Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Aprende a manejar el estrés que surge ante las preocupaciones, por lo que puede suceder en el futuro, lo desconocido y la
falta de control. No te dejes vencer por la preocupación, actúa y resuelve los problemas.
"El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los
valientes es la oportunidad".
Víctor Hugo (novelista francés).
Cuando pensamos en el futuro, en una situación sobre la que no tenemos mucho control o tenemos poca capacidad de
solucionar, nos angustiamos. Esta angustia puede abarcar cualquier aspecto de nuestra vida. Mientras más inseguros nos
sentimos respecto a ese futuro, mayor el estrés, la angustia e incluso el temor que podemos sentir.
La preocupación es útil cuando nos ayuda a actuar para solucionar un problema. Pre-ocupación significa antes de
ocuparme, antes de actuar.
Cuando pensamos así, nos sentimos bien al preocuparnos y rechazamos la posibilidad de no hacerlo.
La preocupación es positiva, cuando dura sólo el tiempo necesario para encontrar una solución y actuar. Si no hay solución
o no está en nuestras manos, preocuparse es una pérdida de tiempo.
Si no actuamos y nos quedamos en la preocupación, estamos siendo irresponsables con nosotros mismos: Utilizamos la
preocupación para sentirnos bien (porque nos preocupamos) y evitamos, al mismo tiempo, enfrentarnos a la situación.
Preocuparse por lo que pasó o pudo haber pasado, es un gran error, porque no podemos cambiar lo que sucedió.
Si eres "preocupón" o te estresas con frecuencia, trata de recordar todas las veces que te has preocupado por algo que
nunca sucedió. Piensa que tu sufrimiento fue innecesario y no valió la pena.
Preocuparse no es sinónimo de responsabilidad. Responsable es el que actúa cuando se puede actuar y se cuida y
fortalece cuando no está en sus manos la solución. Somos irresponsables cuando podemos actuar y por miedo,
inseguridad, falta de información o por exceso de preocupación, no lo hacemos.
Si hoy te ocupas por estar bien, sano, informado, resolviendo los problemas, sin dejar que crezca etc., estás
construyendo las bases de un buen futuro. Por lo tanto no vas a tener que preocuparte por él.
¿Pero cuánta angustia te generó y cuántas horas de tu vida desperdiciaste? Si sumaras todos los minutos y horas que te
has pasado hablando o pensando sobre algo que te preocupa y que nunca sucede, ¿cuántas cosas podrías haber hecho en
ese tiempo?
Cuando estés preocupado por el futuro, pregúntate que pruebas tienes que te garanticen, que lo que te preocupa, va a
pasar. Aun si es algo que sí va a ocurrir, ¿está en tus manos evitarlo?
Haz lo que sí está en tus manos y no permitas que la preocupación haga su nido sobre tu cabeza.
El dicho: "Si tiene solución ¿para qué te preocupas? y si no la tiene ¿para qué te preocupas?, es cierto. No te desgastes
inútilmente.
Si el problema no tiene solución, no ganamos nada con preocuparnos y si la tiene, actúa, no le des vueltas innecesarias en
tu mente.
Pregúntate: ¿en este instante, hay algo que me esté causando dolor? ¿Algo que no está funcionando? No mañana, no
dentro de 5 horas y no dentro de 10 minutos, en este instante.
No te anticipes ante las posibles consecuencias, sobre todo si son negativas. Haz lo que puedas hacer por resolver o evitar
un problema y deja de preocuparte. Si se presenta, tendrás oportunidad de resolverlo.
Cuando vives el presente, no desperdicias tu energía y puedes disfrutar de la vida. Eso te ayuda a estar en mejor condición,
para enfrentar lo que te traiga el futuro. Cuando te preocupas demasiado por algo, sin ocuparte, te desgastas tanto que aun
si se presenta esa situación, no estás en tu mejor momento para resolverla.
Winston Churchill trabajaba 18 horas diarias durante la segunda guerra mundial. Cuando se le preguntó si no le preocupaban sus
tremendas responsabilidades, contestó: "estoy demasiado ocupado. No tengo tiempo de preocuparme".
El pensamiento y la preocupación.
