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S6lo bay que cortar el eslabon, J) esperar... La raza se encarga de todo. Raccoona Sheldon EL ESLADON VULNERADLE llustes SANYU. El joven sentado a 2 grados norte, 75 grados este, echo una ojeada vagamente rencorosa al ventilador descompuesto y siguio leyendola carta. Sudaba por todos los poros, vestido sdlo con shorts en el calor aplastante de lo que pasaba por un cuarto de hotel en Cuyapén. éCémo se arreglan otras esposas? Yo voy de aqui para allé con los programas de revision de becas de Ann Arbor y el seminario, dicien- do animosamente, “Ah si, Alan esta en Co- lombia organizando un programa de control biolégico de plagas, gno es maravilloso?”. Pe- ro por dentro te imagino rodeado de javenes y seductoras bellezas de pelo renegrido, todas jadeantes de dedicaci6n social y repulsiva- mente ricas. Y cuarenta pulgadas de busto desbordando la delicada ropa interior. Incluso Archivo Histérico de Revistas Argentinas | www.ahira:6i hice la conversion a centimetros, son 101.6 centimetros de desborde. Ah, querido, queri- do, por favor vuelve a casa sano y salvo. Alan sonrié afectuosamente, evocando un instante el Gnico cuerpo que afioraba. Su mu- chacha, su magica Anne. Luego se levanté para abrir un poco més la ventana. Una cara palida, larga vy afligida se asomé: una cabra. E] cuarto daba al corral, el tufo era inaguantable. Pero era aire. Recogié la carta Todo esté como cuando te fuiste, solo que el horror de Peedsville parece estar recrudecien- do. Ahora lo llaman el culto de los Hijos de Adén. ¢Por qué no pueden hacer algo, aun- que se trate de una religion? La Cruz Roja ha instalado un campamento para refugiados en Ashton, Georgia. Imaginate, refugiados en los Penvoio.6173 -ar Estados Unidos. Oi que sacaron a dos niifiitas todas cortajeadas. Oh, Alan. Lo cual me recuerda que Bamey vino con un fajo de recortes que quiere que te envie. Los despacharé en un sobre aparte; sé lo que pasa con las cartas muy gordas en los correos extranjeros. Dice, por si no lo recibes, que adivines qué tienen en comtin Peedsville, Sao Paulo, Phoenix, San Diego, Shangai, Nueva Delhi, Tripoli, Brisbane, Johannesburgo y Lubhoe, Texas Dice que la clave 0s recardar dénde esta ahora la Zona de Convergencia Intertropical. Para mf no tiene sentido, pero tal vez lo tenga para tu cerebro ecolégico supe- tiut. De los recortes solo pude ver que eran relatos bastante horripilantes de asesinatos 0 matanzas de mujeres. El peor era el de Nueva Delhi, sobre “balsas con cadéveres de muje- res’ en el rio. El més gracioso (!) era el de Texas, sobre el oficial del ejército que baled a la esposa, las tres hijas y la tia porque Dios le ‘ordené que limpiara el lugar. Barney es un encanto. Vendra el domingo para ayudarme a sacar el cafio del desagtie y ver qué lo estd taponando. Ahora esta hecho unas pascuas, desde que te fuiste, su progra- ma de antiferomonas de la larva del abeto al fin dio resultado. ¢Sabes que prob mas de 2.000 compuestos? Bien, parece que el nime- 10 2.097 funciona de veras. Cuando le pre- gunto cual es el efecto suelta una risita, ti sabes qué timido es con las mujeres. De cual- quier modo, parece que un programa de fumi gacion salvaré los bosques sin dafiar un solo Pajaro. Los péjaros y las personas son inmu- nes, dice él. Bien, carifio, eso es todo excepto que Amy volverd a la escuela dominical de Chicago. La casa ser una tumba, y la extrafiaré terrible- mente, aunque est en la etapa en que yo soy su peor enemiga. La hosca pubertad, dice An- gie Amy le manda carifios al papa. Yo te mando todo mi coraz6n, todo lo