exige naturalmente el examen, la discusión de mismos. Sino se cumplen, la Adoración recae
los actos, la satisfacción por el arrepentimiento • forzosamente en uno de los defectos siguientes:
y cambio de vida. La súplica sólo se hará de- La pura especulación, el estudio, el tra-
bidamente si se piden gracias precisas, con- bajo exclusivo del espíritu, la curiosidad inte-
forme á las necesidades reconocidas de nuestra lectual, son cosas que, puestas en lugar de la
alma, con la firme resolución de aprovecharse oración, son el más sustancial alimento del
de ellas, ó lo que es lo mismo, corresponder á orgullo espiritual: esto conduce, tarde ó tem-
ellas efectivamente; lo que supone que se han prano, á la alianza extraña y funesta délos
reconocido esas necesidades y se ha formado la bellos pensamientos y de las bellas represen-
resolución de obrar con firmeza y constancia. taciones imaginarias sobre todas las verdades
de la religión con una vida indiferente, poco
arreglada, y finalmente culpable. I.A A D O R A C I Ó N CON R E L A C I Ó N A L P R Ó J I M O .
Una sentimentalidad exagerada y la sobre-
excitación de la imaginación, que engen- I. — La adoración es esencialmente un fruto
dran la piedad floja, egoísta, personal, varia- de la caridad pcrfecta, para que teniendo pre-
ble é indiferente, sin virtud, sin estímulo, sin sente su primer y adorable objeto, que es el
fuerza para el sacrificio; en que todo se pasa Dios Hombre del Sacramento, sea necesaria-
en sueños más ó menos bonitos, en proyectos mente conducida por el mismo movimiento de
más ó menos hermosos, en promesas sin fide- caridad al servicio del prójimo. El amor del
lidad , en ilusiones sin causa, en principios sin prójimo es inseparable del amor de Dios : el
consecución. primero no es solamente señal del segundo,
Y lo que es peor: la pereza espiritual, una sino que es su efecto necesario, su fruto natu-
especie de somnolencia del espíritu, del cora- ral. La misma savia alimenta al uno y al otro;
zón y de la voluntad, que engendra la tor- son dos ramas de un solo tronco. Ellas crecen,
peza, después la rutina y lleva á la Adoración florecen, se cubren á un mismo tiempo de los
absolutamente nula; nula como homenaje de mismos frutos; pero también el disecamiento
religión, nula como causa de santificación. y la esterilidad los alcanzan al mismo tiempo
De allí nace el fastidio en la Adoración, el y en la misma proporción. «Quien dice que
disgusto de tan santo ejercicio y la infidelidad ama á Dios y no ama á su prójimo, miente»,
al deber capital. Si damos este último paso, dice el Apóstol de la caridad. No cabe duda
seremos infieles al mismo divino Rey, infieles que las formas exteriores de la caridad hacia
á nuestra divina vocación y apóstatas al ser- el prójimo pueden variar y algunas veces no
vicio de la Eucaristía. manifestarse sino en un número de actos muy
restricto. Esto depende de las vocaciones par-
ticulares , de las cuales unas se aplican más al
servicio del prójimo y otras menos. Pero para
el amor del fondo, para la predilección, para
la abnegación del corazón y para el celo ín-
timo , ninguna vocación puede dispensarse: propiciación por nuestros pecados, y no sólo
aquel amor debe ser sin medida, y marchar á por nuestros pecados, sino por los del mundo
la par con el amor de Dios. entero»?
Pues bien; entre todos los prójimos que
En la vocación adoradora los ministerios
tienen derecho á nuestra caridad y á nuestras
directos hacia el prójimo están bastante limi-
oraciones, el primero, el más augusto, el que
tados, pues no pueden disponer más que de
nos obliga más estrechamente que cualquiera
una parte de nuestro tiempo y de nuestros re-
otro, es la Santa Iglesia Católica, esposa ama-
cursos ; la primera y la mayor parte pertenece
dísima de Jesucristo, per cuyo amor vertió
á la Adoración, al servicio personal del divino
toda su sangre «á fin de que le fuese una es-
Rey en la oración, en la alabanza divina y en
posa bella, pura y sin mancha»; y por la cual
el culto solemne. Pero esto no nos dispensa
.ha instituido la Eucaristía, á fin de serle siem-
de servir al prójimo con un amor inmenso. Y
pre presente, de conducirla, de guardarla, de
este amor debe procurar el servicio y la utili-
defenderla y de alimentarla con su sustancia. A
dad del prójimo por el apostolado de la ora-
la Iglesia, pues, ante tedo, y al Soberano Pon-
ción, por la proposición y reparación en la
tífice en quien ella resume enteramente todo
Adoración misma.
nuestro amor, toda nuestra abnegación , todo
Aquél es un deber de vocación. La Asocia- nuestro celo en la Adoración y en la oración.
ción del Santísimo Sacramento fué fundada Después á todos los miembros de la Iglesia en
para el fin de la oración apostólica, de la repa- el orden que les ha colocado su mayor ó me-
ración por los otros y de la propiciación por nor participación á la autoridad, á la santidad
el mundo entero. ¿ Podría ser de otro modo, y á la vida de la Iglesia: á los Obispos, á los
cuando pide á sus miembros que se manten- sacerdotes y á los obreros apostólicos, á los
gan suplicantes ante el trono de la gracia, fieles, á los pecadores, aun á aquellos que no
donde expone solemnemente y hace subir en- hacen caso de la Iglesia aunque ésta tenga
tre la tierra y el cielo á Aquel de quien dice sobre ellos todos los derechos de su Real Es-
San Juan: «es el abogado, el justo Jesús, la poso , á quien «han sido dadas todas las na-
Clones en herencia», á los herejes, á los cis-
máticos, á los judíos y á los infieles. II.—« Que el adorador se consagre al sublime
Y más allá de este mundo, en las sombrías ministerio de la Adoración como diputado de
prisiones del Purgatorio, debe ejercitarse nues- la sociedad y de la Iglesia.»
tra caridad en la persona tan interesante y tan La oración es uno de los fines esenciales de la
digna de piedad y amor que se llama «Iglesia Adoración, según el método de los cuatro fines
purgante». del sacrificio; ella debe, pues, ocupar un tiempo
Queda por decir que todas las obligaciones normal, que es el cuarto de hora de Adoración-.
particulares que se pueden imponer al tributo «La súplica ó impetración, dice el Padre,
de la caridad de cada uno de parte de la san- debe coronar vuestra Adoración y hacer su
gre ó de la afinidad sobrenatural ó del recono- glorioso trofeo. La impetración es la fuerza y
cimiento, deben ser respetadas y satisfechas en el poder de la oración eucarística. No todos
el ministerio apostólico de la Adoración. Y pueden predicar á Jesucristo por la palabra,
entre estos lazos que crea la gracia, ninguno ni trabajar directamente en la conversión de
es más sagrado ni más fuerte que aquel que los pecadores y en la santificación de las al-
liga juntamente á las almas en la unidad de mas. Pero todos los adoradores tienen la mi-
una familia religiosa ó de una asociación re- sión de María á los pies de Jesús: ésta es la
conocida por la Iglesia. A nuestros hermanos, misión apostólica de la oración y de la oración
pues, miembros del mismo cuerpo eucarístico, Eucarística, en medio de los esplendores del
y ála sociedad que nos tiene unidos y nos da culto, al pie del trono de la gracia y de la mi-
á todos la gracia de nuestra santa vocación, sericordia. La oración eucarística va directa-
toca una parte excelente en el ejercicio de mente al corazón de Dios, como dardo infla-
nuestra caridad filial y agradecida. mado; ella hace trabajar, obrar y revivir á
Jesús en su Sacramento; ella da actividad á su
Pero dejemos que el Padre nos diga, con poder. El adorador hace más a ú n : ruega por
su autoridad de fundador, lo que debe ser la Jesucristo y le pone sobre su trono de interce-
Adoración con relación al prójimo. sión cerca de su Padre, como abogado divino
de sus hermanos rescatados.
Vuestra misión es pedir gracia con Él por
XXI. — Resulta de estas palabras, y de las
todos los culpables, pagar su rescate á la Di-
consideraciones que preceden, que tenemos en
vina Misericordia que tiene necesidad de cora-
la Adoración un verdadero ministerio de cari-
zones suplicantes; á vosotros os toca haceros
dad que cumplir para con el prójimo; debemos
victimas de propiciación con Jesús Salvador,
ser en ella propiciadores, abogados, mediado-
quien, no pudiendo sufrir ya en su estado re-
sucitado, sufrirá en Vos y por Vos. res y apóstoles.
