Sie sind auf Seite 1von 13

Leyenda del Túnel de los Gritos

Cercano a las cataratas del Niágara se encuentra un pequeño túnel construido a principios
del siglo XX, en el que según dicen basta encender una cerilla para perturbar a las fuerzas
sobrenaturales, las cuales se manifiestan a través de gritos y ráfagas de viento
espontaneas. Por esta razón, los lugareños lo han bautizado como “El túnel de los gritos”
(Screaming Tunnel).

Este pasaje estrecho y oscuro, se encuentra en Warner Road bajo la vía del tren que une
Toronto y Nueva York, y sin importar la hora del día, permanece cubierto por una niebla
espesa que impide ver más allá de un paso.

Cuenta la leyenda que en su interior, habita un espíritu, una presencia que acecha a todo
el que entra, y cada vez que se enciende una llama, el espectro se acerca para apagarla
con una brisa helada que cala hasta los huesos.

Dicen que todo se originó hace más de un siglo, cuando hubo un incendio en una granja
cercana, de ahí salió una niña envuelta en llamas que cayó muerta justo en medio del
túnel. En versiones más actuales, se comenta que la niña fue ultrajada y después quemada
para que no identificara a sus atacantes, o peor aún, que fue su mismo padre quien le
prendió fuego al enterarse que su madre se la llevaría lejos dejándolo solo.

Cualquiera que sea la versión real, los elementos principales permanecen; la muerte de
una niña que dejo maldito el lugar, y el fuego. Por esta razón, las personas que entran
afirman que el lugar tiene un ambiente muy negativo.

Son muchos los curiosos que aprovechando la visita a las cataratas hacen una parada en el
túnel de los gritos, para hacer por si mismos la prueba de los fósforos y efectivamente, no
hay llama que su interior permanezca encendida, ya que esta es inmediatamente
apagada, mientras se escucha un grito.
Leyenda del demonio de Dover
Bill Bartlett un chico de 17 años conducía su vehículo a través de Dover,
Massachusetts a eso de las 10:30 PM, un 21 de abril de 1977. Le acompañaban
dos amigos, que no compartieron la visión del ente que se encontraba cerca de la
pared de piedras que rodeaban el camino.

El extraño ser, mostró su gran cabeza, la cual no guardaba proporción con el resto
de su cuerpo, tenía un par de grandes ojos naranjas, carecía de oídos, boca y
nariz. El cuerpo era pequeño, con largas y delgadas extremidades, tampoco
presentaba alguna clase de pelaje, aunque su piel se percibía áspera. No
rebasaba el metro de altura y solo fue visto por Bill, ya que sus amigos miraban
otra parte del sendero en ese momento.

No obstante, el avistamiento se confirmó horas más tarde, cuando John Baxter, un


chico de 15 años, se encontró con la criatura al caminar de regreso a casa; el
muchacho persiguió al extraño ser por un barranco, pero al estar tan solo a 9
metros de distancia, pudo verlo claramente, y pensó bien lo que estaba haciendo,
prefirió ser cauteloso y regresar al camino.
De vuelta en su casa hizo un dibujo, que coincidía de manera exacta al realizado
por Bill.

Al siguiente día, el Demonio de Dover (llamado así por la escritora Loren


Coleman), fué visto otra vez por Abby Brabham, un muchacho de 15 años y Willy
Taintor de 18, quien lo acompañaba a casa.

La descripción dado por el chico era similar a las anteriores, pero en esta ocasión,
los ojos eran verdes.

Esos fueron los únicos avistamientos que dieron origen a la Leyenda del
demonio de Dover, nadie volvió a toparse con él, ni tampoco pudo aclararse si se
trataba de algún extraño animal o un ser proveniente de otro mundo.
LA CARRETA DE LA MUERTE

A los diez años la madre de maría la envió a vivir con su tía, una mujer muy
enferma e incapacitada que tenía un hijo de mala entraña, y vivía en el pueblo de
La Noria, Guanajuato. María se fue a la casa de su tía muy contenta por poder
ayudarla, pues su hijo no lo hacía para nada. La enferma mujer era dueña de un
terreno muy grande que el mal hijo estaba ansioso por heredar. La llegada de su
prima no le gustó para nada y empezó a hacerla la vida pesada.