que no pue- den decir las palabras. Tu Anne Alan guard6 la carta en un cajon y eché un vistazo al resto de la correspondencia, negén- dose a pensar en su hogar y en Anne. El “sobre gordo” de Bamey no estaba alli. Se acnsté en la cama amigada, apaganda la luz, fel VO. un minuto antes de que el generador del pue- blo dejara de funcionar por la noche. En la oscuridad, los lugares que habia mencionado Bamey se desperdigaron alrededor de una esfera brumosa que gird, turbadora y fugaz, en su mente. Algo... Pero luego el recuerdo de los nifios afecta- dos por parasitos con quienes habia trabajado ese dia en la clinica se aduefié de sus pensa- mientos. Se puso a reflexionar sobre los datos que dehia vecopilar Busca el aslabn nulnera- ble en Ia cadena conductual: con cuanta fre- cuencia Barney —el doctor Barhard Braithwai- te—le habia martillado esa idea en el craneo. @Donde estaba, donde? En la mrafiana se pon dria a trabajar con colonias mas grandes de mosca de la cafia... En ese momento, ocho mil kilémetros al norte, Anne escribi ‘Oh, querido, querido, tus tres primeras car- tas estan aqui, llegaron todas juntas. Sabia que escribirfas. Olvida lo que he dicho sobre Jas ricachonas morenas, era solo una broma. Querido, te conozco... nos conozco. Esas ho- mribles larvas de la mosca de la cafia, esos pobres nifios. Sino fueras mi esposo pensaria que eres un santo o algo por el estilo. (De todos modos lo pienso). He clavado tus cartas en toda la casa, me hacen sentr menos sola. No tengo ninguna novedad excepto que las cosas estan turbado- ramente tranquilas. Bamey y yo sacamos el cafio del desagiie, estaba tapado por una enorme provision de bellotas podridas. Las deben de haber tirado desde la canaleta, la cubriré con alambre. (No te preocupes, esta vez usare una escalera). Bamey esi raro, hurafio. Se esté tomando muy a pecho el asunto de los Hijos de Adan, parece que formara parte del comité de inves- tigacion si alguna vez le dan via libre. Lo raro del caso es que nadie quiere hacer nada, como si el asunto los superara. Selina Peters ha pu- blicado algunos comentarivs incisivos, cut Cuando un hombre mata a la esposa es asesi- nato, pero cuando lo hacen muchos lo llama- mos estilo de vida. Creo que se esta propagan- do, pero nadie sabe nada porque los medios estn un poco amordazados, Barney dice que se lo considera una especie de histeria conta- giosa. Insistié en que te enviara esta entrevista Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar siniestra, impresa en papel fino. Desde luego no se publicara, Pero la tranguilidad es peor, es como si pasara algo terrible y no pudieras verlo. Después de leer el escrito de Barney llamé a Pauline a San Diego para cerciorarme de que estaba bien. La voz era extrafia, como si estuviera ocultando algo.., mi propia herma- na, Primero dijo que todo andaba bien y de pronto me pregurité si podia venir a quedarse un tiempo aqui el mes que viene, le dije que viniera, pero antes quiere vender la casa. Ojala se apure. Oh, el auto diesel est bien ahora, pero habfa que cambiarle el filtro. Tuve que ir hasta Springfield para conseguir uno pero Eddie lo instal6 por s6lo dos délares y medio. Asi hara quebrar el garaje. Por si no lo adivinaste, los lugares que men- cioné Bamey estén todos en los 30 grados norte o sur... las latitudes de presion alta. No exactamente, le dije yo, y él dijo que recordara que la zona de convergencia ecuatorial varia en invierno, y que afiadiera Libia, Osaka y un lugar que no recuerdo... ah si, Alice Springs, Australia, Qué tiene que ver esto con nada, le pregunté. El dijo: “Nada, espero”. Lo dejo