Pensar, en la Adoración, únicamente en
Esta divisa: ¡Adveniat regnurn tuum! debe
nosotros; no pedir sino para nuestros intere-
ser como la regla de la oración de todos los
ses personales, por santos que éstos sean, no
adoradores. Que ellos ofrezcan su Adoración
es bastante: debemos hacer á nuestros cora-
por el Soberano Pontífice y por todas sus in-
tenciones; por la exaltación de Nuestra Madre zones generosos, desinteresados, abnegados,
l.i Santa Iglesia, para obtener las bendiciones abiertos á todos los santos intereses de Jesu-
de Dios sobre la sociedad y la santificación de cristo y á las necesidades del mundo entero.
sus socios; por todas las personas constituidas Los grandes deseos, los ardores excesivos, las
en dignidad, tanto en la Iglesia y la Religión santas torturas de la angustia por las almas y
como en el Estado, especialmente por todos por la Iglesia, deben inflamar y consumir
los sacerdotes, á fin de que Jesús viva en ellos nuestros corazones.
por amor y santidad; por la destrucción de Para esto, nos basta comprender cuán ex-
as herejías y de los cismas, para obtener á tensa, inmensa é infinita es la obra de la Re-
los judíos el reconocimiento de Jesucristo, dención del Mundo, que prosigue el Divino
a los paganos la Adoración de su Salvador; Salvador en su oración y en su inmolación
y, finalmente, porque todos los hombres del perpetua en el Sacramento. Él trabaja allí de
mundo entero lleguen á amar á Nuestro Se- noche y día. ¡Qué labor! ¡Qué labor tan in-
ñor Jesucristo y se precipiten hacia su Sacra- grata, tan contrariada y comabatida, expo-
mento de vida. niéndose á la malicia obstinada, á las traiciones
torbas, al odio sin compasión 1 A esta tarea
nos convida. Y como en la oración y la inmo-
lación perpetua la prosigue, Él reclama las hijo; más aún, si se trata de un alma, de la
asiduidades de nuestras súplicas, de nuestros cual Dios parezca esperar, por los dones ex-
llamamientos, y espera los sacrificios de todas quisitos que le haya prodigado, más satisfac-
las penas secretas, de todas las torturas del
ción y mayor gloria!
alma y de todas las mortificaciones conocidas
Tal es la Adoración con relación al projimo:
sólo por El.
obra de perfecta caridad, de celo apostólico,
¡ A h ! ¡Quién querrá rehusarle aceptar de de abnegación universal é infatigable. Sus me-
buen corazón y con alegría, humillarse, sufrir dios son, ante todo, la oración y la inmolación
el desprecio, la traición y el abandono, la ca-
interior. Pero debe tenerse presente que la
lumnia, las acusaciones y las condenaciones
condición indispensable á todo mediador si
injustas ; quién le rehusará estar privado en
quiere ser escuchado, es la pureza, la santidad,
la oración, de toda alegría; en la vida espiri-
la separación del pecado y la vida sobrenatu-
tual, de todo consuelo; en el trabajo, de todo
ral ; á lo menos, bajo estos rasgos San Pablo
éxito personal; en la vida entera, de toda
satisfacción, para completar su Pasión y co- nos representa al Pontífice Eterno y Adora-
operar por este medio á obtener su reino dor Perfecto Nuestro Señor Jesucristo. Solo a
Eucarístico, ó la exaltación de la Iglesia, ó la este precio nuestra oración, unida á la suya,
libertad del Soberano Pontífice, ó la conquista será agradable á Dios. Talis enun decebat ut
de un país infiel, ó la firmeza y prosperidad de nolis esset pontifex: sanctus, innocens, impo-
la sociedad dedicada al único servicio y al llutus, segregaba á peccatororibus etexcelsior
único apostolado de su Sacramento de amor, ccelis factus.
ó el éxito de tal ó cual obra particular que
cada uno conozca, á la cual le unan lazos per-
sonales de vocación ó de predilección: la con-
versión de una parroquia, la conversión ó la
santificación de una sola alma, sobre todo si
es el alma de un padre, de un esposo ó de un
dirigido á sus autores y el fin particular que
pretenden obtener.
II.
Cuando la oración tiene por objeto principal
preparar al obrero de Dios para los buenos
Del Método de Adoración para los cuatro trabajos, ó armar al soldado de Cristo para los
fines del Sacrificio. santos combates, el método exige mucho al
trabajo del espíritu, por la reflexión, el discurso
IDEA DEL MÉTODO LLAMADO D E LOS CUATRO
interior y el estudio : ella se dirige, sobre todo,
FINES. álos resultados prácticos, á las resoluciones
fuertes y precisas de la voluntad, que dispo-
Todo arte, además de los principios genera- nen inmediatamente á la acción. Si, al con-
les, tiene su método; es decir, una disciplina trario, la oración está destinada á permitir al
elemental una cierta manera de proceder por alma encontrar á Dios desde luego, para con-
med,o de la cual se inicia á los discípulos al versar con Él y unirse á Él en el reposo activo
conocimiento de este arte, después á su prác- del amor; si se dirige á hacer un contempla-
tica aplicada y , por último, á sus secretos y á dor más bien que un trabajador, un orador
su perfección. Santos y maestros ilustres han más bien que un apóstol, el método exige
dado diversos métodos del gran arte de la ora- menos trabajo abstracto al espíritu, menos re-
cion, cuya excelencia queda bastantemente soluciones actuales y determinaciones precisas
demostrada. Dichos métodos tienen caracteres á la voluntad. Sin perdonar estas cosas, ha-
comunes, los cuales tienen este doble fin nece- ciéndolas una parte legítima y necesaria, ella
sarísimo: poner al alma en estado de glorificar esperará más de la simple mira del espíritu,
a Dios por el homenaje de la Religión inte- de los sentimientos del corazón, de las aquies-
rior después santificarse por la contemplación cencias apacibles de la voluntad. Ella fijará la
de las verdades eternas, el conocimiento de sí mirada del alma sobre Dios, sobre Jesús, sus
misma y la preparación de sus deberes. Ellas misterios y su espíritu; sobre su interior y sus
vanan según el punto de vista especial que ha sentimientos más que sobre sí misma; sobre
todos los pensamientos de su alma sobre la
S t e M f / ^ " - ^ones augusta Persona del Dios Hombre que le
bajo santificad^ W n d U y a d 3 , m a * tra- muestran los velos transparentes del Sacra-
verdadera religión T r T T*™ de tcda mento. Aun parece que se faltaría á grandes
oración q u e ErZa a T ° * mét do de
° conveniencias si se ocupase más de si propio
podría excluir la iinicto á a ost
P °^co n o que de Él, sin darse bastante cuenta de lo que
reclama su próxima presencia. Por necesarios
Dios como término de s u s a r Z 6 p 0 S ° e n
dlversos que sean el estudio y la reforma de nosotros
combinando estos rinT i - Pero
0 5 neCeSan S d e mismos, parece que, presentándose tan clara-
-Jab roración,
e sí r n i esle
Z , yZTJ
Z t ÍT T' . T * '° ^
mente á nuestras miradas el Dios oculto que
COntem
" ó n de Dios: 1 prime ' í P'a- desea tanto ser reconocido, nos solicita que le
C duCÍrá m á s á
discusión de los a ^ ? °? ^ estudiemos, que le conozcamos, que nos dedi-
¿ la alabanza d T l T ^ V d quemos á Él; procura luego bajar á nosotros
El p a d r e p Perfecciones divinas.
mismos, seguros de quejamás veremos lo que
P ^ d ^ e S ' ^ - n d o en su somos, hasta que hayamos visto bien lo que
Él es /Noverim te, noverim me!
Aun más; queriendo que el Adorador una
su oración á la que, detrás del velo Eucarís-
favoreciese sob e t o d o f r " " m é t ° d ° ^ tico verdadero Santo de los Santos, Jesús, el
alabanza la c o n v e m c i ó n ^ ! a / » « p a c i ó n , l a único Pontífice, ofrece á su Padre, y que es la
L a
Adoración, ^ ^ " f C°n DÍ0S" continuación de su Sacrificio, es decir de su
6 hacerse á
P ^ s del Santísimo s 7 ' 'os muerte, verificada por la mañana en el altar,
t 0 Sea al
trono de la exnn - ' P i e del el P. Eymard debía buscar un método que
permitiese al Adorador apropiarse los actos,
los homenajes, los sentimientos y los deberes,
cuya expresión solemne y perfecta es la Misa.
Pues bien; por la Misa ó por su Sacrificio,
necesarias; todos cuatro contienen todo lo
que puede expresar el reconocimiento de las
perfecciones y de los derechos de Dios, la con-
fesión de todos los deberes y de todas las obli-
gaciones del hombre. Pues no hay en realidad
más que una oración de todo punto perfecta:
la Santa Misa; cualquiera otra oración vale
únicamente por su unión más ó menos grande
con esta oración personal de Jesucristo. Lo
mismo sucede con las virtudes cristianas que
componen, con los homenajes de la oración,
la religión del hombre hacia Dios; ellas no
valen sino según la medida en que tomen su
origen y se consuman en el Sacrificio de Jesu-
cristo. No h a y ; pues, p a r a el cristiano ninguna
forma de oración más perfecta que la partici-
pación en espíritu y en verdad del Santo Sa-
crificio. Pero nótese bien, que durante todo el
tiempo en que el Cristo guarda en el Sa-
cramento el estado de víctima inmolada que
s i s a r ? ü K K revistió al ofrecer á su Padre su muerte miste-
riosa, pero real en el Sacrificio de la Misa,
Los actos del espíritu en la Adoración son: I I . — A C T O S DE LAS VIRTUDES DEL SEGUNDO
la fe á la verdad propuesta como asunto de FIN.—La Acción de gracias tiene por objeto
Adoración, á la palabra, á la autoridad divinas; los dones, los beneficios de Dios: Propter data,
la inteligencia sobrenatural de esta verdad ; la tales como nos son manifestados en la verdad
contemplación de las perfecciones y de las ama- que meditamos; por consiguiente, su objeto
bilidades de Dios que se manifiestan en ella; formal es la bondad y el amor de Dios, pro-
la admiración; la alabanza. bados por sus beneficios.
