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MANUAL DE LA ADORACIÓN
DEL

SANTISIMO SACRAMENTO
POR EL

R. P. A. T E S N I E R E
de la Congregación del Santísimo Sacramento.

E s propiedad de sus edi-


tores.
Q u e d a hecho el depósito Primera serle
q u e m a r c a la ley.
LA P E R S O N A D E L C R I S T O EUCARÍSTICO

Adveniat regnum tuum eucliaristicum.

Obra escrita en francés y traducida al castellano ;

bajo la dirección del

limo. Sr. D. Joaquín María Díaz y V


aumentada con un prólogo del mismo.

UNIVKSÍ8AB Di Y9 LEON
BitMea Valverde y TeUnCapilla Alfonsina
MÉJICO B&Hateca Univ
LIBRERÍA RELIGIOSA
HERRERO HERMANOS, EDITORES
S a n J o s é el R e a l , 3

MÉJICO.—Imprenta de la Librería Religiosa. 1 8 9 4

48278
PRÓLOGO.

F p I p N medio de las grandes calamidades


| | que afligen á la sociedad en los tiem-
pos presentes, es altamente consola-
dor, y como un signo de bendición y
prosperidad, el espíritu de ferviente devoción,
cuyo incremento es mayor cada día y más uni- •
versal hacia el Santísimo Misterio de la Euca- •
ristía. Parece que el Señor, en su iñexcrutable
Providencia, ha reservado para los últimos si-
glos del mundo la admirable propagación del
fuego celestial que el Salvador vino á encen- •r -

der en la tierra (i); fuego divino destiñádo á


extender sus misteriosos incendios por todos •
•í i •
( I ) Lucce, XII, 49.

012268
los pueblos y naciones, renovando la faz del desgracia, vendrán prontos á domiciliarse en
orbe en sus relaciones morales y en las aspira- el alma la esperanza y el amor, vínculos de
ciones que le atraen al orden sobrenatural. altísimo precio que preparan y consuman nues-
Sabemos que para alcanzar la vida eterna tra perfecta unión con Dios.
estamos obligados á conocer, amar y adorar á ¿Pero qué singulares caracteres deben ha-
á Dios; y este triple deber se cumple y se per- llarse en el perfecto adorador de Jesucristo?
fecciona en toda su plenitud si llevamos á Je- E l mismo quiso marcarlos diciéndonos que
sucristro Nuestro Señor, presente en la Ado- permanezcamos en El y que sus palabras per-
rable Eucaristía, todo nuestro entendimiento manezcan en nosotros. ¿Y qué cosa es perma-
necer en Jesucristo ? ¡ A h ! es tener la misma
y toda nuestra voluntad. Si aprendemos á
voluntad que El tiene en orden á nuestra
conocerle, también aprenderemos á amarle con
eterna salvación; es alimentar todos los días
todas las fuerzas de nuestra alma, y aprende-
en nuestro corazón el eficaz deseo y la valiente
remos también á tributarle la adoración que
resolución de sacrificarlo todo por su amor ; es
le es debida. Hcec est vita ceterna, nt cognos-
renunciar á las depravadas inclinaciones que
cant Te, Solum Deum verurn, et quetn missisti,
tantas veces nos hacen enemigos de Dios y
Jesurn Christum (i).
nos despojan del derecho que hemos adquirido
£ a adoración, pues, de la Divina Eucaristía
al reino de los cielos. Y, para decirlo de una
en que nuestro Amantísimo Redentor se con-
vez, es conservar fielmente el tesoro de las
tiene real y verdaderamente, es al mismo verdades reveladas por Dios, abriendo nuestra
tiempo el testimonio elocuente de nuestra fe inteligencia á los resplandores de la fe, y en-
y el medio seguro de aumentarla. Con esta cender constantemente la vivísima llama de
nobilísima virtud, cuya pérdida es verdadera la caridad, obedeciendo y haciendo que todos
obedezcan á la ley divina. ¡Qué felicidad tan
(i) I o a n n . . XVII, 3.
digna de desearse y conseguirse es venir á la mente en ese sosiego que tanto ha deseado, en
presencia del misterioso trono en que nuestro ese silencio respetuoso que inspira el lugar
Salvador nos espera, y darle allí un testimo- santo, cuando sin quererlo y sin oirlo, siente
nio tan afectuoso como solemne de que per- llegar una voz que le dice: «Aquí estoy.» Su-
manecemos en El por la fe y por el amor! ben entonces de punto nuestra fe, nuestro
¡ Qué suavidad, qué gozo para nuestro corazón amor y nuestra confianza; porque nuestro co-
escuchar á los pies de Jesucristo, lejos del razón, por criminal que sea, está criado para
mundo, en el silencio del Santuario, las dulces Dios y debe sentir necesariamente la presencia
inspiraciones y las palabras de vida eterna! (i). de nuestro Dios y palpita, y se humilla, y
Cuando nuestro miserable corazón, oprimido se enternece y, por fin, sin sentirlo, saltan
por el peso de las adversidades, desgarrado por las lágrimas á los ojos Allí entonces el re-
la ingratitud de los demás, y abatido por los cuerdo déla grandeza de Dios y de sus infinitas
crueles desengaños del mundo, se acuerda de misericordias; allí el olvido de todos los bienes
que está muy cerca del Salvador, entonces de la tierra; allí el conocimiento de nuestra
viene y se postra y pide el remedio de sus ingratitud para con Dios; allí las palabras de
penas. Pero ¿cómo describrir lo que pasa en- agradecimiento y de gloria para celebrar el
tonces en nuestro corazón? Todavía oye el amor que Jesucristo nos tiene en la dulcísima
sordo murmullo de los negocios temporales, Eucaristía. Y nuestra confianza crece al com-
todavía se agita por el sobresalto de la con- prender tanta benevolencia, y nos convence-
tradicción y del engaño, todavía siente las mos profundamente de que estamos unidos
heridas que le abrieron sus enemigos. ¿Pero con Dios y de que hemos escuchado su palabra,
qué? Apenas comienza á entrar insensible- y se cumple entonces en nosotros la promesa
que nos ha hecho de concedernos cuanto le pi-
(i) I o a n n . , XXXV, 69.
damos para nuestro verdadero bien. Si man-
seritis in me, et verba mea in vobis manserint,
quodcumque volueritis, petetis, etfiet vobis (i).
Este libro, por tanto, especialmente se de-
dica á la Asociación de Sacerdotes Adoradores
del Santísimo Sacramento. Se dedica también
á los fieles de toda edad, sexo y condición que, INTRODUCCIÓN
deseando siempre gustar cuán suave es el Se-
ñor con los que le buscan, cifran su consuelo,
su bienestar y su gloria en humillarse y gemir CONSIDERACIONES PRÁCTICAS
á las puertas del Tabernáculo. SOBRE LA

Y, no lo dudemos, vendrán para la Santa


Iglesia días más tranquilos, porque el Señor, ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
que vive con nosotros en la Eucaristía y es
verdaderamente rico en misericordia (2), se I.
apiadará, por fin, de nosotros y escuchará be-
Del objeto y fin de la Adoración.
nigno nuestros ruegos. Tu exurgens misere-
beris Sion; quia tempus miserendi ejus, qnia ARA comprender bien la naturaleza
venit tempus (3). de una virud, los deberes que im-
pone, los actos que debe inspirar y
Joaquín María Díaz y Vargas.
con qué espíritu se les debe cumplir, es
México, 12 de Diciembre de 1893,
necesario conocer, con la mayor claridad po-
F I E S T A D E L A S A N T I S I M A V I R G E N DE G U A D A L U P E .
sible, su objeto y su fin.
¿Cuál es, pues, el objeto, cuál es el fin de la
(1) Ioann., XV, 7.
(2) Ad Efes., 11, 4.
Adoración del Santísimo Sacramento, de este
( 3 ) Psalm. CI, 14. acto excelente entre todos, de la virtud de la
seritis in me, et verba mea in vobis manserint,
quodcumque volueritis, petetis, etfiet vobis (i).
Este libro, por tanto, especialmente se de-
dica á la Asociación de Sacerdotes Adoradores
del Santísimo Sacramento. Se dedica también
á los fieles de toda edad, sexo y condición que, INTRODUCCIÓN
deseando siempre gustar cuán suave es el Se-
ñor con los que le buscan, cifran su consuelo,
su bienestar y su gloria en humillarse y gemir CONSIDERACIONES PRÁCTICAS
á las puertas del Tabernáculo. SOBRE LA

Y, no lo dudemos, vendrán para la Santa


Iglesia días más tranquilos, porque el Señor, ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
que vive con nosotros en la Eucaristía y es
verdaderamente rico en misericordia (2), se I.
apiadará, por fin, de nosotros y escuchará be-
Del objeto y fin de la Adoración.
nigno nuestros ruegos. Tu exurgens misere-
beris Sion; quia tempus miserendi ejus, quia ARA comprender bien la naturaleza
venit tempus (3). de una virud, los deberes que im-
pone, los actos que debe inspirar y
Joaquín María Díaz y Vargas.
con qué espíritu se les debe cumplir, es
México, 12 de Diciembre de 1893,
necesario conocer, con la mayor claridad po-
FIESTA D E L A S A N T I S I M A V I R G E N DE G U A D A L U P E .
sible, su objeto y su fin.
¿Cuál es, pues, el objeto, cuál es el fin de la
(1) Ioann., XV, 7.
(2) Ad Efes., II, 4.
Adoración del Santísimo Sacramento, de este
( 3 ) Psalm. CI, 14. acto excelente entre todos, de la virtud de la
Religión? Vamos á indicarlo aquí de un modo
sencillo y práctico á la vez, para la mayor uti- á quien debe honrar bajo los velos eucarísticos;
lidad de las almas á quienes la gracia del Es- en segundo lugar con relación al alma del Ado-
píritu Santo ha conducido á filiarse en nuestras rador, á quien debe santificar, y finalmente
diversas Asociaciones Eucarísticas, de las cua- con relación al prójimo, á quien debe asistir y
les todas tienen, aunque con prácticas diferen- ayudar particularmente en esta forma, la más
tes , la Adoración por deber esencial. El lazo excelente de todas, que es la Santa Iglesia.
espiritual que une en una sola familia de ado-
radores los miembros de la Obra de los Sacer- L A A D O R A C I Ó N CON R E L A C I Ó N Á N U E S T R O S E Ñ O R .
dotes Adoradores, los de la Agregación y los
de la Exposición mensual en las parroquias, x, _ Que Nuestro Señor Jesucristo, verdade-
con los religiosos de la Congregación del San- ramente presente en el Santísimo Sacramento,
tísimo Sacramento, permite dirigirles las ense- tiene todo derecho á ser adorado, lo proclaman
ñanzas que el P. Eymard daba á sus hijos en hasta la evidencia su Divinidad con todas sus
su Regla, expresión perfecta de su pensamiento infinitas perfecciones; su título de primer Prin-
y de su espíritu. Efectivamente es la misma cipio y de Creador de todas las cosas; su título
savia la que debe alimentar el tronco religioso de Conservador universal de todo lo que existe;
y las ramas seculares del árbol eucarístico, su título de Fin supremo y de remunerador
plantado por el venerable Fundador para que soberano.
produjera los frutos de amor, de honor, de sa- Lo proclama su Humanidad deificada en el
tisfacción y de gloria, que desea tanto y tan
seno de María por la unión personal al Verbo,
legítimamente saborear el divino Rey del Sa-
y aun más esta Humanidad glorificada á la
cramento.
diestra del Padre en los cielos, donde, en com-
pensación de sus abatimientos y su muerte, ha
La Adoración tiene un triple objeto, y debe recibido por recompensa ejercer el imperio
considerarse bajo una triple relación: primera- universal.
mente con relación á Nuestro Señor Jesucristo, Lo proclama no menos evidentemente la
Eucaristía, es decir, la presencia real de Jesu-

UÑlVEfiSíDAu Di YQ LEON
Biblioteca Vaíverée y Teüez
cristo bajo los velos del Sacramento, su reali- zón. Cierto día le dice por la dulce voz de
dad, su perpetuidad y su universalidad. Pues María: «Todos los misterios de mi Hijo tienen
si está presente aquí abajo, en la verdad de su un cuerpo religioso que les honra: la Encaris-
ser divino y humano, reclama la Adoración tía no lo tiene por sí sola; es preciso uno.» Y
debida á su divinidad y á su humanidad; si el P. Eymard, para responder á esto, funda la
permanece de una manera asidua y continua Asociación del Santísimo Sacramento, consa-
que desafía al tiempo, es para recibir desde grada al único servicio de la Eucaristía, cuyo
ahora sobre la tierra, como las recibe en los acto esencial es la adoración perpetua y solem-
cielos, las adoraciones á que, después de su ne del Santísimo Sacramento.
victoria, tiene un derecho riguroso é inviola- El Cristo Sacramental ncs especifica sus de-
ble ; si extiende á todas partes su augusta y rechos y su voluntad de ser adorado en la Eu-
benéfica presencia, es para que el imperio que caristía, y nos hace de esto una obligación
ha conquistado se extienda á toda la tierra, y personal y el deber más importante de nuestra
porque quiere verle reconocido de hecho por vocación particular. Evidentemente nos pide
todas las naciones y en todos los lugares. así que consideremos la Adoración como nues-
He aquí la razón fundamental, y que se im- tro fin supremo aquí en este mundo, como
pone á todos los hombres, de la Adoración: nuestro único negocio, como el fin de todos
rendir á Jesucristo, Dios, Hombre y Rey, pre- nuestros esfuerzos.
sente en el Sacramento, y á causa de esta pre- Parece que nos dice: «Todos me deben ado-
sencia misma, todas las adoraciones que por ración fiel y asidua en mi Sacramento, y mu-
todos los títulos le son debidas. chos me la rehusan absolutamente.
»Un gran número de los que me rinden este
II. — He aquí otra razón particular á todos homenaje no lo hacen ni bastante, ni bas-
los que han sido llamados, en mayor ó menor tante bien.
medida, á la vocación eucarística. »Nadie hace de adorarme su supremo deber,
Nuestro Señor se presenta al P. Eymard, y su única ocupación, su vida; y sin embargo:
durante más de veinte años le habla al cora- Unum est necessariam, una sola cosa es abso-
lutamente necesaria, antes y sobre todas las consagren á este servicio sus cualidades y sus
demás: Que Dios sea adorado, y yo, Jesucristo, dones, sus gracias y sus virtudes, su persona
el Hijo de sus complacencias. y todo lo que tienen, sin guardar nada en pro-
»Al menos, vosotros rendidme este home- piedad ni aun su personalidad. Ábsque sui
naje, dadme la satisfacción de hacer la adora- proprio.»
ción que me es debida, á mi Padre y á mí, que
he venido á buscar al hacerme hombre, y que III. — De allí dos importantes consecuen-
sigo buscando en mi permanencia en la Euca- cias: una que nos hace apreciar la Adoración en
ristía; dadme la satisfacción de hacer de esta su justo valor; otra que nos enseña cómo debe-
adoración vuestro estado, vuestro único todo.» mos practicarla con respecto á Nuestro Señor.
Tal es el sentido de la fundación de la Aso-
ciación del Santísimo Sacramento, y de la Primera consecuencia: valor de la Ado-
vocación individual de todos los que la gracia ración.
divina llama á ella. Esta es un ejercicio santo, una función an-
«La razón suprema de la Asociación del San- gélica, una cosa casi divina, puesto que nos da
tísimo Sacramento, dice el P. Eymard, con- á la realidad de nuestro Dios, en su presencia
siste enteramente en esto: en dar á Nuestro terrestre, por objeto inmediato á quien honrar,
Señor Jesucristo verdaderamente presente y á quien servir, á quien adorar cara á cara.
siempre permanente en el Sacramento por Es un servicio real, puesto que nos exige
amor á los hombres, verdaderos y perpetuos que le sirvamos en el trono que tiene en este
adoradores y propagadores de su gloria euca- mundo, para ejercer las funciones de su ma-
rística, á fin de que Jesucristo sea adorado jestad en la tierra, y recibir homenajes en
socialmente en el mundo entero. compensación de las humillaciones que sufrió
en su Pasión, y de las que le alcanzan aún en
»También que todos los que han sido llama-
su estado Eucarístico.
dos sepan que no se han dado más que para
una sola cosa, para el servicio de la Adorable Es, pues, el deber, la tarea, el empleo más
Persona de Jesucristo en la Eucaristía, y que noble, más ejevado y más glorioso que pueda
a
asignarse á una vida, puesto que la Persona y objeto inmediato que reconocer y honrar, la
los derechos personales de Jesucristo, á los que adoración exige de nosotros:
hay que satisfacer, le elevan evidentemente La pureza y la santidad de la vida. Nadie es
sobre los derechos y las necesidades del pró- capaz de presentarse al servicio de un rey que
jimo, que no es más que una criatura.: Opti- esté en el trono, de una manera inconve-
mam partem. niente ; en el cielo los ángeles que rodean el
Ella tiene, pues, el derecho legítimo y fun- trono de gloria son la pureza misma, y los
dado, absolutamente y por sí misma, de que santos no son admitidos á la Adoración eterna
se prefiera á cualquier otro trabajo, á cual- hasta que están purificados de las más ligeras
quier otro servicio, y en caso de concurrencia manchas, no sólo del pecado, sino de todo lo
de exigir que todo se posponga á ella y le sea que tiende al pecado ¿No es al mismo Dios de
sacrificado. Aquel que obra así, es simple- santidad á quien adoramos bajo los velos del
mente lógico con la fe conforme á la verdad; Santísimo Sacramento?
obra bien y nadie puede reprochárselo: Qucb Se requiere una preparación inmediata ó
non auferetur ab ea. Lo que hace simplemente próxima del espíritu, de la memoria y del co-
es rendir á la Persona adorabilísima de Jesu- razón. Porque Dios es espíritu, y busca, no
cristo aquello á que tiene derecho. Y aquel adoradores de pura forma, sino adoradores que
que no lo hace, ó es ignorante ó ilógico con su le adoren en espíritu y en verdad por todos los
fe, ó perezoso para cumplir el primero de todos homenajes interiores de sus facultades: la fe,
sus deberes. Desconoce de hecho, si no es que el amor, la alabanza, el don, la sumisión, la
formalmente, á Nuestro Señor Jesucristo, pues- humildad y los actos interiores de todas las
to que deja al último el servicio de su Per- virtudes. Pues bien; sin preparación, que hace
sona. salir al espíritu de sus ocupaciones habituales
y fija su atención sobre un punto preciso,
Segunda consecuencia: Espíritu práctico de nuestra alma, absorta por los cuidados inme-
la Adoración con relación á Nuestro Señor. diatos de las cosas sensibles, agobiada por el
Teniendo á Nuestro Señor J§sueristo por peso de la carne, es incapaz de elevarse hasta
la región de la fe y entregarse á un comercio cumplimiento de su voluntad? Luego ante
espiritual con Dios. todo y en primer término de la Adoración,
En fin, debemos proponernos, como fin prin- debemos dedicarnos á reconocer á Nuestro Se-
cipal en la Adoración, honrar á Jesucristo, sa- ñor en sus misterios, en su persona y en su
tisfacerle y servirle, y servirnos á nosotros mis- vida, en sus palabras y en sus virtudes, en sus
mos santificándonos y santificando á nuestros bellezas, sus amabilidades y sus bondades, en
intereses, aun los espirituales. Sin excluir este su amor sobre todo, y en su amor al Sacra-
último fin, y procurando favorecerlo, como mento, en sus ternuras, sus larguezas, sus sa-
después veremos, la Adoración debe practi- crificios, sus anonadamientos conmovedores.
carse ante todo, sobre todo y primero que todo. Debemos estudiar todas las maravillas de
Esta es, en su naturaleza, la expresión de la hermosura, de grandeza y de verdad; esforzar-
caridad más perfecta, del amor más puro, que nos en verlas, en comprenderlas, en penetrar-
sólo encuentra su perfección y su reposo en la las por la fe aplicada y activa, humilde y per-
satisfacción del objeto amado, y no en su pro- severante: este es el homenaje y el don del
pia satisfacción, pues está gobernada por la espíritu. Después, amar todas esas amabilida-
presencia inmediata y los derechos superiores des, adherirnos á ellas, desearlas, recrearnos
de Jesucristo. La primera de todas las cosas en ellas, y al mismo tiempo alabarlas, bende-
¿no es que Dios sea Dios y que sea reconocido cirlas, exaltarlas, felicitarlas, cantarlas en nues-
como tal? Su gloria sobrepuja á nuestros inte- tros corazones. En seguida, contemplar, adorar
reses, y por esto debemos quererla y pedirla en el silencio de la admiración, de la contem-
ante todas las cosas que nos son necesarias, plación y del éxtasis, última expresión del amor:
aun para esta misma gloria. ¿No es así que el este es el homenaje del corazón. Finalmente,
Señor nos ha enseñado pedirle en el Padre darnos, someternos y conformarnos á lo que
Nuestro, antes que nuestro pan de cada día, nos parezca tan hermoso y tan bueno, como
antes de que nos perdone y nos preserve de la nos damos al Infinito Bien, sin reserva y total-
tentación y del mal, la santificación del nom- mente, para poseer, para depender, para vivi-
bre de Dios, el advenimiento de su reino y el ficarnos, para asimilarnos, para transformarnos
interiormente en la semejanza del divino ob-
LA ADORACIÓN CON R E L A C I Ó N Á NOSOTROS
jeto que adoramos, á fin de que sea todo en
MISMOS.
nosotros: autoridad, principio y vida, y que
desaparezcamos y nos perdamos totalmente
en El. La adoración, con relación á nosotros, re-
Tal es el primer fin de la Adoración, tal el viste un doble carácter: i.° Es nuestro princi-
principal empleo del tiempo consagrado á ella: pal deber; 2.0 Es nuestro principal medio de
este es el homenaje de todo el ser interior á santificación. Por este doble título nos impone
Jesucristo; sin más razón sino que lo merece obligaciones que importa muclio conocer.
soberanamente; sin más interés que satisfa-
cerle, honrarle y amarle. En el cielo no se hace I.-Principal deber.—El P. Eymard declara
más que amar, alabar, darse y perderse en formalmente que «la Adoración es el fin su-
Dios: este es el supremo homenaje, la glorifi- premo de su instituto,» y al formar Apósto-
cación más alta que Dios puede recibir de sus les , quiere que «éstos tengan por único objeto
criaturas. El Dios del Sacramento la reclama hacer adorar al Santísimo Sacramento por
y la espera. El está allí para eso; quiere reci- todos los hombres y en el mundo entero.» La
birla sobre la tierra, en cuanto es posible aquí razón fundamental de todas las Obras secula-
abajo, en que la fe reemplaza á la visión, la ca- res que completan la Asociación del Santísimo
ridad militante al amor consumado, y la espe- Sacramento es pues, la Adoración. En conse-
ranza á la posesión; pero en que la fe, la espe- cuencia, á todos, y en la escala que les corres-
ranza y la caridad nos unen realmente á El, ponde, se dirigen estas otras palabras del Padre,
en el sacramento de su real presencia y de su intimando el gran deber de la Adoración:
«Como el servicio de la Adoración es por sí
verdadero don. Adveniatregnum tuurn sicut mismo el principal de todos nuestros deberes,
in ccelo et in térra. que debe ser preferido á todo, nadie omita ni
cambie, ni disminuya las horas de Adoración
que tiene asignadas.» Dice además con incom-
parable suavidad: «Mirad la hora de Adoración ción y al celo, á todos los ejercicios de devoción
que os toque en suerte como una hora del Pa- particular, y aun á la salud misma y al cui-
raíso; id á ella como si fuerais al cielo, al di- dado de la vida.
vino banquete; y esa hora será deseada y salu- Tratándola con todo el esmero y las aten-
dada con alegría; mantened suavemente ese ciones que reclama, esmero para preparar á
deseo en vuestro corazón. Cuando tuviereis ella el espíritu, por la fijeza del motivo de la
una hora penosa en su naturaleza, regocijaos Adoración ; esmero para preparar á ella el co-
mucho más, pues vuestro amor será más grande razón , por el recogimiento habitual en el amor
mientras mayor sea vuestro sufrimiento. Cuan- de nuestro Señor: Manete in me, in dilectione
do por algún achaque, enfermedad ó imposi- mea; esmero para preparar á ella la voluntad,
bilidad no pudierais hacer vuestra Adoración, por la fidelidad al deber, el fervor al trabajo
dejad que vuestro corazón se aflija un mo- espiritual, la conformidad á la voluntad de
mento; después poneos á adorar en espíritu; Dios y el abandono á su voluntad ; esmero
unios á los que adoran en aquel momento, para preparar á ella la conciencia por la pu-
teniéndoos durante aquella hora en un gran reza, la delicadeza asegurada por exámenes
recogimiento.» frecuentes; esmero para preparar al cuerpo
Estas palabras dicen muy claramente que la guardándose de todo exceso, aun de trabajo y
Adoración es el primero de todos nuestros de celo que le haga impropio á causa de la ex-
deberes, de donde se deduce que es preciso citación ó de la fatiga, para que coopere á la
darle más importancia que á cualquiera otro, Adoración con el recogimiento de los sentidos.
y que si no se le cumple, ó no se le cumple Finalmente, si la Adoración es el primer deber,
bastante bien, toda nuestra vida sería inútil. todo debe tender á ella y prepararla: los estu-
dios y la oración, el oficio divino, la misa y la
De allí la necesidad de reconocer práctica- comunión, las acciones y las virtudes, el tra-
mente la importancia de la Adoración por los bajo y la mortificación, los goces y las penas;
medios siguientes: la vida entera debe moverse sobre ese eje y
Prefiriéndola al estudio, al servicio del pró- converger hacia su centro.
jimo, al ministerio de las almas, á la predica-
H- — Principal medio de santificación.—La boración interior de la santidad. Los maestros
Adoración sería imperfecta si, tendiendo á hon- de la vida espiritual están de acuerdo en que
rar á Dios, no procurase la santificación del es el medio indispensable de la santificación,
alma. También se la considera en su natura- sobre todo para el sacerdote y el religioso, por-
leza como teórica y práctica, especulativa y que es el único medio de llegar al conocimiento
moral. y á la reforma de nosotros mismos.
Ella prosigue honrando á Dios en la fe, en Pues bien ; nuestra oración es la Adoración.
el amor, en la alabanza del espíritu y del cora- No tenemos otra. Y ¿podría haber otra mejor
zón y de la voluntad. Pero Dios tiene derecho que la que se pasa á los pies de Jesús, objeto,
á más: á la vida entera, á la vida práctica, que maestro, medio y modelo de toda oración;
debe alabarle pór el concierto de todas las vir- que la que se hace á su vista, en unión con su
tudes, probadas por acciones manifiestas. La oración, en el lugar santificado por la oración
perfecta alabanza de Dios es la semejanza con y donde se respira una atmósfera impregnada
El en la santidad: se inaugura en la convic- enteramente de las gracias de la oración ?
ción, el deseo y la resolución, y debe acabar La Adoración debe, pues, producir en nos-
en las obras. De suerte es que la Adoración otros, como toda oración asidua, el resulado de
tiene un doble fin : honrar á Dios por la ala- la santificación efectiva y de las virtudes prácti-
banza de las facultades interiores, y después cas ; pero con la condición de que hagamos un
santificar al hombre para ponerle en aptitud ejercicio de conocimiento de nosotros mismos
de dar á Dios la alabanza de las virtudes y de y de reforma de nuestras costumbres.
las obras. Pero las virtudes, para tomar raíz i E n la Adoración hemos de trabajar al co-
en el alma, tienen necesidad del trabajo pre- nocimiento de nosotros mismos, lo que quiere
paratorio de la oración. Porque sólo en el si- decir:
lencio y el recogimiento los gérmenes sobre- Que consagremos una parte del tiempo de
naturales se entreabren, arrojan sus primeras la Adoración á un trabajo enteramente perso-
raíces, forman su tallo, que desde luego ha de nal, de examen de nuestro estado espiritual, de
aparecer en las acciones. La oración es la ela- discusión de nuestros actos y de aplicación á
nuestra propia vida de las consecuencias prác- cia, del corazón y de la voluntad, de donde el
ticas y morales de nuestro objeto de Adoración. Rey Jesús espera actos tan numerosos y tan
Que tengamos cuidado de considerar en to- preciosos. E l alma debe, ante todo, santifi-
das las verdades, aun las más especulativas, las carse en sus potencias para que en seguida
enseñanzas morales que contienen; de escoger, broten vigorosos y frecuentes los actos exterio-
de vez en cuando, por asunto de nuestras ado- res de las virtudes. Es un deber activar nues-
raciones, algunas verdades exclusivamente po- tras facultades para el ejercicio regular y sos-
sitivas y prácticas; y, finalmente, de escoger de tenido de las virtudes que les convienen: al
preferencia aquellas que tengan relación con espíritu, los actos de todas las virtudes intelec-
nuestro estado de alma actual, nuestros debe-
tuales ; á la voluntad, los de las virtudes mo-
res de estado, cuyo cumplimiento es urgente,
rales; al corazón, los innumerables frutos del
nuestras necesidades inmediatas, nuestras ten-
amor.
taciones del momento y nuestras debilidades
Será preciso, pues, en la Adoración, hacer
ordinarias.
actos positivos y precisos de las virtudes que
2.° Nos ocuparemos durante la Adoración se encuentren en el asunto meditado. Ver en
en reformar nuestras costumbres, en corregir un misterio de Jesús, por ejemplo, la humil-
nuestros defectos, nuestras pasiones y nuestros dad, la dulzura, la paciencia que tuvo siempre;
vicios, por exámenes atentos, precisos y pro- y si en seguida no se forman en la voluntad
longados, inquiriendo las causas y efectos de actos esas virtudes, sería hacer una Adoración
todo, añadiendo el arrepentimiento, la contri- incompleta é interrumpida.
ción y la detestación del mal reconocido en
Estos actos deben ser tan precisos como mul-
nosotros, y tomando resoluciones formales y
tiplicados , tan prolongados como sea posible.
precisas que tengan por objeto ocasiones neta-
Aun cuando no pudiéramos darles demasiada
mente definidas.
intensidad, es fuerza que se acumulen en el
3-° Nos dedicaremos al ejercicio interior de interioiLpara que obren en seguida en la vida
las virtudes. Toda virtud debe primeramente exterior; el desarrollo de ésta será en razón
practicarse en el reino interior de la inteligen- directa de la fuerza adquirida en el interior.
Para poner de relieve la práctica de las vir- Ultimo consejo.—Para cumplir plenamente
tudes que deben manifestarse en la vida, par- con la ley del trabajo de la santificación per-
ticularmente en el cumplimiento de los debe- sonal en la Adoración y sacar todo el fruto, es
res de estado, en el ejercicio interior de las preciso guardar y adoptar los mismos asuntos
virtudes, en la Adoración, es preciso conside- de Adoración, sobre la corrección de los defec-
rar su encuentro, las circunstancias en que se tos ó sobre los progresos de la virtud, por todo
le encuentran, y tomar resoluciones muy ne- el tiempo necesario mientras no conste la en-
tas y muy firmes de conducirse de tal ó cual mienda ó el provecho intentados. La santifi-
manera, de evitar tal ó cual exceso, de hacer cación es obra de toda la vida, y cada uno de
tal ó cual esfuerzo. los obstáculos que hay que vencer ó de los pasos
En cuanto al tiempo que debe emplearse en que hay que dar, exigen un largo y perseve-
este práctico trabajo de santificación, puede rante trabajo. Andar de asunto en asunto es
decirse que debe llenar poco más ó menos la curiosidad y ligereza; el trabajo de la santidad
mitad de la Adoración, puesto que, según el es por demás serio y continuo.
método de los cuatro fines del sacrificio, la
segunda parte de la Adoración está consagrada III. —Tales son las reglas prácticas de la
á la Reparación y á la Súplica. La reparación Adoración considerada con relación á nosotros
exige naturalmente el examen, la discusión de mismos. Sino se cumplen, la Adoración recae
los actos, la satisfacción por el arrepentimiento • forzosamente en uno de los defectos siguientes:
y cambio de vida. La súplica sólo se hará de- La pura especulación, el estudio, el tra-
bidamente si se piden gracias precisas, con- bajo exclusivo del espíritu, la curiosidad inte-
forme á las necesidades reconocidas de nuestra lectual, son cosas que, puestas en lugar de la
alma, con la firme resolución de aprovecharse oración, son el más sustancial alimento del
de ellas, ó lo que es lo mismo, corresponder á orgullo espiritual: esto conduce, tarde ó tem-
ellas efectivamente; lo que supone que se han prano, á la alianza extraña y funesta délos
reconocido esas necesidades y se ha formado la bellos pensamientos y de las bellas represen-
resolución de obrar con firmeza y constancia. taciones imaginarias sobre todas las verdades
de la religión con una vida indiferente, poco
arreglada, y finalmente culpable. I.A A D O R A C I Ó N CON R E L A C I Ó N A L P R Ó J I M O .
Una sentimentalidad exagerada y la sobre-
excitación de la imaginación, que engen- I. — La adoración es esencialmente un fruto
dran la piedad floja, egoísta, personal, varia- de la caridad pcrfecta, para que teniendo pre-
ble é indiferente, sin virtud, sin estímulo, sin sente su primer y adorable objeto, que es el
fuerza para el sacrificio; en que todo se pasa Dios Hombre del Sacramento, sea necesaria-
en sueños más ó menos bonitos, en proyectos mente conducida por el mismo movimiento de
más ó menos hermosos, en promesas sin fide- caridad al servicio del prójimo. El amor del
lidad , en ilusiones sin causa, en principios sin prójimo es inseparable del amor de Dios : el
consecución. primero no es solamente señal del segundo,
Y lo que es peor: la pereza espiritual, una sino que es su efecto necesario, su fruto natu-
especie de somnolencia del espíritu, del cora- ral. La misma savia alimenta al uno y al otro;
zón y de la voluntad, que engendra la tor- son dos ramas de un solo tronco. Ellas crecen,
peza, después la rutina y lleva á la Adoración florecen, se cubren á un mismo tiempo de los
absolutamente nula; nula como homenaje de mismos frutos; pero también el disecamiento
religión, nula como causa de santificación. y la esterilidad los alcanzan al mismo tiempo
De allí nace el fastidio en la Adoración, el y en la misma proporción. «Quien dice que
disgusto de tan santo ejercicio y la infidelidad ama á Dios y no ama á su prójimo, miente»,
al deber capital. Si damos este último paso, dice el Apóstol de la caridad. No cabe duda
seremos infieles al mismo divino Rey, infieles que las formas exteriores de la caridad hacia
á nuestra divina vocación y apóstatas al ser- el prójimo pueden variar y algunas veces no
vicio de la Eucaristía. manifestarse sino en un número de actos muy
restricto. Esto depende de las vocaciones par-
ticulares , de las cuales unas se aplican más al
servicio del prójimo y otras menos. Pero para
el amor del fondo, para la predilección, para
la abnegación del corazón y para el celo ín-
timo , ninguna vocación puede dispensarse: propiciación por nuestros pecados, y no sólo
aquel amor debe ser sin medida, y marchar á por nuestros pecados, sino por los del mundo
la par con el amor de Dios. entero»?
Pues bien; entre todos los prójimos que
En la vocación adoradora los ministerios
tienen derecho á nuestra caridad y á nuestras
directos hacia el prójimo están bastante limi-
oraciones, el primero, el más augusto, el que
tados, pues no pueden disponer más que de
nos obliga más estrechamente que cualquiera
una parte de nuestro tiempo y de nuestros re-
otro, es la Santa Iglesia Católica, esposa ama-
cursos ; la primera y la mayor parte pertenece
dísima de Jesucristo, per cuyo amor vertió
á la Adoración, al servicio personal del divino
toda su sangre «á fin de que le fuese una es-
Rey en la oración, en la alabanza divina y en
posa bella, pura y sin mancha»; y por la cual
el culto solemne. Pero esto no nos dispensa
.ha instituido la Eucaristía, á fin de serle siem-
de servir al prójimo con un amor inmenso. Y
pre presente, de conducirla, de guardarla, de
este amor debe procurar el servicio y la utili-
defenderla y de alimentarla con su sustancia. A
dad del prójimo por el apostolado de la ora-
la Iglesia, pues, ante tedo, y al Soberano Pon-
ción, por la proposición y reparación en la
tífice en quien ella resume enteramente todo
Adoración misma.
nuestro amor, toda nuestra abnegación , todo
Aquél es un deber de vocación. La Asocia- nuestro celo en la Adoración y en la oración.
ción del Santísimo Sacramento fué fundada Después á todos los miembros de la Iglesia en
para el fin de la oración apostólica, de la repa- el orden que les ha colocado su mayor ó me-
ración por los otros y de la propiciación por nor participación á la autoridad, á la santidad
el mundo entero. ¿ Podría ser de otro modo, y á la vida de la Iglesia: á los Obispos, á los
cuando pide á sus miembros que se manten- sacerdotes y á los obreros apostólicos, á los
gan suplicantes ante el trono de la gracia, fieles, á los pecadores, aun á aquellos que no
donde expone solemnemente y hace subir en- hacen caso de la Iglesia aunque ésta tenga
tre la tierra y el cielo á Aquel de quien dice sobre ellos todos los derechos de su Real Es-
San Juan: «es el abogado, el justo Jesús, la poso , á quien «han sido dadas todas las na-
Clones en herencia», á los herejes, á los cis-
máticos, á los judíos y á los infieles. II.—« Que el adorador se consagre al sublime
Y más allá de este mundo, en las sombrías ministerio de la Adoración como diputado de
prisiones del Purgatorio, debe ejercitarse nues- la sociedad y de la Iglesia.»
tra caridad en la persona tan interesante y tan La oración es uno de los fines esenciales de la
digna de piedad y amor que se llama «Iglesia Adoración, según el método de los cuatro fines
purgante». del sacrificio; ella debe, pues, ocupar un tiempo
Queda por decir que todas las obligaciones normal, que es el cuarto de hora de Adoración-.
particulares que se pueden imponer al tributo «La súplica ó impetración, dice el Padre,
de la caridad de cada uno de parte de la san- debe coronar vuestra Adoración y hacer su
gre ó de la afinidad sobrenatural ó del recono- glorioso trofeo. La impetración es la fuerza y
cimiento, deben ser respetadas y satisfechas en el poder de la oración eucarística. No todos
el ministerio apostólico de la Adoración. Y pueden predicar á Jesucristo por la palabra,
entre estos lazos que crea la gracia, ninguno ni trabajar directamente en la conversión de
es más sagrado ni más fuerte que aquel que los pecadores y en la santificación de las al-
liga juntamente á las almas en la unidad de mas. Pero todos los adoradores tienen la mi-
una familia religiosa ó de una asociación re- sión de María á los pies de Jesús: ésta es la
conocida por la Iglesia. A nuestros hermanos, misión apostólica de la oración y de la oración
pues, miembros del mismo cuerpo eucarístico, Eucarística, en medio de los esplendores del
y ála sociedad que nos tiene unidos y nos da culto, al pie del trono de la gracia y de la mi-
á todos la gracia de nuestra santa vocación, sericordia. La oración eucarística va directa-
toca una parte excelente en el ejercicio de mente al corazón de Dios, como dardo infla-
nuestra caridad filial y agradecida. mado; ella hace trabajar, obrar y revivir á
Jesús en su Sacramento; ella da actividad á su
Pero dejemos que el Padre nos diga, con poder. El adorador hace más a ú n : ruega por
su autoridad de fundador, lo que debe ser la Jesucristo y le pone sobre su trono de interce-
Adoración con relación al prójimo. sión cerca de su Padre, como abogado divino
de sus hermanos rescatados.
Vuestra misión es pedir gracia con Él por
XXI. — Resulta de estas palabras, y de las
todos los culpables, pagar su rescate á la Di-
consideraciones que preceden, que tenemos en
vina Misericordia que tiene necesidad de cora-
la Adoración un verdadero ministerio de cari-
zones suplicantes; á vosotros os toca haceros
dad que cumplir para con el prójimo; debemos
victimas de propiciación con Jesús Salvador,
ser en ella propiciadores, abogados, mediado-
quien, no pudiendo sufrir ya en su estado re-
sucitado, sufrirá en Vos y por Vos. res y apóstoles.
Pensar, en la Adoración, únicamente en
Esta divisa: ¡Adveniat regnurn tuum! debe
nosotros; no pedir sino para nuestros intere-
ser como la regla de la oración de todos los
ses personales, por santos que éstos sean, no
adoradores. Que ellos ofrezcan su Adoración
es bastante: debemos hacer á nuestros cora-
por el Soberano Pontífice y por todas sus in-
tenciones; por la exaltación de Nuestra Madre zones generosos, desinteresados, abnegados,
l.i Santa Iglesia, para obtener las bendiciones abiertos á todos los santos intereses de Jesu-
de Dios sobre la sociedad y la santificación de cristo y á las necesidades del mundo entero.
sus socios; por todas las personas constituidas Los grandes deseos, los ardores excesivos, las
en dignidad, tanto en la Iglesia y la Religión santas torturas de la angustia por las almas y
como en el Estado, especialmente por todos por la Iglesia, deben inflamar y consumir
los sacerdotes, á fin de que Jesús viva en ellos nuestros corazones.
por amor y santidad; por la destrucción de Para esto, nos basta comprender cuán ex-
as herejías y de los cismas, para obtener á tensa, inmensa é infinita es la obra de la Re-
los judíos el reconocimiento de Jesucristo, dención del Mundo, que prosigue el Divino
a los paganos la Adoración de su Salvador; Salvador en su oración y en su inmolación
y, finalmente, porque todos los hombres del perpetua en el Sacramento. Él trabaja allí de
mundo entero lleguen á amar á Nuestro Se- noche y día. ¡Qué labor! ¡Qué labor tan in-
ñor Jesucristo y se precipiten hacia su Sacra- grata, tan contrariada y comabatida, expo-
mento de vida. niéndose á la malicia obstinada, á las traiciones
torbas, al odio sin compasión 1 A esta tarea
nos convida. Y como en la oración y la inmo-
lación perpetua la prosigue, Él reclama las hijo; más aún, si se trata de un alma, de la
asiduidades de nuestras súplicas, de nuestros cual Dios parezca esperar, por los dones ex-
llamamientos, y espera los sacrificios de todas quisitos que le haya prodigado, más satisfac-
las penas secretas, de todas las torturas del
ción y mayor gloria!
alma y de todas las mortificaciones conocidas
Tal es la Adoración con relación al projimo:
sólo por El.
obra de perfecta caridad, de celo apostólico,
¡ A h ! ¡Quién querrá rehusarle aceptar de de abnegación universal é infatigable. Sus me-
buen corazón y con alegría, humillarse, sufrir dios son, ante todo, la oración y la inmolación
el desprecio, la traición y el abandono, la ca-
interior. Pero debe tenerse presente que la
lumnia, las acusaciones y las condenaciones
condición indispensable á todo mediador si
injustas ; quién le rehusará estar privado en
quiere ser escuchado, es la pureza, la santidad,
la oración, de toda alegría; en la vida espiri-
la separación del pecado y la vida sobrenatu-
tual, de todo consuelo; en el trabajo, de todo
ral ; á lo menos, bajo estos rasgos San Pablo
éxito personal; en la vida entera, de toda
satisfacción, para completar su Pasión y co- nos representa al Pontífice Eterno y Adora-
operar por este medio á obtener su reino dor Perfecto Nuestro Señor Jesucristo. Solo a
Eucarístico, ó la exaltación de la Iglesia, ó la este precio nuestra oración, unida á la suya,
libertad del Soberano Pontífice, ó la conquista será agradable á Dios. Talis enun decebat ut
de un país infiel, ó la firmeza y prosperidad de nolis esset pontifex: sanctus, innocens, impo-
la sociedad dedicada al único servicio y al llutus, segregaba á peccatororibus etexcelsior
único apostolado de su Sacramento de amor, ccelis factus.
ó el éxito de tal ó cual obra particular que
cada uno conozca, á la cual le unan lazos per-
sonales de vocación ó de predilección: la con-
versión de una parroquia, la conversión ó la
santificación de una sola alma, sobre todo si
es el alma de un padre, de un esposo ó de un
dirigido á sus autores y el fin particular que
pretenden obtener.
II.
Cuando la oración tiene por objeto principal
preparar al obrero de Dios para los buenos
Del Método de Adoración para los cuatro trabajos, ó armar al soldado de Cristo para los
fines del Sacrificio. santos combates, el método exige mucho al
trabajo del espíritu, por la reflexión, el discurso
IDEA DEL MÉTODO LLAMADO D E LOS CUATRO
interior y el estudio : ella se dirige, sobre todo,
FINES. álos resultados prácticos, á las resoluciones
fuertes y precisas de la voluntad, que dispo-
Todo arte, además de los principios genera- nen inmediatamente á la acción. Si, al con-
les, tiene su método; es decir, una disciplina trario, la oración está destinada á permitir al
elemental una cierta manera de proceder por alma encontrar á Dios desde luego, para con-
med,o de la cual se inicia á los discípulos al versar con Él y unirse á Él en el reposo activo
conocimiento de este arte, después á su prác- del amor; si se dirige á hacer un contempla-
tica aplicada y , por último, á sus secretos y á dor más bien que un trabajador, un orador
su perfección. Santos y maestros ilustres han más bien que un apóstol, el método exige
dado diversos métodos del gran arte de la ora- menos trabajo abstracto al espíritu, menos re-
cion, cuya excelencia queda bastantemente soluciones actuales y determinaciones precisas
demostrada. Dichos métodos tienen caracteres á la voluntad. Sin perdonar estas cosas, ha-
comunes, los cuales tienen este doble fin nece- ciéndolas una parte legítima y necesaria, ella
sarísimo: poner al alma en estado de glorificar esperará más de la simple mira del espíritu,
a Dios por el homenaje de la Religión inte- de los sentimientos del corazón, de las aquies-
rior después santificarse por la contemplación cencias apacibles de la voluntad. Ella fijará la
de las verdades eternas, el conocimiento de sí mirada del alma sobre Dios, sobre Jesús, sus
misma y la preparación de sus deberes. Ellas misterios y su espíritu; sobre su interior y sus
vanan según el punto de vista especial que ha sentimientos más que sobre sí misma; sobre
todos los pensamientos de su alma sobre la
S t e M f / ^ " - ^ones augusta Persona del Dios Hombre que le
bajo santificad^ W n d U y a d 3 , m a * tra- muestran los velos transparentes del Sacra-
verdadera religión T r T T*™ de tcda mento. Aun parece que se faltaría á grandes
oración q u e ErZa a T ° * mét do de
° conveniencias si se ocupase más de si propio
podría excluir la iinicto á a ost
P °^co n o que de Él, sin darse bastante cuenta de lo que
reclama su próxima presencia. Por necesarios
Dios como término de s u s a r Z 6 p 0 S ° e n
dlversos que sean el estudio y la reforma de nosotros
combinando estos rinT i - Pero
0 5 neCeSan S d e mismos, parece que, presentándose tan clara-
-Jab roración,
e sí r n i esle
Z , yZTJ
Z t ÍT T' . T * '° ^
mente á nuestras miradas el Dios oculto que
COntem
" ó n de Dios: 1 prime ' í P'a- desea tanto ser reconocido, nos solicita que le
C duCÍrá m á s á
discusión de los a ^ ? °? ^ estudiemos, que le conozcamos, que nos dedi-
¿ la alabanza d T l T ^ V d quemos á Él; procura luego bajar á nosotros
El p a d r e p Perfecciones divinas.
mismos, seguros de quejamás veremos lo que
P ^ d ^ e S ' ^ - n d o en su somos, hasta que hayamos visto bien lo que
Él es /Noverim te, noverim me!
Aun más; queriendo que el Adorador una
su oración á la que, detrás del velo Eucarís-
favoreciese sob e t o d o f r " " m é t ° d ° ^ tico verdadero Santo de los Santos, Jesús, el
alabanza la c o n v e m c i ó n ^ ! a / » « p a c i ó n , l a único Pontífice, ofrece á su Padre, y que es la
L a
Adoración, ^ ^ " f C°n DÍ0S" continuación de su Sacrificio, es decir de su
6 hacerse á
P ^ s del Santísimo s 7 ' 'os muerte, verificada por la mañana en el altar,
t 0 Sea al
trono de la exnn - ' P i e del el P. Eymard debía buscar un método que
permitiese al Adorador apropiarse los actos,
los homenajes, los sentimientos y los deberes,
cuya expresión solemne y perfecta es la Misa.
Pues bien; por la Misa ó por su Sacrificio,
necesarias; todos cuatro contienen todo lo
que puede expresar el reconocimiento de las
perfecciones y de los derechos de Dios, la con-
fesión de todos los deberes y de todas las obli-
gaciones del hombre. Pues no hay en realidad
más que una oración de todo punto perfecta:
la Santa Misa; cualquiera otra oración vale
únicamente por su unión más ó menos grande
con esta oración personal de Jesucristo. Lo
mismo sucede con las virtudes cristianas que
componen, con los homenajes de la oración,
la religión del hombre hacia Dios; ellas no
valen sino según la medida en que tomen su
origen y se consuman en el Sacrificio de Jesu-
cristo. No h a y ; pues, p a r a el cristiano ninguna
forma de oración más perfecta que la partici-
pación en espíritu y en verdad del Santo Sa-
crificio. Pero nótese bien, que durante todo el
tiempo en que el Cristo guarda en el Sa-
cramento el estado de víctima inmolada que
s i s a r ? ü K K revistió al ofrecer á su Padre su muerte miste-
riosa, pero real en el Sacrificio de la Misa,