Una cierta noche, el hijo llegó borracho a la casa y arremetió contra su madre y su
prima. La madre lo corrió y le dijo que no se apareciera hasta que se le hubiese
bajado la borrachera. El hijo se alejó diciéndole a su progenitora que ojalá se
muriera pronto. Al otro día, cuando María fue por las tortillas, escuchó que todo el
pueblo se había dado cuenta del escándalo y que había escuchada a la Carreta
de la Muerte. La pequeña no entendió a que se referían las personas con esos de
la Carreta de la Muerte. Cuando llegó a la casa de su tía le preguntó. Al
escucharla, la mujer se santiguó y le contestó que cuando pasaba la famosa
carreta por el pueblo era porque alguien seguro iba a morir. María se asustó
mucho, pues pensó que la que podría morir sería su enferma tía. Por la tarde
regresó el hijo muy enojado y reclamándole a su madre el haberlo corrido para
después haberlo ido a buscar gritándole por los montes y las calles del pueblo. La
tía negó que lo hubiese ido a buscar. El joven, indignado, abandonó la casa y no
regresó a dormir.

Al otro día, María fue por las tortillas y oyó que las personas comentaban que la
Carreta de la Muerte se había dirigido a la cabaña del huerto de la casa de su tía,
Cuando regresó, estaba muy preocupada, pues suponía que la muerte se
acercaba cada vez más a la casa de su tía. Entonces pensó que debía
comunicarle el hecho a su primo, pues se estaba quedando en la cabaña del
huerto, y si llegaba a ver la Carreta de la Muerte, ésta se lo llevaría, pues nadie
podía verla sin morir. Cuando llegó con su primo y le comunicó su temor, éste la
corrió de mala manera. Por la noche, el muchacho fue a la casa de su madre, y
tomando del pelo a María le prohibió que lo siguiera molestando con sus cuentos
tontos. La tía trató de defender a su sobrina, pero no pudo y cayó al suelo. El mal
hijo salió huyendo creyéndola muerta y no volvió por varios días.

Una tarde volvió reclamándole a su madre que no lo anduviese buscando, cosa


que la mujer no había hecho. Le pidió a su hijo que cuando estuviera en la cabaña
del huerto no le abriese la puerta a nadie. Pero esa noche los perros empezaron a
aullar en el huerto y el muchacho, furioso, salió a asustarlos y a amenazarlos.
Como no vio a nadie, volvió a entrar en la casa. Un fuerte aire soplaba. Todo el
pueblo escuchó el escándalo que provocó un fortísimo grito que provenía de la
cabaña. La tía le pidió a María que fuera a buscar a los vecinos para ver qué
sucedía. Cuando llegaron a la cabaña se encontraron en la puerta al joven con el
cuello partido y con una mueca de terror absoluto. La tía y la sobrina
comprendieron que la Carreta de la Muerte lo había matado.

Desde entonces, cada vez que una persona va a morir se escuchan los ruidos de
las ruedas de la carreta, las patas de los caballos al pegar en las piedras del
suelo… y los terribles aullidos del mal hijo que deseaba la muerte de su madre
para heredar sus tierras.
EL HIJO DEL DIABLO

Esta leyenda mexicana tiene origen en cercanías de Morelo, donde vivía una
hermosa joven, pretendida por muchos hombres de la región. Ella se negaba
constantemente a los pretendientes hasta que conoció a un enigmático jinete, que
se ofreció a llevarla en su caballo hasta su morada. Luego de algunos días
finalmente cayó rendida a sus encantos y se casó con el intrigante visitante.

La joven quedó embarazada, y el sujeto desapareció de la faz de la tierra, pero la


gestación siguió su curso normal hasta los 8 meses cuando nació un hermoso
bebe, algo extraño ya que era muy ágil y despierto. Al cumplir los 6 meses, se
decidieron ir a bautizarlo por lo que su madrina era la encargada de llevarlo a la
iglesia. Cuando iban camino a ese lugar y en medio de un río, una voz lúgubre
salió de la boca del bebe diciendo – Madrina ya puedo hablar, ya tengo dientes, y
te voy a matar-, tras lo cual asesinó a su madrina y desapareció en medio del
agua….

Para los lugareños no quedan dudas que se trata del hijo del Diablo y que cada
cierto tiempo suele aparecer por los caminos y haciendas, asustando a los seres
humanos y a las bestias, incluso matando a varios de ellos.