Los actos del espíritu son los siguientes: fidelidad hacia un benefactor tan magnífico; la
consideración de la parte que ejercen la bon- humildad, ó la aceptación muy humilde de la
dad y el amor de Dios en la verdad propuesta, situación de deudor y de obligación insolvente;
por las vistas, los designios misericordiosos las resoluciones de no servirse de sus dones
que se revelan en él; recuerdo y enumeración más que por su gloria, de rendirle el fruto de
de los beneficios relativos á esta verdad, que estas semillas de su liberalidad; las promesas
hemos recibido en nuestra vida pasada ó que de establecer un comercio espiritual con Él,
recibimos todavía; estudio del valor, de la gran- y, por último, el don de si mismo, de todo lo
deza, de la magnificencia de estos beneficios, que tenemos, de todo lo que somos, de todo lo
sacada de las diversas circunstancias que les que hagamos, en testimonio de reconocimiento y
dan más ó menos valor; la gratitud; la gran- á cuenta de nuestra deuda.
deza del donante; la indigencia y la indigni-
dad del donatario; la continuación de los do- I I I . — A C T O S DE LAS VIRTUDES D E L T E R C E R
nes, á pesar del abuso ó el poco provecho; la FIN. — La Propiciación ó Reparación tiene por
admiración; la alabanza. objeto las ofensas y las insuficiencias que se en-
cuentran en nuestra vida, respecto la verdad de
Los actos del corazón son: el amor de re- que meditamos y que nos descubre esta medita-
conocimiento, la complacencia y la alegría, la ción : Propter offensam. La reparación supone
bendición y la jubilación, las efusiones de gra- primeramente la confesión de la falta come-
titud y de ternura, la dicha y el reposo, el si- tida hacia la Santidad de Dios y la aceptación
de la deuda contraída hacia su Justicia; des-
lencio de beatitud. Estos actos salen de las
pués , por la oración, la entrada en favor cerca
consideraciones de espíritu enunciadas más
de su Misericordia. El objeto formal de la Re-
alto, el corazón siguiendo al espíritu en vista
paración es, pues, apaciguarla Justicia y ganar
de la bondad divina y la revista de sus dones.
después la misericordia de Dios.
Los actos de la voluntad son : el reconoci-
miento efectivo, testificado por las protestas de Actos del espíritu.—El examen ó la atenta
012268
consideración del contraste de nuestra vida con ción voluntaria, la aceptación de todas las
la verdad propuesta, sea por nuestros pecados penas que Dios puede imponernos en expia-
formales, sea por nuestras imperfecciones; la ción de todas nuestras faltas, y por último, el
meditación de la gravedad de este estado, de la don de nosotros mismos, en el anonadamiento
gravedad y del número de nuestras faltas, de humillado del pecador: á la Justicia, para que
las consecuencias que este estado y estas faltas ella se satisfaga en este mundo en nosotros; á
arrastran ante Dios, ante Jesús sobre todo, la Misericordia para que tenga piedad, tenga
ante nuestras obligaciones para con el pró- paciencia y nos conceda nuevas gracias; á la
jimo, ante nuestra vocación en el tiempo y Santidad para que nos restaure y nos trans-
nuestro porvenir en la eternidad, la confesión forme.
sincera y humilde de todos nuestros errores.
I V . — A C T O S Y VIRTUDES DEL CUARTO FIN.
Actos del corazón.—Estos consisten sobre — La súplica ú oración tiene por objeto los
todo en el amor humillado, la compunción, el dones, los beneficios y las gracias que hay que
destrozo del corazón, la contrición ; el disgusto, pedir á Dios para el porvenir, así como la
la amargura, el temor saludable, la santa tris- acción de gracias tiene por objeto dar gracias
teza, el horror del pecado; la compasión, la de los beneficios ya recibidos: Propter beneficia
piedad sobre todos nosotros como victimas del sperata.—Ella tiene por razón formal la Bon-
pecado, la compasión sobre Jesús sobre todo, pri- dad, la Liberalidad, la Plenitud, la Providen-
mera, universal, inocente y dulce Víctima de cia de Dios que se trata de impetrar y de hacer
nuestros pecados. atentas y generosas para darnos todos los
bienes necesarios á nuestra indigencia de cria-
Actos de la voluntad.—La detestación y el turas miserables. La vista de esta indigencia
aborrecimiento al mal, la huida de sus ocasio- aparece necesariamente durante la Reparación
nes, la ruptura de sus lazos, la conversión in- en la consideración de las insuficiencias y de
terior, el propósito firme, la satisfacción y las faltas que hallamos en nuestra alma con
la resolución de hacer penitencia, la humilla- respecto á la verdad propuesta como asunto.
Esta indigencia se había dejado ver ya por el
tencia lo que debe ser un bien para Dios ó
contraste de las manchas del alma contempla-
para el prójimo.
das en la Adoración, con los beneficios y los
dones reconocidos en la Acción de gracias.
Los actos de la voluntad son: la oración
formal ó la petición, expresada por el corazón
Actos del espíritu.— Vista neta de nues- ó por los labios ; la oración repetida, obligato-
tras necesidades; consideración de las gracias ria, perseverante; la oración humilde y humi-
precisas que tenemos que pedir para hacer que llada , llena de ardor y de abandono al mismo
nuestra alma aproveche todos los frutos con- tiempo; deseando lo que pide, pero más lo
tenidos en la verdad propuesta ; consideración que sea del agrado de la Voluntad divina, que
de la Riqueza, de la Plenitud, de la Provi- puede preferir, por razones conocidas de su
dencia de Dios, quien, sin empobrecerse, tiene insondable sabiduría, retardar en lugar de con-
con que enriquecer á millones de miserables; ceder inmediatamente, permitir el cumpli-
recuerdos de las promesas por las cuales Dios miento de la prueba en lugar de preservar de
se ha comprometido á dar, ó hechos ó prendas él; la resolución de poner en obra, en seguida
que muestren que quiere ser más liberal, ha- y muy fielmente las gracias pedidas, la peti-
biéndolo sido ya tan magníficamente. ción de los mismos dones para todos aquellos
que los necesitan, y por último el don de nos-
Los actos del corazón consisten en la espe- otros mismos, la oblación de nuestro ser y de
ranza, en la confianza, en los deseos vivos y toda nuestra vida al Dios bueno de quien
ardientes avivados por el sentimiento de lo que esperamos socorro, para pagarlos, á lo menos
se ha recibido ya; en el sufrimiento que uno en pequeña parte, por el poco precio de lo
experimenta de su indigencia; en la piedad por mejor que podemos ofrecer.
sí y por los demás, cuyas necesidades, idénti- Al terminar, es preciso dirigir una mirada
cas á las nuestras, se conocen en la caridad, el sobre los deberes que van á seguir inmediata-
amor desinteresado, generoso, celoso, apostó- mente á la Adoración; pedir las gracias muy
lico, que hace que se desee y pida con insis- precisas que nos han de ser entonces necesa-
rias; después implorar, por la intercesión de
María y del señor San José, la bendición de
Nuestro Señor.
Los asuntos de adoración que van á leerse
están compuestos solamente de estos diversos
actos; si no los hemos especificado ni colocado
en una evidencia metódica, es para permitir al
piadoso adorador expresarlos por sí mismo
MANUAL
según se sienta inspirado, y creemos que si es
bueno sostener y reglamentar la oración, es DE
preciso dejar á cada alma la tarea y el con-
suelo de hacerla. LA ADORACIÓN.
rias; después implorar, por la intercesión de
María y del señor San José, la bendición de
Nuestro Señor.
Los asuntos de adoración que van á leerse
están compuestos solamente de estos diversos
actos; si no los hemos especificado ni colocado
en una evidencia metódica, es para permitir al
piadoso adorador expresarlos por sí mismo
MANUAL
según se sienta inspirado, y creemos que si es
bueno sostener y reglamentar la oración, es DE
preciso dejar á cada alma la tarea y el con-
suelo de hacerla. LA ADORACIÓN.
LA INSTITUCION
DE LA EUCARISTÍA.
El H e c h o .
I. — ADORACIÓN.
DE LA EUCARISTÍA
El S a c e r d o t e .
I.—ADORACIÓN.
DE LA EUCARISTÍA
El S a c e r d o t e .
I.—ADORACIÓN.
¡Pidamos, pues, intercedamos, paguemos con | ESÚS, Salvador y Dios mío, verdadera y
la Sangre de Jesús; pues es la Sangre de la realmente presente sobre este altar,
victoria, de la redención, de la resurrección y » permitidme, os lo suplico, penetrar,
de la vida eterna! á través de las apariencias de vuestro Sa-
cramento, hasta vuestro adorable Corazón
Helo allí!
i El anima vuestra santa humanidad que
¡Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno!
v i v e en la Eucaristía; y o lo he encontrado!
Vos estáis unido personalmente á la segunda
¡ Vos tenéis un Corazón, oh Sacramento de
persona de la Santísima Trinidad; el V e r b o
Jesús! A vuestro Corazón es á quien, en esta
os posee, os habita, os penetra, os llena; V o s
hora, quiero estudiar y comprender para ala-
sois su Corazón! ¡ Esta unión personal y v i v a
baros, adoraros y amaros más. ¡ O h felicidad!
os hace todo suyo para siempre y la hace
¡ E l Corazón de Jesús está allí, en su vida, en
nuestra para siempre: V o s sois el Corazón del
su fuerza, en su amor, en su beatitud! ¡ A l l í ,
V e r b o ; el Corazón de Dios!
en la Hostia que reposa en el copón; allí, en
Por esta unión tan estrecha y tan profunda
la Hostia que el Sacerdote divide en el Sacri-
que la muerte misma no ha podido romper,
ficio; allí en la Hostia que he recibido esta
adquirís toda la grandeza, toda la perfección,
mañana en la Mesa S a n t a ; allí, en fin, estáis,
todo el poder, todos los derechos de Dios
oh Corazón Santísimo, en aquella Hostia que
mismo.
se ostenta en la Custodia, oh Corazón Santí-
Por Vos es por quien Dios nos ama; Vos
simo; y aunque mis ojos se detengan ante el
sois el órgano del amor infinito: ¡Corazón de
velo del Sacramento, mi fe os ve, mi Corazón
Jesús, Corazón único y bien amado del Padre;
os siente; y o os creo, y o os amo, y o os adoro
Corazón de Jesús, Corazón ardiente del Espí-
presente y v i v o en esta amabilísima Eucaris-
ritu Santo y su morada escogida; Corazón de
tía, lugar bendito de vuestra presencia, trono
Jesús, Santuario augusto de la Santísima Tri-
de vuestras misericordias, mi B e t h l e e m , mi
nidad; Corazón de Jesús, Corazón de Dios, y o
Nazareth, mi T á b o r , mi Cenáculo, mi Calva-
os adoro, y o os adoro!
rio y mi Cielo!