A W i a a s a s s continúa la religión expresada entonces, y los


homenajes rendidos entonces por la continua-
ción de este estado rindiéndolos á su Padre, y
todos los días y las noches en la permanencia
» ' " T T i T Í S i S , ' - ' - — -
— ¡. « ¡ s w s s s s de su estado de víctima anonadada, bajo las
especies de pan y vino, adora á la Majestad,
misterios, en todos los asuntos de meditación,
da gracias á la Bondad, hace reparación á la
en una palabra, los asuntos de Adoración, de
Justicia é implora la Liberalidad de Dios.
Acción de gracias, de Reparación y de Ora-
He allí lo que inspiró al P. Eymard su ción que ellos contienen necesariamente. El
método de adoración que llama Método de los mismo Padre les enseña los actos de virtud
cuatro fines del Sacrificio. Considerando á los que comprende cada uno de estos homenajes
adoradores en presencia de Jesús, ¿el Adorador primordiales para ser bien rendidos.: unos que
perfecto podría pedirle alguna cosa más opor- convienen mejor á la Adoración, otros á la
tuna, mas conveniente y aun más necesaria Acción de gracias; éstos á la Reparación y
que unirse al Maestro de la oración, al Pontí- aquéllos á la Oración. Y, por último, no pu-
fice en el ejercicio de su oración, y orar como diéndose descubrir estos motivos, estos actos
E l , con El y por El? ser bien producidos, más que por cierto tra-
El pide, pues, á sus discípulos que procuren, bajo de las facultades y de las potencias, el
ante todo, en sus adoraciones producir actos P. Eymard pide á la inteligencia, al corazón
de Adoración, de Acción de gracias, de Re- y á la voluntad su concurso regular, que recla-
paración y de Oración; dirigirlas á Dios Padre man todos los métodos de oración. Así se ve á
Mediador y Pontífice; dirigirlas también al todo el ser exterior emplearse en producir
mismo Jesucristo, que es Dios y Sacerdote y sucesivamente, en unión con el Pontífice Eu-
eterno carístico, los homenajes de la grande y perpe-
de todas las cosas, al mismo tiempo
que mediador entre su Padre y los hombres. tua oración de su Sacrificio.
Mas como estos homenajes deben nacer de Bajo el punto de vista estrictamente metó-
todo lo que Dios nos ha revelado de sus Exce- dico, cada uno de estos homenajes debe suce-
lencias , de todo lo que su Bondad nos ha dado, derse en el orden en que el Concilio de Trento
de todo lo que debemos á su Justicia, de todo enumera los fines del Sacrificio Eucarístico:
lo que esperamos de su Plenitud infinitamente Adoración, Acción de gracias, Reparación,
buena, el P. Eymard enseña á sus discípulos Oración. El P. Eymard recomienda también
a descubrir en todas las verdades, en todos los que se divida la hora de Adoración (pues
exige que la Adoración dure ordinariamente ración y de las diferencias que manifiesta, y
una hora) en cuatro cuartos de hora, y consa- lo que deberíamos ser para satisfacer á los de-
grarse respectivamente á rendir á Dios los beres que ella nos revela;—y 4.0 de la Oración
cuatro grandes homenajes. No obliga absolu- y de las gracias cuya necesidad conocemos para
tamente á medir el tiempo con estricta preci- cumplir las obligaciones que ella nos impone.
sión, pues se puede, si la gracia mueve á ello, Tal es el método de los cuatro fines del Sa-
prolongar tal ó cual homenaje más que los otros. crificio. ¿No se ve claramente que por este
Mas, cualquiera que sea el tiempo dedicado método de Adoración hacemos que nuestra
á cada uno, la sucesión de estos cuatro pensa- oración participe de una manera particularí-
mientos facilita singularmente el ejercicio de sima de la oración augusta de Jesucristo, y que
unimos nuestra religión privada á la religión
la Adoración aun para los más inexperi menta-
pública del Santo Sacrificio ; que nos ponemos,
dos, pues se hace como cuatro oraciones suce-
por consiguiente, en una estrechísima relación
sivas de un cuarto de hora cada una, enlazadas
con el Pontífice Eucarístico, y que honramos
juntamente por la unidad del mismo asunto,
muy directamente su estado y su acción en el
pero variadas por cuatro los diversos puntos
Sacramento ?
de vista bajo los cuales se le hace pasar, y en
cada uno todas las facultades entrar en juego, Para facilitar el ejercicio, vamos á enumerar
para sacar de ellas los motivos diversos de los los actos de las diferentes virtudes que pueden
ser producidos por nuestras diversas facultades
cuatro fines, y producir los actos de las virtu-
para expresar los homenajes de cada uno de
des propias á cada una. ¿ Qué cosa puede ha-
los cuatro fines del Sacrificio. No obliga en
ber más sencilla, más elemental y más fácil?
manera alguna que se hagan cada vez los ac-
La misma verdad repetida cuatro veces al día
tos de todas estas virtudes. Los ponemos en
de diferente manera: i.° de la Adoración ó de
lista para que puedan escogerse, según la na-
las Excelencias divinas que se reflejan en ella; turaleza del asunto, ó la disposición del alma,
—2.° de la Acción de gracias y de los rasgos ó el movimiento de la gracia, los actos que
de la Bondad divina que presenta, y de los más agraden.
beneficios que nos recuerda; — 3 ° de la Repa-
Los actos del corazón ó de la voluntad
III. * afectiva son : la complacencia, el deseo, la be-
nevolencia , la alegría.
Actos de las facultades y de las virtudes
en cada uno de los cuatro fines. Los de la voluntad propiamente dicha: el
don, la tradición de nosotros mismos á las ex-
I . — A C T O S Y VIRTUDES DEL PRIMER FIN.— celencias, á las perfecciones, á las amabilida-
La Adoración, considerada como el primero des , á los derechos, á la soberanía de Dios; y
de los fines del Sacrificio, tiene por objeto el este don no se puede manifestar como con-
reconocimiento de la Majestad divina, dice viene, sino por una especie de anonadamiento
Santo Tomás: Propter Majestatem; y , como de nosotros mismos ante tanta grandeza, tanto
dice en otra parte: todo lo que compone su esplendor de los derechos tan altos, una ma-
excelencia es sobre toda criatura: las bellezas, jestad tan sublime. La humildad, la sumisión
las perfecciciones, las amabilidades de Dios; absoluta, el abandono sin reserva, el santo te-
todo lo que constituye su ser infinito. Y con mor , el silencio religioso y profundo, son las
relación á nosotros, sus derechos soberanos de expresiones que convienen á rendir este ano-
primer Principio y de Fin supremo, de Cria- nadamiento de la criatura ante su Criador, á
dor y Conservador de todo lo que somos. quien adora.

Los actos del espíritu en la Adoración son: I I . — A C T O S DE LAS VIRTUDES DEL SEGUNDO
la fe á la verdad propuesta como asunto de FIN.—La Acción de gracias tiene por objeto
Adoración, á la palabra, á la autoridad divinas; los dones, los beneficios de Dios: Propter data,
la inteligencia sobrenatural de esta verdad ; la tales como nos son manifestados en la verdad
contemplación de las perfecciones y de las ama- que meditamos; por consiguiente, su objeto
bilidades de Dios que se manifiestan en ella; formal es la bondad y el amor de Dios, pro-
la admiración; la alabanza. bados por sus beneficios.
Los actos del espíritu son los siguientes: fidelidad hacia un benefactor tan magnífico; la
consideración de la parte que ejercen la bon- humildad, ó la aceptación muy humilde de la
dad y el amor de Dios en la verdad propuesta, situación de deudor y de obligación insolvente;
por las vistas, los designios misericordiosos las resoluciones de no servirse de sus dones
que se revelan en él; recuerdo y enumeración más que por su gloria, de rendirle el fruto de
de los beneficios relativos á esta verdad, que estas semillas de su liberalidad; las promesas
hemos recibido en nuestra vida pasada ó que de establecer un comercio espiritual con Él,
recibimos todavía; estudio del valor, de la gran- y, por último, el don de si mismo, de todo lo
deza, de la magnificencia de estos beneficios, que tenemos, de todo lo que somos, de todo lo
sacada de las diversas circunstancias que les que hagamos, en testimonio de reconocimiento y
dan más ó menos valor; la gratitud; la gran- á cuenta de nuestra deuda.
deza del donante; la indigencia y la indigni-
dad del donatario; la continuación de los do- I I I . — A C T O S DE LAS VIRTUDES D E L T E R C E R
nes, á pesar del abuso ó el poco provecho; la FIN. — La Propiciación ó Reparación tiene por
admiración; la alabanza. objeto las ofensas y las insuficiencias que se en-
cuentran en nuestra vida, respecto la verdad de
Los actos del corazón son: el amor de re- que meditamos y que nos descubre esta medita-
conocimiento, la complacencia y la alegría, la ción : Propter offensam. La reparación supone
bendición y la jubilación, las efusiones de gra- primeramente la confesión de la falta come-
titud y de ternura, la dicha y el reposo, el si- tida hacia la Santidad de Dios y la aceptación
de la deuda contraída hacia su Justicia; des-
lencio de beatitud. Estos actos salen de las
pués , por la oración, la entrada en favor cerca
consideraciones de espíritu enunciadas más
de su Misericordia. El objeto formal de la Re-
alto, el corazón siguiendo al espíritu en vista
paración es, pues, apaciguarla Justicia y ganar
de la bondad divina y la revista de sus dones.
después la misericordia de Dios.
Los actos de la voluntad son : el reconoci-
miento efectivo, testificado por las protestas de Actos del espíritu.—El examen ó la atenta

012268
consideración del contraste de nuestra vida con ción voluntaria, la aceptación de todas las
la verdad propuesta, sea por nuestros pecados penas que Dios puede imponernos en expia-
formales, sea por nuestras imperfecciones; la ción de todas nuestras faltas, y por último, el
meditación de la gravedad de este estado, de la don de nosotros mismos, en el anonadamiento
gravedad y del número de nuestras faltas, de humillado del pecador: á la Justicia, para que
las consecuencias que este estado y estas faltas ella se satisfaga en este mundo en nosotros; á
arrastran ante Dios, ante Jesús sobre todo, la Misericordia para que tenga piedad, tenga
ante nuestras obligaciones para con el pró- paciencia y nos conceda nuevas gracias; á la
jimo, ante nuestra vocación en el tiempo y Santidad para que nos restaure y nos trans-
nuestro porvenir en la eternidad, la confesión forme.
sincera y humilde de todos nuestros errores.
I V . — A C T O S Y VIRTUDES DEL CUARTO FIN.
Actos del corazón.—Estos consisten sobre — La súplica ú oración tiene por objeto los
todo en el amor humillado, la compunción, el dones, los beneficios y las gracias que hay que
destrozo del corazón, la contrición ; el disgusto, pedir á Dios para el porvenir, así como la
la amargura, el temor saludable, la santa tris- acción de gracias tiene por objeto dar gracias
teza, el horror del pecado; la compasión, la de los beneficios ya recibidos: Propter beneficia
piedad sobre todos nosotros como victimas del sperata.—Ella tiene por razón formal la Bon-
pecado, la compasión sobre Jesús sobre todo, pri- dad, la Liberalidad, la Plenitud, la Providen-
mera, universal, inocente y dulce Víctima de cia de Dios que se trata de impetrar y de hacer
nuestros pecados. atentas y generosas para darnos todos los
bienes necesarios á nuestra indigencia de cria-
Actos de la voluntad.—La detestación y el turas miserables. La vista de esta indigencia
aborrecimiento al mal, la huida de sus ocasio- aparece necesariamente durante la Reparación
nes, la ruptura de sus lazos, la conversión in- en la consideración de las insuficiencias y de
terior, el propósito firme, la satisfacción y las faltas que hallamos en nuestra alma con
la resolución de hacer penitencia, la humilla- respecto á la verdad propuesta como asunto.
Esta indigencia se había dejado ver ya por el
tencia lo que debe ser un bien para Dios ó
contraste de las manchas del alma contempla-
para el prójimo.
das en la Adoración, con los beneficios y los
dones reconocidos en la Acción de gracias.
Los actos de la voluntad son: la oración
formal ó la petición, expresada por el corazón
Actos del espíritu.— Vista neta de nues- ó por los labios ; la oración repetida, obligato-
tras necesidades; consideración de las gracias ria, perseverante; la oración humilde y humi-
precisas que tenemos que pedir para hacer que llada , llena de ardor y de abandono al mismo
nuestra alma aproveche todos los frutos con- tiempo; deseando lo que pide, pero más lo
tenidos en la verdad propuesta ; consideración que sea del agrado de la Voluntad divina, que
de la Riqueza, de la Plenitud, de la Provi- puede preferir, por razones conocidas de su
dencia de Dios, quien, sin empobrecerse, tiene insondable sabiduría, retardar en lugar de con-
con que enriquecer á millones de miserables; ceder inmediatamente, permitir el cumpli-
recuerdos de las promesas por las cuales Dios miento de la prueba en lugar de preservar de
se ha comprometido á dar, ó hechos ó prendas él; la resolución de poner en obra, en seguida
que muestren que quiere ser más liberal, ha- y muy fielmente las gracias pedidas, la peti-
biéndolo sido ya tan magníficamente. ción de los mismos dones para todos aquellos
que los necesitan, y por último el don de nos-
Los actos del corazón consisten en la espe- otros mismos, la oblación de nuestro ser y de
ranza, en la confianza, en los deseos vivos y toda nuestra vida al Dios bueno de quien
ardientes avivados por el sentimiento de lo que esperamos socorro, para pagarlos, á lo menos
se ha recibido ya; en el sufrimiento que uno en pequeña parte, por el poco precio de lo
experimenta de su indigencia; en la piedad por mejor que podemos ofrecer.
sí y por los demás, cuyas necesidades, idénti- Al terminar, es preciso dirigir una mirada
cas á las nuestras, se conocen en la caridad, el sobre los deberes que van á seguir inmediata-
amor desinteresado, generoso, celoso, apostó- mente á la Adoración; pedir las gracias muy
lico, que hace que se desee y pida con insis- precisas que nos han de ser entonces necesa-
rias; después implorar, por la intercesión de
María y del señor San José, la bendición de
Nuestro Señor.
Los asuntos de adoración que van á leerse
están compuestos solamente de estos diversos
actos; si no los hemos especificado ni colocado
en una evidencia metódica, es para permitir al
piadoso adorador expresarlos por sí mismo
MANUAL
según se sienta inspirado, y creemos que si es
bueno sostener y reglamentar la oración, es DE
preciso dejar á cada alma la tarea y el con-
suelo de hacerla. LA ADORACIÓN.
rias; después implorar, por la intercesión de
María y del señor San José, la bendición de
Nuestro Señor.
Los asuntos de adoración que van á leerse
están compuestos solamente de estos diversos
actos; si no los hemos especificado ni colocado
en una evidencia metódica, es para permitir al
piadoso adorador expresarlos por sí mismo
MANUAL
según se sienta inspirado, y creemos que si es
bueno sostener y reglamentar la oración, es DE
preciso dejar á cada alma la tarea y el con-
suelo de hacerla. LA ADORACIÓN.
LA INSTITUCION

DE LA EUCARISTÍA.

El H e c h o .

I. — ADORACIÓN.

SFDORAD á Nuestro Señor instituyendo


e
l Sacramento de la Eucaristía en el
exceso del más grande amor.
Contempladle en el último día de su
vida, en la tarde de su muerte, en su última
hora de libertad, sentado en medio de sus
apóstoles, entre San Pedro y San Juan. Acaba
de humillarse ante ellos hasta el grado de la-
varles los pies ; los apóstoles están emociona-
dos, conmovidos: ¿qué va á suceder?
Jesús toma el pan, levanta los ojos al cielo,
da gracias á su Padre, bendice el pan y lo
parte, diciendo: «Tomad y comed todos. Este
es mi cuerpo, que será entregado por vosotros. Creo que sólo quedaron del pan y del vino
las apariencias ó accidentes exteriores, tales
Haced esto en memoria de mí.»
como el color, el sabor, el peso y la cantidad,
En seguida toma el cáliz lleno de vino y
y que sólo en vuestra sustancia quedaron con-
mezclado con un poco de agua; le bendice, da
vertidos esos accidentes.
gracias y dice: «Tomad y bebed. Esta es mi
Creo que entonces estabais tan verdadtra-
sangre, la sangre de la nueva alianza, que
mente presente bajo las especies consagradas,
será derramada por muchos en remisión de
como en la mesa á la vista de vuestros após-
sus pecados.» toles.
Adorad á Jesús en esos diversos actos; escu-
Creo que toda vuestra sangre se unió á la
chad sus palabras y seguidlas atentamente con
sustancia de vuestro cuerpo, bajo la apariencia
el respeto del amor. Ved qué dulce majestad del pan, y toda vuestra carne á la sustancia
ostenta toda su Persona, qué bondad su mi- de sangre, bajo la apariencia del vino.
rada, qué acento de ternura sus palabras.
Y creo también, oh Jesús, que lo que hicis-
Después, haced un acto de fe formal y deta- teis una vez en la cena, lo verifican como Vos,
llado á todo este misterio. por orden y poder vuestro, los sacerdotes, en
Yo adoro, oh Jesús, vuestra veracidad; yo virtud de las palabras: «Haced esto en me-
creo que verdaderamente habéis pronunciado moria de Mí.»
aquellas palabras adorables; creo que son cier- Creo, pues, que estáis presente en todas las
tas y que producirán eficazmente lo que ellas Hostias consagradas, en todos los Tabernáculos
enuncian. del mundo, y os adoro en ellos, os alabo en
Yo creo que, á vuestra palabra, el pan se ellos, os bendigo en ellos, ¡oh Jesús, autor de
convierte en vuestro propio Cuerpo, y el vino este Sacramento de amor! Uno mi adoración
en vuestra propia Sangre. y mi fe á la de los apóstoles en la cena; os
Creo que toda la sustancia del pan y del adoro con los ángeles que velan silenciosos y
vino fué cambiada ó transustanciada en vues- ardientes de amor en torno de vuestros Ta-
tro cuerpo y en vuestra sangre. bernáculos.
I I . — A C C I Ó N DE GRACIAS.
lo que os espera; prevéis todas las circunstan-
cias de la malicia humana; conocéis todos sus
«Jesús dio gracias: gratias egit.» dobleces; medís toda su obstinación, y dais
Oh Jesús, Vos disteis gracias de que hubiera gracias porque queréis hacer el bien á muchas
llegado el momento en que pudisteis dar libre almas, á vuestras pobres criaturas: este es
curso á vuestro amor, y dejarle franquear to- vuestro objeto supremo, vuestra alegría, vues-
dos los límites que pueden imaginarse. tra recompensa, la necesidad siempre ávida y
jamás saciada de vuestro corazón !
Disteis gracias á vuestro Padre de que os
permitiese entregaros á todos para siempre, Y si Vos dais gracias porque podéis daros,
sin reservaros nada de Vos mismo, ni vuestro ¿cuál deberá ser mi reconocimiento para Vos
ser, ni vuestra gloria, ni vuestros derechos. de quien recibo el don de vuestro infinito
amor ?
Os congratulasteis y expresasteis vuestro
reconocimiento como si hubiese sido una <ra- Es por mí y por nosotros todos por quie-
nancia ó un provecho para Vos. nes instituísteis este Sacramento: Pro nobis.
¡Por mí aquella idea, por mí la invención
¿Qué ganáis, pues, con daros así personal-
sublime de la Eucaristía !
mente? ¿Qué esperáis sacar para Vos de tal
¡Por mí las maravillas del poder y el cú-
exceso de amor? Las alabanzas y los homena-
mulo de milagrrs que exige su institución!
jes ¿compensarán los olvidos y los desprecios,
¡ Por mí esos esfuerzos de amor, de pacien-
los insultos que habéis sufrido en la larga vida
ria y de perdón, y los sacrificios sinnúmero y
sacramental que comenzasteis en aquella hora?
sin nombre que cuesta su perpetuidad!
¿ Recibís tanto amor como ingratitud ?
¡ Por mí, por mi bien y salvación , por mi
¿Creéis que se estimará ese tesoro en todo
su valor? fuerza, asistencia y consuelo!
¡ Por mí! ¿Y quién soy yo ? Nada y pecado,
¡ A h ! ¡Vos sabéis qué cáliz tan amargo, siem-
impotencia é ingratitud.
pre lleno y desbordante, os prepara este estado
Y Vos, que os dais así, ¿ quién sois ? ¡ Todo
sacramental; sabéis muy detalladamente todo
ser, toda perfección, todo amor!
¡ Oh amor, oh bondad, oh condescendencia,
oh tesoros inagotables de las ternuras del co- del amor infinito para amarle bastante. Y aun
razón de Jesús! ¿ qué os daré ? en el Cielo, ¿será capaz mi reconocimiento de
subir á la altura del beneficio de vuestra Euca-
Reconozco, al menos, mis deudas, que no
ristía?
puedo satisfacer; confieso para gloria vuestra
que os debo todo, ¡ oh Jesús ! Os doy gracias
III.—REPARACIÓN.
y os bendigo por todo.
Y alabaré y cantaré, para siempre jamás, la
Al instituir la Eucaristía, dijo el Señor:
bendita hora de vuestro Sacramento y de mi
«Este es mi Cuerpo, que será entregado por
Sacramento; fuente que no se agotará, princi-
vosotros; esta es mi Sangre, que será derra-
pio siempre activo, foco inextinguible de la
mada por muchos en remisión de sus pecados.»
vida, de la gracia y de la misericordia de la
Estas palabras demuestran que la Eucaristía
Iglesia.
es un sacrificio, una inmolación, una muerte
Ella produjo la Hostia llena de purísimas
por el pecado.
delicias de mi primera comunión; de esta cepa
Efectivamente, ¿ no es estar muerto y más
bendecida recojo todos los días el fruto fortifi-
que muerto, para un hombre vivo, que redu-
cante que mantiene mi vida desfalleciente, por- cido al estado de una hostia, se constituye en
que la hora de la institución dura siempre, fija alimento del hombre ? Ya no hay brillo en sus
como un sol al firmamento de la Iglesia, y de ojos, ni majestad en su persona, ni vida en sus
quien espero el viático de mi día postrero. ¡De labios; sólo reina el silencio, la obscuridad, la
Vos, oh Jesús Eucaristía, espero mi Cielo inercia y la muerte. ¡Ved si hay alguna diferen-
eterno! cia entre un hombre vivo y su cadáver, y en-
Entonces, en aquellos días que no tendrán tre Jesús vivo, sentado en la mesa con sus após-
noche, será cuando os rinda dignamente gra- toles, y Jesús convertido en el pan que comen
cias por la institución de vuestro Sacramento, temblando.
ya que mi inteligencia esté abierta para com- El estado Eucarístico es, pues, un estado de
prender las maravillas, y mi corazón abrasado muerte. Jesús le instituye, se reviste de él para
expiar nuestros pecados. Su sabiduría le mues- ¡Y, sin embargo, instituís vuestro Sacra-
tra que es el único medio de contrabalancear mento, y aceptáis sufrirlas!
ante el Padre el peso de los crímenes del Pero, ¡desgraciados de aquellos que os las
mundo. infieren! ¡ Perdón para ellos, oh Jesús! ¡ Per-
Es necesaria la humillación profunda de Je- dón para todos los que os abandonan, os des-
sús en la hostia para oponerse á nuestro orgu- precian y os insultan! Aceptad en reparación
llo; su obediencia, contra nuestras continuas mi fe, mi respeto, mi poco amor.
contradicciones; su pobreza, contra la osten- «Esta es mi Sangre, que será derramada por
tación de nuestro lujo; su pureza y su despren- muchos.» ¿Qué significa ese «muchos», sino
dimiento de todo lo creado, contra nuestra que esta Sangre, dada por todos, no ha de ser-
sensualidad y las inclinaciones de nuestro co- vir en realidad á todos, y que habrá algunos
razón. endurecidos que se abstraigan obstinadamente
¡Padre santo, recibid esta hostia por mis pe- á su acción redentora?
cados! ¡Jesús, yo os pido perdón de todas mis ¡ A h ! ¡ Muy bien lo vemos! Esa Sangre se
faltas y de la malicia persistente que tengo en digna correr sin interrupción y brotar de mil
renovarlas, cuando Vos aceptáis tan grandes fuentes á la vez, para extender por todas par-
sacrificios para expiarlas! ¡Yo las detesto con tes sus olas saludables, y hay almas que tienen
Vos, como Vos y tanto como Vos! la funesta ciencia de desaprovecharla.
Además del estado de muerte que Vos mismo Y pensando en estos pobres extraviados, pa-
escogisteis, en el momento de la institución decisteis, al instituir la Eucaristía, el más pe-
de la Eucaristía, ¡ cuántas otras muertes llenas netrante dolor. Los visteis á todos en Judas;
de ignominia os imponemos, oh víctima divina! en aquel Judas que fué insensible á todas las
¡ Muerte del aislamiento, muerte del insulto muestras de vuestra ternura, que comulgó sa-
muerte de la ingratitud, muerte del sacrilegio! crilegamente, que murió impenitente, á pesar
Y Vos las veis dirigirse á Vos, odiosas, des- de los avisos, de las prendas sinnúmero de
preciativas, amenazadoras, insultantes, en la vuestro amor.
persona de Judas. Y aquella idea os conmovía tristemente y os
hacía estremecer; os llenaba de profunda tur- don que abraza todas las plenitudes, la de su ser
bación. En esto estuvo el tormento supremo divino y humano, la del tiempo y la del espa-
de vuestro corazón: en considerar inútil para cio, entonces, en cambio, hace á sus apóstoles,
muchas almas este Sacramento, prueba de un y á nosotros en persona de éstos, una humilde
amor inmenso, fruto de innumerables sacrifi- y conmovedora súplica: «Acordaos de mí.»
cios , renovación diaria y continuada de vues- ¡Sí, en pago de este amor, que reviste tantas
tra muerte. formas magníficas, que es tan liberal, cons-
¡Oh Jesús, yo participo de vuestro dolor y tante y magnánimo, sólo nos pide un re-
de vuestras angustias ; yo os pido por los obs- cuerdo! ¡No olvidar que Él está allí; acordar-
tinados; os suplico que tengáis misericordia nos que está á nuestra disposición ; saber que
de los moribundos que rehusan, en aquella nos espera y nos ofrece sin cesar todos sus
hora, recibir el Viático de su eternidad! bienes, es todo lo que El desea, todo lo que
exige, todo lo que solicita de nosotros! Sólo
TV. — SÚPLICA. nos pide, sólo nos suplica que «nos acordemos
de El.»
« Haced esto en memoria de mí.» ¡ A h ! ¡ Quién comprendiera lo que encierran
Cuando Jesús nos ha dado todo; cuando en de amor y de ternura estas palabras del Sal-
el acto sólo de la Cena se hizo á la vez nuestra vador! ¡Con qué armonía, dulzura y pxler
víctima, nuestro alimento y nuestro compa- suenan al oído del corazón ! Pobres, débiles,
ñero : nuestra víctima, para ser inmolado hasta afligidos, tentados, turbados, desfallecidos, cie-
el fin ; nuestro alimento, para darse á todos gos, desnudos, hambrientos, pecadores, á
los hombres de todos los siglos, pequeños ó todos vosotros os pido, por vosotros y por mí:
grandes, pecadores ó santos; nuestro compa- « ¡Acordaos de mí!»
ñero, para guiarnos, seguirnos á todas partes ¡Salvador de mi alma, Jesús-Hostia, yo
y en todas las latitudes, y vivir con nosotros quiero acordarme de Vos! Me lo propongo
como un padre en medio de sus hijos, y como desde este momento. Pero ya sabéis lo que
un amigo con sus amigos; cuando hace este valen, lo que pueden, lo que duran mis reso-
Juciones si vuestra gracia no las previene y de mi vida, la luz de mi espíritu, la pasión de
sostiene. mi corazón , la salvaguardia de mi conciencia,
¡Haced, pues, todo! Concededme la gracia la pureza de mis intenciones, el móvil de mis
de acordarme de Vos y guardadla Vos mismo pasos, el poderoso apoyo de mi oración ; en
en mi alma. Dadme que piense en Vos, en una palabra, mi fe, mi esperanza y mi amor.
vuestro Sacramento, con un recuerdo cons- ¡ Que yo viva de tu recuerdo, Sacramento
tante; que no ceda ni á las preocupaciones de de Jesús!
mi trabajo, ni á las distracciones de la vani-
dad, ni á las seducciones del mundo, ni al
agobiamiento de mis disgustos. Dadme que
me acuerde de vuestra Eucaristía por todas
partes; en la soledad de mi morada, en mi
familia, en mis relaciones sociales, en todas
partes.
Que vuestro divino recuerdo temple y san •
tifique mis alegrías y mis placeres; que dulci-
fique, sobrenaturalice y haga útiles y fecundos
mis sufrimientos y mis lágrimas.
Que os consagre un recuerdo de amor con
mi corazón. Que os consagre un recuerdo tal
como Vos lo queréis; que me haga fiel á vues-
tro Sacramento, respetuoso en su presencia,
solícito en recibirle ; siempre digno de Él.
Que mi vida esté enteramente ordenada,
instituida para Vos, dirigida hacia Vos, vivi-
ficada por Vos.
¡ Oh Eucaristía! Que tu recuerdo sea el sol
recer, ó mejor dicho, sumerge en la nada toda
la sustancia de los dos elementos. Pues bien;
para hacer entrar en la nada á un ser, se ne-
cesita tanto poder como para sacarlo de ella, y
para esto Dios debe vencer la inclinación na-
tural de su bondad, que es de dar el ser más
LA INSTITUCION bien que restringirlo.
Después de esto, los accidentes ó las apa-
riencias del pan y del vino quedan en su es-
DE LA EUCARISTÍA. tado primitivo, con el mismo gusto, la misma
apariencia, la misma forma y el mismo as-
pecto que antes. Esta es otra maravilla, por-
La obra maestra de Dios. que estas apariencias no pueden, según las
leyes de la naturaleza, existir sin estar soste-
I . — ADORACIÓN.
nidas y sin reposar sobre la sustancia, para la
cual son creadas, como sobre su base natural.
DORAD el Poder divino de Jesús, des- El Cuerpo de Jesucristo no es su punto de
plegando la fuerza de su brazo y acu- apoyo, pues no tiene ni la forma, ni la blan-
mulando las más admirables maravi- cura , ni el sabor de la Hostia. ¿ Quién, pues,
llas en la institución de la Eucaristía. sostiene en su soledad, y como suspendidos
La Transustanciación es su obra maestra, que sobre el abismo de la nada, sin dejarlos caer
contiene y resume todos los prodigios que ha en él, á estos seres tan frágiles, á los que el
obrado en el transcurso de los siglos. el cuerpo de Jesús no sostiene? La Omnipo-
tencia.
La Omnipotencia, con una sola palabra,
cambia el pan y el vino en el Cuerpo y Sangre Jesús tiene treinta y tres años cuando insti-
de Jesucristo: es obra de una fuerza tan grande tuye la Eucaristía; es un hombre hecho, de
como la creación misma, porque hace desapa- alta estatura, de miembros fuertes y ágiles, de
rostro noble, tal, en fin, como el primer hom- y he ahí que á cada hora del día, en toda la
bre salido de las manos del Criador. Pues bien; superficie del globo, millares de sacerdotes re-
de repente este hombre es reducido á un punto, piten y perpetúan esos insondables prodigios,
no conservando ni dimensiones, ni talla, ni sin esfuerzo, con la acción más simple, pro-
tamaño, ni cantidad; todo ha desaparecido, sin nunciando algunas palabras en voz baja.
que los ojos puedan percibir más que el velo ¿ Quién piensa en esa acción incesante de la
del pan, que le cubre como una piedra de se- Omnipotencia, que transforma la tierra en un
pulcro. ¿Quién, pues, ha podido ejercer esta campo de innumerables maravillas? ¿Quién
destructora acción sobre el cuerpo de Jesús? piensa en ella para adorar, para bendecir á la
El brazo de la Omnipotencia. Omnipotencia y vivir en el santo temor que
Y en el punto del pan consagrado, imper- deberían inspirarnos su presencia que nos ro-
ceptible, indivisible, inaccesible á la vista y á dea , su acción que se ejerce tan cerca de nos-
la mano, así como á la inteligencia del hom- otros, y las maravillas sembradas bajo nuestros
bre, el Cristo continúa vivo, organizado en pasos, á través de las cuales pasamos sin fijar-
las proporciones tan bien arregladas de su nos en ellas, de un modo semejante á los mo-
narcas de Oriente, acostumbrados á pisar tapi-
cuerpo, con todos sus miembros, con su rostro
ces de oro, cuyo valor equivaldría á la fortuna
de dulce mirar, con su corazón, cuyas pulsa-
de una provincia?
ciones violentas, ó apaciguan nuestro amor ó
nuestra frialdad. ¿Quién es, pues, esa mano ¡Omnipotencia de Jesús, yo os adoro! La
que juega así entre las maravillas más admi- Eucaristía es vuestra obra por excelencia; sólo
rables y más contradictorias en apariencia? La Vos pudisteis crearla, y sólo Vos podéis man-
mano de la Omnipotencia. tenerla : bien sé que cuando el Amor lo desea,
Y como este adorable juego recrea soberana- todo es posible, y creo en todas las maravillas
que reunís en la Eucaristía.
mente al Amor, la misma Omnipotencia que lo
inauguró en la Cena lo continúa á través de
los siglos, confiando sus admirables resortes á
pobres ministros escogidos entre los hombres;
fe tiene lugar de ejercitarse, al mismo tiempo
II.—ACCIÓN DE GRACIAS. que el amor, estimulado por el velo discreto
que le encubre, anuda con Él las íntimas rela-
Dad gracias á la divina Sabiduría por la parte ciones de la amistad familiar.
que toma en la institución de la Eucaristía; Teníamos necesidad de encontrar en un ali-
estudiad los medios admirables que toma, los mento divino y reparador la vida sobrenatural
recursos variables que despliega, los prodigios que perdimos al comer el fruto prohibido y
envenenado.
de inteligente ternura que verifica para ajus-
tar la Eucaristía á nuestras necesidades, y La Sabiduría ha puesto la propia vida de Dios,
la vida con que vive en sí misma, en la carne
para hacer de todo la obra maestra de amor,
de Jesús, pues la ha envuelto y reducido á un
de bondad, de dulzura y de condescendencia,
poco de pan, á fin de que podamos recibirla
que ella ha sabido hacernos tan familiar.
sin la repugnancia que causaría la vista de la
Teníamos necesidad de que nuestro Dios se
carne viva, el estupor que causaría Jesús si vi-
hiciese presente á nosotros de una manera al
niese á nosotros con su grandeza natural.
mismo tiempo sensible y espiritual, accesible
En fin, era preciso que todos los hombres,
y oculta: sensible, para que nuestra alma, en-
teniendo las mismas necesidades, pudiesen dis-
cerrada en la prisión del cuerpo, no pudiese
frutar de la misma felicidad que los Apóstoles
ver nada sino por la ventana de los sentidos;
en la Cena. La Sabiduría hizo á un tiempo las
oculta, para que la fe se ejercitase á través de
dos maravillas de la perpetuidad y de la mul-
los velos de lo incomprensible; sensible, para
tiplicación de la Eucaristía, y gracias á este
ayudar á nuestra fe; oculta, para templar el medio la Eucaristía se reproduce todos los
esplendor del cuerpo glorioso de Jesús y abatir días, en todos los lugares, y la Mesa se encuen-
su majestad. tra por todas partes para alimento y consuelo
La Sabiduría inventó la presencia bajo las de todos.
apariencias sensibles del pan; vemos entonces
Sabiduría eterna, Sabiduría encarnada, Sa-
á nuestro Dios, sabemos dónde está, vamos
biduría que habéis inspirado las armonías de
derechos á Él sin temer, y no le palpamos: la
la Eucaristía, j cuán dulce es vuestro espíritu'
Para testificarme vuestra ternura, me da el La Misericordia ha hecho que la Eucaristía
pan celestial, que encierra en sí todos los sa- sea, no sólo un sacramento, sino un sacrificio,
bores: ¡Vos le habéis preparado expresamente y ha puesto en éste todos los méritos, todas las
para mi, y tan bien apropiado á su objeto, que satisfacciones, todas las eficacias del sacrificio
no pudiera encontrar nada más accesible á mi de la Cruz. Cada día ella repite en nuestro fa-
amor, más creíble á mi fe, más conveniente vor la obra del Calvario : ella inmola á Jesús,
a vuestra majestad y más conforme con mis ella consume la víctima, y no cesa de tener al
necesidades! Sed alabada, bendecida, y dén- mundo empapado en su sangre redentora.
seos gracias para siempre jamás, ¡oh Sabiduría ¡Oh Misericordia, cómo os esmeráis en per-
eternamente amante, eternamente amable' Vos donar !
sois la Eucaristía misma, y venís á nosotros ¿No era preciso que todas las almas pudie-
en el dulce maná del Sacramento. sen acercarse al Calvario, empapar sus vesti-
duras en la sangre del Cordero para purificarse,
beber en aquella fuente saludable para santifi-
III.—REPARACIÓN. carse, y comer su parte de la víctima para
participar plenamente de la virtud del sacrifi-
cio de Jesús? ¿No era una necesidad que el
Contemplad á la Divina Misericordia en la
parte que ha tomado en la institución de la pecado fuese perseguido hasta en los retiros
Eucaristía. En ella ha depositado el perdón, la profundos del cuerpo y del alma de cada uno,
expiación y la reparación perpetua por los pe- donde se extienden sus raíces? ¿ Que la Carne
cados del mundo. purísima purificase nuestra carne, y que la
Sangre inocente apagase los funestos ardores
Y el pecado, ¡ ah ! el pecado sigue cometién-
de nuestra sangre corrompida?
dose después que Jesús murió sobre la Cruz
para destruirlo y expiarlo. ¿ No era preciso que Y la Misericordia conserva en la carne resu-
la muerte de Jesús continuase persiguiéndolo citada de Jesús todas las virtudes santificantes
y reparándolo á medida que fuese cometido? de la Víctima sacrificada en el Calvario; hace
de ella un bálsamo, un colirio, un remedio
soberano, y todos los días nos lo da en la comu-
nión ; ella entra en nosotros con la Hostia lugar avanzado de la protección, de esa ciuda-
dela de salud que cubre el mundo, le defienda
santa y se dedica á restaurar, á extinguir, á
y asegure sus comunicaciones con Dios. Y Jesús
arrancar, á curar: nada de lo que está enfer-
se queda cumpliendo su misión. Y el mundo
mo y herido, ni el sufrimiento, escapa á su
vive, y la paciencia de Dios no se cansa.
acción, en el alma ni en el cuerpo.
¡Oh Misericordia, cómo evitáis castigarnos!
¡Oh Misericordia, cómo os ocupáis en res-
¿Qué tengo yo que hacer, sino unirme á
taurar !
vuestros designios, reparar con la Víctima del
¿No era necesario también que los hombres
altar, pedir perdón para mí y para mis her-
culpables y obstinados tuviesen sobre ellos,
manos, con el Sacerdote del Tabernáculo, y
para que rogase por ellos y desviase los rayos
santificarme por la recepción cotidiana de esa
de la Justicia, un sacerdote santo, inocente, sin Hostia tan saludable, oh Misericordia infinita
mancha, que no necesitase perdón para El y de mi Dios ?
que pudiese desde luego ofrecer en favor de
aquéllos todas sus oraciones y todos sus mé-
ritos, y que hiciese oir, noche y día, la voz de IV.—SÚPLICA.
su sangre voluntariamente derramada?
Y he ahí que la Misericordia ha colocado á Abrid vuestra alma; dilatadla en la con-
este Sacerdote soberano, á este mediador om- fianza para admirar la parte que toma en la
nipotente, á este infatigable abogado, á este institución de la Eucaristía la Liberalidad
vigilante centinela en todos los Tabernáculos, divina.
en todas las Hostias; y la misma Misericordia «Señor, dijo el Profeta, Vos abrís vuestra
le ordena que defienda nuestra causa con ins- mano y colmáis á todos los seres de vuestra
tancia, que vigile sin tregua, que dé el toque bendición.» Esta bendición es el pan bendito y
de alarma, que llame á socorro, que acepte los consagrado por Jesús en la Cena, por el Sacer-
ultrajes, las humillaciones, las heridas y aun dote en el altar; es la Eucaristía que la Li-
la muerte; que en lugar de desertar de ese beralidad de Dios derrama sobre nosotros á
manos llenas. «Tomad, comed, bebed todos.»
La Liberalidad de Dios, tan magnífica en to- precio de un simple deseo, de una mirada diri-
das sus obras, pasa en esto de toda medida. gida hacia el Tabernáculo, de una necesidad
A todos nos dice, todos los días y en todas que se expresa, de una miseria que se confiesa.
»Venid, venid todos; venid también los que no
partes: «Tomad y comed, tomad y bebed; este
tenéis ni oro, ni plata; venid en grupo y com-
es mi Cuerpo esta es mi Sangre, que os en- prad sin desembolsar, sin dar ninguna com-
trego.»
pensación ; comprad el pan y el vino que
Pero si Dios se nos da á sí mismo, ¿qué no
nos dará consigo? sacian; venid, bebed, comed, embriagaos, ca-
rísimos.»
. ¿ L o s b i e n e s humanos y divinos? La Euca- Dulce Liberalidad de mi Dios, que queréis
ristía nos da á la misma Divinidad.
colmarme, hacerme abundar y oprimirme bajo
¿Bienes del alma? Ella nos da el Alma de
Jesús. vuestros beneficios, yo confío en Vos, á Vos
me dirijo sin temor y sin poner límite á mis
¿Salud, vigor y pureza del cuerpo ? Ella nos deseos, pues mis necesidades no los conocen.
da el Cuerpo de Jesús.
¡ Ah! Entre todos los pobres, cuyos ojos están
¿Socorros temporales, pan de cada día, uti- abiertos y dirigidos hacia Vos, esperando todo
lidad en el comercio, salario en el trabajo? de vuestra mano, dignaos contarme y dadme
Ella nos da todos los socorros, todos los bienes, á mí también como á los demás mi alimento
todos los tesoros encerrados en el Corazón de en la hora favorable. Y este alimento, ¡ oh ine-
Jesús. fable Liberalidad! es la luz, la fuerza, el con-
¿Quien da lo más, puede rehusar lo menos? suelo, la paciencia, el amor á vuestra voluntad
Y esto que la Liberalidad de Dios nos da y la humildad; es la salud del cuerpo y del
así, sus bienes, sus gracias, sus tesoros, sus alma para mí y para los míos; es todos los
socorros y su Eucaristía, nos los da siempre, socorros, innumerables é incesantes de que
sin cansarse y sin rehusarlos ni aun á los que tendré necesidad hoy y mañana y todos los
abusan de ellos. días de mi vida, hasta aquel en que os posea
¡Siempre! ¡á todos! y ¿ á q u é precio? Al en el cielo. Dádmelos abundantes, prontos y
eficaces; tenédmelos en reserva, para que á la
hora que los necesite me lleguen vivos y ven-
cedores de los tesoros de vuestra Eucaristía,
donde residió y donde siempre podré encon-
traros, ¡oh Liberalidad siempre adorable!
LA INSTITUCIÓN