La leyenda afirma que en los caminos rurales, suele oírse el llanto de un bebé y
quienes lo recogen y lo alzan, sienten un tremendo dolor en su brazo, ya que el
“bebé” los está mordiendo para luego desaparecer en forma misteriosa.
EL FANTASMA DEL CERRO DEL LOBO

Se afirma que desde hace varias décadas, en el cerro del Lobo (una Zona de
Preservación Ecológica, también llamado Parque Ecológico de Santa Apolonia);
ubicado en la ciudad de Pachuca de Soto, Hidalgo, México, se aparece una mujer
vestida de blanco, lo hace solo en las noches de luna llena en las faldas del cerro.

Las mujeres que se topaban con ella la describían como una chica joven, piel
clara, cabello castaño largo, mediana estatura, ojos cafés y siempre vestida de
blanco, y que en lugar de caminar, flotaba en el aire, no sentían miedo de ella,
pues se ofrecía ayudarlas a cruzar el lugar sin peligro, ya que ahí sucedían
muchos accidentes. A sus nuevas amigas, La Mujer de Blanco, les contaba el
terrible destino que tenían los hombres las noches de luna llena.

En cambio a los hombres les terminaba haciendo cosas malas, muy malas. Pues
muchos de ellos se hallaban muertos en las laderas del cerro del Lobo, siempre el
día después de la Luna llena, y todos tenían puesto un crucifijo de plata. Se dice
que se atravesaba en su camino, lo seducía, se hacía seguir a la cima del cerro,
para después arrojarlos desde las peñas, el silencio de la noche se interrumpía
con los gritos desesperados de los hombres cayendo, acompañados de fuertes
carcajadas que erizaban la piel.

Después ella se alejaba flotando, hasta perderse en la oscuridad…

La historia corrió por las cantinas, donde los borrachos bromeaban sobre este
fantasma. Una noche, el joven hermano de un hombre, que había sido encontrado
con los huesos destrozados al pie del cerro, juró vengarse de esa mujer y enviarla
al mismo infierno de donde salió. Se fue al cerro con pistola en mano, alumbrado
por la luz de la luna llena.

-Por fin te encontré-, le gritó el joven al verla, amenazando con su pistola. Pero
ella lo hechizó mirándolo directo a los ojos, lo llevó hasta un barranco el cual ella
cruzó flotando, pero él cayó gritando. Encontraron su cadáver como todos los
otros, con la cruz en el pecho.
La leyenda del ahogado

Valle de Bravo es una localidad muy visitada por los habitantes de la Ciudad de México en
épocas vacacionales, debido a la corta distancia existente entre estos dos puntos. Como en
casi cualquier rincón de la provincia de este bellísimo país, esta región no se salva de
las terror que han sido transmitidas de forma oral o escrita de generación en generación hasta
llegar a nuestros días.

En el lago de ese sitio, dice la gente que hace mucho tiempo se ahogó un hombre que se
dedicaba a la pesca. Un día que el individuo subió a su pequeño bote de remos y se internó
en las profundidades marinas.

Generalmente él regresaba cuando el reloj marcaba las cuatro de la tarde. A pesar de eso,
nunca se le volvió a ver con vida. Su familia pidió a otros pescadores que emprendieran una
búsqueda de rescate, pues pensaron que a lo mejor su lancha se había hundido cerca de la
orilla.

Hicieron patrullajes por más de una semana, pero no se encontró ni el más mínimo resto de la
nave ni mucho menos del pescador. Desde esa fecha, los forasteros no se embarcan solos en
una lancha, pues tienen la idea de que algo malo les puede suceder.

Por otra parte, la gente mayor de esa localidad cree fervientemente que en esas aguas viven
espíritus que en ciertas ocasiones se “tragan” el cuerpo de las personas.

Sin embargo, no con ello quiero decir que el lago está embrujado, ni nada por el estilo. Sólo
que hay un cierto halo de misticismo que rodea a todo el conjunto en general.

Las historias que incluyen a los elementos básicos (tierra, agua, viento y fuego) como
catalizadores del miedo, son relatos que siempre se mantendrán con carácter de temporales,
ya que sin éstos, simple y llanamente la vida en este planeta no existiría.
Muñeca Okiku

Japón, la tierra de Nintendo, Sony, Sushi. Japón también es un


país con un pasado y un futuro escalonadamente fascinante. Quien no haya hecho un viaje a
Japón, Tokio y otras ciudades japonesas, es aconsejable hacerlo porque tiene un encanto
especial. Japón también está en las historias horribles y fabulosas: monstruos, horribles
personajes y mucho más, porque la lista es interminable.

Sin duda, muchos están de acuerdo que algunas muñecas son horrendas. Pero, qué dirías de
una muñeca que está poseído por el espíritu de una niña? La muñeca japonesa Okiku así
bautizada con el nombre de la dueña anterior.