Y o os adoro con la adoración que sólo es
Y o os adoro, Corazón verdaderamente di- debida á Dios; yo os amo con el amor sobe-
vino y Corazón verdaderamente h u m a n o ; Vos rano que sólo Dios merece. Y o os alabo con
sois el Corazón de Jesús mi Dios y el Corazón todas alabanzas con que Dios se alaba á sí
de Jesús m i hermano: ¡dos abismos de gran- mismo, en el concierto de la A u g u s t a Tri-
dezas inefables y de amabilidades infinitas! nidad.
Y Vos no sois menos adorable, oh Corazón plenitud, Vos estáis sustancialmente santifica-
verdaderamente h u m a n o , Corazón de Jesús,
do, y la sustancia misma de la santidad, oh
H i j o de la V i r g e n María.
Corazón de Jesús, mi Modelo y mi Santificados
Vos sois el Corazón por excelencia; todo lo
Y todas las perfecciones, todas las virtudes,
que Dios, en su sabiduría y en su poder, quiso
todos los heroísmos, vuestro Corazón los ha
poner de grande, de bueno, de fuerte, de dulce,
practicado durante su vida por mi salvación;
de activo y de inteligente en el corazón del
hoy, en la Eucaristía, me da su gracia; mañana,
H o m b r e , de lo cual E l hizo la parte principal
en el cielo, su recuerdo será mi alegría y el
de la más noble de vuestias criaturas, vuestro
tema de mis alabanzas.
Corazón lo encierra en perfección; él es el
Y vuestro Corazón no ha sido creado, ni en-
ideal y el tipo eterno del corazón humano en
riquecido, ni santificado para sí solo: É l es la
el doble esplendor de su naturaleza y de su
causa universal de toda virtud, el foco de la
deificación por la gracia.
vida sobrenatural y el Corazón mismo de la
. Corazón de Jesús, vos habéis sido enrique-
Iglesia.
cido, desde la Creación, de todos los tesoros de
T o d a buena inspiración viene de vuestro
la sabiduría y de la ciencia, de todas las gra-
Corazón; todo buen movimiento nace primero
cias y de todas las virtudes.
en é l , y de esta fuente desciende á nuestros
Vuestra ciencia os descubre todos los pensa- corazones. N i n g ú n acto es virtuoso y merito-
mientos, todas las intenciones de los ángeles y rio, sino con la unión que tiene con la vida, la
de los hombres, todos los secretos de la natu- virtud y la santidad de vuestro Corazón.
raleza, y todos los misterios están abiertos de-
Y cuando á vuestras grandezas divinas y
lante de V o s ; yo os abro mi corazón, á quien
amabilidades humanas añadís, por un exceso
vuestra ciencia penetra ya con su mirada; y o
de amor, las bondades inefables de la Eucaris-
quiero que nada de él se os oculte, oh Corazón
tía, oh Corazón infinitamente dulce de Jesús,
vigilantísimo de mi Maestro y de mi Guía.
no sé cómo alabaros, bendeciros y amaros bas-
Todas las gracias, todos los dones, todas las tante. Y o adoro, pues, vuestro estado euca-
efusiones de la santidad están en Vos en toda ristico. Y o creo que en la Hostia gozáis de la
visión y de la posesión de Dios, sin tregua, ni
medida; pero creo también que V o s habéis I I . — A C C I Ó N DE GRACIAS.
tomado un estado escogido de las condiciones
que os condenan á anonadamientos innumera- U n a vez, estando delante del San-
tísimo Sacramento, me sentí investida
bles; Vos os ocultáis, pero hacéis callar todo de esa Divina presencia, y Nuestro Se-
lo que podría poneros de manifiesto; no hay ñor, me dijo: «Mi divino Corazón está
tan apasionado de amor por los hom-
aquellas miradas en que vuestra bondad bri- bres , que no pudiendo contener en sí
llaba tan dulcemente; no h a y aquellas pala- mismo las llamas de su ardiente cari-
dad, es preciso que las derrame, y que
bras en que vuestra misericordia se expansio- se manifieste á ellos para enriquecerlos
naba tan tiernamente ; no hay aquellos actos con sus preciosos dones.»
(Revelación d la Beata Margarita
sublimes en que vuestro honor se mostraba María.")
tan victoriosamente; no h a y aquellas maravi-
llas en que vuestra omnipotencia brillaba tan ¡ E l corazón está hecho para amar, y vuestro
magníficamente; V o s estáis rodeado de obscu- Corazón, oh Jesús, ese Corazón que Dios quiso
ridad, de silencio, de impotencia; y en este es- darse á sí mismo, no ha hecho jamás, desde su
tado os entregáis á nosotros en el Sacramento, primer latido, más que amar y a m a r m e !
oh Corazón de Jesús. ¡ A h ! Y o sabré encon- Toda la vida del Verbo encarnado no es
traros allí; y comprendiendo que estos excesos más que amor ; pero un amor que, aunque
de humillación no son más que excesos de infinito desde su primer f u e g o , parece, sin
amor, os adoraré más fielmente, os cantaré embirg->, crecer siempre; tal es vuestra obra,
más alegremente y os amaré más cordialmente. ¡ oh Corazón sagrado de Jesús! V o s sois quien
Á vuestro Corazón en el Sacramento, á sus le concebís; Vos, quien mantenéis su fuego;
grandezas, á sus amabilidades, á su presencia, V o s , quien dais continua salida á sus llamas;
á su amor : adoración y alabanza, ahora y siem- este amor sois V o s . Vos quisisteis encerraros
pre y por los siglos de los siglos. en el pecho de Jesús, cubriros con el manto del
Sacramento, rodearos de g l o r i a ; en vuestra
vida mortal, en la Eucaristía, como en el cielo,
es á V o s á quien v e o , á quien oigo, á quien grimas, sobre el endurecimiento de vuestra
siento en todo lo que d i c e , todo lo que hace, patria. ¡Tanto así vuestro Corazón amaba tan
en todo lo que es Jesús! verdadera, tierna y generosamente!
¡ V o s sois, oh Corazón sagrado, quien derra- De vuestro Corazón salieron todas las pala-
mabais en el misterio de Bethleem, donde el bras de luz, de perdón y de consuelo que llenan
amor encarnado apareció por la vez primera, el E v a n g e l i o ; es él quien decía á la Samari-
esos encantos tan dulces, esos atractivos tan t a n a : « ¡ Si tú supieras el don de Dios!»; á
poderosos que cautivan nuestros corazones! M a g d a l e n a : « V e t e en paz, tus pecados te son
¡ V o s , que os dabais en las sonrisas, y los besos, perdonados»; al B u e n L a d r ó n : « H o y serás
y las miradas con que el H i j o recompensaba á conmigo en el Paraíso»; á todos los pecadores,
su m a d r e ! á todos los que sufren, á todos los que lloran,
Es vuestro Corazón sagrado quien aceptó, á todos los que están cargados y que sucum-
quien santificó y nos hizo saludables los treinta ben: «Venid á mí, y y o os aliviaré.»
años pasados en Nazareth en la obediencia y el E s vuestro Corazón quien hizo vuestra Pa-
trabajo. sión y vuestra muerte ; es él quien os entregó
E s vuestro Corazón quien venció en el de- silencioso y dulce al beso de Judas, á los sufri-
sierto al demonio y nuestras tentaciones, en mientos y á los látigos de los soldados, á las
un acto de amor y de adoración; es vuestro sentencias de Pilato, á la ignominia y al supli-
Corazón quien multiplicó los panes para ali- cio de la Cruz ; y es él también quien antes de
mentar á la multitud h a m b r i e n t a ; es él quien, morir os inspiró orar por vuestros verdugos y
enternecido á la vista de todas las miserias h u - darnos á María para Madre nuestra.
manas, multiplicaba los prodigios para soco- Y en todas las obras fundadas por el V e r b o
rrerlas ; es vuestro Corazón q u i e n , conmovido encarnado, el amor es el fin y el Corazón de
de las lágrimas de la viuda de Naim, le devol- Jesús nos ama.
vió á su hijo ú n i c o ; é l , quien os hizo vacilar Nos ama en esta Iglesia establecida para la
y llorar con Magdalena sobre el cadáver de vida del mundo y de quien nos h a hecho hijos;
L á z a r o ; é l , quien os enterneció hasta las lá- nos ama en el P a p a , á quien ha dado la pala-
12
bra de la infalible verdad y el poder de los per- universal y perpetua, con todas las virtudes
dones sin límites. Y y o sé que si algún día las de su vida y todas las seguridades que trae
puertas del cielo se a b r e n delante de mí, á Vos consigo la presencia del j u s t o , del santo, del
lo deberé, Corazón misericordiosísimo de Jesús, Salvador. E s mío en el beneficio de un sacrifi-
cuya activa y paciente solicitud me conduce, cio de valor infinito, que me da cada día todas
pie sostiene y me d i r i g e siempre. Y en esa las satisfacciones, todos los méritos, todos los
mansión de felicidad, ¿ q u é será vuestro Cora- frutos de su Pasión y de su muerte; es mío
zón, sino amor también? U n amor que se satis- sobre todo en el beneficio de la comunión, que
face plenamente y se desborda sin medida. derriba las últimas barreras y me le entrega
¡ Corazón de Jesús ! D e vuestra vida y de por completo. ¡ E s m í o , y o lo he recibido, y o
lo he comido, él se ha convertido en mí mismo!