DE LA EUCARISTÍA

El S a c e r d o t e .

I.—ADORACIÓN.

EUNIDtodos los sentimientos de res-


k! r ^ w peto, de veneración, de reconoci-
miento, de amor y de fe que pueden
entrar en el acto de adoración, para ado-
rar á Nuestro Señor Jesucristo como lo merece,
bajo su nombre sacrosanto y admirable é ine-
fable de Sacerdote. Descorred por la fe el velo
de las especies, y en este Santo de los santos
en que ejerce hasta el fin la función suprema
de su sacerdocio eterno, adorad al Sacerdote
por excelencia: « Tu es sacerdos in ceternum.»
Vos sois Sacerdote, Vos sois el único Sacer-
eficaces; tenédmelos en reserva, para que á la
hora que los necesite me lleguen vivos y ven-
cedores de los tesoros de vuestra Eucaristía,
donde residió y donde siempre podré encon-
traros, ¡oh Liberalidad siempre adorable!
LA INSTITUCIÓN

DE LA EUCARISTÍA

El S a c e r d o t e .

I.—ADORACIÓN.

EUNIDtodos los sentimientos de res-


k! r ^ w peto, de veneración, de reconoci-
miento, de amor y de fe que pueden
entrar en el acto de adoración, para ado-
rar á Nuestro Señor Jesucristo como lo merece,
bajo su nombre sacrosanto y admirable é ine-
fable de Sacerdote. Descorred por la fe el velo
de las especies, y en este Santo de los santos
en que ejerce hasta el fin la función suprema
de su sacerdocio eterno, adorad al Sacerdote
por excelencia: « Tu es sacerdos in ceternum.»
Vos sois Sacerdote, Vos sois el único Sacer-
dote eterno, oh Jesús, hijo de Dios hecho hom-
bre Vos sois Sacerdote como nadie lo ha sido subir hasta Dios los dones sagrados de los
m lo será Sacerdote por esencia, Sacerdote hombres, sus adoraciones, sus oraciones y sus
por naturaleza, así como por elección, y vues- ofrendas. Tal es el sacerdocio: es el poder dado
tra elección es vuestra naturaleza misma que por Dios á un hombre, escogido por El, de
os ha constituido Hombre-Dios. Vos sois Sa- ofrecerle en nombre de la sociedad humana
cerdote en toda la plenitud de la forma sa- los homenajes religiosos que le debe, en la
cerdotal, en toda la perfección de las cuali- forma que á Él le agrada recibirlos, é igual-
dades sacerdotales, en toda la extensión posible mente el poder de traer á los hombres las pala-
del poder, de la acción y de las funciones del bras, las órdenes y los dones de Dios. El Sacer-
Sacerdocio: Tu es sacerdos. Oh Jesús, nuestro dote es, pues, á un mismo tiempo, el hombre
Sacerdote, yo os saludo, os aclamo y mepros- de Dios, su ministro para con los hombres, el
terno delante de Vos, os adoro y quisiera fun- hombre de los hombres, su embajador y su
dirme de reconocimiento y anonadarme de ministro cerca de Dios. El acto esencial del
respeto ante la verdad profunda é incompren- sacerdocio es el sacrificio, cumbre de la Reli-
sible, ante las cualidades preeminentes, ante gión desde donde Dios se arroja sobre la socie-
la acción infinita é inefable de vuestro nom- dad humana, para honrarle con la ofrenda de
bre de vuestra perfección, de vuestras funcio- una víctima que expresa todos sus deberes, y
nes de Sacerdote: Tu es sacerdos. desde donde le concede sus perdones, le envía
sus socorros y la asegura de su satisfacción
El primer oficio de Cristo como mediador soberana.
es el sacerdocio, y su primer acto es interve- Concentremos nuestra atención en la perso-
nir entre Dios y los hombres para ser el inter- na de nuestro adorable Sacerdote. Es claro que
mediario auténtico de sus relaciones religiosas, el Sacerdote necesita un llamamiento de Dios,
¿acerdos, quasi sacra dans, dice Santo Tomás: para que pueda pretender, sin temeridad sacri-
propio es del sacerdocio comunicar al pueblo lega, aproximarse á Él é interceder por sus
los dones sagrados de Dios, la verdad, la gra- hermanos. La delegación del pueblo no bas-
cia, el perdón, la vida sobrenatural, y hacer taría: ¿en qué podría ésta comprometer á
Dios ? Dios no se compromete sino con aque- genui te. Tú eres mi Hijo, oh Verbo encar-
llos á quienes llama y á éstos los consagra; es nado; yo te engendro hoy hecho carne, como
decir, que les da todas las cualidades que quiere te engendré desde la eternidad, espíritu puro,
encontrar en sus Sacerdotes. ¿Cuándo, por qué en mi seno. Tu es filius mcus.» Y al mismo
signo, unción ó sacramento ha sido Jesús con- tiempo, dice San Pablo, el Padre añade: «Tu
sagrado sacerdote de Dios y de la humanidad? es sacerdos in cetemum. Tú eres Sacerdote por
¡ Ah'. remontaos á la fuente de su vida, pe- toda la eternidad.» ¡Al mismo tiempo! Es una
netrad en lo más íntimo de su ser: ¿ veis el mo- misma cosa para Jesucristo ser hecho Verbo
mento esperado desde la creación del mundo, encarnado y Sacerdote eterno: el llamamiento
en que el Espíritu Santo, habiendo formado de Dios consiste en separar esta humanidad de
un cuerpo de la más pura sangre de María, le la masa humana infectada del pecado, y unirla
infundió una alma más bella que todas las á la Persona del Verbo. Allí, como las olas del
almas creadas? En aquel momento, más vio- óleo santo sobre la cabeza del Sacerdote figu-
lento que el relámpago, pero más grande que rativo, todas las perfecciones, la santidad, la
el momento de la creación misma, la segunda verdad, la justicia, la vida, todos los dones y
Persona de la Trinidad, el Verbo, atrae á sí á tesoros del Padre á que el Hijo tiene igual de-
esta humanidad privilegiada y le dala existen- recho, son derramados en la humanidad de
cia, haciéndose su propia persona; Dios Padre Cristo sin medida y sin reserva. Ella goza de
contempla á su Hijo, no ya en su seno sola- todas las infinitas complacencias del Padre,
mente invisible y espiritual, sino hecho Hom- recibe todos los dones divinos, entrando por su
bre, hecho carne, teniendo un cuerpo propio Persona en posesión de la naturaleza divina,
y una alma propia; y á pesar de este nuevo fuente de todos los bienes; ella se ha hecho
estado, como su Verbo no ha perdido nada santa, inocente, sin mancha, puesta al abrigo
atrayendo á sí á esta humanidad, Dios Padre de todo pecado, y no teniendo deuda ninguna
dijo á este Verbo, ya hecho verdadero hombre delante de Dios. Tal es la consagración de
por su naturaleza humana, y Dios por su na- nuestro Sacerdote. Y al mismo tiempo, como
turaleza divina: «Tu es filius meas, ego hodie es el hombre perfecto por excelencia, el más
u

noble, más puro y más rico de los hijos de los


hombres y por la naturaleza y por la gracia su H . — A C C I Ó N DE GRACIAS.
preferido por todos motivos, encuentra en este
hecho el derecho de representarlos á todos de- La consagración sacerdotal de nuestro Sa-
lante de Dios, resumir en El todos sus home- cerdote es tan conmovedora como sublime.
najes, todas sus necesidades, todos sus votos, Porque por nosotros, en nuestro nombre,
como un jefe de familia representa á todos sus para representarnos y para provecho nuestro,
miembros. He ahí su sacerdocio y su doble de- se hizo Sacerdote el Unigénito del Padre.
legación : la de Dios, que le consagra y acepta, Como pecadores y culpables, como deudores
y la de la humanidad, que le delega y envía. é indigentes, somos tan impotentes como
¡Oh Sacerdocio sublime! ¡Sacerdote perfecto! indignos de llegar á Dios para glorificarle,
¡Consagración superabundante! Jesús, yo os apaciguarle y solicitar de nuevo sus benefi-
cios. He aquí al Sacerdote santísimo y om-
adoro en la plenitud y la perfección de vuestro
nipotente, que siempre será escuchado, por-
Sacerdocio. Subid á vuestro altar, «trono eterno
que su mérito infinito le da derecho para
de la justicia; Dios, vuestro Dios, aquel que
ello: Exauditus pro sua reverentia. Mas su
es vuestro Padre, os ha consagrado por la un-
eminente santidad, que lo sobrepone á toda la
ción del más glorioso sacerdocio, sobre todos
masa culpable, ¿no le hará olvidar ó despre-
los ángeles y todos los hombres, vuestros her- ciar á la tierra? No; la bondad divina ha que-
manos: ¡Thronus tutis Detis unxit te Deus, rido que, revistiéndose de todas las cualidades
Deas tuus, oleo exultationis prce participibus de un Dios, tomase todas las miserias, todas
tuis/» De Vos descollarán, como de su única las enfermedades, todas las debilidades de un
fuente creada, todas las gracias sacerdotales, y hombre, excepto el pecado. Y aun del pecado,
todos los que sean llamados al envidiable ho- de nuestros horribles pecados, que son nuestro
nor del sacerdocio 'participarán de vuestra in- mal esencial y la causa de nuestros innume-
comparable elevación, y deberán mostrarse rables males, nuestro Sacerdote santísimo (y
dignos de Vos, por una santidad que los haga aun parece ser más misericordioso que santo)
más semejantes á Vos que todos sus hermanos.
toma la tentación, la responsabilidad y el »Sacerdote ha sido tentado y probado como
castigo. Él se carga de todo esto, á fin de »nosotros para asemejársenos en todo, salvo
tener por siempre piedad, condescendencia, »en el pecado. (Heb., cap. iv.)—Porque es
misericordia y amor inagotables para el pe- »preciso que todo Sacerdote sea sacado de en-
cador. jAh! Gustad, saboread estas palabras »tre los hombres y establecido para ofrecer á
de San Pablo, dichas en alabanza de nuestro »Dios, en nombre de éstos, dones y sacrificios
Sacerdote infinitamente bueno: «Por lo mis- »por sus pecados; es preciso que el Sacerdote
»mo que los hijos de los hombres son carne »pueda compadecer á los que ignoran y caen;
»y sangre, É l ha querido nacer en la carne »y por esto Él mismo se sometió á la miseria
»y en la sangre, á fin de destruir en su »humana.—(Heb., cap. v.) Así, nuestro Padre
»propia muerte al demonio, príncipe de la »Jesús, durante los días de su vida mortal,
»muerte, y libertar á aquellos que, por temor »ofreció á Dios oraciones y súplicas con lá-
»á la muerte, pasaban toda su vida en la »grimas y sollozos: y aunque fuese Hijo de
»esclavitud. Él no tomó la naturaleza de los »Dios, aprendió, por todo lo que sufrió, la
»ángeles, sino la de los hijos de Abraham. »sumisión y la paciencia; y habiendo sido con-
»Ouiso también ser semejante en todo á sus »sumado en la muerte, se hizo para todos los
»hermanos, para ser misericordioso y fiel Sa- »que le obedeciesen la causa segura de su sal-
»cerdote que ofrezca á Dios el sacrificio de pro- »vación eterna.» (Heb., cap. v.) Jesús, nuestro
»piciación por los pecados del pueblo. Quiso Sacerdote, se vió, como cualquiera de nos-
»sufrir ser tentado para hacerse omnipotente otros, tentado, débil, desolado, abandonado
»en socorrer á los que son tentados. (Heb., ca- y perseguido, á fin de comprender todo por
»pítulo II.)—Vayamos, pues, con confianza experiencia, y compadecer más misericordiosa
»hacia el trono de la gracia, á fin de encontrar y tiernamente á nuestras tentaciones, á nues-
»allí misericordia, gracia y socorros oportunos tras debilidades, á nuestras miserias, á nues-
»en todas nuestras necesidades. Porque nos- tras ignorancias y á nuestras caídas. ¡Oh
»otros no tenemos un Sacerdote incapaz de amante y dulce Jesús caritativo y condescen-
»compadecer á nuestras necesidades: nuestro diente, Sacerdote de compasivo corazón ! Que
f
mi confianza en volver siempre á Vos, sin boca, para decir sus palabras y su ley, sus per-
dudar de vuestro corazón, sea mi eterna acción dones y sus condenaciones; su brazo para
de gracias. obrar las maravillas de la vida sobrenatural,
crear las realidades del sacramento, aplicar
I I I — PROPICIACIÓN. sus bálsamos y distribuir todos los dones de la
vida sobrenatural. Él imprime á lo más íntimo
La vista de la incomparable dignidad de de su ser un carácter único é imborrable. El
sacerdocio de Jesucristo hace comprender muy habita en el Santo de los Santos; está sobre
bien el crimen que comete el mundo cuando, todos los pueblos, súbditos y reyes ; no perte-
por exigencia ó violencia, lucha contra los nece sino á Dios; es el hombre de Dios. Y
sacerdotes que en la Iglesia continúan visi- salvo una apostasía pública, que obligue á la
blemente el sacerdocio 'de Cristo, y son la Iglesia á desterrarle de su santuario, tiene
personificación real y visible en este mundo derecho á la libertad absoluta de su divino
del Pontífice eterno. Por baja que sea su cuna, ministerio, á los respetos, á la sumisión, al
vulgar su espíritu, corta su instrucción, y co- concurso fiel de todos. Este ha sido el sentir
munes sus virtudes, desde el momento en que unánime de todos los siglos y de todos los pue-
el más humilde de los hijos de los hombres blos que no han caído en el delirio de la sin-
ha sentido correr en su alma de la unción razón social. ¿ Cómo caracterizar entonces los
santa, que consagró nuestro soberano Sacer- atentados de los poderes públicos contra los
dote, Jesús, quien desde la obra adorable del derechos, la libertad y la vocación de los cléri-
sacerdocio se difunde hasta á los grados más gos? Este es el más grande de los crímenes so-
ciales, y se comete contra los clérigos de toda
inferiores de la jerarquía sacerdotal, aquel
jerarquía, desde el niño que es violentamente
humilde es Sacerdote, Sacerdote por elección
arrastrado á cambiar contra el escándalo de
de Dios, Sacerdote por comunicación del sa-
los campos la paz del Santuario, tan necesario
cerdocio de Jesús, Sacerdote por toda la eter-
á su vocación naciente, hasta el Soberano
nidad. Él es la parte de Dios, su propiedad, su
Pontífice, cuya libertad está encadenada y su
ministro; es su instrumento, su órgano, su
dignidad ultrajada por las usurpaciones de un el medio necesario de su mediación y, por con-
poder sacrilego. Reparad también por los jui- siguiente, de la Redención del mundo, pida-
cios temerarios, los cálculos miserables y la mos para innumerables almas la gracia y el
inteligencia injuriosa que guían á un gran honor de participar al sacerdocio de Jesucristo,
número de cristianos en su juicio práctico de extenderlo, de multiplicarlo según las exi-
sobre el sacerdocio; por las oposiciones irra- gencias de la gloria de Dios, del servicio de la
cionales, las maniobras desleales, tiránicas y Iglesia y de la santificación de los hombres.
sacrilegas, por las cuales algunos se oponen, Pidamos sacerdotes, más sacerdotes, á Aquel
hasta entre las familias cristianas, á las voca- que sólo los discierne, los escoge y los llama.
ciones sacerdotales. Y, por último, si algún Ayudemos por consejos, entusiasmo y limosnas
astro, cayendo del firmamento de la Iglesia, las vocaciones sacerdotales, tan contrariadas
contrista á las almas por el ruido de su caída en nuestros días por la debilidad de la fe en las
y deshonra á la Iglesia por su apostasía, repa- familias y por el espíritu del mal que anima á
rad también por oraciones, lágrimas y peni- los poderes contra Cristo y contra su Iglesia.
tencia este crimen, que fué el de Lucifer en
el cielo y el de Judas en el Cenáculo. Sobre todo, no cesemos de pedir para todos
los sacerdotes una abundante y nueva efusión
del espíritu sacerdotal del Sacerdote por exce-
IV.—ORACIÓN. lencia: la santidad de Jesús; es decir, la sepa-
ración del mundo y de su espíritu; el afecto
Nuestro Señor decía á sus Apóstoles: «Ved cordial y profundo al Dios que está en el Ta-
»cómo las mieses se extienden y blanquean á bernáculo, único á quien deber aspirar; el celo
»lo lejos; pedid, pues, al Amo que envíe obre- por sus intereses en las almas, y, por último,
»ros á su mies.» Rogate ergo Dominum mes- el amor que no retrocede ante el sufrimiento,
»sis ut mittat operarios in messem suam. Que para completar en ellos el sacrificio no san-
sea nuestra oración ardiente y apremiante al griento que ofrecen cada día, y cooperar así
terminar la Adoración. Si el sacerdocio es tan á la Redención del mundo : Sacerdotes tui in-
.magnífico, tan poderoso y tan benéfico; si es duantur justitiam et sancti tui exultent.
milia ó de un grupo. Es el homenaje religioso
de la gran familia cristiana esparcida en el
mundo entero. Aun más: habiendo sido Cristo
consagrado Sacerdote á nombre de toda la hu-
LA INSTITUCIÓN manidad, de la cual es jefe, su sacrificio es la
expresión solemne de la religión de toda cria-
DE LA EUCARISTÍA. tura, en todos los tiempos y en todos los
lugares. Ved, pues, al adorable Pontífice ves-
tido, no de un traje de lino deslumbrante de
blancura, ni con mitra de oro y cíngulo pre-
El Sacrificio. cioso, sino envuelto en el espléndido vestido de
la divinidad, en que brillan como bordados
I.—ADORACIÓN. preciosos todas las variedades de los dones, de
las cualidades, de las virtudes y de los méritos

P lgoNTEMPLAD hoy al magnificentísimo de su santidad creada ; vedle subir al altar para


g f y poderoso Sacerdote, cuyas perfec- ofrecer á Dios el sacrificio que reclaman á la
ciones habéis reconocido y adorado, vez su majestad soberana, su liberalidad in-
no ya en su persona, sino en su oficio agotable y su justicia herida por el pecado;
sacerdotal por excelencia: la oblación del sa- vedle elevarse del seno de la multitud, más
grande, más santo que todos, llevando en su
crificio. Pues aunque los sacerdotes tengan di-
alma las obligaciones, las necesidades y los
versos oficios que cumplir ante Dios y ante
deseos de todos. El va á satisfacer á la vez á
los hombres, el más importante, el que es
Dios y á los hombres, á unirlos en una amis-
al mismo tiempo la razón fundamental, el
tad que sea igualmente digna de Dios y nece-
carácter esencial y el punto culminante de
saria á la criatura, pagar la deuda de los hom-
su sacerdocio, es ofrecer á Dios el sacrificio bres é inclinar la bondad de Dios, presentar á
público. Este sacrificio, en efecto, no es el ho- Dios los dones sagrados de la humanidad y
menaje arbitrario de un individuo, de una fa-
atraer á la tierra los dones sagrados de Dios. esta unión, ella se hace digna de É l : santa de
Pero no hay sacrificio sin víctima. ¿ Dónde su santidad, fuerte de su fuerza, poderosa de
está la víctima de este Sacerdote ? Ella debe todos sus derechos, agradable á Dios necesaria
ser digna de su sacerdocio. Como Sacerdote de y plenamente, como su Verbo, su propio Hijo,
una dignidad infinita por la elevación de su el objeto de sus eternas complacencias.
persona divina, la tierra no podrá encontrar, Y entonces, cuando la ha escogido, prepa-
ni en sus verjeles, ni en los tesoros de sus mi- rado y adornado, la toma con sus manos, la
nas, ni en los seres que la pueblan, una víctima presenta y la ofrece á su Padre: «Padre, Tú
digna de ser puesta en sus manos sacrosantas no has querido carne de corderos y machos
y asociada á su función divina. ¡Atención ! Sí: de cabrío, sino que me has dado un cuerpo y
la tierra ha encontrado, ha dado el fruto : Te- me has pedido que satisfaga á tus voluntades:
rra dedit fructum suum, y este fruto ha sido la primera de éstas, conforme á tus derechos,
aceptado como dignísimo del Sacerdote divino. es que la criatura te rinda todos sus deberes,
Pero ¿dónde está? Mirad bien con los ojos de cosa que no podrá hacer sino anonadándose
la fe: sólo la luz de lo alto puede hacérosla des- delante de ti (pues sólo Tú mereces ser) y sa-
cubrir. Cristo es una persona divina que posee crificándose á tu majestad y á tu justicia:
heme aquí: / Ecce venio! ¡ Toma Tú, en
dos naturalezas, ¿ no es esto ? Pues bien ; esta
nombre de toda la creación, esta alma y este
persona, que es el Verbo de Dios, Dios mismo,
cuerpo, que valen más que todo lo que ha
toma, se adapta la naturaleza humana, el alma
salido de tus manos; tómalos, pues te per-
y el cuerpo de Cristo, su humanidad, en una
tenecen, que te sean inmolados y que en su
palabra, la separa de la masa corrompida de la
inmolación den plena satisfacción á todos tus
humanidad, de manera que las manchas de derechos, y merezcan á la criatura tus perdo-
ésta son ignoradas absolutamente por aquélla; nes y tus beneficios!»
El la santifica, la adorna de todos los dones,
la habilita de todas las potencias, la atrae La humanidad de Cristo : tal es la victima
hasta Él, se une á ella y la penetra de tal ma- santa, de un precio infinito, soberanamente
digna del Sacerdote infinito. La Persona del
nera , que forma una sola cosa con ella. En
Verbo, que tiene todos sus derechos sobre la
humanidad, porque es su Criador y su Dios,
II.—ACCIÓN DE GRACIAS.
se apodera de ella, la consagra y la ofrece en
holocausto.
El Verbo hace la ofrenda de su humanidad á
El hombre, que se debe á Dios en su doble
su Padre, como víctima de su sacrificio desde
naturaleza espiritual y corporal, habiendo re-
el momento de la Encarnación en que la toma
cibido una y otra de Dios , y habiéndole ofen-
en las manos de su poder. El la tuvo á la vista
dido en una y en otra ; el hombre se verá res-
de su padre, ofrecida, presente, inmolada en
catado por el sacrificio de la naturaleza, á la
su voluntad y en su deseo, durante los treinta
vez espiritual y corporal de Cristo, y Dios
y tres años de su vida. Y entonces sonó la
será plenamente satisfecho. Christus est Sa-
hora de inmolarla realmente. Esta inmola-
cerdos et Hostia. Ipse enim Dominus hostia
ción se hizo en dos actos, en dos momentos y
omnium sacerdotum est, qui semetipsum pro
bajo dos formas distintas. La inmolación san-
omnium reconciliatione Patri libans, victima
grienta del Calvario á la faz del cielo, sobre
sacerdotii sui, et sacerdos sucs victimce fuit.
una colina como en altar elevado, ante todo
(S. Paulino de Ñola.) Comprended la hermo-
el pueblo reunido, con gran brillo. Los verdu-
sura, la grandeza y la profundidad de este
gos no eran más que los instrumentos mate-
misterio, por el cual el Cristo Sacerdote en-
riales y exteriores del Sacrificio en que el so-
cuentra en sí mismo su víctima, digna de su
berano Sacerdote inmolaba su cuerpo, en los
sacerdocio, digna de Dios, á quien debe satis-
ardores de las llagas y las efusiones de sangre,
facer , y suficiente á todas las exigencias del
y su alma en las angustias, los terrores, las
rescate de los hombres. Adorad á la santa
humillaciones y los abandonos. El verdadero
Víctima con respeto y con amor. Pero con-
sacrificador era el Verbo divino, el Cristo
templad su inmolación: el reconocimiento se
mismo, quien quería su inmolación y permitía
unirá á la admiración para que produzca en
á los tormentos que le consumiesen poco á
vosotros el amor que hace á la adoración per-
poco ; pero no había de entregarse á la muerte
fecta.
hasta que lo juzgase oportuno, hasta que fuese
consumado todo lo que tenía que hacer en
este mundo, y decía á voz llena: «Nadie puede distintivo, debía quedar permanente el sacri-
quitarme la vida; yo la depondré cuando ficio, y siempre renovado, de la nueva alianza.
quiera.» Sin esta voluntad del Verbo, que en- No es, según el orden de Aarón, por el sacri-
tregaba toda su humanidad, pero quedando ficio sangriento por el que Jesucristo es Sacer-
siempre dueño de ella hasta el fin, ni los ver- dote, sino, según el orden de Melchisedec,
dugos le hubiesen podido aprehender, ni los por el sacrificio n o sangriento del pan y del
tormentos alcanzarle, ni la muerte vencerle. vino. Misterium nostrum, dice San Jerónimo,
Esta inmolación sangrienta es conocida de los in verbo ordinis signifieatur, nequaquam per
cristianos: jamás se bendecirá ni se compren- Aaron irrationabilibus victimis immolandis,
derá jamás su amor, sus virtudes y su he- sed oblato pane et vino, id est corpore et san-
roísmo. guine Domini Jesu. Luego el sacrificio san-
griento del Calvario, necesario para poner fin
Hay otro acto de sacrificio que concurre á á la ley de sacrificios sangrientos, acabando
la inmolación de la santa Víctima y que ha su obra de santificación, que sin este comple-
precedido al acto sangriento del Calvario: es mento hubiera sido totalmente ineficaz, estaba
la inmolación que tuvo lugar en la Cena, en ordenado al sacrificio no sangriento de la Eu-
la víspera sangrienta de la muerte de Cristo. caristía, él no debía ser más que momentáneo,
Sin duda no hubo dos sacrificios extraños el pasajero, y terminar, acabar y hacerse perma-
uno al otro, ni dos muertes distintas de la nente en la inmolación espiritual de la Euca-
santa Víctima, constituyendo dos distintos sa- ristía.
crificios. San Pablo enseña que «en su único
Asimismo hubo en la Cena verdadera y real
sacrificio, el soberano Sacerdote consumó toda
inmolación, verdadero y real sacrificio; sa-
la obra de santificación.» Pero este único sacri- crificio no extraño al del Calvario, sino im-
ficio tuvo dos partes, dos actos: uno en la Cena plicándolo, conteniéndolo, ejecutándolo ya.
y otro en el Calvario. El sacrificio de la Cena ¿Acaso no decía el Salvador á sus apóstoles:
implicaba el del Calvario; y al mismo tiempo «He aquí mi cuerpo que es entregado; he
que daba al sacerdocio de Cristo su carácter aquí mi sangre q u e es derramada por la remi-
sion de los pecados? Corpus quod traditur;
fre las humillantes condiciones de la materia.
Sanguis qui effunditur.» Q u e e s como si di-
Pues bien; este sacrificio, esta inmolación que
jera: Mi humanidad, q u e sacrificaré mañana
Cristo cumplió en el Cenáculo, en persona, la
de una manera sangrienta, la sacrifico desde cumple también todos los días sobre toda la
ahora de una manera no sangrienta, redu- tierra, del Levante al Occidente, en la persona
ciéndola a ser vuestro pan, vuestra bebida: Yo de sus sacerdotes, quienes no son más que sus
la destruyo la inmolo y la anonado, hacién- formas visibles, sus instrumentos y sus órga-
dola capaz de ser comida y de ser bebida Y nos. Es El quien, diciendo por su boca: «Este
como el sacrificio de una víctima tiene por es mi cuerpo; esta es mi sangre», se inmola
objeto la expiación del pecado y la satisfacción reconstituyéndose presente bajo las aparien-
de Dios doy gracias á mi padre, elevo los cias de pan y vino, tomando la condición de
ofrezco mi i , la anonado éstos á costa de todas las prerrogativas de su
bajo las especies sacramentales por su amor, y estado humano glorificado. ¡ Y esto es todos
los días! ¡ Por todas partes ! ¡ Hasta el fin! Sin
de to'dos N ° n Pecados que la ingratitud, las profanaciones y la inuti-
de todos ¿ No es ser inmolado y morir en ver-
lidad de su inmolación para un gran número,
dad aquel que siendo hombre perfecto se con-
puedan hacerle renunciar á sacrificarse con
g e r i e en estado de pan, toma el estado de éste
y sus condiciones llenas de abatimiento, per- tanto amor como cuando, « habiendo amado á
diendotodo lo que constituye el estado y las los hombres, resolvió amarlos hasta el fin», y
condiciones de la vida humana? Como el ca- les entregó su santa humanidad, su cuerpo,
P r
su sangre, su alma y su divinidad en sacrificio
Í Z í T ° ^ m U e r t e d e I a vida que y en alimento. ¿Qué acciones de gracias serán
e animaba no es y a un hombre, sino una
cosa una vi materia, así Cristo, convertido bastante extensas, bastante ardientes, bastante
wllv
por la inmolación -gucarísHo., eniao humildes y bastante perseverantes para res-
el vino del sacrificio, no es v T 1 W T ponder á la verdad y á la perpetuidad de este
Dl S
Rey del cielo y de la tferr//^^ ° ' Sacrificio de nuestro tan amoroso Padre?
se toma, que se com e ^
> se bebe, y que su-
humillante, por una muerte violenta, sufrida
I I I . — PROPICIACIÓN. como un castigo, llevando consigo los sufri-
mientos, los gritos y las resistencias naturales
Teniendo por objeto todo sacrificio recono- de la víctima, la efusión horrible de su sangre
cer de hecho y de derecho el ser soberano de y, por último, su destrucción y su consunción.
Dios y todas sus perfecciones, infinitas como Así el hombre confiesa su culpabilidad, acepta
su ser, debe confesar al mismo tiempo, y por su castigo y lo sufre en la víctima que lo re-
una correlación necesaria, la nada de la cria- presenta; y Dios, habiendo recibido satisfac-
tura, la nada de su ser y de todas sus cuali- ción, olvida el pecado y concede el perdón.
dades: esta doble confesión supone un abati- El sacrificio por excelencia debía cumplir
miento claro y voluntario de la criatura ante esta ley en su perfección. El adorable Sacer-
su Criador, una especie de libre despojo de sí dote entregó su humanidad, que cargaba el
misma y de entrega de todo lo que es, en ma- peso de todos los pecados de los hombres, á
nos y á disposición de Aquel que es su prin- todas las causas que podían destruir, consumir
cipio y su fin. Este justo anonadamiento de lo y anonadar la vida: interiormente, los bienes
que no es más que nada por origen y por na- del alma, del espíritu y del corazón, la alegría,
turaleza, se expresa en las criaturas puramente la paz, la tranquilidad, el afecto, la amistad,
espirituales por un homenaje espiritual; mas la estimación y la reputación le, fueron corta-
el hombre, que es á la vez espíritu y cuerpo, das, arrancadas unas tras otras; los ultrajes
debe traducir su religión interior por un signo sobre las calumnias, los abandonos sobre las
exterior y material. Hay más; habiendo el traiciones; las condenaciones sobre las acusa-
ciones, los terrores, las angustias, la tristeza
pecado merecido el castigo de la muerte, pre-
mortal y desfalleciente, herían su alma, la de-
cedida de sufrimientos y rodeada de humilla-
vastaban, «la hadan fundir y agotarse », no
ción , el sacrificio que tuviera por fin arrancar
dejándole nada sano. Y exteriormente, el
al hombre esta condenación, apaciguando la
cuerpo de la santa Víctima había sido herido
divina Justicia, debería después cumplirse por
de tantos golpes, atravesado con tantos dardos,
una muerte sangrienta, por una destrucción
que de pies á cabeza no era ya más que una trigo es destruido y se convierte en harina, un
inmensa y profunda llaga sangrienta, odiosa polvo sin consistencia compuesto de moléculas
á la vista, mezclada de lodo, que desfiguraba casi imperceptibles; es el ser en su más ínfima
á Cristo á tal punto, que no tenía ya aparien- esencia, casi sin forma, casi sin extensión, casi
cia alguna de ser humano. sin cantidad, sin acción aparente, sin lugar
He ahí la muerte sangrienta, humillante é bien determinado. Polvo y nada son dos tér-
ignominiosa, merecida por el pecado, y que el minos tan semejantes, que á menudo se toma
Divino Sacerdote debía imponer á su Víctima el uno por el otro.
para que su sacrificio expiase la falta del hom- Pues bien, considerad la acción y el resul-
bre y pagase su deuda: Vulneratus est propter tado del sacrificio eucarístico. ¡Vedle en la
iniquitates riostras. Cena, vedle en el altar! El hombre perfecto
Esta destrucción ignominiosa de la víctima, en la fuerza de sus treinta y tres años, en la
testimonio de la aceptación del castigo mere- hermosura viril de sus facciones, en el pleno
cido por el pecado, se encuentra necesaria- uso de sus sentidos, de sus miembros, 'de su
mente en el sacrificio eucarístico, porque for- palabra, de sus movimientos, de su libertad,
ma una sola cosa con el sacrificio del Calva- ¿en qué se convierte al estar en las manos del
rio ; pero con las diferencias que distinguen el mismo Cristo que consagra? En un poco de
sacrificio no sangriento según el orden de Mel- pan, cuyas migajas todas y cada una, que caen
chisedec, del sacrificio sangriento de los hijos cuando el Salvador le rompe para darle á los
de Aarón. No hay ya heridas en la carne, ni doce, le contiene todo entero. ¿Dónde están,
efusión visible de sangre, ni muerte por la pues, su cuerpo, sus miembros, su forma, su
separación violenta del alma del cuerpo. Mas, vida humana? Todo ha sido comprimido, des-
sin embargo, ved cómo la Víctima es destruída j truido, reducido á una migaja imperceptible.
consumida, anonadada: en el Calvario fué he- Cristo está personalmente todo entero, todo
rida, aquí es destruida: Attritus est proter vivo, en este polvo, en esta nada; ¿no es
scelera nostra ! Ser destruido, es perder la for- esto el colmo del abatimiento, de la depre-
ma , la extensión, la organización : el grano de sión y un verdadero anonadamiento? Pero
¿qué es lo que puede pesar bastante sobre el posesión más abundante de la más poderosa y
bella de las vidas posibles? Tomad una par-
Hijo de Dios para reducirle á esta impotencia,
tícula consagrada, escapada á la piadosa soli-
á esta debilidad, á esta degradación, a esta
citud que pone el Sacerdote en recoger este
muerte? El pecado, el peso, la vergüenza la
polvo divino y que queda olvidada sobre el
responsabilidad, el castigo y la expiación del
altar: ¿ dónde está la forma exquisita, dónde la
pecado. «Tú eres polvo y en polvo te has de
hermosura, dónde la gloria, dónde el esplen-
convertir», habia dicho el C r i a d o r temblando
dor del que contempláis en el sueño de vues-
de ira al hombre rebelde. Y el Hijo de Dios tras esperanzas en la cumbre de la mansión
hecho hombre, tomando y apropiándose este gloriosa, digna de fijar vuestras miradas, de
castigo, se hace polvo, y aparece humillado a extasiar vuestro corazón y de sumergiros por
la vista del Juez soberano en este estado que toda la eternidad en una admiración que será
implora por los culpables. . ., vuestra beatitud? Escrutad, analizad, interro-
La inmolación eucarística que ejerció en la gad. ¡No hallaréis en ella nada de hombre y
Cena sobre la humanidad mortal de la santa mucho menos del Cristo glorioso! Sólo halla-
Víctima, se ejerce ahora sobre su humanidad réis la obscuridad, la fragilidad, la vulgaridad
glorificada. Esto es un grado más en el ano- del grano de polvo, el átomo y casi la nada; y
nadamiento. E l divino Sacerdote hace pesar, en todo caso, casi la nada de las prerrogativas,
no solamente sobre la vida y la forma hu- de las manifestaciones y de las operaciones de
mana, sino también sobre la vida y la forma la vida humana.
gloriosa de su divinidad, la acción sacritica- Después, á esta partícula que contiene al
dora que la reduce y la destruye hasta hacerla Rey triunfante, al Cristo que ha conquistado
la Hostia frágil de nuestros altares. ¿Que poder las naciones y que tiene el riguroso derecho
incomprensible y admirable hay como el del actual é inmediato de ser honrado, glorificado,
sacrificio eucarístico, que es capaz de traer, ae exaltado por toda la tierra, ponedla en el Ta-
comprimir, de encerrar en el polvo de nues- bernáculo; aunque la olviden, aunque la aban-
tras Hostias la humanidad glorificada de aquel donen en la pobreza, la miseria, la soledad y
que impera en lo más alto de los cielos, en
el desprecio; aunque no vea pasar á lo lejos mente sobre ella; y parece que desde el fondo
más que á los indiferentes y que.los que se del Tabernáculo se desprende esta dolorosa
acercan sean enemigos secretos ó enemigos queja: «Oh pueblo mío, pueblo mío, ¿qué he
públicos; aunque la toquen con mano sacrilega podido hacer por ti que no haya hecho?» Y su
ó la profanen pisoteándola ó arrojándola en la corazón desolado, más destrozado que todos los
cloaca de una alma contaminada, cuyo jefe demás porque es el foco del amor desconocido,
reconocido y rey obedecido es Satanás, la Víc- parece experimentar aún los mortales sufri-
tima Eucarística sufrirá todas estas privacio- mientos de la agonía: «¿Será posible que haya
nes, todas estas degradaciones, todas estas sacrificado mi corazón á tal grado, en vano,
ignominias que acaban de inmolarla, de ha- sin resultado y fruto? Ergo sine causa justi-
cerla descender hasta lo que no es; al pol- ficavi cor meum? »
vo y á la nada: Atíritus est propter scelera
nostra !
IV.—SÚPLICA.
¡ Oh, qué bruscamente pasa el pecado sobre
la Víctima perpetuamente anonadada del Ta-
bernáculo ! Para expürlo es por lo que abraza La Víctima del sacrificio es ofrecida á Dios
y acepta todos estos abatimientos que la inmo- por cuatro razones: 1.a, para adorar á su ser so-
lan tan profundamente. Pero ¡cuánto aumenta berano; 2.a, para apaciguar su justicia, 3.a, para
su humillación y dolor cuando, desde el fondo reconocer sus beneficios pasados; y 4.a, para
del abismo en que su amor le ha arrojado y impetrar otros nuevos. Este cuádruple objeto
la mantiene por nuestra salud, nos ve recaer del sacrificio está proporcionado á la medida
en el pecado, y perseverar sin temor en el mal de las cualidades personales del sacerdote que
camino, haciendo inútiles sus inmensos sacri- le ofrece y al precio de la Víctima inmolada.
ficios! Nosotros la crucificamos, la despedaza- En el Sacrificio Eucarístico el Sacerdote es in-
mos de nuevo, la destruímos más ignominiosa- finito en dignidad y en mérito; sus deseos, sus
mente: Vulnus supervulnus addiderunt-, todos oraciones, su acción personal, todo es infinito.
Lo mismoia Víctima: penetrada por la Divi-
los pesos de sus anonadamientos recaen brutal-
nidad, sus sufrimientos y sus humillaciones, la que la que confiere el sacramento del Orden,
más ligera gota de su sangre y la más corta de pero real y cierta sin embargo.
sus genuflexiones tienen un valor infinito, Este sacerdocio inicial nos confiere en cierto
siendo los frutos de este árbol y los efectos de modo el poder de sacrificar, y nos da un derecho
esta causa que son Dios mismo. ¿Cómo será si correspondiente sobre la santa Víctima. Si bien
este Sacerdote Dios inmola esta Víctima divina lo supiésemos, nos haríamos más dignos de ese
al impulso de un amor infinito hacia su Padre reflejo de la dignidad sacerdotal de Cristo que
y hacia los hombres? ¿Cómo será si la inmola radia en nosotros; tendríamos mayor confianza
por la acción sacrificadora más inmensa, más ex- en apoyar nuestra religión, nuestras satisfac-
tensa, más dolorosa, más anonadadora? ¿Cómo ciones, y sobre todo nuestras oraciones sobre
será, en fin, si perpetúa esta inmolación á través la Víctima de suave olor, cuyo sacrificio es
de los siglos, y la renueva á cada instante, no siempre aceptable. Oraríamos más «por Jesu-
cristo, con El y en El», nos acercaríamos con
en un lugar, sino en millares de lugares? La fe
más frecuencia, «con una fe más llena», al altar
nos lo enseña. Nuestra religión hacia Dios,
en que se inmola la santa Víctima. Nosotros
como indigentes é indignos, debe apoyarse
haríamos valer su precio infinito, su valor in-
fielmente sobre el Sacrificio de Jesucristo: ella
trínseco, representando á Dios su naturaleza y
vale exactamente en la medida en que se identi-
dignidad, las perfecciones de su persona y las
fica con la de este Sacerdote y la de esta Víc- virtudes de su alma, la realidad de su inmola-
tima igualmente adorables. Es nuestro derecho ción y la profundidad de su anonadamiento;
y deber tomar parte en este sacrificio, unir se la presentaríamos extendida y sacrificada
nuestras oraciones á las de este Sacerdote y actualmente sobre todos los altares de la tierra,
ofrecer por nosotros y por los nuestros esta Víc- sufriendo cada día nuevas y más atroces igno-
tima que bastaría para el rescate de millares minias, que añaden á su sacrificio radical no sé
de mundos.—Quizá no se piense bastante en qué aumento y qué superabundancia; recor-
el honor y en la prerrogativa del bautismo que daríamos á Dios los compromisos que ha con-
da á todo cristiano una participación al sacer- traído para con ella, de escucharle siempre y
docio de Jesucristo, menos extensa sin duda
de darle todas las naciones.—Este comercio
sacrificada en el acto mismo de su inmolación,
habitual con la santa Víctima nos penetraría
en el estado de su anonadamiento, y que todo
poco á poco, pero cada día más, de sus disposi-
esto nos obligue á hacer de nuestra vida una
ciones; nos uniría á su oración, nos haría entrar,
muerte, para que nuestra muerte en la última
por la mortificación y la humillación amorosa-
noche nos dé una vida sin fin!
mente abrasadas, en su inmolación: víctimas
con la Hostia, nos mantendríamos con ella en
el altar del sacrificio, aceptando todo sufri-
miento, toda humillación y toda pena, como
el cumplimiento de nuestro sacrificio y la eje-
cución parcial de nuestra inmolación: esto sería
la religión perfecta, la verdadera vida cristiana,
la santidad.—Y asimismo, á la hora en que el
sacrificio se consumara por nuestra muerte,
nuestra alma, desprendida de toda cosa, libre
de toda deuda, subiría derecha al cielo, como
la nube perfumada que se eleva de los car-
bones sagrados en que el incienso es consu-
mido.