por tu cuenta, las lumbreras como Barmey son gente rara. Oh, mai amor, te mando todo mi carifiv. Tus cartas me permiten seguir viviendo, Pero note sientas obligado a escribirlas, entiendo que estaras exhausto. Pero recuerda que estamos juntos, siempre y en todas partes. Tu Anne Qh P.D, Tuve que abrir el sobre para incluir el escrito de Barney, no fue la policfa secreta Aqui le tienes. Carifios. A. En el cuarto con tufo a cabra donde Alan lefa esto, la Iluvia tamborileaba en el techo. Se acercé la carta a la nariz para oler de nuevo el perfume tenue, la guard6. Luego extrajo el papel amarillo enviado por Bamey y se puso a leer, el cefio fruncido. INFORME BSPRCIAL SOBRE BL CULTO DE Paepsvi- tie/Hisos pe Apa Declaracion del sargento Willard News, Globe Fork, Arkansas. Liega- nos al bloqueo carretero a unos 120 kiléme- tros al oeste de Jacksonville. El mayor John ‘Heinz de Ashton nos estaba esperando, y nos hizo escoltar por dos vehiculos blindados al mando del capitan T. Parr. Al mayor Heinz pareclé disgustarle quo ol oquipo médico dol NIH incluyera dos mujeres. Nos previno enfa- ticamente sobre el peligro. De modo que la doctora Patsy Putnam (Urbana, Illinois), la psiedioga, decidid quedarse con él cordén mi- litar, Pero la doctora Blaine Fay (Clinton, Nueva Jersey) insistio en acompanarnos, di- clendo que ella era la ep!-algo [epidemidlogal. Seguimos a los blindados a cincuenta kil6- metros por hora durante una hora sin ver nada fuera de lo comin. Habia dos grandes Jetreros que decian “Hisos pz Apa- Zona LIBR Rapa”. Pasamos frente a varias plantas de em- paleje de pacanay una planta procusudure de citricos. Los hombres del lugar nos miraron pero no hicieron nada raro. Desde luego no vi ‘mujeres ni nifios. En las afueras de Peedsville paramos ante uns enorme barricada de tam- vores de gasolina frente aun gran depésito de citricos. Esta zona es vieja, una especie de aldewcha con un deposito. La parte nueva del pueblo, con el centro comercial y los edificios modernos, esté a un kilémetro de distancia. Un obrero con escopeta salio del deposito ¥ nos dijo que esperaramos al alealde. Creo que no vio @ la doctora Elaine Fay, elle estaba agazapada detrés. Elalcalde Blount lego en un patrullero po- licialy nuestro jefe el doctor Premack, explico Ja misién que nos habia encomendado el ci- eujauu geusral, El alcalds Blount accedio @ que la partida entrara en Peedsville para re- coger muestras del susloy el aguay lo demas, y para hablar con el médico que vive allé. El alealde media més de 1,80 y pesaba mAs de 100 kilos. Tenia piel bronceada, pelo canoso. Sonrefa y bromeaba cordialmente. Luego eché una ojeada adentro del coche, ‘vio ala doctora Blaine Fay v perdi los estri- bos. Empez6 a aullar que todos debiamos lar- garnos de alli. Pero el doctor Premack atind a hablarle y calmarlo, y por ultimo el aloalde dijo que la doctora Fay debia entrar on la oficina del deposito y quedarse alli con la, puerta cerrada. Yo también debia quedarme allfy cerciorarme de queno saliera. Unode los, hombres del alcalde guiaria el coche de la. partida. ‘De modo que el personal médico, €l aloaldey uno de losblindados siguieron viaje a Peedsvi- le y yo levé a la doctora Fay a 1a oficina del epésito y me senté. Estaba ealuroao y snfo- cante. La dootora Fay abrié una ventana, pero, cuando oi que trataba dehablarle aun viejo de afuera le dije que no podia hacer esoy cerréla ventana. El vielo se marcho. Iuego ella quiso hablar conmigo pero le dije que no tenia ga- Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.eomear®

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