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Capítulo 1
Perspectiva teórica:
valores, espiritualidad y conciencia
A. Maslow
1.1 Valores
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Valores, espiritualidad y conciencia
1
Fabelo Corzo, José Ramón. 2007. Los valores y sus desafíos actuales, p. 17.
2
Csikszentmihalyi, Mihaly. 2008. Fluir, p. 34.
3
Maslow, Abraham H. 2001. La personalidad creadora, pp. 138-139.
38
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4
Fabelo, op. cit, p. 23.
39
Valores, espiritualidad y conciencia
5
Ibid., p. 25.
6
Rousseau, Juan Jacobo. 1979. El contrato social.
7
Ibid., p. 15.
8
Fabelo, op. cit, p. 25.
40
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9
Ibid., p. 26.
10
Ibid., p. 27.
11
Ibid., p. 29.
12
Salgado Román, Juventina. 2007. Aprendiendo entre cuadernos, trompos y maíz.
41
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42
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13
Fabelo, op. cit., p. 32.
43
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14
Ibid., p. 53.
44
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15
Maslow, Abraham. 2001. El hombre autorrealizado, pp. 26-27.
45
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la espiritualidad ”.16
1.2 Espiritualidad
16
Capra, Fritjof. 2007. El tao de la física, p. 15.
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17
Capra, op. cit.
18
Kósmico o Kosmos denota el sentido amplio e integral, en el que se incluyen todas las
dimensiones, desde lo físico hasta lo espiritual; mientras que Cosmos se refiere únicamente al
nivel de totalidad sistémico o físico.
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19
Laszlo, Ervin et al., 2000. La revolución de la conciencia, p. 61.
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puesta en práctica.
En las diferentes épocas de la historia humana han existido dife-
rentes grupos sociales, de distintas razas, color, lengua, con sus corres-
pondientes costumbres, estilos de vida, cultura. Pero ninguna de estas
cualidades determina su espiritualidad, ya que ésta puede desarrollarse
independientemente de cualquiera de estas características. La espiritua-
lidad no depende del grado de memoria que se tenga o del pensamiento.
Tampoco de la riqueza o pobreza material, no puede medirse por el
nivel socioeconómico, por el status o por la clase social, ni está basada
en la autoridad.
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21
Grof, Stanislav. 2003. La evolución de la conciencia.
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amor incondicional. 22
22
White, John. 1992. Qué es la Iluminación, p. 204.
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23
Wilber, Ken. 2001. El ojo del espíritu.
24
Ibid.
53
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25
Ibid., p. 224.
26
Ibid., pp. 225-226.
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27
Wilber, Ken. 2004. Ciencia y religión.
28
Wilber. El ojo del espíritu, p. 56.
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1.3 Conciencia
… Algunos científicos, sir Russell Brain, por ejemplo, han afirmado que
pueden aprenderse muchas cosas acerca de la conciencia, pero que la
conciencia misma no puede ser definida más que en términos subjetivos
o en términos algo menos fundamentales que la conciencia. Es decir,
podemos acumular datos acerca de lo que sucede durante la conciencia,
pero nunca llegar a las verdaderas cualidades de la conciencia misma.29
29
White, John. 2000. La experiencia mística, pp. 17-18.
30
Ibid., p. 19.
31
Steindl-Rast, David. 2003. La evolución de la conciencia.
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32
Ballus, Puri. 2002. Enciclopedia temática Universal y de México.
33
Jung, Carl. 1998. Los complejos y el inconsciente, p. 96
34
Frankl, Viktor E. 1999. El hombre en busca del sentido último. El análisis existencial y la
conciencia espiritual del ser humano.
35
Ballus, op. cit.
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tar ciertos acontecimientos que nos pudieran afectar, saber por ejemplo
dónde conseguir agua cuando tenemos sed, o cómo huir de algún peli-
gro. En cambio, la conciencia refleja es percibir la propia percepción,
por lo que también se le conoce como autoconciencia, nos damos cuenta
de nuestra propia conciencia, por ejemplo, somos conscientes de que
nuestra visión hace posible la percepción de una mesa, un árbol, una
silla o cualquier otra cosa, de modo que el ser humano puede percatarse
de su propia conciencia, lo que supone que no sólo observa algo objeti-
vo, sino también que lo comprende a través de la inteligencia. Con este
tipo de conciencia podemos ser conscientes de nuestro yo, de nuestra
forma de vivir y de nuestros valores.
Hablar de la conciencia en el sentido de darse cuenta de cualquier
contenido psíquico, implica percatarse de afectos, juicios, deseos. De
manera que ser inconsciente significa que el individuo no se percata
de sus experiencias interiores; si fuera absolutamente inconsciente de
todas las experiencias significaría que no se da cuenta de los impulsos,
sentimientos, deseos o miedos, pero no que éstos no existen.