Pidamos para nosotros, pidamos para todos


los que amamos, y para aquellos cuyo bien
verdadero deseamos, y sobre todo por nuestros
sacerdotes, una abundante participación al sacri-
ficio de la santa Víctima, á su espíritu y á sus
frutos. Recordemos que, cuando comulgamos,
comemos una carne crucificada, una alma su-
mergida en una tristeza mortal, una víctima
hecho de su Pasión con el de la Eucaristía:
Prius quam pateretur.
Evidentemente Nuestro Señor creó entre la
Eucaristía y la Pasión lazos estrechos indiso-
lubles; y como la Eucaristía es para perpe-
tuarse aquí abajo, se perpetuará en su íntima
alianza con la Pasión y la Muerte del Salva-
LA EUCARISTÍA. dor. Ella será su memorial auténtico, perfecto
y perpetuo. Este título de memorial, que el
Salvador le da aquí, iu mei memoriam, la
Iglesia lo consagrará. Este será de institución
Memorial de la Pasión. divina y expresará uno de los fines esenciales
y sacramentales de la Eucaristía: Deus qui 110-
I.—ADORACIÓN.
bis sub sacramento mirabili Passionis tuce me-
moriam reliquisti.
?DORAD á Nuestro Señor diciendo en ¡Adorad este designio del Salvador; creed
OÉ^JÉ l a Cena: «Este es mi cuerpo, que es esta verdad, y desde que estéis en presencia
„ J g entregado: Corpus quod traditur; mi de la Eucaristía, ved como aparece el Jesús
sangre, que es derramada: Singuis qui paciente y moribundo! Bajo pena de no res-
ejjundiiur. Haced esto en memoria de mi: Hoc ponder á la intención del Augusto Institutor
in mei memoriam facite. Siempre que consa- de los Sacramentos, el solo nombre de la Eu-
grareis y comiereis mi carne y mi sangre, anun- caristía debe expresar Pasión y muerte, así
ciareis mi muerte: Quotiescumque mortem como el mismo Sacramento debe contener la
Domini annuntiabitis.» virtud, la obra, la sustancia de la Pasión y de
Adorad á Jesús instituyendo su Eucaristía la muerte: /Mortem Domini annuntiabitis!
la víspera d e su muerte, y haciendo confundir Supuesto este acto de fe, veamos con qué
en una sola relación, por los evangelistas, el excelencia, con qué superabundancia, con qué
rigurosa exactitud une la Eucaristía al Cristo existencia independiente, un ser á él. ¡Él se
resucitado que encierra y al Cristo moribundo pierde y se funde en nosotros: este es un paso
y muerto. de más que da hacia la muerte.
Ved en qué estado le constituye el acto con- Siendo su presencia en el Tabernáculo de
sagrador en el momento del sacrificio: este es día y de noche la continuación del estado de
el estado de su muerte. pan tomado en el sacrificio, no hace más que
La muerte del Salvador consistió en que su perpetuar su estado de muerte. Y esto no es
alma, dejando su cuerpo acribillado de llagas, sólo por tres días como en el sepulcro, sino por
desfigurado, no teniendo ya nada de humano, todos los siglos. Tomadas estas significaciones
le abandonó inerte y sin vida. ¿Qué es, pues, que se confirman la una á la otra, todas estas
la Hostia sobre el altar ? Es el Cristo vivo, sin afirmaciones redobladas deben, pues, condu-
duda; pero á causa del estado de pan y vino cirnos á ver inmediatamente en la Eucaristía
que toma, las especies sacramentales le privan la Pasión y la muerte del Salvador. ¡He allí al
de toda apariencia de vida, de todo movi- Salvador traicionado por Judas, condenado
miento, de toda acción, de toda libertad, en- por Pilatos; flagelado y coronado de espinas
tregándole á los elementos, á la voluntad del por los soldados; clavado sobre la Cruz por los
hombre, como un cadáver, y menos todavía, verdugos, y muerto en el abandono de su Pa-
puesto que no conserva los rasgos que recuer- dre: hele allí! ¡Es Él y no otro!
dan al hombre en el despojo humano.
Sois Vos mismo: ¡oh Jesús! la fe me lo dice;
La comunión acentúa la significación de la mi corazón me lo hace sentir; yo no puedo
muerte, pues nos le entrega como un alimento. estar un minuto en vuestra presencia y pre-
Uno no se alimenta más quede cosas que han guntarme quién sois, sin que al momento el es-
perdido su ser natural, ó que han pasado por tado en que os veo me diga que sois el Hombre
la muerte, si se trata de alimentos que han te- del dolor, el Divino Crucificado.
nido vida.—En seguida viene á perderse en No es un relato quien me lo enseña, ni una
nosotros este ser sacramental tan frágil y que imagen quien me lo recuerda, sino Vos en
tan poco vive, pero que le daba al menos una persona, que estáis allí, y esa inercia, ese silen-
de mi muerte en esta realidad de mi presencia,
yo he debido afrontar y soporto aún inmen-
; s ¡ r . í sos sacrificios, de los que cada uno vale una
tra muerte aquí abajo. muerte.
Y sois Vos quien, presente bajo estas sena
¡ Oh Jesús oculto bajo la Hostia! os reco-
nozco por el Hombre de dolor, por el Crucifi-
cado, por mi Víctima, muerta sobre el Calva-
rio, con María, con la Verónica y las piadosas
mujeres que os siguieron llorando, con San
sobre mis sentidos, me d.cis, m & Juan y el Buen Ladrón, os adoro sobre el Cal-
vario del altar, monte de vuestro Sacrificio y
de vuestra muerte, tan real y verdaderamente
como el Calvario de Jerusalén. Yo os hago
honroso desagravio por haberos desconocido
tantas veces. De hoy en adelante yo sabré en-
contraros en vuestra Eucaristía y ver en ella
(mineado• sov Yo y no otro! ¿Donde buscas a vuestra Pasión y vuestra muerte, con todo el
amor de la una y de la otra.
S S t ' S muerto por t i , o h a l m a que no
puedes vivir más que al precio de e
II.—ACCIÓN DE GRACIAS.
Heme aquí. No me busques en otra parte mas
q ue en el Sacramento; en ninguna parte estoy
en realidad más que aquí; y todos los signos Bendito seáis, oh Jesús, que habéis instituido
l mi Sacramento son para hacerte conocer á de vuestra Pasión un memorial tan completo y
tu Salvador paciente y moribundo. ¿No me vivo, tan eficaz y poderoso, tan dulce y tan
conoces? ¿ Qué necesito hacer para ser recono- conmovedor, tan sabiamente conforme á vues-
e l por t i f ¿ E s á mi imagen 6 á mi mismo a tros designios como á mis necesidades.
quien buscas? ¿La prefieres. i. la de Vuestra Pasión es mi vida por el tiempo y
mi persona? Entonces, ¿dónde esta tu e? La
imagen de mi muerte no me cuesta nada, y es
insensible; pero para continuarte el recuerdo
la eternidad. Fuera de la fe á vuestra muerte
y de la participación á vuestra sangre, no hay sión y vuestra Muerte, en el estado de muerte
de este mismo Sacramento.
salvación eterna para mí, ni perdón aquí abajo,
i Y Vos habéis sido sabio y bueno, previsor
ni esperanza, ni fuerza, ni virtud, ni consuelo:
y condescendiente por nuestra miseria en esta
todo lo encontramos en vuestra muerte, que
institución ! Porque ni el Crucifijo, ni el Evan-
sola nos ha dado todo lo que el pecado nos ha-
geho, ni los otros medios hubieran podido
bía hecho perder. guardar entre los hombres bastante vivo el
Tengo necesidad de vuestra Pasión; es pre- recuerdo de vuestra Pasión. Era preciso que
ciso que yo participe abundantemente de ella, continuarais Vos mismo muriendo todos los
y que á ella pueda recurrir fácilmente con toda días ante nuestros o j o s . - Y á pesar de los sa-
confianza y á todo instante. crificios de tal condición, á pesar de las igno-
Vos sabéis todas estas cosas, oh Maestro, minias que os debían rodear, os habéis sacrifi-
pues con vuestro poder soberano las habéis cado, habéis quedado sobre vuestra Cruz y
arreglado así. Asimismo para hacerla venir estaréis en ella hasta el fin, repitiendo al
hasta mí habéis instituido millares de cana- mundo sin interrupción que habéis muerto por
les: la oración, el Evangelio, los Sacramentos, su amor y por su salvación. ¡ Oh superabun-
vuestro recuerdo, las santas imágenes; y por dancia de las condescendencias divinas! ¡ Ben-
todos estos medios recibo gracias, efectos ma- dita seáis!
ravillosos, instancias, lecciones, algo, en fin, de Yo conoceré de hoy en adelante á mi Sal-
vuestra pasión. vador muerto por mí; yo gustaré la suavidad
¡ Mas esto no bastaba! Así como queríais ex- del amor que corre con su sangre de su cuerpo
tender y perpetuar en persona vuestra venida desgarrado como el jugo de la uva hollada en
á la tierra por la Encarnación, permaneciendo el lagar; acercaré mis labios sedientos á la
realmente siempre presente en el Sacramento, fuente viva que brota de su corazón traspa-
así habéis querido extender á todos los hom- sado. Esta Hostia ha sufrido, ha sido conde-
bres, perpetuar en todos los siglos vuestra Re- nada y entregada á la muerte, y ella me amaba
dención, continuando en persona vuestra Pa- ya entonces, y me ama con el mismo amor
que me tuvo sobre la Cruz; porque es la misma Y la comunión me trae al Crucificado, me
muerte la que continúa padeciendo por mí, une corporalmente á Él, en una identidad pro-
aunque bajo otra apariencia. ¿De dónde puede funda; El está en mí, yo estoy en Él y puedo
venir la identidad de la muerte, afrontada y decir entonces con toda verdad, como San
sufrida, si no es de la identidad del amor? Pablo: Christo confixus surn Cruci. Yo estoy
Sin la Eucaristía, la Pasión no me dice nada unido entonces, identificado, no á la cruz des-
que sea bastante vivo, ni bastante amante so- nuda, sino al que muere sobre la cruz. Al ve-
bre todo; no me presenta la plenitud de la re- nir á mí, aplica á mi alma, á mi espíritu, á mi
dención y de sus frutos, ni sus dulzuras, ni su corazón, á mi voluntad, á cada uno de mis
amor, miembros y de mis sentidos, las virtudes que
Pero vuestra Hostia, oh Cristo, es el retrato ha practicado, los méritos que ha adquirido,
vivo, completo, dramático, exacto, patente y la eficacia santificante conquistada por cada
sublime de vuestra Pasión. Vuestra Hostia es una de sus potencias durante su Pasión. Cada
mi cruz cargada de su adorable Víctima; es mi comunión es para hacerme morir y sepultarme
Crucifijo que me guarda y presenta, doquiera con Jesús Crucificado: dichoso sepulcro, de
y siempre, al Redentor de mis pecados para donde saldré con El el día de mi gloria, cuando
que llore á sus pies. ya esté allí rehecho por Él según sus eternos
designios. ¡Oh, qué obra! El obrero la hace
Y si la presencia real me muestra tan viva-
en persona; obra en nosotros su propia muerte,
mente al Crucificado, la Misa, renovando su
sin cuya reproducción no podemos ser salvos,
muerte, completa de nuevo toda justicia y toda
porque sólo resucitarán los que hayan muerto
salud: Dios es tan adorado, satisfecho y supli-
con él.
cado, como el hombre purificado, salvado, res-
catado á cada misa tanto como en el Calvario: ¡Vos sois bueno, demasiado bueno, os diré
es el mismo fin, las mismas obras, los mismos ' una vez más, oh dulce Cordero inmolado todos
frutos, el mismo valor, porque es el mismo los días!
Sacerdote y la misma Víctima inmolándose Y como, aunque vuestra muerte nos sea ne-
siempre verdaderamente á Dios y á los hombres. cesaria, no podéis morir realmente, atento á
que esto es contrario á vuestro estado de resu- un simple memorial material, un signo des-
rrección; como, por otra parte, sería sobre la nudo é insensible como una inscripción ó un
tierra un espectáculo horrible que un hombre monumento que recuerda la muerte de un
fuese puesto á muerte sangrienta en todos los ser amado?
lugares del globo, ponéis colmo á vuestra bon- No, en verdad. Muchos, ¡ah! muchos lo creen
dad muriendo con una muerte que os deja sin así, y por esto no comprenden lo que hay de
embargo vivir en Vos mismo, y cambiando más dulce y santificante en la Eucaristía; ellos
el acto que os inmola y que era un crimen en ignoran asimismo la forma de la devoción y
el Calvario, en un acto muy santo, muy meri- del amor más capaz de agradar al Dios del
torio y muy dulce para el que lo verifica. En Sacramento: la compasión, el amor de condo-
lugar de un verdugo, es un Sacerdote que os lencia, la simpatía dolorosa y aflicta por los
adora y os ama, que inmolándoos se santifica; males del amigo. ¡Perdonadme, divina Víc-
y nosotros podemos ver efectuarse toda vuestra tima, de haberos desconocido hasta hoy en
Pasión ante nuestros ojos, sin experimentar vuestra inmolación eucarística, y de haber per-
ningún terror de sangre vertida, sin oir nin- manecido insensible hasta este momento á la
guna queja de la santa Víctima. ¡Dios mío, Pasión nueva y á la muerte que sufrís desde la
bendito seáis también en vuestra sabiduría y Cena y sufriréis hasta el fin sobre el altar!
en vuestro bondad!
La Eucaristía no sólo es un recuerdo, sino
que es la continuación de la Pasión de Jesús;
III.—REBARACIÓN. la continuación real, auténtica, completa, aun-
que bajo otra forma y en condiciones diferen-
Jesús, en virtud del estado glorioso que tiene tes de su Pasión y de su muerte.
desde su resurrección, está regularmente exento No pudiendo, pues, sufrir del mismo modo
de todo sufrimiento de cuerpo y de alma y no que en su vida mortal, y queriendo continuar
puede morir más. Esto es de fe. su Pasión y su muerte por una pasión y una
Por lo tanto, la Eucaristía es el Memorial muerte real, aunque de nuevo género, ¡ved con
de su muerte. Esto es también de fe. ¿Es ésta qué profunda realidad y patente heroísmo lo
hace! Constituyéndose en las condiciones de alcanzarán á Cristo los desprecios y los ultrajes
pan y vino que toma para hacerse Sacramento, que se dirijan al Sacramento. Ved, pues, áqué
y aceptando las consecuencias verdaderamente punto es entregado el Cristo en su estado
humillantes y dolorosas para su corazón á que sacramental. A los elementos naturales que
le expone este estado de cosa inerte, vulgar, sin descomponen la Hostia; á los animales que
acción y sin vida. pueden hacerlo su presa, pisotearle y con-
sumirle ; á los sacrilegos y á los profanadores:
Desde luego la Eucaristía permite echar
¿qué resistencia puede oponer á todas estas
mano directamente de Él para ultrajarle; sólo
violencias?
de este modo se consigue atraparle: las especies
son las cadenas que le entregan á discreción ¿Acaso no sufre el Salvador el ultraje de
de sus enemigos. No se diga que sólo se echa las negaciones, de los insultos, de las blasfe-
mano á los signos sin alcanzar á la realidad mias, del desprecio público como en su Pasión?
viva que envuelven. Los verdugos que despo- ¿ No es, acaso, traicionado por los suyos, re-
jaban al Salvador, los que maltrataban su ros- negado por muchos, abandonado por todos en
tro ó herían su cuerpo, ¿no alcanzaban á su muchas ocasiones?
corazón para afligirlo, á su alma para llenarla ¿ No es, acaso, arrojado por tierra en las apa-
de dolor, á su divinidad para ultrajarla? ¿Son riencias de su Hostia? ¿atravesado de puñales?
¿cubierto de heridas? ¿colmado de golpes?
las especies sacramentales menos que el vestido
¿maltratado y pisoteado? —¿No gime, acaso,
del Cristo Eucaristíco? Son mucho más que
abandonado á los gusanos, en los tabernáculos
esto; son un elemento del Cristo Sacramental:
convertidos para Él en calabozos de ignomi-
pues la Eucaristía se compone de dos elemen-
nia ? Enclavado en su Hostia y no pudiendo
tos inseparables: la sustancia de Jesús y los
salir de ella, ¿no se ve devorado por la sed, pri-
signos del pan. Por esto es que en la Hostia vado del amor de los suyos á quienes le sería
entera adoramos con un solo culto de adora- tan dulce recibir? jNo recibe, decidme, el colmo
ción divina al Cristo y á las especies que le de la ingratitud y de la dureza?
contienen.
¿ No escucha también los arrogantes desafíos
Idéntica cosa sucede cuando se le ultraja:
y las soberbias provocaciones de sus enemigos Salvador 1 ¡ Con qué terrible realidad conti-
triunfantes sobre su silencio y su impotencia? nuáis recordándolas! Y teniéndoos á la vista,
¿Y no parece, en verdad, abandonado de perpetuando en realidad vuestra muerte por
Dios, de los ángeles y de los hombres, cuando mí, ¿podría abandonaros para buscar en otra
los malhechores profanan la Hostia adorable, parte un recuerdo más palpitante y más eficaz
la estrujan, la mutilan y la arrojan á las in- de vuestro amor redentor? ¡Oh ignorancia,
mundicias? estupidez y dureza de mi miserable corazón!
¿No es, por último, una piedra pesada, fría ¡Qué hombre tan de poca fe soy yo! Si mis
y sellada la que, con ignominioso peso, pesa sentidos me muestran una imagen de Jesús
sobre El, estas especies que ocultan á las mi- que sufre, me conmoveré aunque esté sin vida
radas de los que le aman su rostro adorable y sin amor. La fe me grita que Jesús en per-
y lo mantienen bajo la dependencia de sus sona, devorado y consumido de amor por mí,
enemigos? está allí en unos suplicios é ignominias peores
que las de su Pasión; en un estado más lamen-
¿ No es el estado sacramental la muerte del
table que el de su muerte: ¿y el grito de mi fe
Salvador?
me deja sordo, indiferente é insensible hacia
Tenéis razón; éste es mil veces peor que la
mi mismo Salvador?
muerte.
La muerte arranca la Víctima á los verdu- No me condenéis como lo mereciera, ¡oh
gos; es un fin del sufrimiento; es en realidad misericordiosa Víctima de mi triste corazón!
una redención. Al contrario, hacedme la gracia de darme un
El estado sacramental es una muerte unida corazón compasivo que comprenda cómo ha-
á la vida, que pesa sobre la vida, que sofoca la béis sustituido á vuestra Pasión sangrienta
vida; es la inhumación de un ser enteramente vuestra Pasión eucarística, á vuestra muerte
vivo, que continúa viviendo, sintiendo y reci- sobre la cruz el anonadamiento sobre el altar,
biendo ultrajes y golpes del odio de sus encar- en los lazos de independencia y de inercia de
nizados enemigos. un signo material que os entregue amante á la
¡ Oh memorial de la Pasión y muerte de mi indiferencia de vuestras ingratas criaturas, glo-
que muestra en ella el Salvador y los fines que
rioso al desprecio de nuestro orgullo, vivo á prosigue: sigamos paso á paso cada una de las
los malos tratamientos del odio de los hom- circunstancias de este drama del amor infinito:
bres y del demonio. la presencia de la santa Víctima, la renova-
ción de su Sacrificio, las virtudes depositadas
I V . —SÚPLICA. en este Sacramento para derramarlas en las
almas, obrarán en nosotros, nos dispondrán á
entrar en comunión de pensamientos, de amor,
Las gracias que debemos implorar se des-
de generosidad, de imitación con nuestro mo-
prenden de las consideraciones precedentes y delo. Entraremos en las llagas de Jesús, pene-
de las resoluciones que necesariamente en- traremos en su corazón, descenderemos á las
gendran. regiones profundas y desoladas de su alma; nos
La primera resolución que hay que tomar y asimilaremos á la Pasión y acabaremos por
la primera gracia que hay que pedir es medi- comprenderla.
tar asiduamente la Pasión y la muerte del Sal-
Este primer resultado, por el cual sería pre-
vador ante su Memorial siempre presente. No
ciso sacrificar con alegría todas las felicidades
deberíamos pasar un solo día sin hacerlo. La
de la tierra, y dar mil veces la vida, lo obten-
santa Misa cotidiana nos presenta la ocasión mas
dremos con mayor seguridad si comulgamos
favorable. Esta es el acto que cumple, en rea-
sacramentalmente á la Víctima. El fin mismo
lidad, la renovación de la muerte del Salva-
de la institución del Sacramento es reproducir
dor. Ella desplega bajo nuestros ojos el divino en las almas el eficaz recuerdo de la Pasión de
Memorial en toda su actualidad, cuando á las Jesús y de su muerte; recuerdo eficaz, es decir,
palabras de la consagración Cristo reviste so- vivo, activo, fecundo, duradero, que nos hace
bre el altar el estado de pan y desciende obe- realmente pensar, sentir, sufrir como Jesús por
diente, apresurado y silencioso al sepulcro de las mismas causas y para los mismos fines.
las especies á que le arroja su amor la necesi-
¿Puede encontrarse un medio mejor para
dad de entregarse por nosotros. Consideremos
penetrarse de las cualidades de una cosa que
entonces los motivos de la Pasión, las virtudes
alimentarse de ella? Nosotros nos alimentamos sólo en El se encuentra el remedio á nuestros
de la carne flagelada y desgarrada; de la san- vicios, la destrucción de nuestros pecados, la
gre derramada con dolor en la lucha de la curación y la vida.
agonía y de la que brotaba á los golpes; del En seguida, y sobre todo, pidamos la gracia
corazón yerto por la ingratitud y la traición, de un precio inestimable, de la compasión, del
destrozado por la apostasía de sus amigos; amor de condolencia, de la ternura de corazón
nos alimentamos de los sufrimientos y de la para el Jesús paciente y moribundo; la gracia
muerte, y también de la intrepidez de esta de complacernos en meditar sus sufrimientos,
carne que ha resistido hasta el exceso; del amor en estarnos largo tiempo sin cesar ante Él para'
heroico de este corazón que ha amado hasta consolar con nuestra presencia la fría soledad
el fin; de las virtudes, de la fuerza, de la pa- en que se encuentra; la gracia de conocer el
ciencia, de la dulzura, del amor, en fin, de esta secreto de las palabras que fortifican y elevan
alma que se ha sometido siempre, que se ha y de las que consuelan y dulcifican; la gracia
entregado siempre, por Dios, porque ella que- de las santas lágrimas, que mezcladas á las de
ría su triunfo, por nosotros, porque quería María y de Magdalena derraman la frescura
nuestra salud. ¡ Ah! comulguemos á la Pasión sobre las llagas y parecen llevar en sus torren-
de Jesús y á su muerte! Pongamos nuestro tes lo que hay de más ardiente en los dolores;
rostro contra su rostro desgarrado, nuestro co- y, por último, la gracia de tener el corazón bas-
razón contra su corazón desolado, nuestras ma- tante puro y amante, el alma bastante bien
nos contra sus manos atravesadas; ajustémonos dispuesta, para aproximarnos tan íntimamente
á esta Víctima adorable. Y allí, unamos nues- y con una sinceridad tan entera á nuestro Sal-
tra alma á la suya, perdámosla en los dolores vador, que pueda verter en nosotros la inmen-
y en las virtudes, en la vista y amor de su sidad de sus sufrimientos, pasarnos una parte
grande alma. de ellos, descargarse un poco sobre nosotros.
Allí está la perfecta compasión: «tomar en sí
Comulgar es esto: entrar en Jesús, hacerse
los sufrimientos del Amigo» (S. Francisco de
uno con Jesús, identificarse y fundirse en El; Sales), y entrar en comunión desús dolores:
pero en el Jesús sufriente y moribundo: porque
«In communionem cerumnarum venire.» (San frirlo humilde, paciente y religiosamente, con
Juan Crisóstomo.) amor, en una unión estrechísima con nuestro
¡ Ah, si pudierais tener siempre un corazón Jefe invocado, recibido, invocado asiduamente;
compasivo, tierno, conmovido, herido y ago- he ahí la gracia de las gracias, la adoración
nizante de dolor por los sufrimientos, las hu- perfecta; he ahí la santidad.
millaciones, el amor de Jesús moribundo! ¡ Si
pudierais tener el alma siempre tan llena de
sus tristezas, de sus abandonos, de sus dolores
íntimos, que llegarais á ser como impotente
para reir y gozar sobre la tierra! Esto podría
ser siempre que llevarais «en vuestro pecho á
vuestro Bien amado como un ramo de mirra,
cuya presencia y perfume sería para vosotros
la mayor de las fuerzas para afrontar el sacri-
ficio y la mortificación, y el más dulce de los
consuelos para soportar la prueba y la desola-
ción: Fasciculus myrrhce. dilectus meus mihi:
inter ubera mea commorabitur.»
Por último, como toda adoración completa
invoca el homenaje de la vida práctica, es de-
cir, de la virtud efectiva, pedid la gracia y to-
mad la resolución de practicar el gran deber
cristiano del sufrimiento: saber que es preciso
sufrir, no temer el sufrimiento como el más
grande de los males, no escandalizarse cuando
llegue, acogerle como desprendido de la Cruz
de Jesús, que pasó por su Corazón; después su-
y que los santos ven resplandeciente en el
cielo. La Sangre de Jesucristo corre en las
venas de este Cuerpo y mantiene su vida; ésta
es la sangre que viene de la fuente purísima
del Corazón de María, que fué derramada du-
rante la Pasión y recobrada en la Resurrec-
EL SANTÍSIMO CUERPO DE JESÚS. ción ; circula en el Cuerpo de Jesús y hace
de El un Cuerpo vivo. El Cuerpo eucarístico
de Jesucristo es vivificado por su corazón, que
existe verdaderamente y late y se mueve en la
Hoc est Corpus meutn: Hostia. Creed en la verdad de este Cuerpo de
Este es mi Cuerpo.
carne; no es una imagen, sino una realidad.
Jesús lo ha dicho: Hoc est Corpus meum; la
I.—ADORACIÓN. fe lo enseña; creedlo.
Y como este Cuerpo es el Cuerpo de Jesús
UÉ cosa es la Eucaristía? inseparablemente unido á la persona divina
Es el Cuerpo, la Sangre, el Alma del Verbo, es santo, sagrado y adorable: ado-
y la Divinidad de Jesucristo, bajo radle.
las apariencias de pan y vino. Creed con todas vuestras fuerzas en esta rea-
Haced un acto de fe preciso, explícito y de- lidad; porque no es una copia, ni un símbolo,
tallado á la presencia del Cuerpo sacrosanto de ni un recuerdo; sino el verdadero Cuerpo y la
Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. verdadera Carne de Jesús.
El Cuerpo está unido á su alma; vivo, or- Cierto es que es invisible y que está redu-
ganizado, completo, lleno de gloria é inmortal. cida á un punto imperceptible. Sin embargo,
El Cuerpo está formado de la más pura sangre está allí todo entero en la plenitud de su ser,
de la Virgen María, alimentado con su leche, de su vida, con todos sus miembros, con to-
muerto sobre la Cruz, resucitado en la gloria dos sus órganos, con todos sus músculos y
huesos. Él obra: nosotros no vemos su acción;
pero es muy real y muy poderosa. Los ojos de II.—ACCIÓN DE GRACIAS.
Jesús nos ven á través de las Santas Especies;
sus oídos oyen nuestras oraciones; su cabeza _ D a d gracias á Nuestro Señor de su presen-
tiene la impresión de la corona de espinas, bri- cia y de los grandes bienes que brotan de ella
llante como una corona de diamantes; en sus sobre vosotros. Esta es una pr, senda real, sen-
manos, pies y costado brillan como rubíes las sible, á lo menos por las especies de pan que
señales de los clavos y de la lanza. Adorad á la muestran Luego tenemos necesidad de que
cada uno de los miembros sagrados del Santo nuestros sentidos sean interesados; de otra ma-
Cuerpo de Jesús. Contempladlos y besadlos nera, olvidamos.
uno tras otro, en espíritu. Estando el Corazón Es la presencia de este Cuerpo á quienes los
de Jesús vivo en el Santísimo Sacramento, es Patriarcas deseaban ver, tras de la cual corrían
sensible á vuestro amor, á vuestras atencio- las multitudes: nosotros la tenemos, es de
nes ; como también vuestras frialdades, vues- nosotros, es de todos; es para todos y para
tras irreverencias en su presencia le afligen y siempre.
le apenan ; las resiente dolorosamente. Creed, Esta es la presencia de ese Cuerpo que cura
adorad, reverenciad, haceos una profunda im- por su solo contacto á tantos enfermos deses-
presión de esta presencia, una impresión viva perados; las especies son la franja poderosa del
y duradera; no una impresión de imaginación, vestido de Jesús; Él tiene tanta virtud y poder
pues no podríais encontrar el modo con que en su vida eucarística como en su vida pú-
Jesús está en el Santísimo Sacramento, sino blica. Y obra si se quiere más maravillas de
una impresión de fe. ¡ Él está allí! ¡ todo en- las que se cree.
tero! ¡vivo! ¡activo! ¡Yo lo creo! Esta es la presencia de este Cuerpo quien
muriendo venció á Satanás, reconcilió al mun-
do con Dios y abrió para siempre los teso-
ros de la misericordia. Él tiene la misma efica-
cia, obra constantemente los mismos efectos;
dadle gracias. Cierto es que está oculto; pero porque ellos dicen que la Hostia no es más que
esto es por condescendencia para nuestra debili- una imagen, un signo conmemorativo de la
dad, pues no podríamos resistir el brillo de su carne de Jesús! ¡Ellos le acusan de mentira!
gloria: esta es una razón de más para darle Los incrédulos, los racionalistas dicen que la
gracias. Eucaristía no es más que una fábula, una su-
Y vosotros tenéis este Cuerpo bajo vuestros perstición imposible: ¡qué ultrajante desprecio!
ojos, todo es vuestro; ¿no tenéis en Él y por ¡Los malos cristianos se portan en su presen-
El todos los bienes ? cia con una ligereza y una inconveniencia muy
¿ Recordáis las tentaciones de que su recep- despreciables! Y los buenos, y los que están
ción en la comunión os ha arrancado, los pe- consagrados al ministerio de la Eucaristía, ¿ no
cados inveterados de que os ha curado, las fuer- olvidan muy frecuentemente, cuando se acer-
zas, los consuelos que os ha procurado ? ¡ A h ! can al Cuerpo del Señor, que sus ojos están
¡dad gracias al Cuerpo santísimo, bonísimo y abiertos, su persona viva, su corazón sensible;
vivificantísimo de Jesucristo Sacramentado! y por último, que está allí una persona digní-
sima, respetabilísima, adorabilísima?
III.—PROPICIACIÓN. ¡ Reparad por vosotros! porque esos olvidos,
esas irreverencias, esasfaltas de delicadeza son,
¡Reparad! porque este Cuerpo es olvidado, mirándolo bien, verdaderos crímenes cometi-
desconocido y muchas veces ultrajado. dos contra la Divina Majestad. Cuando se re-
¿Quién no olvida que el Cuerpo de Jesús en cuerdan los honores, homenajes y adoracio-
la Eucaristía tiene un verdadero corazón, un nes y alabanzas que la corte celestial rinde al
corazón delicado, atento, amante y verdadera- Cuerpo de Jesús, y se palpa la manera con que
mente vivo? lo tratamos, hay mucho por que llorar de dolor
y temblar de espanto!
¿ Quién trata á la Hostia como al cuerpo de
Dios, como el cuerpo vivo y animado de Je- Nada digo de las comuniones y robos sacri-
sús en persona? legos, atentados horribles cometidos sobre el
¡Reparad por los herejes y consolad á Jesús, más santo de los cuerpos; crímenes mucho más
negros que los de los judíos cuando arrastra- dad se santifiquen, se elevarán y os serán más
ron, flagelaron y crucificaron el cuerpo de provechosas.
Jesús. Pedid por el cuerpo de Jesús, por su Pasión
¡ Y esta monstruosidad es de todos los díaSj del Calvario, por su corazón, por su pureza, su
sí, de cada día! ¡Sabedlo! ¡Vivid en este pensa- santidad y mortificación de otros tiempos;
miento, y si después de esto no se ven mezcla- pedid por sus anonadamientos eucarísticos, por
das de amargura todas vuestras alegrías, es por- sus humillaciones, su santidad, su separación
que no sabéis lo que es amar á Jesús! del mundo, su modestia, su dulzura en el
Sacramento; ofreced á Dios cada uno de sus
miembros y las santas acciones de cada uno,
I V . — SÚPLICA. y los pensamientos, deseos y amor de su cora-
zón; ofreced su presencia y todos los deberes
Pedid, pedid á Dios Padre por el honor de que ésta rinde á Dios, todos los homenajes que
su Hijo; pedidle que derrame una gracia más le ofrece, todo el placer, la alegría, el contento,
abundante de fe y de amor hacia el Cuerpo la gloria, cuyo foco perpetuo es Él.
Eucarístico de su Hijo adorable, á fin de que Ofreced á Dios el cuerpo de su amadísimo
sea más conocido, mejor tratado, más amado Hijo Jesús, por manos de aquella que le formó
en el Santísimo Sacramento.—Pedid por los y alimentó, por la salud del mundo; elevadle
sacerdotes, ministros del altar, por todos los como una plegaria, como una reparación, como
hijos de la Iglesia, á fin de que le traten siem- una oración purísima, omnipotente, viva y per-
pre con fe, reverencia y devoción. petua, por la Santa Iglesia, por vuestra patria,
Pedid por vosotros mismos, y pedid la gracia por todos los que os son queridos y por todas
de la fe práctica, sincera y constante de la vuestras necesidades: el Cuerpo de Jesús es la
salud, la caución, el rescate, la satisfacción, el
presencia real y viva del Cuerpo Sagrado de
precio superabundante de toda gracia, de todo
Jesús en la Eucaristía. ¡Que vuestra vida cam-
beneficio, de todo socorro: pedid por el Cuerpo
bie pronto de aspecto! Tan pronto como vues-
de Jesús-Eucaristía.
tras oraciones , vuestras súplicas y vuestra pie-
La adoro como á la Sangre de mi Dios; creo
que cada una de sus gotas está unida al Verbo,
inmediatamente, sin separación posible, y ver-
daderamente divinizada por este maravilloso
contacto y unión inefable.
La adoro y la contemplo con la admiración
de mi fe, en su esplendor y en su hermosura:
LA PRECIOSA SANGRE. es una sangre purísima, luminosa, incorrupti-
ble, penetrada por la vida inmutable y gloriosa
de la resurrección.
La adoro y la amo con la alegría de mi cora-
Hic est Sanguis rneus.
Esta es mi Sangre,
zón, porque es una sangre verdaderamente hu-
mana y de la misma naturaleza que la mía, es
la Sangre tomada de María, que corrió de su
I.—ADORACIÓN.
corazón, que se alimentó y aumentó con la
leche de María, y que guarda siempre, por un
$/I||Ireo t0( 0
^ mi corazón, con la Iglesia maravilloso privilegio del amor de su Hijo
Católica, que toda vuestra Sangre, oh hacia su Madre, el perfume virginal de su
f » " r^ 4 Jesús Salvador y Dios mío, está con- fuente inmaculada.
r tenida, está presente en el Santísimo Sacra- La adoro y la venero con un santo temor,
mento: presente en vuestro Cuerpo oculto bajo porque es la Sangre del dulce Cordero de-
las especies, como en vuestro Cuerpo sentado gollado á causa de mis pecados ; ella se escapó
en el trono del cielo; yo la creo presente y de las venas de Cristo con inmensos dolores, y
animada, viva y glorificada, circulando á través cubrió el polvo y las rocas de la gruta de la
de vuestras venas; Sangre verdadera, humana agonía, cayó sobre las manos de los verdugos,
y divina juntamente, humana por su natura- tiñó las cañas de la flagelación y la espinas
leza, divina por su unión al Verbo. de la corona, dejó sus huellas sobre las gradas
del Pretorio y en las calles de Jesusalén, sobre
los clavos y el árbol de la cruz, sobre el velo divinísima del Hijo de María, del Hijo de Dios;
de María y sobre la túnica de Magdalena: allí la sangre del Salvador resucitado y glorificado.
y en todas partes donde existía una gota de ¡Séanle dadas adoración, alabanza, honor y
ella, los Angeles fueron á recogerla y la vertie- bendición.
ron en las venas del Salvador en el momento
de su resurrección: el Sacramento contiene I I . — A C C I Ó N DE GRACIAS.