Recuerda tus mejores vacaciones o piensa en una situación que hayas disfrutado plenamente.
Fija tu atención en la mayor cantidad de detalles posibles.
Si quieres cierra los ojos, para recordarlo mejor.
¿Cómo te sientes?
En el momento en que dejaste de pensar en la situación que te preocupa y fijaste tu atención en una situación agradable, tus sentimientos
cambiaron.
Como puedes ver, la preocupación está ligada a nuestros pensamientos y nosotros podemos decidir, qué queremos pensar. Es imposible,
por muy inteligentes que seamos, pensar en dos cosas en el mismo instantCuando un pensamiento sustituye a otro, la emoción que
acompaña al primero, es sustituida también, por la que provocó el segundo.
¿Qué hacer?
Lee con calma los dos puntos anteriores y haz un alto en cada detalle preguntadote:
¿Podría estar exagerando aunque sea un poquito, en este aspecto?
Tacha todo lo que consideres que es exagerado o poco objetivo y plantea nuevamente la situación, tratando de ser lo más objetivo posible.
Pregúntate y escribe:
¿Cómo vería esta misma situación la persona que más admiro?
Compara ambas descripciones, la del punto 4 y la de tu amigo, analízalas y escribe qué diferencias encuentras.
No busques justificar tu actitud o forma de pensar. Simplemente, ve si él puede tener razón en su planteamiento y si tú, por estar más
involucrado, estás siendo poco objetivo.
Si el porcentaje no es muy alto, evalúa si vale la pena el desgaste y el sufrimiento que estás viviendo.
Cuando aceptamos una situación, la carga emocional disminuye y podemos enfocarnos en la solución.
Piensa en otra cosa o ponte a hacer algo que requiera de toda tu atención.
Comparte tus preocupaciones con alguien que te ayude a ser objetivo y a encontrar una solución y no con alguien que te "de cuerda" y aumente
tu preocupación.
Muchos padres bienintencionados tratan de proteger a sus hijos que padecen de ansiedad de sus temores, sin embargo, sobreprotegerlos puede empeorarla.
A continuación se muestran algunos consejos para ayudar a sus hijos a controlar su ansiedad sin reforzarla.
La mejor manera de ayudar a los hijos a superar su ansiedad es ayudarles a aprender a tolerarla lo mejor que puedan. Con el tiempo, la ansiedad irá
disminuyendo.
Ayudar a los hijos a evitar las cosas que les dan miedo hará que se sientan mejor a corto plazo, pero a costa de reforzar su ansiedad a largo plazo.
No prometa a su hija que lo que teme no va a suceder, por ejemplo que usted sabe que no va a tener problemas en aprobar el examen, en su lugar muestre
confianza en que pase lo que pase, lo superará.
Dar validez a los sentimientos no es igual que estar conforme con ellos. De manera que si a su hija le aterra ir al médico, escuche y sea empático, pero anímela
a hacer frente a sus temores.
Anime a su hijo a hablar de sus sentimientos, pero evite hacer preguntas que sugieran una respuesta. Por ejemplo, en lugar de preguntarle: “¿Estás preocupado
por este examen tan importante?”, hágale una pregunta más abierta como “¿Qué piensas sobre la feria de ciencias?”.
Evite reforzar sus temores con el tono de su voz o el lenguaje corporal: “Quizás deberías tenerle miedo a esto”.
7. Déle ánimos.
Dígale que aprecia el gran esfuerzo que está haciendo, y recuérdele que cuanto más tolere la ansiedad, más disminuirá.
Cuando tememos hacer algo, el periodo más duro es antes de hacerlo. Así que si a una persona le pone nervioso ir al médico, no hable del asunto hasta que
sea necesario.
En ocasiones puede ser conveniente hablar con ella sobre lo que sucedería si sus miedos se hicieran realidad. ¿Cómo lo manejaría? Para algunos hijos,
disponer de un plan puede ser una forma saludable y eficaz de reducir la incertidumbre.
No finja que usted no experimenta estrés ni ansiedad, al contrario, permita que sus hijos vean que usted sabe controlarla, tolerarla, y se ve capaz de superarla
con tranquilidad.