vuestra muerte, de v u e s t r a Iglesia y de vues-
¡ E l me espera, y su gozo es darse á m í ! Y y o
tro trono, no recibo m á s que amor. Pero el
he vuelto á los días de mi inocencia y he reci-
foco de todos estos a m o r e s , cuyas llamas me
bido al Corazón de Jesús; y me he apartado
vivifican, que es vuestro mismo Corazón, ¿no
de mis extravíos, y el Corazón de Jesús no ha
me lo daréis también ? ¿ E s este deseo temera-
rehusado darse á mí. Mientras que y o v i v a me
rio quizá, habiendo r e c i b i d o tanto? ¡ A h ! Per-
acordaré de las alegrías de mi primera comu-
donadme, y o no puedo contener mi corazón
nión y cantaré eternamente las dulzuras del
que os g r i t a : — D a d m e vuestro Corazón, oh
banquete en que Jesús festejó mi vuelta. Cora-
Jesús, y no me deis n a d a ! Vuestro amor sin
zón de Jesús, fuisteis Vos quien hicisteis el bri-
vuestro Corazón sería p a r a mí un suplicio in- llo y los encantos de aquélla; Vos quien derra-
tolerable , que me haría morir de deseo! masteis en ésta un tan seguro perdón, que mi
Y V o s me habéis respondido: ¡ T o m a d y co- alma, olvidándose del triste pasado, se abrió á
med todos; éste es mi C u e r p o ; ésta es mi San- la esperanza y comprendió que podía vivir de
g r e ! ¡ Y la Eucaristía m e ha entregado á vues- amor, puesto que V o s la amabais! Y el Cora-
tro Corazón! Y o lo t e n g o , lo poseo y no lo zón que recibí entonces puedo recibirlo todos
dejaré ir. los días, pues es mío. E s mi pan cotidiano; es
E s mío en el beneficio de una presencia real,
mi vida y mi corazón para santificarme verda- zón de Jesús ha sido un martirio. Dios le había
deramente y conducirme con seguridad á la creado para sufrir y le había dado, al mismo
ventura sin fin: pero Jesús, oh Jesús, ¿quién tiempo que la misión del sufrimiento, todas
es el hombre, para que le visitéis así y apli- las aptitudes para cumplirla bien.
quéis de tal suerte vuestro Corazón contra su ¡Padre, dijo al entrar en este mundo, V o s no
corazón ? queréis ya víctimas de la l e y ; heme aquí! L a
visión de su pasión y de su muerte futuras, la
vista del pecado y del olvido de Dios, el triunfo
III.—REPARACIÓN. de la mentira, la adoración á Satanás, eran
lanzas clavadas hasta el cabo en el Corazón de
Estando de rodillas la bienaventu-
rada con los ojos fijos en el Taber-
Jesús y que su celo por la justicia movía con-
náculo , se le apareció Nuestro Señor tinuamente en la llaga. Perseguido en B e t h -
sobre el altar, y descubriéndole su Co-
leem, desterrado en E g i p t o , desconocido en
razón, le dijo: « He aquí este Corazón
que tanto ha amado á los hombres; que Nazareth, su vida pública fué constantemente
nada ha perdonado, hasta agotarse y contradicha, censurada, calumniada; venir con
consumirse para testificarles su amor;
y en pago no recibo de la mayor parte el Corazón abierto, con los brazos extendidos
de elfos mis que ingratitudes por sus para amar, para salvar á fuerza de a m o r , y
irreverencias y sacrilegios, y por las
frialdades y desprecios que tienen para verse sin cesar desconocido y rechazado, ¡qué
mí en este Sacramento de amor.» suplicio para el Corazón de un Salvador tal
(.Revelación á la Beata Margarita
María.) como V o s , oh Jesús!
¡
E l Corazón del Divino Mediador es quien entero: fué abierto sobre la Cruz y permanece
está sobre el altar, entre el cielo y la tierra, para abierto en la Eucaristía, á fin de que todos po-
presentir nuestras necesidades, recibir nues- damos entrar en él: es tan grande, que todos
tras oraciones y llevarlas al trono de Dios: caben allí; tan vigilante, que nada acontece que
¿cómo este Pontífice Santísimo, que ha pagado E l no lo sepa; tan sensible, que parece ser el
con su sangre todas las gracias que pide, podría Corazón de todos, experimentando en sí mismo
dejar de ser escuchado? lo que todos experimentan.
E s el Corazón del A u t o r mismo y del Sobe- Sobre estos títulos apoyo mi oración, oh Je-
rano Maestro de todos los bienes; É l puede dar sús, y sé que V o s no los negaréis.
libremente y como quiere y tanto como quiere Corazón de Jesús, esposo de la Iglesia, que
y á quien quiere, porque lo que da le perte- la habéis amado tanto hasta hacerla nacer de
nece: ¿quién, pues, oh Jesús, podría carecer de vuestro costado abierto y que la alimentáis con
confianza para vuestro Corazón omnipotente? vuestra C a r n e , dadle la paz, extended su im-
Es el Corazón de un Salvador cuya misión perio y dadle su autoridad social sobre todas
es aliviar todos nuestros sufrimientos, reme- las naciones cristianas.
diar todas nuestras miserias, socorrer todas Corazón de Jesús, Pastor eterno, que amáis
nuestras necesidades, perdonar todas nuestras á vuestro Vicario Supremo, y permanecéis aquí
faltas; y para cumplirla fielmente, ha sido he- abajo hasta el fin para inspirarlo y sostenerlo,
cho de la misma naturaleza que nuestros cora- volved al Papa la libertad de su ministerio y
zones; ha contraído las mismas obligaciones, sus Estados, y guardad por mucho tiempo á
experimentado los mismos afectos, sentido las nuestro amadísimo León X I I I .
mismas penas, padecido los mismos sufrimien- Corazón de Jesús, obispo de nuestras almas
tos : todo esto, á fin de saber por experiencia y fuente del sacerdocio, que amáis á vuestros
compadecer nuestras debilidades y hacerse un sacerdotes hasta darles el derecho de inmolaros
corazón de misericordia infatigable. todos los días, dad á los Obispos y á los sacer-
dotes el celo que os hace conocer y la santidad
Es también el Corazón universal, el Corazón
que os hace amar.
de todos los hombres, el Corazón del mundo
Corazón de Jesús, esposo de las Vírgenes y pasivo, que habéis conocido la amargura de
el primer religioso de vuestro Padre, que amáis las lágrimas y que estáis tan abandonado en
á los religiosos hasta habitar bajo su techo para vuestro Sacramento.
darles el ejemplo y la gracia de su santo estado, Os pido por mi por patria: dadle un go-
os ruego por todos los religiosos: santificadlos bierno cristiano; proteged todas las institucio-
en verdad. nes que os sirven: os lo pido, Corazón de Jesús,
Os pido por mis parientes y mis bienhecho- que tanto habéis amado á nuestra patria y
res, Corazón de Jesús, el más amante, agrade- que le habéis hecho la misericordiosa revela-
ción de vuestro Corazón.
cido y mejor de los hijos.
Os pido por los niños y los jóvenes que van Corazón de Jesús que amáis á todas las almas,
ácorrer los riesgos de la vida: guardad su ino- os pido por las que gimen en el Purgatario, y
cencia; avivad su f e ; dadles el valor cristiano; os ofrezco los méritos de esta adoración en su-
fragio suyo.
haceos amar de ellos, Corazón de Jesús, Cora-
zón de Padre y Corazón de Madre, que nos Os pido, en fin, por mí mismo: mis necesi-
engendrasteis en vuestra muerte, que nos abre- dades son inmensas; abrid sobre mí los ojos de
váis con vuestra S a n g r e , y que nos seguís por vuestro Corazón. A r m a o s de paciencia; usad
donde quiera siempre para defendernos. vuestra bondad hasta los últimos límites; sed
indulgente sin medida. Corazón de Jesús, con-
Os pido por todos los pobres pecadores, Co-
fiado únicamente en vuestra gracia, espero ser
razón de Jesús, Hostia de propiciación para sus
fiel á los deberes de mi profesión; valeroso en
crímenes, V í c t i m a santa que por su salud os in-
el sacrificio; empeñoso en la corrección de mis
moláis todos los días en el altar.
defectos; paciente en la prueba y perseverante
Os pido por los agonizantes, Corazón de
hasta el fin en vuestro amor.
Jesús, que nos guardáis en el Viático los fru-
tos saludables de vuestra agonía y de vuestra Concededme, Corazón bonísimo, que re-
muerte. cuerde siempre que estáis presente y v i v o por
mí en la Hostia; que continuáis por mí sobre
Os pido por todos los que lloran, por los per-
el altar vuestra Pasión y vuestra muerte y
seguidos y por los miserables, Corazón com-
que queréis daros realmente á mí en la santa
Comunión. Y o os recibiré con mucha frecuen-
cia, y en particular el primer viernes de cada
mes, según vuestro deseo. Y no quedaré satis-
fecho mientras no pueda exclamar en verdad:
H e encontrado mi corazón en vuestro Corazón:
Inveni cor meum nt orern Deum menm. H e
encontrado vuestro Corazón para amaros, Jesús, LAS CINCO LLAGAS.
para amar á Dios, para amar á María, para
amar á mis hermanos, para orar, para trabajar
y para sufrir; he encontrado vuestro Corazón
para morir como cristiano, como santo, y I.—ADORACIÓN.
merecer así la vida del eterno amor.