toda la Sangre derramada por amor al hombre


y por la expiación de sus crímenes. Dad gracias, agradeced, entrad en la admi-
ración del reconocimiento ante las prodigali-
La adoro en el triple estado que reviste en
dades y las eficacias benéficas de la Preciosa
la Eucaristía: creo que está presente en su
Sangre: todas las efusiones de esas prodigali-
totalidad en la Hostia del Tabernáculo, ani-
dades son para nosotros; para nosotros también
mando allí la vida perpetua de Jesús y ha-
y por nuestra salud son todos los maravillosos
ciendo resplandecer sus cinco llagas adorables.
efectos de esas eficacias omnipotentes.
Creo que es derramada bajo la apariencia
¡Sus prodigalidades!—Ella ha corrido desde
distinta del vino en el Sacrificio, reproduciendo
la cuna bajo el cuchillo de la circuncisión: era
así el acto final que la separó del Cuerpo de
el nacimiento bullicioso de una fuente que va
Cristo y dió la muerte al Salvador; pero al
á desbordarse.
mismo tiempo la creo presente bajo una y otra
apariencia, inseparablemente unida á la carne Ella se desborda, en efecto, durante la Pa-
del Salvador y á su divinidad. sión. ¡ Cuántos torrentes llenos de sus olas im-
impetuosas!
Creo, por último, que se da real y total-
Sangre de su rostro y de todo su cuerpo, bajo
mente en la Comunión; creo que permanece
el peso de la agonía en Getsemaní.
en el que comulga, para vivificar, refrescar y
Sangre de su frente bajo las espinas de la
fecundizar su vida sobrenatural, mientras du-
corona.
ran las Santas Especies. —En todas partes es
Sangre de sus espaldas bajo los crueles gol-
la sangre verdadera, santísima, preciosísima y
pes de la flagelación.
Sangre de sus manos y de sus pies bajo la bres, de vaciar el Purgatorio y de hacer la fe-
punta de los clavos que lo suspenden á la licidad del Cielo por toda la eternidad!
cruz. ¡ A h ! ¿Cómo bendecir bastante las reales y
Sangre de su corazón agotado hasta su úl- divinas prodigalidades de la Preciosa Sangre?
tima gota bajo el hierro de la lanza. Y ¿cómo escribir, cómo alabar dignamente
Y toda esa sangre derramada sucesivamente sus maravillosas eficacias?
por tantos conductos hasta su completo ago- Ella purifica; ella es quien ha lavado al
tamiento, la derrama y la vierte por completo mundo de sus crímenes y quien diariamente
y de un solo golpe en cada una de las Hostias purifica á las almas, derramándose en ellas por
consagradas que cubren la superficie de la todos los sacramentos, especialmente por el de
tierra. la Eucaristía: porque es el vino de la virgi-
En todos los cálices, todas las mañanas y á nidad.
toda hora del día y en todas las partes del Ella fortifica; ella es un vino generoso, refri-
globo se derrama de nuevo, se entrega y se gerante, un elixir de vida; ella aviva las facul-
ofrece á su Padre: ¡por mí! tades del alma, aguza la inteligencia, afirma
En mi pecho se derrama cada día con toda la memoria, conforta el corazón y le llena de
su plenitud, sin enfriarse, sin disminuirse ni entusiasmo, de ardor y de generosidad.
reservarse; ¡y está en mí, por mí y para mí! Ella regocija; ella embriaga, dilata el cora-
Y si mil, si cien mil se acercan á comulgar zón, rechaza la tristeza, disipa los sombríos
cada día, multiplica sus efusiones para darse pensamientos, quita el miedo, reanima la de-
á todos: no obstante esto, cada uno la recibe sesperación.
no menos plenamente, y todos beben en el ¡ Dedit et tristibus Sanguinis poculum!
mismo cáliz y se abrevan en él, y absorben Ella cura; ella cicatriza las llagas del pecado,
hasta la última gota. repara los males causados por los hábitos inve-
Y" de esa Sangre tan pródigamente derra- terados ; es un colirio y un bálsamo eficacísimo
mada, cada átomo vale más que un mundo, y para todas las llagas del alma.
cada gotita es capaz de salvar á todos los hom- Es la leche de los niños, como el vino de los
fuertes; ella encanta, consuela, y está llena de una vez sobre el Calvario y todos los días sobre
suavidad y delicias. el altar!
Es el agua pura y sana, fresca y limpia, por Á vuestra Sangre deberé mi cielo y vuestra
la cual suspira el ciervo sediento y el viajero vista, y vuestra posesión y la gloria y la dicha
fatigado; ella mitiga la fiebre de la sangre, sin fin.
templa el fuego de las pasiones, de la cólera, ¡ A h ! ¿ Qué daré á vuestra sangre por tantos
de la soberbia y de la concuspicencia, el alma beneficios ?
la bebe, se baña con ella, se sumerge en ella y
La beberé de nuevo y todos los días de mi
halla la vida.
vida en el cáliz eucarístico, hasta que la beba
Jesús, que habéis depositado en el vivificante sin interrupción en la copa de oro del eterno
licor de vuestra Sangre preciosa todas las vir- banquete.
tudes, todos los sabores, todos los bálsamos,
todos los encantos y todos los excesos, ¡ah! ben-
III.—PROPICIACIÓN.
dito, alabado y glorificado seáis por tan inena-
rrable don.
Las efusiones de vuestra Sangre, oh Jesús,
Á vuestra sangre debo mi bautismo; Salvador mío, tan saludables y benéficas para
Á vuestra sangre mi primera comunión; mí, han sido siempre para Vos, dulce Cordero,
Y mi comunión de cada día; ó llenas de dolor ó llenas de humillación; dolor,
Y la absolución que me levanta cuantas ve- durante vuestra vida; humillación, en vuestra
ces caigo. Eucaristía.
Y todas esas gracias que me previenen, me Si vuestra Sangre se derrama bajo el hierro
excitan y sostienen, iluminando mi inteligen- de la Circunscisión, es con un excesivo dolor
cia, fortificando mi voluntad; toda la savia de para vuestra Carne tierna de niño.
mi vida sobrenatural, con las ardientes ema- Si corre en Getsemaní, en gotas frías que
naciones que la fecundan, los rocíos que la re- pronto forman torrentes sobre vuestro Cuerpo
frescan, los socorros que la defienden, todo me y sobre la tierra en que agonizáis, es el furor
viene de vuestra sangre adorable, derramada de los terrores, de las angustias, de una tristeza
u
mortal, lo que os agobia y la hace brotar de que sus efusiones sean siempre el esfuerzo de
vuestras venas.
un amor heroico que se olvida á sí mismo hasta
En el pretorio, es el martirio de más de tres la inmolación. Está humillada por los anona-
mil azotes que os hieren el cuerpo y descubren damientos del estado eucarístico: mientras que
vuestros huesos; pero ¡con qué sufrimientos! en vuestro Cuerpo glorioso en el cielo, ella
Y cuando las espinas fueron á buscarla en aparece llena de calor, de movimiento y de vida,
vuestra frente y en toda vuestra adorable ca- colorando vuestras mejillas, llenando vuestras
beza, traspasándola de parte á parte, ¡qué tor- venas, manifestándose por los transportes de
turas en este centro de la sensibilidad humana! alegría de vuestro Corazón, aquí está oculta,
¡Y cuando vuestras rodillas se abrieron hi- reducida, silenciosa, sin apariencia, sin vida,
riéndose en las piedras de los caminos contra incapaz de afirmarse, de manifestarse, y privada
las cuales os arrojan bruscamente el peso de la de aquella función esencial de la Sangre que
Cruz y las brutalidades de los soldados y vues- hace su valor y su gloria; es decir, vivificar los
tra propia debilidad! miembros humanos, y hacerlos vigorosos, ac-
Y cuando los clavos os atravesaron las ma- tivos y resplandecientes de salud. Y he aquí
nos y los pies, desgarrando los tejidos, que- que, á causa de este estado de anonadamiento,
brando los músculos y los huesos, ¡qué sufri- la humillación se une á la humillación para
mientos, qué crueles torturas, qué conjunto de hacerle desconocer y olvidar totalmente.
todos los dolores y de todos los tormentos! ¿ Cuántos de los que conocen vuestra Euca-
Y sin embargo, las crueldades de vuestros ristía piensan en adorar en ella vuestra San-
enemigos no hacían brotar tanto vuestra San- gre preciosa, oh Jesús, y en rendirle ese culto
gre adorable como vuestro amor, que obligado de honor, de reconocimiento y de amor que
por su ternura y abnegación por nosotros, la por tantos títulos merece? ¿Cuántos saben dis-
hacía brotar. tintamente su presencia, su naturaleza su ac-
¡Y ahora la derramáis en la Eucaristía! Sin ción y sus cualidades gloriosas? Y sin em-
sufrimiento, mas no sin humillación; es pre- bargo, esta Sangre preciosa está presente en la
ciso que os cueste siempre para derramarla, y Sagrada Hostia y le da sus eficacias saludables.
¿Qué decir de todos los que, habiéndose ultraje á vuestra sangre adorable, una mancha
apartado del camino de la Santa Mesa y ha- que le he impreso, una ignominia que y o l e
biendo abandonado de hecho la Eucaristía, no imponía; y si he comulgado indignamente una
rinden ya á vuestra Sangre el culto que su tí- sola vez, me he hecho «indigno de la Sangre
tulo de cristiano y vuestros derechos de Sal- del Señor», según dice San Pablo !
vador les hace, sin embargo, un deber absoluto
Quiero reparar de hoy en adelante por la
de rendirlo ?
huida del pecado, por la recepción fiel y fre-
Es una nueva humillación para esta Sangre cuente de la comunión; quiero conocer y hon-
generosa derramarse en nuestras almas tan fre- rar vuestra Sangre; prestarme con una gene-
cuente y abundantemente, sin llegar á sacudir rosa cooperación á la obra santificante que
su apatía, á calentar su frialdad; en una pala- acaba de hacer en mí.
bra, sin poder hacerlas vivir de una vida sobre-
Hay además un crimen gravísimo que se
natural, activa y generosa: esta es la humilla-
comete contra la Sangre Eucarística de Jesús,
ción de la esterilidad para el principio más
y una profundísima humillación que se le hace,
activo de la vida.
y es la falsificación del vino destinado al Santo
Es una humillación que va hasta el insulto, Sacrificio. El vino es especialmente la especie
el ultraje y la ignominia aquella que sufre de la Sangre; es inmediatamente consagrado
vuestra preciosa Sangre cuando es recibida en y cambiado en la Sangre de Cristo; es, pues,
corazones sacrilegos, donde es puesta en con- una injuria directa la que se le hace cuando
tacto con su Sangre impura, en la cual están por avaricia, cálculo interesado, ó cualquier
en efervescencia todas las corrupciones. otro motivo, no se ofrece á la acción consagra-
¡ Ah! ¡ Yo he abusado mucho de vuestra San- ' O
gre, oh Jesús, que la derramáis al precio de dora más que un vino inferior, mezclado ó
tantos sufrimientos y humillaciones ! falsificado. Y por este tiempo de mercantilismo
á plazo, en que la conciencia pública sufre tan
¡Yo he abusado de ella y la he profanado;
graves atentados, ¡cuán á menudo se comete
no me he aprovechado de ella y he anulado
este crimen! Toda alma que comprenda el
su poder; cada uno de mis pecados ha sido un
precio de la Sangre del Salvador, querrá re-
parar este atentado, en la medida de lo posible. los ojos del Padre; voz que cada día y á cada
Sacerdotes, tengamos el mayor cuidado en la instante del día hace oir, inmolándose en el
elección del vino del Sacrificio; procuremos Santo Sacrificio, una oración más solemne, la
que sea siempre mejor y más puro que el de oración de todo el pueblo cristiano; voz que
nuestra Mesa: simples fieles, concurramos á sale del corazón de cada hombre que recibe la
esta reparación proveyendo á nuestros Sacer- comunión, el cual puede presentar á Dios la
dotes, en proporción á nuestras medios, un Sangre de Jesús como su propia sangre.
vino purísimo, fruto de nuestras economías y ¡Ah, qué concierto de oración perpétua,
de los sacrificios que nos impondremos para universal, ardiente, humilde y sacrificada, sale
ofrecer al Señor esta oblación de tan agradable de todas las Hostias consagradas, en cada una
olor. de las cuales pide, suplica, intercede con todo
el amor, todo el ardor de que es capaz, la San-
gre de Jesús!
IV.—SÚPLICA. Pidamos por la preciosa Sangre de Jesús: es
un rescate y el precio de todas las gracias que
Os rogamos, Señor, vengáis al socorro de necesitamos obtener. Ella ha pagado todo de
vuestros siervos, que habéis rescatado con vues- antemano y superabundantemente; gracias de
tra preciosa Sangre: «Te ergo qucesumus, tuis conversión, de arrepentimiento, de luz, de
famulis subven!, quos pretioso sanguine rede- libertad; gracias para perseverar y gracias para
adelantar; gracias de la vida y gracias de la
mis ti.-»
muerte. El cielo mismo y la gloria misma nos
Roguemos, pues, por la preciosa Sangre de
ha sido conquistado, ganado y pagado por la
Jesús: la Sangre de Jesús es una voz de miseri-
Sangre de Jesús, porque es de un precio infini-
cordia y .de perdón: Melius loquentis quam
tamente superior á todo esto. Ofrezcámosla(
Abel; es la voz del Pontífice y del Supremo pues, y paguemos con esta Sangre, porque es
Mediador, voz poderosa porque es la sangre nuestra: su pureza, su generosidad, su valor
del propio Hijo de Dios; voz que no se calla, intrínseco, sus dolores, sus humillaciones, los
•puesto que sus llagas le representan siempre á
tenemos en nuestras manos, sirvámonos, pues;
de ellos con confianza.
Por nosotros mismos no podemos nada, con
la Sangre de Jesús, todo lo podemos.
Sí, podemos y debemos ofrecer la preciosa
E L CORAZÓN DE JESÚS
Sangre de Jesús, encerrada en todas las Hos-
tias del mundo; y más aún la Preciosa Sangre
que anima las Hostias de nuestras Comunio-
EN LA EUCARISTÍA.
nes, para glorificar á la Santísima Trinidad,
regocijar al cielo, á los ángeles y á los Santos;
para hacer temblar de una alegría siempre I.—ADORACIÓN.
nueva al corazón de María; para refrescar el
Purgatorio, difundir en él una día más claro U n a vez que el Santísimo Sacra-
mento estaba expuesto, Jesucristo, mi
de esperanza y dar libertad á sus queridas pri- dulce Maestro, se presentó á mí res-
sioneras ; por la conversión de los infieles del plandeciente de gloria, con sus cinco
mundo entero; por todas las necesidades de la Elagas brillantes como cinco soles, y de
su sagrada humanidad salían llamas
Santa Iglesia, por todos los pecadores: allí está de todas partes, pero sobre todo de
su adorable pecho, que se asemejaba á
nuestro derecho, también nuestro deber; y un horno, el que, habiéndose abierto,
bajo para de desperdiciar el talento magnífico me descubrió su amante y amable
Corazón, que era la viva fuente de
é inagotable que nos ha sido confiado, lo debe- aquellas llamas.
mos cumplir con toda fidelidad y confianza.
¡Pidamos, pues, intercedamos, paguemos con | ESÚS,Salvador y Dios mío, verdadera y
la Sangre de Jesús; pues es la Sangre de la realmente presente sobre este altar,
victoria, de la redención, de la resurrección y » permitidme, os lo suplico, penetrar,
de la vida eterna! á través de las apariencias de vuestro Sa-
cramento, hasta vuestro adorable Corazón
Helo allí!
tenemos en nuestras manos, sirvámonos, pues;
de ellos con confianza.
Por nosotros mismos no podemos nada, con
la Sangre de Jesús, todo lo podemos.
Sí, podemos y debemos ofrecer la preciosa
EL CORAZÓN DE JESÚS
Sangre de Jesús, encerrada en todas las Hos-
tias del mundo; y más aún la Preciosa Sangre
que anima las Hostias de nuestras Comunio-
EN LA EUCARISTÍA.
nes, para glorificar á la Santísima Trinidad,
regocijar al cielo, á los ángeles y á los Santos;
para hacer temblar de una alegría siempre I.—ADORACIÓN.
nueva al corazón de María; para refrescar el
Purgatorio, difundir en él una día más claro U n a vez que el Santísimo Sacra-
mento estaba expuesto, Jesucristo, mi
de esperanza y dar libertad á sus queridas pri- dulce Maestro, se presentó á mí res-
sioneras ; por la conversión de los infieles del plandeciente de gloria, con sus cinco
Elagas brillantes como cinco soles, y de
mundo entero; por todas las necesidades de la su sagrada humanidad salían llamas
Santa Iglesia, por todos los pecadores: allí está de todas partes, pero sobre todo de
su adorable pecho, que se asemejaba á
nuestro derecho, también nuestro deber; y un horno, el que, habiéndose abierto,
bajo para de desperdiciar el talento magnífico me descubrió su amante y amable
C o r a z ó n , que era la v i v a fuente de
é inagotable que nos ha sido confiado, lo debe- aquellas llamas.
mos cumplir con toda fidelidad y confianza.

¡Pidamos, pues, intercedamos, paguemos con | ESÚS, Salvador y Dios mío, verdadera y
la Sangre de Jesús; pues es la Sangre de la realmente presente sobre este altar,
victoria, de la redención, de la resurrección y » permitidme, os lo suplico, penetrar,
de la vida eterna! á través de las apariencias de vuestro Sa-
cramento, hasta vuestro adorable Corazón
Helo allí!
i El anima vuestra santa humanidad que
¡Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno!
v i v e en la Eucaristía; y o lo he encontrado!
Vos estáis unido personalmente á la segunda
¡ Vos tenéis un Corazón, oh Sacramento de
persona de la Santísima Trinidad; el V e r b o
Jesús! A vuestro Corazón es á quien, en esta
os posee, os habita, os penetra, os llena; V o s
hora, quiero estudiar y comprender para ala-
sois su Corazón! ¡ Esta unión personal y v i v a
baros, adoraros y amaros más. ¡ O h felicidad!
os hace todo suyo para siempre y la hace
¡ E l Corazón de Jesús está allí, en su vida, en
nuestra para siempre: V o s sois el Corazón del
su fuerza, en su amor, en su beatitud! ¡ A l l í ,
V e r b o ; el Corazón de Dios!
en la Hostia que reposa en el copón; allí, en
Por esta unión tan estrecha y tan profunda
la Hostia que el Sacerdote divide en el Sacri-
que la muerte misma no ha podido romper,
ficio; allí en la Hostia que he recibido esta
adquirís toda la grandeza, toda la perfección,
mañana en la Mesa S a n t a ; allí, en fin, estáis,
todo el poder, todos los derechos de Dios
oh Corazón Santísimo, en aquella Hostia que
mismo.
se ostenta en la Custodia, oh Corazón Santí-
Por Vos es por quien Dios nos ama; Vos
simo; y aunque mis ojos se detengan ante el
sois el órgano del amor infinito: ¡Corazón de
velo del Sacramento, mi fe os ve, mi Corazón
Jesús, Corazón único y bien amado del Padre;
os siente; y o os creo, y o os amo, y o os adoro
Corazón de Jesús, Corazón ardiente del Espí-
presente y v i v o en esta amabilísima Eucaris-
ritu Santo y su morada escogida; Corazón de
tía, lugar bendito de vuestra presencia, trono
Jesús, Santuario augusto de la Santísima Tri-
de vuestras misericordias, mi B e t h l e e m , mi
nidad; Corazón de Jesús, Corazón de Dios, y o
Nazareth, mi T á b o r , mi Cenáculo, mi Calva-
os adoro, y o os adoro!
rio y mi Cielo!
Y o os adoro con la adoración que sólo es
Y o os adoro, Corazón verdaderamente di- debida á Dios; yo os amo con el amor sobe-
vino y Corazón verdaderamente h u m a n o ; Vos rano que sólo Dios merece. Y o os alabo con
sois el Corazón de Jesús mi Dios y el Corazón todas alabanzas con que Dios se alaba á sí
de Jesús m i hermano: ¡dos abismos de gran- mismo, en el concierto de la A u g u s t a Tri-
dezas inefables y de amabilidades infinitas! nidad.
Y Vos no sois menos adorable, oh Corazón plenitud, Vos estáis sustancialmente santifica-
verdaderamente h u m a n o , Corazón de Jesús,
do, y la sustancia misma de la santidad, oh
H i j o de la V i r g e n María.
Corazón de Jesús, mi Modelo y mi Santificados
Vos sois el Corazón por excelencia; todo lo
Y todas las perfecciones, todas las virtudes,
que Dios, en su sabiduría y en su poder, quiso
todos los heroísmos, vuestro Corazón los ha
poner de grande, de bueno, de fuerte, de dulce,
practicado durante su vida por mi salvación;
de activo y de inteligente en el corazón del
hoy, en la Eucaristía, me da su gracia; mañana,
H o m b r e , de lo cual E l hizo la parte principal
en el cielo, su recuerdo será mi alegría y el
de la más noble de vuestias criaturas, vuestro
tema de mis alabanzas.
Corazón lo encierra en perfección; él es el
Y vuestro Corazón no ha sido creado, ni en-
ideal y el tipo eterno del corazón humano en
riquecido, ni santificado para sí solo: É l es la
el doble esplendor de su naturaleza y de su
causa universal de toda virtud, el foco de la
deificación por la gracia.
vida sobrenatural y el Corazón mismo de la
. Corazón de Jesús, vos habéis sido enrique-
Iglesia.
cido, desde la Creación, de todos los tesoros de
T o d a buena inspiración viene de vuestro
la sabiduría y de la ciencia, de todas las gra-
Corazón; todo buen movimiento nace primero
cias y de todas las virtudes.
en é l , y de esta fuente desciende á nuestros
Vuestra ciencia os descubre todos los pensa- corazones. N i n g ú n acto es virtuoso y merito-
mientos, todas las intenciones de los ángeles y rio, sino con la unión que tiene con la vida, la
de los hombres, todos los secretos de la natu- virtud y la santidad de vuestro Corazón.
raleza, y todos los misterios están abiertos de-
Y cuando á vuestras grandezas divinas y
lante de V o s ; yo os abro mi corazón, á quien
amabilidades humanas añadís, por un exceso
vuestra ciencia penetra ya con su mirada; y o
de amor, las bondades inefables de la Eucaris-
quiero que nada de él se os oculte, oh Corazón
tía, oh Corazón infinitamente dulce de Jesús,
vigilantísimo de mi Maestro y de mi Guía.
no sé cómo alabaros, bendeciros y amaros bas-
Todas las gracias, todos los dones, todas las tante. Y o adoro, pues, vuestro estado euca-
efusiones de la santidad están en Vos en toda ristico. Y o creo que en la Hostia gozáis de la
visión y de la posesión de Dios, sin tregua, ni
medida; pero creo también que V o s habéis I I . — A C C I Ó N DE GRACIAS.
tomado un estado escogido de las condiciones
que os condenan á anonadamientos innumera- U n a vez, estando delante del San-
tísimo Sacramento, me sentí investida
bles; Vos os ocultáis, pero hacéis callar todo de esa Divina presencia, y Nuestro Se-
lo que podría poneros de manifiesto; no hay ñor, me dijo: «Mi divino Corazón está
tan apasionado de amor por los hom-
aquellas miradas en que vuestra bondad bri- bres , que no pudiendo contener en sí
llaba tan dulcemente; no h a y aquellas pala- mismo las llamas de su ardiente cari-
dad, es preciso que las derrame, y que
bras en que vuestra misericordia se expansio- se manifieste á ellos para enriquecerlos
naba tan tiernamente ; no hay aquellos actos con sus preciosos dones.»
(Revelación d la Beata Margarita
sublimes en que vuestro honor se mostraba María.")
tan victoriosamente; no h a y aquellas maravi-
llas en que vuestra omnipotencia brillaba tan ¡ E l corazón está hecho para amar, y vuestro
magníficamente; V o s estáis rodeado de obscu- Corazón, oh Jesús, ese Corazón que Dios quiso
ridad, de silencio, de impotencia; y en este es- darse á sí mismo, no ha hecho jamás, desde su
tado os entregáis á nosotros en el Sacramento, primer latido, más que amar y a m a r m e !
oh Corazón de Jesús. ¡ A h ! Y o sabré encon- Toda la vida del Verbo encarnado no es
traros allí; y comprendiendo que estos excesos más que amor ; pero un amor que, aunque
de humillación no son más que excesos de infinito desde su primer f u e g o , parece, sin
amor, os adoraré más fielmente, os cantaré embirg->, crecer siempre; tal es vuestra obra,
más alegremente y os amaré más cordialmente. ¡ oh Corazón sagrado de Jesús! V o s sois quien
Á vuestro Corazón en el Sacramento, á sus le concebís; Vos, quien mantenéis su fuego;
grandezas, á sus amabilidades, á su presencia, V o s , quien dais continua salida á sus llamas;
á su amor : adoración y alabanza, ahora y siem- este amor sois V o s . Vos quisisteis encerraros
pre y por los siglos de los siglos. en el pecho de Jesús, cubriros con el manto del
Sacramento, rodearos de g l o r i a ; en vuestra
vida mortal, en la Eucaristía, como en el cielo,
es á V o s á quien v e o , á quien oigo, á quien grimas, sobre el endurecimiento de vuestra
siento en todo lo que d i c e , todo lo que hace, patria. ¡Tanto así vuestro Corazón amaba tan
en todo lo que es Jesús! verdadera, tierna y generosamente!
¡ V o s sois, oh Corazón sagrado, quien derra- De vuestro Corazón salieron todas las pala-
mabais en el misterio de Bethleem, donde el bras de luz, de perdón y de consuelo que llenan
amor encarnado apareció por la vez primera, el E v a n g e l i o ; es él quien decía á la Samari-
esos encantos tan dulces, esos atractivos tan t a n a : « ¡ Si tú supieras el don de Dios!»; á
poderosos que cautivan nuestros corazones! M a g d a l e n a : « V e t e en paz, tus pecados te son
¡ V o s , que os dabais en las sonrisas, y los besos, perdonados»; al B u e n L a d r ó n : « H o y serás
y las miradas con que el H i j o recompensaba á conmigo en el Paraíso»; á todos los pecadores,
su m a d r e ! á todos los que sufren, á todos los que lloran,
Es vuestro Corazón sagrado quien aceptó, á todos los que están cargados y que sucum-
quien santificó y nos hizo saludables los treinta ben: «Venid á mí, y y o os aliviaré.»
años pasados en Nazareth en la obediencia y el E s vuestro Corazón quien hizo vuestra Pa-
trabajo. sión y vuestra muerte ; es él quien os entregó
E s vuestro Corazón quien venció en el de- silencioso y dulce al beso de Judas, á los sufri-
sierto al demonio y nuestras tentaciones, en mientos y á los látigos de los soldados, á las
un acto de amor y de adoración; es vuestro sentencias de Pilato, á la ignominia y al supli-
Corazón quien multiplicó los panes para ali- cio de la Cruz ; y es él también quien antes de
mentar á la multitud h a m b r i e n t a ; es él quien, morir os inspiró orar por vuestros verdugos y
enternecido á la vista de todas las miserias h u - darnos á María para Madre nuestra.
manas, multiplicaba los prodigios para soco- Y en todas las obras fundadas por el V e r b o
rrerlas ; es vuestro Corazón q u i e n , conmovido encarnado, el amor es el fin y el Corazón de
de las lágrimas de la viuda de Naim, le devol- Jesús nos ama.
vió á su hijo ú n i c o ; é l , quien os hizo vacilar Nos ama en esta Iglesia establecida para la
y llorar con Magdalena sobre el cadáver de vida del mundo y de quien nos h a hecho hijos;
L á z a r o ; é l , quien os enterneció hasta las lá- nos ama en el P a p a , á quien ha dado la pala-
12
bra de la infalible verdad y el poder de los per- universal y perpetua, con todas las virtudes
dones sin límites. Y y o sé que si algún día las de su vida y todas las seguridades que trae
puertas del cielo se a b r e n delante de mí, á Vos consigo la presencia del j u s t o , del santo, del
lo deberé, Corazón misericordiosísimo de Jesús, Salvador. E s mío en el beneficio de un sacrifi-
cuya activa y paciente solicitud me conduce, cio de valor infinito, que me da cada día todas
pie sostiene y me d i r i g e siempre. Y en esa las satisfacciones, todos los méritos, todos los
mansión de felicidad, ¿ q u é será vuestro Cora- frutos de su Pasión y de su muerte; es mío
zón, sino amor también? U n amor que se satis- sobre todo en el beneficio de la comunión, que
face plenamente y se desborda sin medida. derriba las últimas barreras y me le entrega
¡ Corazón de Jesús ! D e vuestra vida y de por completo. ¡ E s m í o , y o lo he recibido, y o
lo he comido, él se ha convertido en mí mismo!
vuestra muerte, de v u e s t r a Iglesia y de vues-
¡ E l me espera, y su gozo es darse á m í ! Y y o
tro trono, no recibo m á s que amor. Pero el
he vuelto á los días de mi inocencia y he reci-
foco de todos estos a m o r e s , cuyas llamas me
bido al Corazón de Jesús; y me he apartado
vivifican, que es vuestro mismo Corazón, ¿no
de mis extravíos, y el Corazón de Jesús no ha
me lo daréis también ? ¿ E s este deseo temera-
rehusado darse á mí. Mientras que y o v i v a me
rio quizá, habiendo r e c i b i d o tanto? ¡ A h ! Per-
acordaré de las alegrías de mi primera comu-
donadme, y o no puedo contener mi corazón
nión y cantaré eternamente las dulzuras del
que os g r i t a : — D a d m e vuestro Corazón, oh
banquete en que Jesús festejó mi vuelta. Cora-
Jesús, y no me deis n a d a ! Vuestro amor sin
zón de Jesús, fuisteis Vos quien hicisteis el bri-
vuestro Corazón sería p a r a mí un suplicio in- llo y los encantos de aquélla; Vos quien derra-
tolerable , que me haría morir de deseo! masteis en ésta un tan seguro perdón, que mi
Y V o s me habéis respondido: ¡ T o m a d y co- alma, olvidándose del triste pasado, se abrió á
med todos; éste es mi C u e r p o ; ésta es mi San- la esperanza y comprendió que podía vivir de
g r e ! ¡ Y la Eucaristía m e ha entregado á vues- amor, puesto que V o s la amabais! Y el Cora-
tro Corazón! Y o lo t e n g o , lo poseo y no lo zón que recibí entonces puedo recibirlo todos
dejaré ir. los días, pues es mío. E s mi pan cotidiano; es
E s mío en el beneficio de una presencia real,
mi vida y mi corazón para santificarme verda- zón de Jesús ha sido un martirio. Dios le había
deramente y conducirme con seguridad á la creado para sufrir y le había dado, al mismo
ventura sin fin: pero Jesús, oh Jesús, ¿quién tiempo que la misión del sufrimiento, todas
es el hombre, para que le visitéis así y apli- las aptitudes para cumplirla bien.
quéis de tal suerte vuestro Corazón contra su ¡Padre, dijo al entrar en este mundo, V o s no
corazón ? queréis ya víctimas de la l e y ; heme aquí! L a
visión de su pasión y de su muerte futuras, la
vista del pecado y del olvido de Dios, el triunfo
III.—REPARACIÓN. de la mentira, la adoración á Satanás, eran
lanzas clavadas hasta el cabo en el Corazón de
Estando de rodillas la bienaventu-
rada con los ojos fijos en el Taber-
Jesús y que su celo por la justicia movía con-
náculo , se le apareció Nuestro Señor tinuamente en la llaga. Perseguido en B e t h -
sobre el altar, y descubriéndole su Co-
leem, desterrado en E g i p t o , desconocido en
razón, le dijo: « He aquí este Corazón
que tanto ha amado á los hombres; que Nazareth, su vida pública fué constantemente
nada ha perdonado, hasta agotarse y contradicha, censurada, calumniada; venir con
consumirse para testificarles su amor;
y en pago no recibo de la mayor parte el Corazón abierto, con los brazos extendidos
de elfos mis que ingratitudes por sus para amar, para salvar á fuerza de a m o r , y
irreverencias y sacrilegios, y por las
frialdades y desprecios que tienen para verse sin cesar desconocido y rechazado, ¡qué
mí en este Sacramento de amor.» suplicio para el Corazón de un Salvador tal
(.Revelación á la Beata Margarita
María.) como V o s , oh Jesús!

Después vino la Pasión, precedida de la ago-


Si la historia de los beneficios del Corazón de nía terrible. Entonces tuvisteis una tristeza
Jesús obliga á la g r a t i t u d , la contemplación mortal, oh Corazón de mi Jesús, poseído de
de sus dolores está hecha para penetrar de espanto, abrevado de amargura; entonces cono-
amor y de compasión. cisteis las náuseas del disgusto y las debilida-
Desde su aurora hasta el momento en que se des de la agonía.
extinguió sobre el C a l v a r i o , la vida del Cora- Y la traición de Judas y la huida de los após-
toles y las negaciones de Pedro vinieron á des- como en el cielo, el Corazón de Jesús no puede
cargar sus pérfidos golpes sobre este Corazón sufrir.
del más fiel de los amigos. Y este Corazón, que Sin embargo, su bondad, por un lado, y nues-
jamás ha sabido más que amar, oyó los gritos tra malicia, por otro, hallan los medios de
del odio arrojados contra él. Este Corazón del rehacerle una Pasión y una muerte perpe-
más tierno de los hijos, encontró á su Madre tua en el Santísimo Sacramento: la Pasión
en el camino de la ignominia y tuvo que aban- y la muerte de la humillación y de la ingra-
donarla á los cuidados de otro. Y cuando toda titud.
la tierra estaba contra él, su Padre le aban- E l se ha escogido por amor un estado de
donó; y bajo el peso de este supremo dolor dejó anonadamiento y de sujeción que causa á su
escapar su vida en un grito de angustia. Y á Corazón tantas humillaciones y oprobios, cuya
fin de que fuese declarando á todos los siglos profundidad sólo E l puede revelarnos.
que É l había muerto colmado de dolores y de «He aquí este Corazón que tanto ha amado
insultos, un soldado, atravesándole con una á los hombres, que nada ha perdonado hasta
lanza, gravó por rasgos indelebles el último agotarse y consumirse para testificarles su
ultraje sobre ese Corazón atravesado ya por amor, y en recompensa yo no recibo de la
tantos golpes. mayor parte más que ingratitudes por sus irre-
verencias y sacrilegios y por las frialdades y
Después de tales sufrimientos y de tales ig-
desprecios que tienen para mí en este Sacra-
nominias, ¿no es m u y justo, oh Corazón de Je-
mento de amor. Y esto me es mucho más sen-
sús, que gocéis para siempre de la felicidad y
sible que todo lo que sufrí en mi Pasión; así
de la gloria? Y , en efecto,desde que él volvió
como si ellos me rinden algo de amor, estimaré
á tomar su movimiento la mañana de Pascuas,
en poco todo lo que he hecho por ellos, y qui-
este Corazón no late más que para abrirse por
siera, si pudiera, hacer más todavía. Pero ellos
transportes de alegría á los torrentes de gozo
no tienen más que frialdad é indiferencia por
que corren en é l , de la ventura beatífica. E l
todas mis manifestaciones de amor.»
camino del sufrimiento físico y de la tristeza
moral le está cerrado, y tanto en la Eucaristía « Á lo menos, decía Jesús á la Confidente de
su Corazón, dame el gusto de suplir, en cuanto, el más sensible y tierno de los Corazones?
puedas, á su ingratitud.» Os hago honrosa reparación por todos los
Dulce Salvador, á pesar de mi indignidad, á pecados que atacan vuestro Corazón en el
pesar de la parte que he tomado en las ingra- Santo Sacrificio de la misa. ¡Cuántos cristia-
titudes que os hieren tan cruelmente, quiero nos rehusan asistir á la misa aun el domingo,
por gracia y amor vuestro consolaros, reparar prefiriendo mejor marcharse con un pecado
y suplir. mortal, que dar á vuestro Corazón la satisfac-
Y o os hago honrosa reparación por esta ig- ción que tendría en colmarlos de los frutos de
norancia en que están tantos cristianos sobre vuestra muerte! Y entre los que asisten á él,
la presencia de vuestro Sagrado Corazón en ¡cuán pocos piensan en vuestro Corazón, en
su agonía, en sus angustias, en los oprobios
la Eucaristía; ellos no quieren saber que V o s
que sufrió en su Pasión, en los abatimientos
tenéis allí un Corazón; que este Corazón está
que acepta en este Sacrificio! Y si h a y malos
lleno de vida y ardiente de amor por ellos; y
sacerdotes que se cambian en verdugos, y
y ellos os tratan como un objeto que no tiene
que se aprovechan del poder que tienen para
Corazón, entrando en vuestras iglesias sin res-
haceros descender á sus manos é insultaros
peto, manteniéndose en ellas sin piedad, pa-
así más de cerca, Corazón de Jesús, ¿quién
sando delante de Vos sin saludaros, hablando
reparará el crimen de esta traición? ¿Quién
y riendo insolentemente.
os consolará de las amarguras de esa hora
Y hay un número todavía mayor de bauti-
cruel?
zados para los cuales no existís en la Eucaris-
tía, Vos, cuyo Corazón vela sobre ellos, protege Os hago honrosa reparación por todos los
su vida y los pone á salvo de la justicia divina, pecados que vienen á ultrajar vuestro Corazón
irritada por su apostasía! Y entre los buenos en la Comunión. A l l í mismo, en esta en que se
¿cuántos tienen por la presencia de vuestro entrega con tanto amor, ¡cuántas contrarieda-
Corazón esa fe, ese amor que los hace piadosos, des, cuántas humillaciones, cuántos malos tra-
delicados, llenos de atenciones cordiales, y reli- tamientos para vuestro Corazón! Perdón para
todos aquellos que rehusan este don de vues-
giosos? ¿ Q u i é n trata á vuestro Corazón como
tro Corazón en el día de P a s c u a , P e r d ó n para nosotros os rebajamos por nuestra conducta:
todos los que evitan recibirlo frecuentemente, Corazón de Jesús, V o s sois el amor y nosotros
cuando es el precio de su santidad. Perdón somos la ingratitud.
para las comuniones sacrilegas en que vuestro
purísimo C o r a z ó n , condenado al contacto de
IV—SÚPLICA.
los corazones corruptos, sufre una humilla-
ción peor que el beso de Judas. P e r d ó n para Y o les daré todas las gracias necesa-
las comuniones tibias, en que el afecto del pe- rias á su estado. Y o los consolaré en
sus penas. Y o derramaré abundantes
cado v e n i a l , el amor del m u n d o , la pereza en bendiciones sobre todas sus empresas.
el sacrificio os disputan el amor de nuestros co- Los pecadores encontrarán en mi C o -
razón la fuente y el océano infinito de
razones. la misericordia. Las almas tibias se
Y o os h a g o , en fin. honrosa reparación por harán fervientes. Los sacerdotes ten-
drán el arte de tocar los corazones más
los tratamientos indignos á que se somete tan- endurecidos, y su ministerio producirá,
tas veces á la Hostia de vuestro Corazón. L a aun en lo que mira á la salud y la
perfección de cada uno de ellos, frutos
tocan con sus manos llenas de indignidades, que superarán á sus esperanzas. Mi
la odian y la pisotean, la llevan á sus retiros, divino Corazón será un lugar de refu-
gio durante la vida y principalmente á
vestíbulos del infierno, y la hacen el j u g u e t e la hora de la muerte.
de sus mofas y víctima de su rabia diabólica; (Promesas del Sagrado Corazón.)
y hasta en las hostias profanadas, oh Jesús,
vuestro Corazón no cesa de vivir, de callarse y Si existe un sentimiento que nace espon-
de amar. P e r d ó n , subre todo, por nuestra in- táneamente del alma desde que ésta conoce
gratitud, que es la madre de todas J a s frialda- vuestro Corazón, es el de la confianza. «Mi co-
des, de todas las irreverencias y de todos los razón estará en el Santuario, V o s lo habéis
crímenes cometidos contra el S a c r a m e n t o de dicho: estará allí todos los días para escuchar
vuestro amor: V o s nos amáis, y nosotros no os la oración de todos los que lleguen á orar en
a m a m o s ; V o s nos alimentáis, y nosotros os el lugar de mi morada.» ¡ Y vuestro Corazón
despreciamos; V o s nos colmáis de honor y está allí!