La muñeca es bastante grandes (40 pulgadas de altura), vestida con un kimono y el pelo que
crece. Sí, has oído bien. El pelo de la muñeca le sigue creciendo! Y, por esta razón, se dice
que el pelo se recorta anualmente.

La muñeca Okiku puede encontrarse en el templo de Mannenji. Cuenta la leyenda que un


adolescente fue capaz de comprar la muñeca Okiku a su hermana de dos años. La niña
amaba a la marioneta; jugaba con ella sobre una base diaria, un vestido, pero su amistad con
la muñeca fue de corta duración: la niña murió. La familia de la niña fallecida quería regalar la
muñeca; Pero, después de algún tiempo, comenzaron a notar que el pelo de la muñeca
crecía, así que llegaron a la conclusión de que el espíritu de su hija vivía en el cuerpecito de la
muñeca. En 1938, tomaron la decisión de dar la muñeca a un templo, donde permanece hasta
nuestros días siendo objeto de curiosidad por mucha gente que visita el templo.
El enigmático cráneo Mitchell-Hedges

Sin dudas el cráneo más conocido en todo el mundo


y que hoy está en posesión de Anna Mitchell-Hedges, hija del famoso Frederick
Albert Mitchell-Hedges, quien en una de sus misiones de arqueología hallo esta misteriosa
calavera echa completamente de cristal y que detrás de sí, guarda un enigmático secreto.

Según él, fue hallada en 1924 en la región de Lubaantun, en una cueva cercana, justamente
cuando se encontraba realizando una expedición.

Pero lo más misterioso no es su descubrimiento ni que sea de cristal, sino es como esta
creado este maravilloso cráneo. De un tallado tan preciso y tan bien pulido, que expertos
aseguran, que se necesitarían 200 años de trabajo artesanal. Para asombrarlos más aun, en
la actualidad que vivimos somos incapaces de generar tal pieza de arte, ni con la más alta
tecnología de punta, nos acercaríamos a lograr los detalles perfectos que este posee, con
unos detalles microscópicos y muy bien definido.

Su historia rondan diversos tramos, pero la más acertada por los expertos, corresponde a la
civilización Maya, la cual aseguraba que existían trece calaveras de cristal. Doce fueron
esparcidos en diversos mundos y al juntarlas todas, podremos adquirir un conocimiento de
nuestros ancestros, conocimientos jamás antes vistos ni pensados. Y que son provenientes
de los Atlantes, quienes fueron los responsables de la creación, tallado y esculpido.

Pero también hay muchos escépticos que dicen ser calaveras provenientes de extraterrestres,
que en un antiguo tiempo visitaron la tierra y tuvieron contacto con los seres humanos, y que
estos provenían de tecnología alienígena para poder comunicar ambos mundos.

Pero como todos sabemos, son misterios tras misterios sin resolver. Lo que si podemos
afirmar con hechos reales, es que la calavera de cristal o mejor llamado el cráneo Mitchell-
Hedges existe y es base de numerosas investigaciones por parte de los científicos más
valorados de todo el mundo.
El anciano de la esquina

Esa tarde acababa de salir de la agencia con mi coche nuevecito, era un modelo compacto de
color azul. Me animé a comprarlo pues había leído que su estabilidad en terrenos lluviosos era
inmejorable. Además, el rendimiento que daba por galón me parecía muy rentable.

Ese coche estaba equipado con los últimos aditamentos de la tecnología, incluida por
supuesto la navegación asistida vía GPS. Pronto el cielo se llenó de nubes negras y creí que
no había mejor momento para probar esta nueva herramienta.

Encendí la pantalla y en segundos el sistema me dio ubicación, así como una serie de rutas
para llegar a mi destino. Elegí la que parecía seguir una línea recta. Al principio todo iba muy
bien, la voz robotizada me indicaba:

“En 200 m gire a la derecha en la avenida los Sauces etc.”.

Lo malo fue que sin previo aviso, me quede sin señal de satélite y tuve que seguir por mi
cuenta. Muchas calles estaban cerradas y otras mal iluminadas. Fue justamente en una de
esas callejuelas que vi claramente como un hombre mayor intentaba cruzar la calle en la
esquina.

Miré el semáforo y estaba en verde, por lo que decidí cruzar la intersección con precaución.
No obstante, el anciano se abalanzó hacia el frente de mi auto. Frené lo más pronto que me
permitieron mis reflejos.