Lo, verdad de las Cinco Llagas.
destroza para que vuestra humildad y vuestra perder mi corazón en la Llaga hospitalaria de
dulzura caigan á torrentes, para destrozarlos vuestro Corazón, y deciros: Piedad, piedad por
de arrepentimiento, sobre nuestros corazones los pecados de mi corazón, á causa de los su-
orgullosos, ambiciosos, insaciables, incrédulos, frimientos y de las humillaciones del vuestro.
desconfiados, disimulados, perversos é hipócri-
tas, idólatras de sí mismos y rebeldes á Dios, IV.—SÚPLICA.
obstinados, endurecidos é impenitentes, fijos
en el mal y más duros que el granito. Los frutos de las Cinco Llagas.
P o r todos estos crímenes, cuyo principio,
centro y medio son nuestros corazones, os pido Y o derramaré sobre la casa de David el es-
perdón, ¡oh Corazón traspasado de Jesús! y os píritu de oración; y ellos se volverán para orar
ofrezco en expiación las ansiedades, las angus- hacia A q u e l que hayan traspasado.
tias, los terrores, los temores de vuestro Cora- Los frutos de las Cinco Llagas son innumera-
zón ; sus tristezas y sus disgustos en Getsemaní, bles; ¿no resumen vuestras Cinco Llagas toda
sus sufrimientos y su agonía sobre la c r u z , la vuestra Pasión, oh Divino Cordero! Los prin-
l l a g a profunda que lo penetró, la sangre y cipales puntos son tres:
y a g u a que brotaron de ésta. N o por un sim- i.° E l poder de la oración.—Jesús había co-
ple deseo, ni una pura ficción de mi espíritu, menzado desde su venida al mundo su oficio
sino en realidad os ofrezco, oh Jesús misericor- de mediador y de sacerdote , orando sin inte-
d i o s o , vuestro propio Corazón en la Hostia rrupción. A u n q u e heroico y sublime en todo,
Eucarística en que v i v e siempre atravesado; ha querido unir á las oraciones de sus deseos
os l o ofrezco á la hora de su inmolación sobre la de sus sufrimientos; su cuerpo se ha conver-
la piedra del Sacrificio; os lo ofrezco en sus tido en bocas de oración; á la voz de sus sus-
largos anonadamientos en el Tabernáculo per- piros, de sus gritos y de sus lágrimas, ha unido
p e t u o ; os lo ofrezco en mi alma cuando ha- la voz de su sangre, de sus carnes desgarra-
biéndole recibido pueda unir y mezclar mi das, de sus manos, de sus pies y de su Corazón
c o r a z ó n culpable á vuestro Corazón inocente, traspasados: y esta doble oración ha acabado
de vencer la justicia de Dios y nos ha obtenido las sumerge en la Llaga más profunda de su
el pleno perdón. Corazón ; allí se purifican, se hacen santas, fe-
C o m o Pontífice por toda la eternidad, Cristo cundas y omnipotentes, participan de la ora-
continúa en el cielo su oficio de oración, y por ción del Soberano Sacerdote y participan de
sus Llagas continúa orando. E l las muestra al la virtud y el valor de ésta, y se hacen la ora-
Padre y le interpela en favor nuestro, obligán- ción de Jesús mismo. ¡Oh dulce misterio de la
dole á derramar sobre el mundo todos los do- intercesión por las llagas de mi Jesús!
nes, todos los socorros que nos han adquirido D e h o y en adelante por vuestras llagas ora-
sus Llagas, sus dolores, su Pasión y su muerte. ré también, oh Divino Sacerdote. L a s presen-
Además, para añadir á esta mediación triun- taré á Dios siempre abiertas y suplicantes en
fante la potencia de una oración de nuevo hu- todas las Hostias del mundo. ¿Qué podéis rehu-
millada, abatida, anonadada, Cristo vuelve á sarme entonces, Vos que habéis dicho : « T o d o
descender á la tierra; recubre sus Llagas glo- lo que pidiereis á mi Padre en mi nombre os
riosas de la obscuridad y de la debilidad del será concedido ? »
Sacramento, y Dios oye de nuevo sobre la Pues bien, y o os pido en vuestro nombre,
tierra la oración del Sacrificio y de su H i j o en vuestro nombre de sangre escrito en vues-
m u y amado, renovada en los abatimientos y tras Llagas en el Calvario, en vuestro nombre
anonadamientos de la Hostia. Mas al venir de poder brillante, en vuestras Llagas en el
aquí abajo, vuelve á tomar su ministerio de cielo, en vuestro nombre de amor grabado en
la oración, el Salvador quiere asociarnos á vuestras Llagas en el Sacramento: Jesús, por
E l , y viene para dar pureza, ardor y fuerza vuestras Cinco Llagas escuchadme.
á nuestras oraciones, uniéndolas á las suyas. 2.° E l Apostolado del s u f r i m i e n t o . — T a l es
E l está, pues, allí en el Sacramento, como el segundo fruto que producen las Llagas de
Pontífice de la oración universal; E l inspira y Jesús.
sostiene y después recoge y se apropia todas Cualquiera que sufre, puede, si quiere, y es
nuestras oraciones, todos nuestros votos. L o s de su deber quererlo, cooperar en una medida
recoge en las profundas Llagas de sus manos; c u y a magnitud sólo Dios conoce, pero que es
unión. H a y también la oración, sobre todo la
siempre real y muy grande, á la salud del
que se hace ante la Hostia á las Cinco Llagas,
mundo; continuar la redención comenzada en
en que el alma, considerando los sufrimientos
el Calvario, y que no terminará sino hasta el
de Jesús, encuentra fuerza para sufrir, aceptar
último día; á salvar almas, avanzar el reino de
y aun amar sus propios sufrimientos. E l últi-
Dios, hacer retroceder á Satanás, ayudar á los
mo medio es aceptar con resignación, por amor
obreros del Señor; á sostener á la Iglesia de la
á E l , por compasión á sus sufrimientos, y
tierra en sus combates, consolar la Iglesia que
aun simplemente para expiar nuestros pecados,
sufre en el Purgatorio, y hacer salir de él á las
pagar nuestra deuda y merecer el Paraíso, los
pobres almas; á regocijar y glorificar á la Igle-
sufrimientos que se digne hacernos padecer.
sia del cielo; para esto, para trabajar m u y real
Mientras m a y o r sea esta resignación en vista
y eficazmente á todas estas grandes obras, basta
de Jesús y por su a m o r , más estrecha hace la
unir sus sufrimientos á las Llagas de Jesús y
unión con E l . E s preciso procurar renovar á
sufrir en unión con el Salvador. Esta unión
menudo los actos.
está al alcance de todos: no exige nada de
difícil; los más simples, los más ignorantes de H e ahí todas las condiciones del apostolado
los que sufren pueden realizarla. L o que exige por las Cincos Llagas. ¡Cuán fáciles nos las ha
desde luego es el estado de gracia y que esté hecho vuestra condescendencia!
exenta el alma de todo pecado mortal, por- ¡ L o que entonces sucede es magnífico, su-
que para unirse al Cristo v i v o es preciso ser un blime! D e Jesús y del paciente se hace un solo
miembro vivo; pero ¿quién no puede, con a y u - ser, una sola persona; el paciente presenta á
da de los sacramentos, guardar su alma en es- Jesús todos los sufrimientos aceptados de sus
tado de gracia? Después es preciso estrechar miembros; Jesús vierte las virtudes y los mé-
la unión entre nuestros sufrimientos y los su- ritos infinitos de sus Llagas; y aún más, Jesús
yos, nuestras llagas y sus Llagas, por la comu- se apropia estos sufrimientos; el paciente le da
nión hecha á menudo, frecuentemente, todos miembros en los cuales E l se ha encarnado de
los días; eso es lo más fácil, lo más dulce y nuevo, y es Jesús quien sufre con el paciente,
también el más poderoso medio de fortificar la Jesús quien le santifica, Jesús quien deifica sus
sufrimientos: Jesús renueva entonces y ex- graciados de los que sufrían males tan terri-
tiende su Pasión, y la Pasión de J e ^ t o d a bles! P e r o desde que habéis tenido llagas,
satisfacción dada á Dios, toda paz rendida a la desde que habéis "sido nombrado leproso, el
último de los hombres y el gusano de la tierra
^ h l Todos vosotros los que sufrís, vosotros y que bajo estas Llagas se os ha visto atraer las
miradas complacientes de Dios y excitar la
admiración de los Á n g e l e s ; desde que por me-
dio de estas Llagas habéis rescatado al mundo
y curado las llagas espantosas de nuestras al-
mas; desde que estas Llagas han sido súbita-
mente curadas, sanadas, transfiguradas por la
gloria de la resurrección, y que las cicatri-
ces que habéis querido conservar brillan como
joyas deslumbrantes en vuestras manos y en
Tsdesia lo que falta á sus sufrimientos, es decir
iglesia iu nú esDera nuestra vuestros pies, ¡ a h ! desde ese día las llagas hu-
lo que para ser aplicado a ella esper
manas han perdido su horror; se han hecho
SSafeSES
conmovedoras, dignas de piedad y aun dignas
de desearse; y se ha visto á aquellos que no
las padecían desearlas ó considerarlas como un
honor perdido, y darse una compensación
cuidando las llagas, dedicándose á los heridos,
á los leprosos, á los apestados y á todos los
que padecen el mal.
vino Crucificado 1 antes que se os hubiese vis
Divino Maestro, á Vos es á quien se v e en
esas pobres víctimas del sufrimiento, á Vos á
quien se busca y á Vos á quien se encuentra
en ellas. Se os ha buscado en la mañana bajo
15
las apariencias del Sacramento, se os busca
de los pobres estropeados, de los pobres ul-
bajo las apariencias del enfermo para continuar cerados, de los pobres leprosos, de los pobres
la comunión y prolongar el encuentro con incurables, por amor vuestro, por]abnegación
Vos; V o s os habéis dado en la comunión en por la Iglesia, y por caridad por los miembros
el amor, en la paz, en los goces íntimos del que sufren, heridos y traspasados de vuestro
alma; se siente la necesidad de haceros una Cuerpo sacrosanto.
acción de gracias, devolviéndoos amor por
amor en el servicio de vuestros miembros que
sufren. ¡Siempre la comunión, siempre la pre-
sencia real, siempre V o s , oh hombre de dolo-
res, leproso desechado de todos, gusano de la
tierra pisoteado!