¡
E l Corazón del Divino Mediador es quien entero: fué abierto sobre la Cruz y permanece
está sobre el altar, entre el cielo y la tierra, para abierto en la Eucaristía, á fin de que todos po-
presentir nuestras necesidades, recibir nues- damos entrar en él: es tan grande, que todos
tras oraciones y llevarlas al trono de Dios: caben allí; tan vigilante, que nada acontece que
¿cómo este Pontífice Santísimo, que ha pagado E l no lo sepa; tan sensible, que parece ser el
con su sangre todas las gracias que pide, podría Corazón de todos, experimentando en sí mismo
dejar de ser escuchado? lo que todos experimentan.
E s el Corazón del A u t o r mismo y del Sobe- Sobre estos títulos apoyo mi oración, oh Je-
rano Maestro de todos los bienes; É l puede dar sús, y sé que V o s no los negaréis.
libremente y como quiere y tanto como quiere Corazón de Jesús, esposo de la Iglesia, que
y á quien quiere, porque lo que da le perte- la habéis amado tanto hasta hacerla nacer de
nece: ¿quién, pues, oh Jesús, podría carecer de vuestro costado abierto y que la alimentáis con
confianza para vuestro Corazón omnipotente? vuestra C a r n e , dadle la paz, extended su im-
Es el Corazón de un Salvador cuya misión perio y dadle su autoridad social sobre todas
es aliviar todos nuestros sufrimientos, reme- las naciones cristianas.
diar todas nuestras miserias, socorrer todas Corazón de Jesús, Pastor eterno, que amáis
nuestras necesidades, perdonar todas nuestras á vuestro Vicario Supremo, y permanecéis aquí
faltas; y para cumplirla fielmente, ha sido he- abajo hasta el fin para inspirarlo y sostenerlo,
cho de la misma naturaleza que nuestros cora- volved al Papa la libertad de su ministerio y
zones; ha contraído las mismas obligaciones, sus Estados, y guardad por mucho tiempo á
experimentado los mismos afectos, sentido las nuestro amadísimo León X I I I .
mismas penas, padecido los mismos sufrimien- Corazón de Jesús, obispo de nuestras almas
tos : todo esto, á fin de saber por experiencia y fuente del sacerdocio, que amáis á vuestros
compadecer nuestras debilidades y hacerse un sacerdotes hasta darles el derecho de inmolaros
corazón de misericordia infatigable. todos los días, dad á los Obispos y á los sacer-
dotes el celo que os hace conocer y la santidad
Es también el Corazón universal, el Corazón
que os hace amar.
de todos los hombres, el Corazón del mundo
Corazón de Jesús, esposo de las Vírgenes y pasivo, que habéis conocido la amargura de
el primer religioso de vuestro Padre, que amáis las lágrimas y que estáis tan abandonado en
á los religiosos hasta habitar bajo su techo para vuestro Sacramento.
darles el ejemplo y la gracia de su santo estado, Os pido por mi por patria: dadle un go-
os ruego por todos los religiosos: santificadlos bierno cristiano; proteged todas las institucio-
en verdad. nes que os sirven: os lo pido, Corazón de Jesús,
Os pido por mis parientes y mis bienhecho- que tanto habéis amado á nuestra patria y
res, Corazón de Jesús, el más amante, agrade- que le habéis hecho la misericordiosa revela-
ción de vuestro Corazón.
cido y mejor de los hijos.
Os pido por los niños y los jóvenes que van Corazón de Jesús que amáis á todas las almas,
ácorrer los riesgos de la vida: guardad su ino- os pido por las que gimen en el Purgatario, y
cencia; avivad su f e ; dadles el valor cristiano; os ofrezco los méritos de esta adoración en su-
fragio suyo.
haceos amar de ellos, Corazón de Jesús, Cora-
zón de Padre y Corazón de Madre, que nos Os pido, en fin, por mí mismo: mis necesi-
engendrasteis en vuestra muerte, que nos abre- dades son inmensas; abrid sobre mí los ojos de
váis con vuestra S a n g r e , y que nos seguís por vuestro Corazón. A r m a o s de paciencia; usad
donde quiera siempre para defendernos. vuestra bondad hasta los últimos límites; sed
indulgente sin medida. Corazón de Jesús, con-
Os pido por todos los pobres pecadores, Co-
fiado únicamente en vuestra gracia, espero ser
razón de Jesús, Hostia de propiciación para sus
fiel á los deberes de mi profesión; valeroso en
crímenes, V í c t i m a santa que por su salud os in-
el sacrificio; empeñoso en la corrección de mis
moláis todos los días en el altar.
defectos; paciente en la prueba y perseverante
Os pido por los agonizantes, Corazón de
hasta el fin en vuestro amor.
Jesús, que nos guardáis en el Viático los fru-
tos saludables de vuestra agonía y de vuestra Concededme, Corazón bonísimo, que re-
muerte. cuerde siempre que estáis presente y v i v o por
mí en la Hostia; que continuáis por mí sobre
Os pido por todos los que lloran, por los per-
el altar vuestra Pasión y vuestra muerte y
seguidos y por los miserables, Corazón com-
que queréis daros realmente á mí en la santa
Comunión. Y o os recibiré con mucha frecuen-
cia, y en particular el primer viernes de cada
mes, según vuestro deseo. Y no quedaré satis-
fecho mientras no pueda exclamar en verdad:
H e encontrado mi corazón en vuestro Corazón:
Inveni cor meum nt orern Deum menm. H e
encontrado vuestro Corazón para amaros, Jesús, LAS CINCO LLAGAS.
para amar á Dios, para amar á María, para
amar á mis hermanos, para orar, para trabajar
y para sufrir; he encontrado vuestro Corazón
para morir como cristiano, como santo, y I.—ADORACIÓN.
merecer así la vida del eterno amor.
Lo, verdad de las Cinco Llagas.

UÉ son esas Llagas que tenéis en medio


de vuestras manos?»
C r e o , oh Jesús, que V o s sois el
Cristo verdadera y realmente presente en
el Sacramento. Creo que vuestros pies y vues-
tras manos y vuestro pecho sacratísimos con-
servan bajo los velos eucarísticos, en la gloria
del cielo, los signos sagrados de las Llagas que
se os hicieron en vuestra pasión, por los clavos
y la lanza. Y o beso en espíritu, adoro con fe,
considero con amor, reconocimiento y admira-
ción esas benditas señales, y quiero fijar en ellas
13
que queréis daros realmente á mí en la santa
Comunión. Y o os recibiré con mucha frecuen-
cia, y en particular el primer viernes de cada
mes, según vuestro deseo. Y no quedaré satis-
fecho mientras no pueda exclamar en verdad:
H e encontrado mi corazón en vuestro Corazón:
Inveni cor meum nt orern Deum menm. H e
encontrado vuestro Corazón para amaros, Jesús, LAS CINCO LLAGAS.
para amar á Dios, para amar á María, para
amar á mis hermanos, para orar, para trabajar
y para sufrir; he encontrado vuestro Corazón
para morir como cristiano, como santo, y I.—ADORACIÓN.
merecer así la vida del eterno amor.
La verdad de las Cinco Llagas.

UÉ son esas Llagas que tenéis en medio


de vuestras manos?»
C r e o , oh Jesús, que V o s sois el
Cristo verdadera y realmente presente en
el Sacramento. Creo que vuestros pies y vues-
tras manos y vuestro pecho sacratísimos con-
servan bajo los velos eucarísticos, en la gloria
del cielo, los signos sagrados de las Llagas que
se os hicieron en vuestra pasión, por los clavos
y la lanza. Y o beso en espíritu, adoro con fe,
considero con amor, reconocimiento y admira-
ción esas benditas señales, y quiero fijar en ellas
13
las miradas de mi alma, estudiarlas y compren-
curiosas, insultantes y feroces de sus verdugos.
der sus misterios.
Este ignominioso tratamiento hace temblar su
O h Jesús, dejadme penetrar en vuestras
naturaleza humana de un modo que supera á
Cinco Llagas, con María vuestra Madre, con
lo que expresarse puede: esto es el colmo del
San Juan, con Magdalena, con Francisco de
insulto y de la indignidad. Ellos le presentan
Asís y los Santos de todos los siglos que más
entonces un vaso lleno de hiél y vinagre. Jesús
tiernamente las hayan amado y estudiado más
lo toma para añadir este suplicio á todos los
amorosamente. Purificadme, iluminadme, in-
demás; después vuelve á otro lado el rostro,
flamadme.
como para indicar que conoce el sacrilegio
¿Qué son, pues, vuestras Llagas? ¿Como fue- pérfido de los verdugos. L a cruz está extendida
ron hechas? en el suelo: acuestan bruscamente al Salvador.
E l Salvador había subido las peñas del Jesús se deja hacer esto con tanta dulzura como
Calvario, agobiado bajo el peso de su cruz, el niño á quien su madre acuesta en la cuna.
debilitado por sus tres caídas en el doloroso Silencioso y dulce, con los ojos fijos en el cielo,
camino, vestido con un manto que se pegaba se extiende sobre la cruz como Isaac sobre la
á las llagas hechas por los azotes en las espaldas, leña, y entregándose á la furia de los verdugo?,
la cabeza herida por todas partes por las espinas se abandona al amor, á la justicia y á la majes-
de la corona, con las mejillas desgarradas por tad de su Padre. T r e s agujeros habían sido
las bofetadas, cubiertas de lodo y de araños, practicados de antemano en la cruz, dos para
con los ojos empapados en lágrimas y en las manos y uno para los pies. L o s verdugos
sangre. toman la mano derecha de Jesús y la sujetan
A eso del mediodía le despojan de sus ves- al brazo derecho de la cruz; le abren la palma
tiduras y le arrancan la corona de espinas. de la mano, fijan á ella un grueso clavo, largo
Entonces se ve brotar su sangre de mil fuentes y triangular; y al golpe del martillo lo hacen
á la vez, jirones de carne arrancados con los penetrar primero en las carnes y después en el
vestidos; y la augusta y santa V í c t i m a aparece leño de la cruz. S e oyen los golpes sucederse
en una humillante desnudez á las miradas unos á otros, ya agudos, ya sordos, según pegan
en el clavo ó hieren la mano del Salvador. Los con brutalidad; el cuerpo estaba enteramente
músculos se quiebran, los nervios se rompen, contraído por bárbara tensión de los brazos y
las carnes se desgarran; el clavo ha atravesado sus rodillas estaban m u y forzadas. L o s verdu-
la mano y pasa al otro lado de la cruz. Jesús gos unieron dos cordeles á sus piernas; y mien-
continúa en heroico silencio; ni un movimiento tras unos estaban de rodillas de miedo que no
de impaciencia, ni una sola queja; su mirada cediese al esfuerzo y para impedir que las ma-
compasiva se dirige con bondad infinita hacia nos, desgarrándose por completo, se saliesen
sus verdugos, y después se fija de n u e v o en el de los clavos, otros estiraban violentamente
cielo. hasta que los pies llegasen hasta el agujero
Y entrega su mano izquierda. Mas ésta no practicado para ello. Esta fué una dislocación
puede alcanzar al lugar que le ha sido mar- espantosa. Todos los huesos de Jesús tronaron
cado de antemano. L a violencia de la crucifi- á l a v e z , las protuberancias y las junturas de
xión de la mano derecha había atraído todo el los huesos aparecieron á través de la piel. Esta
cuerpo hacia ese lado. La escena que siguió dolorosa profecía fué entonces realizada: «Han
fué horrible. L o s verdugos estiraron con todas taladrado mis manos y mis pies y se pueden
sus fuerzas el brazo izquierdo; pero no podía contar todos mis huesos.» Habiendo logrado
alargarse bastante. Ellos apoyan sus rodillas los verdugos estirar bastante los pies de Jesús,
sobre las costillas, á las que esta violenta pre- fueron éstos colocados al punto uno sobre otro,
sión desgobierna sin romperlas, y dislocando y á través de la masa sólida de los músculos
el brazo de Jesús, logran extender su mano, trémulos y agitados, el clavo penetró lenta-
hasta el lugar prefijado. L o s horribles golpes mente, haciendo sufrir á Jesús una agonía inex-
del martillo comienzan á caer sobre esta mano plicable, á causa de la falta de fijeza del pie en
y su eco va á resonar en el corazón de María esta posición.
y de las santas mnjeres, interrumpido única- Y a sumidos los clavos, se volteó la cruz para
mente por las blasfemias de los verdugos y las remacharlos: Jesús fué puesto con el pecho
risas satánicas de los farisces y de los sacerdo- contra la tierra. E l peso de la cruz, redoblado
tes. Las piernas de Jesús son también estiradas por cada uno de los golpes del martillo que
pegaban sobre los clavos para asegurarlos, le
penitente un bautismo saludable. E s t a herida
martirizaba, oprimiéndolo v i o l e n t a m e n t e con-
es la última que recibió Jésús; no le ocasionó
tra las asperezas de la roca; su pecho oprimido
dolor a l g u n o , porque el alma había abando-
apenas podía respirar, sus manos y sus pies nado al c u e r p o , pero Jesús había aceptado de
estaban en un estado atroz: todo era un m o n - a n t e m a n o esa i g n o m i n i a y la había hecho me-
t ó n de carne despedazada y p a l p i t a n t e , de ritoria.
d o n d e la sangre corría á torrentes.
L a v a d a s cuidadosamente por M a r í a y por
L e v a n t a n la cruz y la ponen en un profundo
Joseph de A r i matea, fueron cubiertas de besos
a g u j e r o que debe recibirla: cada sacudida des-
por la Madre y por sus compañeras, y envuel-
g a r r a más las manos y los pies de la augusta
tas en unas vendas: ellas imprimieron su traza
V í c t i m a ; cae de repente con violento estruendo
sobre el lienzo que e n v o l v i ó al cuerpo de Je-
al fondo de la cavidad; todos los huesos de Je-
sús. E l día de la Resurrección la O m n i p o -
sús se entrechocan, sus llagas se agrandan m á s
tencia D i v i n a las c u r ó , puso en su lugar los
y su sangre corre c o n m a y o r abundancia.
músculos desmembradcs, reanudó los nervios
Esas cuatro grandes L l a g a s abiertas en las reventados y los tejidos destrozados; pero quedó
manos y en los pies de Jesús fueron expuestas la cicatriz n e t a m e n t e a p a r e n t e , con una aber-
al sol a r d i e n t e , sin ser cubiertas durante las tura milagrosamente bella y graciosa. Y cuando
tres horas que permaneció en la c r u z : la po- Cristo resucitó ellas adornaban sus manos, sus
sición perpendicular del cuerpo continuaba pies y su pecho como la marca indeleble de su
agrandándolas insensiblemente: cada m i n u t o victoria. « V e n , T o m á s ; v e mis pies y mis ma-
renovaba el dolor que había tenido al abrirse. nos y pon en ellos t u dedo; mira mi costado;
Jesús exhaló el ú l t i m o suspiro. U n soldado pon tu m a n o en la herida de mi corazón, y creé
se acerca á la cruz y de un lanzazo le traspasa firmemente que y o soy.»
el pecho de parte á parte, atravesándole el co-
C u a n d o el pleno mediodía de la A s c e n s i ó n
razón. A l sacarla, el hierro hace brotar un
p e r m i t i ó al S a l v a d o r l e v a n t a r todos los velos
doble torrente de sangre y a g u a que cae sobre
bajo los cuales tenía cautiva la gloria de su
el soldado, y alcanza también como el ladrón
cuerpo, las C i n c o L l a g a s aparecieron brillantes
como unos soles. Los ángeles llegándose apre- pies y sus costados traspasados. Esta Hostia
surados á su triunfo, exclamaban admirados: es la Hostia de las Cinco Llagas. L o que ella
«¿Qué significan esas L l a g a s en vuestras ma- contiene sois V o s , oh Jesús, que tendisteis
nos?» Y las contemplan en extásis indecible; vuestras manos y vuestros pies á los verdugos
María, José y los Santos las adoran y las besan que querían traspasarlos; V o s , que padecisteis
con transportes de respeto; Jesús las guarda todos los tormentos de la Crucifixión; Vos, que
como el trofeo de su victoria; las muestra á su recibisteis todos los golpes de los crueles mar-
Padre como la prueba de su a m o r , como el tillos; V o s , cuyo costado fué abierto y cuyo
signo de su obediencia, como el precio de la Corazón traspasado por la lanza. Y guardáis en
redención y como el rescate de los elegidos. vuestro Sacramento para darme su fruto y sus
virtudes, con las cicatrices y los rastros de
E n el día del juicio, ellas brillarán con un
vuestras Llagas, todo el amor, toda la paciencia,
brillo vengador y harán retroceder de espanto
todos los méritos que tuvisteis al recibirlos por
á los malvados que h a y a n despreciado los te-
la primera vez. ¡Jesús, Jesús, y o adoro vuestras
soros de misericordia q u e ellas les ofrecían
cinco Llagas 1 Y o las adoro en el Calvario á la
para su salud; ellas serán para los justos, la
hora en que las recibisteis; y o las adoro en el cie-
prenda del juicio misericordioso y de la ben-
lo, como emblema de vuestro triunfo; las adoro
dición eterna; después, durante la eternidad
en el Sacramento, como prenda de mi salud.
de la eternidad, se les cantará, se les adorará,
se les bendecirá en la a l e g r í a .
Esperando, siempre q u e las palabras de la I I . — A C C I Ó N DE GRACIAS.
consagración se escapan en su vuelo atrevido
que nadie detiene, hacer v e n i r al Cordero v i v o El amor de las Cinco Llagas.
sobre su trono, para constituirlo sobre el altar
en el estado de su inmolación eucarística, la É l ha sido sacrificado porque lo h a querido,
humanidad de Cristo, q u e se encuentra toda como el Cordero entre las manos de aquel que
entera bajo las especies con todos sus miem- le sacrifica. É l ha sido sacrificado y no ha
bros, se encuentra también con sus manos, sus abierto la boca para quejarse.
Conocemos el hecho de las Cinco Llagas. E s tado, de cada gota de sangre que corría, le ha-
necesario contemplar su amor para alimentaren bíais previsto distintamente, aceptado indivi-
nuestra a l m a los sentimientos de gratitud que dualmente, y le acompañabais del silencioso
reclama este admirable y dulcísimo misterio. cántico de amor que cantabais dentro de vues-
¿ Quién podrá comprender vuestro amor tro Corazón á vuestro Padre y de las palabras
cuando os dejasteis traspasar las manos, los secretas de perdón que derramabais sobre nos-
pies y el costado ? otros. Golpead, verdugos, herid, desgarrad;
bajo vuestra opresión, esta masa enrojecida
F u é el a m o r quien os hizo aceptar ese supli-
arroja sin cesar torrentes de amor más puro,
cio. E n v e r d a d que ellos os tenían sujeto, que
más ardiente y más dulce. Abrid esas manos
os habían amarrado con cuerdas; ellos eran el
que han trabajado tanto, esos cansados pies, y
número, ellos eran la fuerza; pero si Vos no lo
mostradnos el amor que les sostenía y les con-
hubieseis querido positivamente, ¿hubieran po-
ducía, que hacía esas manos tan benéficas, esos
dido teneros un solo instante? Vos os entre-
pies tan bellos y tan presurosos en correr al
gabais aunque ellos no quisieran aprehenderos.
socorro de todas las miserias. Abrid, abrid sobre
F u é vuestro amor quien os encadenaba. É l
todo su pecho, y que veamos descubierto ese
quien mantenía en la inacción las legiones im-
Corazón que animaba aquella vida, dedicada
pacientes de vuestros ángeles, dispuestos á ven-
por completo á hacer el bien, el foco de tantas
garos; él quien contenía vuestro poder, vues-
palabras de luz y de vida, la fuente de tanto
tra majestad, vuestra santidad y que reducía
amor y de tanta ternura, el centro de tantas
todos los derechos de vuestra divinidad á sufrir
virtudes humildes y sublimes, fuertes y dulces,
hasta el fin t a n odiosos tratamientos. Cada uno
tan humanas y á l a vez tan divinas.
de los malos tratamientos de vuestros verdu-
gos lo queríais y aceptabais libremente y por Vuestras Llagas, oh Jesús, son la grande lec-
amor; á cada golpe del martillo respondíais ción del amor que sufre por los que a m a , la
por un n u e v o latido de vuestro Corazón que lección de la paciencia en el sufrimiento.
gritaba: ¡ A m o r , más a m o r ! Y el sufrimiento Su vista es quien ha sostenido á los márti-
de cada m ú s c u l o roto, de cada nervio reven- res en los suplicios.
Sólo su vista puede dar la paciencia sobre- Padre por mil otros medios que sabe vuestra
natural en ese otro martirio, al cual estamos sabiduría infinita; pero V o s pensabais en mí;
expuestos todos, de las heridas, de las debi- Vos sabíais que y o sufriría y que debía padecer
lidades, de las enfermedades," con su cortejo la tortura del hierro y del fuego en mis miem-
necesario de dolorosas operaciones y de incli- bros y quisisteis darme ejemplo y valor. He-
naciones aun más dolorosas, de remedios inso- roico Jesús, de un solo golpe Vos habéis sufri-
portables y de humillantes sujeciones. do más que cualquiera criatura h u m a n a , y
Y o sufro cruelmente: mis nervios están ex- habéis tenido más dolor que el que todas juntas
citados violentamente; las crisis agudas se su- pudieran tener. Las manos y los pies perfora-
ceden y se prolongan; mi llaga está envene- dos, atravesados por gruesos clavos á fuerza
nada; yo me siento roer por estas úlceras; un de martillo, después de que los azotes han
fuego interior me consume, la fiebre me de- herido vuestras espaldas y descubierto vues-
vora. ¡ Cuán largos son mis días y cuánto más tras costillas; después que la corana, clavando
largas son mis noches! Muchos años ha que sus dardos en vuestra cabeza y en vuestra
estoy.en este tormento; ¿cuánto tiempo dura- frente, ha herido tan profundamente ese cen-
rá todavía? Meses, años tal vez, siempre qui- tro de toda sensación, destrozándola de dolor!
zás. ¡ Oh martirio! ¡ O h misterio c r u e l ! Sufrir, ¡ O h Jesús! ¡ O h Jesús! ¡ Y todo esto única-
siempre sufrir! Este es un infierno. ¿ Q u é he mente por mí! ¡ Y en un cuerpo tan delicado,
hecho yo para esto? ¿ L o he merecido más que tan sensible! ¡en un organismo tan perfecto!
otros ? ¡ Y todo esto sin tregua, sin alivio, sin que una
sola gota de agua haya refrescado vuestros la-
Á estas terribles cuestiones que mi razón no
bios, ni una sola gota de aceite mitigado el
puede resolver; á estas quejas que nada en el
fuego de vuestras L l a g a s , ni una sola gota de
mundo puede apaciguar, ¡ a h ! bendito y mil
vino fortificado vuestras carnes; sin que un
veces bendito seáis por haber dado la respues-
solo lienzo ó una sola venda haya ceñido esas
ta sufriendo primero por amor hacia m í , oh
Llagas y contenido esa sangre y sujetado esas
Jesús. Vos no merecisteis esos sufrimientos.
carnes destrozadas. ¡ A h , si se unen conmigo,
Vos podíais satisfacer la justicia de vuestro
de todos los tiempos y todos los lugares, los amor pronuncia el sí que triunfa de mí mismo
mutilados, los heridos, los sentenciados! A q u e - y del dolor y que á pesar de todo, os amo.
llos á quienes el cáncer, la úlcera, la lepra ó la Mas estos surcos en las manos y en los pies
grangrena devora incurablemente, todos aque- de Jesús son demasiado profundos para no ser
llos que están en el suplicio del sufrimiento más que los caracteres grabados de esta grande
corporal y ellos c o n m i g o , debemos confesar lección de la paciencia en el sufrimiento. V e r -
que nuestras torturas no son comparables á dugos, ¿qué hacéis, pues? ó mejor dicho, amor
las vuestras y que en la hora sola en que vues- que los obliga á hacer ciegamente tu obra,
tros pies y vuestras manos fueron atravesados, ¿en qué los empleas ya? Y el amor ha dicho:
habéis sufrido más que nosotros. ¡ Y todo lo Atravesad, herid, abrid más. Y o quiero que
padecisteis sin quejaros, sin enojaros ni contra estas Llagas sean un santuario y una fortaleza,
el m a l , ni contra los verdugos que os tortu- nn asilo y un refugio, un retiro y una morada,
raban, ni contra vuestros amigos que os aban- un puesto y un abrigo. Y o quiero que entren
donaban! ¡ Y era el amor quien os entregaba á allí, que habiten allí, que estén allí cómoda-
ese suplicio, el amor quien os mantenía en él mente, que se abriguen allí y que puedan
el amor quien cerraba vuestra boca á las que- ocultarse y desaparecer enteramente.
jas y derramaba en vuestro mirar aquella dul- Venid á mí todos los que sufrís, que estáis
zura, aquella paz, aquel abandono! ¡Gracias, apenados, alarmados, tentados, acusados, en-
gracias, oh Jesús! Y o tengo el secreto de mi gañados, traicionados, calumniados, descono-
sufrimiento, el remedio á mi impaciencia: tengo cidos, despreciados, vacilantes, amenazados,
la respuesta á mi razón preocupada y á los perseguidos, abandonados, agobiados, atemori-
gritos de mi naturaleza que sucumbe. ¡Que y o zados, desesperados; vosotros, cuyos ojos lloran,
os v e a , y basta! Si me quejo más, si lloro, si cuyo corazón sufre, cuyo espíritu está sumer-
desfallezco, á lo menos que mi mano opri- gido en las tinieblas, cuya alma está bañada en
miendo vuestra imagen, que mis labios besando la amargura, y la vida rota para siempre;
vuestras Llagas, que mis ojos fijos en Vos os vosotros los que no veis por todas partes más
digan que y o acepto todo por Vos y que mi que espantosas tempestades, ó un silencio aun
más desolador; quienes quiera que seáis, cual- vuestras Llagas, oh Jesús, aun ese Crucifijo no
quiera que sea vuestro dolor y su duración y es más que una imagen y un recuerdo; necesito
su causa; que lo hayáis merecido por vuestros más: vuestras Llagas con la Sangre, con el
pecados ó que sólo sea una prueba, venid á mí. amor, vuestras Llagas con Vos mismo, Vos
N o desesperéis, no os condenéis; cesad de des- que habéis sufrido y que me habéis amado! Y
cender hacia el abismo; ó si el abismo os llama el amor ha prevenido este deseo y satisfecho
inexorablemente, arrojaos en el abismo de mis esta necesidad de mi Corazón! E n la Hostia,
Llagas y de mi Corazón! mi Corazón os está bajo el velo Sacramental, el Salvador guarda
abierto. Y o os espero allí con las manos abiertas en sus manos, en sus pies y en su costado las
llenas de bálsamos saludables. ¡ Y o los verteré llagas de su Pasión; ellas permanecen abiertas
sobre vuestros dolores, con una atención y una y continúan destilando su bálsamo compuesto
delicadeza y una paciencia que la mejor de de la sangre, del sufrimiento y del amor de
las madres ignora para su hijo, ni el más ca- Jesús, y ellas nos lo aplican. Y estas Hostias
ritativo de los médicos para su enfermo de pre- están por todas partes; estas Hostias os siguen,
dilección! os envuelven y os contienen, y son, en verdad,
el Jesús que ha sufrido por vosotros, y es él
¡Oh palabra de vida, de paz, de esperanza y
mismo quien os presenta abiertos, hospitalarios
de salud para mi pobre alma culpable y des-
y seguros esos refugios tan sagrados y dulces.
graciada! Pero ¿donde estáis, Jesús? ¿Acaso
Entrad en ellos por la comunión; penetraréis
me esperáis en el Calvario de Jerusalén? ¿Acaso
mucho más por la comunión en las llagas del
en el cielo deberé buscar vuestras Llagas para
Salvador que lo que penetraron los clavos y la
refugiarme en ellas? ¡ O h Jesús! ¡Nosotros esta-
lanza del centurión; entraréis en ellas más pro-
mos muy lejos del Calvario y mucho más lejos
fundamente que Tomás. Besad en espíritu la
del cielo todavía! ¿ N o podremos encontrar
entrada de estos saludables retiros; pegad vues-
vuestras Llagas en^el mismo lugar de nuestros
tra boca á esas venas de una agua tan límpida
sufrimientos, y á nuestro lado, cerca de nos-
y tan fresca; dejad esas fuentes puras correr
otros? Y si solamente el Crucifijo bendito me
sobre vosotros y cubriros; bañaos en esas aguas
ofrece el ejemplo, y la gracia, y el refugio de
li
de vida; verted sobre vuestras llagas la esencia Llagas con sus crueles sufrimientos; pero es el
de esas rosas encarnadas; en fin, reposa y gus- pecado quien las causa; y por expiar los pecados
tad en ellas cuán dulce es el Señor. Haced á cometidos por las manos, por los pies y por el
menudo, haced todos los días esta consoladora corazón del h o m b r e , las recibís en vuestras
experiencia; pero tened fe y confianza, y bende- manos, en vuestros pies y en vuestro corazón.
cid con los acentos de la verdadera gratitud á Así, pues, en las Llagas de vuestras adorables
la Hostia de las Cinco Llagas, á la Hostia del manos debo ver la gravedad de los pecados
sufrimiento, aceptada y deseada y llevada por cometidos por mis manos, en las de vuestros
amor, la Hostia en que el Salvador os da todas sacratísimos pies comprenderé el mal de los
las gracias, todos los ejemplos, todas las virtu- pecados, cuyo instrumento son mis pies; y
des de su sufrimiento; la Hostia que os rendirá considerando vuestro Corazón abierto por la
la paciencia y la resignación, la fuerza y la es- lanza, comprenderé la iniquidad y los crímenes
peranza, la Hostia que habrá sufrido vuestros de mi Corazón; y la sangre, el sufrimiento y
propios dolores con vosotros, en vosotros y la virtud de estas Llagas purificarán mis accio-
más que vosotros, uniendo á sus Llagas vues- nes, mis pensamientos y mis afectos.
tras llagas, todas vuestras llagas, las de vuse- Hemos elevado nuestras manos en nuestro
tros miembros y las de vuestra alma, para loco orgullo—manus nosíra excelsa;—y hemos
curarlas, santificarlas y hacerlas fecundas. dicho: ellas están libres de todo y u g o ; ellas
hacen maravillas de poder; nada las detiene:
ellas penetran las montañas y suprimen los es-
III.—PROPICIACIÓN.
pacios; ellas arrojan en la urna el voto que hace
la autoridad de las leyes y las de los gobiernos
La expiación de las Cinco Llagas.
populares: ¿tenemos otro Dios á quien adorar
que la obra de nuestras m a n o s ? — Y á causa de
« E l ha recibido estas Llagas á causa de nues-
este orgullo que el hombre saca de las obras
tras iniquidades; ha sido maltratado á causa
de sus manos, las vuestras, oh Jesús, que son
de nuestros crímenes.» las del Dios Criador, las manos omnipotentes,
Es vuestro amor, oh Jesús, quien acepta estas
las manos que tienen las riendas del gobierno V e i l a s bajo la tensión de la crucifixión, ex-
de los mundos, están ligadas, sujetas, clavadas tendidas, abiertas, dejando correr liberalmente,
en la impotencia, el sufrimiento y la ignominia. con su sangre, la vida, el perdón, la salvación.
Vuestras manos están sumergidas en la — P a r a expiar el pecado de las manos avaras
pereza; están cargadas de joyas, de perlas y de que siempre atesoran y siempre permanecen
anillos de oro; han triunfado de su fineza y de cerradas á las necesidades del pobre y del
su blancura; han sido un instrumento de pe- huérfano.
cado; lavadas en los perfumes, se han man- Ellas han sido fijadas á este leño por las
tenido en la molicie, huyendo del trabajo que manos inmundas de los verdugos.—Para expiar
hubiera podido quitar un tanto cuanto su el crimen de los pecados sacrilegos, el crimen
suavidad y brillo; y lo que es más, se han he- de las manos de Judas, que fué el primero en
cho impuras, sucias y criminales.—Y por esto comer indignamente vuestra Eucaristía, y de
es que las vuestras, oh Jesús, vuestras purísi- todos los de su raza, que desde que estáis en el
mas manos, después de haber sido maltratradas Sacramento os han sacrilegamente tocado, co-
y encallecidas en los rudos trabajos de treinta mido y profanado.
años, están hoy heridas y desgarradas: el lodo
¡Jesús! así es que en el sufrimiento, la igno-
se mezcla á la sangre; y por todo atavío, ellas
minia y la transfixión de vuestras manos ex-
ostentan los enormes clavos que las atraviesan
piáis todos los crímenes cometidos por las ma-
de parte á parte.
nos del hombre. ¡ A h ! dejadme besar vuestras
Las manos del hombre se han entregado á manos traspasadas: ellas se extienden hasta mis
la violencia; han sido el instrumento de la labios en la Hostia sagrada; dejadme que
venganza, de la cólera y del asesinato.—Y para aplique mis manos, para purificarlas, contra
expiar estos crímenes y lavar toda la sangre vuestras manos Y o os pido perdón por la
injustamente vertida, vuestras manos, siempre Llaga de vuestra mano derecha y por la L l a g a
dulces, benéficas y saludables, vuestras manos, de vuestra mano izquierda, por todos los peca-
oh Jesús, son heridas, traspasadas y ensan- dos que por mis manos he cometido.
grentadas. Vuestros pies, el Profeta los había percibido
gestos de los bailes, en que la concupiscencia
sobre la cima de los montes, cuando os veía y el libertinaje encuentran en el hogar domés-
venir como heraldo de la buena nueva; ¡cuán tico, como en las escenas públicas, tan abun-
bellos, deslumbrantes, ágiles, fuertes, intrépi- dante alimento. Todos los pasos que el pecador
dos.é infatigables eran! N o temían ni las espinas da para satisfacer los fines, y de los que cada
de los zarzales, ni las asperezas de la piedra; uno renueva su crimen, renovando su resolu-
desafiaban al frío y al lodo, al sol y al polvo, ción de cometerlo; todos los deseos, todos los
á los sudores y á las fatigas. Ellos siguieron el ardores que alimenta para afianzar su presa;
camino recto y justo, sin declinar jamás en el todas las genuflexiones hechas en otro tiempo
sendero de la iniquidad; sus huellas marcan el ante los ídolos del paganismo, y todas las que
camino seguro, y quien las sigue no marcha reclaman los ídolos de carne de un mundo
e n las tinieblas. Y ahora vedlos cubiertos de convertido en pagano, y todas las que, por lo
u n lodo rojinegro, formado de polvo y de san- contrario, se os rehusan en vuestros templos
g r e coagulada; están deformes, desgarrados, en que residís, sin embargo, A m o r de los amo-
destrozados y horriblemente agujereados; ellos res, Belleza de las bellezas, único Dios verda-
están clavados sobre la Cruz y guardarán para deramente adorable; todos estos pecados, todas
siempre los estigmas de aquella hora de supli- estas manchas, todas estas abominaciones, to-
cio y de vergüenza. das estas apostasías, cuyo signo es el pie del
¿ Q u é es, pues, esto, oh Jesús! V o s habéis hombre, órgano ó instrumento, habéis acep-
debido expiar por las redes tendidas por la tado expiarlas, sufrir su castigo, pagar su deuda
maldad á los pies de los sencillos; por las caídas á la justicia de nuestro Padre, y por esto, oh
ocasionadas por las piedras de escándalo, dis- dulce V í c t i m a , vuestros pies son ligados, cru-
puestas por el perverso bajo los pies de la ino- cificados, traspasados. ¡ O h , cuánto deseo be-
cencia. V o s habéis expiado por el orgullo en sar vuestros pies con Magdalena y María y
e l andar y por la impaciencia—apostata terit con todos los Santos é inundarlos con mis lá-
pede;—por la vanidad que triunfa de una forma grimas de arrepentimiento! Jesús, por las Lla-
agradable, de una gracia lasciva. V o s habéis gas de vuestros pies sacratísimos, dejadme que
pagado por todos los pasos y las posturas y los
venere y bese con amor vuestra Eucaristía, y ñas del bautismo; lava el corazón de sus man-
cuya sangre y sufrimiento corran en mi alma chas originales y le da la pureza p r i m i t i v a ; el
por la comunión, como un remedio de vida; río de sangre serpentea á través del mundo en
Jesús, purificadme, purificadme. los cálices sagrados de los altares, y da la pu-
Si los pies y las manos son los instrumentos reza activa y meritoria, la pureza que se pu-
de tantos pecados, ¿ n o puede decirse que el rifica más y más cada día, y que llega á ser la
corazón participa de todas las faltas que el perfecta pureza.
hombre comete ? ¿ N o es el órgano de las afec- Corazón purísimo de Jesús, fuisteis traspa-
ciones? ¿No es la afección mala y desordenada sado para lavar en ese río de sangre y agua
á las criaturas, á los bienes sensibles, lo que nuestros corazones cargados, torpes y carnales
constituye la malicia esencial del pecado? T a m - que se han embriagado de la afección sensual
bién vuestro Corazón, oh Jesús, ha comenzado y que habiéndoos olvidado totalmente han
por los pecados del corazón una expiación se- pervertido vuestros mejores dones. ¡Desbordad,
creta desde su formación en el seno de M a r í a ; desbordad vuestras olas purificadoras sobre
también ha sufrido su Pasión propia en G e t - nuestros corazones perdidos, depravados y co-
semaní, donde sufrió en las angustias de la rrompidos , focos ardientes de tantos males!
tristeza, del espanto y del f a s t i d i o l l e v a d a s ¡Corazón amantísimol la lanza os atraviesa
hasta la agonía, el castigo merecido por los de parte á parte para que vuestro amor, vues-
crímenes de nuestros corazones. Mas era pre- tra condescendencia, vuestra bondad, vuestra
ciso que esta Pasión fuese manifiesta y que el generosidad, derramándose con vuestra San-
tesoro de expiaciones reunido en vuestro Co- gre en esas ondas límpidas y rojas, paguen la
razón pudiese ser distribuido; por esto permi- deuda ingrata de nuestros corazones, cerrados
tisteis que vuestro costado fuese atravesado por el egoísmo, endurecidos por el odio, de-
por la lanza, y vuestro Corazón abierto: dos vorados por la envidia, insensibles á las nece.
fuentes brotaron de ellos entonces y no cesarán sidades de los demás y sensibles solamente á
de correr jamás; ellas han formado dos ríos la ruina de los otros, para regocijarse de ella.
de pureza. E l río de agua corre en las pisci-
¡ Corazón humildísimo de Jesús! la lanza os
2X8 LAS CINCO LLAGAS-

destroza para que vuestra humildad y vuestra perder mi corazón en la Llaga hospitalaria de
dulzura caigan á torrentes, para destrozarlos vuestro Corazón, y deciros: Piedad, piedad por
de arrepentimiento, sobre nuestros corazones los pecados de mi corazón, á causa de los su-
orgullosos, ambiciosos, insaciables, incrédulos, frimientos y de las humillaciones del vuestro.
desconfiados, disimulados, perversos é hipócri-
tas, idólatras de sí mismos y rebeldes á Dios, IV.—SÚPLICA.
obstinados, endurecidos é impenitentes, fijos
en el mal y más duros que el granito. Los frutos de las Cinco Llagas.
P o r todos estos crímenes, cuyo principio,
centro y medio son nuestros corazones, os pido Y o derramaré sobre la casa de David el es-
perdón, ¡oh Corazón traspasado de Jesús! y os píritu de oración; y ellos se volverán para orar
ofrezco en expiación las ansiedades, las angus- hacia A q u e l que hayan traspasado.
tias, los terrores, los temores de vuestro Cora- Los frutos de las Cinco Llagas son innumera-
zón ; sus tristezas y sus disgustos en Getsemaní, bles; ¿no resumen vuestras Cinco Llagas toda
sus sufrimientos y su agonía sobre la c r u z , la vuestra Pasión, oh Divino Cordero! Los prin-
l l a g a profunda que lo penetró, la sangre y cipales puntos son tres:
y a g u a que brotaron de ésta. N o por un sim- i.° E l poder de la oración.—Jesús había co-
ple deseo, ni una pura ficción de mi espíritu, menzado desde su venida al mundo su oficio
sino en realidad os ofrezco, oh Jesús misericor- de mediador y de sacerdote , orando sin inte-
d i o s o , vuestro propio Corazón en la Hostia rrupción. A u n q u e heroico y sublime en todo,
Eucarística en que v i v e siempre atravesado; ha querido unir á las oraciones de sus deseos
os l o ofrezco á la hora de su inmolación sobre la de sus sufrimientos; su cuerpo se ha conver-
la piedra del Sacrificio; os lo ofrezco en sus tido en bocas de oración; á la voz de sus sus-
largos anonadamientos en el Tabernáculo per- piros, de sus gritos y de sus lágrimas, ha unido
p e t u o ; os lo ofrezco en mi alma cuando ha- la voz de su sangre, de sus carnes desgarra-
biéndole recibido pueda unir y mezclar mi das, de sus manos, de sus pies y de su Corazón
c o r a z ó n culpable á vuestro Corazón inocente, traspasados: y esta doble oración ha acabado
de vencer la justicia de Dios y nos ha obtenido las sumerge en la Llaga más profunda de su
el pleno perdón. Corazón ; allí se purifican, se hacen santas, fe-
C o m o Pontífice por toda la eternidad, Cristo cundas y omnipotentes, participan de la ora-
continúa en el cielo su oficio de oración, y por ción del Soberano Sacerdote y participan de
sus Llagas continúa orando. E l las muestra al la virtud y el valor de ésta, y se hacen la ora-
Padre y le interpela en favor nuestro, obligán- ción de Jesús mismo. ¡Oh dulce misterio de la
dole á derramar sobre el mundo todos los do- intercesión por las llagas de mi Jesús!
nes, todos los socorros que nos han adquirido D e h o y en adelante por vuestras llagas ora-
sus Llagas, sus dolores, su Pasión y su muerte. ré también, oh Divino Sacerdote. L a s presen-
Además, para añadir á esta mediación triun- taré á Dios siempre abiertas y suplicantes en
fante la potencia de una oración de nuevo hu- todas las Hostias del mundo. ¿Qué podéis rehu-
millada, abatida, anonadada, Cristo vuelve á sarme entonces, Vos que habéis dicho : « T o d o
descender á la tierra; recubre sus Llagas glo- lo que pidiereis á mi Padre en mi nombre os
riosas de la obscuridad y de la debilidad del será concedido ? »
Sacramento, y Dios oye de nuevo sobre la Pues bien, y o os pido en vuestro nombre,
tierra la oración del Sacrificio y de su H i j o en vuestro nombre de sangre escrito en vues-
m u y amado, renovada en los abatimientos y tras Llagas en el Calvario, en vuestro nombre
anonadamientos de la Hostia. Mas al venir de poder brillante, en vuestras Llagas en el
aquí abajo, vuelve á tomar su ministerio de cielo, en vuestro nombre de amor grabado en
la oración, el Salvador quiere asociarnos á vuestras Llagas en el Sacramento: Jesús, por
E l , y viene para dar pureza, ardor y fuerza vuestras Cinco Llagas escuchadme.
á nuestras oraciones, uniéndolas á las suyas. 2.° E l Apostolado del s u f r i m i e n t o . — T a l es
E l está, pues, allí en el Sacramento, como el segundo fruto que producen las Llagas de
Pontífice de la oración universal; E l inspira y Jesús.
sostiene y después recoge y se apropia todas Cualquiera que sufre, puede, si quiere, y es
nuestras oraciones, todos nuestros votos. L o s de su deber quererlo, cooperar en una medida
recoge en las profundas Llagas de sus manos; c u y a magnitud sólo Dios conoce, pero que es
unión. H a y también la oración, sobre todo la
siempre real y muy grande, á la salud del
que se hace ante la Hostia á las Cinco Llagas,
mundo; continuar la redención comenzada en
en que el alma, considerando los sufrimientos
el Calvario, y que no terminará sino hasta el
de Jesús, encuentra fuerza para sufrir, aceptar
último día; á salvar almas, avanzar el reino de
y aun amar sus propios sufrimientos. E l últi-
Dios, hacer retroceder á Satanás, ayudar á los
mo medio es aceptar con resignación, por amor
obreros del Señor; á sostener á la Iglesia de la
á E l , por compasión á sus sufrimientos, y
tierra en sus combates, consolar la Iglesia que
aun simplemente para expiar nuestros pecados,
sufre en el Purgatorio, y hacer salir de él á las
pagar nuestra deuda y merecer el Paraíso, los
pobres almas; á regocijar y glorificar á la Igle-
sufrimientos que se digne hacernos padecer.
sia del cielo; para esto, para trabajar m u y real
Mientras m a y o r sea esta resignación en vista
y eficazmente á todas estas grandes obras, basta
de Jesús y por su a m o r , más estrecha hace la
unir sus sufrimientos á las Llagas de Jesús y
unión con E l . E s preciso procurar renovar á
sufrir en unión con el Salvador. Esta unión
menudo los actos.
está al alcance de todos: no exige nada de
difícil; los más simples, los más ignorantes de H e ahí todas las condiciones del apostolado
los que sufren pueden realizarla. L o que exige por las Cincos Llagas. ¡Cuán fáciles nos las ha
desde luego es el estado de gracia y que esté hecho vuestra condescendencia!
exenta el alma de todo pecado mortal, por- ¡ L o que entonces sucede es magnífico, su-
que para unirse al Cristo v i v o es preciso ser un blime! D e Jesús y del paciente se hace un solo
miembro vivo; pero ¿quién no puede, con a y u - ser, una sola persona; el paciente presenta á
da de los sacramentos, guardar su alma en es- Jesús todos los sufrimientos aceptados de sus
tado de gracia? Después es preciso estrechar miembros; Jesús vierte las virtudes y los mé-
la unión entre nuestros sufrimientos y los su- ritos infinitos de sus Llagas; y aún más, Jesús
yos, nuestras llagas y sus Llagas, por la comu- se apropia estos sufrimientos; el paciente le da
nión hecha á menudo, frecuentemente, todos miembros en los cuales E l se ha encarnado de
los días; eso es lo más fácil, lo más dulce y nuevo, y es Jesús quien sufre con el paciente,
también el más poderoso medio de fortificar la Jesús quien le santifica, Jesús quien deifica sus
sufrimientos: Jesús renueva entonces y ex- graciados de los que sufrían males tan terri-
tiende su Pasión, y la Pasión de J e ^ t o d a bles! P e r o desde que habéis tenido llagas,
satisfacción dada á Dios, toda paz rendida a la desde que habéis "sido nombrado leproso, el
último de los hombres y el gusano de la tierra
^ h l Todos vosotros los que sufrís, vosotros y que bajo estas Llagas se os ha visto atraer las
miradas complacientes de Dios y excitar la
admiración de los Á n g e l e s ; desde que por me-
dio de estas Llagas habéis rescatado al mundo
y curado las llagas espantosas de nuestras al-
mas; desde que estas Llagas han sido súbita-
mente curadas, sanadas, transfiguradas por la
gloria de la resurrección, y que las cicatri-
ces que habéis querido conservar brillan como
joyas deslumbrantes en vuestras manos y en
Tsdesia lo que falta á sus sufrimientos, es decir
iglesia iu nú esDera nuestra vuestros pies, ¡ a h ! desde ese día las llagas hu-
lo que para ser aplicado a ella esper
manas han perdido su horror; se han hecho

