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La crisis de 1929 y sus efectos en Uruguay

n 1929, el mundo vivió una crisis económica que se originó en la quiebra de la Bolsa de Valores
de Nueva York. Luego de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos se había convertido en la
economía más potente e influyente del mundo. La crisis repercutió a través de los canales
comerciales, financieros y bancarios. Los principales afectados fueron los países exportadores
de materias primas, entre ellos Uruguay: se redujeron las exportaciones y cayeron los precios
de los productos a exportar.

Los efectos de la crisis de 1929 se sintieron rápidamente en Uruguay. La caída de los precios
internacionales de las materias primas, la reducción de los volúmenes de exportación, la
desaparición de capitales extranjeros para realizar inversiones y las medidas de protección de
los países importadores perjudicaron a Uruguay, que dependía de las ventas de sus productos
en el exterior y no podía imponer los precios.

Las exportaciones se redujeron en más de un 90 %. La disminución influyó en la estabilidad de


la moneda uruguaya: se devaluó el peso y aumentaron los precios de los artículos. Esto afectó
directamente el salario de los trabajadores porque aumentaba el costo de vida. También
aumentó la desocupación.

El Consejo Nacional de Administración (CNA) se focalizó en cinco puntos: política monetaria,


régimen impositivo, protección industrial, aumento de la intervención estatal y apoyo a la
producción nacional, especialmente al agro. Para defender la moneda y evitar la especulación,
estableció el control de la compra y venta de moneda extranjera. También se limitaron las
importaciones para que los productos extranjeros no compitieran con los nacionales y se
fomentó la producción local. Con la crisis económica se recobró la idea batllista de que el
Estado debía tener mayor control sobre la economía. Se hizo cargo de la Administración de
Puertos, de ANCAP, de UTE. Buscaba defender la moneda y reducir la desocupación.

Las propuestas del CNA chocaban con los intereses de varios sectores pues no solucionaban los
problemas. El malestar se extendió. Estos grupos encontraron en el presidente Gabriel Terra
un representante. En marzo de 1933 Terra disolvió el Parlamento y el Consejo Nacional de
Administración e implantó una dictadura.

Uruguay y la Segunda Guerra Mundial

Entre 1939 y 1945 se desarrolló la Segunda Guerra Mundial. Fue el conflicto más destructivo y
mortal de la historia de la humanidad. Uruguay no fue ajeno a la situación de esa época; su
vida política, económica y social se vio afectada. En esos años el país buscaba reconstruir su
sistema democrático y su economía en crisis por el crack de 1929. La guerra impulsó
nuevamente la exportación de materia prima y enfrentó políticamente a los partidarios de las
potencias del eje con los de los aliados.

En lo que respecta a la política interna uruguaya, el período entre 1939 y 1945 marcó la
transición entre la política conservadora y antirreformista del terrismo y la llegada del
neobatllismo. Para desarmar el sistema terrista, el presidente Alfredo Baldomir, con el apoyo
de batllistas y socialistas, dio un golpe de Estado. Su objetivo era cambiar la Constitución y
restablecer rápidamente la democracia. Fue un período de inestabilidad política y crecimiento
económico favorecido por un aumento en las exportaciones. En la política exterior, el bando
de los países aliados presionaba a Uruguay exigiéndole que se definiera a su favor, pero el
presidente Baldomir declaró la neutralidad en 1939.

En diciembre de ese año, un acorazado alemán llamado Graf Spee llegó al puerto de
Montevideo para hacer reparaciones luego de ser atacado en el Río de la Plata por naves
inglesas. El gobierno uruguayo, presionado por las embajadas de Inglaterra y Estados Unidos,
le dio tres días para arreglar las averías y marcharse. Mientras, cruceros ingleses lo esperaban
fuera de aguas uruguayas. Ante esa situación el capitán del Graf Spee decidió bajar a la
tripulación del barco y explotarlo ante la mirada sorprendida de los montevideanos, que
observaban el espectáculo desde la rambla. Esta fue la batalla del Río de la Plata. Las presiones
diplomáticas de las potencias aliadas sobre el gobierno uruguayo obligaron a crear una
comisión parlamentaria que investigara las denuncias sobre nazis uruguayos. En los barrios de
la capital se crearon grupos de defensa pasiva, para denunciar a los sospechosos de
actividades pronazis.

A partir de 1942, con el gobierno de Juan José de Amézaga, Uruguay abandonó la neutralidad y
se volcó a favor del bando aliado. Simbólicamente le declaró la guerra a Alemania y Japón en
febrero de 1945. Ese mismo año adhirió a la ONU.

Uruguay durante la segunda guerra mundial: la política

El "golpe bueno" de Baldomir

En 1938 la población uruguaya hacía 5 años que vivía la denominada dictadura de Terra. La
particularidad era que esta dictadura había sido legitimada mediante una constitución y en
elecciones nacionales, con la participación de los sectores más conservadores del Partido
Colorado y del Partido Nacional. En 1938 el presidente electo fue el General Alfredo Baldomir,
cuñado de Gabriel Terra. Sin embargo, el nuevo presidente inició rápidamente contactos con la
oposición política para introducir algunos cambios.