Las apariencias que os ocultan en el en-
fermo son á veces más obscuras, más abyectas,
más difíciles que las que os ocultan en el Sa-
cramento; pero esto no es negocio de aparien-
cias: la fe las mira, el corazón las descubre, y
os encuentra á V o s , sólo á V o s adora, ama y
sirve.
¡ O h Jesús! ¡Jesús traspasado! dadme por
vuestras amables Llagas, dad á muchas almas
que os amen bastante, que crean bastante en
Vos, para q u e adorándoos y recibiéndoos pri-
mero en el dulcísimo Sacramento de vuestras
llagas, se entreguen en seguida con generosi-
dad y constancia á ese ministerio sublime y
santificante entre todos, de los pobres heridos,
quedar con nosotros. E s un estado escondido,
oculto, anonadado; Jesús está oculto a l l í , no
sólo á la razón, sino también á los sentidos; y
esta manera de estar le abate y le humilla,
EL ESTADO EUCARISTICO. pues no es accidental ni pasajera, sino estable,
permanente, invariable; ella constituye el fun-
damento del estado Sacramental, y el principio
I.—ADORACIÓN. de donde descuellan todas las conscuencias de
este estado, tanto por lo que toca á Nuestro
El Anonadamiento (1). Señor, cuanto por lo que toca á nosotros.
P
ODORAD á Nuestro Señor, verdadera- la grandeza del amor que le obliga á anona-
V | mente presente, Dios y Hombre en darse así, y la necesidad de esta virtud de hu-
§ el Santísimo Sacramento, y supli- mildad, garantía de todas las demás, de las
cadle que os permita estudiar, compren- cuales da por esto imperecedera y clara lección.
der y honrar el estado que ha escogido para
E l anonadamiento eucarístico es, en primer
lugar la obscuridad: la santa Hostia, que nada
( i ) San Pablo ha llamado anonadamiento — e x i n a n i - tiene de brillante, oculta la gloria con que bri-
v i t s e m e t i p s u m — a l estado humano del Verbo. E l carde-
lla en el cielo, como debió brillar también aquí
nal Franzelin refiere en su admirable Tratado de la Euca-
abajo la humanidad de Cristo resucitado.
ristía,, dos testimonios de San Gregorio de Nysse y de San
Cirilo, en que al estado eucaristico se le da el mismo T a m b i é n la ausencia de forma que oculta la
nombre, exinanitio, y demuestra que este es el término belleza encantadora del rostro, de la presencia,
que conviene mejor para designar el estado del Verbo de toda la humanidad de Jesús. L a Sagrada
encarnado en la Eucaristía.
Hostia presenta en el exterior un pedazo de en el flanco de ciertas montañas y que se ex-
pan, cosa m u y c o m ú n , sin ningún atractivo tienden á profundidades que no pueden ima-
para la vista, y tan vulgar que no podría lla- ginarse, haciendo la noche que reina en ellas
mar la atención. más y más espantosa: así el Señor, el Altísimo,
T a m b i é n la inacción, la inercia, la impoten- parece no estar j a m á s bastante retirado, ni bas-
cia, la privación de todo lo que compone, acusa tante abatido, ni bastante oculto; y añade el
y manifiesta la vida: ni sensibilidad, ni movi- silencio á la obscuridad, la inercia á la quietud,
miento, ni mirada, ni palabra, ni acción exte- la impotencia á la dependencia, para ocultarse
rior; nada de usos, nada de las relaciones de la y anonadarse más.
vida; sólo la dependencia y la inerte pasividad T a l es el estado eucarístico, el anonada-
de la materia. miento sacramental. Y este estado, escogido
P o r último, el estado de muerte, del sepul- libremente por el Salvador, meditado desde
cro: sí, Jesús está allí profundamente sepul- toda la eternidad por su sabiduría, obra maes-
tado, cubierto, desparecido; es menos aparente tra de su omnipotencia, que ha debido, para
que el cadáver humano que guarda en sus realizarlo, multiplicar los prodigios; este estado
perfiles el vestigio de la vida; y las santas es- Jesús lo ha revestido por amor y se ha unido
pecies no tienen ni un signo, ni un nombre á él para siempre. E l lo ama y durará tanto
que permita distinguir entre la Hostia consa- como la Eucaristía; y esto á pesar del escán-
grada y la que no lo está, como se distingue dalo de muchos, á pesar del abuso que hará de
de una piedra profana en una necrópolis la él la malicia humana para olvidar lo que es
piedra que cubre un despojo humano. debido á este Dios oculto, ó para insultarle
allí libremente.
L a muerte, el estado de muerte: he ahí,
p u e s , en suma, de lo que se compone el ano- ¡ A h ! vosotros á lo menos adoradle. Sabed
nadamiento eucarístico del Salvador: ¿se puede en este estado humillante reconocer á vuestro
encontrar velo más espeso, retiro más profundo, Salvador y á vuestro Dios, compensadle, ala-
misterio más impenetrable? badle, decidle con todo el amor de que sois
H a y cavernas que se suceden unas á otras capaces: ¡ O h Dios S a l v a d o r ! Vos estáis ver-
daderamente oculto: ¡ y o os reconozco y os
adoro como mi Dios! B a j o esa obscuridad II.—ACCIÓN DE GRACIAS.
adoro vuestra majestad y vuestra gloria; bajo
esta apariencia simple y c o m ú n , la hermosura Obra del amor.
del más hermoso de los hijos de los hombres
y el rostro que arrebata á los ángeles; bajo Dilexit me et tradidit seipsum pro
esa inacción, la actividad del Dios Criador y me. (Galat., 11, 20).
de la Providencia que gobierna al mundo; bajo Me ha amado y se ha entregado
esa impotencia, la potencia misma del V e r b o por raí.
I. — ADORACIÓN.
I. — ADORACIÓN.
I I . — A C C I Ó N DE GRACIAS.
que esto, preparado y hecho por primera vez
en la Cena por el amor del Verbo encarnado,
«¡Tomad y comed todos! Omnesf» y venido hasta vosotros al precio de su pasión
y de su muerte.
E n este don universal y magnífico, mirad
cuán abundante parte tenéis para vosotros per- ¡ A h ! gracias, g r a t i t u d , amor para el don
inexplicable de Jesús!
sonalmente, á fin de crear en vuestro corazón
¡Y ved con qué perseverancia se da siempre
un foco poderoso de reconocimiento.
á vosotros! Siempre tan pronto, tan solícito;
Cuatro mil años t u v i e r o n que transcurrir
siempre tan bueno, siempre espontáneo, siem-
para preparar el primer d o n de Dios al mundo;
pre gozoso: recordad los años que hace que
y he ahí que este don se renueva cada día
le estáis recibiendo; muchas veces le habéis
para vosotros en la c o m u n i ó n , sin aparato,
recibido con un corazón tibio, ya ocupado por
sin pompa y casi sin ser anunciado: sin em-
los afectos terrestres ó por otros amores, y
bargo ¿no es el mismo V e r b o quien viene con
quizás con un corazón culpable; vosotros le
tanto poder y amor? P u e s bien, contad cuán-
habéis desdeñado desde hace mucho tiempo,
tas veces ha hecho Jesús para vosotros esta
olvidándoos de su a m o r , haciéndoos sordos á
encarnación de amor de la comunión! sus solicitudes: á pesar de todo, ¿no vuelve á
Fijaos primero en el día de vuestra primera vosotros con un amor tan puro, tan ardiente
comunión: ¿no os acordáis de la dulzura de y tan tierno como el primer día?
ese primer don, de sus larguezas, de su real
V e d las operaciones de gracia, los progresos
munificencia, de su tierno amor?
magníficos, las fructificaciones innumerables
Después, contad las c o m u n i o n e s de vuestra
que este don ha hecho en vosotros. En otro
j u v e n t u d y las que ahora hacéis quizás todos
tiempo, como bálsamo refrescante y puro, mo-
los días. Todos los días Jesús renueva para
deraba los ardores de vuestras pasiones hir-
vosotros, sólo para vosotros, el don supremo vientes; hoy os sostiene en vuestros trabajos y
preparado para los deseos de todos los Patriar- reanima vuestro valor debilitado; ya era para
cas y la pureza y la humildad de María; más vosotros humildad, ya pureza; unas veces era
dulzura, otras firmeza y energía; en vuestros
disgustos era consuelo, en vuestras pruebas III.—PROPICIACIÓN.
esperanza, y alivio en vuestros abatimientos?
en todo sufrimiento, en fin, en todo dolor, pa- «¡Tomad y comed todos de él! Omnes!»
ciencia, resignación y abandono. Dejad á vuestra alma abrirse á un amor de
N o h a y nada bueno ni que desearse pueda compasión hacia Jesús; porque su don no es
que no hayáis encontrado en este pan de amor, comprendido. S u bondad parece haberle arras-
si lo habéis buscado en él: de suerte que el trado demasiado lejos, y el deseo de probaros
mismo don, tantas veces repetido, se multipli- su amor á toda costa, haberle cegado sobre los
caba más á sí mismo y hasta el infinito, v a n á n - intereses de su honor y de su propia gloria.
dose y transformándose según vuestras necesi- Dándose á todos con una prodigalidad tal,
dades de cada día. Nuestro Señor se expone á ser tratado como
E s t e es el momento oportuno de bendecir y una cosa común y sin valor, á ser considerado
de dar gracias en la efusión del reconocimiento como cosa de poca monta y despreciado; y aun
al amor que os lo ha dado: acordaos con cui- por los mismos cristianos, por los que le reci-
dado; no temáis deteneros sobre cada una ben y le aman en una cierta medida.
de sus larguezas misericordiosas. ¡ N o olvidéis E l maná del desierto habia excitado el asco
nada! ¡Todo á s u precio! A u n q u e no hubieseis de los israelitas precisamente á causa de su
comulgado más que una v e z , vuestro recono- abundancia. A s í la Eucaristía; es para nos-
cimiento debería ser eterno. ¡Benedic anima otros un pan sin encanto, un alimento sin sa-
mea Domino et noli oblivisci omnes retributio- bor, porque nos es ofrecido todos los días y le
nes ejus! encontramos sin gran trabajo. E l gran peligro
de la comunión frecuente consiste en la comu-
nión tibia, con las preparaciones de rutina y
las acciones de gracia sin amor.