De la inercia que cogió el automóvil, casi termino estrellado contra un árbol.

– Lo que me faltaba, un anciano suicida. Veré si aún está con vida.


Apague el motor del coche, sólo dejando la radio encendida. Por cierto, en ese momento
estaban pasando un programa llamado Leyendas cortas de terror, pero ya me estoy
desviando del tema.

Volviendo al relato, quedé perplejo al observar que no había ninguna persona a 1 km a la


redonda. Eso quería decir que lo que mis ojos vieron, fue lo que varios psíquicos definen como
una sombra del pasado. Es decir, una persona que repite su última acción llevada a cabo en
este mundo.

A los pocos meses de ese extraño acontecimiento, vendí ese auto, pues no fue la única cosa
sobrenatural que me ocurrió mientras lo manejaba.
El conejo mugroso

Eran alrededor de las tres de la mañana, y yo aun me encontraba


estudiando para los exámenes finales, los ojos se me cerraban, estaba a punto de caer
dormido, cuando el leve llanto de un niñome puso en alerta. Pensé que tal vez me había
quedado dormido por un momento y lo había sonado, así que me fui a la cama. Apenas me
había acomodado, cuando un tenue y lastimoso quejido vino del entretecho. Llamé a mi madre
y ella dijo que se trataba de un gato, así que la explicación me dejó satisfecho.

Al siguiente día siguiente convencí a mi padre de revisar el entretecho, pero el día termino y
no lo hizo. Esa noche ocurrió lo mismo, con un toque extra, la tabla que estaba justo a mi
cabeza, crujió de pronto; voltee a ver lo que pasaba, y esta se hundió, dejando caer el polvo
sobre mi cara.

Mis gritos de terror asustaron a toda mi familia que acudió corriendo a ver lo que me pasaba.
Terminé siendo reprendida por haberlos despertado tan solo por “unos simples gatos”. No fui
capaz de imaginar el tamaño que debió tener el gato para doblar la madera de esa forma.

La mañana siguiente, no esperé por mi padre, y yo misma subí al entretecho para averiguar.
No teníamos linterna, así que me iluminaba con el celular, la luz no alcanzaba a llegar hasta
las esquinas, así que tuve que revisarlas una por una. No encontré nada más que simples
excrementos de gato, lo cual comprobaba que mi madre tenía razón y era yo una miedosa de
primera.

Esa noche planeaba dormir bien después de estudiar, pero me sentía intranquila, observada,
parecía que no estaba sola, y lo comprobé al ver una sombra, que se asomaba por mi
puerta entreabierta, era una pequeña cabecita… y entonces por más que quise no pude
gritar. Tampoco me moví de mi sitio y ahí amanecí dormida. Mi madre me despertó muy de
mañana diciendo, -No sabía que aun tenias peluches- y me dio un sucio conejo al que le
faltaba una oreja, diciendo que lo había encontrado en la puerta de mi habitación.

Yo me fui de prisa porque se me hacia tarde para el examen y regresé de noche, después de
haber celebrado con los amigos el fin de curso. Estaba tan cansada que olvidé por completo lo
sucedido y me dejé caer en la cama. Ese momento lo viví en cámara lenta… desde un rincón
oscuro una silueta caminó lentamente hasta un punto más iluminado, era un niño pequeño,
translucido y sucio. Se movía temeroso extendiendo sus manos y lloriqueando. No podía
entenderle ni una palabra. Pero mi mente se aclaró al sentir que caí sobre el conejo mugroso
que mi madre había puesto sobre mi cama.
Mis manos temblaban tanto que ni siquiera podía tomarlo, solo veía que el niño se acercaba a
mí balbuceando muy enojado, sus ojos parecían estar ardiendo, y sin saber cómo, logré
aventarle el conejo. Entonces su expresión cambió por completo, se desvaneció ante mis
ojos, sonriendo y no volví a verlo, aunque diariamente se escucha en el entretecho.

Dicen que se trata del espíritu de un niño que vivió ahí antes que nosotros, su padre lo
golpeaba mucho y decidió esconderse en el entretecho. Escuchaba a su padre decir las
horribles cosas que le haría si aparecía, así que no quiso salir más, aunque le costara la
vida.

A veces me encuentro el conejo mugroso por la casa, pero de inmediato subo y lo llevo al
entretecho, no sea que un día venga de nuevo por él, porque lo más que soporto hasta el
momento es escucharlo decir –gracias- cada vez que se lo acerco.

Das könnte Ihnen auch gefallen