Un uso diferente de la conciencia y la inconciencia es cuando se
toma a la primera como una parte de la persona y la segunda otra parte,
como si ésta fuera un lugar profundo donde se encuentran contenidos
que no están en la superficie.
Otra visión de la conciencia es aquella que la identifica con el in-
telecto reflexivo. El inconsciente, por el contrario, se refiere a lo irre-
flexivo; al parecer esta opinión no ha sido muy aceptada, porque no todo
lo consciente es reflexión intelectual, aunque esta última siempre es
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Suzuki, D.T. y From, Erich. 2009. Budismo zen y psicoanálisis.
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Wilber. El ojo del espíritu, p. 56.
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rior desciende hacia uno más bajo, de modo que la conciencia siempre
tiende a evolucionar, no a involucionar, lo que significa que la jerarquía
en los niveles de conciencia son irreversibles. Un nivel superior incluye
y trasciende al inferior, es decir, contiene algo del inferior, más lo nuevo
de sí mismo; en ese sentido es más abarcador.
Ken Wilber38 pone el ejemplo de los niños que se hallan en el
estadio del pensamiento preoperacional o preconvencional, en el que
se encuentran muy identificados con su propio punto de vista, pero
cuando pasan al siguiente nivel o estadio, aunque todavía están identi-
ficados con su punto de vista, ya tienen capacidad para aceptar la opi-
nión de los demás. Es en este sentido que este nivel es superior o más
amplio, pues algo se ha agregado y trascendido al narcisismo. De ese
modo, un nivel de conciencia cuyo pensamiento es convencional, es
superior al del pensamiento preconvencional; y la conciencia del pen-
samiento postconvencional es todavía superior, pues es más adecuado
y valioso en tanto que posibilita a las personas comportamientos más
equilibrados y armoniosos con los demás. De manera que la triada del
pensamiento queda establecida como preconvencional-convencional-
postconvencional. En términos de valores, nos hallamos ante prácticas
que jerárquicamente son más valiosas que aquellas que corresponden
a un nivel inferior.
Según Raúl Gutiérrez Sáenz,39 la conciencia se puede comparar
con un escenario en un teatro, En ella aparecen los fenómenos que co-
nocemos: muchas veces para percibir ciertos fenómenos se necesita una
apertura de la conciencia, por ejemplo, para vislumbrar valores de orden
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38
Ibid., p. 57.
39
Gutiérrez Sáenz, Raúl. 2004. Introducción a la filosofía.
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discernir entre lo que es bueno y lo que es malo, tiene menos dudas que
las personas comunes y corrientes. El incremento en la capacidad de
percibir o de ser menos ciego, abre la posibilidad de dejarse guiar en un
sentido más pleno, con una moral más elevada, con mayor conocimien-
to de lo que debe ser, a diferencia de las personas que son más ciegas o
menos desarrolladas.
40
Maslow. El hombre autorrealizado, p. 27.
41
Ibid., pp. 51-62.
42
Maslow. La personalidad creadora.
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43
Castaneda, Carlos. 1999. El segundo anillo de poder, p. 43.
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Los amantes –del ser– son más independientes el uno del otro, más autó-
nomos, menos celosos o temerosos, menos necesitados, más individua-
les, más desinteresados, pero al mismo tiempo más ansiosos por ayudar
al otro hacia su autorrealización, más orgullosos de los triunfos del otro,
más altruistas, generosos y alentadores.44
44
Maslow. El hombre autorrealizado, p. 71.
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45
Ibid., p. 194.
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Escribo bien-estar para referirme a su sentido más amplio, considerando las diferentes
dimensiones del ser humano, en todos sus aspectos y en todos los ámbitos de la vida, no sólo
en el reduccionista y material o en cualquier otro. Así como en un sentido transpersonal, que
implica no sólo al individuo, sino también a los demás.
47
Maslow. La personalidad creadora.
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48
White. La experiencia mística, p. 16.
49
Citado por Ken Wilber en El ojo del espíritu, p. 58.
50
Ibid., p. 59.
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este nivel todos los seres humanos que por diferentes razones poseen
la conciencia primitiva; aquellos que se rigen sólo por la sensación y la
supervivencia.
El segundo nivel de conciencia se identifica con el color púrpura, se
refiere a una conciencia mágica y animista, enraizada en un mundo de
superstición, misterio y magia; se mueve entre los extremos del bien y el
mal, seres mágicos dominan la vida y ahí se practica todo tipo de sacrifi-
cios. Corresponde con la conciencia titánica, con la cultura hortícola, se
encuentra presente en los grupos humanos que vivencian creencias de su-
persticiones mágicas, sectas fanáticas y grupos individualistas radicales.
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T. Snauwaert, Dale. 2003. “Conferencia Internacional”. Guadalajara. Fundación Interna-
cional de Educación Holista.
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Suzuki y Fromm, op. cit.
53
Ibid., pp. 86-87.
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