En julio de 1938, una multitudinaria manifestación en Montevideo ratificó la necesidad de un


cambio, reclamando "nueva Constitución y leyes democráticas". La circunstancia internacional,
con la segunda guerra mundial en puerta, también incidió en el proceso. Aunque Uruguay al
principio mantuvo la neutralidad, la influencia anglo-francesa en la historia del país alimentaba
una corriente proaliada, de modo que las presiones de Francia e Inglaterra para que Uruguay
rompiera relaciones con las dictaduras alemanas e italianas coincidían con los reclamos por
“leyes democráticas”. Un acontecimiento decisivo para comenzar a desarmar la neutralidad
uruguaya en la guerra fue el episodio del acorazado alemán Graf Spee, sucedido en septiembre
de 1939, apenas comenzada la guerra.

Baldomir entendía que era necesaria una nueva Constitución para destrabar la situación
interna, pero se encontraba bloqueado para tramitarla con un Senado que solo tenía
representantes del terrismo y el herrerismo, que eran los sectores conservadores de los
partidos tradicionales. En febrero de 1942 disolvió las Cámaras y convocó a una Junta para
elaborar una Constitución sin excluidos. Paradójicamente, se volvió a la democracia a través de
un golpe de Estado que por su finalidad y el modo en que fue hecho se lo llamó "el golpe
bueno".
La Constitución de 1942 fue plebiscitada en noviembre de ese año, conjuntamente con la
realización de las elecciones nacionales. Estas dieron el triunfo a Juan José de Amézaga,
candidato de consenso presentado por el baldomirismo y el batllismo. Los blancos votaron
divididos debido a las discrepancias entre herreristas y nacionalistas independientes, y los
partidos minoritarios lograron escasa representación. Pese a esta fragmentación, Amézaga
contó con un amplio respaldo.

La guerra exigía definiciones claras de los gobiernos latinoamericanos. La creciente hegemonía


de Estados Unidos en el continente y su ascendencia en la resolución de los conflictos
mundiales sustentaron la teoría de la "defensa hemisférica". En la Conferencia de Cancilleres
de Río, en 1942, se resolvió romper relaciones con el Eje. En febrero del 1945, finalmente, se
declaró la guerra a Alemania y Japón.

Economía y sociedad en Uruguay durante la segunda guerra mundial

Los gobiernos de Baldomir y Amézaga continuaron con el apoyo a la industria. Los recursos
para ello provinieron del agro, cuyas exportaciones crecieron en virtud de la demanda de
carnes y lanas producida por el conflicto mundial. El aumento de las exportaciones arrojó un
saldo favorable en la balanza comercial y se tradujo en un importante incremento de las
reservas de oro en el Banco República. El BROU siguió monopolizando la compra-venta de
divisas mediante un complejo sistema de cambios múltiples, que establecía distintos precios
según listas de productos preferenciales. La política de subsidios y exenciones fiscales a la
industria provocó un importante crecimiento del producto manufacturero. También
aumentaron algunos rubros de la producción agrícola, como el lino y el girasol.

El crecimiento del sector secundario implicó el de la clase obrera. Durante el período de la


política de sustitución de importaciones, entre 1936 y 1959, el número de obreros creció un
210%, mientras la población lo hizo un 30%. La concentración industrial favoreció la
organización sindical. Se fundaron y consolidaron muchos gremios, incluso de "cuello blanco"
como el de los bancarios en 1942. Ese mismo año se fundó la UGT —Unión General de
Trabajadores—, que congregó a más de 65 gremios, aunque muchos se mantuvieron
apartados ya que dicha central sindical era de tendencia comunista. En esa época hubo
grandes huelgas, como la del Frigonal en 1943, a la que se plegaron todos los sindicatos de la
carne.

Aun dividido, el movimiento sindical obtuvo importantes beneficios, como la instauración de


los Consejos de Salarios y varias medidas de legislación social que apuntaban a aumentar la
calidad de vida de los trabajadores y a sostener un mercado interno imprescindible para el
desarrollo industrial. En el mismo sentido, el Estado se mantuvo como un importante
proveedor de empleos, y así engrosó las filas de las clases medias.

La ley de Consejo de Salarios, promulgada en el año 1943, sentaba a dialogar en una misma
mesa a representantes del gobierno, de los trabajadores y de las patronales. Esta medida
formaba parte de las que buscaban, entre otros objetivos, mejorar las condiciones de salario y
de vida de los trabajadores, a fin de crear el mercado interno que requería la industria por
sustitución de importaciones. Otras leyes laborales que se destacaron fueron la de
Indemnización por Accidentes de Trabajo, en 1941; la de Asignaciones Familiares, en 1943; la
de Indemnización por Despido, en 1944. En 1946, por otra parte, se equipararon los derechos
civiles de las mujeres a los de los hombres.

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