SSafeSES
conmovedoras, dignas de piedad y aun dignas
de desearse; y se ha visto á aquellos que no
las padecían desearlas ó considerarlas como un
honor perdido, y darse una compensación
cuidando las llagas, dedicándose á los heridos,
á los leprosos, á los apestados y á todos los
que padecen el mal.
vino Crucificado 1 antes que se os hubiese vis
Divino Maestro, á Vos es á quien se v e en
esas pobres víctimas del sufrimiento, á Vos á
quien se busca y á Vos á quien se encuentra
en ellas. Se os ha buscado en la mañana bajo
15
las apariencias del Sacramento, se os busca
de los pobres estropeados, de los pobres ul-
bajo las apariencias del enfermo para continuar cerados, de los pobres leprosos, de los pobres
la comunión y prolongar el encuentro con incurables, por amor vuestro, por]abnegación
Vos; V o s os habéis dado en la comunión en por la Iglesia, y por caridad por los miembros
el amor, en la paz, en los goces íntimos del que sufren, heridos y traspasados de vuestro
alma; se siente la necesidad de haceros una Cuerpo sacrosanto.
acción de gracias, devolviéndoos amor por
amor en el servicio de vuestros miembros que
sufren. ¡Siempre la comunión, siempre la pre-
sencia real, siempre V o s , oh hombre de dolo-
res, leproso desechado de todos, gusano de la
tierra pisoteado!
Las apariencias que os ocultan en el en-
fermo son á veces más obscuras, más abyectas,
más difíciles que las que os ocultan en el Sa-
cramento; pero esto no es negocio de aparien-
cias: la fe las mira, el corazón las descubre, y
os encuentra á V o s , sólo á V o s adora, ama y
sirve.
¡ O h Jesús! ¡Jesús traspasado! dadme por
vuestras amables Llagas, dad á muchas almas
que os amen bastante, que crean bastante en
Vos, para q u e adorándoos y recibiéndoos pri-
mero en el dulcísimo Sacramento de vuestras
llagas, se entreguen en seguida con generosi-
dad y constancia á ese ministerio sublime y
santificante entre todos, de los pobres heridos,
quedar con nosotros. E s un estado escondido,
oculto, anonadado; Jesús está oculto a l l í , no
sólo á la razón, sino también á los sentidos; y
esta manera de estar le abate y le humilla,
EL ESTADO EUCARISTICO. pues no es accidental ni pasajera, sino estable,
permanente, invariable; ella constituye el fun-
damento del estado Sacramental, y el principio
I.—ADORACIÓN. de donde descuellan todas las conscuencias de
este estado, tanto por lo que toca á Nuestro
El Anonadamiento (1). Señor, cuanto por lo que toca á nosotros.

Vere tu es Deus absconditus, Deus Is- ¡ A d o r a d este estado misterioso; contem-


rael Sahator. {Is., XLV, 15.) pladle ! E l se compone de varios elementos
Vos sois verdaderamente un Dios que concurren todos á hacer más profundo,
oculto., oh Dios Salvador de Israel. más completo el anonadamiento á que se re-
duce Nuestro Señor; pero también á mostrar

P
ODORAD á Nuestro Señor, verdadera- la grandeza del amor que le obliga á anona-
V | mente presente, Dios y Hombre en darse así, y la necesidad de esta virtud de hu-
§ el Santísimo Sacramento, y supli- mildad, garantía de todas las demás, de las
cadle que os permita estudiar, compren- cuales da por esto imperecedera y clara lección.
der y honrar el estado que ha escogido para
E l anonadamiento eucarístico es, en primer
lugar la obscuridad: la santa Hostia, que nada
( i ) San Pablo ha llamado anonadamiento — e x i n a n i - tiene de brillante, oculta la gloria con que bri-
v i t s e m e t i p s u m — a l estado humano del Verbo. E l carde-
lla en el cielo, como debió brillar también aquí
nal Franzelin refiere en su admirable Tratado de la Euca-
abajo la humanidad de Cristo resucitado.
ristía,, dos testimonios de San Gregorio de Nysse y de San
Cirilo, en que al estado eucaristico se le da el mismo T a m b i é n la ausencia de forma que oculta la
nombre, exinanitio, y demuestra que este es el término belleza encantadora del rostro, de la presencia,
que conviene mejor para designar el estado del Verbo de toda la humanidad de Jesús. L a Sagrada
encarnado en la Eucaristía.
Hostia presenta en el exterior un pedazo de en el flanco de ciertas montañas y que se ex-
pan, cosa m u y c o m ú n , sin ningún atractivo tienden á profundidades que no pueden ima-
para la vista, y tan vulgar que no podría lla- ginarse, haciendo la noche que reina en ellas
mar la atención. más y más espantosa: así el Señor, el Altísimo,
T a m b i é n la inacción, la inercia, la impoten- parece no estar j a m á s bastante retirado, ni bas-
cia, la privación de todo lo que compone, acusa tante abatido, ni bastante oculto; y añade el
y manifiesta la vida: ni sensibilidad, ni movi- silencio á la obscuridad, la inercia á la quietud,
miento, ni mirada, ni palabra, ni acción exte- la impotencia á la dependencia, para ocultarse
rior; nada de usos, nada de las relaciones de la y anonadarse más.
vida; sólo la dependencia y la inerte pasividad T a l es el estado eucarístico, el anonada-
de la materia. miento sacramental. Y este estado, escogido
P o r último, el estado de muerte, del sepul- libremente por el Salvador, meditado desde
cro: sí, Jesús está allí profundamente sepul- toda la eternidad por su sabiduría, obra maes-
tado, cubierto, desparecido; es menos aparente tra de su omnipotencia, que ha debido, para
que el cadáver humano que guarda en sus realizarlo, multiplicar los prodigios; este estado
perfiles el vestigio de la vida; y las santas es- Jesús lo ha revestido por amor y se ha unido
pecies no tienen ni un signo, ni un nombre á él para siempre. E l lo ama y durará tanto
que permita distinguir entre la Hostia consa- como la Eucaristía; y esto á pesar del escán-
grada y la que no lo está, como se distingue dalo de muchos, á pesar del abuso que hará de
de una piedra profana en una necrópolis la él la malicia humana para olvidar lo que es
piedra que cubre un despojo humano. debido á este Dios oculto, ó para insultarle
allí libremente.
L a muerte, el estado de muerte: he ahí,
p u e s , en suma, de lo que se compone el ano- ¡ A h ! vosotros á lo menos adoradle. Sabed
nadamiento eucarístico del Salvador: ¿se puede en este estado humillante reconocer á vuestro
encontrar velo más espeso, retiro más profundo, Salvador y á vuestro Dios, compensadle, ala-
misterio más impenetrable? badle, decidle con todo el amor de que sois
H a y cavernas que se suceden unas á otras capaces: ¡ O h Dios S a l v a d o r ! Vos estáis ver-
daderamente oculto: ¡ y o os reconozco y os
adoro como mi Dios! B a j o esa obscuridad II.—ACCIÓN DE GRACIAS.
adoro vuestra majestad y vuestra gloria; bajo
esta apariencia simple y c o m ú n , la hermosura Obra del amor.
del más hermoso de los hijos de los hombres
y el rostro que arrebata á los ángeles; bajo Dilexit me et tradidit seipsum pro
esa inacción, la actividad del Dios Criador y me. (Galat., 11, 20).
de la Providencia que gobierna al mundo; bajo Me ha amado y se ha entregado
esa impotencia, la potencia misma del V e r b o por raí.

encarnado, á quien ha sido dado todo poder


en el cielo y en la tierra; bajo ese aspecto de Siendo la Eucaristía la obra por excelencia,
muerte, la vida plena, perfecta de la Divinidad y una obra de amor cada una de sus maravi-
y de las personas de la adorable Trinidad; la llas, de sus aplicaciones y de sus manifestacio-
vida del alma, del cuerpo y del Corazón de nes, es preciso atribuir al amor, pero al amor
Jesús; la vida activa, celosa, ardiente y amante más poderoso del Salvador, la maravilla de su
del Pontífice que ora sin cesar, del abogado anonadamiento eucarístico, fundamento de
que nos defiende, del Jefe de la Iglesia que la todo el Sacramento.
rige y protege, del Padre y del Salvador de — ¿ C u á l es, pues, el designio de vuestro amor,
nuestras almas; en fin, en esa nada, oh Jesús, anonadándoos bajo el velo de las especies de
y o adoro al que es todo. pan?
— Y o quiero estar contigo por todas partes;
con el rico y con el pobre, con el hombre de
los campos y con el de la ciudad, en este con-
tinente y en el otro, por todas partes en que
haya hombres que ayudar, que proteger y que
consolar: ¿podría y o hacerlo sin tomar este
estado sacramental que ocupa tan poco lugar,
que me hace tan pequeño, tan reducido que el
menor espacio me basta, y que el tabernáculo que la fuente abierta en mi Corazón sobre el
mas pobre no está en demasiada oposición con Calvario no se agote, que sus ondas, brotando
mi desnudez? sin cesar bajo la acción del sacrificio, sumerjan
Quiero que tengas confianza en m í , que te el cieno del crimen y cubran al mundo de un
atrevas á aproximárteme, á pedirme, á ha- flujo perpetuo de gracia y de salud.
blarme sin temor; quiero no sólo tu respeto Pero ¿ qué sacerdote se atrevería á inmolar-
sino tu amistad, hacérteme familiar, como el me para continuar el sacrificio de mi muer-
hermano lo es á su hermano, como el hijo á te, si debiera renovar o s t e n s i b l e m e n t e ^ con
su padre; aun más, quiero que tus mismos pe- efusión sensible de sangre mi cruel Pasión?
cados, tus manchas antiguas y las que te man- ¿Quién se atrevería á subir sobre este Calvario
chan más, no te impidan recurrir á mí para donde quiero atraer á mí á todos los hombres
implorar la gracia y el perdón: ¿lo obtendría para purificarlos en mi sangre, si debiera asis-
y o y te atreverías tú á hacerlo, si me presen, tir á las escenas espantosas en que mi carne
tase á ti en el esplendor de mi majestad, en el debía de ser flagelada, desgarrada, crucificada,
brillo de mi santidad, con la centelleante mi- y en que la sangre hirviente debía brotar de
rada del Soberano Juez, rodeado de las legio- mis manos y de mis pies traspasados ?
nes de ángeles que acompañan al R e y °del
Sin embargo, este sacrificio te es necesa-
cielo y de la tierra?
rio; es preciso que asistas á él y te pongas bajo
- G r a c i a s , ¡oh Dios oculto que tenéis piedad mi cruz, y me ofrezcas como víctima á mi
de mi timidez y proveéis tan paternalmente Padre.
a mi más grande bien! ¿ T e estremeces?—Mi a m o r - h a concillado
_ — Y o quiero ser la víctima perpetuamente todo: y o moriré, pero las especies ocultarán
inmolada por tus pecados, que renueva la ex- mi muerte y cubrirán la efusión de mi S a n g r e :
piación tan frecuentemente y en tantos luga- y o seré tu v í c t i m a , pero tan disimulada á los
res como se renueva el pecado: y o quiero la ojos de tu delicadeza, que mi sacrificio será la
obstinación del sacrificio, del perdón, contra más atractiva de las fiestas, en que aun el niño
la obstinación de la ofensa y del odio; quiero asistirá á él sin turbación.
- B e n d i t o seáis, oh Dios o c u l t o , que sabéis
tan bien aliar las necesidades de vuestra j u s t i - T o m a con confianza y c o m e con alegría. D u -
cia con las exigencias de m i debilidad. rante este t i e m p o , extendido en todo t u ser,
- Y o quiero ser t u a l i m e n t o y tu bebida. L a d e r r a m a r é en é l , con mi sustancia, mis virtu-
v i d a divina q u e t e he dado en el bautismo, des, mis cualidades, mis c o s t u m b r e s , mis per-
para mantenerse, necesita un a l i m e n t o divino- fecciones. Y o , y o te a l i m e n t a r é verdaderamente
para hacerte semejante á D i o s , es preciso que en mí m i s m o .
te alimentes de D i o s ; y o soy el Dios hecho — ¡ D i o s o c u l t o , y o c o m p r e n d o ahora v e r d a -
h o m b r e á q u i e n debes comer. S í ; es preciso deramente vuestros a n o n a d a m i e n t o s ! V o s m e
que m e recibas en persona, y que comas mi a m á i s , V o s m e amáis demasiado. V o s queréis
carne y bebas mi sangre, q u e te darán mi poseerme, hacerme el bien, c o l m a r m e de amor,
alma y sus v i r t u d e s , mi divinidad y sus per- daros ó mí y e l e v a r m e á V o s .
fecciones: acércate y come, propera et manduca ¡ V u e s t r a M a j e s t a d , vuestras g r a n d e z a s , mi
i P o r qué t e m e r ? ¿ T e turbas y retrocedes ? condición terrestre, mis debilidades, mis pre-
, t e a t r e v e s á morder en mi carne sangui- ocupaciones, todo es un o b s t á c u l o ! P e r o vues-
nolenta, á m o j a r tus labios en la sangre pur- tro a m o r h a triunfado de vuestras grandezas y
purea que se escapa de mis v e n a s ? H u y e s con de m i pequeñez, de vuestra majestad y de m i
horror, e x c l a m a n d o como los de C a p h a r n a u m : bajeza, y os h a hecho tal anonadándoos bajo el
« , E s o es m u y duro! ¿Quién, pues, puede comer velo del p a n , que os encuentro allí tal c o m o
carne h u m a n a y beber s a n g r e ? » t e n g o necesidad de poseeros, presente sin que
mi timidez desfallezca, inmolado sin que el
J A , h ! h u í e i r d ° ' h u y e s d e I a v i d a - Pero m í - aparato de la muerte m e espante, comido sin
ra o b i e n . Y o m e he hecho pan. M i carne y
que mis dientes mastiquen otra cosa que un
V conrfnt ^ CUerp ° e n t 6 r 0 '10 h e lucido pan sabroso.
pan n r n T ™ P ° C ° d e P a n " ^ r a , es ¡ S i h a y abatimientos que sufrir, éstos son
pan prueba, es p a n ; come sin temor, es el pan
para V o s ! ¡ L o s provechos son para m í ! ¡ A s í
sanos v T ' 6 q U C C ° m e n l o s n i ñ o s > l o s « t e - lo quiere v u e s t r o a m o r , y á vuestro a m o r no
a n o s y los p o b r e s , el pan de todos los días
resistís j a m á s !
y el amor del hombre exaltando al Dios abatido.
III.—PROPICIACIÓN. ¡ A h ! ¿Se podría creer, si no se supiera, que
el hombre caído es capaz de todas las perfidias,
Exceso. de todas las iniquidades, de todas las cruelda-
des, aun las más monstruosas? ¿ S i no se su-
¿ Quis credidit auditui nostrof... Vi- piese que el pecado es sinónimo de estupidez,
dimus eum etrion eran aspeetus Unde de ingratitud, de dureza, y que hace perder el
nec reputabimus eum!—Is., LUI, 4.
corazón al mismo tiempo que los sentidos ?
¿ Quién lo creyera ? L e hemos visto ¿Este velo que Jesús arroja con tan grande
sin forma y sin apariencia humana;
amor sobre su majestad no servirá más que
su rostro estaba desfigurado; se nos
ha aparecido como el último de los para hacerla desconocer y despreciar más? ¡ L a
seres y no hemos querido fijarnos en él. debilidad que abraza será el pretexto para abu-
sar de E l ! ¡Se añadirán á las humillaciones de
E l estado que crea á Jesús el velo eucarís- su estado las del ultraje y las de los tratamien-
tico es en verdad un estado de humillación, tos indignos; y Jesús, que tan bajo se ha colo-
de debilidad y de dependencia: es el anonada- cado ya E l mismo, se verá arrojado mucho
miento mismo. Pero como É l toma este estado más bajo todavía por nuestros desprecios, nues-
únicamente por amor á los hombres, para su tras ingratitudes y nuestro odio! Y así este
bien y s u ventaja, sin duda que los hombres primer exceso de amor que le ha arrastrado á
van por reconocimiento á dedicarse á consolar las profundidades del Sacramento, no servirá
tanto como puedan, á su Dios, arrastrado por más que para ahuecar un abismo más profun-
ellos a anonadamiento tal. A m o r , honor res- do y más horrible en que el hombre lo preci-
peto y triunfo van á emplear para exaltarlo y pitará bajo el peso de sus ingratitudes El
para rehacerle amorosamente una gloria, un abismo llama al abismo. ¡ E l abismo de las hu-
trono, una corte, una realeza. Esta será una millaciones voluntarias del Salvador llamará
lucha admirable entre el amor de Dios, aba- al abismo de las humillaciones del hombre in-
tiendo la majestad divina en favor del hombre g r a t o , endurecido y sin corazón!
¡ Q u é asunto tan á propósito para compadecer el j u g u e t e de los elementos á que la negligencia
al divino Anonadado del Tabernáculo! le abandona, y de los tratamientos del odio
Y si el amor ha previsto estos anonadamien- que le persigue.
tos, mucho más difíciles de aceptar que los pri- E l fuego, la humedad de agua, el polvo, la
meros, ¿será suficiente la vida y la eternidad polilla, la descomposición se unirán á los flancos
para comprender este amor y para pagarlo de del Dios oculto y abandonado; los más viles
alguna manera? insectos vendrán á mancharle con su contacto,
Pues bien: ved qué exceso de humillaciones y mientras que en sus tabernáculos tan poco
añade la ingratitud del hombre á las del estado visitados, la araña extenderá sus telas inmun-
Eucarístico, abrazadas tan generosamente por das, el gusano en el copón hara su presa de la
el amor del Salvador. Hostia que no se haya cuidado de renovar.
Porque está obscuro, sin brillo ni apariencia, E l odio dará el asalto con la negligencia
se le olvida, no se toma cuenta de É l , se le contra el vencido, el impotente, el anonadado
trata sin respeto ni atención; estamos en su del Tabernáculo. ¿No se necesita cargar humi-
presencia, y nos distraemos, nos fastidiamos, llaciones tras humillaciones sobre los hombros
nos dormimos, pensamos en todo menos en É l ; del Altísimo á quien el amor abate tan gene-
dejamos nuestro recuerdo, nuestras miradas rosamente, y escupir y cubrir de heridas ese
vagar por las criaturas, y ¿cuántas veces se le rostro del Dios tres veces santo cuyos ojos
ofende así, y en el momento mismo en que de- cierra el amor?
bería írsele á honrar? E l impío, y el francmasón, y el judío, y el
¡Oh, si E l se mostrase resplandeciente de ladrón, y el sacrilego, y todos los profanadores
gloria! ¡ o h , si sus ángeles apareciesen á su pueden apoderarse de É l , llevárselo, hacerle
lado!.... Pero n o , E l se confía á nuestro amor, servir para sus juegos sacrilegos y para sus
y éste le desconoce y le desprecia. furores; y será golpeado, destrozado, roto, piso-
Porque el velo eucarístico le priva de pala- teado y arrojado á las inmundicias.
bra, de fuerza y de acción; porque no puede ¡ Y será Él, siempre É l , É l en este fango, É l
ni defenderse, ni huir, ni pedir socorro, se hace en estas ignominias!
X6
¡Mas para que pudiera ser así, era preciso que sobre la tierra, sino sus enseñanzas y ejemplos.
tomara el estado Eucarístico; él ha previsto P u e s bien; sobre el estado de anonadamiento
este exceso , está liga más amarga que nuestro reposan y viven todos los demás estados que
odio debía verter en su cáliz, este exceso de pueden considerarse en el Cristo Eucarístico, el
abatimiento en el anonadamiento mismo! estado de pobreza y de obediencia, el de pacien-
Id, recorred la tierra; acercaos á todos los cia y dulzura, el de caridad y de abnegación.
Tabernáculos, abrid con respeto todos los copo- Sin el anonadamiento que reduce á Jesús á ser
nes en que gimen tantas Hostias abandonadas; la santa Hostia, á tomar el estado, á aceptar
seguid las que los malvados profanan, y ofre- libremente y á guardar por amor las condicio-
cedles vuestras lágrimas, vuestro amor y vues- nes y las consecuencias de este estado, todas
tras consolaciones. estas virtudes cesan al momento, de sernos tan
visible, tan perseverante y tan amablemente
IV.—SÚPLICA. enseñadas.
Pero h a y una virtud entre todas que resalta
Fruto de la Hostia. del anonadamiento Eucarístico, que brota de él,
que es su flor, su fruto, su aroma, su brillo, su
Hoc sentite in vobis guod et in Christo rayo, su consecuencia necesaria; una virtud tan
Jesu, qui cum forma Dei esset, semetip-
sum exinanivit. (Ad. PltiL, III, 5-) íntimamente ligada á este estado, que se con-
Tened los mismos sentimientos que funde con él: es la humildad.
el Cristo Jesús, que estando en la gloria L a humildad es la primera é inmediata ema-
de Dios, se ha anonadado por amor
vuestro. nación del estado Eucarístico: no puede verse
la Hostia sin ver allí al H i j o de Dios abatido
E l anonadamiento Eucarístico de Jesús es ante su Padre por amor, renunciando á sus de-
la raíz de todas las virtudes de que quiere dar- rechos por amor, sometido al hombre por amor,
nos lección y ejemplos perpetuos en su Eucaris- tan humilde á todas las miradas, de todas las ma-
tía. L a Eucaristía tiene por objeto continuar, neras, que la humildad parece ser la única cosa
en efecto, no sólo la presencia del Hijo de Dios que haya visado al tomar el estado Eucarístico.
Así es que podemos decir que, después del
señar sobre todo la humildad, y por la comu-
amor de Dios y del prójimo, no hay una virtud,
nión dar la gracia y fuerza más abundante-
como la comunión que tienda á producir más
mente que de cualquiera otra virtud.
directa y plenamente en el alma la humildad.
E s á la humildad quien enseñan ante todo Pedidle, pues, que haga obrar sobre vosotros
la contemplación y la adoración de la Hostia la virtud de su anonadamiento sacramental;
santa. pedidle la humildad y las demás virtudes
accesorias que viven de la humildad y q u e , en
Es el sacrificio y la reparación de la humil-
recompensa, la protegen y la desarrollan.
dad lo q u e el Salvador ofrece sobre todo á su
Padre por su estado sacramental, y lo que Extended sobre vosotros el velo que cubre á
opone á los desbordamientos furiosos y univer- Cristo en la Eucaristía, por el silencio sobre
sales del orgullo humano. vosotros mismos, sobre vuestras acciones y
vuestros méritos; ocultaos por la modestia en
Orad, pues, suplicad á Jesús que reproduzca
el andar, en el mirar, en el todo; ocultaos ha-
en vosotros la virtud dominante y esencial de
ciendo simple y obscuramente vuestro deber,
su estado Eucarístico; ¿no debe ser la humildad
rindiendo servicios sin afectación.
la virtud dominante y esencial de vuestra san-
tidad, y no la debéis considerar como un primer Anonadaos pensando poco en vosotros, aba-
principio sin el cual todas las demás virtudes tiendo toda fijeza, toda complacencia en vues-
serían inútiles, de tal manera que entra por tra excelencia de espíritu y de corazón, en
una parte preponderante en todas vuestras vuestras cualidades más ó menos notables.
virtudes, en todos vuestros deberes de estado, Descended más y más á las profundidades en
en toda vuestra vida moral y sobrenatural? que habéis de encontar al Cristo anonadado,
Porque ella es la virtud fundamental y nece- despreciándoos sinceramente á vosotros mis-
saria, y también porque el orgullo es principio, mos, practicando todos los deberes según los
causa y parte integrante de todos nuestros pe- movimientos de la humildad, obedeciendo,
cados, es por lo que el Salvador quiere por su abriéndoos á vuestros guías, aceptando ser diri-
e^ado Eucárístico, permanente y visible en- gido, conducido en todo, abatido y elevado,
sirviendo á todo como la Hostia: aceptando ser
discutido, j u z g a d o , calumniado, como la sa-
grada Hostia, como el Dios oculto.
E n fin, también como la Hostia, aceptad,
reducid vuestro corazón á pesar del rigor so-
brehumano de este sacrificio, á aceptar el ser
LA DIFUSION
desconocido, traicionado, abandonado, aun de
vuestros más caros, aun de aquellos á quienes
hayáis hecho mayores bienes; y como ella, re- DE LA EUCARISTÍA.
duciéndoos siempre, cediendo siempre, quered
absolutamente, sin reserva, pero sincera y
valerosamente, no ser nada en todo y por todo: ¡ P o r todas partes!
de este modo seréis uno con ella y viviréis en
ella; esto será el dolor y la muerte total, sí; I.—ADORACIÓN.
pero será también la vida perfecta y la per-
fecta felicidad. E l velo que anonada á Jesús y Ponant tabernaculum meum in medio
vestri, et non abjiciet vos anima mea;
le entrega á la maldad de los hombres, le hace ambulabo inter vos et ero Deus vester,
al mismo tiempo invulnerable, y le retira en la vosque eritis populus tneus.
E l e v a r é mi tienda en medio de los
alegría y la gloria de su P a d r e ; este velo os
v u e s t r o s , y mi corazón no se cansará
cubrirá también; dejando todo lo que sois hu- j a m á s de vosotros. Y o marcharé entre
v o s o t r o s ; y o seré vuestro D i o s y v o s -
manamente á la humillación y al dolor, sobre-
otros seréis m i pueblo.
naturalmente viviréis en la alegría y la gloria {lev., XXVI, 11-12.).
de Jesús, en su paz y en su amor, en su Cora-
zón y en su Hostia. fUESTRO Dios, vuestro Salvador, la luz,
el socorro, el perdón, el consuelo, en
una palabra, Jesús en el Sacramento
está bajo vuestros ojos, enfrente de vos-
otros: para encontrarlo sólo habéis tenido que
discutido, j u z g a d o , calumniado, como la sa-
grada Hostia, como el Dios oculto.
E n fin, también como la Hostia, aceptad,
reducid vuestro corazón á pesar del rigor so-
brehumano de este sacrificio, á aceptar el ser
LA DIFUSION
desconocido, traicionado, abandonado, aun de
vuestros más caros, aun de aquellos á quienes
hayáis hecho mayores bienes; y como ella, re- DE LA EUCARISTÍA.
duciéndoos siempre, cediendo siempre, quered
absolutamente, sin reserva, pero sincera y
valerosamente, no ser nada en todo y por todo: ¡ P o r todas partes!
de este modo seréis uno con ella y viviréis en
ella; esto será el dolor y la muerte total, sí; I.—ADORACIÓN.
pero será también la vida perfecta y la per-
fecta felicidad. E l velo que anonada á Jesús y Ponant tabernaculum mcum in medio
vestri, et non abjiciet vos anima mea;
le entrega á la maldad de los hombres, le hace ambulabo inter vos et ero Deus vester,
al mismo tiempo invulnerable, y le retira en la vosgue eritis populus meus.
E l e v a r é mi tienda en medio de los
alegría y la gloria de su P a d r e ; este velo os
v u e s t r o s , y mi corazón no se cansará
cubrirá también; dejando todo lo que sois hu- j a m á s de vosotros. Y o marcharé entre
v o s o t r o s ; y o seré vuestro D i o s y v o s -
manamente á la humillación y al dolor, sobre-
otros seréis m i pueblo.
naturalmente viviréis en la alegría y la gloria [lev., XXVI, 11-12.).
de Jesús, en su paz y en su amor, en su Cora-
zón y en su Hostia. fUESTRO Dios, vuestro Salvador, la luz,
el socorro, el perdón, el consuelo, en
una palabra, Jesús en el Sacramento
está bajo vuestros ojos, enfrente de vos-
otros: para encontrarlo sólo habéis tenido que
dar unos cuantos pasos; quizás vuestra puerta y consultarle para el gobierno de la Iglesia; en
linda con la suya; quizás habitáis bajo el mis- la Iglesia del más humilde pueblo en que el
m o techo. N o h a y ni mares que atravesar, ni Pastor llega sólo á ofrecerle sus homenajes y
montañas que subir, ni distancias que fran- solicitar sus socorros para sus ovejas ingratas;
quear. ¡ E l está allí! Su presencia tan vecina la en la pobre morada del misionero en que es su
debéis al gran misterio y al amor más grande fuerza, su consuelo, el único amigo que habla
todavía de la difusión Eucarística. su lengua y la comprende: adoradle llevado
A d o r a d , pues, á Nuestro Señor, diciendo en viático al moribundo que agoniza reposan-
esta palabra: ¡Ecce ego vobiscum sum! ¡Oh! do sobre la pobre mesa de improvisado altar,
¡ Q u é consoladora e s ! — ¿ Con nosotros ? ¡ P e r o después sobre los labios del agonizante, c u y o
nosotros no podemos estar en los dos hemisfe- último suspiro santifica; adoradle sobre el al-
r i o s ! — ¡ B i e n ! Y o estaré con vosotros donde tar donde millares de sacerdotes le consagran;
quiera que estéis.—Esto es lo que sucede. en la mesa santa cuando las multitudes ham-
Contemplad el hecho, la realización de esta brientas llegan á recibirle; adoradle en todas
magnífica promesa, y ved si Nuestro Señor partes donde esté, y hasta en la partícula igno-
Jesucristo no está moralmente en todas partes: rada que apenas se distingue en el fondo del
E n E u r o p a , en A s i a , en A m é r i c a , en África, copón. ¡ Por todas partes está E l , el Sacra-
en Oceanía. Y no sólo reside en las capitales mento , Jesús!
de las naciones, ni en las grandes ciudades, A l a b a d y admirad el divino poder del Sal-
sino en todos los pueblos, en todas las aldeas, vador que obra el milagro inaudito de multi-
y en cien y mil lugares á la vez, de un mismo plicar la presencia de la Hostia de una manera
país. tan prodigiosa; la presencia simultánea de un
Adorable en todos los tabernáculos, en el mismo cuerpo en muchos lugares distantes
de San Pedro de R o m a , en el de Nuestra Se- unos de otros, es uno de los más grandes mila-
ñora de París, en el de todas nuestras basíli- gros que pueden hacerse, y este milagro en-
cas y catedrales. Adorable en el oratorio en cierra un gran número de otros.
que el Soberano Pontífice viene á invocarle Adorad la inmensidad divina, de que da la
más precisa idea, la Hostia extendiéndose por
trando todo para vivificar t o d o : Sursum re-
todas partes, siempre la misma, sin división
gens, deorsum continens, extra circundans et
ni separación. ¿ N o puede decirse también de
intra penetrans. Sobre todo, como principio
la presencia universal? Señor, ¿podré deja r de la vida en la Iglesia, como origen de todos
de encontrarme en vuestra presencia? Quo à los demás sacramentos ; debajo de t o d o , como
facie tua fugiam ? Si subo á las más altas sosteniendo y conduciendo al mundo, á la Igle-
cimas, Vos estáis allí e n vuestros santuarios sia, á las almas, fundamento de todo lo que
más amados : Si ascenderò in coelum, tu illic existe, raíz de todo lo que crece; circundando
es ; y os encuentro en el fondo de los va- á todo, como rodeando á nuestras almas de su
lles más profundos, en l o s más ignorados san- poder, de su protección; manteniendo á la
tuarios del mundo; que m e dirija á Oriente ó Iglesia en la unidad y preservándola de los
á Occidente, que pase l o s mares, os encuentro cismas; y es E l l a también quien penetra en las
siempre, oh Sacramento extendido por todas almas por su v i r t u d , su sustancia y su mismo
partes, y Vos sois quien m e conducís y me sos- ser, para hacerlas vivir de la vida sobrenatu-
tenéis por la virtud que emana de vuestra pre- ral, de su propia, vida que es justicia y santidad.
sencia y de vuestra recepción: Si descenderá in Adorad en esta universal difusión de la E u -
infernum ades: si sumpsero peunas dilucido et caristía la majestad actual y efectiva de Nues-
habitavero in extremis maris, etenim illuc ma- tro Señor. S u Padre le ha dicho: Y o te daré
mis tua deducet me, et tenebit me dextera tua. naciones que gobernar: Dabo tibipossessionem
Adorad la omnipresencia de Dios, que le tuam términos terree. Nuestro Señor, al mul-
hace estar presente á todo, para v e r , gobernar, tiplicarse, parece recorrer las provincias de su
sostener y juzgar todo. Mirad cuán bien le re- imperio para recoger por todas partes las ado-
presenta la Eucaristía; p o r E l l a , como por la raciones , las alabanzas que le son debidas. E l
omnipresencia, puede decirse con San Grego- quiere que por todas partes á la vez las rodi-
rio que el Señor es sobre todo, conduciendo llas se postren delante de É l y que los cora-
todo; debajo todo, sosteniendo todo, rodeando zones se inclinen.
todo para mantener á todo en la unidad; pene- Esta cuasi infinidad de la Eucaristía está
llena de sublimes misterios y de maravillas Señor dice á todo cristiano: por donde quiera
indecibles: adoradlas; y transportándoos en es- que vayas Y o iré también, á fin de no sepa-
píritu donde quiera que esté extendida la pre- rarme de ti E n los desiertos y sobre los picos
sencia de amor, de bondad, de vida, de om- solitarios de las montañas, en las ciudades po-
nipotencia de Dios hecho Eucaristía, adoradle, pulosas y en los pueblos ignorados, por todas
alabadle, bendecidle con los ángeles que pre- partes. T u país será mi país y tu pueblo será
surosos se le acercan y le siguen en todas mi pueblo
partes. ¡ A h , cuántos bienes descuellan de esta pre-
sencia universal!
Así como el A r c a de la Alianza era la fuerza,
II.—ACCIÓN DE GRACIAS.
la seguridad, la victoria, el honor, la bendición
para todos los lugares en que residía, así es la
Cum dilexisset, in finem dilexit.
Eucaristía.
H a b i e n d o amado, a m ó hasta el fin,
{Joan., XIII.)
Por ella nos hacemos fuertes, y Satanás se
debilita, se detiene y se encadena.
Pero ¿por qué esta difusión de Jesús en el Por ella somos grandes: Dios es nuestro con-
Sacramento? Por amor, por bondad, por amis- ciudadano, el habitante de nuestras ciudades
tad para con el hombre. y nuestro compatriota.
L a presencia es necesaria á la amistad; la Por ella el h o m b r e , donde quiera que esté,
ausencia es su muerte: Nil tam proprium est sabe encontrar á Dios, recurrir á E l sin pena
amitice quam convivere amico. Pues bien; todos y sin trabajo. Si fuera preciso ir á una iglesia
única, que tuviera el privilegio sólo ella de
nosotros somos sus amigos: su amor lo ha que-
guardarle, ¿se encontrarían hombres capaces
rido así y nos ha dado ese nombre; y desde
de un sacrificio tal? Pero E l está aquí y allí, á
luego quiere acercarse á todos y cada uno de
nuestro lado y con nosotros: ¡oh abundancia
nosotros lo más que puede.
de las celestes condescendencias!
R u t h decía á N o e m í , obligada á volver á
su país: Quo perrexeris pergam! Y Nuestro Multiplicando su presencia, multiplica las
gracias que cada Hostia trae consigo; y cada En primer lugar, multiplicando su presencia
Hostia vale la salud del mundo y paga todas se expone á tener en muchos lugares pobres
las gracias que necesita el mundo; luego la moradas indignas de E l .
tierra es bendita por todas partes. A h í está el Pero para estar con sus hijos donde quiera
escudo extendido por toda la tierra, bajo el que estén, olvida los esplendores debidos á su
cual se abrigan las naciones contra el furor de majestad y se contenta con todo.
la divina Justicia, irritada por los pecados del ¡Si sólo la probreza resultase de la difusión
mundo. ¡ A h ! ¡ cuán bella es, á pesar de sus de su Sacramento! Pero aun más, nos habi-
fealdades, nuestra pobre tierra cubierta de su tuamos á verlo así en todas partes. E l exceso
blanca capa de Hostias consagradas! ¡Cuán del beneficio es para El ocasión de humilla-
fecunda, á pesar de sus esterilidades! ¡Cuán ción, y no nos fijamos en su presencia. Si
santa, á pesar de sus crímenes ! ¡ C u á n amada estuviera menos multiplicado, iríamos á E l :
de Dios, á pesar del odio con que ella paga su llevando á sus últimos límites la condescen-
amor! Conñteantur iibi, Domine, populi omnes, dencia, se abusa de ella para desconocerle.
térra dedii fructum süum/ Vedle en todas las iglesias solo de día y de no-
che; nadie entra en ellas. E n otras partes, al ver
III.—PROPICIACIÓN. sus iglesias se blasfema ; allí están las multitu-
des que pasan ante su morada aun sin verle. Y
Medius vestrum stetit quem vos nes- está, sin embargo, en el centro y en el corazón
citis.
Está en medio de vosotros y lo ig-
de la ciudad; su presencia se impone por la evi-
noráis. {Joan III.) dencia, la riqueza, la majestad de su morada;
Numquid soliciludo factus sum Is-
pero todo es inútil; ¡cómo si no estuviese allí!
raeli!
¿No me he hecho un solitario aban- ¡Y á qué humillantes vecindades está á veces
donado en medio de Israel?
Nuestro S e ñ o r ! ¡ Q u é injustos comercios, qué
¡ A h ! Nuestro Señor no pudo testificarnos casas deshonrosas se establecen á su lado! Y
un amor tan grande sin que le costara grandes los que las frecuentan turban con el ruido de
sacrificios y grandes humillaciones. sus orgías la paz de su morada.
¡ Y É l , el R e y de la g l o r i a , el A m o de los E n fin, compadeced á Jesús aislado, perdi-
cielos y de la tierra, v e las casas de su pre- d o , desconocido en ciertos países h e r e j e s , in-
sencia sometidas á las leyes usurpadoras, á las fieles ó impíos. ¡ S i n e m b a r g o , está a l l í ! ¡ G i m e
allí! ¡ E n v i a d v u e s t r o corazón á sus pies para
exigencias de la expropiación por causa de inte-
consolarlo!
rés público! ¡ A h ! dejad á vuestra a l m a enter-
necerse y compadecer la pobreza de las mora-
das de Jesús, la indiferencia con que se le trata,
I V . — SÚPLICA.
todas las afrentas sacrilegas que le hacemos
sufrir, á causa también de la multiplicación
inefable de su S a c r a m e n t o . Domine, sequar te quocumque eris.
Señor, y o quiero seguiros y encon-
¡ Y sobre t o d o , consolad al D i v i n o A m i g o , traros donde quiera que estéis.

que poniéndose á tal p u n t o á nuestro alcance (.Matth., XVIII. 9.)

es tan poco c o n o c i d o , tan poco h o n r a d o , tan


poco v i s i t a d o ! ¡ D e s c o n o c i d o , en m e d i o de los Y o os p i d o , oh D i v i n o D e s c o n o c i d o , que os
s u y o s ! ¡ A h í está el f e n ó m e n o incomprensible hagáis c o n o c e r , a m a r y servir de todos aque-
q u e llena de e s t u p o r ! É l está a q u í , a l l í , en llos en medio de los cuales habitáis desde hace
todas partes, b a j o nuestros o j o s , bajo nuestros tanto t i e m p o , tan h u m i l d e y a m o r o s a m e n t e .
pasos, y no sabemos encontrarlo. P o n e m o s por Os suplico q u e os multipliquéis m á s ; os pido
pretexto el c a n s a n c i o , la falta de t i e m p o , para especialmente por los misioneros, á fin de q u e
no ir hasta É l , c u a n d o É l h a dado tantos pasos os edifiquen cada día n u e v o s santuarios y os
para v e n i r h a s t a nosotros! conquisten sin cesar n u e v o s reinos.
P a r a m í , oh Jesús, os pido q u e corresponda
P e d i d e s p e c i a l m e n t e perdón por todas las v i -
al amor que os m u l t i p l i c a por mí y os acerca
sitas que habéis rehusado hacerle cuando habéis
á mí, con un a m o r q u e m e una á Vos, q u e m e
podido, por t o d o s los m o v i m i e n t o s de falsa ver-
h a g a buscar vuestra presencia y cifrar mi feli-
g ü e n z a que os h a n impedido rendir un h o m e -
cidad en v i v i r siempre c o n V o s , á v u e s t r o lado,
naje público á s u presencia, por un signo de re-
bajo la bendita sombra de vuestra Hostia. Ut
l i g i ó n c u a n d o habéis pasado ante sus moradas.
17
inhabitem in domo Domini ómnibus diebus vitce
mece!
Y sobre todo, oh Jesús, así como por vues-
tro Sacramento estáis conmigo en todas par-
tes, concededme á mí que siempre esté con
V o s , que os lleve conmigo por todas partes,
por mi fidelidad; de teneros presente aun LA PERPETUIDAD
c u a n d o haya dejado vuestros Tabernáculos, de
veros continuamente, de vivir bajo vuestra
v i g i l a n c i a , de permanecer unido á V o s por DE L A EUCARISTÍA.
todas partes: en el trabajo solitario, en mis re-
laciones de familia, en m i labor pública, en mis
relaciones de sociedad, en mi comercio con el ¡ Siempre!
m u n d o ; con V o s por todas partes.

