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a) Maestros
b) Oficiales
c) Compañeros
d) Aprendices
De esa época inmediata anterior al surgimiento del Derecho Laboral, cabe pues
destacar el funcionamiento de los gremios. Eran entidades que variaban según la
localidad y el momento, pero que tenían en común las características ya vistas de
mutualista y monopolista. Mutualista, en tanto se procuraba el bienestar y la asistencia
entre todos sus miembros; constituía una especie de seguro de accidentes y aun de
vida; en caso de desgracia los compañeros acudían en ayuda del afectado y
adicionalmente acostumbraban un fondo comunal destinado a emergencias de sus
miembros. Como monopolio, los gremios dejaron marcada su impronta en la forma en
que se reguló la actividad económica por varios siglos. Cada gremio era el único titular
de su respectiva actividad con exclusión –legal- de cualquier otro interesado. Cualquier
persona que quisiera desarrollar un arte u oficio, debía pasar necesariamente por el
tamiz del sistema jerárquico gremial; por lo mismo incorporarse en el gremio iniciándose
como aprendiz, para sucesivamente acceder a los estadios superiores: compañero,
oficial y maestro. No se podía irrumpir directamente en el mercado de bienes y
servicios, ya que éstos estaban dominados rígidamente por el sistema gremial. Por otra
parte imponían o incidían directamente en los precios, ya que en algunos rubros eran
de hecho los únicos proveedores.
Durante la época colonial prevaleció en Guatemala el sistema gremial. De ahí
que se habla del Martín de Porras, o el maestro Quirio Cataño. Resabios de ese
sistema todavía se perciben: los maestros de obra, propios de las construcciones; la
misma figura de los compañeros, prestó elementos del antiguo sistema. Por otra
parte, los colegios profesionales actuales, tienen muchas coincidencias con los antiguos
sistemas gremiales; es marcado el aspecto mutualista así como el de dominio o
monopolio de la actividad profesional.
Es claro que un sistema de ese tipo haya sentado la pauta del trabajo. Si bien
pueden invocarse algunas razones favorables, sobre todo sí se toma en cuenta el
momento histórico en su conjunto, no pueden negarse que el sistema gremial no podía
continuar por mucho tiempo: esa rígida sujeción del principio de libertad individual en lo
que a la actividad laboral se refiere.
Irónicamente fue ese mismo principio el que, pocos años después, se pone en
contra de los incipientes movimientos colectivos de los trabajadores. Los primeros
intentos de sindicatos se toparon en contra de esa línea liberal de pensamiento,
plasmada en leyes como la citada Chapelier, que deslegitimaba toda componenda o
presión en el libre juego económico. Las coaliciones obreras, embrión de los
sindicatos, en el fondo pretendían mejorar salarios y condiciones de vida; esto es,
ejercer influencia o presión en el libre juego que fija los montos de los salarios.
a) De represión
b) De tolerancia
c) De legalización
2.1. ETAPA DE LA REPRESIÓN
En esta primera fase, como arriba se indica, se proscribió todo intento de
los trabajadores de presionar en el mercado; se calificó de sedición, conspiración
y otras figuras delictivas, los intentos de huelga y de organización. Se persiguió
a los líderes obreros y se trató de sofocar esos movimientos. En plena vigente
de las ideas de plena libertad de comercio y trabajo, cualquier presión o
interferencia eran mal vistas.
2.2. ETAPA DE TOLERANCIA
La etapa de la tolerancia obedece a un cambio en la orientación del
Estado. Ya no se perseguía a los movimientos obreros, pero tampoco se les
protegía ni se creaban leyes que los regulasen. Sencillamente se les ignoraba,
no se les tomaba en cuenta, salvo cuando con sus actuaciones se afectaba el
orden público. Se empezaba a aceptar que el Derecho de Libre Asociación
también podía ser invocado por los trabajadores como por cualesquiera otros
ciudadanos. Se imponía sí, el encuadramiento de sus actividades al orden
público establecido.
2.3. ETAPA DE LEGALIZACIÓN
A principios del siglo XX, emergió el concepto de derechos sociales y
comienzan los gobiernos a reconocer el empuje de movimiento colectivo laboral.
Quizá la realidad de no poderse oponer al mismo, o el interés político de
aprovechar ese movimiento, o las propias presiones sociales tan convulsionadas
a finales de siglo, el hecho fue que aquellos movimientos anteriormente
perseguidos, marginados, ignorados, ahora serían reconocidos por la leu. Ese
movimiento legislativo tuvo á su vez dos fases: el de reconocimiento a nivel
ordinario: leyes ordinarias, aisladas, reconocían derechos de los trabajadores y
una culminación que fue la llamada Constitucionalización de los derechos
laborales, esto es, que los derechos se reconocían a su más alta expresión, es
decir, a nivel constitucional, se consagraban dentro de los textos constitucionales
los derechos de los trabajadores, tanto los individuales como los colectivos. El
mérito de ser la primera legislación conteniendo derechos laborales corresponde
a la Constitución Mexicana de Querétaro, en 1917, después de su revolución.
Posteriormente aparece la de Weimar, Alemania, en 1919. Seguidamente fueron
haciendo lo propio las diferentes constituciones de países latinoamericanos. En
Guatemala fue técnicamente hasta 1945 en que se plasmaron en la Constitución
esos derechos, dentro de un sinuoso sendero al que a continuación me refiero.
1
Fernández Molina, Luis. Derecho Laboral Guatemalteco. Capítulo V, pág. 67-82. Ed. Oscar de León Palacios. Guatemala.