Examinaos sobre este punto y ved qué dis-
posiciones lleváis á la comunión.
¿ Q u é tiempo, qué método empleáis para la pues mejor prefiero ser maltratado por algu-
preparación y la acción de gracias ? ¿ Cómo os nos, dejando á todos la facultad de venir libre-
portáis en ellas ? mente y mostrando así hasta dónde va mi
¡ A h ! ¡Nuestro Señor debería contarnos entre amor, que poner barreras ante los sacrilegos,
aquellos hijos á quienes ha alimentado y ele- en que podría detenerse la timidez de los bue-
vado á un sublime honor, y que lo han des- n o s . — ¡ A todos!
preciado! ¡Oh maestro bondadosísimo! ¿Pensáis en las
E l segundo peligro de deshonor que corre espantosas consecuencias de esta promesa á que
este don al ser prodigado por la bondad de os arrastra vuestro amor?
Jesús, es caer en manos sacrilegas. ¿ N o veis esas multitudes de herejes y cis-
O h divino Maestro, amor generoso y cré- m á t i c o s ? — ¡ A todos!
dulo, ¿queréis daros á todos? ¿ A todos sin ex- ¿ Y esos sacerdotes malos, usureros, impúdi-
cepción? ¿ A todos sin examen anticipado y sin cos, rebeldes á sus obispos, que usurpan las
juicio público de autoridad? santas funciones y suben al a l t a r ? — ¡ A todos !
¿ A u n á los pecadores? ¿ A u n á los traidores? ¿ Y en la P a s c u a , esas multitudes que tienen
¿ A u n á los hipócritas? ¿ A u n á los Judas del que guardar alguna cosa del cristianismo sin
colegio sacerdotal? practicar sus austeros deberes, y que vienen á
¡Sí; á todos y aun á Judas y á todos los que recibiros sin renunciar á sus malas costumbres,
han de perpetuar su odiosa figura! Y o me daré sin abjurar de los odios antiguos, sin hacer las
sin resistencia, sin defensa posible, sin infligir- restituciones, después de las confesiones sin
contrición como sin firme propósito, é impo-
les la menor vergüenza exterior; y o guardaré
niendo apenas una tregua de algunos días á
su h o n o r ; y o mismo serviré á darles un re-
sus faltas c o t i d i a n a s ? — ¡ A todos!
nombre de piedad: ¡á todos! ¡ Y o quiero ser
entregado á todos! Ellos comerán sin duda su ¿ N o tenéis horror, oh Jesús, de pasar por
condenación; valdría más para ellos no haber todas esas manos, de sufrir tratamientos tan
nacido que cometer tan negro sacrilegio: sin indignos y de afrontar todas estas ignominias?
embargo, si v i e n e n , y o me dejaré prender; — ¡ O h ! sí; mi corazón está abrevado de amar-
g u r a : tal idea me hace estremecer; este cáliz
con nosotros. Y nos llamáis, nos solicitáis, nos
no se puede beber sin arrojarme en una ago-
hacéis buscar, suplicáis y aun amenazáis: ¡To-
nía mortal. Sin embargo, y o me daré á todos,
mad y comed todos de él!
á fin de que los buenos que son débiles y vaci-
P u e s bien. Y o quiero responder á vuestro
lantes en el bien se decidan á venir á mí sin
l l a m a m i e n t o , satisfacer vuestro hambre, su-
t e m o r ; y los malos acaben por dejarse vencer
plicándoos por vuestros propios méritos, por
por tanto amor!
v u e s t r o Corazón y por todo el amor con que
P e r o espero de mis amigos el consuelo, la está abrazado para los hombres, que toquéis y
reparación; que ocupen ante mí el lugar de ganéis á todos los que rehusan obstinadamente
m i s enemigos y honren mi don, á quien ellos vuestro adorable don, y á l o s que yendo os con-
desprecian. ¡ A l menos vosotros, vosotros que sideraríais dichoso, para hacer su felicidad,
sois mis amigos, tened piedad de mí, y «recibid para su salvación, para la paz de su corazón y
mi Eucaristía en memoria de mí.» el honor y el consuelo de su vida.
¡ Jesús! ¡ D o n de Dios, manifestaos á los in-
fieles y á los herejes, á las masas indiferentes
IV.—SÚPLICA.
ó incrédulas de nuestra patria; manifestaos,
atraedlos, ponedlos de rodillas conquistados y
« T o m a d y comed todos de él: Omnes!-» subyugados alrededor de vuestra santa Mesa!
A l daros así á todos, oh Jesús, testificáis con Haced que todos vengan , á lo menos en la
una evidencia innegable el deseo que tenéis Pascua, y que no encuentren la muerte de su
de venir á vuestras criaturas, de v i v i r en ellas alma, precisamente á la hora en que les ofre-
y de serles todo gracia, todo apoyo, todo soco- céis el don de vida.
rro, todo bien. Esto es en vuestro Corazón una ¡Oh Jesús! os pido por vuestra santidad, y
necesidad que vuestro amor hace más y más por vuestra misericordia, que todos los que os
imperiosa, un hambre q u e se reenciende sin reciban, lo h a g a n con fe, con piedad, con amor,
cesar. Vos queréis, con un deseo tan ardiente con la conciencia purificada de todo pecado
c o m o vuestro mismo amor, comer esta Pascua grave, con el corazón desprendido de todo
afecto culpable, con una sincera voluntad de gracias contenidas en vuestro Sacramento.
permaneceros fieles. ¡ Y Vos seréis todo, todo para mí!
Tocad y convertid á los sacrilegos, que se Para evitar el pecado, y o os recibiré.
preparan á traicionaros, ó alejadlos, por favor, Para corregir mis defectos, y o os recibiré.
por el terror de vuestras justicias, á fin de que Para cumplir mis deberes de estado, y o os
recibiré.
no lleven sobre vuestra Persona tres veces
Para soportar mis penas, yo os recibiré.
santa sus manos impías.
Para ser caritativo y devoto, y o os recibiré.
Y en cuanto á mí, puesto que queréis daros
Y mi oración de cada instante, la que quiero
tan frecuentemente, ser mi pan cotidiano y
haceros con mi corazón y mis obras, aunque
el sostén de mi labor de cada día; puesto que
mis labios hayan enmudecido, es la vuestra,
queréis penetrar en mi vida y haceros de ella
oh Jesús, la misma que me habéis enseñado
una parte integrante, y ser su alma, su motor
y que encierra todo.
y elemento indispensable; puesto que queréis
¡Dadme, sí, dadme mi pan de cada día! el
ser todo mío, participar de mis trabajos, llevar
pan de la vida, el pan de la fuerza, el pan del
á medias todas mis cruces y gustar conmigo
honor, el pan de la verdad, el pan del amor, el
todas mis alegrías, pues bien, y o os lo prometo
pan de la inmortalidad; dadme vuestro don,
y os pido que al instante me deis la gracia de
ahora y siempre mientras esté en este mundo,
ser fiel á esta promesa; no faltaré jamás v o l u n .
en la Eucaristía; cuando vuele al cielo, en la
tariamente á una sola de las comuniones que gloria.
Vos me permitís por la autoridad de vuestros
ministros.
Y o me purificaré más y más del pecado; me
desprenderé cada día más de las servidumbres
del mundo, de los lazos de mi amor propio, y
haré esfuerzos constantes hacia la v i d a sin-
ceramente cristiana, para merecer recibiros
dignamente cada día y aprovecharme de las
ÍNDICE.
Páginas.
PRÓLOGO 5
INTRODUCCIÓN. — C o n s i d e r a c i o n e s prácticas
s o b r e la A d o r a c i ó n del S a n t í s i m o Sacra-
mento ir
L a I n s t i t u c i ó n d e la E u c a r i s t í a :
I.—El Hecho 63
I I . — L a Obra maestra de Dios 76
I I I . — E l Sacredote 89
I V . — E l Sacrificio 102
L a E u c a r i s t í a . M e m o r i a l d e la P a s i ó n 124
E l Sacratísimo Cuerpo de Jesús 146
L a preciosa Sangre $> 154
E l C o r a z ó n d e J e s ú s e n la E u c a r i s t í a 169
Las Cinco Llagas 193
1!)
Páginas.
E l Estado Eucaristico 22 3
L a d i f u s i ó n d e la E u c a r i s t í a . ¡ P o r t o d a s p a r -
tes!
L a p e r p e t u i d a d d e la E u c a r i s t í a . ¡ S i e m p r e ! . . 2^9
La universalidad de la Eucaristía. ¡Para
t o d o s ! 273