Q u e nada me separe jamás de V o s ; que hasta I. — ADORACIÓN.

V o s m e extienda siempre por el deseo y el


a m o r ; y que no haya una hora ni una obra , . W-M DORAD á Jesús instituyendo la Euca-
de m i vida que no esté iluminada, fecundiza- W \Js ristía para durar hasta el fin de mun-
da, santificada por el sol de vuestra presencia ^áfi^s» do y diciendo estas palabras memora-
en e l Sacramento. bles : « ¡ H e aquí que estoy con vosotros
todos los días hasta la consumación de los
siglos !» Las palabras del Salvador se realizan;
hace diez y n u e v e siglos que la Eucaristía dura
y durará hasta la noche del último día del
m u n d o , para fortificar al último de los elegi-
dos que ha de combatir con el Anticristo.
E s t a perpetuidad de la Eucaristía está llena
inhabitem in domo Domini ómnibus diebus vitce
mece!
Y sobre todo, oh Jesús, así como por vues-
tro Sacramento estáis conmigo en todas par-
tes, concededme á mí que siempre esté con
V o s , que os lleve conmigo por todas partes,
por mi fidelidad; de teneros presente aun LA PERPETUIDAD
c u a n d o haya dejado vuestros Tabernáculos, de
veros continuamente, de vivir bajo vuestra
v i g i l a n c i a , de permanecer unido á V o s por DE L A EUCARISTÍA.
todas partes: en el trabajo solitario, en mis re-
laciones de familia, en m i labor pública, en mis
relaciones de sociedad, en mi comercio con el ¡ Siempre!
m u n d o ; con V o s por todas partes.

Q u e nada me separe jamás de V o s ; que hasta I. — ADORACIÓN.

V o s m e extienda siempre por el deseo y el


a m o r ; y que no haya una hora ni una obra , . W-M DORAD á Jesús instituyendo la Euca-
de m i vida que no esté iluminada, fecundiza- W \Js ristía para durar hasta el fin de mun-
da, santificada por el sol de vuestra presencia ^áfi^s» do y diciendo estas palabras memora-
en e l Sacramento. bles : « ¡ H e aquí que estoy con vosotros
todos los días hasta la consumación de los
siglos !» Las palabras del Salvador se realizan;
hace diez y n u e v e siglos que la Eucaristía dura
y durará hasta la noche del último día del
m u n d o , para fortificar al último de los elegi-
dos que ha de combatir con el Anticristo.
E s t a perpetuidad de la Eucaristía está llena
de maravillas ; es preciso estudiarla y adorar- P u e s bien; hace más de diez y ocho siglos
l a : es una sublime manifestación del Eterno que existís, y existiréis hasta el fin, oh Sacra-
que se oculta bajo las débiles especies del Sa- mento de vida. Vos poseéis la vida divina del
cramento. Cristo, y su vida mortal, y su vida de gloria;
L a Eucaristía es el Eterno. ¡Esta Hostia ha y en esta plenitud estáis siempre j o v e n , siem-
sido consagrada esta mañana ; acaba de nacer pre fecundo, siempre omnipotente. L o s largos
sobre el altar, en medio del profundo silencio siglos, vuestra carrera á través del mundo, los
de los misterios ; va á ser consumida por el interminables atentados, las persecuciones, los
sacerdote; no ha durado más que un instante; sacrilegios, los malos tratamientos, nada ha
pero á pesar de todo es el Eterno ! A q u e l á podido arrancar vuestra vida eucarística. ¡Vos
quien una palabra acaba de hacer aparecer, ha habéis resistido á todo! Las generaciones han
criado los mundos; antes que nada existiese pasado, los imperios han sido destruidos; y
poseía y a la plenitud de la vida. A q u e l cuya en este torrente desencadenado que se lleva
vida sacramental va á extinguirse de una ma- todo y que nada detiene, permanecéis como
nera tan desapercibida, es el autor de la v i d a roca indestructible, afirmando la eternidad de
y de la muerte. Sólo É l da la vida ; sólo E l la Aquel á quien contenéis, su inmutabilidad, su
mantiene en todo lo que existe; y todo lo que vida perfecta, hasta el día en que los elegidos
muere es juzgado por É l . ¡Santa Eucaristía, yo la han de conocer por experiencia, en el reino
os adoro ; V o s sois aquel que era, es y será por de las delicias sin fin.
toda la eternidad ! Adoremos la eternidad de Dios; adoremos la
L a perpetuidad de la Eucaristía es un es- omnipotencia y el amor infinitos que han
pejo en que se reflejan las inefables propieda- criado y que mantienen la perpetuidad de la
des de la eternidad divina. L a eternidad es la presencia real: h a y tanto poder desplegado en
posesión total y simultánea de una v i d a inter- cada uno de los instantes de la duración de la
minable ; la eternidad es la duración, es la in- Eucaristía, como en su misma institución.
mutabilidad, es la posesión siempre igual de ¡Oh espectáculo sublime! Esta Hostia que
una vida perfecta. un soplido podría arrojar por tierra, que una
gota de agua podría disolver, que un insecto para los pueblos bárbaros que se entregaron á
podría devorar, es quien conduce al mundo y ella para ser formados, como para el imperio
le da la vida. Es por ella por quien Jesús fundó pagano, á quien ella debía transfigurar, ese
la Iglesia, el papado, el sacerdocio y los Sacra- alimento de las virtudes sobrenaturales que ha
mentos; es por ella por quien los ídolos han hecho las naciones cristianas y los santos y la
sido destruidos, los pueblos hechos cristianos civilización?
y la faz de la tierra renovada: adorad, alabad, Si Jesús no se hubiese perpetuado en la
cantad: es el Dios vivo, es el Eterno: Ipse est Eucaristía, ¿quién lo conocería? ¿Quién le
enim Deus vivens et ceternus! {Dan., iv, 26). amaría? ¿Quién le amaría bastante, digo, para
preferirlo á todo, sacrificarle todo, hasta unirse
á E l solo, y hacer de su servicio y de su agrado
II—ACCIÓN DE GRACIAS. la pasión de una vida y la satisfacción de las
más ardientes ambiciones? ¿No es la ausencia,
Si la perpetuidad de la Eucaristía manifiesta la muerte del amor?
la eternidad de Dios y su poder, es también Si Jesús no hubiese perpetuado en la E u -
una prueba patente de su amor, de su bondad, caristía las virtudes, los ejemplos, los méritos,
de su condescendencia por nosotros. los frutos y las eficacias de la Encarnación y
Esta perpetuidad es la fuente de todo bien, de todos sus misterios, de la Pasión y de todos
de toda gracia, de t o d o socorro para la Iglesia sus sufrimientos, ¿cual sería su acción, su in-
y para las almas. fluencia sobre el mundo á la hora de esta?
Si Jesús no hubiese instituido la Eucaris- E l olvido hubiera cubierto y extinguido
tía más que para los apóstoles ó sus sucesores, todo; la ingratitud de los hombres hubiera
¿habría encendido el f u e g o sagrado del aposto- agotado la fuente de las bondades de Dios;
lado? ó ¿los mártires habrían encontrado la Satanás, destronado por un momento, hubiera
fuerza de resistir á los tormentos? ó ¿los Docto- reconquistado su imperio; el vergonzoso paga-
res hubieran sido iluminados? ¿Cómo hubiera nismo se hubiera tragado para siempre á las
almas y á la sociedad en su fango.
vivido la Iglesia? ¿ D e dónde hubiera sacado
Si Jesús no permaneciese sobre este altar de de eso merecíamos: ¡sólo el A m o r ha hecho y
la oración perpetua, en q u e ofrece de noche y dado todol
día su sacrificio de anonadamiento, desde donde Y si á los beneficios de la perpetuidad para
muestra á su Padre las llagas de su miembros la Iglesia en general, unís los innumerables
y su corazón consumido de amor, de suspiros beneficios que recibís en particular, ¿qué accio-
y de deseos; si esta mediación no fuera de una nes de gracias no daréis?
continuidad que no conoce ni fatiga, ni sueño, Jesús h a permanecido desde la Cena para
ni distracción, y que es ardiente, activa y obs- esperar el feliz momento de vuestra primera
tinada como el amor m i s m o , ¿qué rayos no comunión: diez y nueve siglos de espera, de
atraerían sobre el mundo nuestros pecados re- sacrificios y de humillación no han parecido
novados sin cesar, nuestras monstruosas ingra- demasiado largos á su amor para guardaros y
titudes, las blasfemias y las apostasías de los traeros al fin tan sin igual felicidad.
cristianos bantizados y de las naciones resca- E l permanece también y os sigue durante
tadas? vuestra vida para ser el pan de cada día. el
Por último, si Jesús n o permaneciese en la viático de cada partida; para preservaros de
Eucaristía, ¿cómo nos comunicaríamos con los peligros, levantaros de las caídas, ocultaros
Dios? ¿Dónde estaría la presencia sensible del á vuestros enemigos, y ser, en fin, para vosotros
Criador de que tanta necesidad tienen las cria- todo bien y todo socorro.
turas? L a tierra sin la vecindad y presencia de E l está despierto antes que vosotros por la
Dios sería el destierro, la muerte, el infierno. mañana, y os espera para bendecir ¡a labor del
La Encarnación continuada, la Redención día; permanece en la tarde para reparar el
aplicada, el mundo salvado, los rayos divinos cansancio y consagrar los frutos del trabajo; y
desviados, la Iglesia sostenida, Dios, el bien, la cuando los más perseverantes en orar se re-
verdad, guardados aquí abajo como el patri- tiran, cuando vais á tomar vuestro reposo, re-
monio de los hijos de la Iglesia: tales son los be- comienza su vigilia nocturna: porque su amor
neficios de la perpetuidad d é l a Eucaristía para no conoce reposo y sus ojos no se cierran
el m u n d o : dad gracias, agradeced, porque nada jamás.
E l permanecerá así, para que podáis siempre bles beneficios, y entonces daréis gracias con
y á toda hora encontrarlo; jamás os hará espe- lágrimas al Salvador bonísimo por el don in-
rar; jamás dejará de recibiros; y no podríais enarrable de su Corazón.
procurarle mayor placer que ocuparle mucho,
confiarle todas vuestras penas y no tener nada
oculto para El. HI.—PROPICIACIÓN.
E l permanecerá hasta vuestro último día
para consolarle é iluminarle de esperanza, y Pero ¿á precio de qué sacrificios compra Je-
cuando abandonéis esta tierra, dejando á los sús el derecho de permanecer siempre con nos-
vuestros huérfanos y afligidos, É l quedará; su otros en este Sacramento, cuya perpetuidad es
jornada no terminará jamás, su tarea jamás tan bella y tan buena?
acabará; É l lo ha dicho: « Hasta la consuma- L a perpetuidad lo expone desde luego al
ción de los siglos!» aislamiento, á la tristísima soledad en que le
E l permanece, aunque vosotros no per- vemos en tantas iglesias. Si no viniese más que
manezcáis, durante vuestros olvidos, vuestras algunas horas por día ó un día por a ñ o , le ro-
frialdades, vuestras largas infidelidades, vues- dearíamos y no le abandonaríamos un solo
tras apostasías. É l queda para preparar vuestra instante; sino que quiere permanecer siempre,
vuelta orando por vosotros, y para recibiros, aunque no se le visite, por las necesidades de
perdonaros y oprimiros contra su corazón cuan- la vida, el trabajo cotidiano, las ocupaciones
do de remordimiento, de laxitud ó de arrepen- del hogar y aun por los placeres legítimos:
timiento, volviereis, cual el hijo pródigo, á para un Dios rodeado en el cielo de una corte
llamar á la casa paterna. que no cesa de alabarlo, ¡qué condescendencia!
¡qué incomprensible sacrificio!
É l permanece, porque es propio del amor
ser paciente, constante, infatigable y no morir Si sólo se prefiriesen á E l los deberes de es-
jamás. tado ó los que impone I a caridad, como lo ha
Repasad en vuestra vida las páginas de oro querido de antemano, lo soportaría fácilmente.
en que la Eucaristía ha escrito sus innumera- Mas ¡ a h ! la perpetuidad misma de su presen-
Reparemos con nuestra presencia, multipli-
cia hace que se le olvide, que se le abandone y
cando nuestras visitas, prolongándolas, esti-
que se prefiera á É l todo lo que atrae y seduce
m a n d o , lo que es v e r d a d , «que una hora que
por los encantos de la novedad: placeres, con-
se pase en su templo vale más que un siglo en
versaciones y pasatiempos mundanos ; mejor
el palacio de los pecadores».
se prefiere matar el tiempo en no hacer nada
que ir á pasar algunos instantes con el más Pero ¿qué reparaciones serían capaces de sa-
tierno de los amigos, q u e nos da todo su tiempo. tisfacer por las irreverencias, los ultrajes y los
sacrilegios de que es objeto su presencia per-
H a y muchos, sin e m b a r g o , c u y a vocación
petua? ¡Cuántas iglesias desaseadas! ¡Cuántos
es hacerle compañía y honrar su presencia per-
tabernáculos en que sólo se m a n i f i e s t í su pre-
pertua por sus frecuentes oraciones; pero ¿qué
sencia por la humilde l u z de la lámpara sa-
negligencia no tienen a ú n éstos con Dios Nues-
grada ! ¡ Cuántos cristianos pasan meses y aun
tro Señor ? A l menor pretexto se suspende la
años sin ir una sola vez á rendir homenaje á
visita, ó cuando m e n o s se le a b r e v i a ; todo lo
A q u e l que los ha amado hasta el Calvario y
que se presenta en concurrencia con este deber
que no puede resolverse á olvidarlos! ¡ Cuán-
capital recae sobre É l , y , en suma, la presencia
tos desgraciados á quienes la sola vista de la
de Nuestro Señor es desdeñada.
morada de Jesús hace blasfemar tan horri-
Y , por ú l t i m o , los q u e v i e n e n , los que con- blemente! ¡Cuántos sacrilegos lo maltratan,
sagran poco más ó menos el tiempo destinado aprovechándose de la condescendencia con que
á honrar tan augusta presencia, ¿ cómo lo em- quiere, aun en la obscuridad y el silencio de
plean? ¿ N o les parece muchas veces largo y las noches, permanecer sin defensa en nues-
encjoso? ¡ L a r g o , cuando É l , el Criador, el tras iglesias para velar sobre sus hijos que duer-
Señor de los señores está siempre allí! ¡ Eno- men y apartar de ellos los espíritus infernales!
joso, cuando É l , el D i o s de la beatitud, tiene
A pesar de esto, Jesús h a jurado desde el
sus delicias en estar con los hijos de los hom-
principio que permanecería siempre: y ha dado
bres ?
la palabra de su amor. A s í como Judas no
L l o r e m o s , p u e s , y reparemos por el crimen
pudo impedir que comenzara, los traidores de
de la ausencia, tan sensible al Corazón de Jesús.
ficarla en su alma, sostenerla en sus luchas,
todos los siglos no podrán impedir que conti-
conducirla en sus vías, consolarla en sus cuitas:
núe; ¡así lo debemos comprender ! P e r o la re-
quedaos ahora más que nunca, pues nunca
paración, el amor, la fidelidad ¿no deben co-
hubo para ella horas más difíciles, y V o s sois
rresponder á tanto amor ? ¡ A h ! no quedemos
su Esposo, su Padre y su R e y .
insensibles á esta palabra que se escapa noche
Quedaos con vuestro Vicario y asistidle en
y día de todos los tabernáculos, como un ge-
todas sus empresas; consoladle de la ingratitud
mido del adorable Maestro abandonado : « ¡ Y o
de sus hijos rebeldes; quedaos y sostened su
he extendido todos los días mis manos hacia
débil ancianidad, ¡oh Hostia de vida y de
un pueblo que me contradice y me r e c h a z a ! »
salud!
Quedaos con vuestros sacerdotes, vuestros
IV.—SÚPLICA. religiosos y religiosas, é inspiradles el deseo,
la necesidad, la pasión de vuestra presencia en
el Sacramento. Q u e se mantengan dichosos
« Mane nobiscum, Domine, quoniam adves-
cerca de Vos, que os rodeen con a m o r , y que
perascit: Maestro, quedaos con nosotros, por-
comprendan que esta es su primera misión y
que se hace tarde.»
el más poderoso de los apostolados.
Quedaos en este m u n d o , oh Jesús; quedaos
Haceos conocer de los que os ignoran, oh
siempre en él, á pesar de sus frialdades, su in-
benéfica presencia de Jesús; lanzad en sus al-
diferencia y sus crímenes; porque sin vuestra
mas algunos rayos ardientes; haced que tengan
presencia perpetua, el mundo no sería más que
necesidad de V o s , en que habiendo encontrado
un campo de sangre, una sentina de vicios,
en Vos el socorro ó el consuelo que buscaban,
una tierra en que el mal, Satanás y el pecado
se unan á Vos para siempre.
reinarían como dueños absolutos; quedaos para
Quedaos c o n m i g o , oh Jesús, ahora y siem-
purificarla, oponed vuestra pureza á sus man-
pre. N o me privéis jamás de vuestra presen-
chas. vuestras oraciones á sus blasfemias, vues-
cia: ¿dónde iría, lejos de V o s ? ¿ Q u é sería de
tras adoraciones á sus idolatrías.
mí sin Vos?
Quedaos con la Iglesia, oh Jesús, para vivi-
Y o os pido la gracia y tomo la resolución de
dedicarme m u y seriamente al gran deber de
honrar vuestra presencia por la visita y la ado-
ración; de prepararme á esta audiencia; de no
quitar de ella sin absoluta necesidad un solo
LA UNIVERSALIDAD
minuto; de estimar este tiempo en su justo
valor; de emplearlo con la fidelidad y el pia-
doso apresuramiento del amor y de la gratitud. DE LA EUCARISTIA.
¡ O h Jesús, quedaos!
¡ V o s siempre aquí abajo en vuestro Sacra-
mento!
¡ P a r a todos!
¡ Vos siempre en el cielo en vuestra gloria!

I. — ADORACIÓN.

v< ¡ T o m a d y comed todos de é l ! *


«¡ B e b e d todos de é l ! »

[DORAD á Nuestro Señor en el don uni-


versal que hace de su Eucaristía, y
oid en la alegría, el amor, la admi-
ración y en el silencio de la más profunda
adoración, esta palabra liberal, generosa, mag-
nífica, real y verdaderamente divina de Jesús:
¡Tomad y comed todos de é l ! — ¡ Omites, todos!
¡Todos h o y ! ¡Todos mañana! y hasta el fin
de los siglos: ¡todos!
Adorad la ciencia infinita de Jesús, su pers-
18
Y o os pido la gracia y tomo la resolución de
dedicarme m u y seriamente al gran deber de
honrar vuestra presencia por la visita y la ado-
ración; de prepararme á esta audiencia; de no
quitar de ella sin absoluta necesidad un solo
LA UNIVERSALIDAD
minuto; de estimar este tiempo en su justo
valor; de emplearlo con la fidelidad y el pia-
doso apresuramiento del amor y de la gratitud. DE LA EUCARISTIA.
¡ O h Jesús, quedaos!
¡ V o s siempre aquí abajo en vuestro Sacra-
mento!
¡ P a r a todos!
¡ Vos siempre en el cielo en vuestra gloria!

I. — ADORACIÓN.

v< ¡ T o m a d y comed todos de é l ! *


«¡ B e b e d todos de é l ! »

[DORAD á Nuestro Señor en el don uni-


versal que hace de su Eucaristía, y
oid en la alegría, el amor, la admi-
ración y en el silencio de la más profunda
adoración, esta palabra liberal, generosa, mag-
nífica, real y verdaderamente divina de Jesús:
¡Tomad y comed todos de é l ! — ¡ Omites, todos!
¡Todos h o y ! ¡Todos mañana! y hasta el fin
de los siglos: ¡todos!
Adorad la ciencia infinita de Jesús, su pers-
18
picacia toda divina: É l abraza con su mirada
de Padre á todos aquellos de todos los tiem- éstos son cien ó m i l , los copones se llenan, y
pos y de todas las naciones que, hasta el fin, cuando todos los convidados han sido saciados
con este pan de la verdadera v i d a , queda to-
nacerán de su sangre y entrarán en su familia;
davía para los que tardan, para los enfermos,
y les prepara el único pan que podrá alimen-
para las necesidades imprevistas; y la Iglesia,
tar su vida sobrenatural y satisfacer sus ape-
cual madre vigilante, tiene siempre en los
titos divinos.
graneros de sus Tabernáculos inagotables pro-
Adorad la omnipotencia de Jesús que va á
visiones de trigo para los pueblos á quienes
depositar en el sacerdocio de sus Apóstoles y
debe alimentar.
de sus sucesores el poder de reproducir su
¡ Q u é potencia! ¡ q u é bondad, para multi-
grande acción, y de multiplicar sin fin el Sa-
plicar á tal grado la gloria más preciosa, la
cramento de su cuerpo multiplicado más allá
maravilla más completa, la más bella obra
de toda medida. Adorad los ardores, la exube-
maestra de las manos divinas, que vale todo
rancia de su amor que le arrastra verdadera-
el cielo y que es el mismo Dios!
mente fuera de todos los límites de lo posible
H a y en nuestra patria más de veinte mil
y de lo creíble, y hace brotar de su corazón y
iglesias; en cada una un copón; poned en cada
de sus manos, para no cesar jamás de correr,
copón veinte Hostias; añadid á estas iglesias
las olas de su Eucaristía con que quiere cubrir
todas las de las otras partes del mundo cató-
al mundo y envolver á las almas.
l i c o ; contad, si podéis, el número de estas
A d o r a d ; admirad, alabad, bendecid; callaos;
Hostias adorables, puestas al alcance de los
¡amad! jamad!
cristianos por el amor y el poder de un cora-
Después, v e d con qué generosa fidelidad, en
zón devorado por la necesidad de darse para
qué magnífica plenitud, realiza bajo vuestros hacerse amar. ¡Oh Jesús! ¡oh Jesús! ¿Habréis
ojos el don de la Eucaristía. puesto más estrellas en el cielo que Hostias en
E l la da á todos: ¡tantos cuantos son, en nuestras iglesias? ¿ H a y más hojas en nuestros
tantos se convierte! P o r numerosos que sean, espesos bosques, y más granos de arena sobre
h a y siempre más Hostias que cristianos. Si las playas del Océano?
Ha dicho de V o s el Profeta inspirado: «Abrís fecundiza y madura todos los frutos; es ella
la mano y llenáis á vuestros hijos de este pan quien hace abrirse y colora todas las flores del
consagrado, de este pan de bendición»; y , una jardín de la Iglesia: al joven cristiano de no-
vez abierta, vuestra mano no se cierra y a ; ella bles ardores; á l a V i r g e n émula de los ángeles;
es una fuente profunda, un mar sin límites, al hombre fiel á Dios en la labor de la vida ; á la
un océano sin playas, el océano de la E u c a - mujer cristiana, madre de las almas, aun más
ristía. que de los cuerpos; á la vejez resignada y llena
de esperanza. E s ella quien da al sacerdote su
Dándose á todos, Jesús se da plenamente á
autoridad, al religioso la fuerza de la mortifi-
cada uno, y el don del uno no disminuye la
cación voluntaria, al misionero el heroísmo
plenitud del don hecho al otro. Este es el
de la abnegación sublime.. Y así como ella se
triunfo de su bondad.
da con una liberalidad real y una generosidad
A s í como el sol, repartiendo por todas par-
inagotable, así obra infatigablemente, tan per-
tes una misma luz y un mismo calor, produce
severante como generosa, amando, en una pa-
á un mismo tiempo mil diversos efectos, ani-
labra, «amando hasta el fin» y hasta los ex-
mando aquí la vida de los seres sensibles, ha-
tremos límites de un amor que parece no deber
ciendo crecer allí los vegetales, fecundizando
conocerlos.
la tierra y secando las aguas malsanas, ha-
ciendo florecer el suelo y madurar el verjel, ¡Oh amor! ¡oh tesoro! ¡oh prueba del amor!
dando á cada fruta su sabor, á cada flor su Jesús dado, Jesús que dais así el Sacramento
brillo y su perfume, así la bondad de Jesús en que os contiene todo entero, y o os amo: ¡ah!
el don universal de su Eucaristía. ¡haced que y o muera en este momento si he
de vivir sin amaros!
L a Mesa santa se rodea de cristianos de to-
das edades, de todas condiciones, que tienen
cada uno diversas y particulares necesidades.
L a misma hostia dada á todos corresponde á
los deseos, á las necesidades especiales de cada
uno; y ella es quien, como el sol de las almas,
278 LA UNIVERSALIDAD D E L A EUCARISTÍA.

I I . — A C C I Ó N DE GRACIAS.
que esto, preparado y hecho por primera vez
en la Cena por el amor del Verbo encarnado,
«¡Tomad y comed todos! Omnesf» y venido hasta vosotros al precio de su pasión
y de su muerte.
E n este don universal y magnífico, mirad
cuán abundante parte tenéis para vosotros per- ¡ A h ! gracias, g r a t i t u d , amor para el don
inexplicable de Jesús!
sonalmente, á fin de crear en vuestro corazón
¡Y ved con qué perseverancia se da siempre
un foco poderoso de reconocimiento.
á vosotros! Siempre tan pronto, tan solícito;
Cuatro mil años t u v i e r o n que transcurrir
siempre tan bueno, siempre espontáneo, siem-
para preparar el primer d o n de Dios al mundo;
pre gozoso: recordad los años que hace que
y he ahí que este don se renueva cada día
le estáis recibiendo; muchas veces le habéis
para vosotros en la c o m u n i ó n , sin aparato,
recibido con un corazón tibio, ya ocupado por
sin pompa y casi sin ser anunciado: sin em-
los afectos terrestres ó por otros amores, y
bargo ¿no es el mismo V e r b o quien viene con
quizás con un corazón culpable; vosotros le
tanto poder y amor? P u e s bien, contad cuán-
habéis desdeñado desde hace mucho tiempo,
tas veces ha hecho Jesús para vosotros esta
olvidándoos de su a m o r , haciéndoos sordos á
encarnación de amor de la comunión! sus solicitudes: á pesar de todo, ¿no vuelve á
Fijaos primero en el día de vuestra primera vosotros con un amor tan puro, tan ardiente
comunión: ¿no os acordáis de la dulzura de y tan tierno como el primer día?
ese primer don, de sus larguezas, de su real
V e d las operaciones de gracia, los progresos
munificencia, de su tierno amor?
magníficos, las fructificaciones innumerables
Después, contad las c o m u n i o n e s de vuestra
que este don ha hecho en vosotros. En otro
j u v e n t u d y las que ahora hacéis quizás todos
tiempo, como bálsamo refrescante y puro, mo-
los días. Todos los días Jesús renueva para
deraba los ardores de vuestras pasiones hir-
vosotros, sólo para vosotros, el don supremo vientes; hoy os sostiene en vuestros trabajos y
preparado para los deseos de todos los Patriar- reanima vuestro valor debilitado; ya era para
cas y la pureza y la humildad de María; más vosotros humildad, ya pureza; unas veces era
dulzura, otras firmeza y energía; en vuestros
disgustos era consuelo, en vuestras pruebas III.—PROPICIACIÓN.
esperanza, y alivio en vuestros abatimientos?
en todo sufrimiento, en fin, en todo dolor, pa- «¡Tomad y comed todos de él! Omnes!»
ciencia, resignación y abandono. Dejad á vuestra alma abrirse á un amor de
N o h a y nada bueno ni que desearse pueda compasión hacia Jesús; porque su don no es
que no hayáis encontrado en este pan de amor, comprendido. S u bondad parece haberle arras-
si lo habéis buscado en él: de suerte que el trado demasiado lejos, y el deseo de probaros
mismo don, tantas veces repetido, se multipli- su amor á toda costa, haberle cegado sobre los
caba más á sí mismo y hasta el infinito, v a n á n - intereses de su honor y de su propia gloria.
dose y transformándose según vuestras necesi- Dándose á todos con una prodigalidad tal,
dades de cada día. Nuestro Señor se expone á ser tratado como
E s t e es el momento oportuno de bendecir y una cosa común y sin valor, á ser considerado
de dar gracias en la efusión del reconocimiento como cosa de poca monta y despreciado; y aun
al amor que os lo ha dado: acordaos con cui- por los mismos cristianos, por los que le reci-
dado; no temáis deteneros sobre cada una ben y le aman en una cierta medida.
de sus larguezas misericordiosas. ¡ N o olvidéis E l maná del desierto habia excitado el asco
nada! ¡Todo á s u precio! A u n q u e no hubieseis de los israelitas precisamente á causa de su
comulgado más que una v e z , vuestro recono- abundancia. A s í la Eucaristía; es para nos-
cimiento debería ser eterno. ¡Benedic anima otros un pan sin encanto, un alimento sin sa-
mea Domino et noli oblivisci omnes retributio- bor, porque nos es ofrecido todos los días y le
nes ejus! encontramos sin gran trabajo. E l gran peligro
de la comunión frecuente consiste en la comu-
nión tibia, con las preparaciones de rutina y
las acciones de gracia sin amor.
Examinaos sobre este punto y ved qué dis-
posiciones lleváis á la comunión.
¿ Q u é tiempo, qué método empleáis para la pues mejor prefiero ser maltratado por algu-
preparación y la acción de gracias ? ¿ Cómo os nos, dejando á todos la facultad de venir libre-
portáis en ellas ? mente y mostrando así hasta dónde va mi
¡ A h ! ¡Nuestro Señor debería contarnos entre amor, que poner barreras ante los sacrilegos,
aquellos hijos á quienes ha alimentado y ele- en que podría detenerse la timidez de los bue-
vado á un sublime honor, y que lo han des- n o s . — ¡ A todos!
preciado! ¡Oh maestro bondadosísimo! ¿Pensáis en las
E l segundo peligro de deshonor que corre espantosas consecuencias de esta promesa á que
este don al ser prodigado por la bondad de os arrastra vuestro amor?
Jesús, es caer en manos sacrilegas. ¿ N o veis esas multitudes de herejes y cis-
O h divino Maestro, amor generoso y cré- m á t i c o s ? — ¡ A todos!
dulo, ¿queréis daros á todos? ¿ A todos sin ex- ¿ Y esos sacerdotes malos, usureros, impúdi-
cepción? ¿ A todos sin examen anticipado y sin cos, rebeldes á sus obispos, que usurpan las
juicio público de autoridad? santas funciones y suben al a l t a r ? — ¡ A todos !
¿ A u n á los pecadores? ¿ A u n á los traidores? ¿ Y en la P a s c u a , esas multitudes que tienen
¿ A u n á los hipócritas? ¿ A u n á los Judas del que guardar alguna cosa del cristianismo sin
colegio sacerdotal? practicar sus austeros deberes, y que vienen á
¡Sí; á todos y aun á Judas y á todos los que recibiros sin renunciar á sus malas costumbres,
han de perpetuar su odiosa figura! Y o me daré sin abjurar de los odios antiguos, sin hacer las
sin resistencia, sin defensa posible, sin infligir- restituciones, después de las confesiones sin
contrición como sin firme propósito, é impo-
les la menor vergüenza exterior; y o guardaré
niendo apenas una tregua de algunos días á
su h o n o r ; y o mismo serviré á darles un re-
sus faltas c o t i d i a n a s ? — ¡ A todos!
nombre de piedad: ¡á todos! ¡ Y o quiero ser
entregado á todos! Ellos comerán sin duda su ¿ N o tenéis horror, oh Jesús, de pasar por
condenación; valdría más para ellos no haber todas esas manos, de sufrir tratamientos tan
nacido que cometer tan negro sacrilegio: sin indignos y de afrontar todas estas ignominias?
embargo, si v i e n e n , y o me dejaré prender; — ¡ O h ! sí; mi corazón está abrevado de amar-
g u r a : tal idea me hace estremecer; este cáliz
con nosotros. Y nos llamáis, nos solicitáis, nos
no se puede beber sin arrojarme en una ago-
hacéis buscar, suplicáis y aun amenazáis: ¡To-
nía mortal. Sin embargo, y o me daré á todos,
mad y comed todos de él!
á fin de que los buenos que son débiles y vaci-
P u e s bien. Y o quiero responder á vuestro
lantes en el bien se decidan á venir á mí sin
l l a m a m i e n t o , satisfacer vuestro hambre, su-
t e m o r ; y los malos acaben por dejarse vencer
plicándoos por vuestros propios méritos, por
por tanto amor!
v u e s t r o Corazón y por todo el amor con que
P e r o espero de mis amigos el consuelo, la está abrazado para los hombres, que toquéis y
reparación; que ocupen ante mí el lugar de ganéis á todos los que rehusan obstinadamente
m i s enemigos y honren mi don, á quien ellos vuestro adorable don, y á l o s que yendo os con-
desprecian. ¡ A l menos vosotros, vosotros que sideraríais dichoso, para hacer su felicidad,
sois mis amigos, tened piedad de mí, y «recibid para su salvación, para la paz de su corazón y
mi Eucaristía en memoria de mí.» el honor y el consuelo de su vida.
¡ Jesús! ¡ D o n de Dios, manifestaos á los in-
fieles y á los herejes, á las masas indiferentes
IV.—SÚPLICA.
ó incrédulas de nuestra patria; manifestaos,
atraedlos, ponedlos de rodillas conquistados y
« T o m a d y comed todos de él: Omnes!-» subyugados alrededor de vuestra santa Mesa!
A l daros así á todos, oh Jesús, testificáis con Haced que todos vengan , á lo menos en la
una evidencia innegable el deseo que tenéis Pascua, y que no encuentren la muerte de su
de venir á vuestras criaturas, de v i v i r en ellas alma, precisamente á la hora en que les ofre-
y de serles todo gracia, todo apoyo, todo soco- céis el don de vida.
rro, todo bien. Esto es en vuestro Corazón una ¡Oh Jesús! os pido por vuestra santidad, y
necesidad que vuestro amor hace más y más por vuestra misericordia, que todos los que os
imperiosa, un hambre q u e se reenciende sin reciban, lo h a g a n con fe, con piedad, con amor,
cesar. Vos queréis, con un deseo tan ardiente con la conciencia purificada de todo pecado
c o m o vuestro mismo amor, comer esta Pascua grave, con el corazón desprendido de todo
afecto culpable, con una sincera voluntad de gracias contenidas en vuestro Sacramento.
permaneceros fieles. ¡ Y Vos seréis todo, todo para mí!
Tocad y convertid á los sacrilegos, que se Para evitar el pecado, y o os recibiré.
preparan á traicionaros, ó alejadlos, por favor, Para corregir mis defectos, y o os recibiré.
por el terror de vuestras justicias, á fin de que Para cumplir mis deberes de estado, y o os
recibiré.
no lleven sobre vuestra Persona tres veces
Para soportar mis penas, yo os recibiré.
santa sus manos impías.
Para ser caritativo y devoto, y o os recibiré.
Y en cuanto á mí, puesto que queréis daros
Y mi oración de cada instante, la que quiero
tan frecuentemente, ser mi pan cotidiano y
haceros con mi corazón y mis obras, aunque
el sostén de mi labor de cada día; puesto que
mis labios hayan enmudecido, es la vuestra,
queréis penetrar en mi vida y haceros de ella
oh Jesús, la misma que me habéis enseñado
una parte integrante, y ser su alma, su motor
y que encierra todo.
y elemento indispensable; puesto que queréis
¡Dadme, sí, dadme mi pan de cada día! el
ser todo mío, participar de mis trabajos, llevar
pan de la vida, el pan de la fuerza, el pan del
á medias todas mis cruces y gustar conmigo
honor, el pan de la verdad, el pan del amor, el
todas mis alegrías, pues bien, y o os lo prometo
pan de la inmortalidad; dadme vuestro don,
y os pido que al instante me deis la gracia de
ahora y siempre mientras esté en este mundo,
ser fiel á esta promesa; no faltaré jamás v o l u n .
en la Eucaristía; cuando vuele al cielo, en la
tariamente á una sola de las comuniones que gloria.
Vos me permitís por la autoridad de vuestros
ministros.
Y o me purificaré más y más del pecado; me
desprenderé cada día más de las servidumbres
del mundo, de los lazos de mi amor propio, y
haré esfuerzos constantes hacia la v i d a sin-
ceramente cristiana, para merecer recibiros
dignamente cada día y aprovecharme de las
ÍNDICE.

Páginas.

PRÓLOGO 5
INTRODUCCIÓN. — C o n s i d e r a c i o n e s prácticas
s o b r e la A d o r a c i ó n del S a n t í s i m o Sacra-
mento ir
L a I n s t i t u c i ó n d e la E u c a r i s t í a :
I.—El Hecho 63
I I . — L a Obra maestra de Dios 76
I I I . — E l Sacredote 89
I V . — E l Sacrificio 102
L a E u c a r i s t í a . M e m o r i a l d e la P a s i ó n 124
E l Sacratísimo Cuerpo de Jesús 146
L a preciosa Sangre $> 154
E l C o r a z ó n d e J e s ú s e n la E u c a r i s t í a 169
Las Cinco Llagas 193
1!)
Páginas.

E l Estado Eucaristico 22 3
L a d i f u s i ó n d e la E u c a r i s t í a . ¡ P o r t o d a s p a r -
tes!
L a p e r p e t u i d a d d e la E u c a r i s t í a . ¡ S i e m p r e ! . . 2^9
La universalidad de la Eucaristía. ¡Para
t o d o s ! 273

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